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Industrias Haceb S.

A es una compañía colombiana de electrodomésticos con sede


en Copacabana, al norte de Medellín,2departamento de Antioquia. Manufactura productos
de calefacción y refrigeración doméstica y comercial, los cuales comercializa sus
marcas Haceb e Icasa a través de distribuidores autorizados en Colombia y países
como Estados Unidos, México, Venezuela, Ecuador, Perú y Costa Rica, entre otros.3
La Compañía fue fundada en 1940 por José M. Acevedo en un pequeño taller de
reparaciones eléctricas. Por ese entonces, en plena Segunda Guerra Mundial, había
dificultades para el suministro de derivados del acero y de otros materiales usados por
la industria militar, lo que anulaba las importaciones de productos nuevos. Esto se
convirtió en una oportunidad para ampliar el objetivo del taller hacia la producción
industrial. Fue así como nació lo que hoy casi 70 años después es Industrias Haceb S.A
En 2011, El Colombiano otorgó a HACEB el premio El Colombiano ejemplar en la
categoría Economía y Negocios.45. A 2017, Industrias Haceb era la principal productora de
electrodomésticos y gasodomésticos del país, aunque en 2017 bajó sus ingresos 14,4% al
facturar $657.240 millones frente a $767.905 millones del 2016, y tuvo pérdidas por
$17.779 millones.

Empleados: 3.000

Productos

 Estufas
 Refrigeración
 Lavadoras
 Calentadores de Agua
 Microondas
Los secretos de Haceb
Aunque en electrodomésticos no existe quizás en Colombia una marca tan
consolidada como Haceb, muy pocos conocen los motivos de su éxito.

 Los secretos de Haceb


Si debe encontrarse una sola razón para definir la gran solidez de Haceb,
no hay que buscarla en complejas teorías sobre mercadeo y administración.
Directivos, trabajadores y clientes constituyen allí tres personas distintas
dentro de una original simbiosis, cuyo resultado más visible es una tradición
de excelencia sin muchos paralelos en el país. Más que de cifras, en Haceb
se habla de estimular estados de conciencia: uno para preservar la calidad
de sus productos, otro para seguir fortaleciendo el servicio al cliente y un
tercero para mantener los precios en un rango que los usuarios puedan
costear sin sacrificios.

Desde los días en que José María Acevedo montó su primer taller artesanal
de reparación de cocinas, el ingenio y el trabajo en equipo se han
convertido en otras dos constantes de esta empresa antioqueña, radicada
en Medellín.

Acevedo tuvo que superar muchos obstáculos -técnicos y financieros- antes


que él y su único ayudante de doce años de edad pudieran elaborar la
primera parrilla eléctrica que les trajo el éxito. Después vinieron los primeros
pedidos y la necesidad de estructurarse como empresa, inicialmente con
nombres como Taller Eléctrico Medellín y Electricidad Medellín, hasta llegar
a la actual razón social. Hoy día, Haceb es una empresa con 2.000
trabajadores, y metas de producción en sus plantas de calefacción
(Medellín) y refrigeración (Copacabana, Antioquia) de 900 mil unidades para
1995.
El esmero de Acevedo lecha permitido a Haceb colocarse a la vanguardia
como primer productor de estufas, hornos y calentadores, con más del 90%
del mercado nacional, según cifras de la Andi. Y aunque sólo desde 19651a
firma ingresó en el área de refrigeración, hoy día, con sus 650 neveras
producidas y terminadas diariamente, posee cerca del 35% del mercado
colombiano, compitiendo de igual a igual con otras fuertes marcas
nacionales e internacionales como Polaris (de Philips), Icasa y Centrales.
Pero Haceb es la única fábrica de neveras, tal vez en el continente, que
produce, a un mismo tiempo, 10 referencias y cuatro colores, gracias a la
versatilidad de su sistema productivo, basado en la autenticidad. En las dos
fábricas, los orígenes modestos de la empresa condujeron a desarrollar la
estrategia de trabajar con maquinaria propia para reducir costos.

El componente de maquinaria con la marca Haceb asciende hoy a un 50%


del inventario total. El propio Acevedo dice que nunca ha querido entrar en
la fabricación de un producto "cuya técnica no sea dominada por nosotros".
Este entusiasta fundador ha llegado hasta el punto de salir a comprar
tecnología y volver con la mitad del pedido. El resto lo diseña y construye en
Medellín, con base en sus observaciones directas. "Aquí, gran parte de la
felicidad radica en hacer nuestra

propia maquinaria", dice Rodrigo Zuleta, gerente de la fábrica de


refrigeración. Con mecánicos empíricos al frente de los departamentos de
maquinaria y electricidad, la idea es convertir a Haceb en un laboratorio de
ideas y en un lugar de aprendizaje tan efectivo como cualquier universidad
tecnológica.

Este nivel de recursividad -propio de una empresa con sus orígenes- es un


importante factor de peso a la hora de mantener bajo control los precios al
consumidor. Estar en condiciones de elaborar sus propios equipos le
permite a esta industria obtener ahorros considerables frente a las marcas
extranjeras más cotizadas. Por ejemplo, un tren de corte importado puede
costar por encima de los $250 millones, mientras que en Haceb se elabora
con una inversión cinco veces menor, y con aplicaciones ajustadas a las
necesidades específicas de la empresa, amén de prescindir de técnicos
extranjeros para tareas de control y reparación.

Haceb también se ha resistido a la tentación de robotizar, pues ese avance


sólo lo justificaría el tamaño del mercado. En América Latina, por ejemplo, el
gigante del ramo es Brasil, cuya producción, en un mes, es igual a la de
Haceb, en un año.

El componente de mano de obra, por tanto, seguirá siendo intensivo, y la


compañía mantendrá una combinación adecuada para no arriesgar puestos
de trabajo. Acevedo, en particular, ha llegado hasta el punto de echar atrás
planes para mejorar ciertos procesos, si con su incorporación se pone en
peligro un solo empleo. En realidad, aquí reside el otro componente de éxito
de la empresa: la estrecha relación con sus trabajadores.

Por donde se mire, el panorama laboral de Haceb denota una permanente


preocupación por el bienestar colectivo. La filosofía es despertar un enorme
sentido de compromiso con las dos fábricas y sus respectivos productos, y
para ello ha desarrollado una relación basada en el respeto mutuo y la
confianza. Desde hace varios años desapareció el reloj de control en las
dos plantas. El operario que por algún motivo se retrase reporta.
voluntariamente la demora, y también voluntariamente repone en otros
turnos el tiempo perdido.

Otra práctica del pasado es la requisa del personal a la hora de salida, por
considerarla humillante y negativa. "En Colombia no hacemos más que
pedirles a los trabajadores que confíen en nosotros, pero nosotros, con esos
procedimientos, somos los primeros en desconfiar de ellos", dice Darío
Valencia, gerente general de Haceb. Desde la entrada en vigencia de estas
normas, el índice de pérdida de herramientas y materiales es ínfimo. Y ya
no es el supervisor quien se encarga de detectar la posible manzana
podrida, sino los mismos compañeros. Según Zuleta, el trabajador sabe a lo
que viene, y basta decírselo una vez.

Otra manera de garantizar una sana actitud laboral es el interés que


demuestra la empresa en el bienestar de las esposas e hijos de los
trabajadores. En las planas directivas existe el convencimiento de que si el
trabajador siente que los suyos están protegidos, habrá más tiempo y
energía para rendir y ser eficiente. Haceb es quizás una de las pocas
industrias colombianas con un completo club deportivo en sus instalaciones,
para goce de sus operarios después de la jornada habitual. El club incluye
piscina y canchas reglamentarias de fútbol, baloncesto y volibol, entre otros
esparcimientos.

Por otra parte, la alimentación diaria, en horarios de trabajo, también es


gratuita. "En nuestra empresa el trabajador sólo tiene que poner el apetito",
dice Zuleta. El almuerzo es subvencionado en su totalidad, y no hay vales ni
descuentos de nómina. Y si el empleado decide repetir, nadie interfiere.

El buen trato al trabajador va desde el primero hasta el último día, como lo


reflejan los programas para los 70 jubilados actuales. Cada miércoles, los
ex trabajadores visitan la planta, se toman un refrigerio con sus viejos
compañeros, asisten a charlas o conferencias sobre cuidados de la salud y
participan en otras actividades recreativas y culturales. "Aquí nunca damos
la espalda a quienes ya nos sirvieron", dice Valencia. "Después de todo, la
empresa les debe a ellos gran parte de lo que actualmente es".

El orden y la limpieza son también notorios en cualquier visita. El programa


Asorse (aseo, orden y seguridad) ha sido diseñado para que cada
trabajador vele por la presentación de su puesto de trabajo y la suya propia.
Quien más se esmere recibe puntajes y participa en la elección del mejor
trabajador del mes. El ganador invita a sus padres o a sus hijos para que
pasen un día en cualquiera de las dos sedes, con almuerzos, refrigerios y
regalos incluidos.

La calidad de Haceb está respaldada por una gran lealtad de marca, y en el


caso de las neveras, por el sello de calidad Icontec. En su mayor parte, es
el resultado de sus prácticas laborales, porque, como dice Valencia, "en
nuestro caso no hay diseño ni tecnología que valga si el trabajador no pone
de su parte".

Para complementar la durabilidad de los productos, Haceb ha desarrollado


una compleja red de apoyo a nivel nacional, compuesta por una fuerza de
300 técnicos y 110 vehículos dedicados a la atención al cliente. Un sistema
computarizado clasifica las llamadas y otro de telecomunicaciones garantiza
el despacho de personal de manera casi inmediata. Además, se realiza una
celosa supervisión para saber si el trabajo ha llenado las expectativas del
usuario.

Además, la conciencia de servicio se refuerza aún más con el conocimiento


a fondo del mercado. Los productos Haceb están diseñados y fabricados
para satisfacer la demanda de los segmentos populares, donde un
refrigerador, cocina o cocineta representan, muchas veces, el principal
patrimonio de una familia. Sin perder puntos en estética y diseño, el énfasis
se pone entonces en el funcionamiento y la durabilidad.

En consecuencia, la apertura no ha golpeado a Haceb, sino

que más bien la ha beneficiado. La liberación de aranceles, por ejemplo, ha


facilitado la adquisición de más y mejores materias primas para asegurar la
calidad de los productos.

El contrabando y la inundación de marcas extranjeras son fenómenos que


se registran en los bienes destinados a las clases media alta y

alta, donde una nevera de capacidad similar a una de Haceb cuesta cuatro
o cinco veces más, sin garantía de repuestos ni de servicio. No sorprende,
entonces, que durante los años más difíciles de la apertura -los últimos tres-
la empresa haya crecido entre un 10 y un 11% anual.

En la mejor demostración de todas estas fortalezas, DINERO (julio de 1993)


clasificó a Haceb en el quinto lugar a nivel nacional por desempeño y
solidez, superando a fuertes nombres como Coca Cola de Colombia, Pavco,
Pintuco, Cervecería Aguila y la Compañía Nacional de Chocolates.

Para el experto Carlos julio Rojas Bernal, autor del libro "Empresas
colombianas exitosas" (Grijalbo, Santafé de Bogotá, 1992) estas fortalezas
se resumen en "experiencia, precios competitivos, solidez financiera y
servicio".

Al definir este modo de ser particular, que ha creado reconocimiento en el


país y crecientemente en Ecuador, Venezuela y Centroamérica, Valencia y
Zuleta vuelven a mencionar el compromiso con el trabajador y con el cliente.
No en vano, los dos directivos experimentan una cierta satisfacción cuando
alguien llama a reportar un daño con el siguiente argumento: "Señores, mi
nevera o calentador dejó de funcionar, y apenas tiene 25 años de
comprado".

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