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BLOQUE I, ESTÁNDAR 2
“Explica el diferente nivel de desarrollo de las áreas celta e íbera en vísperas de la
conquista romana en relación con la influencia recibida de los indoeuropeos, el
reino de Tartessos y los colonizadores fenicios y griegos.”
Alrededor del año 1000 a.C un gran número de potencias colonizadoras comenzaron a llegar a la
Península: fenicios, griegos, cartagineses, indoeuropeos. Algunos fundaron Gadir (fenicios), otros
Rhodes (griegos), muchos de ellos comenzaron a explotar las riquezas de la zona (fenicios,
griegos, cartagineses), pero lo que sí hicieron todos fue influenciar a los pueblos prerromanos de
la Península.
La primera cultura protohistórica peninsular es Tartessos. Tartessos es el nombre de un mítico
reino indígena que aparece reflejado en las antiguas fuentes griegas, famoso por sus fabulosas
riquezas. Hoy en día podemos calificarlo como una cultura bastante avanzada situada en
Andalucía occidental a caballo entre el Bronce Final y la Edad del Hierro. Esta cultura entró en
contacto con los fenicios en el siglo VIII a.C. y de este contacto se derivó un gran desarrollo
económico (explotación masiva de plata) y cultural (desarrollo de una escritura propia, de
complejos sistemas artesanales, urbanísticos, funerarios, etc.) Tras este período de auge,
Tartessos entró en decadencia y desapareció a fines del siglo VI a.C.
Los indoeuropeos, o mejor conocidos como celtas, viajaron desde centro Europa para acabar
asentándose en la meseta central, el norte y el oeste de la Península. Sin embargo, no constituían
un grupo culturalmente homogéneo, sino que estaban formados por un conjunto de pueblos
diferentes con ciertas características en común. Algunas de estas son el - desarrollo de la
metalurgia del hierro, - la práctica de la agricultura y la ganadería como principales actividades
económicas, - la organización en tribus jerárquicas, los castros como lugar de asentamiento y su
- actitud belicosa y guerrera basada en el pillaje.
Pese a las lenguas existentes, no tenían ningún tipo de escritura, lo que ha debilitado su legado
pues resulta muy difícil su estudio debido a la falta de datos (además de haber levantado una
leyenda casi mitológica sobre ellos) El contacto con los colonizadores fue escaso por la situación
geográfica tan septentrional de los celtas y el poco que hubo se hizo a través del centro de
comercio internacional que establecieron los Tartessos en la Andalucía occidental.
Los iberos, por su parte, se asentaron en la zona sur y este de la Península, compartiendo
territorio con cartagineses (sur y sudeste), griegos (vertiente mediterránea) y Tartessos
(Andalucía occidental). Estos, a diferencia de los celtas, no fueron colonizadores, sino que eran
los herederos de los hombres prehistóricos de la Península. Su principal actividad económica
también era la agricultura. Sin embargo, los iberos desarrollaron paralelamente la artesanía y el
comercio debido a la influencia de los colonizadores (por ejemplo, el intercambio de bienes se
hizo más fácil con la introducción de la moneda por los fenicios) Su organización social era
parecida a la de los indoeuropeos: las tribus jerarquizadas vivían en ciudades –Estado
independientes cuyo sistema de gobierno se basaba en la monarquía, eso sí, la unidad cultural
era mucho mayor. Éstos sí llegaron a desarrollar una escritura. Ambas religiones eran similares,
aunque cada pueblo rindiese culto a distintos dioses. No obstante, el arte ibero fue más
desarrollado que el celta, llegando a crear algunas de las piezas artísticas más representativas de
esta primera etapa histórica como “la Dama de Elche”.
En la zona de confluencia de ambas culturas (este de la meseta, sistema ibérico y sistema central)
surgió una nueva cultura que combinaba características de las otras dos: la celtíbera. Fueron
especialmente reconocidos por su habilidad guerrera y su desarrollada tecnología
armamentística. Su sociedad estaba liderada por la nobleza guerrera, llegando incluso a ser
reclutados por los ejércitos romanos y cartagineses.
Por lo tanto, podemos considerar que pese a algunas diferencias como la superioridad artística y
cultural de los iberos, el mayor desarrollo comercial de éstos o el cierto primitivismo que se les
atribuye a los celtas, ambas culturas fueron parecidas.
BLOQUE I, ESTÁNDAR 3
“Define el concepto de romanización y describe los medios empleados para llevarla
a cabo.”
En el año 218 a.C, las tropas del emperador romano Escipión desembarcan en la península Ibérica
con la intención de derrotar a los conquistadores cartagineses, dando comienzo así a la segunda
guerra púnica.
El interés en la Península aparece cuando los cartagineses la convierten en un importante enclave
de su ruta comercial y comienzan a aprovecharse de sus recursos naturales. Por ello, 21 años
después, el Imperio romano reclama la propiedad de las tierras de la costa mediterránea
peninsular, el valle del Guadalquivir y parte del valle del Ebro.
En cuanto a la conquista interior, hasta el año 19 a.C no consiguen hacerse con todo el territorio
debido a la resistencia de ciudades como Numancia y especialmente de los pueblos cántabros,
galaicos y astures con los que tuvieron que meterse en una guerra que duró diez años (29-19 a.C).
Para asegurar el territorio, los romanos fundaron campamentos que acabaron convirtiéndose en
ciudades como León o Astorga.
A todo este proceso que comenzó con la conquista de la península Ibérica y que se basó en la
asimilación de los pueblos prerromanos de los modelos económicos, sociales, políticos y
culturales del imperio Romano se le conoce como romanización y fue posible gracias al ejército,
el comercio, la cultura, las comunicaciones, el apoyo de las élites locales, las ciudades, etc.
La economía hispanorromana sufrió un gran desarrollo gracias a su sistema productivo, las
mejoras en la explotación agropecuaria y minera y la introducción de Hispania en los circuitos
comerciales romanos. La economía romana se basaba en la producción de bienes y su posterior
comercialización, por lo que el esclavismo era una de las piezas clave para el buen funcionamiento
del sistema, ya que los esclavos hacían la mayor parte del trabajo. La otra pieza clave era un buen
sistema de comunicación entre ciudades que favoreciese el comercio y el contacto entre ellas;
para ello crearon las calzadas: las dos más importantes fueron: La vía Augusta recorría todo el
mediterráneo, desde los Pirineos hasta Cádiz. La vía de la Plata que iba desde Astorga hasta
Hispalis (Sevilla). La creación de una economía monetaria basada en el denario romano también
favoreció el comercio.
En Hispania la agricultura se basaba en la exportación: trigo, vid y olivo, (triada mediterránea) y
los romanos introdujeron el barbecho y el regadío.
De la producción ganadera destacaba el ovino y la pesca. Sin embargo, la actividad que destacaba
era la minería. La Península era muy rica en yacimientos de plata y plomo en Cartagena, cobre en
Andalucía y Asturias, oro en Galicia y León.
En cuanto a la organización social, ésta tenía una gran desigualdad jurídica. La aristocracia estaba
formada por el orden senatorial (compuesto por ciudadanos romanos muy adinerados, y por los
caballeros, aristócratas de los pueblos sometidos). La plebe estaba formada por trabajadores
libres, artesanos y pequeños propietarios agrícolas. Por último, estaban los esclavos,
considerados no ciudadanos y sin derechos. Dentro de esta organización, las familias eran
patriarcales.
La organización del territorio se hacía a través de la división del espacio en provincias que bien
podían ser senatoriales (controladas por el senado) o imperiales (controladas por el emperador).
A lo largo de toda la conquista romana se fue dividiendo el territorio de manera diferente: al
principio en provincia ulterior y citerior; más tarde en Lusitania, Bética y Tarraconense; y por
último en Gallaeciana, Lusitania, Bética, Cartaginense; tarraconense y Baleárica.
Con respecto a la cultura, el latín se difundió como como lengua de prestigio y se impuso sobre
las autóctonas que no desaparecieron del todo. Del latín van a surgir las principales lenguas en
España menos el euskera.
Introdujeron infraestructuras y edificios como los acueductos, los coliseos, los circos, los teatros,
los arcos conmemorativos, las termas; muchos de los cuales sirvieron como lugar de
esparcimiento de la población. El uso del derecho romano se expandió por toda la Península y
regulaba tanto las relaciones privadas como las instituciones públicas.
Las creencias religiosas romanas (el culto a las tres deidades: Júpiter, Juno y Minerva y al
emperador) se impusieron a las autóctonas, aunque también se respetaron.
BLOQUE I, ESTÁNDAR 4
“Resume las características de la monarquía visigoda y explica por qué alcanzó
tanto poder la Iglesia y la nobleza.”
Durante el S. IV, los visigodos penetraron en tierras del Imperio Romano, estableciéndose en el
sur de la Galia como aliados de estos y creando el reino de Tolosa. Además, defendieron al
Imperio Romano de los suevos, vándalos y alanos.
Fueron derrotados por los francos a principios del siglo XI, abandonaron la Galia y se instalaron
en la península creando así un reino visigodo independiente con capital en Toledo.
La monarquía visigoda era lectiva, es decir, el rey visigodo es “primus interpaces” (el primero
entre iguales), lo que ocasionó mucha inestabilidad cada vez que un rey fallecía, ya que las
disputas entre nobles para conseguir el puesto eran habituales y solían desembocar en guerras
civiles.
La nobleza estaba formada por los más distinguidos guerreros. Además del poder económico,
también disponían del poder militar.
Tras la desintegración del Imperio Romano de Occidente, los ciudadanos perdieron todo su poder
y se produjo un éxodo urbano. La mayor parte del campesinado se convirtieron en siervos
buscando protección que los nobles ofrecían.
La Corona solía recompensar la ayuda de la nobleza otorgando tierras.
Este inicio del sistema feudal convirtió a la nobleza como el clero en potentes fuerzas económicas.
En cuanto a la Iglesia, inicialmente era arriana, es decir, que no creía en la divinidad de Cristo.
Durante el reinado de Recadero I (516-601) pasó a ser católica, al convertirse el rey al catolicismo.
Esta fusión entre altar y trono hizo que los concilios (asambleas originalmente religiosas), pasar a
tratar asuntos legislativos.
Otra institución importante del gobierno visigodo fue el Aula Regia, asamblea formada por la
aristocracia.
De este modo, la nobleza y la Iglesia logran un gran poder y se unen para impedir la existencia de
un poder monárquico que pudiera limitar sus privilegios e influencia.
El final visigodo tendrá lugar en uno de estos momentos de inestabilidad entre la muerte de un
rey y el nombramiento de otro, cuando un ejército bereber del norte de África aproveche dicha
crisis para invadir la Península.
BLOQUE I, ESTÁNDAR 5
“Explica las causas de la invasión musulmana y de su rápida ocupación de la
Península.”
La invasión musulmana fue motivada la tendencia expansionista de la religión que organizaba a
toda esta comunidad (el islam).
El islam es una de las tres religiones abrahámicas, monoteístas que surgió alrededor del siglo VII
d.C alrededor de la figura de Mahoma. Es una religión sencilla, poco exigente y que, además, tiene
gran consideración con las religiones judías y cristianas (las denominadas “gentes del Libro”) por
insertarse en esa tradición. Por todo ello tuvo una gran cota de expansión: conquistó la península
arábiga, Persia, el norte de África y casi toda la península Ibérica en menos de cien años.
Otra de las razones por la que se expandió tan rápido fue por la debilidad que encontró en los
reinos que quería conquistar y por su superioridad militar. Es por eso por lo que su expansión por
Europa acabó en la península Ibérica, porque fue derrotado en la batalla de Poitiers (732) por los
francos al encontrarse con una defensa bien organizada y que no fue capaz de derrotar.
En la península Ibérica ocurrió algo parecido al resto de territorios. En uno de estos periodos de
inestabilidad entre la muerte de un rey y la sucesión de otro, se formaron dos bandos: el de
Rodrigo y el de los hijos de Witiza (el rey muerto). Cuando el primero ganó, los otros, inconformes
con el resultado, pidieron ayuda a un ejército bereber del norte de África para cambiar las tornas.
Éstos cruzaron el estrecho de Gibraltar encabezados por Tariq ibn Ziya quienes, tras ganar la
batalla de Guadalete (711) para los de Witiza, decidieron romper el pacto y comenzar su propia
conquista de la Península.
En tan solo siete años consiguieron hacerse con casi todo el territorio peninsular y esto se explica,
aparte de por la debilidad del reino visigodo, por la consideración de los invasores con los pueblos
sometidos, a quienes ofrecieron capitulaciones pactadas a cambio de la rendición. Muchos nobles
y terratenientes decidieron firmar estos acuerdos para evitar perder su autoridad y poder
mantener su religión, sus costumbres, su organización administrativa, etc. Este tipo de
consideraciones fueron el fruto del respeto del islam por “las gentes del Libro” a quienes
toleraban bajo su distinción de diníes o protegidos.
Sin embargo, también hubo un buen número de personas que no quedaron muy convencidas con
la situación y decidieron huir a las regiones cantábricas y de los pirineos para evitar tener que ser
gobernados por los invasores. Estos son los que acaben formando la resistencia que terminará
por recuperar el control de la Península tras ocho siglos de gobierno musulmán.
BLOQUE I, ESTÁNDAR 6
“Define la evolución política de al Ándalus.”
En el 714 se da por finalizado el proceso de conquista de la Península. Desde esa fecha hasta el
1492, cuando se rinde Granada pasan casi ocho siglos. Estos podríamos dividirlos en cinco etapas
principales:
-1ª etapa: El emirato dependiente (714-756)
En el Al-Ándalus se estableció un emirato sometido a la autoridad del califato de Damasco. Sin
embargo, en el año 750, la dinastía Omeya (la que gobernaba hasta el momento) fue apartada y
masacrada por la dinastía Abasí que pretendió sucederle. A pesar de todo, un omeya consiguió
escapar vivo: Abd al-Rahman. Este huyó a la península, donde todavía le quedaban apoyos,
derrotó al emir de Córdoba y se proclamó en el puesto en el 756.
-2ª etapa: El emirato independiente (756-929)
Nada más proclamarse emir, Abd al-Rahman I declaró la independencia política y militar del
califato de Bagdad (nueva capital del mundo islámico) respetando su autoridad religiosa. Además,
decidió reconstruir su dinastía, por lo que atrajo a otros omeyas a la Península y juntos
conquistaron plazas como Sevilla, Zaragoza o Toledo.
Durante esta etapa consolidó su poder al crear un fuerte ejército mercenario pagado a raíz de las
mejoras que introdujo en la organización administrativa y la recaudación de impuestos. Esta
fuerza militar se dedicó, entre otras cosas, a realizar raizas (expediciones militares de castigo) con
la intención de debilitar a los reinos cristianos y obtener un botín de guerra.
-3ª etapa: El califato (929-1031)
Al principio del siglo X hubo una gran crisis seguida por un periodo de inestabilidad en el emirato.
En ese contexto, Abd al-Rahman III subió al poder y se declaró califa, desligándose así de la
sumisión religiosa y de cualquier lazo con Bagdad.
Durante su gobierno consiguió pacificar el Al-Ándalus y fortalecerlo. Centralizó la recaudación
fiscal, lo que le permitió gozar de grandes recursos económicos. Creó el papel de Hachib (primer
ministro) y visires (ministros). Creó, además, un potente ejército mercenario que hizo posible
parar el avance cristiano y convertirlos, a algunos, en vasallos. Igualmente incrementó su
presencia en el norte de África y conquistó algunas plazas importantes como Ceuta, Melilla y
Tánger.
A su muerte fue sucedido por su hijo Al-Hakam II que continuó su trabajo.
A la muerte de éste los califas perdieron todo poder efectivo para mantener solamente un poder
simbólico. Es el hachib Almanzor el que reunió todo el poder político y militar y continuó con la
labor de sus antecesores. Cuando muere en el 1002, el territorio se sume en un periodo de gran
inestabilidad, hasta tal punto que, en veinte años, se llegan a nombrar hasta siete califas. En el
1031, esta situación insostenible da lugar a la segmentación del califato en taifas.
-4ª etapa: Las taifas y las invasiones bereberes (1031-1246)
Las taifas en las que se fragmenta el califato estaban enfrentadas unas con otras y en constante
proceso de absorción. Esta situación fue aprovechada por los reinos cristianos, (cada vez más
grandes y poderosos) quienes les ofrecen protección a las más débiles a cambio del pago de
parias (un tipo de tributo pagado para evitar ser atacados) Ante el expansionismo cristiano,
algunas de éstas pidieron ayuda a las almorávides.
Estos eran bereberes del norte de África que dado sus estrictos principios religiosos acudieron a
ayudar a estas taifas. Derrotaron a los cristianos en Sagrajas e impusieron una estricta ortodoxia
religiosa, lo que dio lugar a varias revueltas y a la segmentación del territorio en los denominados
segundos reinos de taifas en 1144.
Tiempo más tarde, algunas taifas pidieron ayuda a los almohades (grupo dominante del Magreb),
quienes fueron vencidos por Alfonso VIII en la batalla de Las navas de Tolosa (1212). Esta derrota
desembocó en las terceras taifas, que irían cayendo poco a poco en manos cristianas con la sola
excepción del reino de Granada.
-5ª etapa: El reino nazarí de Granada (1246-1492)
Desde el siglo XIII hasta el XV, el último vestigio musulmán de la península estuvo gobernado por
la dinastía nazarí quienes fueron capaces de mantener la independencia de Granada. Esto fue
posible gracias a la hábil gestión diplomática (se hicieron vasallos de castilla y se aliaron con los
benimerines), la nula tensión religiosa dentro del reino y el aumento de su potencialidad
económica debido al exilio de gran cantidad de musulmanes al territorio.
La época de mayor esplendor del reino tuvo lugar durante el siglo XIV, cuando estuvo bajo el
reinado de Yusuf I y su hijo Muhammad V. No obstante, a principios del siglo XV la estabilidad
política comenzó a declinar, y es entonces cuando Castilla aprovechó la oportunidad para ir
conquistando plazas hasta que al final, en 1492, los Reyes Católicos pactaron la rendición de
Granada con el rey Boabdil. De ese momento es la famosa cita “Llora como mujer lo que no
supiste defender como hombre”.
BLOQUE I, ESTÁNDAR 7
“Resume los cambios económicos, sociales y culturales introducidos por los
musulmanes en al Ándalus.”
En Al Ándalus no existía una única sociedad, sino que ésta estaba segregada en distintas
comunidades que llevaban vidas diferentes. Esta disgregación continuó incluso después de la
Reconquista.
La primera comunidad importante, y como es obvio, era la musulmana, la mayoría conquistadora
que había sido capaz de someter al resto de sociedades: la hispanovisigoda y la judía. Una
peculiaridad interesante de esta comunidad es que, pese al discurso igualitario de Mahoma, se
encontraba muy estratificada, lo que se traducía en cotas de poder.
En la cúspide de la pirámide se situaba la “Jassa”, formada por familias aristocráticas árabes que
ocupaban los altos cargos de la administración y el ejército. Junto a ellos gobernaban algunas
familias poderosas de origen visigodo que se convirtieron.
Por debajo de estos estaban los ciudadanos notables que no llegaban a situarse en este grupo
aristócrata. El pueblo llano o “Amma” era el estamento más numeroso y estaba formado por los
bereberes y muladíes (cristianos conversos), quienes desempeñaban trabajos agrarios, de
artesanía, etc.
La base de la pirámide estaba formada por los esclavos, grupo poco numeroso y que, en teoría,
no podía estar compuesto por musulmanes (aunque en la práctica si los esclavos se convertían
se les otorgaba la libertad y seguían trabajando para sus señores en condiciones muy similares)
En las ciudades comerciales existió una importante comunidad judía que, pese a algunas
excepciones, no alcanzó relevancia política o social. Mientras que en otros lugares persistieron
comunidades cristianas que sufrieron un grave proceso de aculturación: los mozárabes. Esto fue
posible gracias a la tolerancia religiosa del islam con “las gentes del Libro”, quienes pudieron
seguir con sus costumbres dentro de su condición de protegidos o diníes.
La propia estructura de las ciudades (con sus barrios amurallados como la judería) es un buen
reflejo de la desarticulación de la sociedad andalusí.
ECONOMÍA: La andalusí era urbana y de mercado. Su gran desarrollo se explica por la creación
de una economía monetaria basada en dos monedas: el dinar de oro y el dirhem de plata. A
diferencia de la economía rural y cerrada del resto de Europa, los musulmanes centraron la
producción de bienes en la exportación de estos al extranjero y reservaron la producción agrícola
para el mercado interno.
En las ciudades surgió un potente sector artesanal. La producción textil despuntó entre todas
ellas tanto por la fabricación de productos de exportación como de consumo interno. También
se desarrolló, el trabajo del cuero, de las armas, etc.
En agricultura se conservaron los grandes latifundios romanos y se crearon otros tantos. Estos se
centraron, principalmente, en la producción de la tríada mediterránea. Además, desarrollaron
una agricultura de regadío muy útil en el cultivo de alimentos como las naranjas o el arroz que
ellos mismos introdujeron.
Para facilitar el comercio exterior se expandieron las rutas comerciales a través de los reinos
cristiano, el Mediterráneo y el Magreb. Para el interno, dieron vida a viejas ciudades romanas y
crearon otras nuevas.
ARTE Y CULTURA: Durante el gobierno musulmán se dio un gran impulso cultural e intelectual.
Tradujeron importantes obras griegas y romanas; y fueron muchos los estudiosos en materias
como la medicina, astronomía, álgebra, filosofía, historia, etc.
Sin embargo, la creación y la tolerancia estaban limitadas a los principios del islam. Restricciones
como la prohibición de representar motivos iconográficos y seres vivos, hicieron que la
ornamentación, por ejemplo, se desplazase hacia decoraciones cúficas, de lacería y ataurique.
ARQUITECTURA: Se construyeron mezquitas como principal edificio religioso, y palacios y
alcazabas como principales edificios civiles.
De esta época son algunos de los edificios más representativos de nuestro país como la mezquita
de Córdoba, la torre del oro de Sevilla o la Alhambra de Granada.
BLOQUE I, ESTÁNDAR 8
“Describe las grandes etapas y las causas generales que conducen al mapa político
de la península Ibérica al final de la Edad Media.”
El periodo de Reconquista de la Península, el cual duró casi tanto como la invasión musulmana,
se puede dividir en tres grandes etapas:
1ª ETAPA: La formación y la primera expansión de los reinos hispano-cristianos.
La expansión musulmana se frenó al borde de las cordilleras cantábricas y pirenaicas por el poco
interés de los invasores en estas zonas. La zona cántabra estaba poco romanizada y la
organización política se basaba en la aprobación personal a un caudillo que controlaba un
pequeño valle. Sin embargo, las cosas cambiaron cuando llegaron los refugiados visigodos.
Algunos nobles tomaron el poder de estos pequeños grupos. En el 722, uno de estos nobles
llamado Pelayo, dirigió y ganó una escaramuza en Covadonga contra los musulmanes. Esta es la
considerada primera derrota de los invasores y el evento que dio lugar a la creación del reino de
Asturias.
En el área oriental se formaron tres condados. Por un lado, Carlomagno, el emperador de los
francos, creó una frontera sólida al sur de los pirineos para evitar que los invasores entraran en
su territorio. Es lo que se denominó la Marca Hispánica.
Hacia el 830, en Pamplona, un noble de la familia Arista expulsó a los francos de su territorio y se
proclamó rey. Lo mismo había pasado en el condado de Aragón diez años antes con Aznar
Galíndez.
La desvinculación de los condados catalanes de la monarquía francesa no se hizo efectiva hasta
el 988 con el conde Borrell II.
El reino asturleonés se afianzó bajo el reinado de Alfonso II y Alfonso III. Estos restablecieron la
legislación visigoda y expandieron sus dominios hacia el sur. También se creó el condado de
Castilla.
El reino de Pamplona sufrió una gran expansión y se convirtió en el reino de Navarra. Su época
de mayor esplendor tuvo lugar durante el reinado de Sancho III el Mayor.
2ªETAPA: El proceso de Reconquista.
A partir del siglo XII, ya podemos hablar plenamente de Reconquista, motivado y movilizado por
las clases sociales altas para la restauración de los reinos cristianos.
Quisieron restablecer la vieja gloria visigoda y la presión por no perder los recursos invertidos
también la motivó.
Cada reino lo llevó a cabo de una manera diferente… En Castilla la reconquista de territorios fue
rápida en relación con otros lugares: para finales del siglo XI ya habían llegado hasta el Tajo y se
habían convertido en la potencia hegemónica peninsular.
Pese a algunos problemas sucesorios, durante el siglo XII conquistaron Calatrava y Alcántara y se
crearon órdenes militares para defender las ciudades. El espíritu de cruzada, la debilidad de los
almohades y la ayuda de caballeros franceses hicieron ganar a los castellanos la batalla de Las
Navas de Tolosa (1212).
Durante el gobierno de Fernando III se anexionaron Extremadura, el bajo valle del Guadalquivir y
Murcia, cortando el paso a la expansión aragonesa.
Aragón se interesó desde el principio por la taifa zaragozana. Por la complejidad de esa campaña
su expansión se retrasó muchos años. Para cuando éstos conquistaron Huesca (1096) hacía ya
tiempo que los castellanos habían tomado Toledo.
Cuando en el 1137 se firmó el contrato de esponsales entre el conde barcelonés Ramón
Berenguer IV y la heredera de Aragón, Petronila, tuvo lugar la unión de Barcelona y Aragón, dando
lugar a la creación de la corona de Aragón. La imposibilidad de rebasar la línea Biar-Villajoyosa
pactada con los castellanos hizo que la corona se expandiera hacia el Mediterráneo.
3ª ETAPA: evolución política en la baja Edad Media.
Durante la baja Edad Media la Península estaba dividida en cuatro reinos: Portugal, Navarra,
Castilla y Aragón. Solo al final de esta etapa se anexionaron los últimos tres en la figura de los
Reyes Católicos.
La inviabilidad de la expansión del reino de Navarra hacia el sur le hizo acercarse hacia la frontera
francesa, cuyas dinastías acabarían entrando en el territorio. En el 1512, Fernando el Católico
conquistó e incorporó el territorio a la corona de Castilla.
En Castilla, el poder ganado por la nobleza durante la Reconquista dio lugar a frecuentes
rebeliones. Durante el gobierno de Pedro I (1350-1369) se desencadenó toda una guerra civil. El
intento de éste de continuar con la labor de su antecesor Alfonso XI de afianzar el poder de la
corona le llevó a ser depuesto y sustituido por su hermano Enrique II, dando lugar al, así, al
comienzo de la dinastía Trastámara.
En cuanto a la política exterior se mantuvo el reino musulmán de Granada por su pago de
impuestos, se desarrollaron las rutas marítimas del Estrecho y del Cantábrico y se conquistaron
las islas Canarias.
En Aragón ocurrió algo parecido, los enfrentamientos entre l nobleza y el rey dieron lugar a la
creación de la generalidad (un tipo de asamblea similar a las Cortes pero que estaban siempre
reunidas) como compensación al apoyo de la burguesía contra la nobleza. El compromiso de
Caspe de 1412 hizo que un Trastámara saliera elegido rey de Aragón a la muerte de su antecesor
sin descendencia. La guerra civil catalana (1462-1472) acabó con el hundimiento de Cataluña que
dio lugar a la conversión de Valencia en la potencia hegemónica de la Corona.
En cuanto a la política exterior, se dio una expansión hacia el Mediterráneo con conquistas como
Sicilia, Nápoles o Cerdeña.
BLOQUE I, ESTÁNDAR 9
“Compara el origen de las Cortes en los reinos cristianos y sus principales
funciones.”
LAS CORTES: Nos ubicamos en pleno siglo XIII, cuando la monarquía se encuentra a mitad de
camino entre dos corrientes: el rey como uno más de los nobles (como ocurría en la monarquía
visigoda del siglo VII) y una monarquía absolutista (como ocurrió en el siglo XVII con el rey sol Luis
XIV). En este punto los monarcas habían conseguido un mayor poder, pero todavía estaban lejos
del absolutismo
Por ello, la evolución económica, social, política y cultural que tuvo lugar en los reinos
peninsulares medievales durante este periodo dio lugar a la creación de las Cortes o Curias regias.
Éstas tomaron el significado de reuniones extraordinarias convocadas por el rey para debatir los
temas propuestos. Las primeras tuvieron lugar en el reino de León en 1188.
Estas reuniones se convocaban con motivo de la recaudación tributaria extraordinaria. A cambio,
el rey compensaba los agravios que aquellos que pagaban hubieran sufrido. En casos
excepcionales y de suma importancia, las Cortes también podían reunirse para llegar a algún
consenso político o legislativo, pero, por norma general, no disponían de ningún poder de esa
índole.
En estas asambleas estaban integrados todos los representantes de los estamentos autorizados
por el monarca: la nobleza, el clero y las ciudades. La introducción de este último estamento en
las Cortes estuvo motivada por su potencialidad económica. Eran los burgueses de las ciudades
los que poseían gran parte de las riquezas del reino y los únicos (junto con los siervos y el resto
del pueblo llano) que pagaban impuestos. Por eso al rey le interesaba que estuvieran en las
asambleas: eran los únicos que iban a pagar los tributos extraordinarios ya que la nobleza estaba
excluida, por ley, del pago de cualquier tipo de impuesto. El clero, por su parte, solo pagaba el
impuesto de cruzada cuando el papa declaraba la guerra santa.
LA ADMINISTRACIÓN LOCAL: Esta administración de las Cortes regía a nivel nacional. No obstante,
en cada municipio había un representante de la corona que velaba por los intereses del monarca.
En Castilla, el representante se denominaba corregidor y gobernaba junto con el concejo. En la
corona de Aragón variaba según el reino. En Aragón, el gobierno recaía sobre un cabildo de
jurados presidido por un alcalde; en Cataluña los magistrados locales estaban asesorados por un
Consell.
LOS MODELOS MONÁRQUICOS: Las Cortes seguían una estructura muy similar en todos los
reinos; lo que sí variaba era la cota de poder que sustentaban. Un buen ejemplo de estas
diferencias eran la Corona de Castilla y la Corona de Aragón.
En Castilla, la monarquía era autoritaria. Las Cortes quedaron relegadas a tareas consultivas o de
aprobación de impuestos mientras que el rey poseía casi todo el poder, por lo que podía gobernar
sin necesidad de consultar con estas asambleas.
Por otro lado, en Aragón la monarquía era pactista, lo que se traducía en una gran limitación
gubernamental del rey y un mayor poder en manos de los estamentos. A cada paso que daba
debía consultarlo con las Cortes de Aragón, Cataluña y Valencia, y llegar a un consenso con ellas.
Como estas asambleas no estaban reunidas continuamente existía otra estructura de gobierno
(las diputaciones y generalidades) formada por representantes de las Cortes que controlaba el
cumplimiento de los fueros y privilegios de los territorios.
BLOQUE I, ESTÁNDAR 10
“Compara la organización política de la corona de Castilla, Aragón y el Reino de
Navarra al final de la Edad Media.”
La organización política a finales de la Edad Media, se caracterizó por una enorme fragmentación
del poder político y la desaparición de los poderes públicos (justicia, fiscalidad…) que quedan en
manos de los señores feudales.
Cada reino cristiano se compone de células políticas prácticamente independientes. El único lazo
que relaciona al monarca con sus vasallos es el juramento de vasallaje.
La crisis del siglo XIV, originó el intento de los monarcas de imponer una política autoritaria sobre
la nobleza. Este intento, generó diferencias institucionales entre Castilla y Aragón, que
consolidarán su organización política a través de una serie de instituciones.
En la corona de Castilla: surgirá con la unión definitiva de León y Castilla con Fernando III en 1230.
o Desarrolla además un modelo de monarquía autoritaria con la recopilación de textos
legales (las 7 partidas) de Alfonso X “el sabio” entre 1256 y 1265.
o La monarquía intentó establecer un código de leyes único Derechos Consuetudinarios,
que provienen de la tradición legislativa. En estos Las Cortes tenían una mera
consideración consultiva.
El monarca rompe su dependencia militar con la clase nobiliaria gracias a la creación de un cuerpo
armado de carácter permanente.
Las instituciones vinculadas a la corona son:
1. Consejo real o Curia regia: órgano en el que participan nobles y juristas al servicio del rey.
Los reyes fundarán Universidades para crear juristas (finales de la edad media).
2. Tribunal supremo.
3. Hacienda: Recaudación y gestión de tributos, impuestos…
4. Mayordomo real: Administra el patrimonio del rey
5. Concejo: cuyos miembros eran cargos vitalicios en manos de la oligarquía urbana.
6. Corregidor: Nombrado por el rey cuyas principales funciones serán: militares y judiciales.
En la corona de Aragón: los problemas centraron al igual que en Castilla en los enfrentamientos
entre el monarca y la nobleza. Pero su estructura política difería de la castellana en dos aspectos:
La corona de Aragón no era absolutista, sino pactista.
El poder del rey estaba limitado por el derecho y costumbres del país que el monarca se
comprometía a mantener en un pacto con sus vasallos, que se realizaba a través de las Cortes.
De este modo las cortes de los diferentes reinos ejercieron un fuerte control sobre la monarquía.
La corona de Aragón estaba constituida por 3 estados: Cataluña-Mallorca, Aragón y Valencia cada
uno de ellos con leyes, Cortes e instituciones propias y diferencias notables entre si.
En cuanto a las instituciones, las mas importantes eran los virreyes, que representaban al rey y
actuaban en su nombre en aquellos territorios en los que no residía el monarca.
Existía además la figura del Justicia cuya misión era la defensa de los fueros propios de Aragón.
El reino de Navarra: las cortes tuvieron también un verdadero poder legislativo. Esta desponía de
un importante fuero general 1238 que fue mejorado por los sucesivos monarcas.
BLOQUE I, ESTÁNDAR 11
“Comenta el ámbito territorial y características de cada sistema de población, así
como sus causas y consecuencias.”
Como consecuencia del avance cristiano hacia el sur quedaron bajo el dominio de estos reinos
una serie de territorios más o menos ocupados que, por una serie de factores, tuvieron que ser
repoblados.
Si el modelo económico se basaba en la agricultura, era necesario volver a poner en
funcionamiento las tierras que habían sido abandonadas para generar riqueza. Aun así, como no
todo el campo fue dejado, también entraron en juego los factores sociopolíticos y estratégicos.
En cuanto a los sociopolíticos, muchos árabes fueron expulsados y reemplazados por cristianos
por el propio funcionamiento del poder monárquico. La autoridad del rey se basaba en la lealtad
de sus súbditos; si los musulmanes no le inspiraban esa lealtad y representaban una posible
amenaza, eran expulsados.
Los factores estratégicos jugaron un papel importante en la forma en la que se desarrolló la
repoblación. La localización de un núcleo urbano en un punto clave podía favorecer la dinámica
de la guerra para un bando o para el contrario; por eso, para atraer a la población hacia el lugar
interesado ya que la migración no era obligatoria, concedían privilegios importantes a esos
núcleos clave. No obstante, por encontrarse, generalmente, estos lugares en zonas muy
conflictivas, se solían producir habituales despoblaciones.
En este proceso, además, se desarrollaron tres modelos diferentes de repoblación, los cuales se
fueron sucediendo en el tiempo y en el espacio.
El primero de todos ellos fue la presura. Durante esta etapa el foco se puso en los campesinos.
Éstos adquirían tanto el dominio directo como el de uso (alodio) con tan solo cultivar las tierras.
Este modelo se desarrolló hasta el río Duero, y fue muy sencillo por el desierto demográfico que,
en aquel entonces, era la meseta norte.
Por otro lado, las comunidades de tierra y villa pretendieron una repoblación más urbana. Se
designaba una villa o ciudad central que funcionaba como capital y una serie de terrenos y aldeas
que constituían el alfoz de ésta. Para atraer a gente que poblara estas comunidades se concedían
fueros o cartas pueblas otorgándoles privilegios. En esta ciudad central se creaba un concejo que
gobernaba sobre todas las tierras. Sin embargo, conforme fue pasando el tiempo, la pequeña
burguesía y la baja nobleza se fue haciendo con el poder de estos núcleos. Este modelo se
desarrolló en el área cercana al Tajo (con ciudades como Madrid o Talavera) y en zonas pasadas
el Ebro (como Calatayud).
El último modelo se denominó Repartimiento y consistió en la concesión de terrenos y haciendas
más o menos grandes tanto a familias nobles y órdenes religiosas como a pequeños propietarios.
En la zona norte tenemos ejemplos de ésto en los núcleos de Zaragoza y Tudela. En la zona de La
Mancha, los beneficiarios de grandes latifundios fueron importantes órdenes religiosas como la
de Calatrava. Por último, esta forma de repoblación también fue importante en el valle del
Guadalquivir. En esta zona se dieron muchos siervos musulmanes por la falta de pobladores
cristianos que ocuparan el vasto territorio de Andalucía.
La mayor consecuencia de este proceso fue la transformación de la sociedad en la Península, que
pasó de ser mayoritariamente musulmana a mayoritariamente cristiana.
BLOQUE I, ESTÁNDAR 12
“Explica el origen y características del régimen señorial y la sociedad estamental
en el ámbito cristiano.”
RÉGIMEN SEÑORIAL
Podemos comenzar a hablar de un principio de régimen señorial alrededor de los siglos VI-VII d.C
durante la crisis del Imperio romano. La pérdida del poder efectivo de los emperadores dejó
desamparadas a las ciudades, las cuales se volvieron muy susceptibles de los ataques bárbaros.
Esta inseguridad originó un gran éxodo urbano. Las gentes que emigraron al campo lo hicieron
con la intención de conseguir la protección de los nobles; a cambio, éstos les pedían su
servidumbre y obediencia. Estos vínculos personales entre individuos es lo que conocemos como
relaciones de vasallaje y fue la base que articuló el sistema feudal.
El feudalismo o régimen señorial consistió en un sistema de producción y organización política
basado en estas relaciones de vasallaje que se extendió por Europa como forma de gobierno
durante toda la Edad Media. Estuvo caracterizado, además, por el aumento del poder de la
nobleza a expensas del poder del monarca. Éste carecía de la autoridad suficiente como para
centralizar el gobierno por lo que los nobles se convirtieron en la representación del Estado en
sus dominios.
El vasallo, ya fuese un duque para con un rey, un conde para con un duque, etc, juraba fidelidad
a su señor a cambio de un feudo, propiedad concedida para asegurar el sostén económico ya que
la única y verdadera función de un noble era la guerrera; estos eran la espada y el escudo del
reino, a diferencia de los campesinos que eran los que trabajaban físicamente el feudo. Estos
juramentos no eran un mero acuerdo de palabra, se formalizaban con la firma de un contrato en
las denominadas ceremonias de vasallaje, por lo que romper estos pactos era un asunto
verdaderamente grave.
Teniendo en cuenta la decadencia monetaria de la época podemos entender por qué tanto los
nobles como la iglesia sustentaron tan altas cotas de poder. La imposibilidad de recompensar los
favores hechos a la corona monetariamente dio lugar a la concesión de grandes territorios; si
consideramos que la principal fuente de riqueza era la tierra, ahí tenemos la explicación.
SOCIEDAD ESTAMENTAL
Como consecuencia de estas relaciones señor-siervo la sociedad se segmentó en tres estamentos
muy bien diferenciados: nobleza, clero y estado llano.
Los dos primeros eran los privilegiados: gozaban de una serie de derechos como no pagar
impuestos o disponer de sus propias leyes y tribunales. En el estado llano se incluía la mayor parte
de la población: campesinos, trabajadores libres, artesanos, etc. Igualmente eran estamentos
estancos: quien nacía noble, moría noble; quien nacía del pueblo llano, moría del pueblo llano.
Solo en el clero era diferente: si nacías hijo de una monja o un cura esa mancha te perseguía toda
la vida. Además, era habitual que nobles (no primogénitos) ingresasen en puestos de poder como
obispos, arzobispos, etc y que personas del pueblo llano pasasen a desempeñar cargos de bajo
rango como párrocos, sacerdotes, etc.
Asimismo, las diferencias entre clases iban más allá de los aspectos jurídicos: había una gran
diferencia numérica. De cada diez personas, unas nueve eran campesinos, y la mayoría de ellos
siervos. Solo existían unos pocos campesinos libres, recuerdos de la presura, que acabarían
siendo absorbidos por señores más poderosos.
No obstante, el trato que recibían los siervos no era igual en todos los lugares. Un ejemplo muy
acusado era Aragón, cuyos nobles consiguieron el poder de juzgar, condenar y ejecutar a sus
siervos. De todas formas, esto no será lo habitual, a diferencia de las prohibiciones de los siervos
de abandonar el feudo o su obligación de pedir permiso a su noble para poder casarse, como sí
será lo normal.
Al margen de estos tres estados había también una serie de minorías religiosas como los
mudéjares: principalmente campesinos o los judíos: quienes vivían en ciudades y se dedicaban a
labores tributarias y administrativas.
A mediados del siglo XV, en los reinos cristianos peninsulares los herederos de Castilla y Aragón
se casaron, dando lugar a la creación de un estado unificado, geográficamente hablando,
tratándose así de un movimiento político perfectamente estudiado.
A partir del compromiso de Caspe de 1412 en ambos territorios gobernaba la dinastía Trastámara,
pero no eran coronas unidas en ningún tipo de forma. Esto cambió cuando Isabel I de Castilla y
Fernando II de Aragón recibieron la bula papal permitiendo la boda entre estos primos segundos
en 1469. Emparentaron por el interés político de culminar el proceso de Reconquista y restaurar
la unidad política peninsular además de conseguir que el poder monárquico estuviese bajo el
mando de un único gobernante que, si bien no sería posible en su figura, lo sería en la de sus
hijos, en ningún caso por los sentimientos amorosos entre ellos. Finalmente, la unión dinástica
no fue posible hasta la subida al trono de su nieto, Carlos I, quien gobernó como soberano de
Castilla, Aragón y el Sacro Imperio (además de otros territorios)
No obstante, la unidad dinástica no supuso la unión política, ni la unidad de los pueblos. Fue un
vínculo personal entre los soberanos. Cada reino conservó su organización institucional, sus
antiguas leyes, sus propias formas de recaudar impuestos, sus monedas…
Pese a ello, el camino hacia la unión dinástica no fue fácil. En Castilla hubo una gran guerra entre
Juana “la Beltraneja”, supuesta hija del rey Enrique IV (el rey muerto) e Isabel I, la hermana del
rey, por la sucesión al trono. El matrimonio entre Isabel y Fernando contribuyó a que la guerra se
desarrollara a favor de Isabel. Este matrimonio también contribuyó a la victoria de Juan II (padre
de Fernando II) durante la guerra civil catalana (1462-1472).
Con la unión dinástica dieron un impulso al poder de la corona. Esto se reflejó tanto en su política
interior como en la formación de un estado moderno.
LA POLÍTICA INTERIOR
Pretendieron reforzar el poder real mediante la política religiosa. Por ejemplo, con el permiso del
Papa, crearon el Consejo de la Suprema Inquisición. Este fue el organismo más importante de su
gobierno por velar por la homogeneidad religiosa, por tener ellos la capacidad de controlar el
nombramiento del inquisidor general y por ser la única institución que regía sobre todos los
territorios (tanto Castilla como Aragón) Es necesario recalcar que este tribunal no persiguió a
judíos ni a musulmanes sino a aquellos bautizados en el cristianismo que fuesen acusados de
seguir practicando su religión anterior.
También pretendieron reforzar el poder real mediante la expulsión de las minorías religiosas
(como la expulsión de los judíos de 1492) o los bautismos forzosos (como el que ocurrió tras la
rebelión de las Alpujarras) ya que la uniformidad religiosa era sinónimo de paz interna.
Por otra parte, la creación de un ejército propio que no dependiera de las huestes de sus vasallos
favoreció la consolidación del poder de la corona.
EL ESTADO MODERNO
Con el objetivo de lograr una monarquía autoritaria y fuerte los reyes Católicos introdujeron una
serie de reformas, especialmente en Castilla:
-El Consejo Real de Castilla se convirtió en el principal órgano de gobierno
-Se establecieron nuevos cargos como los secretarios reales o los virreyes que gobernaban en los
lugares donde los reyes no estaban presentes.
-Se redujo el papel de las cortes de Castilla.
-Se revitalizó el papel de los corregidores en los municipios.
-Se reorganizó el sistema judicial escalonando la importancia de los tribunales.
-Se creó la Santa Hermandad, una milicia que controlaba los caminos.
En Aragón las reformas tuvieron menos importancia, pero destacaron la creación del papel del
virrey y el sistema de insaculación consistente en la elección de los cargos por suerte entre los
propuestos por el rey.
Antes de la muerte de Carlos II este designó a Felipe de Anjou como su sucesor en un intento de
evitar el desmembramiento de su imperio en vistas de una posible alianza con Francia. Por ello,
en el 1700, cuando muere Carlos II, Felipe es coronado rey y pasa a ser Felipe V.
No obstante, esta decisión perjudicaba al resto de potencias europeas ya que Felipe V tenía
derechos de sucesión al trono francés. Esta posible unión dinástica Francia-España desequilibraría
la balanza de poderes y fue lo que dio lugar a la creación de la Gran ALianza en 1701. Alemania,
Inglaterra y las Provincias Unidas apoyaron al archiduque Carlos contra el candidato de Francia y
España. Lo que comenzó siendo una disputa por el trono español se acabaría convirtiendo en
todo un conflicto europeo.
Incluso dentro de España hubo opiniones encontradas. En Castilla las capas populares
(entiéndase como populares a las oligarquías urbanas, es decir, la baja nobleza y la burguesía)
fueron defensoras de Felipe por venir de una monarquía absolutista y proponer un modelo más
reformista; mientras que la nobleza apoyó a Carlos por miedo a estos mismos cambios ya que
pretendía respetar los fueros y privilegios. En Valencia ocurrió al revés. Fueron los populares
quienes apoyaron a Carlos y los nobles los que apoyaron a Felipe. Solo en Cataluña se encontraron
los intereses de ambos grupos en la figura de Carlos. Además, lo ocurrido con Francia durante la
rebelión de 1640 (su conquista de Cataluña y la presión hecha para su rendición) les hizo rechazar
al candidato francés.
Pese a que hubo algunas batallas favorables para Felipe V como la de Almansa, Brihuega o
Villaviciosa, lo que verdaderamente inclinó la balanza a su favor fue, en el plano interior, la
conquista de Barcelona en 1714 y la abolición de sus fueros; y en el plano internacional, la muerte
de José I.
José I era el emperador de Austria y el hermano del archiduque Carlos. Al morir sin descendencia,
el título pasó a su hermano quien se convirtió en Carlos VI de Alemania.
Como consecuencia de este hecho, la Gran ALianza se disolvió pues de seguir apoyando a Carlos,
la balanza de poderes se volvía a desequilibrar. Ya no interesaba que fuese rey de España pues
entonces tendría bajo su poder las coronas hispánicas y austríacas.
El imperio Austríaco ganó el Milanesado, Flandes, Nápoles y Cerdeña, así como la hegemonía
continental compartida con Francia.
España perdió todas sus posesiones Europeas y la colonia de Sacramento (ganada por Portugal);
a cambio, la dinastía borbónica pudo establecerse en el trono.
A partir de entonces se impuso una política de equilibrio continental que intentaba evitar la
supremacía de una potencia sobre las demás en pos de un respeto mutuo.
Uso del predominio de la razón para alcanzar la verdad; y uso de la crítica y la libertad
para rechazar lo opuesto a la razón.
Defensa de la autonomía del poder político, la cual debía controlar, sobre todo, al poder
religioso.
Tolerancia religiosa como manifestación de la libertad y la pluralidad humana.
Interés por las actividades productivas y la mejora de las condiciones de vida, como
medio para conseguir la felicidad.
Reformas religiosas: los ilustrados quisieron disminuir el poder de la Iglesia. Carlos III
acentuó el regalismo.
A pesar de todas las reformas, el despotismo ilustrado tuvo importantes limitaciones. En el
momento en el que las reformas afectaban a las estructuras del Antiguo Régimen o a las
estructuras sociales, se paralizaban.
La ascensión al trono de Isabel II no sólo constituía una ruptura con la tradición sino la entrada
en el escenario político del liberalismo moderado, no por la ideología de la reina (o en este caso
la regente, María Cristina, por la minoría de edad de Isabel) sino por la necesidad de pactar con
ellos para poder gobernar. Todos los cambios que esto suponía chocaron con el afán de
continuidad del carlismo.
Ellos proponían volver a un absolutismo más puro pues consideraban que Fernando VII había
relajado su acción como consecuencia de las malas influencias recibidas por parte de sus
consejeros. En ningún momento ponían en duda al rey sino a sus asesores ya que, como buenos
defensores del Antiguo Régimen, creían que el rey era designado directamente por Dios y no
podía equivocarse. Además pretendían volver a la división de la sociedad en estamentos así como
a los privilegios que gozaban las clases altas. Igualmente esperaban acabar con el cariz laico que
el liberalismo proponía para volver a una sociedad devota, donde el trono y el altar iban de la
mano.
Por todo ello, Carlos fue apoyado por la aristocracia, el clero (especialmente el bajo) y el
campesinado. A todos ellos les beneficiaba las propuestas del carlismo. La aristocracia volvería a
gozar de los privilegios de antaño, el clero se vería libre de la desamortización que estaba
sufriendo como consecuencia de las propuesta de los liberales y los pequeños propietarios tenían
arraigadas unas tradiciones muy antiguas que se resistían a soltar, además de que eran poco
cultos, apenas si les llegaban noticias y estaban muy influenciados por los discursos de los
párrocos de las iglesias.
En cuanto al ámbito geográfico, el apoyo carlista estuvo presente en toda España pero
especialmente en el mundo rural. Y es que es obvio, en el mundo más tradicional prevalecen los
valores más tradicionales. En las ciudades apenas hubo apoyo al carlismo pues a la burguesía que
las dirigía les favorecía más el liberalismo. Así mismo, dentro del mundo rural, los principales
apoyos estuvieron en las Provincias vascas, Navarra, la Cataluña más profunda y el Maestrazgo.
A diferencia del sur y sus latifundios, en el norte persistieron gran cantidad de pequeños
propietarios. Igualmente, en esas zonas el carlismo se hizo aún más fuerte pues defendían el
foralismo.
Esta pugna continua entre absolutismo y liberalismo fue la razón principal por la que se dio la
primera guerra carlista (1833-1840). Este conflicto comenzó siendo algo de carácter provincial,
un levantamiento de los carlistas tras la muerte de Fernando VII en las provincias vascas y
Cataluña pero a partir de la muerte del carlista Zumalacárregui se convirtió en una lucha nacional
en la que destacó el papel del general Cabrera.
La división de los carlistas entre conservadores y menos radicales permitió la firma del Convenio
de Vergara.
La segunda guerra carlista, que muchos historiadores ni siquiera la consideran como tal, se dio
en Cataluña cuando fracasaron las intenciones de casar al hijo de Carlos con Isabel II.
La principal consecuencia de estas guerras fue la victoria definitiva del liberalismo. El carlismo,
entendido como movimiento político e ideológico, no desapareció (en realidad tuvo relevancia
hasta el siglo XX) pero perdió toda oportunidad de restaurar el Antiguo Régimen y con él todas
sus características como la sociedad estamental. Sus representantes no fueron exterminados,
siguieron presentes en el panorama político pero desaparecieron en el plano militar. Otra
consecuencia importante fue el protagonismo político que tomaron los militares a partir de ese
momento, quienes se convertirían en los principales líderes políticos..
BLOQUE III, ESTÁNDAR 5
“Describe las características de los partidos políticos surgidos durante el reinado
de Isabel II.”
La aparición del liberalismo en el escenario político motivó el florecimiento de numerosos
partidos políticos de distintas tendencias, especialmente durante el reinado de Isabel II.
Bajo el mando de Fernando VII, paralelamente a la corriente absolutista ultrarrealista, los liberales
se escindieron en dos corrientes que, en los años venideros, tendrían gran relevancia política: los
moderados y los exaltados.
Este panorama político se mantuvo durante las regencias. Lo único que varió fueron los nombres.
Los ultrarrealistas pasarían a llamarse carlistas y los liberales exaltados, liberales progresistas.
No obstante, con el reinado de Isabel II aparecieron nuevos partidos. Los moderados siguieron
existiendo bajo el gobierno de Narváez. El ala izquierda moderada y el ala derecha progresista se
unieron formando un partido de centro denominado Unión liberal y encabezado por O´Donell.
Los progresistas continuaron su trayectoria política liderados por Espartero. Por otra parte, el ala
izquierda del progresismo creó el partido Demócrata. Igualmente, los carlistas siguieron
existiendo aunque no tuvieron ninguna oportunidad de gobernar.
Así pues, quedó establecido un panorama político muy variopinto
El partido carlista continuó luchando por la restauración del Antiguo Régimen, el absolutismo
monárquico y el foralismo, entre otras cosas. Pese a tener el apoyo de parte de la nobleza y del
campesinado nunca llegaron a cumplir sus objetivos.
El partido moderado fue el más favorecido por la reina por intentar reconciliarse con los carlistas,
promulgar la soberanía compartida rey-cortes, el sufragio censitario y por buscar el orden sobre
todas las cosas. Representaban únicamente a las clases más altas
La Unión Liberal era un término medio entre moderados y progresistas aunque defendían
también el orden, la soberanía compartida, y representaban a las clases acomodadas.
El partido progresista buscaba, por su parte, la soberanía nacional, la instauración del
librecambismo y de un sufragio censitario más amplio. No obstante la única manera que tenían
de llegar al poder era mediante pronunciamientos debido al apoyo continuado de la corona a los
moderados. Eran apoyados por las clases medias.
El partido demócrata representaba la ideología más izquierdista de la época, planteando medidas
como la soberanía popular, el sufragio universal masculino, la elección democrática de cargos o
la limitación al mínimo de los poderes del rey.
La principal razón para la aparición de tan numerosos partidos políticos la encontramos en el
personalismo de los integrantes de dichos partidos. Estos se aseguraban de conseguir una buena
red clientelar basada en la fidelidad personal. Frecuentemente las personalidades de un mismo
partido no se ponían de acuerdo y eso, en ocasiones, les llevaba a crear los suyos propios.
Otra característica de este este sistema era la corrupción y el arreglo electoral,
independientemente del partido gobernante. Aquí ya comenzó a establecerse esa red clientelar
que más tarde se denominaría caciquismo y constituiría la base de la Restauración.
Por otra parte, el sufragio censitario (ya fuese más amplio o menos) dejaba fuera a la gran mayoría
de la población; solo votaban aquellos con un gran poder adquisitivo.
La primera fue la de Mendizábal y puso su foco de interés en las tierras de la iglesia y las órdenes
religiosas, especialmente las del clero regular lo que originó el exclaustramiento de miles de
monjas y frailes causando la desaparición de muchas órdenes.
La primera reacción de la iglesia fue la excomulgación de todos aquellos que comprasen los
bienes desamortizados; más tarde optaron por apoyar la causa anti-liberal.
La razón para las expropiaciones de tierras de la iglesia es que estas no podían ser vendidas,
hipotecadas o cedidas (lo que se conoce como “manos muertas”) y como consecuencia eran
arrendadas a muy bajo precio a campesinos, cumpliendo más una función social que económica.
Por lo tanto eran tierras de escaso rendimiento y eso los liberales lo entendían como un gran
atraso.
La desamortización de Madoz tuvo lugar años más tarde y fue mucho mayor en volumen (casi el
doble) que la de Mendizábal. Esta también afectaba a las tierras de la iglesia pero introdujo una
novedad: se comenzaron a desamortizar los bienes de los ayuntamientos rurales. Estos
ayuntamientos poseían bienes de dos tipos: propios, que se arrendaban a los vecinos del pueblo;
y comunales, propiedades que eran explotadas por todos los vecinos, como podía ser un bosque.
Al ser esta la desamortización que mejor se hizo se convirtió en el modelo para el resto de
expropiaciones durante el siglo XIX. Se acabaría congelando en 1856 con el cambio de gobierno.
Los objetivos de ambas desamortizaciones fueron similares: amortizar la deuda pública y poner a
la venta los bienes desamortizados ya que era una buena manera de que el Estado consiguiera
ingresos extraordinarios.
Sin embargo, aunque sí ayudaron a sanear la deuda, el éxito fue relativo puesto que consiguieron
menos de lo que esperaban.
Otro de sus objetivos era modernizar el mundo rural. Si los burgueses eran los propietarios de las
tierras podrían invertir dinero en ellas y aumentar su productividad. No obstante, este éxito
también fue relativo puesto que muchos de ellos simplemente dejaron las cosas como estaban.
El objetivo que sí tuvo éxito fue el cambio de la estructura de la propiedad. Como consecuencia
importante se consolidó una poderosa burguesía terrateniente. Aunque en realidad es lógico que
esta campaña triunfase puesto que la burguesía era la que controlaba el Estado por lo que podían
crear leyes para desamortizar propiedades y después comprarlas ellos mismos.
Por otra parte, las desamortizaciones vistas desde el otro lado tuvieron consecuencias distintas.
Aparte de las consecuencias antes nombradas (apoyo a la causa anti-liberal y excomulgaciones)
también se tuvo que llegar a un acuerdo con la iglesia para que aceptasen la situación, el
concordato de 1851, donde se les concedía el privilegio educativo o la paga del Estado a sus
miembros, entre otras cosas.
LAS CLASES MEDIAS: también conocidas como clases productivas, eran un grupo en crecimiento
que abarcaban clases sociales altas y bajas.
• Clase media rural: formada por los propietarios medianos, no terratenientes.
• Clase media urbana: más numerosa integrada por comerciantes, funcionarios, militares,
periodistas…
Construyeron un grupo muy influyente que formaba la administración tanto local como estatal,
también tenían un gran compromiso político.
LAS CLASES POPULARES: constituían el resto de la población y excluía a los marginados.
• El campesinado: durante la segunda mitad del siglo la mayoría (labradores, ganaderos,
pastores…) vivían en el campo, pero al producirse el éxodo rural comenzaron a irse a
ciudades como Barcelona, Madrid. La mayoría de los campesinos eran jornaleros, sobre
todo en el sur que trabajaban en latifundios donde predominaba el secano.
• Las clases bajas urbanas: formada por el sector servicios, artesanos, artesanos y obreros
de la industria con condiciones laborales muy duras.
LOS MARGINADOS: los pobres naturales o mendigos, vivían de la caridad. Por otro lado, estaban
los vagos, vagabundos o maleantes.
LA MUJER: quedaba reducida a tareas de hogar y la crianza de los hijos o trabajaba como criada,
asistenta, lavandera…
BLOQUE III, ESTÁNDAR 9
“Compara el Estatuto Real de 1834 y las constituciones de 1837, 1845 y 1869”
Hasta 833 solo encontrábamos disputas entre absolutistas y liberales, pero a partir de 1833 las
disputas son mayores entre moderados y progresistas y dan lugar a tres textos constitucionales
durante un mismo régimen político.
Las constituciones presentan las escasas diferencias entre si mediante estos cinco criterios: La
soberanía, las Cortes, el rango de derechos y libertades y la confesionalidad del Estado.
Estatuto real de 1834 : Es una carta otorgada incompleta, es decir un texto concedido por el
monarca. Se crea como detalle de la regente a los liberales que la apoyan.
La soberanía se encuentra en el Rey y las Cortes junto con el enorme poder del monarca. En
sufragio censitario muy restringido limitando la condición de elector al 0,2% de la población. Se
crea un Parlamento al estilo liberal, bicameral (un estamento de los próceres y otro de los
procuradores), para un mayor control, simplemente se limitaban a aprobar las leyes del
monarca.
Constitución 1837: Elaborada por los progresistas durante la Guerra Carlista (inspirada en la de
1812). Por la situación que se vive en aquel momento es sancionada en junio.
La soberanía reside en la nación. El sufragio es más amplio porque los progresistas quieren
incluir a más lectores aunque no supera el 5 %. Las cortes son bicamerales (senado y Congreso
de los Diputados) hay una clara división de poderes: Legislativo, Ejecutivo y judicial. Los derechos
y las libertades son amplios como la libertad de imprenta. No se respeta la libertad religiosa y la
corona es moderadora.
Constitución 1845: Hasta el final del reinado de Isabel II en 1868. Es la forma de expresión del
liberalismo doctrinado. Consistió en la reforma de la Constitución anterior a un sentido más
liberado. La soberanía era compartida entre el rey y las Cortes. El sufragio queda establecido por
la riqueza de los votantes. Las cortes son bicamerales pero el Senado y el Congreso recuperan
un equilibrio de poder. Los derechos y libertades son moderados. Se limita la libertad de
expresión dando lugar a la censura y España se retoma como un Estado católico.
Constitución 1869: Corresponde un momento histórico muy distinto en el que los cambios eran
más sustanciales. Se promulga en Junio.
La soberanía era nacional. El sufragio es universal y masculino para mayores de 25 años. Las
cortes son bicamerales y el Senado está formado por grandes contribuyentes. Se amplia la
declaración de derechos individuales como: La libertad de culto, enseñanza, educación...
Finalmente, tras un concurso por Europa, Amadeo de Saboya fue proclamado rey. Su reinado,
de apenas dos años, estuvo caracterizado por la inestabilidad y los continuos conflictos.
Nada más ser proclamado rey, Prim, su mayor apoyo, fue asesinado, por lo que se vió sin apoyos
en un gobierno sin afianzar. Los progresistas se encontraban divididos entre conservadores
(Sagasta) y reformistas (Zorrilla), con gobiernos muy desprestigiados, la guerra en Cuba
continuaba y, además, estalló la tercera Guerra Carlista con levantamientos en Barcelona,
Valencia, el Maestrazgo y las Provincias Vascas. El conflicto había continuado activo por la
resistencia de los campesinos a las nuevas formas de producción capitalista, la resistencia de los
antiguos territorios forales al centralismo y la resistencia de la religiosidad tradicional a los nuevos
cambios.
Por todo ello Amadeo renunció a la corona.
Esa abdicación causó un gran problema ya que debían decidir si buscar a otro rey, con todo lo
que ello suponía, u optar por la república. Esa es la razón por la que unas cortes que no eran
mayoritariamente republicanas tomaron esa decisión, proclamando la Primera República en
1873.
De todas formas, y pese a la elección tomada, no hubo consenso sobre qué modelo aplicar y
además debían hacer frente a los problemas de legitimidad.
Prueba de la diversidad de proyectos políticos y la pugna entre republicanos federales y
centralistas es la sucesión de cuatro presidentes en menos de un año.
El primero fue Estanislao Figueras quien, tras planear un golpe de Estado por miedo a que ganaran
los federales, fue sustituido por Francisco Pi i Margall, de ideología federal. Durante su gobierno
surgió el Cantonalismo, un movimiento que pretendía llevar hasta las últimas el Federalismo para
evitar la radicalización de la derecha. Fue fruto del deseo de los federalistas más radicales de
hacer efectivo ese movimiento. Con ello se comienza a ver la amenaza de la revolución obrera, el
socialismo y el marxismo.
Este hecho dividió aún más a los republicanos e hizo que fuese sucedido por Nicolás Salmerón
bajo el gobierno del cual se inició la represión. Al negarse a firmar una sentencia de muerte fue
sustituido por Emilio Castelar, de ideología centralista.
Debido a la gran inestabilidad el general Pavía tomó el congreso poniendo fin a la Primera
República. En cambio, se instauró una dictadura personal de Serrano, la cual reconocía la
Constitución de 1869, daba una mayor importancia al ejército y suspendía las libertades y
derechos.
En 1874, Martínez Campos llevó a cabo otro pronunciamiento militar que fue usado como excusa
por Cánovas del Castillo (a pesar de que no lo aprobó) para la restauración de los Borbones en la
figura de Alfonso XII, hijo de Isabel II.