Está en la página 1de 17

Departamento de Bioquímica Clínica.

Area Tecnología en Salud Pública.


Asignatura Salud Pública.

Título: “Sobre la historia, paradigmas, definiciones y


aplicaciones de la Epidemiología”.

Alumna: Paola Soledad Stoll.


Fecha de presentación: 7 de mayo de 2004

1
INTRODUCCION

El presente trabajo propone relacionar, los contextos históricos, con


la evolución de los conceptos que definen a la Epidemiología.

Los epidemiólogos, sobre la base de diferentes estudios, obtienen


evidencias que conducen a la explicación de enfermedades y problemas de
salud que afectan a las poblaciones. De este modo crean paradigmas sobre
los que apoyan sus teorías y conocimiento para la aplicación de diferentes
metodologías en los procesos de salud – enfermedad, entendiendo por
paradigma la consistencia teórica en la que se apoya una Comunidad
Científica que trabaja en conjunto bajo un consenso operativo: científico,
metodológico y valorativo.
Si en su desarrollo aparecen anomalías que no resuelven problemas
internos, esto llevará a una crisis del paradigma, la cual se soluciona con la
introducción de un nuevo paradigma. Este introduce otras teorías que
apuntan a la resolución de los enigmas planteados en el modelo anterior.
Es decir, es un campo interdisciplinar, dinámico, renovado y recompuesto a
partir de una producción teórica consistente, que enfrenta interrogantes y
dilemas, los cuales son resueltos en base al nuevo paradigma.
Elegí hablar de Epidemiología porque constituye una herramienta
fundamental para describir y explicar la dinámica de la Salud Pública. En
consecuencia, al conocerla más profundamente, me permitiría evaluar si
las políticas y decisiones referidas a la gestión de salud , son las apropiadas
para disminuir los daños que causan las distintas enfermedades,
adquiriendo así una mirada más crítica sobre el tema.

2
DESARROLLO

La palabra Epidemiología deriva del griego “Epi” (encima), “demos” (pueblo)


y “logos” (estudio), que significa el estudio de “lo que está sobre las
poblaciones”.
Esta palabra aparece en la historia a través de Hipócrates (460 – 385 a.C.),
quien utilizó dos expresiones que se referían a las enfermedades:
epidémico era todo padecimiento no propio de un lugar y endémico
cuando el padecimiento era propio de un lugar. Si bien él no hizo referencia,
en sus escrituras, a ninguna epidemia, sí relacionó los daños de la salud con
el medio ambiente y las condiciones de vida, por lo que se denomina a este
médico como el padre de la epidemiología. Fue recién entre el siglo V y VI
d.C. cuando se registró por primera vez la palabra “epidemia” usada para
definir una plaga que azotó al mundo.

TRANSICION DE LOS DIFERENTES PARADIGMAS

Miasma y epidemias y la era de las estadísticas sanitarias

Como dije anteriormente, los pensamientos de Hipócrates que se reflejaron


en el libro Sobre los aires, las aguas y los lugares, dieron origen a una
corriente higienista que prestó una mayor atención al medio natural y su
posible relación con los problemas patológicos.
El higienismo era una corriente de pensamiento desarrollada desde finales
del siglo XVIII, comandada principalmente por médicos. Partiendo de la
consideración de la gran influencia del entorno ambiental y del medio social
en el desarrollo de las enfermedades, los higienistas criticaban la falta de
salubridad en las ciudades industriales, así como las condiciones de vida y
trabajo de los empleados en las fábricas, proponiendo diversas medidas de
tipo higiénico - social, que según ellos, contribuían a la mejora de la salud y
las condiciones de vida de la población.
El médico inglés Thomas Sydenham (1624-1689) y otros crearon la teoría
miasmática, la cual decía que las emanaciones fétidas del agua y suelos
impuros causaban enfermedades, proceso que se agudizaba porque las
temperaturas elevadas del verano producían una "destilación química" de

3
las aguas pantanosas y junto con los vapores volátiles trasladados por el
viento ocasionaban diversos tipos de morbidez. A estos productos
inorgánicos, se unían otros orgánicos derivados de la descomposición que
formaban los enigmáticos "miasmas", y se difundían por la atmósfera
afectando al organismo humano.
Este concepto, asociado con la emergencia de las grandes epidemias,
relacionadas al incremento de las comunicaciones en el comercio, hizo que
se concreten una serie de medidas, terapéuticas y preventivas como la
instauración de barreras sanitarias en las fronteras y la práctica del
aislamiento de las personas enfermas. Surgieron las cuarentenas y la
fumigación de los lugares apestados, o que corrían peligro de contagio, con
diversas sustancias como ácido nítrico, ácido clorhídrico y gas cloro.
Además se observaba una enorme preocupación por los vientos, ya que a
través de ellos se dispersaban los miasmas, por lo tanto, se prestó especial
importancia a estos lugares como objeto de vigilancia y ordenación.
Se desarrolló así, una concepción donde el espacio urbano tomó real
importancia en la preocupación de los médicos de la época que
interpretaron a la enfermedad como fenómeno social. Un ejemplo de
ello lo demostraba en 1790, el vienés J. P. Frank (1745-1821), cuando
publicó un folleto de expresivo título: La miseria del pueblo, madre de
enfermedades. En él reflejaba su preocupación por los espacios públicos
como los lugares donde se asentaban las grandes enfermedades, debiendo
ser esos lugares vigilados en forma más exigente y así se controlaban los
miasmas (14).
Este mismo autor, escribió entre 1779 y 1819, un extenso tratado de
higiene pública: System einer volltaendigen medizinischen Jolizey donde
recogió las principales doctrinas sobre sanidad pública de la época y en el
que desarrolló una teoría social de la enfermedad.
J.P.Frank sistematizaba las propuestas de una Política médica que se basó
en la compulsividad de las medidas de control y vigilancia de las
enfermedades, bajo la responsabilidad del Estado, junto con la imposición
de reglas de higiene individual para el pueblo.
También se dieron grandes epidemias como la peste y la malaria. Villalba,
médico español, en su obra llamada “Epidemiología española” relacionaba
estas enfermedades con las condiciones ambientales. Al igual que Casal,

4
otro médico español, ambos concluyeron que la enfermedad era el resultado
de un régimen alimentario.
Por estas razones sostenían al “enfoque ecológico” como el sustrato teórico
del paradigma que regía en ese momento y todo lo expuesto anteriormente
llevó a definir a la Epidemiología como “La ciencia de las epidemias”
(16).
Pero este concepto tuvo auge hasta que en 1851 se realizó en París, la
primera Conferencia Sanitaria Internacional, en la que los participantes
debatieron si las enfermedades como el cólera eran miasmiáticas o
contagiosas. Esta controversia terminó cuando se demostró que esas
enfermedades eran infecciosas por la existencia de gérmenes que las
provocaban, siendo los seres humanos sus hospedadores que pasaban a ser
vistos como protagonistas de los procesos determinantes de los estados de
salud y focalizando a la enfermedad desde otra perspectiva, evento que
llevó a la concepción de un nuevo paradigma.
Otra muestra de esta crisis paradigmática se dió cuando en España se creó
la Junta Suprema de Sanidad, que dictó e hizo cumplir enérgicas medidas
para prevenir el contagio de las enfermedades: el cierre del comercio con
Francia, la vigilancia de las costas, buques y puertos, los que también eran
sometidos a control especial; instaurándose además, un completo sistema
de lazaretos y cordones sanitarios. A cada nuevo brote morboso fueron
enviados inspectores de epidemias para recabar información.
Durante todo el siglo XIX, prevaleció la opinión de los anticontagionistas en
relación al cólera. Y si bien a partir de este momento, se reflejó un apoyo
más fuerte al concepto de enfermedad contagiosa, la cuestión aún no
estaba resuelta y tampoco lo estaba el del origen de la temida enfermedad.
Dos teorías explicativas eran disputadas. En primer lugar la doctrina
miasmática, ya clásica, que contaba con gran número de seguidores. A
ella se oponía, desde mediados de siglo y dentro del enfoque ecológico, la
doctrina telúrica. Tal teoría, formulada por Pettenkofer, sostenía que la
propagación del cólera tenía como elemento determinante el suelo y las
aguas subterráneas.
Cuando llega a España la última de las grandes pandemias coléricas en
1885, los médicos europeos llevaban más de cincuenta años enfrentando a
esta enfermedad y produciendo un gran despliegue de la actividad

5
científico - médica para poder combatir a esta epidemia. Cada brote colérico
era minuciosamente estudiado, pero a pesar de todo esto, a comienzos de
la octava década del siglo XIX, todavía no se conocían tres puntos clave en
relación a ella: su origen, los agentes de contagio, y una terapéutica eficaz
(14).
El elemento decisivo, que más contribuyó al descrédito de este paradigma,
fueron las medidas preventivas y curativas que se tomaron cuando en 1884
se reconocieron en España los primeros efectos causados por la nueva
epidemia colérica. Se volvieron a tomar las mismas medidas que en
anteriores pandemias, pero los rápidos progresos de la enfermedad
mostraron una vez más la inutilidad de estas medidas, evidenciando con
claridad algo que ya estaba en la mente de muchos médicos: “sin conocer
exactamente la causa del cólera no podían emprenderse medidas eficaces
para combatirlo”. Además, las cuarentenas y los cordones sanitarios
despertaban la ira de los comerciantes y el descontento de la población,
siendo un blanco fácil para las críticas corrosivas de los bacteriólogos,
quienes estudiaban los agentes causales. Sin embargo al no encontrar una
clara explicación de los procesos infecciosos, no pudieron sostener sus
teorías acerca de la existencia de un agente causal de estas enfermedades.
Esta situación cambió en forma gradual hasta que lograron confirmar sus
teorías; los higienistas ya no pudieron resolver los enigmas que se
instauraban en la sociedad y fueron decayendo hasta tocar fondo.
El cólera fue un ejemplo para entender el resquebrajamiento de este
paradigma, pero se puede recurrir a otras afecciones, como la fiebre
amarilla, el tifus o la tuberculosis, las cuáles también demuestran las
falencias en las medidas tomadas por los médicos de la época y la ausencia
de explicaciones satisfactorias sobre las enfermedades contagiosas.
El estudio de estas enfermedades, fue el preludio de la radical reorientación
de la medicina con la emergencia de la bacteriología.

Teoría de los gérmenes y la era de las enfermedades infecciosas

Desde finales del siglo XIX y comienzos del XX se produjeron grandes


cambios tanto en el ámbito socio - económico como en el científico. El
conocimiento básico sobre las enfermedades transmisibles creció

6
rápidamente, monopolizando y avanzando sobre el conocimiento
epidemiológico.
La Revolución Industrial priorizó a la Salud Pública, colocándola en primer
plano por las condiciones inhumanas en las que vivían los pobladores de la
época. Las viviendas miserables, el hacinamiento en las ciudades y las
fábricas donde trabajaban, eran considerados los causantes del deterioro en
la situación de salud, ya que el gran desarrollo causó un acelerado proceso
de urbanización. En esta situación las enfermedades infecciosas se
convirtieron en un gran problema, razón por la cual Pasteur y Köch
concentraron en ellas todo su interés.
Con Pasteur nació la inmunología, la elaboración de productos
inmunizantes y los métodos para el estudio de las causas de las
enfermedades transmisibles. El y sus colaboradores examinaron los
mecanismos de la infección y aplicaron los resultados de sus estudios a la
prevención y al tratamiento de las enfermedades contagiosas.
El alemán Köch y sus seguidores se dedicaron desde 1876 en adelante al
desarrollo de técnicas para el cultivo e identificación de las bacterias.
A partir de estos avances, se crearon medidas de profilaxis (como la
revolucionaria técnica de la vacunación) y una Medicina Preventiva que
nació por el descubrimiento del bacilo de la tuberculosis y otros
microorganismos. La epidemiología progresaba sobre bases sólidas y servía
a la salud pública en su lucha contra las enfermedades transmisibles.
Al descubrir el agente causal de la enfermedad, se creaba una vacuna
inmunógena, luego se aislaba al enfermo, se desinfectaban sus ropas y con
esto se consideraba controlado el problema de la enfermedad transmisible.
Pero no siempre fue así, pues comenzaron a experimentarse fracasos tanto
en la identificación de agentes causales como en la producción de
preparados con carácter inmunogénicos que llevaron al descontento de los
científicos.
Se observó un período de transición al no encontrarse respuestas ante
enfermedades no infecciosas, por lo que la medicina social como eje
temático comenzó a sentir presión.
Es justamente un epidemiólogo, John Ryle(1889-1950), quién sistematizó el
paradigma de la Historia Natural de las Enfermedades en 1936, que

7
basó en una teoría unicausalista: “la enfermedad era causada por la
pobreza y otras condiciones sociales” (2).
La epidemiología se incorporaba al movimiento preventista para consolidar
este paradigma. Así, la investigación epidemiológica se volcaba a la tarea
principal de producir conocimientos sobre las fases pre clínicas de las
enfermedades. Este hecho aumentó las posibilidades de las prevenciones
primaria y secundaria, identificó factores de riesgo y desarrolló técnicas de
detección precoz de cuadros mórbidos. A partir de estos niveles de
prevención se abrió el escenario a la clínica como disciplina de estudio.
En 1940, la escuela británica sostenía la existencia de algo en la sociedad
que ocasionaba las enfermedades no infecciosas, del mismo modo que
antes provocaba las enfermedades infecciosas. Esta simple lógica llevó a un
cambio en la epidemiología, que pasó del estudio de las enfermedades
infecciosas al de las no infecciosas. Tanto Ryle como otros, se percataron de
que los aspectos sociales de la mayoría de las enfermedades eran más
importantes que el agente específico que las causaba, pero no lo pudieron
demostrar por la falta de instrumentos metodológicos necesarios para
realizar las investigaciones (17).
Los estudios se orientaron hacia las enfermedades que afectaban a los
adultos (enfermedades crónicas, cancerígenas, enfermedades coronarias,
hipertensión, etc.) debido a que cada día, éstas tenían mayor relevancia
que las de tipo infecciosas, que se limitaban principalmente a los niños.
La aplicación de técnicas estadísticas llevó a Wade Hampton Frost (1880-
1938) a relacionar variaciones en la incidencia y prevalencia de las
enfermedades, con la intención de evaluar si existían determinantes
genéticos y sociales que explicaran el por qué de este cambio rotundo en
los perfiles de la salud (2).
Con la incorporación de instrumentales que demostraron la existencia de
una determinada patología sin alteraciones clínicas en las personas, se
reforzó la idea de prevención frente a los factores de riesgo que causaban
una dada enfermedad.
En el inicio de los años 60, la investigación epidemiológica experimentó la
más profunda transformación, con la introducción de la computación. La
ampliación real de los bancos de datos, con la suma potencial de técnicas
analíticas, fueron de gran ayuda a la hora de relacionar los datos obtenidos

8
al abordar el estudio de una enfermedad. Los análisis multivariados traían
una perspectiva de solución al problema de las variables de confusión,
intrínseco a los diseños observacionales que determinaban la especificidad
de la epidemiología en relación con las demás ciencias básicas del área
médica. La computación permitió la realización de apareamientos múltiples,
estratificación de variables de confusión, relacionar las causas con los
efectos ante una determinada patología y control del sesgo, además de
propiciar el perfeccionamiento en la estadística. Así, con la contribución de
los modelos matemáticos, se crearon distintos tipos de estudios
descriptivos, analíticos, experimentales y no experimentales, indispensables
para el estudio de las distintas variables que afectan a la salud.
Es muy importante notar que en esta concepción de la epidemiología,
predominó una concepción mecanicista de la relación entre causa - efecto y
el predominio de la clínica como disciplina dominante en el campo de la
intervención de salud. Sobre esta base, los conceptos y métodos de la
medicina preventiva se transformaron en dominantes en la Salud Pública.
En consecuencia se definió a la Epidemiología como “el estudio de la
distribución y determinantes de enfermedades en poblaciones
humanas” (16).

La Caja Negra y la era de las enfermedades crónicas

Se definió así al paradigma dominante a finales del siglo XX, que consiste
en realizar inferencias respecto a factores de riesgo como causas
predisponentes para una determinada enfermedad, por lo que se habló de
una red multicausalista para cada padecimiento.
No sólo se observan las causas, sino también todo el entorno que rodea al
individuo, como ser: factores socio - económicos, socio - políticos, socio -
culturales, psicosociales, ambientales, genéticos, etc., que llevan a una
patología dada por un sinergismo entre ellos. De este modo, se observa la
imagen del hombre como un todo integral, donde no existe separación entre
lo síquico, lo biológico y lo social. Pero la adopción de medidas apropiadas
para el estudio de este modelo, presentó ciertas limitaciones, como los
hábitos y conductas de un individuo, ya que no sólo dependían de su
voluntad individual sino también de la interacción con el grupo social al cual

9
pertenecía, la disponibilidad y accesibilidad de recursos, las características
de su trabajo, del lugar donde residía, etc., en fin, por sus condiciones de
vida tanto individual, familiar, como laboral.
Este paradigma se denominó “caja negra” porque en esta “red de
causalidad” existían procesos internos que estaban ocultos, por ser una
unidad tan compleja y la epidemiología se limitó a la intervención en todos
los factores que se podían cambiar y dejando a un lado los factores en los
que no puede intervenir. A partir de esto se la definió como “la disciplina
que estudia la enfermedad en poblaciones humanas” (16).
Este paradigma comenzó a decaer cuando se observaron desventajas, por
ejemplo, la gran cantidad de factores de riesgo hallados, que explicaban
poco acerca de los orígenes de la enfermedad. Otra limitación fue la falta de
discernimiento entre si los determinantes eran individuales o poblacionales
en las patologías.

Las Cajas Chinas y la era de la eco - epidemiología

Este es el paradigma vigente en nuestros días. Según Mervyn Susser este


paradigma de la caja china es el correcto porque en él los sistemas se
encuentran separados y organizados jerárquicamente, dividiéndose en
subsistemas y éstos a su vez en otros de menor jerarquía. Así, si el cambio
se produce en un subsistema no afectará al sistema en su totalidad; porque
posibilita encontrar las fallas pertenecientes a esa región (10).
Podemos decir entonces, que se basa en relaciones “dentro y entre”
estructuras localizadas y organizadas en una jerarquía de niveles. Analiza
determinantes y resultados de diferentes niveles de organización. Por
ejemplo, el ecologismo establece generalizaciones sobre sistemas
biológicos, humanos y sociales, que se encuentran localizados dentro de
estructuras que se dividen en escalones más elementales y así
sucesivamente, pero todos están íntimamente relacionados. Esas relaciones
legítimas son generalizadas desde cualquier nivel específico dentro de una
jerarquía de escala y complejidad.
Para poder estudiar los sistemas ecológicos en profundidad, tenemos que
utilizar los procedimientos metodológicos básicos de ciencias y limitar los
campos de observación (14).

10
Basándose en esto, Susser define a la Epidemiología como “el estudio de
las distribuciones y determinantes de los estados de salud en
poblaciones humanas” (16).

Aplicaciones de la epidemiología

Las primeras descripciones registradas de los patrones de mortalidad de la


humanidad, que coincidieron con la emergencia de las Estadísticas Vitales
en los países europeos, en el siglo XVIII mostraron una época de alta
frecuencia de mortalidad por enfermedades de naturaleza infecciosa y
epidémica, en las grandes preocupaciones de aquel período, lo cuál fue un
reflejo de los patrones existentes de organización en la sociedad.
Las teorías de transición epidemiológica revelaron que en las sociedades
modernas existían transformaciones que se observaban por el control y la
disminución substancial de esas enfermedades, determinadas por los
avances proporcionados con la incorporación de las vacunas, los
antibióticos, y los cambios en las condiciones de vida.
Así, de aquel patrón dominado por las enfermedades infecciosas, los países
centrales pasaron a experimentar, en los últimos tiempos, un nuevo patrón
donde prevalecen más las enfermedades de naturaleza no infecciosa o no
transmisible como los trastornos de salud - enfermedad crónicos,
degenerativos, en especial las enfermedades cardiovasculares y los
cánceres. Más recientemente se unen a éstas las debidas a causas
externas, especialmente los accidentes de tránsito y los homicidios. A ello
se agregan las nuevas enfermedades como el SIDA, y las infecciosas
emergentes (la fiebre hemorrágica argentina, el hanta virus, etc) que se
creen que son producto de un cambio demográfico, tanto en el ecosistema
como en la infraestructura sanitaria insuficiente para atender a estas
situaciones de riesgo y de emergencia derivadas del aumento de casos de
este tipo de enfermedades (5).

Por lo tanto la epidemiología deberá ser el instrumento para una nueva


reforma de los servicios de salud pública, reorganizando los servicios de
control de riesgos y modificando los estilos de vida para reducir las
enfermedades hoy más importantes.

11
Junto a este cambio del perfil epidemiológico, que se acompaña y se explica
en la historia de cada sociedad, algunas otras características pasan a ser
más evidentes.
En el pasado, la Epidemiología era más empírica, apuntaba a identificar a la
enfermedad y a partir de allí buscar una solución al problema; hoy en día
trata de mirar al interior de cada formación social, y poder prevenir los
procesos patológicos, buscando una regularidad en las manifestaciones del
proceso salud - enfermedad. Pero para que se pueda llegar a esto deberán
cambiar algunos conceptos en el campo de la salud pública.
La epidemiología ha sido considerada a menudo, como una ciencia
puramente descriptiva y no (se la ha considerado) como el método
indispensable para estudiar el funcionamiento de los servicios de salud. A
las organizaciones internacionales de salud les corresponde restituir a la
epidemiología su verdadero significado.

Históricamente la epidemiología se ha estructurado sobre un trípode: la


clínica, la estadística y la medicina social. De hecho, sin la clínica no puede
existir epidemiología, pero lo mismo acontece con la estadística y con la
perspectiva de lo colectivo en la salud, que puede ser sintetizada en el
movimiento de la medicina social. En esta medida, sin una concepción de lo
colectivo, de lo social, y en fin, de lo político, es imposible pensar la
epidemiología.
Con lo que se puede asumir que en ella, no sólo influyen las necesidades
de un mejoramiento en la planificación de la salud, sino que existen ciertas
limitaciones dentro del marco social donde se gestionan las acciones de
salud.
Es difícil consolidar un espacio de reflexión científica dentro de las
decisiones administrativas por la restricción progresiva de los recursos
disponibles o por gobiernos menos consensuales, más represivos y
personalistas (2)

12
La epidemiología se utiliza en el proceso de toma de decisiones relativas a la
organización y la gestión de servicios de salud, en la medida que los servicios
tengan como objetivo final atender las verdaderas necesidades de una
población.

Las decisiones relativas a la asignación de recursos, a la definición de las


prioridades y a los objetivos que los servicios quieren lograr no pueden
tomarse sin una base de información que permita conocer los problemas y
su distribución en la población objetivo.
Por ejemplo, en Quebec, donde existe desde principios de los años setenta
un sistema público, universal y gratuito de servicios de salud, el primer
estudio general de salud, cuyo objetivo fue obtener un perfil del estado de
salud de toda la población, se realizó apenas en 1987-1988. Ese trabajo ha
producido datos muy importantes para la orientación de las políticas
públicas. Por otra parte, significa que durante 20 años, los administradores
y los dirigentes políticos tomaron decisiones estratégicas y operativas
basándose únicamente en los datos de salud proporcionados por el censo,
los registros de mortalidad, la utilización de los servicios y los pocos
estudios sobre poblaciones y problemas específicos(7).

Otro objetivo es contribuir a la gestión de los servicios de salud, mediante la


identificación de los problemas de salud, la comprensión de la causa y el
conocimiento de la dinámica de su distribución en una población.

Esto se puede llevar a cabo con la incorporación de políticas de salud y de


servicios, es decir, definir políticas cuyas metas se formulen en términos de
indicadores de salud que se debieran alcanzar y no sólo en términos de
servicios que se deben ofrecer y de recursos a movilizar.
La finalidad de tales políticas es tener un efecto mensurable en la salud de
una población determinada, lo cual es muy diferente a plantear como fin el
satisfacer la demanda espontánea de las personas.
La epidemiología contribuye a describir y explicar la situación sanitaria,
vigilar la evolución de los problemas, por su intervención a través de
estudios evaluativos. Entonces la gestión, dirigida a mejorar los indicadores
de salud tiende a generar una organización de los servicios que deja de

13
hacerse en torno al tipo de establecimiento y a la división profesional del
trabajo. Se van constituyendo programas que tienen fines específicos como
son los problemas mentales, accidentes de tránsito, de trabajo,
enfermedades de transmisión sexual, etc.
Tal gestión no puede realizarse sin tener acceso contínuo a datos
epidemiológicos válidos que permitan vigilar el efecto de las medidas de
salud fomentadas por el programa ).
Los procesos de regionalización, de municipalización y de desarrollo de
sistemas locales de servicios tienen en común favorecer un enfoque
poblacional de los problemas de salud. El enfoque institucional y profesional
pueden funcionar sin el aporte de los datos epidemiológicos, pero el
enfoque poblacional no puede hacerlo, ya que sus fines se expresan en la
evolución de la situación sanitaria de la población (7).
Para favorecer la gestión de los servicios de salud es necesario una
distribución más equitativa de los recursos disponibles para los servicios de
salud, y se necesita de la contribución de la epidemiología en la
identificación de las diferencias del perfil epidemiológico de las distintas
regiones y categorías de la población, ya que se deben asignar los recursos
en función de las necesidades y evaluar las repercusiones de las distintas
opciones de intervención para evitar el desperdicio de los escasos recursos.
Desde este punto de vista estoy de acuerdo con lo que dice Gilles Dussault,
en un Boletín Epidemiológico: promover la búsqueda de coherencia
máxima entre las necesidades, la eficacia, la eficiencia de las
intervenciones y la asignación de los recursos es idealista, pero no
es utópica porque se tiene la capacidad técnica para acercarse a ese
ideal, ya que el problema actual no es la escasez de recursos, sino la
mala utilización de esos recursos.
Entonces la falta de diálogo entre los epidemiólogos y los administradores,
debe ser solucionada para que se puedan producir políticas y estrategias
que tengan un mayor impacto en el bienestar de las poblaciones (7).

14
Conclusión

Al investigar y estudiar cuidadosamente la Epidemiología – que comienza en


los tiempos de Hipócrates y hace un largo recorrido hasta el presente-
observo que fue evolucionando tanto en su forma de evaluar como en las
medidas adoptadas para mejorar la calidad de vida de las personas .
En cambio, creo que su objetivo es, desde sus inicios fundamentalmente,
explicar las condiciones de salud para disminuir la incidencia de las
enfermedades en las poblaciones.
A través de la historia se incorporan diferentes conceptos que llevan a la
constitución de Paradigmas, que guardan relación con los cambios en los
patrones de salud - enfermedad y que modifican el comportamiento
humano tanto en el ámbito de la salud, como en su entorno.
De este modo, los aportes que el paradigma proporciona a la Epidemiología,
generan teorías que siguen leyes, las que lo conforman, hasta que es
refutado por uno nuevo que significa una concepción distinta de métodos
para su estudio, buscando la superación en las prácticas preventivas.
La Epidemiología es necesaria para fortalecer la capacidad institucional en la
gestión y operación de programas de prevención y factores de riesgo para
la salud, como en las decisiones para la utilización de los recursos y la
buena aplicación de políticas entorno a la salud, a fin de satisfacer las
necesidades de la población.
Resumiendo, tanto la evolución de la Epidemiología como la de la Historia,
no pueden separarse ni de los procesos sociales ni de la sociedad a la que
se aplica, ya que estos son factores que llevan al cambio constante que se
produce en la práctica de esta disciplina.

15
Referencias bibliográficas

1) J.H.Abramson; Métodos de estudio en Medicina Comunitaria; Díaz de


Santos S.A.;

2) Almeida Filho Naomar de; Epidemiología sin números; Serie Paltex N°


28; 1992.

3) Almeida Filho Naomar de; La Clínica, la Epidemiología y la Epidemiología


Clínica; Revista de Saude Coletiva; vol. 3; 1993.

4) Borrell Carme; Seminario Latino-Americano “Condiciones de vida y


situación de salud”; Métodos en el estudio de las desigualdades sociales en
salud; 1995;

5) Castellanos Pedro Luis; La Epidemiología y la Organización de los


Sistemas de Salud; XIV Conferencia. Asociación Latinoamericana y del
Caribe de Educación en Salud Pública; Taxco- México; 1987.

6) Contandriopoulos André-Pierre; La evaluación en el área de la salud:


conceptos y métodos; Lebrun, T. Sailly, J.C.& Amouretti; 1992; p14-32.

7) Dussault Gilles; Boletín Epidemiologíco: Organización Panamericana de la


Salud; vol. 16, N° 2; 1995.

8) Fernández Pita; Tratado de Epidemiología Clínica, Madrid; DuPont


Pharma S.A.; 1995; p.25-47.

9) Goldbaum Moisés; Estilos de vida y modernidad;


http://www.idrc.ca/lacro/publicaciones.

10) López – Moreno Sergio; Reseña histórica de la Epidemiología, Desarrollo


histórico de la Epidemiología: su formación como disciplina científica; Salud
Pública de México; 2000.

16
11) Horwitz Abraham; La epidemiología en América Latina; Boletín de la
Oficina Sanitaria Panamericana; vol.I, N°3; 2000.

12) Starfield Barbara; Medición de los logros de la Atención Primaria; 1997;


p761-768.

13) Susser Mervyn; Conceptos y estrategias en epidemiología; 1996; p22-


25,p49-53, p55-69.

14)Susser Mervyn & Ezra Susser; Un futuro para una epidemiología.

15) Urteaga Luis; Miseria, miasmas y microbios. Las topografías médicas y


el estudio del medio ambiente en el siglo XIX; Universidad de Barcelona;
1980; p272.

16) Salud Pública y Epidemiología;


http://escuela.med.puc.c/Recursos/recepidem/introductorios 2. Htm.

17) Buck Carol, Llopis Alvaro, Najera Enrique, Terris Melton; Desafíos de la
epidemiología, Problemas y lecturas seleccionadas; Publicación Científica
N°505; OPS; Oficina sanitaria Panamericana, oficina regional de la OMS;
1988.

17

También podría gustarte