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Desarrollo:
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1-Trabajarás con este cuestionario y las preguntas serán
llenadas exclusivamente del libro recomendado, no
acepto otras respuestas que no sean de este del libro
(Charles Morris).
¿Desarrolle lo solicitado y de buenas respuestas que
sustente lo solicitado?
¿De su opinión sobre el caso del 18 de agosto del avión
militar de carga?
Como podemos ver el nivel de importancia que tienen los estados de conciencia
en nuestra conducta, en este caso las estadísticas lo muestran de manera clara, 2
de cada 7 pilotos tienden a quedarse medio dormidos mientras vuelan, hay varios
factores que inciden en esto, puede ser el cansancio, la fatiga, el aburrimiento, la
misma monotonía que hace que nuestro cerebro pierda parte del conocimiento de
manera consiente, son muchos los casos que por falta de atención mostremos
actitudes de falta de conciencia, por ejemplo, mientras hablamos por el celular
mientras conducimos, cuando nos levantamos para ir al baño por las noches son
muchos los detalles que no percibimos, así paso con este accidente aéreo, pues la
distracción, la falta de concentración, el sueño fueron posibles causas para el
origen de este. Es por esto que los estados de conciencia tiene una vital
importancia en la conducta humana.
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elementos de nuestra experiencia perceptual (vea el capítulo 3, Sensación y
percepción).
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A continuación revisamos la forma en que los psicólogos estudian e intentan
explicar un estado natural de conciencia alterada: dormir y soñar. Luego
hablaremos de las formas en que la gente busca alterar los estados de conciencia.
Empezaremos con las drogas psicoactivas, de la cafeína al crack, poniendo
atención especial al abuso del alcohol. ¿Qué le hacen esas drogas a la gente?
¿Qué hacen por la gente? Por último, consideraremos la meditación y la hipnosis
desde una perspectiva científica.
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El impulso de tener ensoñaciones parece presentarse en oleadas, surgiendo
aproximadamente cada 90 minutos y llegando a su punto máximo entre el
mediodía y las 2 P.M. (Ford-Mitchell, 1997). De acuerdo con algunas
estimaciones, la persona promedio pasa la mitad de sus horas de vigilia
fantaseando, aunque esto varía de una persona a otra y también de una situación
a otra. Por lo regular, tenemos ensoñaciones cuando preferiríamos estar en otro
lugar o haciendo otra cosa; así que las ensoñaciones son un escape momentáneo.
¿Las ensoñaciones son trayectorias aleatorias que recorre su mente? De ninguna
manera. Algunos estudios demuestran que la mayoría de las ensoñaciones son
variaciones sobre un tema central: pensamientos e imágenes de metas y deseos
insatisfechos, acompañados por emociones que surgen de una valoración de
dónde estamos ahora en comparación con dónde deseamos estar (Baars y
McGovern, 1994). Algunas personas imaginan escenarios placenteros, divertidos,
amenos, libres de culpas y preocupaciones.
Los seres humanos no estamos solos en nuestra necesidad de dormir; todas las
aves y mamíferos duermen, y aunque los científicos no están seguros acerca de
los reptiles, las ranas, los peces e incluso los insectos, todos estos animales
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pasan por “estados de reposo” similares al sueño. De hecho, la mosca de la fruta,
Drosophila, un sujeto favorito de los estudios genéticos debido a que se reproduce
con rapidez, es notablemente parecida a nosotros: se mantiene activa durante el
día y somnolienta en la noche; cuando se le priva de sueño necesita largas siestas
para recuperarse; y la cafeína la mantiene despierta, mientras que los
antihistamínicos la adormilan (Shaw, Cirelli, Greenspan y Tononi, 2000).
Los psicólogos definen los sueños: como experiencias visuales y auditivas que
nuestra mente crea cuando dormimos. La persona promedio tiene cuatro o cinco
sueños vívidos por noche, lo que representa alrededor de dos horas del tiempo
total que pasamos durmiendo; la mayoría de los sueños ocurren durante el sueño
MOR. Experiencias menos sorprendentes similares al sueño, que se parecen a la
conciencia normal de vigilia, son reportadas alrededor del 50 por ciento del tiempo
durante el sueño no MOR.
La mayoría de los sueños duran casi tanto como lo harían los eventos en la vida
real; no se proyectan en nuestra pantalla mental justo antes de despertar, como se
creyó alguna vez. Por lo general, los sueños consisten en una historia
secuenciada o una serie de historias. Los estímulos, tanto externos (como el
silbato de un tren o un avión que vuela bajo) como internos (digamos, punzadas
de hambre), pueden modificar un sueño en curso, pero no pueden iniciarlo. A
menudo los sueños son tan vívidos que es difícil distinguirlos de la realidad.
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sanguínea, los niveles de hormonas y el hambre, los cuales varían en el curso del
día. La gente que trabaja turnos nocturnos o que viaja a través de varias zonas
horarias a menudo experimenta una perturbación de los ritmos circadianos: la
desincronización, que se caracteriza por el hecho de que las funciones del cuerpo
están fuera de sincronía.
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y 4 del sueño no MOR. Esta secuencia de etapas del sueño se repite durante toda
la noche, promediando 90 minutos de la etapa 1 MOR a la etapa 4, para después
empezar de nuevo. Normalmente, una noche de sueño consta de cuatro a cinco
ciclos de sueño de este tipo. Pero el patrón de sueño cambia a medida que
avanza la noche. Al principio dominan las etapas 3 y 4, pero conforme pasa el
tiempo, los periodos de la etapa 1-MOR se vuelven gradualmente más largos y las
etapas 3 y 4 se hacen más cortas, hasta que a la larga desaparecen del todo.
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Los tratamientos también pueden causar problemas. Algunos medicamentos para
combatir el insomnio provocan ansiedad, pérdida de memoria, alucinaciones y
conducta violenta (Gathchel y Oordt, 2003; Morin, Bastien, Brink y Brown, 2003).
Aunque las pesadillas y los terrores nocturnos son más comunes en los niños, es
posible que también los adultos los experimenten en momentos de estrés (Muris,
Merchelbach, Gadet y Moulaert, 2000). Ni las pesadillas ni los terrores nocturnos
indican por sí solos problemas psicológicos. La gente ansiosa no tiene más
pesadillas que otra gente. Sin embargo, es factible que las personas cuyas
pesadillas surgen de una experiencia traumática se vean atormentadas durante
años por episodios aterradores en la noche.
Esta condición, que a menudo es heredada (Kadotani et al., 2001), se asocia con
dificultades para respirar y ronquidos durante la noche.
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El contenido del sueño se relaciona con el punto en que se encuentre de su ciclo
de sueño, lo que estaba haciendo antes de dormir, su género, su edad e incluso
su posición socioeconómica. Por ejemplo, aunque los sueños de los hombres y las
mujeres se han vuelto más similares a lo largo de las últimas décadas, los
hombres sueñan más a menudo con armas, personajes no familiares, personajes
masculinos, interacciones agresivas y resultados de fracaso, mientras que es más
probable que las mujeres sueñen que son víctimas de una agresión (Bursik, 1998;
Domhoff, 1996; Kolchakian y Hill, 2002).
¿Porque soñamos?
Durante mucho tiempo los psicólogos han estado fascinados por la actividad
onírica y por el contenido de los sueños, y han propuesto diversas explicaciones.
De acuerdo con Freud, las personas se permiten expresar en sus sueños deseos
primitivos que están relativamente libres de controles morales. Por ejemplo,
alguien que no tiene conciencia de sus sentimientos hostiles hacia una hermana
puede soñar que la asesinan. Pero, incluso en un sueño, esos sentimientos
hostiles pueden ser censurados y transformados en una forma simbólica.
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Unidos, el láudano (opio disuelto en alcohol) era el principal ingrediente en
numerosas medicinas de venta libre (o de patente). Siguiendo esta tendencia, en
1886 un farmacéutico de Atlanta combinó hojas machacadas de coca de los
Andes, nueces de cola ricas en cafeína de África occidental, jarabe de azúcar de
caña y agua carbonatada en una medicina de patente que llamó “Coca-Cola”. La
nicotina y el alcohol también son drogas psicoactivas con un largo historial de
consumo. En 1492, Cristóbal Colón descubrió no sólo América, sino también el
tabaco, que los nativos americanos usaban con propósitos religiosos y
medicinales. Colón, otros exploradores y sus tripulaciones llevaron la planta (y el
hábito) a España; el acto de fumar por placer gradualmente se difundió por toda
Europa. En cuanto al alcohol, hay evidencia arqueológica que sugiere que los
grupos de la Edad de Piedra tardía comenzaron a producir aguamiel (miel
fermentada condimentada con savia o fruta) hace alrededor de 10,000 años. Los
egipcios y los babilonios, los griegos y los romanos consideraban al vino como un
“regalo de los dioses”. El vino con frecuencia es objeto de alabanzas en la Biblia,
mientras que difícilmente se menciona el agua como bebida común. ¿El
“problema” actual de las drogas es diferente al consumo de drogas en otras
sociedades y otros tiempos? De muchas maneras, la respuesta es sí. En primer
lugar, los motivos para el consumo de drogas psicoactivas han cambiado. En la
mayoría de las culturas, las sustancias psicoactivas se han utilizado como parte de
rituales religiosos, como medicinas y tónicos, como bebidas nutritivas o como
estimulantes culturalmente aprobados (muy similar a nuestro consumo de café).
En contraste, el consumo de alcohol y otras drogas en nuestra sociedad actual es
principalmente recreativo. En su mayor parte, la gente consume drogas
psicoactivas para relajarse, divertirse con amigos (y desconocidos), o para
“elevarse” en escenarios específicamente diseñados para la recreación y la
embriaguez, o de manera privada en su hogar. Ya sea de manera social o
solitaria, el consumo actual de sustancias psicoactivas está en gran medida
divorciado de las tradiciones religiosas y familiares. En segundo término, las
drogas en sí han cambiado. Las sustancias psicoactivas actuales suelen ser más
fuertes que las usadas en otras culturas y tiempos. En la mayor parte de la historia
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occidental, el vino (que contiene un 12 por ciento de alcohol) a menudo se diluía
en agua. El licor duro (que contiene entre un 40 y un 75 por ciento de alcohol) no
apareció sino hasta el siglo X d.C. Y la heroína que hoy circula por las calles es
más fuerte y más adictiva que la disponible en las décadas de 1930 y 1940. En
tercer lugar, regularmente aparecen nuevas drogas sintéticas con consecuencias
impredecibles. En la década de 1990, el Instituto Nacional para el Abuso de las
Drogas de Estados Unidos creó una nueva categoría, “drogas de club”, para
referirse a las sustancias psicoactivas cada vez más populares producidas en
pequeños laboratorios o incluso en las cocinas de las casas (a partir de recetas
disponibles en Internet). Por la naturaleza de la fuente, se desconocen los
ingredientes psicoactivos y los posibles contaminantes, así como los síntomas,
toxicidad y consecuencias a corto y largo plazo, lo que hace a esas drogas
especialmente peligrosas. El hecho de que a menudo se consuman en
combinación con alcohol multiplica el riesgo.
Por último, aunque los científicos y el público saben más que en el pasado acerca
de los efectos negativos de algunas drogas psicoactivas, esas drogas siguen
consumiéndose ampliamente. Los cigarrillos son un ejemplo evidente. El reporte
del Secretario de Salud de EUA publicado en 1964 confirmó un vínculo directo
entre el tabaquismo, las enfermedades cardiacas y el cáncer de pulmón. La
investigación posterior estableció que los cigarrillos son peligrosos no sólo para los
fumadores sino también para las personas que los rodean (fumadores pasivos) y
para sus hijos no nacidos (Ness et al., 1999). No obstante, millones y millones de
personas en el mundo siguen fumando, y otros tantos millones consumen drogas
que saben que son peligrosas.
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personas usan las drogas con moderación y no sufren efectos negativos. Pero
para muchos, el consumo de sustancias cae en el rango de abuso de sustancias
(un patrón de consumo de drogas que disminuye la capacidad para cumplir las
responsabilidades en el hogar, el trabajo o la escuela) que deriva en el uso
repetido de una droga en situaciones peligrosas o que conduce a problemas
legales relacionados con el consumo de la misma. Por ejemplo, las personas
están abusando del alcohol si la bebida les causa problemas de salud y conflictos
dentro de su familia o en el trabajo (D. Smith, 2001). Las razones de esta conducta
autodestructiva no son del todo claras, pero están empezando a surgir algunas
iniciativas alentadoras. Por ejemplo, un investigador encontró que el “encéfalo
adicto” es cualitativamente diferente del encéfalo no adicto de diversas maneras,
incluyendo el metabolismo y la respuesta a las señales ambientales (Leshner,
1996). Otros investigadores se han concentrado en el papel que juegan los
neurotransmisores en el proceso adictivo, advirtiendo que las drogas adictivas
hacen que se eleven los niveles de dopamina en el encéfalo (Glassman y Koob,
1996). Además, numerosos estudios han demostrado que las personas que son
dependientes o adictas al alcohol u otras drogas (incluyendo la nicotina) registran
una tasa más alta de enfermedades mentales que la población general (por
ejemplo, Merikangas et al., 1996; Pomerleau, 1997). Lo contrario también es
cierto: las personas que sufren problemas psicológicos tienen mayor probabilidad
de abusar del alcohol y otras sustancias (Flynn et al., 1995). Cualquiera que sea la
razón, el abuso de sustancias es el principal problema de salud en Estados Unidos
(Martin, 2001). El abuso progresivo de muchas drogas, incluyendo el alcohol,
puede dar lugar al consumo compulsivo o dependencia de la sustancia, que se
conoce también como adicción (vea la tabla 4.1). Aunque no todos los que abusan
de una sustancia psicoactiva desarrollan dependencia, ésta por lo regular se
produce después de un periodo de abuso. La dependencia a menudo produce
tolerancia, que hace que se requieran dosis más altas de la droga para producir
sus efectos originales o para prevenir los síntomas de abstinencia (los
desagradables efectos físicos o psicológicos que se producen al descontinuar el
consumo de la sustancia). Al analizar las drogas y su consumo, es conveniente
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agrupar las sustancias psicoactivas en tres categorías: depresores, estimulantes y
alucinógenos (vea la tabla sinóptica Drogas: Características y efectos). (En el
capítulo 14, Terapias, consideraremos una cuarta categoría de drogas
psicoactivas, los medicamentos usados en el tratamiento de las enfermedades
mentales). Esas categorías no son rígidas (la misma droga puede tener efectos
múltiples o efectos diferentes en distintos usuarios), pero esta división ayuda a
organizar nuestro conocimiento acerca de las drogas.
La mayoría de los médicos está de acuerdo, con ciertas reservas: para los adultos
saludables resulta poco dañino beber uno o dos vasos de vino, latas de cerveza o
tragos de licor al día, a menos que la persona esté embarazada, tome
medicamentos de prescripción o de venta libre, trabaje con equipo potencialmente
peligroso o planee conducir un auto o dar un paseo en bote. De hecho, el
consumo moderado puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en
hombres y mujeres.
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29 años. Después de aumentar en la década de 1990, el consumo del alcohol
entre adolescentes estadounidenses ha disminuido ligeramente (vea la figura 4-4).
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tratamientos médicos (Steele y Josephs, 1990; National Instituto on Drug Abuse,
1999). Además, existe un costo incalculable en el trauma psicológico que sufren
los casi 30 millones de hijos de personas que abusan del alcohol.
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1990; Ito, Miller y Pollock, 1996). Así entonces, la intoxicación hace a la gente
menos consciente y disminuye su interés en las consecuencias negativas de sus
acciones.
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La cafeína: se presenta de manera natural en el café, té, la coca y el chocolate, y
a menudo se agrega a bebidas de cola y a medicamentos de venta libre (vea la
figura 4-6). Al ser probablemente el estimulante de mayor uso y mayor aceptación
social, la cafeína da al café y a las bebidas de cola un “estímulo” (en parte por el
ligero incremento en el ritmo cardiaco). Aunque es relativamente benigna, la
cafeína puede volverse adictiva. Quienes la consumen en exceso pueden
experimentar síntomas de abstinencia (fatiga, dolores de cabeza y dificultad para
concentrarse).
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los estudiantes y los atletas. Debido a que las anfetaminas tienden a suprimir el
apetito, se recetaban ampliamente como “píldoras de dieta”.
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25. ¿Desarrolle: ¿Presente los factores, que han
identificado los psicólogos y que hacen más probable
que una persona llegue a abusar de las drogas?
El hecho de que una persona consuma una droga psicoactiva y los efectos que
tenga esa droga, son cosas que también dependen de las expectativas de la
persona, el escenario social y las creencias y valores culturales. En ocasiones, el
solo hecho de esperar que una droga produzca un efecto particular es suficiente
para producirlo (Jensen y Karoly, 1991; Kirsch, 1999; Mitchell, Laurent y de Wit,
1996). En algunos estudios de laboratorio, se dice a los participantes que el
investigador está estudiando los efectos de la marihuana o la cafeína, por ejemplo,
y que recibirán cantidades controladas de la droga. De hecho, algunos reciben
placebos (marihuana de la que se ha eliminado el ingrediente activo o café
descafeinado). Con frecuencia, esos participantes actúan como si en realidad
hubieran consumido marihuana o cafeína. Se desconoce si los placebos tendrían
el mismo efecto en un escenario más natural, en el que la gente no pensara que
está participando en un estudio o que es observada por científicos. Pero existe
amplia evidencia de que las expectativas influyen en la conducta relacionada con
la droga.
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Conclusión:
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Bibliografía:
Morris, CHARLES G., Maisto Albert A.
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