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“.. tal construcción, medía cerca de nueve mil metros de largo, tres de alto y cinco o seis de ancho”.
Aquiles Gerste
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Uno de los grandes temas históricos que tenemos en Tlaxcala, pero que sin embargo resulta
complicado abordar, es la denominada MURALLA TLAXCALTECA, tema que se dificulta, en razón
de las pocas fuentes disponibles -dispersas- al respecto, pero sobre todo por la gran distancia en el
tiempo que hay entre esos momentos, hace más de 500 años. El otro gran problema, lo puedo dividir
en dos partes: las inclemencias del tiempo, y especialmente la depredación de los humanos, en
relación a elementos que, aunque históricos, en su momento no supieron ser respetados,
conservados, ni restaurados; por el contrario, estos materiales pudieran haber sido derruidos y
ocupados para otros fines más personales, por los moradores de la región Norte del estado de
Tlaxcala, en Ixtacamaxtitlan y la región, para ser más precisos.
He creído conveniente incluir un breve artículo, publicado hace más de 60 años, titulado
“Arqueología. La de Tlaxcallan” autoría de Aquiles Gerste. En el mismo, aunque de forma breve, y al
final del mismo, nos deja breves datos de la mencionada Muralla Tlaxcalteca. Quizá no es mucho,
sin embargo es una breve referencia que se suma a las habidas, hasta hoy.
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Tlaxcala, hoy..
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Próximamente…
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ARTE URBANO
Allá, donde las olas del mar hacen su rinconcito… (Fotos Rafael García / MirArte)
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LA MURALLA TLAXCALTECA
NOTA:
Seis años después de editarse el libro en 1952, llegan algunos ejemplares de la obra de
Gibson al estado de Tlaxcala (en inglés, por supuesto), se determinó que el profesor Regino
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Vázquez Quintero, catedrático “de la Máxima Casa de Estudios”, habría de hacer la
transcripción de la obra. Desconozco los términos, convenios y tiempos de tal encomienda.
Lo que sí puedo afirmar, es que dicha transcripción al español, se fue publicando „en
parcialidades‟ o apartados, en “El Sol de Tlaxcala”.
Así las cosas, la primera parte fue publicada el mes de agosto de 1958; la segunda y
tercera en septiembre del mismo año; la cuarta parte, con el título de “La ayuda
tlaxcalteca”, se publicó hasta el 12 de octubre del mismo 1958, en la página 4; y así
sucesivamente.
Ciertamente: no es lo mismo tener la obra completa, a estarla consultando
esporádicamente en „apartados‟. Sin embargo, aunque de esa forma, se tuvo conocimiento
(de la obra) en Tlaxcala, desde hace más de 61 años. Fue, hasta 1991, cuando se hizo la
traducción al español, la que hoy tenemos en Tlaxcala desde entonces. (Por cierto: sigue
siendo una obra muy buscada, a pesar de que tiene varios años de estar agotada. Debería
considerarse reeditarla).
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TLAXCALA, HOY
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COPLADET, en 1998, editó las monografías de "Los municipios de Tlaxcala" en CD. En el reverso de
ese disco compacto, se incluye la imagen adjunta. La explicación adjunta es la siguiente: "Contraportada:
ilustración del escudo de armas de la República de Tlaxcala, en los tiempos de la gentilidad. Ambas
ilustraciones [se refiere también a la de la portada] de fines del siglo XVIII, son obra de un autor
tlaxcalteca anónimo. Fueron utilizadas como cubiertas de un informe inédito sobre la situación
administrativa de Tlaxcala que presentó el presidente del Cabildo y gobernador de la Provincia de
Tlaxcala, Tte. Coronel Francisco de Lira, el 31 de mayo de 1974 al Virrey Exmo. Sr. D. Juan Vicente
Güemes Pacheco de Padilla, Segundo Conde de Revillagigedo, quien gobernó del 17 de octubre de
1789 al 11 de julio de 1794. Fue el Virrey más insigne de cuantos gobernaron la Nueva España, donde
dejó perdurables recuerdos de su probidad, ilustración y justicia".
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Comentario previo al artículo de Ma. Luisa de la Vega
Rafael García Sánchez
En el ocaso de la década de los 50‟S, la magistral pluma de María Luisa de la Vega nos
heredó, entre las páginas de “El Sol de Tlaxcala”, el ideal firme de la disciplinada traza
artística de Cutberto Escalante, tlaxcalteca oriundo de San Martín Xaltocan. De la Vega,
con enorme claridad y ecuanimidad en sus conceptos y apreciaciones en torno a la relevante
personalidad de Cutberto Escalante, nos lo presenta con la sencillez que le caracteriza al
también escultor, cuyos primeros trazos artísticos y editoriales fueron hábilmente
canalizados por el promotor y editor Melitón Salazar Monroy, oriundo de Acatzingo
Puebla, y Jefe del Departamento de Turismo de Tlaxcala a partir de 1938 y por varios años
consecutivos.
Imagen compartida por el Sr. Federico Fuentes en el grupo cultural (en Facebook)
Tlaxcala Antigua, el día martes 7 de abril, 2020.
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Imagen compartida por el Sr. Federico Fuentes en el grupo cultural (en Facebook)
Tlaxcala Antigua, el día martes 7 de abril, 2020.
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Imagen autoría de Juan Carlos González, presentada hace algunos años, como parte de
Interesante proyecto cultural, efectuado por el Instituto Cultural de Tlaxcala.
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ARTE
CUTBERTO ESCALANTE
Por: María Luisa de la Vega
Es Cutberto Escalante, el artista tlaxcalteca, cuyo nombre debe empezar a ser familiar a los
lectores de EL SOL DE TLAXCALA.
Cutberto Escalante que por las exigencias detestables de la vida, muchas veces le
hemos visto decorar para personas que sólo saben pagar la complacencia de sus caprichos,
con lo que roban al artista el tiempo que debería gastar fructuosamente ante el caballete de
su predilección, buscando con anhelo un objeto en el arte: pulsar la más divina y secreta de
las cuerdas que forman la música del alma; se asemeja, así, a los pobres poetas –ricos de
galasgayas y derecónditos decires– que tiene que hacer de artículos sandios: el artículo
acerca de las conquistas proletarias de Rusia y las fanfarronerías de Hitler en Alemania.
Todas esas cosas que provocan náuseas porque huelen a aceite crudo para las maquinarias
segadoras de vidas humanas.
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Tlaxcala Antigua, el día martes 7 de abril, 2020.
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No es en la actualidad el mecanismo una virtud de los hombres poderosos. Los caciques
que adolecen obesidad crónica de mando e insuficiencia; no tienen la menor estima por el
arte. ¿para qué, si no es práctico ni rinde dinero a quien lo protege? En nuestro México,
existe este vergonzoso prejuicio, indigno de un país como el nuestro, donde se predica a
diario: preocupación por todo cuanto significa cultura y progreso; sin embargo, al ideal
artístico se le ha abandonado a su propia suerte, sin tener en cuenta que los factores que
más poderosamente contribuyen a formar el espíritu de los pueblos, la unidad de las
naciones y la superioridad de las razas, son los ideales encarnados en los grandes artistas,
en los grandes pensadores, en los grandes caracteres y en los grandes corazones.
¿Cuántas décadas de sangre y lágrimas habremos de esperar para que lleguemos a
comprender la fuerza del ideal artístico, tal como los comprenden los ciudadanos de la
pequeña Islandia…?
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Tlaxcala Antigua, el día martes 7 de abril, 2020.
En Islandia, las bellas artes son protegidas, sin que el Estado se envanezca de esa
protección. Los artistas son pensionados a fin de que puedan trabajar con independencia- El
mejor escultor de la isla, Einar Johnson, recibe una subvención de quinientas libras por año.
No todos los miembros del parlamento aprecian el elevado simbolismo de las obras
en este artista pero a pesar de ello han hecho construir para él un gran estudio, donde se
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encuentran reunidos todos sus trabajos, Halldor Luxneso, el mejor novelista, recibe
cuatrocientas cincuenta libras por año. En Reikiavik, la capital, se ha erigido un teatro en el
cual se representan obras de Shakespeare, Ibsen, Glasworthy, pero no por artistas
profesionales, sino por amateurs, a los que se ayuda de manera efectiva, ya que no existen
en Islandia profesionales del arte escénico.
Esto es preocuparse de verdad por todo lo que significa progreso y cultura. Más
volvamos al artista tlaxcalteca, para decir que él en 1935, pudo haber pintado, pudo haber
exhibido en su amada provincia una colección de cuadros y esculturas suyas. Pudo haber
esculpido el monumento a Xicohténcatl. No tuvo el apoyo oficial.
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Tlaxcala Antigua, el día martes 7 de abril, 2020.
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conocida que debiera ser, por eso que decíamos, por la cultura intelectual, por la cirrosis
mental de que adolece nuestra época. Tenemos cursos de verano, centros pedagógicos,
intercambios de profesores de Universidad, en fin, hay un revuelo de intelectualismo en el
que se empina la figura de Dromundo.
Pero con volver los ojos a ese cuadro risueño del artista tlaxcalteca, ya estamos
serenos. Resbala por el espíritu una aura refrescante. Es una pintura que hace bien en estos
días de monigotismo Diego Riveresco, ejecutado con brocha de aire, en el cual un bombero
podía, ser así émulo de Puvis de Chavannes. Igualar a Diego Rivera, erigido en maestro de
una escuela, en que él es el único que tiene talento.
Así son las escuelas: un hombre genial rodeado de imitadores intensos que también
asisten al derrumbamiento de los más altos valores artísticos. Ni los destructores de la
Biblioteca de Alejandría, ni los que demolían grandes basílicas con sólo el incendio de un
montón de paja en mitad de la nave, o los que utilizaban las estatuas para piedra de
mamposteo o proyectiles de guerra, han causado tanto daño a la civilización como a las
escuelas sectarias; porque los bárbaros se contentaron con sólo destruir los monumentos,
más la escuela de Diego de Rivera no solo destruye monumentos, sino amaga la esencia e
integridad del arte mismo.
El verdadero Artista como Cutberto Escalante, no se apila a determinada escuela
con prescindencia de las demás; él las conoce todas y ha formado de lo bueno que cada una
tiene, la suya propia, la que se revela en el referimiento técnico de sus obras. Las obras de
Escalante son distintas a las de cualquier otro artista, porque ha logrado hacer de todas las
escuelas un conjunto de sostenidas, encadenadas y bien resueltas armonías, como un coro
de Bach: imitar a las abejas que vagan entre las flores extrayéndoles su jugo para tornarlo
en miel como decía Séneca.
Entre los prodigios del arte escultórico de Escalante, señalamos un desnudo
ejecutado en mármol, y en la que se puede ver un dechado de perfección, que llevan al
espíritu dulzuras superiores a la miel que vertía el Himeto. En la escultura que representa
una mujer al desnudo, y a los pies una serpiente que se levanta a semejanza de la misma
mujer, fue ejecutada en barro, en la que se encarna una idea, es la síntesis de un modo de
ser artista, la obra es bella por su proporciones, por la ordenada y sencilla combinación de
líneas y de masas, es verdadera pues declara fielmente su destino y exhibe todo un sistema
de construcción con la vestidura inconsútil de un sublime pensamiento de amor.
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Cutberto Escalante, como escultor, ha modelado las bellas formas humanas, pero no
sólo en sí mismas, sino expresando mediante ellas un fondo: la serenidad alímpica (sic) de
sus personajes y la idea de su especial situación, que revelan todas las actitudes de conjunto
como los juegos musculares de cada porción de las figuras, en todo convenientes al destino
de la obra.
En cuanto a las obras pictóricas de Escalante, y por lo que mira a que no pueden ser
sólo materia, ¿qué diré si ellas de suyo revelan la idea de su propia imagen? Una de las
obras pictóricas de Escalante, que más han puesto de relieve su personalidad de artista, es
“Ruego Pre-cortesiano”, lamentando que dicha obra no se encuentre en el Palacio de
Gobierno de Tlaxcala, para el cual fue destinada por el artista Escalante a principios de
1935.
No obstante haberse perdido una de sus mejores obras, en sus cuadros posteriores
podemos ver que el pincel de Escalante se unta en la paleta de la realidad vibrante y vívida,
en el verde vegetal no en el verde muerto – en el anaranjado que ponte ante la vista los
adorantes frutos de oro, en el azul que es hondura de mar, en el violeta que es aéreo ropaje
de crepúsculo, rojo que es sangre y hierro, en el amarillo, mandarín. Su arte nada tiene de
subversivo ni de postura trascendente y complicada; antes bien sigue por el cauce normal o
tradicional, ahora que el inquietismo artístico ha inventado nuevos géneros que chocan con
el gusto reinante. La mayor parte de los hombres de nuestra sociedad, son absolutamente
incapaces de distinguir una obra de arte de la más grosera falsificación.
El verdadero arte une a los hombres.
La técnica del artista Escalante, es la técnica del verdadero arte, porque posee estas tres
condiciones: CLARIDAD, SENCILLÉZ Y SOBRIEDAD.
En los paisajes de este artista aparecen sus habituales chorros de verdura, cae el
torrente incontenible de luz, estalla con toda naturalidad el fogonazo de un incendio
crepuscular hecho de amarantos fúlgidos y de bugambilias peregrinas, de llamas, de
ematites licuados en la quemazón del ocaso fabuloso.
Cuando nosotros hemos contemplado los lienzos pintarrajeados a la manera nueva,
recordamos un verso de Moliere: et ce n’est pas ainsi que parle la nature.
Claro que así no habla la naturaleza. Habla a la plena boca, enseñando los dientes
natales. La naturaleza habla como habla Cutberto Escalante con los pinceles. La claridad
solar de sus cuadros nos hace oír siempre la bella música del allegro final en el concierto en
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Do mayor de Beethoven. ¡Alegría de luz! Alegría de color, fresco, verídico, contundente,
real!
Ahora se pretende complicar lo simplemente somático con lo subjetivo. Se trata de
una psicología especial para las entendederas de los dilectos. Rompecabezas artísticos.
¿Qué me dijiste ahí? ¿También Pedagogía? El arte no es un crucigrama, el arte es más serio
y menos grave. Es arte nada más. Así lo dice nuestro amigo Escalante, por lo que le damos
nuestra enhorabuena. Más cuando sabemos a fondo que él no es un prófugo de la vida
sensible, como esos artistas “picassinos” que no saben a punto fijo hacia donde van, sino un
testigo consciente y responsable de lo que ven sus ojos de artista.
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Imagen compartida por el Sr. Federico Fuentes en el grupo cultural (en Facebook) Tlaxcala Antigua; 2020.
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Expresión artística,
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CACAXTLA
Rafael García Sánchez
Veinte años antes de que se “descubriera” Cacaxtla (esto, a mediados de la década de los 70’S, en
septiembre de 1975), el estudioso Aquiles Gerste publicó interesante artículo, resultante de un
recorrido que hizo por las ruinas arqueológicas en territorio tlaxcalteca. Sin aspavientos ni
tecnicismos, compartió para los lectores de “El Sol de Tlaxcala” de hace más de 60 años un breve
artículo que por su importancia, claridad y aportación histórica hoy si incluye completo en estas
páginas.
Cacaxtla ha sido detallada en las crónicas de historiadores tan distintos como distantes en
tiempos. El propio Muñoz Camargo hace brece alusión al sitio arqueológico. Velasco, a fines del
siglo XIX también la describe al final de su obra. Peñafiel y otros varios historiadores de principios
del siglo XX desde luego que citan a este importante centro ceremonial enclavado en el municipio
de Nativitas, Tlaxcala y, no podía ser la excepción el propio Aquiles Gerste.
¿Cuál fue la razón para “descubrir” Cacaxtla cuando prácticamente estaba saqueada en su
totalidad? Cuál fue el motivo o el detonante, para que el gobierno federal designara un primer
acercamiento-estudio, con personal regional del INAH?
Las pocas líneas de Gerste que a continuación se reproducen, son más que reveladores y no
solamente en lo tocante a Cacaxtla. Abundantes, si consideramos la precaria situación imperante,
en todos los sentidos, en aquellos lejanos años en Tlaxcala y, concretamente en Nativitas.
Sin mayor comentario, damos paso al citado artículo, en cursivas, que posiblemente de nada
sirva, hoy 2020, cuando prácticamente todo lo arqueológico en Tlaxcala está descubierto, y
estudiado. Aunque es probable despierte nuevas interrogantes, dudas grupales y/o personales,
como en lo particular me sucede, en relación a las “cinco piedras prismáticas”, de las cuales es la
primera vez que me entero de su existencia, y hasta hoy, las desconozco (¿las originales?).
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ARQUEOLOGÍA
LA DE TLAXCALLAN 1
Por Aquiles Gerste
En 1885, Leopoldo Batres publicó un itinerario de las ruinas y monumentos antiguos de la república;
trabajo útil, pero en más de una forma insuficiente. Por ejemplo, del estado de Tlaxcala apenas da una
escasa indicación de las “ruinas conocidas con el nombre de Xicohténcatl”. Nosotros, en un reciente viaje
por dichas tierras, hemos hallado numerosos vestigios de construcciones precolombinas.
El sabio inspector de monumentos arqueológicos de los Estados Mexicanos debió hacer una
mención especial de los alrededores de Nativitas –en azteca Yancuitlalpan, tierras nuevas-, donde sobre
un terreno de cerca de tres kilómetros, de noroeste a suroeste, las colinas se hallaban cubiertas de
floridos parajes, con sus templos, sus fortalezas, sus acueductos, sus trincheras, sus galerías aún
reconocibles. Allí existía, a no dudarlo, una de las líneas defensivas principales de los tlaxcaltecas en sus
luchas heroicas contra las tribus rivales.
Lo que no se podría negar es la existencia en tales elevaciones de un pueblo guerrero que
debiera ser más estudiado. Gracias a la fineza y generosidad de los señores Baldomero Rejón y
Bernardo Caso, hemos logrado reunir algunos centenares de figurillas, ídolos, pedazos de armas y
utensilios, procedentes todos de Chichipico –municipio de Nativitas, Estado de Tlaxcala-, de un terreno
de menos de quince metros cuadrados. Abrigamos el propósito de darles descripción.
Faltan de señalar, también del mismo terreno, el Miston de Mixco, los vestigios de Cacaxtla,
antigua plaza fuerte anterior a Tlaxcala, el Tenoxotzin sobre la colina Xochitecatl y, hacia el norte, uno de
esos numerosos subterráneos que atraviesan la cordillera, jugando un importante papel en las
operaciones militares. Al decir de testigos que a nadie harían dudar, se le llama Ahuexuetzin, porque uno
o dos días antes de la lluvia o el granizo, desprende una especie de niebla muy característica. A poca
distancia, el azar nos hizo tropezar con las cinco piedras prismáticas, bien pulidas, de cerca de dos
metros de altura y más de medio metro de base, que formaban el Huitzocteme, gran altar donde se
inmolaban víctimas humanas.
De la muralla que servía de demarcación entre la antigua Tlaxcala e Ixtacamaztitlán, quedan
vestigios en el punto llamado Tenamascuicuitl; tal construcción, medía cerca de nueve mil metros de
largo, tres de alto y cinco o seis de ancho.
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Artículo publicado en El Sol de Tlaxcala. 1956.
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Hace algunos años, durante exposición colectiva, vemos a Tomás Munive Osorno, Desiderio Hernández
Xochitiotzin, Alejandro García Arenas, J. Martín Rojas, Rubén Mazariegos Sosa, Alfonso Hernández Castillo y
Oscar Flores Corona (propietario de esta fotografía; con agradecimiento).
“Gabriel Arenas, el loco de Papalotla”, autoría del pintor Desiderio Hernández Xochitiotzin
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EXPO FOTOGRÁFICA
Imagen que forma parte del material fotográfico con el cual se integró una exposición itinerante. Los
contenidos fueron básicamente la arquitectura que ostentan los municipios de Zacatecas, y
Guadalupe, en el bello estado norteño. En la imagen, un hermoso relieve en cantera rosada,
contiguo al Museo Virreinal. La colección está integrada por más de 80 imágenes, realizadas en
2010, que reflejan el elaborado trabajo artístico así como el variado simbolismo de su historia.
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UN LIBRO, UNA HISTORIA DE SEIS DÉCADAS
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Aquel inicio de diciembre de 1957, en pleno centro de la ciudad de Tlaxcala, a pesar
del frío atardecer, invernal, un grupo de personas encaminaron sus pasos hacia el Palacio de
Gobierno. Se trataba de un grupo de intelectuales que, a pesar de tener su propia sede como
instancia cultural, por alguna razón en especial se disponían a realizar importante sesión de
ingreso de un nuevo miembro a las filas de la historia y cultura de Tlaxcala. Se trataba nada
más y nada menos que del acucioso historiador ingeniero Candelario Reyes Flores (oriundo
del municipio de San Fernando, Tamaulipas), que habría de presentar el trabajo recepcional
casi terminado.
De esa histórica reunión se publicó, afortunadamente, una breve crónica, hoy día
altamente ilustrativa, en El Sol de Tlaxcala, medio informativo que era en 1957 de reciente
creación. En tal razón, es conveniente incluir completa la crónica a continuación:
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Todo apunta que a invitación del C. Lic. Anselmo Cervantes Hernández, miembro
de la SGHEL, a la sazón Secretario General de Gobierno de ese momento, fue como se
determinó realizar tan importante sesión en Palacio de Gobierno. Y de acuerdo a la nota
periodística, Cervantes Hernández presidió aquella sesión, aunque el Presidente como tal
era el ing. Ezequiel M. Gracia.
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Cuéllar Abaroa, Ezequiel M. Gracia y Rafael Minor Franco. Los otros cuatro, aun cuando
tuvieron cercanía con la esfera gubernamental, prácticamente fueron personajes dedicados a
la cultura, la historia y el arte. Ellos son: Candelario Reyes Flores, José García Sánchez,
Desiderio Hernández Xochitiotzin y Manuel Hernández Domínguez. De los ocho
personajes citados hasta este momento, seis de ellos ocuparon la Presidencia de la SGHEL
en un momento dado.
Con certeza, la invitación, por escrito, para tal acto en Palacio de Gobierno, el
ingeniero Gracia debió canalizarla al entonces gobernador del estado, Lic. Joaquín Cisneros
Molina, también miembro de la SGHEL, y que por razones de su cargo, no estuvo presente,
delegando tal encomienda al Lic. Cervantes Hernández, como ya apuntamos.
De inmediato, y ante la necesidad de cierta “precisión” oficial, el mismo periódico,
El Sol de Tlaxcala difundió otra nota, que también es importante, porque aunque repite lo
medular del evento, nos da otros dos datos. De igual forma, la anexamos completa a
continuación:
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Entre la naturaleza y la vida. Foto Rafael García Sánchez / MirArte
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El señor licenciado Rafael Minor Franco no concurrió por atenciones a su
cargo y no han concurrido, sin expresar el motivo, los señores profesores Juan. F.
Pérez, Aurelio Sanluis y Manuel Rosete López.
En breve se continuará la lectura de la obra histórica del señor ingeniero
Ezequiel M. Gracia [error: debe decir: Candelario Reyes], que se había
interrumpido por estarse preparando por su autor las demás partes del propio
trabajo.
Como se aprecia, tal parece que la nómina de integrantes de la SGHEL era reducida.
En esta nota surgen los nombres de tres integrantes más: Juan F. Pérez, Aurelio Sanluis, y
Manuel Rosete López.
La crónica apunta con claridad, que ciertos datos históricos del libro en cuestión,
“no habían sido, ni siquiera, referidos ligeramente y menos expuestos y comentados tan
atingentemente como lo hace en su obra el ingeniero Candelario Reyes”, comentario que
seguramente molestó a más de un „historiador‟ asistente, en razón de que se entiende con
claridad, que un ciudadano de origen tamaulipeco, era el primero en presentar, ¡y de qué
forma!, datos medulares de la historia de Tlaxcala.
También se precisa que la SGHEL haría gestiones necesarias para que el ciudadano
gobernador del estado, es decir Joaquín Cisneros Molina, “patrocine la publicación de tan
importante trabajo”. Hasta ahí lo que se puede interferir, de entrada, en esta crónica
periodística.
Aquel mes de diciembre, ninguno de los presentes y menos aún el autor habrían de
imaginarse que deberían de pasar más de 60 años para que ese libro viera la luz; y menos
aún que un miembro de la misma SGHEL (el que escribe estas líneas) se encargara de tal
empresa, desde otra institución cultural. En mi calidad de Presidente Fundador del Colegio
Cultural Evolutivo, A.C., presenté en el mes de abril del pasado 2019 esta obra; además y
por anuencia del propio Presidente de la SGHEL, Lic. Omar Zacatelco Sánchez, también
tuve el gusto y honor de presentarlo en aquella instancia cultural, en sus propias
instalaciones.
Brevemente. De esta obra, ya tenía yo conocimiento por amable charla con el
presbítero Rubén García Badillo (+). Además, alguna persona me comentó al respecto, en
el sentido de que poseía una “copia” del texto inédito. Lo que no me dijo esa persona es que
esa “copia”
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que puso en mis manos en realidad era una
transcripción de manufactura reciente,
hecha sin el menor cuidado, por lo que
evidentemente contenía un alto número de
errores.
Ante tal panorama, desleal, opté
por recurrir al presbítero García Badillo,
mi tío, para que me permitiera una copia
completa del original (que a su cuidado y
por deferencia del propio autor) guardó –
afortunadamente– por muchos años; por lo
que determiné conveniente ajustarme en su
gran mayoría a la obra original, al cuidado
de García Badillo, de la cual incluso me
permitió escanearla en su totalidad.
Para decir, para escribir las cosas con claridad, es preciso apuntar que todo el
proceso, de principio a fin, en cuanto a la preparación del libro, desde la captura, revisión y
cotejo, corrección, nuevamente impresión y segunda revisión completa, diseño, formato,
impresión, preparación, refinamiento y retractilado del libro, fue actividad que hice sin
apoyo de nadie, en su totalidad, porque lo sé hacer, y porque me gusta tal actividad; los
gastos generados también en su totalidad, los absorbí al cien por ciento. No me ufano de
ello, tampoco es presunción; se trata de cincelar en el tiempo la claridad y transparencia de
las cosas; especialmente en este caso, tratándose de una obra de excelente nivel de
investigación histórica. Incluso en este punto, recuerdo las líneas de la segunda crónica
periodística líneas arriba presentada, en el sentido de que gran cantidad de datos de la citada
investigación, “no habían sido, ni siquiera, referidos ligeramente y menos expuestos y
comentados tan atingentemente como lo hace en su obra el ingeniero Candelario Reyes”.
De hecho: hoy día, 2020, realmente poco, al respecto, he visto.
En aquel lejano 1957, el ingeniero Reyes Flores, autor, debió haber dejado una
copia del referido trabajo recepcional en la misma SGHEL, ya que en la crónica
periodística se detalla que ese fue el trabajo recepcional, para que el ing. Candelario Reyes
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ingresara como miembro activo a la naciente institución cultural; lo que es a todas luces
una gran aportación, histórica, a la sociedad tlaxcalteca, en razón de que toda producción
literaria en la SGHEL es para difusión social. No hay -hasta el día de hoy- un solo trabajo,
hasta donde sé, de carácter confidencial y/o privado.
En ese año, 1957, la SGHEL tenía apenas 10 años de haber sido fundada. Por lo que
se entiende que al recibir un trabajo de investigación de tal envergadura, es muy probable
que ello, lejos de causar beneplácito y orgullo, pudiera ser probable que los entonces
historiadores locales se sintieran rebasados, superados por el ingeniero Reyes, oriundo de
San Fernando Tamaulipas, con afanes de “bloquear” la obra. Tal y como escribí en el
prólogo de ese libro, “increíblemente en el pasado siglo XX, no se desarrolló ningún trabajo
que abordara específicamente el tema; y por si esto fuera poco, en el mismo siglo pasado,
tampoco se integró trabajo alguno con la profundidad, acuciosidad, verticalidad y
fundamento con la que el también experto en historia Maya se propuso, y logró tal
objetivo”.
Posiblemente a don Ezequiel M. Gracia, Presidente de la SGHEL en 1957, no le fue
posible encontrar financiamiento con el gobernante Joaquín Cisneros Molina, en razón de
que una obra de historia de respetable nivel profesional, solamente le hubiera interesado a
una docena de estudiosos en esos temas, en esos años; o bien: porque un libro de historia no
le reditúa votos a gobernante alguno. De los personajes mencionados en aquella crónica
periodística, miembros de la SGHEL, ninguno sobrevive hoy día. El último de ellos,
Desiderio Hernández Xochitiotzin, falleció hace 13 años, en septiembre de 2007. Fue el
único de ese grupo que logró llegar al siglo XXI.
Para finalizar, cabe apuntar que la producción histórica, literaria, de investigación y
difusión, generada por el acucioso historiador ingeniero Candelario Reyes Flores, dada la
importancia de ello, no ha tenido la atención necesaria en beneficio de la sociedad en
general. Quizá en su momento, este libro, fue un nuevo libro, y nada más. En realidad, fue
la primera gran obra de investigación histórica, digna de consolidarse con el paso de los
años, generada desde las filas de la Sociedad de Geografía, Historia, Estadística y Literatura
de Tlaxcala.
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Imagen compartida por el Sr. Federico Fuentes en el grupo cultural (en Facebook)
Tlaxcala Antigua, el día martes 7 de abril, 2020.
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LIBRERÍA
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