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A veces el cliente no tiene la razón, por

razones completamente ajenas.

Ya que todas las citas que mis amigos me recomendaban terminaban con, “Al menos no es un
asesino en serie”, he recurrido a la más sagrada de las instituciones de las relaciones
modernas: las citas en línea.

Soy una persona muy ocupada y suelo relacionarme con el tipo de personas muy ocupadas,
valoro la honestidad y la franqueza por encima de todo cuando se trata de la creación de
perfiles.

Incluyo fotos de cuerpo completo, trato de minimizar el uso de ángulos muy elaborados en mis
selfies y en la parte superior de mi perfil escribo que soy gorda. No “rellenita”, no “gruesa”, no
“llena de amor”; - Gorda y ya.

No me avergüenzo de eso, pero también sé que el peso es un factor decisivo para muchas
personas y no quiero hacerle perder el tiempo a nadie.

Hace aproximadamente un año conocí a “Evan” por Tinder. Una noche, hablamos por
mensaje durante horas y acordamos reunirnos para tomar algo la noche siguiente. Esperé una
hora completa después de la hora acordada, entonces, justo cuando me levantaba para irme,
los mensajes de texto comenzaron a llegar. “Puedo verte sudando desde aquí”, “¿Cuánto
tiempo te toma levantarte de la cama todos los días?”, “¿Hay un terremoto o te estás
levantando por más pretzels?”

Puras estupideces inmaduras. Cuatro números de teléfono diferentes, comentando sobre


cosas como mi ropa, lo que me indicó que los enviaban los mensajes estaban cerca. Esto
continuó durante 15 minutos hasta que finalmente vi a Evan, tratando de esconderse en una
mesa en una esquina y riéndose con un grupo de amigos. Hice contacto visual, vi que él me
vio y luego me fui. Los mensajes continuaron hasta que bloqueé los números unas horas
después.

Me encontré a Evan unas tres semanas después. Nos subimos al mismo ascensor, y él trató
de parecer súper interesado en las instrucciones del teléfono de emergencia. En ese momento
yo simplemente lo enfrenté, y él admitió que solo era un “juego” que jugaban él y sus amigos.
Evan sabía que era gorda antes de aceptar verme; todos lo sabían, porque así es como
juegan. Se trata de encontrar mujeres gordas, luego ignorarlas o hacerlas quedar en ridículo
cuando se vayan a encontrar.
También era obvio que él nunca había sufrido ningún tipo de consecuencia por esto, ya que
sudaba bastante y se veía más humillado de lo que yo me sentía. Solo dije “No vale mi
tiempo” y salí, esperando no volverlo a ver nunca más.

Hace aproximadamente un mes, un Influencer de la gastronomía local escribió una excelente


reseña sobre mi restaurante, y desde entonces hemos estado hasta el tope de clientes. En el
pasado, usualmente me quedaba en la cocina, pero últimamente he estado haciendo más y
más cosas en la sección de clientes, y el día de San Valentín estaba haciendo un poco de
ambas.

Fue justo ese día cuando vi a Evan, estaba acomodando la silla de su cita. Mi nombre no está
en el restaurante, y él no me vio así que él no sabía que yo estaba allí.

Revisé el número de mesa en el que estaban sentados y vi que una de mis favoritas, Nan, iba
a ser su mesera.

Fui al bar, saqué 400$, los puse en sus manos y dije: “Esta será tu única mesa por el resto de
la noche. Vas a hacer que esta sea la peor cita de su vida.”

Ella le derramó cada cosa que llevaba a la mesa. Estaba esperando que él explotara, pero lo
soportó, obviamente tratando de causarle una buena impresión a su cita. Parecía una chica
encantadora; Le dije a Nan que se asegurara de que todo fuera perfecto para ella pero terrible
para Evan.

Ella derramó agua helada sobre su pantalón. Lo golpeo en parte atrás de la cabeza con el
borde de una bandeja. Derramó sopa sobre su camisa. Dejó caer cada tenedor que él pidió.
Yo personalmente le agregué mucha sal a su comida, usé el peor licor para sus bebidas, usé
harina en vez de azúcar para decorar su postre. Para ser sincera, no sé por qué no se fue
antes. Imagino que realmente quería quedar bien con esta chica.

Pero finalmente, se quebró. Exigió a Nan que llamara al gerente. Yo alegremente salí de la
cocina vestida de chef y le dije, sin vergüenza en admitirlo, qué había estado planeando los
desastres toda la noche.

Al llegar le dije, “Te hubiese saludado antes, pero no quería que un terremoto perturbara tu
cena”.

Saborearé la mirada en el rostro de Evan por el resto de mi vida.


Estaba demasiado desconcertado para reaccionar, así que acerqué una silla a la mesa y me
le presenté a su cita, Amanda.

Le conté cómo conocí a Evan, le mostré algunos de sus mensajes graciosos, le expliqué lo
que hacían él y sus amigos en detalle, y la clase de persona que era. Al final le di un vale para
una comida gratis a Amanda para su próxima visita y le dije a Evan que se fuera y que no
volviera nunca a mostrar su cara por aquí nunca más.

Estaba muy feliz de que al fin Evan sufrió consecuencias por sus acciones, y más adelante me
entere que elimino su cuenta de Tinder.

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