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Ciénaga de Zapata

La versión que existe del origen del nombre de este municipio, es que sus suelos cenagosos y su
configuración geográfica, semejante a la figura de un zapato, conformaron esa denominación de
Cienaga de Zapata. La Cienaga se convirtió en un municipio histórico cuando en abril de 1961
fue derrotada en menos de 72 horas, la invasión mercenaria organizada, pagada, entrenada y
pertrechada con modernas armas por el imperialismo norteamericano . Es éste el municipio de
mayor extensión territorial en nuestro país, con 4 520 kilómetros cuadrados, aunque el de menor
número de habitantes.

CATEGORÍA DE MANEJO: PARQUE NACIONAL

GRADO DE SIGNIFICACIÓN: NACIONAL

UBICACIÓN:

Ubicada en el municipio Ciénaga de Zapata, ocupando por el noroeste parte del municipio Unión
de Reyes y limitando al Norte con el municipio Jagüey Grande

Extensión. Área terrestre: 108,200 ha

Área marina: 28,690 ha

Área total del Parque Nacional: 136,890 ha

CARACTERÍSTICAS:

Constituye el reservorio natural de mayor valor en la provincia de Matanzas, por su estado de


conservación actual, destacándose a nivel provincial, nacional y regional. Las características
naturales y socioeconómicas del territorio hacen de esta zona un área prioritaria dada la
fragilidad ecológica de sus ecosistemas. También se reportan en el área del parque nacional dos
sitios arqueológicos importantes.
Por sus valores se ha zonificado en tres áreas y núcleos principales.
El río Hatiguanico, donde se reportan poblaciones importantes de Manatí (Trichechus manatus
manatus) y otras especies de gran valor conservacionista.
El área de la Salina, que constituye una zona muy importante por la gran abundancia y diversidad
de aves, en particular las acuáticas, donde se destacan los flamencos, cayamas, sevillas, garzas, y
patos, también se observa en los ecosistemas de sabanas, poblaciones de grullas entre otra gran
variedad de especies, esta zona presenta además, una gran contrasticidad de sus paisajes.
En las áreas boscosas de La Salina, habitan la torcaza boba (Columba inornata), cotorra
(Amazona leucocephala) y el catey (Aratinga euops) entre otra gran variedad de especies,
incluyendo ocho especies de aves endémicas.
Para el área de Santo Tomás, otra de las zonas núcleo, se reportan un grupo de especies endémicas
locales de gran importancia ecológica como son la gallinuela de Santo Tomás, la Fermina y el
cabrerito de la Ciénaga, así como el Cocodrilo cubano, todas incluidas entre las especies más
amenazadas de Cuba.
Entre otras zonas de gran importancia ecológica se encuentran los herbazales de Ciénaga, donde
se forman islas de vegetación aisladas denominadas petenes o complejo de vegetación de
Manantial de Ciénaga.

OPORTUNIDADES:
Ecoturísticas: Senderos interpretativos, observación de aves y reptiles, observación de paisajes,
observación de la vegetación, presencia de dos sitios arqueológicos. Existe un centro de
interpretación ambiental, varios miradores y la actividad de pesca deportiva (captura y suelta)
para la especies Macabí (La Salina) y Sábalo (Hatiguanico), etc.
Científicas: Construcción de dos estaciones ecológicas en el área con facilidades de hospedaje,
transporte terrestre y acuático y comunicaciones para guardabosques, guardaparques,
investigadores, y administradores en general en la Salina y Santo Tomás.
Educativas: Existen tres aulas para la naturaleza en el Órgano CITMA, EMA Victoria de Girón y
estación de reproducción de la Ictiofauna.

Etapa Colonial.

Al parecer, fue Cristóbal Colón el primer europeo que fijó su vista en el territorio que después se
denominaría Ciénaga de Zapata. Tal hecho ocurrió en su viaje de 1494, cuando el Almirante
recorrió parte de la costa sur cubana con evidente propósito de exploración superficial. Seria la suya
una leve ojeada de reconocimiento elemental, presumiblemente sin llegar a tocar tierra; sólo llevado
por la necesidad de un contacto visual que le mostrara la plasticidad del paisaje hasta entonces
ignorado.
La labor del descubridor la completaría Sebastián de Ocampo quien, por orden de Oviedo -
gobernador de la española- emprendió el bojeo de la isla de Cuba hacia 1508. Por la especificidad
de su objeto sería ésta una mirada más profunda, verificadora de medidas cartográficas y de
accidentes geográficos en aras de precisar detalles útiles para la futura conquista de aquellas tierras
antillanas. Entonces se obtendría una apreciación más exacta de la zona en cuestión.
Iniciada la conquista del archipiélago cubano a inicios de la segunda década del siglo XVI, se sabe
que entre 1514 y 1518 otorgó Diego Velázquez la primera encomienda en terrenos de la periferia
norte matancera. Similar proceso debió haber ocurrido por esa fecha en áreas próximas a la bahía
de Cochinos, si se tienen en cuenta varias circunstancias. Primero, la indudable preeminencia de la
costa sur en estos primeros años; en segundo término, la proximidad de la bahía de Jagua (actual
Cienfuegos), un asiento marítimo de frecuente recalada, tanto por motivos de calafateo de las naves
como para aprovisionarse de víveres; y como tercer aspecto pudiera plantearse que, aunque con
abundantes tramos pantanosos, la extensión litoral de la península de Zapata no era entonces en su
totalidad una ciénaga improductiva como lo fue después, víctima de un deterioro sin precedentes
donde el propio conquistador no respetó, en más de tres siglos, las leyes de la naturaleza,
provocando la ruptura de sistemas naturales de desagüe.
Aunque se conoce que la costa sur matancera es escenario manifiesto del proceso de mercedación de
tierras que vive la colonia con posterioridad a los primeros 30 años del siglo XVI -prueba fehaciente
de que allí se localizan ciertos "oasis" de terreno fértil- no existen, sin embargo, evidencias concretas
de vecindades o encomiendas en sus predios. Pero no hay que descartar como improbable la
aseveración de José A. Treserra, cuando al hacer mención de López Conchillos, secretario del Rey
Femando el Católico, y de un tal Zapata, ministro del mismo monarca, afirma que por aquellos
tiempos estos personajes "...tuvieron por esos entornos encomiendas de indios que les atendían sus
estancias de casabe y puercos.-"(ver cita 3)
Vale destacar que por la escasez del oro, el occidente cubano ve crecer con más prontitud la
producción agrícola desde los primeros tiempos. Es que allí se aprovisionan las expediciones que
avizoran un horizonte geográfico más allá del conocido espacio antillano, lo cual prueba la
existencia temprana de estancias en estos parajes renuentes al metal precioso. El propio Velázquez
tenía la suya en Matanzas, esto imprimía musitado movimiento a ese sitio. Aunque la carencia de
información impida mayores precisiones, no puede descartarse la existencia de una actividad
económica similar en la costa sureña. Piénsese, si no, en ese territorio que se ubicaba entre un punto
como Jagua -tan frecuentado entonces- y, al otro extremo, la ensenada de la Broa, donde estaría la
Villa de La Habana desde 1515 hasta 1519. Ambos asientos contribuían a asignarle una singular
particularidad al occidente sureño en estos primeros años, no desdeñable para el movimiento
humano colonial y para las necesarias conexiones fuera de la Isla. La península de Zapata tiene una
buena parte de su territorio al borde de esa encrucijada.
Procede tener en cuenta que la existencia de pantanos impediría las frecuentes irrupciones en la
Bahía de Cochinos y sus extensiones aledañas, que quizás no serían visitadas con la misma asiduidad
que otros lugares de la colonia, porque de seguro el contacto inicial con esa atmósfera insalubre,
infectada de aires insanos, propensos a la proliferación de insectos picadores y al contagio de
enfermedades, desvió la atención de los españoles. Es muy probable que el ambiente nocivo a la
salud actuara como un freno, pero como ya hemos esbozado, no en toda aquella área imperaban
desde el principio esas condiciones refractarias. De modo que no sería nada iluso atender a lo
planteado por Juan A. Cosculluela cuando refiere que en 1517, la expedición de Francisco
Hernández de Córdova, un encomendero de Sancti Spíritus, "...avitualló toda una flota en las
haciendas de esta región..."(ver cita 4) en alusión, desde luego, al espacio comprendido entre Jagua
y La Broa. Y otro tanto expresa este autor en lo que respecta a Hernán Cortés durante los
preparativos de su viaje para la conquista de México, un año después.
De cualquier manera, las desventajas de la región cenaguera propiciarán un desarrollo económico y
social diferenciado del resto de la actual provincia matancera y de toda la Isla. La península de
Zapata será un área relegada, casi marginal en lo tocante a atenciones oficiales. En su extensión, el
proceso de mercedaciones es mínimo, si se compara con otros territorios cercanos o lejanos. La
ganadería y la agricultura apenas manifiestan allí un brote perceptible y otras manifestaciones
económicas de estos siglos -azúcar, tabaco, maderas- no aparecen o sólo emergen en el siglo XIX.
Quizás por esas razones file ese litoral un recodo propicio para las actividades hostiles de corsarios
y piratas en su empeño por disputarle a España las riquezas del continente descubierto. La
enmarañada geografía posibilitó la actividad ilícita sin límites: cayería abundante, terreno agreste y
la ubicación en la costa sur occidental, hicieron de aquella comarca un abrigo natural para las
huestes filibusteras. Primero el español Diego Pérez y después el francés Gilbert Girón,
capitanearon hordas en ese territorio, sin que las autoridades coloniales tuvieran medios para
enfrentarlos con una ofensiva militar durante la segunda mitad del siglo XVI.
La siguiente centuria significó una continuidad de esas acciones, intensificadas aún más después de
1655, cuando la ocupación inglesa de Jamaica devolvió a la costa sur de Cuba cierta importancia
estratégica. Las bahías de Jagua y Cochinos sirvieron de base para la reconcentración de bajeles
piratescos, y en las estancias de la comarca se abastecieron de carne, casabe, maíz y otros
productos. Es muy probable que toda la vertiente sur matancera haya efectuado su comercio de
rescate por ese rumbo.
A finales del siglo XVIII inciden en la Isla una serie de factores internos y externos que condicionan
el crecimiento acelerado de la industria azucarera.
Si en el siglo XVIII el tabaco prevalecía junto al café, ya en el siglo XIX irrumpía triunfante la
industria azucarera. En las zonas matanceras y villaclareñas se produce un crecimiento acelerado en
la construcción de ingenios y por tanto se incrementa el empleo de la mano de obra esclava.
Como era de suponer por las características del sistema de producción impuesto a estos hombres,
sus justas rebeldías no se hicieron esperar, pues azúcar y esclavitud crecían al unísono. La gran
productividad alcanzada en la segunda década del pasado siglo en Las villas y fundamentalmente en
Matanzas trajo aparejado un incremento del trabajo esclavo, lo que condujo a un aumento de las
rebeldías negras, las fugas de los ingenios y la constitución de palenques.
Las características inhóspitas, pantanosas, boscosas y de difícil acceso, unidas a lo despoblado del
lugar y a la ausencia de plantaciones cañeras e ingenios en la Ciénaga, propiciaron su utilización
como zona de refugio a los prófugos de las dotaciones de esclavos, provenientes de áreas limítrofes
como Colón y Cienfuegos, así como de otros territorios, que aunque distantes, buscaban amparo en
este lugar. Muchos de los cayos (ver cita 5) interiores sirvieron de habitat a los negros cimarrones y
en algunos se constituyeron palenques.
En la costanera norte de la Ciénaga, frente a la finca Zarabanda se localizan tres cayos llamados
Verde, Los Toros y Los Negros (ver cita 6), donde vivieron numerosos cimarrones en potentes
colonias en las que criaban animales domésticos, sembraban y vivían en conucos. Los célebres jefes
cimarrones Caoba y Sabicú, negros minas, fueron los caudillos del gran palenque ubicado en las
Cuevas del Cabildo, en Bartolina y vivieron un tiempo en estos cayos.
También tuvo refugio en estos lugares el cabecilla cimarrón Miguel Vientos, quien posteriormente
trasladó su palenque a la zona de Júcaro Quemado, cerca de la Bahía de Cochinos.
Desde la temprana fecha de 1801 se reporta la destrucción de un palenque de cimarrones en la zona
de Hanábana. En 1831 es perseguido otro palenque en Yaguaramas y son capturados este mismo
año varios negros en la ensenada de Cochinos. En 1845 las autoridades muestran preocupación al
conocerse la llegada a la Ciénaga de diez negros cimarrones armados de machetes y chuzos (lanzas
de hierro).
Al analizar esos hechos no se pueden olvidar las rebeldías ocurridas el 15 de jumo de 1825 en los
partidos de Sabanazo y Sumidero, cuando se produce en cafetales de la zona la primera sublevación
de esclavos en Matanzas, la cual es frustrada por las autoridades; en la acción murieron 43 negros y
huyeron aproximadamente 30 hacia los palenques de la Ciénaga.
Otro de los fenómenos presentes en Zapata obedece también a su situación geográfica y a sus
peculiaridades naturales, que propiciaron que la zona fuera escogida como punto de introducción
clandestina de negros africanos por parte de contrabandistas, portugueses y españoles, quienes
burlando la vigilancia establecida, en muchas ocasiones lograron sus objetivos.
Los negros introducidos eran posteriormente seleccionados y enviados en pequeñas partidas hacia
los ingenios matanceros. Esta labor de selección se efectuaba en un cayo de monte conocido por
Campamento de los Negros, al sur de la finca El Carmelo, jurisdicción de Jagüey Grande, donde
existía muy cerca un pequeño lometón en el que se enterraban los esclavos que fallecían en este
lugar, luego de tan larga travesía.
Según la documentación trabajada hasta el presente, en la Ciénaga se producen desembarcos
clandestinos de esclavos en los años 1853,1854,1859 y 1864 y por lo general estos ocurrían en las
inmediaciones de la Bahía de Cochinos.

En el período comprendido entre 1790 y 1868, de cambios socioeconómicos y políticos determinantes


en el desarrollo de la Isla, la inmensa y apartada Ciénaga se caracterizó por ser escenario de los
fenómenos antes referidos: la trata clandestina de esclavos y el cimarronaie negro.

Las Guerras independentistas.

Durante la etapa de las guerras independentistas frente al poder español, la Ciénaga de Zapata se
comporta como retaguardia natural de las acciones desarrolladas en Jagüey Grande y en Colón,
zonas cercanas a este territorio.
La provincia matancera por su elevado desarrollo económico contaba con muchos ingenios, una
gran producción de azúcar, mieles y otros renglones básicos; pero para sostener ese nivel, el Estado
colonial tenía situada una considerable cantidad de soldados y la represión era cotidiana. España
construyó trochas secundarías y líneas militares para evitar a toda costa el paso de las fuerzas
insurrectas del oriente hacia occidente y una de ellas, la del río Hanábana, fue considerada entre las
más importantes.
Por estas causas se imponía la necesidad de un territorio que sirviera como refugio y permitiera el
desarrollo de la guerra en la provincia de Matanzas, cuyas características geográficas no eran
favorables a la insurrección armada. Además, su cercanía a Cienfuegos, donde operaban
importantes contingentes mambises, representaba un baluarte para la lucha, al extremo que puede
calificarse de Puente de la Libertad el paso entre ambos territorios, utilizado constantemente por los
revolucionarios en ambas direcciones.
Los participantes del único alzamiento verificado en occidente en la Guerra de los Diez Años,
producido en Jagüey Grande el 10 de febrero de 1869, encontraron seguridad en la Ciénaga, donde
se internaron para unirse a patriotas villaclareños. Ese mismo año, un mes más tarde, se reporta al
coronel del Ejército Libertador Jesús del Sol operando en tierras cenagueras. En 1870, del Sol
sostuvo un combate con el batallón español Ñapóles en territorio de la Ciénaga. La situación en esta
región preocupaba extraordinariamente al Estado español, pues se estimaba en 2000 cubanos el
contingente insurrecto allí refugiado.
Otro hecho importante resultó el cruce por estos parajes del grupo invasor al mando de Luis de la
Maza Arredondo que atravesó el territorio con nimbo a La Habana, cumpliendo órdenes del General
Adolfo Fernández Cavadas. Este patriota habanero partió de La Macagua, Las Villas en los
primeros días de marzo de 1870 con un grupo de 150 hombres, con el objetivo de llevar la guerra a
occidente y levantar en armas la provincia capitalina. La columna invasora penetró por Matún y
pasó por Cocodrilos, Cabeza de Toro, La Ceiba, San Blas, El Jiquí y La Laguna del Tesoro.
En 1874, las fuerzas de Máximo Gómez se apoderaron de estos lugares como punto de partida para
la invasión a occidente, y en esta zona combatieron destacados jefes mambises como el Coronel
Cecilio González y el Brigadier Henry Reeve, El Inglesito.
Durante la Guerra Chiquita, en noviembre de 1879, la Ciénaga de Zapata me escenario del
levantamiento de Cecilio González. Esta situación de utilización del territorio cenaguero como
retaguardia natural de la provincia de Matanzas, se mantuvo durante todo el período conocido como
Tregua Fecunda.
Iniciada la Guerra Necesaria como continuación de la Revolución Cubana, dentro de los límites
cenagüeros los patriotas continuaron ocultándose. Ahora, a diferencia de 1868, la guerra abarcaba
a toda la provincia y un nuevo elemento entraba en funciones: la Prefectura Mambisa.
El establecimiento del Sistema de Prefectura, constituyó una de las vías para garantizar el
aseguramiento logístico del Ejército Libertador y dar respuesta a las necesidades del mismo. Según
la Ley de Organización Civil aprobada por el Consejo de Gobierno, las seis provincias se dividían en
distritos y éstos a su vez en prefecturas, dejando su cantidad a decisión de las instancias provinciales.
Si la prefectura resultaba muy grande se dividía en sub-prefecturas en número de cuatro
generalmente.
La prefectura se ubicaba en territorios donde regularmente no operaban fuerzas españolas, lugares
muy apartados y de difícil acceso para el enemigo, en el interior de grandes palmares o tupidos
bosques. El Prefecto (funcionario civil) secundado por sus secretarios y personal auxiliar,
representaba la máxima autoridad. Si importantes resultaban sus funciones civiles, no menos
significativas eran las de carácter militar por estar relacionadas con el aseguramiento logístico y
combativo de tropas del Ejército Libertador que operasen en la zona o estuvieran de paso por la
prefectura.
La Ciénaga de Zapata constituyó una prefectura especial, sui géneris, pues la especificidad del
territorio contribuyó a que se distinguiera dentro de las líneas de aseguramiento de las prefecturas
en dos de ellas: la sanidad y el establecimiento de refugios o campamentos, ambos con carácter
temporal. La existencia de hospitales de sangre y enfermerías fue su peculiaridad más destacada, su
aporte más sólido a la causa independentista, sin que por ello dejara de ser el seguro refugio militar
de siempre para los insurrectos.
Las fuentes consultadas confirman la existencia de numerosos bancos de sangre, hospitales y
enfermerías en prácticamente todo el territorio cenaguero, destacándose entre ellos los ubicados en
Manjuarí, Sabanetón y Blanquizal.
La Ciénaga por sus características y peculiaridades, que la distinguieron dentro del contexto
independentista nacional, constituyó durante los 30 años de luchas mambisas una permanente
prefectura natural, vital para el desenlace final de la guerra en el occidente del país.

La República Neocolonial hasta 1952.

El tránsito de la colonia a la República Neocolonial no significó grandes cambios para la Ciénaga


de Zapata, que se mantuvo al margen de la atención estatal por lo que sus niveles de desarrollo se
comportaron con profunda lentitud.
Al finalizar la guerra de independencia -como demuestra el censo de 1899-, la población del
territorio mostraba una disminución notable, así como la menor densidad del país al contar con
menos de un habitante por kilómetro cuadrado.
La realización de este censo por las autoridades norteamericanas tenía como primer objetivo
conocer las principales riquezas del país y poder dirigir los esfuerzos del gobierno interventor a
controlar los renglones y lugares básicos de la economía cubana. La Ciénaga, que recibió ese mismo
año la visita del General John Brooke, se convirtió en un objetivo económico, que transitó por varios
proyectos a través de la República. La primera propuesta de desecación y que fracasó, se presentó en
1912 y la segunda apareció dos años después cuando fue enviado el ingeniero Juan A. Cosculluela a
investigar las posibilidades del plan.
En su informe final la prestigiosa figura expresaba, "...El porvenir de la región de Zapata no puede
ser más halagüeño lástima grande como decimos al final del prólogo, que no sea, los propios
cubanos los fomentadores y haga falta conseguir capital extranjero, para esta Empresa, la más
productiva que en Cuba puede hoy existir..." (ver cita 7)
A principios del siglo XX existían en la Ciénaga cuatro pequeños núcleos poblacionales: Santa
Teresa, El Maíz, San Lázaro y Maniadero, y en la década de 1940 había más de una veintena: San
Blas, Bartolina, Bermejas, Viradero, Helechal, Júcaro Quemado, Cayo Ramona, Ébano Real,
Rosario, Hondones, El Jiquí, Los Sábalos, Soplillar, La Gallina, La Máquina, Los Pavos, Playa
Larga, Palito Blanco, Vínculo, Santo Tomás y Molina, entre otros.
La problemática social fue caracterizada por el investigador José Álvarez Conde, quién visitó el
territorio en 1945. El apuntó:
... Los bateyes (...) son agrupaciones de individuos pobres, faltos de atención gubernamental,
analfabetos en su mayoría, en casos con costumbres civilizadas, (...) no inscriben a sus hijos recién
nacidos" ni aun a los difuntos por no existir juzgados municipales cercanos para estos requisitos (...)
En estas regiones no hay disfrute de leyes sociales, no hay sucursales de correo, no hay organización
de servicios de ninguna clase (...) Los gobiernos han olvidado a estos hijos del suelo patrio, ninguno
ha tratado de alumbrar la noche del espíritu, que es ignorancia en estas apartadas regiones...(ver
cita 8)
Los facultativos y enfermeros más cercanos se localizaban en Jagüey Grande y en Aguada de
Pasajeros, lo que convertía en casi imposible para los cenagueros muy afectados por la anemia, el
paludismo y el parasitismo, obtener asistencia médica.
Otro de los problemas acuciantes de Zapata era la educación. En ese extenso territorio existían tres
escuelas en bastante mal estado, ubicadas en Soplillar, Cayo Ramona y Bermejas, a las que sólo
asistían los niños que residían próximos a dichas instalaciones y que no se consideraban aptos para
trabajar.
El rancho cenaguero, peculiaridad constructiva de la zona, estaba formado por una sola habitación
en la cual dormía la familia en absoluta promiscuidad y realizaba el resto de sus necesidades. Era de
guano cana sobre un suelo rocoso, sin puertas ni ventanas, y con un saco pintado con cenizas
cubriendo el único acceso al mismo.
La propia naturaleza de las principales actividades económicas desarrolladas en Zapata, imprimió
un sello característico en la estructura agraria, la cual se tipifica -como en el resto del país-, por la
existencia de grandes latifundios improductivos, que pertenecían a personajes que en su mayoría
residían fuera del territorio. La explotación agrícola y la pesca no rebasaban los límites de un
precario autoconsumo, descansando la producción fundamental en la extracción de madera dura
para polines, la elaboración de carbón vegetal y la caza de cocodrilos.

Una de las especificidades más notables de estas extensas tierras y lodazales fue la ausencia de
centros de trabajo de cierta importancia, situación que se mantiene durante la República
Neocolonial y que determinó -entre otras condiciones-, la dispersión de la fuerza laboral, de los
caseríos y viviendas, y la preponderancia del obrero asalariado forestal, quien de forma individual
realizaba su labor.
En la Ciénaga de Zapata se manifestó una relación contradictoria entre los obreros y propietarios.
El desempleo era desconocido, pero el pago de la fuerza de trabajo apenas permitía su reproducción
pues los salarios eran los más bajos del país. A esto se sumaba la existencia de "intermediarios", a
los que llamaban dueños de chucho, personajes que representaban al patrón -verdaderos dueños del
terreno o del permiso estatal para cortar el monte-, por lo que vivían del trabajo del leñador-
carbonero, pero al mismo tiempo dependían del propietario del corte. El "intermediario" era el
encargado de recibir el producto terminado que pagaba con un vale sólo canjeable en la bodega
designada para ello. De esta manera el obrero no recibía dinero, sino un papel por el cual le
entregaban determinada cantidad de mercancías, en franca violación de la legislación vigente en la
época, que prohibía este tipo de remuneración.(ver cita 9)
Uno de los problemas que incidió negativamente en el desarrollo de las relaciones de producción en
la región fue el bajo nivel de las comunicaciones. Ubicado geográficamente el municipio en la parte
central del país, la Ciénaga estaba tan aislada o más que las zonas montañosas de Oriente alejadas
de los centros urbanos.
Las primeras vías de comunicación se establecieron durante la Primera Guerra Mundial, asociadas
a estímulos económicos procedentes de los centrales Australia de Jagüey Grande y del Covadonga de
Aguada de Pasajeros. El incentivo de aumentar la producción azucarera, dependiente de las
plantaciones, propició la construcción de las dos vías férreas que entraban en la Ciénaga. La
primera se fomentó en 1914 y unía a Covadonga con San Blas donde existían colonias de caña, y tres
años después se terminó la línea Australia-Ensenada, que buscaba facilidades para la salida del
azúcar por la costa sur.

Hasta la construcción de estas líneas férreas y posterior a ellas, se utilizó la salida por mar para
diversos productos cenagueros, con dos puntos importantes de embarque por Punta Perdiz y Caleta
Buena. Por el primero se comercializaba con Batabanó y por Caleta con Cienfuegos.
En los albores de los años 1950 comenzó a funcionar un ómnibus que procedía del Castillo de Jagua,
en Cienfuegos y llegaba hasta Punta Perdiz en dos viajes semanales.
La comunicación interior se limitaba al transporte fluvial con remos o pértiga, por los canales de la
Ciénaga, como en tiempo de los aborígenes.
La incomunicación casi total de la zona agravaba los males endémicos de la población cenaguera y
contribuía en gran medida a que la situación socio-cultural y económica del lugar fuera deplorable.
La labor del Partido Socialista Popular (PSP) comenzó en la Ciénaga entre los años 1934 y 1935,
dirigida desde Jagüey Grande y Aguada de Pasajeros, y condicionada por varios factores
manifestados en ese territorio, entre ellos la influencia aportada por una apreciable cantidad de
españoles residentes en el lugar, la explotación a que estaban sometidos los cenagueros, que los
hacía buscar formas de unidad para defenderse de los abusos patronales, y la actividad legal del
PSP que permitió un trabajo directo de proselitismo a favor de la ideología socialista.
La dirección municipal del PSP no orientó integrar organismos de base en Zapata, sino trabajar con
militantes y simpatizantes del lugar. Esto se debió a las condiciones socio-geográficas imperantes,
determinadas por la dispersión de la población, la inexistencia de centros de trabajo que reunieran a
los obreros y el bajo nivel educacional que limitaba la utilización de la propaganda escrita.
Una de las labores partidistas más importantes desarrollada en la Ciénaga fue la recogida de
fondos, a la que siempre respondieron los trabajadores. Estos ofrecieron su aporte financiero para
construir los talleres del periódico Hoy y después sostener su circulación, así como para comprar la
radioemisora 1010, que era la voz del PSP.
Para lograr la contribución necesaria los militantes del PSP, apoyados en los simpatizantes,
organizaban actividades en distintos bateyes. Una de ellas, los certámenes de simpatía, se realizaba
en tos poblados y culminaba en una celebración en la cabecera del municipio. Otro medio de
recolectar dinero fue fabricar carbón y dedicar sus ganancias a los fondos del partido.
El surgimiento del movimiento obrero organizado en la Ciénaga se vincula estrechamente a la visita
que realizó al territorio en 1938 el líder azucarero Jesús Menéndez Larrondo, en aquel entonces
Secretario General de la Federación de Trabajadores de Las Villas. En esa oportunidad se realizó un
acto en Cayo Ramona, donde habló Menéndez. Allí surgió la idea de constituir el Sindicato Forestal
de la Ciénaga de Zapata, lo que se hizo realidad a principios de la década de 1940.
La organización obrera creó secciones en lugares donde coincidían mayor número de trabajadores y
su local social se ubicó en Soplillar, donde efectuaban las asambleas y demás actividades sindicales.
Tuvo organismos en Cayo Ramona, Helechal, Viradero, Bermejas, San Blas, La Ceiba, Punta Perdiz,
Los Rosales y en Buenaventura, que fue la mayor.
Durante los aproximadamente diez años de luchas del sindicato, encabezó importantes movimientos,
entre ellos la huelga de la suba ocurrida a mediados de la década de 1940 frente a los
manipuladores de los precios del carbón, que pretendían provocar artificialmente su carestía a
espaldas de los productores y compradores. Los almacenistas adquirían cantidades del producto
para retenerlo y comercializarlo cuando elevara el precio.
Ante esto, los dirigentes sindicales organizaron comisiones en los puntos de embarque con el objetivo
de verificar si los compradores traían los documentos correspondientes que ampararan el convenio
establecido de venta inmediata del carbón a la población.
La Guardia Rural intervino en los embarcaderos de El Toro y El Brinco para garantizar que la
mercancía fuera despachada, pero carboneros armados con estacas lo impidieron, y en el segundo
lugar mencionado actuaron las mujeres contra los rompehuelgas, logrando botar la carga al agua.
Como resultado de estos enfrentamientos hubo algunos detenidos, que posteriormente fueron
liberados gracias a la presión del sindicato y el apoyo que este tenía entre los cenagueros, pero la
huelga finalizó con sus objetivos logrados.
La actividad del Sindicato Forestal se debilitó a finales de 1940 cuando se desató la Guerra Fría,
que tuvo su repercusión en Cuba en el aumento de la persecución al PSP, la destrucción del
movimiento obrero y de sus dirigentes, y la división de las organizaciones revolucionarias -entre
otras-, hasta que dejó de existir a partir de 1952, bajo la influencia del mujalismo.
En 1945 se integró en Punta Perdiz una cooperativa de carboneros dirigida por el líder sindical
Antonio Pereira Costa, que tenía como finalidad producir y comercializar el carbón, eliminar los
intermediarios y repartir justamente las ganancias obtenidas.
Este proyecto social duró poco, los intermediarios y transportistas se coaligaron para ahogar la
cooperativa, lo que lograron al coaccionar al dueño de la goleta que cargaba el producto. El último
carbón fabricado se pudrió en el rústico muelle construido por los propios trabajadores
Un partido que gozó de simpatías en la Ciénaga de Zapata fue el ortodoxo, PPC (O), que actuaba
dirigido desde Aguada de Pasajeros y contó en el territorio con delegados de barrio, así como el
Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), PRC (A) en su línea grausista, que aunque con menor
ascendencia, también tuvo adictos en el lugar. Ambos perdieron su posición en Zapata a partir de
1952 debido a la represión desatada en el país.

El 10 de marzo de 1952 se produjo el golpe de Estado encabezado por Fulgencio Batista Zaldivar y
un grupo de oficiales del Ejército y la Policía, que sustituyó un gobierno civil por uno de corte
militar. A los males republicanos se unieron las secuelas de la implantación de una dictadura, que
trajo aparejada la aplicación de una desacertada política económica que repercutió en el resto de las
esferas de la vida de la nación.
La corrupción, malversación, discriminación, el deterioro de la salud, el analfabetismo, las míseras
condiciones de vida de los sectores populares, especialmente de los hombres de campo, el incremento
del desempleo, eran el complemento social del subdesarrollo económico, mucho más profundo en un
territorio como el de la Ciénaga de Zapata.
Durante esta década no se opera elevación alguna en los niveles de vida y sociales de los pobladores
cenagueros, más bien se manifiesta un empeoramiento de la difícil situación existente desde el inicio
de la República Neocolonial.
A las consecuencias económicas y sociales del golpe de Estado, que se reflejaron en primer término
entre las clases más pobres de la zona, se unió el paso de un ciclón en octubre de 1952 El huracán de
grandes proporciones causó considerables daños. Mil familias quedaron atrapadas por las
inundaciones, pero las pérdidas mayores fueron en los bosques y en los nomos de carbón que
resultaron arrasados, con lo que aquello significaba para una comunidad dependiente de la
actividad forestal,
Los años 1952 - 1958 marcaron una época de planes anunciados que no llegaron a materializarse,
entre ellos la construcción de la carretera Jagüey Grande - Bahía de Cochinos, solicitud presentada
desde 1955 cuando la empresa privada propietaria del ferrocarril Australia - Ensenada anunció que
por incosteable suspenderían ese servicio.
No obstante los disímiles intereses que se movilizaron, encabezados por el alcalde de Jagüey Grande
y que llegaron al presidente de la República, la carretera no se hizo realidad. Sus promotores
esgrimían que esa vía de sólo 28 kilómetros reportaría "...insospechables posibilidades económicas,
turísticas, industriales y agrícolas (...) a una vasta región de Las Villas y Matanzas..."(ver cita 10)
Un decimista de la época retrató pintorescamente este anhelo:
...Yo quiero antes que me muera ver ese inmenso pantano cruzado en todo su tramo por enorme
carretera...(ver cita 11)
El ferrocarril se mantuvo por la presión popular, que respaldada por los comerciantes dependientes
de la compraventa con Zapata y de los auspiciadores del turismo de esa zona, lograron que
postergaran el desmantelamiento hasta tanto se construyera la añorada carretera.
En 1957 revivió el proyecto de desecación y nació el de habilitar un subpuerto en la Bahía de
Cochinos y crear varias industrias, sueños que tampoco fueron cumplidos.
El estado de la salud en la Ciénaga estuvo señalizado por ser uno de los más depauperados del país.
Un índice elocuente es la tasa de mortalidad infantil de 75 por mil niños nacidos vivos.
En abril de 1953 se planeó la edificación de un hospital en Cayo Ramona, el que funcionó con un
enfermero y a medio terminar hasta que se destinó a la crianza de cerdos. Sin embargo, en esos años,
el personal asignado al pretendido centro asistencial, continuó devengando su jornal en Cienfuegos,
sin conocer siquiera el lugar.
En el aspecto político, a partir del golpe de Estado la actividad del PSP y del movimiento obrero se
hizo más difícil, pues aumentaron la represión, la vigilancia y el control sobre la práctica
revolucionaria y sus dirigentes.
El movimiento obrero sufrió un fuerte golpe con el asesinato, a pocos meses de consumado el
"cuartelazo", el 23 de junio, del líder sindical Antonio Pereira, quien -por su labor a favor de los
trabajadores-, se había convertido en un obstáculo para las clases hegemónicas y sus sostenedores
en ese territorio.
Ante esta nueva situación la táctica, que asumió el PSP fue aprovechar con el movimiento obrero las
posibilidades existentes para defender los logros obtenidos en etapas anteriores en cuanto a salarios,
a la rebaja en el precio y aumento en la calidad de los víveres, y otras reivindicaciones, así como al
fortalecimiento de las organizaciones de base para prepararse para el trabajo desde la
clandestinidad.
Covadonga y la Ciénaga como barrios del municipio de Aguada de Pasajeros, eran atendidos por
éste para la labor del PSP, pero la ilegalización del Partido en 1953 obligó a los dirigentes y
militantes a utilizar cobertura para actuar, disminuyendo considerablemente los contactos con el
territorio cenaguero.
No obstante lo anterior, durante el período insurreccional el PSP mantuvo su trabajo centrado en la
distribución de propaganda y literatura, y en tareas de finanzas, en las que se destacó, pues siempre
contó con la contribución económica del territorio, lo que demuestra además el apoyo de la clase
obrera al partido que la representaba.
En ocasiones de producirse desastres naturales el partido se unió a la población, como lo hizo en
octubre de 1952 cuando ante las pérdidas humanas y materiales provocadas por el ciclón, creó junto
al movimiento obrero el Comité Prodamnificados, que desarrolló una labor destacada en favor del
pueblo y constituyó un vehículo efectivo de solidaridad con los cenagueros.
Vale destacar que la influencia de los partidos del gobierno en la Ciénaga fue prácticamente nula
como corriente política y para mantener el control utilizaban los recursos estatales y los
instrumentos represivos tradicionales. A las arbitrariedades y abusos de poder se unían las
coacciones ejercidas por la Guardia Rural y como manifestaciones de represión, además de los
asesinatos de Pereira y Manuel Baizán Baizán (1958), se produjeron registros, maltratos y amenazas
de represalias, sobre todo en fechas cercanas a las elecciones de 1954 y durante 1958, último año de
la República Neocolonial.
En la Ciénaga la actividad del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7) se inició en julio
de 1956, dirigida desde Aguada de Pasajeros. Debido al aislamiento y dispersión de la población
residente en el territorio no se orientó la creación de organismos de base, sino que se captaran
militantes que serían dirigidos desde el poblado antes mencionado, a través de una de las células del
central Covadonga.
En Zapata sólo aparecen tres militantes del Movimiento quienes contaban para el trabajo
clandestino con numerosos simpatizantes y colaboradores, y utilizaban como enlaces compañeros
que respondían a las células de Covadonga y que por su actividad laboral o personal tenían
relaciones en la zona.
La característica fundamental del período radicó en las estrechas coordinaciones existentes entre la
dirección municipal del PSP y la del MR-26-7, lo que también se manifestó en el central Covadonga
y en la Ciénaga de Zapata.
Una peculiaridad de la región fue el nexo establecido entre los hombres que se unieron a la lucha, el
área en la cual desarrollaban sus acciones, y las vías de comunicación de la Ciénaga con otros
poblados.
Además de la orientación que se recibía de Aguada de Pasajeros, los clandestinos cenagueros se
relacionaron con revolucionarios de Jagüey Grande y en algunos casos de Abreus, Yaguaramas,
Cruces y Cienfuegos pero predominó el vínculo con el primer poblado señalado.
Con independencia a esta estructura en la Ciénaga de Zapata también operó desde finales de 1957
un grupo de hombres procedentes de Covadonga que requisaban armas entre los cazadores que
residían en el lugar.
En todo momento el criterio que se manejó por la dirección del MR-26-7 y del PSP fue el de
mantener la Ciénaga como posible refugio de luchadores "quemados"(ver cita 12) en otros
territorios, y para ello era necesario la aparente tranquilidad que caracterizaba esa zona del país.
Esto unido a otras características como la carencia de centros de producción u otros objetivos
económicos que justificaran ser saboteados -de acuerdo a la estrategia y táctica general de la
insurrección-, fue la causal principal que condicionó el tipo de labor que se desarrolló en Zapata,
pero al mismo tiempo fue lo que creó discrepancias entre los militantes cenagueros y la dirección de
Aguada de Pasajeros, y determinó que los primeros asumieran acciones por decisión propia que
nunca fueron aprobadas por la instancia municipal.
Entre las acciones de sabotaje emprendidas estuvo la quema de caña en los meses de enero y febrero
de 1957 y el descarrilamiento e incendio del carro de línea que cubría el recorrido Covadonga-
Viradero, ejecutado en la curva de Castillo, entre Bermejas y San Blas, en junio de 1958; pero la
mayor contribución del territorio a la lucha fue en lo concerniente a la venta y compra de bonos del
MR-26-7.
Las tareas de propaganda del Movimiento se iniciaron en 1956 con la entrada a la Ciénaga de
documentos de la importancia del alegato de Fidel Castro Ruz, La Historia me absolverá y la
proclama 1956:Libres o mártires!, detectados el primero en la zona de Punta Perdiz y el segundo en
Bartolina. Posteriormente y hasta el triunfo de la Revolución circularon impresos y periódicos,
fundamentalmente en 1958 y en las áreas en las cuales se desenvolvían los revolucionarios.
La última orientación que recibieron los clandestinos cenagueros fue la de prepararse para apoyar
el cruce de la Columna Invasora comandada por Camilo Cienfuegos, de producirse por esa zona.
Poco después, con la noticia de la caída de la dictadura entraba la Revolución triunfante en la
Ciénaga de Zapata, renovando desde los cimientos hasta la superestructura de la sociedad heredada
de la República Neocolonial.

Período de 1959 a 1961.

El devenir socioeconómico cenaguero después del 1ro de enero de 1959 permite corroborar el
importante papel desempeñado por el proceso revolucionario cubano en esa zona, que desde sus
inicios materializó no sólo viejas promesas o fallidos proyectos de los gobernantes de la
República Neocolonial, sino que nuevas perspectivas abrieron el horizonte a sus habitantes.
Desde el mismo mes de enero de 1959, el Comandante Fidel Castro comenzó a realizar visitas
sistemáticas a la Ciénaga de Zapata con el objetivo de organizar, orientar y controlar la
aplicación de medidas para el desarrollo del Plan Económico de la zona, priorizando las que
conllevaban a elevar el nivel y las condiciones de vida de los cenagueros. Urgió así la
construcción de caminos y carreteras, entre ellas, las que unían Australia a Playa Girón, Playa
Larga a Santo Tomás, Covadonga a Playa Girón y Playa Girón a Cienfuegos. El 5 de noviembre
de 1959 la Ciénaga de Zapata quedaba enlazada por terraplenes con el municipio de Jagüey
Grande, posibilitándose las condiciones necesarias para la realización de otras obras.
En mayo de ese año se habían creado las primeras doce cooperativas de pescadores, leñadores y
de carboneros, las cuales recibían la atención del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) y
eran surtidas de víveres por el almacén que radicaba en Aguada de Pasajeros.
Otros de los planes puestos en marcha fueron los criaderos de cocodrilos y la recolección de
cangrejos, que no sólo permitían la comercialización sino también su uso en el turismo, a lo que
se unió la cría de manatíes y la extensión piscícola con peces de agua dulce.
El Plan de Rehabilitación de esta región matancera, a partir de mayo de 1959, estuvo bajo el
control de la oficina central del INRA a cuyo frente se encontraba el espeleólogo, poeta y
combatiente rebelde. Rolando Escardó. El INRA era el único organismo que existía para
recepcionar la producción del carbón, la leña y los productos forestales, así como los víveres de
las granjas y hasta de las tiendas mixtas que surgieron en 1960. Además, dicho organismo se'
responsabilizó con el transporte, las carreteras, los recursos forestales, la educación, la cultura y
la atención médica,
La aspiración de la desecación de la Ciénaga se hizo realidad cuando en 1960 se inició la
canalización del río Hanábana. Los diques y embalses de agua permitieron disminuir las zonas
pantanosas y hacer productiva una buena parte de sus suelos.
En menos de diez meses se ejecutaron los Planes Turísticos. Desde el 17 de junio de 1959 se
comenzó la construcción de Playa Girón. Surgía el turismo entrelazado al desarrollo económico
del territorio. Carreteras, transporte, comunicaciones y electrificación propiciaron que nacieran
los centros recreativos Guama, Girón y Playa Larga.
El 18 de marzo de 1959 en una de sus visitas a la zona, el Comandante Fidel Castro expuso su
idea de la creación del Parque Nacional dentro del Plan de Desarrollo Forestal, el que fue
inaugurado el 27 de julio de 1961. Con ello se aspiraba a mantener y desarrollar la riqueza,
conjuntamente con la protección de la flora y la fauna.
Se fueron mejorando las condiciones de los suelos y el desarrollo de las posturas, así como la
introducción y aclimatación de nuevas especies animales, considerándose también mantener una
rígida veda a la caza de las autóctonas a fin de multiplicarlas.
La especialización en producción bruta y mercantil, y otras industrias de naciente desarrollo,
entre ellas, la artesanal y la elaboración de la madera, permitieron consolidar la actividad
económica de la Ciénaga.
Por iniciativa de Celia Sánchez Manduley (ver cita 13) se inició la preparación teórico-práctica
de los cenagueros en trabajos de artesanía. La escultora Rita Longa fue la persona idónea en los
menesteres de enseñanza impartidos en la ciudad de La Habana. Posteriormente y como colofón
final, en la zona de la Boca se creó un primer taller subordinado a la Empresa Turística de la
Ciénaga de Zapata, especializado en artículos de cerámica y vajillas de barro, objetos destinados
a la ornamentación de los centros turísticos y en muchos casos a la comercialización nacional y
extranjera.
El segundo taller de artesanía se creó en Cayo Ramona para trabajar la taxidermia, maderas,
bisuterías y adornos corporales con el uso de semillas, caracoles y otros recursos naturales del
lugar.
Entre los años 1959 y 1960 la estrategia de desarrollo económico de la Ciénaga de Zapata se
fortaleció por el apoyo del Gobierno Provisional "Revolucionario y la respuesta positiva de la
población, que por primera vez alcanzaba la atención a sus necesidades más perentorias. Los
trabajadores sintieron el respaldo de la Confederación de Trabajadores de Cuba Revolucionaria
(CTC-R), al abrirse nuevas fuentes de empleo y humanizarse el trabajo. Las mujeres se
incentivaron con actividades no sólo de índole socioeconómico, sino también político y militares.
Posterior al 23 de agosto de 1960 se agruparon las féminas e integraron las filas de la
Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
El poder político desde enero de 1959 se fue consolidando y junto a! Ejército Rebelde y la Policía
Nacional Revolucionaria cerraron filas los cenagueros, que desde finales de ese año integraron
las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) y poco después del 28 de septiembre de 1960 se
inició en los bateyes y cooperativas el quehacer cederista, al integrarse la organización cubana
de mayor masividad, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
Una de las actividades desarrolladas, de índole social, fue la Operación Familia, puesta en
práctica por el Ministerio de Justicia y que contribuyó a que fueran inscritos niños y adultos, así
como la realización de enlaces matrimoniales colectivos. El 13 de noviembre pudo
cumplimentarse parte del plan, gracias al apoyo brindado por estudiantes de la Facultad de
Derecho de la Universidad de La Habana y en marzo de 1961 se realizaron los enlaces
conyugales, respaldados por los maestros, alfabetizadores y otras personas, quienes enseñaron a
los cenagueros a firmar para que pudieran subscribir el acta matrimonial.
La política agresiva de los Estados Unidos intentó frustrar las primeras medidas revolucionarias
y mucho más en lugares como la Ciénaga donde éstas eran más evidentes. Una de las
modalidades militares que el imperialismo empleó fue la creación de bandas armadas en todo el
país; estas intentaban crear un clima de guerra civil que sirviera de pretexto para una
intervención armada del gobierno estadounidense.
Por una parte su suelo fue el escenario escogido por la dirección de la CIA para el desembarco
mercenario de abril de 1961. En este plan, los bandidos dislocados en el territorio matancero,
serían utilizados como quinta columna de la Brigada 2506. Por otro lado y con posterioridad a
Girón, su suelo fue empleado como zona de refugio para bandas acosadas por el incesante
batallar de las tropas revolucionarias.
Después del fracaso del Plan Trinidad (ver cita 14) la CIA volvió sus ojos hacia la Ciénaga de
Zapata que le ofrecía algunas características similares y tenía la ventaja de no necesitar grandes
fuerzas para aislar al territorio. En los nuevos planes de los Estados Unidos siguieron contando
con el bandidismo y en consecuencia propició el alzamiento de grupos contrarrevolucionarios en
toda la provincia de Matanzas. Estas fuerzas estaban ubicadas en varios puntos, tenían órdenes
de no hacerse notar y esperar al desembarco.
En el plan general, los bandidos, una vez que sé realizara la esperada invasión, impedirían el
tráfico por las carreteras principales, realizarían ataques a civiles y militares y una vez que los
mercenarios avanzaran se unirían a las tropas contrarrevolucionarias. Estos objetivos no
pudieron cumplirse debido a la acción determinante de las fuerzas revolucionarias.
A finales de 1961 comenzó a reorganizarse el bandidismo y el inmenso territorio cenaguero, de
nuevo, se vio utilizado. El grueso de las bandas se concentraba en el sur de la provincia y sus
campamentos se ubicaban en zonas periféricas de la Ciénaga; los pantanos constituían la
retaguardia.
Zapata, utilizada como refugio por las bandas de Delio Almeida Martínez y Pedro Sánchez
González, Perico, se convirtió en terreno de operaciones militares activas. Fue necesario elaborar
una táctica especial para operar en las difíciles condiciones naturales, que exigía una excelente
preparación física de los combatientes y una agudeza mental de la jefatura, unida al valor, el
patriotismo y la decisión de vencer de soldados, milicianos y jefes. En este aspecto las tropas
dirigidas por el Capitán Lizardo Proenza Sánchez, jefe provincial de la Sección de Lucha Contra
Bandidos de Ejército Central se crecieron considerablemente.
La Ciénaga y sus inmediaciones fueron el escenario de diferentes acciones delictivas cometidas
por los bandidos. En noviembre de 1962 fue asesinado Lázaro González Fagundo, de la dirección
municipal de los CDR. A inicios de 1963 fueron asesinados tres miembros del Departamento de
Orden Público (DOP) de Jagüey Grande, entre ellos, el jefe de la unidad. Días después los
bandidos destruyeron equipos de extracción de miel y quemaron la vivienda del Presidente de los
CDR en la zona de Santo Tomás. Por ese tiempo fue asaltado el campamento forestal de Laguna
del Pesquero, donde ocuparon armas y parque. El 4 de marzo de 1963 fue asesinado el niño de 11
años Alvino Sánchez Rodríguez residente en la finca Sabanetón en Santo Tomás. Fue parte del
tributo que los cenagueros pagaron por su libertad. Al respecto Fidel expresaba:
...Pero, de qué manera, por ejemplo, en la Ciénaga de Zapata puede prosperar esa táctica [la de
guerrillas contrarrevolucionarias] si allí la Revolución tiene mil quinientos carboneros que son
milicianos? ¿Cómo pueden esperar a tener éxito?...(ver cita 15)
Los habitantes del territorio apoyaron consciente y decididamente las medidas de la Revolución,
antes de Girón, cuando la invasión y posterior a ella.
La educación en su lucha contra la ignorancia se abría paso a nivel nacional y llegaba a los más
apartados rincones, que fueron recibiendo maestros voluntarios. En 1961 durante la Campaña de
Alfabetización se logró organizar a grupos de maestros y alumnos, miembros del Ejército
Rebelde, federadas y hasta cederistas, quienes formaron las Brigadas Conrado Benítez, Manuel
Ascunce Domenech, Patria o Muerte, Maestros Voluntarios y Alfabetizadores Populares. En
algunos casos se incorporaron instructores de arte, médicos, enfermeras y obreros.
Se crearon dos zonas para atender el desarrollo de la Campaña de Alfabetización en la Ciénaga
de Zapata, una que comprendía desde Bahía de Cochinos hacia el oeste bajo el control de Aguada
de Pasajeros, y la otra en la parte este atendida por Bolondrón, Pedro Betancourt y Alacranes.
El 12 de diciembre de 1961 culminó la Campaña de Alfabetización en la zona. De 1651
analfabetos, concluyeron esta etapa de aprendizaje 1304. Posteriormente se continuó el
seguimiento de los alfabetizados.
Otra conquista de la educación en la Ciénaga fue la construcción de escuelas en los bateyes por
el INRA, lo que facilitaba la instrucción primaria. Posteriormente, en 1964 se crearon las
condiciones para la apertura de un Internado de Primaria con el fin de mantener a los niños
agrupados según su nivel de escolaridad hasta el 6to. grado. Así, en septiembre de ese año las 17
aulas terminadas contaban con 24 maestros que procedían de Girón y con 709 alumnos
matriculados.
Simultáneamente con las labores del Internado de Primaria se organizaron las aulas de
Superación Obrera y Campesina bajo la dirección de la maestra matancera Walkiria Cárdenas
Rodríguez, quien había sido alfabetizadora en esa zona.
La enseñanza tecnológica formó parte de los planes del Ministerio de Educación y en Zapata se
fondo el 18 de mayo de 1962, la Escuela Técnica de Mar, con la finalidad de preparar personal
calificado para la pesca. En la primera graduación, en 1964, egresaron 440 alumnos como
motoristas y patrones de altura y cuatro años después se alcanzó la cifra de 639 alumnos.
En la década de 1970 en la zona existían los siguientes centros educacionales: el Internado de
Primaria, la Escuela Técnica de Mar y las primarias urbanas, Félix Edén Aguada, inaugurada el
10 de octubre de 1970 y Dulce María Martín, que se abrió en 1974. Ese último año se
rehabilitaron varias escuelas rurales debido a la explosión demográfica operada, de niños en
edad escolar.
No sólo a la Ciénaga llegaron educadores y se elevó la cultura de sus pobladores, de ellos
surgieron maestros internacionalistas que brindaron sus conocimientos en otras regiones del
mundo. Otros como Bárbaro Rodríguez Hernández integraron las filas de mártires de la Campaña
de Alfabetización en Nicaragua.
El inicio de la atención médica llegó a cada rincón de la Ciénaga a través de una guagua móvil
que prestaba servicios de consulta médica, estomatológica, Rayos X, campaña de vacunación, así
como un plan nutricional y dietético en áreas rurales, que propició la instalación de numerosos
comedores estudiantiles y populares en localidades apartadas.

Período de 1961 a 1980.

De 1961 a 1980 se completó la red de atención primaria y una vez al mes consultaban los
especialistas en dermatología, psiquiatría, medicina interna, cardiología y otros. Posteriormente
se crearon las postas médicas, se logra tener alumnos internos y que la Universidad en materia de
la medicina, campeara en parajes, que hasta hacía pocos años eran intransitables.
En 1980, la Ciénaga contaba con 11 consultorios del Plan del Médico de la Familia en 9
asentamientos, con un hospital, 2 policlínicos, 2 postas médicas, un Centro de Higiene y
Epidemiología y una Unidad de la Cruz Roja.
La cultura no sólo llegó a la Ciénaga con la creación de la Escuela Nacional de Ceramistas y con
la construcción de la Aldea Taina. También durante los primeros años de la Revolución actuó la
Biblioteca Viajera del Capitolio Nacional, que prestaba textos, vendía libros y realizaba
actividades recreativas con niños y adultos.
A las diferentes cooperativas asistieron instructores de arte en manifestaciones como: teatro,
coro, danza, bailes típicos, grupos musicales y solistas. La radio, la televisión y el cine fueron
elementos que llegaron a la Ciénaga abonando el nivel cultural de sus pobladores.
Una manifestación de la cultura popular cenaguera es el Festival del Carbón, que ha adquirido
un lugar preponderante entre las fiestas tradicionales matanceras, y es objeto de asistencia de
turistas nacionales y extranjeros.
En el propio escenario de la Primera Derrota del Imperialismo Yanqui en América Latina se
encuentra ubicado el Museo de la Ciénaga de Zapata, centro especializado en el combate de
Girón, promotor de la cultura y velador del proceso histórico regional. En el décimo quinto
aniversario de la victoria de Playa Girón, fue inaugurado por el Comandante Fidel Castro,
quedando abierto a partir de ese día, 19 de abril de 1976.
La historia contemporánea de la Ciénaga de Zapata constituye una demostración fehaciente de lo
que es capaz de lograr un pueblo cuando se propone alcanzar un fin más acorde con la dignidad
plena del hombre y actúa en consecuencia con ello.
La Ciénaga de Zapata, con un rico pasado tiene mucho que ofrecer a las nuevas generaciones y
demostrar que no sólo en el aspecto político y militar ha alcanzado lugares cimeros, sino también
en el socioeconómico. Zapata se ha ganado un sitial destacado en la historia de la humanidad, al
desterrar para siempre el fetiche de un fatalismo geográfico al que la habían condenado hasta el
triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959.

Ubicada en la costa sur de la Provincia de Matanzas, la Península de Zapata ocupa 4230 Km²
cubiertos de tupidos bosques, manglares, herbazales y vegetación costera.
En medio millón de hectáreas tienen su hábitat 9 mil especies vegetales, 160 de aves, 31 de
reptiles, 12 de mamíferos y diversidad de peces, anfibios e insectos, además de ser refugio por
excelencia para decenas de especies migratorias. Su entorno natural por una suerte de "azar
divino" la ha convertido en un lugar sui géneris.
Por el difícil acceso a esta zona natural 40 años atrás la vida del cenaguero estaba dedicada a la
actividad del carbón, la pesca y la caza.
Al ser visitada en varias ocasiones por nuestro Comandante en jefe Fidel Castro y Celia Sánchez
en el año 1959 en preocupación por los pobladores de las zonas y crear mejores condiciones a los
habitantes del mismos se decidió fomentar la actividad turísticas y otras de carácter económicas
del lugar.
El 27 de julio de 1961 queda inaugurado oficialmente La Villa de Playa Larga satisfaciendo la
necesidad del turismo nacional.
En ese mismo año pero un 19 de abril ocurre la invasión a Playa Girón. Primera gran derrota del
imperialismo en América Latina.
Por las características naturales que exhiben la península se ha incrementado el Turismo
Ecológico, floreciendo a la par instalaciones turísticas que trae aparejado el desarrollo
sociocultural de la zona posibilitando así la capacitación de personal, incrementándoses nuevas
técnicas en las comunicaciones y los servicios. Este desarrollo trae aparejado la implantación de
la informática lo que trajo como consecuencia la inauguración del Joven Club de Computación y
Electrónica enclavado en la antigua Villa de Playa Larga en el lugar que ocupaba las taquillas
para los bañistas, anteriormente almacén de Caracol.
Fechas de fundación. Localización. Sus características y
Estructura.

Nuestro Joven Club de Computación y electrónica fue


inaugurado el 19 de abril de 1998 por la Primera Secretaria
del PCC en la Provincia Yadira García Vera, Primer
Secretario de la UJC Nacional Otto Rivero, Director
Nacional de los JCCE Hector Manrreza, así como otros
dirigentes del Partido y el Gobierno.
El Club se encuentra ubicado en Playa Larga, siendo este construido con paredes de
mampostería, techo de placa, formado por dos laboratorios, uno de Soft y otro de Hard, un
lobbys, almacén, dirección y un baño.
Se cuenta con una plantilla de cuatros técnicos abarcando las dos ramas como son:
Técnico de Hard: Jesús Martínez Viera (Director).
Técnico superior de Soft: Mariela Turrielles González (Metodologa municipal).
Programador A: Araíz Oliva Cruzata.
Programador A: Katiuska Caballero Pérez.
Colaborador: Yosvany Placencia Sánchez.

Logros alcanzado hasta la fecha.


Resultados en la instrucción.

Se han impartidos diferentes tipos de cursos como Operador de Micocomputadora, Windows 95 y


sus aplicaciones, adaptando estos a las necesidades propias de la zona incluyendo niños, jóvenes,
Ama de casas y empresas tales como: Emprestur.S.A, Comercio, Salud Pública, Educación,
Gobierno, Filiar de la Academia de Ciencias (SIGMA), entre otras.

Resultados metodológicos.

A pesar de ser muy corto el tiempo de fundado nuestro colectivo realiza esfuerzos para impartir
con la mejor calidad los cursos que ofertamos, teniendo estos el rigor necesario según las
características de los planes de estudios. Además de contar con un metodólogo municipal con
buena preparación metodológica

Resultados investigativos.

Como mencionamos anteriormente se hacen esfuerzos en la auto superación y la investigación de


algunos temas que pudieran ser de interés económicos o social de la zona.

Vinculación con la comunidad.

Según las características propias del lugar se está haciendo esfuerzos para llevar a cabo este
proyecto de masivizar la computación y la electrónica pilares fundamentales en el desarrollo de la
informática para el próximo milenio.

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