Universidad del Balamand

Instituto de Teología San Juan Damasceno

P.A.S.E. (Program for Arabic – Spanish Exchange)

SOFI 230 Introducción a la Fe de la Iglesia Ortodoxa

Lección 6 Sección 4
La caída y el pecado
EL PECADO ANCESTRAL

El término pecado original (o primer pecado) se utiliza en todas las iglesias

cristianas para definir la doctrina de Romanos 5:12-21 y I Corintios 15:22, en el que

Adán se identifica como el hombre a través de quien la muerte entró en el mundo.

Cómo se interpretan estos textos es una diferencia fundamental entre la Iglesia

Ortodoxa y las Iglesias occidentales. En la Iglesia Ortodoxa utilizamos el término

“pecado ancestral” (en griego προπατορικό αμάρτημα) y no “pecado original” y se

utiliza para definir la doctrina de la “inclinación hacia el pecado, herencia del pecado de

nuestros primeros padres” y que éste se borra a través del bautismo. San Gregorio

Palamas enseñó que la imagen del hombre se vio empañada, desfigurada, como

consecuencia de la desobediencia de Adán.

En la Iglesia Ortodoxa enseñamos que nadie es culpable por el pecado que

cometieron Adán y Eva, sino más bien que todo el mundo hereda las consecuencias

de este acto, y que la más importante de ellas es la muerte física. Esta es la razón por

la que los santos padres de la Iglesia, a través de los siglos, han preferido el término

“pecado ancestral”. Las consecuencias de este pecado ancestral se transfieren de

generación en generación a la raza humana debido a que cada ser humano es un

descendiente de Adán, y por eso nadie está libre de las consecuencias de este pecado

y la única manera de librarnos de él es a través del bautismo. Si bien la muerte es un

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resultado de la caída, también lo es lo que se denomina “concupiscencia” - el “impulso

al mal” del judaísmo- y que en la Iglesia Ortodoxa llamamos “pasiones desordenadas”.

No se trata sólo de que hemos nacido en la muerte, o en un estado de lejanía de Dios,

sino que nacemos con pasiones desordenadas dentro de nosotros mismos.

Esta diferencia entre las dos Iglesias en su comprensión del pecado original fue

una de las razones doctrinales que subyacen a la declaración por parte de la Iglesia

Católica Romana de su dogma de la Inmaculada Concepción de María en el siglo

XIX, un dogma que es rechazado por la Iglesia Ortodoxa.

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