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PRODUCCIÓN
Modelos. Lean
management
Colección: Monografías
Serie: ADMINISTRACIÓN / MARKETING
Esta monografía está formada por un capítulo del libro:
ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y
DIRECCIÓN DE OPERACIONES
Autor: Lluís Cuatrecasas Arbós
(Obra completa publicada por Ediciones Díaz de Santos). Puede ocurrir que
en el texto de esta monografía se haga referencia o citen otras páginas que
correspondan a otros capítulos de la obra completa, esto sería normal al
haberse respetado la paginación original.
http://ediciones.diazdesantos.es
ediciones@diazdesantos.es
ISBN 978-84-9969-354-5
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La actividad productiva que desarrolla una empresa debe estar organizada de ma-
nera que logre los objetivos previstos optimizándolos en lo posible, técnica y económi-
camente, con el empleo de los sistemas de gestión más adecuados y avanzados.
En efecto, tan importante como obtener el producto adecuado, es hacerlo con
el mínimo empleo de recursos, por medio del proceso oportuno, convenientemente
gestionado, con unos costes, tiempo y volumen de stocks mínimos y la máxima cali-
dad posible. En lo referente a los costes, habrá que tener en cuenta no solo los deri-
vados del proceso y consumo de recursos, sino también los fijos y las amortizaciones
de las inversiones correspondientes.
En este aspecto, debemos hacer hincapié en que una producción técnicamente
correcta pero con un coste más allá de lo admisible, no tendrá interés alguno para la
empresa. De ahí, que los aspectos técnicos de la empresa, desarrollados normalmente
por ingenieros, estén estrechamente vinculados con los económicos, y que a los res-
ponsables técnicos de la producción se les exija ante todo un control sobre el coste y
las inversiones.
Sin embargo, no siempre ha sido así. Hasta el nacimiento de la organización
como ciencia, en los albores del siglo XX, los aspectos económicos y de organización
no tenían relevancia alguna. Hasta que se introdujo la metodología científica en la
organización del trabajo, los esfuerzos de los empresarios y de los ingenieros en par-
ticular estuvieron dirigidos hacia el desarrollo de más productos tecnológicamente
mejores, sin contar con aspectos como el coste, la productividad, los métodos de
trabajo, los tiempos de producción, etc.
Fueron los propios ingenieros quienes propiciaron el desarrollo de la organización
como ciencia. Desde entonces y con la utilización del método científico aplicado a la
organización, la producción en todos y cada uno de sus aspectos ha evolucionado con
resultados espectaculares, con la introducción, como se verá, de métodos científicos
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80 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
En el mismo año, J. F. Krafcick utiliza, por primera vez, el término «lean produc-
tion» que, años más tarde, empieza a traducirse por el de «producción ajustada», el
cual sigue pretendiendo basarse en la filosofía y técnicas del Just in Time y extender-
las a todos los ámbitos relacionados con la producción y dirección de operaciones;
la idea sigue siendo racionalizar, normalizar y simplificar los sistemas productivos
y su implantación, antes de aplicar más o menos intensivamente la tecnología y la
automatización.
El creciente dinamismo e impredecibilidad del entorno en que se mueven los sis-
temas productivos exigirán que éstos estén gestionados, cada vez más, con una fuerte
dosis de frugalidad en el empleo de recursos y flexibilidad en la gestión, lo que ha
llevado a hablar, en pleno siglo XXI, de la agile production o producción ágil, la nueva
proyección de la producción ajustada, que pretende priorizar la inversión en capital
humano y sistemas de información y comunicaciones, integrando la información y
la tecnología de producción, la formación polivalente de los recursos humanos y su
operativa basada en equipos de trabajo, los procesos aligerados en tiempo de desarro-
llo y ejecución (basándose en los principios de la denominada ingeniería simultánea)
y la calidad total en todos los procesos y actividades que abarcan la producción y
dirección de operaciones.
Como se verá, estos enfoques, que seguiremos resumiendo con el término produc-
ción ajustada, permiten gestionar la producción de forma que no se trate de maxi-
mizar los volúmenes de producción sin más; estos enfoques de la gestión consideran
como objetivo producir para la demanda en la clase, cantidad y momento que ésta
precise los productos del sistema gestionado, por lo que no apoya sus bajos costes en
las economías de escala derivadas de los volúmenes elevados de producción, lo cual
no significa que estas economías no puedan ser utilizadas en aspectos que cumplan
con la filosofía de la producción ajustada, es decir, la minimización del consumo de
recursos, como por ejemplo en lo relacionado con los métodos de trabajo.
El enfoque de la producción ajustada, además, trata de que cada actividad se haga
cuándo y cómo se precisa, rompe con la especialización del trabajador preconizando
la polivalencia, lleva al límite los sistemas de sugerencias y grupos de mejora con
los trabajadores, a fin de que éstos participen también en el desarrollo y mejora de
procesos de producción, etc.
La evolución habida en los sistemas de gestión de la producción ha tenido lugar
paralelamente a la que se ha dado en el comportamiento de los mercados y nuevos
aspectos vinculados a la competitividad, de forma que podemos confeccionar la si-
guiente tabla de aspectos que se han visto alterados:
SITUACIÓN INICIAL: NUEVA SITUACIÓN:
Mercados en expansión Nivel excesivo de oferta para la demanda
Productos poco variados Gran variedad de producto
Alta normalización del producto Nivel elevado de personalización
Calidad: un factor más Calidad total, condición previa
Cliente poco exigente Alto nivel de exigencia del cliente
Plazos de entrega no acuciantes Plazos de entrega muy cortos
Servicio postventa no relevante Gran importancia de todo servicio anexo
Ciclo de vida largo Ciclo de vida cada vez más corto, que genera
necesidad de cambios cada vez más rápidos
86 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
el sistema (que Ohno observó) en los EE UU tenía y no podía evitar, fruto de sus
evidentes limitaciones.
En estos principios de ahorro de cualquier consumo de recursos innecesarios, se
basaron el nuevo planteamiento que Toyota denominó Just In Time (Justo a Tiempo
o JIT), que conducía a producir solo lo que se demandaba y cuando se demandaba
por parte del cliente que, con frecuencia, no es otro que el proceso que viene a con-
tinuación del nuestro en la cadena de valor del producto. Un conjunto de técnicas
de gestión que se expondrán más adelante, se han desarrollado a la luz del JIT y los
postulados de Ohno, en un sistema mucho más flexible y participativo.
En los EE UU y países occidentales, los nuevos sistemas de gestión de la pro-
ducción se han ido imponiendo paulatinamente en la medida que ha presionado
la situación de la actividad propia de cada empresa y los productos y mercados en
los que actúa y en la medida que la idiosincrasia de cada empresa lo ha permitido.
En los Estados Unidos se creó la American Production and Inventory Control Society
(APICS), que dedica sus esfuerzos a la implantación de los nuevos sistemas de ges-
tión, y en especial en las técnicas basadas en el JIT.
Los distintos enfoques de la gestión de los sistemas productivos han dado lugar a
distintos modelos, cada uno de los cuales pretende optimizar la eficiencia y competiti-
vidad, de acuerdo con su línea de pensamiento. La Figura 5.3 muestra los tres modelos
de gestión en que se agrupan los enfoques actuales: el más tradicional, basado en la
producción en masa, el más avanzado que, sin duda, responde a la producción ajustada
o lean y, finalmente, otros enfoques alternativos que hemos personalizado en el modelo
de gestión basado en las limitaciones o cuellos de botella, modelo ampliamente conoci-
do y utilizado en el mundo actual.
Para ilustrar la operativa con cada modelo de gestión, utilizaremos un proceso
constituido por tres operaciones A, B y C (véase en la figura), con tiempos dispares de
3, 5 y 2 minutos. Si pretendemos implantar el proceso sin más, aunque sea en flujo
lineal y transferencia unidad a unidad, se producirán toda clase de desajustes y desde
luego, despilfarros. Así por ejemplo, a la operación B más lenta y que llamaremos
cuello de botella, se le amontonarán las unidades de producto (stocks en proceso) que
recibe cada 3 minutos, dado que no puede enviar a la operación siguiente más que
una cada 5 minutos. Por el contrario, la operación C solo trabajará 2 de cada 5 mi-
nutos, ya que termina en 2 minutos su actividad para cada unidad de producto, pero
recibe solo una cada 5 minutos, lo que le supondrá tiempos de espera. Finalmente, el
proceso completo permitirá obtener una unidad cada 5 minutos, que es lo que podrá
entregar la operación C y que en definitiva es el ritmo del cuello de botella. Este
tiempo, el que media entre dos entregas de producto acabado, se denomina tiempo
de ciclo.
94 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
ni, por tanto, ningún desequilibrio que resolver. Sí habrá, en cambio, stocks en
todas y cada una de las actividades del proceso.
b) Gestión basada en la producción ajustada, en la línea del Just in Time. El siste-
ma de gestión y la optimización de la productividad, se darán en este caso de
forma radicalmente opuesta al caso anterior. Ahora lo que importa es el proceso
integrado por varias operaciones (tres en el proceso de la figura) que habrán de
estar debidamente coordinadas.
Se tratará de implantar una producción en flujo, unidad a unidad, para lo que
será conveniente una distribución en planta en línea o cadena con las opera-
ciones lo más cercanas posible entre ellas; para resolver los problemas que ya
sabemos que ello va a acarrear (stocks en la actividad B y tiempos de espera en
la C), será conveniente sincronizar las operaciones entre sí, lo que supondrá
equilibrar el proceso.
La sincronización total y por tanto de personas y materiales será uno de los
objetivos del sistema, sobre todo cuando se trate de implantar el Just in Time.
Para lograrlo deberá partirse de operarios polivalentes (capaces de trabajar en
distintas operaciones) y asignar a cada uno las actividades que correspondan,
de las distintas operaciones, a fin de igualar los tiempos de ciclo de cada ope-
rario, para lo cual será de gran interés que todos ellos (los tres en el proceso
de la Figura 5.3) formen un «equipo de trabajo». Con ello no pretendemos
haber resuelto el problema de sincronizar el proceso, ya que es muy complejo
y exige una exposición mucho más extensa y detallada, cosa que haremos en
esta obra, más adelante; lo que aquí se ha pretendido es dar una orientación
general.
c) Un enfoque alternativo: la gestión basada en las limitaciones. Los dos tipos de
enfoque de la gestión y optimización del sistema productivo que acabamos de
exponer se corresponden con los dos grandes patrones de gestión que imperan
en la actualidad, tal y como se ha dicho repetidamente. Sin embargo podemos
decir que representan dos extremos y que es difícil encontrarlas «en estado
puro», ya que en efecto, un sistema productivo gestionado con un patrón ex-
clusivamente tradicional y sin tratar de evitar algunos de los despilfarros, resul-
ta difícil de encontrar en la actualidad; sin embargo, los sistemas JIT también
puros, están reservados, al menos en la actualidad y en el mundo occidental, a
unas pocas empresas «excelentes».
Entonces nos podemos preguntar, ¿cómo orientará su gestión una empresa
«normal»? En esencia, tratará de implantar un sistema basado en los princi-
pios de la producción ajustada, en la cual, la eficiencia y flexibilidad debe-
rán alcanzar los niveles que les exija la competitividad que precisen (la que
les impongan sus competidores en función del tipo de sistema productivo
que, a su vez, tengan implantado); ello supondrá una gestión basada en el
proceso y por tanto en la coordinación de sus operaciones (¡debemos olvidar-
nos de la gestión por operaciones independizadas, ya!, puesto que la gestión
basada en los procesos sí que está ampliamente arraigada en las empresas),
en la que la sincronización y la eliminación de los despilfarros alcanzarán
niveles «asequibles».
96 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
una serie dada, su incidencia será mucho menor que si la serie fuera solo de
1.000 unidades.
• Operativa por lotes de transferencia grandes, entendiendo por lote de transfe-
rencia, la cantidad de producto que se envía a la vez de una operación a otra.
Puede tratarse de un contenedor u otro elemento cualquiera que permita al-
bergar una cierta cantidad de producto. El tamaño de un lote de transferencia
grande, al igual que sucedía con el de producción, permite eludir problemas
que, de otra forma deberían afrontarse y, en particular, supone mantener a
los puestos de trabajo con material suficiente para asegurar que no paren (y
pierdan productividad). Además, dado que los contenedores u otro tipo de lote
de transferencia deben transportarse de un puesto de trabajo a otro, cuanto
mayores sean, menos viajes habrá que hacer.
• Producción con enfoque push sobre previsiones, que supone que la produc-
ción se lleva a cabo atendiendo a la capacidad máxima de la planta (recorde-
mos que la productividad es la gran baza de la competitividad para este mo-
delo), para después «empujarla» (push) al mercado hasta lograr «colocarla»
como sea (incluyendo rebajas, liquidaciones y saldos).
• Tendencia a la implantación funcional tipo taller, aunque el ensamblaje suele
llevarse a cabo en cadena. En efecto, la implantación funcional se adapta muy
bien a los principios de la producción masiva, ya que prefiere que cada opera-
ción se desarrolle independientemente, lo que puede lograrse muy bien con
la implantación funcional (o talleres en el caso de fabricación). Además, en la
implantación funcional, las operaciones (con máquina o sin ella) del mismo
tipo se hallan juntas, lo que es una ventaja para el trabajador especialista, tan
típico de la empresa convencional. Por otra parte, la implantación funcional
permite disponer de una gran flexibilidad a la hora de aprovechar los equipos
de producción, ya que combinando rutas se pueden producir componentes o
productos muy distintos (flexibilidad que le viene muy bien a un sistema de
producir tan rígido como la producción convencional en masa). Además, el
que varios procesos puedan compartir una misma máquina o equipo de pro-
ducción (como en el caso de la implantación funcional), permite amortizarla
al máximo, algo que preocupa a este modelo de gestión, que no admite que
los recursos que han supuesto una inversión se hallen parados en ningún caso
(algo que no ocurrirá ni con el sistema basado en las limitaciones ni con la
gestión lean).
• Trabajadores especialistas que operan siempre en actividades de su especia-
lidad, lo que hemos mencionado al referirnos a las ventajas de una implan-
tación funcional con las máquinas u operaciones del mismo tipo juntas y,
también, a la mayor posibilidad de obtener una elevada productividad si los
trabajadores son expertos de sus tareas. De hecho y, sobre todo en el mundo
occidental, los sistemas productivos y su ámbito social están estructurados
alrededor del personal especializado y con categoría laborales (por ejemplo,
tornero de primera, de segunda, etc.), por lo que este aspecto, el tipo de
personal productivo, es uno de los grandes obstáculos para evolucionar hacia
otras formas de trabajar.
MODELOS DE GESTIÓN DE LA PRODUCCIÓN. LEAN MANAGEMENT 99
• Calidad con tendencia a ser gestionada por control al final del proceso y, por
tanto, dando lugar a reprocesados de lo que ya había sido elaborado, lo que
también se conoce como «retrabajo» o rework. Esto se debe, en gran medida,
a que en aras de la máxima productividad (¡una vez más!), el operario que
está en los puestos de trabajo de un proceso, solo debe ocuparse de producir
y producir (con una prima por producción, para asegurarlo), lo que le exime
de tareas indirectas como el control y aseguramiento de la calidad. La calidad
controlada al final de proceso, seguida de retrabados para enmendar los fallos
detectados, es una forma muy costosa y poco segura de garantizar la calidad
de lo que se envía al cliente, además de alargar (¡aún más!) el plazo de entrega
del producto.
• Mantenimiento máquinas y equipamientos gestionado por reacción ante inci-
dencias, como por ejemplo una avería. Suena extraño que, en la actualidad,
cuando los sistemas de mantenimiento preventivo están tan desarrollados,
haya plantas en las que se prefiera esperar al problema que prevenirlo, pero
si lo pensamos un poco se nos ocurre una razón: la falta de motivación. ¿Por
qué? Pues porque los sistemas convencionales de producción en masa suelen
utilizar implantaciones funcionales, en las que cada operación se halla in-
dependizada físicamente y garantizada esta independencia con stock que la
desvincula de las demás. Si ocurre un problema, se resuelve, pero el resto de
la planta sigue operando. Con implantaciones en flujo, con el peligro de de-
tención de todo el proceso al menor problema, habría la motivación necesaria
para asegurar la disponibilidad de los equipos de producción en todo momen-
to.
¿Cuáles son las consecuencias inmediatas de esta forma de trabajar? Podríamos
citar —entre otras— las siguientes:
• Desequilibrado del flujo debido a la tendencia a maximizar la productividad
puesto a puesto, como ya ha sido expuesto, pero también debido a la rigidez
que implica la utilización de personal especializado que no se mueve de de-
terminado tipo de operación.
• Stock en proceso (lo que, además, genera esperas) por causa del desequilibrio
anterior.
• Stock en proceso (y, de nuevo, esperas) también por el elevado tamaño de lotes
de transferencia que suponen de por sí un stock en cada puesto de trabajo.
Además, el gran tamaño del lote de producción genera más stock, como vere-
mos más adelante.
• Dificultad en producir una variedad elevada de productos, sobre todo debido
al gran tamaño de los lotes de producción, cada uno de los cuales puede llevar
mucho tiempo su producción. Curiosamente, la experiencia, me ha llevado a
deducir que muchas de las empresas que deciden cambiar a una nueva forma
de gestión lo hacen por este problema.
• Colas a la entrada de las operaciones. La implantación funcional, con produc-
tos distintos que convergen en la misma operación, es una de las razones. El
desequilibrio y el stock que éste genera es otra de ellas.
100 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
• Tiempo de entrega de cada lote de producción muy largos, sobre todo por el
tamaño de los lotes de transferencia, las colas y las esperas derivadas de las
acumulaciones de stock. El tamaño de los lotes de transferencia, sin embargo,
es la razón principal. Imaginemos un contenedor con 1.000 piezas, cuyo pro-
ceso en una operación dada lleva un minuto. Si la pieza no tuviera que esperar
a que se complete el contenedor, al minuto de entrar en la operación podría
avanzar hacia la siguiente, pero al tener que esperar, esta pieza (y todas las
demás) avanzarán a los mil minutos (¡¡casi diecisiete horas!!) y luego ocurrirá
lo mismo en la siguiente operación y en la siguiente, etc.
Ya hemos comentado alguna de las razones por las que este modelo de gestión
puede no ser competitivo. En general, en el mundo actual, la falta de competitividad
de la gestión convencional en masa puede ser debida, entre otras razones, a:
• Aún y con toda la productividad con la que opera y las economías de escala
que persigue, el coste puede no ser suficientemente bajo debido a la gran
cantidad de despilfarro que acompaña al sistema: stock en grandes cantidades,
mucho tiempo perdido, mucho producto que hay que vender, calidad dema-
siado cara, etc.
• La productividad y el coste además no son suficientes en la actualidad para
asegurar la competitividad. Normalmente será necesario que vengan acompa-
ñados por un tiempo de respuesta rápido (que la producción en masa está muy
lejos de tener), calidad asegurada (lo mismo) y flexibilidad para adaptarse al
mercado (muy difícil en este entorno productivo). Hay una sentencia popular
que deja claro lo que exige la competitividad: un producto bueno, bonito y
barato.
• Operar a gran escala es cada vez más peligroso ya que los mercados están cada
vez más saturados y «colocar» un gran lote de producción puede ser todo un
problema, sobre todo si no se quiere renunciar al beneficio de los costes bajos,
perdiéndolo al vender a un precio más bajo del previsto.
• La poca diversidad de producto que es capaz de afrontar un sistema que opera
en grandes lotes, como ya hemos expuesto, es un problema cada vez mayor
para mantenerse en mercados exigentes.
Figura 5.5. Disposición en planta funcional (tipo taller) muy adecuado para la producción en masa.
MODELOS DE GESTIÓN DE LA PRODUCCIÓN. LEAN MANAGEMENT 103
ajustada, pero con un nivel de exigencia variable por lo que hace referencia a la sin-
cronización y eliminación de todo atisbo de despilfarro.
El modelo de gestión TOC es debido a E. Goldratt y toma como punto de refe-
rencia los cuellos de botella del sistema productivo y su ciclo.
En efecto, la gestión basada en las limitaciones, parte de que el tiempo de ciclo
de un proceso se halla supeditado al de sus cuellos de botella —las operaciones cuya
capacidad es menor que la exigida. Por esto, tras aconsejar la mejora de la capacidad
de dichos cuellos de botella hasta donde sea posible, se ajusta el ritmo del proceso al
de los cuellos de botella, avanzando el producto por lotes o en flujo, pero sincroniza-
damente (la sincronización es una característica fundamental del modelo por lo que,
a veces, se le conoce como producción sincronizada).
De esta forma, en las operaciones no cuellos de botella habrá un sobrante de
tiempo que empleará para absorber los desequilibrios que indefectiblemente se pro-
ducirán.
Por el contrario, en los cuellos de botella no debe permitirse en modo alguno
que afecten los retrasos provocados por los desequilibrios procedentes de operaciones
anteriores, por lo que se dispondrá de un stock de seguridad en estas operaciones. Así
pues, en lo referente a los stocks estamos ante un modelo, en cierto modo interme-
dio, entre los dos anteriores: en él solo se precisarán stocks en las operaciones cuello
de botella.
Por lo que hace referencia a la gestión basada en las limitaciones o cuellos de bo-
tella, podemos considerar que es un representante genuino de los esfuerzos que se
desarrollaron en paralelo a la irrupción de la gestión lean, para elaborar un modelo
de gestión que utilizara conceptos avanzados e innovadores, algunos en la línea de
la gestión lean, tales como orientar la gestión al proceso y no a cada una de las ope-
raciones independientemente, mantener un equilibrado en el flujo del proceso en
lugar de primar la productividad de cada una de las operaciones, eliminar el stock
en proceso y admitir que una máquina pueda detenerse si está produciendo más allá
de lo necesario.
La gestión basada en las limitaciones o TOC supone un avance claro respecto a
la gestión convencional y, además, es conocida y utilizada de forma universal. Ello es
debido, en buena medida, a que permite mejorar ostensiblemente el rendimiento de
un sistema productivo, aunque se rija por patrones convencionales, tales como una
implantación funcional, trabajadores especialistas y entregas de materiales push y,
además, lo consigue de una forma realmente sencilla, todo lo cual es lo contrario de
lo que ocurre con la gestión lean.
Figura 5.7. Proceso equilibrado al ritmo del cuello de botella y mejora de éste.
106 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
Así pues, es muy importante determinar qué acciones pueden mejorar la eficien-
cia de los cuellos de botella. Veamos algunas de ellas:
• Evitar cualquier tipo de paro en los cuellos de botella (cambios de turno,
descansos, mantenimiento, etc.) en horario de producción, de forma que se
lleven a cabo fuera de horario o que no sea preciso detener el proceso (por
ejemplo, en un descanso del personal, que la máquina no pare, sino que se
cambie la persona).
• Evitar producir en los cuellos de botella piezas que no se requieren de una
forma inmediata. Por ejemplo, evitar la tendencia a producir lotes mayores
que los que realmente precisa la demanda, para evitar un exceso de prepa-
raciones o cualquier otra razón (en todo caso, resolver este problema).
• Realizar los controles de calidad antes de proceder a las operaciones cuello
de botella, ya que, de lo contrario, éste procesaría unidades de producto
que no computarían en la producción final, reduciéndose su capacidad
real.
• Desviar los procesos de piezas que puedan llevarse a cabo con un recurso no
cuello de botella a otros recursos. En realidad, los cuellos de botella pueden
llegar a «crearse» debido a una actitud tendente a canalizar las operaciones
hacia determinadas tecnologías, máquinas o personal muy experto, debido a
su capacidad diferencial de operar con eficiencia, convirtiéndolos así en cue-
llos de botella.
• Modificar el diseño de piezas para eliminar o simplificar las operaciones en
los cuellos de botella. Este caso puede ser una variante del anterior, debido
a la tendencia a diseñar los productos para poder aprovechar las tecnologías,
máquinas o personal expertos allí referidos.
• Utilizar, si cabe, personal o equipos de bajo rendimiento para apoyar los re-
cursos cuello de botella. En efecto, con ello podrá ocurrir que se reduzca la
productividad de tales recursos, pero la producción del cuello de botella au-
mentará y, con ello, la de las demás operaciones del proceso, con lo cual todas
y cada una de ellas mejorarán su productividad y, lo que es más importante, el
proceso también.
• Preparaciones rápidas en las máquinas que integran los cuellos de botella, ya
que de esta manera estarán menos tiempo paradas. Las operaciones no cuello
de botella no precisarán mejorar los tiempos de preparación (aunque ello po-
drá depender de la cuantía de éstos) pues, como dice el mismo Goldratt, todo
tiempo ganado en un no cuello de botella es un espejismo.
• Disponer de un stock de seguridad frente a los cuellos de botella para que no
le afecten los desequilibrios del sistema, como veremos a continuación.
Con estas u otras acciones puede mejorarse el ritmo del cuello de botella y, con
ello, el ritmo de todo el proceso, como muestra la Figura 5.7, al pasar el ritmo del
cuello de botella (y con ellos, el de las demás operaciones) de 5 minutos a 4.
En realidad, el hecho de que cada operación se lleve a cabo a un mismo ritmo no
implica realmente que el proceso funcione a este ritmo, debido a que el mismo es,
en mayor o menor grado, el resultado de una media (decimos: hoy hemos producido
150 piezas en una jornada de diez horas, luego hemos operado a un ritmo de una
MODELOS DE GESTIÓN DE LA PRODUCCIÓN. LEAN MANAGEMENT 107
pieza cada 4 minutos). Pero el hecho de que exista una variación en el ritmo real
de producción de cada operación podrá hacer que el proceso no opere a este ritmo.
Veamos un ejemplo:
Una operación funciona con un flujo de 1 kg. por minuto durante 5 horas
y 2,33 kg. por minuto durante otras 5 horas (por lo que se trata de un flujo
irregular). Veamos cuál es su capacidad:
Capacidad: 1 x 60 x 5 + 2,33 x 60 x 5 = 300 + 700 kg en 5+5 h = 1.000
kg en 10 h.
La operación que sigue a ésta no podrá cumplir con este ritmo, ya que los
primeros 300 kg los recibe en 5 h y los debería haber recibido en 3 h
(100 kg/h). El retraso de 2 h con que comienza los otros 700 kg se manten-
drá aunque ajuste su flujo a su capacidad y no podrá entregar los 1.000 kg
en diez horas sino en doce.
Veamos qué ocurre en realidad: si una producción se lleva a un ritmo promedio
de una unidad cada 4 minutos, puede ocurrir, por ejemplo, que:
L
legue una unidad a los 3 minutos a una operación. Cómo ésta se hallará ocu-
pada durante cuatro minutos en la unidad anterior, esta ganancia de tiempo se
perderá esperando que la operación acabe con dicha unidad anterior.
L
legue una unidad a los 5 minutos a una operación dada. Ésta llevará un
minuto esperando la llegada de la citada unidad, pero cuando proceda con
ella, estará ocupada durante sus 4 minutos con la misma (sobre todo si se trata
de un cuello de botella), por lo que el retraso se arrastrará hacia el final del
proceso (recogiendo, quizás, más retrasos en otras operaciones).
Ante esta situación, pues, los adelantos no sirven para nada y los retrasos retrasan
la entrega y el proceso no podrá operar al ritmo —promedio— de cada operación,
aunque sean todos iguales.
¿Qué hacer en este caso? Goldratt nos da su solución: que los no cuellos de bote-
lla que aún tengan sobrante de tiempo aunque el cuello de botella haya mejorado su
ritmo, que lo aprovechen para recuperar los tiempos perdidos por el supuesto 2) de
retraso en la recepción del producto. Las demás operaciones, en principio los cuellos
de botella, dado que no pueden absorber retrasos, ¡que no los tengan! Así de fácil.
Pero ¿cómo? Simplemente, disponiendo de un stock de seguridad para que tengan
garantizada la capacidad de operar con una unidad de producto en cuanto acaben
con la anterior.
No deja de ser sorprendente que en lo referente al stock, como en otros aspectos,
la gestión basada en las limitaciones podemos considerar que supone un estadio in-
termedio entre la gestión convencional (que tiene stock en todas las operaciones) y el
lean management (que trata de eliminarlo en todas ellas). La Figura 5.3 nos mostraba
esta situación de una forma muy clara.
Por otra parte, como aspecto realmente diferencial de la gestión TOC, hemos
de considerar que cada recurso mantiene su capacidad que, de ser inferior a la que
se pretende alcanzar en la producción, nos encontramos con el auténtico concepto
de cuello de botella. En tal caso puede seguir operándose como en la implantación
108 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
La ganancia es, en verdad, muy grande para lo poco que costaría implementarla,
¿no?. Y no hemos ni entrado en mejorar la capacidad del cuello de botella.
Así pues, la gestión basada en las limitaciones o cuellos de botella aporta
mejoras evidentes en la eficiencia de los procesos y su productividad. En efecto,
cuando se trata de mejorar la capacidad productiva de un proceso dado, no se
echa mano de la utilización de nuevos recursos (por ejemplo, la tradicional solu-
ción de hacer horas extras), sino que se trata de mejorar la eficiencia de los que ya
hay, centrando los esfuerzos en los cuellos de botella, ya que mejorando éstos se
mejora de forma automática la capacidad productiva de todo el proceso, puesto
que las operaciones no cuello de botella pueden operar sin mayores problemas a
un nivel superior.
Así pues, la gestión basada en los cuellos de botella permite mejorar la eficien-
cia de los sistemas productivos, economizando recursos por medio de la mejora de
la eficiencia de los ya existentes, centrando los ahorros en los cuellos de botella.
El despilfarro fue definido por Toyota (Fujio Cho), como «todo lo que no sea la
cantidad mínima de equipo, materiales, piezas, espacio y tiempo del operario, que re-
sulten absolutamente esenciales para añadir valor al producto». Naturalmente, todas
aquellas actividades de un proceso que no aporten valor añadido al producto, las
cuales hemos dicho en varias ocasiones que deben tratar de eliminarse, se identifican
por completo con este concepto de despilfarro. Además, ello nos lleva a afirmar que
los sistemas de producción ajustada se basan, ante todo, en llevar a cabo los procesos
productivos con el mínimo de despilfarros.
Para hacernos una idea cabal de la magnitud de la problemática del despilfarro,
baste considerar que los tres grandes recursos de los sistemas productivos suelen
estar, con gran frecuencia, utilizados a un nivel muy bajo. En efecto, es corriente
encontrar:
• Materiales: pueden estar porcentajes muy elevados de su tiempo (con frecuen-
cia más del ochenta por ciento), almacenados, en espera de ser transportados
o procesados, o en traslado, pero NO en proceso.
• Personal: puede estar también una fracción muy elevada de su tiempo parado,
por ejemplo «vigilando» un proceso, o en movimiento que no añada valor al
producto, como sería el caso ir de un lado a otro buscando alguna herramien-
ta, útil, material, papeles, etc.
• Máquinas y equipamientos de producción: el hecho de estar parados no es en
sí un despilfarro, como se justificará seguidamente; al contrario, deben estar
parados si no se precisan para obtener un producto realmente necesario para
otro proceso o un cliente final; el despilfarro sería tenerlos en marcha produ-
ciendo un material o producto que no se necesita.
Sin embargo, también con las máquinas se dan, con gran frecuencia, situaciones
que comportan la existencia de despilfarros: cuando están paradas o funcionando
a una velocidad inferior a su capacidad, cuando en realidad deberían estar funcio-
nando a pleno rendimiento. Así por ejemplo, se dan situaciones de despilfarro con
aquellas máquinas que están esperando materiales que no llegan, o cuando están
aguardando una operación de preparación para un proceso o una operación de man-
tenimiento, o cuando están averiadas o cuando están procesando productos defectuo-
sos que deberán ser reprocesados.
Para poder proceder a la elaboración de un sistema de gestión que pueda eli-
minar, o cuanto menos reducir al máximo los despilfarros, será necesario conocer
qué actividades pueden considerarse como tales. Toyota los clasificó en siete tipos
esenciales. Son los que se enumeran y se hallan representados en la Figura 5.9 por
círculos con un número dentro (correspondiente al tipo de desperdicio), todo ello
en una planta con implantación funcional (la de tipo taller ya mostrada a propósito
de la producción en masa), que se distinguen por su elevada presencia de desper-
dicios:
S
obreproducción o exceso de producción: producir en grandes lotes o en mayor
cantidad de la necesaria (en la figura, se ha representado por un gran camión
transportando una gran cantidad de materiales o producto acabado).
112
ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
Partiendo del concepto de demanda del producto acabado por parte del mercado
y dando por sentado que ésta es la que debe tratar de satisfacer la producción, lla-
maremos «cliente» a todo ente (mercado o proceso productivo posterior) a quien
deba entregarse la producción efectuada en cada fase del proceso que integra la
cadena de valor de la que forma parte. En tal caso, la producción de cada etapa
del proceso de un producto, debe ser exclusivamente la necesaria para cubrir las
necesidades del cliente. Esta idea ya fue expuesta por W. Edwards en 1950.
Así pues, el tamaño de los lotes de producción debe ser el demandado en cada mo-
mento y cuando el cliente o mercado absorban grandes cantidades de producto
será conveniente fraccionarlas, entregándolas en pequeños lotes, en la medida que
a los clientes les interese recibirlos; si, además, el sistema productivo puede llevar
a cabo una diversidad de productos o modelos, será conveniente alternar peque-
ños lotes de cada uno para ir atendiendo con rapidez a los distintos clientes de
cada variante de producto y sin incurrir en costes innecesarios en stocks, personal,
plazos dilatados, etc.; esto último responde al concepto de «nivelado», en el que
nos extenderemos más adelante en este mismo capítulo.
De acuerdo con el concepto de nivelado, si en una planta de producción se ha
planificado obtener determinadas cantidades de producto para diversas variantes
del mismo para un periodo dado, llevar a cabo las correspondientes producciones
de una sola vez supone costes innecesarios en stocks y otros conceptos para el
sistema e, incluso, para los clientes que normalmente recibirán mucho más de
lo que precisan (en el caso de los primeros lotes) o recibirán el producto dema-
siado tarde (en el caso de los lotes que se produzcan en la última fase de dicho
periodo). Mucho mejor será ir haciendo y entregando pequeñas cantidades de
todas las variantes de producto, alternadas y repetidas hasta que sumen, al cabo
del periodo de planificación, las que están previstas, pero entregándolas a medida
que se precisen, sin adelantar unas y atrasar otras, sin crear stocks ni otros costes o
despilfarros.
Vamos a referirnos a un último aspecto relacionado con el despilfarro en el
volumen de producción; se trata de que para evitar producir más allá de la
demanda, es posible que deban pararse las máquinas u otros equipos de pro-
ducción; pues bien, si no hay otros recursos como personas o materiales, pa-
rados con los equipos, no se consume energía ni se incurre en otros gastos,
es preferible que dichas máquinas o equipos estén parados, pues los ahorros
que se obtendrán al evitar stocks innecesarios y su carga en costos, tiempos de
operario, espacio y los distintos despilfarros que ya hemos citado, son mucho
más importantes. Además, si se produce de más, tendrá lugar un pago real
adicional en materiales, personal, energía, etc., mientras que las máquinas no
exigirán ningún pago adicional a lo que han costado (importe que no variará
por el hecho de no producir).
Un ejemplo permitirá entenderlo: supongamos que los costes derivados de la pro-
ducción con la utilización de cierto equipo y asociados directamente con el mis-
mo se distribuyen de la siguiente manera:
Amortización de la inversión: 25%.
Costes de mantenimiento periódico y de mejoras en prestaciones: 20%.
Reparaciones y recambios: 10%.
MODELOS DE GESTIÓN DE LA PRODUCCIÓN. LEAN MANAGEMENT 115
Figura 5.11. El nivel de stocks cubre las ineficiencias de los procesos, como el agua los
obstáculos para la navegación.
Un fondo con gruesos obstáculos podrán ser evitados con un buen nivel de agua.
Así por ejemplo, aplicado esto a los procesos productivos, un fallo en los aprovi-
118 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
Figura: 5.12. Aspectos de la gestión de los sistemas productivos. Comparación entre los
distintos enfoques.
por rectángulos; a cada uno de ellos se entregan tres lotes (que harán cola) a fin de
poder llevar a cabo la operación propia del puesto a cada uno de ellos, uno tras otro,
todo ello de acuerdo con la gestión tradicional, tratando de maximizar el volumen de
producción en cada puesto (también independientemente), con lo que se generará
un volumen de existencias incontrolado. Las líneas horizontales, por el contrario,
corresponden a cada uno de los procesos de los que resultarán los distintos produc-
tos, que es lo que se gestionará bajo el enfoque de la producción ajustada y el JIT,
de forma que se producirán tan solo las cantidades demandadas y se evitarán otros
despilfarros.
Sin embargo, estos dos mismos pilares deben evitar cualquier otro tipo de desper-
dicio y, por supuesto, los generados por la operativa de los trabajadores. El Just in time
se ocupa de que los trabajadores lleven a cabo las tareas correctas, en flujo, de forma
balanceada y al ritmo que impone la producción prevista (sin sobreproducción). El
Jidoka por su parte, trata de evitar que cometan errores (mediante los sistemas poka-
yoke o antierror, entre otros), que los trabajadores controlen su propia tarea y, en caso
de ser necesario, que paren también la línea, pulsando un botón y pueda así proce-
derse a resolver el problema surgido.
El paro de la operativa de las máquinas y también del trabajo manual, ante cual-
quier problema hace muy evidente la existencia del mismo para todo el mundo e
induce a ocuparse a fondo de él para su resolución completa, lo cual es muy deseable
para evitar que surja de nuevo.
El propio Taiichi Ohno resalta la importancia e interdependencia de los dos pi-
lares del sistema de Toyota, comparando éste a un equipo de beisbol (evidentemente
el ejemplo podría construirse con cualquier otro deporte), en el que el Jidoka sería la
técnica y el talento de los jugadores, cuyas capacidades permitirían desarrollar el me-
jor juego posible y el Just in Time sería el sistema de juego que realmente acabaran
desarrollando para lograr sus objetivos.
Así pues, con la base de la Figura 5.14 y los dos pilares del sistema de producción
de Toyota, éste persigue implacablemente la eliminación completa de todas las pér-
didas y, por tanto, de los costes improductivos.
124 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
El Just in Time es, según acabamos de ver, uno de los dos grandes pilares del sis-
tema de gestión de la producción de Toyota, cuyo objetivo es poner los materiales y
productos a disposición de cada proceso o del cliente final, justo en la clase, cantidad
y momento precisos, y por tanto está en la base de una eficiencia sobre el proceso y su
producto.
El sistema de producción Just in Time se fundamenta en dos características básicas:
por una parte, el JIT se caracteriza por la eliminación del despilfarro, sea del tipo que sea,
lo que viene facilitado, ante todo, por la adopción de una implantación en flujo unidad a
unidad con la debida sincronización. Por otra parte, la flexibilidad en productos, procesos,
puestos de trabajo que permite que la operativa real se ajuste en tipo, cantidad y momen-
to, a los requeridos por el consumidor. Por ello se posibilita la consecución simultánea de
los objetivos de eficiencia sobre los materiales y sobre las operaciones.
La ausencia de despilfarros y la flexibilidad son, en efecto, los elementos que
posibilitan que se alcancen completamente los objetivos del lean management:
cubrir la demanda, sin incurrir en despilfarros, ajustándose a ella aunque fluctúe.
Para ello, la implantación de los procesos deberá realizarse en flujo regular y de
forma que se aporte valor añadido con el cual se cubra la demanda.
poka-yoke (mecanismos antierror). Así por ejemplo, supongamos que una pieza debe
insertarse dentro de un útil, pero puede hacerse por el lado correcto o por el opuesto;
un pequeño mecanismo intercalado entre la pieza y el útil que evitara automática-
mente la introducción incorrecta, sería un dispositivo poka-yoke.
El sistema de producción de Toyota, basado en los pilares Just in Time y Jidoka, pode-
mos decir, por otra parte, que debe cubrir los aspectos que siguen:
• Producción ajustada y regular (aspecto cuantitativo).
• Calidad total asegurada (aspecto cualitativo).
• Participación, motivación y formación de las personas (aspecto humano).
Las técnicas y aspectos de gestión que ello comporta son los que pueden observar-
se en la Figura 5.16 cuyo contenido se expondrá con mayor detalle a continuación.
parte, como reza su nombre, el enfoque SMED, cuya traducción podría ser «cambio de
matriz en minutos de un dígito», trata de lograr reducciones de tiempos de cambio para
la preparación de fabricaciones de un solo dígito, es decir, como mucho inferiores a 10
minutos. El sistema se ha ido implantando en todas las empresas en las que su tipo de pro-
ducción y los sistemas de gestión adoptados lo exigían, en Japón y en el resto del mundo.
Las etapas fundamentales para la implantación de las técnicas con este enfoque
son las que siguen la secuencia:
1) Separar las operaciones que deben hacerse a máquina parada (MP) de las que
pueden hacerse con la máquina en marcha (MM).
2) Tratar de transformar el mayor número posible de las que se hacen a máquina
parada, a operaciones con máquina en marcha.
3) Simplificar las operaciones (eliminando todas aquellas que sea posible) y re-
ducir los tiempos de las que exigen parada de máquina; asimismo, será conve-
niente, en especial, suprimir ajustes manuales y operaciones de fijación susti-
tuyéndolas por dispositivos de encajado rápido o automático.
4) Las operaciones (sobre todo a MP) que queden después de las etapas anterio-
res y sus tiempos, no han de llevarse a cabo, necesariamente, de forma secuen-
cial; algunas o incluso muchas, es posible que puedan efectuarse de forma
simultánea (en la misma línea que la filosofía de la Ingeniería Simultánea),
obteniendo, de esta manera, una nueva ganancia de tiempo.
El resultado que progresivamente fueron dando las técnicas basadas en el SMED
con la preparación de prensas, permitieron promover la utilización de técnicas si-
milares en otros campos de la industria y para todo tipo de utillajes, más allá de los
cambios en las prensas. La aplicación de las técnicas de cambio rápido de utillajes
se han extendido en la actualidad por doquier y han traído importantes ventajas a los
procedimientos de producción, tales como:
• La posibilidad de programar fabricaciones combinadas de pequeñas cantida-
des de producto variado, sin incurrir en costes excesivos.
• Aumentar la tasa de utilización y por tanto el rendimiento de las máquinas, ya
que se reducen drásticamente los tiempos de paro.
• Simplificar y automatizar al mismo tiempo que se lleva a cabo la reducción
de las actividades que comportan las operaciones de cambio de útiles, lo que
supone poder emplear personal menos cualificado.
• Posibilidad de realizar cambios en el programa de producción e intercalar
trabajos con rapidez sin incurrir en graves perjuicios.
• Obtener una respuesta más rápida del comportamiento del sistema e informa-
ción más rápida acerca de problemas derivados de la preparación o ejecución
posterior del trabajo en máquina y de posibles defectos en el producto y, por
tanto, poder llevar a cabo acciones correctivas, con mayor celeridad.
Un elemento de especial importancia que permite llevar a cabo operaciones de
tipo MM (máquina en marcha) que normalmente se harían como MP (a máquina
parada), objetivo fundamental de las técnicas RTS, es el desarrollo de útiles o dispo-
sitivos intermedios donde montar los que sustituirán a los que aún se están utilizando
en la máquina en marcha; por ejemplo, si durante la operativa MM, se está utilizan-
136 ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y DIRECCIÓN DE OPERACIONES
do una bancada sobre la que se ha dispuesto un útil que está trabajando, puede dispo-
nerse de una segunda bancada o de un asiento doble sobre la primera, para montar
el utillaje a emplear en la producción que aún se está preparando.
Otros elementos importantes son los que permiten reducir al mínimo los tiempos
de las operaciones a realizar como MP; ya se ha comentado en este sentido, la impor-
tancia de sustituir el correcto reglaje de la posición del útil a montar, por un «encaje
automático» y sin errores, así como los laboriosos sistemas de atornillar o similares,
por otros de sujeción rápida y eficaz.
Ello nos lleva a clasificar en cinco las actividades a llevar a cabo en todo sistema
RTS, con indicación de si se hace preferentemente a MM o a MP, como se ilustra
en la Figura 5.17.
El análisis de las operaciones que componen un proceso de cambio de útiles, la
conversión de las del tipo MP a tipo MM y sobre todo la simplificación o elimina-
ción de operaciones tipo MP o MM, es decir, las etapas 2 y 3 del proceso expuesto
anteriormente para de implantación de las técnicas RTS, pueden llevarse a cabo
registrando y analizando las correspondientes a cada una de las cinco reflejadas en el
cuadro anterior, en un documento como el que se muestra en la Figura 5.18.
Este documento debe realizarse, como nos recomiendan las técnicas de mejora
de métodos, es decir, primero para el método actual y luego en un segundo docu-
mento exponer el que se propone como mejorado, con los tipos (MM o MP) y tiem-
pos de cada operación del cambio de útiles.
35(3$5$518(92Ò7,/ 00
&$0%,2'(Ò7,/ 03
326,&,21$5<),-$5Ò7,/ 03
$-867$55(*/$-( 03
5(7,5$5Ò7,/$17(5,25 00
Figura 5.17. Tipos de operaciones básicas en el cambio de máquinas.
7LSR 7LHPSR 7LSR 7LHPSR 7LSR 7LHPSR 7LSR 7LHPSR 7LSR 7LHPSR
3UHSDUDFLyQ 00
KHUUDPLHQWDV
\GLVSRVLWLYRV
HQHOEDQFR
&RORFDFLyQ 00
GHO~WLOHQ
ODEDQFDGD
DX[LOLDUSDUD
GHVPRQWDU
Figura 5.18. Documento para el registro de las actividades de cambio rápido, tipo y tiempo.
MODELOS DE GESTIÓN DE LA PRODUCCIÓN. LEAN MANAGEMENT 137
Los sistemas productivos cuya implantación se pretende llevar a cabo bajo los
principios de la producción ajustada y, por tanto, basándose en evitar actividades y
consumo de recursos innecesarios, ven muy favorecidos sus objetivos con la implan-
tación de un programa «5 S», cuya aportación a la mejora de la eficiencia es directa
y total; en efecto, como se verá, este programa presupondrá organización, orden,
limpieza, estandarización y disciplina, actividades (y actitudes) éstas, que favorecen
el ahorro de recursos y actividades inútiles y, desde luego, suponen eficiencia. Los
sistemas productivos en los que está aplicado el just in time, aplican a su vez de forma
sistemática los programas 5 S.
En particular, las técnicas de preparación rápida de máquinas que acabamos de
exponer disponen de un aliado valiosísimo con este programa, ya que no se compren-
dería un sistema de preparación rápida con actividades especialmente concebidas
para ello y que, en la práctica, al ir a buscar una herramienta o un útil, ¡no se encon-
trara! De hecho, no se concibe un sistema de preparación rápida sin un programa 5
S, implantado conjuntamente con el mismo.
Las actividades básicas de un programa 5 S son cinco, correspondientes a otras
tantas palabras que en la fonética japonesa comienzan con S. Son las siguientes:
• Seiri: Organización: disponer los puestos de trabajo con los elementos que
le son propios y eliminar aquellos que no tienen utilidad en o cerca de los
mismos y estorban. Un sistema muy empleado para ello, consiste en adherir
etiquetas rojas a todos aquellos elementos que sospechamos que no deberían
estar en el puesto de trabajo y esperar un tiempo prudencial para deducir final-
mente, cuáles han desaparecido (porque han sido utilizados) y aquellos que no
se han tocado.
• Seiton: Orden: los elementos que componen el puesto de trabajo, una vez ya
se han «organizado», es decir, que los que se hallan en el puesto o cerca de él,
deben estarlo y son útiles, deben ahora ordenarse, de forma que se pueda iden-
tificar rápidamente la ubicación de cualquiera de ellos por su naturaleza.
• Seiso: Limpieza: todos los elementos que componen el lugar de trabajo deben
estar permanentemente limpios y en orden de funcionamiento. La limpieza
ha pasado en la actualidad a ser una de las tareas del propio trabajador produc-
tivo, con las nuevas tendencias en la gestión del mantenimiento, el denomina-
do TPM.
• Seiketsu: Estandarización: los procedimientos para alcanzar los objetivos de
las tres primeras S, deben dotarse del método adecuado para que puedan im-
plantarse con la máxima facilidad posible y cuando se consideren suficiente-
mente correctos, será importante su estandarización para asegurar su correcta
aplicación.
MODELOS DE GESTIÓN DE LA PRODUCCIÓN. LEAN MANAGEMENT 139
Antes de proseguir, señalaremos que el problema que puede surgir con la deter-
minación de la serie básica es que el máximo común divisor de las cantidades Qi sea
muy pequeño, por la disparidad de los valores de las Qi, con lo que la serie básica ni-
velada no se compondría de pequeños lotes de cada artículo (en el ejemplo utilizado
no ha sido así, pues 500, 600 y 300 tienen un máximo común divisor suficientemente
elevado). Así por ejemplo, supongamos que las cantidades Qi fueran: 520, 630 y 280;
en tal caso hubiera sido muy difícil encontrar una serie básica de pocas unidades de
cada artículo que, repetida, diera lugar a estas cantidades, con lo que el objetivo del
nivelado no se alcanzaría. Para resolverlo hay dos enfoques:
a) Si las cantidades planificadas son tan solo aproximadas (por ejemplo, fruto
de previsiones), podemos tratar de ajustarlas a cantidades que den lugar a un
máximo común divisor de Qi elevado: por ejemplo, ajustar las cantidades de
520, 630 y 280 anteriores a las 500, 600 y 300 que hemos utilizado en la elabo-
ración de la serie básica nivelada.
b) Si no conviene alterar la planificación agregada (por ejemplo, si nos basamos
en pedidos en firme), se pueden buscar las cantidades inmediatamente infe-
riores a las programadas que faciliten determinar un máximo común divisor
elevado y, luego, en una serie final, programar la producción de las «colas»
(restos de producción hasta alcanzar la planificación total). Por ejemplo, en
el caso de tener planificadas las cantidades 520, 630 y 280, podríamos partir
de una planificación de 500, 600 y 250 unidades respectivamente y, al final,
programar la producción de 20 unidades de A, 30 de B y 30 de C que faltan.
Por otra parte, la forma de llevar a la práctica esta programación, que daría lugar al
que hemos llamado patrón de rotación, dependería del objetivo del sistema en cuanto
al tamaño de los lotes de producción. En efecto, podemos programar una producción
con mezcla total de modelos (mezclada), tratando de hacer siempre una sola unidad
de cada uno o, por el contrario, plantear la producción de series cortas de cada artí-
culo (series monomodelo). Varios son los factores que pueden influir en la decisión.
Así por ejemplo, si hay pocas variantes de producto y, además, se requieren unos
ciertos tiempos de preparación para cada uno, lo mejor es hacer series monomodelo
que además, es más sencillo. Pero, con una fuerte variedad de artículos y, sobre todo,
si apenas hay tiempos de preparación, es mejor la producción mezclada. En el caso
especial de que cada artículo fuese distinto por ajustarse totalmente a un pedido per-
sonalizado, ésta sería la opción a elegir.
Veamos, con un ejemplo basado en la serie básica alcanzada anteriormente
(AAAAABBBBBBCCC), cómo obtener el patrón de rotación para ambas opciones de
programación de las órdenes de producción:
a) Producción mezclada o con mezcla de modelos:
El patrón de rotación se obtendrá de mezclar al máximo la serie básica nivela-
da AAAAABBBBBBCCC, distribuida regularmente, tal como sigue:
A A A A A
B B B B B B
C C C
MODELOS DE GESTIÓN DE LA PRODUCCIÓN. LEAN MANAGEMENT 143
ISBN 978-84-9969-354-5