Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Loray - Edipo Falo Castración PDF
Loray - Edipo Falo Castración PDF
Alejandra Loray
Edipo-falo-castración
En La Organización genital infantil se presenta el desarrollo de la sexualidad a
través de las distintas etapas de organización libidinal, determinada cada una de
ellas por el predominio de una zona erógena rectora (oral, anal), en torno a la cual
se produce de modo privilegiado la satisfacción. Este desarrollo se prosigue hasta
la fase de primado de los genitales, sin embargo, “El carácter principal de esta
´organización genital infantil` es, al mismo tiempo, su diferencia respecto de la
organización genital definitiva del adulto. Reside en que, para ambos sexos, sólo
desempeña un papel un genital, el masculino. Por tanto, no hay un primado
1 Freud, El sepultamiento del complejo de Edipo, OC, vol. XIX, p.181, Amorrortu Ed. BA, 1993
Departamento de Psicología
Teoría del Psicoanálisis II
genital, sino un primado del falo”2 En este sentido tanto el varón como la niña
efectúan el mismo recorrido siendo las zonas erógenas rectoras las mismas hasta
la etapa fálica.
La fase fálica no se continúa sin interrupción en la sexualidad genital del adulto
“sino que se hunde y es relevada por el período de latencia” 3. La discontinuidad y
diferencias entre ambas “etapas” (fálica y genital) está signada por la resolución
del complejo de Edipo que marcará, entre otras cosas, la posición del sujeto en
relación al sexo, pues no hay nada en la naturaleza o en la biología que
determinen la posición femenina o masculina, “las vías de lo que hay que hacer
como hombre o como mujer pertenecen enteramente al drama, a la trama, que se
sitúa en el campo del Otro –El Edipo es propiamente eso”4 .
Esta discontinuidad y la finalización de la etapa fálica se produce por la amenaza
de castración del adulto ante a las prácticas masturbatorias infantiles, punto nodal,
momento clave en relación a la declinación del Edipo, pues la tesis freudiana es
que “...la organización genital fálica del niño se va al fundamento a raíz de esta
amenaza de castración”5 Ninguna experiencia de pérdida (el pecho materno en el
destete o las heces en el control de esfínteres) tiene el mismo efecto. Sin embargo
esta amenaza solo tiene su efecto con posterioridad, en forma retroactiva
(nachträglich) pues, aún cuando haya sido pronunciada antes, en cualquier forma
que esto pudiera suceder, solo es creíble cuando la observación de los genitales
femeninos, especialmente de la madre, confrontan al sujeto con que la posibilidad
de que la misma se lleve a cabo. Para el niño y la niña que creen que todos tienen
pene (premisa universal del pene), la visión de los genitales femeninos es una
prueba de que algunos lo perdieron, si todos lo tienen, su falta es consecuencia de
que ha sido removido, a consecuencia de la castración.
El Edipo femenino
El recorrido que hemos seguido se refiere al complejo de Edipo en el varón,
situaremos ahora los puntos fundamentales del Edipo en la niña. Que no es
complejo de Electra que supondría una especie de espejo del Edipo del varón,
Freud refiere el Edipo para el sujeto femenino y masculino. Esto no es un detalle
sin importancia pues supone creer en la complementariedad e igualdad borrando
la diferencia entre los sexos, de algún modo, la teoría de la “media naranja”.
Edipo-falo-castración
La significatividad del complejo de castración solo puede apreciarse teniendo en
cuenta su génesis en la fase del primado del falo, La falta de pene que determina
la caída de la premisa universal del falo es entendida como resultado de una
castración, lo que determina el sepultamiento del complejo de Edipo. Sólo
partiendo de la premisa lógica de la universalidad del falo el niño puede reconocer
la falta de pene en la mujer, es decir, solo puede pensarse que allí falta algo si se
supuso que antes lo había. El falo conduce por su valor simbólico a la castración,
y es este valor simbólico lo que lo diferencia del órgano masculino.
En el recorrido del Edipo es el padre, como agente de la castración el que efectúa
la separación del niño de la madre, encarnando la ley, la que prohibe el incesto y
el parricidio, abriendo al sujeto a la exogamia, pues deberá buscar una mujer
afuera, una distinta de ese otro primordial que preexiste al sujeto.
Repasar la tragedia de Edipo nos enfrenta a la repetición del parricidio y del
incesto y al “no saber”, al desconocimiento del propio protagonista respecto de
ambos hechos, lo cual es un claro ejemplo del inconciente, pues el sujeto nada
sabe de sus deseos incestuosos, este es el modo característico de lo inconciente,
en este sentido el análisis permite al sujeto el encuentro con algo de ese saber no
sabido que lo habita y que comanda la repetición y la posibilidad de un deseo mas
allá del Edipo.