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TEMA 4.

LA OBTENCIÓN Y CONSERVACIÓN DE ALIMENTOS: del


carroñeo al pastoreo y de la recolección al regadío.

GUIÓN-ÍNDICE DEL TEMA

1.- Desarrollo del equipamiento.

2.- Diversificación de las técnicas de caza.

1.- DESARROLLO DEL EQUIPAMIENTO


Con la aparición del Homo sapiens, al final del Paleolítico Medio, surge
una nueva tecnología sin duda no decidida por el azar, ya que el desarrollo de
los diferentes instrumentos es la respuesta al proceso evolutivo sufrido por el
cerebro, la mano y el ser humano en general, así como por la sociedad y el
entorno en el que se desenvuelve. Durante el Paleolítico Medio asistimos a la
diversificación de los útiles según su utilización, pero en el Paleolítico Superior
fabricaban y utilizaban ya, toda una amplia gama de instrumentos claramente
especializados. Las lascas que preferían estos hombres eran aquellas cuya
longitud es superior a la anchura, es decir las hojas y hojitas. Los fabricantes
de útiles del Paleolítico Superior debían de estar especializados en este tipo de
trabajo, ya que no parece factible que sus productos líticos, tan bien terminados
y perfeccionados pudieran ser realizados por cualquier individuo. Estas hojas,
largas, delgadas y simétricas eran extraídas de núcleos de sílex, cuarcita,
obsidiana, etc. Su talla, durante el final del Pleistoceno no podría realizarse
golpeando bruscamente una piedra contra otra, sino que debían de utilizar
unas herramientas más especializadas, como pueden ser finos percutores de
caliza, asta o madera.
De esta forma el utillaje de estos cazadores se enriqueció con toda una
serie de nuevos instrumentos considerablemente mejorados. Generalmente
considerados como el producto de culturas intrusivas, las nuevas industrias del
Paleolítico Superior parecen inscribirse cada vez más en procesos evolutivos
enraizados en los substratos regionales. Su originalidad reside menos en su en
su innovación, ya que muchos de ellos se habían experimentado desde hacía
tiempo, como en la generalización de útiles de pequeño tamaño y mucho más
ligeros. Todavía se encuentran algunos bifaces, muy bien tallados por las dos
caras y perfectamente equilibrados, que algunas veces llegan a alcanzar el
espesor de una hoja de laurel solutrense. Estos eran usados probablemente
como punta de lanza o de jabalina. Pero la mayor parte de los utensilios
surgían de hojas o lascas alargadas con alguno de los bordes cortantes. De ahí
se obtenían los raspadores, realizados sobre el extremo de una hoja y con el
frente redondeado, que servían para trabajar el cuero y la madera, buriles con
un estrecho bisel en la extremidad distal, para el trabajo del hueso o de las
cuernas y astas o bien para realizar los grabados rupestres aunque es muy
posible que para esta tarea se utilizase una simple lasca u hoja afilada
naturalmente. Por otra parte, también existían los perforadores, con la
extremidad distal muy destacada, utilizados para agujerear las pieles y
posiblemente también la madera, asta y conchas. De la misma manera se
confeccionaban cuchillos, diversas puntas y otra larga serie de útiles. La
diferencia de proporciones de los diversos tipos de útiles es lo que nos permite
individualizar los grandes conjuntos culturales del Paleolítico Superior -
Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense, Magdaleniense- cuya personalidad se
encuentra reforzada por estilos de talla concretos o a veces por la presencia de
determinados útiles; de esta forma podemos encontrar hojas auriñacienses,
hojas de laurel solutrenses, buriles de Noailles gravetienses o buriles pico de
loro magdalenienses, tipos éstos que en otras épocas se identificaron con el
nombre de fósiles directores, denominación que ha caído totalmente en
desuso.

Figura 1.- Distintos sistemas de enmangue propuestos por distintos


investigadores. Los dibujos de la punta de aletas y pedúnculo y las
puntas de muesca pertenecen al Dr. F. Muñoz.

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Figura 2.- Evolución de los distintos útiles más característicos. Hay que tener
en cuenta que el bifaz es un poco pequeño y que la hoja de laurel es
bastante grande. Todas las piezas están a escala y proporcionadas. 1
Chopping tool olduvayense, 2 Bifaz achelense, 3 Punta levallois
musteriense, 4 Blattspitze szeletiense, 5.- Punta de la Font-Robert
gravetiense, 5 Punta de La Gravette gravetiense, 6 Hoja de laurel
solutrense, 7 Hojitas de dorso magdalenienses, 8 microlítos
epipaleolíticos.

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El sílex, principal materia prima utilizada, presentaba, sin embargo un
inconveniente ya que no se encuentra en determinadas regiones con
condiciones climáticas muy adversas como es el caso del Norte de Europa,
cubierto casi permanentemente por una capa de hielo. Los hombres del
Paleolítico Superior recogían los nódulos de sílex en los aluviones de los ríos
glaciares, o bien organizaban verdaderas explotaciones mineras para extraerlo.
En ocasiones cuando el sílex era escaso en una determinada zona, se
reemplazaba por cuarcita, cuarzo, obsidiana, etc. Esta última se caracteriza por
una fractura curva y lisa que por la solidez y limpieza de cortes es muy similar
al sílex, pero por desgracia la obsidiana es todavía más escasa que el sílex.

Figura 3.- Esquema del lanzamiento de un venablo con propulsor. Estas armas
formaban parte del equipo esencial de los cazadores del Paleolítico
Superior, aunque no cabe descartar el uso temprano del arco. La mayor
fuerza que se obtenía mediante el uso de propulsores, frente a arrojar el
dardo manualmente, hacía más fácil abatir animales.

Si comparamos los instrumentos del Paleolítico Inferior, Medio y


Superior, constatamos que la talla y la forma se hacen cada vez más claras y
perfeccionadas, mientras que el volumen de las piezas tiende a disminuir. Esta
circunstancia viene determinada por la materia prima y por una incipiente
economía del sílex que les llevó a aprovechar hasta las más pequeñas lascas.
La evolución del utillaje lítico llegó hasta adoptar formas minúsculas
denominadas microlítos.
La técnica, sin embargo, supo remediar la escasez de materia prima.
Los útiles pequeños eran difícilmente manejables y por esa razón a partir del
Paleolítico Superior se adopta la costumbre de fijarlos a un astil de madera,
cuerna o de hueso, atándolos con tiras de cuero, fibras vegetales, resina, etc.
Como ya hemos dicho antes, con la llegada del Paleolítico Superior, el
utillaje se desarrolla ampliamente. Es poco probable que las hojas de dorso
rebajado del Perigordiense antiguo fuesen armas arrojadizas y hay que
considerarlas en todo caso como cuchillos. A partir del Auriñaciense I,
aparecen las azagayas de base hendida, pero este tipo de enmangue debía de
ser muy frágil y se romperían muy a menudo tanto el bisel como la punta.
Durante al Auriñaciense II las puntas de las azagayas son losángicas
aplanadas y el enmangue se debió de efectuar en el extremo de un astil abierto
y posteriormente atado con tendones o tiras de cuero. Durante el Auriñaciense
III aparecen las azagayas bicónicas mientras que durante el Auriñaciense IV lo
hacen las azagayas de bisel simple. Por último en el Auriñaciense V, estas

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mismas azagayas de bisel simple aprovechan la rugosidad interna del hueso
para asegurar una mayor adherencia al astil.
Las puntas arrojadizas de piedra tienen una gran importancia durante
este período, adaptándose a las nuevas técnicas de caza. De esta forma
durante el Gravetiense encontramos las Puntas de la Gravette aunque su
mayor auge se realiza a lo largo del Solutrense dónde se hallan las puntas de
cara plana, las hojas de laurel y las puntas de muesca. En el área mediterránea
durante la fase final de este momento cultural, aparece una pieza de gran
importancia cinegética como es la punta de aletas y pedúnculo.
En el Magdaleniense aparecen las azagayas de bisel doble y los
arpones que en un primer momento apenas tienen dientes, desarrollándose
con posterioridad una hilera mucho más exenta y por último sobre los dos
bordes. En cuanto a la industria lítica de este período, en los estadios finales
hallamos las puntas de Laugerie-Basse, más o menos foliáceas con retoque
semiabrupto que retoman la tradición de las Flechettes perigordienses. Así
mismo durante este período existe también un tipo de punta de muesca muy
diferente de la que encontrábamos en el solutrense.
De cualquier forma, en este punto podemos hacer una reflexión sobre
los instrumentos prehistóricos, y es que la aparición de útiles, marcó el inicio de
la humanidad. Un objeto cortante encontrado de forma natural en la naturaleza
pudo haber sido utilizado de una forma inconsciente, pero el útil elaborado
conlleva una determinada actividad cerebral y una reflexión propias de los
humanos. En el momento en que aparecieron los útiles que utilizaban para
transformar los objetos, el hombre rompió definitivamente con el último lazo
que le ligaba al mundo animal, realizando a partir de entonces un trabajo
consciente y organizado en el que el pensamiento dirigía las acciones que se
debían realizar y las etapas a franquear que conducían inexorablemente al
hombre hacia las vida social y la civilización.

2.- DIVERSIFICACIÓN DE LAS TÉCNICAS DE CAZA.


El hombre del Paleolítico Superior no vagaba errabundo por el viejo
continente de un lugar a otro esperando que surgieran los alimentos a su paso.
Por el contrario explotaba una región de un modo razonablemente lógico,
sabedor de que en ciertas zonas y en determinadas estaciones del año podía
encontrar abundante alimento vegetal, o que en otras áreas, ciertas especies
de animales realizaban migraciones estacionales y se reunían en un punto de
forma periódica. De este modo, el grupo se trasladaba siguiendo un ciclo anual
hasta llegar a conocer ese territorio de una forma detallada.
Es evidente que el hombre del Paleolítico Superior sabía explotar su
capacidad intelectual mucho mejor que sus predecesores y su utillaje era
claramente más perfeccionado. Sin duda ya debían de tener un cierto lenguaje
estructurado que permitía a los miembros de la tribu organizar unas estrategias
de caza y discutir su desarrollo. Actualmente los investigadores no se ponen de
acuerdo sobre el sistema utilizado para cazar los animales de mayor tamaño,
como los mamuts, elefantes o rinocerontes lanudos. Algunos de ellos
consideran que la simple fuerza humana no era suficiente para enfrentarse a
un animal de ese tamaño y por tanto debían de utilizar algún sistema de
trampas. Lo que sin duda es cierto, es que en numerosos yacimientos
aparecen restos de estos grandes mamíferos y por tanto hay que pensar que

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para cazar a un gigante como es un mamut, se necesitaba mucho coraje,
fuerza, habilidad y cooperación entre los cazadores del grupo.
Para cazar animales de menor tamaño, pero más rápidos, hacía falta
poner a punto otro tipo de estrategias. Por ejemplo era un error atacar un
rebaño de ciervos o caballos de frente, cosa que sin duda se debió de realizar
muy a menudo, pero estas experiencias no eran rentables. Para ello, y
ayudados por ese gran cerebro, idearon sistemas para cazarlos en masa, cuya
prueba queda patente en la espesa capa de esqueletos de caballos hallados en
el yacimiento de Solutré (Francia). Ahí los cazadores esperaban que el rebaño
de équidos estuvieran en la alta meseta pastando y cuando lo creían oportuno
los asustaban hacia el acantilado de más de 200 metros por donde se
precipitaban. Esta trampa se debió de utilizar a lo largo de muchas
generaciones ya que una capa de ese espesor no es el producto de una única
temporada de caza.
Pero no sólo se aplicó la astucia cazadora de esta forma, sino que
también inventaron determinados útiles que facilitaron las labores cinegéticas.
El arco parece una invención bastante tardía, aunque en realidad ignoramos
como y cuando se efectuó. Sin duda se debió de producir de una forma
simultánea en diversos lugares y en diferentes épocas. Lo que sin duda es
cierto es que este descubrimiento estuvo precedido de otro de singular
importancia como es el propulsor. Este útil esta compuesto por un fuste más o
menos largo, normalmente de 20 a 30 centímetros con uno de los extremos
terminados en gancho donde se apoyaría el dardo. Algunos de estos artefactos
están ricamente decorados como el de Mas d'Azil (Francia), aunque
generalmente tienen todos algún tipo de decoración más o menos elaborada.
El gesto de lanzamiento de este útil es parecido al lanzamiento de jabalina,
prolongado por una rápida rotación del propulsor que imprime al dardo una
gran fuerza. Experimentalmente se han conseguido blancos aceptables sobre
distancias de hasta 75 metros pero su efectividad es óptima sobre una
distancia de 25 metros.
Suponemos que también se debieron de utilizar las hondas, boleadoras,
lazos, etc. pero todas estas astuciosas invenciones no tuvieron el valor que
tuvo el arco, siendo la primera "maquina" que se inventó. Hasta ahora todas las
armas habían sido propulsadas por la fuerza del brazo del hombre, pero en el
arco la fuerza se acumula en la cuerda o tendón que se va tensando poco a
poco y adquiere una gran fuerza al ser soltada. Como decíamos antes su
invención debió de producirse en un momento final del Paleolítico Superior
aunque nosotros personalmente pensamos que los puntas de aletas y
pedúnculo halladas en los niveles encuadrables en el Solutrense Superior
Evolucionado, únicamente se podían disparar con arco.
También la pesca y la recolección de mariscos formaron parte de la
actividad de la población paleolítica. La pesca se realizaba en los ríos y en la
inmediación de las costas, por ello, los restos de peces que aparecen en los
yacimientos son principalmente los salmónidos (salmones y truchas). Esta
pesca se efectuaría a mano o bien mediante útiles óseos como pueden ser los
arpones. el marisqueo queda perfectamente documentado en casi todos los
yacimientos no sólo como aprovechamiento alimenticio, sino como soporte de
adornos y colgantes.

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BIBLIOGRAFÍA BÁSICA Y COMPLEMENTARIA PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

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