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El megalodón o megalodonte (Carcharocles megalodon), nombre que significa "diente

grande", derivado de los términos griegos μέγας (megas, "grande", raíz megal-) y ὀδούς


(odoús, "diente", raíz odont-), es una especie extinta de tiburón que vivió hace entre 19,8 y
2,6 millones de años, aproximadamente, durante el Cenozoico (de inicios del Mioceno1
hasta el final del Plioceno).2 Anteriormente se pensaba que era miembro de la
familia Lamnidae y pariente cercano del gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias). Sin
embargo, actualmente existe un consenso casi unánime de que pertenece a la familia
extinta Otodontidae, que se separó de la ascendencia del gran tiburón blanco durante
el Cretácico temprano.
Si bien C. megalodon es considerado como uno de los mayores y más poderosos
depredadores en la historia de los vertebrados,3 los científicos difieren sobre si se habría
parecido más a una versión más robusta del gran tiburón blanco, el tiburón
peregrino (Cetorhinus maximus) o el tiburón tigre de arena (Carcharias taurus). La mayoría
de las estimaciones del tamaño del megalodonte se extrapolan de los dientes; con
estimaciones de longitud máxima de hasta 18 metros y estimaciones de longitud promedio
de 10,5 metros. Las estimaciones sugieren que sus grandes mandíbulas podrían ejercer
una fuerza de mordida de hasta 110,000 a 180,000 newtons (25,000 a 40,000 lbf). Los
restos fósiles indican que este tiburón gigante tuvo una distribución cosmopolita, con áreas
de cría en zonas costeras cálidas.4 C. megalodon probablemente tuvo una influencia muy
importante en la estructura de las comunidades marinas de su época.5
El animal se enfrentó a la competencia de los cetáceos comedores de ballenas,
como Livyatan y otros cachalotes macroraptoriales y posiblemente orcas ancestrales más
pequeñas. Como el tiburón prefería las aguas más cálidas, se cree que el enfriamiento
oceánico asociado con el inicio de las edades de hielo, junto con la disminución de los
niveles del mar y la pérdida resultante de áreas de cría adecuadas, también puede haber
contribuido a su disminución. Una reducción en la diversidad de las ballenas barbadas y un
cambio en su distribución hacia las regiones polares puede haber reducido la fuente
primaria de alimentos del megalodonte. Un estudio de 2019 revisó evidencia más reciente
que sugiere que la competencia del gran tiburón blanco moderno también puede haber
contribuido a la extinción del megalodonte, junto con la fragmentación del rango que
resulta en una extinción gradual y asíncrona como resultado del enfriamiento de los
océanos hace unos 3.6-4 millones de años, mucho antes de lo que se suponía
anteriormente. La extinción del tiburón pareció afectar a otros animales; por ejemplo, el
tamaño de las ballenas barbadas aumentó significativamente después de que el tiburón
desapareció.

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