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Muerte sin despedida: El duelo ambiguo.


¿Cómo afrontar el duelo en tiempos de
coronavirus?

Por: Gino Cavani Grau

Durante el proceso de adaptarse al


aislamiento social, a la cuarentena o al
aislamiento forzoso, vamos aprendiendo a
examinar cuál de las noticias que nos llegan
a través de las redes sociales son realmente
interesantes, que no significa que nos
alegremos de sobremanera, ni sean
gratificantes. Solo son noticias que nos
tienen que humanizar más con la situación
de catástrofe humana de esta epidemia que
en este decenio nos ataca; nos ataca a todos.
Solo hablando de las estadísticas, destaca el
número de fallecidos en todo el mundo por
el contagio severo del coronavirus. Pero qué
hay de los “sobrevivientes” que pierden un
miembro de la familia, un ser querido: una
esposa, un padre, una madre, un hijo, un
hermano. La cultura del duelo nos empuja
hacia los rituales de despedida. De hecho, la
forma más humana de afrontar la muerte es
el duelo.

La noticia que comento párrafos abajo es


sobrecogedora, como todo lo que ahora en
este tiempo está sucediendo. Hay médicos
que está muriendo, y otros se encuentran en
estado de gravedad, enfermeras contagiadas
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y acabo de enterarme que en Loreto acaba


de fallecer una técnica de enfermería.

Esta noticia, que me ha colocado en un lugar


reflexivo con respecto a la muerte viene de
Italia. Elizabeth Kubler-ross, nos enseña a
darle otra cara a la muerte, a humanizar la
pérdida.

Quine está por fallecer tiene derecho a


despedirse; es el "EL DERECHO A DECIR
ADIÓS". En Italia se ha iniciado una
conmovedora campaña para que los
pacientes que están a punto de morir
puedan despedirse de los suyos.

Y es que en Italia se viven momentos difíciles.

Con más de 4.000 muertes registradas, este país


europeo se convirtió en el lugar con mayor
número de personas fallecidas por covid-19 en el
mundo, superando a China.
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A pesar de las diversas medidas implementadas


(cuarentena obligatoria a nivel nacional, el cierre
de bares y restaurantes, y la prohibición de
reuniones públicas), los italianos no han logrado
superar la dramática crisis sanitaria por la
propagación del virus- reseña la noticia.

Uno de los enfermeros registra con su cámara la


crisis del proceso consuntivo que los pacientes
viven al final de sus vidas por el covid-19 en un
hospital y los conecta con sus familiares, a fin de
que puedan despedirse.

Tanto el hospital San Carlo de Milán como el


Basinni, ubicado a las afueras de la ciudad,
recibieron tabletas para que los enfermos puedan
mantenerse en contacto con sus seres queridos y
verlos por última vez.

Según un artículo periodístico de La Tercera,


“Morir solos y tras una larga hospitalización en
cuidados intensivos es la desafortunada realidad
que ha motivado a los miembros Partido
Demócrata del distrito 6 de Milán a comprar los
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dispositivos que permiten a los enfermos ponerse


en contacto con sus seres queridos.

Según consigna el medio italiano La Stampa, los


fondos destinados a la donación son los que se
encuentran disponibles gracias al aporte diario de
los concejales locales.

La idea surge del doctor Cortellaro, jefe de San


Carlo, quien en una entrevista contó el dolor de las
personas que ingresaron solas al hospital y que se
fueron en total soledad conscientes de lo que
estaba por suceder y de falta de medios
tecnológicos para hacer videollamadas a
familiares”, relata por las redes sociales el concejal
de la Zona 6 de Milán, Lorenzo Musotto.”

Podría esta situación compensar el llamado duelo


ambiguo, que una autora Pauline Boss, resalta en
su libro: “La pérdida ambigua. Como aprender a
vivir con un duelo no terminado.”, Editorial
gedisa. Boss menciona: “Cuando se nos muere un
ser querido, lloramos su partida. Nos consolamos
con ritos que acompañan su desaparición y
buscamos apoyo en los que nos rodean. Pero ¿qué
ocurre cuando no hay un final, cuando tal vez un
miembro de la familia o un amigo este todavía
vivo y, sin embargo, ya lo hemos perdido?

Las perdidas ambiguas oscilan entre la esperanza y


la desesperación. Esta situación genera una
incertidumbre de si iniciar el duelo (sin la presencia
de la víctima) o tener la creencia que nuestro ser
querido regresará a casa. La esperanza se abre hacia
una forma de pesar, de duelo. Se forma la idea de
que, en donde estuvo nuestro familiar, ya no está.
¿Es posible hacer soportable tal pérdida ambigua?
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Para acercarnos a ello, tengamos, en esta situación


catastrófica, un espacio de humanización de la
muerte, que recupere y valore la sensibilidad por
el dolor del otro.

Buenas noches, estimados amigos.

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