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LOS COLORES DE LA DEMOCRACIA

El mundo variopinto contiene en su interior humanos de colores. Todos y cada uno de


ellos posee una tonalidad distinta a su vecino y aunque pueden llegar a ser similares, nunca
llegan a ser iguales. Les gusta combinarse, saborearse, entremezclarse y embellecerse porque
siempre buscan descubrir colores nuevos, cada vez más exóticos, cada vez más raros y cada vez
más llamativos.

El negro es solitario, opaca a cualquier vecino que se le acerque. No le gusta combinarse,


no le gusta saborear a otros, no le gusta entremezclarse y tampoco le gusta embellecerse. Él solo
quiere ser el color negro, el color tradicional, el color conservador. No admite a sus diferentes.
Por mucho y acepta las tonalidades grises que caen casi siempre en la misma escala de oscuridad
que él. Rechaza el amarillo por ser muy brillante; el rojo por ser muy escandaloso; el verde por
no ser realista; el blanco porque es muy hippie; el azul porque no le gustan los nuevos cauces que
construye el mar. En fin, no quiere codearse con aquellos que son diferentes, que piensan distinto
a él o que actúan de manera contraria a él.

La democracia por el contrario es la madre de la diferencia mientras que la indiferencia


es su hija bastarda. Acoge a todo lo raro, es decir, a todo lo que piensa por sí mismo. Los colores
de la democracia no se superponen unos a otros, sino que ayudan a que cada color tenga su
viveza, su personalidad y su pensamiento crítico. Claro, así como se piratean las películas, la
música, el arte, los libros, etc. También se piratea la democracia. Se vende como una ideología
fortuita y necesaria que posibilita mantener viva la riqueza tonal de los colores derivados de los
primarios. Pero esto no es más que una gran mentira, los colores primarios son tres y la revuelta
colorida son miles. Entonces no hay color primario que se mantenga intacto debido a la
mescolanza de todos los colores que posibilitan la convivencia armónica de todo un conjunto de
tonalidades. Son colores primarios los que proponen la democracia, pero son sus derivados,
múltiples derivados, los que acogen y ponen en función la democracia. Porque por más puro que
sea el color primario siempre puede ser salpicado por un río de colores buscando también ser
llamativos para los demás.

Los colores de la democracia son vómito de unicornios, es decir, bello porque es vari
color, pero lleva en sí un olor insoportable que se expresa como el querer descabezar a todo lo
disímil que se le pase por enfrente. Por lo tanto, hay que combinarnos unos con otros, ya es hora
de que seamos una democracia variopinta.

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