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La izquierda y la política.

El caso Unidos
Podemos
Manuel Garí
09/12/2016 

Entre las gentes que luchan por una sociedad justa, solidaria y sostenible es posible que haya
acuerdo sobre tres cuestiones:

1. El capitalismo global pese a su fortaleza sigue en crisis, pero como no tiene un


antagonista organizado y fuerte puede continuar con sus planes expoliadores del trabajo y la
naturaleza.

2. El desastre ecológico mundial avanza, la biosfera está en peligro, o al menos las


condiciones de equilibrio de la naturaleza que permiten la vida humana tal como la
conocemos, pero nadie toma medidas.

3. La arquitectura política de la Unión Europea se resquebraja pero no se presentan


alternativas por parte de las fuerzas de izquierda mayoritarias ni se combaten eficazmente y
de forma suficiente sus políticas austeritarias que, además de anti sociales, son un fracaso
económico, aumentan la desigualdad y favorecen que los acreedores (países y bancos)
saqueen a los deudores (países y personas) y que los patronos se lucren mediante el expolio
de las clases trabajadoras.

Antonis Ntavanellos en un artículo sobre el reciente congreso de Syriza hace un análisis que
comparto totalmente: “Este panorama es una pesadilla política. Sin embargo no es
inevitable. Va a depender de las iniciativas de la izquierda radical a nivel del movimiento
social y de su expresión política. Iniciativas que podrían suscitar esperanzas de nuevo”.

Ahora nos corresponde acertar en los primeros pasos a dar. Diagnosticar los problemas es el
primer paso. Por eso tenemos que analizar el estado de salud y energía de la izquierda -de la
clásica y de la radical- para buscar soluciones a su crisis como sujeto político.

Entiendo por izquierda clásica a las organizaciones, las prácticas y el pensamiento que lejos
de subvertir el sistema económico y social depredador, el capitalismo, y los modelos
políticos que lo sustentan, ayudan a mantenerlos y legitimarlos por no tener un proyecto
propio independiente del de la clase dominante. En el plano de los modelos políticos, la
izquierda clásica en general no ha apoyado e incluso en muchos casos ha combatido a los que
encarnan directamente dictaduras. Sin embargo no es esa su actitud frente a la creciente
tendencia de constitución de Estados autoritarios con democracia parlamentaria; Estados
que enajenan el poder de las masas reduciendo su participación a la mera designación de su
representación mediante delegación en los parlamentos, práctica siempre necesaria pero
insuficiente para lograr el empoderamiento popular y la participación activa y continua del
conjunto de la sociedad en los asuntos de su propio gobierno. Estados que recortan las
libertades y los derechos. Por ello no es una hipérbole afirmar que esa izquierda clásica en
las democracias occidentales ha pasado a convertirse en uno de los elementos de
legitimación del régimen capitalista y un factor que asegura la gobernabilidad oligárquica.

Entiendo por izquierda radical no aquella que interesada y despectivamente se asocia por
parte de los voceros de la burguesía –sean conservadores o social liberales- con extremismo
vocinglero, sino con la izquierda que trabaja por un cambio que permita solucionar los
problemas de fondo que aquejan a nuestra sociedad yendo a la raíz misma de sus causas.
¿Cómo lo hace? Esa es la cuestión central del debate a realizar.

La izquierda de cualquier tipo no es un actor relevante en la escena mundial. En el ámbito


europeo, la izquierda clásica forma parte del proyecto neoliberal o, a lo sumo, intenta
humanizarlo, y la izquierda radical es débil y no tiene coordinación internacional para pensar
y actuar conjuntamente. En el marco de cada país, la izquierda radical tiene mayor
incidencia pero tiene dificultades para establecer la relación entre su lucha en el ámbito
nacional con el plano europeo. La izquierda de izquierdas tiene como mayor riesgo
proclamar un internacionalismo abstracto pero, de hecho, realizar un repliegue nacionalista
buscando la zona de confort “hogareño”.

¿Qué retos tiene la izquierda radical europea?

1. Construir y tener un proyecto de sociedad para el siglo XXI y un diseño estratégico para
impulsar la conciencia y la acción de la mayoría social contra el capital. Dicho de otra
manera necesitamos un proyecto socialista y unas propuesta de transición a la altura de los
retos de la crisis civilizatoria, ecológica y social del capitalismo globalizado.

2. Desplegar una nueva pedagogía. De nada vale elaborar una propuesta si no se parte de la
necesidad y la percepción social; hay que partir de las necesidades de las masas y de su nivel
real de conciencia para elevarlo y hacerlo transcrecer, para crear un nuevo “sentido común”
popular clasista no subordinado al pensamiento hegemónico de la clase dominante. En ese
camino por construir un pensamiento colectivo alternativo prefiero la “fórmula” de Ortí:
dialogar con el sentido común instalado en las masas para cambiarlo, en lugar de la vía que
propone Bourdieu, combatir el sentido común vulgar.

3. Ganar la hegemonía en el seno de las masas en términos gramscianos, la hegemonía


política y cultural primero en el pueblo de izquierdas, para desplazar al reformismo y poder
disputar con la burguesía la influencia en el conjunto de la sociedad.

Para avanzar en este camino tenemos que trabajar por convertir la humillación y dolor de las
masas en rebeldía y la sumisión en acción antagonista. Nuestro objetivo debe ser
transformar la indignación social en acción política contra el capital.

Ello implica que la izquierda supere dos falsas concepciones: “la ilusión de lo social” (la
sola acción del movimiento social es suficiente) y una variante de la actitud politicista, la
“ilusión electoral-institucional” (desde una mayoría parlamentaria y gubernamental se
puede lograr todo). Se trata de establecer la relación dialéctica –no exenta de
contradicciones- entre el movimiento social y la lucha electoral y ello solo realizar en el
plano de un proyecto político emancipador. Solo así podrán realimentarse mutuamente el
trabajo en las empresas y en las calles y el trabajo en las instituciones, solo así podrá
encontrarse un equilibrio entre el discurso y el programa, solo así podrá poner se en pie una
estrategia hacia el poder popular y la transición ecosocialista. Podemos nació gracias al 15
M, el 15 M y las mareas sociales necesitaban diversos correlatos políticos y hoy la galaxia
Unidos Podemos y las confluencias en Cataluña o las Mareas de Galicia, necesitan un nuevo
aliento en las calles, en las plazas y en los centros de trabajo y estudio.

Abrir un nuevo ciclo de movilización social y política requiere, partiendo de la realidad


actual, impulsar una política de alianzas en el seno de la izquierda favorable al cambio, en
el seno de los movimientos sociales y entre ambos espacios. Hasta ahora la cuestión de las
alianzas ha sido el talón de Aquiles de la izquierda política y social transformadoras en el
Estado español. Creo que estamos comenzando a darle solución.

La crisis del régimen de 1978

La Constitución española aprobada hace 38 años fue fruto de un pacto entre la burguesía
franquista y los partidos mayoritarios de la izquierda en el marco de una operación de
reforma que supuso una amnistía para el franquismo, el reconocimiento de una parte de las
libertades y aspiraciones populares y la negación de importantes derechos democráticos
reivindicados por el movimiento de masas. El 15 M, el movimiento de las y los indignados,
treinta y tres años después, rompieron el consenso sobre el “régimen de la
reforma” (especialmente legitimado por el Partido Socialista Obrero Español, PSOE) e
impugnaron las políticas de austeridad anti social. El grito del 15 M “no nos representan”
denunciaba la corrupción del derechista Partido Popular (PP) pero sobre todo impugnaba a la
izquierda clásica como representante político de las aspiraciones de cambio.

Surgió la necesidad de construir nuevas expresiones políticas que se materializaron en cuatro


sujetos políticos: Podemos en el conjunto del Estado español, las confluencias de fuerzas en
las naciones de Cataluña y Galicia, la creación de candidaturas populares unitarias para las
elecciones municipales en muchas ciudades y pueblos y finalmente el acuerdo electoral en
los últimos comicios entre Izquierda Unida y Podemos en la fórmula Unidos Podemos. Estos
nuevos sujetos han contribuido a romper el bipartidismo de la pareja PP-PSOE que se
turnaban en el gobierno central español.

No se ha logrado la ruptura con el régimen de 1978 ni la mayoría parlamentaria para las


fuerzas del cambio. Pero, por otro lado, la crisis por la que atraviesa actualmente el partido
socialista, el gran legitimador ante los sectores populares del régimen, y que el PP tenga que
gobernar con unos muy bajos resultados electorales, son manifestación de que la crisis
política no está resuelta. El PP de momento no logra cerrar la crisis del sistema político en
solitario y necesita el apoyo del PSOE, quien al prestárselo en el último voto para la
investidura como jefe de gobierno de Mariano Rajoy, agrava su propia crisis dada la ausencia
de proyecto propio e independiente. Estamos ante una paradoja: el ciclo político que abrió
el 15 M se cierra, la crisis del régimen político todavía persiste y aunque en peores
condiciones que hace dos años, existen todavía posibilidades para impulsar una política
destituyente con el objetivo de lograr una ruptura democrática que podría abrir una ventana
de oportunidad a la apertura de varios procesos constituyentes (sea en el conjunto del
Estado español sea desde las naciones que reivindican su derecho a decidir).

Podemos el enemigo nº 1 del sistema

Precisamente porque sigue habiendo posibilidades para nuevos e importantes cambios, la


oligarquía se inquieta. Dicho de forma futbolística: queda tiempo de partido por jugar.
¿Podemos tiene un programa revolucionario que haga temblar los cimientos de los ricos?
No se puede analizar la naturaleza, situación, evolución y el papel de la galaxia Unidos
Podemos, confluencias, Ayuntamientos de izquierda por el cambio, candidaturas
municipalistas unitarias y alternativas, etc. sólo por su programa. Programa que es
insuficiente, contradictorio y cambiante. En muchos casos y temas incluso se puede calificar
como frágil.

El perfil futuro de todas esas organizaciones dependerá de la correlación de fuerzas interna


entre posibilistas que se han adaptado a los límites institucionales y realistas que trabajan
en clave de cambios sin auto censuras previas. El futuro dependerá de quien sea hegemónico
en el interior de las nuevas organizaciones, o bien el extremo centro cuyo objetivo es
convertirlas en meros partidos “atrapalotodo”, o bien la izquierda que tiene por objetivo
crear un nuevo bloque histórico contra-hegemónico anticapitalista. Pero esa correlación
interna, a su vez, dependerá del grado de exigencia, movilización y auto-organización del
movimiento social.

Lo importante en este momento es cómo son percibidas las nuevas fuerzas políticas del
cambio por los sectores populares que demandan alternativas y también por el enemigo de
clase. La burguesía, sus medios de comunicación y los partidos del régimen califican a
Podemos y por extensión al resto de fuerzas del cambio como el mayor peligro para la
gobernabilidad política y el crecimiento económico . Pero por el contrario, los sectores
populares de izquierda, sobre todo la juventud, los ven como una herramienta, aunque la
critiquen.

Las lecciones de Grecia

En el Estado español nadie de los que en su día apoyaron a Tsipras, tras su traición a la
voluntad popular, lo defiende hoy. Poco a poco se ha abierto camino el discurso de quienes
apoyamos sin vacilar la defensa del “No” a la Troika, aprendimos la palabra “Oxi” y la
hicimos nuestra. Algunas cuestiones han ido quedando claras.

En la Unión Europea no se ganan las batallas frente a los hombres de negro con habilidad
negociadora, sólo se pueden ganar manteniendo la firmeza hasta la ruptura si fuera
necesario. Se ganan tomando medidas preventivas. Se ganan impulsando una correlación de
fuerzas más favorable a los intereses populares y en el ámbito internacional. Tsipras se plegó
a la Troika en el primer round. Teresa Rodríguez en un mitin en 2015 en la Universidad de
Verano de Anticapitalistas, planteó un deseo a la vista de la experiencia ajena: que en caso
de gobernar no nos tiemblen nunca las piernas ante el enemigo. Más aún, podemos concluir
que una fuerza de izquierdas no puede ser el verdugo popular gestionando un memorándum
y relegando la voluntad expresada por la mayoría.

Hubo poca solidaridad internacional con el pueblo griego y ello pesa en el pasivo de las
fuerzas de izquierda y populares europeas. Pero si el gobierno griego hubiera mostrado que
tenía voluntad de lucha, habría abierto la posibilidad de la creación y extensión de un
movimiento solidario con su resistencia.

Lograr ganar el gobierno es una condición necesaria para impulsar el cambio, pero no
suficiente. Debe ser un gobierno valiente y consciente. Estar preparado para aplicar medidas
anticapitalistas que limiten la capacidad de reacción de la oligarquía y del viejo aparato de
estado, medidas que aseguren los derechos adquiridos y promuevan nuevas conquistas
sociales y democráticas. Esa es la forma reafirmar la legitimidad del gobierno y de dar pasos
hacia un nuevo poder popular basado en la autorganización del movimiento social.

Hemos aprendido estos años que no basta elaborar un programa, que es necesario articular
el discurso político y avanzar en la comunicación, pero discurso y comunicación son puro
vacío si no se dispone de un proyecto de país, de un proyecto de sociedad alternativo y de
una estrategia de transición hacia ese objetivo.

Los retos de Unidos Podemos


En este momento Unidos Podemos es la segunda fuerza en intención de voto tras el PP y
primera fuerza de oposición real en el Parlamento español. Por ello la responsabilidad que
tiene es muy alta y exige del debate libre y democrático y la cooperación leal entre las tres
corrientes -con una gama de matices y diversidad muy compleja- que lo atraviesan: se
llamen a sí mismas o no populistas de izquierda, eurocomunistas o anticapitalistas.

Unidos Podemos y las confluencias deben crecer y transcrecer para avanzar más allá de la
coalición electoral hacia una nueva fuerza política anti neoliberal, hacia un nuevo partido
movimiento con estructura confederal. Para ello será necesario construir un modelo de
democracia interna participativo, eficaz y no caudillista, que permita la formación de
equipos, la deliberación pluralista antes de la votación para que esta no quede en mero
plebiscito. En las nuevas formaciones se vota mucho y se debate poco en las bases de las
organizaciones en las que quedan rémoras de las viejas formas de hacer política:
hiperliderazgo individual y escaso trabajo en equipos colectivos.

Las nuevas formaciones y la que surja de su acuerdo, deberán desarrollar un programa de las
transiciones necesarias (política, social, económica, ecológica y energética) con una
orientación ecosocialista, feminista y radicalmente democrática. Y hacerlo superando dos
riesgos: quedar reducidas al “extremismo” de la gesticulación simbólico verbalista por un
lado, o por otro, ceñirse al único objetivo de atraer votos sin propuesta política mediante un
programa ambiguo, “atrapalotodo”, típico del peronismo “kichnerista”. Tan importante es
ganar el gobierno cómo saber y anunciar para qué se gana.

La acción política de Unidos Podemos deberá superar cinco pruebas. En primer lugar dar
soluciones estratégicas alternativas al imposible restauracionismo keynesiano, lo que
comporta ahondar en la respuesta ecosocialista. En segundo lugar no caer en la trampa de
procurar una regeneración del régimen de 1978 mediante el juego de las meras reformas
constitucionales de aspectos parciales y sin participación popular, lo que nos lleva a seguir
luchando en clave de ruptura democrática para posibilitar la apertura de procesos
constituyentes. Cierto es que actualmente no existe la correlación de fuerzas para lograr esa
apertura, a no ser que se inicie en Cataluña y se contagie el resto, pero sí que existen
posibilidades de continuar la labor destituyente para crear las condiciones de la ruptura
democrática.

En tercer lugar las nuevas fuerzas no deben intentar sustituir al viejo PSOE mediante la
creación de un “partido socialista 2.0” y posmoderno mediante la mera renovación
generacional de las élites y de sus métodos de comunicación en las redes sociales; por
cierto, renovación generacional necesaria de arriba abajo en los partidos y redes más que
útiles e imprescindibles para las batallas políticas. El objetivo debe ser superar al PSOE y
construir una nueva dirección política referente de la mayoría y con una orientación
antineoliberal y ¿por qué no? socialista. Ello implica hacer frente a las políticas de
austeridad impulsando un discurso alternativo al neoliberal en el parlamento y en los medios
de comunicación e impulsar la organización de la resistencia popular en las calles, ayudando
y codo con codo con las organizaciones sociales y sindicales en lucha.

Esa es la manera de establecer la relación dialéctica entre la posición representativa


alcanzada en las instituciones –sin aceptar sus límites ni adaptarse a los mismo- y el impulso
y apoyo a la autorganización popular sin subordinación ni jerarquía entre las organizaciones
del movimiento social y las políticas con la perspectiva puesta en la creación de instituciones
que expresen el poder popular.
En cuarto lugar, las fuerzas del cambio deberán establecer lazos internacionales,
particularmente con la izquierda de los pueblos del sur de Europa, para preparar con
firmeza, inteligencia y seguridad la ruptura con el euro y la creación de una nueva área de
colaboración fuera de la lógica ordoliberal de la Unión Europea. Ello implica recorrer un
camino práctico de experiencias transnacionales comunes desarrollando iniciativas políticas
supra estatales con temas sentidos y reivindicados por las y los de abajo y con vocación de
tener un impacto de masas.

¿Es fácil realizar esto? Nadie nos aseguró que lo fuera. Precisamente por eso estamos aquí,
nos organizamos y unimos esfuerzos: para intentarlo.

09/12/2016

Manuel Gari forma parte del Consejo Asesor de VIENTO SUR

Notas:

1/ Syriza, el congreso de la social-democratización, Red, A l´Encontre, Viento Sur


( http://www.vientosur.info/spip.php?article11854 )

Estado español | Unidos Podemos

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