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La lectura en la universidad no se circunscribe a los textos que suministra el docente para apoyar el
proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que se hace necesario que el estudiante gestione la
búsqueda de información en fuentes primarias, secundarias y terciarias para acc eder a
explicaciones, ideas, resultados de investigaciones, datos, citas y argumentos que le ayuden a
complementar, comprender, profundizar, actualizar, contrastar, apoyar y sustentar sus trabajos
académicos. Lo primero que el estudiante debe realizar es definir la necesidad de información.
Habitualmente las fuentes primarias son resultados de investigación contenidos en libros, tesis,
monografías y artículos científicos; es decir, fuentes originales que ofrecen nuevo conocimiento. Las
fuentes secundarias son enciclopedias, reseñas, revisiones y manuales que se han construido a
partir de las fuentes primarias y que ofrecen análisis, síntesis e interpretaciones de ellas; ofrecen,
además, el contexto del tema y del autor, lo que favorece la comprensión de la información. Las
fuentes terciarias - fuentes de referencia- más utilizadas son las bases de datos, catálogos, índices
y bibliografías, puesto que compilan y organizan la documentación primaria y secundaria a partir de
los títulos, las áreas temáticas o las palabras clave. Muchas de estas fuentes de información se
pueden gestionar mediante metabuscadores, motores de búsqueda, directorios web, catálogos en
línea de bibliotecas y repositorios digitales. Algunos motores de búsqueda ofrecen, inclusive,
herramientas de búsqueda avanzada y el uso de los operadores booleanos.
Hurtado Arias, Uriel Antonio (19 de agosto de 2011). Búsqueda avanzada en Google [archivo de
video]. Recuperado de http://www.youtube.com/watch?v= vMNE_V RD4QI
La lectura de estas fuentes permite encontrar y utilizar información valiosa y conocimientos que es
necesario leer, comprender, interpretar y valorar críticamente para proceder luego –en la fase de
escritura- a redactar los diferentes tipos de trabajos académicos que sustentan el proceso de
aprendizaje. Por tal razón, buscar y seleccionar fuentes es una estrategia fundamental en la labor
académica.
Después de determinar las fuentes que posiblemente le ayudarán a encontrar la información que
está buscando, los pasos a seguir son evaluar la información y utilizar la información, para lo cual
debe evitar el plagio y respetar la propiedad intelectual citando debidamente a los autores de obras
consultadas (mediante citas directas o indirectas) y ofreciendo la referencia bibliográfica. Estos
asuntos los abordaremos en los temas 3 y 4 de la cuarta unidad.
Utilizar la información implica, por tanto, leer juiciosamente los aportes de las fuentes consultadas,
seleccionar las ideas, fragmentos, datos, estadísticas, en fin, las partes que le serán útiles a usted
para ampliar, complementar, contrastar o sustentar alguna parte del trabajo que se ha propuesto
escribir o que le asignó un profesor. Para una organización óptima de la información lo más
recomendable es escribir fichas bibliográficas, que le permitirán ubicar fácilmente los principales
aportes del texto leído y recuperar los datos de la obra para elaborar la referencia bibliográfica y así
cumplir con las normas de presentación de trabajos académicos.
En este punto es donde empezamos a comprender que las acciones de leer y escribir están
íntimamente ligadas. En muchas asignaciones académicas, el estudiante universitario debe leer
varias fuentes bibliográficas –previa labor de búsqueda y gestión de las mismas-, comprender las
ideas allí expresadas, interpretarlas, además de marcarlas y extraerlas en fichas bibliográficas para
luego utilizarlas en sus producciones textuales de forma responsable, es decir, respetando la
propiedad intelectual, los modelos de citación y las normas de presentación.