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Brad Will, el periodista neoyorquino

que cayó en la revuelta popular de


Oaxaca
PorÑaní Pinto

-
27 octubre, 2020

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William Bradley Roland, mejor conocido como Brad Will, fue un periodista
independiente, camarógrafo, documentalista y militante anarquista. Formó
parte de la plataforma Indymedia en Nueva York, Bolivia y Brasil. Él viajó
hacia el estado de Oaxaca a principios de octubre del año 2006. Su objetivo
era documentar una de las principales revueltas con las que se inauguraba
el nuevo milenio en Latinoamérica. Aunque este, sería el último viaje de
Brad.

Habían pasado casi cinco meses desde que inció el estallido de la revuelta
popular en el estado de Oaxaca cuando Brad llegó con su cámara recién
adquirida. Este escenario comenzó con una orden de desalojo, emitida por
el entonces gobernador de esta entidad, Ulises Ruiz Ortiz, hacia profesores
de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CENTE),
quienes se mantenían en huelga en la plaza central y las principales calles
de la turística ciudad de Oaxaca. Tras una fuerte represión hacia los
profesores, cientos de vecinos y organizaciones sociales salieron a las calles
a respaldar a los docentes, hasta que la revuelta se generalizó y la sociedad
salió a las calles, pero para exigir la destitución del gobernador.

Es en medio de esta situación en la que Brad llegó a la ciudad y -después


de acompañar a una parte de La Otra Campaña del Ejercito Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) que recorría el país- comenzó a explorar, en
una motocicleta que había rentado con su chofer, los diversos puntos en los
que se había extendido la edificación de barricadas. Estas barreras fueron
creadas como un acto de defensa contra grupos de choque que portaban
armas exclusivas del ejército, así como de policías vestidos de civil que
disparaban hacia hombres, mujeres, niños y ancianos que se habían
sumado a esta llamada “insurrección popular”. 

Con más de 20 días en Oaxaca, al periodista estadounidense ya lo


comenzaban a identificar como el “güero” y, entonces, la población le daba
acceso a cada rincón de Oaxaca en donde hubiese un control para circular,
principalmente, en las noches. Esta ciudad estaba completamente
paralizada y pocos eran los automóviles que podían circular intentando
esquivar palos, piedras, llantas y otros obstáculos esparcidos por las calles.
Brad llegó a contabilizar hasta 3 mil barricadas levantadas en los cuatro
puntos cardinales, no solo de la ciudad, sino de las colonias populares y de
las comunidades con más cercanía a la ciudad.

El último día de Brad

El 27 de octubre, las personas que se mantenían en las barricadas tenían


por objetivo la paralización completa de la ciudad, por lo menos, por 24
horas. Así amaneció la barricada conocida como “Calicanto”, en el municipio
conurbado de Santa Lucia del Camino. Junto a los palos, llantas y otros
objetos, atravesaron camiones de mercancía, los cuales fueron
interceptados mientras circulaban por las calles.

Cuentan los vecinos que eran las primeras horas de la mañana cuando, de
una camioneta cerrada, descendieron autoridades del municipio de Santa
Lucia y, sin palabra alguna, “comenzaron a disparar contra los
manifestantes y entonces todos corrimos y buscamos refugio”, dice una
vecina que se presenta como Soledad Martínez.  

La señora Martínez, comenta que unos minutos después todos los


manifestantes se reorganizaron, pero también las autoridades junto con
policías municipales. “Ahí volvimos a avanzar con cohetones y piedras,
entonces corrieron. Ya cuando llegamos cerca de la camioneta algunos
compañeros le prendieron fuego y empezó una tronadera. Eran las balas
que había dentro de la camioneta”, agrega Martínez. 

A 14 años de estos acontecimientos, ahora se sabe que quien dio la orden


de utilizar estas armas fue el sobrino del presidente municipal de Santa
Lucia en ese momento, Manuel Martínez Feria.
Policías
municipales de Santa Lucia del Camino y militantes del Partido de la
Revolución Democrática (PRI)

Ese día Brad llegó a este lugar y en las primeras imágenes que registra se
aprecia que la camioneta de estas personas ya estaba casi calcinada, a lo
lejos se pueden observar a personas disparando contra los manifestantes.
“Brad se iba cubriendo con las llantas de los camiones mientras estaba
grabando”, comparte Javier Santis.

La trifulca duró horas, hasta que las personas armadas se fueron


replegando hacia la presidencia municipal. “De pronto se escucha que el
compa dice me dieron, me dieron”, comparte Javier. 

Varios manifestantes lo cargaron y comenzaron la búsqueda de un doctor y


de un carro. En el camino uno de sus colegas guardó la cámara que se le
iba cayendo de las manos, una vecina recogió uno de sus zapatos que,
varios meses después, le fue entregado a la madre de Brad.

Minutos después lo subieron a un vehículo Volkswagen que llevaba varios


días sin circular y con poca gasolina. Desesperadamente iban intentando
esquivar las barricadas, las piedras, los palos. Mientras intentaban hablarle
a Brad para que no se durmiera. De pronto el carro se apaga, la gasolina se
había acabado.
Las personas que decidieron ayudar al periodista se desesperaron y
pidieron ayuda al chofer de una camioneta que pasaba por donde se
quedaron varados, que, tras varios minutos de explicación, “decidió
llevarlo, pero ya no pudo llegar”, cuanta Jazmín López. 

Justicia

Momentos después de este asesinato, en la terminal de autobuses ADO


fueron interceptados algunos de los participantes armados del municipio,
pero fueron liberados tiempo después.

Ese 27 de octubre, el gobierno que aún presidia Ruiz Ortiz desplegó a


través de la policía y de diversos grupos de civiles armados conocidos como
el “escuadrón de la muerte”, operativos para intentar retomar el control de
la ciudad. 

Con la muerte de Brad, se justificó ante los medios de comunicación,


principalmente la prensa internacional, la participación de la policía militar,
que ese momento era la Policía Federal Preventiva (PFP), que arremetió
indiscriminadamente contra los manifestantes para retomar el control de la
ciudad. 

Según la denominada Comisión Civil Internacional de Observación de los


Derechos Humanos (CCIODH) reveló que el saldo de este conflicto fue de
26 asesinatos, entre ellos, el periodista Brad Will.

Las instancias de gobierno encargadas de impartir justicia a nivel estatal y


federal inculparon y llevaron presos a personas inocentes y con líneas de
investigación sin fundamentos. Mientras que, los policías que aparecen
disparando directo hacía dónde se encontraba Brad, así como de otros
manifestantes que también fueron asesinados durante estas protestas, no
fueron inculpados de ninguna responsabilidad.

Pero esto no es novedad. La sociedad Oaxaqueña sabe bien que estas


instancias no funcionan porque son juez y parte. El asesinato de Brad aún
no se ha saldado, por el contrario, se ha sumado a un sin fin de activistas y
periodistas asesinados en México que han quedado en la impunidad.

Brad, una luz

Después de que fue asesinado el periodista independiente, su fotografía


figuraba, junto a la de los otros caídos en esta “insurrección popular” en un
altar con ofrendas, con el fin de festejar y recordar a los seres queridos
durante el día de los muertos. Esa ofrenda simbólica estuvo en una de las
úlimas barricadas que quedaban, la de 5 señores, la cual protegía Radio
Universidad. La PFP ya casi había recuperado la mayor parte de la ciudad,
pero, en torno a esa ofrenda, cientos de personas se reunieron de todas
partes y salieron a defenderla, reduciendo con ello el potencial de la policía.

Desde entonces, en varios altares, de muchas familias oaxaqueñas, sigue


figurando la imagen de Brad Will. Pero, también, su referencia camina con
varios jóvenes que ejercen el periodismo independiente. Detrás de varias
cámaras, grabadoras y bolígrafos está la figura de Brad Will. Por ello, en
memoria, desde Avispa Midia, a la 2ª generación de la escuela de
comunicadores y comunicadoras independientes para jóvenxs indígenas y
de barrio a realizarse en 2021, se la ha bautizado con el nombre de “2ª
generación Brad Will”

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