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30 de Octubre de 2013
Marta Traba en el texto Historia abierta del arte colombiano, defiende que la
historicidad del arte contemporáneo está unida a su pérdida de contacto con la
realidad. La carrera creativa del artista se transforma en una competencia para
vencer a la realidad que lo rodea. Así pues, el arte contemporáneo es la
singularidad de un artista, la novedad en el poder de revelación de su obra.
Una vez el arte es expulsado de una realidad fija, es decir, una vez el arte se
desprende de condiciones normativas para su producción. Se plantean dos
caminos para determinarlo: aceptar la “carga de la libertad” o criticar la falta de
realismo como algo ideológico. Este desprendimiento de la realidad significa una
actitud a-histórica que caracteriza el arte moderno. Es decir, la representación
misma de la obra de arte es a-histórica, porque se desprende del canon estético y,
sin embargo, es ese desprendimiento lo que le da su rasgo histórico particular.
“La condición para determinar el valor estético, sigue vigente para juzgar su
trabajo; la obra debe revelar las condiciones esenciales del mundo en el que vive
el artista” El arte moderno inventa nuevas direcciones estéticas, acordes con la
sociedad de consumo. recurriendo al impacto y a la crítica de esta misma
sociedad. La publicidad, la sorpresa, la risa y la indagación que produce esa
desfiguración de los valores prácticos. Estos estímulos son siempre compulsivos y
obligan la participación del espectador como co-autor, cómplice que se adapta a lo
que el artista quiera proponer.
Visto esto, cabe pensar que esta visión del arte que representa el individualismo
del artista puede no dar cuenta del arte como fenómeno real. Es decir, el pensar
que existe un recuerdo ‘puro’ puede caer en el idealismo y ficcion ya que estos
recuerdos o representaciones del autor mismo son modificados con la experiencia
social que ha tenido el artista.