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Juan Esteban Cardona López

Impotencia, comercio y contrabando: El Nuevo Reino de Granada


en el siglo XVIII.

En el Nuevo Reino de Granda, desde principios del siglo XVI fue establecido un sistema de
comercio con la península ibérica, en el cual se enviada una flota cargada de mercaderías
destinadas a abastecer las colonias españolas de productos que escaseaban en tierras americanas.
Al paso del tiempo, este mecanismo fue quedándose obsoleto y sumado a esto el creciente poder
económico de las elites criollas neogranadinas, el cual, alimentado por la autonomía de gobierno
que el monarca Habsburgo brindaba a sus vasallos en América a cambio de lealtad, sumado a
esto, el recaudo de impuestos pagados principalmente en metales preciosos.

Se suele culpar de la decadencia del imperio español en el siglo XVII a la disminución de la


productividad en la extracción de metales preciosos. Pero por el contrario, lo que nos ha mostrado
la historiografía de nuestro tiempo es algo totalmente diferente, primero que todo, nos ha sacado
de la falsa creencia de una decadencia generalizada en el imperio, mostrándonos como los
criollos incrementaron su poder desmedidamente con una serie de mecanismos de comercio
prohibidos para entonces dentro del imperio. Mientras la península sufría la guerra de sucesión
española después de la muerte de Carlos II de Habsburgo, no existió un control contundente
sobre América.

El distanciamiento del recién coronado rey Borbón Felipe V, además ocupado en una guerra
interna por el poder, le entrego a los contrabandistas extranjeros el monopolio del comercio con
unas colonias ricas en oro. Generando así, zonas de presencia contrabandista extrajera muy
marcadas como la Guajira, Cartagena, Santa Marta, el Golfo del Urabá, incluso llegando a ser tan
critica la situación que después de terminada la guerra de sucesión en el año de 1721, los ingleses
construyeron una base en la actual Barranquilla para poder controlar el contrabando dirigido al
interior del Nuevo Reino atreves del rio grande de la Magdalena con dirección a Mompox. Este
monstruoso poder comercial adquirido por contrabandistas ingleses, franceses y holandeses,
termino por generar gran indignación en los comerciantes peninsulares, que hasta entonces
habían abastecido a los mercaderes criollos.
A pesar de estar el comercio dominado por los contrabandistas junto con el anticuado mecanismo
de comercio instaurado por los Habsburgo, el cual tardaba años en cruzar los principales puertos
del continente, siendo tanto que empezaron a tardar mucho tiempo vendiendo sus mercancías en
los puertos, debido a que los contrabandistas ya habían abastecido el lugar a unos precios mucho
más favorables para la elite criolla. Todo esto evade los debidos impuestos que se debían pagar al
rey, explicando así, como la península tiene serios problemas de control y administración de su
imperio que incita a reformar el antiguo régimen, para terminar por instaurar el absolutismo
Borbónico que pretende aumentar el control del rey sobre sus colonias, con el fin de volverlas
productivas para la metrópoli.

El contrabando con las colonias extranjeras resulta muy provechoso para los comerciantes
neogranadinos. La debilidad del comercio controlado por los peninsulares se debía a que en el
Nuevo Reino se producían mercancías muy similares a las de la península incluso materias que
son únicas en su especie, haciendo así el comercio con los extranjeros fuera una excelente fuente
de insumos e instrumentos exóticos desconocidos en el Nuevo Reino de Granada. Los
comerciantes neogranadinos abastecidos atreves de comercio sin impuestos por el gran enemigo
de la corona, Inglaterra, no solo tienen un mejor precio en la compra de materias, sino que
también los comerciantes podrán encontrar clientes que se interesen más fácil por estos insumos
exóticos de orígenes totalmente diferentes a su forma de ver el mundo.

Para solucionar estos problemas de contrabando en la primera mitad del siglo XVIII, se intenta
mejorar el mecanismo de la flotilla de indias, acompañándolo de barcos de guerra para
protegerla de piratas y corsarios, pero este mecanismo mostro ser igualmente desastroso por la
dificultad de la venta de las mercaderías que no atraían a los grandes comerciantes del Nuevo
Reino por su tardanza y el abastecimiento que daba el contrabando de forma efectiva. Ya en el
año de 1739, se abre la navegación a los comerciantes españoles, ya no en una flota determinada,
sino en viajes independientes con posibilidad de elegir las rutas, siendo autorizados por la casa de
contratación establecida en Cádiz, la cual es encargada de todos los asuntos de carácter
comercial. Este mecanismo, a pesar de que logro mejorar un poco el comercio para la península,
no resulto ser suficiente para acabar el contrabando, pero si para combatirlo.

Tras la incapacidad de detener el contrabando, los grandes comerciantes neogranadinos que no


optaban por abastecerse del mismo y mantenerse fieles a la corona, presentaron quejas a lo largo
de la primera mitad del siglo XVIII, que invitaban a continuar aumentando el control sobre el
caribe para de una vez por todas, dejar de abastecer al principal enemigo de España con el oro
Americano. En 1737, Es enviado a Cartagena de indias el General Blas de Lezo, con el objetivo
de poner en marcha las reformas militares propuestas por el absolutismo Borbón en las costas
caribeñas, para intentar poner fin al contrabando que impedía la efectividad de las colonias
Americanas en beneficio de la metrópoli. Es escogido Cartagena como su cuartel por ser este el
principal puerto Nuevo Reino y el punto más central entre las demás colonias españolas, y por ser
esta ciudad la entrada y la salida al cono sur americano.

Con la llegada del Almirante Blas de Lezo, se empiezan a realizar patrullas por las costas del mar
caribe, con el objetivo de capturar contrabandistas o por lo menos evitar que sus mercancías
toquen suelo americano. Esta labor llevada a cabo por los guardacostas, consistía en detener los
barcos y comprobar que estuvieran autorizados por la casa de contratación de Cádiz, y verificar
que no fueran contrabandistas. Esto parecía surtir efecto, pero nuevamente es imposible controlar
el contrabando mientras sigan existiendo parámetros para ejercer el comercio como lo son los
impuestos, siempre la gente buscara la forma de evadirlos, haciendo esto parte de una muy larga
duración atreves de la historia colombiana, que incluso en la actualidad se vive.

En el año de 1739 inicia el imperio español otra de sus tantas guerras perdidas contra Inglaterra.
Esta tuvo como fundamento revocar el asiento negrero y el navío de permiso anual que fue
concedido tras el tratado de Utrecht al imperio británico que era ya un problema legal sumado a
las dificultades con el contrabando que realizaban los mismos ingleses. Esta guerra tuvo como
campo de batalla el mar Caribe en el que las colonias inglesas y españolas estaban en disputa, en
medio de este conflicto, las fuerzas navales de Cartagena comandadas por Blas de Lezo en 1741
fueron destrozadas por el comandante ingles Vernon, pero la ciudad fue defendida ya que tanto
ingleses como españoles fueron doblegados por la fiebre amarilla, obligando a los primeros a
retirar el asedio de la ciudad fortificada. En esta batalla falleció Blas de Lezo, el hombre que
implemento por órdenes del rey el control costero para combatir el contrabando.

Al morir Blas de Lezo y la destrucción de los navíos de guerra que salvaguardaban la costa del
Nuevo Reino de Granada, dejo nuevamente el comercio contrabandista a merced de los
vencedores que hasta 1750, lograron ejercer su oficio sin contrapesos menores, ya que el imperio
sumido en la impotencia, no podía darse el lujo de continuar combatiendo el contrabando
mientras continuaba en guerra. Ya acabada la guerra, el imperio puede volver los ojos a la
administración de sus tierras y a continuar con este gran número de mejoras que propone el
reformismo Borbónico.

El rey Fernando VI al morir, deja un imperio afectado por la postguerra, pero al subir al trono
Carlos III que es considerado el rey reformista por excelencia, por su libertad de acción que gozo
en su mandato tras haberle tocado un relativo periodo de paz, pudo poner en marcha las obras
propias de absolutismo Borbónico. Volviendo al Virreinato de la Nueva Granada, los mercaderes
criollos seguían abasteciéndose de contrabando, pero con Carlos III en el poder las cosas no
seguirían siendo así, se empieza a aumentar el control sobre la población y se aumenta la
efectividad en el recaudación de impuestos que en tiempos de los Habsburgo se realizaba de
forma perniciosa y se aumenta la alcabala del 4% al 6%.

Ahora se intenta aumentar el patrullaje sobre las costas, aunque sin embargo para finales del siglo
XVIII, el contrabando continúa sin problemas mayores, por ser tan difícil mantener el control
sobre las numerosas costas neogranadinas. Para solucionar estos problemas, es indispensable para
las mentes reformistas liberar los puertos como Cartagena para evitar la evasión de impuestos.
Con la alta gama de producción de materias que se producían y extraían en el virreinato, se
podría comerciar de una manera efectiva con el resto del impero, pero existió un problema a lo
largo del siglo XVIII que es necesario reformar. La agricultura hasta ese momento había solo
sido usada de manera autárquica, lo que buscan los ilustrados neogranadinos tratar de
implementar la agricultura y la producción de excedentes en una escala macro, para así hacer de
la colonia una empresa eficiente.

Como la minería había sido la principal fuente de ingresos de una población obsesionada con la
riqueza inmediata que promete el oro, no habían dedicado tiempo a trabajar la tierra en gran
escala o mejorar los mecanismos de la extracción del mismo mineral, siendo necesario para los
ilustrados neogranadinos resaltar la importancia del uso de métodos científicos desarrollados en
Europa para aumentar la producción del oro. Pero debido a la poca especialización y poca
alfabetización de la población, no fue posible instruir a los mineros en esta labor, continuando la
extracción del mineral atreves del arcaico método del aluvión, que bien es amigable con el
habiente, pero posee unas condiciones específicas para su desarrollo por depender de la geografía
y los caudales de los ríos.

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