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Toxocariasis y asma
La exposición humana a la toxocariasis resulta de la elevada
prevalencia de esta parasitosis en perros y del gran número
de animales que comparten el ambiente con los seres
humanos.

Autor: Dr. Hugo Ghiani* Fuente: Archivos de Alergia e inmunología clínica ​Arch Alergia Inmunol Clin 2001; 32(Supl 2
P2):S102-S105.

INDICE: ​ 1. Desarrollo ​|​ ​2. Respuesta inmune ​|​ ​3. Diagnóstico​ ​|​ ​4. Bibliografía

Desarrollo

"El perro es el mejor amigo del hombre", afirma el dicho. Esto, sin duda, es
cierto para muchas personas, especialmente niños, que tienen perros como
mascotas.

Sin embargo, a pesar del cariño que se le tenga al animal, también es


verdad que los parásitos del perro pueden ser los peores enemigos de los
seres humanos, sobretodo de los niños, amas de casa, veterinarios y
auxiliares de veterinaria, que por su condición están en contacto con estos
parásitos, fundamentalmente uno de ellos llamado Toxocara canis.

Este parásito que puede crecer hasta los 10 centímetros y ser tan grueso
como la mina de un lápiz, permanece en estado latente en el cuerpo de la
perra y, una vez gestante, invade a los cachorros antes de su nacimiento.
Los cachorros no desparasitados alrededor de las 2

semanas excretan huevos microscópicos de Toxocara en un número


equivalente de 10.000 por cada gramo de heces. Estos huevos pueden
sobrevivir hasta 3 años en el suelo, lo que eleva las posibilidades de infectar
a los seres humanos que permanezcan en contacto con el piso y con el perro
(1).

La toxocariasis humana es una zoonosis parasitaria causada principalmente


por Toxocara canis, un nematodo de caninos, de la subclase Secernentea,
del orden Ascaridida y de la familia Ascarididae, que infecta
accidentalmente al hombre (2,3). El hombre se infecta por la ingesta
accidental de huevos que contienen en su interior la larva en fase II. Luego
de la ingesta, la larva se libera de sus envolturas en el intestino delgado
proximal, y penetra en la mucosa. Posteriormente llegan al hígado por vía
portal, continúan luego por el sistema venoso, acceden a los pulmones y,
desde allí, por la circulación sistémica colonizan otros órganos, incluidos
cerebro, corazón y tejido muscular (4,5).

El síndrome se caracteriza por fiebre, leucocitosis, eosinofilia persistente,


hipergammaglobulinemia y hepatomegalia. Los síndromes clásicos
asociados a toxocariasis humana son el síndrome de larva migrans viceral y
el síndrome de larva migrans ocular (6). Existen otros menos reconocidos
como la toxocariasis encubierta, asmatiforme, neurológica y subclínica (7).
Estos últimos cuadros clínicos fueron descriptos a partir del desarrollo de la
técnica de enzimoinmunoensayo (ELISA) para detección de antiantígenos
excretores/secretores de la larva en fase II (8,9).

Epidemiología
La exposición humana a la toxocariasis resulta de la elevada prevalencia de
esta parasitosis en perros y del gran número de animales que comparten el
ambiente con los seres humanos. Los huevos de Toxocara eliminados por el
perro no son infectantes, y requieren de un período de incubación en el
medio ambiente bajo determinadas condiciones para llegar a serlo.
Overgaauw demostró que los huevos excretados requieren al menos de 2
semanas de maduración con una temperatura de 15 a 35ºC para llegar a la
fase II larval (10). Estos huevos son resistentes por su estructura, cáscara
gruesa e impermeable, por lo que pueden perdurar viables por períodos
prolongados.

En EEUU se ha demostrado que entre el 10 y el 32% de las muestras de


tierra recogidas en parques y áreas de recreación están contaminadas con
huevos de Toxocara. La población infantil manifiesta alguna historia de
pica y la geofagia es el tipo de pica que confiere el mayor riesgo, ya que se
asocia claramente con la posibilidad de adquirir el síndrome de larva
migrans viceral.

En la década pasada, la Cátedra de Microbiología y Parasitología de la


Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP publicó un trabajo donde
concluye que el 8% de las muestras de materia fecal canina recolectadas en
plazas y parques de la ciudad de La Plata están contaminadas con huevos
de T. canis, y para el mismo lugar la prevalencia de T. canis en materia fecal
canina es de 28,2% (en perros de hasta 6 meses) y 2,9% para perros de más
de 5 años (11). La toxocariasis canina es cosmopolita y prevalente en
regiones templadas y tropicales del mundo. No se conoce la real incidencia
de toxocariasis humana ya que esta enfermedad no se notifica en el ámbito
epidemiológico y es difícil su diagnóstico. El serodiagnóstico de esta
zoonosis se basa fundamentalmente en la detección de IgG antitoxocara
(12).

Más tarde, se han utilizado técnicas serológicas para detectar otros


anticuerpos del tipo IgM e IgE (13,14). Por encuestas serológicas efectuadas
con la técnica de ELISA realizadas en EEUU se determinó que la
prevalencia es del 2,8% pero las tasas variaron de acuerdo con la edad, la
raza y el nivel socioeconómico. Algunos estudios han aportado evidencias
contradictorias respecto del papel de T. canis en el síndrome de asma
bronquial. Desowitz y col. informan una seroprevalencia del 28% en 80
niños asmáticos en Hawai con respecto a 6,4% en 96 no-asmáticos (15).
Taylor y col. compararon la proporción de personas serológicamente
positivas para toxocariasis con y sin síndrome asmatiforme y no
encontraron diferencias significativas entre estos grupos de pacientes (16).
Buijs y col. hallaron una seroprevalencia del 8% sobre 1.379 niños
alemanes, y de ellos el 7% padecía de asma bronquial (17).

Otro trabajo experimental demostró la relación de elevados niveles de IgE


antitoxocara en plasma y la liberación in vitro de histamina por
granulocitos basófilos (18), fenómeno que podría estar relacionado con la
inflamación bronquial. En el año 1996, nuestro grupo llevó a cabo un
estudio sobre frecuencia de detección de anticuerpos antitoxocara en
pacientes concurrentes al Servicio de Alergia del HIGA "Prof. R. Rossi" de
nuestra ciudad, hallándose un 27% de seropositivos, de los cuales el 74%
presentaron asma (19).

Dos años más tarde, nos propusimos investigar la posible asociación entre
asma bronquial y toxocariasis evaluando la presencia de anticuerpos de tipo
IgG e IgE antitoxocara en suero y un test cutáneo de hipersensibilidad tipo
I al antígeno excretor/secretor de T. canis. Luego de analizar los resultados
verificamos que el 26,3% de los pacientes asmáticos incluidos en el estudio
presentaron positividad en los marcadores serológicos IgG e IgE, así como
también prueba cutánea positiva al Ag. secretor/excretor de T. canis (20).

*Presidente de la Sociedad de Alergia de La Plata.

Jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra Libre de Alergia e


Inmunología Clínica de Posgrado, Facultad de Medicina, UNLP.

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