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SERVICIO DE INFORMACIÓN CATÓLICA CRISTIANISMO CATÓLICO ®

LA SERIE LUKE E. HART


Verdadera información católica y no simples opiniones.

En relación con la nuevas generaciones, los fieles laicos deben ofrecer


una preciosa contribución, más necesaria que nunca, a una sistemática
Cómo Viven los Católicos
labor de catequesis. Los Padres sinodales han acogido con gratitud el
trabajo de los catequistas, reconociendo que éstos “tienen una tarea de
gran peso en la animación de las comunidades eclesiales”. Los padres
cristianos son, desde luego, los primeros e insustituibles catequistas de
sus hijos... pero, todos debemos estar conscientes del “derecho” que
todo bautizado tiene de ser instruido, educado, acompañado en la fe y
en la vida cristiana.
Papa Juan Pablo II, Christifideles Laici, 34
Exhortación Apostólica sobre la Vocación y Misión
de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo.

Acerca de los Caballeros de Colón


Los Caballeros de Colón, una sociedad de beneficios fraternales fundada
en 1882 en New Haven, Connecticut por el Venerable Siervo de Dios el
Padre Michel J. McGivney, es la organización más grande de laicos
católicos, con más de 1.8 millones de miembros en América, Europa
y Asia. Los Caballeros ayudan a su comunidad y a las demás
comunidades, y cada año contribuyen con millones de horas de servicio
voluntario a causas caritativas. Los Caballeros fueron los primeros en
brindar apoyo financiero a las familias de los policías y del personal del
departamento de bomberos que fallecieron en los ataques terroristas
del 11 de septiembre de 2001 y trabajan muy de cerca con los obispos
católicos para proteger la vida humana inocente y el matrimonio
tradicional. Para buscar más acerca de los Caballeros de Colón visita el
sitio www.kofc.org.

Si tiene preguntas especificas o desea obtener un conocimiento más


amplio y profundo de la fe católica, el SIC le puede ayudar. Póngase en
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PO Box 1971 New Haven, CT 06521-1971
Teléfono 203-752-4267 Fax 203-752-4018
www.kofc.org/sic
cis@kofc.org Sección 8:
El Sexto y Noveno Mandamientos:
Proclamando la fe Moralidad Sexual
En el Tercer Milenio
128-S 12/13
“La Fe es un regalo de Dios que nos permite conocerlo y
amarlo. La Fe es una forma de conocimiento, lo mismo que la
razón. Pero no es posible vivir en la fe a menos que lo
hagamos en forma activa. Por la ayuda del Espíritu Santo
somos capaces de tomar una decisión para responder a la
divina Revelación y seguirla viviendo nuestra respuesta”.
Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos, 38.

Acerca del Servicio de Información Católica


Los Caballeros de Colón, desde su fundación, han
participado en la evangelización. En 1948, los Caballeros
iniciaron el Servicio de Información Católica (SIC) para
ofrecer publicaciones católicas a bajo costo al público en
general, lo mismo que a las parroquias, escuelas, casas de
retiro, instalaciones militares, dependencias penales,
legislaturas, a la comunidad médica, o a personas
particulares que las soliciten. Por más de 60 años, el SIC ha
impreso y distribuido millones de folletos y miles de
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Caballeros de Colón le dedica esta Serie con afecto y gratitud Cursos en Línea
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de 1953 a 1964.
Caballeros de Colón presenta
La Serie Luke E. Hart
Elementos Básicos de la Fe Católica

EL SEXTO Y NOVENO
MANDAMIENTOS:
MORALIDAD SEXUAL
TERCERA PARTE • SECCIÓN OCHO DE
C R I S T I A N I S M O C AT Ó L I C O

¿Qué cree un católico?


¿Cómo rinde culto un católico?
¿Cómo vive un católico?
Basado en el
Catecismo de la Iglesia Católica

por
Peter Kreeft
Editor General
Padre Gabriel B. O’Donnell, O.P.
Director de Servicio de Información Católica
Consejo Supremo de los Caballeros de Colón
Nihil obstat: (provisto para el texto en inglés)
Reverend Alfred McBride, O.Praem.
Imprimatur: (provisto para el texto en inglés)
Bernard Cardinal Law
19 de diciembre de 2000
El Nihil Obstat y el Imprimatur son declaraciones oficiales de que un libro o cuadernillo está libre de
error doctrinal o moral. Estas autorizaciones no implican de forma alguna que quienes han otorgado
el Nihil Obstat y el Imprimatur estén de acuerdo con el contenido, las opiniones o las declaraciones
expresadas.
Derechos de Autor © 2001 del Consejo Supremo de los Caballeros de Colón
Todos los derechos reservados.
Las citas del Catecismo de la Iglesia Católica están tomadas de la traducción al español del Catecismo de la
Iglesia Católica, Segunda Edición: Modificaciones basadas en la Editio Typica, Derechos de Autor © 1997,
United States Catholic Conference, Inc.- Librería Editrice Vaticana.
Para la versión en español, se usan con autorización los textos de la Biblia de Jerusalén, Nueva edición
revisada y aumentada © 1998, Equipo de traductores de la edición española de la Biblia de Jerusalén,
Desclée De Brouwer, S.A., Bilbao, España.
Para esta versión en español, los textos del Concilio Vaticano están tomados de Documentos
Completos del Vaticano II, derechos reservados © Editorial: El Mensajero del Corazón de Jesús,
Bilbao, España.
Portada: Sir John Everett Millais (1829-1896). Retribution, 1854. Millias shows a man caught out in
his attempt at bigamy. Location: British Museum. © The trustees of the British Museum/Art Resource,
New York.
Ninguna parte de este cuadernillo puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por
ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabaciones o archivada en un sistema
de reproducción sin el permiso escrito del editor. Escriba a:
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203-752-4267
203-752-4018 fax
Impreso en los Estados Unidos de América
UNA PALABRA SOBRE ESTA SERIE
Este folleto es uno de una serie de 30 que ofrece una expresión
familiar de elementos principales del Catecismo de la Iglesia Católica.
El Papa Juan Pablo II, bajo cuya autoridad se publicó el Catecismo en
1992, instó a que se prepararan versiones de esta naturaleza para que
cada pueblo y cada cultura puedan apropiarse de su contenido como
si fuera suyo.
Los folletos no sustituyen el Catecismo, pero se ofrecen sólo para
hacer más accesible su contenido. La serie es a veces poética, familiar,
festiva e imaginativa; en todo momento busca ser fiel a la fe. A
continuación los títulos de nuestra serie.

-iii-
-iv-
TERCERA PARTE: CÓMO VIVEN
L O S C AT Ó L I C O S ( M O R A L I D A D )

SECCIÓN 8: LA MORAL SEXUAL


EL SEXTO MANDAMIENTO:
NO COMETERÁS ALDULTERIO
EL NOVENO MANDAMIENTO:
NO DESEARÁS LA MUJER DE TU PRÓJIMO
1. La situación contemporánea
Según lo admite ella misma, lo que nuestra época encuentra
más inaceptable de la sabiduría perenne de la Iglesia es su moral
sexual. Casi cualquier cuestión que encienda la controversia entre los
“disidentes” — tanto dentro de la Iglesia como fuera de ella — y las
enseñanzas tradicionales de la Iglesia hoy trata sobre moral sexual:
fornicación (sexo fuera del matrimonio), anticoncepción,
homosexualidad, divorcio, y, lo más radical de todo, el aborto.
Porque el aborto también es un asunto sexual, puesto que se
reivindica como una forma de respaldo del control natal, y el control
natal es la reivindicación del sexo sin bebé.
La Iglesia siempre ha compartido la santa impopularidad de su
Amo. Pero antes de la “revolución sexual” su impopularidad (la de
-5-
ella y la de Él) nunca se había centrado casi exclusivamente en el
sexo.
En todas las épocas y culturas, el hombre caído nunca ha sido
muy bueno para obedecer cualquiera de los mandamientos de Dios.
El hombre siempre ha fallado cuando se trata de practicar lo que
predica. Pero hoy niega la palabra, el ideal en sí.
Pero sólo cuando se trata del sexo. Una muestra representativa
de filmes populares y de programas de televisión revelará que
todavía se asume que la mayoría de las otras áreas de la moral
tradicional constituyen ideales adecuados y alcanzables. Pero
cuando se trata de la moral sexual tradicional, casi siempre se asume
que no es ni saludable ni alcanzable, y por lo general se representa a
la Iglesia como obsesionada con la moral sexual.
Esta obsesión con el sexo no es de la Iglesia, sino del mundo,
aunque el mundo la suele proyectar en la Iglesia, que lo critica. En
la moral sexual existe mucho más que el simple “ no”, la moral de
la Iglesia contiene mucho más que moral sexual, y la Iglesia enseña
mucho más que sólo moral. Esta serie está dividida en 30 Secciones,
y esta Sección sobre moral sexual es sólo una de las 30.
Cada época tiene una perspectiva diferente. Resulta increíble
para la mayoría de las mentes modernas que la Iglesia universal
estuviera a punto de sufrir un cisma mundial respecto a la fecha
correcta para celebrar la Pascua, en el siglo IV, y que sí haya sufrido
un cisma por la polémica sobre si el Espíritu Santo proviene sólo del
Padre, o del Padre y el Hijo, en el siglo XI, y sobre la relación entre
la fe y las obras, en el siglo XVI. Todos nuestros antepasados
católicos, fueran del siglo IV, XI o XVI, estarían muy sorprendidos
por nuestra preocupación con la moral sexual, como nosotros lo
estamos con las prioridades tan diferentes que ellos tenían.
No debemos esperar que las enseñanzas de la Iglesia coincidan
con “la sabiduría del mundo” (1 Co 1, 20) en cualquier época o
cultura, porque sus enseñanzas no provienen de este mundo sino del
-6-
cielo, no del hombre sino de Dios. El hombre se ha salido del
camino que Dios le ha trazado – “pecado” significa separación de
Dios – por lo que el camino de Dios siempre le ha parecido al
hombre caído “piedra de tropiezo y roca de escándalo” (1 P 2, 8), así
como también Cristo se lo pareció.
Era de esperarse. G.K. Chesterton dijo: “Nosotros realmente
no queremos una religión que tenga razón cuando nosotros tenemos
razón. Lo que nosotros queremos es una religión que tenga razón
cuando nosotros estamos equivocados...”

2) La necesidad de la moral sexual


Tres cosas necesitamos – santidad, felicidad y salud – porque
vivimos en tres niveles: espíritu, alma y cuerpo; nuestras relaciones
con Dios, con nosotros mismos y con otros, y con el mundo
material.
Vivir conforme a las leyes de Dios nos hace santos, felices y
saludables. Violarlas nos hace profanos, infelices, y enfermizos. Esto
es tan cierto del sexo como de cualquier otra cosa.
Primero el pecado sexual es pecado, y nos separa de Dios.
Segundo, puesto que Dios nos ama y quiere nuestra felicidad,
desobedecer el plan que tiene para nosotros necesariamente nos
traerá infelicidad. Las estadísticas mundanas confirman esta lógica
celestial: cada uno de los pecados que adulteran el amor sexual trae
consigo un catálogo de miserias. Por ejemplo, el divorcio, que es el
suicidio de la “una sola carne” creada por el matrimonio. El divorcio
significa la destrucción de la base indispensable de la sociedad, la
familia, e inevitablemente estampará en la sociedad en general las
mismas marcas que dejado en sus víctimas inmediatas, millones de
niños: un espíritu duro, cínico, la muerte de la seguridad, de la
confianza, de la fe en las personas y las promesas, y en la aventura
del amor abnegado.
-7-
Tercero, el pecado sexual conlleva obvios efectos radicales
sobre la salud: la epidemia de enfermedades sexualmente
transmitidas que ahora afectan a más de la mitad de todas las
personas sexualmente activas, el temor al sida, y la creciente tasa de
infertilidad. Pero el efecto físico más notable de la “revolución
sexual” es la muerte. El número de las víctimas humanas en una sola
generación del holocausto del aborto en la mayoría de las naciones
occidentales ya sobrepasa ampliamente el de las víctimas de todas
las guerras de su historia.
Ya es hora de dirigir nuestra atención a la alternativa de Dios.

3. La necesidad del “cuadro completo”: algunos principios básicos


Las controversias tienden a darnos una estrechez de visión.
Por lo general se resuelven con sólo retroceder un poco para ampliar
nuestra perspectiva, especialmente para examinar las bases. Las bases
de la moral sexual católica incluyen:
— Dios como creador y diseñador de la sexualidad;
— la centralidad del amor (la naturaleza misma de Dios) y la
necesidad de “ hacer bien eso” sobre todo lo demás;
— la santidad de la materia, el cuerpo, la procreación, y el
amor sexual como una imagen del amor divino;
— primacía de la familia;
— la Iglesia como la extensión de Cristo, y su autoridad
magisterial como una extensión de la suya;
— el propósito intrínseco del sexo divinamente diseñado
como pro-creador de personas nuevas para la familia de
Dios;
— y sobre todo, el sexo como signo de la bondad de la vida.
Cada bebé concebido es un signo de que Dios no ha dejado
del hombre. No es un mero producto de una naturaleza
automática, sino un acto deliberado de Dios. Dios crea un
-8-
alma cuando nosotros creamos un cuerpo. Él no se siente
forzado a hacerlo; decide hacerlo.

4. La sexualidad no es meramente física


“La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana
en la unidad de su cuerpo y de su alma” (C 2332). No es meramente
biológica, como lo es en los animales, como tampoco comer y beber
son sólo funciones biológicas, como en los animales. Nuestra
identidad sexual se extiende a nuestra alma, a nuestra personalidad,
a nuestro espíritu. Existe en efecto una “mente femenina” y una “mente
masculina”, así como sucede en el cuerpo, puesto que somos una
“unidad psicosomática” (unidad del alma y cuerpo). El pensar en el
alma y la mente como si no fueran masculinas ni femeninas
equivale a separar artificialmente el cuerpo y el alma, como lo hacían
los antiguos agnósticos; es lo mismo que pensar en el alma como
un “fantasma asexual en una máquina” en vez de la vida y “forma del
cuerpo”, y pensar que la masculinidad y feminidad son algo
meramente biológico, animal.

5. Complementariedad
No por mero accidente “los polos opuestos se atraen”,
sexualmente al igual que electromagnéticamente. Hay tanto
“diferencia y la complementariedad” (C 2333) entre los sexos. Los
hombres y las mujeres son diferentes, por naturaleza y designio
divino, no sólo por convencionalismos de la sociedad. Estas
diferencias están diseñadas para la unión: cada uno es para el otro.
Dios juzgó que “no es bueno que el hombre esté solo” (Gn 2, 18),
puesto que Dios mismo no está solo, sino que es una sociedad trina.
“Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque
de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios”
(C 2335). Por naturaleza el poder es más obvio en el hombre, la
-9-
ternura en la mujer; aun así un hombre completo es también tierno
y una mujer completa es también poderosa.

6. La sexualidad como una imagen de Dios


Tan pronto como la Escritura menciona “la imagen de Dios”,
menciona la sexualidad: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen
suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó” (Gn 1, 27).
La sexualidad es una imagen de Dios al ser un reflejo de la Trinidad:
así como Dios es uno y a la vez tres, los esposos son dos y a la vez
uno. Las relaciones “ llegan hasta arriba” a la divinidad.
Más específicamente, las relaciones de familia “ llegan hasta
arriba”. Ascendemos de un nivel del misterio – complementariedad
biológica y psicológica – a otro – la familia humana como la “iglesia
doméstica”3 (C 2204) – a uno más – la Iglesia como la “familia de
Dios” –, hasta que alcancemos el misterio más alto y santo de todos,
la naturaleza de la Realidad Final, la naturaleza de Dios; y
encontremos que también es una familia, la “familia divina” de la
Trinidad. Todo es el mismo misterio, en diferentes niveles.
La Iglesia ve el misterio de la sexualidad en este contexto más
amplio. Nosotros, con frecuencia, no. Esa es la razón más profunda
por la que su sabiduría contradice la nuestra.

7. El matrimonio personaliza la sexualidad


“La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre
al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente
humana cuando está integrada en la relación de persona a persona,
en el [1] don [2] mutuo [3] total y [4] temporalmente ilimitado [5]
del hombre y de la mujer” (C 2337) – los cinco ingredientes
esenciales en un matrimonio. El matrimonio es una entrega
completa de su propio cuerpo físico y su voluntad espiritual. Los
amantes experimentan su más profunda emoción al descubrir esta
intimidad: realmente pueden dar lo mejor de sí el uno al otro, no
-10-
sólo el tiempo, las posesiones, el trabajo, la buena voluntad y los
placeres.
La relación sexual efectúa esta entrega de la forma más íntima
y completa. Porque se trata de una relación sexual de personas en su
totalidad, no meramente de cuerpos animales. “‘La sexualidad,
mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los
actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente
biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en
cuanto tal...’100 (C 2361). Es por eso que “ ‘[l]os actos con los que
los esposos se unen íntima... son honestos y dignos, y, realizados de
modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca
donación...’101” (C 2362). Nótese la similitud sorprendente de la
fórmula de la Iglesia para el sacramento: un signo que en sí efectúa
o promueve lo que significa.

8. La relación entre el sexo y el matrimonio


La enseñanza de la Iglesia sobre la relación entre el sexo y el
matrimonio es muy sencilla y muy clara. Es la misma que la del
judaísmo ortodoxo y el islam, y nunca ha cambiado. “El acto sexual
debe tener lugar exclusivamente en el matrimonio; fuera de éste
constituye siempre un pecado grave y excluye de la comunión
sacramental” (C 2390) hasta que la persona se arrepienta y sea
perdonada en una confesión sacramental.

9. Castidad
La palabra que se refiere a toda la virtud sexual en oposición a
todos los vicios sexuales es “castidad”. No significa lo mismo que
abstinencia (abstenerse de relaciones sexuales), porque la castidad
incluye buenas relaciones sexuales entre esposos. Significa pureza:
sexo puro, sexo no adulterado, sexo correcto, no sexo desviado.
Puesto que todos tenemos la tentación del “sexo desviado”, la
castidad requiere autocontrol, dominio de sí. Esto no es “represión” o
-11-
“esclavitud”; de hecho, es en sí el camino a la libertad. “La castidad
implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la
libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus
pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace
desgraciado.85 ‘La dignidad del hombre requiere, en efecto que actúe
según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido
personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego
impulso interior o de la mera coacción externa...’86” (C 2339).
La castidad es también una forma de caridad. “La caridad es la
forma [esencia] de todas las virtudes. Bajo su influencia, la castidad
aparece como una escuela de donación de la persona” (C 2346) o
“entrega de sí” – la esencia misma de la caridad.

10. La castidad requiere la ayuda de la sociedad


“La castidad representa una tarea eminentemente personal;
[pero] implica también un esfuerzo cultural, pues ‘el desarrollo de la
persona humana y el crecimiento de la sociedad misma están
mutuamente condicionados”90’(C 2344). Una buena sociedad no
puede provenir de ninguna otra fuente que las buenas personas; y
uno de los factores más fuertes que contribuyen a hacer buenas
personas, a su vez, es una sociedad buena. Si una sociedad buena es
una “sociedad que facilita el ser bueno” (Peter Maurin), entonces la
sociedad occidental moderna no es una buena sociedad,
especialmente respecto a la castidad.

11. Pecados contra la castidad


El Catecismo enumera seis pecados contra la castidad: 1) la
lujuria, 2) la masturbación, 3) la fornicación, 4) la pornografía, 5) la
prostitución, y 6) la violación.
1) “La lujuria un deseo... desordenado del placer... sexual...es
moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo,
-12-
separado de las finalidades de procreación y de unión” (C
2351).
La lujuria no significa placer sexual como tal, ni el deleite que
de él se deriva, ni su deseo en el contexto correcto. A diferencia de
lo que piensa el mundo, la Iglesia enseña que el placer sexual es
bueno, no malo. Porque Dios inventó el sexo y su placer. “El
Creador... estableció que en esta función (de generación) los esposos
experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del
espíritu...’102” (C 2362). Es natural y correcto que un gran placer
acompañe grandes cosas, y el acto sexual humano es una gran cosa
debido a sus dos grandes propósitos esenciales: 1) unir al hombre y
a la mujer en “una sola carne”, cuerpo y alma, en una entrega mutua,
y 2) procrear nuevas personas que llevan la propia imagen de Dios y
existirán para siempre; es lo más cerca que llega el hombre a
compartir el propio poder creador de Dios.
La esencia del sexo, como cualquier cosa diseñada
inteligentemente, se encuentra en su propósito. La lujuria, como
cualquier pecado, tiene que entenderse en este contexto. La lujuria
divorcia dos cosas que Dios diseñó para que estuvieran unidas,
puesto que busca el placer aparte de ese propósito.
Ningún pensamiento o sentimiento espontáneos puede ser
pecado hasta que la voluntad lo desee o lo consienta. Los
pensamientos y sentimientos de excitación sexual no son lujuria;
lujuria es desear los pensamientos y sentimientos sólo por el placer,
sin los propósitos de la unión matrimonial (entrega y procreación).
2) “Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria
de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo.
‘Tanto el Magisterio [autoridad didáctica] de la Iglesia, de
acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral
de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la
masturbación es un acto intrínseca y gravemente
desordenado.’ ‘El uso deliberado de la facultad sexual fuera
-13-
de las relaciones conyugales normales contradice a su
finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine’96...” (C
2352). La masturbación es un mal por la misma razón que
la lujuria es un mal, y agrega el acto físico al acto mental:
“Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de ‘la
relación sexual...’ que realiza el sentido íntegro de la mutua
entrega y de la procreación humana..’96” (C 2352).
Sin embargo, “[p]ara emitir un juicio justo acerca de la
responsabilidad moral... ha de tenerse en cuenta la
inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el
estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales...”
(C 2352).
Este pecado, como la lujuria, es muy común y, en ese
sentido, “natural”. Pero eso no lo hace correcto o inocente,
así como el hecho de que el egoísmo es común tampoco
lo convierte en algo inocente. La “ley natural” no se deriva
de la observación de la forma en que la gente se suele
comportar, sino de la forma en que se debe cumplir y
respetar naturaleza humana.
3) “La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una
mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la
dignidad de las personas y de la sexualidad humana,
naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la
generación y educación de los hijos” (C 2353). El adulterio
es aún más grave, porque por lo menos una de las partes
está casada con otra persona (ver párrafo16).
(Dicho sea de paso, el uso de las palabras “grave” y
“dignidad” no indica una actitud solemne o carente de
sentido del humor. El buen sexo puede ser sanamente
divertido. Más bien, “dignidad” significa “grandeza o
elevado honor”; y “grave” significa “mucho, que no debe
tomarse a la ligera”).
-14-
4) “La pornografía consiste en dar a conocer actos sexuales,
reales o simulados, fuera de la intimidad de los
protagonistas, exhibiéndolos ante terceras personas...
[D]esnaturaliza la finalidad del acto sexual... Es una falta
grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción
y la distribución de material pornográfico” (C 2354).
5) “La prostitución atenta contra la dignidad de la persona que
se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo
que se saca de ella... La prostitución constituye una lacra
social. Habitualmente afecta a las mujeres, pero también a
los hombres, los niños y los adolescentes (en estos dos
últimos casos el pecado entraña también un escándalo). Es
siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la
prostitución, pero la miseria, el chantaje, y la presión social
pueden atenuar la imputabilidad de la falta” (C 2355).
6) “La violación es forzar o agredir con violencia la intimidad
sexual de una persona... La violación lesiona
profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la
libertad, a la integridad física y moral. Produce un daño
grave que puede marcar a la víctima para toda la vida. Es
siempre un acto intrínsicamente malo. Más grave todavía
es la violación cometida por parte de los padres (cf incesto)
o de educadores con los niños que les están confiados”
(C 2356).

12. Homosexualidad
“La homosexualidad designa las relaciones [sexuales] entre
hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual,
exclusiva o predominante hacia, personas del mismo sexo. Reviste
formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen
psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la
Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves,98 la
-15-
Tradición ha declarado siempre que ‘los actos homosexuales son
intrínsecamente desordenados’.99 Son contrarios a la ley natural.
Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una
verdadera complementariedad afectiva y sexual [es decir, niegan el
designio divino de darse al otro que conlleva la sexualidad]. No
pueden recibir aprobación en ningún caso” (C 2357).
No hay duda, ni indefinición ni cambio alguno en la enseñanza
de la Iglesia respecto a la naturaleza objetivamente pecaminosa de
los actos homosexuales. Sin embargo, un mejor conocimiento de la
psicología y la biología nos exige que seamos menos rígidos al
juzgar la culpabilidad subjetiva de las personas homosexuales. “Esta
inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría
de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto,
compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de
discriminación injusta” (C 2358).
También es necesario marcar una diferencia muy clara entre los
deseos homosexuales o una “orientación homosexual”, y los actos
homosexuales. Somos responsables de los actos que decidimos
realizar, pero no de los deseos que experimentamos (a menos que
libremente los deseemos o los consintamos). Los deseos
homosexuales son desordenados, pero no son pecados.
“Las personas homosexuales están llamadas a la castidad” (C
2359) al igual que las personas heterosexuales. Necesitan la virtud
del autocontrol para resistir la poderosa tentación de los placeres
ilícitos, tal como sucede con las personas heterosexuales. Y pueden
ser cristianos serios y hasta virtuosos, igual que los heterosexuales.
Sin embargo, debemos distinguir entre las personas que
experimentan sentimientos homosexuales y las personas que optan
por el estilo de vida homosexual (o “gay”). “Dignidad” (“Dignity”,
en inglés) es una organización de “católicos gays” que justifican sus
actos homosexuales y buscan que se cambie la enseñanza perenne de
la Iglesia contra ellos. “Courage” es una organización de católicos
-16-
homosexuales que se apoyan mutuamente en su esfuerzo sincero por
vivir la castidad en fidelidad a Cristo y su Iglesia. La diferencia entre
estos dos grupos representa la diferencia fundamental entre dos
clases de moral (en cualquier asunto, no solo la homosexualidad): la
primera trata de adaptar la enseñanza de la Iglesia de Cristo a los
deseos del hombre caído y a estilos de vida pecaminosa; la segunda
trata de adaptar la vida humana a las enseñanzas de la Iglesia de
Cristo. El primer grupo trata a la Iglesia como su discípulo, el
segundo como su maestro.

13. Control de la natalidad


Lo que se suele llamar “control de la natalidad” es realmente
prevención de la natalidad. A esto, se opone la Iglesia. Esencialmente,
la enseñanza de la Iglesia es 1) que el nacimiento es maravilloso y 2)
que el control de la natalidad puede ser legítimo, pero 3) que la
prevención de la natalidad (anticoncepción) no lo es. Cada punto
deberá ser comprendido a la luz del que lo precede.
1) “La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el
amor conyugal tiende naturalmente a ser fecundo. El niño
no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos
[o como un “¡accidente!”]; brota del corazón mismo de ese
don recíproco, del que es fruto y cumplimiento” (C 2366).
2) Si se cumplen dos criterios, el control de la natalidad es
legítimo: una intención subjetivamente buena y un medio,
método o modo de regular los nacimientos objetivamente
bueno. “Por razones justificadas, los esposos pueden querer
espaciar los nacimientos de sus hijos. En este caso, deben
cerciorarse de que su deseo no nace del egoísmo, sino que
es conforme a la justa generosidad de una paternidad
responsable. Por otra parte, ordenarán su comportamiento
según los criterios objetivos de la moralidad.
-17-
‘El carácter moral de la conducta... no depende
sólo de la sincera intención y la apreciación de los
motivos, sino que debe determinarse a partir de
criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la
persona y de sus actos...’112” (C 2368).
3) “[L]os métodos de regulación de nacimientos fundados en
la autoobservación y el recurso a los períodos infecundos114
son conformes a los criterios objetivos de la moralidad.
Estos métodos respetan el cuerpo de los esposos” (C 2370).
La Planificación Familiar Natural (PFN) es uno de esos
métodos. Es mucho más confiable que el antiguo “método
del ritmo”, es tan efectivo como “la píldora”,y promueve
entre los usuarios una intimidad y comunicación tan
maravillosas que su tasa de divorcio es de 1 por ciento, en
comparación con el del 50 por ciento del resto de la
sociedad.
3) “[L]a Iglesia, que ‘está en favor de la vida,’107 enseña que
todo ‘acto matrimonial, en sí mismo, debe quedar abierto
a la transmisión de la vida’108” (C 2366). El hombre puede
aprovechar los períodos estériles naturalmente diseñados
por Dios, pero no puede tratar de rediseñar la fertilidad y
cerrar la puerta a su fertilidad contra la venida de Dios. La
anticoncepción es una “protección” contra Dios.
Porque toda concepción es un acto de Dios, no sólo de un
hombre y una mujer. Nosotros únicamente procreamos; Dios crea una
nueva alma inmortal en cada concepción. “‘[S]ea claro a todos que la
vida de los hombres y la tarea de transmitirla no se limita sólo a este
mundo y no se puede medir ni entender sólo por él, sino que mira
siempre al destino eterno de los hombres’117” (C 2371). El acto
sexual es como la consagración en la Eucaristía, y la anticoncepción
es como decir las palabras de la consagración mientras se evita
deliberadamente que suceda (p.ej. sin usar el pan). Lo que la
-18-
anticoncepción evita deliberadamente no es un “accidente”, sino un
acto de Dios.
“Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está
fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y
que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los
dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el
significado procreador’109” (C 2366). El acto significa “Yo te doy
mi ser enteramente, sin retener nada” y “así nosotros
realizamos la pro-creación.” “El lenguaje de los cuerpo” tiene
voz en el acto sexual, el cual en su propia esencia significa
unión de mutua entrega y apertura a la procreación. La
anticoncepción es mentir: decir una cosa con el cuerpo y lo
opuesto con el instrumento de anticoncepción. El cuerpo dice:
“Dejemos que haya nueva vida,” mientras el instrumento dice:
“Hagamos que esta vida se evite”.
“‘Al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total
de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje
objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro
totalmente: se produce no sólo el rechazo positivo de la apertura a la
vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor
conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal...’116” (C 2370).
Aunque toda esta enseñanza no sea plenamente comprendida por
nuestra razón, debe creerse por fe; porque el ser católico debe incluir
creer algunas cosas por la autoridad de Dios, no por la nuestra. Ese
es uno de los significados de “fe”. Aun si las encuestas reflejan que
un alto porcentaje de católicos está de acuerdo con la enseñanza de
la Iglesia, en la creencia o en la práctica, en éste o en cualquier otro
asunto, Dios no cambia de parecer y voluntad para adaptarse a las
opiniones de las encuestas. Nosotros no lo elegimos para que fuera
Dios y no podemos votar para removerlo de su puesto.
-19-
14. Familias numerosas
Está bien que el tamaño de una familia sea decisión de los
padres, y la regulación responsable de la natalidad por medios
naturales es algo bueno. No todos pueden o deben tener muchos
hijos. Sin embargo, “[l]a Sagrada Escritura y la práctica tradicional
de la Iglesia ven en las familias numerosas como un signo de la
bendición divina y de la generosidad de los padres119” (C 2373). Las
familias numerosas son otro signo de la diferencia radical entre la
perspectiva del Dios de la vida y la “cultura de la muerte”.

15. Los pecados contra la procreación


“Las técnicas que provocan una disociación de la paternidad
por intervención de una persona extraña a los cónyuges (donación
del esperma o del óvulo, préstamo del útero) son gravemente
deshonestas. Estas técnicas (inseminación y fecundación artificiales
heterólogas) lesionan el derecho del niño a nacer de un padre y una
madre conocidos de él y ligados entre sí por el matrimonio”
(C 2376).
“Practicadas dentro de la pareja, estas técnicas (inseminación y
fecundación artificiales homólogas) son quizá menos perjudiciales,
pero no dejan de ser moralmente reprobables. Disocian el acto
sexual del acto procreador. El acto fundador de la existencia del hijo
ya no es un acto por el que dos personas se dan una a otra, sino que
‘confía la vida y la identidad del embrión al poder de los médicos y
de los biólogos, e instaura un dominio de la técnica sobre el origen
y sobre el destino de la persona humana. Una tal relación de
dominio en sí contraria a la dignidad e igualdad que debe ser común
a padres e hijos’122”(C 2377). La procreación se convierte en
manufactura, y las personas (niños) se convierten en objetos.

16. Adulterio
El adulterio es gravemente inmoral por al menos tres razones.
-20-
1) “El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus
compromisos…Quebranta el derecho del otro cónyuge...”
(C 2381).
2) Daña el vínculo matrimonial y mina la institución del
matrimonio.
3) “Compromete el bien... de los hijos, que necesitan la unión
estable de los padres” (C 2381).
El adúltero peca contra su cónyuge, su sociedad y sus hijos al
igual que contra su propio cuerpo y alma.

17. Divorcio
La Iglesia no puede permitir el divorcio como lo hacen casi
todas las iglesias protestantes, porque no tiene la autoridad de
contradecir a Cristo su Maestro (ver Mt 5, 31-32; 19, 3-9; Mc 10,
9; Lc 16, 18). “El Señor Jesús insiste en la intención original del
Creador que quería un matrimonio indisoluble128 y deroga la
tolerancia [del divorcio] que se había introducido en la ley antigua
[judía]129” (C 2382). En fidelidad a su Maestro, la Iglesia enseña que
“él matrimonio rato y consumado [entre dos cristianos bautizados]
no puede ser disuelto por ningún poder humano ni por ninguna
causa fuera de la muerte’130” (C 2382).
La prohibición del divorcio por parte de la Iglesia sólo se puede
entender a la luz de su enseñanza sobre el matrimonio. El aspecto
más importante de esta enseñanza, y la más difícil de entender y
aceptar para muchos hoy, es que el matrimonio no es una invención
humana. Tiene su propia esencia interna inmutable como todo lo
demás en la naturaleza, por diseño de Dios.
Parte de su esencia es su indisolubilidad. Una vez que dos
personas libremente crean un matrimonio y se convierten en “una
sola carne”, éste no puede ser des-creado o disuelto “por ninguna
causa fuera de la muerte”. Es como un niño. El terminarlo antes de
-21-
la muerte simplemente no es una posibilidad que nos ofrezca la
realidad objetiva. En otras palabras, el divorcio no sólo es malo, es
una ilusión, una fantasía. El “una sola carne” es tan objetivamente
real – y tan poco negociable -- como lo es un rinoceronte. Podrá ser
bueno o malo, feliz o triste, pero es real. Lo podemos disfrazar o
ignorar, pero seguirá existiendo, aunque lo declaremos muerto por
el divorcio. No depende de nuestra voluntad o de nuestro amor para
seguir existiendo.
“El divorcio es una ofensa grave a la ley natural. Pretende
romper el contrato, aceptado libremente por los esposos, de vivir
juntos hasta la muerte” (C 2384). Este es el ejemplo por excelencia
de la promesa incumplida, así como el matrimonio es el ejemplo
por excelencia de la promesa cumplida, y la imagen humana por
excelencia de la alianza de Dios con nosotros. Somos el pueblo de un
Dios fiel, no de uno que rompe la fe.
“El hecho de contraer una nueva unión, aunque reconocida por
la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge casado de
nuevo se halla entonces en situación de adulterio público y
permanente” (C 2384).
No sería “compasivo” el que la Iglesia permitiera el divorcio.
La Iglesia prohíbe el divorcio precisamente porque es compasiva y
sabe que el divorcio “entraña daños graves: para el cónyuge, que se
ve abandonado; para los hijos, traumatizados por la separación de los
padres, y a menudo viviendo en tensión a causa de sus padres; por
su efecto contagioso, que hace de él una verdadera plaga social”
(C 2385). A los hijos de divorciados se les hace mucho más difícil
tener matrimonios estables. El No de la Iglesia al divorcio
proporciona a los católicos que se casan (y a sus hijos) un sentido de
seguridad maravilloso. En una sociedad en la que la mitad de los
matrimonios terminan en divorcio, la Iglesia misericordiosamente
le cierra esa puerta a esa tragedia.
-22-
Al igual que su enseñanza sobre la anticoncepción, la
enseñanza de la Iglesia sobre el divorcio es rechazada por muchos
hoy en día, en la creencia y/o en la práctica, y constituye una prueba
de fe; porque la fe cree que lo que Dios nos ha dicho es verdadero y
bueno para nosotros porque está diseñado por el amor y la sabiduría
de Dios, aunque no la entendamos. La fe permite que la revelación
de Dios corrija e instruya nuestra mente humana falible y nuestra
voluntad de hombres caídos, dándose cuenta que la sabiduría de
Dios está obligada a contradecir la del hombre, a menos que el
hombre y su cultura no hayan caído. El cristianismo católico es
siempre en alguna forma contracultural. Por ejemplo, la prohibición
de la poligamia por parte de la Iglesia es tan contracultural en África
como lo es la prohibición del divorcio en los Estados Unidos. Cada
cultura humana, como cada ser humano, tiene sus puntos ciegos.
Una de las razones por las que Dios nos dio su Iglesia es para
corregirnos e instruirnos.
Hay tres cosas que la Iglesia permite y que con frecuencia se
confunden con el divorcio.
Una separación no es un divorcio y se justifica en casos extremos
tales como la violencia doméstica.
Una anulación no es un divorcio. Es el descubrimiento de que
nunca hubo un matrimonio válido, porque faltaba desde el principio
uno de los ingredientes esenciales que componen un matrimonio
válido. Aunque en la práctica se haya hecho un uso excesivo y
abusivo de las anulaciones, especialmente en los Estados Unidos,
permanecen válidas en principio, como las “indulgencias” (ver Parte
II, Sección 5, párrafo 19).
Un divorcio civil tampoco es un divorcio reconocido por la
Iglesia. Por tanto, “[s]i el divorcio civil representa la única manera
posible de asegurar ciertos derechos legítimos, el cuidado de los
hijos o la defensa del patrimonio, puede ser tolerado sin constituir
-23-
una falta moral” (C 2383). Lo que el matrimonio significa para el
Estado es muy diferente de lo que significa para la Iglesia.

18. El noveno mandamiento


El noveno mandamiento (No desearás la mujer de tu prójimo)
añade una dimensión interna al sexto mandamiento (No cometerás
adulterio), al igual que el décimo mandamiento (No codiciarás los
bienes ajenos) añade una dimensión interna al séptimo
mandamiento (No robarás). Ya en la ley del Antiguo Testamento
Dios reveló que desea no sólo actos moralmente buenos sino
también corazones moralmente buenos. Porque el Amor no se
satisface sólo con obras externas.

19. El significado del “corazón”


El noveno mandamiento prohíbe un acto del corazón (desear la
mujer del prójimo). El “corazón” es el término bíblico para el centro
mismo del alma, así como el corazón físico es el centro y la fuente
de la sangre vital en el cuerpo. El “corazón” es más profundo que las
sensaciones, las emociones o los sentimientos. También es más
profundo que el pensamiento, porque es la fuente de los
pensamientos así como es la fuente de las sensaciones. Salomón
advierte: “Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón, porque
de él brotan las fuentes de la vida” (Pr 4, 23). “El corazón es la sede
de la personalidad moral: ‘de dentro del corazón salen las
intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones...’ (Mt 15,
19); [así como los buenos pensamientos, la caridad, la pureza y el
honor]. La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la
purificación del corazón...” (C 2517). Debemos comenzar con algo
muy anterior a las acciones; debemos reducir “a cautiverio todo
entendimiento para obediencia de Cristo” (2 Co 10, 5).
-24-
20. Concupiscencia
“Codiciar” la esposa o el esposo del prójimo es similar a
desearla/lo con lujuria. Somos responsables de ello, porque
decidimos hacerlo o no. No hay pecado donde no hay libre elección.
La codicia debe distinguirse de la concupiscencia, la cual no
depende de nuestra libre elección sino de nuestra condición (así
como el “pecado original” es nuestra condición y cada “pecado
actual” es nuestra elección). “Concupiscencia” significa el
“movimiento del apetito sensible que contraría la obra de la razón
humana” (C 2515). A lo que la razón dice No, la concupiscencia
dice Sí. “Procede de la desobediencia del primer pecado242.
Desordena las facultades morales del hombre y, sin ser una falta en
sí misma, le inclina a cometer pecados243” (C 2515). Nadie puede
evitar la concupiscencia. Pero podemos evitar obedecerla y ser
dominados por ella. Es como un albatros alrededor de nuestro
cuello, pero no necesariamente tiene que ser nuestro amo.

21. “Cuerpo” vs. “carne”


“No se trata de discriminar o condenar el cuerpo244...” (C
2516); la Escritura condena “la carne” (sarx, sakra), no el cuerpo
(soma). El cuerpo viene de la creación de Dios; la “carne” viene de la
caída del hombre. “Las obras de la carne” nombradas en Gálatas 5,
19-21 incluyen pecados que no son del cuerpo como la idolatría, los
celos y el egoísmo. Los elevados ideales de la moral sexual católica
tienen su base precisamente en una elevada percepción del cuerpo
como “un templo del Espíritu Santo” (1 Co 6, 19), no en una
percepción baja.

22. Modestia
La castidad y la pureza son esencialmente iguales en todo
momento y lugar. Deberán distinguirse de la modestia (evitar
acciones, palabras y ropa sexualmente provocativa), la cual varía con
-25-
la cultura. “Las formas que reviste el pudor varían de una cultura a
otra. Sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una
dignidad espiritual propia al hombre [y a la sexualidad humana]” (C
2524). La modestia es una ayuda importante para la castidad.

23. La recompensa de la castidad


“La sexta bienaventuranza proclama: ‘Bienaventurados los
limpios de corazón porque ellos verán a Dios.’ (Mt 5, 8). Los
‘corazones limpios’ designan a los que han ajustado su inteligencia
y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente
en tres dominios: la caridad,246 la castidad o rectitud sexual,247 y el
amor de la verdad y la ortodoxia de la fe 248. Existe un vínculo entre
la pureza del corazón, la del cuerpo y la de la fe...
[los fieles] ‘purifiquen su corazón, comprendan lo que
creen’249” (C 2518).
“A los ‘limpios de corazón’ se les promete que verán a Dios cara
a cara y que serán semejantes a El.250 La pureza de corazón es el
preámbulo de la visión. Ya desde ahora esta pureza nos concede ver
según Dios...” (C 2519). “El corazón tiene sus razones, que la razón
no conoce” (Pascal): es el amante quien mejor entiende al amado,
humano o divino. Por eso los santos son más sabios que los meros
teólogos. Del amor puro surge la sabiduría pura.

24. Algunas ayudas prácticas


Hoy, como nunca antes, muchos sienten que estos dos
mandamientos, a diferencia de los demás, son irreales: demasiado
difíciles, o hasta imposibles para el hombre. Sin duda son difíciles
pero no imposibles. No debe sorprendernos que la obediencia nos
resulte difícil, puesto que cada alma humana caída es un campo de
batalla entre el bien y el mal, entre el amor y sus imitaciones. Pero
Dios no pide lo imposible. Los santos nos ofrecen algunas
orientaciones prácticas, algunas armas de lucha espiritual para
-26-
conquistar el pecado en cualquier área, especialmente en el área del
sexo, donde el hombre moderno parece necesitar más ayuda:
1. La humildad es el primer requisito. Debemos admitir que
no podemos tener éxito por nosotros mismos. Debemos
confesar, con San Pablo: “Bien sé yo que nada bueno
habita en mí, es decir, en mi carne” (Rm 7, 18) pero
también debemos confesar que “todo lo puedo en Aquel
que me conforta” (Flp 4, 13). Santo Tomás de Aquino dice
que con frecuencia Dios nos niega la gracia y nos permite
caer en pecados obvios para que podamos evitar caídas
más calamitosas en el pecado del orgullo y la
autosatisfacción, más sutil y más grave.
2. También debemos ser inflexibles sobre la verdad y exigir
honestidad total con nosotros mismos, sin esconder o
evadir la luz, por incómoda que sea (ver Parte III,
Sección 10).
3. El sacramento de la reconciliación es nuestra arma más
poderosa contra cualquier pecado. Satanás odia y teme
este sacramento y la Eucaristía más que cualquier otra
cosa en este mundo.
4. Podemos hacer algo, y no sólo esperar a que lleguen las
tentaciones. Podemos pelear a la ofensiva, y no solo a la
defensiva, en la guerra espiritual, y ser activos en vez de
solo reactivos, con penitencias voluntarias, elegidas con
alegría por amor al honor de Dios.
5. Debemos resolver darle todo a Dios, incluyendo nuestros
primeros pensamientos (2 Co 10, 5). Porque “siembra un
pensamiento, cosecha una acción; siembra una acción,
cosecha un hábito, siembra un hábito, cosecha un carácter,
siembra un carácter, cosecha un destino”.
6. Santo Tomas de Aquino dice que “lo único lo
suficientemente fuerte para combatir un mal deseo es un
-27-
buen deseo aún más fuerte”. El amor, no el miedo o el
odio, puede combatir la lujuria. El amor al Cielo, no el
disgusto por la tierra, vence el amor desordenado de la
tierra.
7. Cristo nos entregó a su Madre, la Santísima Virgen María,
desde la Cruz (Jn 19, 26-27) como nuestra propia madre
y modelo. Las imágenes de la santa maternidad pueden
combatir las imágenes de impureza.
8. Recuerda que no hay “crímenes sin víctimas”, que cada
vez que debilitas el alma hieres el Cuerpo de Cristo y cada
uno de sus miembros, incluyendo a los que más amas.
9. Como en cualquier lucha larga y difícil, vive “día con día”,
y paso a paso. El problema actual es el único que es real;
deja que el mañana y el ayer se las arreglen solos.
10. Recuerda quién eres: Hijo de Dios, comprado con el
precio de la sangre de Cristo, destinado al cielo. Actuamos
según percibimos nuestra identidad. “¿No sabéis que
vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de
tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros
de prostituta?” (1 Co 6, 15).
11. Recuerda a dónde vas. “Mira hacia el final”. Son muy
pocos los pecados que el hombre cometerá en su lecho de
muerte. Pero estamos en nuestro lecho de muerte desde
que nacemos.
12. Recuerda dónde estás: en un campo de batalla, no en una
silla cómoda. Si eres cristiano, eres un guerrero espiritual.
13. Recuerda que la batalla es especialmente urgente hoy,
cuando la Iglesia de Cristo enfrenta una “cultura de la
muerte”.
14. Recuerda quién es el enemigo: “Porque nuestra lucha no
es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados,
contra las Potestades, contra los Dominadores de este
-28-
mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están
en las alturas” (Ef 6, 12).
15. Recuerda que el Bien es infinitamente más fuerte que el
Mal. Recuerda que Satanás ha sido conquistado
definitivamente y para siempre por lo que Cristo hizo por
ti en la Cruz. Allí es donde debes refugiarte.
El aspecto más importante de todo el tema de la moral
sexual es Jesucristo. Él es la Palabra (Mente) de Dios,
quien diseñó el sexo; Él es Aquel cuyo amor dio su sangre
como el precio de nuestro perdón por contravenir sus
designios; y Él es Aquel que nos asegura, con sus últimas
palabras en la tierra: “Y he aquí que yo estoy con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).
____________________________________
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas usadas en
esta sección:

3
JUAN PABLO II, exh. ap. Familiaris consortio, 21, cf Concilio Vaticano II,
Lumen gentium, 11.
100
JUAN PABLO II, exh. ap. Familiaris consortio, 11.
101
Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 49, 2.
85 Cf Si 1, 22.
86
Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 17.
90
Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 25, 1.
102
PÍO XII, discurso del 29 octubre 1951.
96
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, decl. Persona
humana, 9.
98
Cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10.
99
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, decl. Persona
humana, 8.
112
Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 50, 2.
114
Cf Pablo VI, enc. Humanae vitae, 16.
-29-
107
JUAN PABLO II, exh. ap. Familiaris consortio, 30.
108
PABLO VI, enc. Humanae vitae, 11.
117
Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 51, 4.
109
Pablo VI, enc. Humanae vitae., 12; cf Pío XI, enc. Casti connubii.
116
JUAN PABLO II, exh. ap. Familiares consortio, 32.
119
Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 50, 2.
122
Congregacián parola Doctrin da la fe, instr. Donum vitae, II, 5.
128
Cf Mt 5, 31-32; 19, 3-9; Mc 10, 9; Lc 16, 18; 1 Co 7, 10-11.
129
Cf Mt 19, 7-9.
130
CDC, 1141.
242
Cf Gn 3, 11.
243
Cf Concilio de Trento: DS, 1515.
244 Juan Pablo II, enc. Dominum et Vivificanatem, SS
246 Cf 1 Tm 4, 3-9; 2 Tm 2, 22.
247
Cf 1 Ts 4, 7; Col 3, 5; Ef 4, 19.
248
Cf Tt 1, 15; 1 Tm 1:3-4; 2 Tm 2, 23-26.
249
SAN AGUSTÍN, De fide et símbolo 10, 25: PL 40, 196.
250
Cf 1 Co 13, 12; 1 Jn 3, 2.

-30-
“La Fe es un regalo de Dios que nos permite conocerlo y
amarlo. La Fe es una forma de conocimiento, lo mismo que la
razón. Pero no es posible vivir en la fe a menos que lo
hagamos en forma activa. Por la ayuda del Espíritu Santo
somos capaces de tomar una decisión para responder a la
divina Revelación y seguirla viviendo nuestra respuesta”.
Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos, 38.

Acerca del Servicio de Información Católica


Los Caballeros de Colón, desde su fundación, han
participado en la evangelización. En 1948, los Caballeros
iniciaron el Servicio de Información Católica (SIC) para
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todo bautizado tiene de ser instruido, educado, acompañado en la fe y
en la vida cristiana.
Papa Juan Pablo II, Christifideles Laici, 34
Exhortación Apostólica sobre la Vocación y Misión
de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo.

Acerca de los Caballeros de Colón


Los Caballeros de Colón, una sociedad de beneficios fraternales fundada
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Padre Michel J. McGivney, es la organización más grande de laicos
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El Sexto y Noveno Mandamientos:
Proclamando la fe Moralidad Sexual
En el Tercer Milenio
128-S 12/13

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