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Se llaman menores no porque fuesen profetas de una categoría menor, sino por la
escasa extensión de sus profecías, con relación a los Profetas Mayores.
Oseas u Osee, profeta de las diez tribus del norte, como su contemporáneo
Amós, vivió en el siglo VIII a. C., mientras Isaías y Miqueas profetizaban en Judá,
es decir, bajo el reinado del rey Jeroboam II de Israel (783-743) y de los reyes
Ocías (Amasías) (789-738), Joatán (738-736), Acaz (736-721) y Ezequías (721-
693), reyes de Judá. Sus discursos proféticos se dirigen casi exclusivamente al
reino de Israel (Efraím, Samaria), entonces poderoso y depravado, y sólo de paso
a Judá. Son profecías duras, cargadas de terribles amenazas contra la idolatría, la
desconfianza en El y la corrupción de costumbres y alternadas, por otra parte, con
esplendorosas promesas y expresiones del más inefable amor.
Antes de su vocación, Amós fue pastor y labrador que apacentaba sus ovejas y
cultivaba cabrahigos en Tecoa, localidad de la montaña de Judá, situada a 20
kilómetros al sur de Jerusalén. A pesar de su pertenencia al reino de Judá, Dios lo
llamó al reino de Israel, para que predicase contra la corrupción moral y religiosa
de aquel país cismático que se había separado de Judá y el Templo. Alguna vez
menciona también a Judá (2, 4) y a todo el pueblo escogido (9, 11). Amós
desempeñó su cargo en los días de Ocías (Azarías), rey de Judá (789-738) y
Jeroboam II, rey de Israel (783-743).
Abdías, cuyo nombre hebreo Obadyah significa siervo de Yahvé. lo identifican con
aquel Abdías, mayordomo de Acab, que alimentó a los cien profetas que habían
huido del furor de Jezabel. Fue anterior a los profetas Joel, Amós y Jeremías, los
cuales ya la conocían y la citaban. Lo más probable parece que haya profetizado
en Judá alrededor de 885 a. C., cuando Elías profetizaba en Israel.
El caso de Jonás encierra así un vivo reproche, tanto para los que consideran el
reino de Dios como una cosa reservada para ellos solos, cuanto para los que se
escandalizan de que la divina bondad supere a lo que el hombre es capaz de
concebir.
Jonás es también tipo de nuestro Salvador en cuanto Enviado que desde Israel
trajo la salvación a los gentiles y representa de este modo la vocación apostólica
del pueblo de Dios.
Miqueas o Micá; uno que vivió en el reino de Israel en tiempos del rey Acab (873-
854), y otro que profetizó en el reino de Judá, reinando Joatam (738-736), Acaz
(736-721) y Ezequías (721-693). De su vida solamente sabemos que era oriundo
de Morasti (Moréset), pequeño lugar situado cerca de Eleuterópolis (hoy Beit
Dschibrin) al suroeste de Jerusalén. El marco histórico en que se encuadra la
actividad de Miqueas es determinado por los tres reyes mencionados: apogeo de
Judá bajo Joatam; humillación e invasiones enemigas en el reinado de Acaz y
Ezequías; idolatría y vicios que provocaron la restauración del culto por este santo
rey.
Nahum vivió en el siglo VII a. C.; según la tradición judía, bajo el rey Manasés
(693-639), o quizá Josías (638-608), y profetizó contra Nínive, capital del reino de
los asirios. Lo único que acerca de la vida de Nahum indica la Sagrada Escritura
es el lugar de su nacimiento, pues lo llama elceseo, es decir, de Elkosch, situada,
según unos, en Galilea, según otros en Judea.
Por otra parte las profecías de Nahum y Jonás son correlativas, ya que releva la
gran importancia de la otra en el plan divino. En tiempo de Nahum, Nínive había
ya llevado cautivos a las diez tribus del norte (Israel) en 721, y amenazaba
orgullosamente a Jerusalén bajo Senaquerib, a cuya invasión de Judea,
milagrosamente frustrada por un ángel, parecería aludir Nahum.
Malaquías significa "Mensajero mío", o "Angel del Señor" (así lo llama la versión
griega), La serie de los profetas menores se cierra con Malaquías, que vivió en
tiempos de Esdras y Nehemías, casi un siglo después de los profetas Ageo y
Zacarías, cuando el Templo estaba ya reedificado y se había reanudado el culto.
Malaquías sólo será sucedido, cuatro siglos más tarde, por el Precursor, a quien él
mismo anuncia (como también la vuelta de Elías), y a quien Jesús había de
caracterizar como el último y mayor profeta del Antiguo Testamento, al decir: "La
Ley y los profetas llegan hasta Juan" (Lc. 16, 16).
Después de recordar, como una sentencia que agrava la culpa de Israel, cuánto
fue el amor de Dios por su pueblo, Malaquías lucha contra los mismos abusos
contra los cuales se dirigen los libros de Esdras y Nehemías, es decir, la
corrupción de las tribus vueltas de Babilonia. "El estado moral de los judíos en
Palestina se hallaba entonces bien lejos de ser perfecto. Una profunda depresión
se había producido a este respecto desde los días mejores en que Ageo y
Zacarías promulgaban sus oráculos. Malaquías nos muestra a la nación teocrática
descontenta de su Dios porque tardaban mucho, según ella, en realizarse las
promesas de los profetas anteriores" (Fillion). Es quien anuncia la segunda venida
de Elías como precursor del gran día del Señor.