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Un negocio de valor
agregado
Colombina, que nació como parte del Ingenio Riopaila, es una de las más importantes
marcas de golosinas en el mercado mundial, gracias a su vocación exportadora y de
productos innovadores.
Ante esta amenaza, la pregunta era cómo aumentar el consumo del azúcar de Riopaila.
Concluyó que la mejor estrategia era darle valor agregado al azúcar y allí surgió la idea de
fabricar golosinas con diferentes sabores.
Así nació Colombina en 1927, como una dependencia del Ingenio Riopaila, pero hoy se
ha transformado en una de las principales compañías de golosinas, dulces y alimentos del
país y del mercado internacional.
Su estrategia se enfocó desde sus inicios, en un principio que hoy es básico para crecer y
alcanzar nuevos mercados: darle valor agregado a su insumo básico e innovar en
productos. A esta estrategia le sumó, posteriormente, un agresivo desarrollo comercial
que la llevó a conquistar mercados internacionales, y a que sus marcas más reconocidas,
como Bon Bon Bum, hayan superado las fronteras locales.
La historia
Luego de su nacimiento, Colombina creció integrada al ingenio y en 1932 se constituyó
Colombia S.A., que además de fabricar productos derivados del azúcar, comercializaba
alimentos y licores.
Pero el camino no fue dulce. En 1950, el río La Paila se desbordó e inundó las
instalaciones de la fábrica de golosinas Colombina. Acabó con los equipos y fue necesario
renovarlos. Casi 10 años después, un voraz incendio dejó en cenizas toda la fábrica.
Aunque en ese momento se discutió el cierre definitivo de la empresa, los accionistas
apoyaron un plan de reconstrucción, diseñado por Jaime Caicedo, hijo de Hernando
Caicedo, y gerente de la compañía, y Ariosto Manrique, quien en ese momento era
director de producción. "Con el apoyo de los accionistas, dotamos a la compañía de una
nueva tecnología, modernos equipos y una nueva organización comercial", recuerda
Manrique, quien a finales de los 60 asumió la gerencia general hasta 2000, cuando se
jubiló.
Una vez superadas las tragedias, la tarea era cómo crecer y aprovechar la capacidad
instalada que se generó después de las tragedias y que se tradujo en los 60, en una
nueva planta de producción de Colombina y significó el retiro de la tutela de Riopaila.
Las tareas en las últimas tres décadas se han enfocado en ampliar sus mercados, su
producción y vincular segmentos de alimentos que complementen su portafolio.
Gracias a su red de distribución propia en Colombia, que llega a más de 150.000 clientes
cada semana, distribuye productos de terceros, atún y sardinas Van Camps; chocolates y
productos Hershey's; café liofilizado Buendía, entre otros. En los países adonde exporta
sus productos tiene organizaciones comerciales propias, como el caso de Venezuela con
Distribuidora Coldis, mientras que en otros casos pertenecen a concesionarios, pero
siempre con la dirección de Colombina.
Ahora, para sacar provecho de los tratados de libre comercio negociados recientemente
-MERCOSUR-, o que están en discusión -Estados Unidos-, Colombina ha adquirido
nuevos equipos para su producción por US$30 millones, que llegarán al país a finales de
este año. "Se trata de disponer de una oferta ampliada con destino a los actuales y
nuevos mercados en el exterior. Para Colombina, es prioritario crecer la oferta y las
ventas fuera del país", señala una fuente de la empresa.
Sus retos son crecer y consolidarse. Una tarea que no le es desconocida a este empresa
que empezó procesando 800 libras de dulces y que el año pasado vendió más de 1.000
millones de colombinas.