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Desde los tiempos más remotos el mito y la magia han jugado un importante papel en la vida de las
diferentes comunidades y sociedades, y es más que probable que en esta etapa se modelasen con arcilla
figuras simbólicas como parte de los rituales y ceremonias de la fertilidad. Solo más tarde, cuando las
ciudades se hicieron más sedentarias, se construyeron vasijas para contener alimentos o semillas, o
para fines religiosos (Cooper,1999, 14p).
Históricamente, el estudio de la cerámica tuvo sus inicios en el siglo XVIII, en una primera
fase “histórico-artística”, cuando la misma contribuía a la noción existente de
coleccionismo, haciendo referencia al periodo clásico y al poder adquisitivo (Orton, Tyler y
Vince, 1997). La idea de que los productos cerámicos tenían una inclusión de productos
naturales y la presencia del hombre en el entorno perpetuo hasta el siglo XIX.
Posteriormente y por la influencia de la Escuela Particularista Alemana, el estudio de la
cerámica paso de ser algo “bello”, a un objeto que debía ser delimitado y particularizado
para poder estudiarlo como algo observable y medible. Este pensamiento particularista se
hace presente en las nociones norteamericanas en una segunda fase “Tipológica”; la
propuesta de Pitt-Rivers sobre la “tipología” para el estudio cerámico, se traduce en el
ordenamiento que define una colección a partir de parámetros abstractos; esto sucede hasta
mediados del siglo XX que se establecen categorías analíticas como: tipo, serie, estilo,
tradición y fase para realizar las descripciones; y por si fuera poco, también se establece en
el modelo tipológico del Oeste de EEUU, dos modelos: el espacio y tiempo; para poder dar
orden a la cerámica encontrada a las distintas secuencias regionales como un método
comparativo con importancia en la cronología (Orton, Tyler y Vince, 1997). Este periodo
Tipológico se caracteriza por un proceso de difusión de las ideas expresado en la
materialidad partiendo de la noción de la poca creatividad del hombre y un punto de partida
para la expansión de estas ideas, este periodo se consideró el motor que permitió explicar
los procesos o avances de la cerámica.
A medida que la cerámica se hizo una actividad más especializada, la disponibilidad de buenas arcillas
se transformó en el factor más importante; la arcilla debe ser fácilmente accesible, relativamente
limpia, libre de impurezas o materias extrañas, tales como piedras o vegetación y del color correcto.
Debía ser plástica, de manera que se pudiera modelar y trabajar, y ser capaz de resistir el calor de la
cocción sin derrumbarse (Cooper, 1999, 16p)
Por esta razón, existe una necesidad en obtener el conocimiento práctico con respecto a los
procesos de manufactura y elementos indicadores de las condiciones y actividades socio-
culturales por su inserción en la mayoría de las instancias del sistema productivo
históricamente determinado por ella.
No es fácil reconocer el método empleado, pero en general se puede identificar. Reconocer la técnica
de manufactura resulta de gran interés ya que se trata de un atributo cultural importante. En cuanto a
la cerámica histórica, todo está modelado al torno, la criolla o rural se hace en parte al torno y el resto
mediante el método de enrollado, y son raras las alfareras actuales que usan el método directo. En la
cerámica aborigen americana no se han encontrado hasta el presente vasijas modeladas al torno.
(Cruxent, 1980, 39p).
El aspecto tecnológico de un artefacto consiste en las propiedades que son inherentes a los
materiales y al método de manufactura. “La friabilidad de la vasija o las ocurrencias de
manchas de cocción pueden atribuirse a factores tecnológicos”. (Tarble, 1977, 28p). Según
los métodos de ejecución, las técnicas de manufactura pueden clasificarse en:
1)El método Directo, también llamado Modelado “en hueco o por presión manual”;
consiste en manufacturar la vasija a partir de una pelota de barro ahuecándola con las
manos, hasta lograr la forma deseada; con formas generalmente muy simples. 2)El
Enrollado a base de rollos cilíndricos de arcilla, superpuestos y unidos se forma el
recipiente. La técnica se remonta a la aparición de las primeras cerámicas y es el proceso
que evolutivamente condujo a muchos pueblos al método de la rueda. Pueden ser rollos
pequeños y uniformes y/o largos. 3) El Torno se logra la forma de la vasija a base de
movimientos giratorios de un torno y la acción de las manos con un trozo macizo de arcilla.
Esta máquina puede ser mecánica (pedal), eléctrico y de tarrraja. Las piezas por lo general
son utilitarias, de pequeñas dimensiones, pero con acabados muy finos. 4) El Moldeado
con la ayuda de un molde se logra dar forma a la vasija o parte de ella. Estos moldes
generalmente son de yeso, goma u otra materia. Puede realizarse por: 1) Vaciado: Se
utilizan moldes específicos de yeso a los cuales se les introduce arcilla liquida. 2) Apretón:
Se utiliza una arcilla con mayor consistencia, que es puesta sobre una cara del molde
presionando con la mano, sobre la cual se sobrepone la otra cara del molde ejerciendo
presión entre ellas, consiguiendo una fijación correcta de los caracteres contenidos en el
molde.
En muchos casos, la cerámica encontrada en un yacimiento está fragmentada, estos tiestos a
su vez proveen unos datos únicos de información para realizar inferencias acerca de su
procedencia, fecha de cocción, desarrollo tecno/económico y social, junto con las normas
que regían la manufactura y decoración de la misma.
Referencias
Cruxent, J.M. (1980). Notas Ceramología. Cuaderno Falconiano 3. Ediciones UNEFM. Coro,
Falcón. Venezuela.
Navarrete, R. (1990). Cerámica y Etnicidad Una aproximación al estudio de las formas culturales
como expresión de lo étnico. Boletín de Antropología Americana, Diciembre 1990. No22.