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LOS ALCANCES DE LA

CALIFICACIÓN REGISTRAL

El objetivo primordial de la calificación registral es el


poder denotar si los actos que son susceptibles de registro
reúnen los requisitos necesarios que establecen las leyes
destinadas para el efecto con motivo de poderse registrar el
acto mismo, esto para que obtenga validez y pueda oponerse
frente a terceros en disputas sobre su propiedad y posesión
únicamente en los títulos que sean válidos y por ende
perfectos en su constitución; Es por ello que se puede
definir a la calificación registral como la acción que el
legislador ejecuta para otorgarle el poder a los
registradores públicos para que estos puedan actuar
analizando y explorando las disposiciones a su cargo para
revestir la inscripción de bienes según las disposiciones de
legalidad establecidas.
El poder que ostentan los registradores públicos es un poder
que tiene sus bases en el principio de legalidad que otorga
el Estado para de alguna forma este último asegurarse de que
los actos emanados del Registro sean válidos y capaces de
poder ejecutarse frente a terceros.
Es controvertida la opinión doctrinaria con respecto a la
naturaleza jurídica de la calificación registral pues
diversas corrientes se oponen entre si su función es
judicial, objeto de jurisdicción voluntaria o única en su
especie; es por ello que su estudio ha concluido en que pese
a que la función registral es pública por tratarse de
Registros públicos y la responsabilidad que lleva el ingreso
de datos para realizar su registro; no obstante la
calificación registral es de una naturaleza jurídica de
carácter administrativa especial, la misma es propia y de uso
exclusivo para entes estatales.
Pese a que existen diversos caracteres que yacen inmersos en
la figura de calificación registral, es interesante destacar
la exclusividad, motivación, globalidad o carácter unitario,
libertad e independencia.
En ese sentido se refiere al carácter de exclusividad como
aquella facultad que figura dentro de los registros y que
corresponde única y exclusivamente a los registradores por
tratarse de una actuación personalísima e indelegable; En
cuanto a la obligatoriedad se puede establecer que el
Registro es el ente encargado y por lo tanto obligado a
decidir por lo que es imperativo que este de oficio suspenda,
rechace o inscriba con el afán de cumplir con su obligación;
Atendiendo al carácter de globalidad que también es definible
como el carácter unitario de la calificación, sostiene que
esta es integral, completa y unitaria, es por ello que se
sobre entiende que toda actuación que se produzca del
Registro con referencia a un acto se realiza en bloque, no
por partes; En lo que concierne a la libertad e independencia
con respecto al Registrador y funcionarios públicos de los
Registros Públicos no significa que se pueda contravenir a
las disposiciones que se establezcan en la ley, es
obligatoriedad del Registrador acatar las ordenanzas de las
normas aplicables a su competencia.
Los fundamentos que sustentan la calificación registral son
diversos, el más importante es aquel que se origina a raíz de
la certeza que emana de un Registro Público, este se
subdivide en: la presunción de la exactitud de lo inscrito,
la inoponibilidad de lo no inscrito frente a lo que si se ha
inscrito y la fundamentación económica.
Es importante destacar que la extensión de la calificación
registral es tan extensa que es imperante que esté aparejada
al principio de legalidad, es por ello que se establece la
importancia de la realización y calificación de un documento
judicial, es por ello necesario el poder tener la capacidad
de determinar sobre la autenticidad y existencia del
documento presentado, es por ello que los registros deben
limitarse a la revisión exhaustiva del título presentado y no
a extenderse más allá.

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