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LOS PREGONES DE LIMA A las dos de la tarde la picaronera, el humitero y el de la rica causa

Nadie mejor que don Ricardo Palma para introducirnos en el de Trujillo atronaban con sus pregones.
significado de los pregones
capitalinos y el orden que estos seguían en Lima. Ya lo dijo en su A las tres el melcochero, la turronera y el anticuchero o vendedor
tradición “Con días y ollas venceremos”: de bisteque en palito, clamoreaban con
“...hasta pocos años, los vendedores de Lima podían dar tema para más puntualidad que la Marí-Angola de la Catedral.
un libro por la especialidad A las cuatro gritaban la picantera y el de la piñita de nuez.
de sus pregones. Algo más. Casas había en que para saber la hora A las cinco chillaban el jazminero, el de las caramanducas y el
no se consultaba reloj, sino el vendedor de flores de trapo, que gritaba:
pregón de los vendedores ambulantes. Lima ha ganado en “¡Jardín, jardín! Muchacha, ¿no hueles?”.
civilización, pero se ha despoetizado, y A las seis canturreaban el raicero y el galletero.
día por día pierde todo lo que de original y típico tuvo en sus A las siete de la noche pregonaban el caramelero, la mazamorrera
costumbres...”. Y continúa: y la champucera.
“Yo he alcanzado esos tiempos en los que parece que, en Lima, la A las ocho el heladero y el barquillero.
ocupación de los vecinos Aun a las nueve de la noche, junto con el toque de cubrefuego, el
hubiera sido tener en continuo ejercicio los molinos de masticación, animero o sacristán de la
llamados dientes y parroquia salía con capa colorada y farolito en mano pidiendo para
muelas. Juzgue el lector por el siguiente cuadrito de cómo las ánimas benditas del
distribuían las horas en mi barrio, purgatorio o para la cera de Nuestro Amo. Este prójimo era el terror
allá cuando yo andaba haciendo novillos por huertas y murallas, y de los niños rebeldes
muy distante de escribir para acostarse.
tradiciones y dragonear de poeta, que es otra forma de matar el Después de esa hora, era el sereno del barrio quien reemplazaba a
tiempo o hacer novillos. los relojes ambulantes,
La lechera indicaba las seis de la mañana. cantando entre pitea y pitea: “¡Ave María Purísima! ¡Las diez han
La tisanera y la chichera de Terranova daban su pregón a las siete dado! ¡Viva el Perú, y
en punto. sereno!”. Que eso sí, para los serenos de Lima, por mucho que el
El bizcochero y la vendedora de leche-vinagre, que gritaba “¡a la tiempo estuviese nublado
cuajadita!”, designaban las ocho, ni o lluvioso, la consigna era declararlo ¡sereno! Y de sesenta en
minuto más ni minuto menos. sesenta minutos se repetía el
La vendedora de sanguito de ñajú y choncholíes marcaba las canto hasta el amanecer.
nueve, hora de canónigos. Y hago caso omiso de innumerables pregones.
La tamalera era anuncio de las diez.
A las once pasaban la melonera y la mulata del convento
vendiendo ranfañote, cocada, bocado de rey,
chancaquitas de cancha y de maní, y frejoles colados.
A las doce aparecían el frutero de canasta llena y el proveedor de
empanaditas de picadillo.
La una era indefectiblemente señalada por el vendedor de ante con
ante, la arrocera y el alfajorero.
LA REPÚBLICA:

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