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LA MODERNIZACIÓ N EN JAPÓ N

Asignatura: Cultura Contemporánea en Asia Oriental.

Alumna: Isabel González Arques.


Índice:

1. Objetivo
2. Introducción
3. Contexto histórico
4. Nishida Kitaro y su papel en esta modernización.
5. Conclusión

1. Objetivo.

En este trabajo me propongo hacer un estudio sobre la modernización filosófico-política en


Japón tomando como inicio del estudio la caída del shogunato Tokugawa (1868) hasta la
llegada e influencia del autor Nishida Kitaro (1870-1945).

2. Introducción.

En este trabajo pretendo indagar sobre el concepto de modernización basándome en las


transformaciones filosóficas y políticas que ocurrieron en Japón en entre la caída del
periodo Edo, o también conocido como periodo Tokugawa (finales del siglo XIX) y la
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Para ello, voy a utilizar como fuente principal el
libro Engaging japanese philosophy, a short history, del autor Thomas P. Kasulis, en el que
se presenta el desarrollo filosófico que ha habido en Japón desde el principio de su historia
hasta la contemporaneidad, más concretamente, centrándome en los capítulos pertinentes a
este estudio, que son el capítulo 11.Black Ships, Black Rain: The End of Edo to the End of
War y 12.Nishida Kitaro:Putting Nothing in its Place. Aparte de ese documento, también he
utilizado la lectura complementaria de Political Philosophy in Japan: Nishida, the Kyoto
School and Co-Prosperity del autorChristopher Goto-Jones, en que se hace un enfoque
mayor en la política filosófica en Japón y, más concretamente, en la época de estudio
seleciconada, aunque el acceso al libro era limitado. Además de estas dos obras, también se
ha usado como guía el documento explicativo facilitado por el profesor Ramón Rodríguez
Aguilera. Por último, para poner en contraposición a esta postura inicial de que la
modernización viene de mano de occidente a Japón, también he hecho uso de la lectura del
libro, El Elogio de la Sombra, del autor Junichiro Tanizaki, el cual, en el capítulo
introductorio hace una reflexión sobre este tema en la que ya profundizaremos más
adelante. Mis preguntas tras toda esta lectura son: ¿es cierto que la modernización de Japón
sólo podría haber venido de la mano con la influencia occidental? ¿Es representativo el
tiempo de aislamiento que tuvo Japón como para juzgar si habrían tenido avances
tecnológicos y políticos por su cuenta? ¿Tendría sentido siquiera hacerse estas preguntas,
teniendo en cuenta que el camino de la historia es algo que ya no se puede cambiar? Poder
acceder a otras culturas que tengan ideas y conceptos diferentes a los propios puede ser un
avance o modernización.

3. Contexto histórico.

Para ponernos en contexto, lo primero que debemos hacer es mirar a Japón un poco antes de la
llegada de la modernidad. Esta llegada puede ser un tema controvertido, ya que en cada lugar
del mundo llegó en un momento diferente. En el caso de Japón, se podría decir que llegó
alrededor del año 1868, coincidiendo con la caída del shogunato Tokugawa y la restauración del
poder imperial japonés.

Antes de la caída del shogunato, este gobierno se encontraba ya en mal estado ya a finales del
siglo XVIII, teniendo graves problemas económicos y políticos en un Japón completamente
cerrado al exterior. Para intentar salvaguardar este gobierno, los Tokugawa, familia que
formara el shogunato o gobierno japonés, tomaron medidas, como rodearse geográficamente de
las personas más leales y poner más distancia entre las personas que le pudieran traicionar,
generando así una capa protectora en caso de ataque por parte de estos. Al contrario de lo
planeado, esto no supuso más que una desventaja, ya que sólo le dio más autonomía a estos
territorios mientras el gobierno central se debilitaba.

En este momento histórico, tenía gran valor el sentido del honor, como se ve tradicionalmente
en la figura de los samuráis. El quid de la cuestión era, sin embargo hacia quién se desempeñaba
esa lealtad, si era hacia el shogun, hacia el señor propietario o hacia alguien superior, como era
el emperador. En el caso de los Tokugawa, eran conscientes de que, para ganarse la lealtad
general, debían equipararse a la figura del emperador, el cual se consideraba ser hijo de los
kamis o dioses. Para ello intentaron construir templos para eclipsar la figura del emperador, pero
la reemergencia del confucianismo en Japón, el cual defendía un orden muy jerarquizado en la
sociedad, teniendo como cúspide al emperador o “hijo del cielo”, hizo que esta estrategia no
tuviera efecto. Esto, unido a las revueltas de la población por la situación de bancarrota y al
apoyo de los intelectuales (más concretamente de la Escuela de los Mito, familia que,
curiosamente, estaba emparentada con los Tokugawa), propició una restauración imperial que
pasaría a llamarse la restauración Meiji.
Es importante remarcar tres frases que la Escuela Mito popularizó en este periodo: sonno
( reverenciar al emperador), sonno joi (reverenciar al emperador y expulsar a los bárbaros) y,
por último, kokutai, el cual se refería al tipo de gobierno específico de Japón, un Estado
gobernado por un emperador el cual era descendiente directo de las deidades, siendo
considerado como el padre de todos los japoneses y el espíritu unificador de la nación. Por
último, fue clave también la influencia de los Estudios Nativos, o Kokugaku. En un principio,
los Estudios Nativos, iniciados por Motoori Norinaga, eran solo una élite de pensadores y
literarios que acabaron teniendo un papel muy importante en la caída del shogunato Tokugawa,
ya que abogaron por lo tradicional japonés frente a las influencias externas, como podía ser el
confucianismo chino.

A todas estas presiones, también debía unirse, por último, la presión externa de los países
occidentales como Estados Unidos o Rusia, los cuales tenían intereses comerciales con Japón y
presionaron al gobierno para abrirse comercialmente. Para ello firmaron un tratado primero con
Estados Unidos, muy ventajoso para estos, al que se fueron sumando otros países interesados,
creando una gran inestabilidad política en Japón. Con la final caída de los Tokugawa y la
instalación del emperador en la nueva capital de Edo, se dio comienzo a una nueva etapa, el
periodo Meiji. Esta nueva etapa se caracterizó por una gran modernización y avance
tecnológico tras la apertura hacia el exterior y la entrada de nuevos conocimientos desde
Occidente.

En este momento de cambios tan rápidos a nivel mundial, y tras la larga reclusión por la que
había pasado Japón anteriormente, Japón se encontró en la tesitura de tener que ponerse “al día”
con el resto de países desarrollados y fuertes que estaban en plena expansión territorial. Con
tantas novedades tecnológicas, se encontraron en una situación en la que, para poder llegar al
nivel que tenían en mente, debían expandir sus terrenos hacia fuera en búsqueda de nuevas
regiones donde explotar las materias primas que faltaban en Japón, lo cual los metió de lleno en
la carrera de los países modernos. Con este fin ocupó a contrarreloj territorios como Hokkaido,
las islas Ryuukyuu o Manchuria en China.

Con esta modernización tecnológica y militar con los procesos de colonización, también
vinieron los cambios sociales, políticos y académicos. Por un lado, en el ámbito social, se abolió
la sociedad estamental por clases. Por otro lado, en el ámbito político, se prometió una especie
de democracia que se definió con estas palabras: “assemblies … and all matters decided by
public discussion”(Kasulis T., 2018, p. 414). Para ello, se formó un Parlamento o Dieta
Nacional, aunque para el año 1900, apenas un 2% de la población podía votar. Por último, en el
ámbito académico, se abrieron escuelas de educación obligatoria para niños y niñas y
universidades, además de un estado intermedio de reparación para acceder a estas
universidades. Se proclamó: “knowledge shall be sought throughout the world so as to
strengthen the foundations of imperial rule” (Kasulis T., 2018, p. 414), lo cual cambió el
character que tomaría a continuación la filosofía japonesa.

En este momento, en Japón llegaron a la conclusión de que la modernidad no era solamente un


esfuerzo para avanzar tecnológicamente, sino que también se trataba de una forma de pensar,
por lo que se impulsó fuertemente el estudio de la filosofía occidental, enviando estudiantes a
países como Estados Unidos o Alemania. Con este interés por la filosofía occidental, se planteó
un problema generalizado en el estudio de la filosofía, ya que, de repente, llegaron a Japón
numerosos conceptos y teorías nunca escuchadas antes, de una vez llegó toda la tradición
filosófica de Occidente al archipiélago sin palabras equivalente para ciertos términos clave que
en Japón no existían. En las traducciones de estos textos filosóficos, fue el pionero Nishi
Amane, cuyas traducciones fueron utilizadas ampliamente no sólo en Japón, sino también en
Corea y China. Antes de esto, los textos se solían estudiar en sus idiomas originales, por lo que
también se impulsaron los estudios de idiomas como el inglés, francés o alemán. Junto a este
problema, también se planteó otro que, en cierto modo continúa hasta hoy en día. Se trata de la
controversia de si en Japón existía una filosofía antes de la llegada de la filosofía occidental o si
el pensamiento anterior se trataba de otra cosa. La respuesta de Nishi Amane fue traducir la
palabra filosofía, en cuanto a la filosofía occidental, como tetsugaku (literalmente, estudio de la
sabiduría) mientras al pensamiento japonés lo llamó rigaku (estudio sobre los principios, como
podrían ser los principios confucianos).

Con este estudio de la filosofía, se le dio una gran importancia al positivismo francés y al
utilitarismo inglés durante el periodo Meiji (1868-1912) y el periodo Taisho (1912-1926),
llevando a un idealismo alemán, además de a una perspectiva alemana de la historia occidental
de la filosofía.

De los primeros en centrarse en el pensamiento asiático, fue Inoue Tetsujirou, quien pensaba
que la filosofía no era algo propio solamente de Occidente y, de hecho, centró sus enseñanzas
en las filosofías asiáticas.

Debido a todos los cambios que sufrió Japón en esta etapa, se marcó un antes y un después tanto
política como filosóficamente, llevando algunos pensadores japoneses a decir que no hubo
filosofía alguna antes de ese momento. Estos cambios estuvieron marcados por una fuerte
influencia de la cultura occidental ya fuera tecnológicamente como en tema de pensamiento,
como ya hemos mencionado anteriormente. También en la política se podía ver esta influencia,
ya que el nuevo gobierno era al fin y al cabo una mezcla entre el Japón imperial y una
monarquía parlamentaria occidental. Estaban habiendo muchos cambios, aunque, según el autor
de Engaging japanese philosophy, a short history, Thomas P. Kasulis, para él Japón no había
cambiad tanto. Había cambiado en qué se pensaba y qué era lo importante, pero lo que no
había cambiado era el cómo de pensaba en las cosas. Lo interno y lo externo seguían siendo
parte de una misma cosa, como había venido siendo en el pensamiento tradicional japonés, los
pensamientos y los sentimientos se describían como parte de un mismo terreno. El modelo de
conocimiento comprometido, incluso cuando desafiado por los modelos despojados de este
tipo de conocimiento del siglo XX occidental, se mantendrían en su importancia.

4. Nishida Kitaro y su papel en esta modernización.


5. Nishida: introducción sobre él (su historia y su contexto). Un poco sobre su filosofía
(conceptos). La escuela de Kioto y ya nos metemos en política (posturas irreconciliables
pero generan un marco para bla bla bla). Luego la postura del gobierno de usar sus ideas
para reforzar su postura. La educación post guerra.

Uno de los nuevos pensadores de producción japonesa de este periodo fue Nishida Kitaro
(1870-1945). Fue un estudiante destacado en materias como las matemáticas y la filosofía,
además de en los idiomas. Tras su ingreso en la Universidad Imperial de filosofía, estudió la
rama del idealismo alemán, leyendo estos textos en alemán inglés e incluso francés. Estudió
también las tradiciones inglesas y americanas, escribiendo su tesis universitaria sobre la teoría
de Hume de la causalidad. Fue alumno del mencionado anteriormente Inoue Tetsujirou, con el
que estudió filosofía india, además de los clásicos chinos, incluidos textos budistas que
ayudaron en su propia meditación zen.

Tras graduarse, comenzó a trabajar como profesor en la Universidad Imperial de Kioto, donde
emezó a ganar fama tras publicar su texto Inquiry into the Good (Indagación del Bien, 1911).
En esta publicación, Nishida exponía un estilo de escritura occidental pero tratando temas que
no se habían tratado anteriormente. En su obra, Nishida trataba temas propiamente japoneses,
valores y tradiciones, pero con una dialéctica claramente influenciada por la filosofía occidental.
Esto supuso un antes y un después en los estudios de la filosofía en Japón, ya que era la primera
vez que se pasaba de escribir sobre filosofía hacer filosofía propiamente japonesa. Además
Indagación del Bien usó el recurso literario del “I-novel” que estaba en auge en Japón, género
nacido del naturalismo donde la escritura debía ser meramente descriptiva, sin el uso de
metáforas o lenguaje figurativo. En vez de enfocarse en los personajes como individuos que
tienen un rol dentro de una narrativa mayor, la novela “I-novel” japonesa describía sus
personajes desde dentro de sus propias experiencias. Así mismo, con este recurso, Nishida
llevaba al lector con él en su propia indagación y experiencia filosófica. Esto se ve plasmado en
las primeras líneas de su obra Indagacion del Bien, donde dice:

“Experimentar significa conocer los hechos tales como estos son, conocer de
conformidad con hechos renunciando por completo a las propias elaboraciones. Lo que
solemos llamar experiencia está adulterado con los propios pensamientos.”

Nishida Kitaro, Indagación del Bien, p.41.

Nishida aportaba un hibrido que incorporaba las ideas filosóficas occidentales en los valores
japoneses, mostrando una capacidad de adaptación que ya había mostrado la cultura japonesa
anteriormente, adaptándose a las influencias externas como ya había hecho con la llegada del
budismo o del confucianismo. Nishida creó una filosofía de estilo occidental lo suficientemente
amplia como para poder analizar con ella las experiencias japonesas. Con esto, transformó el
estudio de la filosofía en el Japón académico moderno. Pasó de ser un estudio sobre las ideas
que provenían de occidente a ser una forma de pensar creativa. Cambió la forma de interactuar
con la filosofía.

En el periodo Meiji, tuvo fama un eslogan que decía wakon yousai, esto significaba literalmente
“espíritu japonés, ingenuidad/mentalidad occidental”. Esto significaba que las ideas
occidentales podían entrar en Japón sin corromper su sistema de valores tradicional, que ambas
podían coexistir. Cuando se publicó el libro, ya había filósofos japoneses que pensaban que, al
final, las ideas occidentales y los valores japoneses no podían coexistir tan bien como se
esperaba, ya que en las ciencias occidentales se veía el mundo de una forma completamente
antagónica a la forma de ver el mundo japonés. La ciencia, como la cultura occidental, veía una
diferenciación clara y externa entre el yo y la realidad, al contrario que la mentalidad japonesa
que veía al yo dentro de la realidad. Había cierto miedo a que se antepusieran los valores
occidentales frente a los japoneses, como a la unicidad del yo con el mundo o la relación interna
entre el pensamiento y el sentimiento. Por ejemplo, la famosa frase cogito, ergo sum, pienso
luego existo. En su traducción al japonés se usaría el verbo omou, el cual en su escritura alberga
el carácter de “corazón”, lo cual se podría interpretar como “pensar desde el corazón”. Se le
daba una gran importancia a la relación entre los sentimientos y la razón que en el pensamiento
occidental pasaba totalmente desapercibido.

Por parte del gobierno japonés hubo un gran proteccionismo y ensalzamiento ante lo que se
consideraba propiamente japonés, con lo cual, cualquier crítica que se pudiera hacer a las
políticas de colonización eran perseguidas y castigadas ya que provenían directamente del
emperador. Esto generó un gran malestar entre los intelectuales japoneses, los cuales se vieron
obligados a justificar y racionalizar las agresiones japonesas en contra de otros países como
podían ser China o Corea, sin poder hacer críticas o alusiones directas a la gestión del gobierno.
En esta guerra se utilizaban las ideas como armas.

Aunque Nishida luchó contra estas ideas imperialistas visionando Japón como una comunidad
política ética, el gobierno japonés utilizó sus propias ideas de apreciación por lo japonés para
construir su propio discurso de proteccionismo, ya que en su obra se muestra una apreciación
hacia lo propiamente japonés pero con la ayuda de la filosofía occidental. Justo lo que estaban
haciendo ellos mismos, que era actuar con los intereses japoneses de expansionismo y
grandiosidad, pero con la ayuda de los avances tecnológicos y políticos occidentales.

Al principio, las ideas de Nishida eran más románticas, más basadas en una idea de Japón como
una nación étnico-cultural de inspiración cristiano-budista, llegando a configurar la forma en la
que se siguió haciendo filosofía en Japón.

CONCLUSIÓN.

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