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1. Mostny, G., & Lipschutz, A. (1952). Una tumba de Chiuchiu. Santiago, Chile.

En este texto, la autora detalla “in extenso” a manera de inventario el contenido y asociaciones de
una tumba colectiva del cementerio de Chiuchiu, excavada por ella y su equipo en 1945, dada la
cantidad de material conocido pero que sin embargo está enormemente descontextualizado,
debido a la historia de la investigación: expediciones poco sistemáticas realizadas por aficionados y
posteriormente por profesionales pero que carecen de asociaciones.

Por lo tanto, describe tanto la matriz de la tumba como sus dimensiones y profundidad,
refiriéndose a todas las etapas del hallazgo, comentando ricamente las características del entierro
en general, describiendo en primera instancia las condiciones, ubicación de los individuos, así
como de forma individualizada, el ajuar funerario.

Específicamente, la descripción del ejemplar de cestería encontrado en esta tumba se refiere


tanto a las características formales del artefacto, es decir, sus dimensiones (diámetro, espesor,
color, etc.), materia prima nivel de especie y descripción de técnica de manufactura, dando cuenta
de los gestos, forma de enlace, etc., así como una contextualización de la tecnología en la historia
cultural de la región.

Asimismo, da cuenta con este mismo nivel de especificidad de elementos como cencerros, tubos,
tabletas, tubos recipientes, espátulas, flechas, estuches, bolsas de cuero, sandalias y otros
elementos textiles como bolsas, prendas de vestir, trenzados de totora, cordeles, camisas, etc.

2. Jiménez, C. (s.f.) Análisis de la cestería de los sitios arqueológicos de la localidad de Chiu-


Chiu. Universidad de Chile, Departamento de Antropología.

En este trabajo, la autora consigna los resultados del análisis de la cestería del sitio Chiu-Chiu 273,
inserto en el marco del proyecto Fondecyt 1950346, entre los años 1995 y 1998, abordando
problemáticas del período Formativo. Su objetivo es contribuir al ámbito metodológico y teórico
de la arqueología de la II región con relación a la cestería, así como desarrollar estrategias de
registro, clasificación y análisis para ésta así como aportar en cuanto a las interpretaciones sobre
el uso y la función de los objetos en el pasado, para finalmente hacer una comparación con los
materiales presentes en Topater.

En ese sentido, la autora hace un diagnóstico que nos muestra un panorama de “abandono” del
estudio de la tecnología cestera en la disciplina arqueológica actual, haciendo énfasis en la falta de
estudios especializados y etnográficos, que ayuden a abordar la materialidad no sólo desde los
aspectos tecnológicos materiales y formales, sino que también haciendo inferencias en cuanto a
su importancia dentro de los sistemas sociales del pasado.

Así, concluye mediante la identificación iconográfica y tecnológica que la cestería de Chiu-chiu 273
podría ser adscrita al período Formativo, evidenciando estrechas relaciones entre atributos
formales y técnica (por ej. Tipo de decoración vs dirección de la lazada), así como también realiza
algunas proposiciones en torno a la organización espacial y formas de organizar la decoración de
los cestos, adscribiéndolas a un universo de nociones andinas que ya estarían instaladas en las
lógicas de pensamiento de estas poblaciones, situando estas características como una tradición,
explorando hipótesis sobre los patrones cognitivos atacameños.
3. Hoces de la Guardia, S., & Brugnoli, P. (2004). Imágenes textiles y sus posibilidades
expresivas. En Actas XVI y XVII Reuniones Anuales, Comité Nacional de Conservación
Textil. Lima, Perú 2002 - Afunalhue, Chile 2003 (pp. 75–81).

En este texto, enmarcado en los proyectos Fondedoc PUC “La imagen textil y sus expresiones” así
como el Fondecyt 1010282 “Tecnologías textiles precolombinas de los Andes: su registro
reproducción, clasificación y difusión hacia la cultura contemporánea”, expuesto en la XVII
Reunión Anual del Comité Nacional de Conservación textil, las autoras exploran las posibilidades
expresivas de la materialidad textil en cuanto soporte de ideas e imágenes del mundo, a través de
sus particulares características estructurales y potencial estético: textura, color y efectos logrados
mediante la secuencia de procesos tecnológicos constructivos, cuyos términos traspasan incluso al
lenguaje común.

Así, se refieren al concepto de imagen textil como una manera de denominar lo representado en
este soporte para abordar su visualidad más allá de los signos e íconos, pues interpelan al
espectador desde la experimentación de sus estímulos visuales. Esto, sería la consecuencia de las
denominadas técnicas de representación, es decir, la forma en que ls creadores textiles generan
texturas y colores a partir de la estructura.

Por lo tanto, lo que destacan es que aquellas personas sensibilizadas por la materialidad textil
experimentan una visión particular del mundo en la que sus elementos cotidianos adquieren
lecturas textiles, y se homologan a sus estructuras.

4. Iriarte, I., & Renard, S. (1998). Textiles del Norte de Chile en la Colección Echeverría y
Reyes del Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires. En Boletín del Comité
Nacional de Conservación Textil n°3 (pp. 145–167).

Revisión, descripción y breve análisis del estado de conservación de objetos textiles que
componen la colección Echeverría y Reyes (alrededor de un 25%) en el Museo Etnográfico de la
UBA, parte de la cual al parecer también se encuentra en el MNHN. Entregan importantes
antecedentes sobre el lugar de procedencia de esta colección, genéricamente registrado como San
Pedro de Atacama, así como la transacción ocurrida para su adquisición por parte de la institución,
ya que fueron en primera instancia un porcentaje fue donado, y el otro vendido. Sin embargo, la
documentación señala que los hallazgos provendrían de Chunchuri y sus alrededores, así como
también San Pedro de Atacama, y estaría compuesta de 426 objetos (no se señala si se encuentra
completa), entre textiles, calabazas, cestería, madera, hueso, cuero, caracoles, cerámica, metal y
lítico.

Para ello, presentan extractos de las misivas enviadas por el Echeverría y Reyes a Ambrosetti,
director del Museo, respecto a los trámites acontecidos en el intercambio.

Asimismo, presentan una descripción superficial de todas las piezas textiles, refiriéndose a las
medidas, la materia prima y estado de conservación, acompañada de algunas fotografías y
adscripción cronocultural en los casos que fuera posible.

Respecto a esto último, no se entiende bien si en cuanto a la categoría textiles también incluyen la
cestería, ya que es mencionada como una materialidad que conforma la colección, pero de todas
maneras se revisan gorros troncocónicos en técnica espiral, es decir, una forma de manufactura
cestera que, de hecho, construye los tocados de la misma forma que un canasto. Por otra parte,
las estimaciones cronológicas hechas en base a la decoración e iconografía sitúan al contenido de
esta colección en períodos relativamente tardíos, quizá el Período Medio en adelante.

En conclusión, la finalidad de esta publicación es la difusión de la existencia y contenido de esta


colección, especialmente en el ámbito textil para que la comunidad esté en conocimiento y
permitir que otros investigadores se interesen a fin de aportar nuevos datos a partir de esta
materialidad en la prehistoria de la II Región.

5. Andersson E. (2012). The textile Chaine Operatoire: Using a multidisciplinary Approach


to textile archaeology with a focus on the Ancient Near East.

En este texto, se expone la importancia de la materialidad textil como línea de evidencia para la
comprensión del pasado, así como también las dificultades existentes para abordarla. Sin
embargo, la aplicación de un enfoque y metodología multidisciplinaria permite recuperar un
corpus de datos mucho mayor y más rico, permitiendo el acceso a varios aspectos de las
sociedades del pasado a través del análisis de todos los pasos de la cadena operativa para la
fabricación de artefactos textiles.

Para ello, hace un estudio de la tecnología textil del cercano oriente, explorando las técnicas de
obtención de materias primas vegetales y animales, así como su procesamiento y los objetos
utilizados para ello, como husos, telares, raspadores, cardadores, etc., los cuales dan cuenta de el
profundo conocimiento y especialización que se tenía en torno a la manufactura textil, así como
también entregan evidencias de la escala de producción y por ende actores involucrados como
esfuerzo invertido.

Por lo tanto, este texto es un aporte teórico en cuanto a cómo los estudios de la materialidad textil
aportan al enriquecimiento de las interpretaciones sobre las sociedades pasadas, pues destaca la
importancia del impacto que pudo tener el desarrollo de esta tecnología en las relaciones, además
de entregar elementos de sistematización de materias primas y herramientas utilizadas,
relacionándolas a su vez con la técnica para la cual son utilizadas mediante tablas y diagramas.

6. Montell, G. (1926). An archaeological Collection from the Rio Loa Valley, Atacama. Oslo:
Oslo Etnografiske Museoums.

En este texto, se describen los objetos que conforman la colección Royem, cuya proveniencia
exacta es mayormente desconocida, por la cual se hace una clasificación de los objetos de acuerdo
a: clase, uso y material. Asimismo, de manera precedente se expone una descripción de la zona y
exposición de antecedentes respecto a las expediciones e investigaciones previamente realizadas.
Además de la labor descriptiva, se realizan algunas inferencias y proposiciones en torno a la
materialidad, utilizando fuentes etnográficas para establecer analogías con otros grupos indígenas
de la región, a partir de crónicas y poemas como La Araucana, de Ercilla.

De esta manera, se describen elementos como armas, (carcajes, astiles, y otros), vestimenta,
ornamentos, herramientas, textiles, cerámica, cestería, etc. en cuanto a sus atributos formales
como dimensiones y características, pero a su vez se realizan algunas inferencias sobre su uso a
través de analogías, como ya se mencionó anteriormente. Asimismo, se entregan diagramas y
dibujos muy detallados que describen estos objetos. En cuanto a la cestería, identifica varias
piezas manunfacturadas en técnica espiral provenientes de Chiu-chiu y ampliamente reconocida
para el continente.

Para concluir, señala que no es posible asignar los objetos a un período determinado, pero sí se
refiere a su adscripción cultural: estos objetos pertenecerían a los atacameños, quienes
compartirían varias similitudes respecto a elementos culturales con los habitantes de la Puna de
Jujuy, señalando al valle del Loa como un canal de intensa actividad y intercomunicación entre la
costa y el interior.

7. Latcham, R. (1938). Arqueología de la región atacameña. Santiago: Prensas de la


Universidad de Chile.

En este libro, Latcham recopila y aborda todo el contenido de los sitios arqueológicos de la región
de Atacama, tales como Calama, Chuquicamata, Chiu-chiu, Turi, Aiquina, Lasana, San Pedro y
Toconao, Quillagua, Pisagua, entre otros, realizando un análisis descriptivo de ellos y la cultura
material asociada, mayoritariamente proveniente de contextos funerarios, con el objeto de
comprender la forma de vida de los denominados Atacameños, grupo cultural que identifica a
partir del exhaustivo estudio del gran corpus de cultura material extraído a través de expediciones
y excavaciones hechas tanto por él mismo como por otros investigadores y aficionados. Para
efectos de la datación de artefactos y sitios, se valió de la cronología propuesta por Uhle,
periodizando algunos de estos hallazgos y, en consecuencia, relacionándolos con la cultura
Tiwanaku y su influencia, como elemento principal de la cronología maestra de los Andes.

A partir de un análisis descriptivo tanto de contextos como de objetos, reconoce que los
Atacameños son un grupo dinámico, habiéndose insertado en una red de intercambio de
influencias culturales y posicionándose como un factor importante dentro de la región surandina.

Específicamente, en cuanto a la cestería este autor reconoce la recurrencia de la técnica en espiral


para la manufactura de cestos, y de hecho, la concibe como una categoría separada, única e
importante dentro del enorme universo de la cultura material Atacameña. Reconoce, por ende, la
existencia de canastos y cestos con variadas formas, así como su recurrencia y continuidad
durante todos los períodos. Incluso, destaca la existencia de los llamados “capachos”, un tipo
especial de cesto que fue utilizado para labores de carga y transporte el cual posee una proyección
hacia tiempos “modernos”. En ese sentido, logra aventurarse a conjeturas de uso y función
relevadas tanto del contexto funerario como de las formas y analogías etnográficas para esta
materialidad.

8. 8.Wendrich, W. (1965). The World According to Basketry. An Ethno-archaeological


interpretation of basketry production in Egypt.

En este texto, el autor presenta un estudio profundo en torno a la producción cestera de Egipto, a
partir de una perspectiva etnoarqueológica para su análisis e interpretación, de forma extensa y
acabada, presentando su trabajo como una introducción al análisis de esta materialidad,
estableciendo paralelos entre la cestería arqueológica y moderna de Egipto, así como de los
artesanos cesteros y sus formas de producción, como pilar fundamental para el desarrollo de
trabajo.
Su finalidad, expresada a través del título, a pesar de ser consciente de las limitaciones del estudio
de sólo una materialidad, es realizar conclusiones de un espectro muy amplio acerca de una
sociedad desde un aspecto de la cultura material, buscando además reivindicar esta materialidad
que ha sido subestimada, especialmente en este contexto (egipcio) dada su importancia en la vida
de las personas comunes. La atención siempre se desvía hacia objetos como la cerámica, a pesar
de las grandes cantidades de cestos encontrados en los diversos contextos excavados.

Así, subdivide el libro en varias partes, donde la primera está dedicada a un estado del arte
respecto al estudio de la cestería arqueológica, la importancia de éste, así como la exposición de
los métodos utilizados en la colecta de información. La segunda, presenta un modelo de la cestería
en Egipto y Nubia tanto presente como pasado, generalizando las técnicas cesteras. En la tercera,
se concentra en el proceso de producción, estudiando contextos actuales de producción
realizando una grabación de las secuencias de producción de cinco tipos de cestos, a fin de ilustrar
en su propia narrativa, y enriquecer las descripciones realizadas en los textos, debido a que es más
fácil de comprender que una explicación escrita de esta manufactura, así como realizar un análisis
específico. Por último, en la cuarta parte se concentra en la aplicación de una metodología
etnográfica y etnoarqueológica para tratar de visualizar a través de analogía y generalización, al
artesano cestero arqueológico.

En ese sentido, tensiona ideas como la continuidad de la tradición cestera en el Antiguo Egipto,
evidenciando matices y contradicciones, así como también los cambios en la tecnología y formas
de uso, obtención y fabricación de los cestos tanto de sus materias primas, haciendo
comparaciones regionales y temporales. También, se aventura en el contexto y la información
tecnológica que es posible relevar del área de estudio, a suerte de talleres o espacios de trabajo
relacionados a otros elementos auxiliares en el proceso de construcción cestera, que no
necesariamente son abordados en el análisis de esta materialidad, tales como herramientas,
materias primas, elementos de las primeras etapas de la producción, o el “contexto arqueológico”
de la cestería.

9. 9.Pollard, G. C. (1970). The Cultural Ecology of Ceramic-Stage Settlement in the Atacama


Desert. Columbia University.

Este texto es una aproximación para determinar la secuencia y forma del desarrollo cultural desde
la introducción de la tecnología cerámica, desde aproximadamente el 800 a.C al contacto
hispánico en el 1535 d.C en el desierto de Atacama, con una aproximación teórico-metodológica
desde la ecología cultural, dinde la cultura es vista como un mecanismo de adaptación al
ambiente. Se contextualiza como un trabajo para completar parcialmente los requerimientos para
la obtención del grado de Doctor en Filosofía (¿?) en la facultad de Ciencias Políticas de la
Universidad de Columbia, el año 1970.

Las conclusiones fueron establecidas mediante un estudio integral de la tecnología, economía y


patrón de asentamiento reflejados en los contextos arqueológicos que fueron ordenados a partir
de cronologías cerámicas, identificando tres complejos culturales representados por más de 100
sitios. El más temprano, Complejo Vega Alta (800-200 a.C) se caracteriza por pequeños
campamentos de cazadores recolectores localizados en las riberas vegetadas del Río, asociadas a
la domesticación de camélidos. El segundo, Complejo Loa (200 a.C- 400 d.C), se caracteriza por una
fase temprana de construcciones sobre el piso y en una fase tardía por la domesticación del maíz y
por ende el surgimiento de sociedades completamente sedentarias. Finalmente, el Complejo
Lasana (400-1535 d.C) se divide entres fases que reflejan el establecimiento de nuevas aldeas y el
inicio de la fortificación, así como la llegada del Inca en 1437. En este período, se identifica un gran
crecimiento poblacional y emergencia de sociedades de rango, que se estratifican con la llegada
del Inca. Asimismo, postula tres razones que motivan el cambio social: cambios en la economía, en
la cantidad de la población y la incorporación del Inca, y estarían estrechamente relacionadas.

10. Rydén, S. (1944). Contributions to the Archaeology of the Rio Loa Region. Göteborg:
Elanders Boktryckeri Artiebolag

Este texto corresponde a los estudios de una colección arqueológica proveniente de Chiu-chiu, en
el contexto de la visita del autor a Chile, específicamente la segunda región donde es puesto en
conocimiento de la existencia de la ciudad de Lasana en 1938. Así surge una inquietud e interés de
estudiar la zona, pero debido al tiempo no le fue posible hacer una investigación arqueológica In
Situ muy extensa, por lo que sólo comienza a recopilar algunos antecedentes y observaciones que
logró hacer en esta visita respecto a la ciudad de Lasana y los petroglifos de Taira. Sin embargo,
cuando vuelve a su país de origen, comienza a estudiar una colección resguardada en el Museo de
Gothenburg. En un segmento dedicado a una breve contextualización y estado del arte, reconoce
los estudios de otros investigadores que han sido responsables de la creación de coleccioens de
objetos provenientes de esta región, así como de algunos estudios publicados al respecto, como
los de Montell en 1926.

Específicamente, los objetos provienen de varias tumbas de las cuales no se conocen mayores
antecedentes ni contexto, por lo que tampoco se conoce a cuál corresponden los objetos. Sin
embargo, estos sitios funerarios cercanos a Chiuchiu son mencionados por Latcham.

En general, está compuesta por artefactos como arcos, astiles, puntas de proyectil, mazas, carcajs
de cuero, herramientas para la agricultura (hoces, azadas, palas, etc.), aparejos pastoriles para las
llamas (cordeles, horquillas o ganchos, cuerdas, cencerros, etc.), cerámica, lítico, calabazas
decoradas, algunos artefactos en madera (cucharas, tabletas, cajitas, etc., herramientas para el
tejido (torteras, husos, peinetas, etc.) textiles, elementos miscelaneos y cestos.

En cuanto a estos últimos, describe y compara la técnica de manufactura, que identifica como en
espiral, con aquella descrita por Montell para la zona, identificando a su vez algunas variaciones en
la forma de tejido específicas para Lasana. Asimismo, describe que las características iconográficas
serían más de influencia tiwanaku que Inca, la cual considera de muy menor medida. Sin embargo,
no logra hacer una adscripción cronológica debido a lo pobre del contexto, lo cual sucede también
para toda la colección. De todas maneras, esto sucede ya que no existen muchos antecedentes ni
estudios dedicados a este efecto para la fecha, con lo cual es comprensible que su estudio se haya
limitado únicamente a establecer descripciones y análisis materiales sin aventurarse a establecer
hipótesis concluyentes de la materialidad, pero que sin embargo resulta ser un aporte al
conocimiento de cúmulos de objetos pertenecientes a la región almacenados en museos lejanos a
nuestro país y por ende, nuestro alcance como antecedente de la existencia de objetos muy
importantes para futuros análisis.

11. Adovasio, J. (1977). Basketry Technology: A Guide to Identification and Analysis.


Routledge.
Este trabajo se constituye como un manual que contiene propuestas metodológicas para la
identificación, preparación, clasificación, descripción, análisis e interpretación de cestería
proveniente de contextos arqueológicos, derivada del trabajo del autor con un gran número de
ejemplares provenientes de muy diversos contextos.

Así, en los diferentes capítulos, va definiendo y entregando una guía para el trabajo con
básicamente cualquier tipo de objeto cestero, realizando en primer lugar una definición de lo que
es la cestería como artefacto textil en tanto se constituye como un tejido, sin embargo, se los
diferencia porque no se necesita un artefacto auxiliar para su maufactura (como un bastidor o
telar).

En consecuencia, lo primero que hace es proponer categorías de clasificación en base a criterios


tecnológicos, reconociendo tres grandes tipos de tejido: twining, coiling y plaiting (entretorcido,
espiral y llano), que poseen a su vez un enorme espectro de variaciones dentro de ellas, a los
cuales se refiere en profundidad en los capítulos posteriores identificando todos sus atributos
tecnológicos, desde aspectos mínimos como la torsión de los elementos constitutivos (tramas y
urdimbres) hasta las diversas maneras de enlace que pueden tener estas partes, entregando fichas
de registro específicas para cada tipo, refiriéndose a los atributos formales generales de la pieza
tanto como a los tecnológicos, iconográficos, decorativos, e indicadores tafonómicos,
contextuales, etc. Incluso, se refiere a las “mecánicas” de cada tipo de tejido, explicando el
proceso de formación del objeto y proporcionando diagramas e imágenes.

En resumen, entrega toda la información necesaria para un análisis acabado de este tipo de
materialidad textil, desde el momento de la recuperación de los objetos en cualquier forma en la
que se presenten (impresiones en el sedimento, material cerámico, fragmentos, ejemplares
completos, ejemplares difíciles de levantar, etc.), los tratamientos de conservación, consolidación,
limpieza, etc. y protocolos de laboratorio en general, hasta el reconocimiento de sus atributos
formales, ya sea técnica de manufactura, materia prima, forma, elementos constitutivos, etc.,
todo desde la perspectiva de que los objetos de cestería son una fuente de información potencial
enorme, ya que poseería una gran cantidad de atributos culturales visibles y reconocibles desde
fragmentos muy reducidos, que pueden ser informativos y hasta diagnósticos de las formas de
hacer particulares de un grupo humano, reconociendo que en general la cestería es una
materialidad relativamente ignorada y no muy tomada en cuenta debido a la poca familiaridad de
los especialistas con este tipo de restos (donde las condiciones ambientales y procesos
tafonómicos afectan enormemente, al ser objetos manufacturados en una materia prima
altamente perecedera y fácilmente degradable), donde las descripciones que se realizan la
mayoría de las veces son de los aspectos más obvios y superficiales.

12. Alliende, P. (1981). La colección arqueológica “Emil de Bruyne” de Caspana. Universidad


de Chile.

Este texto corresponde a la Tesis de Grado de Pilar Alliende, quien realiza un estudio de la
colección “Emil de Bruyne” del Museo Nacional de Historia Natural, en el marco del proyecto
“Poblaciones Prehispánicas del Loa Superior”, a cargo de Victoria Castro, con el objetivo de
analizar, describir y clasificar el material arqueológico que compone la colección para su
asignación cronocultural, bajo el fundamento de la falencia en torno al estudio de estos objetos
acumulados, que contienen un enorme corpus de información desaprovechado, destacando la
importancia del estudio y revisión de colecciones arqueológicas, así como el aporte de la
sistematización de la información a investigaciones futuras tanto como a la conservación y
divulgación del patrimonio nacional.

Esta colección está compuesta por una gran variedad de objetos, donde la reducida información
contextual disponible identifica que provienen del cementerio “Los Abuelos” de Caspana y que
han sido asignados al Período Agroalfarero (500 A.C – 1450 D.C), dentro del cual se reconocen las
fases Temprana, Media y Tardía, cronología que actualmente está en desuso.

Concretamente, en esta colección se ve ampliamente representado el complejo alucinógeno,


compuesto por una tableta, un tubo insuflatorio, un contenedor, una espátula y un objeto
denominado “estuche”, es decir, una tabla rectangular con pequeños agujeros en sus extremos. A
través de este conjunto, se pudo identificar con mayor precisión la proveniencia contextual de
algunos elementos, agrupados en 44 sepulturas, siendo su análisis y descripción el más acabado,
junto con la cerámica puesto que, según la autora, son aquellos que permiten obtener una mayor
cantidad de información arqueológica para su asignación cronocultural, mediante el estudio de sus
características formales, como por ejemplo las materias primas, estilo, decoración, formas, etc.
Por otro lado, se identifican también una gran cantidad de objetos descontextualizados, tales
como cajas, boquillas, contenedores de hueso, vichuñas, espátulas, artefactos en cobre, lítico,
cerámica, cestería (canastos y “platos”), instrumentos musicales (cascabeles) y material
malacológico, los cuales son someramente descritos.

Para el estudio de la colección, se utiliza una ficha que consigna algunos de los atributos de los
objetos, así como un registro fotográfico de los objetos en el anexo.

En conclusión, la autora asigna el complejo alucinógeno presente en la colección a los inicios del
“Período Tardío”(850 d.C que actualmente corresponderían al PIT), debido a la escasa
representación del personaje del sacrificador en la iconografía, y el estilo más naturalista que
configurativo (representativo de Tiwanaku), lo que es tomado como un indicador cronológico y
sitúa la producción de estos objetos en un momento de contacto residual con Tiwanaku, durante
el final del Período Medio e inicios del Tardío.

En cuanto a la cerámica y otros elementos sin contexto, son igualmente situados entre el Período
Medio y Tardío, especialmente debido a la asignación tipológica de los artefactos cerámicos,
identificando cerámica Dupont, Hedionda, Ayquina, un puco Inca y algunas miniaturas. Por
asociación, para los demás objetos sin contexto se infiere que corresponderían al mismo período
temporal, que cronológicamente lo define para el aproximadamente el 950 d.C. prolongándose
hasta la época incaica.

13. Ayala, P., Reyes, O., & Uribe, M. (1999). El cementerio de los abuelos de Caspana: El
espacio mortuorio local durante el dominio del Tawantinsuyu. Estudios Atacameños.
Arqueología y antropología surandinas., (18), 35–54.

En este artículo se presenta el estudio del cementerio Los Abuelos de Caspana, enmarcado en los
proyectos Fondecyt 1970528 y 1000148, cuyo problema central es indagar las estrategias de
control político y simbólico del Tawantinsuyu para acceder a los recursos ofrecidos por la región
del Loa Superior desde los contextos funerarios, especialmente las características arquitectónicas
y espaciales de las tumbas, así como el ámbito bioantropológico, el análisis del ajuar funerario y
sus asociaciones, en busca de problematizar la historia cultural de la localidad. Parte del conjunto
material que se analiza en este estudio corresponde a la consignada en la colección Emil de
Bruyne, pero se identifica que las primeras excavaciones del sitio son realizadas por Le Paige en
1958 Además, otro gran conjunto de materiales se encuentra en el Museo de Caspana, sin
embargo, en muy malas condiciones.

Mediante la sectorización y tipologización de las características formales de las tumbas, se


proponen diferentes momentos de ocupación a partir del PIT, asociado al tipo constructivo Bajo
Bordes Rocosos, así como un segundo momento se relaciona con estructuras funerarias que
empiezan a elevarse, donde el patrón constructivo tipo Chullpa indicaría una relación entre las
poblaciones de Caspana y las del altiplano de Lípez en momentos tardíos del PIT.

Para el Tardío, se propone que la construcción de chullpas pudo estar relacionada a la presencia
incaica, así como aquellas con muro exterior que reviste estructuras preexistentes. La distribución
de las tumbas y densidad ocupacional del cementerio, son también decidoras de las estrategias de
control del Inca, que se entierran en la periferia del espacio mortuorio, así como realizando
cambios arquitectónicos en estructuras del sector central.

En cuanto a las asociaciones del ajuar, para el Tardío, se da cuenta de diferencias sociales en
cuanto a la composición de este, existiendo correlaciones entre el lugar de emplazamiento y los
elementos incas incorporados en las ofrendas, incorporando sobre todo ofrendas minerales y
metales, así como cerámica que copia el estilo cuzqueño y piezas foráneas. Sin embargo, la
presencia de materias primas vegetales, cestería, calabazas y textilería parecen en la mayoría de
los enterratorios.

En cuanto a la evidencia bioantropológica, se realizaron estudios para determinación de edad,


sexo y paleopatología, que dan cuenta que la población local era la encargada de reproducir el
sistema, donde al parecer el inca utiliza a las mujeres para reforzar su dominio en las unidades
domésticas a través de lazos de parentesco.

En conclusión, se propone que las estrategias incaicas son mas bien de carácter sutil y velado pero
efectivo, donde no se ejerce una violencia directa pero sí simbólica y ocupacional hacia períodos
tardíos que es reconocible tanto a través del patrón constructivo de las tumbas como en el ajuar
funerario y su distribución espacial, identificando algunos individuos incanizados que denotan la
existencia de desigualdad social.

14. De Bruyne, E. (1963). Informe sobre el descubrimiento de un área arqueológica. Museo


Nacional de Historia Natural. Publicación ocasional, N°2.

Este texto corresponde al informe del “descubrimiento” de una nueva área arqueológica en la
provincia de Tarapacá, por parte del ingeniero Emil de Bruyne, a partir de una fotografía aérea
tomada por James Kieghley en 1961, que correspondería al sitio de Guatacondo.

En una primera expedición, De Bruyne realiza una prospección superficial del sitio, recolectando
material lítico, cerámico y calabazas, donde consigna que los primeros fueron enviados al MNHN.
También se realizó una descripción arquitectónica y croquis del sitio.
Algunos “pozos de prueba” fueron realizados, donde se removió la arena sedimentaria acumulada
en uno de los recintos, desde el centro hasta alcanzar el muro. Se consignó el hallazgo de ramas,
plumas y calabazas. Se describió la forma de manufactura del muro y sus diferentes formas de
construcción. No se consignan hallazgos más allá de la materialidad mencionada en otros pozos de
sondeo, que se orientó a la búsqueda del cementerio de este poblado.

También se investigaron los “campos de cultivo” de los alrededores del sitio, que consistían en
terrazas con un ligero declive para la eficiencia del riego.

Se señala el encuentro de un Segundo Pueblo, también asociado a campos de cultivo a 15 km de


Guatacondo de los cuales se extrajo “escoria metalúgica”, los cuales se analizaron en
Chuquicamata arrojando que poseían un 4.62% de cobre, el cual el autor anuncia mediante los
boletines del museo, causando alto revuelo mediático.

Un tercer pueblo es hallado por accidente cuando se estaba realizando una expedición para el
estudio del pueblo anterior, debido a una equivocación en la dirección cuando iban a inspeccionar
el segundo poblado, cuyo patrón constructivo es descrito, tanto la forma de los recintos como la
manufactura de los muros, e incluso se señala la existencia de una “casa ceremonial”, en cuyo
fundamento y alrededores se reconocen varios petroglifos antropomorfos y zoomorfos.

Todos estos hallazgos fueron informados a la Dra. Grete Mostny mediante informes enviados por
De Bruyne, quien también fue entrevistado por eminencias de la época debido al hallazgo. En el
intertanto, se señala que el Gobierno de Chile decreta la región como Monumento Nacional, en
función de proteger la zona de daños irreparables a estos “pueblos perdidos”.

Debido al antecedente entregado por Alliende, en relación con el extravío del diario de campo que
consigna las excavaciones de De Bruyne, este texto se constituiría como información contextual
sobre las expediciones realizadas él y la obtención de materiales arqueológicos que entrega al
MNHN y que podrían ser constitutivos de la colección del mismo nombre.

15. Durán, E., Kangiser M., & Acevedo, N. (2000). Colección Max Uhle: Expedición a Calama
1912. Publicación Ocasional del Museo Nacional de Historia Natural, 56, 5–49.

Este trabajo consiste en un estudio descriptivo general del universo de objetos obtenidos por Max
Uhle en los cementerios cercanos al antiguo caserío de Calama (localidad de Chunchuri), en 1912,
y se enmarca en el Proyecto Fondart 25961 “El valor del pasado: un paradigma para el presente”,
que busca una Puesta en Valor de la materialidad arqueológica que compone esta colección, dada
su gran potencialidad y destacando su carácter inédito a la fecha.

Para ello, se realizó un diagnóstico de los objetos de la colección, se establecieron grupos


funcionales y posteriormente la documentación de estos grupos mediante la descripción física,
materialidad, dimensiones, características formales y técnicas de elaboración, así como atribución
funcional a partir de la literatura existente, y su documentación en fichas de inventario y registro
visual (fotografías). Asimismo, se realizaron ilustraciones de uno de los grupos funcionales
(complejo insuflatorio), que fue el más intensamente estudiado. Sin embargo, también se
identificaron objetos agrupados como “Utensilios Domésticos” que incluyen calabazas
pirograbadas, cestería en aduja de varias formas (platos, fuentes, tazas, botella) con decoración
geométrica y zoomorfa, estando presentes colores como el azul y rojo, cuyo estilo identifican
como de influencia tiwanakota.

Asimismo, se expone una breve biografía de Max Uhle, para contextualizar su vida y obra,
señalando la importancia de sus aportes a la arqueología chilena, así como también se presenta un
breve resumen del contexto de obtención de los objetos de la colección, la Expedición a Calama en
1912 a través de la cual obtuvo más de 1.100 objetos y cerca de 200 cráneos y momias
provenientes de la localidad de Chunchurí, que ha sido también denominada como Dupont por
otros investigadores como Lautaro Núñez (1966).

16. Pérez de Micou, C. (2003). Pautas descriptivas para el análisis de cestería arqueológica.
En: Tejiendo Sueños en el Cono Sur. Textiles Andinos: Pasado, presente y futuro. Actas
del simposio ARQ-21. (pp. 27–35). Barcelona: Universitàt Autonoma de Barcelona.

En este trabajo la autora reflexiona en torno a la necesidad de consensuar una terminología básica
para la descripción de las técnicas de manufactura cestera, que permita una correcta
comunicación de los resultados entre la comunidad científica, debido a la falta de consenso en las
denominaciones utilizadas en el español, ya que el origen de la terminología especializada para
describir los artefactos textiles y especialmente cestería es anglosajón.

Así, propone algunas pautas descriptivas para una descripción mejor y más universal de la cestería,
tales como algunas partes de la pieza (identificación de bordes y orillos), la técnica en la que se ha
realizado, especialmente si es mixta, identificar cual es primaria y cual secundaria, y
definitivamente cuáles son las técnicas presentes en la cestería a modo general, siguiendo
mayormente la propuesta de Adovasio (1977), reconociendo cestería en espiral (coiling)
acordelado (twining) y plana/llana (plaiting), junto con construcciones cesteras misceláneas,
identificando las características en las que se basan estos grupos tecnológicos (elementos
pasivos/activos, orientación de los mismos, número de elementos participantes, etc.).

Todo esto, busca problematizar la tendencia de los especialistas a tomar su muestra como
universo, estableciendo criterios comunes y generales para la comparación entre conjuntos,
generando posibilidades más allá de una descripción profunda que destaca particularidades,
enfatizando sobre la importancia de explicitar los criterios utilizados para la definición de estos
conjuntos, incluyendo referencias sobre las denominaciones y diagramas técnicos que faciliten
revisiones futuras.

*Sin embargo, identifico que existe una falencia en torno a una denominación universal de las
formas de cestería contenedora (por ejemplo: plato, vaso, canasto, cesto, etc.), como por ejemplo
si existe para la cerámica, ya que se construye caso a caso y haciendo énfasis en lo descriptivo.
¿Será válido, práctico o coherente utilizar los mismos conceptos para cestería y cerámica?

17. Pérez de Micou, C. (2016). Cestería y cordelería para los muertos. Chungara, Revista de
Antropología Chilena, 33(1), 137–144.

En este artículo, se presentan los resultados del estudio de la Colección Doncellas del Museo
Etnográfico de Buenos Aires y el Museo del Pucará (Tilcara), proveniente de la localidad del mismo
nombre, en la puna de Jujuy en Argentina, depositadas desde los años ’40 en estas instituciones.
Consta de material lítico, cerámico, artefactos textiles, de madera y vegetales flexibles, los cuales
son los abordados en el trabajo (cestas, vinchas, bozales y sogas).

Este yacimiento arqueológico ha sido definido como un poblado prehispánico con contexto
funerario muy amplio con cientos de enterratorios adosados a los farellones que delimitan el
poblado, cuyo lapso de ocupación comienza a los 750 A.P y se extiende hasta la ocupación hispana
en el siglo XVI.

El objetivo es presentar algunas hipótesis en torno a la función de la materialidad cestera en la


funebria de las ocupaciones tardías de la Puna Argentina, a través del análisis de las técnicas de
confección, la recurrencia de formas y sus condiciones de ingreso al contexto arqueológico, así
como identificar su contexto de producción a través de la identificación de las materias primas,
evaluando si fueron manufacturadas in situ o si fueron transportadas desde otras localidades.

En base al análisis de esta materialidad, se establece que la manufactura pudo ser local, debido a
que las materias primas crecen en el sitio y deben conservar la flexibilidad para su uso, que se
pierde cuando se secan. Artefactos como las vinchas pueden haber sido manufacturadas
específicamente para su utilización en el ajuar funerario por la rapidez y facilidad de producción,
tanto como la falta de desgaste. No así las sogas o bozales, cuya manufactura es mas compleja,
presentando reparaciones y alto índice de desgaste. En cuanto a las cestas, pareciera que también
tuvieron un uso cotidiano, debido al desgaste en la cara exterior. También, se identifican
miniaturas de varios tipos de objetos y discos de cestería con finales abruptos no retomables,
fenómeno que en algunos casos se ha asicado a entierros de niños, donde esta última categoría de
objetos podría simbolizar la interrupción inesperada de la vida.

Por ende, se identifican objetos usados en vida como ofrendas (cestos), y que parecen haber sido
inutilizados intencionalmente (bozales), así como otros manufacturados especialmente para el rito
funerario (vinchas, miniaturas). Asimismo, la regularidad en la manufactura del conjunto
artefactual analizado revela, al menos, una producción hecha por personas que comparten un
mismo corpus de ideas sobre como debieran ser los objetos.

Finalmente, se identifica que la cestería y cordelería son indicadores de primera mano en lo


relativo a cronología, aprovechamiento de la flora y evaluación entre tiempo transcurrido entre la
obtención de la materia prima hasta su utilización en el entretejido, así como el esfuerzo
empleado para su manufactura.

18. Uribe, M., Adán, L., & Agüero, C. (2004). Arqueología de los Períodos Intermedio Tardío
y Tardío de San Pedro de Atacama y su relación con la cuenca del río Loa. Chungará
(Arica), 36, 943-956.

Este artículo condensa los resultados del Proyecto Fondecyt 1000148: “Historia cultural y
materialidad en la arqueología de los períodos Intermedio Tardío y Tardío de San Pedro de
Atacama y su relación con la cuenca del río Loa, cuyo objetivo es precisamente definir una historia
cultural regional, debido a la necesidad de homologar en cierta medida las secuencias cronológicas
propuestas para estas dos áreas vecinas y posibilitar los estudios comparativos entre ellas,
permitiendo especialmente evaluar el supuesto de la unidad cultural atacameña propuesta para el
período, teniendo en cuenta las particularidades culturales y ambientales de estas localidades.
Esto debido a que la arqueología de los períodos Intermedio Tardío y Tardío en San Pedro de
Atacama pierde el vigor de sus estudios, debido a que el foco se traslada a los sitios de la cuenca
del Loa por la calidad y variedad de sus contextos para este período, donde se generaron
incongruencias al tratar de aplicar la secuencia maestra de San Pedro y se tensionó por lo tanto el
supuesto antes mencionado.

Así, se busca problematizar a través del análisis de diferentes líneas de evidencia, tales como la
arquitectura, la cerámica (piedra angular de la construcción cronológica en función de sus tipos),
los líticos, restos arqueofaunísticos y el registro de depositación de éstos, textilería, material
bioantropológico (craneos) y “otros”, categoría que incluye elementos misceláneos y muy variados
de diversas materias primas, donde la cestería es apenas brevemente mencionada, ya que no es
considerada en la categoría de textilería.

En base a esto, los autores plantean una nueva secuencia cronológica para San Pedro de Atacama
a partir de un análisis comparativo a contextos del Loa, donde reúnen en un solo momento de
carácter tradicional las fases Yaye y Solor, seguida por una fase caracterizada por los fuertes lazos
que se establecen con el altiplano meridional, asignada como Turi, inmediatamente previa y
paralela al contacto Incaico. Por último, se sostiene que la fase Catarpe no sufre modificaciones
por el momento.

En conclusión, se señala que a inicios del PIT en San Pedro se desarrolla una organización dual
relacionada en parte al control de los ríos importantes del sector (San Pedro y Vilama) y
posteriormente aparecen asentamientos en quebradas como Zápar, que denotan un cambio de
intereses, como la exploración y ampliación del territorio hacia sectores más altos, incorporando
elementos altiplánicos, combinados con elementos de las tradiciones del desierto, donde se
documentaría un carácter “mixto” de la población que perduraría hasta después de la llegada del
Inka.

19. Cocilovo, J., Varela, H., & Valdano, S. (2016). La población prehistórica de Calama
(Chunchuri, Norte de Chile). Composición y estructura. Boletín del Museo Nacional de
Historia Natural, 306, 291–306.

Este texto expone los resultados del análisis de restos bioantropológicos pertenecientes a aquellos
recolectados por Max Uhle durante su expedición a la costa norte de Chile, específicamente a la
localidad de Chunchurí (datado para el 1390 d.C) en las cercanías de Calama durante 1912 y 1913,
los cuales actualmente se encuentran en el MNHN. A partir de 1980, se comienzan los estudios de
estos materiales, permitiendo conocer las características físicas de esta población, aportando en la
reconstrucción de la historia biológica y regional, los cuales establecen que para el PIT (1000 –
1450 d.C) existió un incremento en la densidad poblacional e intercambio generalizado de bienes y
productos en los Andes Centro Sur. Particularmente para la zona, la cerámica sugiere estrechas
relaciones con el Altiplano Meridional así como una amplia interacción vinculada al tráfico
caravanero, la extracción minera involucrando asentamientos a lo largo del Loa hasta los oasis
Atacameños.

El objetivo principal de este trabajo es el realizar un análisis de la estructura y composición de la


colección Max Uhle de Calama (Chunchurí) con respecto al dimorfismo sexual, variación etaria y
efecto de la deformación artificial del cráneo, información crucial para el desarrollo de
investigaciones futuras sobre las relaciones biológicas con otros grupos del NOA y Norte de Chile,
pues permiten definir un perfil biocultural para la población durante el PIT.

En cuanto a los resultados, se destaca la presencia de un mayor numero de individuos masculinos,


dominando las clases Maduro y Senil. Esto es posiblemente explicado por varios factores tales
como factores tafonómicos o antrópicos que influyeron en la conservación de los restos
femeninos, o tal vez es posible asociarlo a la funcionalidad del sitio, revelando un asentamiento
dedicado a trabajos mineros y tráfico caravanero integrado por una mayoría masculina, así como
también errores en la asignación de sexo.

Con respecto a la deformación artificial, se obtuvieron resultados sobre su distribución,


predominando las formas tabulares y no deformados con una menor representación de
deformación circular, lo cual es similar a Pisagua, pero contrario al panorama en SPA y la Puna
Argentina, donde la mayoría son deformados tabulares, aunque de todas maneras la deformación
circular es menos frecuente y se identifica una proporción importante de individuos no
deformados.

En resumen, se identifica un grupo de individuos de todas las edades con una proporción mayor
de masculinos cuyo crecimiento y desarrollo tanto como el dimorfismo sexual se manifestaron de
forma normal para las condiciones de subsistencia típicas del PIT, con coexistencia de varias
formas de deformación craneana.

20. Castro, V., Berenguer, J., Gallardo, F., Llagostera, A., & Salazar, D. (2016). Vertiente
Occidental Circumpuneña. Desde las sociedades posarcaicas hasta las preincas (ca.1500
años a.C a 1.470 años d.C). En Falabella et. al.(Eds.), Prehistoria en Chile. Desde sus
primeros habitantes hasta los Incas (pp. 239–283). Sociedad Chilena de Arqueología.

Este texto presenta una recopilación de los antecedentes y líneas de investigación más recientes a
la fecha, realizando una caracterización histórico cultural de los desarrollos de las diferentes zonas
arqueológicas definidas (Cuenca del Loa y San Pedro), que ha sido uno de los problemas más
intensamente abordados. Asimismo, realiza una descripción acabada de las materialidades y las
hipótesis más actualizadas planteadas a relación a ellos, permitiendo un reconocimiento y
caracterización de entidades culturales a través de una amplia gama de indicadores, buscando
entender las dinámicas de estos grupos tras el decaimiento de la influencia Tiwanaku.

En concreto, para el PIT en el Loa y San Pedro se han realizado varias propuestas cronológicas,
donde a mediados de los 2000, Uribe ofrece una periodificación para una mejor comprensión de
ambas áreas arqueológicas, reagrupando algunas fases de San Pedro durante el PIT y el PT, así
como también se ha hecho un reconocimiento de los cambios en las tradiciones presentes en el
Loa y sus lazos con el Altiplano meridional, a través del análisis de varias líneas de evidencia,
especialmente los tipos cerámicos y la arquitectura, permitiendo la caracterización de los grupos
del PIT como comunidades agrupadas bajo principios andinos de reciprocidad, redistribución e
intercambio, de economía agropastoril.

En cuanto a la arquitectura y ocupación del espacio se reconoce la existencia de poblados


amurallados con espacios residenciales y públicos denominados pukaras, edificados en espacios
claves de amplia visibilidad. Se ha planteado que son estructuras defensivas insertas en un
contexto de conflicto en el PIT, sin embargo, esta hipótesis no se encuentra totalmente
comprobada. Asimismo, la evidencia bioantropológica avala el reconocimiento de tensiones y
hechos de violencia que provocaron lesiones en los individuos tanto femeninos como masculinos,
que podría estar relacionado (o no) con conflictos inter o intra grupo.

Por otra parte, se ha abordado ampliamente el estudio de contextos funerarios, a partir del cual se
identifica parte del ajuar que acompaña a los muertos y sobretodo los tipos de tumbas presentes
en los sitios de enterratorios.

También ha sido abordado el arte rupestre y las calabazas pirograbadas, que se constituyen como
los soportes más importantes y donde abundan los motivos iconográficos. En directa relación, los
estudios más recientes se han hecho en torno a la explotación de mineral de cobre durante el
período, donde se ha identificado que existe un aprovechamiento a gran escala de esta materia
prima, para su uso tanto metalúrgico como pigmentario.

En conclusión, presenta una caracterización general de los grupos que ocuparon las zonas de SPA y
la cuenca del Loa, exponiendo algunos supuestos tales como la unidad atacameña para esta última
y destaca las influencias que tuvo la interacción con poblaciones del Altiplano meridional,
definiendo en general la tradición del desierto como grupos agroalfareros sustentados por
principios andinos de reciprocidad e intercambio.

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