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Sebastián Muñoz López

Perfil final
Producción II

La campeona de debate se queda sin palabras


Gesticula con ambas manos, hace muecas con cada palabra que pronuncia. Hay fuerza en cada
afirmación, como si estuviera dispuesta a apostar su vida por probar que todo lo que dice es cierto.
Juanita Hincapié es la campeona mundial de debate competitivo en español y la mejor oradora del
mundo. Su voz es potente, con una ronquera leve debido a las múltiples ocasiones en que la ha
utilizado. Cualquiera que no la conoce tiene la primera impresión de que está enojada o bastante
emocionada. Pero sus compañeros de debate y sus amigos cercanos saben que esta es la forma en la
que se comunica normalmente.

La caleña había intentado conseguir el título de campeona mundial en dos ocasiones. Foto: Archivo
personal

Ocho puestos universitarios y una mesa es todo lo que se necesita para comenzar con el ritual. A toda
velocidad, el grupo de jóvenes se acomodan en sus respectivos asientos, con total concentración en
sus hojas. En ellas está escrito un discurso que improvisaron en quince minutos, para defender
posturas que, en muchas ocasiones, ni siquiera son acordes con sus creencias personales.

Juanita Hincapié está sentada en uno de los escritorios universitarios. Una lluvia de imágenes
mentales emergen con cada palabra de sus opositores. Ella escucha, de forma atenta y calmada, cada
afirmación, cada argumento, esperando a encontrar el hueco o el fallo lógico en su contrincante. De
repente, sus ojos se iluminan. Con total concentración, anota en su hoja de preparación las
refutaciones a los argumentos que le presentan. Ella ya lo sabe: tiene el debate ganado.

Es su turno de hablar. Mientras se levanta del asiento y se dirige a la mesa en donde expondrá sus
argumentos, se siente una fuerte tensión en el ambiente. Sus oponentes hacen silencio, pues saben
que, posiblemente, los argumentos que ellos expusieron serán destruidos en pocos minutos. Cuando
Juanita debate, su voz se escucha a metros de distancia. Sus palabras toman forma, como si tuvieran
vida propia, y comienzan a retumbar en los oídos de todos los presentes. Una vez se escucha un
debate de Juanita Hincapié, es fácil comprender por qué es campeona mundial: cada una de sus
palabras quedan inscritas en la mente de sus interlocutores. Las palabras resuenan en la psique de los
que la escuchan. En un punto, ya no se puede diferenciar entre pensamientos propios y pensamientos
ajenos; Juanita tiene un discurso hipnótico.

Está en noveno semestre de Derecho. Desde que ingresó a la universidad, invierte nueve horas de
entreno semanales a su mayor pasión: el debate. Por otro lado, la Universidad del Rosario tiene la
tradición de escoger, entre sus nueve mil estudiantes de pregrado, a quince estudiantes que se
destaquen por su excelencia académica y, además, por su carisma y carácter. Estos estudiantes
destacados tienen el nombre de ‘Colegiales’. Juanita Hincapié es uno de ellos.

—¿Ser Colegial es un premio?


—No. Te dan este título, y tienes mil responsabilidades, reuniones y deberes. La colegiatura parece
más bien un castigo.

Ella mide 1.53 metros. Su mirada es despierta y decidida. Camina de forma veloz y acelerada, pues
siempre tiene tareas y responsabilidades por cumplir. Pero, de todos sus atributivos, el más llamativo
es su voz: en una conversación común con Juanita Hincapié, varios desconocidos voltean a mirar,
intrigados, para entender los motivos por los ella que esté discutiendo. Lo que ellos no saben es que
estamos teniendo una conversación común, en donde ella me está contando sobre sus planes de vida y
sus sueños.

En un inicio, las victorias en debate le apasionaban. No obstante, en la vida de un debatiente


profesional, una vez las victorias se convierten en una constante, la presión por mantenerse en lo más
alto genera una fuerte angustia y preocupación. Juanita Hincapié había perdido varias finales del
mundo en años pasados. En el Campeonato Mundial Universitario de Debate en Español (CMUDE)
de 2019, todos los ojos estaban puestos sobre ella. La tensión por mantenerse en lo más alto y llegar a
la final eran constantes en su mente.
—¿Cómo se forma un campeón mundial? ¿Cuál es su visión de mundo?
—En las rondas de eliminación, basta con quedar de segundo en el debate para pasar. Yo nunca voy a
intentar quedar de segunda, solo de primera. Puedo quedar de segunda por error, pero nunca de forma
voluntaria.

En total, Juanita ha estado en cuatro finales del mundo: dos en español y dos en inglés. Una vez los
jueces dictaron el resultado, acordando que Juanita Hincapié y su compañero Jorge Portocarrero
habían sido campeones mundiales del CMUDE, lo único que Juanita sintió fue paz. Después de años
de lucha y entrenamiento, por fin había logrado llenar las expectativas con las que cargaba en su
espalda. “Esa noche dormí como un bebé. Al fin me quité ese peso de encima”, afirma.

A Juanita Hincapié se le facilita hablar sobre cualquier tema; puede improvisar discursos impecables
sobre crisis económicas, igualdad de género o derecho internacional. Sin embargo, cuando se trata de
hablar sobre sí misma y sus relaciones interpersonales, Juanita baja la mirada y se vuelve más callada.
“La competencia del debate hace que pierdas varias amistades. Incluso, amistades que creías que
durarían toda la vida”, afirma.

La competitividad está presente en todos los ámbitos de su vida. Paola Silva, estudiante de Derecho
en la Universidad del Rosario y mejor amiga de Juanita, afirma que el hobbie preferido de la
campeona de debate es apostar. “Es absolutamente tenaz en todo lo que se propone. Ella es la mata de
la competitividad”, afirma.

María Castro conoció a Juanita en el colegio, cuando el mundo del debate todavía no había aparecido
en su vida. Recuerda cómo, desde pequeña, se destacó en todo lo que se proponía. “Siempre ha estado
metida en varios grupos, y siempre ha sido la mejor. Creo que no sabe hacerlo de otra forma”, afirma.

La campeona nació en Cali, el 29 de marzo de 1997. A pesar de que Cali es conocida como ‘la Capital
Mundial de la Salsa’, Juanita afirma que nunca pudo coordinar sus piernas con el ritmo veloz y
agitado de este característico género musical. En el colegio, participó en múltiples obras teatrales, en
donde era necesario desarrollar pasos de baile para dar vida al show, por lo que sus padres le
financiaron clases particulares. A día de hoy, Juanita afirma que esta inversión fue dinero perdido.

Como estudiante del colegio Jefferson, cantó en varios musicales, fue actriz de las obras escolares y
compuso diversos poemas junto a sus compañeros de clase. Fue miembro activa del Consejo
Estudiantil, y participó en los Modelos de Naciones Unidas, en donde tuvo un desempeño
sobresaliente. Cuando sus compañeros le preguntaban cuál era su truco para tener excelentes
resultados en las Naciones Unidas, ella respondía: “yo solo actuaba, como en mis obras teatrales, y me
apropiaba del personaje que me tocaba”.

—¿Eres hiperactiva? ¿Por qué desde pequeña estabas inscrita en tantos grupos institucionales?
—Siento que soy una persona que se aburre muy fácil. Necesito estar haciendo cosas distintas todo el
tiempo.

Los tres valores fundamentales de la Sociedad de Debate de la Universidad del Rosario son lealtad,
valor y sacrificio. Este último es el que más se ha visto reflejado en la vida de Juanita, pues debido a
su dedicación ha dejado de lado el ámbito familiar en múltiples ocasiones. Desde que se mudó a
Bogotá, la separación con sus padres, Rosa Liliana Restrepo y Harold Hincapié, que viven en Cali, ha
tenido como resultado una pérdida en la comunicación y el diálogo. La debatiente afirma que puede
durar semanas enteras sin hablar por teléfono con su familia.

—¿Te gustaría dedicarle más tiempo a tu familia?


—Creo que siempre habrá tiempo para todo. Este es el tiempo en el que me dedico a debate. Después
me dedicaré a mi familia, después a mi trabajo, y así.
—¿Quién es el familiar que más te ha construido como persona?
—Mi padre. Siento que las personas que más duro te dan en la vida son las que más te construyen. A
él no le servía que me sacara una nota de 4,9, siempre debía sacar 5,0. Yo nunca aprendí a pintar bien,
pero mi padre me sentaba todos los días a pintar, porque, según él, debía aprender a hacerlo.

Dentro del ritual de debate, los pensamientos de Juanita son centrados, ordenados y racionales. No
obstante, una vez abandona la sala, varios temores comienzan a recorrer su cabeza. Juanita Hincapié
no puede debatir si no tiene el cabello amarrado con una moña. Del mismo modo, considera que si no
realiza una breve oración antes de comenzar el debate, no podrá presentar argumentos lo
suficientemente fuertes.

—¿Para ser un buen debatiente, es necesario ser una persona extremadamente racional?
—No, para nada. El factor emocional también es sumamente importante. Hay grandes debatientes que
no fueron campeones mundiales porque no podían controlar los nervios antes de las finales. Para
construir los argumentos, uno debe ser racional. Pero si no eres emocionalmente estable, no podrás ser
lo suficientemente racional para construir el discurso.
—¿Crees en el destino? ¿Crees en Dios?
—Creo en el destino, pero no en la predeterminación. Creo que sí hay cosas que nacieron para mí, que
están destinadas para mí, pero depende de mí llegar a ellas. Cuando tenía dos años, yo no era
campeona mundial. Dependió de mí escoger este camino, y llegar a él.

En el mundo del debate competitivo, existe la tradición de retirarse después de haber entrenado
durante más de tres años. Este es el tercer año de Juanita. El próximo 27 de diciembre, ella participará
en el último torneo de su carrera como debatiente: The World Universities Debating Championship
(WUDC). El título de campeona mundial en inglés ha sido esquivo en su carrera, pues en el pasado ha
fallado en conseguirlo en dos ocasiones. Sin embargo, en su mirada no existe ningún rastro de duda o
temor.

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