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l)resencia Teológica Sal Tcrrae é l.

González Faus

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Colección

Presencia Teológica
5
o
<<ESTE ES EL HOMBRE>>
Estudios sobre identidad cristiana
y realización humana

JOSE IGNACIO GONZALEZ FAUS


,

1
f
(2.ª EDICION)

1'

EDITORIAL SAL TERRAE


Guevara, 20 - SANTANDER

'
' \
Salió Pilatos llevando a Jesús y les
dijo: éste es el Hombre.
(Jn 19,5.)

© EDITORIAL SAL TERRAE - San tander


Portada de Jesús García -Abril
Con las debidas licencias
Pri11led in Spain

ISBN: 84-293-0562-9 Depósito Legal: BI - l.136-1980


La Editorial Vizcaina S. A. - Carre t. Bilbao a Galdacano, 20-BILBA0-4
- '
SUMARIO

!.-DATOS TEOLOGICOS
PAGS.

1.- Cómo delimitar la pregunta por la identidad cristiana 13


' " 2.-La credencial básica de la identidad cristiana:
Dimensiones de la Divinidad de Jesús . . . . . . 21
3.-La identidad cristiana incluye decididamente la lucha
liberadora. Comentario a Ja Declaración de la Comi-
sión Teológica Internacional sobre la Teología de la
Liberación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
4.-La identidad cristiana trasciende y envuelve a la
acción liberadora: la fe en Jesucristo, raíz, plenitud
y compañera de la liberación humana . . 93
Apéndice. -En defensa de las cristologías sudamericanas . . . . 129

II.- CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS


5.-Un modelo histórico de I glesia liberadora 137
6.- Puebla. ¿Una eclesiología para España? 181

III.-ESPIRITUALIDAD. HACIA UNA PRAXI S


DE LA IDENTIDAD CRISTIANA
7.- Notas sobre la experiencia espiritual de los Ej ercicios
de san Ignacio . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
8.-Celibato y opción de clase. Aproximación a la vivencia
de la gracia en la teología de la liberación 249
9.-0pción por los pobres y opción de clase . . . . . . 255
10.- Pluralismo político d e los cristianos y conversión al
Evangelio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261
l 1.- Sabiduría de la Crnz. Manifiesto para un pesimismo
cariñoso . . . . . . . . . . 281
I' 12.--Sobre matrimonio y familia. . . . . . . . . . 295
Apéndice ) .-Grandeza y tragedia de la sexualidad humana 303
Apéndice 2.-Sobre el significado político de la familia . . . 305
13.- Aborto, signo de contradicción. Carta a una cnstiana
a udaz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307
NOTA AL LECTOR

Aquí va otro recuento de artículos. Todos giran alrede-


dor de lo que enuncia el título, aunque no lleguen a dar un
tratamiento sistemático del tema. Por este motivo han que-
dado fuera de la selección algunos escritos que me parecen
demasiado vinculados al contexto concreto en que nacieron
(como los relativos a Puebla o al caso Küng, o la charla sobre
Fe cristiana y sociedad futura, en la obra en colaboración Con-
figuración de la sociedad futura, Bilbao 1977), o que están
dedicados a exposición y crítica de libros (y que aparecieron
en Actualidad Bibliográfica de Filosofía y Teología), o que
son simplemente «notas del árbol caídas» cuyo mejor destino
quizás sea ser «juguetes del viento» de los años. Alguno de
1 .
estos últimos, no obstante, ha entrado aquí al final, por deseo
expreso de los editores.
Con estas salvedades, los capítulos de este libro recogen
todo lo publicado desde la aparición de La teología de cada
día (Salamanca 1976). Lamento no obstante haber agotado ya
aquel título, porque me da la impresión de que los artículos
de ahora tienen mucha huella de esa cotidianidad del «cada
día». Son artículos recientes: los más viejos son de fines del
76. Y sin embargo, al releer algunos de éstos más antiguos he
podido constatar lo velozmente que hemos corrido en España
en los últimos años. No es que los encuentre envejecidos, sino
más bien extraños. No me evocan un rostro familiar pero de-
formado por los años, sino más bien un rostro lejano que uno
10 ESTE ES EL HOMBRE

no acaba de reconocer. Como viajeros de algún tour planificado


por sabias agencias, resulta que antes de haber digerido un
mundo, una ciudad y unas imágenes, ya estamos en otro paisaje
totalmente diverso. Quisiera, pues, que estos artículos sirvan
aquí como las fotos que toman esos turistas, para no olvidarse
de aquello que, a lo mejor, nunca miraron detenidamente. Pero 't 1

pido que se preste atención a la fecha de publicación de cada


artículo, y se piense que fueron concluidos, como mínimo,
unos tres meses antes. Cumplido este requisito, espero que
todavía sigan siendo material de reflexión teológica, en vez de
pura documentación para la historiografía. Porque cambiar
sin asimilar nunca, no es expresión de progreso sino de ines-
tabilidad. .,
Hoy es casi obligado dedicar los libros a algún amigo, l.
y yo quisiera dedicar estas páginas al recuerdo de Pablo VI.
Todos fuimos injustos con él. Tuvo más talla de la que supi- Datos teológicos
mos reconocerle. Y si a veces fue desesperadamente indeciso,
dubitativo o angustiado, hoy constatamos que era porque
había comprendido decididamente algo que es muy valioso, y
que otros, que dudan mucho menos, no parecen haber com-
prendido tan bien: que la verdad cristiana no se mantiene por
el miedo o la imposición, puesto que aspira a no tener más
arma que su propia luz, por la que quiere ser aceptada desde
el corazón mismo del hombre que ella es capaz de transfor-
mar. Y que la identidad cristiana no es una plataforma desde
la que pueda ejercerse poder contra los que le molestan a
uno. Y que en estas dos cosas, al menos, el Cristianismo pue-
de coincidir con los presupuestos de la Modernidad.

J. I. G. F.
diciembre 1979.
1
COMO DELIMITAR LA PREGUNTA POR LA IDENTI-
DAD CRISTIANA 1'

l. Dimensiones del problema.

Conservar la identidad cristiana es una de las preocupa-


ciones más importantes de muchos cristianos, tanto de dere-
cha como de izquierda, tanto de la iglesia antigua o restaura-
cionista, como de la iglesia nueva o ansiosa de renovación.
Desde un punto de vista puramente teórico, la identidad
cristiana siempre es algo dialéctico y se puede falsificar por
uno de los dos extremos. Por ejemplo: se podría falsificar
porque el evangelio no sea -como lo definió Jesús- «buena
noticia para los pobres», o porque sea para los pobres una
pretendida buena noticia distinta de la de Jesús.
Pero el propósito de estas líneas no es mostrar eso sino
más bien insistir en que la identidad cristiana no puede prote-
gerse teóricamente o sólo con formulaciones teóricas. Así por
ejemplo: Se puede decir que pertenece a la identidad cristiana
el confesar a un Dios Padre, y es verdad. Pero hay maneras
de confesar a Dios Padre, que contradicen a la identidad cris-
tiana. Se puede decir que pertenece a la identidad cristiana
la profesión de la divinidad y de la Resurrección de Jesús, y

(*) Publicado originalmente en Noticias Obreras, n. 0 764 (julio-


agosto 1979) 29-31.
ESTE ES EL llOMDRE DATOS TEOLOGICOS 1;¡

es cierto. Pero hay maneras de profesar la divinidad de Jesús esta otra: si las acusaciones de pérdida de la identidad cristia-
que traicionan decisivamente la identidad cristiana. Se puede na se producen desde dentro mismo, y desde el «lugar herme-
decir incluso que pertenece a la identidad cristiana -la profe- néutico» donde se le plantea a aquella cultura, grupo o perso-
sión de fe en un «Dios trino» y es exacto. Pero ha habido na, el problema de la identidad cristiana. Esta creo yo que es la
formas de profesar la Trinidad gue abandonaban práctica- pregunta primera y que, sin ella, es posible que estemos dis-
mente la identidad cristiana. Se puede decir que la identidad cutiendo sobre posiciones de dedos en cuerdas que suenan
cristiana está configurada por la aceptación creyente de la diferente. Por eso creo que estas líneas obl~gan a precisar an-
Iglesia, y yo lo completo. Pero hay maneras de creer en la tes que nada quiénes son los seres por cuya identidad cris-
Iglesia que abandonan simplemente el carácter evangélico tiana se pregunta, o los lugares desde donde se pregunta por
-y por tanto cristiano- de esa iglesia. Se puede y se debe la identidad cristiana.
decir que pertenece a la identidad cristiana una visión del
hombre que cabría en los dos adjetivos de pecador universal Y aún quisiera añadir, entre paréntesis para cerrar estJ
y absolutamente redimido. Pero hay una manera de entender introducción, que en mi opinión el asunto de la identidad cris-
el pecado y el perdón, que quizás dista años de luz de la iden- tiana no es una calle de dirección única, sino más bien de direc-
ción doble. Es decir: en ella no se circula solamente en direc-
tidad cristiana ... ción de la pregunta a la respuesta, sino que la misma identidad
Alguien pensará quizás que todo se arregla con añadir, cristiana puede señalar en cada época a un lugar o a una forma
a esas fórmulas, ulteriores precisiones teóricas. Yo pienso que de preguntar, como los más auténticos y los más aptos para de-
finir la identidad cristiana. Esto lo recogeremos luego. Ahora
no sólo con eso. Los elementos teóricos son algo así como las ya es hora de que intentemos mostrar - nada más- las diver-
posturas de los dedos en un instrumento de cuerda. Ocurre sas formas de preguntar hoy en día por la identidad cristiana.
que si son distintas las notas-base de las diversas cuerdas,
una misma posición de los dedos producirá melodías muy di-
versas o simplemente disonancias insolubles. O dicho de una 2. Acercamiento al problema desde el mundo desarrollado.
manera más abstracta: el problema nunca es sólo «la identidad
cristiana», sino la identidad cristiana de alguien. Y cada época, En general, cuando la teología académica busca hoy des-
cada cultura, cada misterio personal forma parte también cribir la identidad cristiana, su pregunta latente podría retra-
de la configuración de la identidad cristiana. I '
\,
tarse así: ¿qué significa el cristianismo en un mundo secula-
¿Que a qué viene toda esta introducción? Pues viene rizado?, o: ¿qué significa Dios en un mundo adulto y para
porque me parece que estas observaciones se hacen impres- un hombre mayor-de-edad? Y notemos que esta misma pre-
cindibles siempre que, entre cristianos, se producen discu- gunta es ya diversa de la que fue fundamental en otras épo-
siones o acusaciones sobre falseamientos de la identidad cris- cas ( = ¿qué significa Dios para un hombre religioso y en un
y
tiana. Pongamos por caso: entre algunos obispos algunas mundo religioso, etc.?). Como es también diversa de la pre-
comunidades de base. gunta de las comunidades populares de que hablaremos des-
Por supuesto que en comunidades de base se pueden ha- pués, y que no tiene propiamente esa misma «música», aun-
ber producido algunas falsificaciones de la identidad cristiana. que a lo mejor tenga una letra muy parecida ...
Yo pienso incluso que alguna vez se han producido. Exacta- Añadamos ahora que a esa pregunta por la identidad
mente igual que se pueden producir y se han producido entre cristiana en el mundo desarrollado (¿qué significa Dios para
obispos responsables de ella, pues la responsabilidad no exi- el mundo secular?), se le buscan respuestas en una de las cua-
me mágicamente del riesgo de error. Pero lo que ahora qui- tro direcciones que siguen. No vamos a discutir las respuestas,
siera decir es que la cuestión primera no es ésa, sino más bien sino a mostrar la línea por donde se intenta responder.
lh ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 17

a. Por la línea de la razón crítica. Esta respuesta inten- d?nde son buscadas esas respuestas. Por eso, al citar ahora
tará despojar a los conceptos fundamentales del cristianismo CJemplos de nombres concretos, tampoco queremos decir que
de muchas representaciones mitológicas que hoy no resisten sus autores hayan dado su respuesta acertada o adecuadamen-
una crítica sana; hará ver la racionalidad de la opción creyen- te, sino sólo que parecen buscarla por ahí. Y con derecho ade-
te o su armonía con la razón crítica; tratará de «interpretar au- más. Así cabría decir que Küng o Pannenberg se han movido
ténticamente» la fe (la palabra «hermenéutica» es su palabra d~ntro del primer apartado; la Cristología de Olegªrio Gon-
fundamental), y buscará para la teología el estatuto de cien- zalez en el segundo; Metz o Moltmann sirven de ejemplo para
cia ... Todo eso puede ser legítimo, pero no es todo. Y es ile- el :er~ero; y los teólogos que se llamaron «de la fiesta» para
gítimo erigirlo en todo y desde ahí decidir de todo. el último. Por supuesto que un mismo autor puede haber en-
b. Otra línea de respuesta buscará la identidad cris- sayado más de un camino, pues ya dijimos que ninguno podía
tiana en la experiencia de la relación interpersonal o del en- pretender la exhaustividad.
cuentro personal. Mostrará la vigencia que esa experiencia
tiene también (e incluso más) para el hombre adulto; y pon-
drá de relieve lo que esa experiencia implica de desabsolutiza- 3. Acercamiento tercermundista a la identidad cristiana.
ción del sujeto y de necesaria aceptación de la alteridad. Y todo
eso es muy legítimo. Pero se engañaría quien pensara que ese
es el único camino, o el privilegiado, para expresar la identi- Pero todo lo anterior no era más que un ejemplo. Y un
dad cristiana. ejemplo que se aducía para contraponerlo a este otro: hoy
c. Una tercera línea saldrá a buscar su respuesta por lo existe otra forma, no sólo de buscar la respuesta, sino de plan-
que en cierto sentido puede llamarse la crítica política. Es de- tear _la pregunta y que, por tanto, condicionará el alcance y
cir: el mundo adulto y el hombre mayor de edad, aun con su sentido de la respuesta dada. Hoy en día, la pregunta funda-
razón crítica y todo, no son ni mucho menos absolutos, ni mental quizás no sea (o no sólo) qué significa Dios en un
tampoco son siquiera inocentes. Y si la divinidad de Dios co- mundo adulto, sino más bien esto otro: ¿qué significa Dios
rresponde al mundo nuevo prometido, entonces quizás hay Padre en un mundo inhumano y para el hombre a quien Gus-
que decir que, en las actuales condiciones del mundo, no pue- tavo Gutiérrez suele llamar «el no-hombre»? Por consiguien-
de ser entendida la divinidad de Dios, y que sólo una crítica te la identidad cristiana no se buscará desde el horizonte últi-
del presente y de sus condicionamientos de comprensión pue- mo de lo que supone el cristianismo para el mundo desarro-
de abrir un acceso a la divinidad de Dios que es, en realidad, llado. sino en el horizonte de lo que significa el cristianismo
una verdad futura. para el mundo oprimido <1l .
d. Por último, más recientemente, parece que se abre Y desde aquí, las respuestas van a diferir, y a veces ra-
camino un esfuerzo por buscar respuesta a la pregunta que dicalmente. Para empezar: a la pregunta así planteada ya no
Je le puede buscar respuesta tan pluralmente, por uno de los
nos ocupa, por la vía de lo que llamamos «los espacios de gra-
tuidad», que se revelan cada vez más necesarios y más huma- cuatro caminos antes citados de los cuales dijimos que eran
nos en nuestro mundo adulto y secular, al menos de una ma- todos legítimos y que lo único ilegítimo era su absolutización.
nera «negativa» (es decir: por lo humanos que hace _sentirlos Ahora no. A la pregunta así formulada sólo se le podrá bus-
su ausencia). car respuesta por una línea que será afín a la tercera de las
Repito que con esta panorámica simplificadora no hemos
querido exponer las respuestas que en cada caso se dan a la ( 1) Véase el apéndice a esta Primera Parte sobre las cristologías
cuestión de la identidad cristiana, sino sólo el camino por sudamericanas.
18 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS l 'l

anteriormente citadas (aunque esa respuesta será también cientemente y sin posibilidades de autocrítica, puesto que su
diversa en la medida en que el planteamiento de la pregunta anticapitalismo afectivo les induce a pensar que están al abrigo
básica es también diverso). de ellos.. . <2) •
Esta necesidad de pluridimensionar la pregunta (y la
Todo esto implica reconocer que, en esta línea, la res- respuesta) por la identidad cristiana, quizás se haga mayor en
puesta y la identidad cristiana han de ser de algún modo nece- el futuro inmediato de nuestra sociedad española, donde todo
sariamente «políticas». Y si entonces, desde fuera, se tacha parece anunciar que caminamos hacia una situació_n nueva,
a esa identidad cristiana de haber hecho una reducción de lo que implicará nuevas formas de pregunta. Da la impresión de
cristiano a lo político, se desconoce que la reducción de lo que estamos asistiendo al entierro de «la ciudad secular».
cristiano la ha hecho ya antes aquél que no ha dado cabida en Concluye la era de la secularidad y está naciendo otra mentali-
su forma de preguntar, a la cuestión de lo que significa Dios dad «religiosa», desde la que nos encaminamos hacia un mun-
Padre en un mundo inhumano de oprimidos. do pagano cuyo cielo estará estrellado por mil supersticiones.
Más allá de modelos pasados -la vieja cristiandad, el ateís-
Una vez aclarado esto hay que añadir que, aunque la mo militante o el gris brillante de una secularidad indecisa-
respuesta sólo puede ser dada por ese tercer camino, es ne- se anuncia en el horizonte un neopaganismo de corte g~ecola­
cesario desde él incorporar a los otros o, al menos, no cerrarse tino, aunque no invoque a los clásicos porque nuestra cultura
a ellos. Se puede falsear la identidad cristiana no sólo por ex- no da para tanto. En estas circunstancias será una tentación
cluir algunos contenidos (como el pecado o la resurrección de muy fuerte para los cristianos el obtener para su Cristo un
Jesús) sino también por excluir algunas dimensiones, es de- lugar en el panteón pagano, a cambio de alinearlo con los
cir: si se da una respuesta que, por muy «política» que sea,
demás dioses sociales y renunciar a la pretensión de absolutez
excluye la labor crítica de la razón, excluye la dimensión cristiana: es la misma tentación con que el paganismo antiguo
personalista del hombre y excluye la dimensión gratuita de la
acogió a la naciente Iglesia. Esto obligará sin duda a plantear
existencia. Exclusión que puede ser muy eficaz aunque sea seriamente el problema de la identidad cristiana frente a pre-
muy inconsciente. Aquí está la dificultad. guntas nuevas. Pero la línea que hemos tratado de esbozar
Y el peligro de esta reducción inconsciente sería tanto no podrá ser eliminada de esas redefiniciones como tampoco
mayor cuanto que, de hecho, el que hace esa pregunta por lo la eliminó, y menos que nadie, la primitiva iglesia.
que significa Dios Padre para el hombre oprimido, soporta
• 1
él también la otra pregunta distinta sobre lo que significa
Dios para un mundo secularizado. Y no puede desprenderse 4. Conclusión.
de ella, aunque sólo sea porque el mundo desarrollado es el
propietario de las culturas y de los medios de mas~s; ·10 q~e Como nada de este mundo es perfecto, yo pienso que
implica que la forma de pensar que se nos ha ensenado e m- entre todo ese sector eclesiástico en el que entran las Comu-
jertado está impregnada de esa pregunta. Y .bien: no conocer nidades Populares, los Cristianos por el Socialismo,_ la teolo-
una problemática que uno soporta, es la meJor manera de ser gía de la liberación, etc., etc., se han podido producu algunas
inconscientemente víctima de ella. Como ejemplo, para mí reducciones de la identidad cristiana. Lo que a mí personal-
vale la afirmación de L. Ragaz, de que, lo que explica el fallo
innegable de los marxismos históricos existe:ites y su incon;i-
patibilidad fáctica con el cristianismo.' es prec~sa~ente l~ dosis ~)CT.°sobre esto, mi a rtículo: ¿Un hombre enviado por Dios que se
llamaba Marx? L. Ragazy el marxi=, en La teología de cada día, Salamanca
de elementos capitalistas que contienen asimilados mcons- 1976, 293-352.
ESTE ES EL HOMBRE

mente me alarma es cuando encuentro por ejemplo un obispo


que parece ser sensible a ese peligro y, en cambio, no le veo
nada sensible ni preocupado por la necesidad de clarificación
ante las reducciones de la identidad cristiana que vienen ha-
ciendo otros sectores de la comunidad eclesial donde, a lo
mejor, se guardan hasta el exceso las normas litúrgicas, per?
se expresa ya sin rebozo el rechazo de la Populorum Progresszo
o de la Pacem in Terris, por poner el ejemplo más difundido.
Pero lo que estas líneas querían poner de relieve no es
eso, sino esto otro: las hipotéticas reducciones en eso que se 2
llama «la izquierda eclesial» sólo se las puede detectar y co- LA CREDENCIAL BASICA DE LA IDENTIDAD CRIS·
rregir desde una aceptación igualmente radical de la pregunta TIANA: DIMENSIONES DE LA DIVINIDAD DE JESUS *
base de todos esos grupos: ¿qué significa Dios Padre para el
no-hombre de hoy? Cualquier acusación no hecha desde esa Introducción.
aceptación radical incluye en sí la sospecha de ser una acusa-
ción hecha no desde el cristianismo, sino desde otra falsifica- La expresión «Hijo de Dios» que vamos a analizar en
ción de la identidad cristiana. esta charla es, como todas las expresiones de la teología, ex-
Porque, para terminar, hay que añadir lo siguiente: ten- tremadamente imperfecta por muY. necesaria que sea. Y ocu-
go la vehemente sospecha de que esa forma de pregunta base, rre que, de tanto repetirla, nuestra atención se fija más en lo
típica de las Comunidades de Base, o de los Cristianos por el necesario de esta expresión que ha sobrenadado por entre los
socialismo o de la teología de la liberación, es ella misma, siglos, y olvida así la enorme imperfección que contiene.
como for~a de preguntar y antes ya de toda respuesta, más Esta imperfección se constataría más fácilmente si no comen-
cristiana y más cercana a la identidad buscada que cualquier táramos una única expresión. Pues, precisamente porque todo
otra forma de pregunta. Esa ventaja no se le debe negar. Qui- lenguaje teológico es muy imperfecto, metafórico y aproxi-
zás ahí se ve hoy aquello tan cristiano de que Dios es el que mado, ocurre con frecuencia en el Nuevo Testamento que
«mira la humillación de su esclava», el que «se esconde a los cada palabra se agrupa junto a otras sinónimas, con las cuales
sabios y poderosos y se revela a los humildes» ... se la va completando y se la va matizando. Así Jesús no es sola-
Sin lo cual no hay verdadera identidad cristiana sino, a mente el Hijo de Dios; es también la Palabra, es también el
lo más, una filosofía maravillosa. Señor, es también el Mesías. Hay una cantidad de títulos que,
entre todos, equilibran cada uno los inconvenientes de los
otros. No obstante, el título de Hijo de Dios fue el que más

('-' ) Cha rla tenida en un ciclo organizado por el Centre qristid


d' Universitaris (CCU) de Barcelona, en mayo d e 1979 con el titulo:
« Qué que re mos decir los cristianos cuande afirn:amos qu_e Jesú~ ~s el
Hij os de Dios». Publicada en el n.º 100 d e Ques~101is de Vida Crist1a.na,
en una transcripción mucho m ás direct~ del estilo or.a l, que ha sido
retrabajado aquí. P ue_cle que no m~r~c1era ser reco~1lad<? puesto que
sólo repite cosas ya .d1cha.s. Pero qu1zas .ofrezca ~a sm~es1s m ás elabo-
rad a para quien no tiene tiempo de acudir a tra baJ OS m as extensos.
ESTE ES EL HOMBRE D ATOS TEOLOGICOS 23

se impuso en la Tradición, es el que más expresamente ha que baja a la tierra y se acuesta con las mortales, o todos
quedado, por ejemplo en el Credo, y por eso suscita y motiva aquellos emperadores hijos de los dioses en un sentido casi
esta charla: ¿qué queremos decir los cristianos cuando con- como de cuento de hadas o de poema épico. Consiguiente-
fesamos que Jesús es el Hijo de Dios? mente, nuestra expresión se puede malentender por uno de
Hemos elegido ~ste título para la charla de hoy porque·: estos dos lados: o reduciendo lo de «Hijo de Dios» a un cierto
frente a otras expres10nes como puede ser por ejemplo la Pa- sentido mesiánico amplio, judío: un elegido de Dios o un pro-
labra (que es de una gran riqueza cuando se la contempla des- feta; o bi~n trasponiéndolo a una concepción tremendamente
pacio en el evangelio de Juan), sin embargo, «la Palabra» mitológica como si Dios fuera padre en el sentido en que los
s~ena como algo impersonal, mientras que «el Hijo» ya nos hombres somos padres, por generación y demás.
sitúa ante una persona y nos deja, por consiguiente, más vin- Hoy en día, en nuestra cultura, este segundo geligro es
culados a aquel hombre concreto, de este mundo ·y de esta indiscutiblemente más grave y más serio, y late todavía --<::reo
histori~, que fue Jesús. Y, por otro lado, frente a otro tipo de yo-- en el subconsciente y en la cabeza de muchísimos que,
expresiones como el Señor o el Mesías, la expresión de «el a lo mejor, quieren ser cristianos y que quizás lo proclaman
Hijo» no sitúa a Jesús tan enfrente de nosotros como puede así, pero que, o se tragan una representación bastante mitoló-
hacerlo el Señor, que siempre lo tienes enfrente, sino que lo gica, o no acaban de saber lo que tienen que hacer con esta
pone más a nuestro lado: es uno más de nosotros porque el expresión, precisamente porque les suena como muy burda.
Hijo siempre implica, como veremos en seguida, la posibili-
dad, al menos, de los otros hermanos. Estos dos matices -esa Y a este peligro puede haber contribuido una forma de en-
referencia a alguien personal, y a alguien que no está simple- tender todo el lenguaje sobre la concepción virginal de Jesús,
como si esta noción de la concepcion virginal estuviera intrín-
mente enfrente de nosotros sino más bien a nuestro lado secamente vinculada con la otra noción de la filiación divina, y
como uno de nosotros- puede que sean los que dieron es; entonces, sin querer, se forma en la mente el esquema previo
especie de preeminencia a la expresión «Hijo de Dios» como de que Jesús no era hijo de José porque era Hijo de Dios. Como
resumen de la confesión de fe cristiana, frente a otras muchas si Dios fuera entonces un suplente, un suplantador, un sustituto
de la actividad humana, cosa que, en su origen, no tiene nada
expresiones posibles: Palabra de Dios, Señor, Mesías, etc. que ver con lo que llamamos filiación divina de Jesús, aun cuan-
Con todo, es indiscutible que la expresión es muy im- do luego se hayan vinculado las ideas por la aparente afinidad
perfecta y que tiene posibilidades de ser entendida de manera de las fórmulas: hijo de María e Hijo del Padre.
bastante equivocada, no sólo hoy en día --<::uando y.a esta-
mos desvinculados del ámbito cultural que dio origen a este Precisamente porque este peligro serpea y arrastra y se
lenguaje- sino también en el momento mismo de su acuña- hace presente en muchos momentos, y si pudiéramos hacer
ción. Los dos marcos culturales en que pudo nacer el título una vivisección de las cabezas de los cristianos lo encontraría-
que comentamos son la teología judía y la mitología griega. mos allí, o como algo que se han tragado o como algo que uno
Para los judíos, «Hijo de Dios» significaba pura y sim- se resiste a tragar, por eso es por lo que modernamente han
plemente una especie de elección, de complacencia de Dios, sentido algunos la tentación del escollo contrario como forma
de preferencia. Medio mundo era «hijo de Dios»: por supues- de escapar a éste. O bien, sin llegar a tanto, ha habido intentos
to el rey de Israel, o el mismo pueblo, sin todos esos matices de sustituir la expresión «Hijo de Dios» por alguna otra que
de una vinculación única y estricta que queremos significar se piensa será más comprensible y menos peligrosa en nuestro
los cristianos cuando hablamos de Jesús. Por otro lado, el lenguaje. Algunos de vosotros conoceréis el libro discutido y
mundo grecolatino conoce también la expresión «hijo de polémico de H ans Hüng, Ser cristiano, donde, entre otras co-
Dios», pero con resonancias enormemente mitológicas: Zeus sas, hay como un cierto proyecto y una cierta pretensión de
ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS

sustituir la expresión «Hijo de Dios» por otra que viene más aquel lío, que uno se pierde cuando lo lee ... y donde todo pa-
o menos a ser la de Representante y que, traducida al pie de rece girar alrededor de este lenguaje. Por eso voy a tomar
la letra, sería Lugarteniente (pues es así como suena la pala- como subtítulos de los apartados de esta charla, algunas fra-
bra alemana: Platzhalter, el-que-tiene el-lugar, lugar-teniente ses y expresiones neotestamentarias, pero procurando que sean
de Dios) . En esta charla habrá que discutir un poco ese em- de las cartas primeras o capas primerizas del Nuevo Testa-
peño, pero por lo menos no cabe duda de que el empeño en sí mento, anteriores al nacimiento de los evanglios y casi al trán-
mismo es legítimo, y está posibilitado por toda esa cantidad sito de la Iglesia (por lo menos al tránsito pleno y definitivo)
de peligros que, como he dicho, me parece que dañan el len- al mundo griego.
gu~je sobre la filiación divina de Jesús. La primera fórmula es de la carta a los Gálatas (esta-
Los cuatro puntos de que va a constar mi charla impli- mos más o menos en la década de los cincuenta): «Dios envió
carán una especie de comparación y confrontación entre la ex- a su Hijo». Puede que el contenido de esta expresión sea el
presión «Hijo de Dios» y la expresión «Representante de más afín a lo que luego nos enseñará el cuarto evangelio y lo
Dios» que sugiere Küng, precisamente para mostrar, en plan resumiremos diciendo que, con este recurso al término «Hijo»
positivo, la riqueza de la fórmula que acuñó y nos legó la Tra- en la frase que hemos citado, se quieren expresar dos cosas:
dición. Y los cuatro puntos los voy a sacar de frases del Nuevo que la relación de Jesús con Dios es la máxima posible y que
Testamento y, en lo posible, de sus estratos más antiguos. esta relación supone un modo de ser de Dios y de Jesús que
Pues, para los que no están iniciados en esa especie de gali- es un modo de ser totalmente referencial, «vuelto a». El ser
matías que llaman la ciencia exegética -con perdón de algunos de Jesús consiste precisamente en ser relación, en proceder
de sus eximios representantes que están aquí en la primera de, en darse, etc. Dos matices que están igualmente insinua-
fila- debo recordar que existe una teoría, no exenta de vero- dos cuando, en otros momentos del Nuevo Testamento, se
similitud, que sostiene que la aparición de esta fórmula Hijo nos dice que ese Hijo es «el propio», dando así por supuesta
de Dios, es un fenómeno muy tardío en el cristianismo primi- una diferencia con otras formas de filiación. Luego desarro-
tivo. En concreto, el lugar donde de una manera masiva en- llaremos esto un poco más.
contramos nuestra expresión es precisamente el evangelio de La segunda de nuestras fórmulas está en la carta a los
Juan, que quizá es posterior al siglo I, y que supone un cris- Romanos donde, hablando de nosotros, dice Pablo que «Dios
tianismo que ha roto el cordón umbilical con el mundo judío nos destinó a reproducir la imagen de su Hijo para que este
y está ya implantado en la cultura helenista. De acuerdo con fuera primogénito entre muchos hermanos». Una idea que
esto, y según algunos, nuestra expresión habría nacido un poco también se halla en el anterior texto de Gálatas, donde Pablo
como fruto de la helenización del cristianismo, y ello acentua- sigue diciendo que Dios envió a su Hijo «para que nosotros
ría todos esos riesgos de una intelección mitológica, a que recibamos la adopción filial». Una idea que luego la tradición
antes aludí. cristiana parafraseó de mil maneras, sobre todo con aquella
Esta hipótesis tiene su verdad, aunque yo creo que no fórmula tan conocida de «filii in Filio»: que nosotros somos
se puede decir que sea toda la verdad, puesto que -como ya hijos en el Hijo, lo cual nos obligará a comentar un poquito
he apuntado-- en capas y en estratos del Nuevo Testamen- y a caer en la cuenta de que cuando decimos que Jesús es el
to que son bastante primitivos, aparece algunas veces esta Hijo de Dios, no sólo hablamos de El, sino que estamos di-
fórmula del Hijo de Dios aunque, indiscutiblemente, con ciendo también algo sobre nosotros, sobre los hombres. La
una intensidad mucho más suave y más débil de lo que luego filiación de Jesús es algo que implica nuestra filiación.
encontramos en el evangelio de JÚan, donde constantemente En tercer lugar, en la misma carta a los Romanos encon-
tropezamos con el Hijo y el Padre, y el Padre y el Hijo y todo tramos la expresión de que Dios «entregó a su Hijo». Entregó
F--STE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 27

es indiscutiblemente mucho más que envió (ya lo veremos en capié hace la tradición cristiana cuando habla sobre el Hijo
su momento) y sitúa nuestro título en un contexto, casi más de Dios y eso pide, por un lado, que nos entretengamos un
que de misterio, de escándalo, de incomprensión, puesto que poquito más y, por o tro lado, pide también que lo comple-
«entregar a su hijo» es realmente una cosa muy seria y muy temos. Pues, dada la amplia gama de significados de la expre-
difícil de entender, y quizás de lo más extraño y de lo más ori- sión que comentamos, el acento de la tradición cristiana en
ginal que hay en el cristianismo. este primer punto es un poco unilateral y deja de lado los
Finalmente tomaremos una cuarta cita también de la otros aspectos que no se pueden olvidar.
carta a los Romanos; pero aquí el texto no es de Pablo sino Decimos pues que, cuando se habla de J esús explicando
que procede de un himno citado por él. Leemos en el co- que «Dios envió a su Hijo», que ese Hijo era «el propio» o
mienzo de la carta que el evangelio gira alrededor del Hijo «el Amado» o, después en el evangelio de Juan, toda aquella
de Dios «que según la carne nació de la estirpe de David y, continua reflexión repetida de una u otra manera sobre el
según el Espíritu, es Hijo de Dios con poder a partir de su Padre y el Hijo y la relación del Hijo con el Padre, en defi-
Resurrección». Esta frase nos habla como de un doble estadio, nitiva, lo que se está queriendo decir es a/ que la relación de
de un tránsito, de un doble nivel en el que puede ser enten- Jesús con Dios es la máxima posible; de tal manera que, en
dida la expresión «Hijo de Dios». Se puede ser Hijo de Dios, adelante, Jesús pertenece de tal forma al ser de Dios que es
en el sentido estricto del término, pero según la carne o según imposible hablar de Dios sin meter a este hombre concreto,
el Espíritu, y este doble estadio nos sitúa ante la necesidad sin aludir, sfu tener presente y sin contemplar a aquel hombre
de entender de una manera histórica el carácter de Hijo que concreto de nuestra historia que se llamó Jesús de Nazaret.
asignamos a Jesús. La filiación, diremos, no es algo que sim- Y b/ que no cabe en esta historia donación de Dios más in-
plemente «se tiene», sino que es algo que también «se hace». mediata, ni la espera de ella.
Pues bien con estas cuatro frases de los estratos más an- E sto, como en seguida vamos a ver, nos dice algo sobre
tiguos del Nuevo Testamento, anteriores a la redacción de Jesús, pues habla de su dignidad, de su excelencia, de su gran-
los evangelios, tenemos programado el esquema de esta charla deza o como lo queramos expresar; pero también nos dirá algo
y lo que queremos decir los cristianos cuando hablamos de sobre Dios, porque, naturalmente, a la mente humana le
Jesús como el Hijo de Dios: l. la total pertenencia o íntima brota esta pregunta: ¿cómo es posible que aquél con quien
vinculación de Jesús con Dios. 2. Lo que esto significa, desde convivimos, o convivieron unos hombres de nuestra raza,
Jesús, para el hombre y respecto a eso que llamaremos el pro- ·aquél cuya historia conocieron, cuyo fracaso contemplaron,
yecto humano. 3. Lo que nos dice sobre Dios como Aquél cuyas palabras oyeron, pertenezca de tal manera al ser de
que se anonada a sí mismo, que entrega a su Hijo . Y 4. lo que mios que ya no se pueda hablar de Dios sin «meterle» a El?
nos dice también sobre Jesús y que nos obliga a entender la
filiación como una magnitud histórica. Como veis, pues , no se Esto nos lleva, o llevará a la mente humana, a decir algo
trata de decir nada nuevo, sino de una sistematización de y a comprender algo sobre el ser de Dios. Y es lo que luego dará
datos que están ya expuestos en otras partes. origen a todas las especulaciones -desgraciadamente especula-
ciones, pero que quizás no son meramente especulaciones-
sobre la Trinidad. Pero ahora prescindimos de eso.
1. Dios envió a su Hijo.
Cuando se dice que Jesús pertenece de tal manera al ser
Vamos, pues, a comenzar con el primer punto que quizás de Dios que no se puede hablar de Dios sin meter a Jesús,
tiene que ser el más amplio y el más largo porque también porque El no es sólo un enviado sino El Hijo enviado, se está
es el más difícil de entender. Pero es aquél en que más hin- queriendo resumir aquí todo lo que aquellos testigos han con-
ESTE ES EL HOMBRE
DATOS TEOLOGICOS

vivido y llegado a entender sobre el ser de Jesús; pero para ciertamente un sacramento de la persona. Esto se puede pro
explicar esto se está echando mano de algo que son experien- longar después en mil ejemplos concretos: la sonrisa ya no es
cias humanas, experiencias nuestras, pues el lenguaje no tiene meramente un determinado movimiento de los músculos bucales,
otro camino para aludir a Dios. Entonces uno se pregunta: puesto que ese movimiento está también como asumido, como
intrínsecamente perteneciente a un determinado estado de áni-
¿qué experiencia de nuestro vivir cotidiano puede dar lugar a mo que es la alegría, la cual lo ha tomado como suyo. Hasta el
este tipo de fórmula, a este tipo de comprensión del hombre extremo de que cuando yo veo ese movimiento de los labios,
Jesús como alguien que pertenece intrínsecamente al ser de ese pequeño semicírculo hacia arriba, ya sé lo que ese gesto me
Dios? Y a mí me parece que la experiencia que está debajo y expresa: alegría. A pesar de que una cosa es el movimiento
muscular y otra ese estado de ánimo que llamamos alegría.
que se usa para expresar esto, tomándola de nuestro lenguaje El sexo y el amor son otro de los ejemplos clásicos, aunque
y de nuestra existencia de cada dfa (aunque quede transfor- quizás no como realidad ya dada sino más bien como proyecto
mada por este nuevo uso), es la que ahora describiré y voy a a conseguir. El sexo no es lo mismo que el amor. Muchas veces,
calificar como «la experiencia de la sacramentalidad». El tér- en una violación, en la prostitución o lo que sea, puede ser cla-
mino «sacramentalidad» es ya casi específicamente cristiano, ramente una expresión o una manifestación de abuso, de despre-
cio y hasta de odio. Sin embargo, en aquello que se llamaría
pero la experiencia subyacente creo que no lo es. Quiero in- «el proyecto sexual cristiano», el amor está llamado a hacer suyo
sistir en que es una experiencia de la vida humana y que pa- el sexo como algo que le pertenece intrínsecamente y que, por
rece la más cercana para expresar lo que queremos decir o esa intrínseca pertenencia, se expresa en él. Entonces el sexo es
queremos confesar de Jesús. sacr.imento del amor. Y su inmoralidad se da cuando se con-
vierte al sacramento en sustituto.
¿A qué llamo ahora experiencia de la sacramentalidad?
Pues a una especie de relación que encontramos en algunas
Se trata pues de una correlación que, como digo, la en-
cosas o adoptamos frente a algunas cosas de la vida y que,
contramos en diversas experiencias de la vida que son las que
tratando de ser exactos, yo la definiría así: es la relación que
sirven de trampolín para expresar la relación de Jesús con
se da entre dos realidades que son distintas una de la otra y
que, sin embargo, una de estas dimensiones asume a la otra, Dios. En este sentido esa relación es la máxima posible por-
la re-crea, la hace totalmente suya para poder expresarse en que Jesús pertenece intrínsecamente al ser de Dios, y perte-
nece al ser de Dios como aquello en lo que Dios mismo se
ella. Son cosas distintas pero se relacionan de esa manera.
Quizás con los ejemplos se verá más claro. expresa, en lo que Dios se da, en lo que Dios se hace un
poco ... en vez de cognoscible tendríamos que decir simple-
Por ejemplo: el cuerpo no es la persona. Esto lo pone muy mente accesible: igual que la persona se me hace accesible en
claramente de relieve la experiencia de la muerte ¿no? El cuerpo el cuerpo pero, a pesar de todo, la persona sigue siendo un
se desintegra, es un cadáver; aquello no es lo que nosotros he- misterio. Me puedo comunicar con ella, pero no la puedo
mos conocido y con lo que hemos convivido como la persona. agotar racionalmente ni muchísimo menos .
El cuerpo no es la persona. Sin embargo nuestro ser hombres
consiste precisamente en una relación entre nuestro yo y nues- En definitiva, esto es lo que luego llevará a la reflexión
tro cuerpo, tal que mi yo, mi persona, hace al cuerpo intrínseca- teológica (ya mucho más especulativa y complicada) y a todo
mente posesión suya, lo configura y se expresa en él. Es algo eso que se llama la dogmática cristológica (y que se expresa
más, y algo diferente de la unión de dos medias naranjas: la en los primeros concilios) a decir que en Jesús hay una sola
persona está toda en el cuerpo y el cuerpo está totalmente per-
sonalizado. Que mi cuerpo pertenece a mi persona es claro. Y que persona. Aquello que aprendimos en el catecismo y que nunca
mi persona se expresa en mi cuerpo es más claro todavía, porque hemos sabido lo que quería decir. En Jesús hay una persona
si yo no tuviera un cuerpo no podría hablar, no podría tocar a que es divina, o <<Una persona en dos naturalezas» répetíamos.
los otros, no podría darme a oír, no habría posibilidad de que Entonces era lógico que no lo entendiéramos. Lo malo es que
me expresara. Entonces es correcta la formulación: el cuerpo es tampoco lo entendemos hoy y no sólo que no lo entendemos
:10 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 31

sino que además lo entendemos mal, por cuanto la pa}abra per- que si no son mi inteligencia y mi libertad, o tu inteligencia y
sona no significa hoy lo mismo que significaba hace 15 ó 18 tu libertad, es decir: si no tienen sujeto, son palabras abstrac-
siglos, en el mundo griego. tas, que no existen.
Esta experiencia que hacemos nosotros la captaron tam-
bién los hombres griegos. Y a ese sustrato último que, por
Y aclaro esto rápidamente: hoy la persona nos designa una así decir, unifica todo lo que hay en mí de inteligencia, liber-
manera de ser que es precisamente 1/a nuestra como hombres, y tad, etc., y lo hace real y concreto, a ese sustrato último es a
que consiste en ser libres, en tener inteligencia, tener autocon-
ciencia, tener voluntad, etc. Si, repitiendo las frases ya acuña- lo que ellos llamaron persona (o subsistencia). Y nosotros
das como dogmas, decimos que en Jesús hay una sola persona tendríamos que contentarnos con esa expresión del sustrato
que es divina, estamos entendiendo que no hay en El ninguna último, diciendo entonces que lo que queremos decir al afir-
persona humana en el sentido moderno: que no hay libertad, ni mar que Jesús es el Hijo de Dios es que, en Jesús, ese sustrato
«alma» humana; y esta es precisamente la mayor de las herejías
y contra la que más se luchó en los primeros concilios: el negar último que experimentamos también en nuestro ser, y que
eso que hoy se llamaría la personalidad humana de Jesús, y no es una cualidad (no es la inteligencia o la voluntad o la
creer que Dios suple o suplanta todos estos atributos o meca- libertad o alguna otra de las propiedades humanas) sino el
nismos de la personalidad humana. ¿Qué ha ocurrido? Pues sustrato último que las hace reales y verdaderas a todas ellas,
que la palabra persona se ha desplazado. Antaño significaba una este sustrato último es divino, es el ser de Dios y, precisamen-
cosa y hoy significa otra {sin negar que pueda haber relación
entre ambos significados). Y sin embargo nosotros, por una es- te por eso, Dios se puede expresar en esa inteligencia de Jesús,
pecie de ortodoxia verbal, la seguimos repitiendo, cambiando en esa voluntad de Jesús, en esa libertad de Jesús y, en defi-
totalmente su significado, como pasa en muchos momentos de nitiva, en esa persona y esa historia de Jesús.
mutación cultural. Por eso la ortodoxia no puede ser una cosa
meramente verbal sino que ha de ir mucho más al fondo. No sé si e~to resulta demasiado abstracto pero, a pesar
de todo, creo que arranca de experiencias que son experien-
cias nuestras, experiencias humanas; sólo que, a veces, es ine-
Entonces ¿qué significaba antaño la palabra persona? vitable la abstracción. ¿Por qué? Pues porque es_lógico y ne-
Nuestra respuesta arranca también de una experiencia de lo cesario que las expresiones de fe susciten dificultades, y que
'real. Yo creo que uno de los caminos de la hermenéutica es la mente humana se ponga a pensar en ellas, y cuando la
buscar descriptivamente qué experiencias están en la base de mente humana se pone a barrenar, pues no hay quien la pare.
muchas expresiones. Y aquí se trata de una experiencia que
hoy (cuando ya no tenemos la filosofía de los griegos) pienso Y todo lo dicho supone una última consecuencia que aquí
1
sin embargo que la seguimos haciendo de una u otra manera. estamos dejando de lado, porque, en todo caso, queda abierta
En efecto: todos hablamos de mi inteligencia, de mi voluntad, para otra posible sesión de éstas, ya que más que una conse-
mi libertad, mi afectividad, etc. Y cuando usamos espontá- cuencia es una nueva pregunta sobre lo que queremos decir los
cristianos cuando afirmamos que Dios es Trino y Uno. Pues lo
neamente todas esas expresiones estamos haciendo una dis- dicho implica indiscutiblemente que el ser de Dios sea de tal
tinción: pues estamos como sugiriendo que esa afectividad y manera que, así como hemos dicho que mi persona hacía pro-
esa inteligencia y esa libertad pertenecen «a mí», a «alguien» pio el cuerpo o que ese sustrato último hace suyos mi inteligen-
a quien llamo «yo» . Por ,tanto, hay como un «yo» que es el cia, mi voluntad y todo eso que hemos dicho, así Dios puede
dueño, hay un sustrato último que es el dueño de esa libertad, hacer suyo, con esa misma verdad, a un hombre concreto, a un
hombre de esta historia como fue el hombre Jesús. Ello quiere
el dueño de esa inteligencia y de esa voluntad o esa afectivi- decir que el ser de Dios no es algo cerrado sobre sí mismo, vol-
dad, etc. Y no solamente es el dueño sino que hace que inte- cado sobre sí mismo y cuya perfección consiste precisamente y
ligencia, libertad, afectividad, sean algo real y concreto; por- exclusivamente en esa forma de estar redondeado sobre sí
32 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 33

mismo, aislado del resto, sino que -al revés- el ser de Dios, rápida diciendo que los hombres éramos «hijos en el Hijo»
de una manera misteriosa que no podemos entender pero que y que ahora, para lo que nosotros andamos buscando, quiere
sí necesitamos formular, es como apertura, como salida-de-sí,
como donación-de-sí. Hay algo en Dios que le posibilita hacer decir que la expresión «Hijo de Dios» no afecta solamente a
suyo aquello que no es Dios. Y «suyo» no con la verdad con Jesús, sino que con ella estamos diciendo también algo sobre
que es mía mi camisa o mi cartera, que me las quito, sino con la nosotros.
misma verdad con que es mía mi personalidad, mi humanidad,
mi inteligencia, etc. Esto supone que el ser de Dios es «abier-
Aquí podemos empezar ya a hacer una cierta compara-
to» en el sentido dicho. Y a ese algo en que se abre el ser de ción con la otra categoría moderna del Representante de Dios
Dios es a lo que teológicamente se le llama también «El Hijo», a que he aludido antes. Respecto a lo que tratábamos en el
como aquello en lo que el Padre se dice, se comunica, es él sa- punto anterior, es muy posible que, si la tomamos en serio y
liendo de sí; y porque sale de sí, porque su ser es desbordarse, la analizamos hasta el fondo, la expresión de Representante
puede llegar hasta hacer propio aquello que no es Dios.
Aquí entra, pues, toda la reflexión sobre la Trinidad, acerca o Lugar-teniente quiera decir lo mismo que la de Hijo: pues
de la cual solamente quisiera hacer una observación que me pa- ¿hasta qué punto puede ser Dios «representado» por otro
rece importante: tal como yo intento insinuarlo, me parece que que no sea realmente de alguna manera divino, o «propio-de-
se vislumbra un poco cómo la Trinidad es precisamente la con- Dios» en el sentido que decíamos antes? Quizás hasta aquí am-
dición de posibilidad, aquello que es absolutamente necesario bas expresiones vienen a decir lo mismo, y no existe de hecho
para que podamos hablar de Dios como cercano a nosotros. Y,
para que veáis lo que es el peso deformador de la tradición repe- esa presunta ambigüedad de que se acusó a Küng. Pero ahora,
titiva: en esta especie de historia cubierta de polvo, del len- cuando entramos en el segundo P,Unto, entonce<> sí que me
guaje teológico, la Trinidad ha pasado a ser mirada como la ex- parece que la expresión del Representante es mucho más po-
presión de la lejanía máxima, de la distancia y la imposibilidad bre que la del Hijo, porque el Representante no incluye esta
de comprender a Dios. ¡Es bien curioso esto!.
idea de afiliarnos a nosotros en su filiación, introduciéndonos
a nosotros en lo que confesamos de Jesús. El «representante»
En resumen pties: al afirmar, en este primer sentido,
siempre queda más frente a nosotros (y esto aun cuando no
que Jesús es el Hijo de Dios, queremos decir que la relación
sea el representante de cualquier firma que viene a casa una
de Jesús con Dios es, en definitiva, la máxima posible, es esa
relación que hemos llamado de sacramentalidad: que Dios mañana a vendernos enciclopedias o aspiradores o lo que sea.
Ahí le tenemos frente a nosotros ¿verdad? No nos engloba en
hace intrínsecamente suyo propio el vivir, la historia y la per-
sona humana de aquel hombre; y que esto supone una deter- su representación ¡por fortuna!). En cambio el Hijo sí que
nos engloba y entonces, como he dicho, estamos diciendo algo
minada manera de ser de Dios, que haga posible esta rela-
sobre el hombre.
ción sacramental con lo creado.
Y ¿qué es lo que estamos diciendo? Pues en definitiva
que el hombre tiene una dimensión que (aunque después ve-
2. Dios nos destinó a reproducir la imagen de su Hijo. remos que es una dimensión todavía no realizada, una di-
mensión histórica y que tiene que ser puesta en juego), sin
Hemos dicho que había un segundo elemento de la Filia- embargo pertenece intrínsecamente a él y es, en fin de cuen-
ción divina de Jesús que lo podíamos subtitular con la frase tas, una dimensión divina. Y esto que afirma la fe nos sirve de
de la carta a los Romanos en que la expresión «Hijo de Dios» gramática para articular esa constante experiencia del hom-
es puesta en relación con todos nosotros como aquéllos que bre como alguien que es «más que sí mismo» --como expre-
«estamos llamados a reproducir la imagen de su Hijo, para san los primeros escritores cristianos- y que está acuñada
que Este sea el Primogénito entre muchos hermanos». Eso en fórmulas que son a veces susceptibles de una lucidez sen-
que luego, en la tradición cristiana, se formuló de manera más sacional (yo siempre repito aquélla de Marx: la verdad del
34 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOG!COS 35

hombre no coincide con su realidad). Y eso es en cierto modo especie de dinamismo típico del hombre que, en el nivel de
la base de la tragedia humana, de la alienación humana. La nuestra experiencia, es muchas veces como el dinamismo de
realidad del hombre es una, la que vemos y palpamos cada una brújula rota, cuya aguja da vueltas y vueltas y no sabe
día: y en ella entra que somos insoportables, egoístas, poca dónde tiene que señalar. Jesús ilumina el dinamismo humano
cosa ... Pero la verdad del hombre está fuera, lejos de eso, y al decirnos que es un dinamismo «hacia la filiación» hacia
es aquello que también intuímos y captamos en cada momento: . '
Dios. Y esto es perfectamente posible sin necesidad, por su-
somos grandes; por eso hacemos revoluciones o las quere- puesto, de desconocer o negar todas las metas concretas del
mos hacer (después tampoco s~len) y por eso buscamos el dinamismo humano, porque esto último sería un error terri-
amor absoluto (y después tampoco sale) o buscamos lo que ble y es uno de los motivos que han dado más pie a una mani-
sea, porque nuestra verdad está ahí, está «fuera». pulación ideológica de la religión como freno para el progreso
histórico. Demasiadas veces hemos dado a entender que, pues-
Permitidme aquí otl'O paréntesis. Esta experiencia tan re- to que en definitiva es Dios aquello que el hombre desea, ya
petida en la historia, ha llevado muchas veces a la pregunta no desea todos los pasos o metas o mediaciones concretas de
de qué postura tomamos los hombres ante esa dimensión tan
nuestra que está fuera de nosotros: a ver si es una especie de ese afán. Aquella frase de Papini, tan citada en nuestro cato-
quiste que nos ha salido, y la única manera de hacer f~.liz al licismo de los años cuarenta o cincuenta: «el que tiene ham-
hombre es cortar eso. A ver si -como cuentan que se di¡o en bre, aunque no lo sepa, tiene hambre de Ti, y el que tiene sed,
algún congreso de genética en un país nórdico- «ha llegado aunque no lo sepa tiene sed de Ti», es una frase feliz y yo
el momento de adaptar los hombres a las circunstancias porque creo que contiene mucha verdad. Pero hemos hecho un uso
la historia demuestra suficientemente que no podemos adaptar
las circunstancias a los hombres». Hacemos los paraísos más vergonzoso de esa verdad, haciéndola decir --0 sugerir al
paraísos y luego va y se nos suicidan los hombres allí. Y enton- menos- que el que tiene hambre no tiene hambre de un pan
ces, supuesto ya que no podemos adaptar las circunstancias a bien concreto. Esto da pie a la clásica manipulación espiritua-
los hombres, la mejor solución será adaptar los hombres a las lista: «no hay que dar pan a la gente, lo que hace falta es
circunstancias lo cual, genéticamente hablando, parece cada vez
más posible con unas cuantas inyecciones a tiempo, tal como se darles a Dios» o cosas de este género . No podemos negar,
hacía en la célebre novela de A. Huxley. para vergüenza nuestra, que esa manipulación se ha dado, y
Pero en el fondo eso es, otra vez, una manera de tomar aún trataron algunos de imponerla en la pasada asamblea de
postura ante la experiencia citada, y por consiguiente: aquí te- Puebla.
nemos otra vez esa experiencia del hombre como alguien que tie- Quede, pues, bien claro que yo no trato de negar lo que
ne una especie de «decalage», de falta de identidad consigo mis- se llama el objeto inmediato, el objeto querido, sino de sub-
mo. Y yo pienso que, en fin de cuentas, h asta el señor que fuese
tan pesimista y tomase esa postura de decir: acabemos con esta rayar que, en medio de todos esos objetos queridos, o en el
incómoda dimensión humana y adaptemos los hombres a las dinamismo por el que queremos todos esos objetos, hay como
circunstancias, dado que otra cosa no es posible, pues una de un empuje que sigue yendo más a.llá, y que sólo se manifiesta
dos: o sería uno de los modernos dominadores que tratan de cuando ya se han conseguido determinadas metas y el hombre
hacer eso para fabricarse esclavos mediante de la manipulación
de las sociedades desarrolladas (distinta de la genética pero casi sigue buscando, sigue anhelando ... En este sentido es como
tan eficaz como ella), o lo haría, en el fondo, para ver si arre- he dicho que Jesús orienta el dinamismo humano, ilumina el
glaba a los hombres y les daba un poco de paz, para intentar dinamismo humano al decirnos que es un dinamismo hacia
«realizarlos» y que no estuvieran alienados ... Dios.
Pero, a la vez que ilumina, Jesús realiza ese dinamismo
Pues bien, en todo este contexto Jesús se presenta como humano, al mostrársenos como aquel hombre que, en su hu-
alguien que, por un lado, ilumina el proyecto humano, esa manidad y siendo hombre, ha sido llamado Hijo de Dios.
36 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 37

Utilizando otra expresión de san Pablo, al decir q~e Jesús cosas. Y la Encarnación de Dios en Jesús sería, por así decir,
es el Hijo de Dios, querríamos decir que El es el sí dado por como la fecundación de la historia para poner en marcha este
Dios al proyecto humano. Si ser hombre es un constante pro- proceso por el que Dios ha de ser, o quiere ser, todo en todas
yecto de algo y un proyecto que en definitiva nos acaba pa- las cosas.
reciendo como infinito, entonces decir que Jesús es el Hijo Y esto tiene como segunda consecuencia el que la expre-
de Dios es afirmar que Dios ha dado un sí absoluto e incon- sión Hijo de Dios, dicha de Jesús, necesita, para ser captada
dicional a ese proyecto humano; y por consiguiente que, cris- y entendida, una hermenéutica que no es sólo una interpre-
tianamente hablando, no podemos aceptar aquella definición tación teórica, sino que es una hermenéutica práxica. Es decir:
del hombre como una «pasión inútil» a pesar de que la expe- sólo cuando yo he captado, he vivido, he aceptado en definiti-
riencia nos la imponga una y otra vez. Una definición que, en va al otro como hijo de Dios, como sujeto, por consiguiente,
definitiva, arranca del mismo esquema de pensamiento que de esa dignidad impisoteable que le da el ser hijo de Dios, y
ya he propuesto: el hombre es una pasión inútil porque el como hermano mío en un sentido que es nuevo, que no es
hombre es una pasión de divinidad; pero como la divinidad meramente el tener un origen común, sino el tener ese des-
es un absurdo y una contradicción, el hombre queda reduci- tino común de llegar a ser todos hijos en el Hijo, o hijos de
do a una pasión inútil. Frente a esta expresión de la pasión Dios, o participantes de la Encarnación ... o como lo queramos
inútil estaría, pues, la expresión paulina del sí de Dios al pro- decir, sólo cuando he hecho la experiencia de los hombres de
yecto humano, que se llamó Jesús de Nazaret. esta manera que es transformadora de la relación con el hom-
Todo esto tiene una doble consecuencia ulterior que ya bre, sólo entonces puedo entender plenamente lo que quiero
está insinuada en lo dicho: en primer lugar, eso que llamamos decir cuando digo que Jesús es el Hijo de Dios. Cualquier
la Encarnación (y que en definitiva es un concepto límite, otro tipo de hermenéutica que eliminara esta experiencia y
que no sabemos muy bien lo que es, pero que expresa todo lo esta nueva manera de ver al otro - por muy ortodoxa que se
que vivieron los hombres que convivieron con Jesús), la En- creyera- falsearía lo que queremos decir cuando decimos
carnación no es algo que afecte exclusivamente a un hombre que Jesús es el Hijo de Dios. Y esto es un poco lo que yo,
aislado de nuestra historia que vivió hace dos mil años y que personalmente, criticaría a algunas de las censuras (por ejem-
luego se marchó y nos dejó aquí. Tendemos demasiado a con- plo la misma de los obispos alemanes) que se hicieron al libro
cebirlo así de simple: Dios se encarnó en Jesús, y ~ada más. de Küng, y que querían resituar la ortodoxia de la filiación
Pero no es así: ya en la primera iglesia estaba dicho -y luego divina de Jesús en el campo meramente teórico, sin incorporar
el Vaticano II lo retomó y lo puso de relieve- que «por esta experiencia, esta especie de hermenéutica práxica que
la Encarnación Dios se unió de alguna manera con todos los es fundamental, y de la que no se puede prescindir cuando
hombres». No se trata pues de una acción de Dios que sólo hablamos de Jesús como el Hijo de Dios.
afecta a un afortunado particular de nuestra historia, sino
de una acción de Dios que afecta a todo este mundo, a toda 3. Dios entregó a su Hijo.
esta humanidad, a toda esta historia. Y la afecta porque, en
definitiva, el proyecto divino sobre esta historia y, por así El tercero de Jos capítulos anunciados llevaba como títu-
decir, el proyecto en el que Dios se ha puesto en juego, es lo la frase de la carta a los Romanos de que Dios «entregó a su
hacer de todo este mundo como una Encarnación de Dios no Hijo». Esta frase debió tener una cierta resonancia y amplitud
sólo en Jesús sino en todo. Y esto es lo que quedará consu- de presencia en el primitivo cristianismo, puesto que la encon-
mado un día cuando, como dice el Nuevo Testamento, Dios tramos no sólo en el campo paulino, sino luego en otro mundo
no sea solamente Dios, sino que sea Dios-todo-en-todas-las- que está muy distante del paulino, como es el mundo
38 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 39

en que nació el evangelio de san Juan, en el que se encuentra de maldad moral, sufrimiento, calamidad, que baña constan-
también esta afirmación de que Dios ha entregado a su Hijo. temente nuestra historia, Dios no lo evita sino que lo sufre.
La expresión está también tomada del lenguaje humano. Exactamente igual que, ante el drama del Calvario (donde lo
Pero el que un padre entregue a su hijo, y lo entregue a la que está en juego es nada menos que «El Hijo») Dios no in-
muerte, nos parece una de. las cosas más raras y más serias terviene o pone un remedio y arregla aquello con sus legio-
que pueden ocurrir en la experiencia de los hombres. Y es im- nes de ángeles, sino que sufre ese drama. Esto se convierte
portante caer en la cuenta de que se ha echado mano preci- entonces en clave de lectura de la presencia de Dios en la his-
samente de eso que es una experiencia tan dura y tan incom- toria: Dios está presente como Aquél que no evita el dolor
prensible, humanamente hablando, para comunicarnos algo del mundo sino que simplemente lo soporta.
que es fundamental a la hora de entender el título de Hijo En otros lugares he intentado formular las consecuencias
que estamos analizando. Incluso hay un libro famoso de un que de ahí se siguen: cómo -si esto es así- se tienen que
autor sueco, que hoy está de moda citar y que se titula preci- invertir las expectativas, las esperanzas y las ideas más ele-
samente así: Christus traditus, Cristo entregado. En él afirma mentales del hombre sobre Dios. Porque si Dios no intervino
que tal vez el punto que más diferencia al cristianismo de en el Calvario, entonces esa clásica pregunta que constante-
otras religiones o cosmovisiones religiosas es la idea esta de mente nos azota y nos muerde por dentro de por qué Dios
un Dios que entrega a su Hijo. no interviene en los mil infiernos de este planeta, esa pregun-
Y no sólo con las demás religiones: hay aquí también ta no queda respondida, por supuesto; lo que queda es desau-
una clara ruptura con el mismo Antiguo Testamento, puesto torizada: si no intervino entonces, ¿cómo vas a preguntar tú
que este lenguaje de la entrega del Hijo se relaciona muy fá- por qué no interviene ahora? Y desde aquí me he atrevido a
cilmente con aquella leyenda o historia o lo que sea (en estos decir que, en adelante, si tomamos en serio esta concepción
momentos da igual) del sacrificio de Abraham. Allí Dios no del Hijo de Dios, ya no podemos mirar a Dios como Aquél
permite que un padre entregue a su hijo, e interviene para que está llamado a evitar el sufrimiento del hombre en el
evitarlo. Y sin embargo, aquello que el Dios del Antiguo Tes- mundo, sino al revés: tenemos que mirarnos a nosotros los
tamento no puede permitir, ahora ha ocurrido en el I?ios del hombres como los que estamos llamados a evitar el sufri-
Nuevo Testamento con su propio «Hijo». Naturalmente, esta miento de Dios en la historia. Y cuando uno piensa que desde
entrega no significa una indiferencia, ni un desamor del Pa- que existe el hombre casi no ha hecho más que sembrar sufri-
dre para con el Hijo, por hablar con nuestro lenguaje. Si fuera mientos en la tierra, unas veces directamente, y otras como
así nunca se habría podido decir que Dios es Amor, como ter- medio para obtener determinados intereses particulares o
mina la descripción de la experiencia cristiana en el Nuevo grupales, entonces toda esta reflexión, por imperfecta que
Testamento. Por eso, lo que significa la entrega del Hijo es sea su formulación, se convierte literalmente en estremece-
más bien una especie de «debilidad» de Dios: que Dios es dora. Aquí entenderemos todo aquello tan serio y tan cris-
de tal manera que cuando los hombres le arrebatan aquello tiano de: «a Mí me lo hicisteis». 'No es mera y simplemente
que más quiere y más suyo es, lo cede o lo entrega. una especie de recomendación, como quien nos dice: oye,
Todas las formulaciones se hacen aquí balbucientes y trátalo como si fuera yo mismo ... (aunque yo me quedaré en
aproximadas, pero no por eso dejan de ser significativas. Pues casa y es él quien va a ir a verte). No es una recomendación
de una manera más amplia, no meramente en las relaciones , de este tipo; es que toda la cantidad de injusticia, de opre-
Padre-Hijo, sino de cara a uno de los problemas que más di- sión, de sufrimiento que el hombre siembra en la historia,
ficultades suscitan a la hora de creer, todo esto quiere decir afecta verdaderamente a Dios. Y entonces -en una cierta
que, ante el dolor del mundo, ante todo ese magma inmenso contraposición con lo dicho en el primer punto sobre la sacra-

. .lilllii_____________________________________________________..lliiiioi__________ ~~~~~~~~-~~--
•10 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 41

mentalidad- debemos añadir ahora que hay una especie de todos estos caminos de ascenso fácil, donde el hombre cree
ruptura de la sacramentalidad, que responde a b definición conocer a Dios a partir de sus experiencias de absoluto, a
que insinuamos del pecado como «ruptura de la sacramentali- partir de lo que encuentra de epifánico, de revelador, de ma-
dad», por la que el «sacramento» se hace pantalla o sustituto. ravilloso en la vida. A Dios no se le conoce ahí sino que se
Esta ruptura es la que se expresa en todo lo que tiene le encuentra -dice Lutero contraponiendo las expresiones-
de provocativo y violento el texto de san Mateo al que acabo allí donde el hombre no esperaría encontrarle: en un ajusti-
de aludir, y que no dice lo que nosotros esperaríamos oír: ciado, un echado fuera de la ciudad, un condenado a muerte.
«cuando amásteis a vuestra mujer, a vuestros hijos, a vues- Por consiguiente, y tal como dije, la teología de la cruz no es
tros amigos (es decir: a todos aquellos cuyo amor es gratifi- una expresión ascética sino «epistemológica»: habla del cono-
cante y fácil) a Mí me amásteis». Esti..' sería lo que responde cimiento, y del conocimiento de Dios.
al esquema de la sacramentalidad que hemos expuesto en la Un poeta indio, no cristiano, ha plasmado todo esto mejor
primera parte, y esto no es falso. Pero sin embargo el Evan- que muchos teólogos: «yo esperaba encontrarte en el cuerpo
gelio está formulado provocativamentc, no respecto de aqué- de mi amada, y Tú me aguardabas en el cuerpo del leproso» .
llos que son nuestros amores humanos espontáneos y legíti- Y modernamente, cuando nuestro mundo ha adquirido con-
mos, santísimos quizás y elementales, sino: «cuando amásteis ciencia de su poder sobre las estructuras de la convivencia y
a aquel que humanamente no tenía nada de amable porque de la organización del futuro, ese encontrar a Dios ahí donde
era el hambriento, el despreciable, el que carece de imagen no se le buscaría, se traduce en todo lo que hemos dicho
humana». Y está formulado así de provocativamente para rnbre la preeminencia y el carácter privilegiado, dentro de la
decirnos que sólo en el caso de que incluya esta ruptura tiene fe, de aquéllos que son oprimidos, infrahombres, no-hombres
vigencia la sacramentalidad . No es que niegue sin más que todavía, pero que son como el lugar de la revelación de Dios,
amando al hermano querido y al amigo se ama a Dios, pero co1:io el lugar donde Dios está presente y donde lo que se oye
sí que lo somete a un test de autenticidad: porque eso sólo no es meramente la voz ahogada de un pobre desgraciado, sino
será verdad si incluye ese amor por el pobre, y por el opri- <,el trueno» de la voz del mismo Dios o la sangre de Abel que
mido; eso que modernamente se iza tanto como bandera clnma al cielo (es otra de las expresiones bíblicas) .
-por ejemplo en la teología de la liberación- y que yo
pienso que da efectivamente en el meollo del cristianismo. Permitidme otro inciso rápido: aquí se juega el cristianis-
Y quisiera insistir en que esto no es algo exclusivo de mo, en mi opinión, su respuesta ante el desafío moderno de la
historia. Y quisiera sugerir, nada más, que esto tiene una enor-
hoy o privativo de los sudamericanos, sino que arranca tam- me repercusión eclesiológica. La Iglesia no es más que la reunión
bién de otros muchos elemen tos de la tradición cristiana, pero de aquéllos que son convocados por ese descubrimiento. Hay
que fueron formulados en épocas anteriores, en las cuales no a,pí lo que se podría llamar también una especie de epistemo-
tenía el hombre tan viva la conciencia de lo que es la his to- logía eclesial, de teología o teoría del conocimiento eclesial, en
ria, y de su poder sobre este mundo que está por hacer. Por la rual ponemos en juego el que la Iglesia sea una «organiza-
ción religiosa», con su administración, con sus dosis de culto
ejemplo: estoy aludiendo a lo que Lutero llamó «teología de y de elementos religiosos ... (que es lo que muchas veces tiende
la cruz», y que no es lo que nos suena a nosotros, cuando oí- a ser) , o sea verdaderamente Asamblea en acto, o asamblea en
mos hablar de teología de la cruz y nos parece que tendrá estado .:le convocación: porque iglesia, etimológicamente, significa
algo que ver con la mortificación, con la ascética o la espiri- asamblea. Pero una asamblea, o una reunión de aquéllos que
han sido convocados a ella precisamente por esa teología de la
tualidad del viernes santo. La teología de la cruz es una ense- cruz, por ese descubrimiento del Dios de Jesús allí donde el
ñanza sobre el conocimiento de Dios, y quiere decir lo si- hombre no esperaría encontrarlo y que es, en definitiva, el
guiente : al Dios que se reveló en Jesús no se le reconoce por Dios que en~regó a su Hijo. Y porque la Iglesia no llega a ser
42 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 43

eso, y porque tiene todavía demasiado de lo otro, es por lo hecho Hijo o había «adquirido» su Filiación. «Fue constituí·
que ha aparecido ese nuevo tipo de pastor que casi diría yo que do» dice nuestro texto; y es curioso que pocos siglos después,
no estaba previsto en el evangelio: no es el buen pastor, aunque cuando san Jerónimo traduce, el Nuevo Testamento, esa ex-
yo tampoco me atrevo a decir que sea el mercenario. Quizás es
sólo el buen burócrata. El que, cuando ve venir al lobo, no huye presión le debía sonar demasiado mal, y la cambia, y en lugar
abandonando las ovejas, pero tampoco se preocupa de ellas, de «constituido» traduce «predestinado». En este cambio qui-
sino que lo primero que realmente piensa es: «¡ay!, ¡que no me zás sí que habría que ver un efecto negativo de la heleniza-
vayan a estropear el corral!» ... ción del cristianismo. Uno de los puntos en que yo creo que
pesa sobre nuestra teología una especie de lastre helénico es
En conclusión, también en este caso el título de Hijo de nuestra dificultad para entender históricamente este concepto
Dios nos dice algo no sólo sobre Jesús, sino sobre Dios. Algo de la Filiación de Jesús. El que Jesús es el Hijo de Dios, tiene
que pone del revés nuestras ideas y nuestras espectatívas es- que ser entendido de tal manera que Jesús también se hace
pontáneamente religiosas sobre Dios. Y volviendo ahora a Hijo de Dios. No en el sentido de que primero no lo fuese y
la comparación que llevamos un poco en el transfondo de luego sí, sino en el sentido de que la filiación la posee Jesús
esta charla, también aquí me parece que la idea del Represen- como una magnitud que es histórica, y que tiene que llegar a
tante se queda corta. Una definición de Jesús como Represen- sí misma en una historia que es la historia humana de Jesús.
tante de Dios no incluye, no da cabida y entrada a todo este Hay otro documento del Nuevo Testamento que incorpora
elemento de un Dios que pone del revés y que rompe bas- claramente este lenguaje. Pues desde el primer momento nos
tantes de las ideas y expectativas religiosas del hombre. Más dice, de una u otra forma, que Jesús era el «sacramento» de
bien, sin querer, puede influir inconscientemente en una con- Dios: era la huella y la impronta de la esencia del Padre. Y
firmación de la expectativa o de la idea religiosa del hpmbre. sin embargo hablará constantemente de Jesús como aquél
Y, por supuesto, no quiero decir que esa reJigiosidad hu- que «fue divinizado», que «Se hizo», que «llegó a la consu-
mana que es negada por el Dios que se revela en Jesús, no mación» de su ser -de su ser de Hijo naturalmente-, de
pueda y no deba ser recuperada, en un momento ulterior. modo que, como ya he citado en muchos sitios, aunque era el
Pero tiene que ser recuperada de esta manera dialéctica, en el Hijo, en su historia de dolor aprendió, puso en juego, realizó
seno de su ruptura o de su primera desautorización. En fin, lo que es el destino humano, lo que es obediencia, y así es
esto quede sólo como un inciso por afán de matizar, o quizás como llegó a la consumación de su ser, que antes ha sido cali-
para evitar preguntas luego. Pero ahora no podemos entrar ficado como ser de Hijo.
en ello.
Así habla la carta a los Hebreos. Y ello pide entender la
filiación y la trascendencia de Jesús de una manera que no
4. Fue constituido Hijo de Dios. sea pura y simplemente estática, dado que esta estaticidad
puede ser el polvo negativo que le fue dejando el mundo grie-
El último punto era aquella frase que está citada al co- go a la teología. Es curioso que el primer lenguaje cristiano
mienzo de la carta a los Romanos y que ya dije que segura- no tenía demasiados problemas en este punto , como lo mues-
mente no es de Pablo, sino de un himno previo que él utili- tran, no sólo el texto de Romanos que intitula este apartado,
za aquí. El himno nos habla de «el Hijo de Dios según la car- sino algunos otros de los discursos de los Hechos, que pare-
ne, que fue hecho Hijo según el Espíritu». Parece que no se cen responder a la primitiva predicación cristiana. Y yo re-
trata de una expresión única, sino que reproduce algo del más cuerdo a profesores de mis épocas de estudiante, que nos de-
primitivo lenguaje cristiano, en el que no había ningún incon- cían: «Bueno, es que esos textos son producto de una teología
veniente en hablar de Jesús como alguien que había sido muy primitiva, dado lo antiguos que son; y como son tan pri-
ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS

mltivos pues todavía no tenían una buena dogmática y por do J?,:rra y sin:pl;r:iente que crezca en el orden físico, porque
eso dicen que Jesús había sido constituido Señor o Hijo de el. mno ~receta flSlcamente con tal que los papás lo alimenten
Dios» ... Es una manera de desautorizar a esos textos; pero bien y srn necesidad de que le digan que se haga un hombre.
no hay tal teología primitiva, o mejor: es primitiva en el sen- Le están diciendo precisamente que, en sus decisiones de li-
tido de que es la más cercana a los hechos y la que más repro- bertad, de voluntad, realice todo esto que puede ser como
duce algo que hemos perdido. ser humano. Por consiguiente nuestro ser hombre lo capta-
Y no solamente en el Nuevo Testamento, sino que toda- mos como una tarea, como una historia. Y si esto es así decir
vía en los primeros escritores cristianos podemos encontrar qu~ el Hijo de Dios se hizo hombre tiene que significa; nece-
también esta dimensión de la historia, y de que la filiación san~men~e qu.e el Hijo de Dios se hizo proyecto de sí mismo,
divina es algo que Jesús realizó a lo largo de su vida, aunque se hizo histona y que, por consiguiente, sus títulos su filia-
ya la tuviera desde el comienzo. Más tarde se da la total im ción, su misma divinidad las tenía, sí, ya desde el principio,
plantación del cristianismo no sólo en la cultura griega sino pero las poseía d~ tal manera que tenían que ser realizadas y
en el mundo latino, donde no sé si el mismo juridicismo con- como puestas en Juego en una serie de decisiones a lo largo
tribuye a potenciar la intelección estática de todas las catego- de toda una historia. '
rías, y entonces es cuando esto se pierde por completo ... su- Todo esto es algo que afecta a nuestra concepción de la
pongo que hasta Hegel. Y así, que Jesús fuera el Hijo de Encarnación y a aquella idea de un Dios inmutable al cual
Dios significaba que lo había sido de igual manera desde ~orno de.c~an antes, en la Encarnación «DO le pasa nada». s~
siempre y que era el Inmutable Absoluto. Ni la Resurrección ~utabihdad, que es lo que pide la concepción religiosa de
era un «paso» de Jesús, sino una recuperación de su anterior Dio~, quedaba totalmente a salvo, demasiado a salvo, y se
dignidad, sólo apa'rentemente perdida. Que la Palabra se explicaba que, en la Encarnación, todo ocurre de parte de la
hizo carne significaba sólo que se hizo naturaleza, pero no creatura. Entonces Dios estaría ante Jesús, y consiguiente-
que se hizo historia. mente ante toda la historia, como el espectador ante la televi-
Pero hoy ya no podemos pensar así. Hemos de tener, o sión q:ie, si está más o menos aburrido, la puede apagar cuan-
recuperar, la capacidad para concebir las categorías cristológi- do qmere. La historia no tendría ningún valor ante Dios. Y
cas históricamente porque hoy nuestro ser hombre lo conce- lo que nos estamos jugando en este último punto es precisa-
bimos como algo histórico. Yo no sé si para los griegos el mente el que la historia sí tenga un valor ante Dios, que Dios
hombre era pura naturaleza y ya está; quizás sí, y quizás esto no ~s ante ella un espectador indiferente, sino que está puesto
tenga que ver con su concepción cíclica de la historia y del en ¡uego en ella, porque estuvo y se puso en juego en la histo-
eterno retorno y del hado. No lo sé, ni soy experto en cultura ria ~e Je~ús, que pasa a ser entonces como la maqueta de toda
griega. Pero lo que me parece claro es que hoy tenemos una la ~istona hun:ana. Y lo que se ha puesto en juego en esa his-
concepción más histórica del ser y, por eso, más lineal de la tona, ent~e D10s y nosotros, es que la creación llegue a ser
historia, si no como algo que indiscutiblemente va a ser así, aquel «D10s todo en todas las cosas» al que aludíamos antes,
al menos como algo que tendría que ser así. Por eso también o que no .llegu~ ~ ~erlo. Con la iniciativa de Dios que suplirá
ser hombre, -lo hemos dicho muchas veces- es hacerse nuestras imposibilidades, pero también entonces con la liber-
hombre. Naturalmente que ya somos hombres desde el co- tad humana en la cual Dios se puso en juego, decisivamente
mienzo, pero lo somos de tal manera que tenemos que reali- , en Jesús y un poco también en nosotros.
zarlo en nuestra historia, tenemos que poner en juego nuestro No sé si he sabido explicar esto. Pero es importante
ser hombre. Y cuando a un niño su madre, o su padre, o quien que c?mprendamos que no se trata de una especulación sutil
sea, la dicen: «vamos, hazte un hombre», no le están dicien- que dice: bueno, esto del H ijo de Dios antes lo expresaban de
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46 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS


47

una manera estática y ahora, para ver si impresiona más, pues t:n~ar:ios la filiación de Jesús de manera estática 0 de manera
lo vamos a expresar de una manera dinámica. Y hacemos así dma1Illca. Y por eso he dicho que no se trataba mera y sim-
una sutileza inútil. ¡No! Sino que nos jugamos algo tan serio plemente d~ es~eculaciones que hacen los teólogos para entre-
como que la historia represente o no represente algo para tenerse y di vert1rse un poco.
Dios. Voy a ver si lo aclaro aún un poco más. . , Y volviendo por última vez a esa especie de confronta-
Supongamos que nosotros decimos solamente que Jesús c10n con la categoría del Representante de Dios, también me
es el Señor, con un «es» estático, y de modo que tan Señor parece .que este elemento de lo histórico, aunque no está
era el primer día como el último, por así decir; pero no aña- necesa~·:amente excluido, sí que queda menos incluido en
dimos que Jesús se fue haciendo SefüJr a lo largo de toda su la noc1on de Representante y, por consiguiente, que de los
vida, poniendo actos del señorío de Dios, de ese señorío que c~~tro pun.~os que he propuesto, se podría hacer la sustitu-
excluye todos los demás señoríos de potencias, de demonios, c1~m del HIJO por el Representante, en lo tocante al primero·
y de hombres que esclavizan a los demás hombres ... Si deci- mientr~s que los otros .tres (nuestra inclusión en la dimensió~
mos lo primero y no lo segundo, entonces espontáneamente de Je~us, el. ~nm~ad~1711ento de Dios en la entrega de lo Suyo,
tenderemos a entender que también ahora Jesús es ya plena- .y la c?mens10n histonca del ser de Jesús) no quedan tan bien
mente el Señor, cuando existe la dominación, existe la opre- 1i::lmdos en esta otra categoría como en la del Hijo. La no-
sión del hombre sobre el hombre, y existen mil demonios que c~on d~, Representante no es tan apta para incluir esta
todavía esclavizan a los hombres. No entenderemos que Jesús d1mens10n de la historia de Jesús.
tiene que ir haciéndose Señor, tiene que desplegar en la his- Y esta historia, para el ~ue~o Testamento, se tipifica
toria el Señorío que ha recibido, y que sólo es plenamente sobre t?do en la palabra obedzencza, la cual no tiene que ser
tal cuando toda esclavitud, todo enemigo, todo demonio que entend~da de una manera meramente ejecutiva y puntual,
atenaza al hombre es muerto y derribado. Hay entonces dos como s1 en un momento dado Jesús hubiese «cumplido órde-
maneras de entender nuestra vida, según que la expresión de nes», ~g. yendo a Jerusalén a que lo mataran. La obediencia
fe en Jesús la hayamos entendido en forma estática o en forma de Jesus es toda su conducta frente a esta vida. Esa dualidad
dinámica. Si decimos sólo que Jesús es el Hijo de Dios, así en la que se acepta dócilmente la realidad, y se intenta confia-
estáticamente, dando la impresión de que lo era siempre y da~e;i~e transformar la realidad, eso que es tan tremendamen-
exactamente igual, y no añadimos que Jesús se fue haciendo t: dificil, eso es lo que el Nuevo Testamento llama la obedien-
Hijo de Dios, y se fue haciendo a lo largo de su historia y de cia de Jesús, que también queda muy pálida en la noción del
su vida, en los actos de filiación y de fraternidad que fue po- Representante de Dios.
niendo, otra vez estamos dando la impresión de que, ya ahora, . Es la hora de terminar y me he pasado un poco de lo
Jesús es el Hijo de Dios consumadamente, sin que nosotros prev1st?. Aunque al final he debido correr un poco, creo que
nos sintamos obligados a desarrollar esa filiación y a ponerla no hara falta que resuma, puesto que he ido repitiendo varias
en juego. Recuerdo ahora a un escritor de los primeros siglos veces los cuatro puntos. Muchas gracias.
que dice que en Jesús la divinidad estaba como «ovillada».
Pues bien, el ovillo tiene que desenrollarse. Y algo así es lo
que quiero decir: que nosotros nos sintamos como llevados a
desarrollar, a desplegar y a tejer este ovillo, creando frater-
nidad y creando filiación entre nosotros. Hay pues, efecti-
vamente, dos formas de entendernos a nosotros y de entender
la historia, que están puestas en juego en el hecho de que en-
3
LA IDENTIDAD CRISTIANA INCLUYE DECIDIDA-
MENTE LA LUCHA LIBERADORA. COMENTARIO A
LA DECLARACION DE LA COMISION TEOLOGICA
INTERNACIONAL SOBRE LA TEOLOGIA DE LA LI-
BERACION "'
¿De dónde se toma uno el derecho de mirar precisamente
a la revolución como la encarnación del mal, mientras a su pro-
pia voluntad antirrevolucionaria la mira sin escrúpulo alguno
como conforme con la voluntad de Dios?

(K. Barth, Zwischen den Zeiten.)

Introducción.

La reciente Declaración de la Comisión Teológica In-


ternacional (CTI ) sobre la promoción humana y la salvación
cristiana sólo puede ser leída con tristeza, y con un esfuerzo
de paciencia cristiana.
Del 4 al 9 de octubre de 1976, la CTI dedicó su sesión
anual a tratar de la latinoamericana Teología de la Libera-
ción. Entre los miembros de la Comisión sólo hay un latino-
~mericano, y muchos de ellos no leen el castellano. Incluso,
según anécdotas no verificadas pero circulantes, alguno de

(*) Publicado primero en la revista mexicana Christus (febrero


1978) y en un folleto del C. E . P . (Lima). Más tarde en el boletín alemán
Christen f iir deu Sozialismus y (algo suavizado) en Estudios Eclesidsticos
DATOS TEOLOGICOS 50 DATOS TEOLOGICOS 51

sus miembros habría declarado en las sesiones que no conocía ~ue permite sospechar (como en algunos documentos de Va-
prácticamente ninguna de las obras de la teología de la libe- Ucano Il) la existencia de un compromiso --claramente in-
ración. maduro- entre diversas tendencias de los miembros de la
CTI.
Hay que reconocer que el documento de la CTI tiene Además de todos los factores negativos ya menciona-
cierta conciencia de esa limitación. Quizás por eso alude en dos, un nuev? obstácul? vino a pesar sobre el trabajo de la
más de un momento a la diversidad, y al respeto a las situa- CTI: una serie de suspicacias y de presiones (no se nos dice
ciones concretas que no pueden resolverse desde una posi- naturalmente de. quiénes en concreto ni en qué forma) para
ción pretendidamente universal. Esta tímida alusión reitera- que la Declaración a elaborar tomara una dirección clara-
da es uno de los méritos (no excesivos en mi opinión) del do- mente conservadora o, al menos, no constituyera {in apoyo
cumento de la CTI. Quizás por eso también, nos dice en la a la teología de la liberación. Esto es, al menos , lo que el
introducción que «más que centrar su atención en los diver- J:??cumento parece confesar honradamente en su introduc-
sos ensayos y tendencias» quiso hacerlo en «las cuestiones c10n: «No debemos pasar. por alto las controversias a que
fundamentales referentes a la relación entre el progreso hu- estos ensayos han dado objeto. Se han suscitado de diversos
mano y la salvación cristiana». Las dos palabras subrayadas lados por el. temor de ver que estas investigaciones teológi-
son mías y corrigen el texto de la CTI («lo hizo») con arre- cas se tra?ujeran en ~om~s de posición políticas y perjudica-
glo a sus resultados; porque a pesar de esa declaración pro- ~an ~a umdad de la iglesia». El recurso a la <<Unidad de la
gramática, el texto del Documento sólo la cumple a medias, iglesia», f~tografía ya inequívocamente a los autores de esas
y sólo parcialmente se limita a las «cuestiones fundamenta- c?ntrovers1~s y sujetos de esos temores: son aquellos que con-
les» . En algunos momentos se apunta nítidamente hacia los ciben la umdad de la Iglesia como el mantenimiento de la
juicios valorales concretos; y siempre con una curiosa cons- situación de desgarro que existe actualmente en la iglesia y
tante lingüística que suscita sospechas: todas, absolutamen- e~ .el .mundo y de la que ellos, de una u otra forma son bene-
te todas, las valoraciones que llamaríamos «positivas» que- fzczarzos. Una definición que, desde luego, no tiene mucho
dan incluidas en frases teóricas supergenerales o en asercio- que ver con la verdadera unidad de la Iglesia.
nes hipotéticas con las que nadie puede estar en desacuerdo.
(vg. que la Iglesia no puede ser cómplice de la injusticia; o . En ~i?, el hecho es que aquel temor, reconocido en la
que «puede pasar que incurra en ese reproche de complicidad mtroducc1on del Documento, ha pesado sobre los miembros
si no denuncia», o «cuando esto acontece ... » pero sin preci- de la CTI. Pero hay que apuntar la sospecha de que estuvo
sar si ese cuando es hoy o no) Cll. En cambio, siempre que mal afr?~~ado y ~~e mal resuelto. Es muy cierto que «tomas
se insinúan juicios de valor «negativos» van acompañados de posic1~n pohticas». (estrictamente políticas, añadamos)
de referencias concretas a «algunas» o a «muchas» corrientes suelen perjudicar .la unidad eclesial. Pero esto no impide que
de la teología de la liberación; o se formulan mediante giros el texto, pretend1damente más vago y más vacilante de la
lingüísticos que suscitan la sospecha de que tales desviaciones CTI sea él, a su ve~, .una tom.a de posición política, lo' quiera
ya no son teóricas, sino que están marcando realmente a Amé- o no. Pues en pohtica no simplemente tomamos posición·
rica Latina. No hay aquí tiempo para un análisis lingüístico estamos posicionados ya antes de nuestra toma de postura'.
detenido del documento de la CTI, que pudiera poner eso de Y por eso, hasta las actitudes inhibitorias, como quiere ser la
relieve (aunque algo insinuaremos en nuestro comentario), y de la CTI, «se traducen en tomas de posición políticas».
Por otro lado, y tomando en serio Le 2 34-35 la teolo-
(1) Los subrayados son míos siempre.
gía debería subrayar que lo que está definÍtivame~te desti-
52 ESTE ES EL HOMB RE DATOS TEOLOGICOS 53

nado a «romper la unidad» y a atravesar como una espada el y en la necesidad de escucharse mutuamente, -pues «en la
alma de la I glesia son las tomas de posición cristianas, y f glesia nadie habla por sí solo»-, atendiendo sobre todo al
evangélicamente morales (no simplemente las políticas). Cris- clamor de «todos aquellos que sufren tratamientos injustos
to está puesto para ser causa de caída y de resurrección, para o soportan la pobreza y el tormento del hambre». Clamor
ser signo de contradicción. Y de repente le ha entrado a la - me gustaría añadir- que no se escucha simplemente leyen-
Iglesia un enorme miedo a ser signo de contradicción. Con esta do a quienes escriben sobre estas situaciones y tratan de ar-
especie de miedo a romper la unidad, que se esgrime última- ticuladas hermenéutica y teológicamente . Sólo se le escucha
mente desde ciertos sectores eclesiásticos no desinteresados desde un mínimo de cercanía física a las situaciones de donde
políticamente, ¿no habría que llegar en buena lógica a evitar brota ese clamor, que nuestro mundo hace los imposibles
toda «toma de posición» en cuestiones sexuales, en cuestio- porque sea un clamor sordo cuyas ondas queden interferidas
nes de moral económica o de cualquier otro de los diez man- o no lleguen muy lejos.
damientos? Pues todas esas tomas de posición perjudican a Vamos, pues, a comentar cada uno de los apartados del
la unidad ... texto. Pero antes quisiéramos proponer, como tesis general
que unifique los diversos comentarios que haremos, la si-
Tesis de este comentario. guiente palabra crítica global: La Declaración de la CTI,
aun cuando no quiere ser una crítica a la teología de la libe-
Una vez ambientado e introducido el documento de la ración, no presenta -como pretendía- una teología «dis-
CTI a partir, en parte, de la misma «Introducción>> al texto tanciada de condicionamientos concretos que casi siempre
(que no va firmado por toda la CTI sino sólo por el alemán traen aparejadas pasiones y presiones de todo tipo». Ofrece
Karl Lehman, presidente de la subcomisión) nos toca ahora más bien una teología defensora de (e identificada con) una
recorrer y comentar paso a paso el texto de la Declaración, opción concreta, si bien inconscientemente. (Nuestro trabajo
que consta de 4 partes bien diferenciadas: l. el punto de par- deberá pues contribuir a que salga a la luz esa identificación
tida (las situaciones de pobreza e injusticia) <2l , 2. el tipo de inconsciente) . Esto es algo que le ocurre a la teología siempre
teología que brota de ese punto de partida, 3. aspectos bíblicos que pretende que la seriedad de su misión la exime de la
del tema: veterotestamentarios y neotestamentarios; y 4. as- obligación de optar. Y esa opción inconsciente del Documen-
pectos sistemáticos, de los que el texto elige tres: a. la acción to de la CTI se t efleja constantemente en una característica
de Dios y la acción del hombre, b. Las relaciones entre pro- estilística de la Declaración : siempre insiste o afirma exclu-
moción humana y salvación obrada por Dios, c. cómo afectan sivamente uno de los dos polos de ..toda la dialéctica cristiana.
esas relaciones a la misión de la Iglesia. Y con ello contribuye a crear la impresión:
La Declaración se cierra con una Conclusión que insis- a. de que la teología de la liberación niega ese polo
te en la «diversidad de situacione$ conocidas por las Iglesias que la CTI ha subrayado (con lo cual se tiene ya desfigurado
locales» (¡sin preguntarse si no puede haber alguna relación al enemigo, que es la mejor manera de desautorizarlo);
causal o condicionante entre esa diversidad de situaciones!) b. de que el otto polo de la dialéctica, o no existe, o
está ya resuelto, o no es dialécticamente igual en importan-
cia (en el sentido del «segundo mandamiento semejante al
(2) Sólo con la mención de este p~.mto d e partida ya se ve - como
antes insinuábamos- que la Declarac16n no habla solamente de «las primero»), sino que es un elemento secundario, o terciario,
cuestiones fundamentales referentes a la relación entre progreso y sa~­ hasta convertirse casi casi en «quantité négligeable».
vación» (d e eso se podría habla r también tomando como punto de
partida al mundo d esarrollado) s i~o que ha~l a e ~ concreto - aunque Nuestra exposición analítica y nuestro recorrido por el
no quiera deci rlo- sobre la Teologia de la L1berac1ón. Documento son los que deben confirmar esa tesis que ahora
54 ESTE ES EL HOMBRE D ATOS TEOLOGJCOS 55

hemos enunciado de manera global por razones de síntesis y y subraya con valor, con honestidad y con mérito innegable
de claridad expositiva. aue

,<no tenemos derecho de oponer una crítica negativa a los di-


l. El punto de partida teológico. ferentes sistemas teológicos de que se trata, si no nos mantene·
mos atentos al clamor de los pobres y si no buscamos una me-
En uno de sus párrafos mejores, también en la más jor manera de responder a él»
breve de las partes de que consta, la Declaración comienza
recordando la obligación de la Iglesia de escuchar los signos frase que basta para desautorizar a todos los usos interesados
de los tiempos, y cómo entre esos signos emerge hoy con re- que se quieren hacer del texto de la Declaración, en medios
lieve máximo el clamor de los pobres, de cuyas angustias quie- eclesiásticos poderosos, y que se quedan mucho más atrás de
re la Iglesia constituirse en intérprete. Estas circunstancias donde éste quiso llegar.
concretas son la clave hermenéutica de los ensayos teológicos
que se han publicado sobre nuestro tema en los últimos años. Pero una vez anotado esto, los autores de la Declaración
Su propósito, escribe el texto, creen necesario y fundado el
«es hacer escuchar ampliamente el clamor del hermano pobre y
doliente, el lamento gue suscitan el hambre, las enfermedades, «preguntarse si los proyectos teológicos más aceptados en la ac-
la explotación injusta practicada con espíritu de lucro, el destie- tualidad, tal como de hecho se presentan, son los únicos que
rro forzado, la opresión. H ay que agregar a esto las condiciones abren el camino que lleva a encontrar más adecuadamente el de-
inhumanas de existencia que se hacen a hombres que apenas seo de un mundo más humano y más fraternal».
si poseen lo gue llevan puesto, pasan la noche en la calle, en
ella viven y en ella mueren sin contar ni con la más elemental
asistencia médica. Para el cristiano iluminado por el evangelio Hasta aquí llega la primera crítica que insinúa nuestro
estos «signos de los tiempos» constituyen uno de los más apre- Documento a la teología de la liberación. H asta aquí la crítica
miantes desafíos. Lo incitan a desplegar, en r.ombre de la fe,
todos los esfuerzos posibles para liberar a sus hermanos de su
se queda en mera pregunta (aunque ur1 elemental análisis
situación inhumana (3) . estilístico pueda revelar que si los autores del Documento
hacen tal pregunta es porque ellos responderían negativa-
Reconoce sin ambages la Declaración que mente a ella) . Pero, quedándonos en la formulación interro-
gativa, realmente nadie será capaz de responder si los proyec-
«ese testimonio de la preocupación por los pobres, que se ali- tos teológicos existentes son los únicos que abren camino en
menta del evangelio de Jesucristo, es como el constante resorte la situación actual del tercer mundo. Lo único que cabría es
espiritual de todos los ensayos de los teólogos en la materia» pedir a la CTI que -de acuerdo con el principio que ella
misma enunció- proponga otro modelo mejor o «busque
una mejor manera de responder al clamor de los pobres».
(3) Ante este hermoso texto, sólo cabe evocar que a muc~os ecle- Ninguna de las dos cosas las realiza el texto. O mejor: no las
siásticos poderosos, y a fuerzas económicas de ·Europa y América, esos realiza explícitamente. Puede quedar la sospecha de si la CTI
signos de los tiempos y esos apremiantes desafíos les han inc~tado más no considera que esa «opción inconsciente» desde la que no-
bien ha desplegar, en nombre de la fe, todos los esfuerzos pos1b.les P'.Lr~
acabar con aquellos que quisieron liberar a los hermanos de su sit~ac1 ón sotros dijimos que hablaba, es mejor que los proyectos con
inhumana! Y aquí nuestra pregunta: ¿es justo que la Declaración.no que trata de abrir camino la teología de la liberación. Pues sin
mencione es te hecho para nada y pretenda no tener que tomar partido
ante él? la existencia de ese punto de referencia, al menos oculto en
56 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 57

el inconsciente pero actuante ya, difícilmente podría conce- de la salvación obrada por Jesucristo y los esfuerzos del hom-
birse la posibilidad de esos otros caminos o respuestas. bre» por mejorar esta historia humana. Que todo dualismo
Pero al no definir en concreto cuáles son esos caminos queda excluido y que «la actividad humana adquiere un valor
sobre los que la CTI tiene la sospecha de que no son los ún~­ nuevo, propiamente teológico», de modo que «el adveni-
cos o los mejores ni cuáles son en concreto esos otros cami- miento de una sociedad justa se concibe como anticipación
nos posibles que 'llevarían a un mundo n;ás humano y más de la llegada del Reino». Un rápido resumen de la teología
fraternal la crítica insinuada queda reducida a una sospecha de la liberación, que no tiene más que la inevitable simplifi-
abstracta' y muy formal, que el lector esperará ver llena:se cación de todos los resúmenes, pero que me parece objetivo
de contenido en los párrafos siguientes. El punto de partida y fiel. Y de este resumen, la CTI extrae una consecuencia en
de la teología de la liberación, concluy~mos. a modo de ~~lan­ la que debemos fijarnos:
ce, ha sido, al menos, aceptado sin reticencias como legitimo.
«en consecuencia la fe cristiana es concebida ante todo como
una praxis histórica que cambia y renueva el orden social y
2. El tipo de teología resultante. Críticas a la teología de la político».
liberación.
Uno se queda admirado ante esta consecuencia extraída
Esa crítica que antes encontrábamos como todavía for- por la CTI. Tal conclusión supera, a todas luces, las premi-
mal y vaga, se va a concretar ahora, ~1 tratar d~ la te~logía sas anteriores. ¿Dónde ha encontrado la CTI el «ante todo»
que ha nacido desde ese punto de partida. No de1a de ser cu- que nosotros hemos subrayado en el texto? ¿Qué ocurriría
rioso que, tras aceptar fielmente el punto de arranq_ue, n~es­ si en vez de ese ante todo la Declaración hubiese dicho lo que
tro Documento niegue luego la teología que de aquel d~riva. propiamente se deduciría del modo como expuso a la teolo-
Es verdad que esa negativa se lim~ta no a la totah_dad smo a gía de la liberación: «la fe es concebida como incluyendo ... »,
«muchas de las corrientes teológicas». Pero es igualmente o «es concebida necesariamente también como praxis histó-
cierto que el hecho de esas corrientes teológicas criticabl~s rica»? Parece un matiz imperceptible pero en seguida vere-
(aparte de ser «muchas») es lo que a la CTI le parece mas mos que no lo es, y que está en la base de todas las críticas
ulteriores a las que intentaremos responder. El «ante todo»
importante de la teología de la li~~ración: Al menos es lo
connota fatalmente una gradación, una prioridad y casi casi
único en lo que expresamente va a ÍlJarse. Sigam.os, p~es, p:e-
guntándonos cómo es posible que, ~c~ptado sm reticencias una exclusión tácita de otros elementos. Y ¿qué ocurriría si,
tras leer la parábola del buen samaritano nos dijese alguien
el punto de partida del quehacer te.ologico, no pa:ezcan acep-
tarse las teologías que de ahí derivan. En seglllda veremos que la teología de Jesús es ante todo una praxis asistencial?
¿O si, tras leer la primera carta de Juan se nos dijera que, para
cómo se verifica eso.
Juan, la fe de Jesús es ante todo amor al prójimo? Tanto la
La Declaración reconoce que, en la teología de la libe- teología de Jesús de Nazaret, como la de Juan habrían sido
ración las situaciones inhumanas no se asumen como un des- definitivamente falsificadas por haber tratado de introducir
' ..
tino imposible de cambiar, sino como «~n requerimiento y un conflicto allí donde la esencia de la fe consiste en confesar
una voluntad de Dios» de que sean cambiadas. Reconoce que que no puede haberle. Como si alguien pretendiera juzgar
de esta manera «Dios revela su misterio a través de los acon- la ortodoxia de una cristología a partir de la pregunta de si
tecimientos» y que «cuanto más se penetran las situaci.ones ' Jesucristo era ante todo Dios o ante todo hombre.
históricas concretas mejor se responde a la palabra de J?ios>;- Y en efecto, de esta falsificación de lenguaje, aparente-
Que así se «capta mejor la profunda unidad entre la historia mente tan sutil, se va a seguir una serie de objeciones co~tra
58 ESTE ES EL HOMBRE D ATOS TEOLOGICOS 59

«muchas de las corrientes teológicas» que han nacido «de antes insinuamos, quizás sólo una actuación de mecanismos
estos datos elementales» (es decir: de la breve exposición- inconscientes de defensa permitiría explicar esta ceguera.
resumen de la teología de la liberación que anteriormente
presentamos). Vale la pena recorre una por una estas obje- c. «ni puede tampoco borrarse ·t otalmente la frontera entre
ciones: la Iglesia y el mundo».

a. «De la unidad entre historia del mundo e historia de Otra vez la misma táctica estilística de convertü al ene-
la salvación no se puede forjar una concepción tendiente a hacer migo en un extremo para no necesitar moverse del otro. El
coincidir el evangelio de Cristo con la historia profana». problema de la teología de la liberación no es borrar total-
mente la frontera (¡entonces ya no se hablaría de Iglesia ni
Naturalmente que no. Pero de lo que se trata en la teo- de mundo!) sino precisar hasta qué grado se relativizan esas
logía de la liberación no es de hacer coincidir, sino de incluir fronteras desde una iglesia que neotestamentariamente se
la historia profana en el evangelio. Combatiendo a un falso concibe como servicio (cf D. Bonhoeffer: «la Iglesia sólo es
enemigo, esta cuestión central ha quedado sin abordar. iglesia de Cristo cuando existe para el mundo»). El servicio
concebido como autodefinición -no como prestación ocasio-
•b. El evangelio «es misterio de orden sobren~tural y, p<_>r nal- implica necesariamente una «entrega» y derta relativi-
tanto, una realidad irreductible a toda otra» (es decir: al trabajo zación de las fronteras de la propia identidad. La teología de
del hombre en la historia).
la liberación no pretende borrar totalmente la identidad de la
Iglesia, pero sí afirma (con razón, creemos) que el grado de
Sorprendente la vinculación entre «sobrenatural» e «irre- esa relativización es mayor del que se da en la Iglesia actual.
ductible». Aquí la CTI parece ignorar toda la polémica teoló- Y las cartas de la cautividad ¿no presuponen una relativiza-
gica sobre el sobrenatural, anterior y posterior a la Humani ción semejante cuando establecen una curiosa tensión -inclu-
Generis, y que trató precisamente de mostrar que la sobre- so lingüística- entre mundo e Iglesia C5 > ?
naturalidad del mundo de la gracia no implicaba su irreducti-
bilidad a la naturaleza histórica porque esto supondría una in- d. «Es cierto que el mundo, tal como existe históricamen-
diferencia o una falta de interés de lo sobrenatural para el te es el lugar donde se desenvuelve el designio divino de la
hombre C4>. ¿Cómo es posible que muchos de los miembros salvación, pero no en tal forma que la fuerza y dinamismo de la
de la CTI, que probablemente lucharon contra el dualismo Palabra de Dios se ilimiten a promover el progreso social y
político».
en aquella discusión, no sepan reconocer ahora esa mismísi-
ma polémica, cuando ya no se expresa bajo la forma de rela-
ciones entre creatura racional -fe- visión beatífica, sino Otra vez, la conclusión tácita que sacará quien lee ese
bajo la forma de relaciones entre creatura social -caridad «no se limitan» es que «no lo promueven». Pero esto es pre-
que construye el· mundo- Reino de Dios? Otra vez, como cisamente lo que estaba en cuestión y a eso debieron contes-
tar los autores del Documento: si en el mundo, tal como
existe históricamente, actúa el dinamismo de la salvación ,
(4) Cf. J. A LFARO, Inmanencia y Trascendencia d~, lo Sobrenatural, ¿significa esto o no, que la Palabra de Dios implica la pro-
en Gregorianum 38 ( 1957), 8- 50; K. RAHNER, Sobre la relac1on entre n_aturaleza
y gracia en Escritos de Teología I (Ma~r~d 19~1 ) ~25-347. Aludiendo al moción del progreso social y político?
Surnaturel d e DE LunAc, en su expos1c~~n 1~1stónca, R~hne.r reconoc:e
ci.ue «las consecuencias que esta concepc1~n. tiene en la historia del ~sp1-
ntu» son «sombrías y dan que pensar» (1b1d. 328) . Creo que lo mismo (5) Puede verse este punto más desarrollado en La Humanidad
puede decirse de las consecuencias de la concepción de la CTI. Nueva, Madrid 1979 (4.ª) pp. 314 y 324-28.
DATOS TEOLOGICOS Gl
60 ESTE ES EL HOMBRE

e. «Así pues, la práctica de la fe (praxis fidei) no debe echar un velo de sospecha sobre la teología de la liberación
quedar reducida al esfuerzo por mejorar la sociedad humana». º. sobre «muchas» de sus corrientes (y muchas parece signi~
ficar «la mayoría» si hago bien la exégesis ... a menos que
, ~or. enésima vez, el tomar a los molinos por gigantes sea ~o ?~ aquellos poltoi neotestamentarios que, en reali-
esta sirviendo de excusa para no moler con los molinos. Es dad, stgmfican «todos» ... ) y ello sin entrar para nada en los
duro cocear contra el aguijón, pero no queda más remedio verdaderos problemas que en esas teologías se debaten. Y
que volver a preguntar si la práctica de la fe incluye de veras esta observación sobre el procedimiento estilístico y sobre
o no, el esfuerzo por mejorar la sociedad humana. Pues eso el lenguaje es extensiva a todo el Documento: lo que en él
es lo que estaba en cuestión. cr~a p7oblemas no es nunca (o casi nunca) lo que dice, sino
mas bien el contexto en que está dicho y los intereses que
f. «Esta práctica de la fe conlleva, junto con la denuncia parece salvaguardar el decir precisamente aquello. He aquí
d.e la injusticia .. .la adoración del verdadero Dios... en oposi- otra consecuencia de la pretensión de hacer una teología dis-
ción a todas las formas de idolatría».
tanciada de unos condicionamientos concretos: ¡lo que ha he-
Y para que esa adoración sea efectivamente la del ver- cho es acercarse a otros!
dadero Dios, el evangelio suministra un criterio que no cita . , Y aún más: tras estas críticas particulares, la Declara-
nuestro Documento: no todo el que dice «Señor, Señor» c1on cree conveniente (en un segundo apartado de esta segun-
da parte) insistir en tres puntos concretos:
adora al verdadero Dios, sino el que hace la voluntad del Pa-
dre. Pero ahora preferimos fijarnos en otro aspecto de la acu-
a. que nunca el debate político con sus enfrentamien-
tos, debe hacernos perder de vista que el objeto y el fruto
sación:
propio de la actividad cristiana son la paz y la reconciliación.
Hay efectivamente, en algunas situaciones concretas del Media verdad que se convierte en falsedad cuando no se la
mundo, idolatrías del sistema, del estado, del partido, o cul- completa dialécticamente: la auténtica paz y reconciliación
tos a la persona más o menos idólatras. No lo negamos. Pero cristianas son las que no terminan enmascarando ni dejando
la pregunta que lleva haciendo varios años la teología de la intactos los enfrentamientos reales, sino que tratan de supe-
liberación, y aún no se le ha contestado, es si la idolatría rarlos en la realidad misma. No se trata, pues, de decir que la
del Capital no es la forma más profunda de idolatría, por paz y la reconciliación son lo propio cristiano: se trata de des-
cuanto no impone su culto mediante la fuerza física y la cribir qué paz y qué reconciliación son las auténticamente
coacción externa (las cuales son inhumanas y bajas pero no cristianas.
alcanzan la intimidad de la voluntad del hombre), sino que
b. que la política no es un valor absoluto sino un ins-
lo impone mediante el temor reverencial y el respeto inte-
trumento hecho para servir y que olvidar esto «hace pesar
rior que hace que el hombre, por muy teólogo que sea, no
sobre la libertad de los hombres el peligro inherente a los mo-
se atreva en su interior a decir nada que pueda molestar a
vimientos que favorecen poderes dictatoriales».
ese dios todopoderoso. ¿No es ésta una forma de idolatría
más profunda por más voluntaria y menos aparente? ¿No No vamos a negar eso. Y vamos a prescindir también de
fue menos dañina para los judíos la idolatría que quiso impo- que, por ejemplo, en lo que fue la última fase de la España
ner el rey Nabucodonosor, que la que descubrieron ellos en franquista, lo que favorecía los poderes dictatoriales era más
el becerro. de oro o en los santuarios de las lomas cananeas? bien el desprecio de lo político y su concepción como «mero
Como se ve, pues, una mínima treta estilística, consis- ' instrumento» técnico (temática que quizás valdría también
tente en el recurso o formulaciones extremas, a adverbios para situaciones como la brasileña). Pero prescindiendo ahora
totalizadores o a adjetivos superlativos, permite a la CTI de eso, se le puede recordar a la CTI que su excesivo respeto
62 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 63

hacia la c~ntingencia y relatividad de lo político «hace pesar tianismo. Aquí, señores de la CTI, nos tocaría pues defen-
sobre la libertad de los hombres el peligro inherente a los dernos o convertirnos antes que acusar; no sea que se nos
movimientos que favorecen» el hambre, la inmigración más urguya con aquellas palabras de Jn 5, 22: «SÍ no hubiera ve-
cruel y todas las lacras inhumanas aludidas por ella misma al nido y no os hubiera hablado no tendríais pecado. Pero ahora
comienzo de su Declaración. Parecía que era de ello de lo que no tenéis excusa de vuestro pecado».
iban a tratar, pero en el transcurso del documento se han ido c. Finalmente, la CTI considera, como uno de los
olvidando. Paciencia.
puntos que es necesario subrayar, el siguiente:
Es en este segundo punto donde la CTI insiste sobre la
función eminentemente inteligencia! de lo teológico (rauda, «Las acusaciones contra la injusticia y los llamados a hacer
discutible e interesada manera de despachar la difícil cues- causa común con los pobres, se refieren a situaciones muy con-
tión de ortodoxia y ortopraxis, cuando ya Tomás de Kempis cretas surgidas en un contexto histórico dado» ... Por tanto
«los ensayos teológicos orientados a la construcción de una so-
prefería sentir la contrición que saber definirla, y cuando ya ciedad más humana deben tener en cuenta, cuando asumen teo-
Tomás de Aquino afirmaba, tratando de la «cognitio per con- rías sociológicas, los riesgos inherentes a estas adopciones».
naturalitatem», que el casto sabe más acerca de la castidad,
que el teórico de ésta). Y es en este momento donde se en- Otra vez nada que objetar, pero sí algo que añadir:
cuentra el principio programático tantas veces aludido: afrontar las situaciones de pobreza e injusticia diciendo sola-
mente que se trata de «situaciones muy complejas surgidas
«La teología sea cual sea el asunto sobre el cual actúe, debe
ser capaz de distanciarse de condicionamientos concretos que, en un contexto histórico dado», sin ninguna mención del pe-
casi siempre, traen aparejadas pasiones y presiones de todo cado humano constructor o sostenedor .de esa complejidad y
tipo». creador de esos contextos, todo eso es ya asumir una teoría
sociológica (falsa o verdadera, pero teoría sociológica). Por
Casi dan ganas de contestar a esa afirmación con uno eso, también la CTI debió ser consciente de sus riesgos. ¡Y
de aquellos distingos de la más rancia escolástica: si por dis- ni tan siquiera fue consciente de que estaba asumiendo una
tanciarse se entiende no identificarse incondicionalmente, teoría sociológica!
transeat. Pero si se entiende: pretender no estar en ningún
contexto, nego maiorem. Esa pretensión es, en definitiva, Pero este punto ha sido aducido para algo. Y en efecto,
idolátrica, pues equivale a pretender superar la contingencia la alusión exclusiva a que esas determinadas situaciones son
humana. Y no hace sino reforzar aquellos contextos en los «muy complejas», provoca la sensación tácita de que son
que de hecho se está. Por eso, cuando nuestro párrafo con- inanalizables. Y la CTI aprovecha esa sensación tácita para
cluye con otra de sus manipulaciones abracadabrantes del afirmar que muchos intentos de análisis «Se fundan en pre-
lenguaje: supuestos filosóficos discutibles o en una concepción antropo-
lógica errónea. Es el caso, por ejemplo, de una parte impor-
«Es pues necesario cuidarse muy especialmente de no llegar tante de los análisis inspirados en el marxismo o en el leni-
a una visi6n unilateral del cristianismo», nismo». Soy poco amigo del leninismo, al menos para la Eu-
ropa actual (cosa que, por lo demás, tampoco tiene demasia-
sólo cabe responder lo siguiente: precisamente, lo que la teo· , da originalidad en la Europa de hoy). Pero la velada alusión
logía de la liberación está tratando de decir desde hace años, a que los análisis de Marx y Lenin se fundan en presupuestos
es que la teología de los países eufémicamente llamados «de- filosóficos erróneos (dado que la realidad a analizar era «muy
sarrollados», es una visión unilateral (y culpable!) del cris- compleja», que es el presupuesto que está actuando sobre el
GI ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 65

lector en todo este párrafo) es una simplificación abusiva <5> • ración en sacar al pueblo de Egipto» (la teología de la libera-
Desconoce mucho de lo que se ha escrito últimamente sobre ción tampoco; y los mismos autores del Documento ya no
la cuestión. Y bastaría para contradecirla con algunos textos recuerdan que antes -al exponer la teología de la libera-
programáticos del Capital. Los análisis deben ser refutados ción- hablaron ellos de la meta del hombre nuevo. De modo
en el campo de los análisis. Y los escritos económicos de que no sabemos contra quién va dirigida esta advertencia).
Marx pueden ser válidos o inválidos, y aplicables o no aplica- Pero a continuación, valorando preferencialmente esa ora-
bles a nuestro mundo; pero es en el campo de los análisis ción adversativa, la Declaración se permite continuar con cier-
donde se les ha de responder. Pretender refutarlos apelando to aire triunfal: «esta liberación se ordena al culto de la Alian-
a las vinculaciones ideológicas, recuerda a aquella apologética za que se celebra en el monte SinaÍ».
preconciliar que creía refutar al psicoanálisis apelando al Dejemos a un lado -y no sin esfuerzo- la unilaterali-
ateísmo de Freud. En cuanto los teólogos se serenaron no dad que supone el mencionar solamente «el culto de la Alian-
fue difícil afrontar los análisis de Darwin o de Freud y valo- za» como meta de la salida de Egipto, como si ésta conclu-
rarlos por sí mismos, al margen de las vinculaciones ideoló- yera en el Sinaí y no se orientara a la posesión de una tierra
gicas -ateas o teísticas- de sus autores. Y ello ha sido infini- prometida en la que los liberados de Egipto habían de instau-
tamente más útil para la teología ... rar un pueblo de Dios sin esclavitudes, fruto precisamente
de la Alianza. Pero aun prescindiendo de esta unilateralidad,
3. Aspectos de teología bíblica. nos volvemos a encontrar con las mismas artimañas lingüís-
ticas de siempre: la expresión «culto de la Alianza» sólo pue-
La Declaración considera aquí por separado al Antiguo de ser infeliz o mal intencionada. Parece reducir la Alianza
y al Nuevo Testamento, y a nosotros nos toca mantener esa al culto, olvidando con ello que el Código de la Alianza es
misma división en nuestra exposición. un primer intento de justicia social (¡hasta la institución del
sábado es una institución social, a la vez que cúltica!) y que
a. El Antiguo Testamento. la verdadera realización de la Alianza es la existencia del pue-
blo como «pueblo de Dios» - en fraternidad y sin esclavitu-
En una panorámica que ha de ser necesariamente rápida, des, por tanto-. Desconoce además toda la crítica del culto
la Declaración habla del Exodo, los Salmos, los Profetas, y la que está presente a lo largo del Antiguo Testamento y llega
esperanza veterotestamentaria general. Reconoce, comentan- hasta la carta a los Hebreos. Y sugiere, sin decirlo, una falsa
do el lugar central que ocupa el Exodo en. la teología de ~a li- contraposición entre culto y liberación política, uno de esos
beración, que «en efecto, la salida de Egipto, es en realidad falsos planteamientos excluyentes que son los que luego dan
el acontecimiento primero de la salvación en el Antiguo Tes- pie a reacciones extremas que optarán por la política contra
t amento». Pero este reconocimiento meramente verbal que- el culto. Y aun prescindiendo del término «culto», y atenién-
da sin explotar por el mismo recurso estilístico de una oración donos al esquema -válido indiscutiblemente- de que la
adversativa que es a la que en realidad se atiende: «esto no ?bs- Alianza es el fin de la liberación de Egipto, debemos añadir
tante el Antiguo Testamento no hace consistir toda la libe- que lo único que afirma la teología de la liberación no es que
no haya Alianza, sino que no puede haber Alianza sin salida,
(6) Es cierto que ~l. te.xto .d e la Declaración habla i_nati za~amente de Egipto. La salida de Egipto no es, pues, toda la liberación,
de «bastantes de los anáhs1s inspirados en Marx y en Lemn». Pero como pero sí que puede ser quizás la liberación hoy necesaria. Y lo
a l otro resto de los análisis que pod~·ían n<;> apoyarse en P'.esupuestos que parece dar a entender la CTI es que, como lo importante
filosóficos erróneos, ni los considera ni tan s1qu1era los menciona, no se
puede estudiar al Documento en este otro punto. es la Alianza, ya no hace falta «salir de Egipto». Con un
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poquito de ironía se podría replicar que fue precisamente perarla, llegará a creer que el sentido de la vida está en poder
Yahvé quien se negó a establecer su Alianza en Egipto y a ver. Nosotros los que vemos gratis y sin esfuerzo sabemos que
eso es una reducción y que, por desgracia o por suerte, n o se
recibir culto de los esclavos israelitas de Egipto. Esa era más agota ahí el sentido de la vida; p ero dicha persona difícilmente
bien la propuesta del Faraón ... ( Cf Ex 8, 25) <7l. podrá pensar de otra manera» C8l .
Respecto a los Salmos la perplejidad es mayor. El pro-
blema de muchos salmos, para un orante moderno, es preci- El peligro reduccionista puede ser verdad. Peto a la vez
samente su excesiva materialidad, todavía demasiado «vetero- es simplemente inicuo que quien tiene vista se permita decir-
testamentaria». Y sin embargo, para los autores del Docu- le a una persona ciega y que anhelaría ver, que como el sen-
mento, resulta que, en los salmos, «el objeto de las necesida- tido de la vida no consiste en el sentido de la vista, su pro-
des experimentadas en los diferentes casos particulares es un blema es «un elemento de menor importancia». Jesus cierta-
elemento de menor importancia» ( !) . Pienso que no vale la mente no procedía así. Y por eso, una vez en esta dinámica,
pena discutir esto. En realidad no se trata de una diferencia no será de extrañar que la CTI haya escrito aquí la frase más
teológica o exegética, sino de una lectura de los sa~os desde desdichada de toda su Declaración:
la riqueza y el bienestar, o desde la pobreza y el hambre. La
primera no puede ni imaginar la segunda. La segunda será «No se puede, por tanto, hablar de esta especie de salva-
quizás «en exceso veterotestamentaria» pero es la única po- ción, en cuanto concierne a los derechos y al .bien del hombre,
sible, y si no que se lo pregunten a Ernesto Cardenal. Los sin hacer referencia al mismo tiempo a toda la reflexión teoló-
peligros de un cierto reduccionismo no los vamos a negar. gica, según la cual Dios y no el -hombre es quien cambia las si-
tuaciones».
Como escribimos en otra ocasión.

«Habría que preguntar hasta qué punto estas reduc~iones


¡Hasta luterana se nos hace la CTI en pleno y no por
no son hijas de la desesperación: la persona que ha perdido la ecumenismo sino con tal que no toquemos al capitalismo!
vista y oye hablar de una posible operación que le haría recu- «Dios y no el hombre es quien cambia las situaciones». Sí,
claro; pero Dios sólo las cambia haciendo que el hombre las
cambie, y sólo en la experiencia de esto segundo acontece la
(7) Todo lo. dicho no es obstáculo para q~e ~~bamos subrayar que experiencia de aquello primero. Escamotear esta segunda
el Exodo y la Alianza (por más que sean pnnc1p10 es tructurador. del
Antiguo Testamento) no pueden ser leíd?s al margen del res to del Antiguo parte de la verdad es confirmar toda la crítica marxista de la
Testamento, el cual nos descubre la tnple y dura ley de todo progreso religión, es regresar a Gregorio XVI, es condenar a los opri-
histórico:
a) El futuro es siempre inferior a lo soñado: .la tierra pr~metida midos a la inacción resignada y es no haber oído hablar nun-
no manaba leche y miel, ni sus hombres fueron dignos de la libertad ca del opio del pueblo.
sino ci.ue instauraron nuevas esclavitudes.
b ) Cada conquista abre nuevas dimensiones de conciencia y El mismo esquema argumentativo volvemos a ~ncontrar
con ello nuevos campos a conquistar, desconocidos antes. En cada uno en el tratamiento de los Profetas, aunque aquí sea más mode-
d e esos problemas y opciones nuevas (jueces, monarquía, pactos .con
pueblos vecinos ... ) vuelve a ponerse en juego todo el ser de la revolución. rado. La CTI reconoce que ellos son «un ejemplo impresio-
Y no podemos decir que Israel lo reganase siempre. nante de una acción para mejorar las condiciones de la exis-
e) Todo logro, aun los mejores, puede degradarse ~orno le. ocurre
a la monarquía davídica que en algún momento es vista .c~s~ como tencia humana, inspirada por una revelación divina». El Do-
la realización de la promesa y, no obstt;nte, va a dar en la d1vm.6n .d~ l cumento multiplica las referencias a Amós, Miqueas, Oseas
reino. Por eso formulábamos en otra ocasión que el Exodo, como prmc1p10 e Isaías, de quien reconoce que «deplora el acaparamiento
estructw·ador no es una revolución conseguida sino una r evolución
parcialmente ' frustrada. ( Cf. La teología latinoamericana de la liberación,
en Actualidad Bibl!ogrdfica de jil~soflq,Y teologí~ X (19?3) p. 406). Pero
ni siquiera eso exime de la obhgac10n de salir de Egipto cuanto antes. (8) En La teolog{a de cada dfa, pp. 145- 146.
68 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 69

de los bienes en manos de unos pocos» (Is 5, 8) y «amenaza ser utilizado como arma para obstaculizar la versión «polí-
con que Dios hará desaparecer de Jerusalén a los altos diri- tica» de la santidad, que es el Reino.
gentes de la sociedad». Se agradecen, por supuesto, todas es-
tas concesiones, aunque uno piense que lo decisivo de los Pro- b. Los profetas «plantean como exigenci~ previa la actitud
que, propiamente es la de la conversión interior y de la justicia.
fetas no radica en sus gritos ni en sus amenaz<:ls sino en la ¡Dejad de hacer el mal; aprended a hacer el bien, buscad lo justo,
teología de la que derivan: la identidad entre conocer a Yahvé dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abo-
y practicar la justicia (Jer 22, 16) y la contraposición entre un gad por la viuda!» (Is 1, 16ss).
Dios de los pobres y un Dios de los «establecimientos»
(cúlticos, teológicos, religiosos, socio-políticos, etc., étc.). En- Tampoco aquí cabe discutir demasiado, como no sea
focadas por aquí, las cosas habrían sido probablemente más para pedir a la CTI que nos aclare más qué significa ese «pro-
fecundas. Y sin embargo la extrañeza mayor no la producen piamente interior» que inmediatamente termina en algo tan
-otra vez- estas ausencias, sino algunas de las objeciones exterior como el huérfano y la viuda. Y por tanto, qué sig-
que la CTI va a sacar de los Profetas contra la teología de la nifica hoy «dar sus derechos» a los millones de oprimidos y
liberación, y que se reducen a estas cuatro: «hacer justicia» a los millones de huérfanos de humanidad.
Entonces, quizás nos pondremos finalmente de acuerdo en
a. «Sin embargo en ellos se ve mucho menos un optimis- que el término «conversión interior», para el primer mundo
mo, que alguno creen que se funda en una teología de la historia,
que un escepticismo que se pregunta si acaso el hombre es significa (no exclusivamente, pero también significa): haz
realmente capaz de hacer el mundo diferente a lo que es». justicia y dale sus derechos al tercer mundo.

Esta visión la comparto. Creo haber escrito en otro lu- c. «Es necesario además que Dios conceda a los hombres
la posibilidad de realizar mayor justicia en las relaciones socia-
gar que la teología de la liberación no se funda en un ciego les: después ele todo sólo Dios puede proveer eficazmente a los
optimismo histórico, que la historia está necesariamente derechos y al bien verdadero ele los hombres, sobre ·todo de los
abierta (al bien y al mal, al éxito y al fracaso finales ... ) y oprimidos».
que, en definitiva, sólo se puede tener el valor de creer en los
hombres porque Dios ha creído en ellos primero C9) • Pero La CTI no puede proveer eficazmente a los derechos
sería simplemente no cristiano utilizar ese pesimismo sobre de los oprimidos, ni siquiera clamando con su autoridad en
el hombre como arma contra la acción del hombre. Eso le favor de ellos. Por eso se abstiene de hacerlo. Y aquí co-
toca a Diógenes el cínico, no a Jesús. Jesús «que sabía lo que mienza ya nuestro asombro. Si se descuida, la CTI nos va a
hay en el hombre y por eso no se fiaba de él» (Jn 2, 24-25) explicar la existencia del primer y del tercer mundo por una
nos aparece como autor de los más radicales imperativos al especie de predestinación calvinista. Pero la buena teología
hombre: sed perfectos como vuestro Padre celestial (Mt 5, de la gracia (y los autores del Documento lo saben muy bien)
48). Y en armonía con esto, el enorme pesimismo sobre el nunca dijo que para que el hombre sea bueno «es necesario
hombre de toda la tradición espiritual cristiana, nunca fue obs- además que Dios le conceda la posibilidad» de serlo; sino
táculo para que se presentara, como meta de la existencia hu- que el hombre, todo hombre, está llamado a ser bueno por
mana, la santidad. Desprivaticemos esta ascética y veremos la posibilidad que Dios -primero- le da de serlo. Cuando
cómo, paralelamente, el pesimismo sobre la historia no puede, no se ha dicho esto bien claro, y se añade luego que «después
de todo sólo Dios puede proveer eficazmente a los derechos
y al bien verdadero de los hombres, sobre todo de los opri·
(9) Cf. La teologfa latinoamericana de la liberación, en A ctualidad
Bibliográfica de Filosofía y Teología, X (1973) p . 433. ruidos» (¿por qué sobre todo? ... ), los USA y las multinacio-
70 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 71

nales ya no necesitan más para entonar un Te Deum, en la realizaciones concretas: la I-Iamartía en los paraptomata, la
catedral de St. Patrick, en latín y todo. En definitiva Dios es Ley en los preceptos, y la Muerte en las mil muertes concre-
el último responsable del capitalismo y, por tanto, sigamos tas de cada vida, etc.). Y respecto a «la abolición de las for-
haciendo capitalismo hasta que Dios, «Único que puede ha- mas existentes de propiedad» no se trata de si con ella sola
cerlo», provea eficazmente en contra. se pueden eliminar los abusos, sino de si ella es necesaria
Perdón si soy mordaz. No dudo en absoluto de que la (aunque no suficiente) para eliminarlos. El ilusionismo lin-
CTI no desea en modo alguno afirmar eso. Sólo me pregunto güístico que practica la Declaración pretende sugerirnos que,
por qué habla de forma que dé la impresión de afirmarlo. ¿A puesto que no es suficiente, tampoco es necesaria.
qué viene ese «es necesario además» que parece cuestionar
Se cierra el tratamiento del Antiguo Testamento con
lo único no cuestionable para un creyente? ¿Es que el Docu-
una rápida alusión a las «instituciones veterotestamentarias
mento ha sido objeto de alguna falsificación sistemática por
parte del traductor castellano? <10>. de una sociedad nueva, ya no organizada de acuerdo con las
estructuras en todas partes vigentes en esa época», y a la cate-
d. «Los profetas reconocen la existencia de algo así como
goría del Reino de Dios que «ciertamente deberá llegar y eli-
un «sistema perverso», pero no permiten, en su espíritu, el redu- minará toda dominación del hombre sobre el hombre». Pero
cirlo todo al punto en que el mal sería simplemente el signo para concluir -con sorpresa del lector- que «en nuestros
y el efecto de estructuras sociales injustas, y en que la elimina- días un buen número de ideologías de salvación secularizada
ción de los abusos podría resultar de la sola abolición de las esperan la realización de estas promesas divinas sólo dent~o
formas existentes de propiedad».
de los límites de la historia y de la acción del hombre: Sm
Ya estamos otra vez con el lenguaje de extremos: «redu- embargo ... el Antiguo Testamento rechaza estas ideas». Aquí
cirlo todo» y «la sola abolición de las formas de propiedad el ilusionismo lingüístico ha llegado a límites tales que se le
existentes». Lo que dice la teología de la liberación es exacta- ve la trampa. Que el Antiguo Testamento rechace una ver-
mente lo contrario: no que el mal sea signo y efecto de es- sión secularizada de sí mismo y de su esperanza, no se nece-
sita ser teólogo para saberlo. El problema es más bien qué dice
tructuras sociales injustas, sino que las estructuras sociales in-
justas son signo y efecto del mal. ¡Por eso precisamente de- el Antiguo Testamento de su propia esperanza (y ~o de una
ben combatirse! «El mal» (la alienación radical, en la Teolo- versión falsificada de la misma). ¿Rechaza el Antiguo Tes-
gía de la Liberación de G . Gutiérrez) no es accesible en sí tamento su propia esperanza por el hecho de trascenderla?
mismo sino en sus encarnaciones o alienaciones concretas ¿Tendría razón K. Marx cuando escribí? que «los princi~i?s
(esto lo volverá a olvidar la Declaración cuando, más ade- sociales del cristianismo trasladan al cielo la compensacion
lante, escriba que «el anuncio de la justificación muestra que de todas las infamias y justifican de ese modo la perpetua-
el hombre se encuentra sometido a poderes malos» . Esos po- ción de esas infamias sobre la tierra»? ¿O acaso la CTI no
deres malos no nos son accesibles en sí mismos, sino en sus debería hablar más matizadamente, y, del hecho de que el
Reino se distinga de la historia y la trascienda, evitar susci-
tar la sospecha de que «la rechaza» y de que la historia no
( 10) Si así fuese, estaría d ispuesto yo también a peregrinar con realiza el Reino de ninguna manera, ni tendencial (en el s~n­
hábito penitente y lleno de alegría hasta la CTI , para clamar allí «patres tido del desiderium innatum visionis beatificae), ni incoativa,
peccavi» ... Pe ro a l redactar esta respuesta no dispongo más que del
texto castellano publicado a mimeógrafo por DIC (Documentación e ni sacramental, ni «metanoica»? El resultado del texto es
Información Católica). Boletín Semanal de la oficina mexicana de el dualismo de lo sobrenatural a que antes ya hicimos refe-
información; órgano «oficioso» del episcopado de México, número 43, rencia. Para evitar ese dualismo tampoco haría falta recurrir
27 de octubre de 1977. (N. B. Dos años después, en noviembre de 1979
huelga añadir que aquella traducción era correcta). a la teología de la liberación: acabamos de aludir a Tomás de
72 ESTE ES EL HOMBRE
DATOS TEOLOOICOS 73

Aquin~ ~º:° el desiderium innatum visionis beatificae. y táneamente a añadir una palabra clave a esa formulación: ha-
¿9ué ~igmfica ese deseo innato cuando se relee a nivel de la hda hablado de los problemas planteados por la existencia
hi~tona t~tal y se utiliza para lo sobrenatural una categoría temporal propia, no los del prójimo. Tampoco habría escrito
mas amplia que la de la visión beatífica? ¿No es acaso legíti- que «bajo la iluminación proyectada por el misterio del Se-
ma esta lectura?
íior doliente y resucitado, las necesidades humanas pudieron
Lomar un carácter de menor urgencia», sino que otra vez
b. Et Nuevo Testamento. habría hablado de las necesidades humanas propias. Y así
habría recuperado aquello tan cristiano que expresa la céle-
. Después del balance obtenido en la exposición del An- bre frase de N. Berdiaeff: «el pan para mí es un problema
tiguo Testamento, el lector aborda la lectura del Nuevo con material; el pan para mi prójimo es un problema espiri-
verdadero pánico. Quizás por eso sale de ella relativamente tual». Porque no cabe olvidar que quienes se atrevieron
confort~~º· Aunque la Declaración afirma que «subsiste en a escribir que los problemas planteados por la existencia tem-
los espirttus ... que el Nuevo Testamento se interesa menos poral dejan de ocupar el primer lugar, viven en el mundo
por las realidades sociales y por la vida colectiva de los hom- que tiene resuelta su existencia temporal, y están dirigiéndo-
bres»,, re~onoce sin embargo a continuación que esa actitud se al mundo que no la tiene resuelta. Dicha en estas condicio-
era ma~ bien. efe~to de la espera escatológica inminente: ¡«tal nes, tal exégesis del Nuevo Testamento se convierte (contra
era. la impaciencia con que se esperaba el Reino de Dios! ». la buena voluntad de sus autores) en puro cinismo.
quizás esta o.bservación hubiera podido dar pie a hacer notar Y no obstante, la Declaración insiste en que «la Buena
como es precisamente Lucas -el primero que de forma clara Nueva de Cristo y la ética del Nuevo Testamento aportaron
Y. teológicamente sistematizada abandona la espera escatoló- muchas normas directrices y modelos de comportamiento,
gica- aquel autor cuya teología está más llena de interés todos ellos aptos para inspirar una crítica social», con largas
social, tanto en el evangelio como en el comienzo de los He- enumeraciones de textos. Pero estas enumeraciones creo que
ch~s. De ~sta forma la Declaración no habría prácticamente no deberían concluir con la «disposición de acoger formas
olvidado ci~ar las tremendas y repetidas invectivas de Jesús institucionales de caridad cristiana, de lo cual tenemos ejem-
contra los neos (las cuales están en el evangelio v no son uni- plos en la colecta organizada en favor de Jerusalén», o no de-
lateralidades ni reducciones de ningún teólogo s~damericano) berían concluir ahí en la forma en que lo hacen. La «caridad
que el Documento no tematiza, y sólo las incorpora en una institucionalizada» que patentiza la colecta de Jerusalén es
larga enumeración de siglas bíblicas sin texto. También se de- más bien una forma (la única posible en la situación de la
bió notar , me parece, que la teología del «Cristo total» de la iglesia neotestamentaria) de cumplir un precepto más amplio:
«recapitulación de todo en Cristo», del Resucitado 'como el de «acordarse de los pobres» (cf. Gal 2, 10 con alusión
Adán definitivo, y de la historia como marcha hacia el «va- precisamente a la colecta por Jerusalén). Pero no sería exa-
rón perfecto» (Ef 4, 13) suministran fundamentos para una gerado decir que la forma moderna de cumplir hoy aquél
teología de «la comunidad humana total» que abandona toda precepto de «acordarse de los pobres» no es ya sólo la cari-
impostación exclusivamente privatista de la fe de corte lute- dad institucionalizada, sino la justicia institucionalizada. Y en
rano, pietista, etc., etc. De esta forma, la CTÍ no habría es- un mundo como el nuestro, que no pasa de tener una «injus-
crito que la «importancia trascendente del amor personal del ticia institucionalizada» la primera podría ser utilizada como
Dios encarnado a su nuevo pueblo se presenta de tal_manera ' forma de evitar la segunda. La sola mención de la caridad ins-
que los problemas planteados por la existencia temporal de- titucionalizada puede sugerir la impresión de que a la CTI le
jaro~e ocupar el primer lugar». H abría sido llevada espon- parece ya suficiente con la existencia de instituciones como
- - ~ -------

ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 75

Adveniat o Miserear, todo lo beneméritas que se quiera, pero sociales representan datos de naturaleza y sean, como tales «que-
ridas por Dios», o bien que sean el resultado de ciertas leyes
cuyos fondos -no se olvide- fueron a veces utilizados para anónimas de la evolución. El cristiano está obligado a recordar
entrenar guerrilleros contra Salvador Allende, en nombre de siempre que las instituciones sociales surgen de la conciencia
la neutralidad política de la caridad. ;, social misma y que son objeto de una responsabilidad moral».
Que a continuación se extienda el Documento en el
tema de la justificación nos parece muy lógico y no entrare- Aun cuando ni siquiera aquí se atreva a concretar el Do-
mos ya en el tratamiento de este punto importantísimo (jus- cumento dónde está y cuál es ese «tipo de injusticia que revis-
tificación y construcción del mundo) sobre el que todavía te una forma institucional», parece que estemos ante lo que
hay mucho que vivir y reflexionar. un exegeta llamaría en seguida «otra fuente». Quizás pues,
al leer estos párrafos me acuse alguien de que antes he sido
injusto en mis críticas, por no haber sabido esperar lo que
4. Aspectos de teología sistemática. debía decirse ahora. He pensado seriamente sobre esta obje-
ción. Y si mantengo las acusaciones anteriores, se debe a estos
1. La acción de Dios y la acción del hombre. tres motivos:
1. Ya antes reconocí que la CTI no pretendía afirmar
Es muy natural que el primero de los aspectos sistemá-
lo que de hecho parecía afirmar.
ticos que aborda la Declaración sea, como ya dijimos, el de la
relación entre «Dios liberador» y «acción liberadora del hom- 2. Lo que debe inculparse a la Declaración es que
bre». La necesidad impuesta por el tema obliga ahora al Do- esto que ha dicho ahora ( ¡y que también es bíblico!) no lo
cumento a aportar una serie de matices que antes echamos haya dicho inmediatamente a continuación y en dialéctica
muy de menos y que ahora nos alegramos de encontrar y de con las afirmaciones que discutimos antes. Los dos miembros
citar extensamente: de una dialéctica nunca deben dejar de yuxtaponerse y mu-
cho más si se trata de la dialéctica gracia-libertad. Romper la
«La afirmación tajante de que sólo Dios libera verdadera- dialéctica presentando sus elementos por separado es dar pie
mente no debe tomarse como una afirmación análoga a un mito ...
El recurso a u n mito de este tipo favorece más bien la inercia,
a que cada uno tome aquél que le convenga, y use el Docu-
el inmovilismo y el entorpecimiento de quienes se encuentran mento para sus fines particulares como está ocurriendo ya.
en aflicción. Las condiciones inhumanas de existencia no pueden O es dar pie a que quienes, con más afán de ecuanimidad,
esperar de la fe auténtica ni excusa ni complicidad» ... intentan recomponer el rompecabezas y juntar las piezas se-
paradas, sólo lleguen a una componenda «centrista» que
Y poco después: cree hacer la síntesis a base de recortar y mutilar un poco
«El alcance de nuestras consideraciones no se limita a la cada afirmación; una especie de sinergismo que, en la teolo-
exigencia de una reforma espiritual o de una asistencia que ha gía de la gracia, ya hace tiempo que se reveló falso. Los dos
de darse a solos los individuos: hay un tipo de injusticia que miembros de una dialéctica (y muchísimo más si se trata de
reviste una forma institucional; mien tras ésta reine la situa- la dialéctica privilegiada que es la dialéctica Dios-hombre)
ción misma reclama un progreso de la justicia y de las' reformas.
Los hombres de nuestros días ya no creen que las estructuras no se componen recortándolos sino so-portándolos (en el sen-
tido etimológico del término) a ambos en su totalidad. El
cómo ya dependerá de la dialéctica concreta de que se trate
(*)., Durante la Asamblea de Puebla, un representante de Adveniat y -en el caso de la acción de Dios y del hombre- cabrá vg.
desmmt10 form<I:lmente este dato con referencia expresa a este artículo,
aunque reconociendo que esa era la voz común. Es justo - y me alegra- hablar entonces de niveles ontológicos diferentes, etc., etc.
dar aquí cab~ a su palabra. .Reprochamos pues a la Declaración, no unas afirmaciones,

_________________ __
.,.....
76 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 77

sino un despedazamiento de totalidades que sirve para que que «no es imposible que, por la fuerza del pecado, el des-
las piezas jueguen un papel diverso del que debían. precio y la injusticia puedan instalarse en las estructuras so-
3. Porque efectivamente ¿qué papel va a jugar ahora ciales y políticas». La frase, con todo, es digna de figurar en
el último párrafo que hemos citado? Paradójicamente me una antología de la timidez: se instalan el desprecio y la in-
temo que también un papel políticamente conservador. En justicia, pero no el pecado. Y no se instalan sino que -¡como
lugar de cobrar todo su relieve como fruto precisamente de fruto del pecado!- pueden instalarse.
la acción salvadora de Dios, el párrafo anteriormente citado Pienso que tienen más razón quienes, en América Lati-
sirve como pista de despegue para esta frase que arranca in- na, han respondido a aquella pregunta de la CTI ?firmando
mediatamente a partir de él: que no sólo está permitido, sino que se debe hablar de es-
tructuras de pecado, y que América Latina es un continente
«El cristiano (repetimos la última frase del párrafo anterior) en estado de «pecado mortal» institucional. La te?logía de
está obligado a recordar siempre que las instituciones sociales la liberación quiere ser sólo la metanoia consiguiente a ese
surgen de la conciencia social misma y que son objeto de una
responsabilidad moral. Quizás pueda preguntarse si está permi- estado. «El pecado designa ante todo una decisión expresa y
tido hablar de «pecado institucional» o de «estructuras de peca- personal»; pero la CTI sabe muy bien que «ante todo» no
do», dado que el término bíblico de pecado designa ante todo significa «exclusivamente». Y la tradición teológica aporta
una decisión expresa y personal de la libertad humana. No es algunos argumentos para esa respuesta afirmativa:
imposible, sin embargo, que, por la fuerza del pecado, el despre a. El concilio de Trento reconoce -aunque sea sólo
do y la injusticia puedan instalarse en las estructuras sociales y
políticas». por respeto a san Pablo -que está permitido hablar de peca-
do cuando se trata de algo que «viene del pecado y al pecad0
El párrafo antes citado ha venido a servir -extraña pa- lleva» (DS 1515). Prescindiendo ·ahora de la cuestión de la
radoja- para cuestionar el lenguaje de pecado institucional concupiscencia, lo innegable es que la situación socioeconó-
o de pecado estructural, que se ha hecho ya común en Amé- mica de América Latina, viene del pecado y al pecado lleva.
rica Latina. Y ese cuestionamiento (con aparente justifica- b. Precisamente la tradición católica se distingue por
ción teológica) juega, tácita pero eficazmente, el papel de su empeño decidido en reconocer un pecado-no-voluntario y
cuestionar la pretendida inmoralidad del capitalismo como en llamarle así a pesar de todo: el pecado original originado.
situación o como «estructura». Y la biblia conoce un concepto de iguales carecterísticas en
Es justo apuntar que la CTI quizás ha suavizado aquí el «pecado del mundo». Prescindiendo ahora de los esfuer-
una propuesta anterior sobre este punto, que se encuentra zos de los teólogos por buscar al pecado original originado
en la relación presentada por H . U. von Balthasar, y que re- algún tipo de voluntariedad in Adamo ... , y prescindiendo de
chaza toda posibilidad de hablar de pecado institucional, con la discusión sobre si el pecado original se identifica con el
expresa alusión a Medellín incluso <11 >. La CTI reconoce joánico «pecado del mundo», el hech,o es que el pecado ori-
ginal está ahí. Ya sé que la tradición insistió siempre (al me-

( 11) Considerations sur l'histoire du Saltlt. A propos de la théologie de la


liberation, en NRT 99 (1977) 518-531. Balthasar escribe que: que andamos temiendo como implícita en el Documento de la. CTI :
«Cuando la Asamblea d e Medellín, se habló de estructuras in- «Sin condenar no obstante en bloque como «pecador» a un sistema
justas y opresoras» d e «situación de injustica», «situación de pecado». económico tan complejo como el capitalismo» (p p. 530-53 1) ..
En realidad, las situaciones pueden ser injustas pero no pueden ser ellas ¡Siempre el mismo sutil deslizamiento de los lenguaje~! ¡Claro
mismas pecadoras». (¡Nótese el cambio: antes hab¡a dicho: situaciones que aquí no tiene sentido hablar de «pecador»! Per.o es~ no e~1me de la
«de pecado»!). Y sigue: «pecadores sólo pueden ser los hombres a los condena: al capitalismo se le pued~ condenar comomrrac1on~I, m~umano
que son imputables estas situaciones y que pudiendo eliminarlas o e injusto». Cf. el excelente estudio de E. M ENENDEZ URENA: K . Marx
mejorarlas, las \ eran». Para sacar expHcitamente Ja consecuencia economista. Tecnos, Madrid, 1977 .

____ -
........
DATOS TEOLOGICOS 79
78 ESTE ES EL HOMBRE

teología abandone un liberalismo político y religioso que sól?


nos en la solutio difficultatum; mucho menos en sus elabo- se interesa por la libertad individual del hombre y por su santi-
racior:e~ teológicas) en que ~l pecado original era un pecado ficación personal, y al que lo único que le importa es asegurar
«analog1co». Pero la teología de la liberación no reclama el cielo para sí y para sus amigos» ... <12>.
ahora sino el derecho a usar esa analogía consagrada, y que
la CTI no se vuelva univocista de repente. Todo esto es suficientemente importante. Y las estruc-
c. Parece ridículo o interesado, sentir ahora escrúpu- turas no son algo así como espíritus invisibles. Tienen una
los por la analogía de la expresión «pecado institucional» geografía y una historia . Y la pregunta es: las estructuras de
cuando la tradición romana no se cansó de usar hasta el abus~ América Latina (o las de todo nuestro mundo en cuanto el
expresiones como la de «santa Sede». Y no hay nada más tercer mundo es con expresión feliz de G. Gutiérrez «el re-
personal y más libre que la santidad (hasta el punto de que verso de la histo~ia») ¿son o no son estructuras demoníacas?
coincide con Dios). Los miembros de la CTI que sienten Ante el espectáculo descrito al comienzo de la Declaración
esos escrúpulos de lenguaje tendrían aquí un mejor combate por la CTI, de hambre, de emigración, de embrutecimiento,
que librar, que será seguramente más evangélico y más ecu- de raquitismo físico y psíquico en millones de seres ¿ q~é
ménico que el combate contra el pecado estructural. necesitamos para calificar a unas estructuras como dei:n~rua­
d. Y si aun así se niega a la teología de la liberación el cas? Y si lo son ¿es o no es obligación grave para un cristiano
derecho a hablar de pecado institucional, o de estructuras de convertido el tratar de combatirlas?
pecado, queda el recurso de asumir el lenguaje de Piet Fran- Porque, otra vez, esta suavidad frente al término pecado
sen (que no es precisamente latinoamericano) y hablar enton- me parece ser la que da pie a ciertas vacilaciones con que la
ces paladinamente de «estructuras diabólicas»: Declaración ha abierto este apartado:

«Nuestras reflexiones antropológicas nos han permitidc «Los enunciados del Antiguo Testamento en materia de
acceder a un aspecto del pecado que la teología moral ha redes- liberación no podrían seguir siendo valederos en todos sus aspec-
cubierto hoy y que se puede designar con la fórmula «estructuras tos dentro del estado de cosas instaurado por el Nuevo Testa-
demoníacas de la sociedad humana». El misterio del mal no con- me~1to (13) . La Revelación con la cual hemos sido favorecidos
cierne sólo al individuo. H ay estructuras humanas que pesan en Cristo divide el curso ininterrumpido de la historia de •la sal-
con tal fuerza sobre nuestra acción personal que casi llegan a vación en ·tiempo de .Za promesa y tiempo del cumplimiento. Lo
aplastarla. Una moral individualista no se preocupa de ellas y que une a ambos testamentos es la. seguridad de que _Dios sólo,
esto es injusto, pues esas estructuras demoníacas no pueden ser Señor supremo y soberanamente libre, procura ~l bien de los
valoradas como neutrales, sino que por el contrario están en hombres· sólo El es liberador en el sentido genumo de la pala-
conexión con la maldad humana y constituyen la dimensión co- bra. Cla;o está que para poder comprender esta afirmación de
lectiva del pecado. Aun cuando resulta difícil decir hasta qué la fe es necesario admitir que las necesidades del hombre no es-
punto es cada individuo responsable de ello, la teología cris- tán reducidas a •las solas dificultades económicas y materiales».
tiana no debe pasara por alto este aspecto del «pecado del mun-
do»: por muy impotente que cada uno se pueda sentir frente No vamos a repetir la discusión anterior. Nadie duda
al peso angustioso de ciertas estructuras dentro de su comuni-
d ad, nacional o internacional, no le es lícito absolverse a sí mis- de que sólo Dios es liberador en el sentido genuino de la
mo de toda culpa y olvidar que, junto con sus padres y los de
su generación, es también responsable, en cuanto mantiene en pie
con ellos estructuras vitales que imposibilitan una vida de acuer- (12) Mysteriun Salutis, IV, 2, p. 899 (edición castellana) ,
do con la dignidad humana y cristiana. Ante tales estructuras no (13) Tampoco estaría de más recordar que de es.t<? Yª. ha~1a
le está permitido al cristiano descargarse de una responsabilidad tratado - y mejor- Gustavo Gutiérr~z al ~-abiar de la «esp1ntuahzac16n
política y retita!:Pe a una esfera privada, con la engañosa espe- de las promesas». (Cf. Teología de la l1berac1011, Salamanca 1972, PP· 220-
ranza de no mancharse así las manos .. . Ya es hora de que la 226.
80 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGJCOS 81

palabra. La cuestión es más bien de qué forma lo es: si mi- 2. La relación concreta entre promoción hutnana y salvación
nusva~orando, como la CTI, las dificultades económicas cristiana.
mater~ales del pueb.lo o enviando a Moisés para que lo saqu~
de Egipto. Pero de!ando esta cuestión ya tratada, y ciñéndo- Sobre el problema de las relaciones entre promoción
nos, al resto d~l parrafo, parece que la Declaración incurre humana y salvación de Dios, o entre construcción del mun-
~qt en u~ ~eligroso «r~duccionismo», al reducir el «tiempo do y cumplimiento escatológico, la CTI declara que sólo pue-
Te cumplimiento» al tiempo histórico posterior al Nuevo de dar la solución formal del problema. Este apartado es, en
estamento. J?e ~epente se han olvidado de la escatolo fa. efecto, el más formal y abstracto de toda la Declaración. La
Menos reduccio:iistament~ habría que decir que el Nu~vo CTI se pronuncia contra una postura de «separarlas total-
~estamento no maugura sm más el tiempo del cumplimiento mente» y contra la postura de «un optimismo evolucionista».
smo (con un lenguaje discernible en la Teología de la Espe- Busca en documentos eclesiásticos recientes (sobre· todo en
ran~a de]. ~ol,tmann, en la Cristología de Ch. Duquoc 0 en GS y en el Sínodo de obispos de 1971 sobre la justicia en el
escn~os e~lesiologicos de ~· .~ahner) el tiempo de la puesta mundo) fórmulas con que plasmar esa relación «no monista
en v1go~ Irrevocable y defoutivamente victoriosa de la pro- ni dualista»; y habla de preparación de la materia del Rei-
mesa. T1emp~.que el mismo Pablo compara al del nacimiento no C14 >, habla de expresión de la esperanza escatológica a tra-
de Isaac, el hi10 .de la promesa. El tiempo posterior al Nuevo vés de las estructuras de la vida secular, de superación (o
~estamento es tiem~o de ya y de todavía no. Olvidar repen- transformación) de todos los cumplimientos terrenales por
tmam~n~e el «todavia no» lleva a sugerir tácitamente que el parte del Reino; y de la acción en el mundo como elemento
cumplimiento de la Promesa termina en la revolución fran- constitutivo («ratio constitutiva») del anuncio de la fe .
cesa Y en, la Ilustración. Y naturalmente, las consecuencias La respuesta es, en efecto, tan formal que es difícil no
que de ah1 se deducen no son desinteresadas: estar de acuerdo con ella, aunque uno pueda echar de menos
otras categorías como la de «anticipación» (vivir o intentar
«Claro está. que pa.r~ poder comprender esta afirmación de vivir y anticipar ya aquí la dimensión de la resurrección, como
la fe es ne.cesano admitir que las necesidades del hombre n fruto de nuestra resurrección ya anticipada en la de Cristo),
están reducidas a las solas dificultades económicas y materiales>~ la de «incoación» (en el sentido de la antigua «Ínchoatio vi-
sionis» ya en este mundo, por la fe), «sacramento», etc., etc.
Incluso cabe pensar si la desprestigiada categoría tridentina
¿En ~ué medida sería esto cierto si no hubiésemos olvi- de «mérito», agustinianamente entendida y sin perder su ana-
dado previamente que las necesidades materiales del hombre logía, no tendría un lugar aquí; o si (ya que antes la CTI ha-
(al m~nos a~gunas y algunas veces) no son sólo necesidades bló de la justificación por la fe) el problema de las «obras»
n:atenales, smo. que son pe:ado .e,structura1? He aquí el inte- como fruto de la justificación y no como medio para ésta, no
res qu~ nos .guiaba en la discusion anterior. Desde _aquí po- podría hallar aquí una traducción adecuada.
dem?s ya afi.rmar que porque «sólo Dios es liberador en el Y sin embargo, todo esto es poco importante. Lo sor-
sentido ?enmno de .l~ palabra», la liberación cristiana incluye prendente es que, tras esta respuesta formalmente impecable,
Y se extiende .tamb1en a las necesidades materiales del hom- nuestra Declaración se apea repentinamente del nivel formal
bre. Y hasta ilustrar esta tesis con la vinculación que Jesús
e~tablec~, entre sus curaciones y el perdón de los pecados,
~mculacion que aquL.QQ_podemos explanar pero que es sufi- ( 14) También poco después: «la historia concreta es, en cierta
manera, el lugar donde el mundo se transforma hasta tal punto que
ciente haber evocado. alcanza al misterio mismo d e Dios».
82 ESTE ES EL HOMBRE
DATOS TEOLOGICOS 83

para decirnos que, aunque hay que mantener la unidad entre rre que Rutilio Grande y otros muchos no fueron asesinados
libera~ión y salvación «ho~ en día conviene más bien poner o torturados en una sesión de la CTI sino en el esfuerzo li-
de relieve con mayor claridad y vigor lo que las diferen- berador de América Latina. La acentuación del elemento
cia» (!).
dualista tendría, pues, un sentido muy distinto si se hiciese
En pocas frases del Documento se puede encontrar un desde el mundo mismo de los oprimidos, que si se hace desde
ejemplo más palmario de lo que puede ser la «función ideo- una situación pretendidamente neutral. Desde allá podría
lógica» de un lenguaje, o las opciones inconscientes que sub- significar que el amor (como categoría que engloba «toda la
y~cen a la elección de un lenguaje determinado. ¿Por que con- ley», todas las apelaciones) no es una categoría apacible, sin?
viene hoy subrayar más la dualidad? ¿Porque eso favorece que nadie tiene más amor que el que da la vida por los ami-
a los países opresores? Es la única respuesta que uno encuen- gos. Desde la otra postura puede sonar (aun sin quererlo) a
tra. O en todo caso quizás convenga eso más en el primer no tomar tan en serio esa frase del evangelio.
mundo tan tentado de identificar su propia situación con la
voluntad de Dios. Pero la CTI no prueba en ninguna parte c. En fin de cuentas, y sea cual sea la perfección del
que eso sea hoy lo más conveniente para el tercer mundo, para mundo, la Escatología siempre implica una ruptura y una
el cual (como ya dijimos) parece estar hablando.
discontinuidad que «en la historia de cada individuo se la
No cabe, pues, ocultar la sorpresa por esa opción que hace experimenta como muerte» y que «afecta también a la his-
la CTI , con la misma impavidez del «quiet american» de Gra- toria entera como «pérdida del mundo». También eso es cier-
ham Grecne. Si ante ella rastreamos el texto en busca de ra- to; y sin embargo hubiese sido absolutamente imprescindible
zones que permitan hacer comprensible esa opción, quizás añadir, para que esa afirmación no juegue otra vez un papel
encontraremos que se nos dan estas tres:
ideológico,. que la seguridad de la muerte individu'.11 y la ne-
a. Que de esa forma será más fácil no desanimarse cesidad de contar con ella y de aceptarla, nunca dispensaron
ante los fracasos («esta visión . .. previene contra el descon- en la más rancia moral y en la más rancia ascética, de la obli-
cierto que podría nacer en el caso de esfuerzos que quedan gación absoluta de vivir y de la obligación de luchar contra la
sin r~sultado»). Esto no es falso, pero tampoco es .i:azón muerte hasta el límite mismo de lo posible. Aún más: la dig-
para privilegiar uno de los dos polos de la dialéctica sino nidad que da al hombre la resurrección, obliga ~,1uch~r contra
simplemente para subrayar los dos: la situación del ~undo la muerte hasta el fin, casi hasta la desesperac10n misma, pe-
oprimido (que no sabemos hasta qué punto es conocida por sando más esa dignidad que la certeza de la m:ierte. ~asta
la CTI) es tal que no solamente necesita que se le curta para tal punto se ha vivido esto que hoy ante d:ternun~~a~ situa-
los fracasos sino que se le encienda alguna posibilidad de es- ciones límite (vidas sólo vegetativas mantenidas artificialmen-
peranza que le haga no desistir de la acción. Y ambas cosas te, etc.) el hombre se pregunta si no ha ido demasiado lej~s
son - por lo menos- igualmente urgentes. en su combate contra la muerte. Pues bien: lo que vale a Ill-
b. Que así se da más relieve «al misterio de la Cruz vel individual, vale también, y está igualmente motivado, a
sin la cual no se realiza ninguna acción verdaderamente sal- nivel social. ¿En nombre de qué pudo la CT! dejar ~e men-
vadora». Lo cual también es verdad, pero olvida que el pe- cionar esto? He aquí la pregunta que nos venlfilos haciendo a
cado humano es tal, que es capaz de manipular hasta la misma lo largo de todo este comentario.
Cruz en su favor. ¡No sería la primera vez que se cometen
atrocidades con el crucifijo en la mano! Porque aquí entra- ' No duele reconocer que la CTI ha sido consciente de
mos en un nivel que de~orda ya la dimensión académica de sus límites y, después de expuesta su doctrina, ~~s avisa, en
la teología: de la cruz sólo s?"-puede hablar desde la cruz. Y ocu- un párrafo conclusorio, de la necesidad de relativizarla:
·-
-- - -~- -

04 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 85

«Lo que es valedero para Europa y los países de la América tegrando dialécticamente? Lo que Dios quiso unir no debería
del Norte, los más adelantados en el desarrollo industrial estimu-
lado por la ganancia, no tiene el mismo valor para los continen-
separarlo el hombre, mucho menos oponerlo. Y la CTI debe-
tes y las zonas cuya población en gran mayoría sufre de hambre». rá reconocer que exactamente igual que escribió el párrafo
que acabamos de citar, podría haberlo escrito así:
Esta afirmación es la que nos alienta a hacer las obser-
vaciones anteriores, que nos parecen «de más valor» para el Se compromete la relación fundamental que recordamos an-
teriormente, si se privilegia el culto de Dios, la oración o los sa·
tercer mundo. Por esta misma razón, tampoco podemos cramentos hasta el punto de relegar a un segundo plano la ac-
aceptar sin más que, tras esa concesión, el Documento inten- ción por la liberación ...
te concluir ahora con tonos mucho más dogmáticos:
¿Por qué la CTI optó por la advertencia anterior y no
«se compromete la relación fundamental que recordamos ante- por ésta? O de otra manera: ¿ante quién se siente obligada
riormente, si se privilegia la acción por la liberación social y po- y deudora la CTI? .. .
lítica hasta el punto de relegar a un segundo plano el culto de
Dios, la oración, la eucaristía o los demás sacramentos, la ética
individual, los problemas de las postrimerías y la lucha austera 3. La misión de la Iglesia.
que debe hacerse en la historia contra los poderes de las ti-
nieblas».
Después de cuanto llevamos expuesto, es de esperar
que el Documento intente ahora llevar a la Iglesia por cami-
Texto en cuyo favor juega su misma pretensión orto-
doxa, y al que, por eso, sólo cabe responder con otro más nos de neutralidad política. Aunque reconoce en el inicio
autorizado: mismo de este apartado que

«la comunidad eclesial se sitúa siempre en condiciones concretas


«Si cuando vas a presentar tu ofrenda al altar, recuerdas en las que ya se han tomado algunas opciones políticas»,
allí que tu hermano tiene alguna queja en contra tuya, deja ahí
tu ofrenda ante el altar, anda primero a hacer las paces con tu
hermano y entonces vuelve a presentarla» (Mt 5, 23-24). sin embargo esta afirmación -como casi siempre en este
documento- es tomada únicamente como «ocasión para la
¿Cree la CTI que san Mateo privilegia aquí la acción adversativa»:
por la liberación hasta el punto de relegar a un segundo pla-
no el culto de Dios? ¿O piensa más bien que un exegeta occi- «Por su origen, por su carácter sobrenatural y po~ su misión
dental bien pagado, es capaz con su «ciencia» de quitar todo religiosa así como también por la esperanza escatológica, la Igle-
sia no se vincula de manera exclusiva e indisoluble a ninguna
el veneno a ese texto? ¿No será que ése y otros textos nos raza o nación. (GS 48) No puede confundírsela con ningún sis-
descubren que existen situaciones límite (o niveles-límite de tema social ni asociársela a título necesario e irrevocable».
algunas situaciones duraderas) en los cuales no tiene aplica-
ción el principio reposado que la CTI nos enunció? El primer Y aunque reconoce que la Iglesia «puede pasar que
mundo, al que pertenecen casi todos los miembros de la CTI incurra en el reproche de complicidad si no denuncia o en-
debería recordar que el tercer mundo «tiene una gran queja cubre la situación de los pobres y oprimidos» y que ha de ha-
en contra suya» y después de eso preguntarse si tiene dere- ber en la Iglesia una «solidaridad con los pobres», sin em-
cho a presentar sus ofrendas en el altar de la ortodoxia. Por bargo ambas concesiones están esterilizadas de antemano:
lo demás, tenemos que repetir por enésima vez la pregunta la primera se queda a un nivel de «puede pasar», cuando hoy
de siempre : ¿por qué hablar oponiendo en vez de hablar in- es preciso decir, desgraciadamente, que «está pasando»; y
136 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGI COS 137

la segunda afirmación circula por el texto con el freno de Sólo -añadiríamos- , que quizás no cabe enmascarar
mano puesto por la aclaración siguiente: «este término (po- esas diferencias con una apelación al repetido slogan tran-
bres) deb_e entenderse en toda su acepción la cual compren- quilizador: «lo que une a los fieles es más fuerte que lo que
~e, por e~em~l~, a los hom?res afectados de indigencia espi- los separa», como hace a continuación el Documento. Eso
ntual, ps1colog1ca ?, material» .. ¡Parece bien significativa y vale al nivel de lo vivido en la fe, no vale al nivel de lo que
poco casual la elecc10n de este e1emplo que atiende en primer se debe afrontar en la realidad: si Jesús es «signo de contra-
lugar a la pobreza espiritual y psicológica! dicción» quizás hay que decir más bien que lo une a los
La neutralidad política de la Iglesia es una verdad irre- fieles es lo mismo que los separa. Y en efecto: lo que unía a
prochable para situaciones que llenen unos mínimos de nor- Jesús con los judíos (la apelación a Yahvé) ¿fue acaso más
malidad. Pero un escrito teológico no puede eludir el decir- fuerte que lo que los separó? ¿O no fue más bien lo que los
nos que una situación mundial que se mantiene a costa del separó? ¿No fue toda la vida de Jesús una especie de con-
hambre de dos tercios de la humanidad, no merece bajo nin- troversia sobre Dios, con sus representantes judíos? Porque
gún concepto (ni humano ni teológico) el apelativo de nor- después de Jesús ya no se trata de hablar de Dios, sino de
n_ial. ?n estas c:ircunstancias no vige la nautralidad de la Igle- qué Dios y de qué Cristo se habla. Y Dios no es un dios de
sia, smo que vige Le 6: ¡«ay de vosotros los ricos, felices vo- muertos sino de vivos. Por eso no nos vale la conclusión que
sotros los pobres» ! Este lenguaje no es políticamente neutral. saca la CTI de la frase antes citada (lo que une a los fieles
En estas condiciones la Iglesia tampoco «se confunde» con es mayor que lo que los separa) :
un s_istema so_cial, pero sí que «está con los pobres» o, si se
~refiere, «esta con todos pero desde los pobres» única posibi- «Se pone seriamente en peligro la unidad de la Iglesia si
lidad de es~ar realmente con todos <15>. También vige sola- las diferencias que existen entre las «clases» sociales son asumi-
mente en circunstancias relativamente ideales la afirmación das en el sistema de la «lucha de Clases».
de que «la reforma del orden social y político incumbe a los
laicos» CIGJ, y esto último sí que parece reconocerlo la Decla- El tema de la lucha de clases es demasiado complejo y
ración cuando prosigue:
sobre él se ha escrito demasiado como para que sea posible
desconocer toda esa literatura y despacharlo con esa distin-
«esto no obstante, la Iglesia en su globalidad -representada
principalmente por los ministerios del Soberano Pontífice de los ción entre las «diferencias que de hecho existen entre las
obispos, de los sacerdotes y de los diáconos- no tiene derecho clases» y «el sistema de la lucha de clases». Si la CTI cree de
a callarse en los casos en que se pisotean la dignidad humana y veras que las diferencias que de hecho existen entre las
los derechos elementales del hombre. Cuando esto acontece la clases, son algo tan natural como las diferencias climatológi-
Ig!esia e.i_i su conjunto puede verse obligada a expresar su pe~sa­
~1ento ~m demora y con energía». « ... En consecuencia es impo-
cas entre países diversos y no tienen (¡en el nivel decisivo de
sible evitar totalmente entre cristianos controversias en materia los hechos y no de los sistemas!) algo o mucho de lucha,
social y política». mejor aún, de agresión y de agresión comenzada por la clase
poderosa, entonces contradice varias de sus palabras anterio-
res. Si no lo cree, entonces no se ve «Ómo es posible separar
(l?J Algo más desarrolladas estas afirmaciones en (·Con quién está tan olímpicamente «el sistema de la lucha de clases», de la
la Iglesia?, en La teología de cada día, pp. 176-180.
( 16) E! mii:iisterio eclesiástico ha jugado constantemente a lo la rgo «realidad de diferencia de clases» existente. Otra vez nos te-
~e toda la h~stona papeles de suplencia. Y M. Hidalgo, el padre de Ja memos que el temor por la unidad de la Iglesia, sea en el
independenc1~ mexicana, fue sacerdote, aunque hubo de cargar con
una excom1.;1mó!1 de I~ Inquisición, que hoy'ni>s pa rece absurda y ver- fondo la forma ideológica de enmascarar otro temor no con-
gonzosa. Hzstorza magistra vitae ... fesado o no reconocido.
88
ESTE ES EL HOMBRE
D ATOS TEOLOGICOS 89
. y desde aguí se matizan o
mac10nes unilaterales con g se tomplementan otras afir- lían terminar bien, mientras que sus encuentros con los ricos fre.
se ~~ya de «evitar el que l~se ~º?~ uye el Documento. Que cuentemente acabaron mal (cf. Le 7, 36ss; Me 10, 17-22; Mt 10,
P.olit1ca prevalezcan de tal mod p1mones. e:i materia social y 24). Porque no cabe negar tampoco que Jesús utilizaba una medi-
diferentes dejen de celeb . o, que cnst1anos con opciones da doble: frente al pobre y necesitado lo primero era su libera-
yan mutuamente de ella~:r Junto.s la eucaristía o se exclu- ción, y sólo después venía la exigencia de conversión (Jn 8, 7-11;
Jn 5, 6-8. 14). Frente al opresor o frente al bien situado, lo pri-
d.~ gran seriedad e importanc~! ~:dentemente un problema mero era la exigencia de conversión y sólo después de aceptada
t~nen a veces de unas comple d ro los hechos concretos lo
ºid ésta venía su defensa ante los otros y el anuncio de la salvación
tionar esos principios tan dar~ ~es tales que llegan a cues- p ara su casa (Le 19, 1-10). El evangelio invierte aquí la dinámi-
se trata de opciones dif . s.. orque en muchos casos no ca espontánea de nuestras valoraciones humanas, y ese ideal no
como dijimos arriba, ~:entes sm~ e?emigas (y enemigas, puede ser puesto sin más entre paréntesis con la excusa de
inevitables fatalismos de la condición humana» (17)
q,u~ la carta de Santiag; - u~: t:utb~:1ca. agresión). Pienso
log1ca- aborda mejor este: bl m len tiene autoridad teo-
el rico debe llevar a la igl . ro ema cuando dice que lo que Conclusión.
9ue sólo así, como perdo~s:does «su }mmillación» ( 1, 10) y
Junto al pobre una eu . , ' podna celebrar con sent1.do La Declaración de la CTI se queda muy por detrás de
' car1st1a gue
ser «1a cena del Señor ( 1 C
h bº
no u iese dejado ya de Gaudium et Spes, de Medellín y del Sínodo de los Obispos de
falsificador también ext t or 11 , 20). Pues este peligro 1971. Un europeo debería reconocer que los teólogos sud-
sible a él. s e aunque la CTI no haya sido sen- americanos tiene motivos para estar dolidos por ella. Hecha
Igualmente, que: esta constatación quizás el autor de esta crítica deberá pedir
perdón por todo lo que haya en ella de dureza, de morda-
«el anuncio cristiano de la sal . cidad o de excesiva ironía. La misma minuciosidad del traba-
ho~bres incluyendo ricos y vac1ón debe ser llevado a todos los jo analítico es tan fatigosa que provoca la descarga de agre-
du1r a nadie de su caridad» opresores. La Iglesia no puede ex-
sividades. Y sobre todo, el Documento, como dijimos al co-
'
mienzo, resulta doloroso por la opción de fondo que revela,
e~ otra verdad defotmada ot . más allá de su pretendida neutralidad, y que se trasluce cons-
c10 cristiano debe llevar p qude omite el decit que el anun-
los ricos
. denunciando s se a tod os peto de modo dºtstmto:
. tantemente a través de la elección unilateral de los puntos a
a subrayar, o de las observaciones a hacer , aunque se enmas-
salud; a los pobtes liber~n~ela ~ para después ofrecedes la
de ahí llevarles a la con o .~s de su opresión conct eta para care con un lenguaje hecho de implícitos, de sugerencias no
·
q uieras vers1on e su p ecado ( «vete y no dichas y de conclusiones que sacará necesariamente el lector.
pecar más») :
Todo ello es muy serio en los momentos actuales porque sus-
. «Una autén tica univers I"d d h cita el temor de que la CTI se haya dejado arrastrar, sin sa-
s1ble asumiendo y no en a l a umana y cristiana sólo es po berlo, hacia una maniobra cuidadosamente planificada y que
f ' mascarando 1 -
rente a otra pretendida universalid d os 1domentos conflictivo> está tratando de «acabar con Medellín», no atacándolo, natu-
estar con todos que acaba or n a que e tal manera quiere
~caba en la neutralidad a/un p~ estar con nadie, o lo que es peor ralmente sino mediante el «dribling» supereclesiástico de
eroso para condenar al indef 1 atos qu; deja manos libres al po: «interpretarlo válidamente». Los hechos dirán si tengo o no
t~aimente escandalizó a los . ~~~º· esus fue de todos. Si habi-
f razón.
vist~s y marginados, tambié p ileg1a?os por estar con los mal
senados por acoger a los ric::S ep ocas10nes escandalizó a los re-
tura lenta de los evangelios q- · _ero no cabe negar, tras una lec- ( 17) De la Declaración Teológica sobre el momento español, publicada
' ue sus encuentros con los pobres so- por la Facultad de Teología de San Cugat del Vallés (Barcelona), y
reproducida parcialmente en Sal Terrae ( 1976) p. 339.
CJO ESTE ES EL HOMBRE
DATOS TEOLOGICOS 91

Lo dicho no significa que la CTI debiera haber canoni- empresa humana. Desgraciadamente, las buenas intenciones
zado sin más a la teología de la liberación, ni que no sea no sirven para pavimentar esta pobre tierra. Según Teresa de
~asible una polémica responsable con dicha teología. Pero Avila sólo pavimentan el infierno.
srn utilizar demasiado a Dios como argumento, y sabiendo
que esa polémica sólo es posible desde una identificación Y 3. También es comprensible que exista una tenta-
con los afanes más profundos de la teología de la liberación, ción de no escuchar. La teología de la liberación que tantas
no desde una pretendida neutralidad de observador. ¿Quén veces se ha sentido, con razón, totalmente incomprendida,
dudará de que nadie estamos libres de errores y de tentacio- debe hacer a su vez un esfuerzo por escuchar seriamente lo
r:es? Y para que esta concesión no se quede en palabras va- que se le diga, sin pretender que ya lo .sabe de an!~mano,
cias es por lo que esta crítica se sienta ahora obligada a ce- por proceder de donde procede. Tal actitud tra?ucma una
rrarse con otra palabra de crítica o de advertencia a los teó- concepción demasiado mecanicista de las relac10nes base-
logos (más que a la teología ) de la liberación. superes tructura, que no respetaría la «relativa autonomía»
de ésta; o traduciría un desprecio del «otro» que concluye a
1. En primer lugar algunos teólogos de la liberación priori que de Nazaret no puede salir nada bueno.
deberían evitar la tentación de un chauvinismo sistemática- En los difíciles momentos actuales nada de esto sería
mente antieuropeo, que sólo puede ser muy comprensible ciertamente beneficioso. Pero si estas tentaciones se evitan,
desde el punto de vista psicológico, pero que es ineficaz entonces la fraternidad que es capaz de crear la opción por
políticamente, e inválido teológicamente. Si se me permite los condenados de la tierra, y la fe que es capaz de crear el
un ejemplo del que he sido testigo: asimilar a un hombre Dios que se manifestó como Dios de los oprimi?os y gue
como J. Moltmann con J. Carter y su política de piel de sigue presente en ellos e identificado con ellos mientras. los
oveja, sólo porque ha hablado de derechos humanos, me pa- hombres produzcamos opresión, esa fe y esa frat.ermda?
rece un procedimiento injusto que sólo traduce resentimiento pueden dar lugar a la experiencia d~ una esperanza mven~i­
o falta de argumentos mejores. Aquí puede ocurrir algo que ble, que es más fuerte que los dólares que a~oyan. ~ los m-
G. Gutiérrez ha recordado en varias ocasiones: el mal de la tentos teológicos contra las teologías de la hberac10n. Una
izquierda es que tiende a equivocarse de enemigo . Y ante eso esperanza que llega hasta poder decir, sin i:~nguna clase de
convendría recordar unas célebres palabras de Fidel Castro: presunción: «si Dios está por nosotros ¿quien contra noso-
na~a más fácil que ser sectario y nada más difícil que ser uni- tros?» (Rom 8, 31 ).
tano; pero, sin embargo, ninguna revolución se ha hecho con
sectarismos.

2. Todo esto supone la terrible incomodidad de man-


tener la relatividad de los análisis asumidos, sin tratar de
bendecirlos teológicamente. Y aquí puede ser bueno poner
en guardia contra la tentación de un cierto simplismo que,
otra vez, puede ser psicológicamente muy comprensible, pero
no es auténticamente humano. La dureza de la condición hu-
mana radica en que, ante la brutal problematicidad de la rea-
lidad, ni siquiera la infinita razón._q.ue tiene la teología de
la liberación, la exime del esfuerzo de seriedad típico de toda
4
LA IDENTIDAD CRISTIANA TRASCIENDE Y ENVUEL-
VE A LA ACCION LIBERADORA: LA FE EN JESUCRIS-
TO, RAIZ,. PLENITUD Y COMPAI\TERA DE LA LIBE-
RACION HUMANA *

1. Planteamiento del tema.

1.1. El tema que me propusisteis hablaba de la fe co-


mo «raíz y plenitud» de la liberación. Como veréis por mi
título, me ha parecido necesario añadirle un tercer apartado
(el de la fe «compañera») sobre todo dada la forma como
quisiera enfocar esta charla. Pues creo que el tema que me
habeis propuesto sólo puede tratarse a modo de «profesión
de fe». Es decir: rehuyendo todo intento de una plena obje-
tivación en un cuerpo o sistema doctrinal; y tratando más
bien de cumplir con aquello que la carta de Pedro nos pide a
los creyentes: dar razón de mi esperanza al que me la pide
(cf. 1 Pe 3 .15). Un poco, si queréis, a la manera de «el credo
que ha dado sentido a mi vida», y que no puede ser objetiva-
do al margen de esta vida mía porque ella es --como dice
Casaldáliga- «la vida que ha dado sentido a mi credo». Sé
que esta forma de exponer es más difícil porque es menos
convincente. Pero la vida me ha enseñado que sólo así se trans-

(*) Charla tenida en la Semana de Pensamiento Cristiano de


Bilbao (octubre 1976). Recogida en el volumen Cristianismo y liberación
huma11a, Ed. Mensajero 1977 que contiene las ponencias de la Semana.
En algunas alusiones concretas (a Marcelino Camacho, o al PTE, o a
Kossiguin podrá recordar al lector anécdotas o declaraciones que
estaban entonces muy recientes,
DATOS TEOLOGJCOS 95
9•1 ESTE ES EL HOMBRE

miten las grandes convicciones sobre las que uno se asienta Y ¿cuál es esa manera? Para no da! un~ descripción ex-
y por las que uno vive. cesivamente abstracta de este punto de vista, intentaré presen-
tároslo valiéndome de dos ejemplos concretos.
1.2. Aunque se trate de una profesión de fe, no sólo Hacia mediados del siglo segundo, cuando la cultura do-
será limitada porque es la mía personal, sino también porque minante en el mundo era la neoplatónica y el cristianismo
es la profesión de un intelectual o de un teórico. Creo que naciente tenía que vérselas con ella, un .ª';1tor cristiano, ( 9ue
soy plenamente consciente de las limitaciones que esto su- había sido y siguió siendo a la vez un fil~s~~o neoplatomco,
pone, y de que algunos de vosotros las sentiréis y las acusa- no de mucha talla esta es la verdad), escnb10:
réis mejor que nadie. No obstante, y a pesar de esos riesgos,
Yo no soy platónico «no porque las doctrinas de. P~atón
yo creo en las posibilidades de servicio a los hombres de la sean contrarias a Cristo, sino porque no son del todo comc1den-
vida intelectual, al menos a la larga (si no ya me habría reti- tes» (I) .
rado de ella). Si queréis recoger una vieja formulación que
os será conocida, Marx decía que los oprimidos (el proleta- En 197 3, cuando el marxismo representa uno de los
riado) había de ser el corazón de la revolución, y la filosofía grandes bloques culturales de nuestro mund_o y ~~o de los
había de ser su cabeza. Pues bien: sé de sobra que cabeza y inevitables cuando se aborda el tema de la hberac1on huma-
corazón no siempre andan armónicos. Sé que a veces -como na otro autor cristiano ha escrito:
'
dice Pascal- el corazón tiene sus razones que la cabeza no «Yo no soy marxista no ~orqu~. rechace _la, esp,eranza mar-
comprende (y quizás también al revés). Pero sólo en la ple- xista sino porque me resulta msuhcrente. Drre mas: tengo la
nitud de ambos hay para el hombre liberación posible. impresión de que el proyecto marxi~ta no resp~nde plenamer:t~
a las esperanzas humanas que los mismos marxistas han explici-
Y en unos momentos como los que vivís vosotros, en tado y que en su gran mayoría nos son comunes» (2) •
que los corazones tienen derecho a estar agitados y agotados Siempre me han impresionado la coincidencia formal
y revueltos, este dilema puede agudizarse porque el teórico entre el esquema de las dos frases, pese a que. están sep~radas
-en este caso yo- viene de fuera. Por eso quisiera, antes por 1800 años de distancia y pese a que casi asegurana que
de comenzar mi charla, hacer una llamada para que sepamos el autor de la segunda no conocía la primera. ~llo me hace
soportar esa dialéctica de cabeza y corazón. Que no manipu- pensar que esa coincidencia se debe a algo mas profundo,
lemos ninguno de los dos absorbiéndolo en el otro: o hacien- algo que brota de la misma fe común a ambos autores y que
do de la cabeza un simple refrendo mecánico del corazón, yo definiría así: la fe cr_istiar_ia sólo puede profe~~rse de esta
o paralizando a éste bajo la dictadura de unas soluciones me- manera: no como negativa smo como consumac1on del mun-
ramente formales . Pensad más bien, como dice mi amigo do no como excluyente sino como englobante y trascendente
Eclesiastés, que todo tiene su momento y su razón: hay tiem- de' los proyectos humanos . Igual que Pablo afirma de Jesús
po de derruir y tiempo de construir, tiempo de arrojar pie- que no fue un No sino un Sí ~cf. 2 Cor ~,19).
dras y tiempo de recogerlas, tiempo de callar y tiempo de ha- Ya sé que, en otro sentido, la fe s~, que es una verda-
blar, tiempo para la cabeza y tiempo para el corazón ... dera negativa. O mejor: que esa .superac1on del m~mdo pasa
1.3. En tercer lugar, ésta es la profesión de fe de un por un auténtico momento negativo. No deseo olvidar nunca
cristiano. Por eso me parece imprescindible presentar antes que la Palabra de Dios nos salva porque nos condena, Y que
el punto de vista formal desde el que la hago. Aunque se trate
de un aspecto formal, me parece indispensable subrayarlo, (1) S. JusTINO, 2." Apología 13,2.. .,
porque creo que sólo hay una manera '(;jstianamente válida (2) G. GIRARDI, Cristianismo y l1beracio11 del hombre, Salamanca
de afrontar el mundo y los hombres desde la fe en Cristo. 1973, p. 50.
DATOS TEOLOGICOS !)7
96 ESTE ES EL HOMBRE

la cruz es el centro de toda teología. Pero atención : en ese b ) anhela una plenitud absoluta como meta que yo,
sentido la fe no es una negación que el creyente dirige al en mi limitación, no puedo darle. Y siento que con eso me
«mundo exterior» a él, sino que también es una negación quedo por debajo de lo que esa empresa parece pedirme.
para mí mismo, creyente, y para toda mi teología cristiana. · Porque
El único que puede dar esa negativa es Dios, que la da a c) la liberación del hombre, sin embargo, me llama y
«judíos y gentiles» ( cf. Rom 3,23); no es ninguno de sus su- me exige con una incondicionalidad tal como si poseyera real-
puestos fieles. Y hecha esta aclaración sigamos. mente esa razón absoluta, definitiva, y esas posibilidades to-
Estas son las razones por las que prefiero la formula- tales, ilimitadas.
ción que hace Girardi ante el marxismo, a la formulación va- Aquí están más o menos enunciados los tres capítulos
ticana, que cree poderse limitar a dar un «no», alegando el de esta charla. En cada uno de ellos habrá a su vez además
carácter ateo (supuesto o no, intrínseco o no) del marxismo. de ese nivel que acabo de describir y que para mí c~nstituye
Porque es muy de temer que ese recurso al carácter ateo sea un nivel de «vida» y de experiencia, otro nivel de fe que se
un simple recurso ideológico para dispensarse de atender a puede resumir así:
la tremenda interpelación que hace el marxismo a la igle- 2.-Cuando yo me encuentro con los hechos ocurridos
sia, y que es la interpelación de la justicia posible. Q~zás por alrededor de Jesús de Nazaret y de la gente que los vivió y
eso molesta tanto a la iglesia la existencia de marxistas que quiso dar testimonio de ellos, me encuentro con que aquellos
se profesan no ateos, porque ellos le quitan la posibilidad de hechos se ofrecen a mi aceptación como la «toca firme» (por
refugiarse en el ateísmo para dispensarse de recoger el reto emplear esa expresión tan bíblica relacionada con la fe) o el
que el marxismo le ha lanzado y que tiene que ver, eviden- suelo absoluto donde la liberación del hombre y la utopía
temente, con el tema nuestro de la liberación del hombre. del mundo pueden echar sus raíces. Se me ofrecen como la
Promesa total que puede hacer esperarlo todo a la liberación
1.4. Con estas observaciones espero haber aclarado humana; «proyecto de Dios para los hombres» que funda-
cómo quisiera enfocar esta charla: como una sencilla (y por menta y culmina la liberación. Y se me ofrecen como la lla-
supuesto incompleta) profesión de fe; y de una fe que no es mada y la exigencia incondicional, constantemente viva y
vivida por mí como negación de nada auténticamente humano, acuciante hacia la liberación humana, y que siempre me acom-
sino como coronación de todo lo humano, tan frágil y tan paña en ella.
amenazado; y también como revelación de sus posibilidades: Y por eso, si yo acepto el acontecimiento de Cristo hasta
las positivas y las negativas. el final, con todas sus implicaciones aun las más inauditas, el
Hechas estas observaciones previas, la profesión de fe Cristo de mi fe se me convierte en raíz, plenitud y compañía
que voy a desarrollaros en la charla, se puede resumir así: de la liberación humana.
Estos tres puntos, por tanto, son los que nos toca co-
1.-La empresa seria, apasionante y querida para mí, mentar un poco más detenidamente.
de la liberación humana y de la «utopía» del mundo se pre-
senta constantemente a mi experiencia como una causa que 2. La liberación clel hombre y su fundamento.
me trasciende a mí y a todos los hombres y que, por lo mismo:
a) clama por un fundamento absoluto que y~ (ni nin- Cuando me enfrento al gran ideal que, en una de sus
gún hombre) en mi contingencia no puedo darle. Y siento que, vertientes, ha dado origen a toda la edad contemporánea bajo
al no darle ese fundamento, la rebiijo" y la empequeñezco a el título de emancipación del hombre y, en otra de sus ver-
mi propio nivel y medida; tientes, ha dado origen a toda la lucha social de nuestros días
98 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 99

bajo el título de liberación del oprimido, brota en mí, junto me dispense del elemento de aventura y de riesgo que es in-
a la sintonía y la acogida de ese empeño -y precisamente trínseco a la condición humana.
como consecuencia de ellas- la pregunta por un fundamento
que lo asegure, por un suelo firme donde ese objetivo pueda 2.1. La primera respuesta es la más sencilla y la más
echar raíces fuertes, penetrando ese suelo y confundiéndose evidente: la liberación humana se fundamenta en la esclavitud
con él, como las raíces de los grandes árboles se confunden con y en el dolor del hombre y no necesita otro fundamento. El
la tierra, hasta no poder ser arrancadas ni separadas de ella, hombre que sufre o está enfermo quiere curarse y la necesi-
hasta el extremo de que sea más fácil cortar el árbol que dad de la salud es para él una evidencia por sí misma, sin
arrancarlo. Pues en mí, la empresa de la liberación, pese a la necesidad de que alguien venga a fundamentársela teórica-
seguridad con que se me impone, pese a la evidencia que le mente. El hombre lucha porque necesita algo, porque lo quie-
dan sus urgencias o el cariño con que la acojo, soporta allá en re, no porque tenga una razón teórica sobre su lucha o sobre
el fondo la pregunta de si todo ese esfuerzo no será más que aquello que busca.
un enorme sueño, una aventura loca, un quijotismo noble
pero irreal, fruto de algún error de perspectiva, como le ocu- Esta respuesta tiene más verdad de la que puede parecer.
rría al héroe de Cervantes que también estaba convencido de Para entenderla bastaría con hacer nuestra hasta el fondo la
la verdad y la validez de sus empresas. Y aunque quizás el condición de los oprimidos de la tierra. Entonces, cuando la
no tener respuesta a esas preguntas no me haría abandonar opresión no es algo que quizás, desde fuera, molesta a nues-
la empresa, creo que no sería humano escamotear el hecho de tros ojos, sino que muerde a nuestra carne, entonces se hace
que la pregunta existe, dándola tácitamente por resuelta o muy evidente la necesidad de la liberación, sin necesidad de
por inexistente simplemente porque se tiene miedo o insegu- otros fundamentos teóricos (aun cuando surja el problema de
ridad de encararse con ella. Mucho más cuanto que sé que la cuántos afanes propios no pueden conseguirse sin pisotear
pregunta no es exclusivamente mía, y sé que a lo largo de la derechos de otros, y por qué habrán de ser así las cosas ... ).
historia humana se han dado respuestas a esa pregunta (como Y hasta parece que la pregunta por esos fundamentos teóricos
las del absurdo, de los patrones o estructuras de conducta, no es más que un entretenimiento diletante de quienes se
del azar y la necesidad ... ) que equivalen a una desautorización acercan a la lucha liberadora desde fuera, sin estar azotados
de la empresa liberadora, y que son respuestas humanas, a por la opresión del hombre sobre el hombre, y necesitan por
las que no puedo negar la palabra simplemente porque no me eso «razones» para ella. También será conocido que el propio
convienen. La táctica del avestruz es aún más cómoda para el Marx parece recurrir a esta respuesta en la obra que según
hombre que para el avestruz, pero ciertamente no es una algunos intérpretes marca el abandono de sus pretensiones
táctica liberadora. humanistas: en La Sagrada Familia. Aquí el proletariado ya
no sería un sujeto «metafísico» ni mesiánico, sino un simple
producto necesario de la sociedad que hemos montado, con-
Yo me he encontrado tres respuestas a esa pregunta por dición de su existencia pero también base de su destrucción
el fundamento de la liberación humana, que a mí personal- por la carga que le ha caído encima. Su «misión histórica» no
mente me ayudan y me son necesarias, pero no me son sufi es más que el estar en una situación que le impulsa a destruir
cientes y no me liberan de la ambigüedad del problema. el orden existente. La opresión del proletariado es la garantía
Creo que la fe en el Dios de Jesucristo juega para mí el papel del potencial revolucionario de ese proletariado. Y esto tiene
de una cuarta respesta, que da un paso más allá y me «acla- una buena dosis de evidencia.
ra» las cosas sin que por es8'-me resuelva los problemas ni
me ponga las cosas «como las carambolas a Fernando VII», o Pero esta respuesta se me queda corta en dos puntos.
'

100 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 101

2.1. 1. En primer lugar, esa respuesta es un buen blanco 2. 1.2. Y aún encuentro otra objeción: si la liberación
para una crítica como la que Freud hace a la religión. Al re- sólo se funda en el anhelo, personal o colectivo, existe el pe-
vés que Marx, para quien la religión :;ería opio que adormece ligro de que se la pueda detener eliminando a éste. Y para
Y calma, Freud ve la religión más bien como alcohol o exci- mí este es el peligro que marca nuestra hora. Nuestro mundo
tante que alimenta sueños y anhelos, engañando con sus pro- cuenta ya con las posibilidades para ello (con las que quizás
mesas al hombre e impidiéndole aceptar la realidad tal cual no contaba el mundo en que vivió Marx), y la sagacidad del
es, con lo 9ue le mantiene en una adolescencia perpetua que sistema capitalista (que el evangelio llamaría la mayor saga-
n?, le perm~te madurar. Casi diría que si, para Marx, la reli- cidad de los hijos de las tinieblas) ha servido a este sistema
g10n «enve1ece» al hombre resignándole a no luchar cuando para sobrevivir y para escapar, por ejemplo, a las prediccio-
podía, para Freud le hace adolescente impidiéndole afrontar nes de Marx. No se ha convertido el capitalismo, por supues·
l~ verdad de los hechos reales. Y por eso, mientras la terapéu- to. Pero tampoco se ha autodestruido pese a sus contradiccio-
tica de Marx es erigir el principio de utopía o de «paraíso» nes: simplemente ha eliminado el dolor como consecuencia
frente al principio religioso de la resignación, la terapia de de su opresión, ha «humanizado» sus efectos más inmediatos
Freud erige el «principio de realidad» frente al principio del y más experimentales. No ha aportado humanidad, ni desinte-
placer (y l~ ?e menos es si este segundo principio se agota rés, ni sentido comunitario; pero ha actualizado el antiguo
1

1
o no en la libido). Según Freud, la religión enseña al hombre remedio que mantenía en el trono a los dictadores romanos:
a tomar sus sueños por realidades en lugar de descubrirle la «pan y circo» - espectáculos y consumo- . Y hoy no es nin-
re~lidad ilusoria de sus ensueños, le enseña a ver aquello que gún secreto que la clase obrera de los grandes países desarro-
qmere en lugar de enseñarle a asumir aquello que ve. No pone llados, como USA o Alemania, ha dejado de ser mayoritaria-
«flores en las cadenas» para que éstas sean más llevaderas y mente una clase revolucionaria; más aún: ella constituye el
para que así renuncie el hombre a quitárselas (esto es exac- mayor apoyo del sistema (allí fueron algunos intelectuales
tamente lo que dijo Marx), sino que promete flores sin ca- -como especímenes aislados- y algunos jóvenes -con su
denas, haciendo vivir al hombre en el mundo irreal de los riesgo de interinidad- los que avivaron más la conciencia
11
sueños y de los cuentos, único en el que no hay cadenas. de la necesidad de liberación) . l'. para esto ha bastado con
eliminar la necesidad (quizás no suprimiéndola del todo, sino
Buena prueba de esta contraposición podrían ser las pri- relegándola fuera del país, al tercer mundo) ; y sin embargo
meras discusiones entre marxistas y psicoanalistas, en las la injusticia y la inhumanidad del sistema siguen en pie. En
1
que ahora no vamos a entrar. Se comprende, a la luz de lo estos puntos el sistema no ha cambiado en nada; pero ha
dicho, la incomodidad de los primeros marxistas frente a sabido realizar aquello de «cambiar todo lo que haga falta
Freud, y la acusación -tantas veces oída- de que las teo- para que nada cambie». Y este es el peligro que quería se-
rías de Freud hacían el juego al orden establecido y llevaban ñalar: que al desaparecer la sensación de necesidad, desap~­
al hombre a la aceptación del estado de cosas. Pues es verdad 1
rezcan también las razones liberadoras, y la empresa de li-
que si el hombre no soñara, nunca habría podido buscar - y beración con ellas. ¿A cuánta gente no sonarían a «música
conquistar- mundos desconocidos . Pero, a pesar de todo, la celestial» todas las palabras que estamos diciendo? Hasta el
pregunta de Freud sigue para mí en pie: el hombre anhela extremo de que un autor sudamericano se ve obligado a ha-
,, plenitud, liberación. Pero ¿desde cuándo el deseo es una ra- blar de la liberación como una «vocación injustificable» fren-
zón y una garantía de la consecución de su objeto? ¿Y si te a la cual se encuentran solos, terriblemente solos, el mar-
fuera el hombre una pasión inútil o un anhelo falso? ¿Quién xista y el cristiano.
nos asegura que no lo es? ¿Acaso no es más bien esto lo que
parece testificar la experiencia? Pues:
DATOS TEOLOGICOS 103
102 ESTE ES EL HOMBRE

«¿por qué negar cuando todos afirman?, ¿por qué ser libre los griegos para la moralidad <4 >: dulce et decorum est pro
para el futuro cuando todos se encuentran <lomesticados en el patria morí.
presente?» <3>.
Esta razón es absolutamente válida, a pesar del egoísmo
Ahí está formulada una experiencia ante la que yo me y la pecaminosidad humanas, y a pesar de q?e. nuestra menta-
encuentro también: la necesidad humana es domesticable; el lidad eficacista y abocada a la idea de «rendmuento» nos pue-
hombre se cree libre cuando no es más que «esclavo conten- de hacer captarla mal o no verla. Más aún: no sólo ~s abso-
to». Y por tanto, si la liberación se funda sólo en la necesidad, lutamente válida, sino que es absolutamente necesaria y de-
conduce inevitablemente a una especie de «reformismo» que, bemos llegar hasta ella: una lucha liberad~ra que n.o sea em-
a la larga y tomado en exclusiva, pierde su potencial libera- prendida por sí misma sino por algún. n:ouvo ~xtenor ª,ella,
dor y revolucionario. aunque sea un imperativo moral o relig10so, a~m. no ser~ ple-
2.2. El segundo argumento que conozco puede formu- namente humana (ni por tanto plenamente cnsuana) m. ple-
larse de muy diversas maneras que siempre se reducen a una namente respetuosa con la liberación del hom?re; de igual
misma intuición. Se me ha ocurrido ejemplificarla en una es- modo que un amor que diga amar a una determmada perso_na
cena de una antigua película, que trataba de la liberación de por alguna razón, algún imperativo o algún o~ro ser exterior
los esclavos, y que muchos recordaréis: Espartaco. Cuando a a ella todavía no la ama realmente, todavía «Juega» un poco
'
a amarla. Aunque a veces los hombres no 11eguemos a mas, ,
Espartaco le faltan los barcos que esperaba para escapar de
Italia, y no le queda más remedio que dirigirse contra Roma, ni merezcamos más, y necesitemos esas otras razones! pero no
arenga a sus hombres con estas palabras: «yo no sé si es que es así como el Dios de Jesús formula el mandamiento del
la paz no es posible en este mundo, o si es que nos será dada amor <5>.
en otro. Pero sé una cosa: y es que tenemos que vivir de Nada que alegar, pues, a esta razón. Sólo me parece ~e­
acuerdo con lo que somos; y que somos libres y hermanos». cesario subrayar que no constituye propiamente una razon
¿De qué se trata aquí? De la captación del valor que tiene sino un acto de fe. Y quien realmente la acepte, no compren-
en sí mismo todo aquello que es humano, sin necesidad de do yo cómo pueda negarse o cerrarse por sistema a todo.otro
otra justificación exterior a él. De la intuición de que vale acto de fe, salvo que malentienda a éste o no sea conscie?!e
más ser humano y bueno que no serlo, que amar es mejor de la dosis de fe que entraña su propia postura. To~a opc1on
que no amar, que el bien se justifica y se paga a sí mismo sin valoral tiene siempre algo de respuesta creyente, y si se trata
necesidad de otro premio distinto, y que vivir humanamente, de valores éticos mucho más. Y esto por dos razones: a) por-
en libertad y en justicia, con los hombres y para los hombres, que de las razones 'o del discurso científico nunca puede dedu-
es la mayor aspiración -y la obligación- del ser humano. cirse una opción valoral. Y b) porque, por otro lado, aunque
¿Qué duda puede caber de todo esto, pese a nuestra el valor ético está realmente en las cosas y puede ser captado
mentalidad eficacista y utilitaria? Hay en nosotros una cap- en ellas, sólo puede ser afirmado en forma de apuesta por~u~
tación espontánea de los valores éticos -precisamente por- hay en las cosas otros mil datos que lo contradicen o lo limi-
que ellos son valores reales de las cosas- que nos hace amar- tan: los hombres concretos demostramos muchas veces que
los por ellos mismos, y sin necesidad de verlos como manda- no merecemos el amor de los otros; la experiencia de la vida
dos o impuestos por Alguien superior; simplemente: «por-
que es hermoso», que fue la razón última que lograron dar
(4) Cf., CH. MoELLER, S agesse grecque et paradoxe chritien, Tour-
nai 1950. f
(5) Para una explicación más amplia de este punto e. nuestra
(3) R. ALVES, Religión lopio o instrumento de liberación?, Montevideo obra La Humanidad Nueva, Madrid 1975, pp. 69 ss.
1970, p. 113.
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JtH ESTE ES EL HOMBRE DA TOS TEOLOGICOS 105

se empefia en mostrarnos que el amor no siempre realiza al nidad. Se puede discutir si el padre de la dialéctica es Hegel
hombre y que alguna razón tenía Max Stírner cuando escribía (para quien la dialéctica es necesariamente una ley del espí-
contra Feuerbach y Marx: «bienaventurados los egoístas por- ritu) o si no está intuida ya en algunos de los primeros [iló-
que ellos poseerán la tierra»; nuestra propia pecaminosidad sofos griegos, como Demócrito o Epicuro, a quienes algunien
oscurece muchas veces la luz de los valores éticos cuando son ha llamado «los primeros materialistas dialécticos» y a quie-
difíciles como el de la lucha liberadora; y finalmente la pro- nes Marx conocía muy bien porque fueron el tema ck: su
pia necesidad es a veces imposible de distinguir del egoísmo: tesis doctoral.
si hay algo de verdad en la frase de que «la caridad bien en- Pero en la medida en que se quiera fundar la liberaci6n
tendida empieza por uno mismo», ¿cómo se compagina con en eso que hemos reconocido como una gran conquista de l.a
esa intuición de que la caridad bien entendida nos lleva a la conciencia humana, en la dialéctica, surge para mí la objeción
lucha por la liberación de los hombres , hasta «dar la vida» seria de si no se comete con ello una extrapolación ilegítima.
de uno mismo por los demás? Porque la realidad es contradictoria y tiende, es cierto, a su-
Que la lucha liberadora se apoya en sí misma sólo puede perar la contradicción; pero ¡generando otras contradic-
ser afirmado pOr un acto de fe, es decir, como afirmación de ciones ! Y la liberación humana supone y aspira a la supresión
algo no demostrable. Y por eso no excluye para mí el que de todas las contradicciones en las relaciones humanas. La .di-
otro acto de fe le dé una fundamentación que no coarta esa ficultad es tan seria que los filósofos griegos antes citados,
autonomía valoral sino que -al revés- la explica y la fun- desde su materialismo dialéctico, terminan aceptanda la es-
damenta. Partiendo de la frase de Espartaco antes citada, mi clavitud como fatalidad inevitable, por cuanto la supresión
fe cristiana se podría resumir así: yO sé que la libertad y la de ella sólo daría lugar a otra forma de esclavitud: se elimi-
fraternidad (que constituyen nuestra verdad humana) no son naría esa contradicción generando otra.
la realidad actual de nuestra naturaleza. Son una llamada
que es, a la vez, un regalo. Y ¿quién es el autor de esa lla- Para mí esta observación se hace muy fuerte cuando
mada y de ese don? El Padre de Jesucristo de quien toda li- pienso en el .destino del marxismo ruso. La eliminación de la
bertad nace y de quien toda fraternidad toma nombre. forma capitalista de producción ha traído en Rusia la su-
presión de la lucha de clases tal como la conocemos en Occi-
2.3. La tercera de las razones que he encontrado, fun- dente; pero no eliminándola y creando la sociedad sin clases,
damenta y enraíza la liberación del hombre en una visión de sino más bien dando lugar a otra forma de lucha de clases
la realidad que aspira a ser científica. Según ella, la realidad que podemos llamar de la sociedad burocrática, y que ya no
es una proceso dialéctico, se constituye a base de oposiciones se basa en la apropiación de los medios de producción, pero
y lleva intrínseco un dinamismo de superación de esas contra- es igualmente dura y ha sido igualmente cruel (y lamento
dicciones. Es conocido de todos cómo este esquema hege- disentir de Marcelino Camacho en este punto). Con ello se
liano de tesis, antítesis y síntesis, Marx lo ve cumplido para- ha cumplido, aun par a más allá de la época de Marx, la ob-
digmáticamente en la constatación de la más alta antítesis de servación de éste de que la historia es historia de la lucha
la historia -la de la lucha de clases- y en el anuncio de la de clases: al cambiar las relaciones de producción se elimina
supresión definitiva de esa contradicción en la sociedad sin una forma de lucha de clases, pero para dar lugar a otra
clases. distinta: patricios y plebeyos, señores feudales y siervos de
La visión dialéctica de la realidad (y prescindiendo aho- la gleba, nobles y pueblo, capitalistas y obreros... miem-
ra de la cuestión de si un materialismo histórico ha de pre- bros y no miembros del partido: la lucha de clases ha con-
suponer un materialismo dialéctico) me parece uno de los tinuado y la dialéctica se ha cumplido más de acuerdo con
grandes logros de la historia y de la conciencia de la huma- la visión griega que con el deseo marxista. Esta explicación
• - - -:r: ~ --

106 ESTE ES EL H OMBRE DATOS TEOLOGICOS 107

del destino trágico de la revolución rusa es legítima y quizás que no exterior a la historia. A esa Libertad desconocida,
es más «materialista» que la triunfalista de Kossiguin. Y ella J esús la llamaba con la palabra que más confianza, más gra-
me sitúa ante la cuestión siguiente: la dialéctica es válida y tuidad y más cercanía puede expresar en las relaciones hu-
verdadera, pero ella no fundamenta ni garantiza la plena libe- manas no frustradas: la llamaba Padre . Igual que el pueblo
ración del hombre. ¿De dónde nace pues, en la realidad, y judío se sentía llamar «esposa» por esa Voluntad Liberadora.
dónde se funda la posibilidad del anuncio de una superación Jesús vivía en la experiencia constante de estar bañado, aco-
total de las contradicciones que no acontezca generando gido, en contacto inmediato con esa Libertad Liberada . Y
otras contradicciones? eso hacía que, para él, la experiencia primaria del vivir fuera
Con ello-quisiera subrayarlo expresamente- no des- paz, alegría, fuerza mayor que todas las inmensas tragedias
autorizo la postura de quienes afirman que, aunque no ten- de la vida (y de su propia vida) . Y eso hacía de esa expe-
gamos esa posibilidad de superación total, d luchar ya vale riencia fundamental una «buena noticia», un anuncio que
la pena. Se obtendrían así liberaciones concretas aunque no se debía ser comunicado. Y por eso orientó su vida a ese anuncio.
obtuviera la liberación sin más: cada hombre volvería a em- Los hechos que ocurrieron alrededor de Jesús de Naza-
pezar la historia de liberación a otro nivel más allá, en otra ret, su vida, su fracaso y la Pascua, fueron comprendidos por
clave, pero con la misma sensación que sus mayores de estar los hombres que los compartieron, en modo parecido a como
comenzando él. Esto es lo que es la historia para mí, desde interpretaron su historia los esclavos que salieron de Egipto,
hace mucho tiempo. Y en esa historia reconozco que vale pero ahora elevándolos a una potencia absoluta, a un nivel
la pena luchar; lo que ahora afirmo es que esa historia es de radicalidad total: aquel H ombre y su destino significaban
para mí una gran pregunta sobre la plenitud del sentido que que esa Voluntad Liberadora había apostado irrevocable-
ella misma no posee en sí CG> . La fe, de la que ahora voy a mente por la utopía humana, se había sembrado a sí misma
hablar, se me aparece entonces como la única respuesta a en la historia humana, para que ést'l pudiera serle ofrecida
esa pregunta-por-el-sentido que es la historia de la lucha hu- al hombre, esclavo y esclavizador, como historia de libera-
mana, pero no como la única legitimación de esa lucha. ción; y había aceptado compartir el destino de esa historia si
el hombre se negaba a hacerla historia de liberación, y había
2.4. ¿Qué confieso cuando me proclamo creyente en mostrado que es capaz de cambiar toda esclavitud (hasta la
Jesús de Nazaret como el Cristo? Sustancialmente esto: esclavitud de la muerte) en libertad de vida, porque El es
El mundo y la historia son fruto de una Voluntad Li- quien llama al ser a lo que no es ( cf. Rom 4,17).
beradora, infinita y liberada de la fatalidad histórica, aun- Empalmando con lo que dije aquí hace dos años sobre
Jesús como Testigo, la fe en Cristo significa para mí, en pri-
(6) «La pregunta humana por el sentido no tiene respuesta in- mer lugar, la aceptación y la entrega sin reservas a la Reali-
trahistórica. Sólo tiene una respuesta escatológica. Por eso el hombre, dad y al designio de esa Libertad Liberada. Y ello a pesar
en todas las realizaciones fundamentales de su ser, está movido im- de la constante experiencia contraria de la vida, y a pesar
plici tamente por la cuestión de la vida y su sentido. Y la respuesta sólo
es posible a l fin de la historia. Ahora el hombre no puede hacer más de mi propia resistencia y mi pecado. Una vez aceptado esto,
que mirar y atende r a la historia por si encuentra signos en los que se encuentro la liberación del hombre más comprensible, mejor
insinúe ese Fin, o incluso se realice anticipatoriamente. Tales signos explicada, mejor fundada que nunca. La encuentro liberada
serán siempre intrahistóricos y ambiguos; sólo se harán claros en la
a nticipación creyente de ese fin de la historia, igual que dicha anticipación de la vinculación a la propia necesidad ( cf. 2.1) y, por ello,
siempre deberá cerciorarse en la historia. Sólo en este horizonte más más indomable (porque ya no bastará con hacer de los hom-
amplio de problemáticas es posible entender con exactitud a los testigos
de la primera iglesia y de la tradición posterior». (W. KASPER, Jesus der bres esclavos contentos para eliminarla) , y más universal
Christus, Mainz 1975, p. 162). (porque me explica que un Marx, un Engels y todos aquellos
108 ESTE ES EL HOMBRE D ATOS TEOLOGICOS 109

que en sí mismcs no fueron oprimidos, puedan apuntarse En efecto: es intrínseca a la idea liberadora una diná-
a la liberación y convertir su vida en miserable por ella: mi mica por la que sitúa todas sus metas en un horizonte utópico,
fe me explica este hecho como algo más que un simple opor- escatológico. El término horizonte en esa frase ya casi indica
tunismo o fatalismo histórico). La ~ncuentro, a la vez que lo mismo que el adjetivo escatológico, pues alude a aquello
fundada en roca firme, autónoma e interpelante de por sí que va alejándose conforme lo vamos apresando o nos vamos
como hemos visto antes ( cf. 2.2): porque ese valor que la acercando a él y, al alejarse, posibilita la aparición de metas
liberación del hombre posee autónomamente en sí misma, y nuevas. Porque insconcientemente capto el horizonte, puedo
que es capaz de ser captado por sí mismo y de movilizar a ver las metas concretas, y al ver a éstas las confundo prácti-
los hombres por sí mismo, es precisamente el don, la huella camente con el horizonte. Esto es la 11topía para la liberación
o el compromiso de esa Libertad Liberada, con la realidad. humana y me parece que privar a la liberación de esa dimen-
Finalmente la encuentro fundada por medio de la dialéctica sión escatológica equivaldría a privarla de su fuerza: sería
( cf. 2.3) pero más allá de ésta y, por tanto, con derecho a afirmar (cosa que ya lúcieron los griegos) que la historia es
aspirar no solamente a la superaciÓTl de una contradicción redonda como la tierra y que, por tanto, conforme el hori-
determinada que generaría otras contradicciones, sino a la zonte se aleja no avanzamos en realidad hacia adelante, sino
superación de Ja contradicción en sí misma. que nos acercamos otra vez al punto de partida.
Todo esto evidentemente, por más que yo trate de rela-
Este atisbo de lo escatológico :>e convierte para mí en
cionarlo para poderlo explicar, siempre es fe. Pero e5a fe en
una pregunta intrínseca a la misma idea liberadora: la pre-
Jesucristo se me ofrece realmente: como raíz de la liberación
humana. gunta por la posibilidad de una plenitud escatológica para
la liberación del hombre. Porque yo me encuentro con que,
en esta tierra, desde que mis primeros antepasados en la fe
3. La fe en Jesucristo Plenitud de la Liberación. salieron de Egipto, se consiguen sí liberaciones concretas
(que son como signos de la liberación) pero la liberación no
3 .1.-La dialéctica histórica y su plenitud. se ha conseguido nunca. Se puede llegar -no sin trabajos
pero se puede- al país de Canaán y conquistarlo. Pero la
Todo lo dicho en la parte anterior , sobre todo al hablar historia posterior muestra que ningún país de Canaán es la
de la dialéctica, me lleva a otra experiencia humana. Yo me tierra prometida de nuestros sueños. Esta historia nuestra
encuentro con q .ie la concepción de la dialéctica que hemos
1
la veo como surcada por la persistencia y la lucha de dos
presentado antes, si no ha de llevar a la resignación griega enormes fuerzas: una optimista y otra pesimista, una de
a que aludimos, pone a la historia ante el dilema de, o no salir avance y otra de degradación, de conquisa y de pérdida, de
nunca de la contradicción, o aceptar una superación de sí mis- promesa y de frustración, de resistencia y de sumisión ... Si
ma que es, a la vez, intrínseca a elia e inaccesible. Que por leemos de un tirón todo el Antiguo Testamento tomándolo
ser inaccesible sólo puede ser aceptada como don, en la espe- como lo que es: como la primera reflexión sobre una historia
ranza, y permite vivir la vida como gracia y no como propie- concebida -desde la fe- como liberación, veremos fácil-
dad. Y por ser intrínseca es un don ante el que no puedo que- mente que éstas son las dos grandes líneas que lo caracteri-
darme indiferente, pues he constatado que ese don corona el zan. Y la experiencia me confirma esa reflexión: cada con-
dinamismo de la dialéctica y que a él tienden sin saberlo qui- ciencia o, más hegelianamente, cada nueva figura de con·
zás todos los esfuerzos de los hombres: a la superación defi- ciencia (más claro para nosotros: cada generación) está em-
nitiva de todas las contradicciones en el ser, y la instauración pezando su propia liberación, aunque pueda estar en pose-
del ser en la armonía y la plenitud. sión de mil libertades concretas obtenidas por sus mayores,
-- - . - -- ---=---= ------~ - - - ~

110 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 111

pero está también ante mil problemas y esclavitudes (nuevas ello la convicción de que la propiedad privada de los bienes
o no) provocadas por sus mayores y heredadas de ellos. de producción es una de las primeras calamidades que la hu-
manidad debe abolir si quiere conquistar algo de libertad.
Permitidme algunos ejemplos: todas las dimensiones de En este punto considero superada la doctrina de la Iglesia y
liberación sobre las que ha reflexionado esta Semana se me no comprendo que hoy se pueda ser cristiano sin pensar así
apareceu como realidades dialécticas, que sólo en su h~rizonte (aunque respeto al que no piensa). Pero creo que el socia-
escatológico atisban una verdadera superación, no mutiladora lismo, aun en el supuesto de acertar con él, que a mí nadie
de sus extremos. La sexualidad es una dimensión contradic- me lo garantiza, no será la liberación de la humanidad: luego
toria porque es, a la vez, necesidad humana (ciega y arrolla- de él nos encontramos con problemas y amenazas hoy desco-
do;a por es~) y expresi~n de aquello que en el hombre hay nocidas. Y otro ejemplo: creo que esto mismo ha ocurrido
mas contrar10 a la necesidad: la donación y la gratuidad del con la revolución tecnológica que antaño fue saludada me-
amor. El tema de la liberación de la mujer nos sitúa ante el
siánicamente y hoy provoca tal desengaño que casi no sabe-
hecho de que nadie puede universalizar el ser humano: mascu-
mos valorar las mil libertades concretas que ha traído, por
linidad y feminidad son dos formas contrapuestas de vivir
lo acostumbrados que estamos a ellas o por el precio de la
y de realizar el existir humano, de tal modo que nadie puede
humanidad que hemos debido pagar por ellas y que quizás
abarcarlas a ambas (como querían los antiguos mitos del an-
drógino) ni erigir la propia forma de ser en totalización del ha sido altísimo, o por las esclavitudes nuevas y problemas
inesperados ante los que nos ha puesto: unidimensionalidad
existir humano (como octirre a la pavorosa masculinización de
y mutilación del hombre, destrucción ecológica, etc., etc.
nuestra sociedad, contra la cual se levanta con razón la ban-
dera de la liberación de la muj er ): de modo que no queda De aquí ocurre que, para mí, toda liberación se da cla-
n_iás_ que aceptar la contradicción, en el perdón y el recono- mando por un «plus». Por una trascendencia que, como he
c1m1ento mutuo, o superarla falsamente en el dominio y la dicho, es intrínseca a ella (es meta última de su propio dina-
absorción del otro. La liberación de los pueblos sólo será mismo) pero es inaccesible (la mantiene siempre en movi-
verdadera en el seno de una armonía imposible con la uni- miento por eso) . Aunque en concreto y a partir de experien-
versalidad de los hombres, en la que un pueblo sólo se libera cias históricas particulares, se pueden aportar muchos ejem-
liberando a los demás (y por eso el tema de las nacionalida- plos diversos, hablando en general se pueden reducir a dos
des le resulta tan difícil al marxismo que vive atento al as- las fronteras a cuya superación imposible apunta la dinámi-
pecto universal de las clases ) . La liberación de las clases so- ca liberadora: la barrera de la contingencia y la del mal mo-
ciales quizás tiene una mayor solución intrahistórica: parece ral. Ahora las desarrollaremos algo. Antes quisiera añadir
más posible llegar a una sociedad sin clases. Pero siempre en aún un par de observaciones.
el fondo revivirá la antinomia entre el trabajo como servicio a) Por supuesto, se puede prescindir de esas fronte-
a lo.s _d_emás y el trabajo como autorealización de las propias ras y seguir trabajando en la liberación, noblemente absor-
pos1b1hdades (y el trabajo es la base de las clases). La mis- bido por sus metas y sus urgencias, y experimentando en ese
ma liberación interior, como se vio ayer, está en constante trabajo aquella plenitud que da el amor que se realiza. No es
dialéctica con la exterior y estructural porque los hombres inhumana esta postura. Sólo afirmo que aquél que ha cono-
hacen a las circunstancias pero también las circunstancias cido en la fe la otra postura, sabe que no contradice a ésta
hacen a los hombres, y siempre nos olvidamos de uno de los sino que la corona y la consuma, como el éxtasis amoroso co-
dos extremos. rona al cariño aunque se pueda amar prescindiendo de aquél.
Quien tuvo la audacia de esperarlo todo de Dios, p orque ha
Y todavía un par de ejemplos más, tomados de la his-
oído de labios de Jesús que ésta era su promesa, y ha reco-
toria humana. Yo me considero socialista si se entiende por
11 2 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGJCOS 113

nocido en Jesús el sello irrevocable de esa promesa, éste tal que de aquí a cien años todos calvos» (como no lo aceptaría
difícilmente renunciará a esa esperanza sin sentirse mutilado en el caso de un condenado a muerte en que se trata no de
o sin sentir cuestionada la liberación del hombre: porque cien años sino de unas horas) tampoco puedo aceptar que
siempre será verdad que la aspiración última de todo afán se me diga que el esfuerzo por aliviar las horas de vida de
liberador es la de una humanidad imposible. un condenado a muerte posee en sí mismo una totalidad de
b) Y otra aclaración: al señalar la meta última de la sentido en su aspiración, de modo que no debe aspirar a
historia como algo inaccesible a la par que necesario, no estoy más. No. El deseo de aliviar las últimas horas de un conde-
prejuzgando que el fracaso vaya a ser el fruto de todos los es- nado a muerte sólo es una traducción de otro deseo «utópi-
fuerzos humanos: hasta dónde puede llegar el esfuerzo libe- co» de liberarle de la condena, y tiene su sentido en cuanto
rador del hombre en la historia, más aún, hasta dónde llegará símbolo de ese deseo imposible: es como una confesión tácita
realmente, es cuestión a la que no podemos contestar, simple· de que el hombre (aun el más indigno) es digno de vivir, fue
mente porque depende de nuestra libertad. Aquí queremos hecho para la vida y no para la muerte.
situarnos más bien en la posición más optimista (aunque sin Y una vez descrita así nuestra situación, entonces un
llegar a exageraciones que se han dado realmente, como el par de observaciones:
afirmar que quizás la muerte sea un fruto del capitalismo y a) En primer lugar, desde un ideal liberador, yo me
quizás desaparecerá con él... El que se crea eso ya no ne- niego a aceptar la respuesta de Marx como única respuesta:
cesita más teología: igual puede creer en el Palmar de Troya. que «la muerte es una dura victoria de la especie sobre el in-
Aparte de que eso mismo no haría más que agudizar la pre- dividuo». Me temo que esa no sea una respuesta de libera-
gunta por la recuperación de todos aquellos que ya murie- ción sino de resignación. Y además me temo que esa res-
ron ... ¡sin tener que morir propiamente!). Pero sin llegar puesta rompe el jdeal de equilibrio (más aún: de identidad)
a esos extremos, desde una postura de confianza en el entre individuo y comunidad, único ideal que puede dar ex-
hombre y en la historia, desde una negativa a la resignación presión a la liberación plena del hombre. Si se acepta el prin-
como última palabra, topamos pese a todo con las fronteras cipio de una victoria de la especie, y además de una victoria
anunciadas, más allá de las cuales sabemos que no llegará el dura, se acepta el prinicipio de un posible totalitarismo en
esfuerzo liberador porque la contradicción es, en este caso, el que el individuo y la conciencia contarán poco, y podrán
intrínseca a la historia, y su superación sólo podría ser meta- ser sacrificados a un abstracto : porque la especie en fin de
histórica. Algunos ejemplos de esa contradicción que antes he cuentas (en el sentido en que aniquila al individuo al morir
resumido en la finitud y el mal moral, los encuentro en las éste) es un abstracto.
contradicciones vida-muerte, libertad-realidad, individuo-co-
Y además, tras la muerte del individuo está la de la es-
munidad y hasta de cada individuo consigo mismo. Pero voy
pecie: en esta misma Semana se preguntó hace dos años, en
a desarrollarlas de acuerdo con el esquema antes citado: la
la mesa redonda del último día, si toda la inmensa, larga,
barrera de la finitud y la del mal moral.
dolorida y apasionante historia de la liberación humana, mi-
rada en su totalidad, no iba a ser nada más que «un enorme
3.2.-La muerte como prototipo de la finitud.
paréntesis entre dos nadas». La respuesta honrada fue que,
Yo creo que el esfuerzo liberador tiene derecho a ser en efecto, la liberación es algo que acontece «en un marco
consciente de que está trabajando por aliviar la suerte o las trágico». Pues bien, mi fe en Jesucristo consiste en creer que
últimas horas de condenados a muerte, a los que no puede el marco último en que tiene lugar la liberación no es un mar-
liberar de su condena. Y aunque no acepto que se me diga co trágico, aunque lo sean muchas veces los marcos interme-
que «entonces no vale la pena luchar por mejorar nada, por- dios ¡y de qué forma! Creo que esto no aliena porque, al espe-
lM ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGI COS 115

rarlo sin garantía ni recibo, sino por Promesa agraciante, no con más agudeza que muchos teólogos. Comentando esta ob-
lo hago condición de posibilidad de mi trabajo. Pero creo tam- servación de E. Bloch, escribe J . Moltmann:
bién que cuando el hombre ha experimentado esta liberación
ya no se resigna a prescindir de ella; y que seguir hablando «Mirándola desde lo hondo, la cuestión de la histoda del
de liberación sería para este hombre, o pura ideología, o una mundo es la cuestión de la justicia y tal cuestión desemboca en
la trascendencia. La cuestión de si hay Dios o no, es algo insus-
mera claudicación reformista. No liberación. tancialmente especulativo, comparada con el grito de los asesi-
La última esclavitud que nos atenaza, dice muy bien la nados y matados en las cámaras de gas, con el grito de los muer-
tos de hambre y de los oprimidos pidiendo a voces justicia.
Biblia, es la esclavitud de la nada. Lo queramos o no, la nada Toda interpretación y exposición de la historia mundial se halla
está inserta en el corazón mismo del ser, como afirma Sartre. en el horizonte de la pregunta por la justicia: ¿o es que van a
No opera solamente en un instante de nuestra existencia al acabar los verdugos triunfando sobre sus víctimas inocentes?»
que - por eso- convierte en «último» sino a lo largo de toda (ibid. id.).
ella ( vg. por la pérdida de facultades, de posibilidades, de se-
res queridos .. . por la soledad del envejecimiento que es una Evidentemente, no se trata en este texto de relegar a
de las esclavitudes agudizadas por nuestra civilización ... ) otra vida aquella justicia que nosotros aún podemos hacer
de modo que nacer no es empezar a ser libre, sino empezar en ésta. Se trata de aquella justicia que los hombres ya nunca
a ser esclavo, por cuanto nacer -como alguien ha dicho- podremos hacer; porque a muchos cuyos nombres y apellidos
no es empezar a vivir sino empezar a morir. pueden citarse aún, ya nadie les devolverá la vida que injus-
tamente se les quitó, y nos queda a nosotros la obligación de
b) Junto a este significado aniquilador de la mm:l:te, no olvidarnos de ellos. Se trata, pues, de aquella justicia que
es preciso tener en cuenta que el tema del mensaje cristiano por ser imposible deja a la injusticia como definitivamente
sobre una vida tras la muerte es exclusivamente un tema reli- instalada en la historia.
gioso. Y esto significa aquí: es un tema que nace vinculado Pues bien: esa justicia imposible y esa visión de Dios
exclusivamente a la idea de Dios y a la justicia. No se trata en que también es imposible constituyen el meollo del anuncio
él de una vida tras la muerte, simplemente para seguir vi- cristiano de la otra vida . Una resurrección que no implique
viendo, ni de una reencarnación o de una permanencia en otro esa comunión con Dios es pura mitología y quizás ni vale la
lugar. Este es desde luego, y comprensiblemente, un tema de pena creer en ella. Creo además que tampoco sería una victo-
tod<is las mitologías y de todas las fantasías humanas, pero ria sobre la muerte; simplemente el cuento de volver a em-
no es por sí mismo un tema religioso. En cambio, el anuncio pezar.
bíblico de una vida tras la muerte es un anuncio exclusiva-
mente religioso. Quiero decir: no anuncia una vida cualquiera Y ocurre que para mí - lo confieso sencillamente-·
sino la vida de Dios, una vida para «ver a Dios y estar con «ver a Dios» (a pesar de lo burdo de la expresión; pero no
El» como decían los antiguos . Y precisamente por eso - pues- tengo otra más inteligible) es el anhelo más profundo de mi
to que el nombre bíblico de Dios es la justicia- «la espe- ser en cuanto cobro conciencia de lo que esa expresión sig-
ranza en la resurrección no es esperanza de una felicidad hu- nifica. La vida evidentemente impone renunciar a ese anhelo
mana, sino que lo que expresa es la expectación de la jus- y aceptar nuestra finitud; pero el anhelo está ahí y me parece,
ticia divina» <7>, se origina -a pattir de Job y los profe- en mi experiencia humana, que cuanto más el hombre se
tas- a base de la sed de justicia, como ha notado E. Bloch realiza en humanidad, más cercano se hace Dios y más acu-
ciante el deseo de verle. De modo que estoy totalmente de
acuerdo en que el verdadero desafío entre cristianos y mar-
(7) Cf. J. M o LTMANN, El Dios crucificado, Salamanca 1975, p. 243. xistas no debe girar alrededor de si el ateísmo es intrínseco
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116 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 117

o no es intrínseco al marxismo y, por tanto, si ambos se ex- Esto significa que la liberación del hombre (que se da
cluyen (este es el planteamiento que hacen Roma y Moscú, en esa fraternidad y amor realizados) vive perpetuamente
o que hacen Msr. Lefevbre y el PTE y, para mí, es un plan- amenazada. O, si queréis aterrizar y concretar estas afirma-
teamiento interesado, ideológico). Es un planteamiento está- ciones que parecen tan abstractas: ninguna revolución tiene
tico que supone que marxismo y cristianismo son dimensio- su perduración garantizada (y mucho menos cuando ha sido
nes ya acabadas y, por consiguiente, han llegado a su totalidad obra de algún hombre genial) . La apostasía de la revolu-
y no pueden progresar más: un planteamiento conservador. ción rusa, tras las inmensas e ingentes esperanzas que des-
El verdadero planteo, para mí, y el verdadero desafío es este pertó en sus primeros años, y su incapacidad de conversión,
otro: hagamos al hombre primero, realicemos la liberación son sólo un ejemplo triste de ello. Otras veces, aun cuando
primero auténticamente y hasta donde podamos; y luego ve- se consiga no degradar los ideales concretos de una revolución,
remos si, una vez realizado de veras el hombre, Dios está esto sólo se obtiene a costa de otros valores y de otros ideales
más cerca o ha desaparecido. Yo creo en lo primero y por también humanos, por ejemplo: a base de un autoritarismo
eso creo que, en una humanidad auténtica y plenamente rea- que es contrario a la libertad, o de un doctrinarismo contra-
lizada, el problema de la búsqueda de Dios será más vivo y rio a la dignidad humana y que, a la larga, degradan a la
más ineludible, y que esto arrojará otra vez la liberación del revolución por otro lado si no se corrigen a tiempo (y si antes
hombre hacia la busca de una consumación y de una meta he hablado de Rusia, ahora podría ser la Iglesia católica, en
trascendente y suya a la vez. Y aquí es donde la victoria sobre sus últimos siglos hasta el Vaticano II, un ejemplo triste de
la muerte tal como acabamos de decir que la anuncia el cris- ello). Y si todo esto ocurre es porque, aunque el ser huma-
tianismo, tiene plenamente su sentido. Por eso comparto la no tiene unos derechos indestructibles y que no se le pueden
frase de un católico cubano que cita E. Cardenal y con la negar, sin embargo, casi infaliblemente los malemplea en
que concluyo: la fe consiste en creer que la revolución no se servicio de su egoísmo, con lo que, a través de ellos, en vez
acaba en este mundo csJ. de realizar humanidad instaura opresión. Amor y libertad, o
justicia y libertad, objetividad y subjetividad, bien y perse-
verancia , no los he visto armonizados nunca. Y temo que esa
3 .3. La historia como lucha entre el bien y el mal. armonía -Otra vez- sea imposible aunque necesaria: ¡otra
vez la contradicción en nuestras vidas!
La misma idea de muerte que nos ha servido para ejem-
plificar la barrera de la finitud, nos puede servir para ejem- La reciente historia del concepto de «dictadura del pro-
plificar la barrera del mal: recordemos que según el Nuevo letariado» es un ejemplo preclaro de esta contradicción. Se lo
Testamento, muerte y pecado se vinculan de una manera tan acepte o no, ese concepto expresaba en fin de cuentas algo
misteriosa como estrecha. Y es que, más allá del significado verdadero: que la justicia (desgraciadamente) no es fruto de
aniquilador de la muerte, más allá de la muerte personal y la libertad sino de la fuerza (y ojalá que esto sólo sea vetdad
física, tropezamos también con una contradicción insoluble interinamente) . Pero la renuncia a ese concepto (se la acepte
en lo que se podría llamar «muerte del espíritu» o muerte o no) expresa algo que también es verdad: que el bien hecho
de lo comunitario: la muerte de aquello que, más allá de la a la fuerza ya no vale como liberación del hombre, no es hu-
propia persona individual, es la vida y el ser de la comuni- mano. Y que, por eso, en algunos momentos, citcunstancias y
dad humana: el amor y la fraternidad. condiciones, es preferible correr el riesgo de renunciar al bien
que el de falsificarlo. El dilema es tan importante que está
también en la base de lo que, para mí, ha sido la gran trage-
(8) En Cuba, Buenos Aires 1972, p . 135. dia de la revolución y su pecado «original»: la ruptura entre
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118 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 119

marxismo y anarquismo con todas las trágicas secuelas que aunque estas soluciones nos permitan :r tirando, ninguna supo-
ha tenido en los cien años siguientes, que está ya planteada ne la eliminación total de la contradicción.
en la disensión Marx-Bakunín, y se concretó en la ruptura Por eso, para mí, el tema de la lucha bien-mal (en sen-
entre ambos a propósito de la organización de la Primera In- tido moral) es un elemento clave de interpretación de la his-
ternacional. Los argumentos de ambos son bien sencillos: toria, pese a que se trata de un elemento que nunca es ade-
para Bakunín el hombre esencialmente es libertad y por coac- cuadamente objetivable (al revés que en los westerns ameri-
ción no se produce nada humano; para Marx el mundo es canos). Y decir que en el fondo de la historia entra la lucha
malo y con libertad no se produce nada bueno. Oigámoslos a entra el bien y el mal, quizás no difiera mucho de decir que
propósito de la organización de la Primera Internacional. Ba- la historia es historia de la lucha de clases. Más aún: si a la
kunín quisiera ver en ella lo que un creyente quisiera ver en lucha de clases se la priva (en serio y de obra, no sólo de pa-
su iglesia. Y afirma: labra) de este ingrediente moral, se la banalizará absoluta-
mente y temo que entonces costaría probar que no está jus-
«¿Cómo es posible que de una organización autoritaria tificada como ocurre vg. entre los animales, donde el pez
salga una sociedad igualitaria y libre? Es imposible. La Interna- grande se come al chico.
cional, embrión de la futura sociedad humana, debe ser desde
ahora, la imagen fiel de nuestros principios de libertad y comu- Al lado de esto está la experiencia de mi propia maldad,
nidad, y debe eliminar de su seno todo principio tendente a la de mi propia ley de gravedad hacia el mal, de mi propia soli-
autoridad y a la dictadura». daridad con el mal, de mi incapacidad de amar como quisiera,
Pero todo esto, para Marx, de mi corazón «retorcido hacia mí mismo» como decía Lu-
tero (cor curvum in se). En esta experiencia me encuentro
«es tomar el rábano por las hojas... Con ese pretexto se pide con otros muchos hombres que la han plasmado, como vg. Pa-
a la Internacional en el momento en que el mundo viejo busca blo: no hago el bien que quisiera sino el mal que no quiero.
aplastarla, que reemplace la organización por la anarquía. No y hasta creo percibir que otros que :io aceptan esta formula-
desearía otra cosa la política mundial, para eternizar la república
de Thiers cubriéndola con el manto imperial» (9). ción de esa experiencia, viven en el fondo, sin darse cuenta,
tratando de «justificarse» (¡esa palabra tan neotestamenta-
Yo creo que ambos tienen razón. Lo trágico es que ria!) de la decepción sobre sí mismos, mediante el recurso a
Marx creyó que Ia tenía sólo él, y no paró hasta que, con una psicoanálisis, o a estructuras, o a heroicidades ... es igual: lo
labor de zapa, consiguió echar a Bakunín de la Internacional. importante es esa búsqueda de autojustificación que hacía ex-
Y el dilema sigue en pie. Si pudiéramos contar aquí la vida y clamar a Pablo: «¿quién me librará de la bajeza de mi yo? ».
la experiencia de más de dos militantes con larga historia de Así podríamos multiplicar ejemplos 'para poner de re-
años de lucha, veríamos hasta qué punto su experiencia últi- lieve una única cosa: que la liberación humana aspira, en de-
ma gira alrededor de este punto: la justicia hecha sólo «a las finitiva, a metas imposibles. Así como antes decíamos que ne-
malas» y la libertad que produce injusticia, constituyen un di- cesita un sentido y no hay una plenitud de sentido intrahis-
lema que sólo tiene escapatorias parciales pero que es insu- tórica sino sólo escatológica, así ahora hemos de añadir que
perable como tal dilema. Se le dan soluciones parciales, me- aspira a un Descanso y que no hay descanso intrahistórico
diante educación, creación de circunstancias humanas y fa- sino escatológico. Hace cien años escribía P. J. Proudhon:
vorables, aceptación de períodos de crisis con soluciones de «el pueblo quiere terminar pero, os lo repito, no hay fin» <10>.
emergencia interinas, revolución permanente, etc., etc. Pero, Y más de un siglo después decía el recién fallecido Mao:

(9) cr., J. FREYMOND, La primera Internacional, Bilbao 1973, p. 35. ( 10) Carta a Langlois, diciembre 1851.
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«¿ cuánto durará la revolución? ¿cien años?, ¿mil años? La camus terrena despicere et amare coelestia») y puede leerse
revolución durará siempre». todavía en el umbral del aula de Fray Luis en Salamanca:
Theologiae Sacrae
3.4. Pues bien, la fe en Jesucristo y el anuncio de su qua, rerum divinarum cogmttone hominum mentes imbutae,
Resurrección, en es ta historia en que las contradicciones nun- terrena despiciant, coelum votis petant, beatamque iam nunc
ca se eliminan sino generando otras nuevas, significa el anun- incipiant vivere vitam
cio de la superación definitiva y plena de toda contradicción (A la teología, por medio de la cual la mente humana se
(superación ya eficazmente en obra) y particularmente de las embebe del conocimiento de lo divino, y aprende a despreciar
lo terreno, a desear el cielo y a vivir ya ahora la vida bienaven-
dos contradicciones-raíz: la del ser con la contingencia o entre turada).
vida y muerte) y la del bien con el mal. Superación de la
contingencia y superación de la maldad (las barreras de una Lo que hay de caduco en esas formulaciones procede
a otra son, a veces, imperceptibles) de modo que el ser huma- de un mundo cultural estático y que no conoce la historia. A
no sería un ser «confirmado en gracia» (por usar una fórmu- ese mundo no se le puede pedir más. Pero a nosotros sí: el
la de la tradición antigua) y «confirmado en La Vida». He conocimiento del cielo no es ocasión para despreciar la tierra
aquí una meta plena y última que la fe en Cristo ofrece a la sino que es el norte de la tierra: si resucitasteis con Cristo
liberación: la liberación de la libertad, de modo que ésta sea buscad ya ahora las cosas de la resurrección. Si la contradic-
la ley misma del ser, y así sea productora de amor y no «ex- ción raíz está vencida, deshaced toda otra contradicción. Co-
cusa para el egoísmo» (Gal 5 ,13). A esta meta última es a mo escribe hoy otro teólogo de Salamanca:
lo que el Nuevo Testamento llama mysterion, el contenido de
lo que nosotros llamamos, con su nombre no demasiado feliz, «Es precisamente este carácter gratuito del Reino el que
la «revelación»: que «en Jesucristo se ha manifestado y rea- le potencia como revolucionador del presente. Pues esa revolu-
lizado una decisión hasta entonces oculta en la eternidad de ción que nosotros no podemos hacer y que nos será dada en su
Dios y que afecta al destino definitivo de toda la humanidad totalidad al fin del tiempo y de la historia de Dios, está ya en
cierto modo, pero realmente, obrando ya sobre el presente y capa-
y hasta de ·todas las creaturas, visibles e invisibles» <11 >. Esto' citándole para las revoluciones que podemos hacer» (12).
constituye el objeto último de mi espetanza y repito lo de an-
tes: quien ha esperado eso no se resignará a llamar liberación Quisiera evocar, en este contexto, una profunda fórmu-
(sino simple reformismo) a ninguna otra meta, aun cuando la que la tradición cristiana utilizó en ocasiones para definir
por eso no se desinterese del trabajo por éstas; al revés: lo que a Dios: Dios es la armonía de contrarios, la coincidencia de
el cristiano revolucionario se dice a 5Í mismo desde su fe en opuestos. Quizás hoy podemos entender eso mejor, y añadir
Cristo es que, precisamente porque todas las contradicciones que superar la contradicción es tender hacia Dios y, por eso,
metahistóricas están vencidas, él está llamado -sin excusa luchar por la liberación es buscar a Dios.
posible si de veras cree- a tratar de vencer las contradiccio-
nes 10trahistóricas. Sólo en ese trabajo se hace presente aque- 4. La fe en Jesucristo compañera de lucha.
lla Plenitud Ultima de la que por eso cabe decir que «comien-
za ya aquí». Y por eso, para un pensamiento histórico, el co- Me parece importante añadir brevemente que, cuando
nocimiento del cielo no es motivo para despreciar la historia, me enfrento con l; liberación humana, mi fe en Jesucristo
aunque así parecía decirse en alguna oración antigua («<lis-
(12) A. GoNZALEZ-MONTES, Razón politica de la fe cristiana, Sala-
(11) Y. CoNGAR, Un pueblo mesidnico, Madrid 1976, p. 35. manca 1976, p . 96.
122 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 123

no me aparece sólo como -razón o raíz trascendente y como aquella de Jesús: «como yo os he amado». Y este punto de
meta o plenitud escatológica de esa liberación. Sin invadir referencia me obliga a vivir la lucha por el Reino de Dios, y
ningún campo humano, sin resolver de contrabando o por su sacramento actual en la lucha liberadora, no como busca
la vía rápida, ningún problema de esa empresa, el Dios de Je- de un provecho propio (al modo vg. como la madre de los
sucristo, con todo, se me hace presente en medio mismo de Zebedeos, que anhelaba el Reino para sentar bien a sus hijos
ella. Se me hace presente como el compañero de fatigas y co- en él ) sino como servicio, como el empeño por traducir con
mo el amor que interpela o critica. En Jesucristo y en su Es- los demás las actitudes que Dios tiene conmigo y con los
píritu, Dios no es sólo llamada inicial y promesa final, sino hombres. Ello debe permitirnos tomar la revolución con «Un
que es también presencia actual y punto de referencia. poquito de humor», es decir: anticipar y degustar, ya en la
lucha, algo de la paz y del optimismo del fin (porque el fin
Soy consciente de lo difícil que es hablar de esa presen-
es, para mí, algo bien real, con nombre de Padre), no vivirla
cia. Pero hay que decir algo sobre ella. Y las vías de expre-
con la desesperación, el voluntarismo y la unidimensionalidad
. sión mejores que encuentro me parecen las dos fórmulas que
del que sólo sabe que todo depende exclusivamente de él, sino
acabo de citar: Dios presente como interpelación crítica y
con la paz del que, además de saber eso, sabe que todo depen-
como compañero sufriente.
de también de Alguien más fuerte, más fiel y más digno de
4.1. J. B. Metz ha escrito con verdad que la ciencia confianza que yo mismo.
pura, tal como debe ser, sin interés, sin pasión y sin fe, no 4.2. Aquí, esa Libertad Liberadora y Trascendente, de
puede conducir nunca a una actuación desinteresada en favor la que hablábamos en los otros apartados, se me convierte en
de los demás. Por más que intentemos, pues, dominar cientí- presencia compañera de Alguien que lucha conmigo, sufre
ficamente los funcionamientos del mundo (y·esto es cosa que conmigo, triunfa, fracasa y comparte conmigo. El sentido
el amor revolucionario está obligado a intentar y de la que no último de la encarnación y muerte de Dios en Jesús es éste:
puede dispensarse utópicamente) queda no obstante como un que Dios no es un Dios-soluci6n sino un Dios con-paciente
hueco, una dimensión no cubierta por ese esfuerzo científico, (o que sólo será aquello siendo esto último). Y lo que esto
e irreductible a él. Algo que es además elemento decisivo y significa lo expresa muy bien una anécdota que narra J. Molt-
que, desde mi fe, lo leo como lo que el Nuevo Testamento mann y que todos conoceréis:
llama «el amor de Dios derramado en nuestros corazones».
Algo tan decisivo que me permite incluso decir provocativa-
«Dos hombres judíos y un niño fueron ahorcados adrede,
mente: si hago la revolución y no tengo amor, no me sirve de en Auschwitz, en presencia de todos los presos. Los hombres
nada, no libero, porque es el amor liberador de Cristo el que murieron en seguida. Los tormentos del niño duraban largo rato.
nos urge siempre que de veras realizamos un trabajo libera- Entonces gritó alguien detrás de mí. ¿dónde está Dios? Yo callé.
dor. De esta forma, el amor de Dios se me convierte en punto Al cabo de un rato volvió a gritar: ¿dónde está Dios?, ¿dónde
de referencia para el amor revolucionario, ese amor cuya au- está? Y una voz dentro de mí respondió: ¿dónde está Dios?
Está allí colgado en la horca» 04) .
sencia quizás recubrimos demasiado con palabras, y del que
Che Guevara afirmó: «déjeme decirle sin miedo a parecer
ridículo que el revolucionario necesita sobre todo amar mu- Si esta respuesta es sólo una consideración piadosa o una
cho» 0 3J. El punto de referencia de esa frase es, para mí, salida escapista a una pregunta que no tiene respuesta, no so-
mos todavía cristianos. Se trata más bien del «a mí me lo hi-

(13) Citado por J. L. SEGUNDO, Los sacramentos hoy, Buenos Aires


197 1, p. 99. (14) Cf., Selecciones de Teología, vol. XII, n. 0 45 (1973) p. 6.
r
DATOS TEOLOGICOS 125
124 ESTE ES EL HOMBRE

vacarían también las presiones aliadas de los pontífices má-


cisteis» de Mt 25, y de la experiencia espiritual que allí se ximos, los partidos en el poder y las ortodoxias interesadas.
contiene, y que es decisiva e importantísima para nosotros Jesús es así la crítica de toda religiosidad humana , cuya dosis
1
hoy: del encuentro con el hombre sufriente y humillado, de impureza consiste en esto: en el intento secreto de Lencr
más generalmente: con la humanidad no realizada y no libe- a raya a Dios, de manejarle, de hacer que se contc.:nle con
rada del hombre, como encuentro con el Dios crucificado. nuestros templos y con nuestras ofrendas y oraciones, para
De la llamada a la liberación como llamada de Dios, y de la que no irrumpa con su cercanía, con la presencia de su Reino
experiencia de la humanidad que se libera y se conquista a sí que es presencia revolucionaria y transformadora del mun<lo
misma, como auténtica experiencia de un Dios presente. En desde sus raíces.
una palabra: la experiencia de la liberación del hombre como La presencia de Dios en la protesta o en la lucha del
sacramento del Dios de Jesús, como vía hacia Dios, por usar hombre oprimido da lugar también a la vivencia de la lucha
la expresión de las famosas «cinco vías» de Tomás de Aqui- liberadora no como causa propia, sino como causa compar-
no. El Dios de Jesús es Aquel que dijo: no necesito vuestros tida y asumida por Dios conmigo, como la cruz de cada día
templos ni vuestras ofrendas porque toda la creación es mía. '
que es llevada entre los dos para la redención del hombre.
En ese pondré mis ojos: en el humilde y en el abatido que se Como ha dicho tantas veces Gustavo Gutiérrez, creo que
estremece ante mis palabras. Jesús es para mí la imagen veraz, cabe aquí una auténtica experiencia de tipo místico, que es
perfecta, de esa forma de ser Dios, por sus conflictos con la posible y necesaria al hombre de hoy. Desde ella ya no se
religión establecida y por sus ojos puestos en los publicanos, trata de «mantener la fe» en medio de una vida más o menos
samaritanos, pecadores y «turbas». Jesús expulsado del ju- dedicada a la lucha, sino de vivir la lucha como bañada por
daísmo por haber quebrantado el precepto sabático cuando 1 Dios y su Espíritu, manteniendo siempre vivo ese «amor de
había seis días semanales para hacer curaciones ( Le 13, 14 ) , Dios derramado en nuestros corazones» que es para mí el
por haber declarado que el día santo estaba sometido al hom- verdadero motor y la verdadera razón revolucionaria (él y
bre y no al revés (Me 2,2 7 ) , por hab~r inculcado esta actitud no unas esperanzas terrenas que nos saquemos de la manga
a los suyos (Me 2,23 ss.), por haber enseñado que los ex- de cualquier futurología, científica o no).
comulgados y los proscritos por motivos religiosos podían ser En resumen, en este último apartado he querido insi-
más gratos a Dios que las jerarquías de su iglesia (Le 10,15 nuar que la liberación no sólo alude al Dios de Jesús como
ss.) , por haber despreciado en público las reglamentaciones su Fundamento y su Meta, sino como presente a lo largo de
referentes a la purificación (Me 7 ,1 ss. ) , por haber decla- ella. Con una presencia paradójica, que es real, pero es ausen-
rado que es posible quebrantar la voluntad de Dios por obe- te: a El no le tocamos, con El no hablamos (d. 1Pe1,8), al
decer a las tradiciones de los mayores (Mt 15,3 ), por haber que vemos sufrir es a otro, nuestra oración no sabemos si cae
llamado «zorro» públicamente a la autoridad civil ( Le 13,32), en el vacío o llega hasta El, la crítica que su Amor nos hace
por haber denunciado públicamente a los ricos (Me 24-25), no sabemos si viene de El o de nosotros mismos o, al menos,
por haber pretendido que la Ley de Moisés pactaba con si- no podemos probarlo . .. todo esto es cierto a nivel de expe-
tuaciones dadas en lugar de responder a la idea de Dios sobre riencia primaria.
el hombre (Me 1O,5-8), por haber hablado públicamente Y esa presencia es ausente porque es presencia del Es-
contra sus superiores religiosos tachándoles de hipócritas, píritu de Jesús ( cf. Jn 16, 7). Esta hora nuestra de la lucha
de opresores y de incumplidores de lo que mandaban es la hora de la ausencia de Jesús. Por eso hablamos de una
( Mt 23 ,1 ss), por haberles negado el trato debido ( Mt presencia en la ausencia: no tenemos más que el lenguaje pa-
23 ,8-9), por haberles acusado en público de eliminar a los radójico para expresar la realidad del Espíritu. Pero presen-
profetas ( Mt 23 ,2 ss. ) . Por todas esas cosas que hoy pro- 1 cia real sin embargo.
l
1

126 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 127


1

5. Conclusión. ejemplo: ¿en qué relación está la noción teológica de la Igle-


sia como sacramento de salvación, con algo que varias veces
Antes de terminar y de dar paso a las cuestiones con- afloraba en nuestra charla: que la lucha liberadora es como un
cretas que queráis proponer sobre puntos particulares, me «sacramento» de la salvación cristiana?, ¿en qué L"elación
parece posible que surja como una gran objeción con carác- está la noción teológica de «pueblo de Dios» con ese «pue-
ter mucho más general: todo lo expuesto ¿no resulta tremen-
damente teórico y hasta abstracto, ante los problemas con-
l blo» que es casi un tópico archisobado cuando se habla de fa
liberación? , ¿en qué relación está la noción edesiológica e.le
cretos que tenemos delante (por ejemplo, en nuestro país) «templo del Espíritu» con las constantes referencias al Espí-
relativos a la liberación del hombre? ¿Sirven para algo todas ritu que aparecen en cualquier discurso creyente sobre la libe·
estas abstracciones? 1 ración? No me extrañaría que todas esas preguntas empeza-
Mi impresión es que lo expuesto es, efectivamente, teó- ran a marcar, cada vez más, a la teología de los próximos años.
rico y que, sin embargo, puede servir para algo. Por supuesto Quizás la teología ha conquistado últimamente (en el cam-
11, no ayudará a resolver una serie de problemas concretos que po vg. de la cristología, de las relaciones fe-mundo, del sen-
tenemos hoy y aquí, delante de nosotros (ruptura o reforma, tido de la fe ... ) una serie de certezas suficientemente elabo-
1: o ruptura pactada o reforma rompiente, o legitimidad del radas y suficientemente fundamentadas desde el punto de
régimen, o entrada en el juego electoral y cómo .. . ). Pero no vista bíblico, aunque no sean absolutamente definitivas, desde
ayudará porque esos problemas, sencillamente, no son pro- las cuales se haga ahora obligada la vuelta a la eclesiología.
1
blemas teológicos y es un error pedirle a la teología una solu- Esto lo decidirá el tiempo. Pero si es así, me gustaría pensar
ción para ellos. Y es un error que puede ser interesado. Esos que lo expuesto puede tener cierta relevancia de cara a ese
~on problemas que deben resolverse por la propia autonomía nuevo horizonte eclesiológico hacia el que quizás estamos
de todo lo humano, principalmente de esa realidad tan difícil virando.
i'
que llamamos la política, y que es ciencia y arte a la vez:
ciencia de lo imposible y arte de lo posible. No es nuestra
fe, sino nuestra razón y nuestra capacidad humana, movidas
por la fe y la voluntad liberadora, la que ha de buscar el do-
minio y la transformación de las situaciones en que estamos.
En segundo lugar, para nosotros creyentes, ha de haber
algunos momentos concretos para comentar nuestra fe. Uno
de ellos puede ser éste, supuesto que ahora nos encontramos
aquí como cristianos, aunque no cerrando las puertas a otros.
Esta fe que aquí tratamos de conocer y de profundizar, aun-
que no dé soluciones sino imperativos de buscarlas, no es
ajena a este mundo concreto en que estamos. Y eso sí que
puede haberlo mostrado la charla.
Finalmente (y esta es para mí Ja pista más importante
de respuesta aunque sólo voy a enunciarla) creo que lo dicho 1 \
puede ser importante para la cuestión de lo que ha de ser la
I glesia. Y esta sí que es para todos nosotros una cuestión que
nos afecta, y que es bien práctica aunque sea inmensa. Por

u
APENDICE.
EN DEFENSA DE LAS CRISTOLOGIAS SUDAMERI-
CANAS '~
La Asamblea del CELAM en Puebla vuelve a poner sobre el tape-
te el tema de la iglesia y la teología latinoamericanas. Y lo vuelve a
poner de manera no sólo genérica sino específica. No sólo porque
Puehla esté en América Latina y allí se reúnan obispos latinoameri-
canos, sino porque lo específicamente latinoamericano aparece puesto
en juego cuando uno lee -por ejemplo-- el Documento de consulta
para Puebla, y se da cuenta de que (bien o mal, que esa es otra cues-
tión) el documento está dialogando inconscientemente con un interlo-
cutor europeo. Antes que su calidad o su grado de progresía, lo que
más llama la atención en dicho Documento es que no parece com-
puesto para América Latina.
Pero sobre ese Documento ya se ha escrito mucho. Ahora yo
quisiera más bien volver al tema de la teología latinoamericana y su-
gerir -por comparación con las cristologías europeas- algunos ele-
mentos para su compresión cordial. Una tal comprensión resulta im-
prescindible si es que Puebla ha de significar algo para aquellas igle-
sias, y si es que en el resto del mundo cristiano vamos a permitir que
sea así. Aunque ejemplifique en la cristología, es claro que lo que diga
vale también, -mutatis mutandis, para todo el quehacer teológico.

1. Una nueva forma de Cristología «desde ahajo» .. .


El dato más elemental de cuantos pueden definir a las cristologías
latinoamericanas es, en mi opinión, el siguiente: no parten, ni pueden
partir, de las clásicas preguntas humanas, últimas, sino de las preguntas
prehumanas -«primeras» o urgentes- que son las únicas que pueden
brotar colectivamente en aquella situación de inhumanidad y de opre-
sión brutal. Son cristologías que nacen en una situación donde la pre-
gunta tope no es qué sentido tiene la vida, sino cómo voy a comer

(*) Original en Sal Terrae, enero de 1979.


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130 ESTE ES EL HOMBRE D ATOS T EO LOGICOS 131

algo hoy. Y esta es la razón por l~ que no usan .m~diaciones f~~s~­ ritual de la Escritura. Con ello se reconocen desde luego sus grandes
ficas, hegelianas o totalizadoras, m tampo.co m~diac1ones de anállSls riesgos, pero a la vez se reconoce su vigencia teológica, por el ejem-
lingüístico (en cuanto supon~n. un cues.uor,iai:ii~nto de ~os. saberes plo de la más pura tradición eclesiástica. Y en cuanto a la otra acusa-
totales), sino que utilizan mediac10nes socioh1storicas, .cconomica~, ~~c. ción, por más que se utilicen luego análisis marxistas( en lo que se los
Es cierto que algunas parecen privilegiar una determinada mediacion crea científicamente válidos) el punto de partida tal como lo hemos
(una teoría social determinada). Pero esto mismo que ellas hacen cons- descrito es radicalmente diverso del de Marx, para quien el pobre no
cientemente lo hacía inconscientemente la teología clásica cuando es experiencia de Transcendencia, sino promesa de la Inmanencia
privilegiaba' una determinada mediación filosófica ~la. ?e Aris~óteles, misma, por formularlo con un juego de palabras (y al margen de lo
y antes la de Platón) y hasta pretendía que esa mediac1on constltuy~ra otra cuestión de si, éticamente, Marx pudo ser más moral y más recto
nada menos que una philosophia perennis. No hay, pues, nada d~ ile- y más «cristiano anónimo» que muchos explícitos).
gítimo en ello, aunque quizás habría que mostrar, P?r una especie de
discernimiento de espíritus, los motivos de esa opción por un deter- Es cierto que, de no estar clarificadas estas identidades, se podría
minado análisis. llegar a una aceptación inconsciente del punto de partida de Marx,
en el seno de una aceptación consciente de sus análisis. Ello podría
Todo este dato no constituye una valoración: es simplemente
implicar riesgos para la fe, que estarían o en la pérdida del sentido de
un dato para comprender. Tampoco constituye una can~nización o ~a transcendencia o en la pérdida de la theologia crucis Cll. Pero esta
patente de corso, pues sería ingenuo suponer que existe en la v!da mí es igualmente claro que estas dos pérdidas se han producido tam-
algún camino sin riesgos. Apuntemos pues, en segundo lu~ar, cu~es bién en la teología desde la que estaba hecho el Documento de con-
pueden ser los peligros de una tarea de este tipo. Y el peligro radica sulta de Puebla y que, caricaturizando un poco, vamos a llamar ahora
en que, a pesar de todos los pesares, la teo~ogía la hace g~nte culta «teología de López Trujillo». Para esa teología del Documento de
y quizás debe ser así. Pero la gente cult~ es. siempr~ g~nte aliment~d~, consulta, su Dios no era el Dios de los pobres, o de María en el mag-
como ya notara un hombre de tanta audiencia eclesiástica como. Anst?- níficat, o de Jesús en su praxis; y por eso se podría seriamente pregun-
teles. Y la gente culta y alimentada sí que usa y conoce la ex1stenc1a
tar si era el Dios verdadero. Y su mediación tampoco era la theologia
de eso que llamamos pregu!J'tas últimas º. preg~nta.s ~umanas. En~on­ aucis, sino aquello que Bonhoeffer llamó críticamente <<Una experien-
ces se puede crear en el teologo una curiosa disociación: hay peligro
cia general de transcendencia». La crítica pues, se desautoriza a sí
de confundir la respuesta a un tipo de preguntas con la respuesta al misma.
otro tipo; de buscar o de colocar la respues~a ~ l~ pregunta última, hu-
mana, en el nivel de lo prehumano; o - mvirtlendo el orden de los
factores- de creer que la respuesta a aquellas preguntas que hemos
llamado «prehumanas» ya constituye toda la teología y toda la razón 2. Las cristologías «desde abajo» en Europa.
que la teología está llamada a dar. Se puede producir así lo q':1e tantas
veces se ha llamado un reduccionismo, y quizás quedaría me¡or refle- Si con esto hemos tocado algo medular de las cristologías latino-
jado calificándolo como una extrapolación. americanas, entonces quedará claro que estamos ante algo totalmente
Este es un peligro, pero no es u n peligro fatal. Y los ejemplos diverso de los planteamientos europeos que suelen llamarse «desde
concretos que se llaman Boff, Galilea o Sobrino, muestran contund~n­ abajo» ( 2) y que yo calificaría de «neoliberales», personificándolos
temente que ese peligro queda obviado cuando el punto de partid.a
no es exclusivamente el dato de la situación prehumana a que aludi-
mos antes, sino que es la experiencia creyente del ~obre como expe- ( l ) «Theologia crucis». Se opone a «theologia gloriae» y la dis-
riencia de Transcendencia, de encuentro con el Senor (cf. Mt 25 y t inción entre ambas puede asimilarse bastante a la moderna distinción
Le 15). Una experiencia que lleva unida consigo la experiencia cris- entre fe y religión. La thcologia crucis reconoce a Dios allí donde el hombre
tiana de la Misericordia y la experiencia cristiana del Mal. no esperaría encontrarlo: en la muerte y la condena de un Hombre
Justo. La theologia gloriae encuentra a Dios en los aspectos positivos de la
Esta es una cuestión decisiva y yo pienso que da respuesta cum- vida: el amor, la belleza, el triunfo, etc.
plida a las acusaciones indiscriminadas (por no decir que interesadas) (2) «Cristología desde abajo y cristología desde arriba» designan
que se han levantado desde Europa, tachando a Latinoamérica de con- dos posturas de una discusión moderna que gira alred edor de si la re-
cordismo en su lectura de la Biblia, de marxistización de la teología flexión cristológica debe ser vertebrada a partir del encuentro con el
y otras cosas parecidas. Habría que preguntar seriam~nte a los teólo- hombre Jesús de Nazaret, o a partir de la idea de Dios-hecho-hombre.
¡¡os si un cierto concordismo no pu,ede s~r la trad~cc1ón mo~erna d~ Ambas posturas no deberían excluirse mutuamente, como a veces se
1o ,¡uc, en la Edad Media, se llamo sentido alegórico o sentido esp1- hace en el calor de la ¡:>olémica.
132 ESTE ES EL HOMBRE DATOS TEOLOGICOS 133

en las Cristologías de H. Küng y de E. Schillebeecks (3l. S?lo el Pero tampoco en estos casos el peligro implica necesariamente
Time pudo confundir ambas cosas. En los actuales planteanuentos la caída en él. Por eludir a los dos ejemplos citados de este tipo de
del catolicismo centroeuropeo no estamos ante ninguna novedad, sino intentos, creo que Schillebeeckx en su Cristología sale mucho mejor
ante una vuelta al liberalismo. Que respondan o no a una demanda parado de este riesgo, que Küng en su Ser cristiano: Schillebeeckx consi-
del público al que se dirigen, eso ya es otra cuestión muy respetable. dera que es fundamental para su Cristología la apelación que hace
Pero en ellos el corrimiento de los planteos no ha ido desde la pre- constantemente a la «experience of disclosure» (experiencia de descu-
gunta humana a la «pre» o «infrahumana», sino desde la pregunta brimiento) como fenómeno típico del conocimiento humano, al que,
humana a la pregunta científica (y, en el caso de la Cristología, la en un momento dado, se le abre o se le revela en una situación algo
pregunta por el Jesús de la crítica histórica) . más de lo que dice la materialidad de aquella situación (se revela
alegría en un rostro, melancolía en una música, etc., etc.). Esta apela-
Insisto en que también estos planteamientos pueden estar pas- ción supera desde dentro al método científico y pone de relieve que
toralmente justificados. Pero lo que no hay que hacer es confundirlos no se trata en la cristología desde abajo de convertir a la fe en un
cqn los anteriores, ni creer que también ellos están exentos de riesgos. fruto de la ciencia histórica.
Su peligro en este caso será convertir a Jesús en una función de la
crítica histórica y de lo que ella puede dar de sí. Así, seguramente, a Pero yo creo que aún se puede ser mucho más radical en este
lo más que se llegaría es a un profeta: a un Jesús modelo o un hombre punto. Lo mejor que se puede decir en defensa de la cristología desde
ejemplar a quien apetece seguir, y cuyo seguimiento (como toda op- abajo es que no es cierto que llegue «simplemente h asta lo humano»,
ción ética) proporciona experiencias de sentido. Pero no se llegaría a sino que llega más bien a !/,a crisis de >lo humano y al interrogante. No
lo que Barth llamó el No (como momento interior de la aceptación va a terminar en un Jesús meramente profeta (como atacan sus opo-
por Dios de lo humano, en este caso de la ciencia), y el Nuevo Testa- nentes), sino en un Jesús .presuntamente blasfemo. Y entonces, si des-
mento llama «juicio». No se lleagría al edei (4) de la cruz, al punto de ahí se da el paso a la fe, ya se ve que no podrá ser por la pura
en que la fe (latente ya, qué duda cabe, en lo ético) desborda a lo lógica humana de los hechos. Creo además que esto responde plena-
ético y parece abandonarlo, para resucitar luego en una transforma- mente a lo vivido por los primeros testigos.
ción de lo ético. Eso es lo que antes llamé neoliberalismo y, como
simple peligro, me parece una denominación válida.
3. ¿Cristologías «desde arriba» o desde la luna?

(3) Huelga subrayar que, cuando usé este calificativo, no podía En la obra en colaboración Grundfragen d.er Christologie, editada
ni sospechar el posterior y desafortunado proceso contra E. Schillebeeckx, por L. Scheffczyk, se contiene, sobre todo en la colaboración de W.
cuyo desenlace no puede preverse a la hora de redactar esta nota. Kasper, una de las críticas más sistematizadas a los in tentos cristoló-
La situación del proceso vuelve incómodas para mi las líneas del gicos «desde abajo», y la constatación de sus límites. En sustancia la
texto, dado que, sin querer, convierte en acusaci6n lo que no es más que el crítica puede reducirse a esto: es loable y necesario el esfuerzo por
elemental derecho del pensamient o a la disensi6n. Por eso creo obligado traducir las fórmulas cristológicas antiguas; pero en los intentos alu-
añadir esta nota para subrayar que el propio artículo dice a continuación didos la traducción se ha convertido en traición.
que Schillebeeckx ha salido airoso de ese riesgo. (Véase también mi
recensión de su Cristología -Actualidad Bibliográfica X III (1976) Naturalmente que se puede examinar si esto ha ocurrido así en
259-288- con bastantes puntos de disidencia, pero con la afirmación algún caso concreto (Kasper, al hacer esta acusación en la obra alu-
expresa de que «no tiene sentido acusarle de herejía» 279) . dida, polemiza expresamente con Küng y, en mi modesta opinión, la
Por supuesto, el Magisterio de la Iglesia tiene el derecho de inte- defensa de Küng no resulta demasiado brillante). Pero lo que no se
rrogar a los teólogos, y eso es un procedimiento infinitamente más puede hacer es erigir tal acusación en principio general, que desauto-
humano y cristiano que la condena pura y simple. Pero junto a ese rice todos los intentos desde abajo y justifique con ello el método
derecho, el Magisterio tiene la obligación seria de no administrarse
por personas de cultura escasa o que no conocen más que un único «desde arriba»; y esto es lo que tiende a hacer Kasper, quizás por no
idioma mental. En concreto: acusar a Schillebeeckx de «arrianismo» haber visto que a donde lleva un auténtico método desde abajo no es
sólo puede compararse al e1-ro1· de quien -no conociendo ni de lejos a la canonización de lo humano, sino a la crisis de la cruz. Por el con-
la lengua italiana- entendiera que le insultaban cuando en realidad trario, lo que hay que decir a muchos de estos acusadores es que ellos
estaban simplemente ofreciéndole mantequilla ... (Da la triste casualidad son tan fieles al p asado que no llegan a traducirlo, apenas si pasan de
de que burro, en i taliano, significa manteca) . quitarle un poco el polvo. Y de esta objeción puede que no escape ni
(4) «Edei» = era necesario. Término misterioso que suele utilizar la misma Cristología de Kasper que, por otro lado, tiene cosas ex-
el Nuevo Testamento para hablar de la cruz de J esús. celentes.
.
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134 ESTE ES EL HOMBRE

Y lo que ahora me interesaba añadir es que quizás no llegan de


veras a esa traducción por no aceptar el horizonte de pregunta latino-
americano, con el que abríamos esta n ota. Quieren responder directa-
-mente a las preguntas últimas, abstrayendo del mundo en el que
están y que se caracteriza porque su misma brutalidad impide plan-
tear esas preguntas, en unos sitios por unidimensionalidad y en otros
por infrahumanidad. O dicho de otra manera: ellos están en el primer
mundo; pero el orbe tiene hoy tal unidad que el primer mundo sólo
culpable-mente puede hoy desconocer la interpelación del tercer mun-
do, de cuya existencia es además causa total o parcial. Por eso no aca-
ban de funcionar sus planteamientos: ellos querrían cantar el cántico
<lel Señor porque ven que hoy no se le canta. Pero cierran los ojos al
hecho de que están en tierra extraña, y se vuelve contra ellos la pre-
gunta del salmista: ¿Cómo cantar el cántico del Señor en tierra ex-
tranjera? es decir, ¿Cómo plantear las preguntas humanas en un mun-
do que casi sólo admite preguntas prehumanas? Ese cómo quizás
existe, pues una pregunta no es sin más una negativa. Pero hay que
responderlo primero y ponerlo en práctica luego. De hacerlo así, estas
cristologías se volverían más a la experiencia del pobre y a su inter- 11.
pretación como lugar epifánico de la fe. Y desde ahí sí que serían
capaces de traducir (cosa a la que no llegan), sin por otro lado trai-
cionar (cosa de Ja que acusan a los otros). Se vería entonces que, así
Consecuencias eclesiológicas
como la cristología desde abajo llevaba en realidad a la crisis, la cris-
tología desde arriba lleva en realidad a la Kénosis (5 ). Y aquí está la
posible defensa de ambas.
Y esta posibilidad se la brindan (aún más en su pretensión últi-
ma que en sus realizaciones concretas que pueden ser mejores o peo-
res) las Cristologías de América Latina. En mi opinión esta es su im-
portancia.

(5) «Kénosis» = anonadamiento. Término con que el Nuevo


Tl'~t a.mcnto designa en algún momento la forma concreta de la encar-
1mt ión .
5
UN MODELO HISTORICO DE IGLESIA LIBERA-
DORA*

Las líneas que siguen intentan ser una sistematización de


los textos y de los datos que ofrece Enrique Dussel en su
obra: El episcopado latinoamericano y la liberación de los po-
bres: 1504-1620 °>. El libro fue publicado con ocasión de
la Conferencia de Puebla y como estímulo para los obispos allí
reunidos. Puebla se había planteado la cuestión de la evange-
lización, y Dussel recuerda en el prólogo que ésta, «como
Jesucristo indicó al comienzo de su misión histórica, siempre
será evangelización de los oprimidos, de los humillados, de los
que están presos por la dominación de los poderosos» (p. 9).
Nuestro autor se atreve a esperar que la historia -esta histo-
ria concreta- sea también «maestra de la vida» de la iglesia
latinoamericana.
Pero, para que la historia resulte maestra, es preciso
repensar y asimilar sus lecciones. Y como el libro de Dussel
proviene de su ya célebre tesis doctoral, quizás ha ordenado
los materiales de acuerdo con el interés académico, que era
probar el hecho de un grupo de obispos y de sínodos defen-
sores de los indios, y conflictivos para la política oficial espa-
ñola, revestida de objetivos religiosos. A nosotros en cambio

(*) Redactado para un número monográfico sobre la Iglesia,


de la revista Estudios Eclesiásticos (sept.-dic. 1980). Debo agradecer la
autorización para incluirlo aquí anticipadamente.
(!) Ed. C. R. T., Méxko 1979. Todos los textos que se aduzcan
en el artículo sin otra referencia que un número de página, remi ten a
esta obra.
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138 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 139

nos interesaría rescatar ahora los contenidos teológicos sub- ya no constituye ningún ídolo salvo para cuatro fanáticos so-
yacentes a ese hecho y fundamentadores de él. ciológicamente desprestigiados. Pero piénsese lo que supon-
He aquí nuestro intento. Y todavía, antes de entrar en dría de intolerable la conducta de estos hombres si la imagi-
el tema, permítaseme una breve palabra de ambientación. náramos inserta en un marco como el de las «nacionalida-
des» que constituye, probablemente, nuestro ídolo intocable
l. Ambientación histórica. del momento: C'.iando nada absolutamente puede ser enten-
dido si pctrece que se dice contra ellas, ni aunque sea para de-
Entre 1504 y 1620 hubo en América Latina un grupo nunciar cosas tan inhumanas como el asesinato o la falta de
solidaridad económica.
de Obisp0s a los que Dussel adjetiva de l? forma sigui.ente:
«el santo Toribio de: Mogr.ovejo, el mártir Antonio de Valdi- Esta contradicción interior no convendría olvidarla: es
vieso, el crítico Bartolomé de las Casas, el valiente Juan del un español del imperio quien tiene la honradez de hablar de
Valle, el misionero Juan de Zumámiga, el civilizador Vasco la «cobdicia de los españoles». Y el caer en la cuenta de esto
de Quiroga, el humillado Pablo Torres, el clarividente Juan quizás nos enseña algo importantísimo: en estos hombres que
Garcés, el pastoral Francisco de Marroquín y tantos otros» vamos a comentar, «los pobres» y «la liberación» no son utili-
(p. 9). Ese grupo disperso constituye, en mi opinión, el pre- zados para alguna forma de afirmación propia, ni para justi-
cedente más valioso y más serio de la actual teología de la li- ficar la descarga de propias agresividades reprimidas. Los
beración. Precedente por su actitud y su doctrina; ¡ojalá no oprimidos son amados por ellos mismos, casi siempre a costa
por su destino! de uno mismo, porque la dignidad humana y la paternidad
En la imposibilidad de entrar en detalles históricos o de Dios crean más patria común que ninguna geografía. Algu-
biográficos, quisiera subrayar un triple rasgo común a todos no de estos hombres había sido un clérigo renacentista más o
esos hombres, y decisivo para nuestro intento. menos mundano, hasta que el nombramiento episcopal y el
contacto con Ja realidad latinoamericana le provocaron una
1. En primer lugar, todos esos hombres eran españo- auténtica conversión. Muchos de ellos <3 > tampoco eran
les. Y esto no se dice cediendo a ninguna exaltación patrió- hombres imbuidos de la cultura de su época, de modo que
tica, sino exactamente al revés. Aquéllos eran tiempos de pudiera pensarse que" en la base de sus teorías se hallaba algu-
unidad nacional reciente, de expansión imperial y del consi- na forma de «ilustración» proveniente del humanismo rena-
guiente fervor patriótico que expresaba el soneto de Hernan- centista. Tampoco es así: es más bien una auténtica expe-
do de Acuña: «un monarca, un imperio y una espada» <2>. riencia espiritual lo que está en la base de su actitud conflic-
Y en unos momentos así, no debió ser fácil para estos hom- tiva y lo que los sigue haciendo tan actuales para nosotros.
bres militar contra la historia de su pueblo y contra los su-
yos. La seriedad de esta contradicción interior no debería ser 2. Porque, en segundo lugar, todos estos hombres son
olvidada ante la avalancha de dificultades exteriores que he- iglesia. Alguno de ellos ha llegado a los altares; otro murió
mos de describir, porque es posible que nos ayude a captar la asesinado por los poderosos, de la manera más mafiosa y más
seriedad de la experiencia religiosa que buscamos. Por si ayu- moderna; un tercero murió precisamente cuando trataba de
da la comparación: hoy en día, afortunadamente la hispanidad llegar (a escondidas) al Concilio de Trento. Son iglesia y son,
para nosotros, tradición eclesiástica; esa tradición que es cierto

(2) El comienzo de este célebre soneto: «Ya se acerca, señor,


o ya es llegada» da expresión una vez más a esa especie de escatología (3) Quizás exceptuando a Vasco de Q uiroga entre cuyos libros,
inminente que ha constituido la eterna justificación pseudoteológica al morir, se encontraron las obras d e Erasmo y la Utopía de Tomás
de todos los imperialismos. Moro. Ambos títulos bien significativos.
140 ESTE ES EL HOMBRE CO NSECUENCIAS ECLESIOLOOICAS 14 1

que exige una fidelidad, -no lineal, sino una fidelidad dialéc- por el primer miembro del dilema. Vasco de Quiroga y Tori-
tica y en diálogo-, pero que también es verdad que nos ha bio de Mogrovejo son representantes eximios -y puede que
sido terriblemente escamoteada, porque también en la Igle- históricamente más eficaces- de la segunda alternativa. Pero
sia se cumple aquello de que la historia (y la tradición) la no sin que su vida estuviese atrozm~nte marcada por la eluda.
escriben sólo los vencedores. Como apunta Dussel: Dussel hace notar cómo santo Toribio «tuvo a lo largo de todo
su gobierno agudos escrúpulos de conciencia; no sabía si de-
«Lo grave para la historia es que estos informes quedaron bía remediar personalmente los abusos -y con ello enemis·
inéditos, mientras que los cronistas, como conquistadores que tarse con los encomenderos y autoridades- o permitir, bien
eran, no dejaron de hablar mal de obispos y protectores o, al
menos, de olvidarlos u olvidar sus acciones en defensa del indio» que mejorando, la situación presente». Y cita una frase de
(p. 53, subrayado mío). una carta en la que Toribio, cansado de tal situación, afirma
que desearía «amanecer una mañana en un monasterio»
Y esto nos hace ver la enorme importancia de su recupe- (p. 365) .
ración, en momentos en que da la impresión de que la historia Puede imaginarse la dificultad de esta situación y el gra-
de la Iglesia, lejos de ser maestra, puede volver a tropezar en do de conflictividad que es capaz de crear incluso entre aque-
la misma piedra. llos mismos que necesitaban estar unidos para luchar por
3. En tercer lugar, el período que intentamos sistema- el indio. Pero esto no los invalida para nosotros sino al revés:
tizar tampoco debe ser idealizado. La tradición sólo es mo- los hace hijos de nuestra misma tierra.
delo y motor cuando no se la esteriliza de entrada con una Y con esto quedan suficientemente ambientados estos
hagiografía decimonónica. Y la experiencia espiritual del Dios hombres a cuya «teología de la liberación» quisiéramos intro-
de los pobres no resuelve absolutamente ninguno de los dile- ducir ahora. No vamos a entrar en la tesis de Dussel, que ve
mas concretos y de las necesidades de análisis que la acción en ellos un precedente de la Declaración universal de los de-
plantea. En concreto, no es difícil encontrar en este grupo rechos del hombre y de los ideales de la revolución france-
de hombres una división seria entre lo que hoy llamaríamos sa» c4 J. Si esto es exacto, o si cabe en ese aserto la exage-
revolucionarios y reformistas. Y es lógico, puesto que toda ción de un legítimo orgullo, que lo discutan los historiado-
situación de opresión le plantea a la acción la trágica pregun- res. A nosotros ahora no nos interesa su importancia histó-
ta sobre lo que es mejor: si ir combatiendo la opresión a rica, sino su importancia teológica y eclesiástica, en momen-
base de pequeñas conquistas y de mejoras progresivas, con el tos en que un poderoso sector de la Iglesia continúa pare-
riesgo de fortificar y perpetuar el sistema al humanizarlo ... , ciendo remiso ante la nueva y vieja interpelación que, a tra-
o aspirar únicamente a la agudización de las contradicciones vés de estos hombres, le sigue lanzando el evangelio.
y al derrumbe del sistema, exponiéndose a una complicidad
de retruque con el mismo sistema, y a sacrificar a miles de 11. Líneas teológicas.
hombres en el altar de un futuro incierto. Y a ese dilema no
le da respuesta la fe. Los obispos que comentamos se enfren- Los textos que queremos presentar pueden sistemati-
taron a una situación parecida, por ejemplo, ante la institu- zarse en cinco grandes capítulos que nos dan la imagen global
ción de la encomienda: ¿qué era mejor? ¿Combatir de raíz de una iglesia liberadora y que, con terminologías modernas,
la institución de la encomienda -. -y quizás hasta el hecho mis- podemos titular así: 1) crítica de la religión y experiencia
mo de la conquista- o, aceptando con realismo que se trata-
ba de algo irreversible, ir ganándole terreno hasta humani-
zada lo más posible? Las Casas, como ya es sabido, optaba (4) cf. lo que dice en p. 79, nota 57.
142 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUE NCIAS ECLESIOLOCI<.:AS 143

de Dios, 2) opción de «clase» (en el sentido que precisare- «porque no les dicen donde hallaren oro, que esto es s11 t1pellido
mos después), 3) concepción de la misión, 4) vertiente pro- J?
y no el d~ ios ... Ni los unos ni los otros pueden ofr el nom-
fética y 5) iglesia como servicio. Al hacer una titulación bre de cristianos, más que demonios y basiliscos» (6) .
con terminología tan actual no pretendemos manipular los
textos puesto que ellos y sólo ellos van a darnos su alcance L~ mis~a argumentación encontraremos en Fray Tomás
y su contenido. Sólo pretendemos indicar al lector en qué
de Ortiz, qmen después de haber constatado que «en cslu
dirección tiene que mirar para que el castellano a veces ran- tierra ha~ más daño del_ que allá han informado, po.l'quc u11u
cio, y la formulación distante o poco elaborada, se le vuelvan cosa es oirlo y otra verlo», aduce de ello la siguiente ra:tón :
transparentes y significativos.
«Vi que el dios .. . que les enseñan y predican es: dadme
oro, dadme oro» (7).
1. Crítica de la religión y experiencia de Dios.
El ~ombr~ de Jesús significa «Dios salva». El Dios que
«Avrá quatro años que, para acabarse de perder esta tierra,
se descubrió una boca del infierno por la cual entra cada año se ~nuncia aqm se .llama «dadme oro». La consecuencia que
grand cantidad de gente, que la cobdicia de los españoles sacri- habia sacado el obispo de Cartagena es bien impresionante:
fica a su dios, y es una mina de plata que se llama Potosí» (5). los españoles son tan poco cristianos como los indios: «ni unos
ni otros pueden oír el nombre de cristianos». Y aún cabría
Este famoso texlo de Domingo de Santo Tomás, obispo introducir una matización favorable al indio: el español no
de la Plata, está fechado el 1 de julio de 1550. Trescientos puede oír el nombre de cristiano porque su dios es otro: es
años antes de que Marx hablase del fetichismo del dinero, el el oro. El indio por la visión falseada que de él ha recibido
autor de esta carta denuncia ese mismo fetichismo con una a través de los conquistadores.
seriedad tal que le ha llevado a concluir que los españoles Ver en esta situación un remedo de la problemática de
-aun cuando hayan hecho de la evangelización cristiana la nuestro mundo, ¿es estirar demasiado las cosas o es más
razón justificadora de la conquista- no son cristianos sin bien tomar en serio a la histo.l'Ía como maestra de la vida?
embargo. Y no lo son porque su dios es simplemente otro: T~mbién hoy el capitalismo se profesa religioso, pero su único
no el Dios de Jesús, sino la plata de Potosí. El ídolo reclama dios es el oro. ¿No será el socialismo ateo la versión moderna
sacrificios humanos y por eso su existencia supone el «aca- del indio «que no puede oír el nombre de cristiano» ? La Igle-
barse de perder esta tierra». A cambio de esos sacrificios hu- sia se ha dejado engañar muchas veces por el nivel agresivo
manos, sus adoradores (los españoles) disfrutan del favor de este hecho. Los obispos latinoamericanos del XVI fueron
del dios: se hacen dueños de la plata. Por dura que sea, esta aquí más agudos, o quizás más cristianos: junto con la crítica
acusación se repite como un estribillo: del paganismo de los indios, llevaron a cabo una crítica de la
religión de los conquistadores. Ello les llevó a anticipar 1a
«Por donde quiera que van (los españoles) queman con sus posterior denuncia de Marx, sobre la utilización ideológica de
pies las hierbas y la tierra por donde pasan, y ensangrientan sus
manos matando y partiendo por medio niños, ahorcando indios, la religión como enmascaramiento de la injusticia. Agustín
cortando manos y asando algunos indios e indias».
Y todo eso ¿por qué? El autor del texto es bien ex- (6) p. 53. Car ta al Rey del obispo de Ca rtagena Fray T omás
plícito: de Toro. Los subrayados son míos si no se indica otra cosa.
(7) p. 51. El texto es de 1529. Fray Tomás O . P. habia sido nom-
brado «protector de indios» para la zona de Nueva Grana da, de acuerdo
con las propuestas hechas por L as Casas a Cisneros. Pero no me consta
(5) p. 5, como encabezamiento d el libro que coment amos. que fuera entonces obispo.
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141 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 145

de la Coruña, en una carta al rey, de 15 67, en la que ha es- Sirvan estos ejemplos para mostrar cómo estamos ante
crito que «es tanta la miseria de estos natur~les que to~os un tema que modernamente ha vuelto a ser suscitado a pro-
ellos no tienen posibilidad para dar una tortilla de maiz», pósito de las relaciones entre fe y justicia: el verdadero anta-
concluye: gonista del Dios bíblico lo constituye la idolatría, aún más
«La doctrina que estos doctrineros enseñan es, con la boca que el ateísmo <11 >, y el ateísmo en cuanto difícilmente de-
el Paternoster, y con sus obras, fornica~ y adult~r~r, y tomarl;s jará de entrañar alguna forma camuflada de idolatría. Porque
sus hijas y aun mujeres... Yo ando siempre v1s1tandolos < >. prácticamente todas las opresiones de la historia se han come-
tido en nombre de alguna idolatría. Esto significa, para un
Y a esta crítica de la religión que es, en definitiva, una modelo de iglesia liberadora, que la denuncia de las idolatrías
denuncia de la idolatría y de su significación, no sólo perso- es una de las primeras misiones de la Iglesia. Y este es el sen-
nal sino social, contraponen nuestros obispos la alusión a una tido importantísimo del primer Mandamiento. Porque todo
experiencia del Dios verdadero, la cual acontece en el clamor pecado es, en definitiva, una forma de idolatría; y el Dios
del oprimido. Dios es Aquel que nos llama en el el.amor del de Jesucristo no halla espacio para su manifestación en la
pobre (Mt 25,21 ss.) precisamente porque se defme como destrucción del hombre, sino en la humanizadora destrucción
Aquel que «escucha el clamor» del pobre. _Desde esta expe- del ídolo.
riencia se comprende que el Exodo se convierta en un punto
de referencia importante y espontáneo, para la teo.lo~ia q~e 2. La opción de «clase» como opción de la Iglesia.
manejan estos obispos. En este punto se da una comcidencia
incluso expresa, con lo que ha sido señala~o co~~ una de la~ Hablar de «clases» antes de la sociedad industrial puede
características .de la actual teología de la liberac1on. He aqUI parecer un contrasentido. Pero es la única palabra que tene-
algún ejemplo de esas espontáneas referencias al Exodo: mos para aludir al oprimido como grupo oprimido y no sólo
como individuo. En este sentido uso la palabra.
«Los clamores destos naturales por los grandes y muchos
agravios que reciben de los españoles les llegan a los oídos de
El sucesor de Vasco de Quiroga, escribió acerca de él,
Dios» <9>. que se había llamado «más obispo de indios que de españo-
les» <12 J. Y hoy todavía resulta impresionante contemplar,
Y todavía es más expresa la referencia en este otro pá- en la iglesia de Pátzcuaro, los grupos de indígenas que se en-
rrafo de Juan del Valle, que merece ser citado íntegro: caminan, quizás de rodillas, hacia la tumba del «Tata Vasco».
Por fortuna no se trata de ningún santo canonizado. X' digo
«hasta la ora de agora están los indio~ aún. peor t~at~dos que
que por fortuna, porque ello le da a ese gesto ambiguo y en
cuando entré en la tierra, porque el licenciado Br.1zeno ,Y ~us otros contextos supersticioso, una dimensión mucho más ho·
compañeros an sido más conquistadores para de~tru1r fo;; 117dios rizontal: es cariño y es presencia viva en el recuerdo, lo que
que jueces del rey, de manera que paresce esta tierra m~s tierra expresan esos indígenas. Es la correspondencia para con el
de Babilonia que de don Carlos, y a esta causa no a a~1do doc- que fue «más obispo de indios que de españoles».
trina ni la puede aver entre los naturales ... que es cierto son
más 1atigados que los israelitas en Egipto» <10>. Pero una expresión como ésta es escandalosa para no-
sotros y quienes sufren ese escándalo saben ya perfectamente
(8) p. 356. . .
(9) p. 103. Carta de Fray López de Solls, obispo de Quito fechada ( 11) Remito a mis Tesis sobre Cristianismo y lucha por la justicia en
en 1597. La teología de cada día, Salamanca 1976, pp. 283-292.
(10) p. 351. Carta fechada en 1557. (12) p. 46.
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146 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 147

lo que han de responder: Dios no hace acepción de personas, ~<Ciertamente, _la mansedumbre de esta gente y el perpetuo
el evangelio es universal y también debe serlo la Iglesia: ella trabajo con que sirven, y su obediencia y subjeci6n natural
es «para todos» y, consiguientemente, ha de serlo también ~odrían con razón mover a cualquier hombre, por ásperos y
fieros que. fu~sen, para que holgasen antes de amparar y defen-
aquél que encarna el ministerio eclesial: el obispo y el presbí· der estos md10s que no perseguirlos y dejarlos despojar de los
tero que son llamados, por eso, servidores de la unidad. malos y atrevidos. Y así, doliéndose grandemente este santo s(-
nod~ de que no solamente en tiempos pasados sino que también
Y sin embargo, quienes arguyen así cantan, dominical- el. dta de oy muchos procuran hacer lo mismo, ruega por Jesu-
mente al menos, las palabras de Lucas: «paz a los hombres cristo y amonesta a todas las justicias y gobernadores que se
que ama el Señor». Y la exégesis está cada vez más de acuer- muestren piadosos con los indios ... » (14).
do en que ese genitivo no es explicativo sino determinativo:
no se refiere a todos los hombres, de quienes se comentaría La elementalidad casi evidente con que está formulado
que son amados por Dios, sino que quiere aludir a un grupo el texto no debe hacer que se nos pase por alto el rigor de su
concreto de hombres que son los amados por el Señor. Y ese argumentación: los indios han de ser bien tratados, no mera-
grupo son los marginados, los pobres, oprimidos o persegui- mente para q~e así rindan más a quienes los explotan, sino
dos, personificados en el pasaje lucano por los pastores, y en porque son dignos de ello («su mansedumbre y bondad na-
coherencia perfecta con toda la teología del tercer evangelio, t1:1ral»). Y en segundo lugar, se dice que los indios han de ser
supuesto que este versículo (Le 2,14) es claramente redaccio- bien tratados, porque el trato habitual que reciben aunque
nal <13>. Y todo esto no niega ni coarta la universalidad del pasa como cosa normal, no merece el nombre de trato digno
evangelio, sino que, simplemente, nos dice por dónde pasa Y bueno. De ahí que la obligación de los obispos de ser padres
esa universalidad. A todos es ofrecida la posibilidad de optar para con ellos (comienzo del texto) se concreta precisamente
por los pobres y de encontrar en esa opción «insensata» la en «amonestar a todas las justicias y gobernadores» que se
Buena Noticia de Dios. Y así es como parecen haberlo enten- muestren buenos con ellos. En estos tres puntos tan elemen-
dido los primeros obispos latinoamericanos para quienes esta tales que parecen evidentes, se contiene el germen de toda una
opción «de clase» constituye más una evidencia que un pro- opción de clase.
blema, hasta el punto de que piensen que «no hay cosa más
De cómo vivían esta recomendación del Sínodo algunos
encomendada por Dios». Así el tercer Concilio Provincial de de nuestros obispos nos da idea este par de textos. El pri-
Lima decreta: mero pertenece al Testamento de Bartolomé de las Casas:
«Porque por la bondad y misericordia de Dios que tuvo
«No hay cosa que en estas provincias de las Indias <levan a bien de elegirme por su ministro sin yo se lo merecer, para
los prelados y demás ministros ... tener por más encargada y en- procura~ y .volver por aquellas universas gentes de las que lla-
comendada por Cristo nuestro Señor ... que el tener y mostrar mamos. mdia~ .... sobre los daños, males y agravios nunca otros
un paternal afecto y cuidado al bien y remedio de estas nuevas tales v1stos m 01dos, que de nosotros los españoles han recibido
y tiernas plantas de la Iglesia, como conviene que hagan los mi- contra toda razón e justicia ... » (15) .
nistros de Cristo».
El segundo texto se contiene en una larga carta de Cris-
Y la razón que aduce el concilio para ello arranca pre- tóbal de Pedraza, obispo de Honduras , dirigida al Rey y al
cisamente del trato social que están recibiendo esos indios: Consejo de Indias en España:

(13) Véase sobre esto: C. EscunERO FREIRE, Devolver el evangelio (14) pp. 87-88.
"los /iobres. A jJropósito de Le 1-2, Salamanca 1978, 312-3 14. (15) pp. 333-34. Fechado en 1566.
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1-18 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOOI CAS 149

«Y digo, Señor, que por el cargo y oficio de protector que


yo no quiero ninguna cosa más hacer en esto que el servicio a «El clia que los religiosos faltaren a los indios les faltará
Dios y a V. M. y mirar por estos pobres indios que tan maltra- todo su amparo. Porque como la tierra está toda llena de genLe
tados son y tan vejados y atormentados ... y que los maten a q?e no trata sino sólo de su interés y ese no lo pueden alcanzar
palos . . . como a esclavos y que no tengan quien los valga ... y que s1 no es desollando y gastando al indio en vida y salud ... » (17).
los españoles no les den ni una blanca ni una camisa ... y ansí
desesperados los hombres como las mujeres se an ahorcado
muchos de ellos ... yo que soy el Padre de los indios ... » (16). Otra vez este texto pone el dedo en la llaga con la luci-
dez de lo elemental: en la lucha de clases no se trata de una
Su ministerio eclesial, en cuanto servido de unidad, no cuestión de belicosidad. Se trata de una cuestión de intereses.
lleva, pues, a estos hombres a una neutralidad sospechosa en- Y hay unos intereses que no pueden llevarse a cabo sino
tre el indio y el español, sino a una clara opción por el indio. «desollando y gastando» a la clase opuesta. Ese texto tan sim-
El «servicio a Dios» viene descrito como un «mirar por estos ple desenmascara mejor que mil filosofías la irrealidad de
pobres indios». Se trata de una «Opción» porque ambos obis- todo pretendido interclasismo. O mejor: el único verdadero
pos, en realidad, son españoles y no indios. Pero entre las interclasismo es aquél que pasa a través de la opción -con-
causas que llevan hasta esa opción está, para Las Casas, el flictiva incluso- por el indio. Hasta el extremo de que los
que ese agravio lo han recibido precisamente de «nosotros» misioneros no hallan otra solución para poder civilizar y evan-
los españoles. El ministerio eclesial, lejos de excluir la opción gelizar que el «crear reducciones con indios únicamente y a las
de clase, parece que más bien la impone, desde el momento derechas como en la iglesia primitiva», como escribía al Rey
en que nos encontramos ante una situación de opresión. Para Vasco de Quiroga en 1531 <18>: en una especie de «antia-
una aplicación moderna de estos textos cabría decir: podrá partheid» que sólo es tal porque es un apartheid defensivo.
discutirse si nos hallamos o no en una situación de opresión, Y una vez aceptada esta conflictividad, que no ha sido creada
pero lo que no se puede discutir es que, si hay situación de por los obispos sino impuesta por la agresión de los españo-
opresión, ella exige de nosotros una opción de clase. Y la pos- les, no se teme asumirla hasta el final, llegando incluso a re-
tura de la Iglesia actual parece haber sido la contraria : no ha comendar a los sacerdotes que no gasten demasiado tiempo en
negado la existencia de la situación de injusticia, y sus denun- hablar con los encomenderos, para no escandalizar a los
cias contra el carácter opresor del sistema capitalista han sido indios:
bien claras. Pero, en cambio, admitido esto, se sigue mostran-
do reticente ante la idea de una opción de clase. Lo cual no
«El cura» (cuando no pueda impartir personalmente la doc-
puede menos de evocar la sospecha de que esa reticencia no trina por razones de enfermedad, desconocimiento de la len-
es evangélica, aunque se ampare de evangelio: es la reticen- gua, etc.) «debe en aquel tiempo asistir a ella con atención y
cia de quien está situado al otro lado de la trinchera, de quien gravedad, y no gastar el tiempo en hablar con el encomendero
pertenece a lo que Las Casas llama lúcidamente: «nosotros,
los españoles».
(17) p. 99. El texto es del obispo mexicano García Guerra, en
1609.
Esta opción, ayer como hoy, no deja de ser conflictiva. (18) p. 46. La alusión a la Iglesia primitiva y a su ejemplo es
Un obispo mexicano escribía en 1609 a propósito de los re- también una constante de todos estos textos. Merece asimismo notarse
ligiosos: que esta carta fue escrita por Vasco de Quiroga en 1531, seis años antes
de haber sido nombrado obispo. Su opción por el indio no le hizo entrar,
por tanto, en ninguna de esas listas negras que, silenciosamente, van ex-
cluyendo del servicio de los apóstoles a personas con opciones socialmente
(16) p. 346. Carta del 1 de mayo de 1547. conflictivas. Quizás esto salvó a la Iglesia de aquel entonces ...
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150 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 151

o con otras personas, de lo cual se sigue escándalo y mal ejem- das suyas no parezcan corrales de ovejas sino moradas de hom.
plo en los indios» (19) . bres en el concierto y limpieza y aderezo y las demás cosas (21).

El verismo casi costumbrista de esta última pincelada, Y aún más: no es sólo que el contenido de la predica-
tan fácil de reconstruir con la imaginación, no debe enmasca- ción (la vida de Dios en el hombre) exige la promoción hu-
rar la seriedad de la recomendación, que en diversos momen- mana, sino que el mismo trabajo de promoción humana pue-
tos o ante según qué personas, se convertirá quizás en im- de ser, en algunos casos, verdadera predicación:
practicable o en cuestionable, pero que, a pesar de todo, algo
tiene que querer decir para la práctica concreta. ¡Ojalá sepa «Porque no será pequeña predicación trabajar de primero
la Iglesia de hoy encontrar lo que esa recomendación significa hacer los hombres políticos y humanos, que no sobre costum-
bres ferinas fundar la fe, que consigo trahé por ornato la vida
para su praxis actual! política y conversación cristiana y humana» (22).

3. Concepción de la misión. «No será pequeña predicación». Lo más impresionante


en esta frase es que está dicha por hombres para quienes la
Para comenzar formulando con lenguaje moderno, dire- evangelización y el anuncio de Dios eran una verdadera ob-
mos que lo primero y lo que más llama la atención en los tex- sesión. Las clásicas acusaciones de «reduccionismo» pueden
tos de estos hombres, es la inseparabilidad que establecen en algunos casos haber sido verdaderas, pero pueden en otros
entre promoción humana y evangelización. Aunque tampoco habeF sido simplemente interesadas. Y lo curioso es que aqué-
las confundan o las identifiquen formalmente, ambas, sin em- llos que las manejan y utilizan nunca se han parado a hacer
bargo, se hallan como «hipostáticamente» unidas por la digni- ese elemental discernimiento. Nuestros obispos no son reduc-
dad de la presona humana del indio que es hijo y creatura de cionistas: saben simplemente (y hasta aluden a Pablo para
Dios. O, como decreta el concilio de Loaiza ( 1582), la vida justificarlo) que «primero es lo corporal y animal que lo
celestial que anuncia la fe, exige la promoción humana del spiritual e ynterior» <23>. En estos mismos términos se ex-
hombre: ptesará Cristóbal de Pedraza en una carta al Rey:

«La vida cristiana y celestial que enseña la fe evangélica, «¿Cómo quiere V. M. que el pobre yndio oyga la palabra
pide y supone tal modo de vivir que no sea contrario a la razón de Dios y sepa la doctrina christiana si todo el día su encomen-
natural e indigno de hombres ... primero en io corporal y animal dero lo está pateando y trabajando y lo envía con cargas de una
que en lo spiritual e ynterior, y así nos paresce que ymporta parte a otra y no les dexan rreposar un día en el pueblo?».
grandemente que todos los curas ... se tengan por muy encar-
gados de poner particular diligencia en que los Y ndios, dexadas Aparte de este orden de lo humano (primero lo corpo-
sus costumbres bárbaras y salvajes se hagan a vivir con orden
y costumbres políticas (20)... que en sus casas tengan mesas ral y animal, luego lo espiritual e interior) todavía existe otra
para comer y camas para dormir, que las mismas casas o mora- razón: la promoción humana puede ser un verdadero acto de
amor y en este sentido es germinalmente evangelización. En
este sentido continúa la carta de Cristóbal de Pedraza que
( 19) p. 381. Se trata de un sínodo diocesano convocado por Martín acabamos de citar:
Ignacio de Loyola, obispo de Asunción, en octubre de 1603. A él asistió
el que más tarde sería beato Roque Gonzálcz, gran fundador de reduc-
ciones en el Paraguay.
(20) Los términos «política», «policía» son muy usados en toda (21) p. 221.
esta literatura con el significado etimológico de: educación, vida en (22) Del primer concilio mexicano en 1555. Pp. 228-29.
comunidad, etc. (23) p. 221.
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152 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 153

«cómo tomará este tal yndio amor con los cristianos y con su fe en el mundo (quizás primitiva pero, a lo mejor, suficiente-
y ley, sino que rrenegará del cristianismo y huirá de su fe y de mente armónica) para ofrecer a cambio una serie de prácticas
su doctrina? <24>. o de técnicas, pero quizás ninguna forma asimilable de inte-
gración en el mundo. Este riesgo que quizás era menor en el
La predicación es antes que nada una acogida <25> • Y siglo XVI, se ha hecho innegablemente serio con la aparición
este principio, que es justificable teológicamente, es el que del capitalismo internacional en el XX.
está en la base de la actitud que comentamos <25>. El fun-
damento de esta concepción está para nuestros obispos en la
b. Y el segundo peligro, más difícil de evitar, es el de
dignidad del hombre. La elección y el amor de Dios dan al un cierto paternalismo. Según el propio Dussel, algunos de
hombre una dignidad que tiene que ser realizada en un con- estos hombres no se libraron de él, sea por el sentimiento de
superioridad del «civilizado», sea por la complejidad de una
junto de exigencias las cuales son englobables alrededor de
la palabra libertad ( por mucho que pueda ser falsificada o situación que, fuera de ese «paternalismo», no deja opción
manipulada esa palabra) : «¡No es gran mal que vea yo tener más que para una especie de radicalismo utópico , profética-
por fuerza a los naturales en las <:asas (de españoles) contra mente muy puro pero prácticamente ineficaz <27>. Precisa-
mente por eso es muy importante destacar un elemento que
su voluntad siendo que son libres!» continúa Cristóbal de
Pedraza en la carta que estamos citando. aparece en alguno de estos hombres: por mucho que conciban
la promoción humana como evangelización posible, saben que
El peligro de toda esta forma de ver no es, pues, necesa- ésta es para ellos una misión interina provocada quizás por la
riamente el de un reduccionismo teológico. Ello no significa urgencia de una situación concreta pero llamada a desaparecer,
que dicha actitud carezca de riesgos, y me gustaría señalar dos. al revés que la evangelización. Llamada a desaparecer porque
los indios mismos y no los misioneros han de ser los rectores
a. El primero de estos riesgos procede de la ambigüe- de su propia promoción y de sus destinos y, de lo contrario,
dad del término civilización o promoción humana. La cultura no hay todavía civilización verdadera. En este sentido es im-
occidental, sobre todo en su forma actual moderna, no es sin portantísima la aspiración que expresa alguno de estos hom-
más sinónimo de civilización ni de calidad humana. Y puede bres, de que los indios mismos, y no los obispos, lleguen a
que el occidente moderno (contra lo que él piensa) sea el ser sus propios protectores. Así lo formula Fray López de
menos capacitado para distinguir lo que son costumbres «po- Salís, en carta del 23 de junio de 1600: tras cuarenta años
líticas» y lo que son «costumbres bárbaras y salvajes». Dema- de trabajo, la experiencia le muestra que es necesario «nom-
siadas veces, el presunto civilizador, se puede limitar, sin brar a los yndios protectores» <29 >.
querer, a occidentalizar, o a romper una forma de integración

(27) Véase la opinión de Dussel: «La I glesia considera al indio


(24) p . 345. como un hombre en sentido metafísico y antropológico pleno, !?ero a l
(25) Cf. este punto algo más desarrollado en La Humanidad Nueva, mismo tiempo le considera socialmente todavía no capaz de igualar
Madrid 1979 4.a, pp. 490-491. al español y de defenderse por sus propios medios, de poder alcanzar
(26) «Que no se permita que el indio viva con su mujer, hijos, por sí solo los niveles más altos de la cultura, de elaborar él mismo la
cuyes y gallinas en una sola habitación» decretaba un Sínodo en 1954 explotación económica de una región. . . Ese pagano llamado indio,
(p. 267). Lo que entonces no podía permitirse cuando el grado de con- posesor de la dignidad humana es cristiano o puede serlo intcgl'almente;
ciencia histórica quizás no había llegado hasta ahi, hoy tras cuatro para ello sin embargo en el plan pedagógico del catccumcnado social,
siglos de desarrollo de la conciencia humana, Jo «permite» el capitalismo será necesario algún tiempo para que alcance su mayoría de edad (de
como una necesidad inexorable de la economía. ahí la posición paternalista de la Iglesia, aunque tenían conciencia aque-
Y esta promoción material no se refería sólo a las necesidades más llos padres de la Iglesia latinoamericana de la temporalidad de sus
elementa les. Según la obra que comentamos, fue otro obispo, Juan de disposiciones)». pp. 279-80.
Zumárraga, quien introdujo la primera imprenta en el Nuevo Mundo. (28) p. 103.
'

154 ESTE ES EL HOMBRE


' CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 155

Una vez establecida esta relación entre evangelización y conclusión con el argumento de que «a esta cibdad de Caly no
promoción humana, todavía se la puede enriquecer con otra an venido frailes pa me faborecer, y si alguno viene es pa ab-
consideración importante. Si alguna de las dos puede recibir solver a los conquistadores» <30 >. El testimonio no puede
un cierto freno, ésta es más bien la evangelización explícita, ser más elocuente.
no porque no sea ella el fin de la misión, sino porque pasa a
través de la libertad humana que deriva de la dignidad del
hombre y que Dios respeta como nadie, puesto que El es la 4. Tarea profética <le la Iglesia.
fuente de esta dignidad. No se puede, pues, cristianizar a la 1

fuerza. Y ello tiene consecuencias muy concretas a la hora del 1 Como consecuencia de las relaciones entre evangeliza-
bautismo. Véase este texto del primer Sínodo de Santa Fe 1 ción y promoción humana, tal como las acabamos de esbozar,
( 1556) literalmente increíble para una época en que -desde brota como elemento a veces constitutivo de la misión, la de-
la experiencia de Cristiandad- se entendió la necesidad del nuncia profética de la injusticia. Esta denuncia se hace aún
bautismo en forma nada matizada, y en que un Francisco más urgente cuando la injusticia trata de ser justificada pre-
Xavier se desvivía por la pura materialidad de unos bautizos sentándose como medio para la evangelización, como ocurría ·
masivos pero quizás desconsiderados: en este momento histórico con la conquista y la institución
1 de los encomenderos. En este capítulo se contienen proba-
«Somos informados -escribe el Sínodo- que algunos in-
1 blemente•los textos más inequívocos y más inicisivos de todo
consideradamente baptisan indios e indias que tienen ya uso de nuestro trabajo, hasta el extremo de que muchos de ellos
razón sin examinarlos si vienen de su voluntad o no, o por nunca alcanzaron valor oficial, y quedaron reducidos no sólo
temor ... y ansí mismo baptizan a otros que no tienen uso de al nivel de lo privado, sino a veces incluso al nivel de lo clan-
razón ... sin saber si sus padres huelgan de ello .. . Mandamos a destino y de lo prohibido. De ahí la dificultad del acceso a
todos los sacerdotes, no bapticen indio o india alguna de ocho
años arriba, sin que se sepa de él si viene de su voluntad ... Ni 1
los textos, y de ahí también la diversidad de las posiciones
baptice niño alguno de infiel antes que llegue a uso de razón, 1 que contienen, desde la condena tajante y sin apelaciones,
contra la voluntad de sus padres» (29). 1
hasta el recurso más político de plantear la cuestión al conci-
lio de Trento para que éste decidiera.
Esta concepción de las relaciones entre evangelización Vamos a comenzar, pues, por el más fuerte de todos estos
explícita y promoción humana que no separa a ambas y que, 1
textos de denuncia. Procede de 1546, y se redactó en una
aunque dé una primacía valora! y causativa a la primera, sin 1
Junta convocada por Tello Sandoval, y a la que asistieron -y
embargo puede aceptar una prioridad temporal de la segunda, firmaron- nombres tan conocidos como Marroquín obispo
se completa con una última observación de innegable actua- de Guatemala, López de Zárate obispo de Oaxaca, Vasco de
lidad: no puede haber fe, allí donde la Iglesia mantiene una Quiroga obispo de Michoacán y Bartolomé de las Casas obis-
postura de neutralidad «espiritualista» ante la injusticia. Juan po de Chiapas. En esta Junta privada se llegó a la siguiente
del Valle, en una carta ya citada, en la que se queja de los conclusión:
desmanes del Licenciado Brizeño y sus compañeros que «an
sido más conquistadores para destruir que jueces del Rey»
«1. Todos los infieles, de cualquier secta o religión que
saca de ahí la conclusión de que «a esta causa, no a abido 1 fueren y por cualesquier pecados que tengan, cuanto al derecho
doctrina ni la puede aver entre los naturales», y refuerza esta natural y divino y el llamado derecho de gentes, justamente

(29) p. 260. (30) p. 351 .


155 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 157

tienen y poseen señorío sobre sus cosas ... , y también con la españoles, no tuvieron culpa pues obraron en justa defensa, y
misma justicia poseen sus principados, reinos, estados, dignida- sobre todo cuando hubieron oído las crueldades con que los
des, jurisdicciones y señoríos. españoles trataron a los indios de paz. Los españoles inidividunl
2. »La guerra que se hace a los infieles ... por respeto y colectivamente están obligados a devolver a los indios lo que
de que mediante la guerra sean sujetos al imperio de los cristia- injustamente les han arrebatado. El rey, por tanto, no puede
nos y de esta suerte se dispongan para recibir la religión cris- tener autoridad sobre los indios, ni cambiar jefes, ni proponer
tiana o se quiten los impedimentos que para ello pueda haber, penas. Los que obran así son reos de pecado y debe indemnizarse
es temeraria, injusta, perversa y tirana. la injusticia causada. El Rey es igualmente responsable de todos
3. »La causa única y final de conceder la Sede Apostó- los «malos sujetos» que llegan a las Indias. De esta culpa no están
lica el principado supremo y superioridad imperial de la Indias ni los obispos o prelados exentos. «La encomienda es contraría
a los reyes de Castilla y León, fue la predicación del evangelio al bien universal de las repúblicas y contraria a la intencíó¡:¡
y la dilatación de la fe y religión cristiana y la conversación de del Papa que hizo la concesión.» Todo esto hace de aquel
aquellas gentes naturales de aquellas tierras, y no por hacerlos Sínodo el más insigne de los documentos eclesiales en favor
mayores señores ni más ricos príncipes de lo que eran. del indio» (33) •
4. »La Santa Sede apostólica, en conceder el dicho princi-
pado supremo ... no entendió privar a los reyes y señores natura- Este texto nos impone además una sucinta reflexión. La
les de las dichas Indias, de sus estados y señoríos y jurisdic-
ciones» (31) . denuncia profética de la Iglesia no consiste en sumar su voz,
quizás tardíamente contra algo que está ya, en la práctica,
Dussel avisa que el texto de este documento sigue sien- desahuciado por todos. Consiste en pronunciarse lúcida y va-
do dudoso. Con esta salvedad, vale la pena llamar la atención lerosamente -como experta en humanidad- sobre prácti-
sobre dos puntos: lo que puede suponer de enfrentamiento cas discutidas y quizás jurídicamente vigentes. Y pronun-
para con los reyes, cosa literalmente inaudita para todo este 1 ciarse siempre: no sólo cuando dichas prácticas no inciden
período, y la tajante oración concesiva que hemos subrayado 1 sobre ella ni la afectan directamente en sus intereses (como
en el primer párrafo: por infieles que sean y por cualesquiera ocurre por ejemplo en el caso del aborto).
pecados que tengan, los indios son 5ujetos de derechos. La Una de esas prácticas denunciadas y condenadas valero-
dignidad humana como fuente de la libertad y del respeto samente fue la de la emigración de indios. El capitalismo y el
entre los hombres queda ahí afirmada para ser luego sepul- afán de lucro siempre han necesitado mano de obra barata y
tada hasta no sé cuántos siglos más tarde. (
su recurso ha sido siempre importarla. Modernamente se ha
1
El segundo documento en importancia fue probablemen- hecho eso a través de la emigración y antaño se hizo a través
te el Sínodo II de Popayán, convocado en 1558 por Juan del de la mita, o reparto que se hacía por sorteo en los poblados
Valle. Dussel no reproduce esta vez su texto en cita literal, 1 de indios. Ningún obispo de la Europa pretendidamente libre,
sino en resumen con algunos entrecomillados. Por eso noso- ni católico ni protestante, ha tenido la lucidez y el valor que
tros copiamos al pie de la letra el párrafo que le dedica nues- tuvieron sus antecesores latinoamericanos para denunciar ese
tro autor: fenómeno monstruoso de la emigración, que todavía es pre-
«El Sínodo dictamina sobre el planteamiento doctrinario sentado por las regiones o países que lo practican como una
de que las guerras de la conquista fueron «injustas y contra de- «acogida fraterna» de la pobre mano de obra sutilmente for-
recho» C32>. Aún en los casos en que los indios atacaron a los zada a ello. Permítasenos por ello esta larguísima cita de un
Sínodo de Santiago de Chile (en 1626), conocida bajo el
(31) p. 307.
nombre de Constitución de los indios guarpes:
(32) Comillas en el original. ¿Puede aludir al texto citado inme-
diatamente antes y que es dos años anterior, o se trataba de una opinión
mucho más extendida? (33) p. 258.
'
158 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 159

«oor cuanto ninguna parte de este nuestro obispado está más el sustento espiritual de manos de sus propios curas y en su
necesitado de remedio espiritual (34) para las almas de los lengua materna que solamente entienden los más de ellos, orde-
indios que la provincia de Cuyo, y éste es muy dificultoso de namos y mandamos ... que ninguna persona de cualquier estado,
poner porque depende en parte del gobierno de las cosas tem- calidad, o condición que sea, ni traiga ni mande traer algún
porales, como es prohibir que no se saquen indios de la dicha indio ni india, grande ni pequeño de la dicha provincia de
provincia ni se traigan de mita a es ta ciudad de Santiago y sus Cuyo para esta de Chile (35) .
contornos, pasándolos por la cordillera nevada que ha sido se-
pultura de gran suma de hombres y mujeres y niños por el Puede ser útil notar que la publicación de este decreto
hambre y la rigor de los temporales de vientos y fríos excesivos,
y venir muchas veces en colleras como galeotes porque no se
fue prohibida: una real cédula del 19 de julio de 1630 firma-
vuelvan a sus tierras ... da en Madrid daba «licencia y facultad para que hagáis pu-
blicar, imprimir y guardar el dicho Concilio, excepto la cons-
y sigue la descripción de uno de los dramas clásicos de la emi- titución de los indios guarpes» C36 l. Ello es la mejor mues-
gración, sea forzada o supuestamente «libre»: tra del «daño» que hacía.
En este mismo contexto aún podría notarse lo que mo-
de donde resulta que haya muchas mujeres apartadas de sus ma- dernamente calificaríamos como denuncia del «consumis-
ridos y muchos hijos de sus padres, por traer a los dichos indios
casados y solteros sin discreción a las dichas mitas, y quedarse mo», la gran arma de que el dominador se vale para implan-
de ordinario las mujeres casadas sirviendo muchos años en estas tar su dominación. Otro párrafo de este mismo sínodo denun-
partes y amancebarse con otros indios y en la dicha p rovincia cia «l~ mala conciencia de algunos pulperos y otras personas
sus maridos con ajenas mujeres ora cristianas y a veces gentiles, poco temerosas de Dios que venden vino a los dichos indios
y para cobrar los maridos a sus mujeres después de larga ausen- en cantidad que pueden hacer con él borracheras» <37 J.
cia acontecer quitar la vida a los que se las tienen usurpadas,
1
o perder la suya en la demanda .. . Y otras veces por dejar los 1 Y la denuncia no es sólo estructural sino, a veces, estric-
padres a sus hijos pequeños en sus tierras cuando los traen a tamente personal. En este otro sentido no existe mejor ejem-
cumplir las dichas mitas, si vuelven a sus pueblos de ordinario
los hallan muertos por faltar quien los sustente. Y si traen en
plo ni más actual que el enfrentamiento de Antonio de Val-
su compañía sus mujeres e h ijos, padecen grandes trabajos y pe- 1
divielso, obispo de Nicaragua que murió asesinado, con la
ligros de la vida por su suma pobreza y aspereza de los caminos, familia del gobernador Contreras, digno antecesor de Somoza:
y malos temporales e injurias que se ejecutan entre los dichos
indios de mita solo por comodidad de sus encomenderos, que «Tienen los Contreras, en cabeza de su mujer e hijos más de
no habría corazón humano que no se condoliese de que tal se 1 la mitad de los pueblos principales de aquellas provincias .. . La
permita ... mujer de Contreras tiene a Nicoya que es un pueblo de yndios
en que puede aver diez y once repartimientos» (38).
Esta es la descripción de la situación. Y ante ella nuestro
sínodo no se para en barras. Con una ingenuidad, como sólo Los textos que llevamos citados son los más fuertes y los
puede tenerla quien creía en el hombre y en el evangelio aún menos dubitativos de este apartado. En un sentido más posi-
más que en la «ciencia» económicas, prohíben la emigración : 1 bilista o más indeciso, hay todavía otros muchos, como los
que intentan plantear al Concilio de Trento que se pronuncie
«Por tanto, para que la doctrina cristiana que Lanto encar- sobre la moralidad de ciertas prácticas que otros obispos ya
ga Su Majestad que se enseñe a los dichos indios ... y reciban 1

1 (35) p . 272.
Subrayado mio. Estos obispos no consideran «temporalismo» I,
(34) (36) Citada en p . 271, nota 58.
su intervención en el asunto de la emigración, sino que lo ven más bien (37) !bid., nota 57.
como «remedio espiritual». (38) p. 337 .

...... -
- - ·-=-

160 ESTE ES EL HOMBRE


CO NSECUENCIAS EC LESIOLOGJCAS 161

«Todos han conmutado en servirse de todos ellos (los in-


han condenado, o los que intentan suavizarlas tratando de dios) contra las leyes de Indias, y de sus mujeres e hijos, en
sustituir el régimen de posesión del indio por un régimen horrenda y nunca oida servidumbre, en captividad, a su albedrío,
de salario. echando a las minas los que quieren, en sus haciendas y ser-
vicio de sus casas los que quieren, y de los demás en hacer se-
Entre los primeros cabría citar el párrafo siguiente del menteras con gran trabajo. Y como son pocos los yndios (que
Sínodo de Santa Fe ( 1556) al que ya hemos aludido al hablar los han ya acabado) aún no se les da tiempo aun para hacer
de la libertad del bautismo: un poco de sementera para comer ellos» (42).

«Por que al tiempo que los españoles entraron a conquis- Con igual franqueza escribe al Rey Antonio de V aldi-
tar este Nuevo Reino, somos informados que hubieron mucha vielso:
suma de oro, que tomaron a los indios naturales de él. e así
mismo les hicieron guerra, y para saber si la tal guerra que se «En lo que toca a los yndios cada día son más oprimidos
hizo a los dichos indios fue justa o no, y si poseen con justo que con ver que lo que su majestad y vuestra alteza an mandado
título lo que les llevaron, assi de rancheos como de partes o no, para su remedio no les vale, piensan que no les a de valer nada,
Sancta Synodo aprobante, siendo conferido y visto lo susodi- especialmente viéndolos sin protectores, que las justicias que
cho, fue acordado por todos de común parecer que se remita aca ay no son sino disipadores ... El favor que los obispos con
al Santo Concilio, y al Consejo real de Indias de su Magestad, nuestra jurisdicción les podemos dar, no senos consiep.te so color
para que de allí se envíe al santo Concilio» (39) • que es contra real jurisdicción (43).

Huelga decir, como luego veremos, que tales consultas Este tipo de información al rey, abandona a veces el ca-
nunca llegaron al concilio de Trento. Más decidido, este mis- rácter epistolar privado, para convertirse en un testimonio
mo sínodo, en su último Título, cap. 10, se pregunta «si los notarial, lo que parece expresar la desesperación de algún
encomenderos son obligados a restituir a los indios lo que obispo ante la inutilidad de sus informes. Así, el propio Agus-
les han llevado demás de la tasa». Y se responde que sí <40> tín de la Coruña, en 1567, enviaba un informe notarial al
En este mismo sentido, uno de los sínodos de Popayán, de Rey, en que señala y pide remedio para los tres principales
Juan del Valle, establecía que los encomenderos no se sirvan agravios que se han cometido contra los indios. Presentamos
de los indios sin pagarles «ni sin adoctrinarlos», el texto tal como lo trae Dussel. El lector ya notará que los
dos últimos puntos no constituyen cita literal:
«Y mandamos que ninguno se sirva de indio ni de india contra
su voluntad y por engaño y sin se lo pagar, so pena de ser «l. La tasa que en esta gobernación se hizo es grave ynjus-
obligados a volver todo lo que así llevaren , y restituirles la ticia ... Le cobran la tasa aun a los muertos .. . Se han muerto
fuerza» <41 >. más de la mitad».
2. Han conmutado a veces el pago en oro, lo que devalúa
el producto agrícola por la escasez del oro, multiplicando el
Junto al uso de su escasa autoridad está el recurso deses- tributo varias veces.
perado a la autoridad del Rey. Más tarde comentaremos este ª· Servicio person al abusivo en todo sentido (44).
procedimiento del que, cuanto menos, son salvables la cru-
deza y el rigor de la denuncia. Agustín de la Coruña escribía Señalemos para concluir que toda esta lucha por la jus·
al Rey en 1572: ticia se halla, para nuestros hombres, muy vinculada con In

(42) p. 356.
(39) p. 261. ( 43) pp. 338-39.
(40) p. 261. (44) p. 357.
(41) p. 353.
162 ESTE ES EL HOMBRE
CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 163

fe. Por eso no tiene su lugar solamente en las cartas al rey o hombres ante otro problema bien típico del pueblo y en el
en las gestiones políticas, sino también en el púlpito. Así in- que hubiese sido comodísimo para ellos adaptarse a las solu-
forma Agustín de la Coruña, de uno de esos sermones que ciones políticas «oficiales»: me refiero al problema de las
tantos quebraderos de cabeza hubieron de traer, como luego lenguas indígenas. Eran muy numerosas y difíciles de apren-
veremos:
der por la carencia casi total de gramáticas, textos escri-
«Les e predicado con toda benignidad que e podido en el
tos, etc. Por otro lado, a los indios se les iba obligando a
púlpito solamente lo que san Juan baptista dixo a los cavalleros aprender el castellano, y esto pudo haber parecido a nuestros
del Cessar: Estote contenti» (45) (contentaos con lo que ya hombres que era la solución para el problema de la evange-
tenéis). lización. Sin embargo no fue esa su actitud. Si los indios
aprenden castellano esto podrá quizás suponerles algún tipo
Por eso mismo, esta lucha por la justicia se vincula con de ventaja cultural, o material. Pero la escucha del evangelio
una imagen concreta de Iglesia, que podemos intitular así: y la relación con Dios deben llevarse a cabo en la lengua
la Iglesia como servidora del hombre. propia, en la que ha configurado a uno desde lo más íntimo:
no sirven para ello lenguas aprendidas que siempre son es-
5. Iglesia como servidora. tratos ulteriores en la estructura de una personalidad. Y esto
significa clara y concisamente, que aunque los indios sepan
«Y pues todo es razón que se ponga en orden y concierto, castellano, los misioneros deben intentar aprender las lenguas
de aquí en adelante conforme a Derecho, nos parece que no se indígenas, para predicar en ellas y enseñar a orar en ellas.
hagan rescibimientos ni arcos por los caminos (pues los misio- Puede que hoy resulte fácil escribir esto; pero hace cuatro
neros eran recibidos triunfalmente por los indios) ... y se debe siglos, y desde la superioridad hispánica del conquista?or,
huir, como lo huía san Pablo y Barnabás y los otros apóstoles,
como se lee en las Actas de los Apóstoles» C46) una actitud así es simplemente asombrosa por lo que tiene
de clarividencia y de desinterés pastoral. Por grandes que
Est a prohibición de los recibimientos triunfales a los sean las dificultades prácticas, su espíritu de servicio no se
misioneros quizás será tildada por algunos de poco humana, arredra ante ellas:
de poco festiva y de antipopular. Es la ambigüedad de todas
las cosas de este mundo. Pero es un ejemplo bien limpio del «La doctrina y catechismo que se ha de enseñar a los yndios
afán por una Iglesia servidora y no triunfalista que quiere sea el general que se usa en Pirú, en lengua del Cuzco, porque
ya gran parte de los yndios la re1;an ... Encargamos y amonesta-
más tener su gloria en el servicio a los hombres, que aprove- mos a todos los sacerdotes doctrinantes las baian aprendiendo
charse de su ministerio para la propia gloria. Una Iglesia que (las lenguas naturales destas naciones) pues aran gran servicio
busca su modelo en la cristiandad primitiva, rasgo típico de a Dios en explicar la doctrina en lengua que los yndios mejor
situaciones misioneras y del que ya dijimos que aparecía entienden, y por ese camino los oyrán con mayor gusto y amor, y
bastantes veces en los textos que estamos comentando. Si al- podrían confesar a los que no supieren la lengua general ... » <47,.
«Ordenamos y mandamos que la doctrina y catecismo que
guien piensa, ante una prohibición de este tipo, que nuestros se ha de enseñar a los indios sea en lengua guaran{, por ser más
obispos no comprendían el alma popular o vivían distantes clara y hablarse casi generalmente en estas provincias ... Todos
de ella, que contrapese esa actitud con la que tomaron estos los que se nombraren por curas de indios sepan por lo menos la
lengua guaraní con suficiencia para poder administrar los sacra-
mentos .. . y en caso que por alguna indisposición no la pudieran
(45) p. 358.
(46) p. 303. Texto de una Junta presidida por Juan de Zumárraga
en 1539. (47) p. 276. Del Sínodo I de Tucumán en 1567.
161· ·ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLES!OLOGI CAS lfiS

decir, el cura debe en aquel tiempo asistir a la doctrina con A pesar de estas dificultades, la visita es una verdad<.:rn
atención y gravedad (cuando pueda) y no gastar el tiempo en obsesión para todos estos hombres. El conocimiento ~ersonal,
hablar con el encomendero o con otras personas, de lo que se directo, y el contacto inmediato con los suyos constituyen la
sigue escándalo y mal ejemplo en los indios» (48).
primera norma de sus planteamientos pastorales. Y e~~ llama
la atención poderosamente no sólo por la enorme dificultad
Y todavía conviene añadir un fino detalle humano: junto de las comunicaciones de antaño, sino también por el con-
a la doctrina y la oración hay otro momento en que la lengua traste con nuestra actual situación donde todo contacto con
indígena es imprescindible, y es en la hora de la justicia, la jerarquía está prácticamente mediatizado por la impersona·
cuando el indio necesita defenderse. De ahí que el Sínodo I lidad de lo burocrático:
de Trujillo ( 162.3), además de ordenar «que los curas de
indios les prediquen en su lengua», añade en otro momento «Vea V. M. -sigue diciendo Cristóbal de Pedraza- como
al regular las visitas, pleitos, etc.: «que interroguen perso· podré yo aprovechar a los pobres yndios e ~nstruilos en las cosas
nalmente a los testigos, que interroguen en la lengua a los de Dios ... si estos indios no me conocen ru me an de ver ... qué
indios» <49 >. fruto puedo hacer yo y como puedo yo traer a estos a la
fe ... » (51).
Este empeño decidido por una Iglesia que sirve a los
hombres sin querer «servirse de ellos para ser alguien», ar· Y este afán de la visita y del contacto inmediato no se
ticula toda una concepción del ministerio eclesial y más con- enfrenta sólo con la dificultad de las distancias o la escasez
cretamente del episcopado. Un ministerio que se acerca mu- de comunicaciones sino aún más, con los obstáculos de los
cho más a la imagen evangélica del «pastor» que a la imagen poderosos que, como v~remos en seguida, hacen todo lo. im-
moderna del diplomático y del burócrata, o a la imagen re· posible por impedir esos contactos. A pesar de todo, sigue
nacentista del príncipe. «Servidor de Dios y de los pobres», constituyendo el primer principio pastüral:
había escrito de sí mismo Cristóbal de Pedraza, y a fe, que
este título tan sencillo no debió resultarle fácil: «Ando visitando mi obispado y tengo vista la mayor par~e
de él y visito cada ánima por sí, para co~ocer el rostro de mis
«¿Qué podrá andar un pobre viejo obispo a cabo de su ovejas ... Gran cuidado del buen trat~rmento de !os naturales
vejez? A veces me hallaba medio muerto al pie de un árbol, casi he tenido siempre, con mucho traba¡o y desasosiego, porque
sin sentido ... Otra es la vida de los Obispos de Castilla andando este negocio es muy desabrido ... porque todos menosc~ban ;os
de Medina del Campo a Valladolid, en su tierra, y dormiendo intereses ... y dieron toda la ocasión posible para que mis ove1as
cada noche en poblado en buenas camas de cuatro colchones, me echasen de sí como los de Chiapas su pastor» c52>.
de seda y granas, y por la Corte paseándose visitando lo~ mo·
nasterios; por aber gana de cenar en las noches o por l\acer
exercicio para gastar y digerir la comida; mándeles V. M. venir Vasco de Quiroga morirá realizando una de estas visitas
a esta provincia y verán que es exercicio, yr de montaña a mon- episcopales en 1565, cuando contaba la friolera de 95 ~ños.
taña y de sierra en sierra y de quebrada en quebrada y de rio Por eso resulta llamativo que allá donde los espanolcs
en rio y de ciénaga en ciénaga y de mosquitero en mosquitero, fueron sólo a enriquecerse despiadada, desaforadamente, enlo-
que en este obispado ay siete pueblos de cristianos y quatro ciu· quecidamente, en aquella primera quimera del oro, más chmi
dades de a 25 6 30 vecinos cada una e esta ciudad de Trujillo
que es de 50 o más, cada día aumentando» (50) • y más trágica que la de Chaplin, estos hombres puedan es

(48) p. 381. Sínodo diocesano de la Plata en 1603. (51 )Ibid. .


(49) p. 269. (52) p. 339. El texto es de Antonio de Valdivielso, y ~·I ol11~po 1lt-
(50) p. 344. Chiapas a quien se alude supongo que es Bartolomé de las C.aHns.
166 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS l(i7

cribir con naturalidad: «muero muy pobre, aunque muy con- ción y el éxito sino -al menos al nivel de lo históricamcnll:
tento» <53 J; «soy ya cansado y viejo pa el mucho trabajo constatable- la derrota y el fracaso. Quizás sea verdad que
que tienen en esta tierra ... vivo y e vivido con grande po· el discípulo no puede ser más que el Maestro, precisamenLc
breza» <54 J o que se pueda escribir sobre ellos lo que con- en este punto. Eso nos lo dirá el apartado siguiente.
siguió el escribano público a la muerte de Martín Ignacio
de Loyola:
III. Consecuencias.
«No se pudo ni hubo que h acer inventario del que arriba
queda referido. En la sala se halló un pabellón de tafetán mo-
rado, un hábito u sado, una mesa y una silla vieja con un pie
quebrado, porque hasta las sillas que tenía eran prestadas ... e 1. El enfrentamiento.
yo el presente escribano doy fe y verdadero testimonio haver
pasado así lo contenido en este inventario y no haberse hallado
otra cosa más de lo declarado e inventariado en él» (55) • La imagen de iglesia esbozada no resulta soportable a
todo ese estrato social que en tiempos de Jesús se componía
La experiencia espiritual del Dios de Jesús con la crí- de saduceos y fariseos, en época de la conquista de encomen-
tica de la religión que ella comporta, la opción de clase, la deros y colonos, y hoy se nutre de los beneficiarios más di-
concepción «encarnatoria» de la misión, la tarea profética rectos del presente -e injusto- orden social. La imagen
de lucha por la justicia o, al menos, contra la injusticia y la descrita parece provocarles como una sensación difusa de cul-
concepción del ministerio eclesial como servicio, configuran, pabilidad respecto de la situación en la que viven y en la que,
como decíamos en el título, una «imagen de iglesia liberado- como un contraste, han aparecido tales hombres de iglesia.
ra». Hay que añadir para cerrar este apartado que dicha ima- Y una de las acusaciones más espontáneas contra ellos es la
gen no debe ser idealizada. Los hombres que hemos presen- de que pisotean su dignidad de eclesiásticos. Las diatribas
tado son una minoría. Y es posible que la teología de una contra los «curas de anorak» están ya anticipadas en este in-
Iglesia que trate de encarnar el rostro de Jesús y la fidelidad forme de AgustÚ1 de la Coruña:
al evangelio sea también, en nuestro pobre mundo de hom-
bres, la teología de un «resto». Un resto que, a su vez,_,_ tal «En lo tocante a mí, murmuran de mí: ni me trato como
como enseña la historia, está perpetuamente amenazado por obispo, ni ando acompañado como la dignidad requiere; yo
la tentación comprensible de no aceptarse como tal, de querer ando con mi hábito de sayal y un saco por camisa y su alpargata
imponerse por la fuerza o la ruptura, la tentación puritana del como toda mi vida he andado en México (56) •
que se niega a cargar con el pecado de los suyos y prefiere
lanzar ese pecado al rostro de los suyos como excusa para Ironías del destino: el que un hombre o mil hombres
romper su solidaridad con ellos. Con lo cual termina por no vivan de acuerdo con la dignidad humana es para el fari-
apartarse él también del camino de Jesús. Pues en realidad, seísmo social mucho más tolerable que el que un obispo no
y esto es lo que nos queda por comentar, el destino de estos vista de acuerdo con la supuesta dignidad episcopal. Claro
hombres y de la Iglesia que encarnan, no va a ser la libera- que quizás la verdadera causa de ese enfado nos la dice la
misma carta unas líneas antes:
(53) p. 308. Escribe Juan de Zumárraga.
(54) p. 351. Escribe J uan del Valle.
(55) p. 383. (56) p. 358.
168 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS Jfü)

«no hallo razón para absolver a Gobernadot ni teniente, ni jus- guiente es el nacimiento de unas agresividades cada vez me-
ticia ... ni los encomendetos»... (57). nos controladas, una cerrazón obstinada ante este tipo de
eclesiásticos que lleva hasta la pérdida de la misma educa-
El segundo punto de fricción lo constituyen los sermo- ción. Un cronista nos habla de un gobernador que decía, a
nes. También aquí es tentadora la alusión a nuestra historia propósito de Fray Tomás de Ortiz: «¿que por qué habían de
aún reciente de homilías conflictivas o multadas. El caso es sufrir ellos protector ni obispos en la tierra?, que lo echasen
que, ante un sermón de Antonio de Montesinos, <55> ha lle- en un navío sin velas». Y aún es más expresiva la carta que
gado hasta el mismo rey la protesta detallada de encomen- envían al rey los españoles, acusando a Fray Tomás de ser
deros y patronos, y el rey está lo «suficientemente» infor- «puto, hereje y ladrón» <52>. La hostilidad se va haciendo
mado como para poder decir que tan seria que los obispos se sienten en peligro sólo por el he-
cho de escribir al Rey. Así, un obispo de Cartagena, Tomás
«aunque él siempre hobo de predicar escandalosamente me ha
mucho maravillado en gran manera de descir lo que dixo, por-
de Toro, suplica a su Majestad:
que para descirlo ningún buen fundamento de theologia, ni
cánones, ni leyes temía según discen todos los letrados y yo ansí «tene(d) en gran secreto lo que había escrito, porque a saberse
lo creo» (59) • que él escribe esta relación, seguirse han muchos inconvenientes,
como se siguieron al licenciado Tobes, electo de Santa Marta,
protector de indios, con el gobernador Lerma ... y al obispo de
Este pequeño conflicto que es de los más tempranos México Fray Juan de Zumárraga sobte haber escrito y dar abisos
(de 1511) anuncia como una nube precoz toda la historia a los de su Real Consejo, de lo que en la Nueva España pasa-
posterior. Poco después (en 1514) vuelve a repetirse el es- ba ... (63).
cándalo a raíz de un sermón de Las Casas ante el gobernador
Velázquez: Además de esta hostilidad directa, está el trabajo indirec-
to pero mucho más eficaz para obstaculizar el contacto de los
«quedaron todos admirados y aun espantados de lo que les indios (y aun de los españoles) con los obispos; trabajo más
dijo, y algunos compungidos, y otros como si lo soñaran, oyendo eficaz por cuanto un indio resulta ser mucho más indefenso
cosas tan nuevas como eran decir que sin pecado no podían tener que un obispo. Cuando Juan de Zumárraga decide redactar
los indios en su servicio» (60) • un informe para el Rey, «fue tal el temor de la Audiencia a
No sólo maestra: ¡un calco de la vida misma es a veces dicho informe, que notificó a todos los españoles que si in-
la historia! <61 >. El proceso sigue sus pasos y la etapa si- formaban al obispo perderían sus indios y a los indios que si
hablaban con el obispo serían ahorcados» <54 >; aquí está,
en la primera parte, ese recurso casi invencible de la creación
(57) !bid. de «complicidades» o de «intereses creados» que sigue siendo
(58) «Todos estáis en pecado mortal, y en él vivís y morís, por la
crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes víctimas» había dicho
en su sermón. Antonio de Montesinos.
(59) p. 36. Fruto d e este sermón no fue la conversión de los espa- prohibía Ja esclavitud de indios. Ante esta situación el Superior optó
ñoles (¡aunque por él se convirtió Bartolomé de las Casas!), sino una por salir a la calle con el Santísimo expuesto. Los sitiadores no se ami-
intervención de Fernando «el católico» ante el Provincial de los Do- lanan, y a la vez que se arrodillan ante el Santísimo siguen gritando:
minicos, seguida de la prohibición de ese tipo de sermones por parte del ¡muerte a los jesuitas ! (Cfr. S. LEITE, Historia da S. J. no Brasil, Río 1945
Provincial. ¡Todo tiene arreglo! Cf. sobre este dato K I. Sc11ATZ, en IV, 417- 19) Desde ahí hasta el grito de «Tarancón al paredón», tres
Stimmen der .(',eit, 197 (1979) p. 99. siglos después, se comprueba que los opresores no han ganado mucho
(60) p. 40. Y permítaseme añadir una loa al cronista por la mara- en originalidad.
villosa pincelada de la frase subrayada. (62) Ambos textos en p. 51.
(61) En 1640 en Santos (Brasil) los jesuitas vieron su casa sitiada (63) p. 53.
porque la gente les hacía «culpables» de un Documento papal que (64) p. 290.
170 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 171

la gran arma de todo poderoso, especialmente en los siste- ye la mejor apología de aquel colegio, fundado por Zumá-
mas montados sobre el lucro y el dinero. En cuanto a la di- rraga, precisamente porque revela cuál es la mentalidad del
suasión de los indios no necesita de recursos tan sutiles y pue- obispo y cuál la de los conquistadores, sobre el tema de la
de ser mucho más directa y menos escrupulosa. Cristóbal de cultura. El afán de usar la escuela como aparato de integra-
Pedraza nos ha dejado sobre ella un texto memorable: ción en el sistema, la importancia del nivel de cultura en la
lucha de clases y el temor ante una escuela que en vez de
«voy a un pueblo y digo al cacique que junte a los yndios que les aparato integrador pueda ser órgano de concientización, todos
quiero hablar y decirles cosas de Dios y me responden: ánnos esos temas tan actuales, están ya insinuados en el documento
mandado nuestros amos que no vayamos ninguno a tu llamado,
ni nosotros vamos a tu casa, y esto nos lo tienen dicho a todos a que aludimos:
los yndios y que nos ahorcará y quemará y que nos echará el
perro», «El tercer yerro de los frailes fue que tomando muchos
muchachos para mostrar la doctrina en los monasterios, luego
y en todo caso, queda todavía un recurso más sutil, que es les quisieron mostrar leer y escribir. . . Y aprendieron tan bien
las letras de escribir libros, puntar e de letras de diversas for-
la mentira sistemática: mas, que es maravilla verlos ... La doctrina bueno fue que .Za se-
pan; pero el leer y escribir es muy dañoso como el ·diablo ... No
«dígole a su amo, allá quiero yr a vuestro pueblo a visitar a contentos con que los indios supiesen leer, escribir, puntar libros,
vuestros yndios y a decirles las cosas de Dios, y respóndeme que tañer flautas, cherimías, trompetas e tecla, e ser músicos, pusiero-
están haciendo agora mis sementeras, y la mitad del pueblo está nos a aprender gramática. Diéronse tanto a ello e con tanta soli-
enbiado a la mar a traer botijas de vino para tal mercader, que citud, que había muchacho y hay de cada día más, que hablan
los alquilan como esclavos o como asnos, y la otra mitad del tan elegante latín como Tulio ... que habrá ocho días que vino
pueblo son ydos con cargas a Guatimala, a Cuzcatan o a Nicara- a esta posada um clérigo a decir misa, y me dijo que havía ido
gua que me los alquiló fulano; y sé que es mentira, sino porque al colegio a lo ver e que lo cercaron doscientos estudiantes, e
no vaya allá diciendo que no me digan los yndios los malos trat1- que estando platicando con él, le hicieron preguntas de la Sa-
mientos que les hacen (aunque todo lo que dicen acerca de alqui- grada Escritura cerca de la fe, que salió admirado y tapados los
Iallos y cargallos para las partes que digo es verdad que ansí oídos, y dijo que aquel era el infierno y los que estaban en él
pasa)>> ... discípulos de Satanás (pues atribuía al demonio lo que estos
niños habían aprendido con tanta industria» (66).
Y la batalla continúa entre mil sutilezas por ambas
partes: La frase subrayada, clave de todo el párrafo, se comenta
por sí sola: la doctrina es bueno que la sepan, en cuanto se
«Pues si voy a los pueblos sin decirles nada, van alla si lo sabe sin leer ni escribir, porque entonces se puede saber
saben y hacen que no aparezcan yndios ninguno, y hazenlos es- irresponsablemente y puede ser manipulada como opio del
conder y dicen que la audiencia lo tiene mandado que no les pueblo al administrarla. Mientras que una fe responsable es
conssientan a sus yndios hablar conmigo ni que vengan a mi
mandato ... (65). literalmente tan peligrosa como el diablo (el autor del Do-
cumento no nos dice para quién . . . ). El poderoso sabe con
Con el paso del tiempo no es de extrañar que toda esta precisión que la razón del oprimido nunca llega a debilitarle
crítica se vuelva a veces contra los mismos acusadores. Existe a él; lo que sí le debilita es la cultura y la conciencia del opri-
un documento contra el colegio de la Santa Cruz de Tlate- mido, porque entonces su sinrazón circula más desnuda que
lolco, enviado al rey el 20 de octubre de 1541, que constitu- el célebre rey de aquella historieta infantil.

(65) pp. 344-4,5. (66) p. 298-99.


172 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGIC AS 17!1

Por supuesto que en este enfrentamiento no todo son que en más de cuatrocientas leguas que he andado grandes
victorias; más bien abundan las derrotas y la sensación de so- crueldades pasan» (70) •
ledad que acompaña a aquellos hombres, y que es quizás la
carga más dura de su opción: la dolorosa soledad del profeta La soledad del profeta, y su vivencia de ser perseguido
que llega hasta a dudar de sí mismo: y minoritario, lleva consigo muchas veces el miedo, como le
ocurre a este buen hombre en ese texto que lo hace enorme-
mente cercano: volver a la diócesis será firmar su sentencia
«tampoco an venido a esta tierra frailes pa me faborecer, y si de muerte, dado «lo endurecidos que están». Y es la debilidad
alguno viene es pa absolver a los conquistadores ... y al fin soy
el más mal obispo de Yndias según la opinión de los conquista- de otros «obispos y predicadores y Ordenes», lo que alimenta
dores» (67) • ese endurecimiento.
El enfrentamiento que describimos tiene, pues, su parte
Texto conmovedor que, leído desde la otra parte litigan- de auténtico drama humano. Pero es imposible detenerse ahí.
te, se convierte simplemente en este dato objetivo que trae La historia reclama siempre un balance y es preciso trazarlo
un cronista: «los vezinos de aquel obispado diziendo a su también respecto de la época que hemos comentado. Vamos
obispo que no se entremetiese en estas cqsas de los yn- a resumirlo diciendo que se obtuvo una clara victoria teórica
dios» c6s). El célebre «que no se meta» en política, o en econo- y una, no menos clara, derrota práctica.
mía, o «en cosas de yndios») que muchas veces puede cubrir
un espacio válido, pero que casi siempre es falsamente utili- 2. Balance histórico.
zado por aquellos que más deberían aceptar esa supuesta «in-
tromisión». Es al menos consolador ver que aquí no es el Entre 1550 y 1551, Las Casas sostuvo en Valladolid su
obispo quien aconseja a su clero «que no se meta», sino que célebre disputa con Ginés de Sepülveda, que terminó con u~a
son los mismos españoles quienes aconsejan al obispo que victoria de las tesis defendidas por todo este grupo de obis-
no se entrometa. pos. Asimismo muchos de ellos, a través de su cargo de «p~o­
Y el lamento se repite: «los españoles no me tratan como tectores de los indios», cargo de nombramiento real, obtuvie-
obispo», dirá Agustín de la Coruña que precisamente había ron ( sobre todo de Carlos I) leyes a veces excelentes en de-
sucedido al autor de la queja anterior C69 l. Para quejarse fensa del indio.
más detenidamente en una carta al rey de autodefensa; tras
su expulsión de la diócesis: Pero la victoria no pasó de aquí. Las tesis de Las Casas
quedaron en el papel; las leyes no fueron cumplidas y, poco
«Recibí una carta de mi compañero que avía hablado al Pre- a poco, fueron revocadas; el sistema de la «encomienda»,
sidente (del consejo) de Indias y que decía estaba enojado por- aunque con algunas modificaciones, si~uió adela.n te. ~J poder,
que me entrometía en Vuestra jurisdicción Real.. . Cristianísimo del que en parte se sirvieron a traves de su 111flu10 con el
Rey, ¿por averos servido y predicado guarden vuestras leyes Rey, fue inútil: ante la espantosa corrupción de los poderosos,
justas merezco andar desterrado? ... ¿Volver al obispado? Temo estos pocos hombres habrían necesitado para hacerles frente,
de me condenar porque están tan endurecidos en tantas cruel-
dades que no le tienen por pecado, diciendo que en otras partes una auténtica política de gángsters que, por otro lado, los
ay obispos y Audiencias y governadores y predicadores y órde- habría apartado de su misión. Los recursos elementales de la
nes y lo ven y callan, y que yo solo clamo. Y no mienten, por- prudencia humana no eran suficientes para afrontar toda esa
corrupción. Las cartas no llegaban:
(67) p. 351. La carta es de Juan del Valle.
(68) p. 353. Nota 21.
(69) p. 356.
(70) p. 359.
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17·1 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 175

«Son tan sospechosas mis cartas en estas partes y todas Más aún: la misma Corona que en principio había sido
aquellas de que se espera VM. ser avisado, que no solo se teme un sincero apoyo para estos hombres, les fue poco a poco
que aca serán descaminadas según la diligencia que se sabe poner abandonando. Felipe II les hizo muchísimo menos caso que
en ello, pero aún llegadas a esos reynos se teme ayan estorbo;
por esto de priesa escrivo esta para que vuestra majestad tenga Carlos l. Y tras el Sínodo de Popayán al que ya hemos alu-
noticia de otra en ella y otras muchas que con el mesmo temor dido <75>, para evitar que en lo futuro se repitieran declara-
e escrito e informado de la falta y gran necesidad que ay en ciones como las de .dicho Sínodo, «la Corona prohibió termi-
estas partes de buena justicia» (71) • nantemente a los obispos el hacer declaraciones doctrinarias
en Concilios y Sínodos» c77>.
Y no sólo las cartas. Tampoco llegó a ser realidad el in- Y cuando el gangsterismo político no era suficiente, que-
tento ya citado de recurso al Concilio de Trento. Según Dus- daba siempre el recurso al gangsterismo de la violencia física.
sel: «la corona negó, durante los 20 años del Concilio, la «Al obispo de Nicaragua se teme cada día que le an de ma-
asistencia de cualquier obispo americano. Ciertamente -co- tar» <78 > escribía en 1550 el presidente de la Audiencia,
menta nuestro autor- era una muestra de conciencia in- quien como consta por sus escritos era enemigo de los obis-
tranquila» <72 >. La negativa se hizo efectivamente con el pos porque «defendiendo a los indios se oponían a la comu-
retorcimiento de una conciencia intranquila: el rey pidió a nidad hispánica» <79>. Y la profecía se cumplió. Reproduci-
Roma un Breve que dispensara a los obispos de la asistencia mos con Dussel el relato de González Dávila:
a Trento, por la gran distancia que debían recorrer y por lo
necesaria que era su presencia en América. Los historiadores «Sucedió que predicando en favor de la libertad de los
discuten si existió alguna vez ese Breve que hasta ahora nadie indios, reprendió a los conquistadores y gobernadores, por los
ha encontrado. Pero el rey procedió como si lo hubiera ob- malos tratamientos que hazian a los indios. Indignáronse tanto
contra él, que se lo dieron a entender con obras y palabras ...
tenido e indicó a los obispos que estaban dispensados de asis- Entre los soldados que avian venido del Perú a esta tierra mal
tir al Concilio. Los obispos intentaron al menos enviar sus contentos, fue un Juan Bermejo, hombre de mala intención.
delegados, pero tampoco lo consiguieron. Ellos estaban deseo- Este se hizo de parte de los hermanos Contreras... (80). Salió
sos de asistir: Zumárraga había escrito al Rey diciéndole que acompañado de algunos ... y se fue a casa del obispo, que le halló
«ni la mar ni la vejez me porná pereza» <73>, y Vasco de Qui- acompañado de su compañero fray Alfonso y de un buen cléri-
go, y perdiendo el respeto a lo sagrado, le dio de puñaladas» (81).
roga fue alcanzado por la Cédula Real cuando estaba ya en
el Puerto de Vera Cruz. Todavía años después, Juan del Valle No sé si sus hermanos en el episcopado discutirían más
«contra la voluntad de la Corona pretendió presentar ante el
tarde para ver si se trataba de un «martirio» en el sentido es-
concilio Ecuménico las injusticias que se cometían contra el tricto jurídico-canónico. Seguramente que no será un martirio
indio americano». Se puso rebeldemente en camino para ello en ese sentido jurídico-canónico, pero eso lo hace más prede-
pero «murió en alguna parte del sur de Francia, en 1561,
cesor de Rutilio Grande o de Octavio Ortiz. Y ello les hace
antes de llegar a Trento» <74>. Dussel ve en esta muerte un a todos más seguidores de Aquel que tampoco pudo ser con
símbolo del destino de todo este episcopado del XVI, que
«murió camino de Roma, sin llegar jamás a ella» <75 >
(76) cf. Texto citado en nota 33 de este artículo
(77) p. 259. El Sínodo se había celebrado en 1558. Desde t•11c·1 o di 1
(7 1) Carla al Rey de A. Valdivielso. p. 337. 56 era Rey de Castilla y León Felipe II.
(72) p. 195, nota 3. (78) p. 339.
(73) p . 195. (79~ Ibid., nota 13.
(74) Ibid. (80 cf. texto citado en nota 38 de este artículo
(75) p. 354. (8 1 citado en pp. 335-336.
176 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 177

siderado «már~ir» en el sentid~ jurídico del término, puesto IV. Conclusiones.


q.ue el Sanedrm no lo condeno a muerte por odio a la fe,
smo como blasfemo. La soledad del profeta es tal que ni si- Muy rápidamente quisiera sugerir una reflexión de tipo
quiera le queda el consuelo de arropar su condena con el tí- teológico, otra de carácter histórico, y una tercera de corte
tulo de mártir. eclesiológico.
Ta~poco llegó a «mártir» Agustín de la Coruña. Sólo 1. Desde el punto de vista teológico hemos señalado
estuvo cmco años preso en Quito. Reproducimos, para cerrar ya algunos puntos por los que esos hombres aparecen extra-
este balance, una narración de su prisión: ñamente cercanos a determinadas corrientes teológicas de
nuestro mundo y, en concreto, a la llamada teología de la
. «~l obispo había excomulgado al culpable ... El gobernador liberación. Si la experiencia de Dios, el tema de la opción de
mtercso en su querella a la Audiencia de Quito ... Al mismo tiem- clase y las relaciones entre salvación y liberación (o evangeli-
po se citó al pre~ado para qi:-e compareciera en persona en Qui- zación y promoción humana) crean un amplio campo de sin-
to ... El santo obispo, prevemdo del atentado, se había trasladado tonía, creo sin embargo que hay un punto donde el lector
desde muy temprano a la iglesia, donde se había revestido con
sus vestiduras pontificales. Prosternado ante el altar había enco- buscará inútilmente un contacto y constatará, más bien, una
menda.do su rebaño a Jesucristo ... Estaba aún en oración cuan- especie de «vacío». Quisiera formularlo de la manera más
do el Juez con sus sa~él~tes pene.tró en el templo y arran'có del neutra posible, sin implicar una valoración (que dejo a la re-
altar al prelado... Cristianos e idólatras todos derraman lágri- flexión del lector) aunque señalando las ventajas e inconve-
mas» (82).
nientes de cada una de las posturas.
. La teórica victoria de aquellos hombres se fue convir- Y creo que podría caracterizarse esa diferencia de la
t~endo poco. a po~? en una d,errota práctica. Como fruto prác-
manera siguiente: no habiendo pasado por Marx, los obispos
tico o. contrnuac10n de su línea cabe citar algunos ejemplos del s. XVI, no «mesianizaron» a sus oprimidos. Su motiva-
posteriores, com~ el de las Reducciones del Paraguay sobre ción gira claramente en torno a una experiencia espiritual y a
todo ,en sus coi::1enzos, aunque hubieron de gastar muchas la dignidad del hombre que de ella deriva y de la que tam-
energias defend1endose de las incursiones de los españoles bién participa el indio y todo hombre por oprimido que sea.
que intentaban robar indios para venderlos como esclavos No arranca en cambio de ninguna promesa interior a las leyes
caros (¡su competencia técnica era muy alta!). Más tarde dialécticas de la historia, ni aunque se quiera ver a esa promesa
esta. presión exterior fue tan fuerte que los jesuitas pro bono como concreción de la voluntad salvífica de Dios y del desig-
paczs acabaron cediendo más allá de lo que hoy nos parece nio ofrecido por Dios a la libertad de la historia. De ahí que,
deseabl~. A pesar de eso queda la lección de que en algún por ejemplo, estos hombres no hablarán nunca de liberación,
lugar ? momento fructificó la semilla sembrada por estos hom- sino más bien de «justicia» o del derecho y la dignidad de los
br:s, igual .que vuelve a germinar hoy, en la moderna teología oprimidos. Y con ello querrán decirnos que aluden a algo
latrnoamencana. ¿No fue algo parecido también el destino de que debe realizarse, no a algo que esté ya realizándose De
Aquel a quien seguían y por cuya causa y Persona luchaban? ahí también -y esto es lo que hoy será sentido como más
C;:>~ esto se c~erra nuestra exposición y sólo nos quedan unas
extraño- la ausencia de la categoría cristológica del Reino,
rap1das reflexiones para concluir. tan típica de la teología actual.
He dicho que no quería pronunciarme por ninguna de
estas dos posiciones y, por eso, enumero simplemente sus
ventajas e inconvenientes: la no mitificación del oprimido evi-
(82) p. 360. tará un sin fin de falsos idealismos, pero habrá de tener enor-
178 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLES!OLOGICAS 179

me cuidado por no caer en algún tipo de paternalismo, del la Iglesia debe hoy estar más atenta a la hora de dar su tes-
que quizás estos hombres no estuvieron siempre exentos. La timonio. Y en esto deberá ser transigente incluso más allá de
ideologización de la clase oprimida como portadora de la sal- lo que la sabiduría de este mundo toleraría. Pero en cambio
vación, estará mucho más atenta a d~volver su protagonismo no debe transigir en este otro punto: la Iglesia sabe que la
y su iniciativa a los pobres, pero con el peligro de sustituir lo defensa del hombre no coincide con una afirmación de la es-
que es una «responsabilidad» por una fácil canonización que pontainedad elemental de los deseos humanos. La Iglesia sabe
libere de la autocrítica a la acción por la justicia. Entonces desde ] esús que no es humano todo lo que se reviste de esa
no habrá riesgo de paternalismo, pero sí el de una cierta ma- etiqueta y que la calidad de lo humano es una de las cosas
nipulación del oprimido que, sin saberlo ni quererlo, se en- que están más en juego en ese negocio difícil de la gestión
cuentra con infinidad de «representantes» no buscados por de la convivencia. La Iglesia acepta y profesa con Jesús que
él y que se arrogan, a veces en exclusiva, el hablar en su «el que busca salvar su vida la pierde, y el que entrega su vi-
nombre ... Digamos, pues, que si ellos no han captado aún a la da, resulta que, paradójicamente, la salva». La defensa del
historia como lugar teológico, han evitado en cambio el que hombre que hace la Iglesia pasa por esta dura dialéctica hu-
esa captación tenga mucho más de «religión» que de «fe». mana que la vida confirma en más de una ocasión, aunque
los hombres nos neguemos a aceptarla siempre. La Iglesia
2. En el terreno edesiológico es quizás donde encon- debe ser capaz de mostrar que, a pesar de esa dialéctica, su pa-
tramos la diferencia más radical respecto a la conducta de estos labra es siempre, y sólo quiere ser, una defensa del hombre.
hombres. Me refiero a su contacto con el rey y su acción a Pero para eso es absolutamente necesario dejar a esa palabra
través de él, y del poder político que el rey les concede, me- limpia de la sospecha de ser una defensa de la Iglesia misma,
diante el cargo de «Protectores» de los indios. Hay en ellos o una utilización de aquella dura dialéctica humana, para man-
una clara búsqueda de un modelo nuevo de iglesia, pero sin tener posiciones de poder o de privilegio.
superar el marco de la «Cristiandad», único que ellos conci-
ben como posible, a pesar de sus frecuentes alusiones a la Y aquí radica el problema. Desde que, allá por el giro
Iglesia de los Hechos de los Apóstoles . Si no se les puede cri- de Teodosio, el ministerio eclesiástico se fue asimilando a las
'ticar por ello, es evidente que hoy tampoco se les puede imi- figuras terrenas de poder, es preciso confesar con humildad
tar en ello. Y por otro lado ya se ha visto la escasa eficacia y con audacia que la jerarquía ha sido pecadora casi siempre
práctica de ese modelo de cristiandad: o habían de enredarse que «debió dar la vida por sus ovejas»: pecador.a ante los
en el gangsterismo de la lucha entre los poderes, en la tenta- conquistadores españoles, con la excepción de este puñado de
ción de la santa mafia, o su derrota estaba sentenciada. hombres, pecadora ante el nazismo, pecadora ante el régimen
de Franco y pecadora ante el capitalismo ... Siempre hay, na-
La Iglesia hoy ya no buscará su influjo público a través turalmente, un puñado de excepciones a las que primero se
de esa especie de «poderes especiales» concedidos por «el mo- persigue y se hace sufrir y luego se canoniza y se utiliza para
narca». Y si el poder y el influjo en el poder es un camino mostrar que la Iglesia no fue tan cobarde y que también pro-
obligado de transformación, no le quedará más camino para testó por la injusticia. Pero sería mejor no engañarnos con
buscar ese influjo en el poder que la fuerza convincente de su ello y aprender la dura lección de la historia. La jerarquía
Palabra que no puede ser condenada a ser una palabra pri- conserva aún cierta dosis de pecado estructural. Si alguna vez
vada, sino que es por sí misma una palabra pública. Pero esa ha protestado (como ante la irracional y cruel persecución
palabra no tendrá nunca fuerza de convicción mientras parez- religiosa en los países del Este) esa protesta alcanza poco
ca que es más una palabra en defensa de sí misma (de la valor testimonial para nuestro caso, porque ahí es la TAlcsi11
Iglesia) que en defensa del hombre. Es este el punto al que la directamente perseguida y la protesta se convierte en nuto
180 ESTE ES EL HOMBRE

defensa. Esa protesta será legítima pero no es testimonial.


La protesta testimonial es aquella que se hace por los otros
(más que por uno mismo) y con riesgo propio (no en defen-
sa propia). La jerarquía es, pues, en la Iglesia, estructural-
mente hablando, lugar de tentación, o de ocasión próxima
de pecado: del pecado de complicidad con un mundo injusto.
Todo lo cual no obsta para que también la base, dejada a su
espontaneidad, sea lugar de tentación: la tentación del entu-
siasmo vano, de la «anarquía» o del egoísmo por libre que 6
denuncian ya algunos escritos del Nuevo Testamento. Am- PUEBLA. ¿UNA ECLESIOLOGIA PARA ESPA~A? *
bas pues, base y ministerios, se necesitan para su mutua con-
versión.
l. Introducción.
3. Finalmente, desde el punto de vista histórico, no
es difícil formular como conclusión de este trabajo la idea de ¿Puede Puebla valer para España?
que la historia se repite y que depende de nosotros el que sea En mi personal estimación, el Documento de Puebla po-
o no maestra de nuestras vidas. La antigua batalla entre estos see un valor muy desigual. Contiene preclaros elementos po-
hombres y los Ginés de Sepúlveda es hoy -más allá de las sitivos que intentaremos rescatar en este trabajo, así como
buenas o malas intenciones que sólo Dios juzga- la batalla aciertos notables de lenguaje. Por otra parte, se trata de un
de López Trujillo contra los teólogos de la liberación. Las es- texto profuso y repetitivo cuyos diversos capítulos no están
pesas gotas de humana pobreza habidas en torno a Puebla y suficientemente ensamblados, un texto que no ha conse-
el Celam, evocan algunas de las turbias artimañas que hemos guido liberarse de esa manía juvenil que pretende h~blar de
comentado en este artículo. Si la historia se repite, es un todo y resolverlo todo a la vez, un texto empobrecido por
consuelo para los teólogos de la liberación poderse mirar hoy algunas correcciones hechas literal~ente «p~r la .espalda» y
en las aguas limpias de estos hombres de quienes hemos tra- del que, finalmente, no sabe uno s1 estara mvad1do por iin
tado. Si la historia se repite, sería muy de desear que apren- cierto nominalismo, o desadecuación entre los nombres y las
diéramos su lección para que no se perpetúe la infidelidad realidades que les subyacen. .
de quienes «diciendo amar a Dios ( 1 Jn 4,8), son sin embar- Y esta última sería la amenaza principal: la de un nomt-
ªº cómplices de la opresión del hermano» (y a veces ¡qué dosis nalismo que quizás ya se insinuaba durant.e la Asamb.len; Pº!'
~ qué tipos de opresión!) cs3>. Pero si la historia se repite, ejemplo en la resistencia a citar a los recientes mÁrt1rcs latt-
es preciso que, con serenidad y sin ¡;>ér~i?a de ~n~rgías para noamericanos cuando se habla expresamente de «los esfuer-
la lucha, se vaya substituyendo la. ilus1on optimista de .~ zos realizados por muchos cristianos de América Latina para
paraíso terrenal futuro, por la luc1de~ vacunada y tamb1en
«terrenal» del auténtico discípulo: «Sl el grano de trigo no
cae en la tierra y se pudre, nunca dará fruto» ... (*) E ste capítulo reproduce el texto de una poiwnria C'.uyo título
era: Puebla /Jara España. Lectura prospectiva, y que fue pron1u~c1ada en el
congreso internacional sobre. la A~ambl.ca d e Puebla, _ol'ganiza~o por 1~
Escuela Asturiana de Estudios Hispánicos en !•ª Granda (Avilés), de
1O al 15 de setiembre de 1979. Aparecerá tam b1.én en el volumen q~e r~­
coge las Actas d~l C?~greso. ~e de ag:radccer igualme nte a los 01gani-
(83) Para América Latina véase la impresionante descripción que zadores su autonzac1on para mtroduc1r10 aqul
hace el Documento de Puebla, números 15-71.
182 E STE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESlOLOGlCAS 183

·' palabra de algún particular o teólogo eximio, sino la palabra


iluminar con la palabra de Dios las situaciones particular-
mente conflictivas de nuestros pueblos» y de que «los agen- de todas las iglesias o, al menos, de todo el episcopado latino-
tes de pastoral han tropezado con no pocas dificultades» americano. Ello hace que, además de un texto, el Documento
(ns. 70-471) c1>. La verdad es que cuando esa conflictividad ' de Puebla sea una conducta; y con ello lo rescata del campo
y esas dificultades han llegado hasta la misma muerte impune l de la pura teoría para anegarlo en la arena de la vida. Esto
y a quemarropa, uno teme que el lenguaje se esté devaluando. 1 hará que su valor pueda estar muchas veces no tanto en lo que
En realidad, sólo el tiempo podrá decir si ese nomina- dice cuanto en el hecho de decirlo. O con otras palabras: ello
lismo existe y hasta dónde llega. Yo sólo quisiera apuntar un : convierte al texto en irremediablemente significante. Y esto
único ejemplo entre otros posibles, sobre los temores que es una de las cosas que más puede agradecer hoy el intelec-
puede suscitar esta sospecha nominalista: cuando al final, en 1 tual o el teórico.
1
sus últimas pinceladas, el texto declara optar expresamente ¿Por qué? Pues porque entre los teóricos cristianos va
por <<Una Iglesia servidora que prolongue a través de los tiem- siendo cada vez más generalizada la siguiente impresión: en
pos al Cristo Siervo de Y ahvé por los diversos ministerios y ca- el campo de la pura teoría, la síntesis entre fe cristiana y
rismas» ( n. 1..30.3), ¿es consciente el Documento de que con 1 mundo moderno se vislumbra cada vez como más posible; la
ello opta por una verdadera revolución de los ministerios ecle- dificultad se experimenta más bien en el campo de lo que es
siales (episcopado principalmente y presbiterado, pero tam- vitalmente significativo. No digo que la síntesis teórica esté
bién funciones como las de los Nuncios o los mismos cargos ya concluida, por supuesto. La tarea ~s inmensa e inagotable.
del Celam)? ¿O simplemente pretende cambiar el nombre de Pero no obstante, creo que se adivinan caminos por donde se
una realidad para conseguir que ésta quede incambiada? Pues, puede avanzar esperanzadamente. La crítica histórica, la ana-
por la ley de gravedad de la historia, pocas veces serán lo 1 Iítica del lenguaje, el materialismo histórico o la .psicología
mismo unos ministerios que primaria y directamente sirven l profunda no le plantean hoy al creyente un~s angustias .t~n ur-
a los intereses de la institución, y unos ministerios que, como gentes como en el siglo pasado, aunque sigan. propomendole
Cristo, sirven primariamente a los hombres que son el verda- 1

tareas enormes y aún inconcusas. Pero, por macabadas. qu~


1
dero fin de la institución. estén esas tareas, no se sitúa en ellas nuestra angustia m
Pero no obstante esta ambigüedad, y a pesar de las otras nuestra crisis de identidad. Nuestra angustia comienza más
reticencias personales enumeradas, existen al menos tres ra- bien a la hora de convertir en vida, o en vitalmente signifi-
zones contundentes que hacen justificable una lectura pros- 1
cante toda esa teoría. Comienza a la hora en que acaban
pectiva del Documento de Puebla para países diversos de los nuest~as especulaciones y debemos decir: «venid y lo veréis»
latinoamericanos, como es el caso de España. La primera es ( cf. Jn 1,39). El déficit de nuestra teología (lo escribí l;acc
algo más genérica, y las otras dos afectan específicamente a poco acerca de la teología de la liberación, pero ahora quiero
nuestro estado español. Helas aquí. extenderlo con más razón a toda la teología actual) es el ser
simbólicamente pobre. No reside en sus posibilidades de con-
Puebla como signo vivo. frontación con otras teorías, sino en su confrontación con la
vida misma. (Y por eso me alegra encontrar en el Documen-
La primera razón deriva no tanto del texto mismo c;uan- to de Puebla esta frase tan vulgar : «revalorícese la fuerza de
to del suceso de Puebla, del hecho de que constituye no la
los signos y su teología», n. 940) .
Dicho de otra manera: la dificultad de creer no está hoy
( 1) La numeración que cito es la d el texto oficial de~.nitivo (ed,. del tanto en la teología cuanto en la I glesia y en la vida eclesial.
Cclam, Bogotá, abril 19?~) que difiere de la numcrac1on del prime r
texto. Está en esa Iglesia de la que he repetido varias veces (y per-
184 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGIC AS 165

mitidme repetirlo una vez más) que teológicamente se define de la Asamblea descubre en ellos cosas de las que nosotros
como sacramento de salvación, pero sociológicamente merece andamos tan necesitados como «originales síntesis de evange-
ser definida como sacramento del ancien régime. No quiero lización y promoción humana», «sacrificio y generosidad evan-
que esto se tome todavía como una crítica. No pretendo ahora gélicas», «inventiva en la pedagogía de la fe » y «gran refle-
hacer valoraciones sino describir situaciones, entre otras mi xión teológica y dinamismo intelectual» ( n . 9). Estos hom-
personal desesperación como «teórico de la fe» , a la hora bres son nuestra mejor tradición común y nuestra mayor cer-
de mostrar la significancia de una teorización determinada. canía de origen. Más aún: ante su relativo fracaso en la época
Y si esto es así, quizás se puede entender mejor lo que en que vivieron (y que hoy amenaza con repetirse ), quizás
quiero decir sobre el significado de Puebla. El hecho de que hay que decir que su verdadero fruto en la historia de salva-
una iglesia declare públicamente que opta por los pobres, el ción ha sido el convertirse para nosotros en auténtica tradi-
hecho de que se comprometa públicamente a ser servidora ción eclesial. ¡Quizás lo único mismo a que nosotros podre-
del hombre y proclame públicamente que su tarea evangeliza- mos aspirar! Pero ojalá ellos nos hagan ver que ya vale la
dora incluye la promoción humana, de modo que ella será pena el aspirar a fructificar así. . . <2) •
infiel a esa fuente evangelizadora cuando no se comprometa
en la defensa de esa dignidad, este hecho es por sí mismo sa- Nuestra peculiar situación como españoles.
cramental, es significativo, es un hecho que vale más que las
palabras con las que pueda estar expresado. Y creo que este Y en tercer lugar yo no sé si, como españoles, no debe-
detalle no podemos olvidarlo al hacer una especie de balance ríamos nosotros escrutar seriamente la voluntad de Dios, so-
bre una posible tarea o misión bien concreta que la marcha
sobre lo que puede significar la Asamblea de Puebla para la
Iglesia y la sociedad española. de la historia puede estar imponiéndonos cada día más, y a
la que no podemos ser sordos. Me refiero a la necesidad de
Raíces comunes. una labor mediadora entre la teología de la liberación y las
iglesias europeas. España es en buena parte tercer mundo
La segunda razón es que, entre la Iglesia española y la (al menos el «tercer mundo» de Europa) y posee para con
latinoamericana, hay unas fuentes comunes que ha llegado la América Latina esa cercanía que crea la comunidad lingüíst i-
hora de repescar. Me refiero a todo el grupo de obispos espa- ca. Esto la hace más próxima que el resto de Europa a Amé-
ñoles -a los que quizás debamos calificar de «españoles con- rica Latina. Y esa proximidad significa mayor obligación y
tra su voluntad»- que durante la época de la conquista vi- debe significar mayor capacitación para comprenderla. A la
nieron a crear la primera teología de la liberación y (según vez, España exhibe ahora su «vocación europea», que puede
el texto mismo de Puebla) «defendieron a los indios ante en- que sea más una condena que una vocación ( ¿quién lo sabe? ) ,
comenderos y conquistadores incluso hasta la muerte» ( n. 8) . pero que responde a evidencias bien elementales: no sólo per-
Se trata de hombres como Vasco de Quiroga, Juan del Valle, tenecemos a Europa geográfica y culturalmente y estamos· a
Bartolomé de las Casas, Antonio de Valdivielso, Juan de Zu- punto de pertenecer política y económicamente, sino que tam-
márraga, santo Toribio de Mogrovejo (en cuya fiesta litúr- bién teológicamente hemos sido durante muchos años una
gica quiso el Papa firmar la aprobación definitiva del texto «colonia» alemana o francesa.
de Puebla) y otros muchos. Por otro lado, es bien conocida la suspicacia que (con
Estos hombres, casi desconocidos para nosotros, se hi- excepciones bien honrosas) suscita todavía la teología latino-
cieron presentes en Puebla no sófo a través de las citas del
Papa o del Documento final, sino por la parte de su espíritu (2 ) Para todo lo referente a esta segunda razón remito al capítulo
que logró no ser extinguida en Puebla. El documento final anterior.
lllh ESTE ES EL H OM BRE · CONSECUENCIAS ECLESlOLOUIGAS 187

n1llc1·icana en muchos ambientes europeos, y la serie de acusa- Hecha esta transición, creo que el tema mismo de In po-
ciones que en Europa se le hacen. Acusaciones que ni están nencia nos impone primero decir una mirada sobJ"c Espunn,
hechas desde dentro, ni son neutrales. Y esto segundo es lo para echar luego una mirada escrutadora al Docu111c1110 dt·
más importante: el rechazo europeo de la teología de la libe- Puebla.
ración no es siempre una mera disputa académica entre espe-
cialistas, sino que juega, aun contra su voluntad, una clara 11. La dtuación española.
misión social y política c3>•
No es posible describir en una parte de una soln ch111 l11
Y si las cosas son así, ¿es pretencioso el pensar que pue- toda una situación que sigue siendo compleja y que rcclr111w
de recaer sobre las iglesias españolas la obligación histórica ría un ciclo entero para ella sola. Es indudable que los pro
de una tarea mediadora? Una tarea que acerque a los centro- blemas concretos aún no resueltos ( '.:l.esde las autonomías ni
europeos los intereses más legítimos y más cristianos de la paro, y desde el terrorismo a la crisis económica) habrán de
teología de la liberación. y que ayude a los sudamericanos a pesar sobre la Igíesia española, como también ha de pesar el
comprender lo que de válido puede haber en determinadas esfuerzo que se adivina a nivel· de Iglesia universal, por crear
objeciones en las que uno se sentiría lógicamente inclinado a un movimiento restauracionista. Pero nuestra presentación no
no ver más que un simple mecanismo de defensa, olvidando puede perderse en puntos concretos que requerirían un trata
que nadie argumenta con el error puro ni con el mal desnudo. miento más analítico.
Ya no vale la pena que me extienda más en este punto <4> . Por eso voy a limitarme a trazar un par de líneas que, en
Pero si esta sospecha fuese cierta, constituye una tercera mi opinión, expresan aquello en que el futuro puede ser leído
razón por la que el Documento y el acontecimiento de Puebla a partir de un pasado, porque es hijo de éste. Hélas aquí en
constituyen para nosotros un material absolutamente necesa- un enunciado todavía genérico: la Iglesia española se halla in-
rio, no sólo de reflexión sino también de -construcción. mersa en un proceso de tránsito de una situación mayoritaria
a otra minoritaria. Y en segundo lugar: pesan sobre la Iglesia
Con ello estamos ya introducidos en el tema de la po- española algunos pecados o errores del pasado.
nencia. No sé si hace falta que añada todavía esta sencilla
observación. Puede que a alguien le resulte dura mi ponencia.
Hacia una Iglesia minoritaria.
Pero quien pide una lectura prospectiva pide necesariamente
una palabra crítica. Quien pide que se le enseñe, reconoce que
algo tiene que aprender. Y yo confieso que, efectivamente, la Es posible que, de estos dos factores, el segundo tenga
Iglesia de España tiene bastante que aprender, lo cual no me su parte de causalidad en el primero y que los errores de
impide amarla, con dolor pero con toda mi alma. No sé si nuestra Iglesia sean un factor decisivo en ese tránsito de una
más de lo que se merece, pero con el deseo de que Dios me situación mayoritaria a otra minoritaria <5l , junto a otras
conceda amarla desde el Evangelio sólo, y no desde mí mismo.
(5) Hace casi quin ce años que oí el sig uiente come!ltario a~· ~·;
Dmz ALEGRIA: «cuando en España volvamos a la norma hdad y comc1da
(3) A modo de ej emplo véase la rápida y pobr e pincelada con lo oficial con lo i·cal, la Iglesia será lo que es : una Iglesia mayoritaria
que la despacha J. RATZINGER, en un articulo por lo demás bien valioso en un país laico. Pero ha y q ue temer que, si los obispos actúan como
y sin ci tar más fuente que un escrito de R . VEKEMANS. Cf. Eschatologie und están actuando, no ha ya que d ecir más bien: una Iglesia minoritaria
Utopie, en Int. Kath. Z ei tschr. 6 ( 1977) 97- 110. en un estado laico»: Este comentario fue hecho a propósito de las dis··
(4) Un auténtico modelo d e esta tarea mediadora me parece la cusiones conciliares sobre la libertad religiosa, y recuerdo que mr int"
obra de M . MANTANERA, Teología y Salvación-liberación en la abra de G. Gu- presionó profundamente. Hoy sólo cabe confesar que los hechos le ha11
tiérrez, Bilbao, 1978. dado Ja razón.
188 ESTE ES EL HOMBRE
CONSECUEKCIAS ECLESIOLOGICAS 189

causas evidentes, como pueden ser la secularización de la so- mente me resulta increíble que algo tan lógico como la recien-
ciedad y la incapacitación del cristiano español medio para te victoria de la izquierda en las pasadas elecciones municipa-
afrontar la erupción repentina y anárquica de la cultura y sub- les, desatase en numerosos católicos convencidos, entre clero
cultura europeas, en nuestro invernadero nacionakatólico. y hasta entre jerarcas, comentarios tan asustados que tras-
Lo que sí me parece incuestionable es que «España ha dejado plantaban tal cual la psicosis de 1936, a 1979, como si no hu-
de ser católica» y esta vez no sólo a nivel de decisiones ofi- bieran pasado 43 años. ¡Aunque luego el izquierdismo se aca-
ciales, sino a nivel numérico. Como dije en otra ocasión: be con el cambio de nombres en las calles!
«entre las gentes de mi generación se empezó a producir hace Y naturalmente, una Iglesia atenazada por ese miedo o
a~os una especie de «secularización clandestina» ... que, en oca- esa especie de manía persecutoria, acabará siendo una Iglesia
s10nes, era casi una descristianización clandestina; y me parece que ya no piensa más que en sí misma, una Iglesia cuya única
que este proceso ha continuado, convirtiéndose en el de un aban- obsesión no será su misión sino su autodefensa, no la evange-
dono claro y masivo, cuando sus olas han llegado hasta las gene-
raciones más jóvenes, menos condicionadas por el peso de una
lización sino la supervivencia, no la proclamación de la Pa-
determinada educación» (6) • labra sino la conservación del púlpito. Una Iglesia que, allá
donde no encuentre esas sospechas y esos gestos mecánicos, y
De esta crisis -y a pesar de los intentos de restaura- hasta agresivos de autodefensa, sólo sabrá ver «tontos úti-
ción- va saliendo entre la gente joven lo que será la tónica les», sin sospe~har que quizás sea mejor ser tonto útil que
del mañana: pequeños grupos cristianos (quizás mejores maniático inútil.
ci:istianos que nosotros) en medio de una atmósfera casi ofi- Puede que un ejemulo preclaro de todo e~to lo tengamos
cialmente pagana. en la discusión sobre la enseñanza. Yo no entiendo del tema
Y si cito este dato como importi:inte es porque él ha de y debo juzgarlo desde fuera. Quizás por eso debo ~ecor;ocer
suponer para la Iglesia una pérdida notable de poder; y no sólo que muchas de las alternativas propuestas. desde la 1~q~1~rda
del poder más o menos ilegítimo que es fruto de presiones o me suscitan dudas muy serias sobre su calidad y su viabilidad
de privilegios, sino de ese poder legítimo que brota simple- pedagógica. No me atrevería, pues, a decir que estoy sin más
mente del número de seguidores. La Iglesia española ha de con ellas. Pero con la misma ingenuidad debo reconocer que
irse acostumbrando a perder mucho poder y a palpar que nuestra Iglesia no me ha dado nunca la impresión de situar
tiene mucho menos del que tuvo <7>. Y esto crea todavía en el debate ahí: en la categoría y la calidad de la enseñanza
muchos estamentos eclesiásticos un cierto complejo de perse- que toda la sociedad española necesita. Siempre, o casi siem-
cución. Como si esa pérdida de poder que van palpando fuese pre, me ha dado la impresión de situar el debate en la defen-
el resultado, no de las causas aducidas, sino de la clásica cons- sa de las posiciones ya adquiridas, sin someter éstas a examen.
piración «exterior» y de la maldad de algunos grupos y par- Y naturalmente, es lógico que quien en un debate sólo da la
tidos obsesionados por acabar con la Iglesia . A mí personal- impresión de querer defender a ultranza lo que ya posee, 1?º
halle audiencia ni sea escuchado. Lo ~ual, a su vez, le confir-
(6) Las imágenes de Jesús en la conciencia viva de la Iglesia actual, en mará en su sensación de ser perseguido. Con lo que el círculo
La teología de cada día, Salamanca 1977, p. 137. vicioso se ha cerrado.
(7) Un ejemplo reciente lo constituye el i·ccienle documento
episcopal sobre el matrimonio y familia. Al margen de si el documento Digamos, pues, que se le impone a la Igle.sia ?e ~spaña
está bien o no, lo que me parece innegable es que su resonancia o su un paso a la situación de Iglesia libre pero mmontaria, c~n
escucha tienden a cero. Y esto es lo que vale como ejemplo para nosotros.
Los obispos han de comprender, para otra vez, que ya no basta con toda la pérdida de poder socioló~ico. que ello .supone, y sm
dictar normas: hay que procurar ofrecer sentidos; y si no no podrá alimentar por ello ninguna susp1cac1a, resentimiento, com-
hnbc1· magisterio. plejo o temor de persecución.
1''º E ST E ES E L HOMB R E CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS l <JI

Una Iglesia con culpas. respuesta de los obispos a la carta de 300 sacerdolcs vascos,
primera gran denuncia eclesial fechada a comienzos de los
Porque es que, además, ya he insinuado que hay una sesenta y que hoy resulta casi tan moderada como vcrgon
buena parte de culpa de la Iglesia en esta situación. No quiero zosa resulta la respuesta de los pastores (única que, por 1>1 1
ahora caer yo en una crítica fácil, ni restregar heridas que es puesto, pudo ver la luz en la prensa, incluso en la edcsi a!.
mejor que queden cerradas, ni atribuirme ninguna licencia tica). Se puede leer la historia de la liquidación de la A. C.
eclesial para montar aquí un auto de fe: ya guarda la vida obrera por un arzobispo de Madrid, porque esa historia cst.á
suficiente dolor como para que encima nosotros nos negue- escrita y constituyó una verdadera catástrofe de la que qui
mos a olvidar y a perdonar. Pero si queremos analizar sítua- zás nunca se ha repuesto la Iglesia española. Se puede releer
ciones, creo que la misma voluntad de análisis nos obliga a el documento colectivo del episcopado español en 1966, do
dedr lo siguiente: en España hemos liquidado el franquismo; cumento dirigido en realidad contra la Gaudium et Spes, aun-
y la Iglesia ha salido de esa liquidación con demasiada buena que se presentase como una «aplicación» del Concilio a.!ª
conciencia. (Y digo «demasiada» porque, paradójicamente, «original» situación española. Y po,dríam~s, releer tam~1en
se la han dado muchos de aquéllos a quienes ella persiguió o el texto de aquella famosa «operacion Mo1ses» y los edito-
hizo la vida difícil.) riales de Ecclesia que lo desautorizaban, con lo que creo
que no haríamos más que llenarnos de vergüenza: vo~otros
Es innegable que en los últimos años del franquismo y yo. Y hablo sólo de lo objetivado en textos: la histona del
nuestra Iglesia contrajo méritos bastante cualificados. Y es dolor, de las amarguras y las decepciones, ésa no podrá es-
cierto (de esto quisiera yo testificar desde dentro, aunque cribirla nadie. Ya en el terreno de las anécdotas personales,
desde fuera pueda no verse así) que no se trató de un opor-
yo podría contar que la «atea» más joven que he conocid?
tunismo calculador, sino simplemente de que habían cambia-
fue una niña de un barrio obrero que se negó a hacer su pri-
do las personas. Es innegable (también esto debería ser re-
mera comunión porque el obispo había dado permiso. para
conocido) que muchos de esos méritos los contrajo la Iglesia que la policía entrase en una iglesia donde, en un pnmero
gracias a -o a través de- las «desobediencias» evangélicas
de mayo, se había refug~ado .su papá que. ahora estaba en I,a
en las que, arrostrando riesgos y situaciones difíciles, se optó
cárcel. .. Todo esto es histona y muy reciente. Y es ademas
por obedecer a Dios antes que a los hombres. Esto no queda historia de la Iglesia española. Aunque otros tuviesen magn~­
desmentido por lo que haya podido ser la conducta posterior
nimidad para olvidarla, nosotros ·Como hombres de Iglesia
de aquellos pioneros: incluso me sospecho que más de una
no podemos desconocerla, y estamos dispuestos a cargar con
autoridad eclesiástica constituida habrá dado posteriormente ella como deseamos que otros carguen el día .de mañana con
gracias a Dios, porque algún súbdito no le fuera demasiado
nuestros pecados históricos si los .comet~mos . Y Yº. me temo
sumiso en lo referente al tenor de una homilía o a una cesión
que la jerarquía española ha preferido olvidar dema~1ado pron
de locales durante los años del franquismo.
to esa culpa y esa historia propias, en lugar de de¡arse mter
Todo esto es verdad pero no puede hacernos olvidar pelar por ellas.
otras cosas. Bueno es que en la Iglesia de hoy se escriban bio-
grafías de Vidal i Barraquer que parecen prolongar su vida Porque toda esa historia pesa hoy sobre nosot~os. Y,
y nos hacen recordarlo. Pero es más importante recordar tam- aunque no sea la única, es una de las causas que explican 11n
bién que fue en esa misma Iglesia donde, por así decir, sean- fenómeno que me parece típico de la sociedad española_, v t'S
ticipó su muerte y se le relegó al olvido. Y repito que no quie- la agresividad de nuestros no creyentes. El ateo espnnol t•s
ro ahora erigirme en juez ni pasar cuentas a nadie. Pero los el más agresivo de todos los países que conozco. Se trnrn de
textos quedan y es posible leerlos. Se puede leer la nota de un fenómeno que merecería más matices y más pincdndns;
.....- l •

'

192 ESTE ES EL HOMBRE COKSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 111:1

pues no me refiero a los líderes políticos los cuales ( sean las eclesial lo veo yo, a la larga, en la aparición de lo que quizás
que sean sus posturas personales) dan la impresión de que cabría llamar cristianos «paganos», es decir: un tipo de cre-
algo han aprendido del pasado. Y tampoco me refiero a esa yentes a los que la desconfianza ante la Iglesia oficial les ha
agresividad facilitona, del tipo de Interviú, cuyo hedonismo llevado inconscientemente a aceptar sin crítica muchos valo-
comercial ramplón y demagógico se siente molesto ante la sim- res ambientales que son en realidad valores paganos, pero
ple presencia del hecho cristiano. Hablo, o quiero hablar, de pueden ser vividos compartidamente. A este tipo de cristiano
un fenómeno más serio aunque quizás menos público, de una que quizás va apareciendo entre nosotros, la Iglesia no podrá
agresividad que no es propiamente fruto de campañas de pu- evangelizarle ni presentarle el primer mandamiento y la unici-
blicidad o de masas, sino resultado de infinitos procesos per- dad del Dios de Jesús, si ella misma no hace el esfuerzo serio
sonales que acabaron desgajando de la Iglesia y llevando a de no vivir para sí misma sino para su misión.
una «honradez desesperada» a lo Camus, o a la «tierna»
aceptación de la contingencia o, a veces, a una trágica pér- Una sociedad presa del desencanto.
dida de pie, pero que, en todos esos casos, no lograron supe- 1

rar un resentimiento antieclesiástico que quizás es contrario


a la misma voluntad del sujeto por cuanto, por otra parte, tra- Falta añadir, para concluir esta rápida radiografía, que
todos estos fenómenos se producen hoy en día en un clima
duce una innegable inmadurez en su ateísmo. Un tipo de re- de cierta frustración que ya no es rasgo de la Iglesia española
sentimiento que yo, hoy en día, casi sólo lo encuentro en los
sino de la sociedad española. La frustración producida por
no-creyentes españoles y, aún más, entre los de mi genera- un postfranquismo que, habiendo traído muchas de las me-
ción.
tas que se miraban como casi utópicas hace sólo tres años y
La Iglesia de España debe contar, hoy por hoy, con esa medio <0 >, sin embargo no parece haber resuelto con ello
agresividad. Lejos de mirarla como una conspiración de las los problemas, sino más bien haberlos multiplicado. Este os-
fuerzas del mal, o de ver en ella un fundamento para esa curo e innegable sentimiento de frustración no podemos ana-
manía persecutoria que antes declarábamos infundada, yo lizarlo ahora. Utilizando una distinción cara a la moderna teo-
pienso que debería intentar anular la parte causativa que le logía, cabría apuntar que -también en política- los espa-
corresponde a ella en ese fenómeno. Sólo así podrá evan- ñoles hemos de aprender a pasar de la «religión» a la «fe»:
gelizar. de la religión del cambio a la fe del cambio. Pero no es mo-
Y debe preguntarse además por qué esa forma de agre- 1 mento de entrar aquí. Si aludo a este fenómeno es porque él,
sividad se da también entre muchos que se profesan cristia- 1 lógicamente, irá envolviendo a nuestra Iglesia en la tentación
I•
nos y quieren seguir siéndolo, pero que se ven forzados a vi- de un cierto restauracionismo que, para mí, será muy pcli
vir su cristianismo en una especie de «desamparo eclesial», grosa y que, además, se irá encontrando arropada por ou·os
1 que es lo más contrario a aquel superproteccionismo socioló- esfuerzos restauracionistas a nivel de Iglesia universal. Si va
gico con que se nos quiso hacer cristianos hace cuarenta años. a ser así, entonces el Documento de Puebla no tiene ya nada
Valdría la pena estudiar las formas -digamos así- «susti- que enseñarnos. Pero si la Iglesi~ de E spaña abanc.lonn esta
tutivas» de ese desamparo eclesial, y preguntarse si su agre- tentación restauradora, quizás pueda permitirse una mirada
sividad intraeclesial y la necesidad de sustitución, no han inu- prospectiva al texto de Puebla, que la ayude aficnirncntc a
tilizado lo mejor de las energías de muchos fenómenos que en construir su futuro.
otro momento fueron prometedores, como los situados en la 1

línea de comunidades de base, iglesias populares, cristianos (8) Yo casi diría que prácticamente todas menos las de carácter
por el socialismo, etc., etc. Y el peligro de este desamparo social.
.
- -=--- ~ =-- =- -- - - - - - --=-
- --~

194 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS EC LESIOLOGICAS

111. Algunas lecciones de Puebla. «en la acción evangelizadora la Iglesia contará más con el ser
y el poder de Dios y de su gracia que con el tener más y el podcl'
secular» (1158).
Voy a entresacar sólo algunos rasgos del Documento de
Puebla, en los que encuentro afinidades con la problemática Por eso, al buscar analíticamente los rasgos que deben
descrita en la parte anterior de mi trabajo. Hablaremos de caracterizarla, esa Iglesia se encuentra a sí misma en el he-
una Iglesia que no piensa en sí, de una Iglesia que opta por cho de:
los pobres, del espíritu integrador del Documento que ha
sido particularmente eficaz en lo relativo al tema de las co- - «ser cada vez más independiente de los poderes del mundo»
(144),
munidades de base y, por último, del problema angustioso «acompañar con profunda simpatía las búsquedas de los
.de la misión de los obispos. La selección, por supuesto, es ar- hombres» (145),
bitraria y no responde tanto a la estructura del Documento, - «asumir la defensá de los derechos humanos haciéndose soli-
cuanto a las necesidades de quienes lo leemos desde aquí. daria !=On quienes los propugnan» (146),
Pero eso es lo típico de una lectura prospectiva. - «intensificar su compromiso con los sectores desposeídos»
(147),
1. Una Iglesia que no piensa en sí. y finalmente
- «confiar más en la fuerza de la verdad que en prohibiciones,
a) El nivel de la conciencia. puesto que su ley es el amor» (149).

El acontecimiento de Puebla supone en primer lugar un Un extraordinario programa que ojalá nuestra Iglesia
cierto rostro visible de una Iglesia que no piensa en sí sino española asumiese como propio.
en el mundo; que no se presenta exigiendo sus derechos o
sus espacios de libertad (por legítima que pueda ser esta exi- b) Su puesta en ejercicio.
genda) sino la realización del proyecto de Dios sobre el Luego la realidad podrá quedarse distante de este pro-
mundo y la historia. Y que intenta, para eso, contar mucho yecto, o podrá entrar en juego la sospecha nominalista que
más con los medios de Dios que con los de los hombres. apuntamos al comienzo de la charla. No obstante, el encon-
Y, efectivamente, los textos nos transmiten una Iglesia trar una Iglesia que sociológicamente intenta configurarse al-
que cuando se define aspira a ser rededor de estos quicios, frente a nuestras iglesias europeas
sociológicamente obsesionadas por la justificación de sí mis-
«escuela donde se eduquen hombres capaces de hacer historia, mas c9>, constituye un pequeño signo sacramental de salva-
para impulsar eficazmente con Cristo la historia de nuestros
pueblos hacia el Reino» (n. 274);
(9 ) Esto lo pone bien de r elieve un trab~jo de doctorado aún
que cuando manifiesta sus propósitos se expresa en la vo- en preparación, de ALVARO Qumoz, .sobre la ecles1ologia clt' las Leologlas
luntad de de la liberación. Comparando la ecles1ología que brota de allí , con algunas
preclaras eclesiologías europeas, como Ja de H. HuNG, o la del Myste-
rium salutis, llega a la conclusión de que para los europeos es punlo ?-e
«seguir dando un testimonio de servicio desinteresado y abne- partida ineludible la pregunta por el sentido y por el P.orqué de la lgl~s1a,
gado» (624); mientras que «en América Latina no se plant~a cuestión de super~u1d~d
o no de la Iglesia. Ella ha estado y está demasiado presente en la ~1 stona
de nuestros pueblos. En América Latina Ja pregunta por la Igles~a. y su
y que para esta difícil misión aspira a contar con Jos medios sentido se formula clara y directamente como pregunta por su m1S1on y
siguientes: sus opcionern.
196 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOL OGJCAS 197

ción. Sobre todo porque esa actitud se traduce inmediata- sostenido por el ambiente social (10) ••• Hoy ya no es así. Lo qui!
la Iglesia propone es aceptado o no en un clima de más liber-
mente en un imperativo muy concreto: en el Documento de tad y con marcado sentido crítico. Los mismos campesinos, antes
Puebla la Iglesia aparece como obsesionada no tanto por la muy aislados, van adquiriendo ahora ese sentido crítico, por las
preocupación de conocer sus fuerzas y el número de practican- facilidades de contacto con el mundo actual que les ofrecen
tes o receptores de. sus sacramentos, sino por la preocupación principalmente la radio y los medios de transporte» ... (76-77).
de conocer la realidad en la que está inmersa. En el Docu-
mento, como es sabido, hay capítulos dedicados enteramente Este dato puede ser relativamente obvio para cualquier
a este análisis (y no deja de ser significativo que alguno de observador mediano. Pero lo importante es notar cómo estos
ellos obtuviera tantas dificultades para su aprobación). Pero períodos difíciles no se convierten para la Iglesia latinoameri-
además, muchos otros capítulos se estructuran según el triple cana en períodos de suspicacias o de recelos persecutorios
paso: situación general -reflexión doctrinal- normas de como los que citábamos antes:
acción (aunque luego haya que reconocer una cierta falta de
coherencia o ensamblaje entre estos tres niveles, cosa que «La Iglesia se siente llamada a hacerse presente con el
ocurre en varios capítulos). Y además de todo eso se le oye Evangelio particularmente en los períodos en los que decaen y
mueren viejas formas ... Es mejor evangelizar las nuevas épocas
decir repetidas veces: ' y formas culturales en su mismo nacimiento, que cuando ya
están crecidas y estabilizadas. Este es el actual desafío global
<~Para e~ co~plimiento ef~caz de su misión, l a Iglesia en que enfrenta a la Iglesia» (3 93).
Amé~1ca Launa siente la necesidad de conocer el pueblo latino-
americano en su contexto histórico con sus variadas circunstan- c) Consecuencia: una I glesia servidora.
cias» (3),
Y una consecuencia de este esfuerzo por no pensar en
de modo que, para hablar, declaran los obispos que ~í, sino por dirigir su mirada «hacia el mundo con ojos de pas-
tores», es la imagen de una Iglesia que hace del servicio su
«nos ubicamos en la realidad del hombre latinoamericano» (15) primer mandamiento, que se pone en situación de superar
esa tentación de todas las instituciones (por necesarias que
Y un ejemplo práctico de ello lo tenemos en la siguiente sean) y en la que también ha caído la Iglesia española: el con-
observación en que la Iglesia latinoamericana parece adquirir fundir sus fines con sus intereses. Frente a eso, la iglesia
conciencia plena de una pérdida de poder semejante a la que congregada en Puebla nos dirá que
comentábamos antes de la Iglesia española, pero no la afronta
buscando cómo recuperar el poder perdido, sino pensando «escruta los signos de los tiempos y está generosamente dis-
cómo puede realizar desde ahí su misión de servicio evange- puesta a evangelizar para contribuir a la construcción de una so-
ciedad más justa y fraterna, clamorosa exigencia de nuestros
lizador; «mirando al mundo actual con ojos de pastores» tiempos» (12).
( 127), como dice el Documento en otro momento con una
formulación que merecería ella sola un comentario. Mirando Y, recuperando la categoría jesuánica del Reino que se
pues al mundo con ojos de pastores, comprenden los obispos ha hecho tan característica de las cristologías latinoamerica-
reunidos en Puebla que nas, pondrá en juego lo que también la eclesiología ha for-
«Hasta hace tiempo ... el peso de la tradición ayudaba a la
comunicación del evangelio: lo que la Iglesia enseñaba desde el (10) El texto primi tivo decía con más fuerza y ve rdad «la presión
púlpito era recibido celosamente en el hogar, en la escuela, y era social d el ambiente».
CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 11)1)
198 ESTE ES EL HOMBRE

mulado ya teóricamente: que la Iglesia no es el Reino (de no tanto en ese apartado dedicado a él, sino más bien como
modo que éste pueda convertirse para ella en una razón para presente y como actuante todo a lo largo del resto del Docu-
exigir respeto o privilegios), sino la servidora del Reino: mento.
Una brevísima palabra ambientadora. Vivimos en un
«El mensaje de Jesús tiene su centro en la proclamación mundo en el que todos somos hermanos ( así lo proclaman
del Reino, que en El se hace presente y viene. Este Reino . .. se todas las religiones y casi todos los humanismos teóricos ) ,
da en cierto modo dondequiera que Dios está venciendo al pe-
cado y ayudando a los hombres a crecer hacia la gran comunión pero en el que hay una buena parte de hombres ( ¿gran ma-
que les ofrece en Cristo» (226). yoría?, ¿minoría considerable o simplemente la mitad? ...
Creo que esto importa poco), hay una buena parte de hom-
De donde se seguirá que la evangelización, sin dejar de bres que son lo que un célebre libro llamó «los condenados
ser en absoluto el anuncio del Dios de Jesús (razón de ese de la tierra». No sé yo cómo nadie podría negar este hecho
Reino) y el anuncio de Jesucristo y de Su Espíritu (forma sin pecar de falta de honradez intelectual. Y, por incompren-
concreta de realizar Dios el Reíno en nuestra historia), está sible que resulte, todavía hay otro hecho más ·difícil de tra-
no obstante, según del Documento gar: las iglesias, y en concreto las iglesias cristianas y, más
en concreto, la Iglesia católica, son de alguna manera cóm-
«marcada por algunas preocupaciones particulares y acentos plices o sostenedoras o pasivas ante este hecho intolerable.
fuertes» (342), Lo son, si no siempre por tener sus manos sucias en él, sí al
menos por tener sus ojos cerrados frente a él. A mí me hace
como son gracia que ahora discutamos con preocupaciones apologéticas
a ver si un Papa del pasado hizo cuanto pudo o dehi9 haber
- «la redención integral de las culturas» (343) 1
- «la promoción de la dignidad del hombre» (344), o hecho algo más por los judíos víctimas del nazismo, mientras
- «la necesidad de hacer penetrar el vigor del Evangelio hasta continuamos remisos ante las víctimas de este «holocausto»
los centros de decisión, las fuentes inspiradoras y los modelos del presente. Quizás en siglos futuros nos acusarán por ello
de la vida» (345). y entonces volveremos a hacer apologética y, a lo mejor,
hasta nos valdremos para ella de todos aquéllos a quienes
Habrá que aludir otra vez al peligro de que todo eso no desautorizamos cuando vivían.
se quede más que en palabras bonitas. Pero yo quisiera in- Ojalá que todas estas consideraciones n0s acerquen a ver
sistir, no obstante, en que el simple hecho de que una iglesia la tremenda seriedad de esta cuestión. Entonces comprende-
opte por unas determinadas palabras bonitas en vez de otras, remos también la enorme importancia que tiene el que toda la
constituye un gesto significante y una conducta que enseña. iglesia de un continente declare públicamente ante el mundo
¡Ojalá que nosotros nos pusiéramos de acuerdo al menos en que ella es una iglesia cuya opción preferencial son los pobres,
las palabras bonitas! y eso a pesar de sus tensiones internas y a pesar de las fuer-
tes presiones en contra, ejercidas por el imperialismo interna-
2. Una Iglesia que opta por los pobres. cional del dinero. Aunque este gesto pueda estar empañado
por todas las ambigüedades de lo humano, me parece un
El segundo de los rasgos que quiero destacar es probable- gesto cuya importancia eclesial no cabe minimizar, y que pue-
mente el más importante, tanto de nuestra exposición, como de ser tan decisivo para la vida cristiana como lo fuera la apa-
del texto de Puebla, hasta el extremo de que se ha lleyado rición de la Dogmática de K. Barth, o la celebración del Va-
un capítulo expreso. Pero yo quisiera tratar de encontrarlo, ticano II.
')()()
ESTE ES EL H OMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS '!() 1

a) Configuración del tema en el Documento de Puebla. «la economía de libre mercado, vigente como sistcm11 u1 lllll'~trn
continente y legitimada por ideologías liberales hu nnru·nlndo
Por todo lo dicho se nos impone un comentario más de- la distancia entre ricos y pobres por anteponer el rnpi111l ,il 1111
bajo, lo económico a lo social» (47) (12).
tallado sobre la presencia de este tema en el texto de Puebla,
y su significación para la Iglesia española.
Y consiguientemente se protesta contra
A mi modo de ver, hay en el Documento como dos líneas
de desarrollo del tema de «los condr.!nados de la tierra»: la «modelos de desarrollo que exigen de los sectores más 1101111·,
primera gira alrededor de la intuición histórica de que el un costo social realmente inhumano, tanto más injusto rn111110
desarraigo de la extrema pobreza es hoy posible y «si esto es que no se hace compartir por todos» (50).
posible, es, entonces, una obligación» ( 21). La segunda, de
impostación más espiritual, gira alrededor de la experiencia En esta misma línea considera la conferencia de Pucbln,
que descubre en esos condenados a «los rostros sufrientes de y personalmente me parece que es un aviso de muchísima im
Cristo» ( 31 ) . Y ambas confluyen, como cerrando el triángu- portanda para los católicos, que
lo, en la opción práctica por la que la Iglesia se preocupa de
las angustias de todos los hombres, pero «más especialmente «resulta de particular gravedad el hecho de un insuficiente es
queremos compartir hoy las que brotan de su pobreza» ( 27). fuerzo en el discernimiento de las causas y condicionamientos de
la realidad social y, en especial, sobre los instrumentos y medios
Una opción que, como nota muy agudamente un comentarista para la transformación de la sociedad» (826).
de Puebla, no sólo tiene por sujeto a Dios ... ni al Espíritu de
Jesús. Tiene también por sujeto a la Iglesia <11 >. Por ello hace recaer sobre sí misma la obligación si-
guiente:
b) La línea del análisis social.
«Nos esforzamos por conocer y denunciar los mecanismos
Creo yo que este esquema tan simple, esta especie de generadores de esta pobreza» (1160).
triángulo, abarca casi todo lo que podemos exponer referente
al Documento de Puebla. La primera de las líneas enunciadas c) La línea de la experiencia espiritual.
lleva lógicamente a esfuerzos de análisis social (o, mejor di-
ríamos, a la asunción de elementos de los analistas sociales). Por lo que toca a la segunda de las líneas antes enuncia-
Uno de los apartados del capítulo dedicado a la visión del con- das - la que ve en los pobres «los rasgos sufrientes de Cris-
texto latinoamericano lleva como título precisamente el de : to»- quizás no hay en todo el Documento un p_árrafo que la
«Raíces profundas de estos hechos» ( 63-70). Es a través de es- trace con tanto vigor como estas palabras que siguen:
tos análisis como va surgiendo la conclusión de que, efectiva-
mente, hoy es posible al menos intentar el desarraigo de la ex- «No se puede hoy en América Latina amar de veras al
trema pobreza, aunque ello comporta necesariamente la nivela- hermano, y por lo tanto a Dios, sin comprometerse a nivel per-
ción de la «extrema riqueza» que también se da en nuestro sonal, y en muchos casos incluso a nivel de estructuras, con el
mundo y, si hay que ser consecuentes, la transformación de
aquel sistema que es generador, a la vez, de extrema pobreza
y extrema riqueza. Así se denuncia que: (12) El texto definitivo ha corregido de la forma si~ui ente: <da
economía de libre mercado, en su expresión más rígida, ~ú.n vigente ~orno
sistema» etc. Si la primera expresión subrayada s1g1ere ui:ia c1r 1·1a
timid ez ~n la denuncia, sin embargo, el añadir que aún está vigente <'11
( 11) cf. P EDRO TRIGO, Opción preferencial por los pobres, en C!tristus América Latina, esa expresión más cruel de la economía d e mr rrndo
(México), julio 1979, p. 24. hace la denuncia más concreta .
· ·u ~ ESTE ES EL HOMBRE
CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS 203

servicio y promoción de los grupos humanos y estratos sociales moción social real la han acercado al pueblo aunque, por otro.
más. desposeídos y humillados, con todas las consecuencias que parte, ha sido objeto de incomprensión o alejamiento por purtc
se siguen en el plano de estas realidades temporales» (327), de algunos grupos sociales» (83).
lo cual implica lógicamente, y el Documento también apunta Pero aun cuando yo no pueda juzgar de la verdad de
esta conclusión, que esas palabras, sí que puedo poner de relieve la valoración im
plícita que ellas traducen. Si no ha sido así, se reconoce al
«quien tiene sobre el hombre la visión que el cristianismo da, menos que así debería haber sido, y se desea que haya ocu·
asume a su vez el compromiso de no reparar sacrificios para ase- rrido así, desde el momento que se enumera ese ras?º entre
gurar a todos la condición de auténticos hijos de Dios y herma-
nos en Jesucristo» (490). los haberes de la Iglesia latinoamericana. Consecuencia o pre-
supuesto evidente de ello es la seguridad con que el Docu-
Quiero hacer hincapié en que todo esto está dicho antes mento considera a la lucha por la promoción humana como
de lle~ar al capítulo expresamente dedicado a la opción pre- parte integrante de la evangelización (a la que est_ab~ dedi-
ferencial por los pobres. Hay pues, ya aquí, una especie de cada esta asamblea del Celam) . Una parte que, s1 bien no
puesta en juego de esa opción, que ha trascendido ya a todo puede ser confundida con el anuncio explícito de Cristo, es
el Documento. Quizás lo más específico de lo que añade a inseparable de él:
este punto el capítulo mencionado es la insistencia en que «La misión evangelizadora de la Iglesia en la que la promo·
esa opción y ese compromiso han quedado erigidos en signo ción de la justicia es parte integrante e indispensable» (827).
de lo cristiano, por el acontecimiento mismo de Jesucristo:
Y por eso, a la evangelización
«Es así como los pobres son los primeros destinatarios de la
misión y su evangelización es por excelencia señal y pr11eba de «la mutilamos igualmente si olvidamos la dependencia y las es·
la misión de Jesús» (1142). clavitudes que hieren derechos fundamentales que no son otor-
«El servicio a los pobres es la medida privilegiada, aunque gados por gobiernos o instituciones, por poderosas que sean,
no excluyente, de nuestro seguimiento de Cristo» (1145) (13). sino que tienen como autor al propio Creador y Padre» (485) .

el) La opción resultante. Esta opción pasa a ser algo tan fundamental y tan confi-
gurador de la Iglesia que la encontramos ma~haconamente
Hemos dicho que esta doble línea expuesta confluía repetida y explicitada cuando se habla de los obispos (en uno
como en el vértice de un triángulo, en esa clara opción por de los capítulos que, por otro lado, son tenidos por más flo-
los pobres que pervade a todo el Documento. Yo no sé si es jos y más conservadores de todo el Documento) Ct4 >, de los
cierto o totalmente exacto lo que la Iglesia latinoamericana religiosos C15> y de los laicos os>
dice de sí misma:
«La imagen de la Iglesia como aliada a los poderes de este e) Su valor para nosotros.
mundo ha cambiado en la mayoría de nuestros países. Su firme
defensa de los derechos humanos y su compromiso por la pro- Ojalá nos sea dado encontrar algún tipo de opción se-
mejante en la Iglesia de España. Porque, srn ser procedente
(13) También aquí el texto primitivo decía «medida privilegiada
y no excluyente» lo que, en mi opinión, era mucho más profundo teoló-
( 14) c[ 706-707 más 974.
gicamente. E l texto definitivo, a l sustituir el y por un au11que, establece
una oposición donde no debe estar. ( 15) cf. 733-734 y 769.
(16) cf. 1216.1 217.
''lll ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLES!OLOG!CAS

11i militante de ninguna clase, un mínimo afán de ecuarum1-


Por todo esto, quisiera encontrar en la Iglesia y en la je-
dncl y de objetividad nos obliga, en mi opinión, a confesar lo
~iguiente : en España hay un grupo social que, de una u otra
rarquía española un poco más de cercanía y de cariño hacia
manera, ha sido el pagador de todos nuestros años de historia aquellos «condenados» sobre cuyos hombros recae casi todo
el armazón y el peso de este cuestionable edificio que llama-
conocida experimentalmente. Sobre ese grupo recayó mayori-
mos sociedad española. Como miembro de la Iglesia española
tariamente la larga noche de los años de posguerra y de blo- debo confesar con toda la sinceridad del mundo que (pese a
queo. Sobre él recayó principalmente Ja incómoda estabillza- maravillosas excepciones, y con variantes innegables según
ción de finales de los años cincuenta; sobre él recayó el es-
momentos), no siento mi conciencia tranquila en este punto.
fuerzo de los años del desarrollo, con d señuelo de futuro pa- Por eso le suplico una mirada discente hacia el texto de Pue-
raíso ya cercano por el que valía la pena realizar todavía un bla, y una mirada rápida, no sea que ese texto vaya a quedar
ultimo esfuerzo. Más tarde se empezó a decir que nuestro esterilizado. Creo sinceramente que podemos aprender algo
desarrollo había c;ido más «económico» que «social». Y cuan- de esa mirada, incluso en el campo de la teoría. Pues en Es-
do luego las crisis del petróleo o las del sistema en sí mismo, paña, cuando se plantea el tema de la opción por los pobres
volvieron a abocarnos a la catástrofe, se pidió otra vez a ese como distintivo eclesial, suele repetirse esa doble respuesta
mismo grupo de siempre, que cargara sobre sus hombros a estereotipada de que la Iglesia es de todos y de que, además,
un país resquebrajado, para que éste no se viniera abajo. según el evangelio, todos son pobres, puesto que la pobreza
Todavía en los pactos de la Moncloa hizo la clase obrera un es, en definitiva, la necesidad radical del hombre ante Dios.
último esfuerzo de comprensión y de disposición colaboradora. ¡Qué cantidades de tinta se hubiesen podido ahorrar los evan-
Pero tenía el derecho de esperar que sería el último. Y no gelios eliminando de su texto la palabra ricos y la palabra
fue así. Y en estos momentos sin esoeranzas de salida de la pobres!, ¡puesto que en definitiva ambas significan lo mis-
crisis, ya no se le ofrece más que la perpetuidad de su cintu- mo! ... Pero en fin, echemos otra mirada al Documento de
rón apretado y que dé gracias todavía aquél que aún tiene Puebla y comprobaremos cómo la opción preferencial por los
cinturón para poder apretárselo ... Yo no tengo ningún incon- pobres en el sentido que la hemos expuesto, no constituye
veniente en reconocer que, entre las huelgas, sobre todo de en él ~ingún obstáculo para lo que pueden tener de válido
este último año difícil, ha habido más de una injusta, mani-
pulada quizás por alguno de los listillos de siempre y, en de-
la opinión de los empresarios catalanes : «Es el ~cc~o r laboral el que debe
finitiva , más contraria que beneficiosa para los mismos inte- mostrarse dispuesto a un mayor esfuerzo y sacnfic10» (Ta, 10 noy. 1979,
reses del mundo obrero. Pero así como yo reconozco eso, pe- p. 5). ¿En. nombre de qué equidad y de qué j usticia? es lo que t iene de-
recho a preguntar ese sector, el mismo del que hablábamo~ nosotros.
diría que se me conceda todo lo anterior, que también es ver- I gualmente impresionante es la naturalidad ~on que e l s~n~r Ferrer
dad, y entonces quizás se verá que todos esos errores no son Salat afirma que «sin beneficios, las empresas cierran, no se mv1e~te y ~e
siempre expresión de la prentendida maldad de los débiles, potencia e l paro» (Las P rovincias, 9.1 2.79, p. 7). La prcsur;ta ev1den?1a
de la afirmación, y la imperiosa elementalidad del mecamsmo desc:ri to
sino expresión de la saturación y del cansancio ante «mode- casi enmascaran su inmora lidad: lejos de ser la propiedad la que tiene
los de desarrollo que exigen de los sectores más pobres un una hij;oteca social, es uno de los d erechos más e lementales de u1?- g rupo
h umano (e l derecho al trabajo) el q ue se b aila gravado por una, d1gamo_s,
costo social realmente inhumano, tanto más injusto cuanto «hipoteca empresarial» o hipoteca «capit~l». El derec_ho al t ra~:>aJO
que no se hace compartir por todos» ( 50) os bis). d e uno es correlativo del derecho a l benefic10 del otro. S1 no se aphcan
aqui las bienaventuranzas y ma laventuranzas de san L ucas (cap. 6 ),
entonces es que el Evangelio no se aplica nunca absolutamente ..
Y en fin, sobre la falta de sentido social d el plan económico clrl
(16 bis) Las pruebas de que .no~~~ en este párrafo retórica ~e­ Gobierno para 1979, véase E. RECIO, Análisis crítico del Programa _Ec~11ó1111rn
magógica_se yueden recoger, en m1 op1_1110!1, de la. ~rensa. de cada d1'!-· del Gobierno, en Razón y Fe (dic. 1980) 394-403, cuya ecua111m1d11cl Y
Véase el s1gmente texto en el que un periódico «catohco» dice reproducir moderación hacen aún más seria su crítica.
206 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLES!OLOGICAS :.!07

esas respuestas engañosas que suelen oírse entre nosotros. El ni mucho menos, que se meta a redentora social. No creo
mismo texto que habla en primer lugar de compartir las an- en tales redentores, ni soy de los que parecen pensar que Ju
gustias que brotan de la pobreza ( 27), proclama casi inme- utopía cristiana les dispensa de todo análisis de la realidad y
diatamente su disposición para «compartir con nuestro pue- de saber dónde están ubicados, de quién dependen realmente
blo otras angustias» ( 40), dejando sentado de paso cómo y cuáles son sus posibilidades reales de hacer algo. Quiero
entiende la pobreza. Ese mismo texto, cuando constata las tener muy en cuenta todo esto. Pero sí que intento afirmar
«frecuentes reservas en ciertos sectores dominantes de poca algo que la misma Iglesia parece saber muy bien, cuando se
sensibilidad social» 0 7l, no ve en esas reservas una señal de trata de otros campos: que los valores evangélicos son inde-
su pérdida de universalidad, sino más bien un signo de ella. pendientes de las posibilidades de realización que tengan y que
Pues precisamente continúa: -como tales valores- han de ser proclamados incluso con-
tra esas posibilidades concretas de realización. Esto es lo que
«lo cual es un signo de que la Iglesia está ocupando su puesto he querido decir sobre este difícil tema. Demos gracias a Dios
de Madre y Maestra de todos» (160).
por el Documento de Puebla, y ojalá se convierta para noso-
tros en un texto capaz de ser leído prospectivamente.
Y lo cual, a su vez, es perfectamente coherente con lo
que el mismo texto proclama de una manera bien solemne
y nítida: 3. El espíritu integrador del Documento.

«Estg opción no supone exclusión de nadie, pero sí una Mucho más rápidamente quisiera ahora señalar otra ca-
preferencia y un acercamiento al pobre» (733). racterística del Documento de Puebla, susceptible de llamar
nuestra atención. La menciono sobre todo para hacer des-
Lo que hay en el fondo de esas reticencias y esos argu- pués una concreción particular de ese espíritu integrador en
mentos especiosos, quizás lo ha expresado con más claridad lo referente a las comunidades de base, que han sido también
el mismo Documento cuando escribe: tema polémico en la Iglesia española de hoy.
No dejará de sorprender que hable de espíritu integrador
«El temor del marxismo impide a muchos enfrentar la rea- cuando se conocen las tensiones y maniobras previas a la
lidad opresiva del capitalismo liberal» (92).
Conferencia de Puebla. Pero, si nos ceñimos al texto, consta-
tamos que no sólo han quedado ausentes de él todas las con-
Con toda sencillez yo le brindo esa frase del Documento denas archirreclamadas (de la teología de la liberación, o del
a la Iglesia española. Creo que una opción como la que nos análisis marxista, etc. ), sino que, de forma positiva, piensa
ha enseñado la Iglesia latinoamericana sería para nosotros el Documento que las distintas tendencias
más fácil, porque nuestra realidad es bastante menos dramá-
tica y las situaciones no son tan límite. Pero, por eso mismo, «si bien subsisten aún, van siendo superadas gradualmente me-
la considero más obligatoria. Tampoco le pido a la Iglesia, diante la práctica del diálogo abierto y constructivo» (102),

(17) Otra vez sientc:i tener que advertir que. el texto dcfinitiv_o ha
afirmación en la cual, otra vez, nos interesa más el tipo de
suprimido la palabra dominantes. El gesto resulta s1mplemcntc tacano y, valoración que supone y traduce, que el dictamen sobre si es
sin necesidad de ser psicoanalista, puede ser visto como un síntoma de eso lo que ocurre realmente en el Continente Latinoamerica-
que a un sector de la iglesia lat!noamericana le preocupan precisamente
las reservas de los sectores dominantes, puesto que son las que pretende no. Es igualmente significativo que al hablar de la vida reli
no identificar ... giosa que, como es sabido, pudo ser otro de los temas vidrio
Jllll ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICAS

sos por las tensiones entre el Celam y la Clar, el texto afirme Supertemidas entre nosotros, quizás por la mis111:1 ngrc
programáticamente que sólo quiere sividad e impreparación de que acabo de hablar ( hns tu d
punto de que ha habido gestiones de obispos para que rcvistm1
«recoger las tendencias más significativas y renovadoras que el como Vida Nueva no hablasen para nada de las comuniducb1
Espíritu suscita en la Iglesia, así como señalar algunas de las di- de base, ni para bien ni para mal), desconocidas muchas w
ficultades que manifiesta la crisis en los últimos años» (723).
ces o conocidas sólo a través de algunas formas ocasionnlcs,
las comunidades de base han quedado relegadas al infierno
Recoger lo positivo y señalar las dificultades son real- de todos los reduccionismos. Con ello quizás se ha olvidado,
mente los caminos de un espíritu integrador que yo quisiera en nuestra Iglesia española, un par de puntos teológicos qt1c
señalar como fruto de aquel Espíritu a quien definimos di- el Documento de Puebla empieza por reconocer sin ambages:
ciendo que es el que «lo llena todo». A quienes estuvimos un a. En primer lugar, que las Comunidades Eclesiásti-
tanto cercanos a Puebla y a su preparación, no nos resulta cas de Base ( CEB)
fácil encontrar otra causa de ese espíritu integrador, aun cuan-
do creo yo que no sería injusto en este contexto el apuntar «son expresión del amor preferente de la Iglesia por el pueblo
sencillo; en ellas se expresa, valora y purifica su religiosidad y
algún mérito en el haber de la «izquierda» eclesial latinoame- se le da la posibilidad concreta de participación en la tarea
ricana y, en concreto, de los teólogos de la liberación. Aqué- eclesial».. . (643).
llos hombres, apartados, excluídos, y presentes de una forma
casi humillante, fueron los primeros en no romper, en no b. Y en segundo lugar, que el hombre está destinado
volver sus espaldas y en realizar un último esfuerzo de servi- a vivir su llamada a la fe
cio más allá de su amor propio herido. Quiero subrayar esto,
dada la finalidad de mi ponencia, porque pienso que es una pequeña comunidad. Por ejemplo, en Brasil se ha tomado hace muchos
lección para la izquierda eclesiástica española. Demasiadas años una opción de la conferencia nacional de obispos, para crear por
veces la izquierda, entre nosotros, ha carecido de ese afán todos los lados donde se pueda, comunidades eclesiales de base. U17a
opción de la Conferencia ¿qué significa? Significa que toda la Iglesia
integrador que supone una paciencia infinita pero muy evan- hace otra Alianza. Otra Alianza con el pueblo humilde, simple y pobre.
gélica, ha gastado muchas más energías en gritar y hablar No con los ricos, los pudientes. Esos también son objeto de la participa-
ción de Ja I glesia, pero de modo diverso. La Iglesia no es racista, es
fuerte que en hacerse entender y, próbablemente, se ha con- universal. Pero preferencialmente está abierta a ellos, los pobres, por eso
sumido dando cauce a una agresividad que tenía mucho más es una gran Iglesia que está en comunión con la pequeña y la pe9ueña
de desahogante que de creadora. Con ello ha obtenido mucho en comunión con Ja grande. Abierta a ella, no polemiza con los obispos.
Incluso en reuniones en que yo he tenido oportunidad de participar,
menos de lo que ha sabido obtener la izquierda latinoameri- donde se encuentran reaccionarios que oprimen, que no les gustan las
cana quizás con un episcopado paradójicamente menos audaz comunidades de base, tienen una capacidad enorme de entender !'!-
( si exceptuamos el brasileño) . mecanismos que al obispo casi lo obligan a pensar así. Inc!uso no~ ~n­
tican a nosotros, los sacerdotes, que a veces somos demasiado cntJcos
Una aplicación concreta. - Puede que el punto de más con los obispos. No: ¡hay que entenderlos! reforzar la caminata, reforzar
Ja trayectoria. No solamente tener unos vanguardistas militantes que
interés, en donde se concreta para nosotros cuanto acabamos e~ tán en diálogo con ellos, sino reforzar los lados, la base, para que lodo
de decir, lo constituya el tema de las comunidades de base os> el pueblo camine. Ellos tienen un sentido mucho más grande que nosotro~
de que e l camina1· tiene su ritmo lento pero persistente. Nosotros somo~
un poco intelectualoides, un poco intelectuales iluminados, queremo~
ver y caminar mucho y pronto. El pueblo está habituado a la rep1:esi611
(18) Aunque sea una cita enormemente larga, no resisto a la de siglos y siglos. Por eso saben caminar a su ritmo, por eso enl1endr
tentación de transcribir estas palabras de L. Boff, dado que una experien- que no se puede colocar a todos en esa misma trayectoria. Hay que t·n·
cia vale más que mil teorías: tender, hay que evangelizar incluso a los obispos» ... ( Las com1111id111/r1
«Una cosa buena que alegra el espíritu en nuestras experiencias en la iglesia del submundo en Puebla. Aportes y comentarios, edición ciclo~li lacl11
de comun idad es que la Iglesia, la gran Iglesia, está volcada hacia la del Centro Antonio de Montesinos, de ~1éx ico , serie 1, número •1, p. ·l'i).
210 ESTE ES EL HOMBRE CONSECUENCIAS ECLESIOLOCICAS 2 11

«en el seno de la iglesia particular, en comunidades que hacen «Se comprueba que las pequeñas comunidades, sobre todo
presente y operante el designio salvífico del Señor, vivido en las CEB crean mayor interrelación personal, aceptación de la
comunión y participación» (617). Palabra, revisión de vida y reflexión sobre la realidad a la luz
del evangelio; se acentúa el compromiso con la familia, con el
trabajo, el barrio y la comunidad eclesial. .. Colaboran para inter-
Se trata de dos principios propiamente teológicos -la pelar las raíces egoísta y consumista de la sociedad y explicitan
predilección del pobre y el carácter comunitario de la fe- la vocación de comunión con Dios y con sus hermanos, ofreciendo
que justifican en teoría la existencia de las comunidades, más un valioso punto de partida en la construcción de una nueva so-
allá de los juicios que pueda merecer su realización concreta. ciedad» (629 y 642).
Además de esos principios, la Iglesia latinoamericana parece Quizás por eso, y a pesar de los posibles recelos, no es
haber aceptado algo de la interpelación que suponen las comu- de extrañar que los obispos se atrevan a llamarlas «impor-
nidades de base, cuando reconoce en las parroquias cierta tante hecho eclesial» y «esperanza de la Iglesia» ( 629).
Ante estos textos, una lectura prospectiva para España
«primacía de lo administrativo sobre lo pastoral, rutina, falta de nos impone decir que la situación eclesial de las comunidades
preparación a los sacramentos, autoritarismo de algunos sacerdo- populares debería cambiar casi 180 grados. Se requiere de
tes y encerramiento de la parroquia sobre sí misma ... » (633). los obispos mucha menos suspicacia y mucha mayor cercanía
y conocimiento, más un cierto equilibrio de su preocupación
Y para mí personalmente resulta muy significativo que, por una ortodoxia muchas veces sólo verbal, con la preocupa-
precisamente al hablar de las CEB, es cuando reconoce el ción de anunciar y hacer vivir a Cristo. Se requiere también
Documento que la Iglesia de América Latina de las comunidades un abandono de estrategias agresivas, a
veces literalmente provocadoras o rupturistas, que a la larga
«quiere seguir dando un testimonio de servicio desinteresado y no sirven para conservar ninguna pureza, sino sólo para hacer
abnegado, frente a un mundo dominado por el afán de lucro, que la comunidad degenere insensiblemente en ghetto. Se
por el ansia de poder y la explotación» (624); requiere que las comunidades no se conviertan en refugio de
frustrados, de desconocidos o imposibilitados afanes de lide-
tal observación, hecha precisamente aquí, parece traducir una razgos personales, o en alimento no de la fe, sino más bien
cierta captación, por parte de la Iglesia, .de la tarea que las de la ilusión de maravillosos mundos imposibles. La vanguar-
comunidades le imponen. Luego de esto pueden venir las di- dia debe saber que su misión no es pretender ser vanguardia
ficultades: de nadie, ni pretender que todo el cuerpo sea vanguardia.
Su misión es más bien tirar del cuerpo y hacerle avanzar. Y
«por otra parte, el influjo del ambiente secularizado ha produ-
cuando esto no lo ha conseguido, es inútil echar la culpa sólo
cido, a veces, tendencias centrígugas respecto de la comunidad y a la dureza del cuerpo. Debe sencillamente reconocer que ella
pérdida del auténtico sentido eclesial... No se han encontrado ha fracasado como vanguardia.
siempre los medios eficaces para superar la escasa educación en Y con estas últimas recomendaciones hemos tocado un
la fe ... » (627-28); punto del que quisiera decir otra rápida palabra para con-
cluir. Me refiero a la figura del pastor en la comunidad ecle-
pero es importante notar que esas observaciones negativas no sial, supuesto que Puebla fue principalmente (y quizás tam·
llevan a los obispos latinoamericanos a una ruptura con las bién en exceso todavía) una asamblea de Pastores. También
CEB. Más bien, al lado de lo negativo, se enumeran algunos es lógico que nuestra Iglesia de España tenga empeño en no
puntos positivos, en unas líneas de las que quisiera subrayar pasar por alto esos ojos y «corazón de pastores» de que habla
que sólo pretenden ser una descripción: el Documento más de una vez ( cf. 163).
212 CONSECUENCIAS ECLESIOLOGICA8
ESTE ES EL HOMBRE

4. La misión de los pastores. esta misma línea de lo vivido y no explicitado, se contiene lo


que es para mí el acierto mayor del t:apítulo eclesiológico de
También podrá parecer extraño que intentemos sacar Puebla: al tratar de la autoridad eclesiástica, sitúa la consi-
partido precisamente a este punto, cuando ya se ha escrito deración del tema en el apartado destinado al pueblo perl'
que la eclesiología es lo más flojo del Documento de Puebla, grino ( cf. 254 ss.), no precisamente al hablar del pueblo
que ni siquiera llega a la Lumen Gentium y que no consigue como pueblo santo ( 250 ss.) o como pueblo enviado ( 267 ss.)
superar lo que Y. Congar, ya hace muchos años, desautorizaba que hubiesen sido los impulsos lógicos 0 9>. Puede que este
como «jerarcología». sencillo gesto imperceptible tenga una importancia parecida
a la del famoso «cambio de orden» de los capítulos 2 y .3 de
Puede parecer extraño, pero yo debo repetir otra vez la Constitución Lumen Gentium. Y por eso es comprensible
que, en Puebla, el gesto dice mucho más que el texto. La teo- que después, como acabo de indicar, le brote más espontánea
logía de la liberación ha insistido muchas veces en que la fe la imagen del pastor, que no la del padre, el jerarca, el pleni-
es vivida antes de ser reflexionada y que eso se traduce en que potenciario o el administrador.
la praxis eclesial precede a la teología. Aquí ocurre algo de
eso. Donde podemos aprender, por tanto, quizás no es en las Por eso piensa también que
palabras expresas que se dicen sobre los pastores, sino en la
forma concreta como se están comportando en el Documento «La forma de vida de muchos pastores ha crecido en sen-
esos mismos pastores . cillez y pobreza, en mutuo afecto y comprensión, en acercamiento
al pueblo, en apertura al diálogo y en corresponsabilidad» (666).
Veámoslo con un ejemplo:
Sencillez de vida y pobreza ( que no se refiere sólo a po-
«Como pastores peregrinamos con el pueblo latinoamericano
a través de nuestra historia ... » «Como pastores discernimos los breza «espiritual» como se ve por el término que la continúa:
logros y fracasos de estos últimos años... no con el propósito acercamiento al pueblo), apertura al .diálogo y corresponsa-
de causar desaliento sino para estimular a todos ... La Iglesia de bilidad, constituyen todo un programa para la jerarquía ecle-
América Latina trata de ayudar al hombre a pasar de situciones siástica. Y otra vez estamos ante un texto del que se d ebe
menos humanas a más humanas» (15 y 16).
debir que lo importante no es su exactitud descriptiva sino la
valoración implícita que presupone: si las cosas no fuesen así,
Peregrinar con el pueblo, discernir para estimular a seguir al menos se da por supuesto que es así como deben ser <20> •
caminando. Y, como horizonte de esa tarea intraeclesial, la
misión extraeclesial: ayudar al hombre. He aquí una función
que efectivamente necesitan nuestras iglesias, una función que (19) La p rimera edición del Documento lo hacía ver muy clara-
los obispos trataron de realizar en la Asamblea de Puebla, y mente en una frase que ha desaparecido de la redacción definitiva (aun
cuando esta vez, quizás debido sólo a razones estilísticas) : «esto plantea
una función que dice sobre ellos más que toda una reflexión nuevamente el tema de la autoridad» se decía a l definir la Iglesia como
teológica sobre la jerarquía . Estamos lejos, en esa descripción, pueblo peregrino (cf. n. 155 de la primera redacción con 255 y 256
de cualquier conversión de la jerarquía en teofanía. Y por eso de la redacción definitiva). La otra vez en que se ha planteado el tema
de la autoridad ha sido al hablar del pueblo como famil ia (cf. ns. 257-249).
no es casualidad que, cuando los obispos hablan acerca de sí Este enfoque es menos novedoso y hoy, con la innegable c risis sociológica
mismos y sobre lo que hacen o quieren hacer, prefieran la pa- de la autoridad familiar, también menos fecundo y menos pedagógico.
labra pastores; mientras que cuando dan «doctrina» sobre el (20) Exactamente lo mismo vale de este otro párrafo: «En América
Latina, desde el Concilio y Medellín, se nota un cambio en el modo de
episcopado va reapareciendo el léxico habitual de poder o ejercer la autoridad dentro de la Iglesia. Se ha acentuado su carácter dt·
«autoridad sagrada» ( hier-archia: 661), de superiores, pontí- servicio y sacramento, como también su dimensión de afecto colegial»
fices ( 686), sacramentos ( 659) o representantes de Dios. En (260) .
ESTE E S EL HOMBRE CONSECU ENCIAS E CLESIOLOCllC!/\K •11r1

La lección a sacar.-Y en una lectura prospectiva del hoy, con lo que quizás daba cierto signo ck: l r11t l'1111d11d 1·11
Documento, me parece que la lección más importante a sacar aquella humanidad imperial. En cambio, hoy qu e 1111 1•111111do
es la siguiente : sin cuestionar lo más mínimo la «constitución la democracia en la historia (aunque poca, dicho s1:11 dr p 110,11) ,
jerárquica» de la Iglesia, ésta ha de reaprender a dejar confi- la Iglesia nombra obispos de manera no sólo no d r.:111111 111111 11
gurar su jerarquía por la figura evangélica del pastor, mucho sino ni siquiera feudal: de una manera que casi hnh1 fu 111• r1
más que por la del administrador o el delegado del poder cen- llamada imperial. Y no hay ninguna razón teológica q11<'l 11hl1
tral, que son las que la configuran actualmente. En la medida gue a ello: sólo razones de inercia y de sedimentación 11l11 11~iv11
en que la Iglesia se tiene por pueblo peregrino, debe com- de poder, que no veo cómo pueden responder ante el Ev1111
prender que la figura que el pueblo necesita es la de Moisés. gelio. No se justifica esta situación con apelar a Mt 16, ¡1111·11
. Esto incide ~ecesariamente sobre una cuestión aún pen- to que con ese mismo Mt 16 nombró la Iglesia sus obisprn1
diente en la Iglesia, como es el nombramiento de los pasto- en forma mucho más democrática. Y además Mt 16 no l 'H 111
res. Con ello quisiera recoger, para concluir, la primera im- fotalidad del Nuevo Testamento. A su lado está, por ejemplo,
presión que me traje de Puebla y que consigné todavía calien- Hchs. 2, donde no aparece que Pedro se arrogase el esco~l'I'
te, y antes de conocer totalmente el Documento. Entonces la él sólo a Matías, excluyendo al resto de los Doce.
impresión no venía del texto, sino de la experiencia directa ¿Oirá por fin la Iglesia Católica esta interprelación qm•
de personas y sucesos. Entonces escribí que «la lección más no parece brotarle sólo de Puebla, sino del aleteo inconteni-
seria que Puebla ha venido a suponer, no sólo para América ble del Espíritu sobre la historia? Quiero esperarlo. Porque
Latina, sino para toda la universal iglesia» era ésta: «si la Igle- cuanto acabo de decir (y de ello soy muy consciente), no es
sia quiere tener alguna posibilidad de despojarse de la ima- sino una consideración ya muy obvia y muy repetida, que no
g~n de lo viejo (Col 3 ,9) para irse revistiendo de la imagen contiene ninguna originalidad ni descubre ninguna especie de
s1em~re nueva de su Señor, entonces la tarea más urgente que «Secreto mesiánico ». Lo único que pasa es que, por obvia y
se le impone actualmente quizás sea el revisar a fondo la de- repetida que sea, es muy necesaria. Y que tanto el suceso,
signación de los pastores» c21> . como lo mejor del texto de Puebla, parecen apuntar también
l:' ahora quisiera confirmar aquellas impresiones tras la hacia ella.
lectura reflexionada del texto de Puebla. Dicho muy breve-
mente: el actual procedimiento de designación de los obispos, IV. Conclusión.
permite nombrar administradores y representantes del poder
central, pero muy difícilmente permite forjar pastores. Y la Estas son algunas de las vetas por donde la lectura del
Iglesia no es una multinacional ni un imperio, sino un pueblo Documento de Puebla se me hizo prospectiva, no sólo para
en marcha. La participación del pueblo en la elección de los España sino también para la universal iglesia. Acertadas o
pastores, no sólo equilibraría las cosas, sino que devolvería a no, mis palabras han querido ser un acto de servicio eclesial
la Iglesia aquel carácter de signo al que aludí al comienzo de mucho más que un «número» de espectáculo intelectual. Soy
la charla: por lo menos le quitaría la impresión de antisigno. consciente de que pueden haber sonado no sólo a críticas,
Porque no deja de ser curioso que, cuando no existía en el sino también a duras. Y temo que para unos serán intolera-
mundo la democracia, en pleno imperio romano y bizantino, blemente demagógicas mientras para otros serán desesperan
la Iglesia nombrara sus pastores más democráticamente que temente moderadas. Por eso querría, para concluir, añadir
una última palabra que las enmarque y sitúe a todas.
(2 1) Cf. Dios problema político. Canción deses/mada sobre Puebla de los Al hacer nuestras críticas, no le pedimos a la Iglesia In
ángeles, en R azón y Fe, a bril 1979, p . 394. tierra prometida, sino sólo que siga caminando por el des ierto,
216 ESTE ES EL HOMBRE

sin agarrarse a ningún oasis y sin planificar el regreso a los


ajos y cebollas de Egipto. Honradamente debemos proclamar
que todas aquellas izquierdas que le pidan a la Iglesia la en-
trada en la tierra prometida, y que esperen de la renovación
eclesial una situación que mane leche y miel o que les ahorre
el camino por el desierto, esas izquierdas equivocan a la Igle-
sia, y pueden dejarla estar tranquilamente. Con su opción por
el pobre, con su servicio al mundo y su anticipación del Rei-
no, la Iglesia no va a proporcionar a nadie la entrada en la
tierra prometida, precisamente porque su ser y su nombre
mismo de Iglesia significan iglesia-en-el-desierto: Qahal-Yahvé
(cf. Deut 9,10 y 23 , 2.3.8) que es la denominación que recibe
la asamblea de los que peregrinan por el desierto.
Pero, hecha esta aclaración fundamental, debemos libe-
111.
rarla de todo malentendido conservador. Ya he dicho antes Espiritualidad.
que la iglesia-en-desierto no significa ni la añoranza de una Hacia una nueva praxis
vuelta a Egipto, ni la búsqueda de cualquier oasis pintoresco
donde instalarse. En el desierto se camina, y otra cosa no tiene de la identidad cristiana.
en él sentido. Se camina, por supuesto, con descanso y con
celebración, porque se camina con la seguridad de ser conduci-
do, a pesar de la sequedad de las apariencias. Pero se camina.
Y se debe caminar relativamente en bloque, es decir: en «pue-
blo», atendiendo a las metas que el camino mismo va señalan-
do como quizás conquistables, y abandonando el espontaneis-
mo disperso de las reivindicaciones particulares simultáneas.
Y algo de esto creo que podemos aprenderlo, también,
de la experiencia de Puebla.
7
NOTAS SOBRE LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL DE
LOS EJERCICIOS DE SAN IGNACIO ~'
Introducción: Claves de lectura.

Para llevar a cabo una relectura fiel y audaz de los Ejer-


cicios ignacianos, creo que conviene atender a dos claves her-
menéuticas fundamentales .
En primer lugar, el nombre mismo de «Ejercicios» nos
invita claramente a no considerarlos como un simple tratado
de meditaciones o de «puntos» para la oración. El nombre
de ejercicios alude más bien a unas determinadas prácticas,
mediante las cuales se intenta llegar a algo. Y ese «algo» es
la experiencia espiritual que intentaremos describir en el
presente artículo.
En segundo lugar, y en completo acuerdo con lo anterior,
el valor hermenéutico decisivo no reside tanto en las materias
que se proponen para meditar, cuanto en las peticiones, colo-
quios y otras observaciones de este tipo, que orientan sobre lo
que se pretende conseguir en cada ejercicio o grupo de ellos.
De acuerdo con esta doble clave hermenéutica tan sim-
ple, los Ejercicios se nos revelarán, efectivamente, no como
una «lista de temas sobre los cuales predicar», sino más bien
como pedagogía hacia una experiencia espiritual. Y una expc
rienda que, a su vez, no es puntual sino histórica: va desarro
llándose a lo largo de todo un proceso.

(*) Apareció en Manresa (enero-marzo 1980).


220 ESTE ES EL HOMBR E H ACIA UNA N UEVA PR AX IS DE 1,A lf)ll,NTlll.\ 11 f' ltl~TIAN/\ 221

Y dentro de ese proceso, cada paso no se encadena con para los selectos. Pienso que este enfoque dio pi 1· .•1 ;thst,11'< las
el siguiente por una lógica deductiva y racional, sino más manipulaciones del texto y, lo que es peor, n 11111111p1il11c·1011cs
bien por una especie de lógica «psicológica» o, si se quiere, de las personas, en las que, inconscientement<:, M' 1111 r1 11 11hri
por una concatenación afectiva, en la que cada estado anímico provocar un estado artificial de temor y de ans11.:d.1d Así .,,.
suscita aquellos otros que le complementan, le compensan, o esperaba llevar a aquellas célebres «confesiones g1:11\.:l'lll1·s» '1111
le hacen avanzar hasta la totalidad de la experiencia espiritual que terminaban muchos Ejercicios, y 9-ue propon;1w111h1111 .1!
perseguida. Director cierta sonrisa triunfal agradecida.
Utilizando la clave hermenéutica propuesta, me parece Pero tales montajes artificiales, en los que se hnlifu rn11
que es posible llegar a una cierta descripción de la experiencia fundido la experiencia espiritual con la neurosis, se r1:vd .1h1111
espiritual de los Ejercicios. Y, ciñéndonos literalmente a su luego ineficaces para la vida práctica, y muchas veces St' dl'~
texto, creo que existen tres o cuatro expresiones de san Igna- vanecían como agua de borrajas al contacto con éstn : sw;~· ·
cio que señalan nítidamente el camino para esa descripción. taban más miedo que convicción, más escrúpulos macbcthtu
Ellas nos proporcionan el armazón del presente artículo. Y nos que firmeza cristiana. Por eso el proble~a de «la pcrsc~e
son las siguientes: en primer lugar la palabra «misericordia» <1> rancia» era el clásico problema de este tipo de montn¡cs.
y el «conocimiento interno» <2>. En segundo lugar la observa- Más aún; desde un punto de vista teológico, ol~ida?an a l~o
ción de que «la Divinidad se esconde» <3 J . Y finalmente el con- que es tremendamente serio: que Dios no .ne~esita mfundt:·
sejo de atender al oficio de consolador» <4 > del Resucitado. nos miedo para que le busquemos. Y que s1 solo. fue~e cap~z
Con estos tres o cuatro títulos (los dos primeros son en rea- de conseguir que le sirvamos por miedo, el propio Dios seria
lidad correlativos, como ahora vamos a ver) tendríamos los el gran fracasado.
diversos capítulos de lo que también cabría retitular como la
Cristología de los Ejercicios ignacianos. Y lo curioso es que el propio texto de los Ejercicios .su
ministra indicios suficientes para cuestionar toda esa versión
degradada del mismo. Por de pronto, en la primera semana
l. La misericordia y el conocimiento interno. de los Ejercicios no hay ninguna meditación de ~a muc r~ c o
.del juicio (que tan aficionados eran a dar los antigu~s Dtrcr
1. El sentido de la primera semana. tores para «completar el impacto») y ello no nos 0~·1cnt 11 dt·
masiado hacia un tratado de «verdades eternas». I~n W 'I. dl·
eso se propone una doble repetición del tema del penado , lllll'
Para entrar directamente en materia, nada mejor que des- muchos Directores creían poder sustituir por .lns. :( v<.·rd111~rs
hacer un mito que se ha hecho intocable a lo largo de las re- eternas» aludidas. Es cierto que hay una mccl1t :Kto11 1kl 111
peticiones vulgarizadoras de los Ejercicios. Digamos, pues,, fierno con su célebre petición (que, por lo clcm,~ s . t·st 11 t·1H'11
que la primera semana no está hecho de eso que antaño solía minada a «no venir en pecado» y no a «no it· itl in.t kt 11w• ) ;
llamarse «verdades eternas». Nada más peligroso que esa vi- pero esta misma meditación .c,oncluye co~ un rnl11q1~111 q11t· ~1'. >
sión de un primer estadio de «verdades rudas», para la tropa, es de ansiedad sino de acc1on de grncrns poi « 1 1111111 l111st.1
al que luego seguiría una colección de finuras espirituales agora siempre ha tenido de mí tanta pil-d.nd v 111111•ru.·11ri~1:1» <~> ·
El infierno lleva, pues, a la expcru.•1it·10 de ln 1111 scmcmlia,
( 1) Ejercicios, n. 0 61.
exactamente igual que las mcditacio1ws dt: los pccndos con-
(2) n. 104.
(3) 196.
(4) 224. (5) 71, 3. 0 •
222 ESTE ES E L HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA JDENTll)A J) t illl K'l IANA :l:l!1

cluyen con el «coloquio de misericordia» es). Hasta tal punto to. Pero esta dificultad no impide la obstinación criHloloíli< H
que, en el texto de los Ejercicios, no existe ninguna medita- con que son propuestos los Ejercicios: lo que se trol n de u 111
ción posterior sobre la misericordia, como solía presentarse templar en esta primera semana no son «verdades cte1111ul>- 1
en las primeras semanas tradicionales. La misericordia no es sino el crucifijo <B).
pues una especie de «arreglo posterior» para que no nos deses- Desde aquí se hace lógica la busca de determinnd111i ex
peremos: es precisamente lo que hay que experimentar en la periencias humanas que puedan hacer de andadera hnc111 1•1¡¡1
consideración de los pecados. Este detalle es fundamental y difícil experiencia (difícil en sus increíbles dimensiones v 1·11
nos orienta decisivamente sobre el sentido de la primera se- su carácter dialéctico) del mal y la Misericordia. Esa larca 11"
mana. Y todavía se ve rubricado por un nuevo indicio: cuan- dagógica es la que deben desempeñar las célebres mcditnc: 10
do, a lo largo del texto de la primera semana, se alude a los nes de los pecados.
afectos o experiencias que conviene suscitar, prácticamente En ellas no se trata de asustarse por comparación co11 el
nunca se menciona el miedo <7 >, sino más bien estos otros: castigo de otros. Así se las ha presentado demasiadas vccc.:s:
vergüenza o confusión de sí, lucidez («interno conocimien- «tres» pecados con su castigo, y «mis pecados» ¿con qué cns
to») y gratitud (en la pregunta del «qué debo hacer por tigo? En mi opinión no es esa la lógica que impera en el tex to
Cristo»).
y es significativo, por ejemplo, que san Ignacio no hable <le
De acuerdo con estos indicios, podemos responder ya a «tres» pecados, sino de considerar «el primero, segundo y
la pregunta de qué se trata en la primera semana. Se trata de tercer pecado» <9 ) , dando con ello cierta trama histórica al mal,
vivir la doble experiencia del mal y la Misericordia, como aho- por la que el pecado conocido empalma y se ve trabado con
ra intentaremos desarrollar. Una experiencia dialéctica, de el pecado metahistórico. Es muy posible que en una situación
dos realidades que son inseparables (aunque haya que expo- cultural que ya no es de cristiandad sino de diáspora, y donde
nerlas separadamente) porque cada una de ellas desvela a la la misma noción de pecado se ve tan borrosa, resulte mejor
otra y sólo se revela adecuadamente si está integrada en la invertir el orden del «primero, segundo y tercer pecado».
otra. Se puede decir que la experiencia es del mismo tipo que Pero de lo que se trata no es de someterse a ningún tipo de
la de la primera parte de la carta a los Romanos, donde la tortura psicológica (aun cuando en la realidad sí que existe
constatación del mal universal lleva a Pablo ... precisamente a algo que es objetivamente aterrador), sino de captar la mag-
la justificación por la fe. nitud del mal histórico, y de captarla como vinculada con mis-
Esa doble experiencia del mal y la Misericordia, y ade- teriosas raíces trascendentes, de modo que se perciba que ese
más en unas dimensiones insospechadas, creo que es el quicio mal «intrahistórico» ( Auschwitz, Siberia, Vietnam, Cambo-
de todo el itinerario espiritual de los Ejercicios, y así trataré ya, la miseria y la opresión de clases .. . ) no resulta adecua-
de exponerlo en este trabajo. Se trata de una experiencia ra- damente reducible a la culpa humana, por un lado, sino que
dicalmente teologal y provocativamente cristiana que, en e] parece desbordarla; pero conecta, por otro lado, con toda esa
texto de los Ejercicios, está presentada incluso «positivista- trama de pequeñas envidias, mezquindades, egoísmos, desprc·
mente» (en el sentido en que Bonhoeffer acusara a Barth de un cios y opresiones medianas o pequeñas sobre los demás, que
«positivismo de la revelacióm>). Ello va a plantear al autor constituyen nuestra vida y nuestra culpa de cada día. Se in-
de los Ejercicios los problemas de comunicación y de lenguaje tenta percibir el mal de la historia a la luz de su inexplicabili
a que después aludiremos al hablar del Principio y Fundamen- dad, de modo que se sienta la impotencia ante algo que es s11-

(6) 61. (8) 53.


(7) Salvo en e l n. 0 65 y como recurso de suplencia. (9) 45.
ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA N UEVA PRAXIS DE LA !DENT!UA O f ' lt l N ll \NA :.!:l!i

perior a nosotros, que es como «trascendente», pero que es, a mente el Crucificado quien revela que ésta es una ln1nH1111d11d
la vez, lo universal y lo cotidiano. Tan cotidiano que casi re- donde al Justo se le quita de en medio porque molesla , pmt¡lll'
sulta imperceptible: como el aire mismo que respiro viciado, concita iras, por la razón que sea.
ya insensiblemente, pero que a mi vez voy contribuyendo a
viciar, hasta producir un proceso que termina en la asfixia. Pero esa estremecedora experiencia del mal, es sólo t·I
reverso de la otra experiencia, de la otra dimensión de In
Aceptar esta especie de permeabilidad del mal, por la Cruz en cuyo seno se revela: la experiencia y la seguriclnd 1 h•
que el justo cae siete veces, y el revolucionario también, es que la Misericordia baña al mundo. Le baña y es más fucrk
enormemente difícil. Pero puede ayudar el comprender que que el mal. Le baña y es su verdadera atmósfera, que toc.lavln
esa aceptación no apunta a crear una neurosis de culpabilidad es posible respirar en algún momento, aunque para eso huyu
(con ella, en el mejor de los casos, estaríamos otra vez en el que salir de esa trivialidad de cada día en la que sólo se rcs
terreno de las «verdades eternas» pero ya no en el de la Cris- pira el aire polucionado por la obra humana. La Misericordia
tología), sino que pretende crear una sensación como de im- baña al mundo, es más fuerte que el mal al que soporta y al
potencia o de «vergüenza y confusión» (es el término igna- que sufre para desactivar su aguijón. Y es posible dejarse en·
ciano) ante el propio ser hombre. Y debe ayudar también la volver por esa Misericordia, apostar por ella, ser salvado por
superación de la noción actualista del pecado, que la moral ella. Sólo esa Misericordia que, a pesar de todo, envuelve al
moderna va llevando a cabo, y que es muy antigua: la inmen- mundo, sólo ella y no la fuerza ni la razón del hombre es más
sa mayoría de las veces, el mal no se «comete» cuando se rea- potente que el mal. Y todo eso sólo lo revela definitivamente
liza el acto malo; éste es sólo el término ya lógico de un pro- el Crucificado. Por eso todas las meditaciones de los pecados
ceso semiconsciente de pequeñas opciones y grandes justifi- apuntan y nos llevan a un «coloquio imaginando a Cristo de-
caciones, que, a la larga, van llevando a convertir en lógico, lante y puesto en cruz» ClO), y ese coloquio es un coloquio «de
en coherente y quizás en necesario el mal que se cometerá misericordia» <11 ). El Crucifijo como expresión, no del dolor
más tarde. La gran fuerza del mal en el mundo reside en esos físico sino del anonadamiento de Cristo: el Revelador que
procesos misteriosos, aparentemente ajenos a él y a veces no vi~o «como Maestro», habló como Maestro y se fue como
semiconscientes, por los que un día llega a hacerse plausible Maestro sino que vino como «uno más», como pobre, no ha-
o necesario. Como el Dr. Balmy de Buero Vallejo, o como Erik bló sin~ que fue reducido al silencio, y se fue como el últi-
Dorf, el abogado de las S.S. en Holocausto, el hombre nunca mo ... Pero en eso estuvo su revelación.
se entrega a la monstruosidad por ella misma, sino como resul-
tado de un proceso sutil que la ha hecho supuestamente lógica En definitiva es innegable que esa doble andadura por
o necesaria, y la ha desprovisto de su carácter terrible. A com- el mal y la Misericordia, tiene también un nivel de experiencia
pensar esto va precisamente el «triple coloquio» ignaciano meramente humana, o puede valerse de una gramática hecha
del núm. 63. de experiencias humanas. Pero la experiencia hum~na queda
Y quien revela esa increíble fuerza explosiva del mal, distorsionada -y transformada- por la fe. La fe dice, contra
del mal nuestro de cada día, es precisamente la Cruz: la mis- todas nuestras resistencias y «razonabilidades», que el mal es
ma imagen del Crucificado a cuya luz leyó Pablo el pecado de mayor de lo que queremos creer. Pero dice tan:bién que la
paganos y judíos, el pecado de la «sabiduría» y también el de Misericordia es más fuerte, contra lo que permite palpar la
la «religión» humana. En mi opinión, no entendería nada de vida real puesto que la Misericordia es menos ruidosa y menos
esta primera semana quien pretendiese ver en ella una serie
de consideraciones racionales o de argumentaciones filosófi- ( 10) 53.
cas sobre el mal. El pecado es «revelación». Y es simple- (11) 61.
ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRISTI ANA '2'27

frecuente. Pero eso fue lo que se manifestó en Jesús. Y con ello, san Ignacio echa mano de algo que podría considerarse
eso la vida humana queda transformada. elemento cultural incuestionado en una sociedad de cristian-
El Crucifijo es, pues, revelador de ambas dimensiones: dad y situada en los albores del renacimiento: la experiencia
de la profundidad trascendente del mal (que lleva a hacer del hombre en el mundo como experiencia de creaturidad,
el triple coloquio o la triple petición de lucidez sobre la calidad que remite inmediatamente al hombre a su propia contingen-
del mal, sobre el desorden propio y sobre el desorden estable- cia y al señorío del Absoluto. De este modo, la experiencia
cido como «mundo» <12>, y de la realidad victoriosa de la Mi- posterior del mal y la Misericordia harán contraste con esa
sericordia (que por eso no lleva a preguntar cómo salgo de cosmovisión del orden creacional y del señorío del Creador,
aquí, sino «qué voy a hacer por Cristo» <13>). El pecado se re- típica de un mundo religioso.
vela en su liberación; bartianamente si se quiere, pero tam- Y sin embargo, tal planteamiento difícilmente puede
bién muy paulinamente. La primera semana de los Ejercicios constituir una plataforma común de diálogo con el hombre
es pues ya radicalmente cristológica: el Crucificado es la sín- moderno. Se podrá discutir si, en pura teología, el acceso a
tesis de ambas experiencias. Y las otras semanas, que tienen Dios debe pasar primero por la experiencia de la contingen-
ya una temática expresamente cristológica, no van a ser más cia, o debe tropezarse directamente con el acontecimiento de
que un desarrollo de esta experiencia de la primera. Jesús. Pero lo que me parece obligado admitir es que esa
Pero, antes de mirar hacia la continuación del camino se experiencia de la creaturidad, tal como está formulada en el
nos hace necesario mirar otra vez hacia la «entrada» <14 > ' Principio y Fundamento de los Ejercicios, no constituye hoy
un terreno común de diálogo sobre el que se pueda comenzar
2. El papel del Principio y Fundamento. a edificar. Y esto por tres razones:
a. En primer lugar, en una sociedad secular y no reli-
Creo que debe ser esa cristología de la primera semana la
giosa, la contingencia no es leída como creaturidad. Por ello
que nos ayude a descubrir el papel del Principio y Funda-
mento ignaciano. Consta históricamente que san Ignacio lo la experiencia de la contingencia no evoca como correlato
añadió más tarde. Y lo añadió por una razón bien compren- necesario un Dios Origen, o Creador, sino que en todo caso
( dado que la sociedad moderna es enormemente plural) evo-
sible. El carácter tremendamente cristológico de la primera
semana, su «positivismo revelatorim> (en el sentido dicho) cará la experiencia de un mundo por acabar y que debe ser
realizado por nosotros.
hacen difícil su aceptadón. Y el que da los Ejercicios siente
la necesidad de tener alguna plataforma común con el ejerci- b. En segundo lugar, la descripción ignaciana resulta
tante, algún «puente levadizo» que empalme el mundo en en exceso individualista, mientras que la experiencia espon-
que el ejercitante se mueve, con la experiencia de la fe. Para tánea del hombre occidental tiene un enorme ingrediente po-
lítico, a pesar de su pluralidad.
( 12~ 63.
Y si sólo se tratase de esto, quizás no costaría mucho
( 13 53. reformular el Principio y Fundamento. Cabría arrancar de que
(14 Hay que añadir también que nuestra descripción se ha limi- el hombre ha sido creado para colaborar con Dios en la crea-
tado a lo formal: señalar los objetivos a conseguir y los pasos a dar,
contradistinguiéndolos unos de otros. Sobre el material concreto con el ción de este mundo y, de esta manera, alcanzar para él y para
que pueden realizarse estos pasos no decimos nada ahora. P ero es evi- el mundo la superación de sí mismo . .. Y aunque esta ya sea
d ente que en la Biblia hay instuiciones referentes al mal, muy similares una lectura teológica de nuestra experiencia humana elemen-
a las que aquí hemos apuntado (sobre todo en los tres primeros capítulos
de Roma nos y en los once primeros del Génesis) . Igual que hay un tal, sería al menos una lectura comprensible desde la menta·
material aptísimo para acceder a la experiencia de la Mise1icordia. lidad moderna.
ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD C RlSTIAN,\ 11
'
111

c. Pero ocurre además que el ejercitante actual no bres en el mundo y, entre ellos, de muchos hombres de hoy .
sude s_er el cristiano que hace Ejercicios por vez primera, sino la experiencia de esa doble calidad que llama la frustración, y
más bien el que los repite por enésima vez. Religioso o clé- la espera siempre renovada a pesar de todas las constatacionci>
rigo las más de las veces, es en cualquier caso persona de vida de frustración. La fe no dispensa al creyente de esa experien-
espiritual más o menos intensa. Ahora bien: me parece inne- cia tan humana («también nosotros» v. 23) aunque sí que se
gable que, en nuestra sociedad secular, el «principio y fun- la interpreta haciéndole leer el clamor de la frustración como
damento», es decir, aquello de que vive y sobre lo que se clamor de parto y no como clamor de entropía. Por eso se re-
asienta la vida espiritual de un cristiano serio, ya no es una cuerda al cristiano que su condición es la de esperanza (v. 24)
experiencia de contingencia y creaturidad. Es más bien, de y que esa esperanza por un lado le obliga a «gemir» (el deseo
una u otra forma, una experiencia de Cristo. Para nosotros, de la utopía de la humanidad puede ser efectivamente «ge-
lo más importante de nuestra relación con Dios no reside en mido del Espíritu» en nosotros: v. 26) y, por otro lado, no
el hecho de que somos creaturas (eso, si acaso, será un dato se apoya en ningún análisis intrahistórico, puesto que los
a recuperar e integrar más tarde), sino más bien en que hay análisis intrahistóricos -tomados en conjunto- no dan más
una Voluntad Amorosa sobre este mundo, sobre esta historia que esa trama de Penélope de espera y frustración. Se apoya
y sobre cada uno de nosotros. No es un punto de Referencia más bien en una misteriosa voluntad primera de Dios que, de
Misterioso, sino ese punto de referencia conocido y aceptado antemano, nos escogió, nos llamó y nos liberó de nosotros
como Misterio Acogedor. De eso viven y sobre eso se asien- mismos («nos justificó», v. 30). Y si esa es la condición,
tan, en definitiva, quienes desean apuntarse hoy a la aven- humana y creyente, del cristiano, se sigue de ahí la perora-
tura cristiana. ción con que concluye el texto paulino: ¿quién o qué podrá
Y sí este análisis es válido, hace aconsejable cambiar el separarnos de esa voluntad amorosa de Dios revelada en Je-
Principio y Fundamento, según la situación concreta de cada sucristo? No se niega ahí la existencia de ninguna de las difi-
ejercitante, de modo que efectivamente se tienda un puente cultades: hambre o espada, principados y potestades que hoy
levadizo, desde la situación espiritual en que vive -y de que pueden ser estructuras e instituciones ... Pero en medio de
vive- el ejercitante, hasta lo irrumpiente e incondicionado todo ese mar de razones para desesperar, sigue resonando
de la primera semana. como agarradero y ancla del cristiano: si Dios está por noso-
tros ¿qué puede estar contra nosotros?
De acuerdo con esto, el Principio y Fundamento debería
variar según <:asas y personas . Podrá utilizarse la refornmla- Algo así me parece que es, explicitado o no, el «princi-
ción del texto ignaciano que ensayábamos antes o cualquier pio y fundamento» que aportan muchos ejercitantes a su en-
otra mejor conseguida. Yo mismo, para Ejercicios a sacerdo- trada en los Ejercicios. Al menos agradecen que se les expli-
tes y religiosos, es decir, a gente que los hace con cierta fre- cite, y se constituye así un puente apto para pasar a la doble
cuencia y periodicidad, he probado a sustituir el texto igna- experiencia de la primera semana. Pues el binomio mal-Mise-
ciano del Principio y Fundamento por el texto paulino de ricordia parece en realidad asumir y radicalizar la doble expe-
Rom 8, 19-39. Creo que el resultado no es malo. Ese pasaje riencia de la condición humana como frustración-espera. De
formula efectivamente lo que, a mi modo de ver, constituye esta forma se da efectivamente una especie de puente levadizo
el «principio y fundamento» sobre el que descanse la vida entre la situación de la que acude el ejercitante y la impositi
espiritual de muchos cristianos de hoy: la apuesta de que «si vidad cristológica de la primera semana.
Dios está ror nosotros ¿quién contra nosotros?» ( Rom 8,31).
Y lo formula arrancando de una formidable descripción de lo Y otra vez hemos de prescindir de ulteriores dcsnrrollrn•
que constituye la experiencia fundamental de muchos hom- de este principio y fundamento en ~uanto a sus contt·1iid1111
230 HACIA UN A N UEVA PRAXIS DE LA lDENTIDAD CRISTl l\NA :.!:1 l
ESTE E S E L HOMBRE

concretos. Pues sólo ha sido citado ·::orno un ejemplo perso- tido es más bien el descubrir efectivamente a Jesús como la
nal, que no es el único posible. Misericordia en acción como auténtica transparencia de la Mi-
sericordia. Y esto es Ío que expresa la repetida petición de
toda esta semana: el famoso «conocimiento interno del Se-
3. El «conocimiento interno» de la Misericordia. ñor>> . El conocimiento interno son esos ojos que necesitamos
para ver en El la Misericordia en acción.
La primera semana ria lleva, pues, a aquella «confesión Hay, por tanto, una perfecta tra~azó.~, más psicológica
general» más o menos estereotipada, sino que conduce al que lógica, entre primera semana, meditac1on del rey tempo-
«ejercicio» más importante y más característicamente ignacia- ral y segunda semana: Jesús no es contemplado co~o «mo_de-
no: la meditación del «rey temporal», que hace de introduc- lo» ascético a imitar, ni como maestro que da lecciones, smo
ción y de clave de lectura para la segunda semana. Ignacio se como opción última que seguir, y como. pie~ra angular. co?
ha volcado en ella incluso al nivel de la expresión literaria, que construir y por la que apos~ar: _l~ victoria de _la Miser:-
que está transida de las fantasías de caballeros andantes y cordia sobre el mal. Todos los E1erc1c1os se encamman preci-
de hazañas militares a que él había sido tan aficionado. Pero samente a alimentar esa decisión, a sopesarla y a confrontarla
hoy, esa misma expresión literaria hace el ejercicio muy in- con los obstáculos e impedimentos que puedan ir surgiendo
comprensible para nosotros. Por lo que otra vez resulta nece- a lo largo del proceso.
sario recuperar su función dentro de la trama experiencia! El mismo texto de los Ejercicios sugiere para ello u~ es-
que estamos intentando presentar.
quema de meditaciones que abarca en. ci~rt~ ~oda la totalidad
El estado anímico del ejercitante, mando ha pasado por de la vida de Jesús <15>. Ello nos permite ms1st1r en que, mucho
el doble impacto del mal y la Misericordia y por la seguridad mejor que considerar pasajes con~retos, lo ~ue a~uda es con-
del triunfo de ésta, es un estado de gozo, de alivio, de grati- templar aspectos globales de la vida de Jesus, actitudes Y ob-
tud. Y este es precisamente el momento para decirle que esa jetivos que definen a esa vida y a través de los cuales s~ a~­
Misericordia, esa voluntad amorosa más fuerte que el mal, quiere ese «conocimiento interno» que descubre a la Miscr1
sólo actúa por los hombres y a través de los hombres: a través cordia en acción. .
de Jesús en primer lugar, y a través también de todos cuantos Ya hemos dicho que esta especie de convivencia ha d~ tr
quieran vivir como El y para El. Este es el significado de la configurando en el ejercitante la decisión de hacer también
meditación del rey temporal. A partir de .ella se espera que de su vida un cauce de la Misericordia. Las restantes scmnnns
en el ejercitante vaya tomando cuerpo la decisión de hacer de los Ejercicios apuntarán a robustecer esa opción'. Pero an
de su vida un cauce y un servicio de la Misericordia. Esta de- tes, tanto si esa opción va a traducirse en unas elecciones ~·on
cisión irá teniendo, a través de la experiencia de toda la se- cretas, como si no (ya dijimos que eso de~en~~rá ~e ln 111tt1ll
gunda semana, una especie de proceso de gestación que quizás ción personal de cada ejercitante), los E1erc1c10s mt t•nt 1tr1~n
conducirá al nacimiento de determinadas opciones o «eleccio- dar a esa opción el máximo de lucidez. Para ello, 111 Irnrn de
nes» ( cf. nn. 163 y 164) concretas (eso dependerá en defi- contemplación de la vida de Jes~s, se co.mp~c~o, <.'11 t•s t~I st'gun
nitiva de la situación en que se halle el ejercitante) . Y esta da semana con una nueva serie de e¡erc1c1os que 111tent11n
especie de proceso de gestación se produce por el contacto desenmasc~rar los verdaderos obstáculos del seguimienlo de
con la vida y persona de Jesucristo. Jesús. Estos ejercicios son las meditaciones llnmndns de «dos
Por consiguiente, el sentido de toda la contemplación banderas» y de «tres binarios» o clases de hombres.
de la vida de Jesús no consiste meramente en extraer de cada
pasaje una serie de «consideraciones piadosas» más o menos
alegóricas. Eso sería una peligrosa reducción ascética . Su sen- (1 5) 261-289.
232 ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDE NTIDAD ClllK"l l \NA 1 JI

Su lenguaje es también muy extraño. Pero su intuición ocasiones, vienen exigidas por las estructuras de la n:al1d11d
c~e? que es tan sim~le ~~mo rica. Con terminología moderna sobre la que trabajamos. Pero sin embargo, en la medida 1.:1 1
dmamos que la medttacion de las banderas intenta desenmas- que el hombre convive con ellas, usa de ellas y se acostumhr.1
ca~ar _los obstácul?s de tipo estructural que dificultan el se- a ellas, le crean una dinámica interior favorable al egoísmo,
guimiento de Jesus, y está llamada a ser, en definitiva una contraria a la dinámica del seguimiento de Jesús, y capaz de
e~~ecie de crí.tica. de las ideologías. Mientras que la m~dita­ apartarle de él y de llevarle a lo que san Ignacio llama «todos
cion de los binarios intenta desenmascarar los obstáculos de los vicios» (núm. 142).
t~P.º personal y constituye, en definitiva, una especie de aná- La realidad humana es así y Dios no la cambia para no-
lisis del subconsciente. Marx y Freud están pues prenuncia- sotros. Tampoco es posible renunciar de raíz a todas esas di-
dos en cada una de estas meditaciones las cuales antes de to- mensiones ambiguas de la vida: no es posible porque ellas
mar ninguna decisión, quisieran suministrarno~ la máxima
pueden ser fecundas y el amor está obligado a ser eficaz, al
dosis de lucidez ante_ la increíble capacidad de autoengaño menos dentro de algunos límites. Hacer de la propia vida una
del hombre, tanto a ruvel personal como comunitario.
transparencia de la Misericordia pide un mínimo de visibili-
¿Por qué es preciso desenmascarar la capacidad humana dad y de eficacia para esa Misericordia. Y puede ser mf:jor
de autoengaño? Porque en fin de cuentas - y esto me parece un amor que acepta mancharse las manos por los hombres,
muy profundo-- «el pecado es la mentira»: esa enorme pen- que un amor a quien su afán de pureza condena a la inefica-
d~~nte de mentira en la que nos movemos, y a la que tam- cia. Los purismos tampoco conducen a nada y, por eso, no es
bien nosotros alimentamos y agudizamos. Retomando lo que posible renunciar de golpe a todas esas realidades o medios
ya se atisbó al hablar de la «historia de pecado» (el primero, ambiguos. Es preciso enredarse en su dinámica, aun a riesgo
el segund~, el_ tercero y el propio .. . ), se le hará comprender de caer en ella, y de que el amor que aceptó mancharse las
ahora al e1ercitantes que el mal y el pecado no consisten en manos termine por mancharse a sí mismo o por manchar no
«la transgresión», sino en la fuerza que la ha hecho real. las manos sino los corazones, destruyéndose entonces como
Y esta consideración se hace más necesaria a estas altu- tal amor. Nos hallamos, pues, ante una de esas situaciones en
ras del proceso del ejercitante: pues en estos momentos de que sería más fácil y más cómoda una renuncia radical, aun
descubrimiento de la Misericordia y de Jesús, nadie abando- por heroica o dolorosa que fuese, pero donde quizás s~ nos
nará el seguimiento por una opción directa contra él; nadie exige lo más difícil que es lo contrario: permanecer al ple del
llegará al mal directamente, sino a través de un proceso com- cañón moverse entre todos esos medios que en sí no son
PJ~cado y sutil que lo propicia, le va dando cuerpo y va ha- malos' sin más ( ya dijimos que pueden ser positivamente
ciendolo cercano, coherente y, en definitiva, aceptable. buenos y eficaces ) , pero que actúan sobre nosotros en forma
Una palabra, pues, sobre cada una de las dos laderas de que favorece al egoísmo.
esta pendiente. Esta es la realidad humana, que Pablo veía como mar
a. En el terreno estructural (meditación de dos bande- cada por una «necessitas instans». Y si Dios no saca al cre-
ras), el proceso descrito por san Ignacio puede esquemati- yente de esa ambigüedad, entonces es imposible con~e?er el
zarse así: lo que hace posible el mal es el poder, y lo que hace mal a base de prohibiciones: lo verdaderamente decrnvo es
posible el poder es la riqueza. Y este esquema encierra toda saber cuándo y dónde hay que pararse. Pero precisamente l'S<J
la siguiente complejidad. es lo que está obstaculizado por la misma dinámica en qrw
Hay. una larga lista de realidades (salud, fuerza, poder, uno se halla metido. Y entonces, la justificación que qui:ds
cultura, nqueza, sexualidad ... ) que en sí mismas no son ma- antaño fue legítima, pasa ahora a jugar un papel «encuhri
las, a veces son incluso positivamente buenas y, en muchas dor» en el sentido marxista de la ideología. Sólo un cornl'l'lll
:.!'11 ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRIST IANA :l'l'Í

absolutamente limpio podrá captar cuándo la justificación Ejercicios de repetición, esta meditación y la siguiente deben
Liene su dosis de validez en medio de la ambigüedad de la vida, cobrar más volumen que en los Ejercicios hechos por vez
y cuándo está ya comenzando a ser ideología o «el pecado primera.
que es la mentira». Es conocido cómo los Ejercicios intentan
mantener la pureza de ese corazón a base de hacerle desear b. Junto al engaño estructural, actúa como segundo
lo contrario de lo que quizás se verá obligado a hacer ( humi- obstáculo el engaño personal, para el que tiene el hombre una
llación, carencia, etc.). Pero lo decisivo y lo importante es la capacidad infinitamente mayor de lo que sospecha y de lo que
sensibilidad ante el engaño ideológico, supuesto que el pro- está dispuesto a conceder. La meditación llamada «de tres bi-
ceso por el que éste comienza a producirse es un proceso ne- narios» es, en realidad, una meditación sobre el segundo de
cesario. esos tipos de hombres: aquél en quien la capacidad de auto-
engaño desata una astucia increíble y no reconocida, que le
Añadamos en un inciso que la historia de la Iglesia y de lleva a poner absolutamente todos los medios menos el único
las instituciones cristianas está llena de lecciones en este sen- que tiene que poner. En medio de su inexpresividad habitual,
tido, por cuanto ahí ha estado casi siempre su pecado: en san Ignacio resulta brillante en las pinceladas con que retrata
algo que, en un comienzo, pudo ser un servicio necesario y a este hombre: quitar el afecto sin perder la cosa, hacer la
que, aceptado por amor a los hombres, despierta una serie voluntad de Dios de tal manera que coincida con la pro-
de dinámicas por las que el grupo se lo «apropia» hasta lle- pia ... etc. <17 >. La contemplación de este personaje no pretende
gar a depender de él. Esta apropiación da poder. Y la expe- más que volver lúcido al ejercitante sobre su capacidad para
riencia de poder desata mecanismos inconscientes de la vo- segregar justificaciones y para creérselas, sobre aquello que
luntad de poder. Y así, cuando aquel «algo» ya está siendo Freud llamaba buscar siempre otra cosa de lo que se dice pre-
mal usado, o simplemente ha dejado de ser necesario, no se tender (y que no tiene por qué ser necesariamente el sexo,
posee ya la capacidad para renunciar a él. Así se justifica el aunque sea siempre una forma de autoafirmadón), hacerle
poder temporal como voluntad de Dios, o se encuentra uno atento a los continuos bloqueos ocultos y seducciones seer<.:
metido en esa red que describe con cierta finura psicológica tas que actúan en él, y que intentarán seguir actuando en él,
la novela de A. Moneada: Los hijos del padre OGJ. no contrariando su opción por la Misericordia, sino valiéndost·
de ella misma. También aquí se puede intentar compensar l'I
En este momento de los Ejercicios puede ser útil echar
una mirada a la actuación de Jesús, para verle a El inmerso
afecto tratando de inclinarle al otro extremo de aquél ni '\lié
tiende, también se puede contemplar a Jesús: su capadt nd
también en esta «calamidad presente» y descubrir cómo se de goce y de uso de las cosas, etc., etc. Pero creo que lo dt·f 1
mueve en ella. Es igualmente bueno repensar qué tipo de nitivo, y lo único que puede seguir siendo eficaz a In lnrHll t•s
instancias «estructurales» deben existir, a todos los niveles, la sinceridad brutal y la lucidez sobre uno mismo, mueho 111.ís
las cuales actúen como instancias de recuerdo, como medios que las mil ascéticas concretas que duran poco. La sc·~11riclnd
de reexaminadón constante y como posibilidades de apertura de que, a la larga, en la vida vale más una <khilidnd híci<la
a la crítica. Pero todo esto, otra vez, entra ya en el campo que una inocencia engañada, porque la dcbilid11d lúddn nun-
de los contenidos concretos, mientras que ahora buscamos es- ca podrá sentirse cómoda, mientras que In i11m l' lll in engaña-
quemas formales. Sólo subrayaré que, en mi opinión, en unos da, si no deja de ser engañada acabará por dej;1r dt• ser ino-
cencia, aun sin saber cómo ni cuándo.
( 16) Valoro solame nte el proceso psicológico a llí descrito, sin
entrar ahora en la veracidad de su crítica que, al menos como advertencia,
pi enso que debería ser seriamente escuchada. ( 17) 154.
'111 ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA P RA.'GS DE LA IDENTIDAD CRISTIANA 2'.i]

~este ejercicio se sitúa precisamente aquí no sólo por la En realidad, parece un rasgo inherente a toda gran opción
111111cd1atez de unas eventuales elecciones sino porque, a estas humana de vida el que, cuando se la contempla en todo su
alLuras de la experiencia espiritual, el ejercitante ha de ser ya despliegue posterior, sus dificultades han resultado mayores
capaz de aceptarse a sí mismo, capaz de autoconocerse por de lo barruntado en el momento de tomar la opción. Hasta el
cuanto sabe que autoconocerse ya no significa autovalorarse punto de que, si se hubiesen podido prever todas, quizás no
puesto que el propio valor (la «justificación») reside en 1~ se habría asumido el compromiso que se asumió. Y sin em-
Misericordia experimentada. Mi valor ya no está en cómo bargo, el hombre puede ser capaz de ir arrostrando poco a
soy yo sino, en todo caso, en qué hago y qué amor construyo poco esos obstáculos, dejando que a cada día le baste su pro-
con aquello que soy. pia malicia. Creo que es este un rasgo muy humano, y uno de
. ~}' a esta altura de los Ejercicios, ha de tomarse alguna esos en los que el hombre más se hace a sí mismo: de ahí lo
declSlon entonces el paso por este doble descubrimiento peligroso de esa actitud típica de la sociedad técnica, por la
--crítica de las ideologías grupales y de los mecanismos in- que el hombre se niega a correr todo riesgo o a contraer todo
conscientes de autoengaño- no deberá prejuzgar la decisión compromiso no programado, o rompe con excesiva facilidad
que haya de tomar el ejercitante, sino simplemente ponerle en compromisos anteriores alegando que «no sabía» a qué se
situación de decidir. Si no ha de tomarse decisión alguna con- comprometía cuando dio el paso. Esa actitud olvida que el
c~eta, sino más bien esa opción general de hacer de la propia compromiso humano no es sólo mera ratificación de una rea-
vida un cauce de esa Misericordia que sólo actúa por los hom- lidad ya previamente poseída, sino que, en buena parte, es
bres y a través de ellos, entonces la doble meditación de ban- también creación de esa realidad.
deras y binarios comienza a curtir al ejercitante para esa orien- Y todo eso que es típico de la existencia humana en ge-
tación de su vida. Y decimos sólo que comienza, por cuanto neral, es prototípico de la opción creyente por el Reino. Ha-
esa labor de consolidación está reservada propiamente a la cer de la propia vida cauce y transparencia de una Misericor-
tercera y cuarta semanas, como ahora vamos a ver. dia a la que se reconoce como sentido último y raíz de todo,
suena a programa maravilloso y a palabra contagiosa y con-
vincente. Pero los contenidos reales de ese programa no siem-
11. La Divinidad que se esconde , pre contienen tanta lírica como sus formulaciones. Por ello
se hace necesario curtir al ejercitante que ha optado así. Y
Resumamos una vez más cuanto llevamos dicho: la se- para eso, lo pedagógico será hacerle vivir de antemano todas
gunda semana quería entusiasmar al ejercitante con la con- las dificultades, para que luego no se sienta desprevenido ni
templación de Alguien que vive para el Reino -y que es el llamado a engaño. Las vivirá, no directamente en su propia
Reino mismo en cierto sentido- de modo que su vida tiene carne, pero sí en la carne de Aquel a quien sigue y que ahora
una dimensión de profundidad que trasciende la de una vida lo supone todo para él. De tal manera que, en cierto sentido,
cualquiera. Y por eso era preciso ese «conocimiento interno» el ejercitante ha de ser no sólo testigo sino partícipe de esa
que atisba a la Divinidad, que degusta Ja Misericordia de Dios dificultad, ante la cual no deberá arredrarse después. De ahí
actuando en Jesús. Se espera que el ejercitante salga de ahí la petición de esta semana: dolor con Cristo doloroso y que-
entusiasmado y decidido, y por eso se procuraba aquilatar al branto con Cristo quebrantado os>.
máximo esta decisión. Tiene, pues, la tercera semana una doble finalidad: por
La tercera semana intenta mantener en pie al ejercitante un lado crear una situación de sym-patheia, de com-pasión,
a través de todas las dificultades que le van a salir a su op-
ción, y que son mayores de lo que él se piensa. (18) 203.
238 ESTE ES EL HOMBRE
HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRISTIANA i :l 1J

expresada por la petición que acabamos de citar y, por otro principio. Más bien intentará sacar del ejercitante por esta
lado, crear 1:1:1ª situación ?e «ejemplaridad», expresada por la vía de la com-pasión (en el sentido más noble del término),
recomendac1on de «considerar cómo la Divinidad se escon- lo que ya no se le podría pedir por un imperativo directo.
de» o9>. Lo que el imperativo ético ya no puede pedir quizás lo dará
Este escondimiento de la Divinidad es en efecto la úl- (más que exigirlo) el hecho existencial de Cristo y del mundo
tima raíz teológica de todas esas dificultades' que ahora' quizás cristificado que me afecta. Realizar al hombre no es un her-
no sospecha el ejercitante, ilusionado por la belleza del pro- moso programa fácil, sino un programa incomprensiblemente
grama. Es la kénosis de Dios en el mundo, que nace de Ja trágico. Y quizás el hombre de hoy necesita más particular-
kénosis de Dios en Cristo, y que constituye el escándalo del mente esta consideración, por cuanto nos hemos acostumbra-
cr~yente, la demos.tración de la enorme seriedad del mal, y la do en exceso a considerar el dolor del mundo exclusivamente
raiz de la frustrac16n de la historia. Por eso la Pasión debe bajo el punto de vista del análisis técnico, como el médico
s:r le~da y meditada extendiéndola, por una parte, a toda la que discute causas y efectos sin importarle ya demasiado el
historia en la que, como ya decía Pascal, «Cristo sigue en dolor del enfermo. Es preciso pues que lo que, en otros mo-
agonía» . Y, extendiéndola por otra parte a toda la vida de mentüs, se analizará socialmente, sea vivido ahora espiritual-
Jesús, que la Cruz asume y de la que decide: la tercera sema- mente como pasión de Cristo, pasión del Reino y, en defini-
na como consecuencia de la segunda y no como simple obs- tiva, como pasión de Dios y, por eso, como pasión propia.
táculo marginal e innecesario y que podría ser apartado del Por aquí creo que discurre la función de la tercera semana y
camino. La Divinidad no se esconde sólo en la pasión de de la Divinidad que se esconde. Porque en fin de cuentas,
Jesús sino en toda esta vida nuestra en la que tantas veces cuando la Divinidad se esconde son también el hombre y el
nos faltan las señales más elementales de la Misericordia en mundo los que se nublan.
toda esta hora «en que los que os maten creerán dar cu1~o a Otra vez hemos de prescindir de los contenidos concre-
Dios» (Jn 16,2). Resulta impresionante ver esta frase casi tos de estos «ejercicios» (ya he apuntado la enorme impor-
cínica, en los labios de Aquel que sabemos tenía la exp~rien­ tancia que doy a la oración del huerto) . Pero quizás valga
cia más profunda de la paternidad de Dios. Y así sucesiva- la pena subrayar que es muy útil dedicar algún ejercicio a la
mente. fe y fidelidad de Jesús, que engloban toda la historia de su
También la otra finalidad de esta tercera semana -la vida y pasión.
que expresa su petición y que hemos definido como situación Y otra observación: quizás es este el momento de reto-
de sym-patheia- ha de ser extendida de la pasión de Jesús mar algunos temas concretos, que pudo parecer que quedaban
a la pasión del mundo: el dolor con Cristo doloroso es tam· orillados por la interpretación que hicimos tanto del Principio
bién dolor con el mundo dolorido, cuerpo real de Cristo y y Fundamento como de la primera semana. Por ejemplo, el
lugar actual de encuentro con El ( cf. Mt 25, 31 ss). Pues tema de Dios. Era muy frecuente en los esquemas tradiciona-
Jesús es el Reino, y el Reino es lo que padece en todo este les comenzar los Ejercicios con una meditación sobre Dios
mundo doliente. que se centraba inevitablemente (y no podía ser de otro
La tercera semana, por consiguiente, marca un momento modo) en la relación Absoluto-creatura. Sin perder nada de
duro. Pero no es la dureza de un campo de entrenamiento lo que tenía de válido, aquella meditación puede ser recupe-
para kamikazes; y la consideración de la oración del huerto y rada ahora, ante el Crucificado, en una especie de ecce Deus,
de la debilidad de Jesús debe dejar esto bien claro desde el añadido al ecce Homo joanneo, que sitúa la relación Absoluto
creatura en el marco misterioso del Dios cercano, a mcrct•d
(19) 196. del hombre e identificado con él en Jesús. Desenmascarados
240 ESTE ES EL HOMBRE HA CIA Ul\A NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRIS'fl ANJ\ ~ 11

los ídolos por la Cruz, el «tanto-cuanto» ignaciano puede re- La cuarta semana considera como fundamental y como
c?bra~se desd~ el Crucificado, en el sentido de que nada es necesario el que se haya pasado por la experiencia de ese sen-
fm: ru la santidad es fin, ni la Iglesia es fin, ni la democracia tido. Pues es coherente desde el punto de vista psicológico el
es fin, ni el socialismo es fin ... Y en su idolización está siem- que, en el momento mismo de la oscuridad y de la dureza, no
pre el pecado. exista manera de descubrir la posibilidad de integración de
Y por ejemplo también: el tema de la muerte. La muer- aquellas horas negras que, de otro modo, dejarían de ser tales.
te de Jesús conduce a otro cambio del sentido de este tema El mismo que dijo: «Dios mío ¿por qué me has abandona-
que deja de ser una «verdad eterna» para pasar a ser un~ do?», es aquél en cuyos labios aparecen estas otras palabras:
transformación de la dura «verdad» de esta vida. La muerte «¿Acaso no era necesario que el Mesías pasase todo eso .. . ? »
e~, sin duda, la verdad que «subyace» ( Heb 9,27) a toda ( cf. Le 24, 26 ss) . He aquí la función de la cuarta semana.
vida humana. Pero, si no se supera este nivel de considera- Utilizo la palabra «sentido», en vez de la ignaciana «con-
dó?-, la contemplación de la muerte sólo dará lugar, en el suelo», porque no se trata de rebajar la cantidad del dolor,
meJor de los casos, a una cierta «sabiduría»: a una especie de sino en todo caso, de situarlo en otro contexto: un contexto
desprendimiento relativizador de las cosas y teñido de cierto que sólo si previamente ha sido vivido y asimilado, dejará
asc~tism? distai:te. Y sin embargo, cristianamente hay que quizás en pie algún empeño o fibra ~ue trate de hacerlo pre-
decir ~as : no solo que la muerte es la verdad que subyace a sente en el momento de la noche oscura. Y, aun así, no con-
toda v1da humana, sino que esa verdad última ha sido trans- viene desconocer que en la vida existen situaciones de tal bru-
formada: que, en adelante, morir es morir en Cristo y es, por talidad que, probablemente, serían capaces de destruir abso-
eso, pascua y paso. Y ello posibilita anticipar la muerte y lutamente a cualquier persona; sólo hay que evitar la preten-
aceptarla ya desde ahora, como paso a los brazos del Padre, sión de que tales situaciones ya se dan simplemente cuando
en lugar de sólo defenderse de sus heridas mediante una cierta la dureza de la vida me afecta a mí, en mi carne, en vez de
desesperanza o escepticismo inmunizador. Precisamente esta afectar a otros .. .
e~periencia de la .muerte como «paso » ayuda a curtir al ejer-
citante para las diversas «muertes» concretas que trae consigo En resumen, la cuarta semana ilumina a la tercera no
el seguimiento de Jesús, y la puesta de la propia vida al ser- en cuanto que le niega su brutalidad, sino en cuanto que le
vicio de la Misericordia. niega la última palabra (y «última» no sólo en el sentido cro-
nológico) . Y esta misión consoladora intenta evitar que la du-
reza de la tercera semana quede reducida a una cuestión de
111. El «oficio de consolador» del Resucitado. empeño y fuerza de voluntad. El cristianismo no es una reli-
gión para héroes, aunque haya arrancado de muchas personas
La cuarta semana es inseparable de la tercera cuyo re- los actos más heroicos. Y el ser humano tampoco está hecho
verso constituye y con la que forma, por tanto, una unidad. con madera de héroe, aunque pueda haberse comportado co-
En realidad, para que el ejercitante esté «curtido» ante todo mo tal en algún momento. El esfuerzo que es fruto de lavo-
lo que pueda venirle, no ha{:e falta sólo que lo conozca y lo luntad y del imperativo categórico acaba por criar mala san-
haya previsto. Es preciso que sepa además que tiene un sen- gre y por endurecer a las personas, y esta es una de las leccio-
tido. Un sentido que no sólo es razonable desde el punto de nes más repetidas por la vida. En cambio, el sacrificio que hu
vista intelectual, sino también experimentable existencial- brotado del cariño, de la espontaneidad y del caudal de gozo,
mente. Y un sentido que no sólo podrá quizás ser atisbado no endurece tanto. Es capaz de hacernos más comprensivo11
después, sino que ya ha sido revelado antes, en la Resurrec- o, por lo menos, menos tensos. Cuando no hemos sido gene
ción de Jesús. rosos por la fuerza de alguna ley, tampoco trataremos d<" i111
242 ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS D E LA IDENTIDAU 110811,\N '11

poner la ley a los demás. Y lo que cuenta decisivamente para comprpmiso, en los que «la Divinidad se escondt'», M' 11111111
poder ser cauces de la Misericordia es evitar convertirse en la Resurrección. No precisamente por encima de clloi., 11111111
personas de ésas a las que el bien, en vez de haberlas hecho si fuera un manto piadosos o una gasa que cubre In lw11d11
bondadosas, las ha vuelto resentidas, hurañas o de mal genio. nos dispensa de verla mientras la herida sigue existic111111 N11
Si el cristianismo no es una religión para héroes, los Ejercicios precisamente así, sino más allá de toda esa dureza quL-, ni11111
no pueden ser, en absoluto, un campo de entrenamiento de hemos subrayado, queda transformada pero no negacln 111 ·.11
guerrilleros, kamikazes o terroristas del bien. Y, por más alie- primida.
nante que esto pueda parecer a todos los reductores «éticos» Pero otra vez hemos de insistir en que aquí no se trnta de
del hecho cristiano, quizás ahí reside el desafío decisivo del ofrecer contenidos concretos, sino de describir los pasos '¡,.
cristianismo: su debilidad que es la fuerza de Dios ( cf. 1 una experiencia espiritual, gradual y compleja, por cuanto
Cor 1,24). su innegable simplicidad está hecha de una constante e incó
Esta es entonces la importancia de la cuarta semana. Y. moda dialéctica. Permítase por tanto que, antes de concluir,
quizás ahora se vea cómo, sin ella, queda efectivamente manca reproduzcamos una vez más las diversas etapas de toda l:t
no sólo la tercera, sino toda la experiencia espiritual de los experiencia que hemos intentado describir.
Ejercicios. a. Una primera experiencia que es ya raíz y germen de
Para ello puede ser muy buena ayuda el considerar des- toda la trayectoria: la profundidad inaudita del mal y la rea-
pacio la transformaci6n de los apóstoles, ocurrida a partir de lidad increíble de la Misericordia (primera semana ) .
un escándalo que, en algún sentido, era más insuperable que b. Un segundo momento que es, en cierto modo, el de-
el del propio Jesús. Y en la que aparece suficientemente claro cisivo de los Ejercicios ignacianos: la comprensión cristoló-
que aquellos hombres no regresan por una especie de impera- gica de que esa Misericordia victoriosa no actúa si no es por
tivo moral de ser más fuertes que las dificultades: vuelven los hombres y a través de ellos (segunda semana).
porque algo les ha transformado. Y ese es el «oficio de con-
solador» del Resucitado. c. La constatación de que ese actuar no es un camino
fácil, sino lleno de dificultades y de posibilidades de fracaso:
Son igualmente ayuda las leyendas postpascuales de los que se da en medio de esta misma vida y sin eliminar nada
evangelios, que difieren incluso literariamente del resto del de su prosa, su dureza y hasta su escándalo (tercera semana).
texto evangélico, y donde, incluso al nivel del recurso litera-
rio, la presencia de un tema tan humano y tan extraño como d. Y finalmente, como último paso, la vivencia de que
el de la sorpresa, contribuye a sugerir un clima nuevo en el toda esa dureza que se le ha puesto delante al ejercitante y
que el «oficio de consolador» no necesita ya ser descubierto que a lo mejor crea temor o inseguridad, está iluminada. No
por aquel «conocimiento interno» que había de captar a la es sin más opaca, sino que tiene un sentido (.cuarta semana).
Misericordia como presente en J esú.>. Ahora se impone más Esta seria en mi opinión la experiencia espiritual que
bien por sí mismo, en una situación que era de aparente au- intentan comunicar, o, si se prefiere, la trayectoria expericn
sencia de consuelo, y a partir de un determinado gesto del cial por la que intentan llevar los llamados Ejercicios e.le
Resucitado que ilumina de repente todas las os-curidades an- san Ignacio. Queda no obstante como un último punto cuya
teriores, como pasos en el proceso que ha llevado hasta su consideración se nos impone al llegar aquí: de hecho los
Presencia actual victoriosa y definitiva. Y ojalá que esta expe- Ejercicios no concluyen con la cuarta semana, sino con 1111
riencia pascual llegue a crear en el ejercitante unos ojos nue- nuevo y, en cierto modo, desconcertante «ejercicio» que, tld<'
vos o un nuevo «conocimiento interno» que esta vez sea capaz más lleva el nombre extraño de «Contemplación parn :1lrn11
de descubrir que, debajo de todo este dolor del mundo y del zar ~mor». ¿Aporta algo a cuanto llevamos expues to? ¿Ti<'ll<'
:.! 11
H ACIA UNA NUE VA PRA XIS DE LA IDENT IDAD C RJ STJ A:-.A :.! 1 t
ESTE ES EL HOMBR E

éllgún papel a jugar dentro de la trayectoria experiencia! que vías <20 > suministran también una cierta descripción de esa ut
hemos intentado describir? ¿Dice algo que hoy pueda seguir titud. Por ejemplo, la observación sobre el difícil equilibrio
siendo válido y que constituya material de experiencia, más entre obras y palabras, en que el amor consiste. En una situa-
allá de sus fórmulas que suenan a consideración piadosa del ción de cristiandad y en un ambiente de místicos y alumbra-
más rancio espiritualismo barroco? dos, Ignacio tiene que insistir en que las obras cuentan más
que las palabras -sin excluir por eso a éstas-. Pero es muy
posible que en un mundo como el nue~tro, .dominado a ~odos
El problema de la Contemplación para alcanzar amor. los niveles, conservadores y revoluc10nanos, por la idola-
tría de la eficacia, convenga insistir algo más en que las obras
pueden darse, a pesar de todo,, sin nad~ d~ amor: n:°,i:ara e~­
Cuanto queremos decir cabe en la siguiente fórmula: las cluirlas evidentemente, pero s1 para d1bu¡ar ese dificil eqm-
posibilidades de recuperación de la «contemplación para alcan- librio a que apunta la actitud que se intenta conseguir.
zar amor» radican en que sepa hacerse una traducción de su
texto desde la naturaleza hasta la historia. Y esta actitud consta como de tres elementos: conside-
rar los beneficios recibidos <21 >, mirar cómo Dios habita en las
Empezando por su pomposo título. En realidad, esta creaturas <22 > y considerar cómo Dios trabaja <23 >. Sobre ellos
última contemplación parece ser un puente tendido que em- recae la tarea que hemos enunciado de una especie de tr~sla~o,
palme la experiencia de los Ejercicios con la experiencia coti- desde el mundo y el lenguaje de la naturaleza al de la historia.
diana de cada día, igual que dijimos que el Principio y Fun- Para el primero de los elementos enunciados, este pro-
damento constituía la plataforma o puente levadizo que anu- grama significará simplemente una actitu~ prof~nda de recon-
daba la vida del ejercitante con aquel «positivismo cristoló- ciliación con la propia historia. Una cons1derac1ón puramente
gico» de la primera semana. La contemplación intenta, por estática de los beneficios recibidos, tal como muchas veces se
tanto, delinear una actitud ante la vida y las cosas, en la que propone al exponer esta meditación, lleva ínsensiblement: a
sea posible mantener la seriedad y la intensidad de lo que esa actitud falsamente «religiosa» que sólo descubre a Dios
se ha vivido en los Ejercicios. Al revés que muchos de sus su- allí donde las cosas me van bien a mí. Con lo que difícilmente
cesores, san Ignacio parece creer muy poco en los «propósi- se evita el hacer de Dios una especie de ventaja personal. En
tos de Ejercicios»: sabe perfectamente que todos esos buenos la actitud que buscamos se tr~ta de algo m~~ho más profa.~ndo
deseos suelen pecar de irreales y suelen quedarse en agua de y difícil: más allá de la propia autodecepcion, y mas .alla. de
borrajas al primer contacto serio con la dureza de lo real. En la autonomía del mundo y del respeto absoluto de ~10.s.por
cambio, cree más en la eficacia de una verdadera transforma- las causas segundas, es ofrecida a todo hombre la po.sib1~idad
ción, de una actitud interior que (aun cuando puede ir siendo de releer la propia vida como historia de una Fidelida~ :
desgastada por el roce con la brutalidad de cada día) , sin em- como historia de la fidelidad de Dios más fuerte que el propio
bargo puede tener a su vez cierta capacidad para transformar pecado y que la buena o mala suerte. La importancia de esta
esa cotidianidad. actitud no hace falta ponderarla. Al hombre le cuesta cada
Y esa actitud interior es lo que, en el título de la con- vez más el vivir auténticamente reconciliado con la propia
templación se denomina «amor». No vale la pena discutir so-
bre el nombre. Igualmente podríamos hablar de un «ejerci-
230 y 23 1.
cio para llegar a ser contemplativos en la acción» (o contem- 234.
plativos en la revolución, como puede decirse para hoy) sin 235.
alejarnos en exceso del lenguaje ignaciano. Las dos notas pre- 236.
246 ESTE ES EL H OMBR E IIACIA UNA N UEVA PRA.XIS DE LA IDENT IDAD (JIU ijTl,\N ,\ 1 '~ l7

historia y, sin querer, tiende a buscar esa reconciliación en una naturaleza. Pretendemos más bien que la consideración J e [,,
variante secularizada del antiguo rito del chivo expiatorio, naturaleza no nos haga olvidar la historia. El clásico hobi1ur
proyectado esta vez sobre las «estructuras» o sobre los propios de Dios «en las florecillas» es demasiado cómodo y demasiuJo
«traumas infantiles». Pero este ritual tampoco acaba de recon- tranquilizador. Exclusivizado, puede hacernos cerrar los ojos
ciliar al hombre consigo, porque no llega a cubrir todas las di- a ese habitar privilegiado de Dios en la historia y en el hom
mensiones de lo humano: el hombre no es sólo sus circuns- bre, que es más trágico pero es también más interpelador.
tancias sino también lo que él ha hecho con ellas. «Las cir-
cunstancias hacen al hombre pero también el hombre hace a Finalmente se trata de tener capacidad para descubrir
las circunstancias», había dicho un personaje tan poco sospe- que «Dios trabaja». También este punto es fácilmente trans-
choso en este punto como K. Marx. La reconciliación con la planrable de la naturaleza a la historia, y se vuelve entonces
propia historia es absolutamente necesaria y es una fuente enormemente rico. «Dios es admirable en sus santos», decía
de~isiv~ ?esalud psicológi~a, la cual puede que sea hoy la una antigua traducción de un salmo, que expresa perfectamen-
te lo que ahora intentamos describir: Dios trabaja a los hom-
mas cristiana de todas las vutudes. El Magnificat, como carta
de identidad de la actitud cristiana, es una de las pruebas bres, trabaja los corazones humanos, y su trabajo aparece allí
más claras de ello. donde podemos encontrarnos con algo de bondad. Si no inter-
El segundo punto del texto ignaciano también es sus- viene en el mundo contra las causas segundas, sí que inter-
ceptible de una traducción de la naturaleza a la historia. «Dios viene llamando a los corazones humanos: Dios no hace sino
mora» en el mundo, pero no simplemente «dando ser en los haciendo que hagamos.
elementos, vegetando en las plantas y en los animales sen-
sando ... » <24). Dios habita en la historia en cuanto la vemos y Lo que pide, pues, este tercer punto es una capacidad
vivimos como polarizada por el Reino. Habita en el pobre habitual para captar y admirar la bondad de los demás. Una
como llamada para nosotros a que deje de ser pobre, habita admiración que no debe estar hecha de engaño o falsifica-
en el afligido que conoce el consuelo y en el oprimido que ción: ¡cuántas veces, creyendo admirar a otro, admiramos
encuentra la libertad (Le 4,18). Habita allí donde lo humano una imagen que hemos proyectado sobre él de acuerdo con
se esponja, donde el hombre se realiza como hombre y nace nuestro gusto! Pero aun así, y en medio de todos los realis-
la humanidad en el establo de inhumanidad que somos cada mos que la vida imponga, puede que una de las actitudes mús
uno de nosotros. Habita en esa incomprensible llamada que ricas del hombre sea la sensibilidad para captar la bondad de
marca a toda la historia, y en la que es posible recuperar los demás, para dejarse impactar por ella y para admirnrln,
aquella esperanza de que se habló en el Principio y Fundamen- puesto que la bondad es ciertamente lo más hermoso y ndmi
to: esa capacidad de esperar que ninguna frustración reduce table que encierra la vida: mucho más que las pucsllls de sol
totalmente a cenizas, porque siempre quedan esas pavesas y que las flores del campo. Y ello aunque se ltnlc e.le.: una
que vuelven a encenderse y que vuelven a hacer arder las lla- bondad que siempre está mezclada con mucho h:11-ro, como
mas de la esperanza. Todo eso es la historia en cuanto polari- también las puestas de sol están a veces mezclndns t'lll1 nuhc.:s,
zada por el Reino. y las flores del campo con polvo y terrones cnr~·111 c.:s de.: b<:·
Con ello tampoco pretendemos que el paso a la historia lleza.
nos haga olvidar la naturaleza, cuando el hombre moderno
ya comienza a sufrir bastante por su olvido y desprecio de la Finalmente, esta triple actitud de tc.:co11ciliación con la
propia historia, de captación de la presencia de Dios en la
historia como llamada, y de sensibilidad para el trabajo de
(24) 235. Dfos en las personas, ha de pcrcibfr estas Lrcs realidades como
248 ESTE ES EL HOMBRE

«descendientes de arriba» <25> y, por tanto, como referidas a


Dios. Este es el último punto a que alude el ejercicio final.
Ello nos quiere decir que las posibilidades de reconciliación
con la propia historia, de atención a la llamada de la historia,
y de admiración de la bondad de los hombres, son en sí mis,
mas posibilidades humanas que, en cuanto tales, también
están abiertas al no creyente. Los ojos de la fe no nos hacen
descubrirlas (o, al menos, no necesariamente). Lo que sí
nos hacen es re/erirlas a su Fuente. La triple actitud que he-
mos intentado describir, recibe así lo que podríamos llamar su
«objeto formal»: el prisma que la colorea explícitamente co- 8
mo actitud creyente. Y entonces queda esbozado el puente CELIBATO Y OPCION DE CLASE. APROXIMACION
levadizo desde los Ejercicios a la vida de cada día, el camino A LA VIVENCIA DE LA GRACIA EN LA TEOLOGIA
por donde la acción cotidiana y la vida deben iluminarse, y DE LA LIBERACION *
por donde hemos de descubrir esa dimensión profunda de lo
real, que a veces se escapa a nuestras miradas rápidas, super- Introducción.
ficiales y tecnicistas, haciéndonos tan difícil el juntar a Dios
y la realidad a nivel vivencia!, por más que sepamos que no El problema de la «justificación por la fe» y el valor de
debemos separarlos, a nivel teórico. las «obras» en la vida cristiana es uno de los problemas
Efectivamente, esta triple actitud que decimos que traza centrales que han de presentarse a una teología de la
el camino de salida y de enlace con la vida, puede cuajar como liberación ( TL) que es ya adulta y que goza de pasaporte
talante o modo de ser de quien ha pasado por la experiencia teológico. Y esto por varias razones:
espiritual de los Ejercicios: de quien cree en la Misericordia no a) En la «justificación por la fe» (prescindiendo de
porque desconozca el mal, sino a pesar de él. Y de quien, por que el término sea modernamente inexpresivo), se trata de
esa fe incondicional, está dispuesto y deseoso de convertir su algo que es medularmente cristiano; quién sabe si lo más
vida en transparencia y cauce de acción de esa Misericordia, específicamente cristiano. Y se trata de algo sobre lo que hoy
que él vive como clave última de todo. Algo así me parece que en día existe un acuerdo básico sustancial, entre todas las
es la experiencia espiritual de la que han nacido los Ejerci- denominaciones cristianas.
cios ignacianos y que ellos intentan suscitar. b) La TL, en cuanto reflexión sobre y desde l~ praxi~,
es primariamente una «teología espiritual», en el me1or sena.-
do de la palabra, como ha subrayado infinidad de veces Gus
tavo Gutiérrez. Y la bandera de la «justificación por la fe» la
levantó Lutero frente a una teología oficial más o menos
esclerotizada como expresión de la necesidad de una « tcolo
gía espiritual» que entroncara con su situación vital y su
experiencia concreta.

(25) 237.
* Original en Christus (México), mayo de 1978.
250 E STE ES EL HOMBRE HACIA UNA NU EVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD t:H.18'11/\N.\ :l!°l 1

c) Desde posiciones conservadoras, el enunciado de la celibato de imperativo ético; y en otros muchos pod(n ser 1111
«justificación por la fe » puede ser, y ha sido, esgrimido con- celibato fariseo, puritano, reprimido y hasta inconsecuent e:
tra la TL, como si ésta pudiera representar una nueva recaída una forma de «hacer méritos» o de «ser mejorn gue lus
en alguna forma de justificación. por las obras. Al menos demás que, a la larga, acaba «exigiendo» (en el ciclo, 1wru
-formulando lo mismo en negativo- parece innegable el pronto también en la tierra) un trato digno de esos méritos y
lazo que existió en Lutero y en ciertos protestantismos, entre de esas mejorías. No será ilógico que tal actitud se vea ante la
justificación por la fe y conservadurismo político. Ello susci- tentación inconsciente de valorarse sólo por el rango o por
ta espontáneamente alarma y sería malo que esa alarma lleva- las filas en las que está («estado de perfección », etc.), des·
se a la falsa tentación de eludir el problema. preciando como cosa secundaria su autenticidad y su veraci-
d) Si además tenemos en cuenta que el antiguo térmi- dad. Por extraña que pueda parecer semejante consecuencia,
no de «justificación» puede ser traducido (al menos en algu- quizá la situación de la Roma renacentista la confirma.
nos de sus usos) por el de «liberación», es fácil caer en la Lutero reaccionó contra esa forma de vivir la vida reli-
cuenta de hasta qué punto es ineludible el afrontar dicho pro- giosa y éste es el valor perenne de su gesto, p"or encima de
blema, para una TL. Y planteadas así las cosas parecería tener mil anécdotas discutibles: «Si buscas a Dios valiéndote de
ventaja la teología conservadora, que podría hablar de «libera- tus obras, tus ayunos ... , no conseguirás más que hacer el
ción por la sola fe» y tachar de «pelagiana» a la TL. Pero esa juego a Satanás y perder, para tu desesperación, a Dios y a
ventaja podrfa ser sólo aparente: podría ser la ventaja de su todas las cosas», escribirá en su comentario a los Gálatas. La
propia unilateralidad, que la vuelve heterodoxa. Al menos, mu- reacción fue brutal y provocativa: públicamente rompe con
chos teólogos de la liberación tienen razón para maravillarse de su situación de monje y con su celibato. En Roma resultaba
que ciertos supercatólicos y supertridentinos en el campo de fácil escandalizarse de ello, puesto que sólo se captaba la
la teología «personal» se vuelvan repentinamente superlute- materialidad del gesto, sin saber leer la crítica radicalmente
ranos en el campo de la teología «política». En aquélla acep- cristiana que el gesto, en su ambigüedad, realiza : ni el celiba-
tan lo de «fe y obras», mientras en ésta apelan a la «sola fe» : to ni la vida religiosa pueden ser vividos como imperativo
¿en qué quedamos? ético ( de «perfección»), ni como lección puritana, ni como
En estas notas no se trata de resolver el problema, sino autojustificación farisea. Son simplemente un don o no son
sólo de una aproximación sugerente al mismo. Una aproxi- nada. Y si para el catolicismo oficial de entonces no eran un
mación concreta y que, para ello, intentará valerse de dos don, Lutero hacía bien en concluir que no eran nada. Y en
conceptos, que han sido, de hecho, goznes de la discusión, en cuanto pone esto de relieve, no hay que temer la afirmación
la cuestión de la justificación por la fe y en la TL : la polémi- de que el gesto de Lutero es uno de los más cristianos de la
ca de Lutero contra el celibato romano, por un lado, y la historia de la I glesia. Más que ataque a la moral resultó
opción de clase, por otro. servicio al carisma. Y quizá por eso no es ahí donde hoy
tenemos nosotros el problema.
El ataque de Lutero al celibato como justificación por las
obras. La opción de clase como «autojustificación» y como gracia.

La historia de Lutero es conocida. Su ataque al celibato Pero para nosotros hoy puede ser enriquecedor el des-
y a la vida monacal fue un ataque principalmente contra la cubrir que algo semejante podría plantearse a propósito de la
forma como eran vividas esas realidades. Lutero polemizó opción de clase. Naturalmente que con una diferencia esen-
contra un celibato que, en el mejor de los casos, sería un cial, pues el celibato o la vida religiosa pertenecen al nivel de
252 ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS D E LA IDENTIDAD C RISTIA NA :.!!"11

lo que es «supererogatorio» o de lo que son carismas diver- gués sin ninguna clase de traumas : sabiendo que deben ser
sos, mientras que la opción de clase pertenece más bien al perdonados por él, pero también acogiendo con gozo y grati-
nivel de aquel «segundo mandamiento» que es semejante al tud el perdón que reciben. Sin pretender ignorar ese origen
primero (Mt 22, 39) . Pero esto mismo no hace sino agudi- como algo carente de importancia (puesto que sigue pesando
zar el peligro de que, de tal manera sea vivida la opción de en la contextura psicológica del cristiano comprometido) y
clase, que se le anule como experiencia de gracia. sin pretender tampoco que ya queda justificado por el «méri-
También la opción de clase puede obedecer a un impe- to» de su opción de clase. Pues ambas posturas llevan el
rativo categórico. También ella puede ser puritana, autosufi- peligro de conducir después a búsquedas de poder, más que
ciente, farisea o agresiva. Más aún: por la dinámica de la de servicio, en el seno de la clase por la que se optó.
psicología (Pablo diría de la hamartía) humana tiende fatal- ¿Quién sabe si ese tipo de represiones no estará en la base
mente a convertirse en eso. Y, sin embargo, optar por el del falso radicalismo con que algunos cristianos abordan las
pobre no puede ser una forma de ser mejor que los demás ni realidades políticas? Una radicalidad como esa, puritana, incor-
debe obedecer a una especie de prisa angustiada por vernos diante e irreal, ¿no parece brotar de una oculta e inconfesada
libres de su presencia, para eludir el impacto y la acusación necesidad de compensaciones? La menor radicalidad de las ma-
que el pobre nos dirige y que no le permiten al hombre sas no sietnPre procede necesariamente de que no saben lo que
hacerse muchas ilusiones sobre sí mismo. Optar por el pobrt quieren o de que tienden fatalmente a lo fácil e inmediato. A
tiene que ser necesariamente encuentro con el Señor ( Mt 25, veces sí. Pero a veces puede proceder de una mayor integra-
21ss). ción interior que la de sus supuestos portavoces venidos de
Por otro lado, la impregnación burguesa es inelimina- fuera.
ble, y no creo que nadie pueda separar lo que hay en ella de En el descubrir que la propia opción de clase no es obra
simple acuñación cultural, de comprensiblemente humano y ni mérito personal, sino don de lo alto que debe ser acogido,
de raíz de toda pecaminosidad. Y ello puede dar pie a que la protegido y agradecido, y que tiene mucho más de maravilla
opción de clase, igual que dijimos del celibato, engendre re- que de imperativo, mucho más de salvador que de «capacita-
presiones más o menos conscientes y provoque quizá inconse- dor» para salvar, ahí radica la primera posibilidad de una
cuencias, a las que se intentará amparar justificándose en el experiencia de la gracia é:n el mundo de la lucha política, tan
«mérito» o en el «rango» de la opción de clase, o a las que se opuesto aparentemente a esa experiencia. Ahí radica también
encubrirá ideológicamente como si carecieran de importancia la imposibilidad de una «certeza» autosuficiente sobre la
(«afrontar cuestiones de moralidad personal es pequeño-bur- propia justificación, semejante a la que Trento enseñaba.
gués», etc.) . Y todo eso será sólo una primera posibilidad de cxpc
Una tal opción de clase sería cristianamente deficiente rienda de la gracia, pero creo que sin ella ya no habrá ningu-
y puede suscitar reacciones parecidas a las de Lutero: en el na otra posible.
fondo podría contribuir a confirmar en su postura de clase a
los elementos de la clase opuesta y en ello tendría su parte le Conclusión.
culpa el protagonista de esa opción deficiente. Sólo cuando
sea vivida como don, y no como obra propia, podrá la opción Todo esto no supone una relativización de In opción de
de clase no sólo respetar de veras a aquellos por quienes dice clase y quien sacara esa conclusión creo que no habría enten-
haber optado, sino incluso interpelar (quién sabe si convertir dido nada de lo dicho. Subrayemos , pues, para concluir, que
también) a aquellos contra los cuales se optó. Sólo entonces la opción de clase es, hoy por hoy, el «Único mandamiento» o
serán capaces muchos cristianos de afrontar su origen bur- el mandamiento <muevo» de la teología <le Juan; y que ésta
254 ESTE ES EL HOMBRE

es la perenne verdad (no meramente filosófica, ni humana, ni


histórica, sino verdad cristiana) de grupos como los cristia-
nos por el socialismo o los teólogos de la liberación. Esta es
también la perenne desautorización joanea de todas las críti-
cas «religiosas» a esos grupos (Cfr. Jn 9, 16. 29-33). Pero,
precisamente por eso, la opción de clase no puede ser vivida
(como antaño no podía ser vivido el celibato) ni como escla-
vitud de la ley, ni como justificación por las obras. Sólo
puede ser vivida como don y, en el más clásico lenguaje
teológico, como «gracia eficaz». Tampoco eso supone ningún 9
extrinsecismo: quien sabe que de sí no tiene más que «menti- OPCION POR LOS POBRES Y OPCION DE CLASE "
ra y pecado» (Concilio de Orange, D. 195) es el único que
puede de veras saber que la gracia es lo más íntimo y propio Es éste un tema por el que muchos cristianos se prc~u11
suyo, no porque proceda de él, sino porque procede de Aquel tan y yo con ellos. Y la razón del problema me paree<: M'l
que le es más íntimo que su propio yo, de Aquel que culmina ésta: la categoría teológica de los pobres no puede identifi
sus dones convirtiéndolos en méritos nuestros y que, de tal carse nunca con su expresión o traducción sociológica. P <:rn
manera da, que hace su don más nuestro que nuestras pro- si no tiene una tal traducción nunca significará nada; con lo
pias obras. Todo el agustinismo es aquí recuperable para la que la palabra de Dios, de «viva y eficaz», se habrá convertí
opción de clase. Y por eso vale de ella toda la teología de las do en vacía.
obras: sin éstas no hay fe o sólo un cadáver de fe. Pero no
porque las obras sean medio o inicio de la gracia y de la He visto ya demasiadas veces que, en este tema, las res-
justificación, sino porque son frutos de ella. Haber pasado puestas no matizadas se sostienen poco tiempo. Antes de llegar
por el drama o por la caída del caballo que implican todas a una respuesta global, quizás convendría ir registrando sim-
estas frases supondrá una auténtica justificación para todos plemente semejanzas, diferencias y consecuencias.
los cristianos que declaran tener, o creen tener, una opción
de clase. Y no habrá ahí lugar posible para el conservaduris-
mo del cristiano, sino sólo para su ser cristiano. 1. Puntos de contacto.
Como punto de partida debería ser claro que no puede
haber realización concreta del cristianismo ni relación autén
tica con el Dios de Jesús, sin una clara preferencia por el
pobre (eso es lo que significa la célebre «pobreza de espíri
tu»). La palabra de Y ahvé repite constantemente en el AT:
no necesito vuestros templos ni vuestras ofrendas: ¿qué po
dréis darme si todo lo hicieron mis manos y todo es mío? Fn

(*) Aparecido e n Sal T errae (nov. 1976) . En realidad, .comu c¡1111 .i•
se vea por su tono esquemático, estas lineas no fueron escn tas pm •' • •
publicadas. Eran a puntes persona les, a modo de b'?c~tos para \ lll 1 ·~ 111111 11
ulterior del tema. Pero ¿quién será capaz de resistir a lll\ cl11 r• 1111 11•
revista cuando sale de caza?
256 ESTE ES EL HOMBRE
H AC IA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRISTI ANA :¿r,7

ese pondré mis ojos: en el humilde y abatido, en el que se determinada clase (vg. la clase obrera) tenga en su mano In
estremece ante mis palabras ( cf. vgr. Is 66, 1-2). Y la vida fuerza y el futuro (tanto si esta última afirmación responde a
de Jesús, Palabra del Padre, viene a ser como la realización un análisis científico de la sociedad como si no), sino que es
concreta de esa frase de Isaías, por sus conflictos con la la experiencia espiritual de la preferencia de Dios por el
religión establecida y sus ojos puestos en el publicano el pobre, y de la protesta del oprimido como protesta de Dios.
samaritano, la prostituta o «la masa que no conoce la l;y y
b.-Por eso , la opción por los pobre incluye, además de
son unos malditos» (Jn 7, 49).
la opción de clase, el interés eficaz por aquellos que no sólo
J?esde aquí me parece que puede establecerse la siguien- son económicamente pobres, sino que «no tienen futuro al-
te tesis: hoy en día no puede haber opción por los pobres guno» y, por tanto, no puede esperarse nada de ellos a nivel
evangélicos sin opción de clase. Dos acotaciones a ella: de eficacia luchadora ( enfermos, subnormales, etc. Vale aña-
. a.-La ~esis dice «hoy en día» para indicar que una dir que los ancianos son uno de los grandes oprimidos de
sene de camb10s culturales producidos en los últimos siglos <1l nuestro siglo, aun en países - o sobre todo en países- don-
dan un relieve y una urgencia particulares al mandato de de están económicamente bien atendidos ... Y quizá habría
superar la distinción entre ricos y pobres, de modo que si ese que situar aquí también el problema del campesinado ... ).
empeño no se pone en práctica los hombres «somos inexcusa- c.-La opción por los pobres es de hecho conflictiva o
bles» ( Rom 1, 20) . se puede esperar que lo sea conociendo lo que es el hombre y
b.-La tesis dice «no puede haber»... Con este modo la sociedad; pero no es por sí misma excluyente ni excomul-
de formular quiero expresar dos cosas: gante. Y por eso no sería cristiana una comprensión mani-
. - negativamente, que la opción de clase, aunque nece- quea de la lucha de clases. El rico es hoy, situacionalmente
saria, no agota todos los aspectos de la preferencia evangélica hablando, el pecador que tiene necesidad de médico (Le 5,
(véase lo que diremos más abajo en 2 b y c) . 31 ) y tiene que ser llamado a penitencia y liberación de su
- positivamente, que la identidad entre ambas opcio- pecado, aunque su curación sea más difícil que el paso de un
nes no es formal, sino de un tipo más bien «sacramental» o camello por el ojo de una aguja 2 • El gran fallo de la Iglesia
sim.bólic?'. Supues~os los condicionamientos culturales y no ha sido tanto el predicar a los ricos cuanto el que esa
soc1opolíticos del siglo XX (aludidos en a) la opción de clase predicación se convirtiera en una confirmación de la posición
es la conc~eción y el signo visible de la dinámica escatológica de clase de aquéllos.
de la ?t~cia, que es un~ dinámica encarnatoria. De modo que d.-Por consiguiente, para los familiarizados, por ejem-
los cnstianos o anuncian y hacen tangible esa misericordia plo, con la terminología ignaciana de «dos banderas » se debe
victoriosa de Dios o hacen que «por su culpa se blasfeme el decir que la opción ignaciana entre dos banderas coincide con
nombre de Dios entre las gentes» ( Rom 2, 24). la opción de clase, sólo antes de realizada ésta; nunca después
de hecha la opción de clase. Pues así como es verdad innega-
2. Matices diversos. ble que la lucha de clases para por el seno de la Iglesia,
también lo es que la lucha entre el bien y el mal pasa por el
Se me ocurren estos tres: seno de la opción de clase. Sólo de esta manera se evitará el
a.-La motivación de esa opción cristiana de clase no es que la necesaria (al menos hoy) mediación de la fe por In
el optimismo intrahistórico ni el oportunismo de que una
(2) Este aspecto lo ha puesto de relieve con razón S. e; ·\I 11 1 ~ ,
(1 ) A el los aludo, p. ej. en La teología de cada día , pp. 185 y 290-92. Salvación de los pecadores y liberación de los pobres según el Evan¡:elio, l'<'~11 11111lu
en e l núm. 60 de Selecciones de T eología (oc tubre-diciembre , l !l7b).
;wq

HACL'\ UNA :\UEVA PRAXIS DE LA IDEN'n DJ\ n C' nlK 11 /\N \ 2'¡ !)
258 ESTE ES EL HOMBRE

Por supuesto, nada de lo dicho significa qLH.: lu 11p1m:i·


política se convierta en una legitimación de la política por la mación de un cristiano al marxismo haya de ser dog111í1l1t11 y
fe~ no crítica 4 • Esto último me parece simplemente de l1111111111i
3. Consecuencias para la Iglesia y el individuo. dad elemental, a pesar de que la necesidad de dogmas, l'll 1111
mundo tan complejo y plural como el nuestro, se ha ht·t !in
a.-Con Jesús, el criterio de la pobreza se hace superior tan acuciante hoy como antaño la necesidad de amuletos, ,¡,.
al de la «pertenencia al pueblo». Entre el pobre «infiel» y el
fetiches o de ídolos.
rico fiel, la opción es clara en favor del primero. Esto basta,
en mi opini6n, para desautorizar la forma como el Vaticano b.-Puesto que la Iglesia se actualiza en la celebracion,
plante6 el problema del PC cuando las últimas elecciones cuya forma privilegiada es la Eucaristía, la celebración. <lcbt·
italianas. Ni el carácter ateo intrínseco o no (la cosa se discu- ría ser el lugar donde esa opción por el pobre traducida en
te) ni la sinceridad o insinceridad de sus promesas (que, al opción de clase se hiciera visible de m~nera sacramen_tal y, .n
menos, se pueden suponer no más insinceras que las de Kis- la vez, profética, es decir: como anuncio de la ~umamdad ~w
singer o Pinochet ), constituyen el punto decisivo para la señor ni esclavo, sin varón ni mujer, la humanidad que Di.os
exclusión del marxismo, sino que la cuestión es si el marxis- se adquirió en Jesucristo y que está ya presente en la Igle~ia.
mo representa o puede encarnar verdaderamente una opción Esto parece implicar como obligación grave lo q?~ pr~scnbc
por los pobres 3 . Temo que si no se enfoca así el problema, Sgo. 2, 2-6: la desaparición de todo puesto ~~ pnvile.gio y de
no se hará más que optar por sí mismo y no por Cristo. Y la toda aceptación de personas en la cele~rac10n ecles1.al, para
acusaci6n hecha a los católicos que dieron su nombre a las aquellos que son privilegiados en la tierra ( s~an Jefes de
listas del partido de que habían roto la comunión eclesial, me Estado autoridades civiles, personalidades eminentes o
parece un remedo de Ja acusación del hermano mayor al padre «bienh~chores insignes» ... ). La persistencia de tales acepcio-
del pródigo, de que «había roto la comunión familiar». Todo nes de personas, hechas «según la carne», m~ parece .hº_Y
esto ocurre así aunque se hable de «optar por Dios», etc. pecaminosa. De hecho, hay cristianos que se sient:n. eximi-
Pues Dios no está allí donde se le confiesa de palabra, smo dos de tomar parte en la celebración en esas con~ci.or;ies · · ·
allí donde su justicia es proclamada. No sé. Pero, al menos, mientras dure un mundo dividido Y
hostil, debería ser sustituida esa «acepción de personas» i:or
un puesto visible de preferencia .P~ª aquellos que son soc10-
(3) N o deberíamos olvidar nunca, por más que haya quien se lógicamente hablando «clase oprimida». De modo que _el po-
empeñe en ello, aquellas palabras de Mounier:
<<Además hay que pone rse de acue rd o sobre lo que se llama comunis- bre se sintiera en la Iglesia como en su ca_sa Y el neo se
mo. Visto desde Chaillot es una bestia horrorosa; desde las diversas sintiera en ella como admitido por pura gracia: «que se gio-
Sorbo nas, un sistema erróneo; desde el hotel Matignon, un complot ríe el hermano humilde de su preferencia y el rico de su
contra la seguridad del Estado. Visto desde los suburbios de Mon-
treuil o de Clichy es la textura de los r éprobos, la única que cuenta humillación» ( Sgo. 1, 9).
a sus ojos, la única esperanza d e sus días. Montreuil no es infalible,
pero Ivfontreuil está en el corazón del problema: nosotros rehusamos Y para el individuo:
l a abstración que omite el punto d e vista d e Montreuil. Muchos de
los que disertan sobre el comunismo tendrían que ir a mezclarse con - La opción de clase nunca podrá ser una excusa pnru
l as casas y los hombres de este suburbio que se lla m a rojo y que de dispensarse del amor conc~eto, p~rtic:iJariza,do, q~e « toc~t» 11
cerca es tan sólo g ris, tan g ris que el color de sus días parece sellado
p ara siempre ; este suburbio que parece asediar a París y que basta las personas singulares . Tiene mas bien ah1 la piedra de to
recorrer para darse cuenta d e que es París el que lo cerca . .. No, nuestra
filosofía no quiere renunciar a estas malas compañías; n ada le hará
romper su alianza con esos r éprobos». (En Las certidumbres difíciles, (4) Cf. como ej emplo el intento d e L. Ragaz: ver 1.11 trolot/11 11~
citado por A. C. Comín en la Introducción a las Obras Completas de cada día, pp. 293-352.
Mounier, vol. I, p. LI, Barcelona, 1974) .
260 ESTE ES EL HOMBRE

que de su color cristiano, igual que dijimos que la opa' 'n


los p b t , . dr d o por
l). o res . ema su pie a e toque en la opción de clase ( cf.

-.- La forma .~orno la opción evangélica por el pobre se


actualiza en la ~pcion de_cl~s~, no dispensa ni elimina ningu-
na de las cuest10nes soc10logicas ulteriores relativas al _
cbepto de clase, sus lími~es,. sus simplificaci~nes excesivasc~:
lanc_o Y ne~ro,, ~us cnterios de determinación, etc. Estas
cuestio~es cientificas son muy importantes y existe cierta
tendencia a escamotearlas en esquemas simplistas y dogmáti- 10
c~s. Hoy, bu~n~ parte.de los hombres no son puros opresores PLURALISMO POLITICO DE LOS CRISTIANOS Y
~ pu~os opnmidos, sino opresores y oprimidos a la vez en CONVERSION AL EVANGELIO ~'
situaciones o momentos diversos de c;u vida y forzados 'por
ellos. Introducción: Fe, mediaciones y verdad.
1. Pluralismo: un valor importante hasta ser impresccin-
dible.
El tema del pluralismo arranca directamente de la pro-
blemática de las mediciones de la fe. Se le podría reducir a
esta amplia formulación: la fe necesita mediaciones hasta el
punto de que no es nada sin ellas; pero no se reduce ni se
agota en ninguna de ellas; y cuando esto ocurre, la media-
ción, por necesaria y válida que fuera, se convierte en ídolo y
en «imagen falsa» de Dios ( cf. Deut. 5, 8).
De esta dialéctica nace el problema del pluralismo: pues
si la fe pudiera ser vivida sin mediaciones o se agotara en
alguna de ellas, el pluralismo no tendría cabida en ella. De
este modo, el mismo enunciado del tema nos lo sitúa: vamos
a hablar del pluralismo «de los cristianos» y «en la opción
política». Pero no se nos ocurre hablar del pluralismo «de los
cristianos» en la elección del jabón de afeitar (aquí no hay
mediación posible del ser cristiano) ni hablamos del plural is-

('~) Publicado en Sal Terrae (ma rzo 1977) . Redactado an t t·~ d"
estrena r nuestra frá gil democracia, me doy cuenta a l releerlo no ~0!11
de lo que han cambiado las cosas en tan poco tiempo, sino dt' lo q111
- con ellas- cambia nuestro lenguaje y el talante con que afro11tn11111•
Ja realidad. H oy este artículo debería ser redactado de otra liu 111'
las luces y sombras ambienta les son hoy otras. P ero lodavla c1ro • 11 111
intuición y en la importancia de lo «simbólico» y lo «cie ntifirn» p.11 1 rl
tema de l plura lismo. Quede, pu<~s, aqui como testimonio.
ESTE ES EL HOMBR E HACIA UNA NUEVA P RAXIS D E LA IDENTIDAD C RISTIANA 263

111~. e.le los_ cr~~tian?s «_en la. opción de fe» (aquí tampoco hay verdad. La libertad ha de ser vista más bien como consecuen-
111c;a mediac101.1, smo 1dent1dad entre el ser cristiano y la fe). cia de la liberación (entendida ésta como la meta última que
As1, en la med!da en que la ?Pción política se identifique con define todos los afanes actuales acerca del hombre y la exis-
la f~, no podra haber pluralismo. En la medida en que se la tencia) . Pero es la verdad la que libera (Jn 8, 32 ) . Y la
~esltgue totalmente de ella, no habrá pluralismo «de los cris- verdad es una.
tianos»; El tema del pluralismo se inserta así necesariamente en
el marco de las rela,ciones entre libertad y liberación. Dos
2. Pluralismo: una realidad difícil hasta ser cuestionable. valores irrenunciables pero que, inesperadamente, no resul-
tan sin más coincidentes.
~ero hoy result~ particularmente complejo hablar del
p~uraltsmo p~rqu': ,es mnegable que la Iglesia (y la sociedad) l. Primer presupuesto de la conversión al Evangelio: la me·
viven u~a sltuac1on enfermiza de pluralismo que, por un diación simbólica de la fe.
lado, es msano y, por otro, no puede ser eliminado por real
dec11eto. Una vez enmarcado el tema en esta doble coordenada,
me gustaría sugerir como simple hipótesis de trabajo a revali-
Para ponet un. ejemplo concreto, ya político y todavía cer- dar la siguiente tesis: la razón y los límites del pluralismo de
cano: el q?~ un obispo votara públicamente no a la ley de Re- los cristianos en política vienen dadas por el principio de que
forma Pohuca es algo que supera mi capacidad de asombro la tarea de la Iglesia pertenece más al campo de lo simbólico
(que creo es. ~astante). Pero que además ese obispo justificara que al de lo específicamente político.
su postura d1c1endo q!le lo había hecho en favor de los obreros
e~ algo que supera simplemente mi capacidad de reacción. y
srn embargo es algo real, y reciente. A modo de aclaración de términos
l. Entiendo por campo específicamente político el del
Del pluralismo es bonüo hablar en teoría cuando lo
comparamos con la variopinta multiplicidad de l~s colores 0 análisis científico riguroso. Dado que la política no es una
con l~s personas de la Trinidad. Pero cuando se trata del ciencia como la fisicomatemática (éste es el gran error deci-
plural!smo real que, a las primeras de cambio, nos quiebra las monónico que aún lastra a algunos marxismos), el análisis
tabad1Ilas del alma o nos vicia el aire que pretendemos tespi- político es siempre plural. Pensar lo contrario no es funcio-
rar, ya no resulta tan bonito, ni siquiera tan claro. nar científicamente.. sino usar ideológicamente la palabra
«científü:o». Un análisis para la acción casi sólo podrá ser
Y la razón de esta obscuridad se puede formular con único si ocurre que el futuro lo revalida como el único váli-
ab~tracción suficiente como para que resulte aceptable a iz· do. Pero esto: a) sólo ocurre en el futuro, y b) ocurre bien
qu1er~as y derechas. Y sería la siguiente: a algún determina- raras veces, porque el futuro no permite volver atrás y ensa-
do rnv~l, pluralismo implica necesariamente neutralidad. yar también las opciones que se excluyeron: no sólo en la
Ahora bien: pertenece a la experiencia profunda de la vida el época de Samuel y Saúl, sino muchos siglos después, los
que hay s~tuacio,nes ~nte las que el hombre no puede ser judíos ortodoxos, con la Biblia en la mano, todavía pueden
neutral. ~icho aun mas cruelmente: pluralismo supone liber- seguir siendo pluralistas respecto a la implantación de la mo-
tad. Y, .sm emb~~go, pertenece a la cosmovisión cristiana (y narquía en el Israel antiguo. 'f es que el futuro es abierto y
a 1? _me1or tamb1en a la marxista, en la medida en que fuese «nuevo». Si no fuese así, sino mero cálculo mecánico y total
l eg1t1mo ha~lar d~ ,una cosmovisión marxista) la experiencia mente previsible, entonces tendríamos ya ahora el juicio del
de que la lzberaczon no es fruto de la libertad, sino de la presente y no habría pluralismo.
264
ESTE ES EL HOMBRE
HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE L A IDENTIDAD CHIS! 1'\N,\ :!li!'>

2 L szm · b't
,º ~co se contrapone a lo .político
d i.da en· queo este en la me ciencia de una posibilidad nueva, la experiencia de fe c.lcspcr

en un sentido más
ultimo im lí
análisis científico concreto~ Sf~:
li
e:a ,
acep~ion rel sbtringid~ ~el
ornara a pa a ra pohtico
-
tó un anhelo que la incubaba. Ejemplos de ese enfrentarnicn
to simbólico no son sólo algunas frases del NT, como «yn no
si"n-.b '1" . amp o, entonces habría que decir que lo hay señor ni siervo» (frases que sólo valen simbólicamente,
,., O ico tiene unas repet . l' .
. b 'l" . cusiones po Iticas enotmes Lo puesto que en lo político seguían siendo una realidad los
sim o ico v1ene a ser l d 1 ·
dad de la política ( p~ef o~ d~nqt~é ;al~~ondició:° d~ P?sibili- amos y los esclavos). Son también algunos gestos, como por
~ístic~ a la que servir?'> y es, por otr~ kd~ ciencia sm una ejemplo el ordenar sacerdotes a esclavos. Sin gesto no hay
mcordiante aguijón ~ue }mpide a la política ;e:~n~~~:n~ees~
símbolo y, entonces, frases como la anteriormente citada del
cansar y recaet en mngun tipo de ositivi ' Nuevo Testamento se habrían convertido en una mera supe-
;~d:~c:n~~r:~a~1f;.1 ocaso de las ideol~gías ses:~~e:~~n ~~~~~e~ ración mental de la contradicción. Pero parece innegable que
tales gestos existieron y que, desde el principio, desataron
virtualidad subversiva y poder galvanizador, aun en una so-
A modo de ejemplo ciedad que aceptaba la esclavitud como dato inevitable. Qui-
zá la mejor prueba de ello la tenemos en la reacción conserva-
dora que fue provocando un gesto como el citado de ordenar
Una vez declarados los términos ued d sacerdotes a esclavos, en las continuas resistencias ante él, en
~~r~~se~%~~~óepbo~Z;~=~~~ ~~~ ~~~~f;~d ~;;~r:,;~1;~~l
camente imposi le porg 1 d d
hábiles intentos de domesticarlo o de matizarlo ( vg., metien·
do en litigio los derechos del amo o la necesidad del permiso
de hace . t . 1' ue, e gra o e conciencia histórica de éste) y en los pasos atrás dados en muchos sínodos o
vem e sig os no veta el hecho de la es 1 .t d asambleas locales, que fueron, a su vez, contestados por
campo h~p?tético ? posible de la política: igua{ :~~ ho e~%º otros <2J. Incluso alguno de los primeros Papas había sido es-
;7~a ~oli~ca conshdera que pertenece a su campo de :cciót~ clavo.
ho be o e fue ayan de dar a luz las mujeres y no los
m res, o e que unas personas tengan más talento ue Y este gesto, que políticamente no arreglaba nada, que
o.tras. Inb~uso, ,aunque las ~osas no hubiesen sido así la I~le­ hasta cierto punto era meramente intraeclesial, ese gesto,
sta {;º.sa tal cual era. el cammo históricamente más efÍcaz para junto a otros parecidos, tuvieron la repercusión política que
ª.ca ai con ll esclavitud, ni existían entonces proyectos histó antes atribuíamos a lo simbólico o sacramental <3>
ricos para e .º· y ~oy no podernos trasladar ingenuament~
~:q~~~as soc10economicos actuales a la sociedad grecorroma-
(2) V éase pa ra es to PAUL ALLARD, Los esclavos cristianos, Calleja,
M adrid 1906.
Y, sin embargo
. .' y a, .pesar d e eso, l a I gesta
l . se enfrentó (3) Esta es la ra zón p or la que, en mi nota sobre las relaciones
con 1a ese1avttud szmbolzcamente ya desde s . entre opción por los pobres y opción de clase (cf. cap. 9) daba tanta
Cuando 1 · d d l us comienzos importa ncia a l hecho de que esa p re le rc ncia eva ngé li ca se simboli za ra
a mma urez e a historia no podía suscitar la con~ en la celebra ción, indicando que hoy en día se halla n invertidos los
términos en este sentido, y que ell o sitúa a Ja comunid a d eclesia l t •11
estado pecaminoso de «a cepción de personas según la carne» (Sgo. '.1,
. (1t E. Schillebecckx escribe ex 0 · d J 1-6) . Un equi valen te de la desazón causada por el gesto de la an1ig11.1
fact1b1l1dad de la historia const't ~ ni en° a . · Habermas que «la Iglesia de ordenar sacerdotes a esclavos he creído verlo hoy en la dt·saii.11
tante tardía y que no se dio ~iuye, entrn. ~e. ésta, una conquista bas- d e algunos p a tronos quizás c ristia nos, cua ndo ha n encontrado un Kan·1 •
constatable». Por eso el « ro ecteº.!º P.0s 1 b1 hd~d antes de una fecha dote ent re sus obreros, y cuando h an visto fracasa r las ten tat ivas (q11i i .'1
anterior a la edad d p Y ª 1 .ª retrospectivamente a la historia
e f.. interpretación
. mo erna» constituye «
de la f e, Salamanca 1·d ¡ . . .
1973 'p. u1n8a0 . eo og1a msostemble».
respetuosas y bienintenciona das) de los pri me ros años, por clo11w1111 . 11
aque lla presencia con un trato prcle rcncia l, que e l cu ra obrt'. ro 110 . 111· ¡11 11
por supuesto. E l fu ncionamiento entre los p at ronos <l<· a uu•11ti<.1 lo 1 1
= -
~ -

ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA N UEVA PRAXIS DE L A. ID ENTIDAD CllOH 11 AN \ 'llJ7

, 1pUcaci6n concreta. concepción mágica o ritualista (ninguna de las dos dL·11111 .. 1:1
do cristianas, dicho sea entre paréntesis). De ahí su k1g1< 11 1

, . Aclarada ~s! en forma teórica la distinción entre lo sim- crisis actual csi .
boltco f lo poht1co, vamos todavía a verla en juego en nues- Pues bien, ¿qué sucedería si todo ese mundo de lo H1111
tra realidad ambiental. bólico sacramental recuperase su capacidad simboliza<lo1,1 ~
Sucedería que la Iglesia reganaría un campo muy suyo y
, Nuestra distinción sirve en primer lugar para mostrar muy importante, en el que hoy, paradójicamente, se skm1.·
~uan vano es el recurso de una serie de gentes acomodadas e 1 incómoda e inútil. Pero quizá sucedería también que los s'tm
mcomodadas, cuando han visto sacudida su conciencia por la bolos recuperarían su virulencia política con todas las conse-
que para ellos er~ «una politización intolerable» (y es verdad cuencias que esto supone. Y una de esas consecuencias ser'ta
que ellos no podían tolerarla) de la Iglesia o del culto. Tales que el «alibí» que pretendían asignar a la Iglesia aquellas
ge:ite~ creyeron poder solucionar su conflicto de conciencia buenas gentes acomodadas e incomodadas dejarían de ser tal.
senalandole a la Iglesia ~u~l era su verdadero lugar --el de Juan Luis Segundo ha preguntado en algún sitio:
lo sacramental- y conmmandola a que dejase de entrar en el
cai:ipo «temporal, ~onfuso y opinable» de la política. La so- «Cuando se bautiza a un niño , el ritual prescribe unas ora-
lucton parecia f~r.ic1onar formalmente. Pero de no haber sido ciones para echar al demonio de la criatura. Molesta tanto eso
por la .~gu.da crisis de lo s~crame~tal que vive hoy la Iglesia que yo conozco sacerdotes que suprimen esos exorcismos o los
dicen en latín para que no se entiendan. ¿Por qué en una comu-
se habna revelado en segmda o aun más incómoda 0 definiti- nidad cristiana viva y real no ensayar una tercera posibilidad:
vamente salvadora. nombrar con nombre y apellidos a ese demonio que se pretende
' expulsar? ¿Por qué no, si se trata de un demonio histórico, de
' Porq1:1~ -en segundo lugar- si hoy asistimos a una una fuerza que lucha históricamente, hoy y aquí, con la fuerza
' enori;rie cr1s1s d~ lo sacramental como campo específico de la del amor que Cristo trae? Si se trata de una criatura pobre por
Igles1~, e: prec1same~te porque todo ese campo «no funcio- ejemplo ¿por qué no decir: «sal, espíritu inmundo del capitalis-
na» s1?1bohcamente < >. Y como la eficacia de lo sacramental mo, de es te niño, para que entre en la sociedad como una espe-
ranza creador a y no como un peón más»? Y si se trata de un niño
va unida a s1;1 si~nif~cación (¡sacramenta significando cau- rico ¿por qué no d ecir: «sal, espíritu inmundo del lucro, de este
s~?t!) no habrn eficacia al no haber significación; y significa- niño, para que más adelante pueda tener relaciones humanas y no
c~n no la hay por ~l hecho de poner un símbolo, sino por el cosificadas con los demás hombres»? Y, por supuesto, atenerse
h ... cho d~ q~e es~ s1?~º haya sido captado como tal. Y al no a las consecuencias (6) •
haber eficacia .«significando», se terminó por atribuir al sa-
cramento un tipo de eficacia que sólo podría venirle de una Pero podemos preguntar también o seguir preguntando
' qué pasaría en la I glesia si, por ejemplo, la confirmación se
1
pusiera en relación explícita con algo así como «militancia
negras para muchos ~uras que buscaban lrabajo es un ejemplo bien por el Reino» (que es, en fin de cuentas, el seguimiento de
edlocuenthe d e esa desazon, de la que ha venido a librarles la secularización
e mue os de ellos ...
Pero el equi.valente verdadero de aque l gesto de anlai"10 habría sido
hoy~¡ que, a su tiempo, se h ubiese adelanta do la I alesia oficial jerárquica (5) fa lta añadir que Jos sacramentos son sólo la zona m ás cxplícila
a or enar. s~cer:dotes entre los obreros. Hoy qui~ás ya es ta~de ero el d e todo lo q ue he llamado «simbólico». Pero d esde siempre han existido
~u e edso ~l s1q,u1era se le haya ocurrido ¿no testifica de una pe~a~inosa
1
en la Iglesia otras zonas de simbolización : antaño, además de los sac1,,
1a ta e m teres por el mundo obrero? mentos, existía todo aquello que se llamaron «sacramentales» y q1u· r
d (4) Y ~lo funciona simbólicamente porque la capacidad simbólica ' remitían a la capacidad simbolizante de la Iglesia : a la «virlus ope1a1111
~ la mentalidad moderna ya n? es!á ligada al mundo de la naturaleza ecclesiae».
(6) Cf. Fe cristiana y cambio social en América Latina, Salamanca l '17 1,
1
( ~ g. <:l hee ho d e q~e e~ agua limpie o el pan alimenle) sino al de la
ustona y 1a comumcac1ón humana. p. 208.
H ACI A UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD C IUS'l li\Ni\ :lh'I
'"'' E STE ES EL HOMBRE

k~nís) ; si la penitencia se pusiera en relación expresa con insano por amplio que fuera, porque no pondría en cuestión
.tlgo así como «amnistía»; si esa comunión de todos en un la conversión al evangelio ni convertiría a éste en un cajón <le
mismo pan, que nos hace a todos no ser más que un único sastre en el que todo cabe, sino que ?r?taría del . hecho e.le
cuerpo <7l, se pusiera en relación expresa con «sociedad sin que la conversión al evangelio ,no sum1mstr~ .~oluc1ones con-
clas~s», y la enorme carga teologal que damos al gesto de cretas ni elimina la autonomia y la amb1guedad de todo
partu el pan y de pasar la copa (y que calificamos con verdad proce;o social o humano, ni se deja identificar con ninguno
como «presencia real de Cristo») se pusiera en conexión de esos procesos concretos.
explícita con gestos de compartir necesidades ( vg., en una Entonces, el cristiano que en su vida eclesial ( :n su
colecta por parados) y de comunicar alegría. Podemos seguir vida simbólica sacramental) viviera explícitamente el simbo-
preguntando qué ocurriría en la Iglesia si la unción de los lismo de la s~ciedad sin clases, podría quizá optar después
~~f:rmos se pusiera en relación expresa con la fragilidad y el por una solución interclasista: pero yaº? como aba~~ºº? de~
JUICIO sobre toda persona y situac~ón histórica, aun la que se ideal evangélico de que no hay señor m es.clavo, m ¡ud10 m
crea más intocable y más revolucionaria; o si el matrimonio griego, ni hombre ni mujer ( G~l 3, 28), sm~ por. ~reerla de
se pusiera en relación explícita con lo que Bonhoeffer llama- hecho más eficaz, en la complepdad de una s1tuac1on concre-
ba -en carta a su novia, precisamente- «un sí irrevocable ta y de los miles de factores y de impon~erab.les ~~e la
a la tierra como tierra de Dios», que encarna el sí de Dios al determinan. El cristiano que viviera en su vida s1mbohca el
mundo en Jesús. Y qué pasaría si el ministerio se pusiera en exorcismo contra todo autoritarismo, podría optar quizá por
relación expresa con el ser de la Iglesia como ser-para-el- una solución autoritaria: pero ya no como idolatría de la
mundo y, por tanto, con la misión de los apóstoles de hacer autoridad o de la fuerza, sino por una de esas pau~?~s <<nece-
discípulos en el seguimiento de Jesús (viviendo para el Rei- sidades del momento» ( 1 Cor 7, 26) que un anahs1s puede
no) y de anunciar eficazmente la liberación de todo demonio arrojar como inevitables. Ambos sabrí~n que su op~i.ó~ era
y de toda fuerza opresora del hombre (no sólo los demonios relativa, porque sólo era válida en e~e m:r~l .de los ~n~hs~s, en
de la interioridad personal, ni sólo las fuerzas opresoras de la el que a nadie se le ha otorgado la mfalib1hdad, m siquiera a
enfermedad física!) .. . Pedro. Y es de esa manera como cada uno podría ser a.cepta
Es posible que entonces, como insinúa J. L. Segundo, las do por el otro cristiano, cuyo análisis creyera :nás pos1bl~ ln
Iglesias se vaciaran o la crisis de sacramentos aumentara. armonía entre el horizonte del Reino y la paulma «neccss1t11s
Pero quizá en lugar de ser como la actual, una crisis de instans».
languidez y de liquidación, sería entonces la crisis bíblica: la Dicho de otra manera: los límites del pluralismo que
del discernimiento de las corazones y la de Pablo cayendo del -como veíamos al comienzo- son tan necesarios 11 t:s tt•
caballo.
como su misma realidad, casi nunca pueden ser trar.n~lo~ (ni
menos en el campo de lo político) a pa~ti.r de pl'll~t 1p1os
Vuelta al pluralismo. universales abstractos. Quizá no hay prmc1p10 por \·v1dt·11te
que sea, ante el que no sea posible imagina~ ,un cas~1 li1.1111e
Y precisamente ahora es cuando podemos regresar a que lo pondría en cuestión y que converllrl:l ¡,, f 1dl'l1dml
nuestro tema. Entonces, y sólo entonces, cuando la función literal al principio en un mal mayor. Al mt:nos l'.' ~·I campo
simbólica de la Iglesia fuese sana, habría necesariamente en político, creo que la pregunta ética y la pregun~a c:nstHllltl !1un-
ella lugar para un pluralismo que no mereciese el nombre de ca ha de ser: ¿de qué principio general con~uturc esta s1~ua­
ción concreta un caso particular? Pues toda s1tuuc16n será.siem-
(7) Bíblicamen Le: una sola persona.
pre un caso particular de varios principios universales, quizá no
:.170 ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDE NTIDAD CRISTIA1'A 'J.7 1

armonizables, ya que -desde la Resurrección de Jesús- el humanidad profundo, es preciso ejercer constantemente una
horizonte del Reino es vivido como vigente a la vez que crítica de la política-como-religión, o una «crítica de la reli-
como utópico es). La pregunta ética y cristiana será más bien: gión» aplicada a la política y a su tentación de hacerse «reli-
¿qué es hoy y aquí lo más cercano posible al Reino?; ¿cuál giosa» . Porque la religión, al igual que no debe ser sustituti-
es hoy y aquí el «inédito viable»? (P. Freire). Porque en el vo de nada, tampoco puede ser sustituida por nada.
horizonte del Reino, con su dialéctica de ya y todavía no, la
opción moral pasa a ser casi siempre una opción por «males Decíamos en la parte anterior que la política es una
menores»; a la luz del Reino, las situaciones aparecen casi realidad de este mundo y que un cierto instrumental científi-
siempre como «situaciones límite», porque la esperanza cris- co, autónomo, le pertenece. Esto significa que no se la pued.e
tiana las distiende a todas hasta el límite. abordar religiosa o mágicamente. En ella, el tomar por reali-
dad y por «análisis científico», tanto los propios deseos al-
En la medida en que los cristianos comulguen en lo
truistas como las propias conveniencias interesadas, es fabri-
simbólico, el pluralismo podrá ser vitalidad de organismo y
car imágenes de Yahvé o -dicho más secularmente- es
no vitalidad de algún cáncer instalado en él. Los límites del
recaer en una religiosificación de lo político. La misma razón
pluralismo vendrán dados más por -y para- cada situación
con la que contamos para hacer política tampoco es tan infa-
concreta, que no de una vez para siempre por alguna receta
lible y tan divina como se la pudo creer el siglo pasado. Pero,
universal. La sincera comunión de todos en lo simbólico-sa-
a pesar de todo, es herencia de K. Marx <9> no sólo para los
cramental debería actuar ante el cristiano «conservador» co-
mo una interpelación seria sobre si su postura está tomada marxistas, sino para toda la humanidad, el empe~o decidido
porque la política se haga con la cabeza y no simplemente
para enmascarar intereses menos confesables o para servir al
mayor bien de todos. A su vez, la existencia de cristianos en con deseos piadosos o con «las narices» (valga el eufemis-
mo) c10).
otras opciones políticas recordaría constantemente al cristia-
no «progresista» la necesidad de aceptar que la política es Y la importancia de esta observación me parece que es la
una cosa «de este mundo», de modo que la aceptación del siguiente: mucho antes de que Marx hiciera sus críticas a la
otro hará que mi acción sea menos mía y, por ello, más religión, San Pablo ya había venido a decir que .el fanatismo
universal y más válida; esta pluralidad habría de poner en y el fariseísmo son las dos permanentes corrupciones en qw:
marcha, más aún que su indignación, su creatividad para la acaba cayendo toda actitud religiosa; y habí~ notado que:
búsqueda de caminos nuevos y de análisis nuevos que permi- nada es más capaz de dividir profundamente, rnsalvablcnwn
tan dominar racionalmente las situaciones de inhumanidad. te, que el elán religioso (para nuestro caso añadamos: el elón
Y todo esto nos lleva a la segunda parte. religioso metido en la política) . De modo 9ue, JX'St· '' , los
peligros del pluralismo que esbozamos al co1D1cnio cid <11 t1rn·
11. Segundo presupuesto de la conversión al Evangelio: lo, es posible decir que el sentido de la búsqueda m:t 11111 de- un
la desidolatría de la política. pluralismo político para los cristianos traduce 1111 ;1f1\11 muy

Para que la tesis anterior funcione, deberá ser completa-


(9) y quiz~s es el rasgo que m~jor Ir dc·f111r, .t11111p11· ·~ p1wrl.1 11•.r:
da por esta otra: tanto desde la fe, como desde un nivel de guntar si el propio Marx o sus segw.dores h.111 , ,<lo ~•e 111p11 111 lc ~ .t t s.t
h erencia. .
(10) Paradójicamente, lo que hac<· falta pam c·K~> e·" lo q~c· IMhu echt
(8) Esto último es lo que expresa la célebre frase de que «con las dijo de Marx a la muerte de ésLe: «un gruu roi111m11 lo n11K1110 que un
bienaventuranzas no se puede hacer política». Frase a Ja que hay que gran espíritu». La vida enseña qu<' sit·nqm· t•s el cora~ón pequeño Y el
añadir que «sin ellas nunca se sale de Ja política como a lgo demoníaco». espíritu mezquino el que no puede resisl irsc a m eterse donde no le toca.
272 ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CR!S'l'lANA ~7' 1

sano de evitar el fanatismo, el fariseísmo y cualquier idola- por otra razón sino porque ese alguien es un gran pecador, autt
tría de la política en>. cuando quizás no lo sepa por lo empedernido de su conciencia.
Aunque viven para la política y se mueven en ella es posible
Fanatismo y fariseísmo como pendientes a la idolatría. que a la política real la desconozcan tanto como desconocía la
vida el congregante de antaño que se iba a los barrios a enseñar
. Metido .~ política, el fariseísmo se traduciría en una catecismo a «los pobres» y quizás hasta a hacerles una película.
actitud :ventajista que cree que el fin justifica los medios. y Estos van a la política con el mismo espíritu con que iba el con-
el f~atismo en una .actitud iluminada que cree que el fin 'no gregante a sus visitas; pero pueden aportar a la política tan poco
necesita bu~c.ar me~1os. Pero este problema es tan serio que como el congregante que se limitaba a llevar a sus pobres cho-
colate o pan y hasta una manta. Ellos aportan a la política pin-
P:1ede ser util precisarlo más, delimitando los peligros «reli- tadas que son anónimas o llevan una firma universal (porque
g10sos» que amcn~zan hoy a la militancia política, mediante creen a pie juntillas que las paredes conciben virginalmente, no
un ~ecms.o a la caricatura y aun a riesgo de que se me enfade por obra de varón, sino por obra del Espíritu del pueblo) y
algun amigo. canciones tan dulces como el chocolate del congregante, y hasta
Si ~l lector no tiene sentido del humor quizá hará bien alguna bomba y algún muerto.
e~1 term~nar ~quí el .artículo: lo esencial creo que ya está Pero de positivo poco: al final se hace lo que quieren los
dicho. Si le llene,_ quizá podremos adentrarnos en el campo americanos; y ellos sin enterarse. Al revés: para mostrar hasta
qué punto increíble han superado la alienación, repiten a cada
del esperpento scnalando que los diez mandamientos de la paso «¡joder-hostia!» igual que el congregante mariano decía
militancia polí~ica «se en~ierran en dos»: evitar cualquiera «sagradocorazóndejesús en vos confío» y mostraba con ello hasta
de los dos peligros antedichos que amenazan a la actividad qué punto estaba apartado del pecado. En fin, son abnegados
p~lítica, tanto de derechas como de izquierdas. El de «los y reprimidos como algunos ejemplares de congregante de antaño.
éticos» y el de «los pragmáticos» . Veneran imágenes o posters de santos y no les impresiona si
algún impío les arguye con cualquier dato o episodio menos
Y como eso de los éticos y los pragmáticos queda muy edificante porque saben muy bien hasta qué punto su iglesia es
abstra.c~o, y com?. en el humor vale casi todo, añadamos que santa y «tiene doctores». Y hasta puede que no sean más que
Jos militantes «~tlcos» son como el antiguo estereotipo del cuatro gatos, pero ellos se sienten ser •todos, y se autodefincn
congregante manano. Y los «pragmáticos» son como el del con los conceptos más universales y creen que van a cambiar el
Opus o los jesuítas. Con perdón de todos <12>. mundo igual que lo sabían los apóstoles que no eran más qllc
doce. Pero, a pesar de esta universalidad con que se autodcsiA
nan, rebosan divisiones y subdivisiones que se distinguen Ctlttt'
A la militancia de talante ético se la reconoce a la legua por sí por una R de más o una C de menos; algo así como l11s infi
su buena fe. Creen que las cosas son o van a ser «así» simple- nitas monjas de antes que se distinguían por un pliegue cid lid
mente porque :~~s las ven y las desean así. Y si alguien no bito o por un santo en el nombre ...
comparte esa v1s1on tan pura no pueden comprender que sea
Frente a ese peligro, la tentación pragmática CH 1n11d10 111d11
sutil, aunque nadie hay más capaz de desenmascnrurln q11r 11n mi
(11 l. Por eso, mi~n~ras la primera parte del trabajo aluclia sobre todo litante «ético». El pragmático sabe mucho mejor lo c¡11r q11iC'tC
al pl~ralismo e~trc c;nst~~nos d~ diyersas tendencias, esta segunda parte y cómo se consigue. Y tiene la ventaja inmc11R11 1m111no In 1111·
qui.zas. tenga mas ~Pl.1 cac1on o mas vigencia frente al pluralismo en grupos maban elección divina- de que sus objctivrn1 l'oim ldr-n 1011 Ml9
iad~calzzados d e ,cnst1anos donde la conversión a la militancia todavía intereses, lo que da una gran libertad de 1110virnir1110~ . l .11 pcnn
reciente, ha t1:a1do como ~ec:ucla la experiencia de una trcmend~ dificul- es que no pase lo mismo con el puchlo ni qm· d111· 11 M' I vi1 los
ta~ del pluralt~mo"y el trag1co comentario de que las derechas están más objetivos del pueblo casi nunca coi11dd1·11 rnn 811! intC'll'sCH y
umdas que las 1zqu1erdas porque los hombres somos tales que los intereses por eso hay que obligarlo a rcnu111:i111 11 i1,10~ 1·n 111118 dt• ,11¡11éllos.
nos unen mucho más que los ideales.
(12) Y si algui ~n no tiene sentido del humor (dice un cofrade mío Por eso se permiten algunns C08ll8 que fr1111r11111rnlc llmnun 1n
que «el humor .cons1s.te en .burlarse de lo. que. uno am~ sin dejar de atención, pero bien sabe Dios 4111· no lo lineen n gusto y que
am~rlo») y considera 1rreve1entes estas des1gnac1ones, qwzás no irá mal no aspiran a ningún poder y que su misión e ~ puramente de ser-
notificarle que su autor es congregante mariano y jesuita ... vicio y que son muy conscientes de que todo eso les puede valer
'17 1
ESTE ES EL HOMBRE
HACIA UNA NUEVA PRAXIS D E LA IDENTIDAD CRJSTIJ\N \ './.7 1

más de d~s c~~ticas de los malintencionados, quienes llaman ins-


f11ammentahzlaci.ondyl abuso a lo que sólo es la obra del pueblo y Pero la política no es el absoluto: ni para el ateo, porq\ll'
ayor g oria e pueblo. éste no acepta ningún absoluto, ni para el cristiano, porqm·
sin tfs~~~ntdidoo d;tl.la eficadcia e_s ta.l que suelen formar bloques para éste el absoluto es Otro. Lo cual no quiere decir qm:
' groa cos Y octrmar1os aunqu ell · ·
. que eso es así como fruto de la verdad ue ese ts ms1sten e~ para ambos haya de ser la política el campo de lo totalmente
~a Y que es aceRtada libremente por tod~ los qu~~~~re~º~e~i relativo, puesto que ambos son hombres y esto dice (para
~o consecuencia de eso se alimentan y se configuran y se pro. uno y para otro, aunque por razones distintas) mucho más
mocionan entre ellos mismos y no temen a la - que la total relatividad. Y estamos otra vez en el tema inicial
sab l · . . ' s urnas porque
el en que a mampu1,a~ión discreta y el copo solapado de puestos de las mediciones <14 >
di~ve~~~ndarmas ~olíuca~ente más ef~caces que los votos. Como
po e .medios, cultivan determmadas artes con cierto ta
1e~to, per? siempre con la misma técnica doctrinaria de la Ga~
1
;.r~ Sa~~siana: con ~fán de «deleitar aprovechando» y de que la que en unas dimensiones más amplias vendría bien comentar, y en la
que se contiene uno de los aspectos más interesantes y menos conocidos
is acc1 n ?º mancille la pureza militante de sus co "d de la crítica de Marx a la religión: la crítica no a la religión reaccionaria,
Por eso, mientras el militante ético es un discutido:~~~~~ de los burgueses, de los piononos y los listillos, sino a la religión revolucio-
y .capaz de ~caba~ la discusión a tortas, éstos siguen J!ip;rté naria que también entonces existía y con la que Marx fue entrando en
rritos su ca1?"1o sm que las críticas lleguen a sus oídos s· - contacto a partir de su ida: a París y d el trato con los primeros comunistas
ponerse a nmgún influjo «exterior» como n y m e~­ qu e eran, casi todos, cristianos o de talante cristiano. Sólo añado que lo
zarlo rápidamente clasificándolo en ~na de 1o sdea para dehsaut~ri­ que Marx critica en dicha circula r es la impostaci6n religiosa o el carácter
posibl ll as os o tres ereJias religioso de unos planteamientos políticos, no el objeto de la religión en si
, es qufe, para e os, abarcan toda la realidad distinta de ello mismo, puesto que el tal Kriege, seguramente, no era religioso (al menos
Y estan p er ectamente delimitadas En fin . s
fesional es innegable y es difícil hall ' su competencia pro- Marx afirma que «en Europa se hace pasar por ateo»).
de ellos con serenidad · . , ª1: gente que pueda hablar (14) Por la época en que escribo estas notas, quisiera aplicarlas a
furibundos o admi·radoyr ma~ac10n: solo engendran detractores las recientes declaraciones del cardepal T arancón, primero contra los
es ciegos ... partidos confesionales, de denominación cristiana, y luego sobre Ja legitimida d
~epito que no se trata de acusar a nadie sino de . d e los partidos de inspiración cristiana. En conjunto, Ja doble postura podria
ser casi una aplicación de lo que he intentado decir. Pero me gustaría
~~/ancatra o de describí~ morbosamente t;ntacione/uf~~~ hacer un comentario sobre cada una de las partes.
? es c aro que en la vida pasamos con frecuencia de un Respecto a la primera, pienso que Tarancón hizo un servicio ines-
~ligr~ al º.t~o, y que no todos los rasgos arriba descritos son timable a la I glesia al negar Jos partidos confesionales y, sobr e todo, a l
lm lls.' criticables. Son más bien indicios de la seriedad d~ hacer esta negación en el marco histórico de una maniobra por la qu<'
algunos prelados intentaban vender la Iglesia a un grupo determinado.
~ P? tica(' ante la cual lo pragmático resulta inmoral y revi- Quienes hemos creído en otros momentos que la crítica a la jerarquía
e ra necesaria y fructifera en la I glesia, p ensamos que eso mismo obliga a
s10~1.sta aunque .a lo mejor se quiera justificar con tono dar las gracias públicamente también. Y ojalá que su s p alabras sirvan
reli.g1oso) ~ lo ético es religioso e impolítico (aunque a lo d ecisivamente no para «retrasar» una maniobra, sino para que la Iglesia
me1or se qme:a enmascarar con capa de ciencia). de España se libere d efinitivamente de cualquier adulterio con baalt·K
de poder.
l ~s~a seriedad es la que hace necesario el pluralismo de Temo en cambio que, al hablar de la legitimidad de partidos <if-
clldac~~tlanos. Per?. ese pluralismo sólo será viable en la me- inspiración cristiana (cosa evidente y no discutida) el cardenal enfocó de·
. qu.e Ja pohti~a re~l te?~ª lo menos posible de religión hecho las cosas de tal forma, que se dejó arrastrar a un planteamiento
falso de sus interlocu tores. U n planteamiento qu e no tiene en c11c·11t.1
y de ilum1msmo: ni .el ilumm1smo pragmático y manchado la crí tica d e la «política religiosa» hecha en esta segunda parte d1·l a1
con fue !os grandes tmglados se autojustifican ni el iluminis- tículo, y por el cual algunos partidos parecen concebirse a sí 111is 11 111
-religiosamente- como algo más que partidos : como «iglcsiam ¡1111
d1 1cu ta e tema c1a>
~f~ tlmpd10dclon que se aíslan los profetas. He aquí la gran llamarlo de alguna manera n o del todo inexacta. Así cua ndo d ca1 tlr111I
afirma que un cristiano no puede dar su nombre o su voto a ¡mrticlo
«que profesen el a teísmo o el materialismo» me parece que hay • 11 e n
frase una confusión no criticada de partido con iglesia o N<'< 111. 11111 ,
a ) lo que debe definir a un partido, y lo que d1·bc hac<T que el 1·11111111111111
( 13) Quisiera remi tir aquí a la Circular contra Kriege de K. Marx, le de nombre y voto, no es su cosmovisi6n oi110 .111 /mlf/Talllfl wnrrr/11. \ l 11 • 011111
,,

ESTE ES EL HOMBRE H ACIA U:<IA :<IUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD GRJSTJAN \ 'J.71

11 l . Una aplicación para hoy: la militancia marxista. pero sí una tarea y una esperanza; por eso en el mu11d11
obrero y para el mundo obrero no hay grupos políticos que.:
, _En el mome:it~ actual, el punto vidrioso del pluralismo no sean de algún modo marxistas. Y la causa de este hecho
polit1co de lo~ cnsuanos .es, para algunos, la opción política no reside en el mundo obrero . Puede que haya en la Iglesia
de corte marx1s~a. E s sab1~0 qu.e algunos eclesiásticos impor- quien lamente el hecho; pero esto no debe llevarle a negarlo;
'
tantes han ma~fes~ado reticencias ante esta opción. De algu- más útil sería indagar sus porqués.
na de esas ret1cenc1as hay que decir que, al menos, debieron En este punto, desde ser tentación de las jerarquías el
molestarse ei:i for~~nularlas un poco mejor; pero es un hecho juzgar como aquellos fariseos de que habla Jn 9, 16: «este
q_ue tales reticencias existen, aupque teñidas a veces de una hombre no viene de parte de Dios, porque no guarda el
cierta d_uda. Los ~<cristianos por el socialismo» han acusado a sábado». Es una reacción muy comprensible, pero a ella opo-
la. Iglesia de ser mcon~ecuente al predicar un pluralismo am- ne Jesús su revolución teológica: que no es el respeto a los
biguo que excluye precisamente la opción hecha por ellos. sábados de la historia lo que constituye un criterio decisivo
El tema es muy amplio, pero que concluir este artículo para saber si algo «viene de Dios», sino el hecho de que los 1

s: ha~e necesario decir un par de palabras sobre él. En la que estaban ciegos ven y los que estaban sentados pidiendo
historia, ~as gran_des opciones son a la vez riesgo y promesa. limosna ahora no están (Jn 9, 8.30-33 ). Este criterio es tan ,,
No estara de mas recordar a los CpS que los bombres (ya decisivo que juzga a todos aquellos que han de pronunciar
desde San Pedro en la Cena y en casa de Caifás) somos más juicio: «si estuvierais ciegos no tendríais pecado, pero como
PtOJ?~n~o.s a caer en s1:1 riesgo que a rescatar su promesa. Pero decís que veis, vuestro pecado persiste» (Jn 9, 41 ).
a mi. JUICIO, ~os CpS tienen toda la razón al reclamar su carta 2 .-Hablar de marxismo equivale hoy a no decir nada.
de cn:d~dania como coherente con el pluralismo político de La palabra cubre una gama enorme de significados que osci-
los cns,uanos que hemos descrito. Hoy y aquí, son decisivas lan entre estos dos extremos:
para m1, entre otras, estas tres razones: - Puede entenderse por marxismo el intento de rcali
, _1 .-Negar la legitimidad de la opción marxista equivale zar a toda costa al hombre como dios sin Dios. Empeño por
pracucamente a negar toda posibilidad política al mundo de realizar al hombre contra Dios y realizarlo no como finitud
los pobres y a quien quiere servirle. Esta razón me parece aceptada, sino como plenitud total. En este sentido, el mur
c~nta~te, sonante y contundente: si Marx significa algo en la xismo no puede ser cristiano, pero tampoco es una simpll·
historia es por haber dado al mundo obrero no una solución opción política.
' - Y también puede entenderse por marxismo l'I l'1t1pc
ño decidido por resolver Ja pavorosa injusticiu sorinl que
tal, un partido «no profesa» nada . Y cuando un partido no se a tiene a constituye el mayor mal de nuestro mundo y la muyrn f 11c1 1l t'
a mbas razones s~ ha conyertido en iglesia .
Esto no G!-nere decu que un pro&Tama concreto, como relación de opresión. Y resolverla no por parches en el sistrn111 1111111
d e fine~ y medios, no obedezca _necesanamente a inspiraciones de tipo dial, sino por un cambio radical de ese sistema.
11 c_osmovmon'.11, ~i·ey~~te, metafísico.º. utópico ..~i se n iega que, en oca- Las consecuencias de esta distinción lns n·rngnc111ns ,·11
s1 on~s, esa ms!'.?1ra~10.n .P!-1eda condie1onar decmvamente y transformar
el p10g~ama. Solo ms1st1na en que no es por esas inspi raciones por lo que seguida.
~l ~art1do se define y por lo que ~l ci~~adano, cr istiano o no, le escoge. 3.-Supuesto lo dicho al comienzo sohn• lns 111ediu
Fo1 mulado con palabras de Jesus dina que lo importante es que «se
eche de veras a los demonios» y no el que se hagan exorcismos «en su dones de la fe, el cristiano por el socinli slllo i11tuyl· rnn rn~Óll
nombre» (cf. Me. 9, 38 ss) . Porque «el que no está contra vosotros con que todo cristiano que le niega d clcn.·cho n su opd6n no lo
vosotr~s está» (Me. 9, 40) lo que quiere decir: El está si de veras se echan
demomos; no está aunque se le invoque si simplemente s~ hacen exorcismos hace en cuanto cristiano, sino en cun nto rriJtiano por «algo».
que no echan d e veras demonios. Algo que, al no haber sido hecho consciente, pasará como
- e:: ---- - -- - -. - - -

HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRISTIANA 27!)


:rn1 ESTE ES EL HOMBR E

identificado con la fe, con el consiguiente daño a ésta. (Y Todo esto serán, en más de dos momentos, motiv.os
algo que, en la actual situación, difícilmente será otra cosa bien reales de objeción. Pero en esa discusión. no se ~e~tlo­
que «cristiano por el capitalismo».) nará tanto la opción marxista de aquel determmado cnsu~o
cuanto la forma en que dicha opción expresa o no su fe; sm
O con otras palabras: si ninguna opción política es con- que tenga sentido decirse de. anteman? q~e «no pueda expre-
secuencia de la fe, aunque sea (para el cristiano que la vive¡ sarla» ~y sin que tenga sentido la ob1ec10n de que «entonces
mediación de la fe, esto significa que: ya no será marxismo»). Y quizá todo esto puede, hace:se com-
- Hay que intentar juzgar y discutir las diversas op- prensible desde el extremo opuesto, que es aun mas duro:
ciones en sí mismas y por su propia racionalidad (o mejor ·estamos tan seguros de que en una situación de caos, como
dicho, por su propia humanidad). Y ~g., la de 1929, no podría tener su b.~ena dosis d~ raci~nali­
dad y de eficacia humana una opc1on a u t o r 1 t a r 1 a o
- Lo que debe juzgar la comunidad creyente no son totalitaria? <16>. Entonces el problema para la comuni~ad de
las opciones en sí mismas, sino si expresan la fe o no. fe frente al cristiano totalitario, era si esa opción se afirmaba
Y de aquí se seguirá en lógica correspondencia que: c;mo sistema perenne, como desprecio al ~ombre y culto .al
- Al cristiano marxista no le ha de discutir su marxis- caudillaje, como resignación para el de aba10, ~te., o ~e afir-
mo el otro cristiano desde la fe, ni el obispo desde la mitra. maba como dura necesidad momentánea, sometida al impera-
Quien le ha de discutir es el psicoanalista, el anarquista, el tivo de superarla tan pronto como fuera posible.
existencialista, el demócrata ... , es decir: las restantes opcio- Pero con esta reflexión hemos vuelto a nuestro punto
nes humanas, desde su anarquismo o desde su psicoanálisis o de partida: el problema del pluralismo polític? perten~ce al
desde lo humano y racional de su opción. Y problema de las mediaciones de la fe. El pluralismo sera sru:o
y vivo cuando: 1) la vida simbólico-sacramental. de la Igles1~
- Los otros cristianos le discutirán si pueden sentir su sea sana y viva, y 2) cuando la política esté seriamente des1-
fe expresada en esa opción (la referencia a lo simbólico de dolatrada. Estas me parecen las dos tareas urgentes para
nuestra primera parte). Por ejemplo: si resulta que la lucha
de clases no es un hecho real, sino una fe maniquea; si el nuestro momento y para nuestro tema.
determinante económico no es una constatación de funciona-
mientos, sino una exclusión a priori de la posibilidad de la
experiencia creyente; si la opción por el proletariado no se
hace como opción por el oprimido, sino como opción por una
clase provilegiada y con futuro; si el mundo mejor se afirma
pelagianamente y como seguridad y no como esperanza y
como gracias, etc. <15>.

(15) Personalmente me resulta más difícil comprender la militancia


de cristianos en aquellos partidos - marxistas o no- que, como el PT,
ha n hecho expresamente declaraciones de q ue no los querían. Prescin- 16) Recuérdese que la «dictadura», en su origen, fue una invcn¡ i1111
diendo de lo que tales declaraciones tienen de retrógrado en 1977, es ( l ' . blicano que ha habido en la tierra: la Roma a11l•H1111 .
m ejor que uno no acuda allí donde no se le desea. En esos contextos sólo dy el pu~b o m~~ iepu ten'1a como finalidad el que «la república no pa1ki111
11c ,1ustificaría la militancia si uno está convencido de que tales decla ra- una 1nvenc1on que . · 1 d ·
d - Toda su sabiduría fue el saber administrar a .en. os1~ 11111y I''
rioncs (aunque vengan de altos dirigentes) no responden a la d inámica q~~~=~ y sólo a sus tiempos: «Cavcant consulcs ne qwd n •s p11hl11 •' 1lr
1111rrna del partido y han nacido ya muertas como algunos documentos
1 CUlt1ltUJ 8 ,
trimenti capiat».
11
SABIDURIA DE LA CRUZ. MANIFIESTO PARA UN
PESIMISMO CARI:tilOSO *

«Las masas esperaban de un mero cambio de gobierno la


súbita desaparición de sus sufrimientos sociales. Cuando descu-
brieron que la Constitución no estaba dotada de tan milagrosas
facultades, las mismas exageradas esperanzas que la festejaron
a su llegada se convirtieron en desengaño. Y entre estos apa-
sionados pueblos meridionales, del desengaño al odio no hay
más que un paso.» (KARL MARX, Revolutionary Spain.)

1. Locura de la Cruz: dureza de las cosas.

Es posible que estemos viviendo días de talante muy


parecido a aquellos en que nació la Segunda Carta de Pedro:
el Reino iba a llegar; y el Reino no llega, no llega, no llc~n . A
la «hermosa mañana» en que atisbaríamos una tierrn llnmndn
libertad, parece responderle hoy, en el ánimo dl' m11d1os,
aquel delicioso verso de Lope de Vega: «Siempre 11111ft11n11 v
nunca mañanamos.»
Las descripciones del desencanto difcrin~11 rn11111 11111 di
versos retratos-robot de un mismo personaje 0 >. Pt"1 o , BCllCI n
lizando mucho, se podría resumir así la cxpl·t·il·rll in de 111111110:;
hombres de mi generación: a los pocos 111 111s dr 1 V111 ii 111111 11 ,

(* ) Encargado para el n.º 98 (<Ht. 1'17'1) clt <J.1111/11•111 dr l'1dr1


Cristiana, apareció después, ligcram<·ntr 11111pli.11 lo r:11 U11 rl11 y Fr (clic. 1'1 711)
(! ) Nada más por lo que ti1•111•11 ele 1 l''" ~ ivo ~ clt ~ i111t1111¡\tirn ,
ahí van dos títulos re cientes d<' cloH 1•1 ·v i 1 1a 1 e1i ~ l1 . 11111 ~ .N111111r11i11r v tlrrr/1-
ciones del cristiano de hoy (Rcv. cl1· l ~~ piri 111 . d11 l 11cl , m ·1 die . 111711) ; /)rsr11cr111to
político en La base (Pasto ral 11ii ~ ionl'rn, :LIJl'il t •J7<J) .
ESTE ES EL HOMBRE
HA CIA UNA NU E VA PRAXIS DE LA IDEN TIDAD t: RIHI IANA !_! 11 1

las cosas están como estaban; a los pocos años de Medellín sido nuestro pecado contra la democracia. Hemos olvid11d11 qur
las cosas están peor de lo que estaban, y a los pocos años d~ la democracia no vale absolutamente nada si no va acomp11fü11l11
la muerte ~e F~anco, las cosas, que han cambiado tanto, de la justicia y de la competencia *. De ahí las pregunt 1111 q111· 1
parecen seguir mas o menos como estaban. rondan a uno por la cabeza: ¿No será que a los catala nc~ se• le~
ha dejado hablar catalán para que no hablen socialistal ~ N11
. A nivel eclesial se anuncia un restauracionismo tranquilo e puede ser verdad que el «sagrado derecho» de los padres a clq~ il
impara~Ie, que asoma echando raíces a la sombra de la ambigua escuela para sus hijos (utilizado electoralmente por el presiclcntr
populartdad de Juan Pablo II. La Redemptor hominis pronuncia Suárez cuando dice que nos estamos jugando un modelo de ""
sobre nuest~o mundo una serie de juicios penetrantes, innega- ciedad) descanse sobre el «hecho impenitente» de los miles d1·
bles y transidos además de un profundo amor al hombre. Pero niños sin ninguna posibilidad escolar? ¿No podría ser que d
lo que desarma al lector es que quien muestra tal sensibilidad «reparto equitativo» del voto se utilizara como forma de frt··
para los elementos negativos e inhumanos de nuestro mundo nar el reparto equitativo de la riqueza? ¿No puede ser que la in·
no ~arezca e~contrar en la Iglesia nada por lo que hacer peni~ flación insoluble y el paro invencible no sean más que el reverso
tencia o pedir perdón, e insinúe que, en la Iglesia de hoy (y estructural --quizás no personal- de las cifras declaradas a Ha-
en la Ro!TIª. de. hoy) todo es solución y respuesta al mundo, y cienda por aquellos señores de las listas recientes? ¿Que sean
nada es infidelidad al mundo de Dios ni pecado contra él. Al simplemente eso en vez de ser --como ellos pretenden- la
amparo de _todo eso, la vieja cristiandad se despereza como la consecuencia fatal de que no les dejan a ellos todas las vías
Bella Dur~!ent~, y se prepara a ofrecer al personal exhausto un libres que quisieran para poner algún cero más a la derecha (¡por
«sa.no espmt:ialismo» que nos permitirá vivir más tranquilos y supuesto!) de sus listas? ¿Y no podría ser verdad que la tan
satisfacer meJor una demanda innegable que aflora en el mer- cacareada libertad de expresión no la quisiéramos para denun-
cado. ciar todas estas cosas, sino simplemente para producir películas
Améri~a La~ina que es, para muchos, la matriz del futuro, «S», que ahora encuentran su nuevo filón a costa de las monjas
ha pasado .mse~s1bleme?t7 de una fase prerrevolucionaria a otra porque, en fin de cuentas, quién va a ser el infeliz que salga en
ultrarreacac:inana. La úitlma renovación de cargos del Celam su defensa, pobres desgraciadas ... ?
parece desvutuar lo 9ue Pu~bla hab~a. logrado mantener de espe- Y de todo esto podría quedar quizás la esperanza de la
ranz~. Y,, e.n sustancia, se viene replUendo la antigua batalla de
la prrme~1s1ma teología d_e la liberación, que tuvo lugar cuando revolución. Pero los vietnamitas y los «etayolahs» nos están de·
la conquista de los espanoles y el exterminio de los indios: la jando de ella un sabor bien amargo. Hasta el punto de que la
batalla entre Bartolome de las Casas y Ginés de Sepúiveda (reen- «muerte del padre» diagnosticada por Freud sobre nuestro mun-
carnado. aho_ra con el nombre de López Trujillo). Con todas las do, parece agravarse hoy por un sentimiento de «muerte de la
bazas históricas para el segundo y, para los primeros, poco más madre». ¿Qué nos queda, pues?
qu.e el consuelo de .dar al futuro un testimonio sobre dónde está
Cristo Y dónde debiera estar la Iglesia. Igual que antaño efecti- Ya sé que toda esta letra pequeña no constituye un
~~~ ' análisis, sino, a lo más, un retrato-robot del fenómeno del
Del estado . español quizás valga más no hablar. Mucha desencanto. Pero era necesario, porque hay que dar expre-
gente cree ef~ctlvamente que hemos asombrado al mundo de sión concreta a ese fenómeno, para mostrar lo siguiente: d
~anto )'. tan bien como hemos cambiado. Y uno tiene a veces la pesimismo que estamos comentando no se produce port¡tll'
1mpres1ón de que UCD -también en sus versiones nacionalis-
tas- seduc7 ~ los obispos tanto como antaño seducía el marxis-
mo a los cristianos de base.. Pero yo quisiera dejar oír también
~a v<_>z Y la pregunta de quienes (aun considerando necesario e de una crónica publicada por K. Marx en el N ew York D aily Tri/i1111r
(2.XII.1854) como corresponsal desde España. Marx está comrntancl11
mevitable el rumbo seguido) al menos no lo ven tan glorioso. la rapidez con que el mismo pueblo autor de la Constitución prog1c·,j,¡ 1
~arx ya apuntó ~~e el defecto de los españoles es esperar má- de 1812, se volvía contra ella en 1814 y recibía a Femando VI 1 e 011
gicamente la soluc1on de los cambios (2J. Y puede que ese haya gritos de «viva el rey absoluto» y «abajo la Cons titución». Fc·11c'i11111111
que le inspira el comentario de que «rara vez ha presenciado c· I 1111111110
un espectáculo más humillante».
(2) Véase el texto citado como epígrafe de este artículo. Se trata (*) Competencia en el sentido d e se r competentes pm mp11r1
to-, no en el de ser competitivos.
íl

1
111 ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CIUSTIAN\ !,l ll 1

11u pa;en cosas, sino porque pasan, pero no aportan lo que Pues, como ya tantas veces se ha dicho, quien le condcnu 11n
cs~erabamos 4e_ ellas., El. consiguiente estado de ánimo po- es la maldad humana, sino la bondad oficial o la pretendido
bondad humana <3>. Y el motivo de esa condena no es la «mal ll
dnamos ~e~cnbirlo asi: SI en 1848 un manifiesto pudo co-
menzar ~ciendo que «un espectro se cierne sobre Europa», dad» del Crucificado, sino la incomodidad de su pretensión
h?y habna que comenzar ese Manifiesto afirmando que se (teológica o política -de blasfemia o de mesianismo--, es
c1ern~n sobre nosotros dos espectros. Se llaman terrorismo y igual en estos momentos), que hace «necesario» el que mue-
pasotismo. Ambos son anverso y reverso de una misma de- ra pór el bien de las cosas ( cf. Jn 11,50). Y el creyente
s~s~er~ción. Y son espectros porque el uno cree no poder todavía puede formular eso de manera más tajante, diciéndo-
vivir sm matar a otros y el otro acaba por acostumbrarse a se que quien le condena es «la instancia más alta» y reconoci-
que, para que «pasen» unos, termina siendo necesario que da por el creyente como tal: si le condenan los judíos no es
«no pasen» otros. en cuanto «raza maldita», sino en cu'.lnto pueblo escogido. Y
Las líneas que siguen intentan leer ese fenómeno aludi- si le condenan el Sanedrín y los sacerdotes, no es meramente
do del desengaño actual, desde una aceptación creyente de la en cuanto «clase dominante», sino en cuanto ocupantes de la
Cruz de Jesucristo. Tienen la pretensión, casi obscena, de «Cátedra de Moisés», como los reconocerá el propio Jesús
hablar de la Cruz de Jesús como factor de resignación. Por- ( Mt 23 ,2) . El creyente está obligado a decir que es la instan-
que -por ~ás que eso se haya utilizado pésimamente- cia más alta de la Historia humana la que expulsa a Jesús de
creen que existe .algo así como una resignación auténtica y la Historia humana. Y esto significa que es de lo humano
humanamente valiosa. Una resignación que cabría definir co- como tal de quien la Cruz enseña a desconfiar, es el hombre
mo «~esignació:1 contra desengaño», para evitar el trágico y como tal el que queda desenmascarado y condenado por el
repetido «engano contra desengaño». Y que quizá es la única destino de Jesús. Y eso tiene inmediatamente consecuencias
q~e nos capacita para ac~ptar serenamente la pregunta que la 'bien concretas. Por ejemplo: un cristiano ya no podrá, con
misma Cruz nos lanza: sI esos dos espectros aludidos son sólo espíritu de casta, desconfiar del socialismo por sus realizacio-
nuestros enemigos «exteriores» o son también nuestros pro- nes concretas, como tampoco puede negarse a la democracia li
pios frutos. por sus realizaciones concretas: pues él sabe muy bien que,
precisamente en su propio origen, hay nada menos que una
2. Sabiduría de la Cruz: desconfianza en el hombre. de esas «realizaciones concretas» en las que falsificó algo
Es absolutamente nefasto que la piedad cristiana se ha- humanamente grande y valioso (en este caso, el nombre d<.:
ya acostumbrado a hablar de la Cruz, más que del Crucifica- Dios).
do. Porque, separada del Crucificado y trasplantada a otra
cultura donde. ya no está en vigor, la Cruz se desvirtúa. Se Es, pues, de la humanidad del hombre de quien ticnl'
puede convertir en un adorno, en una alhaja y hasta en una que desconfiar el cristiano. Y esto rompe el mecanismo hu
señal de poder. En el mejor de los casos, no pasa de ser un mano espontáneo que siempre es el de la desconfianza en d
símbolo ascético más o menos espiritualista. En cambio el otro en cuanto otro, localizando el motivo de la desconfianzu
Crucificado es siempre un hombre concreto, con una hist~ria solamente en la alteridad del otro ( k>s nacionalistas en «M11
y un destino bien concretos, condenado por unas instancias drid», las feministas en el varón y los oprimidos en el cnpit11
bien señalables y ajusticiado por unos motivos bien determi- 'lista ... , hasta el extremo de que la desconfianza en sí mi smo
nados. La imagen del Crucificado no es separable de todos sólo cabe al nivel de la enfermedad psicológica qu<.: hny q11(
estos «pequeños» detalles.
Y al no separarse de ellos, el Crucificado se convierte (3) Remito sobre esto a Acceso a ]wÍ.I. llnmyo 1/t! lro/011 /11 111111111
en un desenmascaramiento perenne del autoengaño humano. Salamanca 1979, pp. 83-85.

1
286 ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA N UEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRISTIANA 287

curar). No. Esta no es toda la verdad. La Cruz no es la «sociológicas» no hay una sola, sino que pueden convivir
crítica de los otros (por muy dignos de ella que puedan ser a muchas. Pero, por otro lado, en una sociedad de clases, de
v~ces), sino que es la crítica de nosotros y, por eso, el pesi- poderosos y oprimidos, acaba por jmponerse una de esas
mismo de la Cruz no es sola ni primariamente el pesimismo idolatrías y no precisamente por el «sufragio universal», sino
frente a las críticas o las alternativas de los que nos combaten por el «determinante económico». Si no hay «idolatría ofi-
o atacan (como hacemos en Occidente frente al marxismo) dal» sí que hay «idolatría dominante», que es, por supuesto,
sino que es el pesimismo frente a nuestras propias realizacio~ la idolatría de los que dominan.
nes. Y por eso, finalmente, la pregunta política de la Cruz no Formulado todo más técnicamente se puede decir que
es si estamos dispt1estos a morir por defender la «civilización hoy la primera sabiduría de la Cruz es una desmitificación de
cristiana» (léase sin fariseísmos: la forma de montar el mun- la Ilustración. La Iglesia del s. XIX debió haber sido capaz
do en la que estamos metidos e instalados) , sino si estamos de hacer esa desmitificación, sin esperar a que vengan a ha-
dispuestos -como dice E. Kasemann- «a seguir al Señor has- cérsela la escuela de Frankfurt o los Nuevos Filósofos france-
ta fuera de Jerusalén, fuera de Babilonia y -si llega el caso ses. Pero no supo hacerla. Sí que se opuso a la Ilustración,
para nosotros, occidentales- fuera de la sociedad capitalis- por supuesto. Pero no en nombre del Dios Jesús (que habría
ta» <4>. Mirando al Crucificado, toda «integración armónica» resultado lo mismo que en nombre de la autenticidad huma-
en este mundo nos debe resultar sospechosa. Que «el Reino no na) , sino en nombre de su propio poder y su posición de
es de este mundo» no significa su carácter ahistórico y espiri- privilegio que veía amenazados. Lejos de desmitificar la Ilus-
tualista, sino que expresa el destino fracasante que amenaza a tración, la combatió en nombre de otro mito. Y de ahí el
quien lucha por el Reino histórico y adveniente a este mun- peligro de que luego, en el siglo XX, la conversión de mu-
do. «Quien se mete a redentor, sale crucificado.» He aquí la chos eclesiásticos no sea más que una conversión a la Ilustra-
sabiduría de la Cruz, para un movimiento que llama a los ción en lugar de serlo al Crucificado.
suyos a seguir al Redentor. En resumen, amigos: sabiduría de la Cruz = experiencia
Y si todo esto es así, sería urgente para nuestra fideli- del pecado original. Pero como esta palabra se ha vuelto hoy
dad al Crucificado que los cristianos recuperáramos, en su tan ininteligible, quizás habrá que reformularla dando un ro-
traducción moderna, la acusación de «ateos» que recayó en deo. Y o no sé si es verdad que Dios escribe derecho con renglo-
tromba sobre los primitivos creyentes. Es cierto que, en un nes torcidos. Pero todo lenguaje sobre Dios es primariamente
mundo secularizado, dicha acusación no se formulará ya con un lenguaje sobre el hombre. Y quizá lo que quiere decir esa
la palabra «ateo», puesto que los dioses de este mundo, que frase es primariamente esto otro: que el hombre es un ser
son lo condenado por el Gólgota, ya no se llaman dioses que escribe torcido con renglones derechos. En nuestros días
aunque lo sean. Pero podría formularse con cualquier otra ha estado de moda el decir que Calvino era el padre del
palabra que nos acusara de negadores de las mitologías ofi- capitalismo y que Marx era el padre del Goulag. Pero lo que
ciales y de las idolatrías sociológicas. Incordios, incómodos o no se sabe añadir es que Calvino abre la puerta al cnpi Lulismo
subversivos de lo paganamente adorado. Es verdad también con su profunda captación de la grandeza de Dios y qm:
que hoy es más difícil reformular esa acusación, no sólo por Marx abre camino al Goulag con su profunda cnptnci6n ele In
la secularización del lenguaje de la sociedad, sino porque, al grandeza del hombre <5>. ¿De qué sirven, pues, lns urnsncioncs
ser ésta tan enormemente plural, sus dioses varían casi en
cada calle y en cada casa. Mitologías «oficiales» o idolatrías (5) Ambas afirmaciones de b~rlan ser 1111\s f1111d .1111c ·1~1 r.ulas J)('l'O eso
no puede hacerse aqui. Para la pnmrrn, nw gu~tal'lu 1·c·111111r al m CJ_lOS a
la tesis doctoral (en preparación) de .J u 1.10 Co1.0~11t.11 , ~obr<' d pensamiento
(1') En Selecciones de Teología XV ( 1976) p . 137. político y teológico de Calvino.
.'

:rno ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA :-IUEVA PRAJCIS DE LA IDENTIDAD (.:R IS'l l.\N \ ''Jllt

fáciles? El nexo no está en la doctrina, como dicen las versio- la Cruz desenmascara cuando nos negamos a reconoc:L't lo)
nes interesadas de una y otra parte. El nexo está en el hombre Tendemos a creer que la virtud de la esperanza consistL' e 11
que vive y plasma esa doctrina. El hombre: ese ser doméstico cerrar los ojos a la realidad. La Cruz de Jesús nos enseña <:J.llL'
y sencillo, pero que es capaz de hacer con Dios idolatrías y no se trata de cerrar los ojos a la realidad, sino de negar la
cruzadas, capaz de hacer con el amor prostitución y con la realidad con los ojos bien abiertos. Puede que la esperanza
necesidad de los demás situaciones de «Gran Inquisidor». cristiana no sea más que la ternura del pesimismo, mientras
que la pagana sería el sueño de la ilusión.
3. Sabiduría de la Cruz: amor al hombre. Porque, en definitiva, la sabiduría de la Cruz enseña
En los últimos tiempos la teología ha vuelto a retomar simplemente esto: que el objeto del amor de Dios no es el
el lenguaje neotestamentario del abandono del Hijo o de la superhombre (tentación que amenaza a todos los humanis-
entrega del Hijo por el Padre. Para quien cree en Jesús ese mos en forma de dinámica práctica ), sino estos hombres
lenguaje describe unos niveles de tragedia inmersos en la concretos y pobres que somos nosotros. Y que no es con la
realidad, que son estremecedores. Pero ese lenguaje tiene un religión en cuanto hoja de servicios o en cuanto libro de
reverso en su significado: si Dios entrega a su Hijo cuando el cuentas de una nueva Hacienda, como hemos de presentar-
hombre se lo arrebata, es porque Dios no destroza a los nos ante El, sino con la fe en su acogida incondicional. El
hombres que así le atacan, porque los ama a pesar de todo. Y mundo nuevo no lo crea Dios lanzando a la papelera ontoló-
p~~- eso. el Nuev~ Testamento, hablando de esa entrega del gica este mundo viejo y buscando otros materiales más fia-
H1¡0, dlCe que Dios «no perdonó» ni a su propio Hijo por bles, sino que lo hace con este mundo y a partir de él. El
nosotros. hombre nuevo no lo realiza creando otros hombres, sino con
. .Esto da una vuelta, difícil de comprender, al pesimismo nuestro barro de hombres viejos. La virginidad -si es que
cns,uano revelado en la Cruz. A pesar de los pesares, Dios para alguien significa aún algo esta palabra- no la hace Dios
esta de tal forma de parte de los hombres que el mismo gesto con carne de ángeles, sino con esta carne de hombres y muje-
que el hombre realiza contra El, la misma mano que el hom- res sexuados.
bre levanta contra El, las convierte en gesto de bendición Es a este hombre así desenmascarado a quien Dios
para el hombre. El mismo ser humano que clavó a Cristo en ama. Y el pesimismo de la Cruz lleva entonces a no extrañar-
la Cruz es el que puede cantar: crux ave, spes unica *. Esto se de nada, pero nunca lleva a rendirse. La desconfianza nos
supone que hay un dolor que puede ser asumido por el cre- hace críticos, pero nos hace igualmente tesoneros. La seguri-
yente y transformado en lo que el Nuevo Testamento llama dad de la aceptación de nuestra miseria (que antes se llama-
«~argar con el pecado del mundo». Un dolor por cuya fecun- ba teológicamente «justificación del impío») facilita la salida
didad cabe apostar, aunque no se la recoja: y es el dolor del de ella, porque esa salida ya no nos la exige la demanda
fracaso intrahistórico. Por eso el pesimismo cristiano no en- categórica de algún moralismo o la necesidad angustiosa Ul'
gendra desesperanza, sino la obstinación tranquila del que evitar como sea una condena, sino que nos la pide la cx pl'
canta contra spem in spe: No. No. No nos moverán. rienda de estar a salvo: «Nadie te ha condenado» porq111•
Este giro de la Cruz es absolutamente necesario para «yo tampoco te condeno»; por eso «no quieras pecar mi1s».
hablar cristianamente de ella. Pues los paganos que somos no Las dos palabras que quizá más utiliza el Nuevo TL"sln
acaban de saber cuál es el lugar de la esperanza cristiana, una mento cuando habla de la vida práctica son éstas: aucla<:in y
vez se ha aceptado el pesimismo que la vida impone (y que aguante ( parrésia e hypomoné) C6>. Aguante a prueba ck· '10111

(*) «Salve, Cruz, única esperanza» (de un antiguo himno litúrgico). (6) Sobre la parrésia cf. J n, 7, 26 y 18,20 ; 1lch p11"i1 11 ('l( 4 11
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:.rno ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CIUS'll ANA !,!'IJ

ba, como del que ya no espera nada. Audacia también a toda Comentando esta acusación, escribí en el boletín antes
prueba, como del que ya ha traspasado los umbrales. La Cruz, citado un largo y lírico párrafo que ahora quisiera recoger
efectivamente, es un factor de resignación y no ha de darnos para cerrar esta nota y como plasmación del título de este
vergüenza recuperar ese lenguaje tan malempleado. Pero es último apartado: «Cruz contra religión»:
la resignación del que no se resigna.

«Por lo que toca a las repetidas acusaciones de «religi5'si-


4. Conclusión: Cruz contra religión. dad», hace ya más de treinta años que D. Bonho~ffer senaló
como una de las tareas más importantes que se le imponen al
Lo que quizá hace más serio al desengaño con que co- cristianismo, la de hacer una «interpretación no religiosa de los
conceptos bíblicos» . En esa misma línea creo yo que estamos
menzamos este artículo es que ha tenido ya, casi antes de obligados hoy, como cuestión de vida o muerte,. a .hacer una
empezar a sentirse como aura de la calle, su formulación «interpretación no religiosa de los conceptos socialistas». No:
teórica y plenamente consciente. Este me parece que es el amigo Labordeta, no podemos cantar con certeza qu7 «habra
sentido de la generación de Nuevos Filósofos franceses, anti- un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tier~a que
guos jefes de filas de mayo del 68, que diez años después ponga libertad». Ni podemos decir, amigo Llach, que s1 cada
uno estira por su lado, al final seguro que cae toda estaca y
volvieron a las portadas del Time levantando ahora la bande- «ens podrem alliberan>, porque la estaca no es sólo el otro
ra de un «pesimismo sin concesiones»: «Aprended, progres, nombre de Franco, sino simplemente el otro nombre .de la rea-
de nú, de lo que va de ayer a hoy» ... No podemos entrar en la lidad. No sublime voz de Joan Baez, no podemos declI con cer-
valoración que de ellos se hizo y que casi siempre era fruto teza que {untos venceremos todos un día, porque q~ás ese día
de un mecanismo de autodefensa o de una manipulación no llegará jamás ni ahora ni dentro de mil ~ños,. N~ es v~rdad,
queridos amigos chilenos, que el pueblo umdo Jamas ser,a ven-
interesada <7>. Pero quien intenta ser precisamente hombre cido, porque empieza por no ser posible que el pueb~o este total-
de izquierdas y socialista debe sentirse obligado a recoger, al mente unido. «Nosotros no podemos ser honrados sm reconocer
menos, la más seria de sus acusaciones: la dirigida a la iz- que hemos de vivir en este mundo como si Dios no existiera»,
quierda y, en concreto, a la izquierda socialista. Según B. H. decía Bonhoeffer. Y para una interpretación no religiosa de los
Lévy, la izquierda ha fracasado por ser «religiosa». Ser reli- conceptos socialistas, esto significa: hemos. d~ v~vir, como si ~l
paraíso socialista no existiera. Hemos. de vivir ~1? el, colll:o. sin
gioso, una vez suprimida la religión, es la mejor manera de Dios vivimos. Pero (al igual que la mterpretac1on no religiosa
ser idólatra: y esto lleva a la eclesialización de los partidos, la no significó para los cristianos renunciar a su fe cristiana), es~
'divinización de los líderes y el optimismo impenitente de la tampo~o significa renunciar al socialismo: sin D~os, y como si
izquierda que Lévy encuentra religioso, no sólo en su acti- Dios no existiera, vivimos precisamente, «ante Dios» (Bonhocí-
fer otra vez) . Y eso significa que sin la ilusión de que un dfa
tud, sino hasta en su expresión doctrinal <5> veremos la tierra llamada libertad, vivimos precisamente trabn·
jando .por ese día y por esa tierra. Sabiendo que la e.staca es In
realidad, vivimos precisamente tirando de la estaca. Sm cesar rn
y 4,29); Fil 1,20; 2 Cor 3,12 y 7,14; Ef3,12 y 6,19; 1Tim3, 13; l Tes 2,2; ese esfuerzo y ese trabajo, pero sin la necesidad de drognrnoft
Filem 8; Heb 3,6; 4,16; 10, 19 y 35; 1 Jn 3,21 y 5,14 ...
Sobre Hypomoné: Le 8,15 y 21,19; Rom 2,7 y 8,25; 1 Cor 13,7; religiosamente para él.
2 Cor 1,6; 6,4ss y 12,12; Col l,11; 1Tes1,3; 2 Tes 1,4y 3,5; 1Tim6,11,
2 Tim 3,10; Tito 2,2; Heb 10,36 y 12, lss; Sgo 1, 3.4; Apoc 1,9; 2,19
y 3,10 ... La enumeración no es ni mucho menos exhaustiva. rrección que bautizan con el nomb~·e de. sociedad sin. cla~t·s, ) .' 11 • 11
(7) Más información sobre el tema en mi boletín Nuevos Fil6sofos, infinito martirio que llaman «la d1aléct1ca»; y la .h1storm 11111vr1#AI
viejos problemas, en Actualidad Bibliográfica de Filosofía y Teología XV tiene a l menos este punto en CO'!Jún con la Prov!dcncia : qu<· 1·~ rl l11J.1M
( 1978) 223-276. de una Caída inmemorial, rápidamente somrt1da a uu rnd111 I"" rl
(8) «Al igual que los cristianos - escribe- los socialistas creen fantasma escatológico» (La barbarie con mstro luwumo, C:arnr.1~ 111111 • l1111M
(' ll tU1 dios que bautizan con el nomb1·e de proletariado y en su rcsu- 1978, p. 76).
-- - -- -~- - - --- - -ª

292 ESTE ES EL HOMBRE HACI A UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRISTIANA 2H'.I

Y qué es lo que nos tiene que capacitar para ese trabajo Lévy califica sin demasiada retórica -:orno «barbarie con r?s-
sin la droga, he aquí la respuesta que cada hombre tiene que tro humano», y del que Kant dijo una vez que era .~eJor
encontrar en el fondo de su humanidad. No es ciertamente W1a cerrar los ojos ante él para no cargarse con un nuev? v1c10, a
fuerza imperson al o ciega: no se ha de trabajar por odio, o por
voluntarismo, o por narices. Pero en el encontrar una respuesta saber: el odio a la Humanidad, ante este mundo D10~ no ha
válida a esta cuestión, pienso que se decide simplemente nues- sido pasota ni terrorista: ha preferido ser parte de el y, en
tro ser hombre»... (9). todo caso, ser su víctima. . . ,
y como diría Lutero el amor de D10s nunca es 1deolo-
Y formulada más técnicamente, toda esa lírica significa gico: h~ce realmente amable aquello. que ama. Quizá por eso
esto que sigue: hasta el más pesimista no puede de¡ar de recon~cer q~e hay
La Historia es aquello cuyo curso no puede deducirse a días en que esta barbarie qu~ somos aparece mexph,cable-
priori desde un principio abstracto cualquiera) oo>. Si Marx mente iluminada y como transida por los rayos de algun sol
deduce el curso de la historia (su marcha hacia el paraíso so- misterioso.
cialista), sea desde el materialismo histórico, desde la lucha de
clases, desde la dialéctica o desde donde sea, esto se debe a
que, en el fondo , sigue prisionero de Hegel: no ha acabado
de «poner del revés» a Hegel, aunque esa fue su obsesión. O
mejor: lo ha puesto del revés en sus contenidos concretos,
pero manteniendo su estructura formal. ¡Pero ello no es po-
sibleh
Y la historia en Hegel no es historia: está monofisita-
mente absorbida por la Idea, por lo teológico. Lo cristiano no
es decir que la historia es la «historia del Dios todo-en-todo»,
sino que está llamada a serlo por vocación de Dios. Nada
más. Que lo sea o no sólo se verá al final de ella. En el
fondo, Hegel olvida la theologia crucis: la entrega del H ijo
como posibilidad de la historia. Es decir: olvida que la his-
toria puede ser también historia de condenación. Y por eso
insiste el cristiano en que la Promesa es metahistórica: por-
que no nos es lícito confundir el imperativo con la seguridad
intrahistorizando así la escatología.
Pues bien: desde aquí podemos esbozar ahora la res-
puesta que había quedado colgada en la cita anterior : ¿qué
es lo que nos debe capacitar para ese trabajo? .. . No nos ha
de capacitar ninguna esperanza religiosa, sino la absoluta se·
guridad de que la empresa merece la pena. Una seguridad
que brota del hecho de que, ante todo este mundo al que

(9) Op. cit. (en la nota 7) pp. 243-44.


( 1O) Una tal deducción siempre será necesariamente teológica.
llu t•1111 o mala teología, eso ya es otra cuestión.
12
SOBRE MATRIMONIO Y FAMILIA *

l. ¿Dónde estamos?

Es muy probable que la incidencia definitiva sobre


nuestro tema no la tenga hoy la reflexión teológica, sino el
momento cultural en que vivimos. Por eso hay que comenzar
tratando de describir ese momento y eso sólo puede hacerse
desde la propia experiencia. Es posible que el «muestreo»
que constituye el material de mi propia experiencia haya sido
particularmente negativo (ya se ha dicho que al médico sólo
van los enfermos, al psiquiatra sólo van los locos y al cura
sólo van los que tienen problemas). A pesar de todo, hay
otra serie de indicios sociológicos que autorizan a dar cierta

(*) Aparecido en Sal Terrae (oct. 1979). Los apéndices qur lo


acompañan han sido añadidos para su inclusión en es te volumen. Mit·11trn!I
q ue las líneas del final, relativas la disciplina de misericordi ;L (q1u-
tampoco aparecieron en Sal T errae) las suprimí a petición de lu rr v1~ 111 ,
para no crearles problemas en los difíciles momentos actunlt·s.
El origen del artículo fue el Documento de la Confr.rrnri11 rpi~rnpal
española sobre el mismo tema. Por eso, en su primera a¡mridfin lli-v11ha
la siguiente entradilla, que explica y d elimita sus p1·dr11sio11r1 :
«La casi nula incidencia que ha tenido rl pasado 1lnl'llmr11lo q1iN·
copa! sobre el tema, pone al m enos d e 1.'elicvr ni 111111 1<r11 111- lo qui'
pueda d ecirse sobre su calidad y las supuesto~ 1)t'C·sin111·s q11r lo tlrNc anli-
llaron- hasta qué punto el problema es hoy clifínl ) 1111n11.1 ~ ituariúu
compleja e inmadura. En estas circunstanciaM, 1111a p.111111111 e 011 e .u .'ir11•r
eclesiástico «oficial» puede ser un ric-sgo drma~ iatlu prlil(r u•o. l•:n rnmbio,
quienes no tenemos en la I glesia 11i11gu11a m1frc·i¡1li1l1ul», pudemos per-
mitirnos el riesgo de romper el furgo al romirn:lo <Ir un di:'1logo, con
alguna palabra que será sólo pan·ia l y c¡11i1.nN Hra, además, estúpida,
pero que puede dar c ~pacio pnru qu¡- hahlrn otms. E~n serla la intención
de estas líneas.
'lllt
ESTE ES E L HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRlS'l l<\ N'\ ' 11 17

v11l1dl'%a esa ~xp~riencia: aunque sólo sea el hecho de que los b. El nivel de expresividad de la profundidad amorosn :
1 11fl'rmos -s1 bien no son la totalidad de los seres huma- el sexo no es sólo un instinto como el hambre o la sed, sino
11os- sí que son al menos los más necesitados de ayuda. que es capaz de afectar a las zonas más profundas de la
Y desde aquí pienso que la pregunta clave que hoy psicología de la persona, y de escarnar las dimensiones espiri-
debemos
. . afrontar, en cuanto abordamos nuestro tema ' es la tuales más profundas de la comunicación humana (ver sobre
siguiente: ¿vamos entrando en una época en la cual el matri- esto el apéndice de este capítulo).
monio (y la familia) está desapareciendo como institución
natural?
c. El nivel de transmisión de la vida, la cual es siempre
Creo que hay que contar con que la respuesta a esa un misterio para el hombre (misterio que, por la razón que
~re~u~ta p_ueda ser .afirmativa. Me temo también que la Igle- sea era vivido más intensamente en culturas más primiti-
s1~ 1:rarqmca se re~1sta a aceptar ese dato, por su concepción '
vas)~
trag1ca de la moralidad como conformidad con una naturale-
za a la que entiende sólo de manera orgánica y fijista, cuando La plena armonía de estos tres niveles es casi utópica:
la naturaleza humana es también libre e histórica: dentro de sus exigencias no coinciden. El matrimonio como «institu-
ciertos límites y en el marco de determinadas condiciones ción natural» ha sido visto durante mucho tiempo como la
culturales y sociales, el hombre puede modificar (al menos solución más acertada (pero solución imperfecta a fin de
temporalmente) su propia naturaleza concreta. Sin que esto cuentas). Y esta solución tenía además otra ventaja que ve-
quiera decir que esa modificación haya de ser necesariamente nía como a confirmarla:
para bien: puede ser también una degradación, como la «du-
reza de corazón» de que habla la Biblia.
d. Hoy por hoy parece científicamente cierto el princi-
He aquí, pues, los cambios que creo que se han produci- pio siguiente: en la infancia del hombre, que es una época_ de
do y que hacen temer la respuesta afirmativa a la pregunta de invalidez, creatividad y aceptación, Cll, es absolutamente 1111
la que hemos partido:
prescindible la presencia de alguien cuY.:: existencia (aún ll1•Í~
1.1.-El sentido del ayer que su palabra) le venga a de~ir al n11?-o; es bueno q~1t· tu
El matrimonio era hasta ahora la solución naturalmente existas es bonito. Cuando el mño ha v1v1do esa expcr1l'nn11
menos mala (nunca la ideal, que ésta no parece existir) a las puede ~ealizar el difícil aprendizaje de la creatividad y d<· lu
ambigüedades insolubles que plantea al hombre la realidad aceptación y así el niño madura en hombre. Cuando no In
del amor y la sexualidad, y que, aquí como en otros campos ha tenido, t~do 'el mundo sabe hasta qué punto im tl'íhl
de la vida, llevan al hombre a la célebre alternativa de siem- puede quedar frustrado e inmaduro el hombre qul' todo 111111
pre: o aceptar que todas las promesas de la vida son vanas y ha de llegar a ser. Pues bien: el «alguien» destin:".lo 11 1111~~·
que la vida carece de sentido, o esperar de Otro la propia vivir al niño esta experiencia era, hasta ahora, la tnM 1tt1l1t 111
superación en el cumplimiento de esas promesas entrevistas familiar: padres y hermanos principalmenl<.' y l ' n .l ~11 idn.,
en la. vida. diversos, pero también abuelos o tíos con sus pns1htl1d11dl·s
Estas ambigüedades del amor y la sexualidad derivan de suplementarias o, a veces, supletorias.
la presencia en ellos de niveles muy diversos del ser humano:
a. El nivel de la necesidad fisiológica, semejante a la de ( 1) Aceptación: simpl~ment? _de que· In vid.1 rn• '111111 uli • 011 los
cualquier otro instinto y tan neutro como él (y que antaño se cuentos: los hermamtos qwlan s1l10 y p1·nvu11u1 C'f'iri~. loN .11111go.H 11?s
llamó «remedium conscupiscentiae » al hablar del matrimo- ganan a veces, aprender cuesta más dr . Ju q 111 · p.11 t"l'C . As1111ur sin
nio). · hostilidad y sin resentimiento todo <·~ te 111vrl tlr d111 e·~. • ele· l.1 rr ..d1dad ,
a eso llamo aceptación.
ESTE ES EL HOMBRE
HACIA U NA NUEVA PRAXIS D E LA IDENTIDA D C lllKI IJ\N/\ :.! 11'1
'" 111

Naturalmente, todo esto no quiere decir que esta solu- mientras la sexualidad como tal mantenga una referendo ,, l.t
ci6n funcionase siempre. No sólo porque no pasaba de ser fecundidad). Ahora lo que se desvincula de la transmisi6n dt·
un~ solución «menos mala», sino porque el hecho de que la vida es la sexualidad como tal. Y con ello se desintcgr 1t
existan unas posibilidades nunca significa que luego cada otro de los elementos que antes parecía formar parte de la
hombre concreto esté realmente a su altura. solución matrimonial.
1.2.-La realidad del hoy. d. Finalmente, sea por culpa de los hombres de nuestra
Frente a esos cuatro elementos descritos, hoy nos en- época, o por las distancias generacionales, o como efecto de
contramos ,' esa neurosis organizada a la que solemos llamar vida moder-
. a. Coi: la .aparición del «sexo de consumo» típico de la na, pero el hecho es que la familia está cumpliendo hoy
sociedad capitalista, con la que la Iolesia -no se olvide- mucho menos los roles de integración descritos antes, y que
si:mpre ha acabado por pactar. Con1:1ello, el primero de los deja muchas veces al niño en la inmadurez, sin haberle lleva-
mveles descritos se exacerba, se desorbita y acaba por desvin- do a la aceptación los otros, ni de sí, ni de la vida. Bastantes
cularse del segundo. veces he tenido la impresión de que la práctica de una rela-
ción sexual prematura y absorbente por parte de mucha gen-
b. Con la alienación psíquica y la falta de identidad te joven no era sino la búsqueda inconsciente del sustitutivo
interior en que existe el hombre de las sociedades industria- de una experiencia familiar vivida como frustrante. Huelga
les y que complica extraordinariamente el segundo nivel: el añadir que a ese tipo de relación siempre la he visto terminar
~ombre de hoy podrá tener quizá mayor ejercicio de la sexua-
en fracaso porque trató de suplir «cuantitativamente» -por
lidad que sus mayores, pero no parece que sea más feliz por
así decir- lo que en realidad era un fallo cualitativo. El com-
eso. Y aún no hace mucho que una actriz famosa afirmaba en
pañero o compañera que se siente obligado a hacer no de
una revista ilustrada que sólo hacia los 40 años está hoy
compañero, sino de padre, madre, hermanos y de todo, se
maduro el ser humano para casarse. Este desplante contiene,
siente sobreexigido, utilizado y, en definitiva, destruido. La
por desgracia, una buena dosis de verdad y ello supone el relación hombre-mujer no está hecha para expresar -ni p:trn
fracaso como destino casi insoslayable de muchísimos matri-
monios, cosa que los hechos confirman. Supone también que dar- eso.
la mayoría de los matrimonios habitualmente contraídos en Esta me parece ser nuestra situación y por eso creo t¡m·
las iglesias carecen de la capacidad de decisión suficiente para estamos en una auténtica época de perplejidad en In qut· ( st
constituir materia de sacramento <2 >. añadimos además la pendiente facilona que suelen tomnr to
c. con la aparición de los anticonceptivos y la subsi- dos los fenómenos masivos) el matrimonio como i111Hit1ll; il~11
guiente separación de sexualidad y reproducción. Quiero natural puede estar llamado a desparecer (ver ('I 11p1~111liu· 2
aclarar que lo que ahora se desvincula de la reproducción no de este capítulo).
es cada acto sexual concreto (cosa que a mí me parece lógica
2. Consecuencias teológicas.
(2) Cuando los antiguos escolásticos hacían sus distinciones que Todo lo expuesto plantea a la Iglc:;ia prohl1·111.1s 1·1101 mcs
hoy suen<1;n a chino pero que a lo mejor no lo eran tanto, decía~ que de los que yo no sé si realmente hn rnh1 ad11 l 11111 i1·ncia o si
«la materia» del sacramento del matrimonio eran las palabras o signos simplemente se limita a constatar unu sl·rit· dl' rnnd11ctus que
de los contrayent.es e~ cuanto expresan la entrega mutua. Consecuentes con
e llos hay que decir, s1 no expresan tal entrega, no hay materia de sacra- «no se ajustan a la norma» que cllit pn1TC<' pn•scnlnl' como
me nto, por más que suene el órgano, que la novia vista de blanco se algo abstracto y exterior más que como la V\!rdad concreta e
pongan los anillos y las cámaras capten para la posteridad el mome'nto
d el «si». Y eso es lo que suele ocurrir hoy. interior de cada persona ( pues lo primero resul la más cómo-
11111 ESTE ES EL HOMBRE ll ACIA U NA N U EVA PRAXIS DE L A IDENTIDAD C RI S1 l.\ N¡\ lfl 1

do y la facilitonería no es sólo tentación del mundo, sino del todo. Porque a través de él se viene a testificar c.jlll' Lis
tumbién de la Iglesia). zonas más profundas de la persona quedan afectadas 110
Ciñéndonos al aspecto del matrimonio me limitaré a cuando el hombre triunfa y posee, sino cuando el hombre d,1,
apuntar una co~c~usión que me parece importante: es posible Lo que sí sospecho es que eso no puede ni captarse desde In
que, para el cnsuano del futuro, el matrimonio no será una concepción de la vida que se mama en la sociedad capitalista ,
«institución natural» asumida o bendecida desde la fe (con- estructurada sobre el lucro (ver otra vez el apéndice 1 ) .
trato hecho sacramento), sino que casi en toda su realidad En segundo lugar, y por lo que toca a la institución
nacerá y derivará de la fe en Cristo. La antigua tesis de que matrimonial, es posible que la indisolubilidad, colocada en
entre bautizados, no puede haber contrato que no sea sacra~ este contexto, se convierta en un testimonio sencillo y digno
mento, pasa con ello a mejor vida. El sacramento del matri- de ser oído: el testimonio de que el amor no se acaba nunca
mí~o~i~ será una realidad casi tan extraña y tan desvalorada ( 1 Cor 13 ,8). Y si en la práctica resulta que sí que se acaba,
soc10log1camente como el celibato. A cambio de eso quizá es señal de que no se llama amor a lo mismo desde la práctica
pueda aumentar su capacidad significante, que hoy es prácti- y desde la fe. Cuando ha habido comunicación que ha llegado
c~m7nte nula. Siguiendo a Efesios 5, se tratará en él del hasta los últimos niveles de la persona, hay allí algo que no
s1gmente proyecto de existencia: muere nunca o que no muera sin culpa. Cuando no ha llega-
do a haberla es lógico que toda relación termine un día u
El hombre que se sabe amado por Dios en Jesucristo de
manera increíble e irrevocable, y que ha experimentado en otro, aunque se llame a esa relación amor y se la exhiba como
ese amor el sentido y la transformación de su vida asume tal. El problema es que, dada la enorme ambigüedad de todo
como tarea de ésta el hacer de la realidad del amor' asexual lo humano y dada la gran capacidad de engaño que tenemos
hum~no (con todos los niveles de ambigüedad antes citados)
los hombres, nadie puede llegar a asegurar cuándo ha habido
un signo palpable ante los hombres de ese amor misericor- comunicación hasta en los niveles últimos de la persona . Pe-
dioso y fiel con que Dios le ama a él: «Así brille vuestro ro sigue siendo verdad que el amor no se acaba nunca: el
amor ante los hombres, que vean vuestra vida y glorifiquen a sentimiento se acaba, la posesión se acaba, el placer se acaba
vuestro Padre que está en los cielos» ( cf. Mt 5,16). y la ilusión se acaba. Pero el amor no se acaba: más bien se
conquista día a día <3>
Desde esta perspectiva, y desde este proyecto vital la
monogamia, la indisolubilidad y la fecundidad serían inhe;en-
3. Conclusión.
tes al matrimonio no como cualidades lógicas intrínsecas a un
contrato natural, sino como los objetos del testimonio del Que en una sociedad pagana y desde una iglesia minmi
gesto sacramental: como signos de la totalidad, la exclusivi- taria y diaspórica, el cristiano sea un hombre que se apunll' 11
dad y la fecundidad con que Dios ama a cada hombre . De
cara a los no creyentes se tratará, más que de un contrato
hecho sacramento, de un sacramento que puede ser hecho (3) Poco después de cumplidos los 75 años, escri~b 1\1 11111 •
kheime.r a propósito <:te su .mujer,_ a l~ que .habla c.o nor!do ,1 lo• 111 :
contrato (o proyecto de vida). Pues ante la sociedad que no «S1 hoy miro hacia atras, hacia m1 propio matnm01110, 111 lrcr r1111
la cree, esta concepción puede suponer un doble testimonio. fcsar que muchos de sus rasgos hermosos descansan 1·11 ..t lw1 ho q11r
hemos comentado ( = que cuando alguien entrega Ja propi.L vul.1 pnt
En primer lugar, un testimonio relativo a lo que pode- Jos de más, se embellece por la reacción de los otros) . f\11 lllhlr i111011m
mos calificar como «el proyecto sexual cristiano», a saber: la se h a con figura do de tal manera que mi muje r no só lo 11w li,1 e 11111·gatlo
su vida sino que se ha convertido para mí e n lo 111(1~ ¡{1.11uli- q11 1· hay.
transformación de la necesidad en expresión de la gratuidad . Y esla es la razón por la que pienso tan c rílicanw111 r 1 r sprc·ln a la ( po~
Proyecto dificilísimo pero que, en mí opinión, no deja de otro lado necesaria ) liberalización del erotismo 1·11 11111·s1rm dlnrn. CI.
tener algo de genial, incluso aunque nunca llegue a triunfar Die Sehnmcltt 11ach dem ganz Anderen, Furche, Jl a111bur¡.¡ L970, p. 7:1.
302 ESTE ES EL HO~IBRE

ese doble proyecto es algo que tiene un sentido. La Iglesia


?ebería enseñar ese sentido y anunciar a realizarlo, más que
imponer normas al mundo. A pesar de todo, ese proyecto será
terriblemente difícil, como difíciles son las bienaventuranzas.
La Iglesiaa necesita, pues, encontrar también algún tipo de
«disciplina de misericordia» semejante a la que ya posee la
Iglesia oriental para el matrimonio y la misma Iglesia roma-
na hab~a buscado para el celibato sacerdotal y de la que,
desgraciadamente, ya parece que empieza a arrepentirse
(aunque también haya que conceder que demasiados curas APENDICE l. GRANDEZA Y TRAGEDIA DE LA SE-
tomaron la «disciplina de misericordia» como una especie de XUALIDAD HUMANA
inmisericordia para con la disciplina... ).
Pero difícil y todo, allí donde este proyecto sea vivido
Es en el segundo de los niveles antes citados (expresión de la
quizás ofrezca al mundo no sólo el signo del amor de Dios profundidad amorosa) donde la sexualidad se le vuelve al hombre más
sino (porque los sacramentos causan lo que significan) u~ compleja y más obsesionante. Y lo es porque en ese nivel se encarna
camino de solución al problema del amor sexual humano, precisamente toda la promesa de grandeza y toda la realidad decep-
que, aunque habrá dejado de ser el camino socialmente ob- cionante que constituyen al ser humano. En este sentido, quizás sea
vio, quizá se revelará de más calidad humana que otras solu- verdad que nada hay más humano que la sexualidad, o la forma como
el hombre vive su realidad sexual.
ciones que los hombres tratan de encontrar, por la plenitud
con que sea vivido por los creyentes. En efecto: por un lado, en ningún campo de lo humano aparece
como más seductor y más estremecedor el asombroso misterio del
«otro»: la mujer para el hombre y el varón para la mujer. Y por otro
lado, a ningún otro nivel hace el hombre una experiencia más pro-
funda de las maravillas que él es capaz de provocar y que el otro
puede provocar en él. Hasta el extremo de poder pensar, en algún
momento, que llega más al fondo del otro que el otro mismo. «Gra-
cias por la ternura que me das, pero gracias también por la que me
inspiras»; «gracias por el placer que me das, pero gracias también
por el que de mí recibes». Estas eventuales expresiones de cualquier
relación amorosa quieren decir algo de eso, aunque al expresarlo yn lo
falsifican.
Pero esta doble maravilla tiene a su vez una vertiente 11111hig11n y
conflictiva. La experiencia del misterio del otro, subyuguntt· y rwr.·
mecedor, casi religioso en según qué momentos, se co11vic11t· rnn 1•1
roce en la constatación de un problema insoluble : In dift·H·nt iu dd
otro es siempre inasimilable, incomprensible, njcn11 ni .cumm1>0 rspon·
táneo del propio ser. El varón para la mujer, o In mujrr pum rl v111ón,
acaban siendo un problema que no puede rt'solvcrsr 11tln 1111d11111r111r , y
tampoco se debe condenar precipitadnmcntt" Y t"! nruor, que implicn
fusión y armonía, se ve amenazado yn ni nncrr, por lo irrcclurt ihk· de
la diferencia: sólo podrá salvarse si nmbos, vnrón y mujt·r, Hl' dcsnrman
aceptando la alteridad de aquello que IHllll'll Mt•rú totnlmcnt c compren-
dido y propio.
1111 ESTE ES EL HOMBRE
H ACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRISTIANA 305

Y en el otro nivel, la experiencia de las maravillas que puede sus- La consecuencia de ese error funesto no es más que la pavorosa
drn_r el amor en la sensibilidad de la persona, está amenazada con devaluación de la sexualidad que aqueja a nuestro mundo. Con la se-
~ ua¡ar ~n una relación ~~ dependencia. Varón o mujer tenderán, casi
xualidad ha pasado como con la peseta: es la misma moneda de antes,
inconscientemente, a utilizar su poder sobre el otro para dominarlo pero adquiere cada vez menos. Su poder adquisitivo tiende a cero, y el
haciéndolo dependiente y erigiéndose así en señores. La célebre dia~ hombre se encuentra hoy con mucha más «moneda sexual» en sus bol-
Jéctica del amo y el esclavo puede repetirse en la relación hombre- sillos, pero con mucho menos «oro humano» obtenido por ella. La na-
muje~, y además co~, direcc_ión doble y no única. Y el amor, que es
turaleza se venga, y su castigo es esa especie de virginidad forzada de
esencialmente donac10n de libertad, se encuentra amenazado de muerte nuestros modernos liberados y liberadas sexuales que, después de ha-
por aquello mismo que le da vida (4). berse acostado con todas o todos, a lo mejor no han llegado a «conocer
mujer» o «conocer varón» en el sentido bíblico del término.
Algo así es la realidad de la sexualidad humana como expresión
de ~a profundida~ de la relación. Y quizás ahora se comprende por qué Y lo divertido es que aquí sucede lo mismo que en todas las
la literatura ha vmculado tanto la sexualidad con Ja muerte. En cuanto crisis económicas: la Administración (en este caso los pontífices de
atisbo, es el atisbo de una muerte que ya no sea caer en la nada sino la nueva sexualidad que se enriquecen a costa de la necesidad huma-
estallar hacia la vida. Pero en cuanto experiencia, es muchas veces la na) no tiene ante la crisis otra solución que la de ir acuñando más
experiencia de un morir vulgar o sin salida. moneda.

Y si esta es la realidad de la sexualidad, parece claro que el


problema de la sexualidad sólo puede temer solución en el seno de un
«proyecto de transformación» de la sexualidad instintiva en sexualidad
humana. Un proyecto que el hombre puede descubrir como llamada APENDICE 2. SOBRE EL SIGNIFICADO POLITICO
implantada en él, pero al cual no le llama hoy absolutamente nada más DE LA FAMILIA
que esa voz interior propia que él ya no reconoce ni sabe siquiera si es
una voz ~eal. La moral sexual eclesiástica tampoco constituye llamada
de este tipo porque peca constantemente en la misma piedra: a todo Se suele decir que la familia es la célula de la sociedad. En la
eso que cabría llamar «proyecto sexual cristiano» (y humano) en cuanto medida en que esto sea cierto parece posible establecer la hipótesis
b.úsqueda de un sentido que brota de lo más íntimo del hombre, la Igle- de que en una sociedad capitalista avanzada no puede haber familia.
sia lo convierte en una imposición de normas que brotan «de fuera». Esto quire decir simplemente que una sociedad montada sobre
Y en una cultura secular, ya nadie sabe dónde está ese «fuera» del que val.ores supremos de individualidad, apropiación, y competencia llevada
puedan brotar.
hasta la opresión, no puede tener como núcleo una célula de amor, co·
. Por supuesto, esa transformación (o ese proyecto de transforma- munidad y ayuda al débil. Quizás esto explique la sospecha que toma-
c~ón) de la sexuali_d~d, s~ expres~ en los órg~nos sexuales que, aun a mos como punto de partida del artículo.
ruvel meramente fis1ol6g1co, refle1an esa ambigüedad de la sexualidad
(«el amor -decía un chiste antiguo- es una casa muy mal construida En los comienzos de la sociedad capitalista, la familia qui7.6s ~e
donde la sala de fiestas está en los lavabos» ... ). Que se expresa en los mantiene en ella como salvaguarda de la resistencia ética frente a 111
ó.rganos sexuales quiere decir en primer lugar que éstos no son una inmoralidad social. Pero, conforme la sociedad capitalista crece, la
sunple herram~enta de. transmisión de la vida. Y en segundo lugar, que familia se hace más débil y se ve absorbida por la avalnnehu de 111
se ·e xpresa qutere decir que no se realiza en ellos ni arranca de ellos mentalidad capitalista, convirtiéndose si acaso en céluln de lu j1111Rl11
El tremendo error de los modernos maestros del hedonismo sexual co~­ social, y desapareciendo como tal familia.
sumista es que, para ellos, la expresión de esa gran realidad interior ha
pasado a sustituir a dicha realidad interior (5). -
Entonces queda todavía el gran recurso ideológico dt• prml11111111
la defensa de la santidad de la familia para uti1iznrl11 co11111 juwtifil .1
ción de la inmoralidad de la sociedad, parecido n lo que hiw 111 h11r·
guesía con la religión: al principio la combatió, peto, 111111 vri r htuvo
(4) La humanidad concibió, ya en los albores de su historia el en el poder, se la fue apropiando como armo de tlefrnftn. A18o 11cmc-
~ito de Circe que, entregándose sexualmente a los hombres se Jos c'on-
v1crte en animalitos domésticos. ' jante es aquí el recurso de las clases altas y de In dNechn: mientras se
(5) Recuérdese lo dicho en el cap. 2 sobre el pecado como «ruptura mantenga una «familia santa» (a lo mejor sólo por foern y como sepul-
ele la sacramentalidad». cro blanqueado) será señal de que no puede ser tan mt1fo esa sociedad
ESTE ES EL HOMBRE

111yn~ lx·neficiarios son ellos. La propuesta de Blas Piñar, de antes


lr~nli ~u r el concubinato que el divorcio, se mueve en las órbitas de
t·Htc recurso, cuya forma más extrema y más ingenua es el célebre eslo-
1111n de «tradición, familia y propiedad» (con acento en la última). Y
In Iglesia, sin darse cuenta, al pretender que no hace política y abogar
por una «santidad de la familia» en abstracto, al margen de las condi-
ciones sociales, corre el peligro de apoyar esta última posición.
Pueden no obstante existir en la sociedad capitalista, como islas,
pequeñas familias válidas. Pero entonces siempre,
- o serán un foco de crítica social a la larga,
- o acabarán desintegrándose absorbidas por la mentalidad domi- 13
nante. ABORTO, SIGNO DE CONTRADICCION. CARTA A
Y a lo mejor resulta que, entre los marginados de la sociedad, UNA CRISTIANA AUDAZ ~'
puede mantenerse la unión familiar, más que como resistencia ética
como defensa contra la injusticia con que los trata esa sociedad, lo que
pide la unión de todos. E s difícil sin embargo, en la medida en que Ja l. Pedir la palabra.
cultura capitalista se infiltra sutilmente también entre los marginados,
con el señuelo del consumo (6)
Querida Nana:
Hemos hablado más de una hora sobre el aborto y va y
te vuelvo a escribir. Y es que esta vez creo que mi lugar en el
tema es únicamente el gesto amistoso de la carta. En la con-
versación me siento más «cura», más «palabra autorizada».
Y mi primera convicción es que, en este tema, los varones no
podemos tener una palabra moral autorizada. Ni aunque fue-
(6) Un t eórico social de nuestros dí as escribe: «la crisis d e la familia ra el Papa: nosotros sólo podemos tener una opinión perso-
en la sociedad de masas es una falsa liberación. El individuo emanci- nal y una palabra amistosa. Y quisiera comenzar explicándo
pado no es más que un miserable átomo totalmente en manos de la te por qué.
tiranía de la falsa totalidad ... La decadencia de la familia y, con ella
de la figura del padre y de la madre, hace que el individuo se sienta
sólo y débil, presa d e las fuerzas poderosas que tienden a reducirlo a Una pintada de las calles de Barcelona decía que «si los
una sombra ... El individuo, en defensa propia, se vuelve frío y calculador, hombres parieran, el aborto sería un sacramento». Yo cn·o
y decide conceder su obediencia únicamente a l o que se le presenta que hay ahí algo más que una de esas chispas de ingenio
destacado por la foerza; y decide sacrificarse renunciando a su autonomía,
para salvarse de cualquier amenaza. El individuo es una pobre fiera típicas de tus amigos los (A), cuyos letreros van siendo las
acosada, llevada hasta el cálculo por el terror de sucumbir ... E l individuo únicas huellas de imaginación que quedan en este pnfs l nsí
a menazado tiende desesperadamente a imitar los movimientos de lo
que podría atentar contra su supervivencia: es tipico del síndrome nuclear. Yo me tomo en serio esa pintada y cuando la 1111drn:
autoritario la inclinación a privilegiar todo lo que se presenta como anti- coa teología me sale lo siguiente: para el Evangelio, la p1 ¡\l
democrático ... El eclipse del padre debili ta el superego, y el individuo tica moral pertenece intrínsecamente a la vcrch1cl 111111111 : no
desanclado, en busca de protección, termina por hallar el sustituto de la
autoridad paterna en las oscuras potencias económicas que lo subyugan es meramente una aplicación o consecuencia cll· l·IL1 . l .o ru11I
y aterran, o en cualquier demagogo idola trado por él que, por consi- significa, si yo entiendo bien, que el juicio mor·nl tllll11rr:."'lo
guiente, se convertirá en el Jefe, el Duce o el Fülzrer. El superego del implica necesariamente una opción moral JK'l'lmrwl ; no prcci-
individuo desanclado, incapaz de conciliar libertad y autoridad, se
socializa, con lo cual se esfuma todo residuo de espíritu crítico» .. .
T . PERLINI, La Escuela de rrancfort, Monteavila, Caracas 1976, pp. 111 -
11 2. (* ) Original en Sal Terra e, dicicmhn· l!l 71J.
1111 ESTE ES EL HOMBRE HACJA UNA N UE VA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CltlK l 1¡\N¡\ 111'1

1;ur11<:11le una conducta, pero sí una opción. Y yo -por ahora, 2. La provocación a la izquierda o el derecho de loit dL·hilt·"·
.d menos- no puedo hacer del aborto materia de una opción
llloral para mí. Vuelvo a las calles de Barcelona. En cierta ocasio11 , d11
rante una manifestación feminista, las vi sembradas cfo p1111
Que un varón pretenda pronunciarse autorizadamente cartas sobre el «derecho a disponer del propio cuerpo», 1>u
sobre el aborto sería entonces como si un ateo quisiera dar- bre que «nuestro vientre nos pertenece», etc. Este argunwn
nos un juicio autorizado sobre cuestiones de ortodoxia cre- to, que hoy se repite casi como un catecismo, es el que exvre
yente. Ni tú ni yo se lo aceptaríamos. Y asumir esto tan sa para mí esa degradación que te he dicho que amenaza hoy
sencillo es asumir la propia limitación sexual, exactamente a la izquierda. Por eso te pediría que empezáramos reflexio
como se le pide a la mujer que asuma su propia limitación nando sobre él.
sexual y no confunda liberación de la mujer con masculiniza-
ción, cosa que acabaría por hacerle más daño. Yo no acepto ese argumento. Creo que hay en él una
utilización individualista de los derechos humanos, que re-
¿Que por qué te escribo entonces? Pues por dos razo- cuerda mucho la deformación burguesa del derecho de pro ·
nes. Primera, porque opinar sin autoridad siempre se puede, piedad como un ius utendi et abutendi (este latín ya lo
tanto más cuanto que entre vosotras, las mujeres, hay opinio- entiendes, ¿no?). \' toda utilización individualista de los
nes y argumentos divididos. Y segunda, porque tú me con- derechos es una de esas medias verdades que, a veces, son
taste la historia de tu intervención en una reunión de muje- más peligrosas que las mentiras. También sobre el derecho ni
res de izquierda para protestar contra el lío ese de los abortos propio cuerpo pesa una seria «hipoteca social» y, por nsl
de Bilbao. Fiel a tu conciencia, pero tímida y esperando que decir, «ecológica» .
te soltaran los perros, te atreviste a decir casi sin voz que tú ¿Qué diríais las mujeres si, usando esa misma lógil 11
eras contraria a la condena de esas mujeres, pero también unilateral os habláramos nosotros del derecho del viol.111111
eras contraria al aborto. Y para sorpresa tuya, tu interven- «a disponer de su propio cuerpo» violando? Me dirí111 ... qmi
ción fue desatando otras de mujeres sencillas que, al tener un el ejemplo no vale, y lo acepto. Pero la pregunta es: ¡1 p111 que<
punto de apoyo, se atrevieron a romper la dictadura ambien- no vale la lógica del violador? ¿Simplemente pot q11l' •,11 l'I e
tal: «Es que ... yo también estoy contra el aborto» ... «Y tendido derecho se tropieza con la protesta (o In l1l• llilrc
yo» ... «Y yo». respuesta) de las víctimas? ¿O más bien porque t"Nl' pi e 1111
Este episodio que te dejó tan sorprendida y tan conten- to derecho lesiona valores humanos objetivos y ck·rcd1u t A
ta es el que me gustaría comentar contigo. No ya porque les de otros seres humanos? Si me decís que l' S por lo un
quizás encarna aquello que dice Adorno de que «los hombres do, entonces creo que también podremos l"•f.11 d 1u 1 1du
son siempre mejores que su cultura», sino porque creo que con la conclusión a que apuntaba mi cjl·mplo· q111 1111 d 1
refleja algo sobre lo que he pensado bastante estos días y que cho humano no cesa sólo allí donck st• t·111111.: 11111 11111 l 1
es lo primero que yo diría si tuviese que echar algún rollo sobre r esistencia del otro, ni los valores l111111111111N 1u111 pi 111 1dnH
el tema: la cuestión del aborto se está convirtiendo en una únicamente allí donde se provoca 1·1·lwliu11 11 p11111 1 1 1'11r
especie de repetidor de TV., que polariza exactamente la aceptar eso sería admitir que In t t111v1vc lll 111 11111111111 11111
situación de nuestra sociedad: por un lado, la autofalsifica- puede ser construida sobre la gm:11 1 l 11 y l 1 111m 111 zo cll·
ci6n en que va incurriendo la izquierda y, por el otro, la rebelión.
hipocresía inconsecuente de la derecha. Si me dejas que te lo Pues bien, el ab ono 1í1·1w .,¡111q111• <' 111 l 11< um1 11 11cía
explique más despacio ya tienes ahí anunciadas las dos partes que es la que, p ara mí, d~·sc; d i fil ;1 v l111l t ' u11i11 1111lClh lc el
ele este escrito. argumento sobre el derecho n di1>pu111•1 dt'I propio cuerpo: es
310 ESTE ES EL HO MB RE HACIA UNA NUEVA PRAXIS D E LA IDENTIDAD CRISTIANA 3 11

siempre un atentado contra un absolutamente débil por parte de) una vida con destino humano, programada para ser hu-
de alguien más fuerte. Tan débil es la víctima que hasta se mana.
pueden encontrar razones científicas para negarle el título de Nosotros tendemos a pensar que sí, que la vida humana
humano: viene a ser un Lumpenproletariat de la biología. merece un respeto inviolable, pero sólo cuando su carácter
Pero yo me temo que confundir esa debilidad y esa incapaci- humano está ya realizado. Y con ello cometemos un doble
dad de protesta de la víclima con una justificación del agre- error, que yo creo que no cabe en una visión cristiana de las
sor es la raíz de muchos totalitarismos. Y, por eso, al argu- cosas. O ignoramos la historicidad inherente al ser humano o
mento antes citado Je quisiera contraponer, al menos como pensamos como tantos privilegiados, que consideran carentes
sospecha vehemente, la frase bíblica que nos avisa de que la de derechos a todos los desafortunados sociales, cuya huma-
gran tentación del hombre es «hacer de su fuerza la norma de nidad quizá no ha podido (o no ha sabido) realizarse. Pues
la justicia» ( Sab 2,1 L) . bien: al menos cristianamente hablando, el hombre no se
Entonces me pregun Larás cuál es el valor humano y el mide por lo que es, sino por lo que está llamado a ser. Y los
derecho humano que lesiona el aborto. ¿Qué es lo que in- delincuentes, enfermos, analfabetos ... , no están privados de
tuíais el otro día tus mujeres y LÚ cuando, al menos en princi- esa dignidad humana inviolable por el hecho de que vivan
pio, os atrevisteis a declararos contrarias al aborto? Desde una vida que tampoco puede llamarse humana. Y eso mismo
luego, no es fácil establecer qué es lo auténticamente huma- ocurre con la absoluta indefensión y dependencia de los de-
1
no, sobre todo cuando están en juego los más débiles. Platón, más con la que todo ser humano va llegando a la vida.
1
con toda su inteligencia y con toda la buena fe del mundo, Siempre me acuerdo de una observación que hacía Ji-
f queriendo construir en su República esa sociedad perfecta ménez Lozano en no sé qué número de Destino, hablando
por la que tú y yu luchamos también, establece que los niños precisamente del tema del aborto: la humanidad nunca se ha
débiles sean apartados de la sociedad a un lugar desconocido enredado en discusiones sobre si un grupo determinado de se-
j res (esclavos, o mujeres, o negros ... ) tenían alma o eran plena-
e inaccesible, y que a los hombres fuertes se les conceda
1
tener muchas más relaciones sexuales que a los otros, para mente humanos, sino cuando los ha maltratado, y ha sentido
que puedan engendrar más hijos robustos. ¡Y lo veía clarísi- la necesidad de justificarse frente a ellos. Y luego de hablar
mo el tío! Y es que, realmente, con pura lógica, ¡qué difícil contigo sobre todo esto, va y me encuentro con estas palabras
es convencer a nadie del derecho de los débiles! ¡Cuánto más estremecedoras del modernísimo marqués de Sade:
lógico es no tenerlos en cuenta! «¿Dónde está, por favor, el mortal que sea tan idiota como
Hablando cristianamente yo quisiera precisarte que, en para afirmar contra toda evidencia que los hombres son iguales
en cuanto a los hechos y al derecho? Formular una tontería de
mi opinión, el valor humano que aquí se pone en juego no es este calibre estaba reservado a Rousseau quien, debilísimo
sin más el «respeto a la vida» (la cual es una categoría como era, quería rebajar a su altura a aquellos hasta los que no
abstracta), ni tampoco el respeto a la vida plenamente huma- podía elevarse. Pero yo le pregunto: ¿con qué cara el pigmeo
na (la cual raras veces se da, y muchas sólo por privilegio) . de un metro de estatura podría compararse con el modelo de es-
El sujeto merecedor de un respeto inviolable es, para mí, la tatura y fuerza al que la naturaleza le ha dado el aspecto y el
vigor de un Hércules? ».
vida con destino humano. Por ello me parece que todas las
discusiones biológicas sobre el funcionamiento del cerebro o Bueno, ya sabes que Sade no utiliza esta argumentación
sobre el momento de la presunta infusión del alma, etc., para hablar del aborto, sino más bien de la actitud del hom-
quedan totalmente fuera de lugar: pues ninguna de ellas pue- bre ante la mujer. Pero lo impresionante es Ja conclusión que
de modificar el hecho de que el feto es ya, desde el momento saca en otra de sus obras de todos estos principios tan «evi-
de la concepción (y a diferencia del óvulo o el espermatozoi- dentes» :

1
11 ~ ESTE ES EL HOMBRE HACIA UNA NUEVA PRAXIS DE LA IDENTIDAD CRISTIANA 313

«Pertenece a las leyes de la naturaleza que el fuerte reprima de principios generacionales ni de juicios abstractos de valor,
ni débil, ya que para portarse de esa forma no hace más que sino que merecen respeto y exigen estudios, para ver <le
emplear los dones que se le han otorgado, y si hace uso de todos
sus derechos para oprimir y despojar al débil, sólo hace la cosa conjugar todos los valores puestos en juego: es aquello que
más natural del mundo». antaño se llamaba casuística y que acabó por sacarse de qui-
cio, pero que, bien entendido, no quería decir más que esto:
Y lo que creo que tú y yo desearíamos es que no sea esa individuar cada caso, en vez de tratarlo como mero número
misma lógica la que impera en muchas reivindicaciones abor- de alguna ley general. En definitiva, esto es lo que hicieron
tistas del momento, que arrancan del derecho a disponer del los obispos de Nicaragua al declarar que la dictadura de So-
propio cuerpo y demás. Esta creo yo que es la gran interpela- moza era una de esas situaciones-límite de que hablaba la
ción que el tema del aborto le está haciendo a la izquierda. Populorum Progressio.
Porque, en definitiva, esa lógica sería la misma de Nietzsche Por esta razón, es imposible para una carta como ésta
en su famosa Genealogía de la Moral: «El gran peligro para entrar en toda esta casuística. Sólo se me ocurre decirte estas
el hombre no son los malos ni las fieras, sino los enfermos ... , tres cosas que ya nos van acercando a la interpelación a la
son los débiles los que intoxican y perturban más peligrosa- derecha:
mente nuestra fe en la vida, en los hombres, en nosotros a. Los casos límite no pueden incorporarse sin más a
mismos.» Esta lógica, efectivamente, no es cristiana. los casos claros aun cuando, evidentemente, uno pueda errar
y hasta pecar de egoísmo al considerar caso-límite precisa-
3. La provocación a la derecha o el precio de lo humano. mente el que le afecta a él.
b. La actual sociedad española de Ferrer Salar y UCD
Me preguntas entonces, querida Nana, si es que el abor- me parece a mí tan insana en el terreno social, que es casi
to me parece un crimen tan atroz que, como acaba de decir inevitable el que las situaciones límite tiendan a hacerse co ·
un obispo español, «un Estado que no lo persigue no tiene nientes.
derecho a perseguir al terrorismo.» Pues no. Fíjate que yo no c. Me parece innoble y desalmada la utilización ele la
he hablado de crimen para nada. Más bien es la argumenta- perplejidad de situaciones límite como cobertura ideol6girn rnn
ción de ese obispo la que me parece un caso de auténtico que amparar conductas claramente inmorales . El aborto, qui
terrorismo teológico. Pero antes de llegar a lo que creo que zás inevitable, de una mujer abocada a él por la pohrczu, lu
puede o debe hacer un Estado, hacen falta algunas considera- explotación y la calamidad, nunca justificará al nhorto w11111
ciones que nos irán acercando al análisis de nuestra realidad. do y disciplente de quienes, disponiendo adcmds dl· 1011 mcju
Si recuerdas, en otros momentos hemos comentado ex- res medios para llevarlo ,a cabo, no tuvieron nt ru tn~1~11 1111111
periencias nuestras que nos han llevado a los dos a una con- él que su propio egoísmo.
clusión muy parecida: la complejidad de la vida es tal que Leyendo precisamente el libro ele Mario 1\1.'lll d 111 1¡1w
quizá no hay valor moral, por evidente que sea, que me dejaste, con sus escenas de tortura y dl' 1c 1 1 lll;ll\ l11111i-
no pueda enfrentarse alguna vez con auténticas situacio- ca, he pensado que, efectivamente, hny pouu1 lU 18 de 1111.:11os
nes-límite, ante las cuales se nubla y se debilita. El ejemplo talla humana que la traición y la clr1111111 iu, 1'1111, ¡1111.1y!.
más extremo quizá sea lo que ocurre con el valor de la no ¡qué diferencia entre una dem111ri11 l11.:d1n i11 111 ~ 11 p111 :IÍ;ín
violencia ante «situaciones de tiranía absoluta, arbitraria y de medro y una denuncia hnjo 1111111111! ,i<.>11ir11 1111 hnllarú
prolongada», como dice la Populorum Progressio. En estos toda clase de disculpas pam cst11 1íl1i11llt u1¡111do snlws hasta
casos se hace dificilísimo encontrar la respuesta moral exacta. qué extremos de refinamkn10 s111;i11irn p11t·tk· lk·gnr y está
Son situaciones que no permiten aplicaciones indiscriminadas llegando la tortura, en Utuguny, poi· ejemplo? SJ te aseguro
314 ESTE ES EL HOMBRE H ACIA UNA N UEVA PRAXIS DE LA IDENTID AD CRISTI ANA 3 15

que a mí, con lo cobarde que me siento, las heroicidades que tales universalmente compartidos. Es un hecho que podre-
describe Mario Benedetti ¡casi me suenan más a inhumanas mos lamentar, pero que no podemos negar. Pues bien: allí
que a heroicas! donde hay valores universalmente aceptados, la ley debe
Pues bien, lo absurdo y lo monstruoso de la actual si- asentarse sobre ellos. Donde no los hay, se puede trabajar y
tuación jurídica española ante el aborto es precisamente esto: testimoniar en favor de ellos (como hiciste tú en tu
que, de hecho, se está persiguiendo y penalizando la «trai- reunión . .. ), pero no se les puede erigir en base para la ley
ción hecha bajo tortura» y, en cambio, no se castiga la otra. civil.¿Qué diríamos si los testigos de Jehová, el día en que
Y aquí empieza la provocación que el tema del aborto sean mayoría, quisieran prohibir por una ley civil las transfu-
lai:za ~ la derecha. Porque con esto hemos venido a parar al siones de sangre? ... En sociedades secularizadas como la nues-
ep1sod10 de las abortantes de Bilbao, que también había mo- tra, la ley apunta sólo a garantizar la convivencia; y el aborto
tivado tu reunión de féminas progres del otro día. ¿Qué puede tener, desgraciadamente, este rasgo en favor de su
haría Jesús ante una situación así? despenalización: que su víctima es tan indefensa que normal-
mente no llega a poner en peligro la convivencia.
Jesús, que fue indiscutiblemente severo en el terreno de
l~s principios (recuerda Mt 5,27; ó Me 10,1 ss), se compor- Entonces, quienes como tú y yo estemos contra él y
to luego de manera sorprendentemente amplia ante determi- consideremos que esa defensa del débil es un valor humano y
nadas situaciones concretas, hasta el extremo de provocar la moral, lo que tenemos que hacer no es necesariamente pedir
indignación y el escándalo de los bienpensantes (mira si que lo pongan en la ley, sino trabajar para que sea imposible.
quieres Le 7,36 ss; ó Jn 8,1 ss). Y por eso creo que, si lo Y aquí aparece el desafío que el aborto está lanzando a la
quisiéramos erigir en juez de las mujeres procesadas en Bil- derecha: si la derecha está de veras contra el aborto, lo que
bao, volvería a escandalizar a los bienpensantes diciéndonos tiene que hacer es trabajar por crear condiciones que lo ha-
a todos: «El que de vosotros esté sin pecado en este punto, gan innecesario. Pero, claro, esto le obliga a crear mucha más
que les tire la primera piedra.» justicia social, a empeñarse en que desaparezcan muchas d<.:
Con esto llegamos al tema de la penalización legal del esas situaciones-límite, que, en buena parte, son el reverso ck-
aborto. Aún más que por el moralista, la existencia de situa- los privilegios económicos de la derecha.
ciones-límite debe ser contemplada por el legislador civil, Pero como la derecha no parece dispuesta a eso, c11to11
que no está obligado a garantizar toda la moralidad, sino la ces busca la vía de declarar ilegal al aborto, para podt•rsc•
convivencia pacífica, ni está obligado a prescribir la heroici- decir que ya ha luchado contra él, y tranquilizar osf su nin
Clad o a procurar un «mejor» enemigo de lo bueno, sino que ciencia. Es el lavado de manos de Pilatos.
muchas veces ha de contentarse con evitar el mal mayor. Y es
posible que, en circunstancias como las actuales de nuestra 4. Despedida y cierre.
sociedad, la despenalización legal del aborto sea un mal me-
nor, mientras no trabajemos todos por una sociedad en la Querida Nana, tú y yo somos cristionoi; y c•st1111111'1 11111y
que el aborto ya no parezca necesario. Y es curioso que contentos de serlo. Pero ello nos impone tc•rn1i11.11 pr11 ...111cln
quienes se oponen a esa posible ley, no ven inconveniente en en nosotros como Iglesia. Nuestra lglesin rntc'ilic .1 drlil' rnm-
aceptar que una ley civil permita y regule la inmoralidad prender que su absoluta defensa de In vid.1 t·n 1·1 tc·11111 del
humillante de la prostitución por razones vg. de salud públi- aborto le exige a ella una radien! rnlH' ll'lll'Íu c·11 tocios los
ca. ¿En qué quedamos, pues? demás campos en que la vida y In di¡.¡11iducl dl.'I sc·r humano
Y aún creo que se puede decir, de manera más radical, están amenazadas. Sin esa cohcrt•nciu, In nctitud de la Iglesia
que en nuestra sociedad occidental ya no existen valores mo- nunca podrá ser entendido y npnrcccr~ , ineviLablemcnte, co-
ESTE E S EL HO~IBRE

1110 una turbia maniobra electoralista para favorecer a las Colección PRESENCIA TEOLOGICA
dl·rcchas. Si la Iglesia cree no tener nada que decir ante el
l111rnbre y los sistemas que la están provocando, ante el paro
y las relaciones sociales que lo generan, ante problemas Títulos publicados:
Lun actuales como el Estatuto del Trabajador o los contrastes
sociales, que están volviéndose cada vez más hirientes en la 1.-GERD THEISSEN
España de 1979 ... , entonces la Iglesia está contradiciendo Sociología del movimiento de Jesús
los principios que dice profesar cuando habla del aborto. Y
no deberá extrañarse después si le dicen que el asunto del E l nacimiento del cris tianismo primitivo
aborto no es cuestión que le afecte a ella . .. 122 págihas
Luego de eso, y ya que los dos votamos a partidos de
izquierda, quizá podríamos pedirles a estos partidos un es- 2.-LEONARDO BOFF
fuerzo de sensibilidad ante la calidad humana que dicen re- Edesiogénesis
presentar y que tratan de construir. Desgraciadamente, cons-
truir es mucho más difícil que simplemente reivindicar; y no Las comunidades de base reinventan la Iglesia
siempre se construye humanidad cediendo a la fiebre demagó- 136 páginas
1
gica de reivindicar lo que sea. Nos guste o no, lo humano
rara vez coincide con lo fácil o con lo cómodo. Lo humano 3.-BIRGER GERHARDSSON
tiene un precio. Y es necesario saber en cada caso si mucñas
de las reivindicaciones que son más jaleadas y en las que más Prehistoria de los evangelios
se invierte, no son sino aquello que Marx llamaba irónica- Los orígenes de las tradiciones evangélicas
mente «los derechos del hombre alienado» o «del burgués 96 páginns
escindido».
Y ahora sí que acabo. Perdona que me haya extendido 4.-KARL RAHNERIKARL H. WEGER
tanto, pero comprenderás que no era cuestión de dejar la
carta en un aborto ... Un abrazo. ¿Qué debemos creer todavía?
Propuestas para una nueva generación
1HH p 1í1:1111 ' '

5.-JOSE IGNACIO GONZALEZ FAUS


Este es el hombre
Estudios sobre identidad cristiana y l't'>1l i1 u i1111 li11111 111111

j '11 p .í¡¡i1111s

EDITOIUAL SAL TEHHAE


Guev11ru 1 20 • Snntumler
(EHpuiíu)

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