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IX Reunión de Antropología del Mercosur

10 a 13 de julio de 2011 - Curitiba, PR

Grupo de trabajo:
GT 24- Cambio y continuidad en los textiles indígenas. Una forma de
patrimonio.

Título del trabajo:


“Textiles indígenas del Gran Chaco en el siglo XX: el catálogo del Museo
Etnográfico Andrés Barbero”

Autores:
Mariana Alfonsina Elías (Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti”, Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina)

Ariel Mencia (Museo Etnográfico “Dr. Andrés Barbero”, Fundación La Piedad,


Asunción, Paraguay)

0
Introducción

El Museo Etnográfico “Dr. Andrés Barbero” (Fundación La Piedad, Asunción,


Paraguay) tiene bajo su guarda colecciones procedentes de distintos sectores del
Gran Chaco sudamericano, principalmente del denominado Chaco Paraguayo; éstas
fueron formadas, principalmente, en la primera mitad del siglo XX. Dentro de estas
colecciones se conservan una importante cantidad de textiles etnográficos atribuidos
a distintos pueblos de la región (wichí, nivacché, lengua- maskoy, maká, qom,
ayoreo, ishir, chiriguano, tapieté). Entre los años 2007- 2010, se realizó el registro y
de documentación de 370 textiles de dichas colecciones, complementándolos con la
investigación especializadas de los textiles. 1 Este proyecto concluyó en la
elaboración de un catálogo a ser publicado en el corriente año con el fin de difundir y
señalar el valor de estos textiles. 2
En el presente trabajo, se desarrollarán la metodología y la organización del
catálogo según los dos ejes esenciales que guiaron su elaboración: 1- dar cuenta de
las historias de estos textiles indígenas y de quienes los produjeron y usaron, a
través de los cambios y rupturas en su producción, circulación y uso; 2- subrayar la
diversidad y complejidad de conocimientos y saberes involucrados en la producción
de los mismos.
En la primera sección, enumeraremos y describiremos sucintamente algunos
aspectos y problemáticas de los textiles indígenas chaqueños, especialmente los
relacionados con el estudio de su materialidad en el marco histórico concreto del
siglo XX. En la segunda, nos concentraremos en la historia de las colecciones
particulares del Museo Etnográfico Dr. Andrés Barbero, un aspecto a tener en
cuenta para situar históricamente los objetos que se incluyen en el catálogo, y en la
descripción de la organización definitiva del catálogo.

1
Proyecto de Reordenamiento, Relevamiento y Documentación del Acervo Textil del Museo Etnográfico “Dr.
Andrés Barbero” (2007- 2010). El proyecto fue gestionado por la Lic. Adelina Pusineri, actual directora del museo
y llevado a cabo por el Lic. Ariel Mencia, funcionario del museo que trabaja en el manejo de las colecciones
(conservación, registro y documentación) y, M. Alfonsina Elías (trabajadora en el depósito de etnografía del
Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti” de la UBA), quien desde investiga textiles indígenas del Chaco desde el
año 2005.
2
Elías, M. y Mencia, A. Textiles del Chaco. Catálogo del MEAB. Museo Etnográfico Dr. Andrés Barbero,
Fundación La Piedad, Asunción. (En prensa)

1
Los textiles indígenas del Gran Chaco en el siglo XX3

Pensar la cultura material textil del Gran Chaco desde su historia

Al igual que en otras sociedades americanas, los textiles constituyen un


aspecto muy importante en la vida de los pueblos originarios del Gran Chaco. Las
mujeres han creado y crean diversos objetos usados en distintos contextos (labores
cotidianas, ceremonias, ocasiones festivas, comercio, intercambio, etc.), en cuyos
procesos de producción ponen en juego múltiples saberes y conocimientos. Algunos
de estos textiles, como las conocidas bolsas cuadrangulares de fibra de caraguatá/
chaguar (bromeliáceas), también, han tenido y tienen un significativo rol en las
construcciones de las miradas de los no- indígenas respecto a estas sociedades.
En las dos últimas décadas, se ha venido problematizando las cuestiones del
cambio y la continuidad en “sociedades no occidentales”/ grupos subalternos,
corriéndose el eje de la discusión desde una postura de condena al cambio social y
cultural (conservación de las “tradiciones” de las personas y grupos) hacia preguntas
sobre las condiciones históricas, sociopolíticas y las relaciones de poder en las que
se producen estos cambios y las dialécticas (imposición, negociación, etc.) entre
“tradición” y “modernidad”. 4 En palabras de Néstor García Canclini:

“La tradición etnográfica que se distingue por la hipótesis de que ‘las culturas populares son
culturas en sí mismas, son culturas diferentes’, se resiste a pensarlas como subculturas,
partes de un sistema de dominación.” (Canclini 1996: 231)

La investigación en la que se basa la breve descripción que sigue, es un


intento de dar cuenta de los universos textiles indígenas del Gran Chaco dentro de
marcos históricos concretos de producción, consumo y circulación, pensando las
tensiones/ convivencias de los elementos “antiguos”/ “nuevos” (“tradicionales”/
“modernos”) en relación con las materias primas, las técnicas/ estructuras textiles,
formatos y diseños textiles (materialidad). 5 Cabe aclarar, además, que las piezas
estudiadas integran los acervos de museos etnográficos 6 conformados,

3
Parte del relevamiento bibliográfico y el análisis material de los textiles que se presentan en el siguiente
apartado integran la investigación que M. Alfonsina Elías que, entre los años 2007- 2008, pudo llevarse a cabo
gracias a una Beca Nacional del Fondo Nacional de las Artes (Argentina).
4
Clifford 1988, 1997; Escobar 1991; Canclini 1996.
5
Elías 2008; Elías 2011.
6
Museo Etnográfico “J. B. Ambrosetti” (Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Argentina) y del Museo Etnográfico
“Dr. Andrés Barbero” (Fundación La Piedad, Asunción, Paraguay).

2
principalmente, durante la primera mitad del siglo XX, en espacios como los ingenios
azucareros de Jujuy y Salta (Argentina), donde los indígenas iban a trabajar en la
zafra, las misiones religiosas (franciscanas y anglicanas), los fortines militares, las
estancias ganaderas u otros establecimientos económicos implantados en la región,
etc. Considerando las particularidades de los procesos históricos de cada pueblo o
grupo, estos espacios están relacionados con un contexto histórico de rápido avance
de las sociedades y estados nacionales sobre las tierras indígenas aún no ocupadas
del Gran Chaco y sobre los pueblos originarios que las habitan. 7

Materias primas, técnicas/ estructuras textiles 8 , formatos y usos

En los siguientes apartados se intentará dar un marco de comprensión para el


desarrollo de la metodología y organización del catálogo; debido a lo reducido del
espacio, no se extenderá sobre ciertas cuestiones relevantes de la materialidad de
los textiles indígenas chaqueños, especialmente aquellas vinculadas con las
diferencias y elementos en común entre los tejidos de los distintos grupos, para
poder desarrollar más detalladamente algunas cuestiones relacionadas con los
distintos procesos de cambios y continuidad, los espacios de circulación de los
objetos, las materias primas, las técnicas textiles, etc. que nos interesan
especialmente en este trabajo.
Las producciones textiles indígenas chaqueñas presentan una importante
variabilidad y complejidad, tanto sincrónica como diacrónicamente, respecto a las
materias primas, su procesamiento, las técnicas/ estructuras textiles y formatos
involucradas en su elaboración. Prestar atención a estos aspectos de la materialidad
de estos textiles, permite dar cuenta de los espacios y relaciones de confrontación,
negociación, tensión en las que éstos actuaron, principalmente, las de quienes los
produjeron y usaron.

7
Para análisis detallados de las problemáticas histórico- antropológicas de la región remitirse, entre otros, a:
- Beck, Hugo. “Relaciones entre blancos e indios en los territorios nacionales de Chaco y Formosa. 1885- 1950”.
Cuadernos de Geohistoria Regional, n ° 29, Instituto de Investigaciones Geohistóricas, Resistencia, Chaco, 1994.
- Gordillo, Gastón. En el Gran Chaco. Antropologías e historias. Prometeo Libros, Buenos Aires, 2006.
- Teruel, Ana María. Misiones, economía y sociedad. La frontera chaqueña del Noroeste en el siglo XIX.
Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2005.
- Trinchero, Héctor, Piccini D. y Gordillo G. Capitalismo y grupos indígenas en el Chaco Centro- Occidental
(Salta y Formosa) (Tomos 1 y 2). Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1992.
8
Estructura textil (Hoces de la Guardia y Brugnoli 2006: 105). Sistema de relaciones entre elementos flexibles.
Las estructuras textiles se clasifican de acuerdo al conjunto de elementos que intervienen y las relaciones que se
establecen entre ellos.

3
Las materias primas textiles empleadas son el caraguatá/ chaguar (Bromelia
sp.), la lana de oveja, el algodón, los hilados industriales de algodón y sintéticos. En
cuanto a las sustancias tintóreas, en la bibliografía se menciona el uso de tintes
naturales de origen vegetal, animal y mineral 9 y, desde el siglo XX, el acceso a
“anilinas” o tintes artificiales. 10 Por ejemplo, Nordenskiöld refiere, para la primera
década del siglo XX, la obtención de “colores de anilina” junto con viejos fusiles,
uniformes, azúcar, etc. en los ingenios salto- jujeños como parte del pago a su
trabajo en la zafra a los hombres nivacché. 11
Caraguatá o chaguar son los nombres dados, en las zonas de influencia
guaraní y quichua, respectivamente, a plantas pertenecientes a la familia de las
bromeliáceas de cuyas hojas se obtienen las fibras textiles con las que se elaboran
distintos tipos de objetos 12 , a saber: bolsas en tejido de malla/ red, camisetas en
tejido de malla/ red, mantas- esteras entre los ishir, etc. En la bibliografía, los tejidos
de malla/ red de caraguatá/ chaguar como un aspecto característico de la
producción textil de los pueblos originarios del Gran Chaco. Con la categoría de
tejidos de malla/ red se suele hacer referencia a las siguientes estructuras textiles:
simple linking, enlazado simple, enlazado doble interconectado (figura de ocho),
enlazado en cordón, red con distintos tipos de nudos. 13
Las bolsas en tejido de malla de caraguatá/ chaguar son mencionadas en la
bibliografía como un aspecto característico de los distintos pueblos originarios del
Gran Chaco. De manera genérica, las hay con formato cuadrangular (imagen 1) y
hemisférico (imagen 5). A las primeras se las relaciona con su uso por parte de los
hombres en diferentes contextos: las bolsas medianas y grandes para cargar y
transportar distintos elementos durante la caza, la pesca y otras actividades
cotidianas, las bolsas pequeñas para llevar amuletos, yesqueros, fósforos, etc. y,
también, como “adorno”, colgadas del cuello; asimismo, las mujeres llevan las bolsas
cuadrangulares de mayor tamaño durante la recolección y para almacenar distintas
14
cosas en sus casas; actualmente, algunas bolsas cuadrangulares, especialmente

9
Nordenskiöld 1912: 104; Métraux 1946: 289; Millán de Palavecino 1944: 73- 74.
10
Entre otros: Arenas 1981: 75; Arenas 1983: 145.
11
Nordenskiöld 1912: 6.
12
Arenas 1997.
13
Nordenskiöld es quien, inicialmente, describe los diferentes puntos de los tejidos de malla de chaguar de la
región del Gran Chaco (Nordenskiöld 1929: fig.60). Ver también: Millán de Palavecino 1944; von Koschitzky
1992; Montani 2007, 2008.
14
Entre otros remitirse a: Schmidt 1937 a, 1937 b; Millán de Palavecino 1944; Susnik 1977; Arenas 1981 y 2003;
Fernández Distel 1983; von Koschitzky 1992; Montani 2007; Montani 2008; Braunstein 1982; Chase- Sardi 2003.

4
las medianas en enlazado doble interconectado (figura de ocho), son tejidas por las
mujeres para venderlas en los mercados artesanales. Las bolsas hemisféricas-
llamadas en los textos de diferentes maneras: “abarquillada”, “hamaca”, etc.- son
usadas casi exclusivamente por las mujeres para la recolección, el transporte y
almacenaje diversos objetos; en algunos casos se menciona su uso por parte de los
hombres para salir de caza 15 ; según Susnik, estas bolsas no sólo tienen un valor
utilitario sino que, también, interpretan el máximo trabajo de la mujer como
“torcedora” de hilo de caraguatá y como la gran “enlazadora de bolsas”, con
múltiples reminiscencias mitológicas. 16
La expansión del ganado ovino entre los pueblos originarios del Gran Chaco,
según algunos autores, se produjo hacia fines del siglo XVII, con la llegada de los
europeos. 17 Susnik plantea que con la cría de ovejas y la manufactura del tejido en
lana en telar se difundió rápidamente la vestimenta protectiva- social y destinada al
trueque entre distintos grupos y con los criollos; éste significó un estímulo para la
manufactura de tejidos de lana, principalmente fajas y mantas, y la modificación del
rol femenino de “caraguatera” en una economía consuntiva-utilitaria a tejedora en
una economía productiva participativa. 18
Según varios autores, las mantas de lana de oveja fueron sustituyendo, a lo
largo de los siglos XVIII al XIX, a los mantos de piel usados por los hombres de los
pueblos wichí, qom, pilagá, chorote, maká, lengua- maskoy y nivacché,
convirtiéndose en prendas distintivas. 19 Nördenskiold señala que, para la primera
década del siglo XX, el uso de estos mantos ya no era tan común, pues las pieles
con las que se elaboraban eran muy buscadas como artículo de comercio por los
blancos. 20 Según lo descrito en la bibliografía, las mantas de lana de oveja las
vestían los hombres de forma similar a los mantos de pieles, con ellas se cubrían
desde los hombros hasta los tobillos. 21 Susnik señala que las mantas de lana de
oveja no se vestían en las actividades diarias y, muchas veces, constituían una
vestimenta social. 22 Para los lengua- maskoy, esta autora destaca el estatus y

15
Palavecino 1933: 553; Schmidt 1937 a: 32; Schmidt 1937 b: 48; Susnik 1982: 188; Fernández Distel 1983: 13-
14; von Koschitzky 1992: 40; Arenas 2003: 256- 257; Montani 2008: 169.
16
Susnik 1996: 161.
17
Métraux 1946: 265, 288; Susnik 1977: 183- 184; Escobar 1993: 68.
18
Citado en Mencia 2011: 1.
19
Métraux 1946: 270- 271; Millán de Palavecino 1973: 73; Susnik 1982: 148, 156.
20
Nordenskiöld 1929: 105- 106.
21
Ver, por ejemplo: Palavecino 1933: 541- 542; Susnik 1998: 89- 90.
22
Susnik 1982: 148, 156; Susnik 1998: 89- 90.

5
prestigio social de la mujer cuyo marido tuviera una manta de lana ricamente
ornamentada. La variación de los diseños presentes en una manta permitía cierta
identificación de los grupos socio- locales a los que pertenecía el hombre que la
llevaba. 23
El poncho, en Sudamérica, es una prenda ampliamente extendida en toda la
región andina y que se ha difundido hacia la llanura amazónica, pampeana y el Gran
Chaco. 24 En esta última región, la visten los hombres chiriguano, chané, tapieté,
wichí, chorote, pilagá, qom, nivacché, maká y lengua. Según Métraux, éste es
adoptado de lo criollos desde el siglo XVIII; Susnik atribuye su difusión a la
adaptación por parte de los indígenas a las nuevas pautas de representatividad y
trabajo en la convivencia con los blancos. La misma autora destaca que los ponchos
de lana y algodón eran, junto con las fajas, elementos ventajosos para el trueque
con la sociedad criolla. 25 Durante el siglo XX, la pérdida de ganado ovino debido al
avance sobre los territorios tradicionales de los grupos indígenas significó la
disminución de la producción de ponchos y mantas de lana; Chase- Sardi plantea,
hacia mediados de ese siglo, que, antes, ponchos y mantas eran prendas de vestir
y de adorno para las fiestas y los bailes entre los nivacché, pero que habían
empezado a ser elaborados específicamente para el comercio en tanto su
fabricación resultaba muy costosa ya que pocas familias tenían ganado ovino. 26
Para Escobar, otro condicionante fue la sustitución de las mantas, ponchos y fajas
por prendas criollas. 27
Otros objetos elaborados con lana de oveja en telar, aunque no
específicamente destinados al trueque con los criollos, son diferentes tocados
cefálicos, especialmente los denominados “bandas frontales” en la bibliografía; éstas
y otros tocados cefálicos, como cintas y cordones para el cabellos, así como
collares, pendientes y brazaletes con bordados y/o tejidos de chaquiras (cuentas de
vidrio) era tejidos con lana roja. 28
En relación con el empleo de lana ovina, es importante hacer referencia a la
presencia de bolsas cuadrangulares con una estructura textil de tricotado en la

23
Susnik 1977: 183, 190- 191, 210.
24
Corcuera 1999: 100.
25
Schmidt 1937 b: 42- 43; Schmidt 1938: 30; Métraux 1946: 271; Susnik 1982: 157.
26
Susnik 1998: 92; Chase- Sardi 2003 (I): 657.
27
Escobar 1993: 72.
28
Nordenskiöld 1929: 137, 140; Métraux 1946: 275; Millán de Palavecino 1973: 74; Susnik 1982: 162.

6
colecciones de distintos museos (imagen 4). 29 La técnica de tricot ingresa a América
a través de Europa; respecto a su presencia en la región del Chaco, María Delia
Millán de Palavecino señala que fue enseñada por los misioneros a los wichí del
Teuco y Teuquito (Argentina). 30 Métraux menciona que, para tejer estas bolsas, se
usaban largas espinas de cactáceas, en número de dos a cuatro. 31 Los corpus en
los que se registraron estas bolsas están atribuidos a pueblos pilagá, qom, chorote,
maká, nivacché, wichí y chiriguano, ingresados a los museos hasta mediados del
siglo XX. En estas bolsas se integran dos elementos “no tradicionales” en las
producciones textiles chaqueñas, la lana de oveja, cuya introducción era
relativamente reciente, y una técnica de procedencia europea, claramente
diferenciada de los tejidos de malla/ red de las bolsas de caraguatá/ chaguar. Estas
bolsas comparten con las bolsas cuadrangulares de caraguatá/ chaguar el empleo
de hilados dentro de las gamas del rojo, el marrón oscuro y blanco y,
configuraciones de motivos similares; con las bolsas cuadrangulares de caraguatá/
chaguar pequeñas, dimensiones similares (imágenes 3- 4). 32 Susnik menciona que,
entre los pueblos indígenas del área del río Pilcomayo, las pequeñas bolsas de lana,
entre ellas las elaboradas en técnica de “labor de punto” (tricotadas), desplazaron a
las pequeñas bolsas de caraguatá usadas por los hombres en ocasiones festivales y
para guardar las leznas, pipas, tabaco o amuletos de caza. 33
Un caso diferente se plantea con las bolsas dobles (alforjas) elaboradas en
telar. El formato, siguiendo a algunos autores, fue introducido por los criollos; Arenas
refiere a las bolsas dobles de los wichí y toba del oeste de Formosa como una
modalidad criolla; según Ibarra Grasso, fueron adoptadas recientemente de formas
similares andinas. 34 Susnik atribuye la adopción por parte de los tapieté de este tipo
de bolsas a sus relaciones con los chiriguano y chané; éstas se empleaban cuando
se poseían asnos o caballos. 35
Los hilados industriales aparecen empleados en distintos tipos de objetos
textiles y en relación con distintas técnicas/ estructuras textiles (entrecruzado de

29
Schmidt 1937 a: 34- 35; Schmidt 1937 b: 49- 50; Métraux 1946: 286; Millán de Palavecino 1973: 76, 81, fig. 2
B- D; Susnik 1982: 196; Elías 2006: 5- 6; Elías 2008:41- 42.
30
Millán de Palavecino 1973: 76.
31
Métraux 1946: 286.
32
Para un análisis más detallado de los motivos, estructuras textiles y formatos de estas bolsas de lana, remitirse
a Elías 2008, Elías 2011.
33
Susnik 1982: 196. Ver también: von Rosen 1924: 123- 124; Métraux 1946: 286; Millán de Palavecino 1973: 76.
34
Ibarra Grasso 1973: 310 (citado en Mendoza 1981: 138); Arenas 2003: 258. Ver también: Susnik 1982: 196;
Schmidt 1937 b: 46- 47; Schmidt 1938: 69.
35
Susnik 1982: 196.

7
urdimbre y trama en telar, tejidos de malla/ red, trenzados, etc.). En los corpus
analizados, los hilos de algodón industrial, preferentemente, reemplazan a los de
chaguar para la fabricación de bolsas en tejidos de malla/ red; generalmente, están
retorcidos nuevamente en el mismo sentido que el caraguatá (S/Z) (imagen 2). En el
caso de los grupos maká que viven, actualmente, cerca de Asunción (Paraguay)-
llevados al Jardín Botánico de Asunción, en la tercera década del siglo XX, por el
Gral. Belaieff-, las bolsas en malla/ red se producen con hilos de algodón industrial
retorcidos nuevamente, ya que sólo se el caraguatá/ chaguar cuando se efectúan
excursiones o se obtienen hilos de parte de parientes o de visitas provenientes del
área chaqueña (imagen 6). 36
Para finalizar este apartado, aludiremos a las chaquiras 37 o cuentas de vidrio;
en los objetos textiles de las colecciones, éstas forman parte de bordados o bien de
tejidos de chaquiras propiamente dichos, especialmente en tocados cefálicos,
collares, pendientes y brazaletes (imagen 7- 9). Según Escobar, la incorporación de
las chaquiras implicó el desarrollo de una expresión que adquirió un sesgo propio
entre distintos pueblos de la región. Bordadas tanto sobre finas redes de caraguatá
como sobre bases de lana roja, recrean los antiguos patrones, forzándolos a cobijar
colores y texturas importadas y a soltar expresiones nuevas. 38 Autores como
Métraux y Enrique Palavecino destacan el empleo de estas cuentas entre algunos
pueblos indígenas del Gran Chaco: pilagá, nivacché y lenguas (enxet- enhlet).
Palavecino, para los grupos pilagá de Kalaasé y Paagañi (río Pilcomayo, actual
provincia de Formosa), indica que se conseguían en las cantinas de los fortines
militares a cambio de cueros; 39 Métraux atribuye, entre pueblos pilagá, nivacché y
lengua, la enseñanza del tejido con cuentas de vidrio a los misioneros, aunque no
especifican cuáles. 40 En las colecciones de museos, distintos tipos de bordados y
tejidos con estas cuentas se relevan en los corpus atribuidos a grupos pilagá, maká,
qom del oeste de Formosa (Argentina), qom oriental, nivacché y lengua- maskoy 41 .
Susnik habla de anchas “gargantillas de abalorios” llevadas por los hombres lengua,
nivacché, maká y qom; se elaboraban con “abalorios” de color blanco, rojo y azul

36
Braunstein 1982: 445; Arenas 1983: 144.
37
Se llaman chaquiras a las cuentas de vidrio que los indígenas obtenían de los blancos (Iriarte 2002: 59).
38
Escobar 1993: 179- 182, 188.
39
Palavecino 1933: 548.
40
Métraux 1946: 275.
41
Elías 2010 a.

8
sobre hilo de caraguatá/ chaguar, con el borde superior en lana roja. 42 Piezas
análogas, pero de fines del siglo XX, se observan en el catálogo del Museo de Arte
Indígena (Asunción, Paraguay), atribuidas a enxet (lengua), nivacché y maká; esto
señala la importancia que tienen aún hoy este tipo de adornos elaborados con
chaquiras. 43

El catálogo

Historia de las colecciones del Gran Chaco Sudamericano del Museo Etnográfico Dr.
Andrés Barbero 44

Como ya mencionamos más arriba, el objetivo principal del catálogo fue


intentar señalar y mostrar la complejidad de los textiles indígenas del Gran Chaco en
los distintos contextos históricos de producción, circulación y consumo de los
mismos. En este sentido fue crucial la documentación de las colecciones del Museo
ya que permite dar cuenta de los espacios de recolección y circulación de los objetos
textiles específicos.
El Museo fue fundado por el Dr. Andrés Barbero el 21 de junio de 1929
dentro del marco institucional de la Sociedad Científica del Paraguay en
colaboración con otras instituciones. Las primeras colecciones del Museo fueron
reunidas por el mismo Dr. Barbero a través de adquisiciones y donaciones. En
principio, el Museo fue proyectado como museo de historia natural, contando con
algunas colecciones de especímenes animales y vegetales, y objetos etnográficos y
arqueológicos. Los primeros objetos que formaron el acervo del Museo provinieron
de donaciones de colecciones particulares. Debido a las diferentes maneras en que
llegaron a la colección del Museo, la información acerca de estos primeros objetos
fue escasa. Si bien se sabe de qué grupo procedían, no cuentan con fecha ni lugar
de recolección, así como tampoco las circunstancias y el contexto en el que fueron
colectados se conocen. La colección del Museo se fue acrecentando
considerablemente con los viajes de estudio de sus directores, primero del Dr. Max
Schmidt con su viaje de expedición arqueológica en 1931 y su viaje de misión

42
Susnik 1982: 116. También: Escobar 1993: 188; Chase- Sardi 2003 (II): 666 para los nivacché.
43
AAVV 2008 (CD): 2, 19, 34- 36.
44
Apartado basado en la documentación realizada por Ariel Mencia (Mencia 2011: 4-7).

9
etnográfica al Chaco en 1935, y luego los sucesivos viajes de estudios de la Dra.
Branislava Susnik desde finales de la década del 50 hasta 1976 a los pueblos
indígenas tanto de la región oriental como la occidental.
La Sociedad Científica del Paraguay, bajo la presidencia del Dr. Andrés
Barbero, encomendó al Dr. Max Schmidt, entonces director del hoy Museo
Etnográfico Dr. Andrés Barbero, una misión etnográfica al Chaco Paraguayo. La
causa era el desplazamiento de los indígenas por la invasión boliviana durante la
Guerra del Chaco. La expedición tenía tres objetivos principales: a) visitar los
diferentes grupos indígenas desplazados por la ocupación, para este objetivo la Cruz
Roja Paraguaya encomendó al Dr. Schmidt llevar ayuda a los indígenas afectados;
b) recolectar materiales etnográficos disponibles para la colección del Museo; y c)
realizar estudios etnológicos de las grupos visitados y materiales recolectados.
El Dr. Schmidt salió de Asunción el 7 de agosto de 1935, pasó por el Fortín
López de Filippis donde el Comandante del Fortín le proveyó de dos camiones con
sus respectivos choferes y ayudantes más las provisiones necesarias para el viaje.
Llegó al Fortín Toledo el 15 de agosto donde encontró un gran número de indígenas
Izozó que habían sido trasladados provisoriamente del Valle de Parapití cerca de
Toledo y del Fortín 15 de Agosto. 45 Continuó su viaje hacia el Río Pilcomayo el 26
de agosto, llegó a Corrales y luego a Moreno donde encontró a los Chulupí,
llamados por Schmidt Churupís hoy autodenominados Nivaclé, pertenecientes a la
familia lingüística de los Matacos. El 27 de agosto llegó a la misión de los padres
Oblatos de María Inmaculada cerca del Fortín Esteros donde se asentaron los
Chulupí. Distante a 25 km, cerca de Laguna Escalante, encontró a otros grupos de
Chulupí. De Esteros partió para Linares, donde a unos 7 km se encontraban los
Matacos. Continuó su viaje llegando el 10 de setiembre a Guachalla. El 11 de
setiembre siguió hacia el Fortín Cururenda en donde contactó con los Chorotes,
Tobas y Matacos del otro lado del Río Pilcomayo. Prosiguió el 15 de setiembre hasta
Oruro en cuyas cercanías vivían los Tapietés, donde permaneció hasta el 19 de
setiembre. Pasando por Capirendá y Carandayty llegó a Machareti el 21 de
setiembre, donde quedó hasta el día 25 del mismo mes y conoció a los Chiriguanos.
A su regreso pasó por Capirendá, Carandayty, Lopéz de Filippis y Puerto Casado, y

45
Los resultados de esta expedición fueron publicados en la Revista de la Sociedad Científica del Paraguaya
aportando datos y análisis etnográficos y etnológicos de suma importancia para la antropología paraguaya, estos
son: Schmidt 1937 a, 1937 b, 1938. De estas publicaciones se obtienen los datos del viaje presentados.

10
llegó a Asunción el 8 de octubre de ese mismo año. Según la Dra. Branislava
Susnik, el Dr. Schmidt “volvió con 1000 objetos etnográficos, abundantes fotografías
documentales y valioso material de estudio”, de los cuales 268 eran textiles
chaqueños. Los Padres Oblatos de María Inmaculada en esta misma misión,
donaron al Dr. Schmidt para el Museo, 265 objetos etnográficos, de los cuales 51
eran tejidos.
La Dra. Branislava Susnik realizó numerosos viajes de estudios. A finales de
1955 y principios de 1956 la Dra. Susnik emprendió su viaje de estudios al Alto
Paraguay para recabar información etnográfica entre los Chamacoco Ebitosos que
se encontraban a orillas del río Paraguay, desde Puerto Guaraní hasta Puerto Diana,
ubicado a unos tres kilómetros antes Bahía Negra. Colectó en este viaje 124 objetos
chamacocos, de los cuales 19 son tejidos: bolsas y cinturones de caraguatá.
En los primeros años de la década del 60 realizó varios viajes a zonas del
bajo Chaco. En 1962 y 1963, en las cercanías de Cerrito, estuvo con los Emok Toba
y Sanapaná, y en Fortín Martínez (ex Fortín Batista) con los Ayoreo. Luego entre los
años 1968 y 1969 volvió al Alto Paraguay para proseguir sus estudios etnográficos
entre los chamacocos cuyos resultados fueron publicados. Con cada viaje o misión
de estudio que realizaba, aumentaba el acervo del Museo, y con ello las colecciones
textiles. Resultado de sus viajes e investigaciones bibliográficas son los estudios
etnográficos y antropológicos más fecundos que pueda conocer hoy el Paraguay.

Metodología y organización del catálogo

Para dar cuenta de la complejidad históricamente situada de los universos


textiles indígenas del Gran Chaco a la que hemos hecho referencia en los apartados
anteriores, se decidió incorporar al catálogo toda la variedad de objetos textiles,
presentes en las colecciones, abarcando las múltiples y diversas materias primas,
formatos y técnicas involucradas.
Desde este planteo, las piezas se organizaron basándose entre tres aspectos
materiales principales: formatos y uso, materias primas y técnicas/ estructuras
textiles. El orden del catálogo quedó entonces de la siguiente manera: 1- 2) bolsas
de caraguatá/ chaguar cuadrangulares y hemisféricas en tejidos de malla/ red; 3- 4)
bolsas cuadrangulares y hemisféricas de algodón industrial en tejido de malla/ red;
5) bolsas de lana tricotadas tejidas en telar; 6) bolsas dobles (alforjas) de lana y

11
algodón; 7) faldas de caraguatá; 8) typói; 9) ponchos de lana y algodón; 10) mantas
de lana y algodón; 11- 13) tocados cefálicos: bandas frontales, cintas para el cabello,
cordones o cintillos con bordados de chaquiras; 14-16) collares, pendientes y
brazaletes en tejidos de cuentas de vidrio y/ o lana.
Dentro de cada una de estas macro- secciones, las piezas se organizaron
siguiendo las estructuras textiles presentes en ellas y, al interior de cada grupo con
una estructura textil común, según el pueblo originario al que cada objeto es
atribuidas. Las fichas técnicas que acompañan cada pieza incluyen- además de los
de número de catálogo, número de inventario, objeto, etnia/ cultura/ pueblo,
descripción- los siguientes campos: Denominación en el catálogo (se cita
directamente el nombre dado al objeto en el catálogo de ingreso al museo)- Forma
de ingreso (se ingresa la forma y el nombre del donante, recolector, etc.)- Fecha de
ingreso al museo- Procedencia (se cita, en caso de existir, el nombre de la localidad,
paraje, etc. donde fue recolectada); estos campos y los datos incorporados en ellos
permiten dar clara cuenta de la historicidad de estas colecciones y de los textiles que
las conforman. También, se incluyeron los siguientes campos: Materiales, Hilado,
Técnicas/ estructuras textiles, para mostrar la complejidad de saberes y
conocimientos situados históricamente y en relación con los grupos indígenas
particulares del Chaco a la que hemos venido haciendo referencia. 46
En última instancia, queremos mencionar el diseño y concepción de la tapa
del catálogo ya que se trabajó con las tensiones, historias desde la compleja
materialidad de estos textiles, pero desde las imágenes fotográficas incorporadas.
Estas últimas son detalles superpuestos de distintos tipos de tejidos (técnicas/
estructuras textiles) y materiales: tejidos de malla/ o red de caraguatá/ chaguar,
tejidos de lana realizados en telar, tejido de lana tricotado, bordados de chaquiras,
etc. (imagen 10).

Textiles del Chaco: universos por comprender

46
Cabe aclarar que se incluyen, también, dos textos centrados en distintas problemáticas: un texto con dos
reseñas, respectivamente, sobre la historia de las colecciones del Gran Chaco del Museo Etnográfico Dr. Andrés
Barbero y de los materiales textiles (Mencia 2011, “Textiles chaqueños”); un texto sobre las problemáticas de
cambio y continuidad de los textiles indígenas en la primera parte del siglo XX, desde un estudio de su
materialidad (Elías 2011, “Textiles indígenas del Gran Chaco Sudamericano”).

12
A través de la investigación y comprensión de las creaciones textiles del Gran
Chaco es posible contribuir a su puesta en valor y también al rescate de aspectos
de las mismas que, debido a las miradas construidas anteriormente sobre los
mismos, hemos obviado; nos obliga, así, a reelaborar nuestros supuestos sobre
ellas y sobre los pueblos que las produjeron. El estudio sincrónico y diacrónico del
cambio, la variabilidad y continuidad presentes en ellas abre numerosos espacios de
preguntas y conjeturas hasta el momento no formuladas sobre un patrimonio textil
cuyas imágenes y objetos han jugado- a lo largo de los procesos históricos de estas
sociedades- un rol tan importante como en otras áreas de América. Con este
catálogo y con los procesos de documentación, registro e investigación que
culminaron en su elaboración, intentamos mostrar esto, también, como una manera
de no olvidarnos de las historias de los pueblos originarios del Gran Chaco en el
siglo XX.

13
Imágenes

Imagen 2- Bolsa Imagen 3- Bolsa Imagen 4- Bolsa


Imagen 1- Bolsa cuadrangular en tejido de cuadrangular en tejido de cuadrangular tricotada de
cuadrangular en tejido de malla/ red de algodón, malla/ red de caraguatá, lana, Nivacché (MEAB
malla/ red de caraguatá, Ayoreo (MEAB 351). Maká (MEAB 115). 225).
Ishir (MEAB 216).

Imagen 5- Bolsa Imagen 6- Bolsa hemisférica en


hemisférica en tejido de tejido de malla/ red de algodón,
malla/ red de caraguatá, Maká (MEAB 140).
Maká (MEAB 181).

Imagen 7- Pendiente en Imagen 8- “Gargantilla”


tejido de chaquiras, Maká en tejido de chaquiras,
(MEAB 322). Lengua- maskoy (MEAB
330).
Imagen 9- Hombre maká
usando collares y
pendientes en tejido de
chaquiras (MEAB: 3487,
“Jardín Botánico”.

14
ANEXO I:
Materias primas de los textiles chaqueños (Extraído de Mencia 2011: 1-4)

Los textiles chaqueños que obran en el acervo del Museo son de diversa índole, contando con tejidos de
lana, algodón, labor en red de caraguatá. Por ser la lana y el algodón las materias primas más utilizadas
para la confección de tejidos se han numerado a continuación como las más importantes; pero además
otras fibras como el caraguatá han sido consideradas, aunque no se confeccionen con ella tejidos
propiamente dichos.

Lana
La adopción del caballo por los ecuestres chaqueños, no significó la introducción de nuevos elementos
culturales que no fueran de utilidad inmediata. La adopción de la lana ovina y el uso de tejidos es tardía,
debido a factores de reajuste cultural como lo menciona Susnik: a) la convivencia pacífica que posibilitó la
introducción lenta y segura de nuevas pautas culturales, como la elaboración de tejidos con nueva
materia prima -la lana-, elementos de fabricación – los telares andinos-, las técnicas de elaboración de los
tejidos; b) la reestructuración sociocultural basada en el ganado que potenció la introducción de dichas
pautas, asegurando de este modo, la materia prima para la elaboración de tejidos de origen animal.
Con la cría de oveja y la manufactura del tejido en lana, se difundió rápidamente la vestimenta protectiva,
social y para trueque. El trueque significó un estímulo para la manufactura de tejidos de lana,
principalmente de fajas y mantas, y el rol femenino se modificó, de “caraguatera” de una economía
consuntiva-utilitaria, la mujer pasó a ser la tejedora de una economía productiva participativa.
El uso de las largas mantas de lana, en sustitución de los mantos de piel animal, significó la reafirmación
del status sociobiológico para un hombre Lengua, Chulupí o Toba del siglo XIX. Para la joven mujer
recién casada, su primer deber matrimonial era el tejer una manta de lana para su marido. Estos
atuendos no se usaban diariamente y constituían la vestimenta social en ocasión de las festividades.
Entre los Chulupís y Chorotis ciertos diseños representaban marcas de identificación, que el siglo XIX
significaba una individualización personal o étnica.
La lana se destinaba para las vestimentas masculinas, en tanto que el algodón para las vestimentas
femeninas. El uso de la lana era preferentemente chaqueño, mientras que el algodón lo preferían los
guaraníes que rápidamente se inclinaron por los lienzos y telas de origen criollo.
Los ponchos son originariamente de difusión andina, generalmente de algodón o de lana, siendo de uso
exclusivo de los hombres, como respuesta adaptativa a las nuevas pautas de trabajo y representatividad
en la convivencia con los “blancos”. El poncho de lana desplazó a las mantas tradicionales de lana, así
como la faja de lana sustituyó a los cinturones de cuero o de fibra de caraguatá.

Algodón
Si bien el algodón (gossypium) era conocido por los indígenas guaraníes, no manufacturaban vestimentas
propiamente dichas reduciéndose sólo a la confección de hamacas, adornos y taparrabos. Era común
entre los guaraníes, pero no generalizado, el uso de mandiles. Los Avá katú eté o Ava Chiripá, hoy
conocidos como Avá Guaraní, llevaban este apelativo por el uso de estos mandiles, también utilizados
por los Paĩ Tavyterã. En las reducciones y en los pueblos los guaraníes coloniales llevaban este atuendo
cuando realizaban sus trabajos, y las mujeres guaraníes monteses libres usaban algo parecido pero más
largo. Entre los Mbya era común el uso de una faja de algodón a modo de taparrabo o baticola colocada
entre las piernas y ceñidas a la cintura con cintos de fibra vegetal o cabello humano.
Entre los chaqueños el uso del algodón se debe a los Chanés del Alto Paraguay quienes lo difundieron en
el área del Chaco. Usaban taparrabos negros en sus guerras, color al que le atribuían valores mágicos.
Ya Azara en la segunda mitad del siglo XVIII describió el uso del cubre pubis y manta de algodón por
parte de las mujeres payaguas:
Su vestido cuenta de solas dos piezas, la una es un trapo, largo un pié; ancho un palmo que flota sobre el
pubis, y está afianzado con una cuerdecita á los riñones: la otra es una manta de algodón pintada de
rojizo con la que se envuelven por debajo del pecho y llega casi á los tobillos. Esta envoltura se hace sin
nudo ni ligadura que la sujete poniendo el doblez superior bajo el inferior; por cuyo motivo tienen que
componerlas cada momento. Cuando hace frío, ó entran en la ciudad ó se halla presente algún sujeto que
les dá sujeción, ponen la manta sobre los hombros.
También Sánchez Labrador observó algo semejante entre los hombres Guaycurúes: “El día que andan
más decentes, se reduce todo el ropaje á una manta ó colcha de pieles ó de algodón, que tejen sus
mujeres (…)”, más adelante: “(…) Las mujeres jamás andan desnudas. Si salen de sus toldos van

15
cubiertas con unas mantas largas de algodón, las cuales ciñen por la mitad á la cintura con un ceñidor de
latón bien formado (…)”
Las mantas de algodón pasaron a sustituir los mantos de pieles. En el contacto intercultural entre
indígenas y europeos los primeros solían usar cualquier tela como faldón, ceñida a la cintura y que
llegaba hasta los tobillos.

Caraguatá
Una de las manufacturas más características del Chaco es la elaborada en fibra de caraguatá, planta
también conocida como chaguar (Bromelia spp.), con variaciones según el grupo cultural o étnico, la labor
es exclusiva de las mujeres chaqueñas quienes son consideradas “como torcedora de hilos de caraguata
y la gran enlazadora de las bolsas”.
En la obra Comentarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca tenemos las primeras referencias sobre el uso
de caraguatá para la confección de vestimentas y redes “(...) y muchas mantas de lino que hacen unos
cardos, las cuales hacen muy pintadas (...)”. Más adelante también cita lo siguiente:
Todos estos indios sacan el hilado que han menester para hacer sus redes de unos cardos;
machacándolos y échandolos en un ciénago, y después que está quince días allí, ráenlos con unas
conchas almejones, y sale curado, y queda más blanco que la nieve.
Por su parte, Susnik señala que en el Siglo XVI: “los elementos de trueque, pescado aceite, cueros y
mantas de caraguatá (…)” eran traídos por los Taquiyiqui-Mbayáes y Guatatáes a Asunción para trueque.
En el Siglo XVIII, el demarcador Félix de Azara describió la destreza de las mujeres casamenteras guaná
en la elaboración de la manta para asegurarse el esposo: “(…) Se trata ordinariamente de saber si la
mujer fabricará mantas para el marido; si le ayudará, y de qué manera, (…)”. El uso de estas mantas
estaba difundido entre los chaqueños, sin embargo en esta cita no se menciona cuál era tipo de hilos de
que estaba hecha. Presumiblemente estos tejidos estaban hechos de caraguatá.
Las mantas de caraguatá eran usadas como echaderos y protectivos, ya sea contra el frío o las flechas
en tiempos de guerra. Entre los Chamacocos los protectivos de caraguatá eran preferidos a los de cuero.
El uso de polleras o faldas de caraguatá caracterizaba a las mujeres Ayoreas, Sanapanas y Chamacocas.
Las camisetas sin mangas para la guerra confeccionadas en fibra de caraguatá estaban muy difundidas
entre los chaqueños Chulupíes, Chorotis, Tobas, Lenguas y Chamacocos, siendo su uso exclusivamente
masculino.

Otros materiales
En lo referente a otros materiales, como las cuentas de vidrios o tintes artificiales, es incierta su adopción
por parte de grupos indígenas. Ulrico Schmidl en el Siglo XVI, mencionó los trueques entre hispanos y
grupos indígenas:
(…) ellos compartieron con nosotros su escasez de pescado y carne y corambre sobado y otras cosas
más; nosotros también del mismo modo les dimos cuentas de vidrios, rosarios, espejos, peines, cuchillos
y otros recates más y quedamos con ellos durante dos días.
A fines del Siglo XIX, viajeros europeos como Luigi Balzan describieron el uso de cuentas “de Venecia”
en adornos corporales entre los indígenas Angaité: “En la cabeza usan adornos de plumas muy simples y
collares; los hacen también de conchas recortadas y de dientes mezclados a menudo con cuentas de
Venecia.”
Para los indígenas era más fácil conseguir por trueque con el ambiente “blanco”, cuentas de vidrio, en
mayor variedad de colores y tamaños, que las manufacturadas a partir de elementos naturales como
conchillas, huesos y maderas. De ahí que el uso de las cuentas de vidrio haya reemplazado el uso de las
manufacturas naturales.
(…)

16
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