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CAPITULO 1

PROCESOS DE ORGANIZACIÓN Y LA GÉNESIS DE LAS RELACIONES


OBJETALES1

DEFINICIÓN DE RELACIONES OBJETALES

El termino Relaciones Objetales se refiere a estructuras intrapsíquicas específicas, a un


aspecto de la organización del Yo y no a las relaciones interpersonales. Sin embargo,
estas estructuras intrapsíquicas, las representaciones mentales del si-mismo y otros (el
objeto), si se manifiestan en la situación interpersonal. Esto es, "el mundo interno de las
relaciones objetales determina de una manera fundamental la relación del individuo con
las personas en el mundo exterior. Este mundo... es básicamente el residuo de las
relaciones del individuo con las personas de las que dependía para la satisfacción de
necesidades primitivas en la infancia y durante las etapas tempranas de la maduración."
(Phillipson, 1957 p.7). El concepto no es nuevo en el pensamiento psicoanalítico, y los
precursores de la moderna teoría de las relaciones objetales están presentes en la obra
de Freud. Tan temprano como en el año de 1923 se refirió al Yo como el repositorio de
objetos abandonados. Aún así, el foco temprano del psicoanálisis sobre el objeto
estaba formulado en términos de elección objetal en relaciones libidinalmente investidas
antes que como parte estructural de la personalidad. Lo que es nuevo es el cambio de
foco y el énfasis con el cual el pensamiento relacional objetal se ha vuelto central, antes
que periférico, en la comprensión y el tratamiento psicoanalíticamente orientado de la
persona.

-3-

También cambiante es la visión del papel de la pulsión en el desarrollo del individuo. La


relación entre teoría pulsional y teoría de las relaciones objetales varía de autor en
autor. El papel de la agresión pulsional es central al pensamiento de Kernberg (1976).
El enfatiza la importancia de la pulsión agresiva en sí misma y sus propias vicisitudes
en la génesis del narcisismo patológico.

En la otra punta del espectro está la visión, planteada en el presente trabajo, de que la
pulsión es sólo un aspecto de la experiencia. Los controles del Yo son el resultado de
esta integración. El fracaso en adquirir el control de la pulsión agresiva sugiere un
fracaso de los procesos de organización que llevan a la estructuración del Yo, y del si-
mismo en particular. La estructuración de la pulsión, o la estructuración del afecto, da
cuenta de su integración dentro de una representación del si-mismo cohesionada y en
relación con el objeto.

Para que podamos entender el concepto de relaciones objetales y sus complejas


ramificaciones, es útil considerar como surgen estas estructuras, pensar en términos de
los procesos mentales tempranos por medio de los cuales el recién nacido organiza su
mundo en patrones significativos. Un patrón básico es el del si-mismo- La
representación del si-mismo - en tanto que la otra es la representación del objeto- La
representación objetal. El objeto se refiere a la persona (o personas) maternante
primaria en el ambiente del bebé y del niño pequeño. Las relaciones dinámicas y

1
Traducción con fines académicos realizada por Mónica Schnitter Catellanos y Wilson A. Gallego Hoyos.
estructurales entre las representaciones del si-mismo y las representaciones del objeto
constituyen lo que denominamos relaciones objetales.

Estos patrones evolucionan durante los tres o cuatro primeros años de vida y
constituyen la base para las configuraciones mentales duraderas. En el desarrollo sano
estas estructuras intrapsíquicas continúan siendo modificadas durante toda la vida por
la experiencia. Pero en el desarrollo patológico se organizan desde muy temprano de
una manera rígida y distorsionada que resulta en fijaciones en niveles patológicos e
infantiles del desarrollo en ciertos aspectos del sentir, pensar y comportarse. La
naturaleza de esta evolución, sus estadios y procesos (Horner 1975) constituyen un
marco contextual evolutivo que nos permite entender tanto el desarrollo normal como el
patológico, sus consecuencias para el carácter del adulto y sus implicaciones para el
tratamiento psicoanalítico

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del paciente adulto. Esto significa que, podemos esperar encontrar ciertos tipos de
perturbaciones asociadas con fallas maternas y/o la incapacidad del niño para
responder al maternaje normal en cualquiera de estos estadios del desarrollo o durante
los procesos transicionales que llevan de un estadio al siguiente.

Blanck y Blanck (1974) estiman que conceptos tales como internalización y relaciones
objetales son básicos para una psicología evolutiva psicoanalítica, y que estos
conceptos son centrales a consideraciones tanto de teoría como de técnica. La
estructuración de la personalidad comprende internalización de representaciones de
objeto - esto es, el proceso de hacer aquello que alguna vez fue externo, parte del si-
mismo. "La psicología psicoanalítica es psicología evolutiva en tanto que da cuenta de
la estructuración de la personalidad desde el nacimiento en adelante" (p.4).

Blanck y Blanck establecen un paralelo entre la patología de las estructuras fronteriza y


psicotica con patología de las relaciones objetales, en tanto que el desarrollo del ser
humano procede al interior de la díada madre-hijo. Es su punto de vista (p.338) - y el
del presente trabajo - que la terapia debe dirigirse a esta característica del desarrollo.
Esto es, lo que el terapeuta dice y hace en la situación del tratamiento debe ser
elaborada sobre la formulación evolutiva y el diagnóstico de carácter.
Los procesos tempranos de organización llevan a la estructuración del Yo en general y
de las relaciones objetales en particular. Los psicólogos del Yo conciben las relaciones
objetales como una función del Yo.

Según Beres (1956) estas funciones son:


1. Relación con la realidad
2. Regulación y control pulsional
3. Relaciones Objetales
4. Procesos de pensamiento
5. Funciones defensivas
6. Funciones autónomas
7. Función sintética
Hartmann (1964) describió inicialmente los niveles de desarrollo de las relaciones
objetales como parte de su psicología del Yo. El presente texto comparte
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esta perspectiva evolutiva pero relaciona todos los demás aspectos del desarrollo del
Yo al desarrollo de las relaciones objetales, que es considerado como central. Este
viraje de una psicología del Yo hacia una teoría de relaciones objetales refleja el énfasis
sobre el papel central del desarrollo de las relaciones objetales en la estructuración
general del Yo.

De la definición del funcionamiento del Yo tal como es planteada por Beres, la función
sintética aparece como fundamental, representando por derecho la tendencia innata y
la capacidad del organismo para asimilar, organizar e integrar sus experiencias desde
el inicio mismo. Aún cuando esta tendencia es innata en el organismo, aún en un niño
orgánicamente competente estas capacidades pueden verse sobrecargadas por
condiciones ambientales excesivamente caóticas o perturbadoras.

Con relación al resto de funciones, la calidad de las relaciones objetales a medida que
ellas mismas se desarrollan, proveen la matriz al interior de la cual las otras funciones
se desplegarán. Incluyendo entre estas, funciones que son esencialmente autónomas
en tanto son la manifestación de la maduración biológica del niño - caminar, hablar,
pensar, sentir, etc. La autonomía de estas funciones puede darse por sentada hasta
que observamos desviaciones en su desarrollo como consecuencia de relaciones
objetales perturbadas. Y cuando estas funciones se desarrollan enteramente por fuera
de la órbita de las relaciones de objeto, de una manera aparentemente libre de
conflictos, ocurren serias repercusiones con respecto al sano desarrollo de la
autoestima. En esta instancia, el ejercicio de las funciones autónomas está asociado
con la pérdida del objeto, y pueden ser asimiladas en una estructura patológica de si-
mismo grandioso.

El trabajo de Hilde Bruch (1973) sobre la conciencia del hambre ilustra cómo "funciones
aparentemente innatas, específicamente el hambre, requieren experiencias tempranas
de aprendizaje para poder ser organizadas en patrones de comportamiento
diferenciados y útiles. "(p.54) Ella reconoce como crucial en muchos pacientes con
serios desórdenes alimenticios "el delirio básico de no poseer una identidad propia, ni
aún de poseer su propio cuerpo ni sus sensaciones". (p.50) En resumen, Bruch
relaciona los desórdenes alimenticios con el desarrollo desviado de las relaciones
objetales. Por ejemplo, en la anorexia nerviosa la relación con la comida es una
manifestación de la relación con el objeto. La necesidad de protegerse de una madre
invasiva, devoradora (necesidad manifiesta en el rechazo de alimento y la movilización
del si-mismo grandioso como defensa contra la pérdida objetal) alterna con "hambre de
objeto" (que se manifiesta en la bulimia y en la prontitud a la fusión.)

En un estudio sobre los desórdenes del lenguaje y la comunicación en niños, Wyatt


(1969) concluye que una relación continua, sin rupturas y plena de afecto entre una
madre y su bebé provee la condición óptima para aprender con éxito una lengua. Esta
óptima manera de relacionarse se "manifiesta en comunicación frecuente y apropiada,
tanto verbal como no-verbal.
Wyatt también señala que tanto el sentido como el aprendizaje del lenguaje están
imbuidos en la relación total con la persona maternante. Las lenguas, para un niño
pequeño no pueden ser convertidas en abstractos sistemas simbólicos para ser
intercambiadas a voluntad.

Hasta qué punto se pueden ver comprometidos los procesos de pensamiento de un


adulto inteligente en relaciones de objeto patológicas es posible verlo en el siguiente
extracto de una sesión terapéutica. Esta mujer joven esta luchando con aspectos de
diferenciación del si-mismo y del objeto.

Soy conciente de tejer lo que la otra persona dice en una unidad, hasta llevarlo a
mezclarse con la posición que yo deseo tomar. Tengo la idea de que mis
procesos de pensamiento deberían ser como los del otro. Nunca lo son. No soy
conciente de los caminos. Estoy tratando de imitar su camino...Otra ramificación
de intentar igualar el camino de pensamiento - no sólo abandono lo que estoy
pensando sino que además temo que él piense que soy estúpida. Intento llegar
a la misma conclusión por la misma razón.

Con respecto a la función de realidad del Yo, el desarrollo del sentido de realidad
también ocurre al interior y a través de la relación con la madre. "El paso transitorio más
importante en la adaptación a la realidad", escribe Mahler (1952), es aquel "en el cual la
madre va quedando gradualmente por fuera de la órbita omnipotente del si-mismo". Ella
se refiere aquí a la individuación y separación de la fusión simbiótica con la madre.

En su elaboración del concepto de falso self, Winnicott (1965) señala que la madre sirve
de puente entre las experiencias del si-mismo que se originan en su interior y aquellas
que

-7-

se originan en el mundo exterior de la realidad. Como tal, sus intervenciones hacen


posible la consolidación de una representación de si-mismo relacionada con la realidad,
o sea, una identidad basada en un si-mismo real. Cuando la madre falla en esta
función, el verdadero si-mismo es apartado de la realidad y puede organizarse de
manera delirante.

Y así, si vemos el si-mismo desarrollándose en el contexto de la matriz madre-hijo - y


esto incluye todas las facetas de ese si-mismo, incluyendo la manera como controla sus
impulsos, la manera como utiliza su intelecto potencial, o la manera como estructura la
realidad - entonces podemos esperar encontrar una correspondencia entre
perturbaciones de dicho si-mismo psicológico y la naturaleza de la relación con el objeto
maternante primario. Esto se manifestará en la historia evolutiva del individuo, en la
naturaleza de su mundo psicológico interno, en la calidad de sus relaciones actuales y
su funcionamiento, y en particular, en la calidad de la relación con el terapeuta.

Repito: mientras que los psicólogos del Yo conciben las relaciones objetales como una
de las funciones del Yo, los teóricos de las relaciones objetales hacen énfasis en que
todos los aspectos del funcionamiento yoico se organizan al interior de la
representación del si-mismo en el desarrollo sano y no pueden ser separadas de este.
El fracaso de tal organización es considerado entonces como una patología del si-
mismo (Kohut 1971,1977).

Tener en cuenta los procesos básicos de organización clarificará cómo surgen estas
estructuras - las configuraciones mentales internas del si-mismo y el objeto y sus
interrelaciones. Cuál es la naturaleza del proceso? Que es lo que se organiza? Que lo
facilita? Que interfiere con él? Cual es el resultado de su fracaso?

El paradigma de las relaciones objetales, aunque potente en su utilidad explicativa y


clínica, puede ser una sobresimplificación. Necesitamos observar más de cerca - casi
microscópicamente - lo que sucede en la construcción de las representaciones
mentales del si-mismo y el objeto durante cada uno de los principales estadios del
desarrollo. Sólo entonces podremos detectar ciertos defectos en la organización y en la
integración del si-mismo en sus más tempranos estadios de su evolución, defectos que
se revelarán a sí mismos mas tarde cuando el impulso del desarrollo se vea impedido
por su existencia. Esto es particularmente cierto en el paciente fronterizo. A causa de
una defectuosa organización temprana la pareja simbiótica aún se necesita, como una
especie de prótesis, para que el si-mismo mantenga algún grado de organización. La
conciencia de separación mantuvo alguna semejanza de la organización. La conciencia
de separación, que es inevitable en el proceso de separación-individuación, evoca
intensa y severa ansiedad de separación con esfuerzos restitutivos dirigidos hacia la
eliminación del peligro psíquico, el peligro de la disolución del si-mismo.

Permítannos mirar en primera instancia al “cómo” de la organización, tal como fue


descrito por Piaget, y después a qué es lo que está allí para ser organizado.

ORGANIZACIÓN TEMPRANA
Y LA EVOLUCIÓN DEL SÍ MISMO Y EL OBJETO

El neonato inicia la vida en un estado de no-organización y no-integración mental y


psicológica. Con el equipo mental con el que nace, debe organizar todo su universo de
experiencia. Existe una presteza, desde el inicio, para percibir y responder a patrones
en el ambiente (Fantz, 1966). Este proceso de organización es fundamental para la
construcción de la estructura de carácter, para la estructura del Yo, para el
establecimiento del si-mismo. Las tendencias y capacidades organizativas son
intrínsecas al organismo. Estas actividades mentales ocurren como consecuencia de la
función sintetizadora del sistema nervioso central, que es el substrato fisiológico de lo
que los psicólogos del Yo denominan la función sintética del Yo. Esta función biológica
innata y autónoma puede sufrir interferencias por una falta de adecuación inherente al
organismo, por fallas en el ambiente, o por una combinación de ambas. Esta falla
puede ser relativa, ocurriendo sólo en ciertas áreas del funcionamiento. Por ejemplo, las
defensas esquizoides pueden permitir que el individuo organice el mundo impersonal de
la realidad con bastante eficiencia, mientras que fallas del desapego esquizoide en una
intensa relación uno-a-uno puede develar la patología en la organización de las
representaciones del si-mismo y el objeto.

Un enfoque principal para comprender los procesos básicos de organización lo


constituye el abordaje de Jean Piaget (1936). Sus hallazgos concernientes al desarrollo
cognitivo contribuyen a desmitificar algunos de los conceptos metapsicológicos de la
teoría de las relaciones objetales, particularmente los conceptos de las
representaciones del si-mismo y el objeto.

Piaget describe los procesos complementarios de asimilación y acomodación, cuya


operación contribuye a la organización general y que comprende los procesos paralelos
de diferenciación e integración. Todos los anteriores entran en el proceso de formación
de esquemas, o representaciones del si-mismo y del objeto.

Asimilación es el proceso a través del cual nuevas experiencias son tomadas al interior
y modificadas para ajustarse a la organización mental preexistente. En nuestra vida
cotidiana interpretamos la realidad sobre la base de lo que conocemos y entendemos .
Esta es la justificación de las pruebas proyectivas. La interpretación de la realidad que
el sujeto reporta acerca de una mancha de tinta (en el test de Rorschach, p.ej.) revela la
naturaleza de la organización mental preexistente del individuo.

Acomodación es el proceso básico para el aprendizaje - el cambio o ajuste de


estructuras preexistentes para acomodar la realidad. En la terapia, la transferencia es
una manifestación del proceso de asimilación, mientras que el proceso de elaboración
es manifestación de acomodación.

Los procesos de asimilación y acomodación van mano a mano durante los estadios
más tempranos del desarrollo, durante los cuales el infante organiza sus experiencias
primero en patrones y luego en patrones de patrones. Eventualmente se le asigna
sentido a estos patrones, que Piaget designa "esquemas".

Flavell, en su exposición de la obra de Piaget (1963), anota que un solo esquema se


consolida y se estabiliza por repetición. A través del proceso de generalización el
esquema se convierte en una representación de una clase de eventos o experiencias.
Al inicio, un esquema tiende a ser global, pero a medida que la capacidad para
discriminar la realidad se hace más aguda, un esquema global puede ser dividido en
varios esquemas nuevos. Por lo tanto el esquema persona puede ser dividido en
persona grande y persona pequeña, hombre y mujer.

A medida que los esquemas individuales se van desarrollando, empiezan a formar


relaciones más completas y entrelazadas con otros esquemas. "Dos esquemas pueden
llevar un camino de desarrollo separado hasta un punto...y entonces unirse para formar
un solo esquema supraordinados". (p.57). Un ejemplo de esto sería la integración
gradual de las representaciones buenas y malas del objeto en una sola representación
ambivalentemente vivenciada.

Un esquema es, por lo tanto, una organización o estructura dentro de la mente y es el


resultado de los procesos de organización - asimilación, acomodación, generalización,
diferenciación e integración. Las varias representaciones del si-mismo y el objeto (el
self-objeto fusionado, el self bueno, el self malo, el objeto bueno, el objeto malo)
pueden ser entendidos como esquemas particulares que surgen y sufren cambios de
acuerdo con los explicado por Flavell.

En la metapsicología psicoanalítica a este esquema se le refiere como la


representación de si-mismo. Schafer (1976), en su preocupación por una más precisa
utilización de los términos si-mismo e identidad, escribe al respecto: "El si-mismo y la
identidad sirven como términos supraordinados para las representaciones del si-mismo
que el niño clasifica (separa, individua) a partir de su inicialmente subjetiva e
indiferenciada experiencia de la matriz madre-hijo". (p.180).

En 1971 Guntrip expresó el punto de vista de que los problemas de identidad


constituyen el tema único más importante de nuestra época. Es su sentir que la
identidad ha sido siempre un tema importante sólo que ahora estamos siendo
explícitamente concientes de ello. El define el asunto como "el problema de tener una
posesión incuestionable o por el contrario una falta del sentido de realidad personal y
mismidad. " (119).

La importancia de entender estos tempranos eventos mentales y su relevancia para el


psicoanálisis y la psicoterapia psicoanalítica es señalada por Anne Marie Sandler
(1975), quien escribe de los importantes e infinitamente variados estados del sentir que
se desarrollan aún en las más tempranas semanas de vida. Anota que estos estados de
sentimiento pueden persistir a través de la vida mental del individuo: "En otras palabras,
se forma un esquema sensorio-motor que persiste pero es reorganizado y absorbido en
fases posteriores" (p.368).Estas tempranísimas experiencias, hace la observación, se
manifiestan en el curso del tratamiento "a través de la acción, a través de canales
somáticos o a través de alguna experiencia emocional que el paciente no puede poner
adecuadamente en palabras" (p.368).

QUÉ ES LO QUE SE ORGANIZA

Mientras Piaget escribe sobre como ocurre la organización, Burnham (1969a) se ocupa
de "qué" se organiza. Se refiere específicamente a los "subsistemas" de pulsiones,
deseos, afectos y habilidades motrices. A lo que Kohut se refiere (1971,1977) con el
nombre de "si-mismo cohesivo" implica la integración exitosa de cada una de estas
facetas separadas de la experiencia del organismo. Déficits en la organización
(formación de patrones), integración y diferenciación tienen sus manifestaciones
clínicas paralelas.

Si en los meses más tempranos de la vida un déficit en la organización deja áreas de


experiencia sin incluir en patrones, el paciente bajo cierto tipo de condiciones de estrés
se des-organizará. Esto es la movilización de cualquier sensación, afecto o impulso (así
como su derivado ideativo) que se encuentren por fuera de algún centro de
organización existente tendrá un impacto desorganizador sobre el individuo. La
desorganización es una manifestación de un fracaso en el esquema básico para
mantenerse unificado, lo que resulta en una reacción psicótica. Las funciones
autónomas pueden verse seriamente comprometidas bajo estas circunstancias.

Si existe un déficit en la integración de sectores organizados de las representaciones


del si-mismo y del objeto, bajo ciertas circunstancias el paciente se des-integrará. El
factor precipitante tiende a ser frecuentemente la evocación simultánea de sectores
conflictuados, escindidos del si-mismo. La desintegración es una manifestación de una
falla en el tejido conjunto de esquemas separados y es característico de los desórdenes
de carácter. En tales casos las funciones autónomas permanecen intactas.
Si existe un déficit en la diferenciación entre las representaciones del si-mismo y el
objeto, el paciente bajo ciertas circunstancias se des-diferenciará. El evento precipitante
en este caso tiende a ser la experiencia de pérdida objetal y severa ansiedad de
separación. La rigidez de las defensas en contra de la emergencia de lo no organizado
o de lo no integrado, refleja el grado de patología estructural y su peligro inherente a la
integridad del si-mismo.

Al inicio mismo de la vida el mundo del infante consiste en una variedad de


experiencias sensoriomotoras, y somáticas. Los sentimientos son globales - malestar o
no malestar. A medida que se van haciendo más refinados y específicos a los estímulos
en forma de placer, ira o ansiedad, estos sentimientos se van haciendo parte del mundo
de experiencia que ha de organizarse e integrarse. De esta manera el afecto
predominante, ya sea la ira ante la frustración, la ansiedad de la incertidumbre o el
malestar excesivo, o por otra parte los sentimientos positivos que acompañan la
confianza básica, se convierten en un aspecto integral del si mismo (Erikson 1950, p.
219). Esto incluye la ira cuando el ambiente falla en sus funciones de satisfacción de
necesidades y de reducción de la tensión. Esta ira puede ser organizada, tal como es
vivida, en las representaciones malas del si mismo y del objeto de la personalidad
narcisista (capt. 12),o no integrada y desorganizante, como en algunas personalidades
borderline (capt. 12). Esto es, cuando existe una falla de integración del afecto en esta
fase temprana del desarrollo, la evocación del mismo afecto posteriormente tendrán un
efecto desintegrador sobre la organización del si mismo. Con integración, existe algún
grado de control.

También han de ser organizados e integrados los impulsos, los precursores sensoriales
de la actividad sensoriomotriz. De particular importancia son las acciones autoiniciadas,
asertivas, y eventualmente dirigidas hacia una meta y sus impulsos agresivos
asociados. Visto de esta manera, los impulsos agresivos no son ni hostiles ni
destructivos en si mismos, solo se tornan así cuando están fusionados con afecto
negativo. El bebe que se estira para alcanzar su sonajero está demostrando un
comportamiento agresivo no hostil.

Frecuentemente en la situación clínica la agresión sana queda disponible para


comportamientos dirigidos hacia una meta solo después de que ha sido separada de la
ira infantil como con la que se entrelazo en los estadios tempranos del desarrollo
psicológico. Recuerdo a un estudiante de postrado de 35 años cuya queja crónica era
su incapacidad de tomar decisiones y llevarlas a cabo. Manifestaba una marcada
pasividad en su actitud y comportamiento. Sus impulsos sexuales y hostiles no se
manifestaban y a veces emergían abruptamente como imágenes fragmentadas de
vaginas o cuchillos. Había factores edípicos bastante evidentes pero aún más
fundamental era el fracaso de ambos padres para reflejar adecuadamente, apoyar o
aún permitir cualquier curso de acción iniciado por él mismo. De su frustración e ira se
defendía con desapego emocional y pasividad. Como consecuencia no había
manifestación sana de agresión con propósito disponible cuando la necesitara

Además de las experiencias generadas dentro del organismo y por el organismo


mismo, la presencia y estimulación del ambiente maternante se organiza e integra en el
patrón mental o esquema que conocemos como la representación indiferenciada si-
mismo-objeto característica del estadio evolutivo de simbiosis normal. En estadios
posteriores del desarrollo de las relaciones de objeto, esta representación mental
indiferenciada se diferenciará en representaciones separadas del si mismo y del objeto.
Más importante aún - y a esto me refiero cuando hablo de la necesidad de mirar más de
cerca lo que ocurre en la construcción de las representaciones mentales del si mismo y
del objeto - la adecuación de la integración del si mismo diferenciado reflejará la
adecuación de la integración de la temprana representación del si-mismo-objeto. Esto
quiere decir que lo que no se integró en un estadio temprano, tendrá que ser escindido
de la conciencia a causa de su impacto potencialmente desorganizador. Mientras mayor
sea la extensión de este tipo de falla en el desarrollo más frágil será la organización del
si-mismo y mayor el potencial para la fragmentación. Las defensas deben ser
entendidas y respetadas en el proceso de tratamiento, la estructuración y el análisis de
éstas deben llevarse a cabo paralelamente.

Así, los fragmentos de las propias experiencias somáticas, sensoriales, motoras, de


afecto y de impulso del niño interaccionan con aquello que es vivenciado cara a cara
con la persona maternante. La presencia y consistente y predecible de este individuo a
través de los meses tempranos de vida sirve para vincular entre si las experiencias del
infante de una manera particular. Es a través de ella que cuerpo, impulso, sentimiento,
acción y eventualmente el pensamiento se integran no sólo mutuamente sino también
con la realidad externa que ella representa. Esto es, ella es un puente entre el mundo
interno del niño y el mundo externo de la realidad.

Winnicott (1965) considera la identidad del falso self como consecuencia del fracaso de
la madre para hacer de puente adecuadamente entre estos dos mundos. En esta
instancia un fracaso serio y consistente en la empatía de su parte puede llevar a una
situación en la cual sus esfuerzos maternantes no están ni en armonía con las
necesidades organísmicas y experiencias del niño ni tampoco podrá posteriormente
responder de manera apropiada a los sentimientos y acciones dirigidas de aquel.

Cuando esto sucede los esfuerzos maternantes se vuelven estímulos de choque hacia
los cuales el niño sólo puede responder reactivamente. Puede darse aislamiento
afectivo que interferirá con el proceso mismo de apego y con el establecimiento de la
relación objetal en el nivel más fundamental. El fracaso en el apego es un factor
componente en los desórdenes autistas y en el desarrollo de la personalidad
psicopática (Capt.2). Por otra parte puede haber ira excesiva que reiteradamente
perturba la incipiente organización del Yo del niño y por lo tanto interfiere con el
establecimiento de la cohesión del si-mismo, lo que resulta en una manifestación más
psicotica. O más aun en el caso de la identidad de falso self descrito por Winnicott, la
seudoindentidad se organiza alrededor de reacciones de la madre que no estimula
adecuadamente, en tanto que el si-mismo nuclear permanece apartado tanto de la
realidad como de la capacidad para relacionarse con otros. Este si-mismo nuclear
puede convertirse en el centro del pensamiento delirante, como en el caso de la mujer
que fue hospitalizada con el delirio de que estaba embarazada con el Mesías. Sólo
varios años después quedo claro el significado del delirio. En ese momento ella empezó
a hablar de su “si-mismo sumergido y lo refería así: “Ella es verdaderamente muy
fuerte. Yo la he estado alimentando y fortaleciendo”. Luego de esto decía: “Yo no soy
sólo un receptor. Yo también soy un actor”. El Mesías con el cual ella estaba
embarazada era su propio si-mismo delirante y grandioso, el cual ella consideraba su
parte más real aun cuando nunca llegó a relacionarse con el mundo real externo ni
persona alguna en él. En este punto de su tratamiento se hizo evidente que la primera y
más importante meta en la terapia sería promover la capacidad de relacionarse
objetalmente de ese si-mismo nuclear y eventualmente hacer un puente sobre la brecha
entre éste y la realidad externa, como lo hace la madre suficientemente buena de la
temprana infancia.

Winnicott (1965) dice al referirse a los niños con una falsa organización del si-mismo
que “un falso si-mismo que sea eficiente capacita a muchos niños para dar una
apariencia de que pueden responder adecuadamente al medio (hiperadaptación), pero
eventualmente una crisis (breakdown) revela el hecho de la ausencia del verdadero self
en la relación con la realidad”(p. 59). Esto es, en el contexto de las capacidades
competentes para hacer síntesis una organización de falso self se consolida alrededor
de la reacción del niño a las fallas por falta de empatía o las inadecuaciones en lugar de
hacerlo alrededor de lo que es intrínseco al si-mismo ; en tanto que el secreto y real si-
mismo alcanza una organización delirante.

La persona maternante no media simplemente el proceso de organización y de la


capacidad de relacionarse con la realidad; su imagen es de hecho parte de lo que se
organiza. La internalización de su imagen en todos sus aspectos eventualmente da
lugar a la representación objetal, que emerge con integración y diferenciación
crecientes. Cuando por alguna razón esta internalización no ocurre, el niño fracasa en
establecer la capacidad para relacionarse con el objeto. Esta situación es descrita por
Bowlby (1946) en términos del “carácter sin afecto” que es el resultado del fracaso en el
establecimiento del proceso de apego (Capt. 3). La perturbación del desarrollo de la
capacidad para relacionarse con el objeto es descrita por Blanck y Blanck (1974) en su
discusión acerca del “desarrollo prematuro del yo” (p. 56). En un niño precoz que pierde
el apoyo materno tempranamente, las funciones autónomas del yo se desarrollan por
fuera del ámbito de la relación con el objeto, lo que da como resultado un individuo que
parece funcionar bien, y que parece tener un si-mismo cohesionado, pero que se queja
de depresión crónica y de sentirse vacío. Este tipo de desapego del carácter que ha
resultado ya sea como respuesta a un abandono emocional o como defensa contra una
madre de la simbiosis invasiva, también tiene serias repercusiones con respecto al
desarrollo de una sana autoestima (Capt.10). El niño eventualmente se vuelve sobre su
propio yo que toma el lugar del objeto perdido. Esta desviación del desarrollo de las
relaciones objetales interfiere con el logro de la constancia objetal (Capt. 7).

En resumen, entonces, la madre funciona como mediadora de la organización y de la


relación con la realidad, y su imagen internalizada se convierte en la piedra angular
para la capacidad humana de relacionarse objetalmente. Esta configuración total de
eventos establece el escenario para la evolución de un si-mismo cohesionado, en
relación con la realidad y los objetos.

Fallas en la cohesión, en la relación con la realidad, o en la capacidad de relacionarse


con los objetos tienen cada una consecuencias específicas en términos de patología del
carácter, sintomatología e implicaciones para el tratamiento. La cohesión, la capacidad
para relacionarse con la realidad y la capacidad para relacionarse con los objetos se
desarrollan lado a lado y se influyen mutuamente de manera recíproca, aún cuando no
necesariamente encontramos una correlación de uno-a-uno entre ellos. Más aún,
pueden existir distorsiones en cualquiera de estas tres áreas, por lo que es importante
construir un diagnóstico estructural lo más preciso posible para cualquier paciente dado.
Esto quiere decir, que los patrones idiosincrásicos de la organización psíquica de un
individuo dado constituye la base psicodinámica de los patrones psicodinámicos. Así
como el conocimiento de la anatomía nos ayuda en la comprensión de la fisiología, el
conocimiento de la estructura intrapsíquica de un individuo nos permite entender su
dinámica. Por ejemplo, si determinamos que los comportamientos obsesivo-
compulsivos de un paciente actúan como una prótesis externa para mantener unido un
si-mismo potencialmente fragmentado, no interpretaremos su comportamiento como
una defensa del Yo contra impulsos inaceptables del Ello. En lugar de esto,
entenderemos que su comportamiento sirve como defensa contra la disolución del si-
mismo, y por lo tanto no interferiremos con esto por el momento. Muchos de estos
pacientes, erróneamente diagnosticados como neuróticos obsesivos, se han
desempeñado pobremente en un análisis cuya meta se haya dirigido al levantamiento
de los sentimientos, ideas o impulsos reprimidos, así como otras terapias que tienden a
anular las defensas.

Otra situación clínica que requeriría este tipo de determinación es la del síntoma
psicosomático. Si entendemos el síntoma como una clásica defensa neurótica contra la
emergencia de la ira, por ejemplo, o como expresión de necesidades de dependencia
reprimidas en una personalidad estructurada y diferenciada, nuestro método e
interpretaciones serán consistentes con este tipo de formulación. Si de otro lado,
concebimos el síntoma como manifestación de fallas del maternaje temprano para
hacer de puente entre la realidad externa y las experiencias corporales del niño, y de un
consiguiente defecto en la organización del si-mismo, entonces nuestra tarea será
mucho más difícil. En este caso, la respuesta corporal de ira ha sido separada del
afecto y la cognición - circunstancia común en las quejas psicosomáticas - no a causa
de una represión posterior bajo el impacto del conflicto entre el super-yo y el ello, sino a
causa de fallas tempranas en la organización con respecto a la relación con la realidad
y a los objetos. Esto es, la madre falla en mediar adecuadamente la organización y para
funcionar como puente entre la experiencia interna y la realidad externa. La “alexitimia”
del paciente psicosomático, la incapacidad para poner los sentimientos en palabras,
reflejan la falta de integración de los subsistemas de la personalidad. Nuestro plan de
tratamiento deberá ser consistente con nuestro diagnóstico estructural y tomará en
consideración la calidad y el grado de cohesión, la relación con la realidad, y la relación
con los objetos. Cuando hemos determinado que una falla o defecto han ocurrido en la
organización del si-mismo en cualquiera de estas dimensiones principales, podemos
ver como la principal función del clínico como paralelo a aquel de la primera persona
maternante de la temprana infancia: o sea como la mediadora de la organización.

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CAUSAS DEL FRACASO EN LA ORGANIZACIÓN

El fracaso o distorsión del proceso general de organización puede ser el resultado de


(a) inadecuación biológica del organismo, (b) serias fallas en el ambiente, o (c) una
combinación de ambas.
Un ejemplo de falla en la organización debido a inadecuación biológica del organismo
es un defecto básico en la capacidad de síntesis del infante debido a una disfunción
cerebral. Ornitz and Ritvo (1977) describen el papel de la inconstancia perceptual en la
psicosis infantil, enunciando que este factor hace imposible que el niño utilice estímulos
externos e internos para organizar adecuadamente el desarrollo subsiguiente. Niños
que sufren de algún problema por desorden del aprendizaje como consecuencia de una
disfunción cerebral, se ha encontrado que tienen frecuentemente desviaciones en la
organización del yo como resultado de una incapacidad en la función de síntesis en el
sistema nervioso central. Un adecuado diagnóstico diferencial y plan de tratamiento
tendrán en cuenta la contribución de tales factores orgánicos en la minusvalía
psicológica. Este es particularmente importante especialmente con respecto a la actitud
hacia la madre y la aproximación al trabajo con ella.

Las fallas en el desarrollo pueden ocurrir también cuando las capacidades de síntesis y
organización de un infante constitucionalmente competente son agobiadas por el
ambiente caótico de una madre psicótica o alcohólica o por tensiones excesivas
resultantes de un cuidado inadecuado de una madre depresiva, narcisista o sin
empatía. Las capacidades de organización de un niño pueden ser sobrecargadas por
estímulos ambientales conflictivos que el niño no puede asimilar, tales como cuidadores
múltiples y cambiantes, o la extrema ambivalencia de la persona maternante primaria.

Sin embargo otras fallas pueden interferir aún. Por ejemplo, si durante los estadios
vulnerables tempranos, traumas severos y acumulativos debido a enfermedades o
cambios frecuentes de ambiente ocurren en un niño constitucionalmente fuerte, la
organización puede verse afectada si la persona maternante pierde la capacidad de
funcionar como agente filtrador y organizador para el infante.

Un problema diferente es aquel del infante constitucionalmente hipersensible o


vulnerable cuando el maternaje normal no es capaz de contrarrestar la incapacidad
innata del infante para utilizar a la madre de esta forma fundamental. El infante con
cólicos frecuentes o con una defectuosa “barrera contra los estímulos” (Escalona 1968)
son ejemplos de esta situación.

Cualquiera que sea la etiología, en última instancia el asunto es de deterioro de los


procesos de organización, y la patología estructural es el resultado. Esto es, una
variedad de factores pueden resultar en el deterioro de la función de síntesis con la
consiguiente patología en la estructura. La falla del proceso de organización puede
ocurrir en cualquier punto del continuo evolutivo. Mientras más temprana la falla, más
penetrante y maligna la patología. En este caso, los contenidos de posteriores estadios
del desarrollo serán asimilados en una representación del si-mismo más primitiva y
distorsionada, necesitando una mayor distorsión de la realidad externa o defensas
contra ella. El logro de tareas posteriores del desarrollo se ve inevitablemente
comprometido en tanto están complicadas por primitivos temores no resueltos y la ira.

EJEMPLO CLÍNICO

La siguiente discusión de caso ilustra un ejemplo de una falla parcial en la organización


debido a un maternaje fragmentado. El resultado fue la falla en la relacionalidad objetal
[object relatedness] de un self cohesivo y falla de cohesión con el self relacionado con
el objeto [object-related]. La metas del tratamiento se basaron en la necesidad de
reparar la distorsión temprana del desarrollo de las relaciones objetales para que la
paciente pudiera proceder con el sendero normal de su desarrollo.

La Srta. T., una mujer de negocios altamente inteligente en la mitad de sus treinta,
experimentaba y expresaba su ira en aquellas relaciones íntimas en las cuales la otra
persona fallaba en validarla ya fuera por especularización o por jugar un papel
complementario al de ella. También reaccionaba con sentimientos de abandono y
depresión de cara a las inconsistencias de la conducta de otros hacia ella. Cuando ella
especularizaba o complementaba sumisamente a los otros para establecer una
conexión emocional, perdía su sensación de self. Bajo stress suficiente podía retirarse
en una clase de estado solipsista que era un poco autista en el cual aún estaba en buen
contacto con la realidad. Se refería a esto como depresión y a menudo podía dormir
excesivamente

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durante estos periodos. Su funcionamiento más alto estaba en el uso de su intelecto.


Esto involucraba un buen grado de desapego emocional, y una inevitablemente hambre
de relaciones objetales podría lanzarla de nuevo a las áreas libres de conflicto de su
self.

En los primeros dos años de su vida, el padre de la Srta. T. se había separado de su


madre y estaba fuera del hogar. Durante este tiempo ella había sido cuidada por su
madre narcisista y deprimida y otros parientes adultos, con los cuales vivía. Debido a
que no había un apego a un solo objeto primario, el maternaje múltiple interfirió con la
organización de una representación unificada self-objeto. La imagen de un monstruo de
cinco cabezas aparecía con regularidad en sus sueños y fantasías.

La depresión profunda, la cual era manifiesta en algunas de sus primeras sesiones, fue
interpretada primero como su intento de estar con la madre deprimida a través de la
identificación. La madre murió cuando la Srta. T. estaba en su adolescencia. Sin
embargo, fue evidente que la depresión era secundaria a sentimientos de confusión y
ansiedad de cara a las demandas conflictivas de su ambiente interpersonal, demandas
con las cuales trataría de cumplir para mantener el sentimiento de conexión con el otro.
Esto la dejaba sintiéndose irreal o fragmentada, y ella se podría retirar en un intento de
restitución de su pérdida de sentido de un self cohesivo, aunque este era un self que no
estaba relacionado objetalmente. La depresión era la consecuencia de un retiro
defensivo y se relacionaba con una pérdida objetal (Horner 1974).

Esta secuencia estaba genéticamente relacionada a su reacción, cuando era una


infante, al impacto confuso, que impedía la organización de una situación de múltiples
cuidadores. En ese entonces su retiro reactivo debido al exceso de estimulación que no
podía organizar ni integrar la llevó a una experiencia de pérdida de objeto y la
subsecuente depresión anaclítica. Sin embargo, el retiro permitió a las funciones
autónomas desplegarse sin conflicto. Esta es la clase de niño pequeño cuyo desarrollo
parece mejor de lo que es.
Su padre regresó al hogar y los padres se reunieron cuando la Srta. T. tenía dos años;
se volcó vehementemente hacia su padre en este momento. El intento de formar un
apego que podría haberle posibilitado construir una estructura del self (Kohut 1977)
compensatoria, cohesiva y relacionada objetalmente falló debido a sus muchas fallas de
empatía y

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debido a una estimulación sexual excesiva y frustraciones asociadas de sus juegos de


cosquillas. Su cercana relación emocional fue abruptamente terminada con el comienzo
de la pubertad, tiempo en el cual esto fue, altamente intelectualizado. Como resultado,
no pudo integrar su sexualidad adolescente, y fue subsecuentemente reprimida. La falla
de esta integración exacerbó la ansiedad debido a los problemas evolutivos tempranos.

Comprender la falla de la organización temprana del self al interior de la matriz de una


relación simbiótica satisfactoria con la necesidad de construir una estructura
compensatoria a través del medio de la relación terapéutica llegó a ser evidente y fue
un punto central de su trabajo. Sus reacciones negativas a cambios percibidos en la
apariencia o comportamiento de la terapeuta eran sentidos como abandonos, como si la
terapeuta se hubiera convertido en alguien más. Estas reacciones estaban relacionadas
a la situación traumática debido a múltiples cuidadores, y gradualmente la identidad
continua de la terapeuta (y a través de esta, la suya propia) pudo ser percibida y
sentida. Durante esta fase integrativa del tratamiento, ella observó que nunca había
sido capaz antes de compartir todos los aspectos de su self con ninguna persona. Dijo,
“Usted conoce más de mí que cualquier otra persona. Mientras la tenga a usted, no me
siento fragmentada en otras relaciones.” Asuntos que parecieron ser edípicos en un
nivel estaban más significativamente relacionados con sus intentos de integración a
través de su relación con su padre.

Con la reparación en terapia de la organización de la estructura del self, la Srta. T fue


capaz de pasar hacia una diferenciación y autonomía superior. Un año después,
aunque no se quejaba más de experiencias de fragmentación, aún luchaba con asuntos
de relacionalidad con el objeto. “Usted es la única persona con quien tengo algo de
continuidad, con quien puedo ser yo misma”. La internalización gradual de la terapeuta
facilitó el proceso de separación-individuación y el logro de una mínima constancia
objetal.

Debido a que cuando infante había sido constitucionalmente fuerte y debido a que su
ambiente cuidador temprano había sido satisfactorio en otras dimensiones, la Srta. T.
no llegó a ser psicótica. Sin embargo, el déficit en la organización insertó la etapa para
la depresión debido a las fallas en la relacionalidad objetal y por la emergencia de
sintomatología

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borderline debido a las fallas de la cohesión bajo ciertas circunstancias. Una


formulación basada solamente en las vicisitudes del proceso de separación-
individuación era insuficiente para la comprensión y tratamiento de sus problemas. La
naturaleza específica e idiosincrática de la fase de simbiosis y sus consecuencias para
la estructura eran un factor primordial en la cualidad del desarrollo subsecuente.

Kohut (1977) señala la diferencia entre las estructuras primarias del self, las cuales se
desarrollan del proceso temprano de organización al interior de la órbita simbiótica, y
estructuras compensatorias posteriores, las cuales se fabrican por defectos en las
estructuras primarias. Estas están basadas en identificaciones posteriores, usualmente
con el padre, y del desarrollo de las funciones autónomas del Yo y de las ambiciones e
ideales. El desarrollo cognitivo superior y el buen intelecto de la Srta. T. formó el núcleo
de las estructuras secundarias que le permitieron funcionar en un nivel bastante alto.
Infortunadamente esto necesitaba desapego emocional, lo cual llevó a sentimientos de
pérdida de objeto. El desapego interfirió con los tipos de internalización de funciones
maternales que llevaron al logro de la constancia objetal. La patología organizacional de
las estructuras primarias, es decir, de las representaciones del self y del objeto,
continúan siendo manifiestas en sus relaciones interpersonales, en la transferencia y en
sus síntomas.

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