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La llevaba de mi mano cuando sentí perderla; y fue así ¡se fue! Sin hacer el
mínimo esfuerzo por quedarse a mi lado, dejando que la corriente la alejara de mí,
no le importo mi dolor, mi angustia, mi cansancio… nada le importo. Ella era
hermosa tenía unos ojos azul cielo y muy grandes unas mejillas rosaditas que la
hacían ver diferente a las demás, me aferre a ella quería que fuera mía, que se
quedara conmigo y cuando ya no sirviera para nada estuviera ahí cuidándome
hasta mi muerte. Fue descortés, yo la cuide muchos años estuve siempre al
pendiente; fui su apoyo cuando nadie más lo fue, cuide su enfermedad muchas
veces leía cuentos para que las pesadillas no interrumpieran sus sueños. La
quería más que a mi propia vida me agradaba jugar con ella, pasar tiempo con ella
me llenaba de alegría; ninguno de mis otros juguetes pudo lograr lo que Trapitos
había causado en mí, aún recuerdo cuando mamá quiso tirarla a la basura porque
ya estaba viejita, lo hizo mientras yo dormía; a traición, no se cómo no sentí
cuando la retiro de mis brazos pues siempre dormimos juntas, y esa mañana al
despertar vi que me acompañaba una muñeca diferente, de un color paliducho y
un olor extraño, busque a Trapitos por todo el lugar pero no estaba, se me ocurrió
sacar la cabeza por la ventana y fue entonces que la vi tirada en la calle refundida
entre cascaras de banano y residuos de las casas de otros vecinos; el peligro se
acercaba corrí sin parar hasta llegar a su rescate; la tome por la mano,
abrazándole fuerte mientras susurraba a su oído prometiéndole que todo estaría
bien.
_ ¡Que dejes ese muñeco! Pero no lo hice, la situación por la que estaba pasando
me llenaba de rabia no sabía si desobedecer una orden de mamá cosa que nunca
había hecho, o separarme de mi fiel y única amiga.
_No tienes ningún derecho en separarnos, ella me necesita o, ¿acaso crees que
cuando tú estés viejita y ya no te puedas mover yo me voy a deshacer de ti? Y una
lágrima rodando por una mejilla fue la que le hizo entender al recogedor de basura
que tenía que irse porque yo no estaría dispuesta a alejarme de mi muñeca. La
volqueta arranco y fue ese el único ruido que se escuchó en varios minutos, con
la cabeza agachada regrese a mi habitación, mi mente permanecía en blanco
pues a pesar de que había logrado quedarme con Trapitos era ella misma quien
me recordaba a cada momento la horrible forma en como había discutido con mi
madre. Me quede dormida cuando al poco tiempo escuche unos ruidos, Toc-Toc
¿María estas despierta? Pero no respondí nada, estaba cansada y no soportaría
ver a mamá de nuevo sin antes pedirle una disculpa. A la mañana siguiente vino a
visitarnos mi prima Andrea traía consigo a su amigo de peluche Copito era un oso
muy amigable la pasábamos muy bien con mi prima cuando venían a nuestra
casa, pero ese día notamos que algo extraño le ocurría a Copito, pues sus ojos
empezaron a caerse y aunque mi tía Rosario trato de ponerlos en su sitio no lo
consiguió, una extraña enfermedad le atacaba; sus pulmones ya no eran los
mismos, pues cuando iba a hablar lo hacía de una forma diferente, cansado como
si tuviera sueño, sus palabras se entrecortaban, y el pelaje se empezaba a caer de
a poquitos, me asusté mucho, y después de algún tiempo lo único que supe de
Copito era que lo habían llevado a un hospital, pero nunca volví a verle.
El ultimo día que compartí con Trapitos fue un nueve de enero cuando mamá
quiso que fuéramos al rio a dar un paseo, me arrepiento por no haberle hecho
caso cuando ella me dijo que no llevara a mi muñeca pero, cómo confiar en dejarla
sola en casa, no sabía si mamá intentaría separarnos de nuevo, así que la tome
por la mano llevándola a mi lado todo el tiempo, cuando llegamos a la orilla del rio,
una fuerte oleada de aire me la arrebato de los brazos, hasta caer en el agua, corrí
sin parar y sentía como mis piernas me pedían que dejara de correr, mi
respiración no era igual, sentía como la neblina envolvía mis sentidos
impidiéndome ver, a lo lejano se veía a trapitos siendo arrastrada por la corriente
de agua, no movía sus brazos, no quería quedarse a mi lado se fue no lo quiso
impedir; corrí hasta donde más pude, pero mi madre me alcanzo y me detuvo,
recuerdo que el frio congelo mi rostro, no sentía nada y cuando desperté, estaba
en casa, mi madre estaba a mi lado abrazándome, entonces recordé todo lo que
había pasado no pude evitar estallar en llanto al pensar en que por no hacerle
caso a mamá, ahora estaba en esta situación; me abrazo fuerte dándome un beso
en la mejilla y empezó a decir:
_ María debes entender, que Trapitos era solo una muñeca, a la cual querías
mucho, pero hija ella nunca pudo sentir nada pues su posición de juguete se lo
impidió.
_Las personas debemos pasar por ciertas etapas, y de seguro en cada una de
ellas pasara algo que marque nuestra vida, habrá momentos de felicidad, tristeza,
desalientos, dolor… habrá tantas cosas pero solo hay alguien que estará
dispuesta a sentir lo que nosotros, una madre estará siempre al lado de su hijo, en
los momentos de inocencia, inmadurez incluso cuando te metas en un problema
bien grande que te haga reaccionar y es así como llegaras a la etapa de madurez,
donde te das cuenta de cómo es la vida en realidad, que mientras tú haces
berrinches por tener una ropa de marca costosa, tus padres luchan por que nada
te falte, para que te sientas bien ante una sociedad para la cual estas hecha, para
enfrentarla si va en contra de tus ideales, y sin importar como lo tomen , yo
siempre voy a estar a tu lado, pequeña hija.
El tiempo ha pasado, he vivido lo que mi madre dijo alguna vez, fui niña mi
momento de inocencia más preciado, pase por la etapa en la que todo te confunde
en la que conoces a personas que piensan diferente, hacen cosas que tú nunca
has hecho sean buenas o malas y muchas veces terminas haciéndolas.