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Cómo establecer y cumplir tus objetivos profesionales

Todos queremos obtener grandes logros profesionales, pero es imposible si no tenemos metas claras y un
buen plan para alcanzarlas. Soy Dorie Clark, profesora en la Fuqua School of Business de la Universidad Duke y
autora de Reinventing You y de Stand Out. También escribo artículos sobre cómo establecer metas y
cumplirlas para la Harvard Business Review y otras publicaciones. Es un gusto poder compartir mi punto de
vista contigo. En este curso, empezaremos por lo básico: cómo identificar tus prioridades y cuántas de tus
metas puedes abarcar a la vez. Luego pasaremos a hablar de las tácticas. ¿Qué necesitas para lograr tus metas
y ser responsable? Y para finalizar, para que esto sea rentable, aprenderás a que tus metas se conviertan en
hábitos automáticos y pasen a formar parte de tu vida. Por lo general, solemos fijarnos objetivos una vez al
año, alrededor del 31 de diciembre. Pero si te centras un poco más en el proceso durante todo el año, verás
que puedes lograr mucho más, y eso se reflejará en los resultados. Empecemos.

Lo que deberías saber

Mucha gente se fija objetivos y se desilusiona al no poder cumplirlos. El caso más común son los propósitos de
Año Nuevo. Para este curso no hacen falta conocimientos previos. Puedes hacerlo cuando quieras. Lo
importante para poder empezar es que tengas la mente abierta. Puede que, si te basas en experiencias
previas, sientas que no sirves para fijarte metas, o que si te propones un plan, siempre fracasarás. A todos nos
ha pasado algo así. Lo cierto es que para cumplir objetivos hace falta más que fuerza de voluntad. Todos
queremos ser el empleado del año, leer un libro a la semana y pesar diez kilos menos, pero aquello que
diferencia a las personas exitosas de las que no lo son es que las primeras recurren a sistemas para asegurarse
de que cumplirán su plan. Eso es lo que aprenderemos en este curso. Espero que te sea útil, y hasta un
poquito transformador.

Los archivos base del curso

Ahora trabajaremos con la ficha de ejercicios del curso. Descárgala. He creado una ficha de revisión de metas
específicamente para ti. Esto es muy importante porque muchos nos fijamos objetivos y luego no los
revisamos ni los actualizamos, cuando la realidad es que con el tiempo las prioridades y técnicas para
alcanzarlas cambian. Debes adaptar tu estrategia a las circunstancias, o acabarás esforzándote por cumplir
metas que te eran útiles hace tres años, pero hoy ya no te sirven. La ficha de revisión de metas te ayudará a
evitarlo. Descárgate la ficha y tenla a mano a lo largo del curso. Si lo estás viendo en un dispositivo móvil, una
consola, o no tienes acceso a los ejercicios, puedes seguir las instrucciones igualmente. Empecemos ya.
Identifica lo que es más importante para ti

Hay una frase muy simple pero real: no puedes lograr tus metas si no las conoces. El punto de partida de este
proceso es que identifiques qué es lo más importante para ti. Quizá ya sabes naturalmente que la respuesta es
pasar tiempo con tu familia, ascender en tu empresa o vivir una vida de aventuras. Todo eso es maravilloso,
pero para poder concretarlo, debes ser específico. El primer paso será describir tu visión del éxito para dentro
de uno, cinco y diez años. Tómate cinco minutos para pensarlo bien. ¿Cómo crees que cambiará tu vida en ese
tiempo? ¿Qué trabajo tendrás? ¿Cómo será un día normal? ¿A qué cosas les dedicarás tiempo? ¿Dónde
vivirás? ¿Cómo será tu familia? ¿Qué harás para divertirte?Todas estas preguntas pueden hacerte entender
dónde quieres estar en determinados momentos en el futuro. Ahora volvamos de esa visión del futuro y haz
una lista de las destrezas que necesitas adquirir. Fíjate dónde esperas estar en cada período. ¿Qué pasos
debes dar para llegar allí? Por ejemplo, si quieres ascender en tu empresa y sabes que casi todos los que lo
logran tienen un máster pero tú no, quizá debas apuntarlo en tu lista de destrezas, en este caso un título, que
necesitas adquirir. Si quieres una vida familiar estable pero sabes que debes esforzarte por mejorar el
equilibrio entre el trabajo y la familia, apúntalo, porque es otra destreza que deberías adquirir en los años
venideros. Cuando comprendas lo que necesitas aprender, podrás comenzar a planificar cómo lograrlo.
Volvamos al ejemplo del trabajo y la familia. Hay muchos libros sobre cómo lograr un equilibrio. Puedes tomar
cursos en línea o presenciales, o aprender de algún compañero que lo tenga resuelto. No hay respuestas
correctas y existen muchos caminos hacia el mismo destino. Para acabar, haz una revisión de la realidad. Toma
nota de cómo inviertes tu tiempo durante una semana o dos. No tiene que ser algo muy elaborado. Haz un
seguimiento en una hoja de Excel o apúntalo en un cuaderno. Verás el gran contraste entre tu percepción y en
qué ocupas tu tiempo realmente. Puede que te des cuenta de que muchas veces malgastas tu tiempo en las
redes sociales y hasta puede que encuentres varias incongruencias. Si tu prioridad son la salud y el ejercicio,
pero no has ido al gimnasio en dos semanas o dos meses, algo va mal, y será mejor corregirlo ahora que en un
futuro, porque será más difícil. Tener una idea clara de lo que te importa y comprender en qué debes invertir
tu tiempo para ponerlo en práctica es el primer paso para establecer y alcanzar metas efectivas.

Cuántas metas deberías tener

Al fijarnos objetivos, es fácil exagerar. Como con las vitaminas. Si una hace bien, ¿por qué no me tomo
cincuenta? Cincuenta no te harán bien. Cuando te emocionas, puedes exagerar y querer agregar todo como
un objetivo y así llevar la mejor vida posible. Pero no eres Oprah, nadie puede hacer cincuenta cosas a la vez.
En esos casos, nunca alcanzamos las metas y nos desanimamos al punto de no lograr nada. Tienes que fijar
prioridades. De hecho, te recomiendo que no abarques más de dos metas profesionales a la vez. Si te centras
exclusivamente en dos objetivos, será más fácil poder ver el progreso y los resultados en poco tiempo. Así, se
crea un círculo de estímulos que te dará ánimos y te impulsará a seguir. ¿Cómo puedes decidir a qué darle
prioridad? Primero, vuelve a la línea de tiempo de tus aspiraciones, o cómo te ves dentro de uno, cinco o diez
años. Ya empezaste a plantearte lo que necesitas aprender o las actividades que debes hacer para alcanzarlo.
Revisa todo eso y pregúntate qué es lo más importante y limitado en el tiempo. Si ya sabes que para que te
den ese ascenso que quieres necesitas un máster, en el primer punto de la lista deberías escribir:
«presentarme a las pruebas de admisión para el máster que me interesa». ¿Por qué? Pues porque muchos
másteres duran dos años, o poco más de un año si eliges un programa acelerado. A la duración del máster,
súmale el tiempo que necesitas para hacer el ingreso. Es un proceso de dos a tres años. Deberás empezar
cuanto antes. Si examinas tus metas con cuidado, podrás establecer prioridades de forma inteligente.
Pregúntate si tienes alguna meta que podría ayudarte a cumplir más de un objetivo. Todos estamos muy
ocupados. Si algún punto de la lista te ayuda a matar dos pájaros de un tiro, bienvenido sea. Por ejemplo, si
quieres escribir en un blog para forjarte una buena imagen profesional y también mejorar tu capacidad de
hacer contactos, puedes hacerlo al mismo tiempo. Si haces entrevistas en el blog, también harás nuevos
contactos. Elegir esas metas es una jugada estratégica, porque lograrás mucho más de lo que querías. Y para
acabar, tengo un truco: en vez de fijarte objetivos para un año, que es algo que hacemos por cultura, fíjatelos
para seis meses. Así, podrás revisarlos y actualizarlos, pero también tendrás libertad para elegir en qué
centrarte en cada momento. Tampoco te preocupes demasiado por elegir el objetivo adecuado. ¿Sabes qué?
Si algo falla, si por la razón que sea no ves ningún progreso, si cambiaron tus prioridades o no disfrutas de lo
que haces, no pasa nada. En unos meses podrás cambiar el enfoque y probar otra cosa. Seis meses alcanzan
para probar un proceso, pero no estás atado a él. Es mucho más fácil elegir una meta y avanzar: no
malgastarás tiempo en mesarte las manos ni en procrastinar para tomar decisiones, como hacen muchos.
Puede que parezca contradictorio, pero plantearte menos metas te ayudará a lograr más.

La diferencia entre una lista de metas y una de pendientes

Seguro que ya tienes una lista de pendientes. Yo sí, y según un estudio de LinkedIn, el 63 por ciento de los
profesionales también. Por un lado, es una buena forma de saber qué debes hacer y de no olvidar nada, pero
por otro… Estas listas no son muy eficaces. Una compañía que ofrecía la funcionalidad de una lista de
pendientes estudió los hábitos de los usuarios: el 41 por ciento de las tareas nunca se completaban. O sea, la
tasa de éxito no era muy buena. ¿Es posible usar estas listas de forma eficaz? ¿Qué tiene que ver con nuestras
metas? Empecemos con algunas definiciones y distinciones. Una lista de tareas pendientes es un documento,
ya sea en papel o en línea, para hacer un seguimiento de tareas futuras. No tiene nada que ver con establecer
objetivos, y si confundes estos conceptos, te decepcionarás mucho. Los objetivos son prioridades estratégicas
de nivel alto. Las tareas diarias de tu lista de pendientes deben adaptarse a los objetivos y no al revés. Para
muchos, las tareas de una lista de pendientes se dividen en tres categorías. Primero están las actividades de
mantenimiento. No son prioridades estratégicas, pero son necesarias. En mi lista de pendientes, una tarea es
pedir cita con el dentista. No es una actividad con mucha visión de futuro, pero es necesaria. El secreto está en
acabar lo antes posible con todas esas tareas menores. Si tienes diez minutos libres porque una reunión acabó
temprano, úsalos para eso. La segunda categoría de tareas en la lista de pendientes son lo que llamo
«manifestaciones de prioridades estratégicas». Son tareas esenciales que ayudan a lograr las prioridades
estratégicas. Por ejemplo, muy pronto lanzaré un programa nuevo. Es algo muy importante para mí, y una
tarea de mi lista es editar los videos de testimonios y actualizar la página de ventas. Se trata de tareas
específicas que son esencialmente importantes para avanzar hacia el objetivo principal, y es a estas
actividades a las que debes dedicarles más tiempo. La tercera categoría abarca las prioridades que te imponen
otros. Son actividades que no incluirás en tus prioridades estratégicas y ni siquiera son simplemente
necesarias, como ir al dentista. Son los pedidos de terceros, como editar el informe de un compañero, hacerle
una entrevista a su primo o asistir a una reunión que no te interesa. Debes hacer todo lo posible por evitar
estas tareas. No podrás librarte de todas, claro está. Puede ser que debas un favor o que te lo pida tu jefe, y
aunque no signifique ningún tipo de provecho para ti, deberás hacerlo igual. Pero si puedes, cuestiona el
pedido. Evalúa si realmente es necesario o si se puede resolver de alguna forma más fácil o más rápida, como
enviarle un artículo a alguien en vez de reunirte, o evitarlo simplemente porque están con un proyecto
importante. Las listas de pendientes son una herramienta muy útil. A mí en lo personal me da tranquilidad
saber que no se me escapa nada, pero la clave está en adaptar esas tareas a tus metas prioritarias. Que la lista
de pendientes no te desborde.
Cuenta con un compañero para seguir tus avances

Ya tienes tus objetivos, pero es difícil cumplirlos solo. La fuerza de voluntad no es suficiente. Debes recurrir a
métodos externos que te ayuden a tener éxito. Uno de los mejores es tener un compañero para el
seguimiento de tus avances, alguien a quien puedas contactar con regularidad para asegurarte de que no te
desvías. En muchos casos, aunque no en todos, la relación puede ser recíproca, y tú también le servirás de
testigo para que cumpla sus metas. Este método es muy poderoso. Primero, por la camaradería. Es mucho
más divertido cumplir tus metas si tienes amigos que te acompañen en el camino. Segundo, por la presión
social. o no hiciste tus ejercicios de inglés. Y tercero, porque si hacen controles periódicos, le estarás dando
más atención al objetivo. A medida que pasa el tiempo y también el entusiasmo de tu nueva meta, es fácil que
te desmotives hasta el punto de olvidarte de cumplirla, Da mucha vergüenza admitirle a otro que no escribiste
la entrada del blog pero un recordatorio en la agenda te obligará a recordarla y a actuar. Entonces, el primer
paso será encontrar a ese compañero. Una forma fácil de identificar posibles candidatos es hablar de tus
objetivos, ya sea con amigos o compañeros de trabajo. Si les dices: «Quiero correr 15 kilómetros a la semana»
o «Voy a aprender chino mandarín», es probable que algunos quieran lo mismo o te hablen de sus propias
metas. Cualquiera que te caiga bien y le interese de verdad hablar sobre sus metas será un buen posible
candidato. Sus objetivos no tienen por qué ser los mismos. Cuando hagan un control, tú puedes contarle
cuánto has corrido, y tu compañero comentarte cuántas horas a la semana le dedicó al idioma extranjero.
Luego, prueba métodos y frecuencias de controles que te sean útiles. Un grupo de estudiantes formó un grupo
de apoyo para la escritura, y cada día comparten con los demás cuántas palabras escribieron. Es un método
muy bueno. Otros preferirán una frecuencia menor, de una o dos semanas. Si tú y tu compañero se
encuentran lejos geográficamente, pueden usar foros en línea, pero si están en la misma ciudad o trabajan en
la misma empresa, quizá prefieran dar informes presenciales. Pruébalo y analiza qué te funciona mejor. Por
último, y si quieres ser un profesional responsable (al menos según tus objetivos), quizá te sirva considerar a
tu jefe como posible compañero. Es decir que, dependiendo del objetivo, también podrías sugerir que lo
incluyan en tus parámetros de desempeño, y así los resultados influyen en tus evaluaciones de rendimiento.
Obviamente, esto no es tan relevante con algunos objetivos como hacer más ejercicio, pero si tu meta es ser
gerente de la rama asiática de tu empresa, deberías aprender chino, y una forma de obligarte a ello es que
forme parte de tu trabajo. Es una jugada arriesgada, pero a veces la mejor forma de lograr los objetivos es
obligándote. Lograr objetivos de peso puede llevar mucho tiempo y ser una tarea ardua y frustrante. Por eso,
es más llevadero si cuentas con un compañero para el seguimiento de tus avances.

Comparte tus metas públicamente

Para cumplir tus objetivos, una buena solución puede ser que otra persona te haga un seguimiento y te dé
ánimos, pero también te puede resultar útil que todo el mundo esté pendiente. Si quieres alcanzar tus metas,
compartirlas públicamente puede servirte mucho. De hecho, según un estudio, los dietistas que compartían su
progreso en Twitter bajaron más peso que los que no lo hacían público. Este método le funcionó a Brian
Stelter, un periodista de la CNN y luego del New York Times del que hablé en mi primer libro, Reinventing You.
Brian compartía en Twitter su proceso para bajar de peso. Eso lo motivaba y lo centraba en su objetivo,
porque a veces quería comerse un pastelillo, pero no quería que todo el mundo se enterara. También puedes
registrarte en stickk.com, S-T-I-C-K-K.com, un sitio creado por economistas conductuales de la Universidad de
Yale. El sitio web te permite apostar públicamente por tu propósito, y si no lo cumples, debes darle el dinero a
un amigo o a alguna obra benéfica que odies. Es un muy buen incentivo. De hecho, los estudios de los
creadores del sitio demuestran que con un compromiso contractual con dinero real como el que ofrecen, se
triplican tus posibilidades de éxito. Si te agrada la idea y crees que hacer públicas tus intenciones puede
ayudarte a alcanzar tus objetivos, ten en cuenta lo siguiente. Primero, busca el medio apropiado. Algunos
usuarios de Twitter lo prefieren para las actualizaciones de progresos cortos. Otros prefieren otras redes
sociales, apostar en stickk.com o hablar con sus amigos. También aprovecha los métodos de la zanahoria y el
palo. Puedes ponerte un premio si cumples tu meta, como un viaje a la China si alcanzas un nivel determinado
de chino mandarín. También puedes usar la aversión a la pérdida como un beneficio. Si fracasas, pon dinero
en juego. Aunque no estés motivado por la meta en sí misma, sí te motivará no perder dinero. Aprovecha el
poder que tiene la presión de tus pares. Ya hemos hablado de los compañeros de seguimiento y cómo pueden
ayudarte, pero la presión social es mayor cuando informas de tu progreso (o de tu no progreso) a casi todos
tus conocidos. Si de veras quieres lograr algo, enciérrate y promete enviar actualizaciones a todo tu entorno
social. Si te da miedo pasar vergüenza ante tus amigos, piensa que puede ser una ventaja: harás todo lo
posible y hasta alcanzarás tus metas para evitarlo. Según investigaciones, hacer públicas las intenciones es una
muy buena forma de darle más importancia a fijar y lograr objetivos.

Crea sistemas que te ayuden a tener éxito

Puede parecer sorprendente, pero según estudios, el 40 por ciento de nuestras actividades diarias son
hábitos. Están los obvios como ducharnos o lavarnos los dientes, pero en tu vida hay muchísimos más de los
que imaginas, como el camino que tomas para ir al trabajo o leer las noticias en la web apenas te sientas a
trabajar. Y si pensamos en fijar y lograr objetivos, son muy buenas noticias. Con los hábitos adecuados, no
tendrás la necesidad de esforzarte tanto por cumplir los objetivos que tú mismo te propones. Cuando los
hábitos se hacen automáticos, el camino del éxito está asegurado. ¿Cómo se crean los hábitos del éxito? Hace
un tiempo, entrevisté a un periodista del New York Times, Charles Duhigg, que también es autor del bestseller
El poder de los hábitos. Me habló de tres conceptos muy importantes. Primero, debes empezar con una
pregunta. ¿Qué hábitos quieres cultivar? No puedes elegir 20 hábitos nuevos y pretender integrarlos de una
vez. Debes empezar con un hábito clave, algo que sepas que te será útil y te hará la vida más fácil. Por
ejemplo, digamos que quieres ponerte en forma. Si decides ir al gimnasio cada mañana antes de ir al trabajo,
te llevará tiempo y compromiso convertirlo en un hábito, pero la recompensa será enorme, porque la salud
física que obtengas te permitirá tener más energía para el resto de tareas en tu vida. Segundo, tente
paciencia. No a todos nos lleva el mismo tiempo convertir una tarea en hábito. Algunas personas adquieren
hábitos rápidamente. Hábitos buenos, como ir al gimnasio, o malos, como una adicción a las drogas. Otros
necesitan más repeticiones. Y paciencia, pues cada vez que se repite una acción, se fortalecen las conexiones
neuronales que harán que la próxima vez sea más fácil. Por último, admite que los malos hábitos no pueden
erradicarse tan fácilmente. El cerebro no los olvida, tiene que desaprender y volver a aprender. Para hacerlo,
la clave es hallar qué activa el hábito. ¿Qué es lo que te impulsa a hacer algo? Por ejemplo, el trabajo te
estresa y para aliviar la presión te pones a mirar redes sociales. Debes identificar una nueva conducta que
sustituya la anterior, y ese hábito nuevo debe proporcionarte algún tipo de recompensa o no te servirá para
compensar esa necesidad. Por ejemplo, es difícil que puedas reemplazar un vistazo a Facebook por la
declaración de la renta, pero busca alguna otra recompensa que sea gratificante. Prueba hacer ejercicios de
respiración durante dos minutos: te calmarás y aliviarás el estrés. También puedes tomarte una pausa y
charlar con un compañero: sigue siendo un acto social y puede derivar en una mejor colaboración en el
trabajo. Somos humanos y nuestra fuerza de voluntad no es infinita. Debemos usarla sabiamente. Para
conservar nuestros recursos mentales y aprovechar el tiempo, debemos saber bien cómo se crean los hábitos.
Cuantas más cosas hagamos automáticamente, mejor podremos usar nuestra fuerza de voluntad para lograr
mayores objetivos.
Revisa tus metas cada 3–6 meses

Casi todos los niños de cinco años quieren ser bomberos o astronautas cuando sean grandes. Yo quería ser
espía. Sin embargo, al crecer, la mayoría no lo logramos. Las metas y las prioridades cambian. En una época
más reciente, cuando estaba en la universidad, pensaba que iba a ser activista o docente universitaria. Mi
trabajo tiene que ver con todo eso, pero mi realidad es diferente a la que imaginaba a los 18 años. Y es posible
porque ahora existe algo llamado Internet. No podemos fijar los objetivos para luego olvidarlos. Puede que
tuvieras un objetivo profesional que querías lograr en cierto momento de tu carrera y empezaste a
perseguirlo, pero si no tienes el hábito de revisar tus metas cada tres a seis meses, puedes pasar por alto que
las circunstancias cambian y quizá te veas encerrado en un plan de acción defectuoso. Consulta la ficha de los
archivos base, revisa tus propias metas y hazte las siguientes preguntas. Primero, revisa las metas que te
planteaste y piensa si aún quieres lograrlas. ¿Te siguen pareciendo emocionantes? Si pudieras cumplirlas ya
mismo, ¿cómo te sentirías? Quizá tu meta era que te ascendieran a jefe de asuntos exteriores, pero si te
casaste o formaste una familia, puede que se te complique un poco. Pero también puede que esos objetivos
sigan estando vigentes. En ese caso, pregúntatelo igual. Asegúrate de que lograr esa meta al final te traerá
dicha. Luego, revisa las tácticas que hayas elegido. Puede que no hayan cambiado ni el panorama general ni
tus metas, pero debas adaptar el enfoque de tu estrategia. Imagina que hace un tiempo decidiste que la mejor
forma de publicitar tu empresa o a ti mismo era a través de un blog, pero hace unos meses lo intentaste y
descubriste que no te gusta escribir. No pasa nada. Seguirás teniendo esa necesidad, pero hay otras formas de
hacerlo, como con contenidos de audio o video. Hay un concepto oportuno que se utiliza en psicología y
economía: la falacia del costo hundido. Se refiere al hecho de que las personas aborrecemos renunciar a las
cosas, aunque no funcionen, porque tenemos la esperanza de que todo se resuelva. Pero no querrás
malgastar tu dinero o tu tiempo en algo que no vaya a tener éxito. Una de las preguntas más poderosas que
puedes hacerte es: «Si empezara hoy, ¿dónde debería invertir?» Por un momento, se elimina todo aquello que
ya hayas hecho. Si haces borrón y cuenta nueva, aunque sea en tu imaginación, podrás tomar mejores
decisiones para invertir tu tiempo y tu energía. No dejes tus metas en piloto automático: son demasiado
importantes. Adopta el hábito de revisar tanto tus metas como las estrategias cada tres a seis meses para
evaluar si aún reflejan tus objetivos.

Aprende a ignorar lo que no es importante

Tengo que confesarte algo. Durante la semana en la que preparé los materiales de este curso y de otros más,
ignoré todos mis correos. Suelo limpiar la bandeja de entrada y dejar solo de 25 a 50 correos, algo que puedo
gestionar, pero en esa semana acumulé 225 correos sin contestar. Eso me estresó un poco, sí. Si había algo
urgente respondía de inmediato, pero dejé estar la mayor parte de los mensajes. Mi retraso puede haber
causado inconvenientes o puede haber molestado a los demás. Sí. Me encantaría poder tener la receta mágica
para cumplir con todo lo que necesitas y con todas las cosas que necesitan los demás de ti al mismo tiempo.
Seguro ya sabes que esa receta mágica no existe. Para lograr un progreso real que te ayude en tu carrera y te
haga sentir que has logrado algo al final de la jornada, debes aprender a ignorar, al menos temporalmente, los
temas menos importantes. Puede ser muy difícil. Admitámoslo, la gente es un poco egoísta y quiere que te
ocupes de sus pedidos lo más rápido posible. A veces quedarás como el malo de la película por ser firme y
proteger tu tiempo para dedicarlo a lo más importante, pero vale la pena. Para lograrlo sin ofender a los
demás, haz lo siguiente. Primero, establece un orden de prioridades. Si sabes lo que haces, hay algunas tareas
que siempre encabezarán tu lista de prioridades, como los pedidos de tu jefe, de clientes importantes, de tu
familia, de buenos amigos, y quizá unas pocas personas más. Puedes trazar una lista. También considera la
urgencia de cada pedido. Si te escribe tu pareja porque no recuerda el título de un libro que le
recomendaste... Eso puede esperar. Pero si tu jefe tiene una conferencia telefónica en una hora y necesita
información sobre un proyecto, deja lo que estés haciendo y cumple. Luego, agrupa las tareas menos
importantes. Quizá tengas pendiente responder un montón de correos, hacer llamadas de seguimiento y
redactar informes. Nada de eso es tan importante, pero si lo juntas todo, puede ser estresante. Búscate el
espacio para ocuparte de ello. Lo ideal es algún momento en que seas menos productivo, como al final de la
tarde tras una larga jornada de trabajo. No necesitas pensar mucho ni ser creativo, pero debes hacerlo. Es muy
importante atacar los problemas de gestión del tiempo de raíz. En el mundo empresarial, las reuniones
ocupan un tiempo desproporcionado. De hecho, un estudio afirma que un empleado promedio tiene tres
reuniones al día. Si puedes eliminar una sola, te ahorrarás casi media semana de trabajo cada mes. Consulta
primero con tu jefe si puedes rechazarlas. Si te da el visto bueno, podrás decidir mejor qué invitaciones
aceptar. Pregunta qué temas se tratarán y si es necesaria tu presencia. Si puedes evitarlas, podrás avanzar en
otras cuestiones más importantes y que hagan que te destaques. Como explica el escritor Cal Newport, lo que
te hace importante en el mundo empresarial son el trabajo y el progreso en proyectos importantes. Es eso lo
que logra ascensos y avances en la carrera. El trabajo más superficial, como responder los correos,
simplemente evita que te echen. No malgastes tu tiempo. No llegarás a director o subdirector contestando
correos. Evalúa bien lo que puedas economizar y no te excedas con el trabajo superficial. Así, lograrás avanzar.

Recompénsate por el éxito

Como seres humanos, tenemos una tendencia patológica a fijarnos y lograr objetivos. El problema surge
cuando nos centramos tanto en los resultados que el éxito nos queda a kilómetros de distancia. Y eso lleva a
dos resultados negativos. Una posibilidad es que el proceso parezca tan abrumador que te rindas porque
sientes que será imposible. Si por ejemplo quieres escribir un libro, la sola idea de que se te tiene que ocurrir
un tema, debes escribir una propuesta y venderla, luego trabajar en hasta tres borradores antes de publicar y
además tener que publicitarla... es demasiado trabajo y es desmotivador. Otra posibilidad es que te lo
propongas de verdad, vayas paso a paso y te pongas manos a la obra. Pero ninguna de las dos parece
significativa o gratificante porque sientes que te mueven los postes de la portería. Cuando empezaste, quizá
estabas muy orgulloso por haber obtenido un contrato, pero ahora te parece algo sin trascendencia: no es un
bestseller del New York Times y tú no eres John Grisham. Si quieres mantener un progreso constante y estar
motivado, debes cambiar la forma de pensar. Fíjate metas a corto plazo y acostúmbrate a los pequeños éxitos.
Si no, todo te parecerá abrumador e intrascendente. La verdad es que toma muchos años alcanzar metas
grandes e importantes. No se pasa de empleado raso a gerente de la noche a la mañana. Debes ser constante
y dar los pasos apropiados. Ten en cuenta lo siguiente. Primero, mentalízate sobre cuáles son las metas cortas
que te llevarán a alcanzar tu objetivo. Conozco a una escritora de blogs que empezó con poco, pero siempre
estuvo motivada porque en vez de esperar tener cien mil lectores de inmediato, que era imposible, le dio más
importancia a la primera vez que le pagaron por su primer artículo, cuando un líder de opinión retuiteó uno de
sus textos o cuando la contrató por primera vez una agencia de Recursos Humanos. Supo así que empezaba a
ser conocida. Eso le dio ánimos y le ayudó a avanzar. Luego, considera darte recompensas. Algunas son
mejores que otras, es verdad. Si te gustan los helados, puede ser una opción, pero no te recomiendo que sea
la recompensa para cada logro. Busca conductas saludables que también sean reconfortantes. Puedes darte
un masaje, dar un paseo después de almorzar o llamar a un amigo que no ves desde hace mucho y quedar con
él. Todas esas metas son importantes y te enriquecerán, además de motivarte durante tu progreso. Por
último, comparte tus logros con los demás. Administro una comunidad en línea para personas que quieren ser
expertos reconocidos en su área de trabajo. Casi a diario, la gente cuenta sus pequeños logros: si los citaron
en un medio de comunicación importante, si ese día escribieron lanzaron el sitio web en el que estaban
trabajando tanto. No importa cómo definas tus logros. Si los compartes con los demás, pueden celebrarlo y
darse cuenta de que mucho más es posible. A veces nos parece que para fijar metas y lograrlas debemos pasar
por un proceso difícil y metódico, y que debemos hacer cosas que no queremos para lograr un resultado que
es difícil pero valioso. Eso es cierto algunas veces. La razón por la que no estamos logrando metas todo el
tiempo es porque es difícil, pero no por eso tiene que ser un proceso triste e ingrato. Por el contrario, el éxito
es mucho más accesible si logras hacer que sea un proceso divertido, positivo y un motivo de celebración.
Conclusión para establecer y cumplir tus objetivos

El éxito no llega porque sí. Hay que planificarlo y trabajar mucho. Hemos hablado sobre las estrategias que
debes seguir para identificar, ejecutar y alcanzar tus objetivos. Si dominas esto, te convertirás en una persona
muy productiva y eficiente, y te ayudará mucho en tu carrera profesional. Empieza ahora mismo a hacerlo
realidad. Primero, identifica tus prioridades. Describe dónde te ves en uno, cinco y diez años. Esto te permitirá
ver hacia dónde vas y qué destrezas y conocimientos debes adquirir para poder crear una mejor estrategia
para alcanzarlo. Luego, céntrate en solo dos metas durante seis meses. Vuelve a revisar tu visión de futuro y
fíjate si tus metas se ajustan a ella. Si quieres un ascenso para el año que viene, por ejemplo, quizá veas que
debes perfeccionar tus capacidades de gestión. Durante los próximos seis meses, podrías tomar un curso
presencial o en línea para aprender las mejores prácticas y prepararte para esa oportunidad. Resérvate un
tiempo en la agenda para revisar tus metas cada tres a seis meses. Sácala y hazlo ahora mismo. Puedes dejarte
recordatorios periódicos. Y saca la ficha de revisión de metas, que te será muy útil. No creas que todas las
metas van a ser siempre relevantes. Analízalas cada cierto tiempo para asegurarte de que se ajustan a tus
prioridades del momento. Por último, piensa en cómo celebrar tus victorias. Muchas veces, cuando
alcanzamos una meta, nos adaptamos rápido y somos bastante indiferentes, aunque nos haya costado mucho
esfuerzo. «Qué bueno, conseguí el ascenso, pero todavía no soy gerente». ¡Date un respiro! Tómate un
momento para celebrar, para dar un paso al costado y ver todo lo que has logrado. Cuando te esfuerzas,
debes apreciar cada meta por más pequeña que sea. Eso te motivará a avanzar y a seguir progresando hacia
tus objetivos futuros. Mantenme al tanto de tu progreso y, si tienes preguntas, escríbeme en dorieclark.com

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