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¿CÓMO INTERROGAR AL PERITO PARA DESACREDITAR SU PERICIA?

(II)

El presente post constituye un análisis estratégico de uno de los objetivos del contrainterrogatorio de un experto
o perito, y como tal, contempla la hipótesis de que el perito no se encuentre cualificado para una específica
pericia o su proceder no haya sido ajustado a la lex artis. Ello no supone, ni pretende, desmerecer la labor de los
peritos, que son profesionales como nosotros los abogados y que en la mayoría de las ocasiones realizan su
pericia con máxima eficacia. No obstante, al no ser infalibles o, al haber sido propuestos para intervenir donde se
exigía otra cualificación superior o diferente, se puede generar una situación apta para el empleo de las técnicas
de litigación del contrainterrogatorio. Por lo tanto, vaya por delante mi respeto por estos profesionales.

En un anterior post https://oscarleon.es/contrainterrogar-al-perito-i/ tratamos el contrainterrogatorio del perito


desde la perspectiva del objetivo centrado en la desacreditación de su capacidad e idoneidad profesional. Hoy, y
siguiendo con los denominados objetivos defensivos, nos ocuparemos de la desacreditación de su juicio u
opinión profesional.

Para realizar un eficaz contrainterrogatorio del perito, hemos de disponer de una voluntad casi obsesiva de
cuidar su preparación, ya que un interrogatorio de esta naturaleza exige meticulosidad, lo que obliga a ser muy
responsables para alcanzar un conocimiento completo del asunto y una preparación y planificación absoluta del
interrogatorio. Por ello, para lograr dicho objetivo, hemos de partir de un conocimiento profundo del caso, no sólo
los aspectos relacionados con la pericia, sino del asunto en su totalidad, pues este dominio es el mejor aval con
el que podemos sentarnos en un estrado a interrogar.

En cuanto al dictamen elaborado por el perito al que vamos a contrainterrogar, el abogado debe, no sólo
estudiarlo en profundidad, sino comprenderlo, pues resultaría un verdadero suicidio cuestionar a un perito sobre
sus conclusiones técnicas si no las comprendemos o desconocemos cómo se han alcanzado. Para ello, nos
serviremos de la ayuda del perito que hemos propuesto o, en su caso, de un perito contratado a tal efecto, ya
que sin el auxilio de un profesional de la misma ciencia que la pericia, nuestro estudio sería más que infructuoso.

Finalmente, y aunque hemos de darlo por supuesto, a la hora de abordar la preparación del contrainterrogatorio
del perito, el abogado debe disponer de un claro dominio de las normas procesales que regulan la práctica de
esta prueba así como de las técnicas de litigación que le ayuden a encarar una de las pruebas más complejas de
todo el panorama procesal.

Entrando en la práctica del contrainterrogatorio, esta segunda línea de desacreditación, quizás más importante
que la primera, tiene como objetivo demostrar al juez que si bien el perito se encuentra aparentemente
cualificado para ofrecer la pericia, lo cierto es que su juicio profesional no es fiable, y ello debido a que dicho
juicio no se ha alcanzado respetando o siendo fiel a los cánones de su ciencia, arte u oficio. El mensaje que
tratamos de enviar al juez sería “la pericial carece de fiabilidad alguna”.

A continuación examinaremos los distintos supuestos que se incardinan en esta modalidad.

1.- Empleo de métodos o procesos no empleados en la disciplina científica: En este caso se cuestiona la
metodología empleada, ya que esta (los procedimientos, métodos y procesos) se aleja de los
procedimientos habitualmente empleados en la ciencia o disciplina. Este extremo tendrá que ser
corroborado por nuestro perito, y se limitará a supuestos en los que el perito de la otra parte haya empleado
una metodología anticuada, sin soporte de la disciplina y normativa correspondiente o completamente
errónea. De este modo, podremos cuestionar la validez de las conclusiones de la pericia.

2.- Uso de métodos o procesos empleados en la disciplina pero de forma errónea: En este caso, el perito sí
emplea una metodología autorizada y validada por su disciplina, pero se trata de procedimientos no
prescritos para las operaciones que conforman el dictamen. En definitiva, se aplica el método equivocado.

3.- Deficiente planteamiento del problema que suscita la pericia: En estos casos, la pericial nace de un enfoque
erróneo de la cuestión suscitada o deja sin resolver algunas de las cuestiones que sirvieron de base a su
proposición. Nuevamente, será nuestro perito quien nos habrá orientado en tal aspecto.

4.- Conclusiones del dictamen erróneas. En este caso, el resultado de la pericia se interpreta por el perito
alejándose de la conclusión técnicamente correcta, es decir, la pericia como tal se ha realizado siguiendo el
método adecuado, pero la lectura de los resultados se aparta de las conclusiones consensuadas por la
disciplina.

5.- Los resultados presentan una lectura incorrecta: Si bien los resultados, a la vista del dictamen son
correctos, su interpretación por el perito en juicio es incorrecta, sesgada y parcial y contravienen aspectos
consensuados por su disciplina.

6.- El perito no es fiel a su ciencia personal: El perito ha manifestado en otros foros una opinión contraria a la
que ahora defiende. En estos casos, cuando hablamos de foros nos referimos a otras intervenciones
periciales, publicaciones, conferencias, etc., lo que genera un claro problema de credibilidad.

7.- Falta de certeza en las afirmaciones del perito: En ocasiones, la validez de las opiniones o conclusiones del
perito está sometida a determinados márgenes de certeza que el perito no puede negar. En este caso, se
abre un campo importante para cuestionar la credibilidad de la pericia. En todo caso, los márgenes de error
deben ser relevantes, extremo que debe corroborarlo nuestro técnico, pues no todo margen de error es
definitivo.

Al igual que indicamos en el anterior post, existen otros supuestos en los que no nos hemos detenido dado su
carácter excepcional y de difícil invocación, si bien la casuística examinada refleja la importancia que para todo
abogado litigante tiene la posibilidad de cuestionar la credibilidad del perito como medio defensivo de alto valor
estratégico.

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peritos) https://www.thomsonreuters.es/es/tienda/duo-papel-ebook/el-interrogatorio-del-perito-en-
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 INTERROGATORIO

 INTERROGATORIO PERITO
¿CÓMO CONTRAINTERROGAR AL PERITO? (I)

El presente post constituye un análisis estratégico de uno de los objetivos del contrainterrogatorio de un experto
o perito, y como tal, contempla la hipótesis de que el perito no se encuentre cualificado para una específica
pericia o su proceder no haya sido ajustado a la lex artis. Ello no supone, ni pretende, desmerecer la labor de los
peritos, que son profesionales como nosotros los abogados y que en la mayoría de las ocasiones realizan su
pericia con máxima eficacia. No obstante, al no ser infalibles o, al haber sido propuestos para intervenir donde se
exigía otra cualificación superior o diferente, se puede generar una situación apta para el empleo de las técnicas
de litigación del contrainterrogatorio. Por lo tanto, vaya por delante mi respeto por estos profesionales.

Por contrainterrogatorio del perito entendemos el interrogatorio que realizamos al experto que ha propuesto la
otra parte y que sostiene una opinión profesional reflejada en su dictamen escrito, opinión opuesta o contraria a
nuestra teoría del caso o línea de defensa.

Básicamente, los objetivos del contrainterrogatorio del perito son defensivos, y encuentran su fundamento en
que una vez que este ha sido sometido al interrogatorio directo en el que ha ratificado su opinión, es el momento
para confrontar dicha tesis con la nuestra a través del contrainterrogatorio, y ello en pos de la consecución de los
siguientes objetivos:

–              Desacreditar al perito.

–              Desacreditar su opinión profesional.

En este post vamos a centrarnos en el objetivo de la desacreditación del perito, es decir, emplear el
interrogatorio para poner en conocimiento del juez que aquel no es verdaderamente experto en la materia objeto
de la pericia o en el área de experiencia de que se trate, y ello se demuestra por razón de su falta, total o parcial,
de conocimiento, experiencia, habilidad, formación o educación profesional, demostrando con ello que no puede
considerarse una fuente de información fiable. Igualmente, a través de este objetivo, en su caso, trataremos de
demostrar que el perito no es objetivo.

No debemos olvidar que previamente el perito ya ha sido interrogado por su abogado, debiendo suponerse que
este ha tratado de acreditar su credibilidad. Es ahora el momento en el que a través del contrainterrogatorio
damos a conocer nuestras dudas mediante el ataque de sus credenciales profesionales o imparcialidad.

Igualmente, hay que llamar la atención sobre la importancia de estar muy seguros y disponer de una información
solvente y contrastada para abordar la desacreditación, ya que el fracaso en esta opción conlleva al
reforzamiento ante el juez de la credibilidad del perito cuestionado. El tema de la preparación técnica del perito lo
tratamos en el post https://oscarleon.es/cuando-abogado-interroga-perito-piensa-perito/

Para tratar esta materia de forma sistemática, vamos a examinar las siguientes modalidades de desacreditación
del perito:

1.- Falta de experticia del perito.


En este primer supuesto, como ya hemos anticipado, el interrogatorio se dirige a demostrar que el perito no es
verdaderamente experto en la materia objeto de la pericia o en el área de experiencia de que se trate, y ello se
demuestra por razón de su falta, total o parcial, de conocimiento, experiencia, habilidad, formación o educación
profesional.

1.1. Falta de formación académica.

Esta vía de desacreditación se refiere a la falta de preparación del perito desde una perspectiva académica (de
estudios) sobre la materia que es objeto de la pericia, y puede llevarse a cabo conforme a diversas modalidades.

Los estudios cursados no contemplan el área del peritaje: Este sería el caso de aquel perito que aun disponiendo
de una titulación relacionada con la materia, sus conocimientos y estudios no alcanzan dicha materia con la
debida y necesaria profundidad para peritar.

Los estudios cursados contemplan el área del peritaje, pero exige una formación especializada que no ha llevado
a cabo: Si bien el perito está cualificado para peritar, lo cierto es que carece de ciertas titulaciones o credenciales
de formación especial para ofrecer una pericia confiable.

Comparación de credenciales con otros peritos: Con el fin de enfatizar la falta de determinadas titulaciones del
perito, a través del contrainterrogatorio sus credenciales se contrastan con otros peritos que disponen de una
superior cualificación y que podrían haber asistido a juicio con plena capacidad para la pericia.

1.2. Falta de ejercicio de la disciplina.

En este segundo supuesto, siendo la cuestión a debatir un tema cuyos conocimientos son más profesionales que
académicos, el perito carece de experiencia profesional en la materia.

Efectivamente, en este supuesto, el ejercicio de la profesión contempla el área del peritaje, pero tiene que
declarar sobre materias que están fuera de su experiencia (limitación del ámbito de práctica del perito).

2.- Interés, parcialidad o falta de objetividad.

Historial de peritaciones en juicio que demuestra el apoyo permanente a una parte o tesis: En ocasiones, el
perito es conocido por su defensa a ultranza de una determinada tesis, lo que demuestra un compromiso con la
misma y con ello una cierta predisposición a una de las partes. Esta forma de desacreditación está vinculada a
aquellos peritos que suelen peritar siempre para la misma parte defendiendo las tesis de ésta, lo que igualmente
compromete dicha imparcialidad. Como señala Duce, “la literatura científica disponible indica que los peritos son
vulnerables, intencionalmente incluso, a los sesgos de las instituciones en las que trabajan”.

Relaciones con la parte (de dependencia, de colaboración profesional, amistad, etc.): Si se demuestra que el
perito mantiene una relación laboral, de amistad, profesional (constante), sentimental, etc., existe un riesgo de
que su pericial no sea todo lo imparcial que se requiere. Al menos, la existencia de dichas relaciones pone en
duda la objetividad del perito.

Actuación dogmática durante su intervención: Cuando el perito muestra una actitud defensiva, agresiva, de
desconsideración hacia el abogado o perito contrario, no ofreciendo concesión alguna cuando se le pregunta por
lo obvio, en definitiva, cuando el experto se convierte en abogado de la parte, están sentadas las bases para
denunciar vía alegato la imparcialidad del perito, pues debe existir alguna razón oculta para seguir dicha
conducta parcial.

Existen otros supuestos en los que no nos hemos detenido dado su carácter excepcional y de difícil invocación,
si bien la casuística examinada refleja la importancia para todo abogado litigante de valorar la posibilidad de
cuestionar la credibilidad del perito como medio defensivo de alto valor estratégico.

 El interrogatorio del perito, manual de supervivencia para abogados (y


peritos) https://www.thomsonreuters.es/es/tienda/duo-papel-ebook/el-interrogatorio-del-perito-en-
juicioduo/p/10015736?utm_source=legaltoday&utm_medium=banner&utm_campaign=Recomendados
CUANDO EL ABOGADO INTERROGA A UN PERITO, PIENSA COMO UN PERITO.

Hablar del perito es hablar de especialización, pues lo que le cualifica y destaca como sujeto de la prueba
pericial son sus conocimientos y habilidades técnicas, saberes de los que obviamente carece el abogado. Esta
asimetría de conocimientos va a tener una notable influencia en el desarrollo del interrogatorio, puesto que el
abogado, ajeno a la ciencia del perito, tendrá que enfrentarse al interrogatorio de quien la domina ampliamente.
Pues bien, este condicionamiento constituye una de las circunstancias que deben ser valoradas con sumo
cuidado antes de tomar la decisión de interrogar al perito (bien propuesto por la otra parte o designado
judicialmente).

Lo expuesto anteriormente enlaza directamente con la idea que queremos transmitir en este post, cual es que el
abogado que interroga a un perito debe de tratar de asimilar los máximos conocimientos posibles sobre la
materia objeto de la pericia, pues, insisto, la carencia apuntada va a condicionar desfavorablemente el curso del
interrogatorio.

En tal sentido, todos sabemos que los abogados litigantes especializados en una materia específica
(inmobiliario, construcción, negligencias médicas, diversos ramos del seguro, incapacidades laborales, etc.),
gracias a la práctica diaria y a la necesidad de abordar tanto los asuntos como los interrogatorios a los peritos
propuestos, llegan a alcanzar una preparación a veces exquisita en las materias técnico-científicas de la pericial,
preparación ésta que les facilita enormemente la labor de interrogar a un perito,  llegando a cuestionar durante el
interrogatorio aspectos claves de la pericia, y en ocasiones, con éxito.

Por otro lado, nos encontramos con abogados litigantes que careciendo de una determinada especialidad o falta
de continuidad en la asistencia a juicios, sufren grandes dificultades, ya no para alcanzar el éxito, sino incluso
para llevar a cabo un interrogatorio con eficacia. Ello es así, dado que por la asimetría apuntada, el perito podrá
desmantelar el curso de las preguntas a través de respuestas con el empleo de un grado de dificultad técnica
que consiga,  no sólo desmotivar al abogado, sino frustrarlo en la persecución de sus objetivos.

Finalmente, están los abogados que, sin disponer de una concreta especialización ni una permanente
intervención en el foro, realizan brillantes interrogatorios a los peritos, logrando en ocasiones alcanzar los
objetivos pretendidos, y ello muy a pesar de la barrera que representan los conocimientos del experto.

En mi opinión y excepto que nos encontremos en el primer grupo, los abogados que nos veamos en la tesitura
de interrogar a un perito hemos de aspirar a actuar como los señalados en el párrafo precedente, pues de otra
manera es prácticamente imposible embarcarse en un contrainterrogatorio de esta naturaleza. Para ello,
considero que debe cumplirse la siguiente regla:

Interrogatorio Eficaz = Habilidades de Litigación + Preparación técnico-científica

Donde interrogatorio eficaz debe entenderse como un interrogatorio en el que el abogado actúe con la máxima
profesionalidad y durante el cual la asimetría de conocimientos no afecte al normal desarrollo del mismo, todo
ello sin perjuicio de que el abogado consiga o no sus objetivos.
Habilidades de litigación como aquellas habilidades que empleando contenidos procesales y materiales, técnicas
importadas de los usos forenses, la oratoria, psicología forense y otras disciplinas, transmitirá la credibilidad de
su pretensión a través de la elaboración y exposición de unas líneas de defensa solventes. A través de las
mismas, el abogado empleará la modalidad de interrogatorio que corresponda (directo o contrainterrogatorio) y
recurrirá a las técnicas aplicables al caso (objetivos, preguntas, orden, ritmo, aproximación, comportamiento,
lenguaje verbal y no verbal, uso de máximas, etc.).

Y preparación técnico científica entendida como el aprendizaje y asimilación de aquellos conocimientos técnicos


vinculados a la prueba pericial, que le permitan comprender en su integridad el contenido del dictamen y
disponer de la suficiente seguridad y confianza para preguntar sobre el mismo y encadenar, si fuera necesario,
las necesarias repreguntas a la vista de las respuestas del experto.

Por lo tanto, para afrontar con éxito esta prueba, el abogado requiere no sólo de las habilidades necesarias para
realizar un interrogatorio técnico y estratégico a través del empleo de las citadas técnicas de litigación, sino que
igualmente, deberá disponer de la necesaria preparación técnica-científica para razonar, argumentar y refutar,
vía interrogatorio, los planteamientos del experto a cuestionar.

Obviamente, a nadie se escapa que este segundo aspecto es complicadísimo (máxime si no se está
especializado en determinada materia), pero lo cierto es que sin dicha mínima preparación, el consejo sería es
evitar contrainterrogar (¡a veces, la mejor pregunta es la que no se hace!).

¿Y cómo podemos alcanzar dicha preparación?

A mi juicio, para ello será esencial que concurran dos factores:

 Un estudio pormenorizado del caso y del dictamen pericial, hasta el punto de que cualquier duda que
surja respecto a los aspectos técnicos sea perfectamente comprendida.

 El auxilio de un experto en la materia de la pericia (bien el propuesto por nuestra parte o un tercero) a
fin de que nos ayude no sólo a alcanzar aquella comprensión, sino igualmente a conocer las fortalezas
y debilidades del dictamen adverso y las razones técnicas con las que debilitar aquéllas o resaltar
éstas.

La consecución de este objetivo requerirá, qué duda cabe, tiempo de preparación, pero si el abogado es capaz
de obtener dichos conocimientos y disfruta de la suficiente habilidad estratégica para saber en qué materias
debe entrar y cuáles evitar durante el contrainterrogatorio, las opciones de alcanzar los objetivos estarán ahí al
alcance de la mano, y eso ya es mucho a la hora de interrogar a un perito.

 
MANUAL DE PRIMEROS AUXILIOS PARA LA ELECCIÓN DEL PERITO.

Entre los operadores jurídicos nadie duda de la importancia de la prueba pericial, pues puede afirmarse, sin
temor a equivocarse, que cuando en un juicio se ha propuesto la prueba pericial, el resultado del pleito
dependerá en gran parte de dicha pericia. A pesar de tal concienciación, lo cierto es que los abogados solemos
detenernos poco en el proceso de elección del perito, limitándonos generalmente a seguir la recomendación de
algún colega o del propio cliente. Sin embargo, como todas las cuestiones relativas a la preparación del juicio,
elegir al perito es una fase clave que debe llevarse a cabo con el necesario detalle y atención.

Con estos antecedentes, el presente post se dirige a ofrecer una serie de consejos para la elección del perito.

Para abordar esta materia de forma más sistemática, vamos a dividirla en dos bloques: uno primero, centrado en
las decisiones que hemos de tomar durante este proceso, y un segundo, dedicado a los requisitos que debe
disponer un buen perito para considerarse “elegible”.

Decisiones claves.

1°.- Comenzar la selección pronto: En cuanto seamos conscientes de que la prueba pericial será necesaria,
hemos de comenzar la búsqueda del perito. Ello es fundamental, pues de esta forma dispondremos de su
asesoramiento durante la mayor parte del proceso judicial, colaboración que será inestimable tanto para la
elaboración de los escritos rectores del procedimiento, como para la más pronta familiarización del perito
con el caso y las particularidades sobre las que tendrá que dictaminar y declarar.
2°.- Decidir el tipo de experto que necesitamos: Conocido el asunto, tendremos que decidir el tipo de perito que
escogeremos, elección que, una vez determinada la materia o especialidad, deberá centrarse en la
búsqueda de un técnico (cuya experiencia procede del día a día de su actividad laboral), un académico
(cuyo trabajo universitario se centra en el estudio, análisis e investigación) o un perito profesional (cuya
actividad es proporcionar declaración como expertos en juicio)
3°.- Investigar: No podemos conformarnos con el primer perito que nos indique nuestro cliente. Muy al contrario,
sabedores de lo que está en juego, hemos de investigar en redes sociales, preguntar a nuestros
compañeros, buscar entre los peritos que hayamos empleado anteriormente por el despacho y, en caso de
que el cliente nos sugiera algún nombre, realizar una profunda investigación al objeto de conocer si encaja
en el perfil que buscamos.
4°.- Mantener una reunión con el candidato: Realizada la preselección, es hora de conocer personalmente al
perito. Esta reunión es fundamental, pues en ella le explicaremos el objeto del trabajo que necesitamos y
recibiremos información verbal y no verbal que nos ayudará a decidir si seguimos adelante con su elección.
La observación de su comportamiento, actitud, formas, conocimiento del tema, soltura a la hora de
comunicarse, etc. nos permitirán imaginar cómo actuaría ante el juez y, así, el sentido de nuestra decisión.
5°.- Tomar la decisión de contratar sus servicios: Una vez dispongamos del candidato perfecto, hemos de
comprobar si concurren en su persona los requisitos que a continuación examinaremos y, una vez ratificada
la propuesta por el cliente, proceder a su contratación.

Requisitos del buen perito.


Expuesto lo anterior, abordaremos los requisitos que deberá cumplir el perito elegido, características que
garantizan que a la hora de la práctica de la pericial habrá pocas sorpresas (aunque esto nunca puede
asegurarse dada la incertidumbre que caracteriza todo juicio).

Conflicto de intereses: Lo primero que hemos de hacer es asegurarnos  que no existen conflictos de intereses
del perito en el caso en cuestión. ¿Tiene amistad o enemistad con la parte adversa? ¿Ha trabajado o trabaja
para la misma?, etc., son cuestiones que nos evitarán problemas de difícil solución cuando ya sea demasiado
tarde. No es la primera vez que hemos expuesto al perito todos los pormenores del caso y, a última hora, nos
enteramos que hace un par de años fue despedido por la parte adversa.

Experiencia: Hemos de conocer la experiencia del perito tanto en su área de actividad como a la hora de
testificar en juicio.  Es preferible un perito con experiencia profesional o académica, porque, obviamente, esta es
un grado, aunque como sabemos este no es el único factor a considerar; en cuanto a la experiencia en realizar
periciales, es mejor que haya dispuesto de algunas experiencias, pues ello facilitará enormemente la preparación
de la pericial y nos evitará la labor “pedagógica” que conlleva explicar al perito las singularidades de su
intervención.

Habilidades de comunicación: Escribir y expresarse bien son requisitos imprescindibles de todo perito. La


comunicación verbal y no verbal durante su intervención en sala serán determinantes para trasladar
adecuadamente el contenido de su pericia. El perito es un mensajero de cierta información, y cuando el perito es
un mal comunicador, no importará lo bueno que sea el mensaje, sencillamente, el mensaje no llegará. Por ello,
debemos de asegurarnos, y esto es clave, que el perito se desenvuelve perfectamente a la hora de conversar y
transmitirnos sus planteamientos.

Personalidad: La personalidad del perito puede ser determinante en una prueba pericial, especialmente si el
perito es egocéntrico, arrogante displicente y lleno de si mismo, pues sin duda causará una pésima impresión en
el juez o jurado. Por otro lado, una personalidad acusada puede ser muy positiva siempre que transmita
convicción, fuerza y credibilidad, pues de lo contrario, mejor buscar a alguien más humilde.

Honestidad: Durante los interrogatorios el perito debe ser imparcial, lo que supone que en sus manifestaciones
no debe tratar de beneficiar a la parte que lo ha contratado (en casos de perito de parte), bien mintiendo,
exagerando, no haciendo concesiones cuando se le preguntan cuestiones obvias, enfrentándose con el letrado
que lo interroga, etc. Por ello, a la hora de evaluar al perito, hemos de vigilar aquellas actitudes que transmiten
más picaresca que profesionalidad1.

Reputation: Obviamente, si nuestro perito es un reputado especialista en el sector, mucho mejor para nuestra
pericia, pues este extremo será indudablemente tenido en consideración por el juez o jurado. Ensayos, tratados,
apariciones públicas, intervenciones en casos importantes, etc. son caldo de cultivo para disponer de una buena
reputación.

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En el siguiente post se tratan a fondo los requisitos de un buen perito en sala: https://oscarleon.es/lo-saber-perito-interrogado/
Honorarios: Lógicamente, el precio de sus servicios importa, pues en ocasiones el cliente no puede permitirse
determinado costo. Es pues inexcusable solicitar información sobre el montante de sus servicios para informar al
cliente y que este decida.

Aceptación de la teoría del caso: Es fundamental que el perito esté de acuerdo con nuestra teoría del caso, línea
de defensa o planteamiento, pues si aquél no comulga con nuestra defensa o si manifiesta dudas importantes,
es obvio que dichas circunstancias puedan aparecer durante el contrainterrogatorio. A mayor compromiso
profesional del perito con nuestra defensa, menores los riesgos en la práctica de la prueba.

Espero que estas líneas puedan ayudaros en la próxima ocasión a tomar una decisión de tanta importancia para
el desarrollo del caso, pues actuar en esta materia de forma rutinaria y sin un plan preconcebido acrecentará el
riesgo de un fiasco en sala.
LO QUE DEBE SABER UN PERITO ANTES DE SER INTERROGADO

La práctica de la pericial es una prueba muy compleja tanto para quien pregunta como para el perito que
responde, pues a pesar de estar basada en conocimientos técnicos que este domina como especialista, la
exposición científica estará siempre condicionada a las preguntas que se vayan realizando por los abogados en
liza.

Partiendo de dificultad práctica, en el presente post vamos a ocuparnos de presentar algunas reglas principios
que todo perito debe seguir a la hora de responder al interrogatorio, y muy especialmente al contrainterrogatorio
del abogado que cuestiona la fiabilidad de su dictamen.

Prepararse: Antes del juicio, el perito debe estudiar a fondo su dictamen y analizar al detalle todos los
documentos conexos con el mismo. Ello le ayudará, no sólo a disponer de más seguridad a la hora de responder
a las preguntas, sino que cuando se le citen documentos para su comentario, esté familiarizado con ellos,
evitando así caer en una mala interpretación del documento.

Escuchar y pedir aclaraciones: Para el perito es esencial escuchar atentamente las preguntas que le realicen los
abogados de las partes y las que, eventualmente, pueda realizarle el juez para poder comprenderla. En caso de
no entender alguna pregunta, deberá solicitar se le repita hasta que alcance a comprender el significado de la
misma. En este apartado hemos de incluir la prohibición de responder a una pregunta que sea impugnada hasta
que esta no se resuelva por el juez.

Pensar la respuesta antes de contestar: Si bien en ocasiones hay preguntas sencillas que pueden responderse
inmediatamente, no podemos perder de vista que hay preguntas complejas, e incluso preguntas que podrían
incluirse en el apartado de impugnables (impertinentes, inútiles, capciosas, etc.). Por ello, el perito debe
reflexionar antes de responder, tomándose el tiempo necesario, si bien debe tener cuidado en que toda pausa
sea natural y no excesivamente larga, puesto que un silencio demasiado prolongado puede asociarse a
inseguridad y duda por falta de los conocimientos adecuados.

Cooperar: A la hora de responder a las preguntas el perito debe cooperar con el interrogador, siendo consciente
de que este está realizando su trabajo, por lo que sus preguntas requieren una respuesta clara a los
interrogantes presentados. El gran defecto de algunos peritos, como veremos en un próximo apartado, es
confundir al abogado que interroga con un verdadero adversario o enemigo, lo que le lleva más que a exponer
su opinión, a defenderla de forma inflexible.

Mantenerse calmado: Hay que ser siempre respetuoso y cortés y no discutir nunca con quienes lo examinen,
especialmente con el abogado contrario, ni menos aún enfrentarse, pues es símbolo de falta de objetividad y,
cómo no, de respeto. Esta actitud, ajena a la calma y sosiego que debe mantener el perito, es más que
contraproducente. Igualmente, el actuar de forma agresiva, con cierta irritación y con desconsideración hacia el
abogado que lo interroga es un factor a tener en cuenta para evaluar negativamente su credibilidad. De hecho, el
abogado que contraexamina estará encantado de ver como un perito pierde la compostura, pues es consciente,
como hemos indicado, que dicha conducta transmite falta de objetividad. Por el contrario, si es el abogado el que
pierde la compostura, a más calmado que esté el perito, mucho mejor.

Hacer concesiones: En algunas ocasiones el perito se comporta como  un abogado de la causa de la parte
litigante. Ciertamente, es lógico y normal que el perito actúe como abogado de su propia opinión, pero cruzar la
línea convirtiéndose en un verdadero adversario o una parte que expresa su propio interés en la salida del caso,
afectará enormemente a su credibilidad. Esta conducta se observa cuando el perito actúa de forma dogmática,
respondiendo a las preguntas del letrado (que no le ha propuesto) en actitud defensiva, no ofreciendo concesión
alguna, incluso cuando se le pregunta algo obvio que exigiría una respuesta en un sentido perjudicial para el
interés de quien lo propone en lugar de favorecerlo; no hacer concesiones, cuando la objetividad se impone, es
uno de los elementos más evidentes de que se está actuando de forma subjetiva. En este apartado podemos
incluir no exagerar los hechos favorables o eludir los hechos que puedan causar daño a la parte que lo propone.

Respetar el punto de vista adverso de sus colegas: Generalmente, la intervención del perito se produce en un
contexto en el que participan otros peritos. La cortesía con el trabajo de estos y, cómo no, con su persona, son
esenciales para mantener la credibilidad alta. Un perito que es desconsiderado o despreciativo con el trabajo de
sus colegas causa una pésima impresión en el juez. En definitiva, la certeza de una valoración técnica no está
reñida con el respeto a otras opiniones realizadas por otro profesional.

Si bien hay más consejos que podrían acumularse a los enunciados, qué duda cabe que el respeto a estas
reglas será esencial para conseguir que el perito preste una declaración técnica alejada tanto de inseguridades y
confusiones como de la peligrosa sospecha de imparcialidad que, como una “Espada de Damocles”, cuelga
sobre aquellos que defienden su dictamen en juicio.

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