Si uno no reconoce su presente, es difícil pensar en un futuro, dice algún refrán.

Cuando uno piensa en una evaluación institucional, piensa , como dice Fernández
Lamarra (2010, 35) sin duda en “una oportunidad para las instituciones y para los
sistemas educativos para promover la mejora en las instituciones, para que cuenten
con información y mantengan un estrecho seguimiento en cuanto al logro de los fines
y objetivos propuestos, así como en el grado.
Además busca contextualizar el desarrollo institucional en el medio socioeconómico,
desarrollar la identidad del proyecto educativo y centrarse sobre la mejora de la oferta
educativa
Hay que pensar en la Evaluación Institucional como un proceso de reflexión e
interrogación sobre las prácticas, que permite construir información y constituir así un
saber acerca de las instituciones educativas, para su mejoramiento.
Aiello (2005, 59) define la evaluación institucional “un proceso de carácter
constructivo, participativo y consensuado, que implica una práctica permanente y
sistemática para detectar los nudos problemáticos y los aspectos positivos del
quehacer institucional”.
La evaluación o autoevaluación, es la oportunidad de repensarnos como institución, de
donde estamos y hacia donde queremos ir, en la E.I. tenemos que ser capaces de
reconocer nuestras debilidades y fortalezas, por eso generalmente cuando se inicia un
periodo escolar, se trabaja el dispositivo FODA.
Tanto la evaluación institucional como la de la función docente son herramientas que
aportan informaciones -muy relevantes- para la planificación estratégica, para los
planes de mejora, generando así condiciones para la mejora permanente de la calidad
institucional. Para ello, es necesario que los procesos de evaluación estén
acompañados por otras políticas institucionales que incentiven la participación de
todos los miembros de la institución, los docentes, alumnos en los procesos
evaluativos.
Poggi, Margarita sostiene que, Proponer la evaluación, desde el punto de vista de la mejora
institucional, requiere tener como punto de partida la responsabilidad individual y colectiva
de supervisores, directivos y docentes y la decisión de sostener una cultura de la evaluación
para que “se constituya en una actividad de producción de conocimiento que contribuya a una
discusión informada sobre las escuelas, el sistema educativo y las políticas”. La Evaluación
institucional y los proyectos estratégicos y de mejoras van de mano, una nos permite mirar
nuestro presente y el otro proyectar nuestro futuro.-
La planificación estratégica se desarrolla en contextos de inestabilidad y turbulencia; tiende a
la concertación de intereses contrapuestos; asume compromiso con el objeto –superando la
visión tecnocrática de neutralidad-; tiende a la compensación –y/o superación- de
desigualdades; posee una visión circular y recurrente; anticipa condiciones de viabilidad;
asume una concepción interactiva, en la que todos los actores planifican; plantea soluciones
diversas y selectivas, no únicas y homogéneas; se planifica una realidad de la que se es parte;
el planificador debe contribuir a crear las condiciones para que el cambio sea posible
(Fernández Lamarra, 2006, 53).
Teniendo en cuenta la situación de pandemia, que estamos viviendo, la evaluación
institucional se hizo muy presente, en la institución que estoy trabajando, ya que, ante la
primera etapa de trayectoria virtual de nuestros alumnos, revisamos, formatos, actividades,
formas de monitoreo de los trabajos, resultados obtenidos, a partir de ahí pudimos visualizar
el recorrido llevado a cabo, los inconvenientes presentados, por parte de los alumnos y
profesores. Esto nos permitió pensar en estrategias superadoras, pensando en los próximos
recorridos virtuales.
Aunque se sabe que la evaluación institucional es mas macro, en esta instancia sirvió para
darnos cuenta de lo que venimos realizando ante esta situación global.
A la Evaluación institucional se debe tomar con responsabilidad, ya que de ello depende el
futuro institucional.-