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TRABAJO DE

HERMENEUTICA
BIBLICA.
Capitulo XIV: La Biblia en la vida de la Iglesia.

Integrantes del grupo: Nelson Vásquez. Jonathan Vallecillo. Delio Aceituno.


SEMINARIO MAYOR NUESTRA SEÑORA DE SUYAPA
Capitulo XIV: La Biblia en la vida de la Iglesia.
La exégesis, la interpretación y todo el trabajo y esfuerzo de los biblistas encuentran su
culminación cuando cada cristiano se enfrenta personalmente con la Escritura como Palabra
de Dios.
1. la proclamación de la Palabra.
La proclamación supone un recitado en voz alta en el contexto de una asamblea, la
mayor parte de las veces litúrgica.
El cristiano conocía la Biblia sobre todo mediante su recitado oral, incluso hoy
muchos cristianos conocen la Escritura sólo por su proclamación en la Liturgia.
La Escritura es un libro, principalmente, para ser proclamado. Es allí cuando la
palabra bíblica se manifiesta como Palabra dialogal, un “tú” que se dirige al
“nosotros” que la escucha y la acoge como Palabra viva, interpelante y creadora.
El cristianismo es religión de la Palabra viva, proclamada aquí y ahora.
La liturgia es el ámbito más apropiado para la proclamación de la Escritura.
La palabra de la Escritura, cuando se proclama, convoca y reúne a la Iglesia.

2. Homilía e interpretación de la Escritura.


Fuentes principales de la homilía: la Escritura y la liturgia.
La homilía en sí misma es también una proclamación (SC 35) y ha de tener un
puesto privilegiado en la predicación de la Palabra (DV 24).
La homilía (homilein significa conversar), tiene su lenguaje característico de tipo
conversacional.
En la homilía no se trata de una exégesis científica, tampoco es un sermón ilustrado
con citas bíblicas del pasaje o pasajes leídos.
Se trata básicamente de modo que se descubra cómo lo proclamado acontece “hoy”
en la asamblea.
La homilía exige conocimiento de aquellos a quienes se dirige, de sus problemas y
necesidades, para poder ofrecerles la Palabra proclamada en su concreta actualidad,
en su “hoy” iluminador e interpelante.
Condiciones de la homilía como interpretación de la Escritura:
 La homilía supone el conocimiento y asimilación vital de la palabra proclamada por
parte del predicador (conocimiento del texto).
 se dirige a oyentes personalizados, cuyos problemas, circunstancias y anhelos se
han de conocer bien (éste es el pre-texto).
 se realiza en el ámbito de la celebración litúrgica, en comunión con toda la Iglesia
(el con-texto).
 Ofrece no tanto una interpretación histórico-crítica del texto, cuanto una
confrontación del mundo del texto con el mundo de los oyentes, de modo que surja
la iluminación e interpretación de la palabra de Dios a la realidad y futuro de los
participantes.
 es una interpretación actualizadora de la Palabra de Dios (interpretación
actualizadora).
 Utiliza el lenguaje de la cercanía, de la conversión, de la apelación (estilo propio).

La homilía es un modo específico de interpretar la Escritura actualizándola y haciéndola


llegar a los oídos y a los corazones de los fieles.
II. Sagrada Escritura y Teología.
1. Notas históricas.
La teología nace en cuanto tal como esfuerzo interpretativo de la Biblia.
Modelos básicos entre ambos:
a) El modelo hermenéutico bíblico y patrístico.

La teología cristiana nace con el mismo NT.


Elementos básicos del modelo hermenéutico con el que la época patrística interpreta la
Biblia y hace teología:
 Asunción consciente de todas sus raíces tradicionales.
 relectura actualizada de los textos bíblicos para responder a las nuevas cuestiones
planteadas por el mundo en que vivían
 Apertura a un futuro que se ha de construir desde ahora y que culmina con Cristo.

La teología permanece unida, solidaria e inseparable de la Biblia y de su interpretación.


b) El modelo hermenéutico dogmático y la ruptura entre Biblia y teología
Durante mucho tiempo, la teología y la exégesis medievales permanecieron en la misma
línea unitaria de la época Patrística. Sin embargo, cuando la Biblia entra en la universidad y
se instaura la lectio scholastica (cf. C.x, N, 5). Comienzan a crearse las condiciones que
llevaran insensiblemente a un cambio de método. El objetivo de la lectio sholastica de la
Biblia es buscar una explicación del texto bíblico según el sentido literal sobre el que se
pueda construir la reflexión teológica.
La teología controversista pos tridentina, al acentuar el papel de la tradición y el magisterio
frente al principio protestante de la Sola Scriptura, no hace más que abordar esta ruptura, la
cual se convierte en foso casi insalvable al aparecer, en el Siglo XIX, los métodos histórico
– crítico de exegesis bíblica.
2. La Escritura, alma de la teología según el Vaticano II
a) Antecedentes, de la constitución Dei verbum
La encíclica de León XIII Providentissimus Deus proclama que la Escritura ha de influir en
el estudio de la teología, y ser como su alma. Limitándose así a una valoración positiva del
estudio de la Biblia dentro de los esquemas de la neo escolástica. (EB 99).
Sucede algo parecido en la encíclica Scriptura sanctae de San Pio X, Benedicto XVI que
repite la expresión de León XIII de igual manera sigue situando en el contexto de la prueba
de Escritura.
Por otra parte Divino Afflante Spiritu de Pio XII se mueve en el horizonte más amplio y
ofrece una visión más completa de la función de la Escritura en la reflexión teológica, al
afirmar que no solo es fuente de los argumentos teológicos, sino que ha de estar en la base
de toda doctrina de fe y costumbres.
b) La Constitución Dei Verbum
“La Sagrada Escritura contiene la Palabra de Dios y por ser inspirada ha de ser como el
alma de la Teología” (DV. 24). En estas palabras se presenta la Escritura como el
fundamento de toda reflexión teológica, debe sin embargo ser interpretada en el ámbito de
la tradición.
La tradición es la manifestación concreta de la acción iluminadora y actualizadora, del
Espíritu en la Iglesia. La teología se vuelve así capaz de responder desde la fe y la Palabra
de Dios a las cuestiones que se plantean los contemporáneos. Esto es la que la convierte en
viva y actual, evitando que se reduzca a un conjunto de doctrinas fosilizadas que se repiten
una y otra vez. A esto parece referirse la constitución conciliar cuando afirma que la
Escritura es <<como el alma de la teología>>.
Un modelo hermenéutico integrador
El modelo hermenéutico dogmático, que considera la Escritura como un mero depósito
material de doctrina, es insuficiente. El concilio propone algo muy complejo y
enriquecedor. Abrirse al misterio de Dios que se nos comunica en la Sagrada Escritura, la
cual contiene y es Palabra viva de Dios. Mostrando así que los teólogos y biblistas tienen
una tarea común: acercarse al misterio de Dios revelado en Cristo.

III. BIBLIA Y MINISTERIO DE LA PALABRA


<<Toda la predicación de la Iglesia se ha de alimentar con la Escritura y por ella debe ser
orientada >> (DV.21). <<El ministerio de la palabra incluye, la predicación pastoral, la
catequesis, toda la instrucción cristiana y, en puesto privilegiado, la homilía, recibe de la
palabra de la Escritura alimento saludable y por ella da frutos de santidad>> (DV. 24).
1. La predicación
Entre las variedades del ministerio de la palabra esta la predicación. El ministerio de
predicar la palabra de Dios es la forma más habitual en la Iglesia, de interpretar la Escritura,
descubriendo su dimensión actual haciendo presente su fuerza transformadora.
2. La catequesis
Entre los ministerios de la palabra figura también la catequesis la cual consiste en la
iniciación fundamentada y sistematizada a la vida cristiana, tras la acogida del evangelio
por el catecúmeno que ha escuchado su anuncio (kerigma), la catequesis (didakhé) le
introduce sistemáticamente en la fe, la liturgia y el estilo de vida cristiana. Los grandes
catequistas de la época patrística han predicado sus catequesis en el marco de la
preparación al bautismo. La catequesis se separa de la Escritura, que se convierte casi solo
en el elemento ilustrativo a partir del final de la Edad Media.
El movimiento catequético de nuestro siglo complementado por el movimiento bíblico y
litúrgico, ha recuperado las raíces tradicionales de la catequesis y el lugar de la sagrada
Escritura en ella, tal como afirman los textos conciliares indicados. La catequesis se
constituye ahora a partir de tres elementos: la experiencia humana y cristiana del
catecúmeno; la Palabra de Dios contenida en la Escritura y transmitida en la tradición y la
expresión de la fe. Tanto en sus formas de confesión como de celebración y compromiso.
El primer lenguaje de la catequesis es la Escritura y el Símbolo.
IV. LA LECTURA DE LA BIBLIA
DV. 25 es el numeral con el que concluye la invitación el Concilio Vaticano II a que todos
los fieles de la Iglesia lean la Escritura, después de pedir que todos tengan fácil acceso a la
Biblia. Tales palabras recogen la exhortación más solemne y autorizada que la Iglesia haya
hecho jamás a sus fieles para inculcarles la lectura de la Biblia.
1. la lectura de la Biblia en la Iglesia
a) una práctica recomendada
Durante la Edad Media, la Biblia era leída sobre todo en los monasterios, donde se practica
la lectio divina tan recomendada por San Bernardo, y en las universidades. La escasez de
códices, su alto precio y alto analfabetismo entre gran parte del pueblo cristiano hacían
imposible la lectura masiva de la Biblia, que sin embargo es también recomendada a los
laicos y traducida a las lenguas vernáculas del s. XI.
En el s. XIV la Biblia llega al pueblo cristiano a través de la liturgia y la predicación; y en
no pocas ocasiones mediante las representaciones dramáticas hechas en las puertas de las
catedrales, además de las manifestaciones artísticas de inspiración bíblica en los retablos, la
imaginería y las vidrieras de las catedrales.
b) Tiempo de limitaciones.
La lectura de la Escritura es útil y necesaria en todo lugar y para toda clase de personas (DS
2479ss). No son una mera consecuencia del ambiente enraizado que se había formado
entorno a la biblia en la Iglesia Católica desde los tiempos de la reforma protestante.
c) De nuevo un libro abierto para todos.
En cuanto a Nos, Venerables Hermanos, a ejemplo de San Jerónimo jamás dejaremos de
exhortar a todos los fieles cristianos a que hagan su lectura cotidiana de la Biblia,
principalmente de los Evangelios de nuestro Señor, de los Hechos de los Apóstoles y de las
Epístolas, esforzándose en convertirlos en savia de su espíritu y sangre de sus venas.
(EB490).
2. La lectura de la Biblia en comunidad y en grupos.
a) Logros, dificultades y tipos de lectura comunitaria.
La biblia se ha revelado como un claro estímulo para la práctica verdaderamente
dinamizadora de la comunidad.
b) Factores que se deben tener en cuenta.
 El conocimiento del texto y de las mínimas exigencias exegéticas.
 Preparación del texto bíblico.
 Conciencia del pre-texto.
 Exigencias de comunicación, las exigencias didácticas pastorales.
c) Lectura integrista en la Biblia.
El reconocimiento de la palabra de Dios se ha manifestado en la palabra humana y,
por consiguiente, exige un esfuerzo de interpretación es la base para superar
cualquier consideración integrista de la Biblia, cuyo mayor peligro son los
fanatismos de diversos cuño.
El integrismo bíblico consciente se distingue para conceder a la palabra de la
Escritura un valor absoluto, afirmando que es comprensible por sí misma, no
requiere interpretación alguna y tiene una autoridad total por ser Palabra de Dios.
d) Cursos y grupos Bíblicos populares.
Entre los otros medios que DV 25ª propone para facilitar el conocimiento y la
lectura de la Biblia deben enumerarse los cursos y las reuniones de grupos bíblicos
que, con carácter de alta divulgación o simplemente populares, se extienden
actualmente de muchas maneras en la Iglesia entre ellos los hay de muy diversos
tipos y orientaciones.
 Cursos de orientación pastoral y apostólica.
 Cursos de orientación formativa.
 Cursos formativos organizados de alta divulgación.
 Cursos de orientación más directamente espiritual.
3. Lectura espiritual de la Biblia.
a) Marco general.
Con el término espiritualidad suele entenderse una doble dimensión del creyente: la
radicación en el acontecimiento de la revelación de Dios, llevó a cabo
históricamente en Cristo y se hace presente en la Iglesia por la palabra de Dios y los
sacramentos, y la apropiación personal del mensaje Salvador de Cristo por cada
cristiano, que lo conduce a una actitud cristiana constantemente renovada en el
marco general de la respuesta que la Iglesia da a la Palabra de Dios.
b) Lectura espiritual de la Biblia.
La iniciativa parte siempre de Dios, es el quien quiso revelarse a sí mismo y
manifestar el misterio de su voluntad a los hombres. Por consiguiente, leer la
Escritura es solo posible porque Dios ha tomado la iniciativa esa lectura ha de
hacerse en el ámbito de la Iglesia.
Esta lectura se define mediante unas notas características: escucha de la Palabra,
actualización en la vida del lector, actitudes por parte del lector.
c) Lectio Divina.
El más clásico en la Iglesia es sin duda el de la lectio divina, que practicaron sobre
todo los monjes occidentales y que puede adaptarse sin grandes dificultades a
nuestro tiempo.
Esta lectura está constituida por dos momentos fundamentales:
 Lectura atenta y religiosa de la Biblia.
 Respuesta del lector mediante la oración.
En realidad, la lectio divina consiste en una conversación o coloquio que se lleva a
cabo mediante la lectura bíblica (Dios habla) y la oración (el lector creyente
responde).
La lectura busca la dulzura de la vida bienaventurada, la meditación la encuentra, la
oración la pide, la contemplación la saborea.

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