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AMERICA LATINA Y

URUGUAY EN EL
SIGLO XX:
GUÍA DE ESTUDIO

PLAN :
.

El concepto de América Latina. Geografía, demografía y cultura de América Latina. Periodificación de la


evolución histórica de América Latina y del Uruguay. Las alternativas de la política latinoamericanas en

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el siglo XX: Oligarquía, Revolución, Reformismo y Populismo. Los modelos económicos: Modelo Agro
Exportador, Modelo ISI, el desarrollismo y el neoliberalismo

I.- EL CONCEPTO DE AMÉRICA


LATINA
¿QUÉ ES AMÉRICA LATINA?
Transcribo para comenzar, las primeras páginas del libro de Alain Rouquié, del que les dejo
el capítulo de introducción completo para que profundicen en el tema.

Puede parecer paradójico comenzar a hablar de un "área cultural" mencionando la precariedad de


su definición. Por singular que pueda parecer, el concepto mismo de América Latina representa un
problema. No es inútil pues intentar precisarlo, recordar su historia y hasta criticar su uso. De empleo
corriente hoy en la mayoría de los países del mundo y en la nomenclatura internacional, no tiene todo
el privilegio del rigor. Un poco al estilo del más reciente y muy ambiguó "Tercer Mundo", ese término
a veces parece ser fuente de confusión más que instrumento de delimitación preciso.
¿Qué se entiende geográficamente por América Latina? ¿El conjunto de los países de América del
Sur y América Central? Desde luego, pero según los geógrafos México pertenece a América del Norte.
¿Quizá para simplificar debemos conformarnos con englobar bajo esta denominación a las naciones al
sur del río Bravo? Pero entonces habría que admitir que Guyana y Belice donde se habla ingles y el
Surinam de habla holandesa forman parte de América Latina. A primera vista se trata de un concepto
cultural. Y nos inclinaríamos a pensar que cubre exclusivamente las naciones de cultura latina de
América. Ahora bien, aunque con Quebec, Canadá sea infinitamente más latina que Belice y tanto
como Puerto Rico, estado libre asociado de Estados Unidos, nunca nadie ha pensado incluirlo, ni
siquiera al nivel de su provincia francohablante, en su subconjunto latinoamericano.
Más allá de estas imprecisiones, podríamos pensar en descubrir una identidad subcontinental
fuerte, tejida de diversas solidaridades, ya sea que se refieran a una cultura común o a vínculos de otra
naturaleza. Sin embargo la diversidad misma de las naciones latinoamericanas, amenaza con
menospreciar esta justificación. La escasa densidad de las relaciones económicas, y hasta culturales,
de naciones que durante más de un siglo de vida independiente se volvieron la espalda mirando
deliberadamente hacia Europa o América del Norte, las enormes disparidades entre países -ya sea
desde el ángulo del tamaño como del potencial económico o del papel regional-no favorecen una real
conciencia unitaria, a pesar de las oleadas de retórica obligada que este tema no deja de provocar.

Según Alain Rouquié La América Latina se define por cinco notas distintivas: es

1.-LATINA, por sus lenguas y cultura dominantes de origen mediterráneo europeo (Español,
Portugués y Francés ) descendiente de la cultura y la lengua del Antiguo Imperio Romano:el
Latín.
2.- PERTENECE A OCCIDENTE, porque se identifica con la CIVILIZACION OCCIDENTAL,
por su cultura y estructuras económicas y sociales de origen europeo,
3.- PERTENECE AL TERCER MUNDO , por su carácter periférico en el marco del desarrollo
mundial del Capitalismo y su relación de dependencia con los países del centro industrializados
y más desarrollados económica y socialmente.

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4.- HA DESARROLLADO EVOLUCIONES HISTÓRICAS PARALELAS, por que sus naciones
han transitado por períodos de evolución política, económica, social y cultural semejantes y
simultáneos a lo largo de su Historia. ( ver gráfica ).
5.- UNITARIA Y DIVERSA, porque sus países presentas semejanzas culturales, económicas,
políticas y sociales similares a pesar de que existen muchas particularidades que los diferencian,
como marcadas diversidades dentro de cada país.

UNIDAD LATINOAMERICANA, PATRIA GRANDE E INTEGRACIÓN

Fortaleza de Cartagena, Colombia, ciudad declarada Patrimonio de la


Humanidad - Unesco en 1985

Desde México a Argentina los países latinoamericanos


forman una comunidad de naciones, hermanadas en muchos
casos por un mismo idioma, el español, unas tradiciones
culturales comunes y una evolución histórica convergente.
Pero, más allá del idioma, la historia ha forjado un destino
común incluso para aquellas áreas que, como Brasil y las
Antillas francófonas, hablan lenguas latinas distintas del
español. No en vano, el proceso emancipador americano se extendió, sin conocer fronteras, por el
nuevo mundo, no solo con el ideal de independizarse de las lejanas y opresoras metrópolis europeas,
sino también con el sueño de forjar una nueva nación. Sin embargo, diversos factores confluyeron en el
fracaso del ideal bolivariano de unión en pie de igualdad de todos los pueblos.

En primer lugar, la diversidad geográfica de este gran continente en el que están presentes, como un
mosaico todos los climas, vegetaciones y paisajes que se pueden encontrar en nuestro planeta. Por otra
parte, no podemos olvidar la pluralidad étnica y la riqueza cultural que caracterizó a la América
precolombina, ni la fuerza que fueron tomando los particularismos tras los procesos de emancipación en
cada país, en especial debido al auge de los regímenes militares que esgrimían un acérrimo nacionalismo
como estandarte de legitimidad. Sin embargo, hoy, en las fronteras del cambio del milenio, la
generalización de las formas democráticas en casi todo el continente, así como la voluntad de afrontar
conjuntamente los retos que plantea un sistema económico que funciona cada vez más como un único
mercado a nivel mundial, sin olvidar el creciente sentimiento de solidaridad continental, son señales
inequívocas de que Latinoamérica ha de ser dueña de su futuro. El término «Latinoamérica» tiene un
sentido de supra-nacionalidad respecto de los estados-nación. Dicho sentido supra-nacional confluye en
diferentes iniciativas comunes que tienden a la formación de organismos políticos que lo articulen, como
la Comunidad Sudamericana de Naciones actualmente constituida en UNASUR/UNASUL y en pleno
proceso de aprobación a nivel de tratado por los congresos respectivos. La Unidad Latinoamericana es un
concepto político-cultural extendido por América Latina anterior a los tiempos de la independencia, y
que debe ser distinguido claramente del panamericanismo. Partidos políticos, sectores sociales,
intelectuales y artistas de las más diversas extracciones han expresado reiteradamente su adhesión a las
más diversas formas de unidad latinoamericana, desde organizaciones supranacionales como
la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) hasta instancias de coordinación política como
la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPAL), culturales como la
Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUAL) o sectoriales que adoptan la forma de
uniones latinoamericanas.
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Superficie 21,069,501 km²
Población 569,000,000 hab.
Gentilicio Latinoamericano -a
Países  Argentina
 Bolivia
 Brasil
 Chile
 Colombia
 Costa Rica
 Cuba
 Ecuador
 El Salvador
 Guatemala
 Haití
 Honduras
 México
 Nicaragua
 Panamá
 Paraguay
 Perú
 República Dominicana
 Uruguay
 Venezuela

Chichén Itzá, México, declarado patrimonio de la


humanidad de la Unesco en 1988.

Las similitudes históricas y


culturales de los pueblos
latinoamericanos han llevado a crear
la idea de América Latina como una
patria grande común. El plan de
regularización de inmigrantes
procedentes de países fronterizos
iniciado por Argentina en 2006 lleva
el nombre, precisamente, de Patria
Grande. En Febrero de 2010 nace la
Comunidad de Estados
Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) sin presencia de Estados Unidos ni Canadá, como realización
de un sueño largamente acariciado.
Derivado de la idea genérica de unidad latinoamericana se han desarrollado proyectos e instancias
políticas de integración de las naciones latinoamericanas. Estos proyectos han tomado cuerpo
principalmente en la ALADI, pero también en diversos proyectos de integración física, logística y
cultural y se han expresado en un cuerpo teórico particular acerca del proceso de integración. En el
marco de la integración latinoamericana se han desarrollado también experiencias más o menos exitosas
de integración subregional, como el Mercosur, la Comunidad Andina, el Sistema de la Integración
Centroamericana (SICA) y la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (ALBA), que ha llevado
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a la teoría de la integración latinoamericana a sostener distintos modelos de interrelación entre los
procesos de integración subregional, latinoamericano y continental. En Norteamérica, México es el único
miembro latinoamericano del TLCAN y es observador en las 3 principales agrupaciones
latinoamericanas de Centro y Sudamérica.
En los últimos años, sobre todo en la última década, los gobernantes de los países latinoamericanos han
dado pasos firmes y se han pronunciado a favor de una aceleración en la integración regional.

II.- LAS ALTERNATIVAS DE LA


POLÌTICA Y LOS MODELOS
ECONÓMICOS DE AMÉRICA LATINA
LATINA EN EL SIGLO XX

América Latina entró al siglo XX sin democracia política y sin democracia social. Gran parte de su
población estaba impedida de participar en la vida política de la misma manera que se le dificultaba
enormemente el acceso a la propiedad de la tierra. Terratenientes y campesinos constituían las clases
fundamentales del sistema; aunque no se agotaba en ellas la estructura social, ya que, aunque de
reciente aparición a comienzos del siglo XX, los primeros grupos de obreros, la incipiente burguesía
manufacturera, los comerciantes, y demás capas de la burguesía que constituían la emergente clase
media daban una imagen de sociedad moderna. Pero esa era una imagen distorsionada de una realidad
en la que las relaciones de producción generaban la mayor de las desigualdades sociales y donde las
de poder tenían un carácter oligárquico de franca exclusión política.

El Estado era oligárquico por su forma y por su contenido. Por su forma, porque el voto restringido a
los varones solo incluía a propietarios o individuos con un determinado nivel de ingreso y a los
alfabetizados, además de que los mecanismos paternalistas de dominación convertían en ficción a la
mayoría de los actos electorales. Por su contenido, porque la hegemonía de los terratenientes en el
bloque de poder, que incluía a otras fracciones de la clase dominante y representantes del capitalismo
internacional, excluía a las clases medias que se abrían paso en la sociedad, a la burguesía
manufacturera, a los obreros y fundamentalmente a los campesinos.

En consecuencia, cualquier alternativa al Estado oligárquico debía provenir de las clases excluidas y
el tipo de su naturaleza, en última instancia, de las alianzas que se conformaran para remplazarlo y de
la matriz ideológica que las sustentara tales como el socialismo, el reformismo, la revolución y el
populismo. Las distintas alternativas impulsaban una democracia efectiva, pero esta no fue duradera o
simplemente quedó en promesas. En la mayoría de los cvasos porque los regímenes militares
lograron imponerse en reiteradas oportunidades entre 1930 y 1980. En México porque el monopolio
del gobierno del partido que heredó la revolución hizo que en la práctica la democracia no funcionara
correctamente, ya que había un partido único y en Cuba porque no se llevaron a cabo las elecciones
democráticas prometidas durante la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Desde 1870 hasta el advenimiento de la crisis mundial de 1929, América Latina transitó por un
período histórico de Modernización que fue dejando atrás su atrasada infraestructura herencia de la
Época Colonial y gozó de una prosperidad frágil, basada en el desarrollo del Modelo Económico
de Crecimiento hacia Afuera, o Modelo Agro – exportador, que consistió en la modernización de su
infraestructura, incorporando los avances de la técnica moderna para “modernizar” la producción de
materias primas, como productos agropecuarios o de la minería, con destino a la exportación hacia
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los países Europeos, especialmente Inglaterra, o los Estados Unidos. Los gobiernos dictatoriales ,
oligárquicos , más o menos liberales desde el punto de vista político, impusieron también una
política económica liberal que implicaba una escasa participación del estado en esta esfera. De ese
modo se produjo un importante crecimiento económico, demográfico que fue modificando las viejas
sociedades coloniales , especialmente en las ciudades que crecieron y se europeizaron en su aspecto,
costumbres y pautas de consumo . El crecimiento económico, que se desarrolló con breves
interrupciones, debidas a la dependencia de las economías latinoamericanas de las economías
industriales del Centro del Mundo Capitalista, permitió la acumulación de grandes riquezas en
manos de las oligarquías criollas y una sensación de prosperidad y progreso, que también alcanzó a
los sectores medios, pero no a las clases trabajadoras ni a las grandes masas de campesinos. Pero
las consecuencias de la crisis de 1929 y la gran depresión posterior, que provocaron grandes
pérdidas y una importante conflictividad social e inestabilidad política determinaron la búsqueda
de un modelo alternativo.

Este modelo que ha sido denominado, Modelo de Industrialización por Sustitución de


Importaciones, o modelo de Crecimiento hacia adentro , comenzó a desarrollarse en la década del
30, pero alcanzó sus mejores logros en la inmediata posguerra, se basó en una actuación más
activa e interventora del Estado en los asuntos económicos. Fue llevada adelante por gobiernos
populistas y reformistas que trataron de superar la economía exportadora tradicional, transfiriendo
recursos desde los sectores agro- exportadores a una recién creada industria nacional , que se dedicó
a producir bienes de consumo para los mercados nacionales que vendrían a sustituir a los que hasta
ese momento se importaban de los países industriales de fuera del continente. . La industrialización
por sustitución de Importaciones generó también grandes esperanzas, entre los años de la Segunda
Guerra Mundial y la década del setenta, cuando era percibida como la solución para salir del atraso,
mejorar la distribución del ingreso y superar la dependencia externa.

La historia de América Latina durante la segunda mitad del siglo XX es un tanto excepcional. Por un
lado, se mantuvo en buena medida al margen de la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, a diferencia
de la mayor parte del mundo no occidental, la descolonización y sus problemas no afectaron a unos
países que eran independientes desde hacía más de un siglo. No por ello ha sido un período carente de
dificultades.

En el plano económico, la aspiración al desarrollo se ha visto frustrada. Hacia 1950, parecía razonable
pensar que las poblaciones de algunos países latinoamericanos podrían acabar accediendo a niveles de
bienestar significativamente más altos. En ello confiaban tanto dirigentes políticos como economistas
bien informados, que propiciaron la implantación de un Estado de Bienestar , similar al que
ponían en funcionamiento los estados europeos capitalistas por aquel tiempo. Pero no ha sido así.

En la década de los 60 y los 70 , las dificultades económicas volvieron a aparecer como


consecuencia de la debilidad del modelo ISI y de las políticas sociales de bienestar. Los
gobiernos del período asumieron deudas con los nuevos organismos internacionales financieros
surgidos después de la 2GM , como el FMI o el Banco Mundial, y llevaron adelante políticas de
ajuste al Modelo ISI. Sin abandonar el objetivo del desarrollo industrial, los dirigentes de la
política económica de los estados latinoamericanos llevaron adelante un modelo llamado
Desarrollista, que implicaba la retirada del Estado en los sectores de la economía que había
nacionalizado , estimular el crecimiento de las empresas privadas para que se desarrollaran sin
subsidios estatales, disminuir el gasto público y el número de empleados del estado y favorecer
nuevamente al Sector Agroexportador. Estas políticas económicas no tuvieron otro resultado que
profundizar la crisis . Esta crisis se expresó en la protesta social creciente, en la inestabilidad y la
radicalización política hacia posturas de extrema derecha y de extrema izquierda, que se

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desarrollaron en el marco de una mayor injerencia de los Estados Unidos sobre todos los países
latinoamericanos, temeroso de que el modelo cubano se extendiera por el continente .

A la aparición de movimientos guerrilleros, inspirados en el modelo cubano, la creciente


participación de las fuerzas armadas en la lucha en su contra, el clima de conflictividad social y
política , la permanente inestabilidad política y la incapacidad de los gobiernos para resolver la
crisis económica, condujeron a la instauración de las llamadas Dictaduras de la Seguridad
Nacional , que interrumpieron el orden constitucional y legal , continuaron profundizando las
políticas de ajuste, acercándose a un modelo Neoliberal, que volvió a abrir la economía a los
inversores extranjeros, liberalizó el comercio exterior y el mercado de cambios, aumentó la deuda
externa y planificó grandes proyectos de infraestructura , aumentó el gasto militar y la deuda
externa con los organismos internacionales. La deuda externa y su crecimiento terminó haciendo
crisis a mediados de los 80.

Inspiradas en la doctrina de la Seguridad Nacional, las dictaduras de los setenta y los ochenta,
especialmente en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Paraguay violaron los derechos humanos
utilizando los métodos más atroces de represión, que además fueron coordinados por encima de las
frontera nacionales con el denominado “Plan Condor”.

A mediados de los ochenta, los estados latinoamericanos fueron recuperando la democracia y en


los años noventa, América Latina era un continente donde la democracia predominaba
ostensiblemente, aún con las limitaciones que generaron la difícil transición de las dictaduras y los
condicionamientos que en mayor o menor grado impusieron las dictaduras en su retirada. A estos
condicionamientos se sumó la aplicación del Modelo Neoliberal con mayor extensión que en el
período dictatorial con nefastas consecuencias económicas y sociales. Así, el ajuste Neoliberal
marca el fin del siglo XX, cuando los Estados Nacionales parecen desdibujarse en el marco de una
globalización que no controlan y prevalece un balance con importantes restricciones, pero también
con nuevas expectativas ante el siglo que comienza y que anuncian nuevos rumbos.

La evolución política desde los regímenes oligárquicos de comienzos de siglo a la democracia


parlamentaria tampoco se desarrolló con no pocas dificultades. Ni populismo ni dictaduras militares
encontraron soluciones políticas duraderas. Las democracias surgidas en la década de los ochenta están
avanzando en su consolidación, pese al extremadamente difícil marco económico en el que vieron la
luz.

De hecho, pese a que hasta la década de los setenta las economías latinoamericanas vieron crecer
sustancialmente sus sectores industriales, la debilidad del crecimiento desde la crisis de la deuda de los
años ochenta ha tenido como consecuencia que América Latina esté hoy más lejos de los países más
desarrollados que a mediados del siglo XX. La comparación con el Extremo Oriente conduce a
conclusiones aún más pesimistas.

A comienzos del siglo XXI, América Latina sigue hoy enfrentada a la necesidad de crecer
económicamente, pero también de reducir cuanto antes la extrema desigualdad que la caracteriza.

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PANORAMA POLÍTICO Y ECONÓMICO DE ARGENTINA, CHILE,
BRASIL Y MÉXICO EN EL SIGLO XX.

El general Perón y su herencia han influido poderosamente en el escenario político argentino desde el
golpe militar dado, en 1943, por oficiales de rango medio que le llevaría al poder poco más tarde, entre
1946 y 1955. Su programa populista y nacionalista, apoyado en una buena coyuntura económica, le
hizo muy popular entre los trabajadores argentinos. Depuesto y enviado al exilio por otro golpe militar
en 1955, retornó a Argentina en 1973, sin que ello contribuyera a la estabilidad de un país que salía de
una dictadura militar y en el que, al terrorismo peronista y marxista (Montoneros y Ejército
Revolucionario del Pueblo), se unía una gran conflictividad social. Un nuevo golpe limitar en 1976 dio
paso a una brutal represión sobre amplios sectores de la sociedad argentina, a una ineficaz política
económica y a una guerra con Gran Bretaña por las Islas Malvinas. La derrota argentina aceleró el
desgaste de la dictadura militar y abrió las puertas a la reinstauración de la democracia en 1983.

En Chile, donde, junto a Costa Rica, en el que las tradiciones democráticas gozaban de un arraigo
desconocido al sur del Río Bravo, gobiernos de uno y otro signo surgidos de las urnas se alternaron
hasta 1973. Durante los dos mandados del demócrata cristiano Frei (1964-1970) se pusieron en práctica
ambiciosos proyectos, entre ellos la reforma agraria, en sintonía con las propuestas de la Alianza para el
Progreso impulsada por los Estados Unidos para evitar el contagio de Cuba al resto de América Latina.
La victoria de la Unidad Popular, liderada por Salvador Allende, en las elecciones de 1970 estuvo
acompañada de una profunda polarización de la sociedad chilena. El golpe de Pinochet en 1973 puso
fin violentamente a décadas de política parlamentaria. Una peculiar transición a la democracia se inició
en 1988, cuando Pinochet fue derrotado en el plebiscito convocado por él mismo para asegurarse su
reelección.

En Brasil, la personalidad política más influyente del siglo XX fue Getúlio Vargas. Tras acceder al
poder con un golpe de estado, ideo el Estado Novo (1937-1945), un proyecto dirigista de modernización
de la sociedad brasileña. Retornó como presidente electo entre 1950 y 1954. En plena crisis política, su
muerte por suicidio no borró la profunda huella que dejó en la política brasileña. Un golpe de estado
militar llevó a los militares al poder hasta 1984. En ese año, la presión popular y los problemas
económicos, forzaron la caída de la dictadura y el inicio de la transición democrática.

México es el único caso en América latina en el que un mismo partido el Partido Revolucionario
Institucional (PRI) ha estado en el poder durante décadas (1929-2000). Surgido de la Revolución
Mexicana logró crear un modelo político duradero que, si bien al precio de la creación de algo no muy
próximo alejado a un régimen totalitario de partido único, ha evitado a México los golpes militares que
ha conocido otros países latinoamericanos. A partir de finales de los sesenta, los gobiernos del PRI

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dieron muestras crecientes de no poder ya integrar las aspiraciones de amplios sectores de la sociedad
mexicana.

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