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15/4/2020 La Parábola de Lázaro y el Hombre Rico

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La Parábola de Lázaro y el Hombre Rico


1 Una de las parábolas de Jesús, que narra el destino de un pobre llamado Lázaro y de un hombre rico,
ha sido y es objeto de controversia. Muchos consideran su relato cómo una descripción realista del
proceso que acontece tras la muerte y por otro lado, hay quienes sospechan que por sus características,
se debe a una posterior interpolación en el texto. Un cuidadoso examen revela sin embargo, su íntima
relación con las otras cuatro parábolas que Jesús expone en aquella ocasión, registradas en los
capítulos 15º y 16º del evangelio de Lucas, porque todas ellas, la de la oveja perdida, la de la moneda
extraviada, la del hijo pródigo, la del administrador infiel y la de Lázaro, constituyen una serie de
ejemplos cuya finalidad no es la de establecer doctrinas, si no la de hacer razonar con respecto a la
enseñanza moral que encierran. Jesús las emplea para ilustrar con sencillez importantes principios
morales, a partir de las costumbres cotidianas y de las creencias populares de su día, una
modalidad que le permite llegar al corazón de su auditorio.

2 En realidad, este conjunto de parábolas están especialmente dirigidos a un determinado grupo de


personas, los fariseos y los escribas, considerados cómo pastores y maestros del pueblo “por poseer
mediante la Ley, las bases del conocimiento y de la verdad”, (Romanos 2:20) por esto Lucas las
introduce con estas palabras: “… todos los publícanos y los pecadores se acercaban a él (Jesús) para
oírle, pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: ‘Este acoge a los pecadores y come
con ellos’ …” (Lucas 15:1..3) Entonces Jesús responde a su murmuración con parábolas o
ilustraciones, cómo era su costumbre.

3 Las tres primeras hablan de un pastor que teniendo 100 ovejas, pierde una y deja a las otras 99, para
ir a recuperarla; de una mujer que extravía una moneda y no para de buscarla hasta hallarla, y también
de un hijo que abandona la casa de su padre y dilapida su herencia, para volver más tarde arrepentido, a
su lado. Es evidente que estas parábolas no se refieren en realidad a corderos, monedas o herencias
literales, si no que están destinadas a mostrar cuan importantes son para Dios cada uno de sus hijos y
cuanto agrado hay en los cielos cuando uno que se ha alejado, vuelve de nuevo a él.
Tampoco la cuarta puede tomarse literalmente y pretender que Jesús ensalza la conducta desleal del
administrador que roba a su señor; pero la historia le permite hacer una comparación entre el
discernimiento mostrado por aquel hombre para conseguir los dones que le aseguraban la vida, y el
discernimiento que los hijos de la luz deben mostrar para conseguir el don de Dios que les
asegura la vida eterna, y al final del relato, Jesús da esta advertencia: “El que es fiel en lo mínimo, lo
es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Y si no habéis
sido fieles en cuanto al Dinero injusto ¿Quién os confiará lo verdadero? Pues si no fuisteis fieles con
lo ajeno ¿Quién os dará lo vuestro?” (Lucas 16:10..12)

4 Después declara: “‘Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al
otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero’.” Sin
embargo, “los fariseos, que eran amigos del dinero, oían todas estas cosas y se burlaban de él.
Entonces les dijo: ‘Vosotros sois los que os la dais de justos delante de los hombres, pero Dios
conoce vuestros corazones, y lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios’.”
(Lucas 16:13..15) Y continúa diciendo: “La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza
a anunciarse la Buena Nueva del Reino de Dios y todos se esfuerzan por entrar en él”. (Lucas
16:16) Así les informa de que, con la manifestación del prometido Mesías, está para acontecer un
cambio importante, porque se dará “…a conocer el modo en que Dios concede la justificación que la
Ley y los Profetas declaran, aquella que Dios concede mediante la fe en Cristo, y que está al alcance de
todos los que tienen fe, sin distinciones. Pues cómo todos han pecado y están privados de la
gloria de Dios, todos son justificados gratuitamente, gracias a su generoso don: la redención
mediante Jesús Cristo…” (Romanos 3:21..25)

5 Ellos iban a dejar de ser privilegiados; a partir de entonces, cada persona tendría que esforzarse en
buscar el Reino de Dios, para obtener el don de la justificación que ninguno había podido alcanzar
mediante la Ley entregada a Moisés; sin embargo Jesús declara que “es más fácil que el cielo y la
tierra pasen, que no que caiga un ápice de la Ley”, (Lucas 16:17) porque el objetivo y las
declaraciones proféticas que se encuentran en la Ley, estaban a punto de realizarse plena e
íntegramente. La Ley que había tutelado a Israel hasta el momento establecido por Dios para la llegada

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del Mesías y había creado las bases que ponían al alcance del pueblo, la justificación y la vida; había
pues cumplido su propósito, y en armonía con esto, el apóstol Pablo expresa la situación en la que poco
después, todos ellos se encontrarían; dice: “… ¿Estamos nosotros todavía en una situación
privilegiada? Ya no, puesto que hemos dicho que todos, judíos y griegos, están bajo el pecado …
Entonces ¿Tenéis todavía algún motivo para jactaros? ¡Ha quedado eliminado! ¿Por que ley? ¿Por
la Ley de las obras? ¡No! Por la ley de la fe, pues nosotros afirmamos que el hombre es justificado
mediante la fe, sin las obras de la Ley … ¿Abolimos entonces la Ley mediante la fe? No, por el
contrario la confirmamos”. (Romanos 3:9; 27..28; 31)

6 Después de declarar: “lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios” y de
confirmar la validez del espíritu y el propósito de la Ley, Jesús dice: “Todo el que repudia a su mujer y
se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete
adulterio”. (Lucas 16:18) Con esto introduce plenamente el tema de fondo de la quinta parábola, pues
aunque podría parecer que este versículo está simplemente intercalado en el texto y no guarda relación
con el tema tratado, no es así en absoluto. Jesús cita la Ley, aún vigente, y se refiere alegóricamente al
adulterio espiritual, puesto que los fariseos, a pesar de considerarse y ser considerados justos, y
de estar unidos a Dios por el Pacto de la Ley, eran adúlteros, y no solamente por su gran amor al
dinero, también por el hecho de haber asimilado a la revelación recibida a través de Moisés y los
profetas, conceptos de origen netamente pagano, que si bien resultaban estimables en todas las
naciones y especialmente, en las vinculadas a la filosofía derivada del platonismo, resultaban en realidad
abominables para Dios.

7 Verdaderamente, Dios considera adúlteros a los que alejándose de la enseñanza pura, van tras
las cosas amadas en la tradición del mundo; por esta razón llamaba Jesús adúlteros a los fariseos que
se burlaban de él y de sus palabras, diciendo: “… quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta
generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la
gloria de su Padre con los santos ángeles.” (Marcos 8:30)
Tanto el hecho de que Jesús reprochase repetidamente a los fariseos su adulterio espiritual, cómo la
declaración de la introducción su quinta parábola, revelan el verdadero sentido del relato; por esto es
interesante conocer con más precisión las cosas que los fariseos pensaban y creían con respecto a lo
que ocurría tras la muerte y hallamos sus creencias, con algunas variaciones, en el llamado ‘Libro de
Enoch’ y en los escritos del historiador judío Josefo Flavio.

8 En el Libro de los Secretos de Enoch, en los capítulos 8º, 9º y 10º, leemos:


“El Paraíso está custodiado por ángeles luminosísimos, que con voz incesante, con un dulce canto,
sirven a Dios todos los días. Yo dije: ‘¡Cuan placentero es este lugar!’ y los ángeles me respondieron:
‘Este lugar, Enoch, está preparado para los justos que sufren en su vida adversidades, que afligen sus
almas, que apartan sus ojos de la injusticia, hacen juicio justo, dan pan a los hambrientos, cubren a los
desnudos con una túnica, levantan al que ha caído, ayudan a los afrentados; los que caminan delante
del rostro del Señor y solo a él sirven. Para ellos ha sido preparado este lugar en eterna herencia…
Aquellos ángeles me alzaron de allí y me levantaron al Septentrión del cielo y allí me mostraron un
lugar muy terrible. En aquel lugar hay cualquier tormento y suplicio, tinieblas y cenizas, y allí no
hay luz, si no un fuego oscuro que continuamente se renueva y un río de fuego que avanza contra
todo este lugar… …prisiones y ángeles malvados y crueles que llevan un arma y atormentan sin
piedad. Dije: ‘¡Cuan terrible es este lugar!’ Los ángeles me respondieron: ‘Este lugar, Enoch, esta
preparado para los impíos que ejecutan sobre la tierra cosas sacrílegas, que practican sortilegios y
encantamientos y se glorían de sus obras, que roban secretamente el alma de los hombres, que ligados
al yugo, lo desatan, que se enriquecen con las propiedades de otros por la injusticia, que han dejado
morir de hambre al hambriento aún pudiendo saciarlo, y aún pudiendo vestirles, han despojado a los
desnudos; que no han reconocido a su creador, si no que han adorado lo vacío, construyéndose
imágenes y adorando una obra de manos. Para todos estos está preparado este lugar en posesión
eterna’”.
Varias copias de este libro perteneciente a la literatura judío-helenista, fueron halladas en las grutas del
Qumram. Tanto los esenios cómo los fariseos consideraban este libro cómo inspirado y hoy en día
forma aún parte de las Escrituras empleadas por la Iglesia Copta Etíope.

9 Extracto del “Discurso a los Griegos en relación al Hades” de Josefo Flavio


“Los justos obtendrán un incorruptible y nunca menguado reino. Estos están ahora confinados en el
Hades, pero no en el mismo lugar donde los injustos están recluidos … mientras están esperando aquel
descanso y la nueva vida eterna en los cielos, que sucederá a esta región. Nosotros llamamos a este
lugar el Seno de Abraham.
… los injustos, son arrastrados a la fuerza a mano izquierda por los ángeles elegidos para el castigo …
estos ángeles están colocados sobre aquellas almas para arrastrarlas hasta las cercanías del mismo
infierno … no se libran del vapor ardiente, pero cuando contemplan de cerca este espectáculo, un visión
terrible y enormemente grande de fuego, son sacudidos por la aterradora perspectiva de un futuro juicio
… y al contemplar el lugar de los padres y de los justos, son también castigados, puesto que un
profundo y grande abismo esta fijado entre ellos, por lo que aún si un justo siente por ellos
compasión, no puede llegarse a ellos ni tampoco podría atravesarlo un injusto”.
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No es sorprendente que Josefo Flavio defienda las creencias del ‘Libro de los Secretos de Enoch’,
porque si bien era sacerdote, él no pertenecía a la secta mayoritariamente constituida por sacerdotes, la
de los saduceos, si no a la de los fariseos, aunque extraoficialmente.

10 Ahora bien, cuando en su parábola, Jesús se refiere a esta creencia tan ajena a los libros de la Ley y
los Profetas ¿Quería tal vez acreditarla cómo verdadera? ¡Absolutamente no! Hemos ya dicho que los
fariseos se consideraban a sí mismos justos y espiritualmente ricos, y decían con desprecio a las gentes
que escuchaban a Jesús: “¿Acaso ha creído en él algún magistrado o algún fariseo? Pero esa
gente que no conoce la Ley son unos malditos.” (Juan 7:48..49) Esta actitud queda bien reflejada
cuando Jesús dice: “… a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola:
Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su
interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy cómo los demás hombres, rapaces,
injustos, adúlteros, ni tampoco cómo este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de
todas mis ganancias.” En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los
ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy
pecador!” Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será
humillado; y el que se humille, será ensalzado.” (Lucas 18:9..14)

11 Siglos antes de la llegada del Mesías, el profeta Isaías había ya anunciado que la finalidad de su
predicación y de su ministerio sería la de anunciar la buena nueva del Reino de Dios a todos los que se
consideraban espiritualmente necesitados; por este motivo, cuando Jesús se presenta en la sinagoga
de Nazaret cómo el Mesías de Israel, lee las palabras de Isaías 61:1..2, y dice: “El Espíritu del Señor
está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a
proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y
proclamar el año de gracia del Señor” (el tiempo del don de Yahúh). (Lucas 4:18..19)
Estos pobres a quienes iba destinada la buena nueva, son aquellos que Jesús identifica diciendo:
“Felices los que buscan lo espiritual, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. (Mateo 5:3) Es
verdad que muchos han vertido este versículo cómo: “Bienaventurados los pobres de espíritu …”, la
palabra griega Ptôkoi, que ellos traducen cómo ‘pobres’, da en realidad a entender uno que mendiga,
uno que pide o busca afanosamente. Jesús se refería pues, a aquellos que mendigaban para su
espíritu, buscando la voluntad y el propósito de Dios, mientras esperaban al anunciado Mesías,
desatendidos y abandonados por aquellos que aún siendo responsables de darles a conocer la Ley y los
Profetas, les despreciaban y les consideraban malditos y pecadores.
El profeta Oseas escribió: “Perece mi pueblo por falta de conocimiento; y ya que tú has rechazado
el conocimiento, yo te rechazaré de mi sacerdocio; pues tú has olvidado la Ley de tu Dios”.
(Oseas 4:6) Sus palabras podían aplicarse perfectamente a los pastores altaneros e infieles del tiempo
de Jesús, pues cómo escribe Marcos: “…los escribas y los Fariseos, viéndole comer con los publicanos
y con los pecadores, dijeron á sus discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos
(recaudadores de impuestos) y con los pecadores. Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen
necesidad de médico, mas los que tienen mal. No he venido á llamar á los justos, sino á los pecadores”.
(Marcos 2:16)

12 Estas cosas nos muestran que en tiempos de Jesús, Israel estaba dividido en dos categorías o clases
bien definidas, la de los considerados espiritualmente ricos y por tanto, justos, y la de los que por su
ignorancia con respecto a la Ley y los Profetas, eran considerados espiritualmente pobres y
pecadores. Diferenciándolas, Jesús se había dirigido a las gentes que le escuchaban, para decirles:
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados”. (Mateo
5:6) “Pero ¡Ay de vosotros, los ricos! porque ya habéis recibido vuestro consuelo ¡Ay de vosotros, los
que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre ¡Ay de los que reís ahora! porque tendréis
aflicción y llanto”. (Lucas 6:25)

13 Eran pues dos clases espirituales bien definidas, los ricos y los pobres; tener esto en cuenta es
importante para poder enfocar el relato de Jesús desde un punto de vista correcto, porque estas dos
clases espirituales se identifican con los dos protagonistas de esta parábola, que por otra parte, no
pretende describir en absoluto lugares y acontecimientos literales:

En primer lugar, por el hecho de que el Seno de Abraham, cómo lugar donde las almas de los
justos acuden tras la muerte, es una idea totalmente desconocida en la Ley, en los Profetas y en
todas las Escrituras del canon reconocido y aceptado cómo inspirado.

En segundo lugar, por el hecho absurdo de que aquellos que están en la sublime y eterna felicidad
del paraíso y aquellos que están inmersos en el fuego y las torturas eternas del hades, puedan,
según se dice, verse, ponerse en contacto y conversar cómo si nada.

En tercer lugar, por el hecho de que se afirma que tanto el pobre cómo el rico van directamente al
paraíso del Seno de Abraham y al infierno ardiente, unos conceptos opuestos a toda la Escritura
canónica hebrea y cristiana, donde se afirma que los muertos duermen hasta ser resucitados en
el Día del Juicio de Dios.
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Estas tres razones deberían bastar, por ser concluyentes, pero pueden también hallarse otras muchas.
Sin embargo, la principal y más importante, es que la atribución de un significado literal a la historia, la
empobrece simplificando y falseando su profundo sentido; mientras que su correcta interpretación
alegórica, la presenta en perfecta armonía con el resto de las Escrituras.

14 Leámosla:
“Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y
uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo
que caía de la mesa del rico; hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió
el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham… Murió también el rico y fue sepultado.
Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su
seno. Y gritando, dijo: “Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la
punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.” Pero Abraham le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él
es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo,
de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde
nosotros.” “Replicó: “Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco
hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento.” Díjole
Abraham: “Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan.” El dijo: “No, padre Abraham; si no que si
alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán.” Le contestó: “Si no escuchan a Moisés y a
los profetas, tampoco se convencerán aunque un muerto resucite”. (Lucas 16:19..31)

15 Preguntémonos ahora qué es lo que el rico hacía para merecer el castigo de un tormento eterno
¿Acaso se dice que sus riquezas eran robadas? ¿Enviaba tal vez a sus servidores a desalojar y
maltratar a los mendigos que esperaban alimentarse con lo que a él le sobraba? No. Solo se dice que
el rico vestía lujosamente y se divertía espléndidamente todos los días; en ningún lugar se dice que
sus diversiones consistiesen en orgías u otras cosas detestables. Y de Lázaro ¿Qué se dice? ¿Que era
un pobre muy ‘bueno’, obediente, humilde y paciente? No. Solo se dice que era pobre y estaba
enfermo. Y es que esta parábola nada tiene que ver con la bondad y la maldad ni con la descripción de
la condición de los muertos; es una lección expresamente dirigida a los fariseos, para revelarles el
destino de las dos clases de personas que había en Israel: la de los considerados ricos y sabios,
y la de los considerados pobres y pecadores. Por esto, después de advertirles de su adulterio
espiritual, Jesús emplea las creencias adúlteras que ellos habían adoptado, y termina su lección
con estas palabras: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque un
muerto resucite”.
Y así ocurrió en realidad, porque poco tiempo después, Jesús resucitó de la muerte a su amigo
Lázaro, el hermano de Marta y de María. Y sin embargo, este milagro que causó sensación y un gran
revuelo entre el pueblo, solo indujo a los guías religiosos judíos, a los que eran ricos y alardeaban de
sabios, a cerrar un acuerdo para matarle, y no solo a él, porque también querían, de ser posible, matar a
Lázaro. Ellos, cómo en la parábola, ni siquiera con la evidencia que la resurrección de un muerto
ofrecía, estaban dispuestos a escuchar a Moisés y a los Profetas.

16 Este es el verdadero sentido del relato de Jesús, que a través de una alegoría, ilustra perfectamente
la enseñanza que él quería transmitir. No es por tanto, el resultado de una interpolación en el texto
original ni pretende tampoco ser testimonio del tormento de un infierno de fuego, que por otra parte
¿Cómo podría estar en armonía con la personalidad del Dios descrita en la Ley y los Profetas? Pues
dice Moisés que mientras contemplaba en el Monte Sinaí la gloria de Yahúh, escuchó esta declaración:
“Yahúh, Yahúh, Dios misericordioso y clemente, tardo para la ira y pródigo en amor y en fidelidad”.
(Éxodo 34:6) Y también el rey David, que era profeta, escribe: “Pero tú, Señor, eres un Dios
misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y veracidad”. (Salmos 86:15)
La condena a una tortura de duración eterna, incluso en el caso del peor de los pecadores, es
absolutamente incompatible con las cualidades que en tantos textos de las Escrituras, se atribuyen a
Dios.

17 El apóstol Juan escribe: “Amados, el amor proviene de Dios, amémonos pues unos a otros. Todo
aquel que ama conoce a Dios y ha sido generado por él, pero el que no ama, tampoco puede conocer a
Dios, porque Dios es amor. Y Dios manifestó el amor que siente por nosotros enviando a su Hijo
unigénito al mundo, para que por medio de él obtuviésemos la vida.” (1Juan 4:7) Dios proporcionó a la
humanidad una redención a través de su Hijo, para poder otorgar a los hombres una vida sin fin, el
castigo por la maldad es no poder alcanzar este don que nos ha concedido y ser merecedor de la muerte
total y permanente, que es el destino reservado para los malvados. Dice el apóstol Pablo que: “… el
salario por el pecado es la muerte, pero el don generoso de Dios mediante Cristo Jesús nuestro
Señor, es la vida eterna”. (Romanos 6:23) Dios pone pues ante el hombre estos dos destinos, pero es
el hombre quien con las decisiones que toma durante su vida, elige el que le corresponderá. Nada tiene
que ver con el propósito de Dios para la humanidad, la idea de un tormento eterno.

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18 La bondad de las promesas de Dios y el mensaje de la salvación mediante la fe en Cristo, son las
consideraciones que deben mover a las personas al arrepentimiento y a la búsqueda de la enseñanza
verdadera, no el miedo a una desproporcionada e irreal exageración de su ira. Él mismo dice a través de
las Escrituras: “Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien fuere”. (Ezequiel 18:32)
¡Cuanto menos entonces en una terrible y eterna tortura! La amenaza de este castigo estimula temor
y sentimientos de culpabilidad, originando efectos negativos, porque nada positivo puede aportar a la
personalidad de quienes creen en su existencia; mientras que la motivación que el amor de Dios
promueve, despierta profundos sentimientos de esperanza, gratitud, altruismo y respeto, que levantan el
ánimo y estimulan a seguir libremente sus mandatos y los buenos ejemplos.

19 En el mundo han llegado a originarse muchas creencias diversas, pero a pesar de lo que las
personas crean, la verdadera expectativa de los hombres es desde el principio, siempre la misma. De
acuerdo con las Escrituras, después de una muerte que es inevitable por ser congénita a la vida que
recibimos de nuestros antepasados, solo existe la esperanza de la resurrección y las dos posibilidades
prometidas en las Escrituras: la vida eterna o la muerte eterna.
El apóstol Pedro nos dice que: “… el SEÑOR no se retrasa en el cumplimiento de su promesa, cómo
piensan algunos, más bien nos muestra su paciencia, porque quiere que todos tengan la oportunidad de
llegar a la conversión, sin que ninguno sea destruido”. (2Pedro 3:9) La voluntad de Dios es por tanto,
que todos alcancen la vida que la redención por él preparada, ha puesto al alcance de la humanidad, y
por este motivo dirige a todos y cada uno de nosotros por medio de Moisés, esta exhortación: “… pongo
ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición, elige pues la vida”. (Deuteronomio 30:19)

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