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Marcuse muestra un análisis muy profundo y duro en cuanto a los procesos de cambio, a
pesar de eso él reconoce «la posibilidad de alternativas» y los diferentes caminos y sobre
todo la tarea de la filosofía en este aspecto. Una nota al pie muy curiosa de su libro El
hombre unidimensional dice: “«Todavía existe el legendario héroe revolucionario que
puede derrotar incluso a la televisión y a la prensa: su mundo es el de los países
‘subdesarrollados’» (Herbert Marcuse, El hombre unidimensional,
Pero la pretensión de hacer posible el distanciamiento a través del arte para evitar la
dominación, muestra claramente un problema que impide utilizarlo como medio de
evasión. Según Marcuse, el arte es capaz de sacarnos de la vida diaria, nos hace ver la
realidad de otra forma porque nos coloca en otra posición. Sin embargo, el arte está
distanciado, pero no separado de la realidad porque está mercantilizado, por lo tanto, no
se puede utilizar como medio de evasión porque está bajo el control de la clase
dominante, como el resto de los ámbitos de la sociedad.
En diferentes pasajes se evidencia su idealismo que luego se traduce a su militancia
política. Esta contradicción es reconocida por Marcuse, quien vivió en una eterna disputa
teórica acerca de la interrogante fundamental de si la sociedad tenía la posibilidad o no de
cambiar desde adentro y por tanto de trascender el statu quo. Está clara la existencia de
esperanza en su pensamiento, aunque el análisis de la realidad y los acontecimientos se
contrapongan a este tema. Para ilustrar esta contradicción, en sus conclusiones sobre el
«hombre unidimensional» Marcuse cita al final una frase de Walter Benjamin que dice lo
siguiente: «Sólo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada la esperanza» (Herbert
Marcuse, El hombre unidimensiona
Problema psicológico, problema político
En la era presente, se han invalidado las fronteras entre la psicología por un lado y la
filosofía social y política por el otro, gracias a la condición actual del hombre. Por eso
en Eros y civilización hace uso de categorías psicológicas, ya que antes los procesos
psíquicos, antiguamente autónomos e identificables ahora están siendo absorbidos por la
función del individuo en el estado, por su existencia pública. «Por lo mismo los problemas
psicológicos se transforman en problemas políticos»: el desorden privado refleja más
directamente que antes el desorden de la totalidad, y la curación del desorden personal
depende más directamente que antes de la curación del desorden general.
La psicología puede ser elaborada y practicada entonces como una disciplina especial tan
sólo en tanto la psique pueda mantenerse a sí misma contra el poder público, en tanto la
vida sea realmente deseada y construida por sí misma, y afirma Marcuse, que si el
individuo no tiene ni la habilidad ni la posibilidad de ser para sí mismo, los términos de la
psicología llegan a ser los términos de las fuerzas sociales que definen la psique.