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La carta de Pablo a los

GÁLATAS
En el contexto judío del primer siglo

Reineiel Borjas
Febrero, 2016
SECCIONES
I. INTRODUCCIÓN

II. UN POCO DE TRANSFONDO HISTÓRICO

III. PABLO EL RABINO FARISEO

IV. LOS ORÍGENES DE LA LEY JUDÍA

V. PABLO Y LA LEY JUDÍA

VI. LA CONTROVERSIA SOBRE LA CIRCUNCISIÓN

VII. OBLIGAR A LOS GENTILES A JUDAIZAR

VIII. LA FE VS. LAS OBRAS DE LA LEY

IX. ¡OH GÁLATAS INSENSATOS!

X. LA MALDICIÓN DE LA LEY

XI. LA BENDICIÓN DE ABRAHAM ES POR LA FE, Y NO POR LA LEY

XII. CONFINADOS BAJO LA LEY (EL AYO)

XIII. LA ESCLAVA VS. LA LIBRE

XIV. EXHORTACIÓN A VIVIR EN LA LIBERTAD

XV. LA VIDA EN EL ESPÍRITU

XVI. LA LEY DE CRISTO


I. INTRODUCCIÓN

La carta de Pablo a los Gálatas es probablemente la más citada en nuestros


círculos cristianos para sostener la idea de que la ley de Dios (la Torá) ya está
abolida y obsoleta en términos de observancia. Y aunque es cierto que hoy en día
esa ley no puede ser observada a plenitud en ningún lugar, también es verdad que
nunca fue intención de los apóstoles siquiera insinuar su abolición o expiración
como resultado del sacrificio de Jesús en la cruz. Para una gran cantidad de
cristianos, la carta de Gálatas no es un libro de la Biblia, ¡Es la Biblia misma! Esta
y otras cartas de Pablo, se han convertido en el criterio principal para interpretar
las palabras de Jesucristo, del Antiguo Testamento, y en general de la Biblia. Así,
todo lo que Jesús haya dicho, tiene que ser filtrado por Pablo para darle la correcta
y válida interpretación, aún cuando los resultados de esas interpretaciones
impliquen ir en contra de lo que el Mesías dijo, o de todo el contexto global de las
Escrituras. Incluso, quien difiera de ello “ha caído de la gracia”, y ha rechazado al
Mesías. Más aún, muchos sostienen que cualquiera que procure observar los
mandamientos de la ley de Dios, está implicando que el Mesías murió en vano. De
esta manera se hace de Pablo y de sus cartas algo que no es consistente con la
realidad.

A través de este documento sugiero que todo ello está alejado de la verdad. Que
Gálatas no desecha la ley de Moisés, sino que de hecho confirma, como otros
escritos de Pablo, la responsabilidad de obediencia que todo creyente en Jesús
tiene para con los mandamientos expresados en su ley. Pretendo demostrar que la
carta de Gálatas ha sido una de las más mal entendidas en nuestra cristiandad, a
causa de abordarla desde nuestras traducciones castellanas, con una mentalidad
reemplacista, dispensacionalista, occidental, hispana, y totalmente pos moderna, e
ignorando un conjunto de factores esenciales de la Judea del primer siglo, tales
como el contexto social, religioso, cultural y antropológico; las expresiones
idiomáticas y hebraísmos de la época, la mentalidad judía de Pablo y de la
audiencia a la que escribió, la problemática que enfrentaban como creyentes en el
Mesías, los tecnicismos rabínicos propios de la Halajá (Ley Judía) que Pablo
utilizó en sus cartas, etc. Estos y otros aspectos similares ni siquiera son familiares
a nuestro contexto occidental del siglo 21, porque pertenecen completamente a un
contexto y circunstancias que se desarrollaron en un período de tiempo y en una
cultura completamente desconocida para la gran mayoría de los cristianos
modernos.

Pero cuando consideramos invertir tiempo en adentrarnos en el contexto judío del


primer siglo, y leemos la carta a los Gálatas a través de esa óptica, sus palabras
adquieren un sentido distinto y francamente mucho más enriquecedor y
comprensible. Se puede ver claramente que Pablo de hecho está enseñando que
la fe en el Mesías significa fidelidad a la Torá dada por Moisés, y no a la ley judía
ni a sus tradiciones como medio de justificación.
Pablo al igual que Jesús, fue un judío, que nació, vivió y murió como judío. Y
como tal siempre afirmó la validez y la vigencia de la ley de Moisés, y la
obediencia a ella como el camino práctico de fe para todo aquel que cree en
Jesucristo como Señor y Salvador. Al mismo tiempo enfatizó que todas las
prácticas, costumbres, tradiciones, ordenanzas, reglas, y preceptos de la Halajá
(ley judía), no tienen ningún valor para propósitos salvíficos. Tales mandamientos
de hombres llevan a quienes se someten a ellos a alejarse de la intención original
de Dios al habernos dado la Torá, incluso llevando a las personas a rechazar a
Jesús, y por lo tanto, su obra redentora.

A lo largo de este documento vamos a explorar aspectos como:

• Que el judaísmo del primer siglo no estaba basado en la ley de Moisés sino
en la tradición que se desarrolló a partir del retorno de los judíos de su
cautiverio en Babilonia.
• La circuncisión y porqué fue un problema en el primer siglo.
• Qué es “la maldición de la ley” y el uso que Pablo como buen judío le da a
esa expresión.
• Qué significa en el judaísmo “estar bajo la ley”.
• A qué se refiere Pablo cuando dice que la ley es “el ayo”.
• Qué significaba “ser salvo” para un judío del primer siglo, como Pablo y los
demás apóstoles.
• El concepto bíblico de “Fe” en el contexto hebreo del primer siglo.
• La diferencia entre la Ley de Moisés y la Ley Judía, y el uso que Pablo les
da en sus cartas.

Es importante aclarar que esta no es una disertación teológica verso por verso de
la carta a los Gálatas, sino una exposición enfocada en los puntos críticos
contenidos en ella que generan la controversia. Espero que al final, este contenido
sea una aportación para aclarar que Pablo no está en ningún punto de esta carta
contradiciendo la Torá dada por Dios a Moisés, ni a los Profetas, ni las palabras de
Jesús. Sino que está exhortando a los Gálatas a caminar y vivir en obediencia a
los mandamientos del Padre, dados por el mismo Mesías en el monte Sinaí, sin
dejarse arrastrar por el sistema judío o algún otro sistema como medio para la
inclusión al pueblo de Israel.

II. UN POCO DE TRASFONDO HISTÓRICO

Es pertinente aclarar que Galacia no era una iglesia, sino una región dentro de lo
que hoy es Turquía, donde había un número de congregaciones creyentes en
Jesús, incluidas la iglesia de Antioquía, Iconio, y Listra. La carta está dirigida a
esas congregaciones. Aunque las llamamos iglesias, no debemos olvidar que eran
agrupaciones de personas que al menos en gran parte del siglo primero asistían a
las sinagogas judías, las cuales se componían tanto de judíos como de gentiles de
la localidad. A los gentiles que se convertían en su edad adulta se les llamaba
prosélitos. Es decir, la mayoría de las sinagogas estaban compuestas mayormente
de estos tres grupos:

1. Judíos de nacimiento, provenientes del Reino del Sur (descendientes de las


tribus de Judá, Benjamín y Leví).
2. Prosélitos (gentiles convertidos al judaísmo en su edad adulta).
3. Temerosos de Dios (gentiles simpatizantes del judaísmo, pero que no eran
conversos).

Es importante entender como hecho histórico que el cristianismo original nunca fue
una religión separada del judaísmo, sino más bien una secta del judaísmo. Los
primeros cristianos fueron todos judíos por espacio diez años después de que
Jesús ascendió al cielo, y toda la dinámica cristiana en esos años se desarrolló
como algo totalmente interno y perteneciente al judaísmo. De hecho, en ese
período los cristianos judíos no esperaban que esta nueva fe incluyera a gentiles.
Por eso el Padre tuvo que mostrare a Pedro la visión de Hechos 10, para hacerle
ver que los gentiles ya no debían ser llamados inmundos, pues ahora por medio
de la fe en el Mesías podían tener parte en la misma herencia de todo judío
creyente. Pero aún después de estos acontecimientos, el evangelio se siguió
predicando en las sinagogas, especialmente por Pablo, cuyo objetivo era
demostrar a los judíos que Jesús era el Mesías.

Hechos 13:14
"Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron a la
sinagoga un día de reposo y se sentaron."

Este versículo nos dice cual era la audiencia que Pablo buscaba en un principio;
no eran iglesias evangélicas, eran sinagogas judías.

El mensaje de Pablo, demostrando que Jesús era el Mesías, algunas veces fue
bien recibido entre la audiencia que lo escuchaba en las sinagogas, y otras veces
no. Principalmente los gentiles se mostraron más receptivos, pues ellos entendían
la buena noticia de poder retornar a ser parte del pueblo del pacto por medio de la
fe en Jesús, como podemos verlo en este pasaje:

Hechos 13:42-46
42. Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que
el siguiente día de reposo (no en domingo) les hablasen de estas cosas.
43. Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos
piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a
que perseverasen en la gracia de Dios. (Nota: Si Pablo y Bernabé les persuadieron a
perseverar en la gracia de Dios, es porque YA ESTABAN EN LA GRACIA DE DIOS siendo
judíos observantes. La gran diferencia es que habían reconocido a Jesús como el Mesías.)
44. El siguiente día de reposo (otra vez, no el domingo) se juntó casi toda la ciudad
para oír la palabra de Dios.
45. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que
Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. (Nota: ¿Qué es lo que Pablo les exponía,
que ellos rebatían? Qué Jesús era el Mesías, y que por medio de la fe en él somos justos
ante Dios, y no por medio del sometimiento al sistema judío. Lee los versículos 17-41).
46. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la
verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto
que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos
a los gentiles.

Uno de los errores más comunes dentro del catolicismo romano y el cristianismo
evangélico, es que cuando leen los acontecimientos narrados en pasajes como
Hechos 13, donde Pablo y Bernabé son rechazados por los judíos y recibidos por
los gentiles, creen que ese rechazo de los judíos hacia la exposición de Pablo
significa que él en respuesta despreció y desechó la observancia de la Torá. Lo
que no toman en cuenta, es que Pablo no estaba rechazando la observancia de la
Torá por haber sido rechazado. Pablo estaba rechazando al sector judío que no
recibió el mensaje. Son dos cosas distintas.

De hecho, era imposible que Pablo rechazara la observancia de la Torá, pues en


Romanos 3:31 él mismo escribe:

“¿Queda la Torá inactiva, inoperante, o abolida por causa de la fe? ¡De ninguna
manera! Al contrario, la Torá sigue en pie, firme, establecida, y mantiene su
autoridad.”

Un detalle a tomar en cuenta: Si Pablo les escribe a los Romanos que la Torá
sigue vigente, ¿cómo puede escribirles a los Gálatas lo contrario? Eso lo haría un
hipócrita. Es fundamental entender que en ninguna de sus cartas Pablo está
enseñando en contra de guardar los mandamientos; Pablo está predicando en
contra de someterse a la ley judía, al judaísmo como el medio para obtener la
salvación. Pero de ninguna manera Pablo, o alguno de los apóstoles anularon, o le
restaron importancia a conocer, aprender y vivir en los mandamientos de Dios
después de cree en el Mesías. De hecho, enseñaron lo opuesto.

III. PABLO EL RABINO FARISEO

Pablo contaba con credenciales impecables: Hebreo de hebreos; circuncidado al


octavo día; graduado de la más distinguida escuela farisea de su tiempo, la de
Gamaliel; de extracción celosamente farisea; experto en la ley de Moisés, y la ley
judía; funcionario directo del Sanedrín, cargo que le daba una distinción de las
más prestigiadas en Israel en aquel tiempo. Él lo dice de sí mismo de esta
manera:

Gálatas 1:13-14
"Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que
perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo
aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más
celoso de las tradiciones de mis padres."

Sin duda gozaba de una reputación en el judaísmo. El consintió en la muerte de


Esteban (Hechos 8:1), es decir, como funcionario del parte del Sanedrín, tuvo que
aprobar su muerte. Era un hombre celoso de sus creencias y de su estilo de vida,
que adquirió de su formación como fariseo desde su juventud. Esto es lo que lo
llevó a perseguir a los seguidores de Jesús, ponerlos en prisión, y también
matarlos.

Pablo describe su trayectoria y sus credenciales en diversos sitios del Nuevo


Testamento, como lo vamos a ver en los siguientes puntos:

• Nunca dejó de identificarse a sí mismo como hebreo, israelita, descendiente de Abraham.

2 Corintios 11:22
“¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de
Abraham? También yo.”

• Conocía a qué tribu pertenecía, y lo hacía del conocimiento de sus destinatarios.

Romanos 11:1
"Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque
también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín."

Nota: Hay un aspecto importante señalar en estos dos primeros puntos. Pablo amaba a sus
hermanos judíos y afirmaba que Dios no los había desechado. Pablo no se hizo antisemita.
Que Pablo siguió amando a sus hermanos judíos a pesar de que estos rechazaron al
Mesías, es una verdad. Ahí lo dice, está escrito, y eso nadie lo puede negar.

• Aún enfrentando el juicio, Pablo admite su perfil como judío observante, y fariseo.

Hechos 22:3
"Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad,
instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros
padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros."
Hechos 23:26
"Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó
la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de
la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga.”
• Fue educado en la escuela farisea de mayor prestigio de su tiempo, la de Gamaliel.

¿Quien fue Gamaliel? Era uno de los más distinguidos fariseos de su tiempo,
respetado aún por sus opositores los saduceos, y reconocido aún en el judaísmo
actual. Era nieto de Hilel, el fundador de una de las dos principales escuelas de
pensamiento fariseo. La otra era la escuela de Shamai. Era tan difícil tener acceso
a estas escuelas, que solamente los mas destacados estudiantes de la Torá en
Israel tenían acceso. ¿Sabes cual era el examen de admisión? Conocer toda la
Torá…de memoria.

Con esto nos podemos dar una idea de cual era el nivel intelectual de Pablo con
relación a la Torá.

• Fue un devoto judío fariseo cuya costumbre era asistir a la sinagoga en Shabbat y enseñar
la Torá.

Hechos 14:1
"Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron
de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos.”

Hechos 17:1-2
"Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una
sinagoga de los judíos. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días
de reposo discutió con ellos…”

Hechos 18:4
"Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a
griegos.”

Hechos 19:8
"Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses,
discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios.”

• Ante los filipenses se acreditó como fariseo, para contradecir enseñanzas fariseas que
eran contrarias a la doctrina de los apóstoles.

Filipenses 3:4-6
"Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene
de qué confiar en la carne, yo más:
circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de
hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley,
irreprensible.”
Ante esto, hay quienes argumentan que cuando Pablo dice en Filipenses 3:8 que
todo lo tiene por basura, se refiere a la ley de Dios. Pero no, el contexto nos indica
que se está refiriendo a sus credenciales que le daban reputación como fariseo.

Aún así las Escrituras nos dejan ver que Pablo como fariseo fue el mejor. Pero al
estar en el Mesías, Pablo considera todas aquellas cosas como vanas en términos
salvíficos. Ahora que pertenece a Cristo, ha descubierto que toda justicia viene de
Dios, y está basada en la fe en el sacrificio redentor de Jesús en la cruz. De
manera que, si él verdaderamente quiere ser congruente con esa fe, ha de vivir
como un discípulo de Cristo, llevando el yugo de su Maestro, es decir,
obedeciendo la interpretación de la Torá que Jesús enseñó.

Pablo sabe que Jesús es el Hijo de Dios, pero también entiende que Jesús vino a
este mundo como un hombre judío, que nació, vivió y murió siendo judío, que
enseñó el sentido ético y espiritual más puro de la Torá, que nunca la contradijo ni
la abolió, sino que la engrandeció y restauró su intención original; y Pablo también
sabe que este Jesús del que estamos hablando, resucitó y volverá como judío,
para reinar desde la Ciudad Santa de Jerusalén, y que como dice el profeta Isaías,
“las costas esperarán su Torá”.

IV. LOS ORÍGENES DE LA LEY JUDÍA

La base y fundamento de la fe de Israel, eran la Instrucción (Torá), los Profetas


(Neviim), y los Escritos (Ketuvim). Estos tres componen lo que hoy es conocido en
el cristianismo como el Antiguo Testamento. Durante los años en que Israel estuvo
conformado como un solo reino durante el reinado de Saúl, David, y Salomón, no
se tenían ni los libros de los profetas, ni los demás escritos, solo la Torá, Josué, y
las historias de los jueces. Cuando Roboam, el hijo de Salomón, no atendió las
peticiones del pueblo, las tribus del norte, diez tribus de la parte norte lideradas por
Jeroboam, finalmente se separaron, estableciendo un reino aparte, el reino del
norte. En el sur quedaron las tribus de Judá y Benjamín, con una parte de la tribu
de Leví. Ellos fueron fieles a la casa de David. Esta historia la puedes leer a partir
de 1 Reyes capítulo 12.

Años más tarde el reino del norte fue llevado cautivo por el imperio Asirio
alrededor del año 722 A.C., para nunca regresar a Israel. Algunos cientos de años
después, el reino del sur (Judá) también fue llevado cautivo a Babilonia, de lo cual
advierte el profeta Jeremías. Durante el cautiverio en Babilonia fueron escritos los
libros de Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Ester; y Esdras y Nehemías durante el
proceso de retorno luego de 70 años.

Mientras estuvieron cautivos en Babilonia, los judíos (Judá), con el afán de


preservar la obediencia a la Torá, y que ésta no se perdiera por estar viviendo en
una tierra extraña donde nadie creía en el Dios de Israel, comenzaron a elaborar
una serie de mandamientos alrededor de cada mandamiento de la Torá, que
tenían como objetivo asegurar y fortalecer su observancia. Todas esas medidas y
jurisprudencias fueron añadidas por los sabios judíos, estudiosos de la ley, y más
adelante pasaron a ser conocidas como la Torá Oral. Luego para darle mayor
peso entre el pueblo, se recurrió a la idea de que ésta Tora Oral le fue dada a
Moisés en el monte Sinaí, juntamente con la ley de Moisés. Esta Torá Oral se fue
transmitiendo de generación en generación, y después quedó compilada en
documentos como el Talmud de Babilonia, el Talmúd de Jerusalén, la Mishná, la
Guemará, y otras obras judías de gran riqueza histórica. Es decir, la Torá Oral
comenzó a desarrollarse a partir del cautiverio en Babilonia. Con el paso del
tiempo, se convirtió en la autoridad principal de las sectas fariseas para interpretar
la ley de Moisés. Aunque los saduceos (otra secta judía) se oponía en gran
medida a la Torá Oral, en otros aspectos ésta tradición si les influyó. Gran parte
del orden y los protocolos que se desarrollaban en el Templo de Jerusalén durante
el primer siglo estaban influenciados por dicha forma de pensamiento.

Y aquí es importante comprender una cosa:

En la medida en que la Torá Oral (o Ley Oral) se sistematizó, pasó a ser lo que
luego se conoció como Halajá, o la Ley Judía. Y la Ley Judía es el conjunto
sistemático de leyes desarrolladas desde el cautiverio en Babilonia, que son la
base del sistema religioso que hoy conocemos como judaísmo. De aquí en
adelante, y solo para propósitos de contraste con la ley de Moisés, me voy a referir
a todo este sistema como la ley judía.

En cuanto a los orígenes de la Torá Oral, cito un trabajo titulado “An Introduction to
the History and Sources of Jewish Law” (Una Introducción a la Historia y a las
Fuentes de la Ley Judía), que fue publicado por la prensa de la Universidad de
Oxford (ISBN 0-19-826262-0), y editado por el Instituto de Ley Judía, la escuela de
leyes de la Universidad de Boston, profesores de rabinismo en el Colegio Unión
Hebrea - Instituto de Religión en LA.; y la Universidad Hebrea de Jerusalén.

En el capítulo dos “La ley judía durante el período el segundo templo” (que fue
construido luego del retorno de Babilonia, y que Jesús y los apóstoles conocieron),
dice lo siguiente:

«Los fariseos surgieron como grupo alrededor del año 160 A.C. Ellos buscaban
desarrollar prácticas y analogías de los rituales que se hacían en el templo, y
traerlos al hogar. Sostenían que la tradición oral había sido dada por Dios a
Moisés junto con la Torá en el monte Sinaí. Esto es algo que los Saduceos
(otro grupo judío de ese tiempo) se oponían. Cuando los rabinos escribieron la
historia de la ley judía de acuerdo a su concepción de la Ley Oral, lo plasmaron
así: “Moisés recibió esta ley en el Sinaí, y la entregó a Josué, y Josué a los
Ancianos, y los Ancianos a los Profetas, y los Profetas a los hombres de La Gran
Sinagoga (en el tiempo de Esdras, después del retorno de Babilonia). Simeón el
Justo fue un remanente que quedó de La Gran Sinagoga.; y Antígono de Soko
recibió esta ley de Simeón el Justo. De ahí, se dice que cinco pares de
autoridades recibieron esta ley de sus predecesores, conectando así a La Gran
Sinagoga con las escuelas rabínicas cuyas disputas dominaron la literatura
tanaítica (la ley judía post segundo templo). Estos cinco pares son (y finaliza
con el cuarto par): Shemaía y Avtalión, en el período de Herodes el Grande, y
Hillel y Shammai”.»

Así que, básicamente, después del regreso de Babilonia, eventualmente se


estableció una institución llamada La Gran Sinagoga, fundamentada
principalmente en la ley oral. El documento del cual estamos citando, también
reconoce que la Torá Escrita prohíbe tal cosa como una torá oral. El mismo
capítulo dos lo menciona en otro párrafo, diciendo:

«Sabemos que los grandes tratados de la Mishná y el Talmud fueron preparados


para perpetuar los valores de una tradición que creció a través de los siglos, y que
corría el riesgo de desaparecer si no quedaba escrita. La voluntad de Israel de
sobrevivir prevaleció, y como ocasión de eso, a pesar de la inhibición en contra
de escribir cualquier cosa fuera de lo que ya estaba escrito (la Ley de
Moisés). Al haber escrito la Torá Oral, los rabinos buscaron perpetuar tradiciones
que se desarrollaron con el consentimiento de la comunidad de Israel.»

Después de la destrucción del templo en el año 70 D.C., todas estas enseñanzas


orales fueron escritas en la Mishná, que comenzó a ser compilada alrededor del
año 200 D.C.

Aquí está el link del documento que cité (en inglés):


http://www.oxfordscholarship.com/view/10.1093/acprof:oso/9780198262626.001.0001/acprof-
9780198262626

¿Y donde dice la ley de Moisés que cualquier tipo de Torá Oral está prohibida?

Deuteronomio 4:2
"No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que
guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene."

Ahora, para poner las cosas en perspectiva, considera por un momento el tamaño
de la ley oral en el primer siglo, y luego compáralo con la ley de Moisés. Sabemos
que el Tanaj (mal conocido como Antiguo Testamento) está dividido en La Torá,
Los Profetas, y Los Escritos. La Torá son los cinco primeros libros: Génesis,
Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

Si tomas tu Biblia y separas esos cinco libros, y mides su grosor. ¿Cuantas


páginas son? Si usaras una Biblia versión King James, son alrededor de 290
páginas desde la primera hoja de Génesis hasta la última de Deuteronomio. Pero
si tomas la Mishná, que es un tratado de la ley judía, por ejemplo, la traducción de
Danby, son cerca de 790 páginas. Sí…790. ¿Ves como no hay comparación? La
Mishná es por lo menos dos veces mas grande que la Torá. Qué no decir del
Talmud, que son 39 tomos.

Y el siguiente dato es importante:


La ley de Moisés era probablemente tan solo un tercio de toda la ley judía en el
primer siglo. ¡Un tercio!

¿Qué decía la ley oral? Como todo, contenía cosas buenas, y cosas que
definitivamente no tenían fundamento en la Torá. Estas son tan solo algunas
pocas citas:

“Elohim le dio la Ley Oral (rabínica) a Moshé en el Monte Sináy.” – Abót 1.1, p.1

“Elohim hizo la Alianza con Israel únicamente por causa de la Ley Oral.” – Guitím
60b, p. 284

“La Biblia dice que los reglamentos de los rabinos deben ser obedecidos.” –
Tebamót 20a, p. 116

“Los que obedecen a los rabinos son santos; los que los desobedecen son
impíos.” –Tebamót 20a, p. 117

“Los decretos del concilio de Rabinos (Bet Din) no se pueden cuestionar, y tienen
igual autoridad que Moisés.” – Rosh Hashanáh 25a, p. 109

Al leer cosas como estas, no resulta difícil notar que es lo mismo que hizo la
Iglesia Católica Romana con la infalibilidad del Papa, y la tradición, que en
conjunto son el criterio final para interpretar las Escrituras. Pero no solo la Iglesia
Católica, dentro del protestantismo actual, ocurren fenómenos bastante similares.

Y es precisamente este tipo de pensamiento lo que Pablo está combatiendo en la


carta a los Gálatas. Pablo no está hablando en contra de guardar la Torá y
obedecer los mandamientos. Mas bien se está oponiendo al sistema religioso
desarrollado en su tiempo que se había adjudicado una autoridad exclusiva como
instrumento de salvación, y para determinar cómo una persona era aceptada por
Dios.
Es de fundamental importancia comprender que judaísmo no es sinónimo de
guardar la ley de Moisés. Judaísmo es el sistema de creencias que proviene de
todo lo que se desarrolló a partir del cautiverio en Babilonia.

Este dato permite entender porqué Pablo reprendió a Pedro en Gálatas 2:14 por
obligar a los gentiles a judaizar. No lo confrontó por obligar a los gentiles a guardar
la Torá. Lo confrontó porque con su actitud los hizo someterse a una ley rabínica
del judaísmo que no tenía fundamento en las Escrituras. ¿Qué decía esa ley
rabínica? Que un judío no puede comer en la misma mesa con un gentil.

Y algo que es crítico, de verdad crítico de entender:


Para la época en que Jesús nació, el judaísmo ya no estaba basado en la ley de
Moisés, sino en la ley judía. Es decir, ahora tenía más valor cumplir la Halajá
judía, que obedecer los mandamientos de Dios, sin importar que esa Halajá fuera
contraria a lo escrito en la Torá y los Profetas. El judaísmo del primer siglo
sostenía que la obediencia a la ley de Moisés sólo era válida si se hacía a través
de la ley judía, y que solamente así una persona era hecha justa ante Dios.

Cuando un judío observante en el primer siglo, y aún en la actualidad, utilizaba la


expresión “la ley”, no siempre se estaría refiriendo a la ley de Moisés, sino que
estaría usando terminología rabínica que podía significar la ley de Moisés, la ley, o
la ley judía.

De ahí la gran necesidad de entender que cuando Pablo escribe a los Gálatas
acerca de “la ley”, no siempre se está refiriendo a la ley de Moisés. Sino que está
usando esa terminología dentro del lenguaje judío que todo rabino del primer siglo
y todo judío en general conocía.

Nota: Si lo mencionado arriba no se entiende, no se entiende el Nuevo Testamento. Y antes de que


esa afirmación se tome como ofensa, considera que si no entendemos la diferencia entre la Ley de
Moisés, y la Ley Judía, entonces no se entiende al judaísmo del primer siglo, y en consecuencia, no
se pueden entender las palabras de Jesús y los demás apóstoles. Esto no es una cuestión de
interpretación personal; es una verdad que nadie puede cambiar porque es de carácter histórico.

Y es precisamente la falta de este entendimiento, lo que ha provocado que todo el


catolicismo romano, y la mayor parte de las 40 mil denominaciones cristianas
existentes en la actualidad, hayan elaborado la doctrina que hoy conocemos,
especialmente extraída de las cartas de Pablo. Todo por pensar que cada que la
palabra ley es mencionada en el Nuevo Testamento, se está refiriendo a la ley de
Moisés.

Los Gálatas sí estaban familiarizados con todo este entendimiento y conceptos.


Por eso Pablo los utilizó en sus cartas sin explicarlos, de la misma manera que
hoy estamos familiarizados con el término “democracia”, y cuando lo usamos en
un texto no tenemos que detenernos a dar su definición y una explicación de
cómo, cuando y donde usarlo.

Lo que preocupa hoy, es que la gran mayoría de los cristianos modernos


desconocen este trasfondo judío, y además se resisten a aprenderlo. Es
información completamente ajena a nuestro pueblo. Afortunadamente eso está
empezando a cambiar.

V. PABLO Y LA LEY JUDÍA

Como todo buen judío fariseo, Pablo se formó en la ley oral y en la ley judía.
Anteriormente vimos cómo Filipenses 3:5-6 él mismo describe sus credenciales.

Comenté anteriormente que el hecho de que Pablo tuviera todas esas


credenciales por basura, no quiere decir que desechó la obediencia la Torá para
hacerse gentil, empezar a comer puerco y mariscos, maldecir a los judíos, y vivir
quebrantando todo mandamiento en la Torá, bajo la excusa de que “ahora
estamos bajo la gracia”. Amigos, eso es un error categórico. Sí, un error
categórico. Las credenciales de Pablo representaban su rango y su reputación
dentro del judaísmo. Como cuando un general, sargento o teniente en el ejército
es condecorado con insignias honorables por actos valerosos. Cuando Pablo dice
que todas estas cosas las tiene por basura, se está refiriendo precisamente a
todos esos reconocimientos que le daban una posición social y religiosa dentro del
sistema judío, pero no se está refiriendo a la ley de Moisés.

Él lo expresa de la siguiente manera:

Gálatas 1:14
"y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación,
siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres."

¿En donde aventajaba Pablo a muchos de sus contemporáneo? En el judaísmo.

¿Y era mucho más celoso en qué cosa? En las tradiciones de sus padres.

¿Puedes ver la conexión que Pablo está haciendo? Judaísmo – Tradiciones

¿Ves cómo no está hablando de la ley de Moisés?

Dos textos más al respecto:

Hechos 23:1
"Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad,
instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros
padres (la Torá Oral), celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.

Hechos 26:4-5
“Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé en mi nación, en
Jerusalén, la conocen todos los judíos; los cuales también saben que yo desde el
principio, si quieren testificarlo, conforme a la más rigurosa secta de nuestra
religión, viví fariseo.”

¿Cómo vivió Pablo desde su juventud? Fariseo, conforme a la ley de sus padres.
¿Quienes eran los portadores y transmisores de la ley oral? Los fariseos. Él fue
enseñado en las tradiciones orales de los fariseos, en la escuela de Gamaliel.

Ahora, lee con atención el siguiente versículo, en el cual Pablo está hablando de
luego de haber conocido a Jesús:

Hechos 24:14
"Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al
Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas
están escritas."

¿Notaste alguna diferencia? ¿Qué pasó con Pablo después que le fue revelado el
Mesías? ¿A qué le concedió autoridad? A la Torá y a los Profetas.

Y aquí es pertinente hacer otra aclaración:


Creer, es una palabra que se entendía muy diferente en el contexto judío del
primer siglo, en contraste con el entendimiento que hoy se le da en nuestra cultura
occidental moderna. Para nosotros, creer significa simplemente tener alguna
información en la cabeza y darla por cierta. En el judaísmo del primer siglo, del
cual Pablo nunca dejó de ser parte, creer era sinónimo de obedecer.

Cuando Pablo dice en este versículo que él cree todo lo que dice la ley y los
profetas, está diciendo que él obedece y vive por todo lo escrito en ellos. Lo
interesante es que ya no mencionó las tradiciones de sus padres. Antes de su
conversión, Pablo era un fariseo celoso de la ley judía. Posterior a su conversión,
Pablo criticó duramente la idea de concederle a la ley judía la misma autoridad que
a la ley de Moisés, y mas aún, depender de ello para salvación.

Aún con esto, a muchos les sorprendería saber que Pablo no desechó por
completo la ley judía, sino que incluso se sirvió de ella para dar instrucciones de
carácter práctico en las congregaciones que fundó. Un ejemplo de ello lo podemos
ver en lo que le dice a los Corintios.
1 Corintios 14:33-34
33
“Como en todas las iglesias de los santos, 34 vuestras mujeres callen en las
congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas,
como también la ley lo dice. 35 Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a
sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.”

El problema con esta instrucción de Pablo, la misma que le da a Timoteo en 1


Timoteo 2:12, es que no hay ningún texto en la Torá que diga que la mujer esté
sujeta a su marido, o que deba callar en la congregaciones porque sea indecoroso
que hable. ¿Entonces a qué ley se está refiriendo Pablo aquí? A la ley judía. Era la
ley judía la que establecía que la mujer guardara silencio en las sinagogas.

En la obra “Discovering Biblical Equality: Complementarity without Hierarchy”


(Descubriendo la Igualdad Bíblica: Complementariedad sin Jerarquía), de Ronald
W. Pierce, Rebecca Merrill Groothious, y Gordon D. Fee, en las páginas 169-170,
dice:

«Entre los judíos y los temerosos de Dios que constituían el núcleo inicial de las
congregaciones de Corinto, las mujeres tenían menos oportunidades para estudiar
las Escrituras. Aunque aprendían junto con los hombres en las sinagogas, les
faltaba la formación que muchos hombres sí tenían. Mientras que a los chicos
judíos se les enseñaba a recitar la Torá mientras crecían, no era así con las
mujeres. Los maestros dentro de las congregaciones probablemente fueron en su
mayoría hombres que pertenecieron a las sinagogas. Lo que sorprende a la luz de
esto, es que en ningún lugar la ley manda ni el silencio de las mujeres, ni su
sumisión. Pablo pudo haber apelado al orden de la creación, pero el relato de la
creación tampoco enseña la subordinación de la mujer al hombre.»

Aquí está el link para el libro electrónico:


https://books.google.com.mx/books?id=9AuAnxFoLcEC&pg=PA169&lpg=PA169&dq=hagigah+%2
B+silence+of+women&source=bl&ots=nt2ryUaN8p&sig=2VU9tNQmk5vH0pQm6Y0OPidG5uA&hl=
en&sa=X&ved=0ahUKEwjH8ur_hJnKAhVO8GMKHVyeB0wQ6AEIRDAI#v=onepage&q=hagigah%2
0%2B%20silence%20of%20women&f=false

Es cierto que en Génesis 3:16 Dios le dice a la mujer que su marido se


enseñorearía de ella. Sin embargo esto todavía no es una disposición explícita que
demanda el sometimiento de la mujer; esto más bien vino como una consecuencia
de la caída. Eso no quiere decir que no sea parte de la enseñanza de los
apóstoles.

Aún así, como dato histórico necesitamos considerar que había tres cuestiones
culturales con respecto a la mujer en el judaísmo primitivo:

1. La mujer judía del primer siglo no participaba en la vida pública ocupando


cargos de responsabilidad de tipo religioso o político.
2. No podía encontrarse a solas en ningún lugar con un hombre que no fuera
su marido o sus hijos; tampoco podía mirarse a los ojos o saludar a otro
hombre si no era su esposo o su familiar, pues era indecoroso y de mala
educación.
3. No tenía acceso al estudio de la Escritura de manera sistemática. Cuando
iban al Templo de Jerusalén se les recluía en el atrio de las mujeres, y en
las sinagogas debían limitarse a escuchar.

Existe una obra llamada “Jerusalén en tiempos de Jesús: Estudio económico y


social de mundo del Nuevo Testamento”, escrita por Joachim Jeremías, en el
capítulo VII “Situación social de la mujer”, que dice así en la página 372:

«Es referida la sentencia de uno de los más antiguos escribas que conocemos,
Yosé ben Yojanán de Jerusalén (hacia el 150 a. C.): "No hables mucho con una
mujer", y después se añadía: "Esto vale de tu propia mujer, pero mucho más de la
mujer de tu prójimo". Las reglas de la buena educación prohibían encontrarse a
solas con una mujer, mirar a una mujer casada e incluso saludarla; era un
deshonor para un alumno de los escribas hablar con una mujer en la calle. Una
mujer que se entretenía con todo el mundo en la calle, o que hilaba en la calle,
podía ser repudiada sin recibir el pago estipulado en el contrato matrimonial.»

Con todo esto, y aunque para algunos esto sea inadmisible:

La instrucción de que las mujeres callen en las sinagogas como una cuestión de
decoro, era un precepto de la ley judía, completamente perteneciente al contexto
cultural del primer siglo. Y si se me permite un comentario arriesgado: La ley de
Moisés no manda en ningún lugar de manera explícita que la mujer se subordine
al hombre. Y menos en un sentido de sumisión insana.

De aquí podemos extraer tres puntos fundamentales para comprender al Pablo


seguidor de Jesucristo y su relación con la ley judía:

1. Aunque Pablo desecha la ley judía como autoridad en términos de


salvación y observancia a la Torá, resulta que en otros aspectos no la
desecha, sino que la aplica a las nuevas congregaciones mesiánicas
emergentes, según el judaísmo de su tiempo.
2. Cuando él en sus cartas usa el término “la ley”, no necesariamente se está
refiriendo a la ley de Moisés, sino bien puede estarse refiriendo a la ley
judía, o bien, a las dos como conjunto; cosa que sólo podemos saber si
leemos los versículos en contexto, y no arrancados de él.
3. El hecho de que Pablo disponga de la ley judía como aquí lo hizo en el caso
de mujeres en la congregación, rotundamente termina de demostrar de una
vez por todas que Pablo nunca dejó de ser judío observante. ¿Qué mas
evidencia queremos si a los Corintios y a los Efesios (a través de Timoteo)
les esta aplicando un criterio totalmente judío? Más claro no se puede.
Sé que hay denominaciones cristianas que no permiten que la mujer predique,
ocupe cargos de responsabilidad en la iglesia, y otras cosas parecidas. Yo no
quiero entrar en esa controversia. Pero es bueno que sepan que al aplicar ese
criterio basados en las palabras de Pablo, en realidad están aplicando una ley del
judaísmo que hoy ya ni siquiera se aplica en muchos sectores judíos.

VI. LA CONTROVERSIA SOBRE LA CIRCUNCISIÓN

Dentro de la teología cristiana tradicional, la circuncisión no es un tema de


controversia, sino resuelto. El cristianismo no practica la circuncisión porque
asume que todos los que hemos creído en Cristo, ya no tenemos que
circuncidarnos físicamente, pues ahora lo único que importa es la circuncisión del
corazón. Sin embargo, en el primer siglo, la circuncisión sí era un tema de gran
controversia entre los discípulos.
Distinto a quienes creen que la teología cristiana está totalmente errada en este
tema, yo creo que no es así. La teología cristiana sí entendió una parte de la
verdad: que la circuncisión del corazón es lo principal y lo más importante. El error
ha sido llevar esta verdad hasta asumir que la circuncisión del corazón anula la
circuncisión física. Y este error se debe precisamente a la idea de que la ley de
Dios quedó abolida luego de que Jesús murió en la cruz, y que ya no ha de ser
observada por los cristianos.
No obstante, la controversia sobre el tema de la circuncisión en el primer siglo, no
fue originada por los motivos que sostiene el cristianismo, pues ni Jesús, ni
ninguno de los apóstoles (incluyendo a Pablo) creían ni enseñaban que la Torá ya
no era aplicable para los creyentes en Jesús el Mesías. La controversia sobre la
circuncisión fue originada por motivos muy distintos. No era una batalla entre el
judaísmo y el cristianismo; era una batalla interna entre sectas del judaísmo; el
asunto era totalmente judío, que venía desarrollándose desde unos ciento
cincuenta años antes de que Jesús naciera.
Los dos grandes fariseos del judaísmo, Hilel y Shammai, que fundaron las dos
escuelas principales de pensamiento fariseo, tenían ideas opuestas en este
asunto. Para Shammai, todo el rigor de la ley judía tenía que aplicarse a aquellos
que querían convertirse al judaísmo, incluyendo una circuncisión que
prácticamente era una mutilación, como requisito iniciático. Había que hacerles el
camino más difícil a los gentiles, para que fuera una conversión totalmente llena
de méritos. En cambio, para Hilel, todo lo que un gentil necesitaba para ser
incluido en el pueblo de Dios, era creer con todo su corazón en el Dios de Israel,
aprender sus mandamientos y comenzar a obedecerlos. La circuncisión no sería
un requisito inicial para ser considerado judío. Uno la haría más adelante, luego de
haber aprendido los mandamientos de la Torá.
Las determinaciones tomadas en el concilio de Jerusalén narrado en Hechos 15,
acerca de no imponer cargas a los gentiles que estaban entrando al pacto, se
tomaron completamente bajo la línea de pensamiento fariseo de Hilel. Daré mas
detalles de esto más adelante. Necesitamos comprender como hecho histórico,
que el cristianismo como nosotros lo conocemos actualmente, ni siquiera existía
en el primer siglo. Los cristianos en realidad eran sencillamente una nueva secta
del judaísmo. No estaban intentando crear una nueva religión, ni separarse del
judaísmo en términos de observancia. Creían que Jesús era el Mesías, pero
seguían siendo judíos observantes. Los conocían como “los nazarenos”, o como
los de “el Camino”, y posteriormente fueron llamados Cristianos.
A continuación voy a exponer cual fue el motivo que dio origen a la controversia
entre los cristianos judíos y el judaísmo tradicional, en relación al tema de la
circuncisión. Voy a citar varios pasajes del Nuevo Testamento, y lo haré usando la
Biblia Reina-Valera 1960, que es la Biblia más conocida en la iglesia evangélica, y
también para no dar ocasión a que alguien piense que estoy sustentando esta
exposición en alguna versión de Biblia que favorece mi punto de vista.

En el capítulo 2 de Gálatas, Pablo comienza a describir una situación:


Gálatas 2:1-10
1
“Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé,
llevando también conmigo a Tito. 2 Pero subí según una revelación, y para no
correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta
reputación el evangelio que predico entre los gentiles. 3 Mas ni aun Tito, que
estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; 4 y esto
a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para
espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud,
5
a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del
evangelio permaneciese con vosotros. 6 Pero de los que tenían reputación de ser
algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción
de personas , a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. 7 Antes
por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la
incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión 8 (pues el que actuó en Pedro
para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles),
9
y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que
eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en
señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la
circuncisión. 10 Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo
cual también procuré con diligencia hacer.”
Pablo habla sobre la controversia acerca de la circuncisión y la resolución que los
apóstoles tomaron de darle su aprobación. A causa de estas y otras declaraciones
que Pablo hace en sus cartas, el cristianismo ha establecido un sistema doctrinal
que enseña que el mandamiento de la circuncisión en los hombres ya no es válido
para los que somos creyentes en Jesucristo, y miembros de su cuerpo. Pero tal
enseñanza en realidad no es consistente ni con las enseñanzas del Mesías, ni con
las enseñanzas de la Torá, ni con las enseñanzas del mismo Pablo.

En los dos primeros versículos del capítulo dos, Pablo narra que después de
catorce años fue a Jerusalén con Bernabé y Tito a dar razón de sus enseñanzas y
su misión entre los gentiles. Para poder comprender lo que Pablo habla en éste
capítulo, es necesario que entendamos bien lo que pasó durante el Concilio de
Jerusalén que está narrado en Hechos 15. Lo que ocurrió allí nos proveerá del
contexto para tener una perspectiva más apropiada y acertada del asunto que
Pablo trata en Gálatas 2.

El Concilio de Jerusalén
Hechos 15:1-2
1
“Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os
circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 2 Como Pablo y
Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que
subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y
a los ancianos, para tratar esta cuestión.”

Este texto nos dice que unos hombres de Judea vinieron a Antioquía de Siria,
donde Pablo y Bernabé habían estado predicando. ¿Quiénes eran esos hombres?
Ellos eran judíos que querían obligar a los creyentes en el Mesías a circuncidarse
como evidencia de salvación. El texto menciona un detalle muy interesante. Dice
que estos hombres de Judea querían que los gentiles se circuncidaran “conforme
al rito de Moisés”. Este detalle es clave para entender la problemática. Si logramos
comprender este punto específico, entonces será como quitarle un candado a la
carta de Gálatas, y a una gran parte del Nuevo Testamento, que hará que el
mensaje se aclare y adquiera un sentido congruente con las circunstancias y la
problemática de aquel entonces, ayudándonos a entender cosas que de otra
manera jamás habríamos entendido.

El Rito de Moisés
Nota: El tema del rito de Moisés no es tratado aquí de manera exhaustiva, pues no es el tema
principal. Pero los detalles que aquí expongo son suficientes para explicar la causa del concilio de
Jerusalén, las palabras de Pablo en Gálatas y la problemática que la iglesia primitiva enfrentó en este
respecto.
¿Qué es el rito de Moisés? O mejor dicho, ¿qué es la circuncisión conforme al rito
de Moisés? La respuesta que todos daríamos sin pensarlo es: la circuncisión del
Antiguo Testamento. Te sorprenderá saber que no es así.

La palabra usada en ese versículo para el rito de Moisés, es:


Strong’s 1485. ἔθος édsos:—rito, costumbre.

Esta es una palabra que en el Nuevo Testamento se aplica indistintamente tanto


para la observancia de un mandamiento de la ley de Dios, como para alguna otra
costumbre.

Pero más allá de lo que esa palabra significa en el griego, lo que nos interesa
saber es a qué se estaban refiriendo estos hombres de Judea con la expresión “el
rito de Moisés”. El rito, o la costumbre de Moisés era una expresión idiomática, un
término técnico que tenía un significado muy específico en el judaísmo del primer
siglo: Era la circuncisión que la ley judía estipulaba para a los gentiles adultos que
querían convertirse al judaísmo.

Dos detalles importantes al respecto:

Primero:
Desde que Judá regresó del cautiverio en Babilonia, cuando el sistema religioso
del judaísmo fue tomando forma con el establecimiento de la Gran Sinagoga y la
Torá Oral (tradición farisea), y que luego se sistematizó dando lugar a la ley judía,
el pueblo judío estableció que la única manera válida ser admitido dentro del
pueblo de Dios, sería ser circuncidado dentro de este sistema, por medio de una
autoridad oficial rabínica avalada solo por ellos. Es decir, tu no podías ir al hospital
a circuncidarte porque leíste en la Torá que es un mandamiento de Dios, y luego
pretender disfrutar de todos los derechos y responsabilidades de un prosélito
(convertido); eso no valía ante el sistema. Te tenían que circuncidar ellos mismos.
Tal circuncisión tenía su método y su protocolo para todo adulto gentil que quería
tener plena participación en el Templo, acceso y reconocimiento en las sinagogas
y en la sociedad judía. Además, cualquier persona que hacía esa conversión, se
comprometía a guardar la Torá bajo los criterios, interpretaciones, tradiciones y
mandamientos de hombres que eran y son parte del judaísmo rabínico, que está
regulado no por la ley de Moisés principalmente, sino por la ley judía.

Avi Ben Mordechai, en su libro “Galatians: A Tora-Based Commentary in First


Century Hebraic Context” (Gálatas: Un comentario basado en la Torá en el
contexto hebreo del primer siglo), en la página 165, dice:

«Para la circuncisión, había una Hatafat Dam Brit (extracción de la sangre del
pacto), Peri’ah (remoción del prepucio), Metzitzah (comprimir y succionar la
herida), y una recitación de oraciones especiales.»
¿Sabes cómo se hacía esa succión de la herida? De manera oral…

Ya puedes imaginarte lo terriblemente vergonzoso y repugnante que eso era.

Avi Ben Mordechai es un judío que vivió como ortodoxo hasta que conoció a Jesús el
Mesías. Ha escrito otros libros tales como:

Signs in the Heavens: A Jewish Messianic Perspective of the Last Days and Coming
Millenium)

Messiah: Understanding His Life and Teachins in Hebraic Context (two volumes) –
Discovering first century definitions of terms like “repentance”, “salvation”, “grace”, and
“law”, “church” and “Israel”.

Y otros mas.
Este es su sitio web:
https://m7000.com/

Ya vimos que la ley judía no tiene fundamento en la Torá escrita. Y con respecto a
la circuncisión, resulta que no existe en toda la Torá ninguna costumbre o rito
establecido por Moisés para la circuncisión en adultos.

Nota: Es importante aclarar que aunque hay tradiciones en el judaísmo que son contrarias a la
Escritura, no todas las tradiciones que ha desarrollado el judaísmo son malas. Muchas de ellas
resultan bastante enriquecedoras para la vida espiritual y para comprender más acerca de la Torá. Lo
mismo sucede con las tradiciones católicas y protestantes, no todo es necesariamente malo. Hay
cosas que tienen su valor. Lo importante es tomar lo que está en armonía con la Palabra de Dios, y
descartar lo que no.

Segundo:
En la Torá, la circuncisión nunca fue un requisito para salvación, sino una señal
física de haber entrado en pacto con Dios. Este mandamiento, como todos los
demás, se obedecía por convicción, y no por imposición, como fruto de haber
crecido en una relación con el Padre después de haber sido salvo.

En la Torá vemos dos ejemplos de esto:

1. Abraham primero le creyó a Dios, y caminó en obediencia, pero fue


circuncidado más de 20 años después. Esto lo explica Pablo en Romanos
4.
2. Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, Éxodo 12:38 dice que una
multitud de toda clase de gentiles (no israelitas) salió con ellos.
Posteriormente en el versículo 48 se da una orden acerca de la
circuncisión, pero como requisito para comer del cordero de Pascua, mas
no para ser aceptado en la congregación de Israel.

Por lo tanto, en esos dos puntos podemos ver que en la Torá no existe
fundamento para decir que la circuncisión sólo puede ser hecha por una autoridad
rabínica; ni tampoco de imponer esto como requisito para ser aceptado por Dios
dentro de su pueblo. Estas dos disposiciones no eran parte de la ley de Moisés,
sino de la ley judía.

Los fariseos en el tiempo de Pablo querían que todos los gentiles que estaban
convirtiéndose a la fe mesiánica alrededor del mundo conocido, lo hicieran como
cualquier otro prosélito se convertía al judaísmo, es decir, que se circuncidaran de
acuerdo a la costumbre rabínica, el rito de Moisés.

Por esa razón, el concilio de Jerusalén, por medio de la palabra final de Santiago,
llegó a la siguiente conclusión acerca de cómo recibir a los gentiles que se
estaban convirtiendo:

19
“Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios,
20
sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de
fornicación, de ahogado y de sangre. 21 Porque Moisés desde tiempos antiguos
tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído
cada día de reposo.”

De ese modo, los apóstoles determinaron que los gentiles no se sometieran al


extenuante proceso de conversión que exigía el judaísmo para ser aceptados en la
comunidad. Pedro mismo dice en ese concilio:

Hechos 15:10
“Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos
10

un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?”

El entendimiento cristiano es que Pedro se está refiriendo a la ley de Moisés. Pero


no es así. Pedro está hablando de la conversión ortodoxa. De hecho la última
frase del versículo “hemos podido llevar”, no es la mejor traducción. Para ser más
fiel al texto griego, el versículo debería decir:

10 “
Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos
un yugo que ni nuestros padres ni nosotros habríamos podido llevar?”

¿Cuál es ese yugo que ellos no habrían podido llevar? La rigurosa y difícil
conversión a la fe mesiánica, por medio de la ley judía.

Lo que sí ocurrió, es que los apóstoles, con la aprobación del Espíritu Santo,
instruyeron a los discípulos gentiles a guardar cuatro mandamientos iniciales. ¿Y
porqué digo que son iniciales? Porque el versículo 21 nos dice que Moisés (la
Torá) ya era leído cada Shabbat en las sinagogas, y cuando los gentiles asistieran
a ellas, aprenderían el resto de los mandamientos (que incluye la circuncisión), y
entonces podrían comenzar a obedecer poco a poco cada uno de ellos.
Esta es la razón del versículo 3 de Gálatas 2, que leímos al principio:
Gálatas 2:3
3
“Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a
circuncidarse; 4 y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas,
que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para
reducirnos a esclavitud…”

Tito era un creyente en el Mesías y un compañero de Pablo. Pero no se le obligó a


circuncidarse. ¿Y cómo le llamó Pablo a los que espiaban la libertad de los nuevos
creyentes para tratar de reducirlos a esclavitud? Falsos hermanos. ¿A qué
esclavitud los querían reducir? ¿A obedecer la Torá? No. A someterse a la
circuncisión rabínica argumentando que solo así su fe era válida. En protesta a
eso, Pablo no permitió que obligaran a Tito a circuncidarse.

Recuerda lo que dijo Jesús:

Mateo 23:15
“Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para
hacer un prosélito (convertir a alguien), y una vez hecho, le hacéis dos veces
más hijo del infierno que vosotros.”

Los falsos hermanos —como Pablo los llama—lo único que querían era
adjudicarse a los nuevos creyentes y hacerlos sus propios conversos. Hacían esto
por medio de insistirles en obedecer la ley judía.

En el último capítulo de la carta a los Gálatas, Pablo vuelve a mencionarlos,


diciendo lo siguiente:

Gálatas 6:12-13
“Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os
12

circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de


Cristo. 13 Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren
que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne.”

¿Cuál era el objetivo de estos falsos hermanos al adjudicarse para ellos a estos
nuevos creyentes? Gloriarse en la carne. Pablo peleó contra esto. ¡Por eso
escribió la carta! ¡Ese es el tema principal de Gálatas!

Lo siguiente es importantísimo y fundamental:


Toda vez que Pablo parece hablar en contra de la circuncisión en sus cartas, no
está hablando en contra del mandamiento de la circuncisión, sino del rito de
conversión impuesto por la ley judía para los gentiles adultos.

Entonces ¿Debe circuncidarse un creyente en el Mesías?


No, si es por obligación o imposición de un sistema ajeno a la ley de Moisés. Si,
cuando uno a crecido en una relación con el Señor y en el entendimiento de su
Palabra, y la quiere obedecer por amor.

Veamos qué piensa el mismo apóstol Pablo. Dentro de la epístola a los Gálatas
encontramos lo siguiente:

Gálatas 5:6
“porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe
que obra por el amor.”

La fe que obra por el amor es la que no obedece por obligación, sino por
convicción.

Gálatas 6:15
“Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una
nueva creación.”

¿Qué significa que ni la circuncisión ni la incircuncisión vale nada? Pablo está


aludiendo al sistema rabínico de su tiempo, sostiene que el hecho de que un
hombre se corte el prepucio para ganar un estatus religioso y social, no tiene
ningún valor ante Dios.

¿Qué es lo que cuenta para Dios? La circuncisión del corazón. Pero, ¿qué
propósito tiene la circuncisión del corazón?

Deuteronomio 30:6-8
6
“Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para
que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que
vivas. 7 Y pondrá Jehová tu Dios todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y
sobre tus aborrecedores que te persiguieron. 8 Y tú volverás, y oirás la voz de
Jehová, y pondrás por obra todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy.”

¿Para qué circuncida el Padre nuestro corazón? Para que lo amemos.

¿Y cómo dice que le amemos? Guardando los mandamientos que Él ordenó.

¿Y acaso no es la circuncisión un mandamiento?

Ningún mandamiento dentro de la ley de Dios fue dado como un medio de


justificación propia, sino como un medio a través del cual amamos al Padre. Dios
define nuestro nivel de amor hacia él por nuestra obediencia a su palabra:

1 Juan 5
2
“En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y
guardamos sus mandamientos. 3 Pues este es el amor a Dios, que guardemos
sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.”

Por eso Pablo les dice a los Corintios:

1 Corintios 7:18-20
18
“¿Fue llamado alguno siendo circunciso? Quédese circunciso. ¿Fue llamado
alguno siendo incircunciso? No se circuncide. 19 La circuncisión nada es, y la
incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios. 20 Cada uno
en el estado en que fue llamado, en él se quede.”
Es decir, si alguno fue llamado a ser parte del cuerpo de Cristo, y no estaba
circuncidado, quédese en ese estado. No permita que se le obligue a hacerlo para
validar su fe. Crezca primero en entendimiento, en amor al Padre, en obediencia, y
después actúe. Lo importante es guardar los mandamientos de Dios.

Si así no fuera, pasaría lo que Pablo le dijo a los Romanos:

Romanos 2:25-29
25
“Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres
transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. 26 Si, pues, el
incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión
como circuncisión? 27 Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda
perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la
circuncisión eres transgresor de la ley. 28 Pues no es judío el que lo es
exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 29 sino
que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en
espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.”

Obediencia a Dios es lo que cuenta. Pues la circuncisión física sin obediencia, no


tiene ningún valor ante Dios. Ser circuncidado o no circuncidado, no
necesariamente indica que uno tienen un corazón para obedecer al Padre. Uno
puede estar circuncidado y vivir en total rebelión contra Dios y su ley. Sin
embargo, ¿se circuncidará alguien que ama a Dios y quiere obedecer sus
mandamientos? ¡Por supuesto que si! Dios no lo obliga, uno quiere hacerlo.
Circuncisión física fue siempre intencionada para ser una expresión externa de
nuestro amor y lealtad a Dios.

Existe un caso así en el Nuevo Testamento. El caso de Timoteo:

Hechos 16:1-3
1
“Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado
Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego; 2 y daban buen
testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. 3 Quiso Pablo que
éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había
en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego.”

¿Les circuncidó por causa de quien? De los judíos. ¿Porqué hizo esto Pablo?
Pareciera que se está contradiciendo. Primero nos dice que la circuncisión no vale
nada, y luego circuncida a Timoteo para no tener problemas con los judíos.
La causa nos la da el mismo versículo al final: El padre de Timoteo era griego.
Seguramente su padre no lo circuncidó al octavo día, como lo manda la Torá. De
modo que Timoteo se convierte a la fe del Mesías sin estar circuncidado. Pablo
encuentra en él un compañero de ministerio, pero la audiencia de Pablo son los
judíos en las sinagogas. Si Timoteo iba a acompañar a Pablo en su viaje, y los
judíos se daban cuenta que no estaba circuncidado, esto sería un estorbo para
que escucharan el mensaje. Por cierto, la madre de Timoteo era judía. Esto sería
causa de reproche, ¡cómo iba a ser posible que conociendo la Torá desde su
niñez al tener una madre judía, no estuviera circuncidado! Por eso Pablo lo
circuncida.

Este es un detalle muy importante, ¿quién circuncidó a Timoteo? Pablo mismo.

Timoteo no fue circuncidado por una autoridad rabínica ortodoxa del sistema judío
tradicional. Fue circuncidado por una autoridad establecida por el mismo Mesías,
el apóstol Pablo.

¿Se habrá sentido obligado Timoteo? Te voy a sugerir que no. Por supuesto que
no. Él conocía la Torá y amaba al Mesías. Estamos seguros que fue una
circuncisión completamente por amor y obediencia. Completamente bíblica.

Podemos ver que el caso de Tito y el de Timoteo fueron totalmente distintos. Pero
ninguno de los dos está registrado para que concluyamos de ahí que Dios abolió
sus mandamientos.

VII.OBLIGAR A LOS GENTILES A JUDAIZAR

Gálatas 2:11-14
11 “
Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de
condenar. 12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los
gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo
de los de la circuncisión. 13 Y en su simulación participaban también los otros
judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de
ellos. 14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del
evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los
gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”

Al estar en Antioquía, Pedro fue víctima de un acto de hipocresía. ¿Cuál fue el


error de Pedro? Que mientras estaba allí, convivía y comía con los gentiles sin
ningún problema, hasta que cambió de actitud, retrayéndose, cuando de Jerusalén
vinieron otros hermanos enviados de parte de Jacobo (el cual es Santiago, el
hermano del Señor Jesús, y también el principal en autoridad hasta ese momento
dentro de la iglesia).

¿Qué está pasando aquí?

• Pedro es un judío observante.


• Pedro está comiendo con gentiles.
• Llegaron a Antioquía judíos creyentes, llamados “los de la circuncisión”,
término relacionado con lo que vimos en la nota anterior sobre “el rito de
Moisés”.
• Cuando ellos llegaron, Pedro procura no quedar mal con ellos, y se aparta
de los gentiles.
• Pablo lo reprende delante de todos.

¿Qué fue lo que movió las acciones de Pedro en todo este relato?

Por increíble que parezca, la respuesta que por años hemos escuchado es:

“Pedro sabía que la ley de Dios ya estaba abolida y clavada en la cruz, por lo tanto
estaba sentado con los gentiles dándose un festín de cerdo, mariscos, y todo
animal inmundo, pues Dios ya había limpiado todos los alimentos y abrogado las
leyes dietéticas de Levítico 11, y ahora ya nadie estaba bajo la ley, sino bajo la
gracia”.

¿Y de donde obtuvimos esas conclusiones? De una lectura superficial y fuera de


contexto de Hechos 10.
De todos los pasajes del Nuevo Testamento que se usan para sustentar la idea de
que Dios abolió las leyes dietéticas de la Torá, Hechos 10 es uno de los más
frecuentes. Pero si vemos el capítulo con atención, obtenemos las siguientes
observaciones:

• En los versículos 9 al 15, se nos narra que Pedro, estando en un momento


de oración (y con hambre), tuvo una visión en la cual un lienzo con toda
clase de animales prohibidos descendió y se le presentó, viniéndole una
voz que le invitaba a matar y comer de estos animales, exhortando a Pedro
a no llamar inmundo lo que Dios ya ha limpiado. Esto ocurrió tres veces.
• Debido a que casi siempre leemos hasta ahí, hemos sacado la conclusión
de que efectivamente Dios le estaba mostrando a Pedro que Él ya limpió
todos los animales inmundos, los hizo alimentos, y ahora ya “podemos
comer de todo”.

• En el versículo 13, Dios le dice: “Pedro, mata y come”. Pero en todo el


pasaje no podremos encontrar algún versículo donde diga: “y Pedro mató y
comió”. ¿Porqué? Porque Pedro no lo hizo.

• El versículo 17 dice que Pedro se quedó perplejo sin entender qué había
significado la visión. Es decir, nunca relacionó la visión con la idea de que
ahora podía comer de cualquier cosa aunque estuviera prohibida en la
Torá.
• El versículo 28 aclara todo el enigma. Cuando Pedro llega a la casa de
Cornelio finalmente comprende que la visión no se trata de animales, sino
de personas.

¿Qué quiere decir esto? Que Dios permitió que Pedro tuviera tal visión, porque lo
estaba preparando para lo que iba a ocurrir en los días siguientes: Mostrarle a él y
posteriormente a los creyentes judíos que ya no había razón para considerar
inmundos a los gentiles, porque Dios ya los había limpiado para que por medio de
la fe en Jesús el Mesías, fueran injertados a Israel y recibieran el don del Espíritu
Santo.

Por cierto, hay un versículo en Hechos 10 que es clave para entender esto, y
también el pasaje que hemos citado de Gálatas, y es el siguiente:

Hechos 10:28
28
Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse
o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún
hombre llame común o inmundo.

Momento…¡Cuan abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un


extranjero!
¿Cómo Pedro podía decir eso, si en la Torá no existe ningún texto que diga que
para un judío (del reino de Judá) sea abominable juntarse o acercarse a un
extranjero? ¿De dónde pues se sacó Pedro estas palabras? De la ley judía.

Para la tradición rabínica, particularmente la que procede de la escuela farisea de


Shamai, la cual ya predominaba en la jurisprudencia del judaísmo del primer siglo,
los gentiles eran considerados inmundos, y se tenían prohibido convivir con ellos.
Había una cantidad de leyes que estipulaban cómo un judío debía relacionarse
con un gentil. Aquí hay algunos comentarios del Talmud al respeto:
“Un judío fue azotado por un rabino por tener relaciones sexuales con una gentil.
El judío fue donde los romanos, quienes a su vez le preguntaron al rabino por qué
había hecho eso. El rabino les dijo que el judío castigado había tenido relaciones
sexuales con una burra. Los romanos exoneraron al rabino después que el profeta
Elías bajó del cielo y dijo que el rabino estaba diciendo la verdad. Después de eso,
el judío castigado llamó mentiroso al rabino. El rabino respondió que él no mintió
porque los gentiles son burros. El judío fue a decírselo a los romanos, pero el
rabino lo mató, y con razón.” –Berakhót 58ª, p. 361-362.

“Está prohibido derramar aceite sagrado sobre los israelitas. Pero los rabinos
legislaron que era permisible derramarlo sobre vacas y gentiles, porque no son
humanos.” –Keritót 6b, p. 45.

“La leche, el pan y el aceite de los gentiles están prohibidos.” –Abodáh Zaráh 35b,
p. 171

“Los utensilios gentiles hacen que la comida sepa mal.” –Abodáh Zaráh 67b, p.
325

“El vino tocado por un gentil queda inapto para el consumo judío.” Abodáh Zaráh
72b, p. 348

“Está prohibido enseñarle la Torá a los gentiles.” –Haguigáh 13ª, p. 75.

“Elohim se desagrada cuando un judío le muestra hospitalidad a un gentil.” –


Sanhedrín 104ª, p. 707.

“Dios se muestra en la tierra en las semblanzas del judío: Judío, Judas, Judá,
Jevah o Jehová, son el mismo y único ser. El hebreo es el Dios viviente, el Dios
encarnado; es el hombre celeste, el Adam Kadmon. Los otros hombres son
terrestres, de raza inferior. Sólo existen para servir al hebreo; son pequeñas
bestias.” - (Qabbalah ad Pentateucum, fol. 97, 3)

“Así como los hombres son superiores a los animales, los judíos son superiores a
todos los pueblos de la tierra.” - (Sepher Zeror a Mar, folio 107, b.)
“Solamente los judíos deben ser llamados hombres, pero los goim (gentiles), que
vienen del espíritu impuro, no tienen derecho más que al nombre de puercos.” -
(Jalkut Reubeni, folio 10, b.)

"El no judío es basura; es excremento.” - (Schulkhan Arukh, con las palabras del
Rabí Josef Caro)

“Todos los niños gentiles son animales." - (Yebamoth 98, a)


"Los pueblos de gentiles constituyen el prepucio del género humano que debe ser
cortado." - (Libro de Zohar, s.n. con.)

“Todos los niños gentiles son legalmente bastardos porque los gentiles son sólo
animales.” – Yebamót 98ª, p. 670-671.

“Si tu comes con un gentil (un no judio) es lo mismo que si comes con un
perro.” - (Tosapoth, Jebamoth 94 b).

“Las almas de los no judios provienen de espíritus impuros y se llaman cerdos.” -


(Jalkut Rubeni Gadol, 12 b).

“Así como los hombres son superiores a los animales, los judíos son superiores a
todos los pueblos de la tierra.” - (Sepher Zeror a Mar, folio 107, b.)

“Solamente los judíos deben ser llamados hombres, pero los goim, que vienen del
espíritu impuro, no tienen derecho más que al nombre de puercos.” - (Jalkut
Reubeni, folio 10, b.)

"El no judío es basura; es excremento." - (Schulkhan Arukh, con las palabras del
Rabí Josef Caro)

"Los pueblos de gentiles constituyen el prepucio del género humano que debe ser
cortado." - (Libro de Zohar, s.n. con.)

“Un gentil que estudie la Toráh merece la muerte.” –Sanhedrín 59ª, p. 400.

“El gentil que observe un día de reposo merece la muerte.” - Sanhedrín 58b, p.
399.

Como podemos ver, era la tradición rabínica la que prohibía que un judío tuviera
trato con gentiles.

Pero ¿qué dice la Escritura?

Deuteronomio 4: 5-6
5“
Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me
mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar
posesión de ella. 6 Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra
sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos
estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es
esta.”
Isaías 56: 3-7
3“
Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará totalmente
Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco. 4 Porque así
dijo Jehová: A los eunucos que guarden mis días de reposo, y escojan lo que yo
quiero, y abracen mi pacto, 5 yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros,
y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca
perecerá. 6 Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y
que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el
día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, 7 yo los llevaré a mi
santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus
sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de
oración para todos los pueblos.”

En este sentido podemos ver que la ley judía es diametralmente opuesta a lo que
dice la ley de Moisés y los Profetas.

Debemos considerar lo siguiente:

• Cuando Pedro le dijo a la casa de Cornelio que para él como judío era
abominable acercarse a la casa de un extranjero (no judío), Pedro estaba
citando la tradición rabínica, no la Torá.
• Cuando Pedro se apartó de los gentiles en Antioquía luego que llegaron los
creyentes de Jerusalén, lo hizo por miedo a ser juzgado por ellos de
acuerdo a la ley judía.
• Cuando Pedro hizo esa separación entre judíos y gentiles en Antioquía,
estaba tratando a los gentiles conforme al desprecio de la ley judía.
• Por eso Pablo reaccionó.

¿Y qué término usó Pablo para referirse a lo que Pedro estaba sometiendo a los
gentiles? ¡Judaizar!

Gálatas 2:14
14 “
Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del
evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los
gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”
¿Y porqué usó Pablo ese término? Porque ese es el término que se utilizaba en el
primer siglo cuando una persona guardaba las leyes, mandamientos y tradiciones
orales del judaísmo. ¡No la Torá!

Es tan sencillo como esto:


Si guardar la ley de Moisés es sinónimo de judaizar, ¿porqué ese término no
aparece en todo el Antiguo Testamento…ni siquiera una sola vez?
Quiero hacer esta afirmación a estas alturas de lo que he estado diciendo:

¡No hay absolutamente ningún pasaje en toda la Escritura, que señale la


observancia a la ley de Moisés como sinónimo de judaizar. Ni uno solo!

Claramente podemos ver a través de esto, que la suposición de que Pablo


reprendió a Pedro por guardar la ley de Moisés, es completamente una distorsión
y una tergiversación de esta carta, ocasionadas por un completo desconocimiento
del contexto legal, religioso y cultural del judaísmo del primer siglo.

Podemos ver entonces que tanto la evidencia interna de la Biblia, como la


evidencia externa de la historia, nos dejan ver que judaizar es un término que
deriva de someterse a aspectos fundamentales del judaísmo tales como:

• Adoptar al judaísmo como el medio para ser injertado a Israel, en vez de la fe


en Jesús el Mesías.
• Hacer la conversión al judaísmo por medio de una sinagoga autorizada, que
implica la circuncisión de “el rito de Moisés” como requisito iniciático.
• Practicar las tradiciones y mandamientos del judaísmo, aún cuando vayan en
contra de los mandamientos de Dios.
• Negar que el Mesías (Jesucristo) ya vino.

En la siguiente sección voy a hablar de otra expresión que Pablo usa en esta
carta: “las obras de la ley”. Un término del judaísmo anterior al primer siglo, y
completamente ignorado por la teología cristiana. Seguimos adelante.

VIII. LA FE VS. LAS OBRAS DE LA LEY

Gálatas 2:15-21
15
Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16 sabiendo
que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de
Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados
por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la
ley nadie será justificado. 17 “Y si buscando ser justificados en Cristo, también
nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En
ninguna manera. 18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar,
transgresor me hago. 19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir
para Dios. 20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No desecho la gracia de Dios; pues
si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.”
Este es otro pasaje de la Escritura que se ha convertido en uno de los principales
argumentos de la teología cristiana para sostener que Jesús abolió la ley de
Moisés, y que Pablo también predicaba en contra de ella. Debido a que nadie
puede ser declarado justo por “las obras de la ley”, entonces resulta sencillo
concluir que Dios ya desechó su propia ley, la Torá.

Pero hay un problema con ese entendimiento, y lo quiero plantear de la siguiente


manera:

• Pablo es un rabino judío, del cual ya vimos todas sus credenciales en una
sección anterior.
• Como rabino judío, fariseo por formación, Pablo conoce la Torá
perfectamente, habiendo estudiado en la que fue probablemente la escuela
farisea de mayor prestigio en su época.
• Pablo por lo tanto entiende que la Torá sigue vigente y es aplicable para
todos, pues eso les escribe a las congregaciones de Roma, en Romanos
2:12-13, y en Romanos 3:31.
• Tal es la vigencia que Pablo le concede a la Torá, que cuando lo acusan de
enseñar a otros judíos a quebrantarla, el obedece la instrucción de Santiago
de demostrarle a todos en Jerusalén que esa acusación es falsa (historia
narrada en Hechos 21:17-24).

Entonces… Por un lado Pablo le escribe a los Romanos acerca de la validez de la


Torá como instrumento vigente de justificación para todos los seres humanos, ¿y
por otro lado tenemos a Pablo diciéndole a los Gálatas justamente lo contrario?

Algo está mal aquí:

1. O Pablo es un incongruente que está enviando un doble mensaje en sus


cartas, diciéndoles una cosa a unos y otra cosa a otros acerca de la Torá,

2. O somos nosotros los que estamos entendiendo mal el mensaje de Pablo


por desconocer el contexto judío del primer siglo, y en consecuencia sacar
conclusiones equivocadas de sus cartas.

Sugiero que la segunda opción es la más acertada, y existe una razón muy
fundamental para ello:

Pablo conoce bien la Torá y los Profetas; por lo tanto él sabe que ellos establecen
que la obediencia a los mandamientos del Padre sí producen justicia.

Deuteronomio 6:24-25
“Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a
24

Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos
conserve la vida, como hasta hoy. 25 Y tendremos justicia cuando cuidemos de
poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios,
como él nos ha mandado.”
Resulta interesante cómo lo traduce la Reina Valera Contemporánea:
Deuteronomio 6:24-25
“El Señor nuestro Dios nos mandó cumplir todos estos estatutos, y temerlo, para
24

que nos vaya bien siempre y él nos conserve la vida, como hasta el día de
hoy. 25 Si tenemos cuidado de poner por obra todos estos mandamientos
delante del Señor nuestro Dios, como él nos lo ha mandado, tendremos justicia.”
La frase “tendremos justicia” es en hebreo “jayá tsedacá”.

Jayá significa ser, o llegar a ser.

Tsedacá significa justicia, y se deriva de tsaddíc, que quiere decir justo.

“Tendremos justicia”, en una traducción más apegada al hebreo, es “llegar a ser


justos”.

¿Puedes ver la conexión que la Torá hace entre obediencia a los mandamientos
del Padre y ser justos?

Otro texto…

Isaías 48:18
“¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como
18

un río, y tu justicia como las ondas del mar.”

Nuevamente una conexión entre obediencia a los mandamientos del Padre y ser
justos.

Otro texto…

Ezequiel 14:13-14
13
“Hijo de hombre, cuando la tierra pecare contra mí rebelándose pérfidamente, y
extendiere yo mi mano sobre ella, y le quebrantare el sustento del pan, y enviare
en ella hambre, y cortare de ella hombres y bestias, 14 si estuviesen en medio de
ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían
únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor.”

Ezequiel 14:19-20
19
“O si enviare pestilencia sobre esa tierra y derramare mi ira sobre ella en sangre,
para cortar de ella hombres y bestias, 20 y estuviesen en medio de ella Noé, Daniel
y Job, vivo yo, dice Jehová el Señor, no librarían a hijo ni a hija; ellos por su
justicia librarían solamente sus propias vidas.”
¿Cuál es la característica principal de estos tres hombres, Noé, Daniel, y Job?
Que fueron obedientes de manera ejemplar e intachable a los mandamientos del
Padre.

• Job era intachable en sus acciones a tal grado que Dios se lo presume al
diablo.
• Noé fue obediente al construir el arca aún cuando era prácticamente
imposible que pasara lo que Dios le había dicho.
• Daniel fue fiel a los mandamientos del Eterno, y a causa de ello pasó por
las más terribles dificultades, y ni así se retractó.

Qué decir del Salmo 119, el cual no es necesario que citemos en este escrito, pero
que todos sabemos que está lleno de declaraciones que hablan de la justicia que
produce obedecer la Torá.

Pablo mismo lo dice en Romanos,

Romanos 2:12
13
“porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de
la ley serán justificados.”

Incluso Santiago va más allá y dice lo siguiente:

Santiago 2:21-24
21
“¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su
hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y
que la fe se perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice:
Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.
24
Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no
solamente por la fe.”

¿Cuál fue la obra que según Santiago justificó a Abraham? Obedeció la instrucción
(torá) del Eterno de ofrecer a Isaac sobre el altar.

Entonces ¿de qué obras está hablando aquí Santiago? De la obediencia a un


mandamiento divino. Santiago, quien también era judío, escribe en el marco del
pensamiento judío del primer siglo, como el de Jesús, Pablo, Pedro, etc.,
consecuente con el concepto de fe en las Escritoras, que era sinónimo de
obediencia a la voluntad de Dios expresada en sus mandamientos.

Para una mentalidad fuera del contexto judío, como la nuestra, fe tranquilamente
puede significar dar por hecho que algo es cierto, y hasta ahí. Pero para un judío
del primer siglo, es fe no vale. Por ello Santiago les dice:
Santiago 2:14
“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene
14

obras? ¿Podrá la fe salvarle?”

Al ver estos textos, y la conexión que la Escritura hace siempre entre obediencia a
los mandamientos y ser justo, podemos ver un concepto hebreo que sabemos
puede ser ofensivo para muchos porque es abiertamente contrario a la teología
tradicional, pero que era parte de las convicciones de todo judío del tiempo de los
apóstoles, como lo podemos ver en el Nuevo Testamento:

¡La “sola fe” no salva. Requiere obediencia a los mandamientos de Dios. Si la fe


no tiene obediencia, está muerta. Y una fe muerta no sirve!

Entonces, ¿qué significa el término “las obras de la ley” que Pablo usa aquí en
Gálatas y también en Romanos?

Las Obras de la Ley


Entre 1947 y 1956 se hizo el descubrimiento que es considerado por muchos el
más importante del siglo veinte: el hallazgo de los rollos del Mar Muerto, en las
cuevas de Qumrán. Este descubrimiento arqueológico es inmensamente
importante y aporta valiosísima información acerca del contexto religioso del
tiempo de Jesús, ya que todos los documentos hallados en esas cuevas datan de
entre los años 250 a.C. y 66 d.C., antes de la destrucción del Templo de Jerusalén
en el año 70. Uno de los rollos encontrados, lleva por nombre Miqat Ma’ase Ha-
Torá. Increíblemente, la traducción de esa frase es… “Las obras de la ley”.

Resulta interesante saber que el contenido de ese documento expone la aplicación


de diversos mandamientos de la Torá, con ordenanzas y añadiduras rabínicas que
las agrupaciones esenias anteriores al primer siglo ya había añadido a la ley de
Moisés en diversos aspectos.

Martin Abegg, miembro de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales en la


Trinity Western University, en un artículo para la Biblical Archeological Review, en
1994, escribió:

«En resumen, Miqat Ma’ase Ha-Torá (el rollo encontrado) es equivalente a lo que
conocemos en las cartas de Pablo como “las obras de la ley”. Este rollo del Mar
Muerto, y Pablo, usan la misma frase. La conexión se enfatiza por el hecho de que
esta frase no aparece en ningún lugar en la literatura rabínica del primer y
segundo siglo, solamente en las cartas de Pablo y en el rollo hallado.

Las Obras de la Ley a las que el rollo se refiere son tipificadas por los 20 o más
preceptos detallados en el cuerpo del texto. Por primera vez podemos realmente
entender acerca de qué escribió Pablo.”
Algunas de las cuestiones discutidas en el rollo eran:

• La inclusión de maíz no judío en el Templo


• La presentación de ofrendas gentiles
• La preparación de carne sacrificial en recipientes impuros
• Reglas referentes a la limpieza de leprosos
• La admisión de ciegos y sordos en el Templo
• Matrimonio entre amonitas y moabitas convertidos al judaísmo
• La transmisión de impureza por agua contaminada
• La mezcla de lana y lino
• No arar con animales de diferente raza
• El matrimonio entre miembros de familias sacerdotales y gente común

“La mayoría de las reglas expuestas por el autor de Las Obras de la Ley están
basadas directamente en la ley bíblica. Otras son interpretaciones y
amplificaciones de prescripciones mosaicas. La lista claramente refleja una
reacción en contra de relajar los preceptos de la Torá (y hacerlos más
difíciles).

Si miramos a Gálatas y Romanos a la luz de Las Obras de la Ley, parece claro


que Pablo está usando la misma terminología para refutar dicha teología. No estoy
sugiriendo que Pablo conocía este documento, o a los miembros de la comunidad
de Qumrán. Lo que digo es que Pablo sí reaccionó contra el tipo de teología
contenida en Las Obras de la Ley.

La secta de Qumrán desdeñaba las extensiones rabínicas del Talmud, las cuales
eran como una cerca alrededor de la Torá; como capas codificadas en los escritos
rabínicos de la Mishná y los dos Talmuds. Qumrán (según el comentarista) era la
única comunidad bíblica de la época.

Algunos académicos han sugerido que Pablo estaba creando algo así como un
espanta pájaros para reforzar (entre los creyentes) la idea de fe vs la ley. En el
pasado, esta perspectiva fue apoyada por el hecho de que la frase “las obras de
la ley” no aparece en los libros del judaísmo rabínico. Pero ahora, Las Obras de la
Ley provee la evidencia que los estudiantes han buscado por generaciones,
encontrada en las enseñanzas de Qumrán. Las Obras de la Ley demuestra
que Pablo no se ajustó, sino que se opuso en un dramático duelo a esa
teología sectaria, que en última instancia, también contaminó al
cristianismo.»

Sobre Martin Abegg y sus credenciales académicas:


http://twu.ca/directory/faculty/martin-abegg.html
La conocida empresa televisiva católica EWTN, en uno de sus artículos cita a un
académico de nombre James Akin, que dice lo siguiente acerca de este
documento:

«La traducción de “las obras de la ley” es confirmada por la evidencia


arqueológica-léxica, porque aparece en los Rollos del Mar Muerto, que son los
escritos de la comunidad del Qumrán en el Israel del primer siglo. Este documento
sirvió como la Constitución o Declaración de Independencia de ésta comunidad. El
documento, cuyo nombre también se traduce “Algunas Pertinentes Obras de la
Ley”, está enfocado en ciertas disputas sobre interpretaciones de regulaciones
mosáicas, y revela una enorme preocupación de parte de los judíos del primer
siglo con las obras de la ley. La frase “las obras de la ley” es usada repetidamente
y arroja gran luz del significado para Pablo.»

Aquí la fuente:
http://www.ewtn.com/library/ANSWERS/WORK-LAW.htm

Y aquí otro sitio de apologética católica que presenta el mismo documento pero en español:
http://www.apologeticacatolica.org/Salvacion/Salvacion02.htm

James D.G. Dunn, y James H. Charlesworth, en su libro “The Bible and the Dead
Sea Scrolls: Scripture and the scrolls, Vol. 1” (La Biblia y los Rollos del Mar
Muerto: La Escritura y los rollos Vol. 1), en las páginas 189 -190 dicen lo siguiente
acerca de este documento:

«El primer punto de interés es la auto descripción del escritor de este rollo: “Nos
hemos separado de la multitud del pueblo, y de toda su impureza”. Está claro por
el contexto, especialmente cuando se toma en conjunto con la segunda parte del
MMT (nombre técnico del rollo), que la separación fue motivada por cuestiones de
pureza. La implicación es clara, que estos judíos eran llamados separatistas
porque trataron de separarse incluso del resto de Israel, de nuevo con una clara
implicación de que la motivación estaba basada en reglas de pureza e
interpretaciones de la Torá.
No menos interesante aquí es la evidencia de que el autor del MMT evoca lo que
fuentes posteriores indican haber sido una hajalá saducea, y que sus oponentes
sonaban más como fariseos. Sin embargo, el énfasis expresado aquí es
claramente una actitud sectaria. Y el hecho de que esta es la primera vez que el
término ‘prsh’ (del cual se deriva ‘fariseo’) en la literatura judía, es bastante
significativo del MMT.
En este primer caso, el posible punto de contacto es la descripción que Pablo
hace de la actitud de Pedro, seguida por los otros judíos cristianos, que ‘se separó’
de los gentiles cristianos en Antioquía cuando previamente comía con ellos. El
hecho de que Pablo use el verbo ‘separar’, del griego aforízo (Strong’s G873) en
Gálatas, puede hacer eco de que su propia experiencia de separación como
fariseo es algo del pasado. La inferencia es apropiada, de que la motivación de
Pedro de separarse de la mesa de los gentiles cristianos en Antioquía, era de un
carácter similar y racional tal como la separación del grupo MMT de la comunidad
judía en general”.»

Fuente:
https://books.google.com.mx/books?id=TmVYVHrr3JcC&pg=RA2-PA188&lpg=RA2-
PA188&dq=Martin+Abegg+MMT&source=bl&ots=bPrh4YcAS1&sig=e-
aAxjWWkBMr6uzVOnyYQkvzs_A&hl=en&sa=X&ved=0ahUKEwjbkM2LwpPKAhVG3WMKHe7IAgM
Q6AEIMjAE#v=onepage&q=Martin%20Abegg%20MMT&f=false

Aquí un documento en la web, con información en español al respecto:


http://spanish.ccg.org/s/p104.html

Y aquí el sitio oficial (en inglés) de los rollos del Mar Muerto, para quien guste revisar y comprobar
la veracidad de lo que aquí exponemos:
http://www.deadseascrolls.org.il/home

Cualquiera que desee indagar más y hacer investigación sobre este asunto, podrá
confirmar que estas “obras de la ley” que Pablo menciona en Gálatas 2, no son la
ley de Moisés, sino una expresión idiomática dentro del contexto judío del primer
siglo, que hacía referencia a interpretaciones, regulaciones y jurisprudencias que
distintos grupos dentro del judaísmo hacían a la Torá.

David M. Rogers, en su comentario sobre Gálatas dice lo siguiente:

«Para un fariseo, “las obras de la ley” eran una acción de un rabino o sabio que
justificaba una manera práctica en la que alguna tradición debía ser
observada. Las obras de la ley eran leyes basadas en las acciones u obras de un
rabino. Si un fariseo o rabino desempeñaba cierta acción, esa acción era
establecida como una ley, y era conocida como una “obra de la ley”.»

Un ejemplo de esto lo encontramos en el Talmud:

«Una vez pasó que aquellos del Rabino Gamaliel regresaron tarde a casa de un
banquete de bodas, y le dijeron: “Aún no hemos recitado el Shemá vespertino”. Él
les dijo: “Si aún no ha amanecido, deben recitarlo”. Y no solo con respecto a esto
ellos decidieron, “hasta cuando sea que los sabios digan ‘hasta la media noche’,
el precepto puede ser realizado hasta que amanezca”.» – Berajot 2ª

“Las obras de la ley” es una expresión que no significa la ley de Moisés, sino las
leyes establecidas por los rabinos. Y Pablo les dijo a los Gálatas que por medio de
observar esas leyes rabínicas nadie será justificado ante Dios. Esa justificación se
obtiene solamente por la fe del Mesías. ¿Y qué significa eso?
Anteriormente establecimos cual era el concepto de fe dentro del contexto y época
de Jesús y los apóstoles: Obediencia a los mandamientos de Dios.

Por lo tanto, ¿qué crees que significa la fe del Mesías? Obediencia a los
mandamientos del Mesías. Seguir sus palabras e imitarlo en sus acciones.

¿Qué fue lo que el Mesías dijo?

Mateo 5:17-19
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para
17

abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el
cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya
cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos
mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño
será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los
enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.”

Cuando Jesús terminó lo que conocemos como el sermón del monte, dijo las
siguientes palabras:

Mateo 7:24-27:
24
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un
hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron
ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba
fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace,
le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y
descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra
aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.”

Juan confirmó las palabras de Jesús cuando dijo:

1 Juan 5:3-6
3
“Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus
mandamientos. 4 El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal
es mentiroso, y la verdad no está en él; 5 pero el que guarda su palabra, en éste
verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que
estamos en él. 6 El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.”

Como cristianos, cuando defendemos celosamente la verdad de que nadie se


justifica por las obras de la ley, sino por la fe, es importante comprender qué
estaba diciendo Pablo cuando escribió eso, para poder estar completamente
alineados con su pensamiento.
IX. ¡OH GÁLATAS INSENSATOS!

Gálatas 3:1-5
1
“¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a
vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros
como crucificado? 2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por
las obras de la ley, o por el oír con fe? 3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado
por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 4 ¿Tantas cosas habéis padecido
en vano? si es que realmente fue en vano. 5 Aquel, pues, que os suministra el
Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el
oír con fe?”

Una vez que hemos entendido que el término “las obras de la ley” no es sinónimo
de obedecer los mandamientos de la ley de Dios, sino una expresión que se
refiere a practicar la ley judía, resulta obvio que Pablo reprenda duramente a los
Gálatas, preguntándoles a manera de reclamo si recibieron el Espíritu por “las
obras de la ley”, o por el oír con fe.

El versículo 2 nos arroja tres términos que son claves para entender el
pensamiento el pensamiento de Pablo al usarlos en la carta. El primero es “las
obras de la ley”, de cual ya hablamos. Así que nos resta definir los otros dos para
entender lo que Pablo está diciendo:

• Recibir el Espíritu
• Oír con fe

Recibir el Espíritu
Hoy en día este término tiene una infinidad de significados entre las 43,000
denominaciones existentes en la cristiandad. La mayoría de esos significados son
extraídos de una lectura aislada del término en el Nuevo Testamento. Pero aquí
crítico traer a colación una regla de hermenéutica bíblica que es fundamental:

«Todos los conceptos que vienen en el Nuevo Testamento, no son conceptos


nuevos, inventados por ninguno de los escritores. Cada concepto que aparece en
el Nuevo Testamento tiene su origen en dos lugares: En el Tanaj (Antiguo
Testamento, o en el judaísmo del primer siglo.»

La Torá, los profetas y los escritos eran las únicas Escrituras que existían en el
tiempo de los apóstoles, cada concepto que ellos mencionan fue extraído de ellas.
Fuera de ahí, el otro lugar del cual podía provenir la terminología neo
testamentaria, es del judaísmo del primer siglo.
Entonces, ¿qué significaba “recibir el Espíritu” para una persona dentro del
judaísmo del primer siglo? La Escritura responde a través del profeta Ezequiel:

Ezequiel 36:26-27
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
26

vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27 Y pondré


dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis
mis preceptos, y los pongáis por obra.”

De acuerdo a Ezequiel, Dios quita de nosotros el corazón de piedra, nos da un


corazón de carne, para poner dentro de nosotros su Espíritu y que así podamos
ser obedientes a sus estatutos y sus preceptos.

Pedro en su predicación de Hechos 2, cita al profeta a Joel:

Joel 2:28-32
28
“Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán
vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros
jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas
derramaré mi Espíritu en aquellos días. 30 Y daré prodigios en el cielo y en la tierra,
sangre, y fuego, y columnas de humo. 31 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna
en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. 32 Y todo aquel
que invocare el nombre de Jehová será salvo.”

Y esta declaración de Joel se viene desarrollando desde versículos anteriores:

Joel 2:12-14
12
“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón,
con ayuno y lloro y lamento. 13 Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y
convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para
la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. 14 ¿Quién sabe si
volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación
para Jehová vuestro Dios?”

Nuevamente vemos a través de las palabras del profeta Joel la necesidad de que
nuestro corazón sea transformado, para que Dios pueda derramar su Espíritu
sobre nosotros.

Pedro y Juan manifestaron un entendimiento de esto cuando fueron interrogados


por el Sanedrín, y dijeron así:

Hechos 5:29-32
“Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios
29

antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien
vosotros matasteis colgándole en un madero. 31 A éste, Dios ha exaltado con su
diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de
pecados. 32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu
Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.”

¿A quienes les es dado el Espíritu? A los que le obedecen.

De manera que podemos ver que en las Escrituras siempre hay una conexión
directa entre recibir el Espíritu Santo, y obediencia a Dios. Pablo mismo les dice a
los Romanos...

Romanos 8:7-8
7
“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se
sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios. 9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el
Espíritu de Cristo, no es de él.”

¿Puedes verlo? Los designios de la carne no se sujetan a la ley de Dios, solo el


que vive en el Espíritu puede hacerlo.
¿Qué se necesita entonces para poder sujetarse a la ley de Dios? Así es… El
Espíritu Santo.
Entonces, ¿qué es lo que el Espíritu Santo produce cuando le es dado a una
persona? Obediencia a la ley de Dios.
Entonces ¿qué significa “recibir el Espíritu”? Mas allá de la semántica que tu
quieras utilizar para armar una definición, no puedes por ningún motivo descartar
que fundamentalmente hablando, la consecuencia directa de haber recibido al
Espíritu Santo, es querer obedecer los mandamientos de Dios; y hemos visto que
según Jesús, y todos los demás apóstoles, esos mandamientos se encuentran en
la ley de Moisés.

Oír con fe
Oír con fe, era una expresión que toda persona familiarizada con el contexto
hebreo de las Escrituras comprendía, y por eso Pablo la utilizó. ¿De donde lo
sacó? De la Torá.
Para todo judío, el concepto de “oír” es el Shemá. Y sabemos que el Shemá es la
declaración principal dentro de la fe hebrea, que todo judío tanto del primer
siglo como en la actualidad aprendía desde niño, y también era la principal cosa
que un gentil aprendía cuando quería obedecer al Dios de Israel.
Deuteronomio 6
3
“Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la
tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de
tus padres. 4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5 Y amarás a
Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas. 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y
las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el
camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu
mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu
casa, y en tus puertas.”
Texto que por cierto Jesús citó, como todo buen judío, cuando los fariseos lo
cuestionaron.

Mateo 22:34-40
34
“Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se
juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por
tentarle, diciendo: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le
dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda
tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es
semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos
depende toda la ley y los profetas.”

Habrá quien diga que debido a que este mandamiento está citado en boca de
Jesús con una fraseología diferente a la que Moisés usa en Deuteronomio, es una
señal de que Jesús modificó el mandamiento haciendo uno nuevo donde la ley de
Moisés queda fuera y ahora solo hay que amar a Dios y al prójimo con un corazón
sincero y ya.
Yo sugiero que si alguno tiene semejante ocurrencia, necesita hacer uso del
sentido común. Obviamente Jesús usó una fraseología diferente, porque esto es
algo que todos hacemos cuando queremos hacer referencia a algo que nuestro
receptor ya conoce, y así ahorrarnos el tener que decirlo de manera exhaustiva.
Es obvio que Jesús cita el Shemá de manera resumida, no porque está omitiendo
otras partes del mandamiento, o modificándolo, sino para propósitos de agilidad en
la conversación que está teniendo con los fariseos.
Entonces ¿qué es el oír con fe? De acuerdo a la Torá (la cual Pablo está citando),
oír con fe es igual a oír para obedecer los mandamientos del Padre expresados en
su ley.
Pablo les está diciendo a los Gálatas que el Espíritu Santo no se recibe por “las
obras de ley”, es decir, de la ley judía, sino por “el oír con fe”, es decir, escuchando
los mandamientos del Padre, y obedeciéndolos.

El versículo 3 es clave en esto:


Gálatas 3:3
3
“¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar
por la carne?”

Este es un versículo que en la teología cristiana se entiende de la siguiente


manera:
“Aquí la carne significa obedecer la ley Moisés, y el Espíritu es andar en una
libertad que ya desechó la ley de Moisés para vivir en la gracia”.

A estas alturas ese argumento se desbarata solo, pero aún así quiero poner un
poco de fundamento para confirmar que es un argumento equivocado.

Decir que “acabar por la carne” significa terminar obedeciendo los mandamientos
de Dios, se sale completamente del marco bíblico. Pablo escribió a los Romanos
lo siguiente:

Romanos 7:12-13
“De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y
12

bueno. 13 ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna
manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por
medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a
ser sobremanera pecaminoso. 14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo
soy carnal, vendido al pecado.”
Si Pablo les dice a los Romanos que la ley es santa, y el mandamiento santo, justo
y bueno; y luego les dice que la ley es espiritual… ¿Cómo puede decirles lo
contrario a los Gálatas?
Es obvio que en el pensamiento de Pablo, la obediencia a la ley de Dios y vivir en
a carne son cosas opuestas.

Para un creyente del primer siglo, vivir en el Espíritu es vivir obedeciendo la ley de
Dios, tal y como el profeta Ezequiel dice. En cambio, vivir en la carne es andar
bajo nuestro propio gobierno, tratando de ganar un estatus ante Dios por medio de
tradiciones y mandamientos de hombres.

Dicho sea de paso: Podemos considerarnos a nosotros mismos personas devotas,


místicas y espirituales, pero al resistirnos a obedecer a la ley de Dios expresada
en la Torá, y escoger mantenernos en una tradición que es contraria a la Palabra
de Dios, no andamos en el Espíritu. No importa cuan espirituales digamos que
somos; no importa cuanto nos arrodillemos, no importa cuanto profeticemos, o si
estamos en algún ministerio… a la luz de las Escrituras, necesitamos volver a los
mandamientos. Si elegimos no hacerlo, entonces si, en vano murió Cristo.
X. LA MALDICIÓN DE LA LEY

Hemos llegado a la parte que en mi opinión es la más rabínica de toda la carta de


Gálatas. La manera en que esta porción está escrita es de una complejidad
particular, que refleja dos cosas interesantes:

1. La erudición de Pablo como buen rabino fariseo al aplicar criterios,


conceptos, tecnicismos y expresiones idiomáticas pertenecientes
totalmente al judaísmo de su época.
2. Que los receptores de la carta, contrario a nosotros, estaban bien
familiarizados con todos esos factores; si no, Pablo no les hubiera escrito
de esa manera.

En una sección anterior de este documento, que se llama “Pablo y la Ley Judía”,
hablé de la aplicación que Pablo le dio a ciertos criterios de la halajá judía en las
congregaciones de creyentes. Mencioné la situación de las mujeres en las
sinagogas, y lo que Pablo habla al respecto en 1 Corintios 14 y 1 Timoteo 2. A
través de ello traté de demostrar que cuando Pablo, como buen rabino judío, usa
el término “la ley”, no siempre se está refiriendo a la ley de Moisés, sino a la ley
judía, o bien a las dos como conjunto. Podemos ver esto sólo cuando conocemos
contexto judío del primer siglo, y leemos sus cartas en contexto, y no solamente
versículos aislados.

Debido a que los fariseos tenían la firme convicción de que la ley oral también le
fue dada a Moisés en el Sinaí, para ellos la Torá y la ley oral eran parte de la
misma cosa, por eso no les representaba ningún problema usar la misma
terminología para las dos en diversas ocasiones. Es decir, dentro de un escrito
totalmente judío, un rabino fariseo podía referirse a la Torá, a la tradición oral, o a
la ley judía, y en los tres casos usar el mismo término: “la ley”. Este también fue el
caso de Pablo.

Teniendo eso presente, veamos ahora si la siguiente porción de Gálatas 3:

Gálatas 3:10-14
“Porque
todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición,
10

pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas
escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Y que por la ley ninguno se justifica
para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12 y la ley no es de fe,
sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la
maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero , 14 para que en Cristo Jesús la bendición de
Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa
del Espíritu.”
Quiero desglosar esto por partes.
Ya vimos anteriormente que el término “las obras de la ley” significa las
determinaciones rabínicas que luego pasaban a ser mandamiento.

El versículo 10 tiene su particular complejidad porque Pablo está citando un


término judío, e inmediatamente cita la Torá, las dos cosas en la misma frase.

El dice que todos los que dependen de “las obras de la ley” están bajo maldición.
¿Porqué? Porque escrito está: “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas
las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.”

Entonces aquí tenemos dos cosas que Pablo está contrastando en el mismo
versículo:

Las obras de la ley Las cosas escritas en el libro de la ley

(El sistema judío) (La Ley de Moisés)

Las obras de la ley vs. Las cosas escritas en el libro de la ley

Míralo bien…

Pablo cita la Torá (Deuteronomio 27:26): “Maldito todo aquel que no


permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”.

De acuerdo a Deuteronomio 27:26, ¿quién es el maldito? ¿El que permanece en


las cosas escritas en el libro de la ley, o el que no permanece?

¡EL QUE NO PERMANECE EN LAS COSAS ESCRITAS EN EL LIBRO DE LA LEY!

En otras palabras, Gálatas 3:10 nos dice que todo aquel que depende para su
justicia ante Dios, de tradiciones, mandamientos de hombres, y las doctrinas de
algún sistema religioso ajeno y contrario a lo establecido en la Escritura, está bajo
maldición. ¿A quien maldice el Creador? Al que no permanece en lo que está
escrito en el libro de la ley.

Esta es la maldición de la ley: No permanecer en las cosas que están escritas,


sino cambiarlas o modificarlas, o desecharlas para abrazar otra ley, ya sea de una
denominación cristiana, o judía, o de cualquier otra índole.

¿Qué significa permanecer? Es la palabra que Pablo usa en este texto.

De la concordancia Strong’s G1696 “Emméno”: Permanecer; quedarse en el


mismo lugar; continuar.
Del hebreo Strong’s H6965 “Cum”: Afirmar; alzar; confirmar.

¿Sabes qué está diciendo Pablo? Que si no confirmamos la ley y no continuamos


en las cosas escritas en ella para hacerlas, sino que la cambiamos por las
tradiciones, ordenanzas y mandamientos de hombres, estamos bajo maldición.

Sé que suena tajante y crudo. Pero no lo digo yo, es lo que la Escritura dice. Y
Pablo lo está avalando.

Como buen judío, Pablo conoce la Torá por dentro y por fuera; es un erudito de
alta gama dentro del judaísmo de su tiempo, y no puede evitar escribir como tal.
Conoce la Torá de memoria y conoce su aplicación. Él usa aquí la frase “la
maldición de la ley” como un término directamente extraído de la Torá, que
evidentemente los creyentes en la dispersión entendían bien. Lo usa sin
problemas porque está escribiendo a una audiencia bien familiarizada con el
judaísmo del primer siglo.

Luego viene otra parte que parece ser confusa, el versículo 11:

“Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo
por la fe vivirá.”

¿Cuál es la ley que no justifica a nadie? ¿La ley judía, o la Torá? ¿De cual está
hablando Pablo aquí? Voy a citar otra carta de Pablo para aclarar esta cuestión.

Romanos 2:
11
“Porque no hay acepción de personas para con Dios. 12 Porque todos los que sin
ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado,
por la ley serán juzgados; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante
Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.”
Aquí tenemos otro contraste. Pablo dice en Gálatas 3:11 que por la ley nadie se
justifica, y en Romanos 2:12 dice que son los hacedores de la ley los que serán
justificados.

Aquí es donde aplicamos el principio que comenté anteriormente:

Cada que Pablo usa el término “la ley”, puede estarse refiriendo a la ley de Moisés, o a la
ley judía. El contexto nos dice a cual de las dos se está refiriendo.

El contexto de Romanos 2 claramente se refiere a la Torá, pero el contexto de


Gálatas 3 es la ley judía. Si Pablo dice en Gálatas 3:10 que todo el que depende
de las obras de las obras de la ley (el sistema judío) están bajo maldición por no
permanecer en las cosas que sí están escritas en el libro de la ley (la Torá), y
luego en el siguiente versículo les dice que por la ley nadie se justifica para con
Dios, ¡obviamente esa ley que no justifica es la ley judía! Mientras que Pablo les
está diciendo a los Romanos que la obediencia a la Torá sí produce justicia a una
ante Dios, a los Gálatas les está diciendo que la ley judía no tiene esa facultad.

Luego Pablo hace otra declaración totalmente judía: “El justo por la fe vivirá”.

Vimos que desde una perspectiva hebrea, la fe se demuestra obedeciendo la


palabra de Dios. Es decir, la evidencia de que una persona tiene fe, es que
obedece. De modo que si el justo vivirá por la fe, y la fe es obediencia, entonces el
justo vivirá por su obediencia a la palabra de Dios.

¿Puedes ver la diferencia y el contraste que Pablo está haciendo entre las dos?

Nuevamente en el versículo 12 Pablo vuelve a hacer este contraste entre el


sistema judío y la Torá:

“y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.”

¿Cuál es la ley que no es de fe? La ley judía. Pero no solamente la ley judía;
también todo sistema, que por muy noble que sea, no se alinea a lo que escrito
está. Pues la Escritura dice: “el que hiciere estas cosas vivirá por ellas”.

¿Cuáles cosas son las que nos hacen vivir si las hacemos? Los mandamientos.

Levítico 18:5
“Por
tanto, guardarás mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el
5

hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová.”

Dicho de otro modo, todo sistema religioso que no se apegue a lo que dice la
Escritura, no es de fe, pues la Escritura dice que lo que produce vida es hacer lo
que la Escritura dice.

Mira cómo Pablo confirma esto a los Corintios:

1 Corintios 4:6
“Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por
6

amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que


está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.”

No pensar más allá de lo que ya está escrito. Ese es el consejo del apóstol Pablo.

Sé que lo que acabo de exponer en esta sección no es sencillo para la mentalidad


cristiana, y que la primera reacción que podemos tener es rechazarlo. La cuestión
es que ésta es, como dije al principio, posiblemente la porción más rabínica de la
carta de Gálatas. Nosotros no estamos acostumbrados a pensar como un rabino
judío del primer siglo. Nosotros somos hispanos, ex católicos, occidentales, y pos
modernos. Mi sugerencia es que no lo descartes, revísalo una y otra vez, y
examínalo con una mente abierta.

El versículo 13 dice algo poderoso. Que “Cristo nos redimió de la maldición de la


ley”. ¿Cuál es la maldición de la ley? Haberse apartado de la Torá. Él nos redimió
del castigo y la maldición que nos vino por habernos apartado de su Torá. De
habernos apartado y haber vivido en pos de otras cosas que eran ajenas y
opuesta a la Palabra de Dios. ¿Y para qué nos redimió? ¿Para que volvamos a
desechar su Torá? ¡Por supuesto que no! Todo lo contrario, ¡Para que la
confirmemos y andemos en ella!

¿Y cual es la finalidad de traernos de vuelta?

Gálatas 3:14
“para
que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a
14

fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”

XI. LA BENDICIÓN DE ABRAHAM ES POR LA FE, Y NO POR LA LEY

Gálatas 3:13-18
13
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición
(porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 14 para que en
Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la
fe recibiésemos la promesa del Espíritu. 15 Hermanos, hablo en términos humanos:
Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.
16
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y
a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la
cual es Cristo. 17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para
con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para
invalidar la promesa. 18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la
promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.”

Jesús nos redimió de la maldición de la ley, del castigo que nos correspondía por
habernos alejado de la Torá. Y la manera en que el Señor Jesús se hizo maldición,
fue en la cruz. Tomó nuestra culpa y la puso sobre él, como si hubiera sido él
quien transgredió la Torá y no nosotros.

Ahora, en esta porción de Gálatas 3 hay otros cuatro conceptos que emergen:
1. La bendición de Abraham
2. La promesa del Espíritu
3. El pacto ratificado con Cristo
4. La herencia

Vamos a definirlos para poder comprender el uso que Pablo les da. Definimos
estos conceptos partiendo del principio que comenté anteriormente:

Todo concepto que leemos en el Nuevo Testamento encuentra su definición en dos


lugares: El Antiguo Testamento, o el judaísmo del primer siglo.

Debido a que los escritores de las cartas neo testamentarias no eran filósofos
griegos, entonces no recurrieron a Platón o Aristóteles para extraer sus conceptos
de allí. Ellos recurrieron a las mismas Escrituras con las que ellos contaban en ese
momento: La Torá, los Escritos, los Profetas. Y también recurrieron al sistema
judío de su tiempo, en el cual vivieron.

Así que voy a tratar de definir estos términos de manera breve con la Escritura.

1. La bendición de Abraham
¿Qué es la bendición de Abraham y dónde la encontramos en las Escrituras?

Génesis 12:2-3
1
“Pero Jehováhabía dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la
casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y
te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3 Bendeciré a los
que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti
todas las familias de la tierra.

Esta es la bendición que Dios ofrece a Abraham. Pablo acaba de decir que por
medio de Cristo esa bendición alcanza a los gentiles. Aquí hay que señalar un
punto fundamental: La bendición de Abraham no es solo engrandecer su nombre y
bendecir a todas las familias de la tierra. La bendición de Abraham comienza con
una nación. Sabemos que esa nación es Israel.

También quiero aclarar que cuando hablamos de Israel, no hablamos únicamente


de los judíos. Los judíos son una tribu, Judá. Israel estaba compuesto de trece
tribus. Cuando un gentil o un judío del primer siglo escuchaban el versículo de
Génesis que acabo de citar, sabían que esa nación que Dios le promete a
Abraham, era el Israel físico. Ellos no pensaban en un Israel espiritual en primera
instancia. Sabían que era la nación de Israel compuesta por todas las tribus. Es
bueno que tengamos eso claro, para no caer en el error de creer que solamente
los judíos son Israel. Ciertamente que son parte de Israel, pero no el Israel total.
Por tanto, si Pablo dice que la bendición de Abraham alcanzó a los gentiles por
medio de Cristo, la consecuencia directa de ello es que cuando un gentil cree la
obra redentora de Jesús en la cruz, deja de ser gentil para ser parte de Israel. Por
esta razón es fundamental que entendamos que en la Biblia no hay un pacto con
gentiles. Dios no hace pactos con gentiles, los hace con Israel. Para poder estar
en pacto con Dios, uno tiene que ser parte de Israel.

Pablo mismo sabía esto. Se lo dice a los Corintios y a los Efesios.

1 Corintios 12:2
2
“Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os
llevaba, a los ídolos mudos.”

Efesios 2:12-13
12
“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y
ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.13 Pero
ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido
hechos cercanos por la sangre de Cristo.”
Al haber creído en Cristo, dejamos de ser gentiles, y nos alcanzó la bendición de
entrar a formar parte de la nación que Dios le prometió a Abraham. Estábamos
alejados de la ciudadanía de Israel, pero por la sangre de Cristo ahora hemos sido
hechos cercanos.

2. La promesa del Espíritu


Nuevamente la Escritura define qué es la promesa del Espíritu.

Ezequiel 36:26-27
25
“Esparciré sobrevosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras
inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26 Os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra, y os daré un corazón de carne. 27 Y pondré dentro de vosotros mi
Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los
pongáis por obra. 28 Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros
me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.”
Podemos ver cómo a través del profeta Ezequiel, Dios está prometiendo a Israel,
que pondrá sobre ellos su Espíritu, ¿y para qué se los daría? Para que anden en
sus estatutos, guarden sus preceptos, y los pongan por obra.

Otra cosa que incluye la promesa del Espíritu, es lo que Jesús dijo en Hechos 1.

Hechos 1:4-5,8
4
“Y estando juntos,
les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen
la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5 Porque Juan ciertamente
bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de
no muchos días… 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y
hasta lo último de la tierra.”

¿Serle testigos de qué? De que él es el Mesías. Podemos ver a lo largo del libro
de los Hechos, que los apóstoles testificaban tanto a judíos como a gentiles que
Jesús era el Mesías. No iban por ahí diciendo que la ley de Dios ya estaba
abolida. Eso es algo que jamás le hubiera pasado por la cabeza a un judío
creyente en el Mesías. Ellos testificaban que Jesús era el Mesías, para
arrepentimiento de pecados, que bíblicamente significa retornar a Dios y a su ley.

La palabra de Dios es clara en que el resultado de haber sido llenos del Espíritu
Santo es creer en Jesús y guardar los mandamientos de Dios. Incluso el último
libro de la Biblia lo declara:

Apocalipsis 12:17
17
“Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra
contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos
de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.”
Apocalipsis 14:12
“Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de
12

Dios y la fe de Jesús.”

Romanos 8:6-7 también nos dice que se necesita al Espíritu Santo para poder
guardar la ley de Dios, porque los designios de la carne no se sujetan a ella ni
tampoco pueden.

Si somos honestos para definir bíblicamente los términos que Pablo está utilizando
en Gálatas 3:14, entonces no deberíamos tener ningún problema con admitir que
en el Mesías nosotros somos alcanzados por la bendición de Abraham (ser parte
de Israel), y recibir la promesa del Espíritu, que nos hace conocer que Jesús es el
Mesías, y nos lleva a guardar los mandamientos de su Padre.

3. El pacto ratificado con Cristo


¿Cuál pacto fue ratificado con Cristo? El pacto que Dios hizo con Abraham. ¿Y
cual fue el pacto que Dios hizo con Abraham?

Génesis 15:18-21
18
“En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia
daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates; 19 la
tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, 20 los heteos, los ferezeos, los
refaítas, 21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos.”
La primera cosa que Dios dijo al hacer pacto con Abraham, fue darle la tierra a su
descendencia. Es decir, a esa nación bendita en la cual todas las familias de la
tierra serían bendecidas. En Cristo, ese pacto se ratifica.

Luego viene una parte que muchas veces confunde, y es a partir del versículo 17,
que dice:

Gálatas 3:17-18
17
“Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley
que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la
promesa. 18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios
la concedió a Abraham mediante la promesa.”

He repetido en varias ocasiones que el término “la ley”, podía ser usado por un
rabino del primer siglo para referirse a la Torá, o a la ley judía, y que eso podemos
si leemos los textos en su contexto, y no arrancados de él. En este caso, el
versículo 17 Pablo claramente se refiere a la Torá, porque está siendo muy
específico diciendo que es la ley que vino cuatrocientos treinta años después de
que el pacto con Abraham fue ratificado. Contrario a los versículos anteriores,
donde el contexto nos deja ver que se está refiriendo a la ley judía.

Pablo está dejando claro que la Torá dada a Moisés en el Monte Sinaí no invalida
el pacto que Dios hizo con Abraham. Aunque la teología reformada se ha
empeñado en decir que si alguien quiere guardar los mandamientos de la ley de
Moisés, cae de la gracia y ya no es parte de la bendición de Abraham, Pablo está
diciendo aquí precisamente lo contrario. Y esto es clave si queremos entender los
pactos desde la perspectiva de un judío del primer siglo.

Para nosotros, occidentales, llenos de las nociones del derecho romano, un pacto
nuevo invalida a uno anterior, lo anula y lo deja obsoleto. Por esa razón un teólogo
romano se resiste tanto a aceptar que la Torá sigue vigente, porque está
entendiendo la Biblia desde una perspectiva romana, y no hebrea. Para un judío
del primer siglo, un pacto nuevo complementa al anterior, no lo elimina. Los pactos
que Dios hizo a lo largo de toda la Escritura, todos siguen vigentes. Pablo mismo
se los dice a los Efesios:

Efesios 2:12-13
“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y
12

ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero
ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido
hechos cercanos por la sangre de Cristo.”
¿Lo ves? Los pactos. En plural. Pablo como todo buen rabino judío entiende que
los pactos del Antiguo Testamento siguen vigentes, por eso dice “los pactos”. La
Torá no es contraria a la promesa hecha a Abraham. Al contrario, ¡confirma la
promesa!

¿Entonces porqué Pablo dice en el versículo 18 que la herencia no es por la


ley, sino mediante la promesa?

Porque está combatiendo el pensamiento del sistema judío del primer siglo, cuyo
criterio era opuesto a lo que dice la Escritura. Para el judaísmo del tiempo bíblico,
la obediencia era requisito previo para tener parte en los pactos y en las promesas
que le corresponden a Israel. No había obediencia válida a los mandamientos,
mas que por medio de lo que el sistema judío establecía. En la Escritura, la
obediencia no es un requisito previo para ser parte de Israel, sino un requisito
posterior para permanecer en esos pactos y en esas promesas. Por eso Pablo
está diciendo que la herencia no es por la ley. Recuerda el concilio de Jerusalén
en Hechos 15.

Hechos 15:1-2,5
1
“Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os
circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 2 Como Pablo y
Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que
subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y
a los ancianos, para tratar esta cuestión… 5 Pero algunos de la secta de los
fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y
mandarles que guarden la ley de Moisés.”

El judío fariseo del primer siglo piensa: “primero cumple la Torá como nosotros lo
decimos, y luego ya veremos si eres salvo”. Y Pablo se está oponiendo a esa
forma de pensar en Gálatas 3:18, y está diciendo que las cosas no son así. No se
trata de obedecer como requisito inicial para ganarte un lugar en la herencia de
Israel; se trata de que obedeces porque ya has sido injertado a Israel, y porque ya
te ha sido dado el título de propiedad de esa herencia, por medio de la fe en el
Mesías.
Un ejemplo que nos puede ayudar a entenderlo mejor:
Supongamos que tu naciste en Colombia, ¿necesitas hacer algo para ganarte la
ciudadanía colombiana? No, es tuya por derecho, por haber nacido allí. Sin
embargo, si alguien que no nació en Colombia, en su edad adulta quiere hacerse
ciudadano colombiano, necesitaría cumplir con una serie de requisitos y protocolos
que la ley colombiana exige para poder admitir a un extranjero como ciudadano.
¡Eso es lo que estaba pasando en el primer siglo! El judaísmo se había impuesto a
sí mismo como el sistema que determinaba quien era salvo: Es decir, quien se
hacía ciudadano de Israel, el pueblo del pacto. Dicho sea de paso, para los
escritores del Nuevo Testamento, que eran judíos, ser salvo no significaba irse al
cielo; significaba ser parte de Israel. Pero para el judaísmo eso no sucedía por la
fe (obediencia) según Abraham, sino por medio del sistema del primer siglo.
Lo que sucedió en el libro de los Hechos es que los judíos creyentes en el Mesías
estaban divididos; había quienes creían que para hacerse ciudadano del pueblo
del pacto todavía era necesario someterse al sistema judío de aquel entonces, y
había otros que creían que eso ya no era necesario, porque ya el Mesías nos
había ganado ese derecho. De ahí es que uno tiene que “nacer de nuevo”. Si
originalmente nacimos alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos,
entonces se hace necesario que nazcamos de nuevo por la fe en el Mesías, para
que por medio de su sangre seamos hechos cercanos, ¿cercanos a que? A los
pactos y a la ciudadanía de Israel.

Volviendo a nuestro ejemplo. El hecho de que seas ciudadano colombiano de


nacimiento, o naturalizado en la edad adulta, ¿te da derecho de andar
quebrantando la constitución de ese país? Por supuesto que no, ¿verdad? Lo
mismo sucede cuando somos injertados a Israel. Nacimos de nuevo por la fe en
Jesús, y ya no necesitamos del sistema judío para ser parte de la nación santa.
Pero el hecho de haber nacido de nuevo y ahora ser ciudadanos de ese pueblo,
no nos da derecho a andar quebrantando la ley que Dios le dio a ese pueblo del
cual ahora somos parte.
¿Cual sería la manera en que podrías perder la ciudadanía colombiana, o de
cualquier nación en general? Cometiendo traición a la patria. ¿Sabes cómo se le
llama a eso en la Biblia? Pecado de muerte.

1 Juan 5:16
“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y
Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte.
Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.”

El pecado de muerte es lo que pasaba con ciertos pecados señalados en la Torá,


que cuando uno los cometía, era cortado del pueblo. Es el equivalente a cometer
traición a la patria.

Ahora, ¿tuvo que hacer algo Abraham para ganarse la bendición y la promesa?
No. Simplemente creyó con todo su corazón y obedeció a Dios.
¿Tenemos que cumplir con una serie de requisitos previos para ganar la
ciudadanía de Israel y ser parte del pueblo del Pacto? No. Simplemente creer con
todo el corazón que Jesús es el Mesías y guardar los mandamientos de Dios.

Como puedes ver, Pablo no está desechando la Torá en ningún sentido. Pablo
entiende cómo funcionan los pactos en la perspectiva hebrea, y sabe que nuestra
participación en la bendición de Abraham y la obediencia a la Torá, ambas son
parte del mismo paquete. Tristemente al cristianismo le ha pasado lo mismo que al
judaísmo pero en un sentido opuesto:
Mientras el judaísmo del primer siglo desechó la fe de Abraham, en el Mesías, y la
reemplazó por la obediencia a la Torá por medio sus criterios, el cristianismo
romano desechó la obediencia a la Torá y se quedó con la fe de Abraham, en el
Mesías, según sus propios criterios. Gracias al Padre, se está levantando un
pueblo que abraza la fe en Jesús, y guarda los mandamientos de Dios.

4. La herencia
La herencia fundamentalmente es la tierra prometida. No que se limite únicamente
a tierra física, pero fundamentalmente sí lo es.

Génesis 13:14-17
14
“Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y
mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente.
15
Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre.
16
Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el
polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. 17 Levántate, ve por la
tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré.”
Génesis 17:6-8
6
“Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. 7 Y
estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus
generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia
después de ti. 8 Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en
que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de
ellos.”
Cuando cité Ezequiel 36 al definir lo que es la promesa del Espíritu, es interesante
que ese mismo pasaje dice en el versículo 28 que tal promesa incluye habitar en la
tierra de Israel. Por la fe en el Mesías, la bendición de Abraham nos alcanzó, sin la
necesidad de la conversión por el sistema judío. Por esa misma fe somos parte de
Israel, descendientes de Abraham, nación santa, pueblo adquirido por Dios. Por
esa misma fe recibimos la promesa del Espíritu, que escribe los mandamientos de
Dios en nuestros corazones y nos empodera para obedecerlos. Y por esa misma
fe tenemos parte la tierra que Dios le dio por herencia perpetua a los hijos de
Abraham, en Cristo.

XII. CONFINADOS BAJO LA LEY


(EL AYO)

Gálatas 3:19-29
19
“Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones,
hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por
medio de ángeles en mano de un mediador. 20 Y el mediador no lo es de uno solo;
pero Dios es uno. 21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En
ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera
verdaderamente por la ley. 22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para
que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. 23 Pero
antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella
fe que iba a ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para
llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25 Pero venida la fe,
ya no estamos bajo ayo, 26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
27
porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni
mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si vosotros sois de
Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”

¿Para qué sirve la ley? Pregunta Pablo en el versículo 19. Fue añadida a causa de
las transgresiones. Resulta increíble cómo estas palabras del apóstol Pablo son
interpretadas de manera tan negativa dentro de muchos círculos cristianos,
cuando en realidad son una declaración positiva. Así como hoy en día un
ciudadano de cualquier país necesita leyes para poder vivir ordenadamente en esa
tierra, también cuando la tierra prometida le fue dada a Israel, era necesaria una
ley, una constitución escrita a través de la cual se le permitió al pueblo saber cómo
vivir rectamente delante de Dios. ¿Acaso eso no es algo positivo? La Torá, al
quedar escrita proveyó un medio objetivo y tangible para que todos pudieran saber
si algo es agradable o desagradable ante los ojos del Creador. Por eso la Torá fue
añadida a causa de las transgresiones. Si teniendo la Torá escrita, la
transgredimos, ¿qué sería si no la tuviéramos y cada quien intentara vivir
conforme a su propia definición de rectitud? La Torá fue dada precisamente para
evitar eso.

El problema viene con la siguiente frase del verso 19: “hasta que viniese la
simiente a quien fue hecha la promesa”.

Esa frase ha sido entendida en nuestro cristianismo como que Pablo está diciendo
que la Torá fue dada hasta que Cristo viniera, y luego que Cristo vino, la Torá
pierde su vigencia. Pero si eso es lo que Pablo dice, entonces tenemos un
problema, porque en Mateo 5:18 Jesús (la simiente que había de venir, según
Pablo) dijo que la Torá seguirá vigente en su totalidad hasta que el cielo y la tierra
que conocemos hayan dejado de existir. Es decir, la Torá no pierde su vigencia
con la muerte y resurrección de Jesucristo. La Torá siempre ha sido, es, y será
una constancia escrita para que Israel y las naciones puedan saber lo que agrada
al Señor, y lo que no. Jesús no vino a abolirla, vino a modelar de manera perfecta
cómo se guardan los mandamientos, cómo se vive la Torá, y de esa manera
sernos ejemplo a nosotros.
Luego en el versículo 21 Pablo vuelve a enfatizar que la Torá de ninguna manera
es contraria a las promesas de Dios, y menciona algo que también resulta confuso
para muchas personas:

“porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.”

Esta es otra frase muy mal entendida en nuestro cristianismo, pues supone que
Pablo está diciendo de manera indirecta que la Torá produce muerte. Claro que no
está diciendo eso. Uno necesita entender que para el pensamiento judío en el
primer siglo, todo aquel que no guarde los mandamientos del Dios de Israel, está
muerto. Y aunque eso es verdad, dentro del pensamiento religioso del primer siglo,
la manera de pasar de muerte a vida, es por medio de guardar la Torá bajo los
criterios del judaísmo, y no por medio de haber creído en Jesús el Mesías y
responder en obediencia. Pablo está combatiendo esa forma de pensamiento,
como lo ha venido haciendo a lo largo de la carta. Está diciendo… “¿esperas que
te sea impartida la vida por medio de la observancia a la ley según el sistema
judío? No se puede”. Es solo por medio de creer en el Mesías y por seguir su
ejemplo de obediencia al Padre, que somos vivificados.

La Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy lo dice de esta manera, el paréntesis es


mío, para aclarar el punto:

Gálatas 3:21-22
21
“¿Es entonces la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ningún modo!
Porque si se hubiera dado una ley capaz de impartir vida, entonces la justicia
ciertamente hubiera dependido de la ley. 22 Pero la Escritura lo encerró todo bajo
pecado, para que la promesa (¿Cuál promesa? La promesa hecha a Abraham de hacer
de él una nación bendita sobre la tierra) que es por la fe en Jesucristo fuera dada a
todos los que creen.”

Luego viene otra de las partes críticas de este capítulo, el versículo 23.

“Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para
aquella fe que iba a ser revelada.”

Este versículo comienza diciendo: “Pero antes de que viniese la fe…”

Momento… ¿No existía la fe antes de que Cristo viniera? Si la fe no existía,


¿entonces qué hace el escritor de Hebreos en el capítulo 11 presumiendo la fe de
los santos que vivieron antes de Cristo?

¿Entonces a cual fe se refiere Pablo con esa frase “antes de que viniese la fe”? A
la fe en Jesús.
Pero inmediatamente Pablo usa una frase que complica las cosas: “confinados
bajo la ley”. Aquí Pablo está introduciendo por primera vez en toda la carta un
término rabínico, de uso legal en el judaísmo. Y lo que queremos averiguar es si
Pablo usó esa expresión para referirse a la Torá, o a algo más.

Confinados bajo la ley


Para comenzar a explicarlo quiero proponer que este término no es una expresión
negativa de la Torá, porque ni siquiera se refiere a la Torá. Pablo no se va a
expresar mal de la ley de Moisés con los Gálatas, cuando a Timoteo le escribe
esto:

2 Timoteo 3:16-17
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
16

corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra.”

Entonces vemos que el problema no es la Torá. Pero voy a pasar a explicar lo que
significaba estar “confinados bajo la ley” y qué es “el ayo” en el judaísmo del
primer siglo.

Gálatas 3: 23-24
“Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados
23

para aquella fe que iba a ser revelada.” 24“De manera que la ley ha sido nuestro
ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.”

El término “confinado bajo la ley” , o “estar bajo la ley” es introducido por primera
vez en todo el Nuevo Testamento en la carta de Pablo a los Gálatas. Aunque en tu
Biblia la frase “estar bajo la ley” aparece primero en Romanos, hay que considerar
que cronológicamente Gálatas se escribió primero.

En el contexto judío, tanto del primer siglo como de la actualidad, no bastaba con
que alguna persona un día tuviera la noble idea de dejar de vivir conforme a sus
propias ideas, y decidiera seguir al Dios de Israel, pretendiendo obedecer los
mandamientos de la Torá de buenas a primeras, así como si nada. No. En el
judaísmo, la Torá no puede ser observada sino únicamente bajo los criterios que el
sistema judío ha sistematizó alrededor de la Torá.

La palabra “confinados” que es usada en Gálatas 3:23, es en la Concordancia


Strong’s:

G5432 Frouréo: Ser un vigilante; montar guardia como centinela; cercar; proteger;
guardar.
 
También algunas observaciones sobre la frase “bajo la ley”:

• Bajo la ley, en griego Jupó Nómos (Strong’s G5259, y G3551,


respectivamente)
• Es introducido por primera vez en el Nuevo Testamento en Gálatas 3:23
• Hay otros pasajes que se tradujeron como “bajo la ley”, pero Jupó Nómos
se menciona siete veces en el Nuevo Testamento.
• Es usado únicamente por Pablo, y solo en dos de sus cartas: dos veces en
Romanos, y cinco veces en Gálatas.
• Estos son los textos:
Romanos 6:14; Romanos 6:15; Gálatas 3:23; Gálatas 4:4; Gálatas 4:5;
Gálatas 4:21; Gálatas 5:18.

Para poder comprender el uso de este término en las cartas de Pablo,


necesitamos recordar nuevamente la regla de interpretación bíblica mencionada
anteriormente:

Las Escrituras interpretan a las Escrituras. Por lo tanto, todo concepto que encontramos en los
escritos mesiánicos (Nuevo Testamento), tiene su definición solamente en dos lugares: El Tanáj
(Antiguo Testamento), o bien, en el judaísmo del primer siglo.

Debido a que el término “confinados bajo la ley” no puede ser encontrado en el


Tanáj, necesariamente corresponde al judaísmo del primer siglo. Es decir, Pablo
no se lo inventó de su propia creatividad, ni tampoco es una expresión al azar; él
lo tomó de su educación académica judía, y lo usó en sus cartas.

Para ayudar a comprender esto de una mejor manera, recurriremos a dos


conceptos conocidos en el judaísmo del primer siglo, y que tienen relación directa
con el término que aquí estamos tratando de exponer.

Guer Toshav
Este término quiere decir “residente extranjero”. Es un término que se usaba en el
judaísmo del primer siglo para un gentil (no judío) que vivía en la tierra de Israel, y
que aceptaba observar las “leyes de Noé” , y algunas otras regulaciones y
tradiciones prescritas bajo la ley judía.

Nota: Las leyes de Noé son un conjunto de siete mandamientos que el judaísmo elaboró para todos
los que no son judíos. Es decir, mientras que un judío está obligado a guardar los 613 mandamientos
de la Torá bajo la normatividad de la ley judía, el gentil solo tiene que observar las leyes de Noé. De
modo que el sistema judío propone dos opciones para seguir al Dios de Israel: convertirse al
judaísmo, o ser un Ben Noaj (hijo de Noé), y en caso de vivir en la tierra de Israel, ese Ben Noaj pasa a
ser un Guer Toshav. Esto no tiene fundamento en la Biblia. Es judaísmo.

Cuando un gentil se sometía a este proceso, era considerado por la ley judía como
un gentil justo. Así lo expresa el Rabbi Shlomo Yosef Zevin, en la obra
Encyclopedia Talmudit, edición 1979, "Ger Toshav, Sección 1", Cuarta impresión.
Jerusalem, Israel: Yad Harav Herzog (Emet).

Es decir, un Ger Toshav era un gentil que ponía la autoridad de la Torá y de los
rabinos sobre sí mismo, pero específicamente los aspectos concernientes a los no
conversos al judaísmo. En un sentido formal, el Ger Toshav aceptaba las siete
leyes de Noé, y se sometía a ellas en presencia de de un Bet din (Corte Judía
Rabínica).

En el Talmud de Babilonia, en la sección Sanedrín 56ª, 56b, hay una discusión


sobre este asunto, donde los rabinos deliberan acerca de cuales son los preceptos
que un Ger Toshav debe aceptar sobre sí mismo, y se mencionan estas dos
opciones:

1. Abstenerse de la idolatría
2. Guardar los 613 mandamientos de la Torá, conforme a la numeración
rabínica, con la excepción de comer animales kosher que hayan muerto
fuera de la regulación ritual establecida por el judaísmo.

La definición legal aceptada por la mayoría fue que los Ger Toshav debían aceptar
las siete leyes de Noé ante una corte rabínica de por lo menos tres testigos. Así, el
Ger Toshav recibía ciertas protecciones legales y privilegios dentro de la
comunidad; las reglas de trato entre judíos y gentiles eran modificadas, y el
mandamiento bíblico de ofrecer ayuda a alguien en necesidad entraba en vigor (ya
que la ley judía prohibía a un judío ayudar a un gentil).

Esta información ya te da una perspectiva más amplia sobre lo que ocurrió en


Hechos 15 en el Concilio de Jerusalén. Puedes darte cuenta que cuando los
apóstoles pidieron que los gentiles guardaran cuatro mandamientos, estaban
aplicando un criterio totalmente judío sobre la participación inicial de gentiles a los
pactos de Dios con Israel. Esto con dos diferencias básicas:

• Que para un gentil creyente en el Mesías, ya no había necesidad de hacer


esto bajo el sistema judío de aquel tiempo.
• Que cada Shabbat asistiría a las sinagogas a aprender el resto de la Torá
escrita para obedecerla (Hechos 15:21).

De esta manera podemos entender que la determinación de los apóstoles en


Hechos 15 concerniente a los gentiles, no fue un establecimiento de doctrina de
“guardar solamente cuatro mandamientos por el resto de tu vida”. Ellos
sencillamente se valieron de una medida administrativa perteneciente a la ley judía
para lidiar con la situación del momento, y que el mismo capítulo dice que pareció
bien al Espíritu Santo.
Al parecer no hay mucha información disponible en la web sobre la Enciclopedia Talmúdica, pero si
puedes leer inglés, aquí hay un link de Wikipedia sobre el tema:
https://en.wikipedia.org/wiki/Encyclopedia_Talmudit

Guer Tzeddek
Este término significa “residente justo”, y era empleado en el judaísmo del primer
siglo (y también en la actualidad) para los prosélitos viviendo en Israel. Es decir,
para un hombre o mujer que había nacido gentil, y que había pasado por todo el
proceso completo de conversión al judaísmo bajo la supervisión de una corte
rabínica autorizada. El Ger Tzeddek pasaba a tener todos los privilegios,
obligaciones, y estatus social que cualquier judío de nacimiento tenía. Podía
observar los mandamientos concernientes a los sacrificios y los votos en el
Templo, cosa que a los no convertidos no les era permitido hacer. De nuevo, el
Ger Tzeddek es lo que conocemos como un prosélito.

De acuerdo al ley judía (no la Torá), una conversión al judaísmo debía hacerse
ante una Bed din (corte rabínica), y cumplir con los siguientes requisitos:

• La circuncisión en los hombres


• El bautismo o baño ritual para hombres y mujeres
• Ofrecer un sacrificio (corbán) en el Templo

Se requería del nuevo convertido que entendiera y aceptara las obligaciones de la


ley judía. Cuando las aceptaba y había cumplido con los requisitos mencionados,
la corte le extendía un certificado de conversión (Shtar Giur), que avalaba al nuevo
convertido como oficialmente judío. Esta era la única conversión válida ante el
judaísmo, y hoy en día también, con algunas variantes.

Mas información en este link:


http://es.wikinoah.org/index.php%3Ftitle%3DGer_Tzedek

¿Qué tiene todo esto que ver con la expresión “confinados bajo la ley”?

Tim Hegg, quien obtuvo una Maestría en Divinidad en 1976, y una Maestría en
Teología en 1978, ambas en Northwest Baptist Seminary, y quien postuló su tesis
“El Pacto Abrahamico y el Pacto de Concesión en el antiguo Medio Oriente”, y
quien también es presidente de Torah Resource Institute
(http://www.torahresource.com/index.html), en su Comentario sobre la Carta a los
Romanos (Romans 1-8,155) menciona lo siguiente:

«En resumen, “bajo la ley” significa principalmente “bajo la condenación de la


Torá”, o puede definir a aquellos que confían en la Torá para darles un estatus
judío, el cual ellos creen que significa una membresía de pacto. De ese modo,
estar “bajo la condenación de la Torá” se contrasta con estar “bajo la gracia”.
Aquellos que están “bajo la Torá” son quienes (siendo judíos o gentiles
prosélitos) confían en su estatus judío para ser miembros del pacto, y como
tales, permanecen bajo la condenación de la Torá. En contraste, aquellos que
están “bajo gracia” han confiado enteramente en el regalo de Dios de la salvación
como un asunto de su pura y soberana gracia.»

Cuando una persona, sea gentil o judío, se sometía a los preceptos de la ley judía,
ya sea como un ben Noaj o como un judío observante, técnicamente estaba
“confinado bajo la ley”. Había puesto a la ley judía como el criterio de autoridad
para determinar su justicia ante Dios.

Hay otros dos conceptos más que son importantes para comprender esto:

D’oraita y D’rabbanan
Estos son dos términos arameos que se utilizaban cuando los judíos tenían
diálogos y discusiones sobre cuestiones de la ley judía.

D’oraita significa “de la Torá”.


D’rabbanan significa “de los rabinos”.

Es decir, cuando se hablaba de un mandamiento directamente escrito en la Torá,


la expresión era mitzvá d’oraita (mandamiento de la Torá). Pero cuando se
hablaba de un mandamiento establecido por un rabino, la expresión era mitzvá
d’rabbanan.

A continuación voy a citar dos fuentes que van a hablar por sí solas y te van a
permitir entender, desde una perspectiva totalmente judía, el término “confinados
bajo la ley”, y juntamente con eso, “el ayo”.

De sitio llamado Judaism 101, en su sección de preguntas frecuentes, hablando


sobre la Halajá (ley judía), dice lo siguiente:

«Además de las leyes que vienen directamente de la Torá (d’oraita), la halajá


incluye leyes que fueron promulgadas por los rabinos (d’rabbanan). Estas leyes
rabínicas también se conocen como mandamientos, aunque no sean parte
de los 613 mandamientos de la Torá. Los mitzvot d’rabbanan son considerados
como unidos a las leyes de la Torá, pero hay diferencias en la manera que se
aplican unos y otros. Los mandamientos d’rabbanan son comúnmente divididos en
tres categorías: guezerá, takkaná, y minág.»

Nota: Esta es la razón por la que he venido diciendo que cuando un rabino utilizaba la expresión “la
ley” en sus escritos, bien podía referirse a la Torá Escrita, a la Ley Judía, o incluso a las dos en su
conjunto. Esas tres opciones eran usadas indistintamente, Pablo lo hace en sus cartas. De ahí la
necesidad de conocer contexto judío del primer siglo.
Aquí el sitio de Judaism 101
http://www.jewfaq.org/halakhah.htm

Aquí hay otro artículo sobre el mismo tema, de un medio de comunicación judío, “The Jewish
Chronicle”:
http://www.thejc.com/judaism/jewish-words/d%E2%80%99oraita

De las tres categorías en que se dividen los mandamientos de los rabinos


(d’rabbanan), quiero enfocarme solamente en el primero “guezerá”. Esto es lo que
la Jewish Encyclopedia (Enciclopedia Judía) dice de esta palabra.

Guezerá: Una promulgación rabínica emitida como un guardián, o medida


preventiva; también como una prohibición o restricción en general. El término es
especialmente aplicado a ordenanzas negativas (takkaná) aplicadas a
mandamientos positivos, los cuales, los rabinos instituyeron como un guardián o
una cerca de un precepto bíblico.

Fuente:
http://www.jewishencyclopedia.com/articles/6646-gezerah

¿Qué era una guezerá? Una ley rabínica que se establecía alrededor de la Torá
como un guardián o una cerca.

Lo repito: Una guezerá era un guardián o una cerca. No era la Torá.

Gálatas 3:24 dice: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a
Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.”

¿Cuál es la palabra griega que fue usada para ayo en ese versículo?

Strong’s G3807 Paidagogós: Tutor o guardián. Siervo cuyo oficio era llevar a los
niños a la escuela.

Cuando Pablo dice que la ley fue “nuestro ayo”, está usando un concepto
perteneciente al marco del judaísmo de su tiempo, una expresión idiomática muy
ortodoxa referida a la ley judía, no a la Torá. Antes de que viniera el Mesías, la ley
judía había funcionado como una cerca, un guardián o vigilante que determinaba
el estatus en que una persona se relacionaría con el Dios de Israel. Pero al venir el
Mesías, ese guardián ya no era necesario, pues ahora lo teníamos a Él.

Ahora es solamente a través de la persona de Jesucristo que nosotros podemos


saber de manera definitiva cómo obedecer los mandamientos del Padre con
plenitud y sin las tradiciones y mandamientos de hombres. Jesús es el modelo por
excelencia.
Pablo escribe a los Gálatas, una audiencia de gentiles que ya conocían el
evangelio porque Pablo fundó sus congregaciones, y ahora estaban siendo
tentados, y muchos de ellos atraídos y arrastrados por la enseñanza judaizante de
que solamente podemos ser admitidos dentro del pueblo de Israel y obtener el
estatus de hijos de Dios a través de lo que manda de la ley judía.

En resumen, “el ayo” era la ley judía, y estar “confinado bajo la ley”, o “bajo la ley",
era una expresión idiomática judía, un tecnicismo rabínico que se refería a
someterse al sistema judío ortodoxo para adquirir justicia delante de Dios,
generando la obligación de guardar todas las leyes judías y sus tradiciones.
Pablo dice ¡No! Ya no es por medio de esa ley, “ pues todos sois hijos de Dios por
la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3:26).

Otra vez, esto es lo que vemos con el Concilio de Jerusalén en Hechos 15, en el
cual los apóstoles determinaron por el Espíritu Santo que ahora el instrumento de
inclusión de gentiles al pueblo de Dios era la fe en Jesús, y ya no el pesado y
riguroso proceso ortodoxo. ¿Te imaginas el shock que eso representaba para un
judío del tiempo de los apóstoles, creyente o no creyente? Especialmente para
aquellos que se habían convertido en su edad adulta y se habían sometido a la
rigurosidad del proceso de conversión. Para muchos la determinación de Hechos
15 fue insultante. Más para los judíos que no creían en Yeshua. Era totalmente
revolucionario. ¿Porqué crees que los perseguían para matarlos? La carta de
Gálatas está perfectamente alineada con este pensamiento.

El capítulo tres termina con las siguientes palabras:

Gálatas 3:27-29
27
“porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni
mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si vosotros sois de
Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”

¿Te fijaste? Todos los que han sido bautizados en Cristo, y están revestidos de él,
son linaje de Abraham y herederos según la promesa (aspecto que ya
explicamos). Ya no hay judío ni griego, lo cual era una separación que el judaísmo
hacía, ya sea que fueras judío de nacimiento, o convertido al judaísmo en la edad
adulta, al tener todas las acreditaciones que el sistema te otorgaba, eras
considerado judío, y desde el cautiverio en Babilonia hasta antes de Cristo solo un
judío podía ser considerado linaje de Abraham y con derecho a las promesas
(criterio que prevalece hasta el día de hoy dentro del judaísmo). Pablo está
diciendo ¡Ya no! Ahora para ser considerado linaje de Abraham, y heredero según
la promesa, lo único que necesitas es estar en Cristo, sin necesidad de la ley
judía.
XIII. LA ESCLAVA VS. LA LIBRE

Una vez que hemos entendido que estar “bajo la ley”, significaba buscar un
estatus de justicia según la ley judía, y que Pablo se refiere a esa ley judía como
un ayo o tutor, Gálatas 4 adquiere un sentido distinto al que tradicionalmente se le
da en nuestro cristianismo.

Esta sección y la siguiente tratan con la segunda mitad de la carta (capítulos 4, 5 y


6) de manera expositiva; vamos a ir a través de los versículos, haciendo los
comentarios pertinentes apoyándonos en los criterios que se expusieron en las
secciones anteriores. Una vez que se conocen estos elementos del judaísmo del
primer siglo, la lectura es fluída y bastante comprensible. No es un comentario
verso por verso, sino únicamente de aquellos que están relacionados al tema que
hemos venido tratando.

Gálatas 4:
1
“Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del
esclavo, aunque es señor de todo;
2
sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.
3
Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los
rudimentos del mundo.
(¿Nosotros quienes? ¿Quién está escribiendo? Pablo. ¿Y Pablo qué es? Es judío. Entonces,
¿Nosotros quienes? ¡Los judíos!. Dice que estaban en esclavitud bajo los rudimentos del
mundo. ¿Cuáles eran esos rudimentos del mundo? ¡Las tradiciones y las leyes judías! No la
ley de Moisés, porque Pablo nunca, en ninguna de sus cartas, llama a la Ley de Moisés un
rudimento mundano.)

4
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de
mujer y nacido bajo la ley, (Nuevamente Pablo está usando el tecnicismo rabínico para
referirse a la ley judía. ¿Nació Jesús bajo el sistema judío? ¡Por supuesto!)
5
para que redimiese a los que estaban bajo la ley (a aquellos que ya estaban bajo el
sistema judío), a fin de que recibiésemos la adopción de hijos (es decir, para que
ahora pudieran pasar a ser hijos por la fe en Jesús el Mesías, y no por medio del sistema
judío).
6
Y por cuanto sois hijos (“Y por cuanto ustedes también son hijos”, esa una mejor
traducción del griego. Es decir, ahora se está refiriendo a los Gálatas), Dios envió a
vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: !!Abba, Padre!
7
Así que ya no eres esclavo (ni de tus antiguas costumbres antes de conocer al Mesías,
ni del sistema judío), sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de
Cristo.” (¿Heredero de qué? ¡De la herencia prometida a Abraham!, que el judaísmo
consideraba exclusiva sólo para ellos y para quienes se convertían en judíos).
Es decir, ustedes Gálatas, que no son judíos, sino gentiles que creyeron en el
Mesías, ¡Ya son considerados hijos de Dios por haber creído en Jesucristo! No
busquen dejar de ser gentiles e injertarse a Israel por medio del sistema judío
(poniéndose “bajo la ley”). Ustedes ya han sido injertados a Israel por medio de la
fe en el Mesías, para ser hijos de Dios y guardar sus mandamientos según el
ejemplo de Jesús, y no bajo las tradiciones y mandamientos que el sistema
religioso exige.

8
Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por
naturaleza no son dioses; (Asimilados en culturas y creencias paganas de las naciones
donde nacieron)
9
mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es
que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis
volver a esclavizar? (Si el Padre los sacó de la esclavitud de su mundana manera de vivir,
en las costumbres, creencias y religiones paganas en las que crecieron; y los hizo libres
para ser parte de su pueblo Israel por medio de Jesús el Mesías, ¿Cómo es que ahora
quieren esclavizarse otra vez, pero bajo los débiles y pobres rudimentos de la ley judía? Es
decir, de un sistema ajeno a la Escritura ahora estaban buscando entrar a otro)

Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. 11 Me temo de vosotros, que
10

haya trabajado en vano con vosotros. (¿Días, meses, tiempos y años de la Torá, o de la
tradición judía? Obviamente está hablando de las múltiples festividades y costumbres del
judaísmo que no eran parte de la ley de Dios sino de la ley judía, y que los gentiles estaban
comenzando a guardar como mandamiento)

Dentro del judaísmo hay múltiples días festivos que no están mandados en la
Torá. Ayunos, días santos, festividades y conmemoraciones, etc., que aún sin
haber sido ordenados en la Torá, el sistema judío los había hecho ley y
mandamiento. Algunas de esas tradiciones y costumbres habían sido añadidas a
las festividades que sí estaban ordenadas en la Torá, de modo que se habían
convertido en la forma válida de guardar las fiestas del Señor. Es decir, si no
guardabas las fiestas ordenadas por Dios conforme a la ley judía, entonces tu
obediencia no contaba.

Es importante aclarar que este comentario de ninguna manera debe entenderse


como un desprecio por la tradición judía de nuestra parte. Tenemos la convicción
de que todo el combo de tradiciones y costumbres judías, si bien no son
mandamiento y nadie está obligado por la Torá a guardarlas, sí son una fuente de
recursos que gran aprendizaje, y que muchas de ellas pueden aportar a
enriquecer nuestro entendimiento de la Torá.

Aquí algunos links de páginas oficiales judías donde puedes tener más
información sobre las festividades:
Jabad
http://www.es.chabad.org/holidays/default_cdo/jewish/holidays.htm

Sefarad Aragón
http://www.sefaradaragon.org/fiestasjudias.htm

My Jewish Learning
http://www.myjewishlearning.com/article/five-year-jewish-holidays-calendar/

Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, porque yo también me hice como
12

vosotros. Ningún agravio me habéis hecho.


Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el
13

evangelio al principio;
y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo,
14

antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.


15
¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy
testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos
para dármelos.
16
¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?
(Al leer estos versículos, del 12 a 16, no es difícil darnos cuenta que Pablo está
recordándoles a las congregaciones de los Gálatas los primeros años cuando él trabajó en
ellas, dándoles de su vida, aún estando enfermo. Y ellos lo recibieron con gran gozo, y él se
regocijó con ellos. El versículo 16 nos deja ver que ya no lo veían igual)

Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de
17

nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos.


¿Quién tenía celo por ellos? Los que se habían introducido en las congregaciones a
enseñar otro evangelio. Y este versículo es muy revelador, porque muestra el espíritu que
motivaba a los judaizantes; el objetivo de ellos no solamente era enseñar en contra del
evangelio, sino desacreditar a Pablo, sacarlo del corazón de los Gálatas, y ganar adeptos
para ellos mismos.)

Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy


18

presente con vosotros.


19
Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea
formado en vosotros, (Es decir, como si de nada hubiera servido todo el trabajo que
Pablo hizo con ellos, y tuviera que volver a comenzar)

quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo
20

en cuanto a vosotros.
21
Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? (Nuevamente
está utilizando la expresión “bajo la ley”, es decir, bajo la ley judía. Luego hace referencia a
la historia de Abraham citada en la Torá, en Génesis 16)
22
Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la
libre. (Sabemos que esos dos hijos fueron Ismael e Isaac)
23
Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.
(Sabemos que Ismael nació como producto de la impaciencia de Abraham y Sara. Esta
historia es un ejemplo de pretender alcanzar las promesas de Dios por medio de el esfuerzo
propio.)

Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene
24

del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. (Momento… ¿A qué
se refiere Pablo con esta alegoría? Dice que estas mujeres son los dos pactos. ¿Cuáles dos
pactos? Ya nos dijo que Agar es uno, el del Monte Sinaí. La pregunta crítica es ¿Se refiere a
la entrega de la Torá? El versículo siguiente da la respuesta)

Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual,


25

pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.


(Aquí nos dice Pablo a qué se refiere con que Agar es el pacto del monte Sinaí: A LA
CONDICIÓN DE LA JERUSALÉN ACTUAL. ¿Cuál es esa condición? ESTÁ EN ESCLAVITUD
JUNTO CON SUS HIJOS. ¿Quién la tiene esclavizada? ¿La Torá? Por supuesto que no. EL
SISTEMA RELIGIOSO DEL JUDAÍSMO BASADO EN LAS TRADICIONES Y MANDAMIENTOS
DE HOMBRES. Ese sistema que se adjudicó a sí mismo la facultad de determinar quien era
salvo y quien no [recuerda que en el judaísmo del primer siglo, ser salvo es sinónimo de
ser parte de Israel. Concepto que los apóstoles también creían como buenos judíos]; ese
sistema que determinaba cómo Israel había de guardar la Torá.
Recuerda, Pablo es consecuente con su mensaje. Si durante todo el capítulo viene diciendo
que el judaísmo de su época es un sistema que produce opresión y esclavitud, y que la fe
en el Mesías [lo cual es creer y obedecer a la Torá conforme a la interpretación de Jesús] es
lo que produce libertad, ¡no va a terminar el capítulo contradiciéndose a sí mismo y dejando
a su audiencia confundida!
Jesús también se expresó la condición de Jerusalén en Lucas 13:34:
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!
¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y
no quisiste!”
Una advertencia: No caigamos en el error de creer que porque Jesús y Pablo mencionan a
Jerusalén en este sentido negativo, están señalando a cada habitante en particular de la
ciudad durante su tiempo. No permitamos que ese error nos lleve a ideas antisemitas
basadas en la idea equivocada de que Dios maldijo y rechazó a los judíos. Seamos
consecuentes con lo que Pablo viene diciendo y entendamos que está hablando del
sistema religioso corrompido que reinaba en Jerusalén)

26
Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. (¿Libre
de que? ¡De la esclavitud de cualquier sistema de hombres! Para obedecer a Dios en la
libertad que el Mesías nos vino a dar)

Porque está escrito:


27

Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;


Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;
Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.
28
Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.
28
Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. (Sin la
necesidad de ganarnos el derecho de hijos por medios humanos)

Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había
29

nacido según el Espíritu, así también ahora. (El sistema judío que no creyó en el
Mesías persiguió a quienes sí creyeron)

Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no


30

heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.


31
De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

XIV. EXHORTACIÓN A VIVIR EN LIBERTAD

Gálatas 5:
1
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra
vez sujetos al yugo de esclavitud. (Al tener en cuenta lo que hemos compartido a lo
largo de este análisis sobre Gálatas, ¿Cuál era ese yugo de esclavitud al que Pablo se
refiere? Al sistema judío como medio para ser parte de Israel.)
2
He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo.
(Es decir, si se someten al judaísmo que sostiene la idea de que solamente la circuncisión
que ellos hacen es válida para conversión. Importante entender que Pablo no está diciendo
que se puede quebrantar el mandamiento que la Torá da sobre la circuncisión. Como
dijimos anteriormente, Pablo está tomando la fe en el Mesías y la contrapone al sistema
judío en términos de inclusión de gentiles al pueblo de Dios. Para Pablo, si lo haces por
medio del sistema judío, entonces de nada te aprovecha Cristo, pues obviamente Cristo
vino para que ya no tuviéramos que someternos al sistema judío.)
3
Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar
toda la ley. (Si te sometes al sistema judío, estás obligado a guardar toda la ley. ¿Cuál ley?
La ley judía. Es decir, todas las festividades, jurisprudencias, mandamientos y obligaciones
que la ley judía exige.)
4
De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis
caído. (Esta frase es enfática de parte de Pablo para aquellos Gálatas que ya habían sido
convencidos por los judaizantes de someterse al proceso de conversión que manda la ley
judía. Para Pablo, haber hecho eso, era lo mismo que haberse desligado de Cristo.)
5
Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia;
6
porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe
que obra por el amor. (La circuncisión o la incircuncisión, es una expresión idiomática
para referirse a la clasificación que el sistema judío le daba a los conversos y los no
conversos. Para el judaísmo, toda persona que no estuviera convertida por medio de la
circuncisión del rito de Moisés, tenía el estatus de incircunciso. Pablo está diciendo que en
Cristo Jesús, ese estatus no vale nada. No está hablando del mandamiento de la
circuncisión, sino de la clasificación que el judaísmo hacía.)
7
Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?
8
Esta persuasión no procede de aquel que os llama.
9
Un poco de levadura leuda toda la masa.
10
Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas
el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea.
11
Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución
todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz. (Este es un versículo al cual
todos deberíamos poner especial atención. Pablo está diciendo que aún predica la
circuncisión física. ¿Cómo podemos saber que Pablo está hablando en este versículo de la
circuncisión física? Porque la razón por la cual lo perseguían, era porque lo acusaban
falsamente de no predicar la circuncisión física. El problema no era que Pablo no predicara
el mandamiento la circuncisión. El problema era que ya no enseñaba la circuncisión
conforme al sistema judío. Eso es lo que le ocasionaba la persecución. Es muy interesante
que este versículo esté en Gálatas, la carta que todos habíamos creído que hablaba contra
la circuncisión física.)
12
¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! (¿Porqué dice esto Pablo? Porque la
circuncisión que se hacía en los círculos más rigurosos del judaísmo de su tiempo, era
literalmente una mutilación del miembro viril masculino. Para muchos, entre más agresivo
era ese proceso, más digno de respeto era entre los judíos. Algo completamente anti
bíblico en todo sentido.)
13
Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis
la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.
Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti
14

mismo. (Aquí hay que poner atención a lo que este versículo NO dice. No dice que ya no
tienes que guardar la Torá y ahora solo basta con que ames a tu prójimo a tu manera. Pablo
está citando Levítico 19:18. Si lo lees en tu Biblia, ese versículo es la conclusión de toda
una serie de mandamientos que Dios viene dando desde el capítulo dieciocho, acerca de
cómo deben de tratarse los hijos de Israel entre ellos. Lo interesante es que Pablo está
aplicando a los gentiles los mandamientos que Dios da en la Torá para el trato entre los
hijos de Israel. ¿Y porqué Pablo haría eso? Porque para Pablo, un gentil que ha creído en el
Mesías, ha sido injertado a Israel, por lo tanto, HA DEJADO DE SER GENTIL.)

Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os


15

consumáis unos a otros.


XV. LA VIDA EN EL ESPÍRITU
16
Digo, pues: Andad en el Espíritu (gobernados por el Espíritu Santo que nos empodera
para obedecer la ley de Dios),y no satisfagáis los deseos de la carne.
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la
17

carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
Pero si sois guiados por el Espíritu (el cual escribe la Torá en nuestros corazones, de
18

acuerdo a Jeremías 31:31-33), no estáis bajo la ley” (bajo el sistema judío).

Y manifiestas son las obras de la carne (que no se sujetan a la ley de Dios según
19

Romanos 8:7), que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,


idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
20

herejías,
21
envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de
las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios.
Mas el fruto del Espíritu (lo que el Espíritu Santo produce en nosotros cuando
22

obedecemos los mandamientos según el corazón del Padre) es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe,
23
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
24
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
25
Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a
26

otros.

XVI. LA LEY DE CRISTO

Gálatas 6

“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois


1

espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo,


no sea que tú también seas tentado.
2
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.
(Es importante aclarar este punto también, ya que mucha gente se confunde pensando que
Pablo se está refiriendo a otra ley distinta a la Torá.
El término “la ley de Cristo” aparece solo dos veces en el Nuevo Testamento: aquí en
Gálatas y en 1 Corintios 9:21.
Sin embargo, esta dos únicas citas han sido suficientes para crear una doctrina sostenida
en la idea de que Jesús vino a darle fin a la ley de Moisés, caducándola y reemplazándola
por una nueva ley: la del amor, la paz y la libertad, fuera de la Torá.

Pero es importante no perder de vista, que la frase de “la ley de Cristo” es lo mismo que
decir “LA TORÁ DEL MESÍAS”, y este es un concepto que se desarrolló desde los tiempos
del profeta Isaías, antes de incluso Judá fuera llevada cautiva a Babilonia. Isaías escribió
acerca del Mesías diciendo:

Isaías 42:4
“[El Mesías] No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y LAS
COSTAS ESPERARÁN SU TORÁ".

Todo judío entendido en las Escrituras entendía que este concepto no tiene que ver con
Jesús viniendo a anular la ley de Moisés. La Torá del Mesías es precisamente lo opuesto: la
enseñanza y la impartición de la ley de Dios, por parte del Mesías a Israel y a todas las
naciones, las cuales la están esperando con gran expectación. Pablo, como un embajador
del Mesías a las naciones usó el término “la ley de Cristo” siempre en ese sentido. ¿Y cómo
alguien comienza a modelar esa ley de Cristo? Sobrellevando las cargas de los otros.)

12
Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a que os
circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo.
13
Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que
vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne. (Estos dos versículos, ya
casi al final de la carta, terminan siendo una clara conclusión de lo que Pablo ha venido
diciendo: El problema no era el mandamiento de la circuncisión conforme a la Torá; el
problema era la circuncisión OBLIGADA como requisito del sistema judío. El versículo trece
aclara que ni siquiera ellos mismos guardaban la Torá, y que su motivación al obligar a los
gentiles a circuncidarse era para una gloria meramente carnal; cosa que es opuesta a la
Torá, pues en la Torá, la gloria de la circuncisión se la lleva Dios, no el hombre.)

Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
14

quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.


Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una
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nueva creación. (Ya explicamos estas expresiones idiomáticas en el versículo 6 del


capítulo 5.)
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Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y
al Israel de Dios.
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De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo
las marcas del Señor Jesús.

Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.


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Amén.”

Espero que este documento te sea de utilidad y pueda aportar algo a tu vida para
un mayor entendimiento de la Palabra de Dios. Bendiciones!

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