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BIENES Y SERVICIOS

Se inicia principalmente con la necesidad que determina una carencia


que debe ser cubierta, continua con la existencia de un bien que cubre
las expectativas del sujeto porque representa la extinción de la
necesidad, y termina con el uso o aplicación de ese bien, que es el
objeto material o servicio disponible para el sujeto, y que también es
capaz de satisfacer la necesidad.

PASO 1:

Necesidad que debe ser cubierta

PASO 2:

Existencia de un bien que cubre la necesidad

PASO 3:

Uso o aplicación de un bien o servicio disponible para el sujeto, capaz


de satisfacer la necesidad.

Una vez analizada la parte que da origen a la conducta económica,


debemos entrar en contacto con lo que constituye su objeto material,
es decir, lo que forma la riqueza de las personas y de las naciones en
su concepto más amplio.

La finalidad de la economía son los bienes y servicios y aquello que es


capaz de apartarnos del estado de desequilibrio psicofísico que hemos
señalado como esencia de la necesidad.

Los medios utilizados para satisfacer las necesidades económicas,


según lo hemos visto, deben ser útiles, a criterio del sujeto que la
padece, en el sentido de tener las características que le permiten
cubrirla.

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Pedro Astudillo, citando al doctor Andreas Paulsen, dice que ‘’Un bien
en sentido económico es aquello que en forma indirecta o directa,
procura una utilidad en la satisfacción de necesidades, que generan
una demanda y es escaso’’.

Esta y otras definiciones de tratadistas de economía repiten que los


bienes no son tales por el valor que tengan asignado, sino por la
utilidad que la cosa de que se trata tiene para cada sujeto en razón de
una necesidad, y que ésta, combinada con su escasez, la que
determina que el objeto más simple, como una roca, tenga utilidad si
es tan escasa como un diamante.

Otro elemento importante es la definición de bien es el carácter


subjetivo de su utilidad, ya que no es indispensable que resuelva la
necesidad, sino que se perciba como tal en la mente del ser humano.
Por ejemplo: los productos de belleza que se usan en razón de la
percepción de cada usuario, no así de los resultados; o los perros
como protección, sin entrenamiento, y algunos seguros adicionales en
las puertas de una casa, que no son sometidos a prueba alguna de
peso y forzado, no necesariamente son útiles sino que se compran por
razón de la percepción que tenemos de su utilidad. Otros ejemplos
pueden ser el perfume de moda, que nos da la sensación de
seguridad aun cuando su olor no sea del todo agradable; o el
medicamento que elimina los síntomas de la gripe, pero la mantiene
latente: o la presencia de un policía desarmado, que no sabemos si
cumplirá su función en caso necesario, pero nos hace sentir seguros.

Con estas características el satisfactor se ve representado en los


bienes, que a su vez pueden explicarse diciendo que son todos los
objetos materiales que el hombre considera en su naturaleza como
capaces de resolverle de alguna forma la satisfacción de sus
necesidades.

Por su parte, los servicios son las acciones necesarias para el


funcionamiento de la economía que algunos llaman bienes
inmateriales y consisten en trabajos que aun cuando no son
estrictamente productivos, porque no generan bienes materiales, si
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satisfacen una necesidad humana, por ejemplo: las diversiones
públicas.

Esta naturaleza de los servicios en sentido económico, consistente en


el trabajo desarrollado en provecho de otra persona, para resolver una
carencia que no se manifiesta en un resultado material pero se aprecia
en la ventaja o ayuda que proporcionan al sujeto que los necesita,
constituye un acto económico por sus repercusiones en la riqueza del
individuo y de la sociedad en la que se desarrollan.

Sin embargo, no todas las cosas son bienes, sino sólo aquellas que
por escasas resultan tener un valor económico, porque su escasez las
hace susceptibles de ser intercambiadas y ser motivo de apropiación,
caso contrario de los bienes que siendo abundantes no son
apropiables ni motivo de intercambio porque esas características les
hacen tener valor sólo en ciertas circunstancias.

Con menor dificultad que las necesidades que satisfacen, los bienes y
servicios, al pertenecer al mundo material y al de las ideas, pueden ser
clasificados de la siguiente forma:

o Económicos y no económicos. Los primeros son apropiados y


además escasos, tienen valor por ambos criterios y son motivo
del estudio de la economía; en cambio, los no económicos,
también llamados libres, son tan abundantes que no hay interés
en apropiarse de ellos y tampoco son motivo de intercambio por
su facilidad de obtenerlos, como por ejemplo: aire, luz natural.
o Bienes directos de consumo o de uso y bienes indirectos,
mediatos o instrumentales. Los primeros se destinan, al
adquirirlos, a resolver la necesidad inmediatamente, por ejemplo:
los tomates, las piñas, las manzanas, las lechugas, los zapatos,
todos los alimentos y los medicamentos. Los segundos son
utilizados para producir nuevos bienes directos, como las
herramientas que producen otros satisfactores, los minerales
que son materia prima de otros procesos, etcétera.

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o Bienes complementarios y sustitutos. Esta clasificación
dependen de si son destinados a resolver una misma necesidad,
como los bienes que se usan como parte de un equipo personal
para buceo, o a la misma necesidad con carácter de alternativas
para el usuario, como podrían ser las opciones que presenta el
menú de un restaurante.
o Bienes de producción o presatisfactores. Aquellos que
directamente no satisfacen necesidades, sino que tienen como
utilidad principal ser parte del proceso productivo de otros
bienes; incluidos en esta categoría están la maquinaria, la
materia prima y los consumibles que utiliza al proceso
productivo.
o Bienes de consumo o satisfactores. Los que resuelven
necesidades de manera terminal extinguiéndola, por ejemplo,
combustibles, un cobertor o un cuaderno de notas.
o De uso único o duradero. Los primeros se pueden utilizar una
sola vez porque su naturaleza los extingue con su uso, como las
materias primas, los alimentos, los combustibles, el dinero y la
pintura; mientras que los segundos se refieren a aquellos que a
pesar de su uso pueden ser empleados repetidamente sin sufrir
deterioro o consumo que impida volver a utilizarlos, como
bicicletas, herramientas, edificios, las tierras de cultivo, los
automóviles.
o Bienes Inmateriales. Aquellos cuyo trabajo realizado en
producirlos no tiene presencia física pero están cubriendo
necesidades específicas. Por ejemplo: el trabajo de una persona
en general, o el derecho de un socio de entrar a usar un club
deportivo. Tienen como característica que se intercambian al
pagar por su realización, y son escasos, al grado de que el
beneficiario paga más o menos dependiendo de cada uno y
recibe utilidad en su realización.
o Bienes muebles e inmuebles. Los primeros son los que pueden
ser trasladados de un lugar a otro, como la materia prima, las
herramientas, el producto terminado; mientras que los segundos

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son los bienes que no se pueden hacer cambiar de ubicación por
su naturaleza: un terreno, una serie de árboles, un edificio, las
instalaciones públicas de drenaje, agua y energía eléctrica.
o Bienes privados y públicos. Los privados son los que son sujetos
de apropiación y tienen dueño cierto y conocido, mientras que
los públicos pertenecen al dominio público, es decir, a una
entidad de gobierno, y son destinados a un servicio público o a
los fines de la institución.
o Bienes vacantes y mostrencos. Los primeros son bienes
inmuebles abandonados, cuyo dueño no es conocido, siéndolo
no ha ejercido sus derechos sobre lo determinado, mientras que
los segundos son bienes muebles que han sido perdidos o
abandonados por sus dueños, por lo que no son conocidos y en
consecuencia están disponibles.
o Productos inútiles o perjudiciales. Debemos mencionar la
situación especial que se presenta cuando los productos o
servicios no sólo no son útiles, sino que resultan inútiles o
incluso perjudiciales a los intereses generales del ser humano.
En el primero de los casos, el sujeto tiene la creencia de que
determinados bienes le producen satisfacción de necesidades y
éstas no existen, ni tampoco el bien servicio se la brinda, por
ejemplo: los amuletos, los brujos, recientemente los falsos
medicamentos milagro, etc; productos que no cubren una
necesidad y, al no tener utilidad económica, no deben
considerarse bienes.
En el caso de los productos dañinos a la salud humana, como el
alcohol, las drogas enervantes y la pornografía, su condición de
problema social y lo grave de los efectos que producen a la
sociedad en general da como resultado que sean moralmente
reprochables, y ello no ha sido en obstáculo para que tengan un
efecto económico que resulta muy costoso de manera directa a
la sociedad, la cual no sólo tiene que enfrentarlo por el daño a la
salud, sino por los efectos colaterales que representan al
generar delincuencia, dependencia a las adicciones, costos de
rehabilitación, efectos psicológicos sobre la conducta social y
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familiar, así como los múltiples riesgos de la convivencia con un
adicto.
De lo anterior, se explica que en nuestros días la medida de la
‘’la riqueza de los pueblos y de los individuos está ligada a la
cantidad de bienes y servicios a su disposición’’: y no sólo dentro
de su dominio, sino presentes en su entorno social, ya que su
existencia disponible es signo del bienestar económico de ese
grupo, porque la posibilidad de consumirlos, a su vez, es
indicador de la capacidad productiva de la nación o sociedad.
Así, un país o región que no tenga disponibles de manera
suficiente computadoras personales, bicicletas o automóviles,
tienen detrás de esta deficiencia situaciones que la califican
como una nación subdesarrollada.

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