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Horner-1979-Cap. 1 Procesos de Organización
Horner-1979-Cap. 1 Procesos de Organización
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En la otra punta del espectro está la visión, planteada en el presente trabajo, de que la
pulsión es sólo un aspecto de la experiencia. Los controles del Yo son el resultado de
esta integración. El fracaso en adquirir el control de la pulsión agresiva sugiere un
fracaso de los procesos de organización que llevan a la estructuración del Yo, y del si-
mismo en particular. La estructuración de la pulsión, o la estructuración del afecto, da
cuenta de su integración dentro de una representación del si-mismo cohesionada y en
relación con el objeto.
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Traducción con fines académicos realizada por Mónica Schnitter Catellanos y Wilson A. Gallego Hoyos.
estructurales entre las representaciones del si-mismo y las representaciones del objeto
constituyen lo que denominamos relaciones objetales.
Estos patrones evolucionan durante los tres o cuatro primeros años de vida y
constituyen la base para las configuraciones mentales duraderas. En el desarrollo sano
estas estructuras intrapsíquicas continúan siendo modificadas durante toda la vida por
la experiencia. Pero en el desarrollo patológico se organizan desde muy temprano de
una manera rígida y distorsionada que resulta en fijaciones en niveles patológicos e
infantiles del desarrollo en ciertos aspectos del sentir, pensar y comportarse. La
naturaleza de esta evolución, sus estadios y procesos (Horner 1975) constituyen un
marco contextual evolutivo que nos permite entender tanto el desarrollo normal como el
patológico, sus consecuencias para el carácter del adulto y sus implicaciones para el
tratamiento psicoanalítico
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del paciente adulto. Esto significa que, podemos esperar encontrar ciertos tipos de
perturbaciones asociadas con fallas maternas y/o la incapacidad del niño para
responder al maternaje normal en cualquiera de estos estadios del desarrollo o durante
los procesos transicionales que llevan de un estadio al siguiente.
Blanck y Blanck (1974) estiman que conceptos tales como internalización y relaciones
objetales son básicos para una psicología evolutiva psicoanalítica, y que estos
conceptos son centrales a consideraciones tanto de teoría como de técnica. La
estructuración de la personalidad comprende internalización de representaciones de
objeto - esto es, el proceso de hacer aquello que alguna vez fue externo, parte del si-
mismo. "La psicología psicoanalítica es psicología evolutiva en tanto que da cuenta de
la estructuración de la personalidad desde el nacimiento en adelante" (p.4).
esta perspectiva evolutiva pero relaciona todos los demás aspectos del desarrollo del
Yo al desarrollo de las relaciones objetales, que es considerado como central. Este
viraje de una psicología del Yo hacia una teoría de relaciones objetales refleja el énfasis
sobre el papel central del desarrollo de las relaciones objetales en la estructuración
general del Yo.
De la definición del funcionamiento del Yo tal como es planteada por Beres, la función
sintética aparece como fundamental, representando por derecho la tendencia innata y
la capacidad del organismo para asimilar, organizar e integrar sus experiencias desde
el inicio mismo. Aún cuando esta tendencia es innata en el organismo, aún en un niño
orgánicamente competente estas capacidades pueden verse sobrecargadas por
condiciones ambientales excesivamente caóticas o perturbadoras.
Con relación al resto de funciones, la calidad de las relaciones objetales a medida que
ellas mismas se desarrollan, proveen la matriz al interior de la cual las otras funciones
se desplegarán. Incluyendo entre estas, funciones que son esencialmente autónomas
en tanto son la manifestación de la maduración biológica del niño - caminar, hablar,
pensar, sentir, etc. La autonomía de estas funciones puede darse por sentada hasta
que observamos desviaciones en su desarrollo como consecuencia de relaciones
objetales perturbadas. Y cuando estas funciones se desarrollan enteramente por fuera
de la órbita de las relaciones de objeto, de una manera aparentemente libre de
conflictos, ocurren serias repercusiones con respecto al sano desarrollo de la
autoestima. En esta instancia, el ejercicio de las funciones autónomas está asociado
con la pérdida del objeto, y pueden ser asimiladas en una estructura patológica de si-
mismo grandioso.
El trabajo de Hilde Bruch (1973) sobre la conciencia del hambre ilustra cómo "funciones
aparentemente innatas, específicamente el hambre, requieren experiencias tempranas
de aprendizaje para poder ser organizadas en patrones de comportamiento
diferenciados y útiles. "(p.54) Ella reconoce como crucial en muchos pacientes con
serios desórdenes alimenticios "el delirio básico de no poseer una identidad propia, ni
aún de poseer su propio cuerpo ni sus sensaciones". (p.50) En resumen, Bruch
relaciona los desórdenes alimenticios con el desarrollo desviado de las relaciones
objetales. Por ejemplo, en la anorexia nerviosa la relación con la comida es una
manifestación de la relación con el objeto. La necesidad de protegerse de una madre
invasiva, devoradora (necesidad manifiesta en el rechazo de alimento y la movilización
del si-mismo grandioso como defensa contra la pérdida objetal) alterna con "hambre de
objeto" (que se manifiesta en la bulimia y en la prontitud a la fusión.)
Soy conciente de tejer lo que la otra persona dice en una unidad, hasta llevarlo a
mezclarse con la posición que yo deseo tomar. Tengo la idea de que mis
procesos de pensamiento deberían ser como los del otro. Nunca lo son. No soy
conciente de los caminos. Estoy tratando de imitar su camino...Otra ramificación
de intentar igualar el camino de pensamiento - no sólo abandono lo que estoy
pensando sino que además temo que él piense que soy estúpida. Intento llegar
a la misma conclusión por la misma razón.
Con respecto a la función de realidad del Yo, el desarrollo del sentido de realidad
también ocurre al interior y a través de la relación con la madre. "El paso transitorio más
importante en la adaptación a la realidad", escribe Mahler (1952), es aquel "en el cual la
madre va quedando gradualmente por fuera de la órbita omnipotente del si-mismo". Ella
se refiere aquí a la individuación y separación de la fusión simbiótica con la madre.
En su elaboración del concepto de falso self, Winnicott (1965) señala que la madre sirve
de puente entre las experiencias del si-mismo que se originan en su interior y aquellas
que
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Repito: mientras que los psicólogos del Yo conciben las relaciones objetales como una
de las funciones del Yo, los teóricos de las relaciones objetales hacen énfasis en que
todos los aspectos del funcionamiento yoico se organizan al interior de la
representación del si-mismo en el desarrollo sano y no pueden ser separadas de este.
El fracaso de tal organización es considerado entonces como una patología del si-
mismo (Kohut 1971,1977).
Tener en cuenta los procesos básicos de organización clarificará cómo surgen estas
estructuras - las configuraciones mentales internas del si-mismo y el objeto y sus
interrelaciones. Cuál es la naturaleza del proceso? Que es lo que se organiza? Que lo
facilita? Que interfiere con él? Cual es el resultado de su fracaso?
ORGANIZACIÓN TEMPRANA
Y LA EVOLUCIÓN DEL SÍ MISMO Y EL OBJETO
Asimilación es el proceso a través del cual nuevas experiencias son tomadas al interior
y modificadas para ajustarse a la organización mental preexistente. En nuestra vida
cotidiana interpretamos la realidad sobre la base de lo que conocemos y entendemos .
Esta es la justificación de las pruebas proyectivas. La interpretación de la realidad que
el sujeto reporta acerca de una mancha de tinta (en el test de Rorschach, p.ej.) revela la
naturaleza de la organización mental preexistente del individuo.
Los procesos de asimilación y acomodación van mano a mano durante los estadios
más tempranos del desarrollo, durante los cuales el infante organiza sus experiencias
primero en patrones y luego en patrones de patrones. Eventualmente se le asigna
sentido a estos patrones, que Piaget designa "esquemas".
Mientras Piaget escribe sobre como ocurre la organización, Burnham (1969a) se ocupa
de "qué" se organiza. Se refiere específicamente a los "subsistemas" de pulsiones,
deseos, afectos y habilidades motrices. A lo que Kohut se refiere (1971,1977) con el
nombre de "si-mismo cohesivo" implica la integración exitosa de cada una de estas
facetas separadas de la experiencia del organismo. Déficits en la organización
(formación de patrones), integración y diferenciación tienen sus manifestaciones
clínicas paralelas.
También han de ser organizados e integrados los impulsos, los precursores sensoriales
de la actividad sensoriomotriz. De particular importancia son las acciones autoiniciadas,
asertivas, y eventualmente dirigidas hacia una meta y sus impulsos agresivos
asociados. Visto de esta manera, los impulsos agresivos no son ni hostiles ni
destructivos en si mismos, solo se tornan así cuando están fusionados con afecto
negativo. El bebe que se estira para alcanzar su sonajero está demostrando un
comportamiento agresivo no hostil.
Winnicott (1965) considera la identidad del falso self como consecuencia del fracaso de
la madre para hacer de puente adecuadamente entre estos dos mundos. En esta
instancia un fracaso serio y consistente en la empatía de su parte puede llevar a una
situación en la cual sus esfuerzos maternantes no están ni en armonía con las
necesidades organísmicas y experiencias del niño ni tampoco podrá posteriormente
responder de manera apropiada a los sentimientos y acciones dirigidas de aquel.
Cuando esto sucede los esfuerzos maternantes se vuelven estímulos de choque hacia
los cuales el niño sólo puede responder reactivamente. Puede darse aislamiento
afectivo que interferirá con el proceso mismo de apego y con el establecimiento de la
relación objetal en el nivel más fundamental. El fracaso en el apego es un factor
componente en los desórdenes autistas y en el desarrollo de la personalidad
psicopática (Capt.2). Por otra parte puede haber ira excesiva que reiteradamente
perturba la incipiente organización del Yo del niño y por lo tanto interfiere con el
establecimiento de la cohesión del si-mismo, lo que resulta en una manifestación más
psicotica. O más aun en el caso de la identidad de falso self descrito por Winnicott, la
seudoindentidad se organiza alrededor de reacciones de la madre que no estimula
adecuadamente, en tanto que el si-mismo nuclear permanece apartado tanto de la
realidad como de la capacidad para relacionarse con otros. Este si-mismo nuclear
puede convertirse en el centro del pensamiento delirante, como en el caso de la mujer
que fue hospitalizada con el delirio de que estaba embarazada con el Mesías. Sólo
varios años después quedo claro el significado del delirio. En ese momento ella empezó
a hablar de su “si-mismo sumergido y lo refería así: “Ella es verdaderamente muy
fuerte. Yo la he estado alimentando y fortaleciendo”. Luego de esto decía: “Yo no soy
sólo un receptor. Yo también soy un actor”. El Mesías con el cual ella estaba
embarazada era su propio si-mismo delirante y grandioso, el cual ella consideraba su
parte más real aun cuando nunca llegó a relacionarse con el mundo real externo ni
persona alguna en él. En este punto de su tratamiento se hizo evidente que la primera y
más importante meta en la terapia sería promover la capacidad de relacionarse
objetalmente de ese si-mismo nuclear y eventualmente hacer un puente sobre la brecha
entre éste y la realidad externa, como lo hace la madre suficientemente buena de la
temprana infancia.
Winnicott (1965) dice al referirse a los niños con una falsa organización del si-mismo
que “un falso si-mismo que sea eficiente capacita a muchos niños para dar una
apariencia de que pueden responder adecuadamente al medio (hiperadaptación), pero
eventualmente una crisis (breakdown) revela el hecho de la ausencia del verdadero self
en la relación con la realidad”(p. 59). Esto es, en el contexto de las capacidades
competentes para hacer síntesis una organización de falso self se consolida alrededor
de la reacción del niño a las fallas por falta de empatía o las inadecuaciones en lugar de
hacerlo alrededor de lo que es intrínseco al si-mismo ; en tanto que el secreto y real si-
mismo alcanza una organización delirante.
Otra situación clínica que requeriría este tipo de determinación es la del síntoma
psicosomático. Si entendemos el síntoma como una clásica defensa neurótica contra la
emergencia de la ira, por ejemplo, o como expresión de necesidades de dependencia
reprimidas en una personalidad estructurada y diferenciada, nuestro método e
interpretaciones serán consistentes con este tipo de formulación. Si de otro lado,
concebimos el síntoma como manifestación de fallas del maternaje temprano para
hacer de puente entre la realidad externa y las experiencias corporales del niño, y de un
consiguiente defecto en la organización del si-mismo, entonces nuestra tarea será
mucho más difícil. En este caso, la respuesta corporal de ira ha sido separada del
afecto y la cognición - circunstancia común en las quejas psicosomáticas - no a causa
de una represión posterior bajo el impacto del conflicto entre el super-yo y el ello, sino a
causa de fallas tempranas en la organización con respecto a la relación con la realidad
y a los objetos. Esto es, la madre falla en mediar adecuadamente la organización y para
funcionar como puente entre la experiencia interna y la realidad externa. La “alexitimia”
del paciente psicosomático, la incapacidad para poner los sentimientos en palabras,
reflejan la falta de integración de los subsistemas de la personalidad. Nuestro plan de
tratamiento deberá ser consistente con nuestro diagnóstico estructural y tomará en
consideración la calidad y el grado de cohesión, la relación con la realidad, y la relación
con los objetos. Cuando hemos determinado que una falla o defecto han ocurrido en la
organización del si-mismo en cualquiera de estas dimensiones principales, podemos
ver como la principal función del clínico como paralelo a aquel de la primera persona
maternante de la temprana infancia: o sea como la mediadora de la organización.
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Las fallas en el desarrollo pueden ocurrir también cuando las capacidades de síntesis y
organización de un infante constitucionalmente competente son agobiadas por el
ambiente caótico de una madre psicótica o alcohólica o por tensiones excesivas
resultantes de un cuidado inadecuado de una madre depresiva, narcisista o sin
empatía. Las capacidades de organización de un niño pueden ser sobrecargadas por
estímulos ambientales conflictivos que el niño no puede asimilar, tales como cuidadores
múltiples y cambiantes, o la extrema ambivalencia de la persona maternante primaria.
Sin embargo otras fallas pueden interferir aún. Por ejemplo, si durante los estadios
vulnerables tempranos, traumas severos y acumulativos debido a enfermedades o
cambios frecuentes de ambiente ocurren en un niño constitucionalmente fuerte, la
organización puede verse afectada si la persona maternante pierde la capacidad de
funcionar como agente filtrador y organizador para el infante.
EJEMPLO CLÍNICO
La Srta. T., una mujer de negocios altamente inteligente en la mitad de sus treinta,
experimentaba y expresaba su ira en aquellas relaciones íntimas en las cuales la otra
persona fallaba en validarla ya fuera por especularización o por jugar un papel
complementario al de ella. También reaccionaba con sentimientos de abandono y
depresión de cara a las inconsistencias de la conducta de otros hacia ella. Cuando ella
especularizaba o complementaba sumisamente a los otros para establecer una
conexión emocional, perdía su sensación de self. Bajo stress suficiente podía retirarse
en una clase de estado solipsista que era un poco autista en el cual aún estaba en buen
contacto con la realidad. Se refería a esto como depresión y a menudo podía dormir
excesivamente
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La depresión profunda, la cual era manifiesta en algunas de sus primeras sesiones, fue
interpretada primero como su intento de estar con la madre deprimida a través de la
identificación. La madre murió cuando la Srta. T. estaba en su adolescencia. Sin
embargo, fue evidente que la depresión era secundaria a sentimientos de confusión y
ansiedad de cara a las demandas conflictivas de su ambiente interpersonal, demandas
con las cuales trataría de cumplir para mantener el sentimiento de conexión con el otro.
Esto la dejaba sintiéndose irreal o fragmentada, y ella se podría retirar en un intento de
restitución de su pérdida de sentido de un self cohesivo, aunque este era un self que no
estaba relacionado objetalmente. La depresión era la consecuencia de un retiro
defensivo y se relacionaba con una pérdida objetal (Horner 1974).
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Debido a que cuando infante había sido constitucionalmente fuerte y debido a que su
ambiente cuidador temprano había sido satisfactorio en otras dimensiones, la Srta. T.
no llegó a ser psicótica. Sin embargo, el déficit en la organización insertó la etapa para
la depresión debido a las fallas en la relacionalidad objetal y por la emergencia de
sintomatología
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Kohut (1977) señala la diferencia entre las estructuras primarias del self, las cuales se
desarrollan del proceso temprano de organización al interior de la órbita simbiótica, y
estructuras compensatorias posteriores, las cuales se fabrican por defectos en las
estructuras primarias. Estas están basadas en identificaciones posteriores, usualmente
con el padre, y del desarrollo de las funciones autónomas del Yo y de las ambiciones e
ideales. El desarrollo cognitivo superior y el buen intelecto de la Srta. T. formó el núcleo
de las estructuras secundarias que le permitieron funcionar en un nivel bastante alto.
Infortunadamente esto necesitaba desapego emocional, lo cual llevó a sentimientos de
pérdida de objeto. El desapego interfirió con los tipos de internalización de funciones
maternales que llevaron al logro de la constancia objetal. La patología organizacional de
las estructuras primarias, es decir, de las representaciones del self y del objeto,
continúan siendo manifiestas en sus relaciones interpersonales, en la transferencia y en
sus síntomas.
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