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Rocha de la Cruz Ana Gabriela

Código: 218864541
“Importancia de la Filosofía”

Importancia del estudio de la filosofía en el derecho

Desde la década de los 80, los abogados que día a día litigan y resuelven
sus casos en el poder judicial se han vuelto más “codigueros” y apegados a la
norma escrita. No obstante, no hacen más que reproducirla tal cual, sin
profundizar en ella, pues incluso, se ha perdido la noción argumentativa y el
carácter interpretativo de la norma, bajo una perspectiva iusfilosófica, la cual es
propia de una sociedad jurídica decadente, que en vez de situarnos en un
contexto pensante, nos envuelve cada vez más en una penumbra y sombría
entropía.

La pregunta que nos podríamos hacer, es ¿por qué actualmente vivimos en


una comunidad jurídica que ha dejado de valorar la importante labor de la
Filosofía? ¿Qué ha pasado con los juristas eminentes de antaño, que ahora son
solo un vago recuerdo y no vemos la misma calidad de pensadores jurídicos en la
actualidad? Para saber el por qué los abogados ya no aplican, ni emplean buenos
criterios de interpretación normativa en sus escritos, podríamos decir que esta
tiene sus raíces en una mala y paupérrima enseñanza de la Filosofía del Derecho
en nuestras facultades jurídicas.

La materia de Filosofía del Derecho, que en vez de ir aumentando sus


horas académicas, ahora se ha retirado de los planes de estudios de muchas
facultades jurídicas. Un curso vital y elemental para la formación destacada de
nuestros futuros abogados, va quedando de lado por emplear cursos capitalistas,
que si bien, les proporcionará grandes sumas de dinero o asegurarán sus trabajos
en buenas empresas, hacen que no posean nada en el cerebro.  Una de las
razones del porqué ocurre esto, se debe a la vacua explicación de «no sirve de
nada un curso que nos hable de escuelas jurídicas y pensamiento crítico, ya que
todo eso solo queda reducido a un plano abstracto y teórico, más no práctico».

Amparados en esa respuesta, dejan de lado un curso que pueda ser capaz
de proporcionarle los mejores y grandes conocimientos de la humanidad, como lo
es la filosofía, y en nuestro caso, a los grandes clásicos pensadores del derecho
que nos enseñan a como pensar mejor, pues los desechamos y preferimos «lo
práctico», «lo que da plata», olvidándonos por completo que no puede existir lo
práctico, si no es respaldado por una teoría o pensamiento filosófico que lo
formule.

En la vida, el hombre diariamente es capaz de enfrentar y afrontar los


problemas que se le ponen al frente, pero ya son muchos los abogados que caen
en crisis, quiebran por no tener clientela en sus estudios jurídicos, se endeudan,
se atormentan a sí mismos por su frustración, etc.  Bajo la consigna de «el
abogado que no litiga, no es abogado», muchos viven en este engaño,
olvidándose que el abogado también puede destacar en otros ámbitos y no solo
ser el obrero o marioneta del Poder Judicial o Ministerio Público, o haberse
quemado las pestañas durante seis años de estudio para terminar colocando
Rocha de la Cruz Ana Gabriela
Código: 218864541
“Importancia de la Filosofía”
sellos en mesa de partes o dando informes en la coordinación de los tribunales.
¿Para esto estudian derecho? Privan la enseñanza de la Filosofía del Derecho,
porque la misma sociedad jurídica quiere que el abogado cada día sea menos
abogado, piense menos y no se ponga a cuestionar todo lo que puede realmente
ser capaz de lograr. La Filosofía del Derecho te enseña a leer de manera crítica y
objetiva, pero son los mismos abogados que no quieren leer más de dos o tres
carillas, abandonando completamente la teoría o pensamiento jurídico que puedan
encontrar en las obras de los grandes juristas, pues no se ponen a pensar que la
Teoría del Derecho es una estrategia sólida y convincente para ponerlos en
práctica y obtener los resultados que tanto se busca.

Precisamente la Filosofía del Derecho, trata sobre la búsqueda y solución a


los problemas que el Derecho posee. Muchos aun piensan que el estudio de la
Filosofía del Derecho, solo trata de vanas sendas turbias y confusas de donde no
se extrae nada bueno. Pensar así, es vivir equivocado, pues sin la filosofía del
derecho, no existirían las constituciones políticas y mucho menos los códigos. La
doctrina y el estudio de la Teoría General del Derecho avalan esta postura.

Los abogados quieren aprender cuestiones prácticas y elementales que le


ayuden a solucionar los conflictos de intereses que día a día ven, pero se olvidan
que la Filosofía del Derecho les puede dar muchas más luces de como regular el
comportamiento humano, en base a la norma y en base a la doctrina para obtener
un mejor resultado en el caso. Lo que no dice la ley, lo que no se encuentra en el
espacio jurídico, se encuentra en los confines del universo iuris, que solamente la
Filosofía del Derecho hace que el abogado acceda. No se trata de devorarse un
centenar de libros de Filosofía del Derecho para demostrar erudición o soberbia
ante los demás, se trata de leer mucha Filosofía del Derecho y saber en qué casos
y medidas prudentes, puedo aplicar lo estudiado.

La misma carrera de derecho, sin filosofía, nihil est, porque sin ella,


preguntas como ¿qué es la justicia?¿qué es el derecho?¿qué son las leyes?¿qué
es el estado? No tendrían razón de ser si se busca en una sociedad sin filosofía
jurídica, la aplicación de las respuestas. El buen abogado, debe estar preparado
tanto en la parte práctica, para resolver los problemas de los clientes, pero
también preparado mentalmente y estar dotado de cultura jurídica. El abogado que
aprende Teoría del Derecho, está un paso por delante del simple litigante o
“codiguero”, el cual, muchas veces es superado hasta por un simple “tinterillo” que
sabe mucho más sobre los códigos y leyes que uno que ha pisado la universidad.

En conclusión, podemos decir que no hay nada de malo en que un abogado


se prepare y estudie muy bien sus casos bajo el análisis que hace de los códigos
civiles o penales, pero solo el abogado que aparte de hacer lo propio, estudia y se
preocupa por ahondar en los terrenos de la Filosofía del Derecho, será aquel que
logre superarse –no solo ante otros- sino también a sí mismo.

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