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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Colección
“Literatura, Pensamiento y Sociedad”
No. 1
Universidad Tecnológica de Pereira
Facultad de Bellas Artes y Humanidades
Escuela de Filosofía
Maestría en Literatura

2007

3
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Primera edición
Pereira, Colombia, 2007
© Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Colección
Literatura, Pensamiento y Sociedad
No. 1

ISBN 958-8272-53-5
La estética de la herejía en
Héctor Escobar Gutiérrez
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Concepto gráfico:
JM Calle

Impresión:
Universidad Tecnológica de Pereira

Impreso en Colombia
Printed in Colombia

4
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

A Christian,
Por su tierna paciencia
en cada minuto robado

5
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Agradecimientos:
Al poeta Héctor Escobar
Gutiérrez, por su apreciada
disponibilidad en los diferen-
tes momentos compartidos y
su gentileza para participar-
nos sus pensamientos y su
obra poética. Asimismo al
profesor César Valencia
Solanilla, por sus aportes
significativos, que hicieron de
este proceso todo un deleite de
la palabra literaria.

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Presentación...................................................................................... 11
Introducción .................................................................................... 17

La Estela del Poeta .......................................................................... 27


1.1. Preludios del despertar ...................................................... 27
1.1.1 Lecturas de la infancia .............................................. 32
1.2 La búsqueda del yo ..............................................................35
1.2.1 La iniciación en la magia .......................................... 37
1.2.2 Las mujeres y el burdel ..............................................47
1.2.3 Prefacio a la producción poética.............................. 50
1.3 El ahora del poeta ................................................................ 54

Poesía y Ocultismo ..........................................................................59


2.1 Magia y conocimiento ........................................................ 63
2.2 La magística del verso ........................................................ 78
2.2.1 Elementos cósmicos recurrentes .............................. 92
2.2.1.1 La noche .................................................................... 93
2.2.1.2 El fuego ......................................................................95
2.2.1.3 La tierra ......................................................................97
2.2.1.3 El aire ...................................................................... 100
2.2.1.4 El agua .................................................................... 103
2.3 Eros, Thánatos y poesía .................................................... 108

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Sobre la Naturaleza del Mal ......................................................... 117


3.1 La estética del mal ..............................................................129
3.2 Transgresión existencial ....................................................141
3.2.1 La cotidianidad liberada ..........................................142
3.2.2 La comunicación y el mal ........................................145

Conclusiones ..................................................................................163

Bibliografía .................................................................................... 169

Anexos . ........................................................................................ 177


Entrevista ....................................................................................177
Selección de Poemas ..................................................................199

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

La obra poética del escritor risaraldense Héctor Escobar


Gutiérrez, a pesar de varios libros publicados y de ser
reconocida relativamente a nivel nacional, no ha sido es-
tudiada con rigor académico hasta el momento, quizás
porque pesa aún mucho el protagonismo biográfico de
su autor como uno de los principales satanistas de Co-
lombia, que en su momento tuvo el calificativo de “el papa
negro” a nivel internacional por la originalidad de sus
avances esotéricos y demonológicos. Para fortuna de la
comunidad intelectual y académica en el país, Orfa Kelita
Vanegas Vásquez ofrece este completo análisis de su obra
poética, en el que se ha tomado como fuente las obras
publicadas -y varios de los libros inéditos a los que la
autora tuvo acceso gracias a la generosidad del autor-, en
un libro de amplias connotaciones en los estudios sobre
la literatura colombiana del momento.

El trabajo está estructurado internamente en tres partes


principales: la primera, representada por lo que podría
llamarse una biografía personal o la construcción del mito
individual, con base en varias entrevistas que concedió
el poeta en el proceso de investigación y que se trascri-
ben como anexo al final; la segunda, el acervo teórico re-
ferente a la metodología de aproximación a los textos li-
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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

terarios que sirven de base para el análisis, en especial


los planteamientos de Jean Cohen, Hugo Friedrich, J.
Mario Valdés, Gaston Bachelard, que facilitan la compren-
sión de la estética subyacente en la obra de Escobar
Gutiérrez; la tercera, los núcleos temáticos estructurantes
de su poética –el Mal, el erotismo, la transgresión- que
son estudiados desde la perspectiva de las teorías de
Georges Bataille, Jules Michelet, Octavio Paz, Bernard
Sichère, Denis Rosenfield, Roger Callois y su relación con
el ocultismo, la brujería, el esoterismo, la numerología, la
cábala, los mitos, conforme los postulados de Eduardo
Azcuy, Harold Bloom, Ioan Culiano, Gerschon Scholem
y Mircea Eliade, entre otros.

En la primera, se presenta un minucioso recorrido por la


saga individual del poeta materia del estudio, en donde
se destaca su pasión por los rituales satánicos y ciertos
pasajes anecdóticos fundamentales en su vida para en-
tender su posición poética y filosófica, estableciendo de
manera clara las relaciones entre la figura social del
satanista y demonólogo con la del poeta y valorando ob-
jetivamente sus aportes literarios, que en muchos casos
se contrarrestan por la imagen del esotérico que ha hecho
del Diablo una religión individual. Para el efecto, se em-
plea la metodología del nuevo periodismo literario.

En la segunda, se aprecia la utilización adecuada de las


fuentes teóricas principales consultadas en el proceso de
investigación: el simbolismo, la ensoñación y la génesis
del lenguaje poético de Gaston Bachelard, los marcado-
res formales de la lírica moderna de Hugo Friedrich, la
interpretación abierta en la hermenéutica literaria de J.
Mario Valdés, la estructura del lenguaje poético de Cohen,
que son herramientas claves para la aproximación analí-
tica que se propone y se logra a plenitud, para establecer
los puentes de unión entre el culto de las formas propio
de Escobar Gutiérrez con los principios estéticos que ar-
ticula en su obra.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

En la tercera, que representa la parte principal del libro,


se abordan los temas que configuran de lo que propia-
mente puede llamarse la “estética de la transgresión”,
integrada por el Mal, el erotismo y la transgresión, que
tienen un peso específico en la poesía del autor, y que se
evidencian como subtemas o elementos constitutivos –
conforme la propuesta de la ensayista- en los numerosos
poemas que reflexionan o revelan posiciones en torno al
pensamiento mítico, el esoterismo, la brujería, y sus va-
riantes escritas y subyacentes en la numerología y la cá-
bala. Es decir, todos aquellos temas en los que la autora
considera que debe rastrearse y estudiarse una actitud
frente al mundo centrada en la herejía, la transgresión, la
búsqueda de los saberes ocultos del poeta risaraldense.

Para ilustrar sus propuestas analíticas, el texto cita diver-


sos poemas que condensan los enunciados, tanto en los
aspectos formales como temáticos, presentando en ellos
una visión integral del autor y la obra estudiados. La en-
trevista y la selección de poemas anexados, hasta ahora
inéditos, son documentos excepcionales que el libro hace
públicos para todo tipo de lectores.

Como puede deducirse, la investigación de Orfa Kelita


Vanegas Vásquez es un libro de ensayos bien logrado y
representa un aporte valioso a los estudios regionales, que
es una de las líneas de investigación de la Maestría en
Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira, en
la medida en que se hace una mirada exhaustiva a una
obra que la crítica literaria en Colombia desconoce, pero
que tiene grandes aciertos estéticos, y que la autora pro-
fundiza a cabalidad.

Como lo sintetiza el título, se trata de una aproximación


a la estética de la transgresión, en especial del Mal y del
erotismo como ejes fundamentales en la obra poética de
Escobar Gutiérrez y donde se confunden, de manera ar-
mónica y singular, la creación verbal y la biografía perso-
nal, en lo que puede representar uno de los casos más
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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

interesantes de la literatura colombiana contemporánea,


en la línea de Porfirio Barba Jacob o Fernando Vallejo.

La Maestría en Literatura de la Universidad Tecnológica


de Pereira saluda de manera efusiva la aparición de esta
opera prima de quien fuera a la vez la primera graduada
de Magister del posgrado y brinda a la comunidad aca-
démica del país un ensayo que representa un paso im-
portante en los estudios literarios de la región, como pue-
de evidenciarse en la correspondencia entre las perspec-
tivas teóricas escogidas, la claridad analítica y el lenguaje
sugestivo en que está escrito.

César Valencia Solanilla


Director Maestría en Literatura
Universidad Tecnológica de Pereira

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Es prácticamente ineludible que el estudio de un escritor


que no pertenece a los círculos intelectuales de la capital,
en una nación como Colombia, y cuya obra es relativa-
mente marginal a los cánones tradicionales, deba estar
precedido por una mínima reflexión respecto de lo que
hasta el momento representa la literatura regional. En el
caso que nos ocupa -que es el de la obra poética del escritor
risaraldense Héctor Escobar Gutiérrez- es preciso constatar
cómo, a pesar de los significativos valores estéticos de
sus libros publicados e inéditos, su marginalidad no es
exclusiva, sino que obedece a un fenómeno general de
casi toda la provincia de nuestro país. Aunque Risaralda,
en su corta historia como departamento, desde el punto
de vista cuantitativo tiene una producción literaria notable,
conforme las recopilaciones bibliográficas de Jaime
Ochoa1 y Cecilia Caicedo2 , la obra de Escobar Gutiérrez
apenas empieza a ser reconocida en suplementos y revistas
especializadas. Sus libros de poemas, publicados con las

1
OCHOA, Jaime. De las tierras del café al mundo de las letras. 4 volúmenes inéditos.
El trabajo de Ochoa es una importante recopilación bibliográfica sobre la literatu-
ra en el Eje Cafetero y la base para trabajos similares.
2
CAICEDO, Cecilia. Patrimonio bibliográfico de Risaralda, Colección Literaria Fon-
do Mixto para la Cultura y las Artes de Risaralda, Vol. 2, Pereira, 1995.

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

condiciones propias del medio, circulan también de


manera limitada, a pesar de haber sido recibidos con
entusiasmo por la escasa crítica especializada de la región.

El investigador Rigoberto Gil Montoya3 , en su estudio


sobre la literatura y la cultura de Pereira y del departa-
mento, se pregunta por las razones de fondo que podrían
explicar este fenómeno, en especial por la falta de diálogo
entre la intelectualidad regional y por la pervivencia de
la crítica impresionista, con la idea de llamar la atención
por una valoración crítica objetiva de los productos
estéticos, en particular del libro literario. La obra poética
de Héctor Escobar Gutiérrez debe enmarcarse dentro de
estas limitantes, que explican ciertos aspectos culturales
regionales.

Cuando Tolstoi expresa que al escribir sobre la aldea se


está reflejando el universo, tal vez se refiere al hecho de
que no cuenta tanto el salirse de las dimensiones geográficas
al momento de crear, sino de saber retomar esa realidad
que se mueve en torno a nosotros y encontrar en ella los
motivos esenciales para recrearla en obras estéticas, buscar
en la cotidianidad la sustancia humana que unifica cada
ser que habita este planeta.

Fernando Cruz Kronfly en su ensayo “La provincia y la


literatura”4 , hace referencia expresa al hecho de ser escritor
de provincia, y declara que a este lo marca una ética muy
especial y es la de cómo se vive y no dónde se vive,
admitiendo así, que el ilustrado cosmopolita puede
nacer y crecer en cualquier sitio del universo.

Cruz Kronfly replantea el nivel otorgado a los textos que se


gestan en la región, dice que la provincia ofrece la diver-

3
GIL, M. Rigoberto. Pereira: Visión caleidoscópica, Instituto de Cultura de Pereira,
Colección de Escritores Pereiranos, Volumen 18, Pereira, 2002.
4
CRUZ KRONFLY, Fernando. “La Provincia y la literatura”, Magazín Dominical,
El Espectador, No. 63, junio 10 de 1983.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

sidad lugareña que también puede enriquecer el pensa-


miento, lo cual genera propuestas estéticas interesantes e
innovadoras. Todo depende de la sagacidad e inteligencia
del creador, de su sensibilidad frente a la realidad que le
rodea y de su interés por conocer la tradición y las
nuevas tendencias literarias. Esto lo sustenta el escritor
vallecaucano al expresar que:

(…) Los grandes de la literatura, muchos de ellos na-


cidos, crecidos, vividos y muertos en lejanas provin-
cias empolvadas, consiguieron, quizás por eso mis-
mo pero también por la hondura de su visión, y sin
necesidad de huir de sí mismos, explorar la pavoro-
sa dimensión de lo humano, sus dramas de todos los
días y de todos los tiempos (...)5

Por tales circunstancias, creemos necesario empezar a


rescatar de la invisibilidad la obra del poeta Héctor Escobar
Gutiérrez, quien cuenta con excelentes libros publicados,
pero que es más renombrado por su inclinación y
práctica de lo demoníaco. Como a nuestro juicio en el caso
de este poeta existe una relación íntima entre lo satánico
y lo poético, el presente estudio pretende explorar los dos
aspectos.

Paradójicamente sobre Héctor Escobar Gutiérrez se


encuentran más escritos referentes a su posición de mago
ocultista que sobre su recorrido lírico, siendo ambas
facetas complemento de su todo esencial. En la red de
Internet se puede hallar una interesante información sobre
el poeta, en particular por su fama como satanista,
puesto que Escobar Gutiérrez recibió hace algunos años
el título de “el papa negro”, difundiéndose más allá de
las fronteras del país. Así mismo, en algunos artículos
publicados en importantes periódicos y revistas colom-
bianas e internacionales y hasta en textos históricos sobre

5
Ibid., p. 16.

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Pereira; fue invitado al I Congreso Mundial de Brujería y


a diversos programas televisivos, donde el testimonio
principal a auscultarle ha sido sobre el ocultismo, dejando
de lado su formación intelectual y poética, no por desme-
recer en su calidad creativa, sino porque su conocimiento
demonológico ha primado más en las mentes de quienes
se le acercan, que el interés por conocer sus poemas.

Teniendo en cuenta el brumoso destino con el que se ha


topado la poética de Héctor Escobar G. al ignorarse gran
parte de ella -aún no ha sido producto de una aproximación
crítica seria-, queremos presentar un estudio lo más
completo posible sobre toda su obra publicada y algunos
libros inéditos a los que hemos tenido acceso gracias a la
colaboración del autor, para mostrar cómo en éstos, desde
su composición formal y contenido temático, se transluce la
relación profunda y comunicante que establece el ser
humano con el universo que le rodea. Al igual se proponen
los textos poéticos como manantial de sentidos al recrear
innumerables connotaciones culturales que trascienden lo
regional, mientras se va corroborando que la identidad del
escritor reside en el cómo vive y no tanto en el dónde vive.

El planteamiento primordial desde el cual se aborda la


poesía de Héctor Escobar G. es la reflexión sobre el
fenómeno del Mal y sus referentes, eje temático central
que estructura su obra completa. Se pretende mostrar la
ideología del autor en cada poema abordado, pero ante
todo revelar una propuesta filosófica fundamentada en
el principio del Mal como potencia capaz de movilizar
de forma significativa la interioridad del ser, hasta lograr
darle un lugar privilegiado dentro del universo que ocupa.
El ser humano es el habitante elegido en la naturaleza para
actuar con cierto nivel de conciencia y libre albedrío sobre
su propio devenir y su relación con lo demás.

Se rastrean en la lírica del autor las diversas manifesta-


ciones consecuentes al ejercicio de la transgresión y su
elemento intrínseco, el Mal, reflexionando así acerca del
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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

erotismo y sus variantes como fuente de placer y de


autoafirmación del yo. Se expone la exaltación de la
demonolatría -producto de la adoración del que se con-
sidera el verdadero dios de la tierra-, y su relación con
la práctica de la magia y del ocultismo en la actualidad.
También se razona sobre la experiencia de la perversión,
de lo establecido social y moralmente como doctrina de
vida en la cotidianidad del poeta y de todo iniciado de
Satán. Se establecen nociones críticas del concepto de libre
albedrío, de muerte y de existencia, que se solazan en cada
línea poética, y se busca comprender cómo la forma
estructural del poema establece una conexión profunda
con el contenido a fin de lograr la totalidad de sentido.

El estudio está divido en tres partes: en el primer capítulo,


a manera de crónica, se pretende dilucidar la situación y
actitud del poeta, a través del tiempo y frente a su sociedad,
sondear en sus años de infancia y adolescencia los
primeros vestigios transgresores, ubicar su posición actual
en el medio que le circunda y visionar su papel en la
conformación de la identidad cultural pereirana.

En el segundo capítulo, se ha recurrido a la obra poética


publicada y parte de la inédita, como vertiente
cognoscitiva de lo mágico y lo esotérico, aspectos que
se entrelazan con la identidad femenina, los elementos
cósmicos, el erotismo y la muerte, haciendo de caminos
canalizadores del conocimiento profundo de la interioridad
del hombre. También se descubre y exalta la composición
estructural lírica clásica como elemento inherente a la
temática y a la ideología del autor.

El tercer capítulo, se centra en el principio del Mal como


sinónimo de transgresión y de libertad. Para la interpre-
tación y sustentación teóricas en esta parte de la
investigación se ha establecido un nexo dialogizante con
conceptos de pensadores reconocidos como Hegel, Kant,
Sichère, Rosenfield, Bataille, entre otros. El permanente
quebrantamiento normativo y moral del poeta frente a la
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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

cotidianidad y producción estética, es fuente de


profundización y estudio que conlleva a significar los
aspectos determinantes de su doctrina poético-
existencialista y liberadora de su trascendencia espiritual.

Para complementar el acercamiento a la obra de Héctor


Escobar G., se proponen como anexo las entrevistas
exclusivas que se realizaron al poeta durante el proceso
de investigación, pues en ellas el lector puede constatar la
idiosincrasia de su pensamiento filosófico y el devenir
existencial que ha ido trazando a través de sus años de
vida.

Como última parte de este libro se publica una selección


de poemas inéditos6, producto de la última etapa actual
del trabajo estético de Héctor Escobar Gutiérrez; en ellos
se constata el crecimiento que ha ido adquiriendo el poeta
con sus años de experiencia y formación intelectual
autodidacta, la riqueza formal, la recurrencia temática de
la transgresión, la exquisitez y maleabilidad del lenguaje
que se revelan en estas nuevas líneas, como soplos dadores
de vida a posteriores estudios literarios.

A través de los núcleos estructurales de la presente inves-


tigación se pretende presentar la obra del lírico pereirano
como un prisma desde el cual se proyectan diversas temáti-
cas que han preocupado al hombre desde sus orígenes; y
realzar su oficio, mostrándolo como un ser auténtico con
una profunda sensibilidad e intelectualidad, un escritor
estudioso de los procesos literarios en todo nivel, conciente
de su proyección y deber cultural en la región cafetera, pues
se asume deudor de las calles y la sociedad pereirana que
le ha permitido directa o indirectamente tallarse como ese
ser extraordinario.

La poesía de Héctor Escobar Gutiérrez se concibe cual


rito supremo de la vitalidad de la palabra, porque como
6
Del libro De los mitos y otros poemas.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

espejo claro e insondable refleja en sus imágenes la


intimidad más secreta del hombre, logrando proferir una
amplia visión de mundo muy cercana a la de los
simbolistas franceses, en el sentido de querer tocar la
fibra más sensible del ser humano en su dimensión
transgresora, hasta despertarlo del letargo en que se halla
inmerso a causa de su rutina y predisposición a lo
normativo. Y es que el poeta sienta su tradición formativa
lírica en autores tan significativos como Quevedo,
Góngora, Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, León de Greiff,
Porfirio Barba Jacob… decantando lo mejor del genio
poético de cada uno de ellos para asirlo y recrearlo en su
lírica con nuevas metáforas y giros del lenguaje que le
son muy propios.

Aunque en la investigación se tiene en cuenta toda la obra


editada del escritor y algunos de sus libros inéditos, la
reflexión se centra en los textos publicados por ser los
más próximos a los lectores. Debido a la variedad temática,
se utilizaron múltiples fuentes relacionadas con el ocul-
tismo, la brujería y el esoterismo –Huxley, Gurdjieff,
Michelet, Azcuy-, la numerología -Hitchcock, Javane-, la
cábala –Bloom, Barnatán, Scholem-, los mitos –Eliade,
Callois-, el Mal –Bataille, Sichère, Rosenfield-, el erotismo
y la transgresión –Bataille, Callois-. De igual manera,
algunos métodos y teorías sobre la composición estética
-Cohen, Friedrich, Valdés, Paz, Bachelard-, lo cual
permitió el planteamiento de reflexiones y aproximaciones
que fortalecieran el marco teórico de la investigación. A
lo largo de este libro estaremos dialogando con estos
referentes teóricos y conceptuales.

Una de las variantes metodológicas del presente trabajo


representa la no sujeción exclusiva a ninguna de la
fuentes teóricos bibliográficas –que de todas formas
constituyen un apoyo eficaz para nuestra aproximación
analítica-, sino a la interrelación entre dos géneros
narrativos: la crónica y la reflexión crítica literaria, fusión
que se acerca al “reportaje personal” utilizado por los
cronistas y el periodismo moderno. El propósito se basa
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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

en que el reportaje personal permanece fiel a los hechos


reales, mientras su narración se despliega a través de unas
líneas que lindan con lo literario por su lenguaje estético,
decantado y metafórico.

En busca de la objetividad, el reportaje personal se perfila


al compás de unas reglas tales como: la inmersión, aspecto
que delimita el tiempo dedicado a la investigación y
seguimiento de los hechos; la estructura, la distribución
y el orden del contenido del relato, en la que se dilucidan
los recursos literarios; la exactitud, que obedece a la
veracidad al contar lo explorado; la voz, que sugiere el
estilo personal de expresar lo sucedido –el narrador-; la
responsabilidad, que se basa en la proyección de los
hechos que hace el periodista, teniendo en cuenta la
repercusión de estos en la comunidad7.

Esta expresión escrita se manifiesta en los periodistas


literarios norteamericanos Sara Davidson, Mark Singer,
Tracy Kidder, Richard West, entre otros, quienes han sido
los continuadores del “nuevo periodismo” iniciado a
mediados de los años sesenta, el cual busca contar las
historias cotidianas que envuelven a las personas
comunes y corrientes, por ser ellas las que hacen posible el
fortalecimiento de la cultura a la que pertenecen. Al
periodista literario le interesa ante todo poder penetrar
en ese mundo cotidiano, comprenderlo y proyectarlo
como componente primordial que define lo cultural, y
simultáneamente dar sentido a su oficio de escritor.

Nuestra intención metodológica al retomar aspectos del re-


portaje personal, colindante con la crónica, ha sido enrique-
cer el campo de comprensión y estudio de la obra poética
de Héctor Escobar G.; al contar con sus aportes personales,
se ha podido tender una red comunicante entre su vida co-
tidiana, su producción estética y el medio que le circunda.

7
SIMS, Norman. Los periodistas literarios o el arte del reportaje personal, El Áncora
Editores, Santafé de Bogotá, 1996, p. 11-40.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

La inmersión en la cotidianidad del poeta develó la


conexión intrínseca que establece con su lírica y por ello en
la cercanía que establecimos se observó cómo su poesía es
el registro escrito de su acaecer y filosofía existencial. Las
entrevistas y momentos compartidos nos fueron mostrando
a un ser con intereses individuales muy comunes a los
de cualquier humano, pero asimismo se constataba en sus
ideas unos trazos que le daban autenticidad a su personali-
dad, su afán de perpetuarse como escritor, de hacer parte
del legado cultural pereirano, de ser recordado no sólo
como uno de los fundadores del culto al diablo en la
región, también como el “poeta maldito” que ha trabajado
incesantemente toda su vida por mantener la tradición
de las formas poéticas clásicas (el soneto, la balada), hasta
aportar un nuevo estilo compaginado con sus diseños
mágicos y cabalísticos.

Con tales características estimamos que hemos logrado


hacer una investigación confiable y seria que partiendo
de la obra lleve al autor y de este a la obra, en una
interacción dialéctica entre obra, autor y lector; re-
presentando a la vez un reconocimiento académico a una
producción literaria que debe ser valorada desde sus múlti-
ples perspectivas. Procuramos igualmente hacer un aporte
a las aproximaciones críticas sobre la literatura regional
e ir despejando el accidentado camino que ha detenido la
proyección estética y crítica de valiosas obras hacia el
interés intelectual que se vive más allá de los exclusivos
límites regionales.

Creemos, entonces, que el compromiso ha sido rescatar y


dar mérito a la que consideramos una formidable obra
estética de nuestro entorno cultural, escrita a través de
más de treinta años con pasión y solidez intelectual por
un ser humano excepcional que indaga y nos acerca a la
muerte y sus fantamas, pero también exalta la vida y sus
placeres.

25
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

El trayecto existencial del poeta Héctor Escobar Gutiérrez


ha demarcado sustancialmente la composición y el desarrollo
de su obra poética, lo que nos ha motivado a retroceder en
el tiempo hasta encontrar los primeros indicios significativos
que empezaron a perfilar su vida actual.

Gracias a la disposición del escritor en las entrevistas


realizadas, se puede presentar un recorrido biográfico
confiable por cada una de las etapas más reveladoras en
su estructuración de ocultista y de poeta. A través de las
experiencias que en este capítulo se narran, nos hacemos
partícipes de la existencia de un ser original que desde su
temprana edad mostró inclinaciones por hacer de cada
paso dado una pieza fundamental y única del acertijo que
define su humanidad.

1.1 Preludios del despertar

Muchas de las vivencias que se generan en la etapa de la


niñez delimitan, de cierta manera, la conducta y la perso-
nalidad de un individuo en su vida adulta. Cuando una
persona realiza una introspección sobre su acaecer, es casi
una constante que en ella se remita hacia su infancia y
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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

encuentre perdidos entre los resquicios de la memoria, vesti-


gios indicativos de lo que es su mundo individual, su ahora.

Héctor Escobar Gutiérrez, al comentar sobre las posibles


acciones infantiles que demarcaron su vida, retorna al
pasado para recrear una de las anécdotas más decisivas
en la consolidación de su personalidad satánico-ocultista;
se refiere así al percance del que fue objeto en la realización
de su primera comunión. Expresa con vehemencia que
desde tal situación rompió sus lazos con Dios, pues se
sintió rechazado por Él, lo que generó en su tierna alma
un desapego a la ley divina y una voluntad acendrada a
transgredir todo lo que en ella está escrito.

Su voz invoca los días de la segunda infancia, fluyen de


sus labios las pícaras palabras al describirse como un niño
común y corriente, como todos los niños, yendo y viniendo
casi de manera inconsciente dentro de las normas y
cotidianidades que rigen un hogar cristiano y conserva-
dor católico.

A la edad de los ocho años, por incitación de sus padres


y profesores, el poeta se preparó para recibir su primera
comunión, por lo que su madre lo inscribió en los cursos
preparatorios que estaba dirigiendo el colegio La Salle, lo
que representó una gran expectativa para el niño al iniciar
un nuevo camino. Después de varios meses de estudios
sacramentales, de pasar por todas las pruebas e indi-
caciones de los Hermanos Maristas y de creer en la ilu-
sión de la comunión cristiana, el día esperado de la con-
sagración al fin llegó.

Cuenta que se sintió feliz, y con toda su energía se dispuso


por primera vez a recibir a Dios, pero a veces las cosas
no son como se desean y la felicidad embriagadora del
niño Héctor fue sólo pasajera; así lo dibuja su recuerdo:

(…) Nos llevaron a hacer la primera comunión en el cole-


gio de los Hermanos Maristas de la Salle que quedaba en
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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

el parque Olaya Herrera; allí todos santificados en Dios,


en la Virgen y en todos los Santos, me sentía un poco
tocado por el Espíritu Divino. Entonces se inició el ritual,
se dio la misa y todos lo concerniente a ella, luego nos dijeron:
váyanse para sus casas donde sus papás, que ustedes ya
son hijos de Dios y de Cristo porque han hecho la primera
comunión.

Yo salí con la velita, muy inspirado, con el gallardete en la


manga de la camisa, feliz, feliz, salí corriendo para donde
mis papás a darles la noticia de que ya había hecho mi
primera comunión, que sentía esa deliciosa sensación
interna de la posesión divina. Y para acortar camino me
fui por el barrio Mejía Robledo, caminando casi en éxtasis
con el cirio en la mano, muy emocionado. Pero, al pasar
por enfrente de una casa, me sucedió algo inesperado.

En ese tiempo los pisos eran de madera, y los lavaban


con cepillo, luego eran trapeados y recogían una agua
negra que echaban en un balde al escurrir el trapero,
era como lodo, suciedad del piso. Yo venía pasando por
el frente de esa casa, y preciso en ese momento la señora
que limpiaba votó el balde de agua empantanada hacia
la calle y toda esa agua lodosa se me vino encima, me
quebró el cirio, me manchó el vestido, se me cayeron
todos los adornos eclesiásticos, del pelo me escurría esa
agua sucia. Yo quedé estupefacto, sollozando, mi vesti-
dito blanco en puro pantano.

Esa experiencia brutal despertó una profunda crisis interna


y me dije: Dios no está conmigo, fue uno de esos puntos
cruciales donde me repetía: no tengo ángel de la guarda,
Dios no me guía. No, mi destino definitivamente es ser un
ángel negro, Dios no me quiere y yo haré lo mismo con
él(…)1

1
Entrevista realizada al autor por Orfa Kelita Vanegas V. el 16 de octubre de 2004.
Todas las citas referentes a este capítulo proceden de esta entrevista.

29
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Esta significativa anécdota es analizada hoy por el escritor


como un precoz llamado de su único dios, como un
antecedente simbólico del destino que debía cumplir,
desde allí demarca y justifica su iniciación en los planos
ocultos del satanismo.

Una de las conductas infantiles de todo niño en crecimiento


es la curiosidad que se despierta en su interior por
conocer su sexualidad y la del sexo opuesto, y por ello
establece juegos de acercamiento sexual y busca expe-
riencias junto a sus compañeros. El desarrollo de esta
etapa lógicamente formó parte de la infancia de Héctor
Escobar G.; su memoria se remonta a los cinco años en el
viejo patio de la casa de su niñez, espacio cómplice de mu-
chas de sus pillerías infantiles. Allí está él, con mirada
curiosa junto a un grupo de amiguitos cercanos a su edad,
escuchando a uno de ellos hablar en susurro sobre sexo,
este les dice con risita maliciosa que les va a enseñar a
fornicar, y para ello deben ponerse unos tarros metáli-
cos2 sobre el sexo, luego acercarse entre sí y golpearlos
muy fuerte. Entre carcajadas el poeta comenta: claro, eso
sonaba durísimo y en la inocencia de mi niñez creía que
aquello era hacer el amor, me sentía muy animado.

Un poco más grande y con otras amistades, se metían en


un sótano debajo del piso de una casa donde internaban
mujeres jóvenes que tenían dificultades comportamentales
con sus familias. El piso de aquella casa era de madera, y
entre tabla y tabla, por las ranuras, brillaban desde
abajo los ojos curiosos de los visitantes escondidos; y las
chicas, que no eran ajenas a aquellas travesuras, y al igual
andaban con la locura del sexo, se paraban estratégicamente
abriendo las piernas para mostrar los calzones. Pero una
vez la hazaña tuvo un final un poco trágico, pues la
instructora se dio cuenta, y preciso cuando ellos estaban
pegados al dorso del piso con la mirada atónita, intem-
pestivamente sintieron sobre sí recorrer el agua hirviendo

2
Recipientes donde anteriormente se guardaban pinturas o comestibles.

30
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

que salía como cascada de la olla que sostenía las manos


de la profesora; de milagro no quedamos ciegos, pronuncia
con jocosidad el escritor.

Pero la experiencia definitiva para el desarrollo de la vida


sexual de Héctor Escobar fue a la edad de los 14 años.
Cierta picardía sensual se apodera de sus ojos al comentar
que si no hubiese conocido aquella mujer que lo inició
en las lides amatorias, tal vez nunca habría aprendido
a explorar y a gozar de la plenitud que el erotismo ofrece.
Habla de su primera amante como la Maestra, quien
proyectó desde sus caricias y su instinto femenino, la
imagen de mujer ideal que siempre quiso tener a su lado.
Así lo comparte:

(…) A los 14 o 15 años aun era virgo, y conocí una prosti-


tuta dueña de un burdelito, mujer que nunca olvidaré, se
llamaba Dolly, Dolly Bolívar, tenía más o menos 35 o 36
años, y su predilección era desvirgar muchachos. Allí
llegué por recomendación de uno de los amigos mayores de
la barrita con la cual yo mantenía; apenas esta señora me
vio, le brilló el ojo y me llevó a su cuarto. Era una maestra,
ella me enseño y me educó en todo ese campo sexual, aquella
dama me trataba con un sentido de maternidad absoluta-
mente desconcertante. Me enseñaba cómo pensaban las
mujeres, cómo tratarlas, inclusive, recuerdo una frase que
siempre me repetía: “vea mijito, comprenda esto que le voy
a decir, mozo que no le pegue a uno, no lo quiere”… y por
cierto, ahora que reflexiono sobre ella, creo que mis manías
un poco sádico-juguetonas se generan de allí (...)

Sus palabras van dibujando cada imagen evocada de


aquella memorable época; él llegaba a aquel burdel, su
amante salía toda alborozada diciéndole a sus muchachas:
llegó mi mocito, llegó mi mocito, lo llevaba a una piecita que
quedaba al fondo del pasillo, y allí, en ese sencillo lugar,
se solazaba entre cada pliegue de su cuerpo. Explica que
Dolly casi nunca lo invitaba a su propio cuarto por-
que ella tenía un marido fortachón y belicoso que era
31
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

quien la mantenía, entonces para evitar problemas prefería


buscar la complicidad de aquel rinconcito del fondo y de
las mentiras de sus muchachas, pues cuando el otro
llegaba ellas la negaban y éste se tomaba unos aguardientes
para luego meterse al cuarto principal a esperarla.

El poeta afirma que Dolly Bolívar fue la mujer que


demarcó en forma definitiva su vida sexual, argumenta
que parte de toda la malicia que él tiene fue generada en
los brazos de aquella señora, dice haber perdido el nom-
bre de muchas mujeres, pero el de ella jamás lo olvidó
porque fue su verdadera Maestra.

1.1.1 Lecturas de la infancia


Cuando Héctor Escobar G. rememora su primer acerca-
miento a los libros, se observa a la edad de siete u ocho
años. El pequeño cursaba tercer grado de primaria, era
un estudiante descuidado, díscolo, bastante desubicado
y sin interés de obedecer las normas que allí se le imponían;
le fastidiaba la escuela, la sentía como una cárcel y al esti-
lo de Juan José Arreola3 se reveló contra ella, se volvió
autodidacta y buscó otros espacios más divertidos y
menos estresantes para educarse. Actualmente agradece
esa aversión inicial de internarse al ámbito formal educativo,
pues sólo por ello puede sentirse hoy realizado en lo que
es, un ser libre de las ataduras convencionales que dicta
el sistema social.
(…) Me fue difícil estudiar, nunca entendía para qué me
servían las lecciones escolares, no entendía nada, me
aburría enormemente. Para mi era terrible entrar a clases
y cumplir con lo pedido. Ahora que lo analizo, era el esta-
do mismo de la pedagogía de esa época, un poco inconexa
con lo que realmente me interesaba, entonces no pude ajus-
tarme a ese tipo de academia y sólo cursé hasta tercer gra-
do de primaria (…)
3
DEL PASO, Fernando. Memoria y olvido. Vida de Juan José Arreola, Fondo de Cul-
tura Económica, México, 2003.

32
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

El esteta pereirano al no asistir formalmente a una


escuela, tampoco aprendió a leer en las cartillas modelos
que enseñan las primeras letras, él en lugar de pasar a un
salón de clase, entraba a la sala de la casa vecina en la que
le prestaban sus textos iniciales de lectura: las revistas
ilustradas y cómics o “cuentos” como entonces se les llamaba,
con sus historias fantasiosas y realidades inverosímiles.
Con buen entusiasmo expresa que esta forma tan particular
de abordar las grafías preliminares, fue más formativo
que si lo hubiese hecho bajo la tutoría de una maestra, pues
cree que desde este primer paso, su existir tomó el rumbo
que ahora está recorriendo.

Sus primeras lecturas son promotoras del espíritu enig-


mático y aventurero que a lo largo de su vida le ha poseído,
pues Escobar Gutiérrez aprendió a leer y a escribir en los
cómics y fotonovelas de aquella época. Sus cuatro perso-
najes fundamentales –y por siempre recordados- que
influenciaron con notoriedad sus sueños de vida, tanto
en su niñez como en su juventud, fueron: El Fantasma,
Superman, El Santo y Mandrake el mago. Tales figuras
animadas proyectaron las coordenadas de actitud mental
en su madurez, y de cierta manera, es en ellos donde se
sitúa la simbolización de lo que es hoy su vida y obra.

Conforme él mismo lo interpreta, el Fantasma es el ícono


del misterio y de lo ultraterreno, El Santo y Mandrake el
mago representan la afición por lo oculto y lo mágico, y
en Superman se devela el deseo del superhombre o de un
ser humano supremo e inmortal. Estos tres aspectos y
aficiones infantiles determinaron la evolución intelectual
del poeta, precisaron unas constantes de comportamiento
que luego se fueron haciendo racionales y objetivas al acercarse
a obras de contenido más riguroso.

Por ejemplo, cuando lee a filósofos como Nietzsche, en-


cuentra entre líneas la primera emoción que experimentó
cuando su mente ingenua gozaba con las hazañas de
Superman, de los textos de magia deduce los conjuros y
33
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

maniobras de Mandrake, y en la literatura fantástica escu-


driña los mundos oníricos y las vivencias alucinantes de
El Fantasma y El Santo.

(…) Esas lecturas de mi niñez, así como las primeras


experiencias, me hacen pensar cómo fueron de formativas,
pues ellas definieron mi futuro, aunque a veces esto tienda
a desconectarme, ello hace parte de mi propia realidad
psicológica interior (…)

Unido a esta primera iniciación en las letras, a la edad de


trece años, Héctor Escobar se acerca a los fascinantes
cuentos de Las mil y una noche, además, al primer libro
que considera literario: Los misterios de la India4 , el cual
fue obsequio de su padre; en este encontró las primeras
referencias del yoga, del tantrismo, de la mística, nociones
que también fue fortaleciendo a lo largo de su búsqueda
intelectual.

En los primeros contactos que estableció Héctor Escobar


G. con su entorno social y consigo mismo, da inicio a la
aventura personal que le guardaba el futuro; y aunque
fue creciendo en la cotidianidad de su familia, su mentalidad
y proyección de la vida ya empezaba a afinarse de
manera única desde su infancia. Cada experiencia
comentada da la impresión de haber estado de antemano
escrita en algún intersticio del universo, pues parece
acoplarse de manera perfecta a un plan diseñado para
propulsar y enaltecer desde aquellos primeros pasos su
espíritu travieso.

1.2 La búsqueda del yo

Héctor Escobar, al igual que la mayoría de los seres


humanos, pasó por el difícil período de la adolescencia,
etapa de transición que es la búsqueda de la identidad,

4
MONTÉPIN, Xavier. Los misterios de la India. Editorial Sopena, Barcelona, 1908.

34
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

la conquista de la independencia y el fortalecimiento de


un esquema propio de valores y creencias.

De joven, aunque no llegó a imaginarse el estilo de vida


que lleva hoy, siempre se propuso buscar en cada nuevo
día el placer; se aventuraba de todas las formas por
conquistar esa emoción: en la droga, en el sexo, en los amigos
al hablar de literatura; a cada instante ensayaba experien-
cias que le generaran gozo y liberación, vivía al límite del
riesgo con tal de sentir su alma extasiarse.

El escritor siendo aun muy joven –15 años-, se mostraba


retraído y un poco displicente frente al mundo cultural, y
aunque leía un poco, no lo hacía con un nivel de
conciencia clara sobre el texto, era más un pasatiempo
que la búsqueda de conocimiento. Pero ocurrió que cierto
atardecer se fue a pasar su “traba” de marihuana en
una pequeña tienda de su barrio, allí se quedó viendo a
unos viejitos jugar dominó, y en medio del caos que
flotaba en su mente, de un momento a otro empezó a
escuchar una voz muy particular dentro de su cabeza,
que le hablaba de una manera extraña, muy ajena a lo
que era su pensamiento verbal. Al inicio, él se sintió per-
turbado y temeroso, pero tal sensación se transformó en
curiosidad, y con pasos indecisos por la droga, se fue
caminando solitario por las calles oscuras mientras oía
repetir aquella voz una y otra vez muy dentro suyo, en ese
estado estuvo hasta cerca de la medianoche, y la voz leve-
mente se fue esfumando.

El poeta quedó sobresaltado con aquella experiencia,


inclusive la asimiló como una revelación, pues desde ese
momento empezaron a despertarse en su interioridad
ciertas curiosidades, se indagaba por cantidad de cosas
que antes no le interesaban: por la muerte y el más allá,
por la religión, la política, por el arte y la literatura,
entre otras; y de esta manera tan ensoñada fue como
Héctor Escobar recuerda haber dado la primera pincelada
en el marco intelectual.
35
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Después se unió a un grupo de muchachos un poco mayores


y al igual que él adictos a la droga, con estos se acercó con
mayor interés a lo literario, encontraba en sus charlas cierto
bagaje cultural porque ellos ya habían conocido algunos
libros y autores como Dostoievski, Vargas Vila, Poe, Flaubert,
además discutían puntos de vista sobre determinadas
teorías, que, si tal vez no eran muy reveladoras en su sentido
profundo, sí lo eran en las posibles respuestas que deseaban
encontrar en ese momento.

Este nuevo grupo de amistades estaba conformado por


personas de una actitud mental muy libre, les gustaba fumar
marihuana para crear ciertos espacios de liberación, creían
que desde allí la personalidad podía ir construyendo un
mundo más amplio de percepciones y de reflexiones. Luego
se empezaron a interesar por las ideas políticas, y preciso para
esos días, llegó al barrio un individuo que ha sido alegoría de
revolución en Colombia, Iván Marino Ospina, uno de los
primeros formadores del M-19, a quien el poeta recuerda como
un muchacho sociable e inteligente, con una preparación
asombrosa y convincente, por lo que a Escobar y sus amigos
les fascinaba hablar con él, y lo consideraban todo un líder.

Hacía poco que Iván Marino Ospina había llegado de Rusia


con el saber necesario para dar comienzo a la revolución en el
país, lo cual era su gran sueño. Los muchachos del barrio se
reunían con este personaje en el parque cada anochecer,
Ospina les daba a conocer sus ideales, ya que encontraba la
“barrita” bastante atractiva por su inclinación intelectual. Fue
así como Héctor Escobar resultó integrándose al marxismo,
empezó a leer libros de esta naturaleza al igual que sus coetáneos,
hasta formarse una célula comunista en su vecindario.

Pero este acontecimiento obtuvo de los vecinos el rechazo


y casi la persecución, pues era un barrio muy conservador,
que no iba a aceptar tales organizaciones innovadoras en
sus calles y mucho menos en sus casas. De tal dimensión
era visto aquel suceso que el cura cada ocho días hablaba
a los padres de prevenir lo que se estaba gestando entre
36
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

los muchachos, sus hijos, las inadecuadas ideas revo-


lucionarias y comunistas; y fue tan persuasiva la ho-
milía dominical que poco a poco el movimiento se fue
extinguiendo. Pero para ese momento en Héctor Escobar
y algunos jóvenes del sector, ya se había empezado a gestar
una actitud contestataria, atea, un poco relacionada con
las teorías marxistas y el materialismo dialéctico. Y
aunque no continuó con la ideología de Iván Marino
Ospina porque no correspondía a sus ideales, siguió
leyendo y reuniéndose con sus amigos.

Poco a poco el escritor, de manera autodidacta, iba


adquiriendo una formación intelectual más sólida y defi-
nida, en el ardor de la juventud, conversaba con libertad
sobre cualquier tema, dominaba con fluidez profundos
conocimientos mágico-ocultistas y literarios. Era todo un
convencido de su saber y a la vez convencía de las tesis
que formulaba acerca de la liberación humana, del
marxismo, de la literatura clásica y vanguardista, de las
ideologías egoístas y manipuladoras de la religión
judeocristiana; en fin, un sinnúmero de saberes que
rebosaban sus intereses intelectuales, y es justo ese perfil
de erudito el que le origina el respeto y la aceptación en
el grupo de amigos, que lo admiraban porque actuaba
coherentemente con lo que pensaba y predicaba, por
cuanto sus acciones cotidianas iban paralelas a sus
ideales de vida.

1.2.1 La iniciación en la magia

Acorde a ese período Héctor Escobar Gutiérrez empieza


a mostrar un interés más resuelto por el ocultismo y la
magia, adoptando desde el inicio dentro de la misma
magística, una actitud sediciosa, la magia negra, pues le
atrajo el aforismo que en aquella época tenían ciertos maes-
tros de la luz y del ocultismo contemporáneo, y era el que
planteaba: “los magos negros son los asesinos de su propia
alma”, consigna que estremeció el pensamiento del lírico
en su actitud rebelde y transgresora, tanto así que se dijo,
37
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

“ésta es la mía”, asegurando desde ese momento su incli-


nación e iniciación por la senda “oscura” del Mal.

(…) Me impresionaba mucho y me atraía enormemente


las obras de los diferentes maestros del ocultismo contempo-
ráneo como Petrovna Blavatsky, iniciada en la vía
espiritual, la senda blanca de la búsqueda interna y quien
atemorizando a los estudiantes, decía que los magos
negros eran los asesinos de su propia alma. Entonces
meditando acerca de esto me dije: éste es el camino que
realmente me conviene seguir a mí; y en verdad me puse a
estudiar, a realizar ciertas prácticas, ejercicios varios y
búsquedas interesantes dentro de lo oculto y en las cuales
todavía me encuentro imbuído, porque este es un campo
de exploración muy amplio, de un conocimiento infinito,
porque abarca muchas de las posibilidades que el hombre
desea tener dentro de un universo que se desconoce
absolutamente (…)

Una vez que el poeta penetra en el campo del satanismo,


empieza a experimentar una nueva sensación interna frente
a su realidad, tenía un poco más de veinte años y ahora
su grupo de amigos se había reducido a tres. Ellos
comienzan fundamentándose teórica y filosóficamente en
variados estudios del ocultismo y de la magia, luego con
un nivel más elevado de conciencia y de conocimiento
inician en secreto sus prácticas rituales desde el año de
1960. Para 1968, ejecutan la primera misa negra en Pereira,
publicada y destacada en el periódico El Tiempo5 .

Para Héctor Escobar dominar el campo de la magia


negra ha implicado una búsqueda bibliográfica intensa,
ahondar en libros herméticos, difíciles, pero necesarios
para el fortalecimiento de su saber. En sus inicios las refe-
rencias literarias a las que se aproximaba estaban signadas
por las teorías y enfoques de la magia blanca, pues eran

5
LOPEZ, César Augusto. “El gran Gurú invita a la locura. Relato de una misa
negra” (Ensayo). En: El Tiempo. Bogotá. Noviembre 11 de 1968.

38
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

mínimos los autores que se conocían en el campo del


ocultismo. Sin embargo, para lograr sus propósitos sata-
nistas, el poeta aplicaba su talento y adaptaba esos saberes
a sus intereses y necesidades, aprovechando el cono-
cimiento de la magia blanca para la práctica de la magia
negra de manera más pura y plena.

Su carácter intuitivo y creativo le sugería la adaptación


de pasajes literarios, “padrenuestros” enrevesados, súplicas
mundanas en sus ceremonias ocultistas. En nuestra
entrevista, espontáneamente y de manera inesperada,
empieza a declamar con una voz cavernosa el extenso
poema de Baudelaire “Letanías a Satán”, nos comparte
que este texto maravilloso de la poesía simbolista francesa
le servía de oración inicial en sus ritos diabólicos, igual-
mente el Padre Nuestro cristiano pero invirtiéndole el dios
y las peticiones.

En cuanto a la utilización de los símbolos, fabricaba junto


con sus cofrades algunos emblemas del satanismo,
asimismo compraban máscaras carnavalescas del rostro
de Satán, para decoración del sitio elegido para la
ceremonia.

En cierta ocasión, la pequeña cofradía conoció un cura


homosexual, quien estaba bastante interesado en uno de
los muchachos, situación aprovechada en beneficio del
grupo, que al saber de la inclinación del religioso, instigaron
a su amigo a darle ilusiones para servirse de algunos
beneficios que aquella amistad podría brindar. Fue así
como en un atardecer se reunieron con el clérigo a charlar
y a beber vino, las copas y las horas fueron pasando hasta
que con premeditación los muchachos lo emborracharon;
ya cerca de la media noche en medio de la alegría del
licor le pidieron:

(…) Padre camine abra la iglesia, muéstrenos el sagra-


rio. Así lo hizo, y tuvimos entre nuestras manos todos
esos implementos litúrgicos, nos deleitábamos acarician-
39
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

do el cáliz, saboreando las hostias, tocando cada parte


de aquel recinto sagrado. Luego nuestro fauno sedujo al
cura para que blasfemara de sus propias creencias. Para
nosotros, eso significaba la realización de todo satanista
(…)

Poco tiempo después, Héctor Escobar G. y sus amigos


deseaban hacer un ritual, y para darle mayor verismo,
mayor autoridad, querían hacerlo con vestiduras originales
católicas. Entonces fueron donde el “mañoso” sacerdote y
lo convencieron de prestar una sotana con la disculpa de
representar una obra de teatro, donde uno de los perso-
najes era un cura. Pasada la una de la tarde el poeta se
puso la sotana y en compañía de sus seguidores salió a
plena luz del día con aquel aditamento, sus veci-
nos no disimulaban el enojo o asombro al toparse con
éste “loco satánico“, que para ese momento ya tenía fama
de diablo.

Aprovechando la vestidura, el grupito de amigos se


dedicó a hacer ese día ciertas bribonadas. El escritor
recuerda que iban por alguna calle pereirana, cuando unas
jóvenes uniformadas del colegio La Enseñanza lo vieron,
le simularon gesto de reverencia y respeto, después se
fueron acercando para que el devoto padre las bendijera,
y cuando éste ya las tenía en frente, lo único que se le
ocurrió decir con su gesto libidinoso fue: ¡mamacitas, las
voy a violar!, de modo tal que las pobres estudiantes sa-
lieron despavoridas, huyendo a largos pasos, mientras
escuchaban las carcajadas de los que dejaban atrás.

Más tarde los irreverentes muchachos llegaron a una pas-


telería del barrio donde vivían, la “Pastelería Apolo”,
allí había gente conocida que se quedó atónita al ver en-
trar al supuesto cura que con descarado desparpajo vo-
ciferaba: ¡qué calor tan “hijueputa” el que hace aquí!, ¡que
“malparida” sotana para hacerme sudar!… pero más fue la
indignación de los vecinos cuando vieron a Héctor Es-
cobar quitarse la sotana con gesto de desesperación y
40
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

arrastrarla, y luego tirarla con desprecio sobre una mesa.


Aunque el poeta rememora aquel tiempo con placidez
gozosa, comenta que: …esas cosas hoy no las haría, todo
fue en la efusión de la juventud y mi rebeldía, aunque reco-
nozco que era un acto de autoafirmación y de renunciación a
todo ese mito y miedo religioso.

Esa noche se hizo el ritual satánico, utilizando la vestidura


sagrada como ícono de poder y confirmación hereje, también
se aprovechó el significado simbólico de una calavera que el
“macabro“ grupo había sacado del cementerio, ya que los jóve-
nes pretendían llegar hasta las últimas consecuencias en
sus actos profanadores. El comentario sobre dicha calavera
hace deambular su memoria a otro momento de su conmo-
cionada existencia y sus palabras van fluyendo cuando em-
pieza a recordar el día que decidió deshacerse de tal objeto.

Hubo un momento de mucho escándalo y aspaviento social


frente al hecho de tener al Diablo en Pereira, y fue por esos
días que el escritor -el supuesto Diablo- guardaba entre sus
cosas la mencionada calavera. Con temor a que la policía
sorpresivamente interviniera su vivienda, se dijo: (…) pues
aquí lo único miedoso y delictivo que hay es este cráneo, lo voy a
botar, madrugué, lo metí entre un cartucho, salí con él en la mano
caminando calle arriba (…) Más adelante él divisó una cafetería,
aún estaba muy temprano y recién habían abierto, el
panadero estaba prendiendo el horno, la muchacha
estaba empezando a limpiar las mesas, había un parroquiano
tomándose un tinto. Entonces el poeta pensó que aquel era el
lugar adecuado para sus planes, entró y pidió algo.

Allí estuvo un rato, y cuando observó que todo estaba


tranquilo y el ambiente desprevenido, se fue para el baño,
abrió el misterioso paquete y depositó aquel objeto por
debajo del tanque del sanitario. Luego salió sin preocupación
y se sentó a terminar su tinto, mas sus ojos no dejaban de
observar la rutina de la mesera, que en ese momento
trapeaba. Después ella se fue al baño, tal vez a lavar el tra-
pero, y entre gestos burlones el poeta dice: de pronto oí un
41
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

alarido y ví salir a esa mujer con el pelo parado, corriendo por


todo lado, ¡una calavera! ¡una calavera! gritaba a todo pulmón,
mientras yo burlonamente sonreía solitario en mi mesa.

En otra ocasión, en la época de los hippies, Héctor Escobar


dice haber realizado un ritual sexual iniciático. Palabra a
palabra, mientras el humo de su Belmont se filtra indeciso
entre sus labios, va narrando con cierto asombro lo
sucedido en aquella oportunidad. Ella era una muchacha
colombiana y él un joven argentino, una pareja hippie, y
le habían pedido al poeta y mago –desde entonces ya lo
reconocían como el “Papa Negro” del satanismo en
Colombia- que los invitara a un rito especial de santificación.
Antes del ritual los jóvenes fueron instruidos sobre cada
aspecto concerniente a la misa negra, sabían que los
participantes debían tomar el LSD, y por supuesto así lo
hicieron. Cuando el grupo de iniciados estaba emocional
y físicamente listo, el Papa Negro dio lugar a la ceremonia,
pero su sorpresa fue grande al ver que de repente la
joven invitada empezó con escalofríos, la mirada
desorbitada y muy alucinada -situación que casi los
obliga a suprimir el ritual, pues la mujer seguía al borde
del delirio y nada podía calmarla-, pero para fortuna del
grupo, minutos después ella se tranquilizó y la ceremonia
continuó hasta el amanecer, todo culminó como siempre,
gozosos y relajados los asistentes se despidieron y la
chica con su novio también.

Para desconcierto de Héctor Escobar, la muchacha iniciada


la noche anterior, llamó al padre del poeta a quejarse de
todo lo sucedido en el ritual, lamentándose de una cantidad
de hechos entre reales y fantasiosos que había vivido en
tan aborrecible experiencia. Aunque el papá se mostró
un poco perturbado, acató a decir: “¿y es que a usted la
obligaron a desnudarse, o la llevaron a la fuerza a ese lugar?“.

Aquí se escuchan las risotadas del poeta Escobar, mientras


complementa que lo más seguro es que con esa llamada
la mujer buscaba su castigo o asustar a su familia. De
42
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

todas maneras su padre –el padre del poeta- luego lo


llamó para enterarse de lo sucedido:

(…) venga mijo, qué es todo ese cuento suyo con lo de esos
ritos, me dijo. Pero él sólo lo hizo para enterarse, no me
culpó ni me regañó por ello, ese hombre era todo un padre
(…)

Aunque un poco después sí tuve una charla un poco más


seria sobre este tema con los dos, mi mamá y mi papá,
pobres viejos andaban medio asustadizos por los comentarios de
los vecinos.

La relación que siempre sostuvo Héctor Escobar con su


padre fue de comprensión y entendimiento. Más que una
interacción entre papá e hijo, donde prima la autoridad,
era una afinidad de amigos, tanto el uno como el otro se
confiaban anécdotas y comentarios muy personales. El
nivel de confidencia y complicidad que existía entre los
dos, creó lazos afectivos bastante fuertes desde la niñez.

Esta evocación del padre es nostálgica y lo hace describir


como un conservador neto, muy católico, y siempre
condescendiente con su hijo. Comenta que él estudió hasta
tercero de primaria porque al decidir que no quería
volver a la escuela, su papá no quiso obligarlo. Y cuando
empezó a fumar marihuana, en vez de reprenderlo él le
decía: (…) vea mijo, yo sé que usted fuma marihuana. A mí lo
único que me preocupa es que tenga problemas con la policía,
entonces fúmesela aquí en la casa para que no haya riesgo (…)

Al parecer, el padre de Héctor Escobar fue muy tolerante


con todo lo que éste hiciera, además de no permitir que
la mamá del muchacho se entrometiera en su educación,
puesto que por ser el hijo varón, determinó que él era el único
responsable de encaminar sus pasos.

Otra anécdota memorable, fue cuando el escritor risaral-


dense empezó a consumir el LSD, comenta que en esos
43
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

días este alucinógeno era algo innovador, lo cual cauti-


vaba su voluntad indagadora:

(…) me pegué como 70 viajes con eso –el LSD-… Cierto


día con un amigo nos tomamos el ácido e íbamos caminando
muy alucinados y le dije: camine hermano escuchemos
música en mi casa, que cuando uno anda en esta onda la
música se ve (…)

Una vez en la habitación, Héctor Escobar y su amigo,


en una vieja radiola escuchan algunas melodías; mien-
tras oían la “Danza del fuego”, su padre con gesto pre-
ocupado pasaba y pasaba frente a la puerta del cuarto,
una y otra vez, reparaba a su hijo enigmáticamente, y
sin decirle nada, seguía su ir y venir por el pasillo. Des-
pués de un par de horas, el señor no soportó más su
angustiosa curiosidad, entonces lo llamó y le pregun-
tó: “¿cierto mijo que usted está bajo los efectos de una cosa
que no es marihuana?”. “Sí papá”, responde el poeta, “he
consumido algo nuevo, una droga potente llamada LSD”.

El padre al escucharlo invita al joven a que le cuente


sobre aquella nueva experiencia. Así era mi convivencia
con el viejo, él siempre se mostraba muy interesado por to-
das esas cosas que yo vivía y le describía, justifica el poeta.

Su voz sigue su curso y ahora sus remembranzas se


ubican en el día que sus padres se dieron cuenta de su
inclinación satánica. Dice con cierto tono lastimero, que
ellos no dormían porque andaban muy atormentados
con el rumor de sus vecinos sobre las inclinaciones re-
ligiosas de su hijo. Hasta que una vez, el papá, aprove-
chando una ocasión especial, se sentó junto con su es-
posa a charlar con su hijo Héctor acerca de sus tenden-
cias satánicas, pues querían escuchar de boca del jo-
ven en qué consistía toda esa creencia del diablo. El
padre del escritor argumentaba que invariablemente
la familia había sido cristiana, creyentes y conservado-
res, que habían formado a su niño dentro de la ense-
44
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

ñanza de Dios y de la Iglesia; no entendían por qué


éste aparecía con ideologías tan opuestas a lo enseña-
do en el hogar. Y sentados los tres, mirándose en un
silencio casi incómodo, el muchacho decide romper el
suspenso y justificar su conducta. Los observa con ter-
nura mientras les dice:

(…) Vean papás, yo sé que ustedes son moralmente


buenos, porque usted papá, usted mamá, han sido mo-
delos de cristiandad, de buena moral, de comporta-
miento sin mácula, ustedes siempre han sido muy
buenos padres y excelentes cristianos, y bien sé que
ya casi tienen ganada la salvación. Pero fíjense en
una cosa, uno nunca sabe los designios de Dios, y si
por cualquier decisión divina, ustedes van a dar al
infierno, créanme que yo tengo suficientes influen-
cias personales para proporcionarles la mejor paila…
Todos soltamos la carcajada de tal manera, que la ten-
sión sobre este tema se disolvió (…)

Luego de tal plática, el poeta sostiene que su papá


cada vez que salía al mercado, traía velas para los
santos y como buen antioqueño, como buen pragmá-
tico le decía: “yo creo en Dios, ya tengo mis conviccio-
nes religiosas, pero como mi único hijo cree en el diablo y
de todas maneras nunca se sabe, entonces, prendo una vela
a Dios y otra al Diablo“. Y de esta manera se cierra un
capítulo más de la existencia armoniosa que vivió
Héctor Escobar al lado de su padre; él constata que
su estilo de vida siempre fue visto por su progenitor
con mucha naturalidad, comprensión y respeto, agre-
ga con sonrisa placentera, que mejor no pudo haber
sido.

1.2.2 Las mujeres y el burdel

Así como la mayoría de los poetas se interesan por


el mundo bohemio, Héctor Escobar sucumbió a los
encantos de aquel ambiente, comenta que las prime-
45
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

ras aproximaciones que tuvo con el vino, las muje-


res, los truhanes, fueron motivadas, como en todo
adolescente, por la curiosidad. Pero también surgió
en él la inquietud de arribar a tal estilo de vida moti-
vado por las lecturas de Baudelaire y los otros poe-
tas malditos. Ese mundo subterráneo se volvió parte
constante del joven devenir del escritor.

Inclusive, buscando una especie de reivindicación de las


prostitutas, llegó a tener una amante con tales características,
quiso reflejar en ese gusto la historia de Baudelaire con
Jeanne Duval. La chica era una mujer muy joven que
trabajaba en un sitio que en ese tiempo era novedad
porque las mujeres atendían en bikini, algo muy atrevido
para la época, el burdel se llamaba precisamente Las
Bikinis, y era el sitio obligado e ideal para los libidinosos
y cuanto hombre lujurioso había y tuviera dinero,
porque ingresar allí era bastante costoso.

En cierta ocasión, Héctor Escobar se encontraba bailando


en un grill, y entre baile y baile conoció a aquella joven;
cuando empezó a salir con ella, y se fue acercando un
poco más, se enteró que trabajaba como prostituta en Las
Bikinis, situación que le fascinó, incluso llegó a proponerle
matrimonio, lo cual le valió las chanzas de sus amigos,
quienes de manera jocosa le apodaron “el redentor de las
putas”.

Héctor Escobar y su amante vivieron su romance en una


efusión bellamente idealista, fue un amor característico
de la juventud. El poeta recuerda con ardor que aquella
jovencita le decía, que la prueba de su gran amor era que,
aunque estuviera con tres o cuatro hombres en la noche,
su orgasmo lo guardaba para él, el único dueño de su
corazón. ¡Qué belleza!, exclama Escobar, y complementa
que su novia estaba con los clientes, pero era a él a quien
deseaba y por eso siempre en su intimidad se mostraba
generosa en sus caricias, lo cual representaba lo máximo
para su alma bohemia y enamorada.
46
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

El encanto del escritor por las prostitutas pervive en su


alma hasta la actualidad. Justifica que la condición de
cortesana en una mujer es el papel más sincero que puede
representar, además de darle cierta nobleza:

(…) La prostituta muestra abiertamente su deseo, se


reafirma como mujer al explorar sin medida su placer, son
honestas consigo mismas. En cambio, aquellas que repre-
sentan el papel de la dama o la esposa perfecta, son muje-
res llenas de hipocresía, pues esconden su ser real.

Otra experiencia similar que vivió el escritor fue con una


amante negra. Al evocar aquella mujer, sus ojos aun
brillan de entusiasmo, y poco a poco su mente se sumerge
en el tiempo que se deleitó entre los fogosos abrazos de
aquél ser lleno de pasión y redención por su amo. Así
describe su aventura:

(…) Era una negra hermosa, de trencitas y de un cuerpo


increíble, además de una lubricidad extraordinaria. Se vestía
con unas minifaldas cortas de cuero, unas botas negras,
unas ligas insinuantes, de modo que su figura era una cosa
fascinante, maravillosa. Íbamos a bailar a discotecas y los
hombres la miraban sin ningún reparo. Era una mujer
exuberante, y como fuimos muy cómplices, cuando nos
dábamos cuenta de que la estaban mirando, en medio del
baile, yo empezaba a subirle muy sensualmente la falda
para que le vieran las ligas, lo que creaba en nosotros un
goce y un derroche total. Luego nos íbamos a un motel, y
allí empezábamos la odisea: le encantaba que muy suave-
mente la castigara, nunca con brutalidad, era un juego
para estimular su afición masoquista. Era tal su entrega a
estos rituales del amor prohibido que me decía “mi amo”,
y yo con toda esa fantasía baudelaireana me sentía
enaltecido con tales experiencias (…)

Héctor Escobar comenta que “la negra” soñaba con él casi


todo el tiempo y lo transfiguraba en existencias
fantasiosas, le decía que era la “encarnación de Drácula”
47
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

y ello avivaba más su pasión. En otras ocasiones emprendían


un juego erótico muy estimulante, donde la fémina con
su espíritu tentador le hacía asumir a su amante una
posición sádica. Secundemos el alborozo del poeta
respecto a tan especial reminiscencia:

(…) Ella me preguntaba: mi amo qué quiere, yo le respondía:


que te desvistas y poses para mí, además no quiero que te
acuestes conmigo, acuéstate allá en ese rincón, en el frío de
esa baldosa. A lo que ella musitaba: mi amo, por favor. Y
yo la increpaba: ¡¡que se acueste en el frío de esa bal-
dosa!!… Entonces, se acostaba en la baldosa fría mien-
tras yo sacaba el pie y se lo ponía en la cabeza, pero con
estilo y cariño, nosotros felices con toda esa parafernalia
de cosas. Luego le pegaba dulcemente con una correa hasta
dejarle la piel un poco colorada, y cuando la veía así, me
inclinaba y le pedía perdón y la besaba, con mucha pa-
sión. Era espléndido aquel juego, siempre jugábamos, era
divertidísimo, pues además me mantenía a la expectativa
en cada nuevo acercamiento, me estimulaba mucho y me
hacía sentir una especie de pervertido poder sobre ella y
sobre mis acciones eróticas y gozosas (…)

Es así como Héctor Escobar descubre a plenitud su


condición frente al amor y el erotismo, pues cada caricia
dada, cada cuerpo descubierto sopló un aliento vivificador
a su voluntad transgresora. Y al igual que las demás
manifestaciones de su vida, en esta también se desvía del
camino acostumbrado buscando nuevas posibilidades
que acreditaran con firmeza el hecho de existir. Repre-
senta el descubrimiento del mundo de la transgresión en
la intimidad erótica, la exploración en la vida real de ese
mundo de los sueños aprendido en los libros prohibidos
y en el mismo soñar despierto de su creciente poder como
iniciado en los avatares del satanismo.

1.2.3 Prefacio a la producción poética

Simultáneo a los aspectos más importantes de la época


de juventud de Héctor Escobar G., está el proceso de
48
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

consagración al ambiente literario, desde allí se esboza


su formación e interés en las letras. Y como en las demás
vivencias, la evolución del escritor en el campo intelectual
está signada de aventuras privilegiadas.

Cuando empieza a buscar con mayor compromiso el


conocimiento que le enriqueciera su interés poético,
debía limitarse a algunos libros, porque Pereira en los años
sesenta del siglo XX carecía de un círculo habitual de
intelectuales con quien compartir conocimientos y hacer
discusiones. El grupo de personas que se interesaban por
el arte y la literatura era muy disperso, y aunque se
establecieron algunas reuniones, nunca se llegó a fomentar
concretamente un ámbito especial de estudiosos.

Las pocas veces que se reunían lo hacían en sus casas, y


en otros momentos frecuentaban una fuente de soda
llamada “Ballet“. Allí en alguna ocasión, el poeta tuvo con-
tacto con los primeros nadaístas que llegaron a Pereira,
como Gonzalo Arango, Javier Villa, Eduardo Escobar,
entre otros. Para Héctor Escobar el iniciar amistad con
estos escritores abre su visión de mundo, sobre todo en
lo literario, pues aquéllos traían desde Antioquia un
aparente bagaje cultural, generando en el grupo una ma-
yor movilidad intelectual, además de promover el interés
hacia nuevas teorías artísticas.

(…) Con ellos tuve la posibilidad de amplificar más mi


radio de acción literaria, de lecturas, de opiniones y criterios
que ellos manejaban y de los que uno carecía, porque no
había tenido la posibilidad de viajar e interactuar en la
misma medida en que estos personajes lo hicieron (…)

Otro de los personajes que Héctor Escobar G. recuerda


con gran admiración, es a Edgardo Salazar Santacoloma,
un erudito de Manizales. Afirma que con él aprendió a
valorar en mayor grado la literatura y a reconocer las
características de la poesía de los simbolistas, pues Salazar
Santacoloma tenía el don de despertar una considerable
49
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

atracción hacia casi todo tema que compartía, les recitaba


de memoria y en francés los versos de Baudelaire, los hacía
recorrer metódicamente cada imagen, relacionándolas con
la producción de otros poetas, y en otros idiomas.

(…) Yo y mi grupo de amigos andábamos con él –Edgardo


Salazar- por las calles de Pereira hasta altas horas de la
noche, nos daban las dos o tres de la mañana, y este hombre
tenía tanta vitalidad, que nosotros, mucho más jóvenes, a
esa hora estábamos agotados y él seguía extasiado, inspirado,
hablándonos de literatura, lo veíamos estático, parecía co-
nectado a una fuerza superior que lo dominaba (…) Al
preguntársele por algún libro o autor, él inmediatamente
nos daba una cátedra completa, él era un genio; por ejemplo,
nos recitaba los versos de Baudelaire en francés, completos y
de memoria, luego nos decía: “ahora escúchenlos en italiano
para que comparen su cadencia y musicalidad, para que
capten las relaciones semánticas…” (…)

Asociado a la relación con aquellos primeros personajes,


Héctor Escobar empieza a definir sus gustos estéticos y
recuerda que entre sus lecturas iniciales están Hesse,
Baudelaire, Lovecraft y Nietzsche. Pero el que más influjo
tuvo tanto en su proyección existencial y delimitación poé-
tica, fue Baudelaire. Cuando lo encuentra por primera vez,
lo hace en la lectura de un libro biográfico sobre Víctor
Hugo, el gran poeta del romanticismo francés; desde aque-
lla aproximación inicial dimensiona la actitud transgresora
y habilidad literaria de quien sería uno de los más impor-
tantes formadores de su intelecto.

Comenta que Baudelaire fue su fiel acompañante en cada


momento y que en su juventud fue decisivo. Rememora
sus andanzas siniestras, al insinuar cómo con el poeta maldi-
to me trababa; lo leía con pasión, y luego se fumaba un “ca-
chito” mientras dirigía sus pasos hacia el cementerio. Una
vez allí, divagaba entre las tumbas aspirando su ambiente.
De pronto, veía que entraban con algún cadáver en un cor-
tejo lúgubre al compás de los sollozos y en medio de aque-
50
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

lla visión, la memoria traía a sus labios los versos de


Baudelaire dedicados al gusano, y con tono quedo los iba
recitando, como lo hizo en nuestra entrevista: mira cómo a
ti viene un muerto jubiloso/ tú de la podre hijo, filósofo despierto/
muévete sin reparos a través de mi ruina/ y mira como aún la
tortura se destina/ a este cuerpo sin alma y entre los muertos
muerto. Manifiesta que para él esa experiencia era algo es-
tremecedor, porque significaba la realización total de lo que
su ser transgresor añoraba, creía sentir el poder del poeta
maldito dentro de sí.

El escritor tenía cerca de veinticinco años, y aunque ya había


leído a Baudelaire, sólo es hasta este período que empieza
a dimensionarlo de una manera más amplia. A través del
gran poeta francés entró en contacto con otros estetas im-
portantes del siglo XIX, como Nerval, Verlaine, Rimbaud,
Mallarmé, y en general con casi todos los líricos que confi-
guraron la pléyade de los llamados grandes poetas maldi-
tos. Estos poetas no eran muy conocidos en el ambiente
cultural de la región, pues como se anotó líneas atrás, en
aquella época -mediados de los años sesenta- Pereira care-
cía de un ambiente intelectual significativo, pues los pocos
literatos que tenía la ciudad trabajan casi clandestinamen-
te en sus recintos, eran reducidos los espacios que se abrían
para compartir y discutir sobre literatura. En síntesis, por-
que los intereses escriturales de entonces estaban centra-
dos más en la herencia estética del costumbrismo y el ro-
manticismo, que en el modernismo o el simbolismo pro-
veniente de la poesía francesa o alemana del siglo XIX.

El hallazgo de los simbolistas por Escobar Gutiérrez fue


circunstancial, pues llegaron a sus manos a través de
otras lecturas, de algunas biografías y reflexiones críti-
cas literarias, pero ello fue suficiente para motivar su
pesquisa, porque es a partir de ese instante que el poeta
risaraldense se interesa por penetrar en el conocimiento
de la literatura. Sin querer ser la excepción frente a la
atmósfera literaria que se respiraba en ese momento en
su entorno, intuye y descubre la importancia que para
51
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

la literatura moderna significa la lírica francesa del si-


glo XIX, que a la vez le abre puertas para la lectura de
obras y autores esenciales en su formación intelectual.
Puede decirse, en este sentido, que es el comienzo de
una apasionada vocación literaria en la que no ha cesa-
do nunca su empeño y que vive a la plenitud en la ac-
tualidad.

Cuando se aventura a escribir sus primeros versos, se propo-


ne a hacerlo a la manera clásica, y para innovar en medio de
lo tradicional, decide ajustar la métrica del verso no a la me-
dida clásica de las sílabas sino al conteo de las letras. Así em-
pieza a realizar una difícil pero sugestiva indagación dentro
de la poesía matemática, que le permite relacionar el ritmo, la
medida y lo temático; su interés era ampliar y enriquecer la
experiencia poética iniciada por los poetas del siglo de Oro y
algunos vanguardistas colombianos, porque encontraba en
ellos la verdadera esencia de la poesía. En la actualidad forta-
lece y complementa esta teoría al referir que por la misma
connotación mágica que tiene la lírica se requiere de las pro-
pias estructuras clásicas para poder lograr el objeto invocatorio
del verbo y de lo mágico.

Lo que hemos relatado y descrito muestran una perfecta co-


herencia entre el poeta y su saga personal, entre el esteta y el
satánico, entre el explorador de la libertad y el creador de una
voz poética personal. De esta forma, su estilo de vida, su vi-
sión de mundo, su actitud transgresora, como también la na-
turaleza de su poesía, podrán apreciarse como expresiones
armónicas de un mismo ser que ha logrado un amplio nivel
de conciencia sobre sí mismo y del entorno regional, que per-
mite un acercamiento más eficaz a su obra y su vida, para
evitar las simplificaciones derivadas de sus aficiones
satánicas.

1.3 El ahora del poeta

Cuando Héctor Escobar se consolida como poeta y


ocultista, se vuelve participante necesario de los eventos
52
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

culturales de la región risaraldense. Tanto así, que en cierta


ocasión el Papa envió a los obispos de las Iglesias, la
orden de vincularse más con el pueblo, con su sociedad,
con los intelectuales o escritores, y con todo tipo de gente
que tuviera forma de pensamiento distinta. El Obispo de
Pereira de entonces, monseñor Castrillón, envió una
invitación al poeta, a otros intelectuales y a los párrocos
de los diferentes pueblos que estaban bajo su jurisdicción
eclesiástica a asistir al palacio episcopal para participar
de la reunión que había propuesto la Iglesia.

En la reunión Héctor Escobar hizo su recital poético y su


disertación sobre los temas ocultistas, habló de la magia
negra, del culto al diablo, y compartió algunas experiencias
personales. Después de su intervención se desarrolló una
tertulia entre los asistentes, y todo transcurrió en norma-
lidad. El poeta comenta que no hubo ningún problema
moralista o estigmatizante hacia su actitud, inclusive se
tomaron algunas copas y la sesión terminó cordialmente.
Tal anécdota sirve como ejemplo para mostrar la actitud
de la sociedad pereirana hacia la formación y la personalidad
del escritor, pues aunque se le reconoce como uno de los
iniciadores del culto al Diablo en esta ciudad, y algunos
vecinos se escandalizaban por su inclinación religiosa,
fue tolerado en todas sus extravagancias de juventud y
hoy tiende a ser acreditado con su poesía como un
formador nato del auge cultural risaraldense.

Y es que la fama de satanista de Héctor Escobar G. ha


trascendido los límites de la región, y a causa de ello ha
contado con ilustres visitantes que le buscan para co-
nocerlo e indagarle su saber demonológico. Rememora
que entre los personajes colombianos más doctos e inte-
resantes del medio cultural que le han abordado fue el
escritor y político Pedro Gómez Valderrama. Asistamos
con él a tal acontecimiento:

(…) A Pedro Gómez Valderrama lo conocí en Bogotá por


intermedio de otro amigo, estuvimos conversando en su
53
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

casa, hablando acerca del diablo, él se mostró muy dispuesto


a escucharme porque igualmente le interesaban mucho esos
temas, además porque se dio cuenta de que mis plantea-
mientos no eran vaguedades, sino fruto de todo un conocimiento
teórico y empírico de larga trayectoria. Al terminar esa
tarde de charla acordamos su visita a mi casa, pues en
breve tiempo él iba a estar en Pereira dictando una
conferencia. Llegado el día, lo llevé hasta mi vivienda, le
mostré todos mis objetos rituales, hablamos largamente,
siempre estuvo muy interesado, expresaba una gran sabiduría
frente al tema de la demonología, y también se mostró muy
sorprendido frente a mi conocimiento, ya que, como él
mismo lo dijo, no encontró incoherencias o actitudes deli-
rantes en mi saber con respecto a lo que él conocía (…)

Asimismo hubo otro escritor, el crítico, traductor y


ensayista colombiano Andrés Holguín, autor del libro
El problema del mal, con quien compartió unas buenas
horas de charla en la casa de Héctor Escobar. Él, como
especialista en temas referentes al mal, aprovechó la
estadía en Pereira para acercarse al poeta y compartir
conocimientos y experiencias. Como gesto especial,
Escobar recuerda que:

(…) El escritor Andrés Holguín muy generosamente se


acercó a una librería, compró su propio libro y me lo regaló
con dedicación incluida (…)

El maestro Luis Vidales, igual cayó en la tentación de


pasarse por la casa de “El Diablo”. Y al parecer, por los
recuerdos del poeta Escobar, más que una visita fue una
agradable estadía. Comenta que Luis Vidales llegó a
Pereira con la intención de dictar una conferencia en la
biblioteca del Banco de la República, pero preciso para
esos días se dio un terremoto y los vuelos quedaron
suspendidos. Ante tal situación, el intelectual invitado no
pudo regresar esa noche a su destino, recibiendo así
varios ofrecimientos de acogida por diferentes personajes
de Pereira, mas agradeciendo la generosidad de estos,
54
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Vidales expresó que deseaba visitar al diablo, y ante la


sorpresa de algunos, estuvo en la casa de Héctor Escobar
tres días, conversando, discutiendo y desde luego bebiendo
hasta el amanecer, en una larga reunión bohemia que le
sirvió a los poetas para estrechar su amistad.

Estas experiencias establecen el interés que el escritor


risaraldense ha despertado en ciertas figuras de la cultura
colombiana, ya sea para auscultar su filosofía de vida,
discurrir sobre literatura o poesía, informarse sobre la
ritualidad satánica; lo cierto es que su particular estilo de
visionar el hombre y el mundo, le ha proporcionado
experiencias significativas. Aún en la actualidad su
poder de atracción permanece, pues son diversos los
personajes que le buscan, unos interesados en lo demo-
níaco, otros en lo poético y hay quienes le abordan por la
curiosidad de investigarle ambas facetas.

Para esta época, el poeta se muestra interesado en el


contacto con los jóvenes, plantea que su misión actual es
instruir y orientar las nuevas generaciones que le acogen.
Héctor Escobar hace de maestro al acercarlos a libros y
referentes del satanismo y de la magia negra, y les enseña
lo que fue acumulando en su larga experiencia dentro de
ese campo.

Expresa con empeño que su interés primordial es


que ellos estudien y se capaciten muy bien sobre todo lo
referente al ocultismo, que asimilen la doctrina en su
plena dimensión y no como una fácil vía de escape frente
a lo establecido; y finalmente, que la comprendan como
un camino que sólo lleva a la liberación personal cuando se
ha aprendido a dominar el propio yo.

(…) Actualmente he tenido buena acogida por muchos


jóvenes, inclusive, en este momento hay una banda de
música rock de Medellín –Anticristo-, que ha tomado mis
poemas y le han acondicionado música. Cierta vez, me
llamaron por teléfono para que yo les leyera algunos
55
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

versos, y en la edición que hicieron del CD están dos de


ellos grabados con mi voz, también tradujeron otros al
inglés y los cantan dentro del mismo trabajo (…)6

Una de las constantes que hacen que el escritor perdure a


través de los años, es su férrea disciplina frente a los
libros, la escritura y el quehacer poético. Considera que
sólo así logrará perpetuarse; dice que más que una rutina
su quehacer intelectual es su vocación, confiesa que nunca
siente indisposición de escribir, y cuando no lo hace es
porque está leyendo algún libro que le apasiona o corri-
giendo lo ya escrito. Para la fecha de estas confidencias
nos comentó lo siguiente:

(…) Tengo 40 libros inéditos, 38 de versos, 1 de prosas y 1


de aforismos. En estos últimos seis días he escrito 17
poemas, me dedico a pensarlos, estudiarlos y van saliendo
casi dictados, siempre en una actitud muy lúcida, aunque
no niego que cuando existe alguna alteración de los sentidos
surge una sensibilidad que le hace sentir a uno un
verdadero contacto con el verbo poético (…)

Aunque Héctor Escobar escribió un libro llamado Las


prosas del diablo, considera que su genio es más potente al
inspirar poesía. La producción de tal libro lo hizo para
probarse a sí mismo que podía crearlo, pero concluye que
en definitiva no tiene la paciencia ni el rigor para ser
narrador y mucho menos novelista, para él la expresión
natural es la poesía.

La proyección que ha tenido el escritor desde que toma


conciencia de su arte, es la de dejar un legado estético
donde confluyan sus conocimientos ocultistas y literarios.
Al igual que algunos críticos y estudiosos de la lírica

6
En agosto de 2006 fue editado el CD con una selección de poemas de Héctor
Escobar Gutiérrez, leídos por su autor y acompañados por una banda de música
de rock de Medellín con el título: De los mitos y otros poemas, nombre de una de sus
obras inéditas y de la cual precisamente se han escogido una serie de versos como
anexo del presente libro.

56
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

contemporánea –Azcuy, Paz-, argumenta que en la


poesía se puede llegar a establecer una estrecha relación
entre lo mágico y lo poético. Y por su amplia experiencia
logra ratificar tales enunciados. El interés que muestra el
poeta risaraldense al fundir en su obra ambos matices,
proviene del siguiente deseo:

(…) Pienso y espero que cuando más adelante se hable de


mi obra, debe surgir inherente a ella mi conocimiento y
referentes mágicos. Así deseo ser recordado: como un mago
negro, como poeta y satanista (…)

Al reflexionar sobre su propia muerte, expresa que es lo


mejor que le puede pasar. De su existencia y paso fugaz
por la vida lo único que le interesa es lograr la finalidad
que siempre ha buscado, la de prolongar su continuidad
en cada verso surgido de su pluma. Así como el simple
hombre común procrea un hijo con el ánimo de engendrar
su sucesión, el legado del artista son sus obras, que
representan su proyección futura, son la necesidad
interior de su sentir humano, y revelan la autoafirmación
del propio ser frente a su existencia finita.

En la actualidad Héctor Escobar G. sigue viviendo en


Pereira, su cotidianidad transcurre entre sus libros, su casa
y algunas reuniones intelectuales o de amigos. Persiste
en su filosofía de vida, buscando encontrar en algún
recodo del futuro camino un aliciente más que sature su
ser de total existencia.

Considerando la singularidad de cada aspecto biográfico


que se ha ido exponiendo a lo largo de estas páginas,
creemos pertinente y necesario realizar en los próximos
capítulos un análisis lo más completo posible para
demostrar la calidad literaria de la obra del esteta
risaraldense, destacar su importancia en el ámbito de las
letras colombianas; y revelar ese significativo nivel de
coherencia entre lo que al autor ha conformado como su
entorno personal transgresor en cuanto “sacerdote” del
57
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

satanismo y una obra extraordinaria en su elaboración


estética y expresión temática y formal.

58
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Cuando el ser humano empieza a indagarse acerca de su


existencia, entra en una búsqueda de sí mismo, toma
conciencia de su devenir y su estadía con respecto del
universo que le rodea, en el plano de lo meramente
visual y perceptible a los sentidos, y con mayor insistencia
en ese más allá velado del que hablan los místicos.

En algún recodo del sendero, el hombre comienza a


experimentar en su interior un vacío de algo que necesita
para complementar y justificar su paso por este mundo.
Varios estudiosos del ánima humana –mitólogos, psicoa-
nalistas, filósofos, místicos- han denominado a esa
vacuidad que siente el alma, como la nostalgia permanente
por la pérdida del Paraíso o la Eternidad, ese período
mágico-simbólico que en cierto momento vivió el ser
humano cuando fue feliz y libre en la inconciencia de su
finitud.

Cuando el hombre sensible razona sobre sus huellas y el


laberinto existencial que ha construido, se encierra en un
profundo abatimiento, porque se sabe sumergido en el
río del tiempo, en ese instante de conciencia existencial
se percibe como un ser incompleto y para la muerte. Se
arrastra entre lamentos hacia una dimensión oscura,
59
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

donde la luz liberadora viene precisamente de la horrorosa


muerte, percibe su vida con un principio y un fin, sabe
que cada paso dado es un paso más hacia su desaparición.
En ese estado desesperante el hombre busca esca-
parse, y es entonces cuando la conciencia le abandona en
otras sensaciones, le permite otras búsquedas, le
genera nuevas indagaciones psíquicas para hacerlo
sentir uno con el universo, y así inmortalizar su existencia
tranquilizando el dolor de su alma al saberse continuado
infinitamente entre los lazos de la madre naturaleza.

(...) El espíritu humano nunca ha dejado de experi-


mentar ese oscuro deseo de trascender el tacto, de
acrecentar los surcos invisibles, de transitar a tientas
las sendas interiores en busca de un nivel paradisía-
co fuera del tiempo y de la historia (...)1
En el intento de pasar a la otra orilla, descubre la capacidad
de alterar su espíritu y visionar otras realidades, surge
así en su alma una necesidad más profunda del conoci-
miento de su psique, su naturaleza se altera y penetra en
el mundo de lo sagrado para ver de manera más plena el
origen de ciertos fenómenos terrenales y dimensionar su
existir como ser humano.

Los más llamados a abordar estas experiencias han sido


desde siempre los místicos y los poetas, ya que su manera
de percibir el mundo está enfocada en una búsqueda
continua y consciente de ese algo que le confiere un
significado poderoso en su devenir; sus meditaciones los
conllevan al conocimiento interior de las cosas logrando
fundir en un solo nivel el cúmulo de opuestos que el
hombre ha delimitado en el universo. Es por ello que su
alma trata de formar la unidad totalizadora con el
cosmos, ese mundo extraño y sobrenatural, objeto del
ocultismo, que con su vasto conjunto de teorías y de

1
AZCUY, Eduardo. El ocultismo y la creación poética, Monte Ávila Editores, Cara-
cas, 1974. p. 11.

60
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

prácticas, conforma una doctrina filosófica acentuada en


la diversidad infinita y la unidad esencial del universo.

En ese sentido, el poeta se vuelve un ocultista, un


hierofante de la palabra. Al recrear su existencia, al darle
significados propios, al nombrar con un juego de vocablos
y reproducir su mundo, se hace Demiurgo. Su vocación
creadora le hace mantener en una inspiración continua,
porque así como el santo vive en trance de santidad y el
verdadero asesino en éxtasis de criminalidad, el genuino
poeta debe “vivir en trance de poesía”. Se trata de Ser, de
buscar la esencia divina que le habita internamente para
dar curso a una obra totalizadora, en la que se enclaustre
lo más puro y trascendental del alma mística. Azcuy
plantea que,

(...) Los poetas se lanzaron por la senda interior y


uniendo en sus visiones extáticas lo finito y lo infini-
to, abrieron a la poesía los mundos inquietantes del
ocultismo y de la magia (...)2

Ahora bien, el esteta fortalece esa semilla poética que nace


en él con una laboriosidad rigurosa, adquiere y procesa
su oficio pertinazmente para que ésta pueda germinar y
dar sus frutos. El lírico comprometido con su vocación
está en constante trabajo de investigación en todos los
grados del conocimiento, y logrará interpretar y ahondar
en sus intuiciones sólo en la medida del saber aprehendido,
de su riqueza intelectual tanto cognoscitiva como sensitiva
para traspasar la llana realidad y aunar lo paradójico, lo
opuesto, en una sola presencia.

Cuando el poeta abre su mirada y su mente hacia el


conjunto de relaciones que se establecen entre sí y el cosmos,
se generan en su espíritu toda una serie de sensaciones
que lo aproximan al papel del creador iluminado, conflu-
yendo en su interioridad, como unidades constitutivas,

2
Ibid., p. 64.

61
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

los grandes fenómenos que el ser humano, en su afán de


escindir y ver el mundo en sólo dos tonalidades, ha
querido separar. El verso y su función genésica se funden
mostrando en un solo plano el bien y el mal, Dios y el
Diablo, lo aterrador y lo encantador, la luz y las tinieblas,
visionando un universo único y primigenio, donde no
hay historia sino un tiempo eterno por el cual el poeta se
desliza fuera de los paradigmas humanos y se eleva por
encima de lo terrenal.

Son pocos los estetas que han llegado a estos niveles de


comprensión, que puedan considerarse como verdaderos
iluminados y llamados a descifrar la magia y el conoci-
miento del mundo ocultista. El buen poeta se proyecta
revelando en su producción estética aspectos inseparables
de lo que constituye el valor intrínseco de la lírica, haciendo
concurrir en su obra aspectos esenciales del ser mismo
de la creación poética: una amplia asimilación de los
clásicos antiguos y modernos de la literatura, una capacidad
auditiva e intelectual para disponer armónicamente las
cadencias del verso, una armonización entre la forma y
el contenido, un vasto conocimiento y exploración del
lenguaje, una capacidad intuitiva frente a las manifestaciones
humanas y naturales.

A partir de tres grandes maestros de la poesía francesa


decimonónica -Baudelaire, Mallarmé, Valéry- las huellas
de la poesía moderna afortunadamente se han ido
prolongando en la obra de importantes creadores, algunos
con la tradición de la forma clásica, y siempre recreando
la esencia de la poesía: presentir e interpretar la profundidad
ambigua y caótica del alma humana. Colombia cuenta
con un grupo de importantes poetas que han ido conso-
lidando la modernidad literaria, como José Asunción
Silva, Luis Carlos López, Porfirio Barba Jacob, León de
Greiff, Luís Vidales, Aurelio Arturo, Fernando Charry
Lara, Rogelio Echavarría, Giovanni Quessep, entre otros,
cuya obra ha ido enriqueciendo de manera variada y
continua las letras nacionales.
62
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

En Risaralda, Héctor Escobar G. es un creador prolífico


que recoge la tradición lírica del siglo XVII español, del
modernismo francés y de las vanguardias latinoamerica-
nas, fundiéndolas y modelándolas hasta diseñar todo un
cuerpo estético enteramente nuevo y auténtico. En él con-
fluyen la filosofía, el amor, el erotismo, el mal, la muerte,
el esoterismo, entre otros, temas que desde siempre han
rondado la existencia humana, y ahora en las líneas de
Héctor Escobar Gutiérrez, se presentan envueltos en un
halo místico, mágico y artístico.

En sus versos se perciben vientos renovadores auguran-


do un viaje de retorno a las formas y contenidos, no para
repetirse, sino para expresar remozados las convulsas
manifestaciones de la modernidad. Su poesía sintetiza la
vida de este particular personaje, un ser dedicado al mun-
do de lo sobrenatural y a la creación literaria, experien-
cias únicas que ha plasmado en una serie de poemas
mágicos, que como oráculos nos envuelven en un hálito
de misterio y fascinación por ese más allá que no pueden
percibir nuestros limitados sentidos.

2.1 Magia y conocimiento

La mujer tiene en su interior la semilla de lo oculto.


La magia y la brujería son inherentes a su alma sensible e intuitiva.
Jules Michelet

La magia, según definición general, es el arte o la cien-


cia oculta con que se pretende producir, valiéndose de
ciertos actos o palabras, o con la intervención de seres o
entidades astrales, resultados contrarios a las leyes na-
turales; para el individuo del común, ella se percibe se-
gún su menguado conocimiento, como algo que está fue-
ra del alcance del ser humano normal, además de
asociarla a lo maléfico o lo destructivo, por ser utilizada
para acceder a intereses en beneficio propio, o simple-
mente por ser prohibida por las leyes de las grandes re-
ligiones.
63
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Se tiene una percepción bastante brumosa de la magia y


sus implicaciones, en el sentido de atribuirle aspectos
negativos y asociarla con lo diabólico, ignorando en gran
medida su esencia, su metodología y posible origen.
A través de los siglos, esta práctica ha generado innume-
rables teorías, filosofías y comportamientos por los seres
humanos que se interesan en ella, ya sea por el deseo de
alabarla y buscar en ella una especie de salvación y tras-
cendencia, recriminarla y endilgarle todos los males
del mundo -tales como los patéticos casos que se dieron
en la Edad Media y el largo y tortuoso período de la In-
quisición-, o simplemente el ignorarla por estar des-
provista de toda justificación científica y considerarla
apenas como un concepto primitivo de la naturaleza.

Variados son los teóricos que han disertado sobre lo mági-


co a lo largo del tiempo, entre ellos Marsilio Fiscino, Nico-
lás de Cusa, Giordano Bruno, Jules Michelet, Mircea Eliade,
Rodolfo Otto, Roger Callois, Octavio Paz, Ioan Culianu,
Eduardo Azcuy. Asimismo, existen cantidad de libros don-
de la magia es el tema central, inclusive en la actualidad,
cuando se observan los distintos textos esotéricos que se
estudian para la iniciación en la doctrina de la llamada
“Nueva Era” se encuentran pequeños substratos que aluden
a lo mágico, pero con un contenido muy superficial y
simplificado, que tiende más bien a banalizar su impor-
tancia como fuente del conocimiento e instrumento de los
humanos para acceder a otras formas del saber.

El hombre, en la interpretación deliberada que ha hecho


de lo mágico, ha creado creencias y elementos con el
propósito de acceder a una dimensión oculta: los sugestivos
recetarios esotéricos, los mantras e invocaciones, los
extraños bebedizos, los retratos alfileteados, etc., preten-
diendo con ello facilitar la realización de los deseos o el
acceso a otros estados. Este ingenuo accionar frente a la
magia se debe a la ignorancia de su profundo sentido, a
la falta de un estudio riguroso de las diversas fuentes
teóricas y su acertada asimilación, pues es necesario tener
64
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

una formación filosófica sólida en este campo para así po-


der acceder a la praxis, a dilucidar los verdaderos alcances
del terreno de lo mágico y a descifrar los diversos códigos o
símbolos que en él se revelan.

El poeta comprometido y el verdadero iniciado son conoce-


dores de la disciplina que exige la magia, ellos saben que no
basta la intención y el entusiasmo al aplicar unas fórmulas,
sino que es necesario el discernimiento y la preparación
iniciática para acceder al saber oculto.

Ioan P. Culianu3 , habla de la magia como una ciencia del


imaginario, como un método que explora y manipula la ca-
pacidad del individuo al conocer en profundidad sus de-
seos y fantasmas. En este sentido, la magia y su técnica pe-
netran el interior del ser humano e intentan suscitarle im-
presiones persistentes asociadas con su cotidianidad, sus
intereses y sus deseos; se generan una serie de vivencias
fantásticas que toman cuerpo y significado porque el indi-
viduo sometido así lo ha imaginado y proyecta su vida real
desde un campo imaginario.

(…) Magia y ciencia, representan, en última instancia,


las necesidades imaginarias; y el paso de una sociedad
dominada por la magia hacia una sociedad dominada
por la ciencia, se explica en primer lugar, por un cam-
bio del imaginario (…)4

Es decir, en un inicio el imaginario es una de las justificacio-


nes de lo mágico, y hasta de lo científico, de la necesidad de
recrear nuevos planos de existencia que se logran por la aso-
ciación y analogía que se hace entre las cosas terrenales que
perciben los sentidos como reales, y las cosas que acechan
ocultas en la psique del ser humano. Cuando Michelet5 abor-
da en su texto La Sorcière, la génesis de lo mágico, de los

3
CULIANU, Ioan P. Eros y magia en el Renacimiento, Ediciones Siruela, Madrid,1983.
4
Idem, p. 24.
5
MICHELET, Jules. Título original del francés: La Sorcière, traducción y adapta-
ción: Historia del satanismo y la brujería, Ediciones Siglo Veinte, Buenos Aires, 1959.

65
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

primeros espíritus fantasiosos, le da el papel primordial a


la mujer, no sólo por la especulación que se hace de su
sexto sentido, la intuición, sino por todo el proceso histó-
rico y de acomodación a la sociedad del que ella partici-
pó y el devenir del acervo imaginario que confluyó en su
alma al adaptarse a los nuevos cambios.

En la temprana Edad Media, cuando se da la separación


de las habitaciones y el hombre empieza a independizarse
y a formar su hogar aparte de la familia de su esposa,
cuando establece sus normas dentro de su propia casa y
se forma la institución familiar, la mujer empieza a
adquirir su valor como ser humano, ya que comienza a
no ser tratada como un objeto más de uso, sino que se le
da su mérito de criatura divina.

(…) El hogar aislado formó la verdadera familia. El


nido formó al pájaro. A partir de entonces ya no se
trató de cosas, sino de almas… así nació la mujer (…)6

Conforme el magnífico texto de Michelet, la mujer casada,


una jovencita inocente, frágil y susceptible, empieza a
quedarse sola en el día mientras su marido va al bosque a
trabajar, de modo que allí, en su humilde casa, mientras
hace sus quehaceres domésticos, empieza a recordar las
enseñanzas de su madre, saca de su corazón el recuerdo
de sus antiguos dioses, ahora prohibidos por la Iglesia, y
los siente como espíritus que acompañan su soledad, le
habla al silencio, imaginando su presencia y pide por su
esposo y su bienestar. Ella cree percibirlos en el
movimiento del fuego, en los rincones oscuros, constata
los favores y el bienestar que el pequeño espíritu, trans-
formación de sus dioses, empieza a suministrarle y lo cree
ya como un ser real, un pequeño amigo de su corazón
que le produce placer y compañía. Y como desea conservarlo,
también le da pequeños regalos, en especial su fe. Luego,
con un poco de temor por lo que pueda pensar su esposo,

6
Idem, p. 39

66
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

se atreve a contarle su secreto, y éste, que la adora y se


enternece por su ingenuidad, lo cree y da el permiso total
para que el duendecillo imaginario rote por la casa a su
antojo, pues ha conquistado el corazón de la mujer y a
través de ella el del hombre. De esta forma, ese “espíritu
imaginario” se inserta en el núcleo social y familiar:

(…) Los espíritus son los confidentes, los confesores


de esos conmovedores secretos de mujer. La mujer
piensa en ellos cuando coloca en el fuego el leño
sagrado… los espíritus no son ingratos (…)7

De esta forma se nos presenta una de las fabulosas


teorías sobre el génesis e instauración de lo oculto y lo
mágico dentro del hogar, en la medida en que todo se
inicia por la capacidad imaginativa que pervive en el alma
femenina. Así también lo enseña la poesía de Héctor
Escobar G., cuando en sus versos describe la conciencia
femenina como algo etéreo, volátil, más unida a un mundo
inmaterial que a lo terrenal, percibiéndola e imaginándola
como un ser soñador y místico, casi sobrenatural:

VOLANDERA

Volar te miro, soñadora, por el aire,


como una nube, rauda por los cielos,
muy lejos estás de humanos suelos
exhibiendo, volandera, tu donaire.

El mundo miras así, como al socaire,


sin que te perturben sus desvelos,
y no menguan tus místicos anhelos
ni la vil estulticia ni el desaire.

Volar te miro por la celeste comba,


la techumbre parece que se abomba
y el abismo iluminas cuando subes.

7
Idem, p. 44.

67
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Volando vas hacia tu azul palacio,


a través de lo inmenso del espacio
cual risueña bandada de querubes.8

En este poema el poeta refleja su visión de la mujer -una


maga, una posible bruja- como un ser que está compuesto
de otras realidades, las que le han generado la fama de
ser la gestora de la magia, y que ella una vez -consciente
de este fenómeno- lo asimila y le tiene fe, cree en ese algo
que se manifiesta simbólicamente a través de la naturaleza.
Empieza a interesarse, a tener conciencia existencial con
respecto al cosmos y a sí misma, se autoafirma en su
propio poder interior; que no es otra cosa que la exploración
de su psique interna, pero que asocia a las energías
espirituales aventurándose a descifrar lo que el más allá
le quiere comunicar, estudiando y comparando los
diferentes símbolos hasta encontrar resultados positivos
para su trascendencia; luego lo aplica en su hogar y
encuentra efectos satisfactorios, y así se permite compar-
tirlo y empezar a explorar su don con quienes confían en
ella y su sortilegio.

Pero no todas las mujeres son partícipes de este fenómeno.


Sólo algunas, las que el pequeño duendecillo -que es la
transfiguración de Satán-, percibe con un alma pura y
predispuesta para ser su iniciada en lo oculto, son las que
dan muestra de una gran fe en los poderes que encierra
la naturaleza y en el maestro, que puede guiarlas por el
sendero del conocimiento sagrado. Él las escoge para que
sean sus discípulas y las voceras de su existencia, pero
asimismo ellas desean ser escogidas. En palabras de
Michelet, el propio Demonio llega a pronunciar: “He aquí
tu reino, eres mendiga hoy; mañana reinarás”. Por ello,
inicialmente la mujer fue la elegida para ser bautizada
como bruja o hechicera -don que le provocó el repudio
de los humanos que le circundaban al dimensionarla

8
ESCOBAR, G. Héctor. Cosmogonías, Gráficas Olímpicas, Pereira, 1985, p. 31.

68
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

como un ser extraño- con una actitud y una posición frente


a la existencia muy ajena a la vida común. Sin embargo,
esta mujer-bruja despierta un poderoso sentimiento de
atracción en los otros, que acuden a ella con cierto halo
de temor, porque consideran que su acción puede ser
benéfica como mediadora frente a la madre naturaleza.

El imaginario y luego la fe hacen de la mujer el ser excep-


cional que pone en movimiento la magia: primero es
discípula y luego pasa a ser maestra o bruja, trascendiendo
con sus poderes en cada sesión, mostrándose poseedora
del conocimiento mágico y practicándolo efectivamente
entre los que la rodean; hay fe en ella al creer en sus palabras
y conjuros, lo cual hace de cada sesión mágica un éxito.
La hechicera y sus creyentes se vuelven uno, se establece
entre ellos una especie de relación simbiótica, donde se
existe en la medida que el otro también existe; al respecto
Culianu9 plantea que la fe es la condición previa de la
magia: No existe operador -sea mago, médico o profeta-
que pueda desempeñar nada si no existe una fe en el
sujeto.

Aceptar la mujer como principio de lo mágico puede


resultar un poco cuestionable, pero si se detiene la mirada
en el origen de los pueblos primitivos, desde la perspectiva
de Michelet, hay una constante, y es la de que el hombre
caza y busca el sustento, emplea su vida y ocupa su
mente en cosas terrenales, mientras la mujer espera sola
en el hogar, imaginando, engendrando sueños y dioses,
observando el cielo para adivinar el paso del tiempo,
contemplando las flores, construyendo futuro para sus
hijos, implorando a la naturaleza el cuidado de sus seres
queridos. Bataille también manifiesta el valioso significado
de la mujer dentro del plano de lo mágico al expresar lo
siguiente:

9
Culianu, Op. Cit., p. 136.

69
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

(…) El capricho, la dulzura femenina iluminan el


imperio de las tinieblas; algo de la bruja como con-
trapartida, se une a la idea que nos hemos hecho de
la seducción. La exaltación de la Mujer y del
Amor que sustenta hoy nuestras riquezas morales,
no se deriva solo de las leyendas de caballería, sino
también del papel que desempeñó la mujer en la
magia (…)10

Se aprecia, entonces, cómo el alma femenina desde


siempre ha habitado no sólo el plano material sino y
sobre todo el del cosmos; luego, con el transcurrir del tiempo
todo cambia y la historia se divide, o más bien el hombre
renace al mundo fantasioso que ya había ocupado la
mujer.

(…) ¡Sencillo y conmovedor principio de las religio-


nes y de las ciencias! Más adelante todo se dividi-
rá, se verá empezar al hombre especial, juglar, as-
trólogo o profeta, nigromante, sacerdote, médico.
Pero, al principio la mujer es todo (…)11

Cuando el hombre especial ingresa al universo ocultista ya


ha tenido una maestra, de ella obtiene grandes conoci-
mientos, en especial la impresión de un plano existencial
diferente, además de una serie de fórmulas y métodos
para acceder a estados de liberación de los sentidos. Es
un aprendizaje que lo hace explorar los misterios de lo
oculto y que lo dota de fuerza para separarse del camino
que le ha enseñado su maestra, para empezar a dar forma
a sus propias ensoñaciones e imaginarios.

Y son los poetas los primeros en ser llamados a este cambio


de naturaleza, por cuanto ellos empiezan a descubrir que
hay un mundo diferente del que le muestran sus iniciales
sensaciones, conviven con un sentimiento de extrañeza

10
BATAILLE, Georges. La literatura y el mal, Taurus Ediciones, Madrid, 1971, p. 97.
11
Michelet, Op. Cit., p. 7.

70
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

que no es otra cosa que la intuición primordial del mundo,


una sensación consciente de la naturaleza ofrecida bajo
una faz diferente a la creada por la experiencia sensorial
y motriz.

Entonces comienzan a buscar y a visionar la amplitud del


universo que le rodea, pero para acceder a él necesitan
apartarse de la vida cotidiana y sencilla de los demás seres
humanos, ya que así podrán sumergirse en un espacio
único y totalmente nuevo para trascender como creadores
de un mundo gestado por la palabra, que los emparienta
con la noción del demiurgo, es decir, de un ser superior o
divino que es la génesis de una virtualidad artística. Así lo
evidencia Héctor Escobar G. en el siguiente poema:

UBICUIDAD

Paralelamente, gravitamos con los astros


en elípticas idénticas,
poseemos otros cuerpos,
pensamos con otras mentes paralelamente.

Matemáticamente, configurados por leyes


dialécticas y cíclicas,
orbitamos como hombres,
anatómicos y psíquicos, matemáticamente.

Infinitamente, ascendemos por el círculo


trascendente y cósmico,
trazando un ángulo puro,
proyectado hacia su punto, infinitamente.

Místicamente, unidos por la gran realidad


evolucionamos siempre,
perfeccionando la vida,
al ritmo que la descubrimos, místicamente.12

12
ESCOBAR, G. Héctor. Cosmogonías, Gráficas Olímpicas, Pereira, 1985, p. 53.

71
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

En estos versos, que muestran todo un juego de palabras,


especialmente por el recurso estilístico del uso del mismo
adverbio al inicio y al final de cada estrofa, se revela cómo
los poetas perciben -al igual que los místicos y los magos-
un mundo unido por correspondencias, donde la presencia
del cosmos es perceptible por analogías. Se va avanzando
en lo desconocido a través de lo conocido, en donde todo
componente del universo se intercomunica e interrelaciona
entre sí; asimismo, como se razonó en las sociedades arcaicas
sobre la existencia, dando por hecho que el ser humano debe
sentirse uno con el cosmos para lograr su inmortalidad.

El poeta toma esa concepción primitiva del mundo y le


concede gran validez, hasta tornarla como principio funda-
mental de su vida, experimenta que sólo de esta manera
puede adentrarse en el verdadero conocimiento, lo intuye,
lo razona y luego lo recrea en cada verso que aflora de su
alma; el lírico se vuelve un ocultista.

(…) Los poetas siempre han intuido un universo total


de coexistencias y se han rebelado contra las causas que
impiden al hombre su verdadera plenitud (…)13

Pero para que el creador pueda captar esa particular


cosmovisión sin intermediarios, debe aventurarse a exaltar
su espíritu hasta llevarlo a un estado de encanto, es necesaria
la ruptura del nivel ordinario de conciencia para acceder a
la iluminación. Muchos de ellos –Mallarmé, Valéry,
Baudelaire, Rimbaud- se aventuran por sendas de éxtasis
caóticos o por elevados estados de misticismo, incorpo-
rándose a mundos psíquicos casi siempre llenos de horror
por unirse en ellos todas las posibilidades de existencia
cósmica, como si pretendieran llegar al punto cero, donde
no hay diferencias opuestas entre los elementos que
conforman la naturaleza humana. Y ya situados en ese
nivel, sienten que todo les es permitido y que se inicia lo

13
Azcuy, Op. Cit., p. 35

72
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

que pudiera llamarse la “danza de la palabra”, el vaivén


del verbo, la exploración de los secretos de sus más puras
consonancias, dando con ella giros vitales para acceder a
una nueva realidad que sólo podrá ser percibida en su pleni-
tud por quien pueda acceder a tal nivel de conciencia.

Héctor Escobar Gutiérrez también ha penetrado en esa


esfera de liberación y conocimiento de la esencia de las
cosas. En sus creaciones poéticas él ha dirigido sus pasos
por la senda del Mal como opción mística existencial, ya
que su ser interior eligió acceder al mundo de las tinieblas.
En su obra se puede percibir, en este sentido,

(…) Un compendio de visiones, de alucinaciones, de descen-


sos abismales, de intentos por captar a través de la palabra
todos los horrores del alma, las vivencias, las experiencias
humanas que de cierta manera son colindantes con el mundo
diabólico, ese mundo interior donde nuestros propios demo-
nios toman cada vez más posesión de nuestra conciencia, para
hundirnos y luego disolvernos en la nada (…) 14

De esta forma, lo oculto como sinónimo de un saber


especial es inherente a su obra, la experiencia de lo sagrado
forma parte de su vida, de su mundo mágico y de sus actos.
Mediante sus prácticas religiosas logra desprenderse del
reino objetivo y entrar en una dimensión sobrenatural,
donde, como plantea Octavio Paz, “no hay muerte ni vida,
y se es como el agua corriendo incesante” 15 , para renacer
y encontrarse consigo mismo sufriendo un cambio de
naturaleza, y así obtener la libertad y lucidez mágica para
explorar ese mundo de lo demoníaco, de tomar la
palabra y llevarla a los límites en su creación poética.

14
Entrevista realizada por Mercedes Ramos Olaya y Elsa Lorena Higinio, en: Al-
ternativa Audiovisual para la enseñanza de la literatura, tesis de pregrado, Escuela de
Español y Comunicación Audiovisual, Facultad de Educación, Universidad Tec-
nológica de Pereira, Pereira,1998, p. 148.
15
PAZ, Octavio. El arco y la lira, Fondo de Cultura Económica, Santafé de Bogotá,
1998, p.148.

73
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

FLORACIONES

Como una floración, extraña y multiforme,


mis poemas resurgen con un acento propio;
al calor de los vinos y los sueños del opio,
mis poemas divagan por el espacio enorme.

El diablo me los dicta con su boca deforme


y temblando de miedo en el papel los copio;
de sus oscuras voces, en el acto me apropio,
y las escribo en verso de medida uniforme.

Mis estrofas fascinan al cándido lector,


velozmente lo sumen en abismos de horror,
mis poemas exhalan un raro olor de azufre.

Mi musa solo canta con preferencia al Mal,


al hombre que naufraga en la sima abismal
y que al verse sumido desconsolado sufre.16

Este soneto pertenece al libro Testimonios malditos, su


segundo texto editado en 1985, una obra desgarrada,
cargada de imágenes violentas y directas que llevan la
intencionalidad de transmitir todo ese mundo de pánico
e inconsciencia donde los demonios, los espíritus y los
horrores conviven amalgamados en una simbiosis aterra-
dora. Obra que, como Liliana Herrera17 ha sustentado,
propone una filosofía basada en el principio del Mal, como
elemento natural y auténtico a la inmanencia humana.
Igualmente es un itinerario de los viajes internos del poeta,
de sus proyecciones astrales provocadas por experiencias
peligrosas, como medio esencial para lograr ese desarreglo
de los sentidos que preconizaba Rimbaud. Borra así los
límites de la razón hasta dejar la ventana abierta para que
las imágenes arquetípicas de la psique profunda irrumpan

16
ESCOBAR, G. Héctor. Testimonios malditos, Imprenta Cafetera de Caldas,
Manizales, 1985. p. 11.
17
HERRERA, Liliana. Prólogo a Testimonios malditos, op. cit.

74
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

en la conciencia, causando grados de estupor y posesión,


reproduciendo las innumerables identidades y entidades
que habitan dentro del alma.

(...) Es un libro vivido en el cual yo he intentado transferir a


través de la palabra, no sólo mis experiencias existenciales,
sino también un reconocimiento literario a los grandes
maestros y visionarios que de una u otra forma reflejan
el mundo satánico, el mundo oscuro de la mente (...)18

El despertar de las potencias arquetípicas de la psiquis


obliga a este aedo luciferino a imponer un dominio total,
en medio de su delirio, a la presión ejercida por sus
demonios internos. Para hacerlo posible, requiere poseer
un conocimiento iniciático que haga posible interpretar
las claves reveladas en sus estados de éxtasis poético, una
vasta y sólida formación filosófica, además de la correcta
utilización de los aspectos formales del poema, en
especial del soneto clásico. En este sentido, cada pieza de
su personalidad se intercomunica, y es controlada por
la firmeza del lírico, ayudando así a las fuerzas caóticas a
mantenerse circunscritas dentro de los cánones de la
razón; para ello su “voluntad debe ser de tipo especial,
debe regular y controlar sus emociones y sus fantasías
de manera que, creyendo ser su dueño, no sea por el con-
trario, la víctima de sus habilidades”.19

Mediante la aplicación práctica de estas exigencias, se


busca salvaguardar al poeta del riesgo de que los fantasmas
obnubilen su comprensión, de ser convertido en un
medium poseído fortuitamente por las entidades infernales
evocadas; no se debe olvidar que la poesía fue, ha sido y
continuará siendo una fórmula mágica y se debe hacer
todo lo que esté al alcance para recobrar su eficiencia,
su eficacia ritual y profética.

18
Idem, Alternativa Audiovisual para la Enseñanza de la Literatura, p. 152.
19
Palabras de Giordano Bruno, citadas por Culianu en su texto Eros y magia en el
renacimiento, Pág. 135

75
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

XIX

Redondo vientre de brea,


de líquenes y de basalto;
hasta tu sima de un salto
descenderé, ¡materna Gea!

Por tí mi alma centellea


y de tu amor no seré falto,
por mi nota de contralto,
mis flámulas y mi presea.

Con mis telúricas notas,


mis rimas, yelmos y cotas,
a tu entraña he de laudar.

¡Oh viva y materna Tierra,


aunque tu sima me aterra
por siempre te he de loar!20

Este poema pertenece a El libro de los cuatro elementos, en el


cual el escritor, según su criterio, refleja su iniciación en los
planos internos del conocimiento trascendental para poder
llegar a la cúspide de la realización cósmica. Su creación toma
en acto simbólico las pruebas que en otro tiempo -el Iluminis-
mo- debían de cumplir los iniciados poetas en las artes del
Demiurgo, en donde les era preciso describir paso a paso sus
visiones acerca de su viaje a través de los cuatro elementos -
tierra, fuego, agua y aire-, como testimonio de su irrevocable
vocación magística para recorrer el camino de la Luz.

XVI

Es el mar un hondo espejo


de ensueños sin orillas,

20
ESCOBAR, G. Héctor. El libro de los cuatro elementos, Ed. Gráficas Olímpica,
Pereira, 1991, p. 23.

76
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

de secretas maravillas,
de silencio y rauco dejo.

Mi alto ensueño aparejo


-sueño de proas y quillas-,
de veleros y escotillas
ahonda el mar el reflejo.

Verde mar de áspero tono,


de torbellinos y encono,
fosco piélago de sueños.

Es el mar profunda tumba


de mi cantar que retumba
en sus abismos roqueños.21

La poesía como hazaña metafísica, permite divagar y


explorar las profundidades del ser unido a las manifesta-
ciones de la naturaleza, pero para lograr esta exaltación
unitaria, se necesita de la magia, del conjunto de conoci-
mientos prácticos, que conlleven al despertar espiritual
del poeta ante las realidades ocultas de la creación. Los
ritos, los hechizos, las meditaciones, los cantos sagrados
y hasta los mantras, todo ello contribuye a la finalidad de
otorgar al iniciado la fuerza para poder unir su destino
con el cosmos y guiar su constante búsqueda existencial.

(...) La poesía es “una cosa y todas las cosas”, por eso


el poeta “comprenderá la naturaleza mejor que el
sabio” y puede llegar a conocer el plan del univer-
so... crea un método de conocimiento simbólico que
es también el del ocultismo (...)22

Como más adelante se mostrará, la poética de Héctor


Escobar G. juguetea constantemente con los elementos de

21
Idem, p. 68.
22
AZCUY, Eduardo. El ocultismo y la creación poética, Monte Ávila Editores, Cara-
cas, 1974, p. 139.

77
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

la naturaleza, con el agua, el aire, la tierra, el fuego, el éter,


las flores, el sol, etc. logrando expresar a través de ellos los
sentimientos y el devenir del hombre. Toda esta proyección
forma parte de su pensamiento mágico, de la necesidad
de mostrar en sus líneas lo que realmente preocupa al ser
humano, conocimiento que pudo adquirir en sus diferentes
estados místicos, de revelación de sí mismo, de consistentes
lecturas y análisis de obras prohibidas y enfocadas en el
ocultismo, de una aguda observación de la miseria y
cotidianidad humana. Él aprovecha tales elementos y
experiencias para luego plasmarlas en sus versos como un
universo nuevo, con un lenguaje genésico y provocador
de cambios para el lector.

2.2 La magística del verso

Desde sus inicios la poesía se caracterizó por tomar el


lenguaje, configurarlo y recrearlo en el juego de palabras
que formaban los versos. También hizo parte en la consolidación
de la cultura de variadas regiones al comunicar claramente
en sus líneas las experiencias, esperanzas, pasiones y
creencias que percibía el poeta acerca de su entorno.

Pero desde el siglo XIX, con algunos escritores ilustrados y


líricos europeos, especialmente los simbolistas, se empie-
za a observar un cambio notable y radical en el verso poé-
tico: el lenguaje deja de ser tomado en su función tradicio-
nal de comunicante claro y concreto, para oponerse con
unas características renovadoras e incluso transgresoras,
dejando de lado su principio fundamental -el mensaje con-
ciso- para volverse travieso y fugaz, donde ya no prima su
proceso comunicativo, sino que impera la desviación en-
tre el signo y lo designado. Estas transformaciones forma-
les en el estilo derivan en la complejidad del sentido del
poema, avizorando una especie de asombro y perturba-
ción características de la lírica moderna:

(…) Se observa en la lírica moderna (…) una tendencia


a alejarse cuanto sea posible del empleo de expresio-
78
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

nes unívocas. El poema aspira a ser una entidad que


se baste así misma, cuyo significado irradie en varias
direcciones y cuya constitución sea un tejido de ten-
siones de fuerzas absolutas… donde se manifieste la
rotundidad del lenguaje con la oscuridad del conte-
nido (…)23

Cuando el poeta empieza a explorar y a crear nuevas


formas de expresión escrita, se abre un nuevo camino para
la poesía a través del lenguaje, la toma de conciencia de
la realidad que le aqueja al experimentar la opresión del
ser moderno, lo rebela contra la forma expresiva habitual.
Esta ya no le basta y se siente ahogado entre las limitantes
del verso habitual, comenzando así a abrir fisuras, a
salirse del canon tradicional y a gestar nuevas líneas
poéticas dando la impresión de alejamiento de la realidad.
Se trata de una búsqueda hacia un significado más
profundo de la palabra que nombra y gesta nuevas
realidades, que fabrica su propio edificio formal en las
ruinas de ese lenguaje que pretende renovar.

Todo poeta comprometido con su arte, cuando se enfrenta


con el lenguaje, busca nuevas formas de investigar y
profundizar en los contenidos lingüísticos, porque en la
medida en que se tenga un mayor conocimiento y
dominio sobre este campo, será capaz de transmitir y
manifestar más fielmente sus emociones recónditas, los
sentimientos y las visiones que inundan su alma.

Héctor Escobar G. no es ajeno a esta característica en


todo el desarrollo de su obra. En una entrevista con
Gustavo Colorado Grisales24 comenta sobre la impor-
tancia de la palabra al referir que: el lenguaje mantiene
unos lazos indestructibles con lo más profundo de la condición
humana y el recuperarlo (… ) es la mejor manera de

23
FRIEDRICH, Hugo. La estructura de la lírica moderna. De Baudelaire hasta nuestros
días, Ed. Seix Barral, Barcelona, 1974, p. 22.
24
COLORADO G. Gustavo. “Cara a cara con el Diablo”, Noticias Literarias.com,
New York, NY. EE UU, Año 3, junio 10 de 2004, p. 5.

79
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

aproximarnos a lo que algunos llaman El espíritu de los tiempos. La


preocupación que el poeta siente hacia la inmanencia del len-
guaje lo ha llevado a presentar un innovador estilo en su líri-
ca, donde la estructura de sus primeras obras se rigen por las
formas de la denominada “poesía matemática”, según la cual
cada verso tiene igual número de letras y no de sílabas -como
sería lo usual- combinada con el rescate de vocablos olvida-
dos, mostrando así la inquietud por una manera diferente de
escribir poesía.

La estructura de tal estética, se rige por el número de letras


del primer verso y la constante de esta cantidad en los trece
restantes que conforman el soneto. Con ello el poeta, desde
la perspectiva de Liliana Herrera25 , pretende mostrar la au-
tonomía de cada letra y su valor totalmente independiente
del grupo silábico al cual pertenece. Aunque estas aprecia-
ciones pueden ser sugestivas, consideramos, sin embargo,
que no existe propiamente en la poética de Escobar una au-
tonomía total de cada letra, sino la correspondencia exacta
con los fonemas de las demás grafías que integran cada uno
de los versos. Es decir, que su valor estético reside en su
relación sincrónica y numérica. En este sentido, Cecilia
Caicedo26 explica que el valor de esta composición estética
matemática no está en la independencia de cada letra sino
precisamente en su cardinalidad cuantitativa, o sea, en su
relación matemática, y aunque para la ensayista el proceso
aritmético no se funde con la interioridad del poema mis-
mo, pensamos que tal fórmula es la base de una poética im-
buida por lo mágico, ya que estamos frente a una poesía
netamente cabalística, donde vocablo y número aparecen
unidos en un mismo nivel para lograr connotar su significa-
do profundo. Siendo así, la poesía matemática de Escobar
G. revela en su conjunto un sentido totalizador de forma y
contenido, haciendo de cada poema una red de tensión si-
milar a la generada por una sinfonía musical, donde cada

25
Op. cit., prólogo al libro Testimonios malditos del poeta Héctor Escobar Gutiérrez.
26
CAICEDO, Cecilia. Literatura risaraldense, Corporación Biblioteca Pública, Co-
lección de Escritores Pereiranos, Vol. 6, Pereira, 1988, p. 228-229.

80
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

nota, cada voz, propaga su melodía dentro de la gran com-


posición.

Una de las obras más notables en esta trayectoria es la del


poemario El libro de los cuatro elementos, producto de una
búsqueda no sólo intelectual sino -y ante todo- espiritual.
Como el mismo autor lo plantea, los versos allí plasmados
son fruto de su iniciación en los planos internos del conoci-
miento trascendental, y para demostrar que sus pasos han
logrado ingresar en esta dimensión, nos entrega un com-
pendio de poemas que se rigen por una fórmula central
matemática donde una vez más se reflejan los conocimien-
tos mágicos, esotéricos y cabalísticos entrelazados con la
palabra poética. No hay posibilidad de dividir lo uno de lo
otro sin perder su esencia, pues aunque exista interdepen-
dencia su unidad es preeminente para acceder a su totali-
dad.

En el prefacio de la obra, el poeta explica la estructura formal


de sus poemas y los propósitos formales que lo animan:
(…) Los ochenta poemas que conforman el texto están
divididos en cuatro cámaras o compartimientos compuestos
de veinte poemas por sección, para conservar una corres-
pondencia analógica con los cuatro elementos esenciales de
la naturaleza; en los ochenta sonetos cada uno de sus versos
contiene veinte letras y un total de doscientas ochenta letras
por cada poema. Esta fórmula matemática se mantiene in-
alterable durante todo el libro hasta lograr concatenar un total
de veintidosmil cuatrocientas letras. Ahora bien, la suma de
los dígitos de esta cifra es ocho, número que se identifica
místicamente con el santo Ocho o caduceo de Mercurio de
los gnósticos y francmasones, además de compaginarse con
el Ocho del Tarot, símbolo de la justicia y del infinito según
el canon iniciático del Gay Saber, fundamentado en los
misterios de la Sagrada Cábala(…)27

27
Idem, El libro de los cuatro elementos, p. III.

81
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Pitágoras planteaba: “el número es la ley del universo y la


unidad es la ley de Dios”, revelando así cómo los números
cumplen las funciones de contar, computar o enumerar,
utilidades partícipes del mundo racional y material, pero
también poseen otras propiedades aplicables al plano es-
piritual, tales como la representación de cualidades, caracte-
rísticas y capacidades de los seres y las cosas que conforman
el universo humano. El matemático griego se valió del
simbolismo numérico para justificar el origen del cosmos
y opinaba que en el universo todo estaba sujeto a ciclos
progresivos y predecibles que podían medirse con los nú-
meros del uno al nueve.

Un ejemplo concreto sobre la configuración numérica


ocultista es la asignada al número ocho, símbolo que
tiene especial connotación en el libro en cuestión. Para
la numerología este signo cuantitativo representa la
justicia y el equilibrio, y los griegos daban explicación
a tales características argumentando que el ocho
puede dividirse en dos partes iguales, es decir, en 4 y 4,
además éstas a la vez también son divisibles en dos
partes exactas, 2 y 2; 2 y 2, para completar el producto to-
tal. Los pitagóricos lo catalogaban como el número de la
armonía por la avenencia de sus dos partes, pues 2 al cubo
es igual a 8. Para los egipcios, 8 fueron los dioses que acom-
pañaron a Thot, consejero de Osiris y escriba de los dioses.
En el Sermón de Benarés, 8 eran los pasos del sendero seña-
lado por Buda y en el budismo el 8 aparece como
simbolización del Karma o la ley de causa-efecto. Tanto en
esoterismo como en matemáticas el ocho inclinado repre-
senta el símbolo del infinito. En este sentido, serían
muchas las connotaciones culturales mágicas respecto de
este signo numérico. Lo cual deja como conclusión que los
números, al igual que el lenguaje, son fenómenos impres-
cindibles en las manifestaciones vitales del hombre.

Con lo anterior, se puede afirmar que en casi todas las


culturas los números han sido objeto de cuestionamientos
y disertaciones que van más allá de su función numérica
82
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

cuantitativa, han logrado darle a cada signo una caracte-


rización y propiedades que sólo son comprensibles den-
tro del plano ocultista. Por ello existe una rama de la ma-
gia adivinativa llamada numerología, concebida como una
disciplina que estudia el significado oculto de los núme-
ros, y cuando ésta se extiende hasta el alfabeto asignán-
dole una equivalencia numérica a cada letra, uniendo el
lenguaje con lo numérico, pasa a llamarse gematría; en ella
se busca la explicación y el sentido de las palabras rela-
cionado con sus valores o equivalentes numéricos.

Estas creencias hacen parte de La Cábala, fenómeno que


se centra en la búsqueda del conocimiento divino plan-
teando su teoría estructural en las Sefirot, diez imágenes
alegóricas y complejas de Dios ubicadas en un orden nu-
mérico fijo y definido e interpretadas como lenguaje puro
que han dado génesis a la creación del universo. Al decir
de Harold Bloom, “las Sefirot fascinan porque sugieren
el conocimiento inmutable de una realidad absoluta que
se encuentra detrás de nuestro mundo de apariencias”.28

Para Héctor Escobar G. este es su campo de acción por


su misma filosofía de vida. No es de extrañar que apli-
que sus conocimientos ocultistas en su poesía y logre
crear sus versos con este componente numérico inter-
pretado desde el plano espiritual. A continuación se
ejemplifica la estructura formal matemática de sus lí-
neas tomando algunos poemas del libro en mención que
permiten evidenciar el trabajo minucioso y decantado
que ha logrado no sólo en su composición formal sino
también en el lenguaje. Por ello nos atrevemos a
diseccionar la obra, para poder entender y otorgarle más
valor estético, demostrando que es producto de una
mente consciente de su labor genésica y no mera pala-
brería o simples fórmulas rítmicas.

28
BLOOM, Harold. La cábala y la crítica. Monte Ávila Editores, Caracas, 1992, p. 28.

83
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

XIX I

Alto rogo que en mí ardes Mi corazón es una fuente


con tu tizón inflamable, de agua en sangre teñida
llama con punta de sable y no restaña su herida
que dominas mis alardes. de aguasangre fluyente.

Luz que todas las tardes Oh, afluente insurgente


me consumes implacable, de roja tinta encendida,
de tu chispa inapelable de mi pecho, desprendida,
tu centelleo no guardes. mana una linfa doliente

Dadme calor, ¡llamas mías! Chorro de agua que manas


fuego que todos los días de mis íntimas fontanas,
relumbras con más ardor. límpido crúor nutricio.

Rodeadme, ¡amadas llamas! De agua roja es el caudal


pira que mi ser inflamas que mi oscura voz filial
con serpentino temblor. loa con ritmo tristicio.

El poema número XIX pertenece a la Cámara del Fuego y


el número I a la Cámara del agua de El libro de los cuatro
elementos. Se puede observar en ellos la exacta correspon-
dencia numérica de las letras que los conforman, un total
de doscientas ochenta en cada uno, divididas exactamente
en catorce versos de veinte letras; también, por ser sonetos,
al componerse de dos cuartetos y dos tercetos, obviamente
hay un número de versos iguales para cada poema,
rimando adecuadamente en los cuartetos el primer verso
con el cuarto y el segundo con el tercero, terminando
ambos con las mismas consonancias; así mismo, los
tercetos van ordenados de distinta manera como lo exige
la norma. Hay que rescatar la concienzuda labor que exigió
este trabajo, superando la dificultad de la construcción
de cada verso con veinte letras exactas, con una sonoridad
rítmica adecuada; pero sobre todo, porque el poeta logra
conferir una coherencia significativa al verso como parte
del todo, que hace de cada poema una breve apología de
los diferentes enigmas que conforman la realidad humana.
84
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Inclusive, proponer una metafísica súbita al dar una


visión del universo y revelar las profundidades del Ser al
unísono con las cosas que habitan el cosmos.
(…) Hay en la palabra algo de sagrado, que nos impide
jugar con ella como un juego de azar. Dominar
artísticamente una lengua equivale a ejercer una
especie de conjuro mágico (…)29
Cuando se habla de verso, inmediatamente el término es
asociado a la poesía, porque desde siempre éste ha sido
visto como el principal procedimiento de poetización, ya
que él se funda en elementos sonoros que vuelven sobre
sí mismos, y aunque su caracterización radica en su so-
noridad -la cual se deriva de la estructura y formación de
los vocablos dentro de la composición-, no es posible
disociarlo del contenido para hallar el sentido completo
al poema. De esta forma, el poeta pereirano se muestra
muy hábil e imaginativo para dibujar su intención entre
unas líneas que unen la composición armoniosa y el
sentido de lo trascendental.

El lírico con su vocación artística se transmuta en un mago


del sonido, al combinar en sus poemas los elementos rít-
micos y musicales del lenguaje como fórmulas mágicas,
donde las estructuras sonoras que lo componen se expanden
logrando estados de intensidad, de movimientos
absolutos de ascensos y descensos. La alternancia obser-
vable entre la carga y descarga idiomática produce una
auténtica atracción en el lector, una cierta fascinación
lograda por esa rigidez verbal, por el alto grado de
oscuridad y la conmoción intelectual que su poesía
produce. Se trata de la magia en su sentido estricto y de
la magia de las palabras, lo cual crea un aura de
misterio que subyugan al lector, aunque éste no acierte a
comprender totalmente.

29
Mallarmé, citado por Friedrich en La estructura de la lírica moderna. Op. Cit., p.
69.

85
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

(...) Es lógico que el poeta busque una lengua entera-


mente nueva, fundada en la experiencia misma de lo
incondicionado (...)30

El esoterismo lingüístico que pervive en sus obras no sur-


ge de una invención deliberada de palabras ni de términos
exóticos, sino del estudio permanente de libros esotéricos
y su respectivo léxico, como también de diccionarios espe-
cializados en terminología antigua o arcaísmos. En esta
búsqueda el poeta recorre complejamente entre centena-
res de vocablos recobrándolos y asimilándolos, pues des-
de la perspectiva de Octavio Paz, “cuando el lírico encuen-
tra su palabra la reconoce porque ya estaba en él, y él ya
estaba en ella”31 . Es decir, que el poeta, al crear sus líneas,
da paso conscientemente al caudal de términos que se van
acomodando con cierta autonomía en el papel en blanco,
lo que él escribe realmente le pertenece porque está en su
interior desde el principio, y sólo empieza a manifestarse
y resurgir cuando se descubre así mismo, él es el verbo: “la
palabra del poeta se confunde con su ser mismo”.

TAROT

He barajado el Tarot sobre la mesa


con sus arcanos Mayores y Menores,
para despejar mis dudas y temores
acerca del sino oscuro que me pesa.

Infausto sino es mi suerte aviesa,


ocaso sin fulgor ni resplandores,
edén poblado de marchitas flores,
agonía proverbial que nunca cesa.

Interrogo el libro místico de Tot,


-los arcanos infalibles del Tarot-
y se confunde más mi incierto sino.
30
FIEDRICH, Hugo, Idem, p. 160
31
PAZ, Octavio. El arco y la lira, Fondo de Cultura Económica, Santafé de Bogotá,
1999, p. 44-46

86
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Sobresalen las imágenes fatales,


ellas anuncian sucesión de males:
¡Muerte, Incertidumbre y Desatino!32

COFRADES

De la garla casuístas bizantinos,


duchos en la metáfora y en el sofisma,
mistagogos de fez y glabra crisma:
¡cáusticos, fumadores, libertinos!

Con desplantes rientes y mohinos,


de aureola ficticia y sin carisma,
náufragos en el mar y en la marisma:
¡nigromantes, abstrusos, adivinos!

Contertulios del ñoño y del elato,


doctos o rábulas, en riña o alegato:
¡truhanescos, herejes, dislocados!

Liróforos y expertos garladores,


del amor a las doninas trovadores:
¡agoreros, donjuanescos, alunados!33

En el poema Tarot, el yo poético manifiesta su relación y


simpatía con los conocimientos ocultistas, en ellos cree
ver su destino fatal y se sumerge en una profunda sensación
de tristeza y terror; y en el poema Cofrades, critica a la vez
que exalta la función de sus poetas amigos. Hay cierto
sarcasmo gozoso que se revela en los términos utilizados
al describir las cualidades personales, y un destello de
orgullo al connotar la capacidad intelectual.

Aunque ambos poemas plantean una temática diferente


y tienen en común el nivel del lenguaje. En ellos, como

32
ESCOBAR, G. Héctor. Testimonios malditos, Imprenta Cafetera de Caldas,
Manizales, 1985, p. 47.
33
Idem, p. 51.

87
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

en casi todos los poemas que componen este significati-


vo y original libro de poemas, se aprecia la búsqueda de
arcaísmos que enriquecen el léxico, en un proceso de
resemantización del habla para dotar de nuevas musica-
lidades y ritmos la palabra poética. Por ejemplo, si en el
primero se manifiesta la fatalidad del poeta en la consul-
ta de medios esotéricos, entonces se utilizan pala-
bras que pertenecen exclusivamente a este campo, rela-
cionándolas con otras para connotar lo deseado. Apa-
recen así términos que pueden tener una secreta ana-
logía no sólo musical sino semántica: Tarot, arcano, místico, Tot,
infausto, oscuro, fatales… que al ser entrelazadas en el ver-
so, sugieren una desesperanza angustiada. En el se-
gundo poema, la intención comunicativa varía, y por su-
puesto el lenguaje, que alude a la mordacidad y a la soca-
rronería de manera irónicamente divertida, empleando vo-
cablos de una consonancia inédita: rábulas, glabra, li-
bertinos, garladores, truhanescos, alunados, liróforos, que de-
jan entrever el familiar perfil de su verbo exaltado, indaga-
dor de la musicalidad fonética y donde la normatividad se
trastoca y los “vicios” se traslucen en “virtudes”.

Cuando Escobar Gutiérrez se aventura a plasmar en sus


versos toda esa serie de terminología esotérica y arcai-
ca, no lo hace por simple curiosidad hacia las formas
lexicales del pasado, sino como una necesidad del poe-
ma mismo, que mediante la apropiación verbal revive y
purifica el significado, pretendiendo así devolverle su
naturaleza original a la palabra que expresa el mundo.
Porque, como dice Octavio Paz34 , el poeta le recobra el
Ser al lenguaje al desenmascararle sus valores plásticos
y sonoros, su sensibilidad afectiva y significativa; sólo
así la palabra retomará su estado primordial y logrará
proyectarse diáfana en su pluralidad de sentidos. Héctor
Escobar alcanza esta dimensión del verbo, al recurrir con
habilidad a asombrosos neologismos, contextualizando

34
PAZ,Octavio. Op. cit., 1998, p. 47.

88
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

variados signos gráficos dentro del poema, confiriéndole


dinamismo y vida a las palabras que estaban en desuso
o que simplemente languidecían en un viejo dicciona-
rio.

El poeta risaraldense hace uso de las diversas manifes-


taciones retóricas, especialmente de las más tradiciona-
les, como son las aliteraciones, el oxímoron, la metáfo-
ra, la hipérbole, la metonimia, la sinestesia, la sinécdo-
que, etc., porque considera necesario para la trascenden-
cia y enaltecimiento de la poesía recurrir a las figuras
clásicas, puesto que es con ellas con las que ésta nace y
deben ser intrínsecas al verso para poder crear y com-
prender -aunque oscuramente- los mundos imaginarios
y caóticos que habitan en su alma. De otro modo, sería
casi imposible mostrar un nuevo lenguaje que expresa-
se la esencia de lo manifestado; toda su poesía está
signada por este tipo de retórica, especialmente las ba-
ladas, que el poeta ha escrito como complemento a su
apasionamiento por el soneto. Baladas que conforme un
bello libro inédito titulado Baladas en clave antigua al que
hemos tenido acceso gracias a la generosidad del autor,
y del que se ha seleccionado un poema para ilustrar
nuestros enunciados. Por su calidad y complejidad me-
recen una reflexión especial.

En esta balada el lenguaje se despliega y muestra una


gama extraordinaria de ritmos y significados, renueva
una cantidad notable de vocablos arcaicos, retomando
la forma clásica de esta composición poética, al igual que
relata historias con viveza, sencillez y detalles. Corres-
pondiendo a la forma clásica de la balada, las divide en
estrofas de seis u ocho versos con rima variada y las ter-
mina a la usanza con un mismo verso, a manera de es-
tribillo. Veamos:

BALADA NOCTÍVAGA

Desciende ante mí la borrina,


lenta y tenaz, cual parazonio;
89
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

no fluye ya el sutil favonio,


sólo la noche, alta y cetrina;
ella porta ritmos de armonio
pero se integra a mi destino.
Tú eres mi amor, noche ferina:
musa a quien llamo de contino.

Noche que ardiente me lancina


y que obscurece mi Heliconio;
noche, espelunca de Trofonio,
no eres ni alegre ni opalina;
mas te laudo con negro aonio,
con pirriquio, con justo tino,
con mi inquietante mandolina:
musa a quien llamo de contino.

Mi voz te invoca a la sordina


noche intrigante del Demonio;
del ruso, del ario, del jonio,
tú eres cual sombra sibilina;
zurzo en tu cueva mi gliconio
y bebo a sorbos tu agrio vino.
Rondo cual loco en tu neblina:
musa a quien llamo de contino.

Noche cómplice y serpentina,


de ti da el bardo testimonio;
sea en versículos o adonio,
con bronca voz o cantarina.
También te amó el sabio Apolonio,
igual te quiso el rey Pinino.
Noche esculpida en cipolina:
musa a quien llamo de contino.

ENVÍO

A este nocturno que alucina,


noche de plomo y de antimonio;
fina además como el circonio
90
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

y cuya linde aún no termina.


Noche que enturbia mi camino:
musa a quien llamo de contino.35

Aunque el lector no conozca el lenguaje místico, no por


ello deja de sentir la esencia y el ritmo de los versos, el
juego de palabras va creando en él una predisposición
intelectual tanto a la sugestión musical como a la del
tema, porque en cierta medida todo ser humano está per-
suadido por determinados miedos e intereses en lo os-
curo, casi todos secretamente temen o aman las mani-
festaciones maléficas, los demonios, los vampiros: esos
entes secretos que están ahí en algún lugar.

Puede decirse que a veces es necesario y hasta más posi-


tivo para lo expresado en el poema, que el lector no lo
entienda a fondo, que participe de esa ambigüedad
metafórica que proporciona el verso, para que así su
esencia misteriosa se inmortalice. Muchas veces el que
cree entender, está razonando, y tal dimensión
desmitifica en cierto nivel la naturaleza de la poesía, que
con su palabra mágica es embrujo, sensibilidad del alma,
explosión verbal, ritual del significante, no ejercicio puro
de la razón.

Afirma Jean Cohen 36 , que el poeta utiliza su propia


lengua al querer declarar su secreto, y como desea ser
comprendido de determinada manera, se opone a las
exigencias normales de la comunicación lineal; busca así
en sus versos la manera de aumentar los peligros de la
confusión, suscitando en el destinatario un modo de
comprensión específica, envolviéndolo en un ritmo mítico,
donde se sienta uno con el lenguaje poético y recobre su
situación paradisíaca al participar del acto creativo del
esteta.

35
ESCOBAR, G. Héctor. Baladas en clave antigua (libro inédito), 2001.
36
COHEN, Jean. Estructura del lenguaje poético, Editorial Gredos, Madrid, p. 99.

91
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

2.2.1 Elementos cósmicos recurrentes

En la poética de Héctor Escobar G., unida a la incursión


en el lenguaje, se plantea la resignificación de los diferen-
tes elementos cósmicos que abordan los poemas de ma-
nera recurrente; recuérdese que el poeta accede al campo
religioso, tanto por su interés y búsqueda de lo mágico,
en el profundo sentido de la palabra, como también por
formarse como un místico del lenguaje poético.

El esteta risaraldense penetra al interior del universo para


acoplar en su creación lo finito y lo infinito, excava un ínti-
mo camino al vincular su yo a los componentes cósmicos.
Con sus versos genésicos accede al conocimiento trascen-
dental y oculto que permanece en la identidad de cada prin-
cipio de la naturaleza: el aire, el agua, el fuego, las monta-
ñas, la noche, etc., otorgándole a cada elemento un nuevo
valor, lindante con lo sagrado. Cada frase poética da lugar
a nuevas significaciones de la naturaleza, le confiere el va-
lor sacro y ritualístico al transfigurarla en la manifestación
más cristalina de los dioses y energías sobrenaturales. Para
el hombre místico, ya sea de una época anterior o de la
actual, los elementos del universo se han establecido como
puentes comunicantes con los dioses o seres sobrenatura-
les y como símbolos divinos, al permitir el acceso a nuevas
formas de conocimiento, pues en ellos se concentran las
imágenes arquetípicas del eterno presente y la esencia crea-
dora de las religiones. De ahí que nacieran las hierofanías
en las culturas primitivas, donde ya no se trata de la vene-
ración del árbol o del fuego por sí mismos, sino al culto de
su manifestación material, que es su sustancia divina y
natural.

En los poetas los elementos cósmicos han sido parte pri-


mordial para sus creaciones verbales, interpretándolos y
recreándolos desde diferentes perspectivas. Al sintetizar
en los versos el universo viviente de mitos, símbolos e imá-
genes recobran la cosmovisión del hombre arcaico, en la
que es inherente la abolición del Tiempo y por lo tanto de
92
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

la Historia. Desde esta perspectiva, el lenguaje poético da


vida a una nueva visión de mundo, se gesta una especie de
cosmogonía donde cada parte del universo confluye para
formar un todo, haciéndose posible la Unidad, debido a la
interdependencia que existe entre los mismos componentes
naturales y el ser. Se crea así, una red intercomunicativa que
es la que el poeta contempla y traduce en sus líneas, como
lo expresa Bachelard: “el poeta escucha y repite… su voz es
una voz del mundo, donde nada es inerte y se vive una vida
secreta, donde todo habla sinceramente”.37

2.2.1.1 La noche

La voz de Héctor Escobar G. ha clamado alto su compene-


tración con el cosmos, en la medida en que la gran mayoría
de sus poemas ofrece su visión sobre la experiencia
liberadora a la que ha accedido al ir al trasfondo de cada
componente del universo, pretendiendo dilucidar el cono-
cimiento trascendental. Cuando toma la noche, por ejem-
plo, la ve como el símbolo de lo Absoluto según la connota-
ción romántica, la abraza y la vive, la siente en su alma y se
expresa a través de ella, buscando que se manifieste en su
palabra poética. Funde en un principio único su esencia sa-
grada y su valor natural, sabe que por su propia forma ele-
vada, infinita, eterna, poderosa, hay una realidad superior,
la vuelve símbolo para asociarle múltiples sentidos, al tiem-
po que le recobra su mérito como hierofanía, revelando la
trascendencia, la fuerza, la eternidad. Enunciados éstos que
pueden corroborarse en la lectura del siguiente poema, en
donde se expresan imágenes sugestivas sobre la noche:

NOCTURNAL
Noche incisiva de perfil sombrío,
noctívaga luz, silencio nocturno,
sueño huidizo del vate taciturno,
nubes fugadas por el cielo umbrío.
37
BACHELARD, Gastón. La poética de la ensoñación, Fondo de Cultura Económica,
Santafé de Bogotá, 1993, p. 283.

93
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Cala profundo el noctámbulo frío,


sombras lesivas, hijas de Saturno,
caros espectros del éxodo diurno,
giróvagas amantes de mi desvarío,

Cómo os adoro, nocturno sortílego,


-noche agorera del vate sacrílego-
inmenso firmamento, oscuro capuz.

Noctíluca amante, ensoñada noche,


nubes fecundas de negro derroche:
¡hórrida guarida del gran Micifuz!38

Cada imagen concedida de la noche es profesada como


su cómplice, la gran sombra que le oculta y lo resguar-
da de ojos inquisidores, la que le permite dirigir sus
pasos anónimos entre mundos pervertidos, la que ado-
ra por su oscuridad asociada al reino de las tinieblas
donde habitan sus Maestros tutelares. Por ello el poeta
se siente hijo de la noche, padre de la noche, pero de
esa noche tétrica y fría donde no se percibe luna ni es-
trellas, donde todo es negrura y silencio quieto; con
ella se cubre el desamor, la soledad, la muerte, el do-
lor, como si fuera el manto del diablo. En sus poemas
es un símbolo del pánico y del desamparo humano, de
lo que Dios no es, lo opuesto a la luz y sus característi-
cas renovadoras y purificadoras que siembran en el
alma un cogollito de esperanza.

Héctor Escobar G., como ser religioso, se impone cons-


cientemente el ascenso a un plano superior; promueve
en su interior un cambio radical ontológico, se da a la
labor de iniciado comportando para sí una muerte y una
resurrección rituales, porque como dice Mircea Eliade,
la iniciación pone de relieve que el hombre devoto

38
ESCOBAR, G. Héctor. Testimonios malditos, Imprenta Cafetera de Caldas,
Manizales, 1985, p. 55.

94
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

“no se considera acabado tal como se encuentra dado


en el nivel natural de la existencia: para llegar a ser
hombre propiamente dicho debe morir a esta vida
primera (natural) y renacer a una vida superior, que
es a la vez religiosa y cultural”39 .

Para acceder a ese estado -según testimonio propio-, de-


bió cumplir con una serie de ritos y pruebas que le per-
mitieron limpiar su alma, darle muerte y regresarle de
nuevo con la imagen ideal revelada en el paso de sus
purgaciones rituales, que le cedieron regenerarse místi-
camente. Y como todo iniciado debe dar muestra de su
cambio con actos concretos, Héctor Escobar G. produce
El libro de los cuatro elementos, abordando en él su viaje a
través del fuego, el aire, el agua y la tierra, a la vez que
da fe de su arribo a la trascendencia cósmica.

2.2.1.2 El fuego

Los elementos naturales que se revelan en sus poemas


adquieren un significado más profundo porque no sólo
son ellos mismos, también son espejos que reflejan el
sentir existencial del poeta y proyectan sus creencias re-
ligiosas. Cuando imagina el fuego lo hace de manera
particular, su simbolismo señala el poder destructor que
reside en sus llamas, y aunque en algunos poemas res-
cata su labor de purificador, de dador de vida -como en
algunas creencias cosmogónicas primitivas-, en la gran
mayoría lo muestra como un dios castigador que infli-
ge gran sufrimiento, destruyendo hasta las cenizas.

El fuego es comparado con el espíritu de Satán manifes-


tado de múltiples maneras: en el rayo apocalíptico, en
el cometa igniscente, en el sol calcinante, en los ojos ro-
jos o incinerados, en el Eros volcánico; en tales figuras
este elemento siempre se muestra vivaz y furioso, arre-
metiendo con gran cólera contra lo mundano hasta

39
ELIADE, Mircea. Lo sagrado y lo profano, Editorial Labor, Colombia, 1994, p. 157.

95
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

desintegrarlo todo. Igualmente, los versos translucen el


deseo de encontrar en las cenizas humeantes una nueva
existencia, lo que nos conlleva a relacionar este
simbolismo ígneo con las connotaciones mitológicas del
Ave Fénix, símbolo de la resurrección, la purificación y
la esperanza.40

En el siguiente poema se dilucida el yo poético aún más


potente que el fuego, se siente custodio del elemento ca-
tártico, lo controla disponiendo de él con soberbia, se
compara con Lucifer y Prometeo, únicas deidades capa-
ces de tomar el fuego entre sus manos y controlarlo sin
temor. Veamos:

XV

¡Yo soy Lucifer Prometeo!


-el guarda del rayo solar-,
en mi ojo de rojo rutilar
vibra un alto centelleo.

El curso de la luz preveo


por los espacios sin par
y del fuego y su chispear
doy curso a su serpenteo.

Del Olimpo robé la llama,


la luz que al Ser inflama
y que al hombre reactiva.

En mí se incuba la pasión,
un sol arde en mi corazón
con su energía rediviva.41
40
WILLIS, Roy y WALTER, Robert. Mitología. Gu;ia ilustrada de los mitos del mun-
do, Círculo de Lectores, Madrid, 1994, p. 40 El Fénix ha sido un símbolo del rena-
cimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, el principio
femenino chino o yin y la inmortalidad. Este ser renace de sus cenizas demostran-
do su fuerza interior. Para los griegos y egipcios, era considerado un semidios. En
Egipto, concretamente simbolizaba al astro Sol, que muere por la noche y renace
por la mañana.
41
Idem, El libro de los cuatro elementos, p. 43.

96
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Asimismo, hay imágenes donde el propio yo lírico se


transubstancia en fuego, se muestra poderoso y aniquilador,
al adherirse a las brasas busca la purificación, reverbera
de placer cuando se consume entre las rojas llamas hasta
casi transfigurarse en ellas, porque él se siente y es el
fuego poderoso.

II

Mi cabello arroja fuego,


son como brasas mis ojos,
lanza mi ser rayos rojos,
rayos que al orco relego.

A los dioses nunca ruego


-chisporroteo de enojos-
pira de ignitos abrojos,
a su crepitar me entrego.

Ardo cual tea flamígera


y mi alma, antes belígera,
de ser angélica presume.

Acrece la llama abismal,


honda hoguera infernal
que en el acto me consume.42

2.2.1.3 La tierra

Un segundo elemento que aborda es la tierra, y en las imágenes


que el poeta presenta de ella se deduce también una madurez
espiritual al fraguarla como parte de sí mismo e invocarla
con trascendencia religiosa cuando le devela su identidad
oculta. Una de las principales connotaciones universales que
ha tenido el símbolo telúrico ha sido el de la gestación y la

42
Op. cit., p. 30.

97
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

regeneración de los seres que la habitan. Conforme Mircea


Eliade, en el himno homérico A la Tierra se lee: “(…) madre
universal de sólidos cimientos, abuela venerable que nutre
sobre su suelo todo lo que existe… A ti te corresponde dar
vida a los mortales, así como quitársela (…)”43 . La tierra como
elemento fundamental en la cultura del hombre tiene variadas
manifestaciones simbólicas, y en la poesía de Héctor Escobar
G. es vista desde una perspectiva bien singular:

Él la contempla y la interpreta como dadora de vida, como


dechado macrocósmico que contiene en sí misma el devenir
humano, recuerda la tierra en sus versos como una de las
últimas moradas del hombre al sumirla con la muerte, pero
no sólo admira su benevolencia y capacidad de generar
bienestar, sino también le descubre su lado oscuro. En tal
aspecto es en el que más se concentra, en la medida en que
sus imágenes recrean una madre tierra violenta, que al igual
que da vida, también produce una muerte prolongada y
dolorosa expuesta en terremotos y erupciones de su roja
lava en fiesta. Es el vientre oscuro en el que se ocultan
humanoides, ogros y entes infernales que atraen de
manera inefable al lírico hacia las profundidades sin
darle oportunidad de renacer:

XII

Humanoides que habitan


en profundas oquedades,
ejercitan sus maldades
y a destruirme concitan.

Son seres que resucitan


de antiquísimas edades,
olvidadas humanidades
que del sol la luz evitan.

43
ELIADE, Mircea. Lo sagrado y lo profano. Editorial Labor, Barcelona, 1992, p. 120.

98
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Son ogros, entes tiranos,


sus dedos antes humanos
hoy son muñones rugosos.

Con sus rugosos muñones


me ahondan en socavones;
¡hondos pozos azufrosos!44

Cuando percibe de la tierra una bella manifestación,


formadora del cobre, del oro, de la amatista y la esmeralda,
cuando la ve como cuna de jardines florecidos, de frescas
rosas, no se obnubila ante esa belleza, y la transforma en
una imagen extraña, una figura dualística al mezclar en
sus versos componentes antagónicos: une lo sublime con
lo horrendo para esclarecer la unicidad de este elemento;
y en ella evidencia tanto la vida armoniosa, la creación
luminosa de Dios, como también lo maléfico y lo que
produce rechazo y temor; es símbolo unificador de la
bondad y de la crueldad. Notemos:

XVIII

Jardín de flores impías


-admiro tu sueño absorto-,
como un loco me comporto
al ver tus rosas tan mías.

Rosa de hondas lejanías,


en tu abismo me conforto:
rara flor, loas te aporto,
¡florilegio de felonías!

Rara rosa que me inmolas,


rosal de fuscas corolas
que aromas mis honduras.

44
ESCOBAR, Héctor. Idem, p. 16.

99
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Rara flor que al fenecer


reemprendes tu renacer
en mis íntimas negruras.45
La tierra, al ser imagen de Maldad, se convierte en el
hogar predilecto de Satanás, quien se oculta en las rocas
y lidera desde allí sus legiones. Desde la simbolización
transgresora de Escobar, la tierra pertenece más al rey de
los infiernos que a su mismo Creador, pues es su campo
de acción y aquí se siente invencible, poderoso y único
maestro dirigente del destino humano.

XV

Satanás ronda en la roca,


en la herrumbre mineral,
desde su hondura abisal
derruye todo lo que toca.

Nuestra voluntad apoca


con su malicia infernal
y allá en su averno fatal
nos condena y nos enroca.

Satán anida en la piedra;


nadie –ni Dios lo arredra-,
su maldad jamás reprime.

Si nuestra alma fulgura


él la hunde en la negrura
y con gran saña la oprime.46

2.2.1.4 El aire

Un tercer elemento es el aire, que al igual que los compo-


nentes cósmicos anteriores, ha sido objeto de interesantes

45
Idem, p. 22.
46
Idem, El libro de los cuatro elementos, p. 19.

100
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

simbolizaciones y significados sagrados en numerosos rela-


tos mitológicos; también está saturado de ser y su potencia
lo hace perenne, vivo y rebosante de realidad sobrenatural.
En uno de los relatos egipcios sobre la creación, se da al aire
el nombre de Shu y lo veneran como uno de los nueve dio-
ses principales o dioses de Heliópolis, es un ser divino que
hace parte primordial de la creación del mundo. De su unión
sexual con Tefnut, diosa de la humedad, nacieron Geb, dios
de la tierra, y Nut, diosa del cielo, quienes se fundieron en
tan fuerte abrazo que no quedó espacio para que existiera
nada entre ellos. Geb dejó embarazada a Nut, pero la diosa
no pudo dar a luz a sus hijos hasta que Shu, el padre de
ambos, los separó, sosteniendo la diosa del cielo por encima
de la tierra y dejando suficiente espacio para los seres vivos
y para el aire, que necesitaban respirar.47

En la mitología griega el dios del viento es llamado Eolo,


hijo de Júpiter y la ninfa Menalipa, deidad que tenía encade-
nados a los vientos en una caverna y los usaba a favor de
sus protectores o en contra de sus enemigos. Para cada cul-
tura primitiva el aire representó un ser divino imponente, le
asignaron diferentes funciones y características, confluyen-
do todas en su valor sagrado por ser portador en la forma-
ción del universo.

Los versos de nuestro poeta, con esa intención implícita de


revelar símbolos sacros y enaltecer los elementos cósmicos,
no podían dejar de lado el aire con sus referentes especiales:
lo asocia al sueño, al vuelo, a la meditación, pero especial-
mente le confiere una leve materialidad al simbolizarlo como
hogar del sonido, de la música y del alma relajada. En esas
imágenes se percibe un viento calmo que inspira paz y tran-
quilidad, un sitio necesario para huir momentáneamente
de la tierra y aligerar los males que atormentan su ser,
darle una dulce levedad a su alma y contemplar desde allí
el firmamento en total tranquilidad, ver la luna amarse con el
sol, solazarse en esa altura.

47
WILLIS, Roy y WALTER, Robert. Op. cit. p. 40.

101
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

X
Más allá de la luz del sol
tiende mi ánima sus alas,
ella trasluce sus galas,
rojo chispea el arrebol.
Tiene mi alma altivo rol,
compite con las zagalas;
oh tú que la cima escalas
sin que te asole el resol.
De místico amor colmada,
pletórica y alborozada
boga mi alma hasta el fin.
¡Alma mía, alma hierática,
con tu alta ala extática
recorre el hondo confín!48

Pero no todo es tan sublime, porque ese viento pacificador


también se torna furioso, y como ciclón retumba despiada-
do, “se restablece como símbolo de la cólera pura, de la có-
lera sin objeto y sin pretexto. Con el aire violento se capta la
furia elemental, la que es todo movimiento y nada más que
movimiento”49 ; sus silbidos agudos auguran víboras aladas,
designio de maldad, de calamidades y hasta de muerte.

FRATRICIDA

Soy la negrura de un océano viscoso,


la pesadilla del marino alucinado,
el vetusto bajel, -navío abandonado-
que naufragó en su fondo cavernoso.

48
Op. cit., El libro de los cuatro elementos, p. 86.
49
BACHELARD, Gastón. El aire y los sueños, Fondo de Cultura Económica, Santafé
de Bogotá, 1993, p. 278.

102
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Soy un ciclón que arrasa presuroso


y voy sin ruta, mi norte se ha borrado;
por rojos astros he sido calcinado
y la luz perdí en el antro tenebroso.

Sonámbulo navego el piélago sin fin,


-mi tedio circuye el brumoso confín-
la sombra soy del náufrago maldito.

Yo soy Caín, el asesino de su hermano,


soy el fantasma que ronda el océano
y en la noche lanzo mi macabro grito.50

Una vez más sus líneas poéticas presencian componentes


indisolubles del campo místico, de la trascendencia del
verbo unido por correspondencia al universo y al hombre,
porque necesariamente esta participación debe darse para
acceder al mundo oculto tras nuestros sentidos. Así lo ex-
presaba Novalis, al plantear:

(…) Todo lo visible adhiere a lo invisible, todo lo


que puede ser oído a lo que no puede serlo, todo lo
sensible a lo insensible; quizá también, todo lo que
es posible pensar a lo que no puede ser pensado, a
fin de que como está escrito en la Tabula Smaragdina,
se cumpla el milagro de una sola cosa. (…)51

2.2.1.5 El agua

El último elemento que se evidencia en el libro de poemas,


producto de la calidad de iniciado de Escobar, es el agua.
Ella ha sido tomada como símbolo en variados mitos y se
le han ofrecido múltiples parentescos según las diversas
culturas. Entre sus valoraciones religiosas están: la de
imagen del destino humano, de la profundidad o la

50
Idem, Testimonios malditos, p. 33.
51
Citado por Eduardo Azcuy en: El ocultismo y la creación poética, p. 54.

103
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

infinitud, de la maternidad, lo cual le genera su carácter


femenino, del nacimiento continuo, de sinónimo de pu-
rificación. Según Eliade, “las aguas simbolizan la suma
universal de las virtualidades; son fons et origo, el de-
pósito de todas las posibilidades de existencia; preceden a
toda forma y soportan toda creación”.52 Representan la
eterna motivación de los poetas, que al simbolizarla la
han hecho susceptible de mostrar la transparencia y la
trascendencia del mundo.

La obra poética de Héctor Escobar G., trasluce en sus


líneas una serie significativa del simbolismo acuático:
está el agua pura y rumorosa como imagen acariciadora
de la naturaleza con su llovizna mollina; se asocia con las
nubes grises y el frío para aludir la quietud de los sen-
timientos nostálgicos; de sus formas nace la imagen
femenina de la mujer amada, que el poeta imagina como
una Venus en agua esculpida; es hogar de recuerdos, habitan
en ella vestigios de mundos y culturas de otras épocas.
Las aguas así tranquilas que se presencian en algunos
de estos poemas hacen de elemento acunador, porque al
sumergirse en ellas, se asocia al abrazo materno, se co-
bija el cuerpo y el alma completa, como antesala a su
renovación vital.

Raudas van las cascadas


de roca en roca saltando,
su monodia van cantando
por campos y hondonadas.

Lejano son de quebradas,


fluir de agua temblando,
guedeja que van hilando
las ondinas enamoradas.
Caudal de áureas linfas,

52
Idem, Lo sagrado y lo profano, p. 112.

104
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

fuente donde las ninfas


juguetean con la espuma.

Líquidas ondas ligeras,


cantarinas cabelleras
en la alborada sin bruma.53

Las aguas cantoras son así un símbolo de lo placentero,


del descanso del alma y de renovación espiritual, el
bautizo en su fresco caudal augura dichas y destinos que
alivian la pesadez del existir. Al respecto, Eliade dice:

(…) “La inmersión en las aguas equivale no a una


extinción definitiva, sino a una reintegración pasajera
en lo indistinto, seguida de una nueva creación, de
una nueva vida o de un hombre nuevo” (…)54

También están las aguas turbulentas e impuras como


símbolo del mal, se resguardan entre su fondo tumultuario
endriagos de faz rugosa, personificaciones del espíritu
maligno. Los ríos se infectan de muerte al llevar en su
cauce despojos humanos, es la imagen del agua sucia,
turbada por la descomposición, ya que se encarna en ella
una nocividad polivalente que se agiliza de manera
negativa a través de su maleficio, como si guardara en su
sustancia la enfermedad y la desdicha. Pero frente a ello
el poeta también se exalta, y al igual que el nenúfar crece
con su solitaria flor blanca en el pantano, sus versos renacen
con estáticas imágenes seductoras donde el agua turbia
se escurre entre las palabras, generando un cúmulo de
emociones indescifrables, adormeciendo al lector entre
sus venas oscuras.
IX
Muertos portan los ríos,
del poblado al ponto van,

53
Op. cit., El libro de los cuatro elementos, p. 57.
54
Idem, Lo sagrado y lo profano, p. 113.

105
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

allá en el piélago serán


manjar de peces bravíos.
Son muertos tuyos y míos
y en lo profundo yacerán,
nunca a su amor tornarán
ni a sus campos ni bohíos.
En los abismos subyacen
y en jirones se deshacen:
¡roídos, lerdos, infectos!
¡Ah, ora yacen sumergidos
en los légamos podridos
sin cariño y sin afectos!55
En la serie de imágenes y en el simbolismo manifestado en
cada uno de los poemas de la obra El libro de los cuatro elemen-
tos, se refleja un yo poético activo y luchador frente a los ele-
mentos primigenios; más que dilucidarse una presencia tran-
quila y unificadora frente a ellos, se percibe un ánimo exalta-
do tanto del yo lírico como de cada uno de los componentes
naturales. Da la impresión de un contrapunteo, donde pare-
ce prevalecer el poder cósmico. El espíritu del poeta es arroja-
do y a la vez atraído de un elemento a otro, lo envuelven, lo
abrazan, lo azotan, pero no le eliminan su aliento; le infligen
dolor y castigo, y al final sale victorioso y renovado. En la
medida en que ha anulado su naturaleza humana con estas
pruebas rituales, accede a una naturaleza cósmica.

(…) “Fundirse en el elemento fundamental es un suici-


dio humano necesario para quien quiere vivir un surgi-
miento en un nuevo cosmos” (…)56

El discurso poético de Héctor Escobar muestra un


incesante devenir dialéctico al no limitar los elementos
cósmicos a una única realidad perceptible: él los hace ir

55
Idem, El libro de los cuatro elementos, p. 61.
56
BACHELARD, Gastón. La poética de la ensoñación, Fondo de Cultura Económica,
Santafé de Bogotá, 1993, p. 307.

106
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

más allá, se recrea con ellos, los toma como punto de cruce
de imágenes, desligándolos de su valor superficial para
luego potenciarlos y hacerlos partícipes activos del
cosmos con relación al hombre. Un ejemplo nos puede
ilustrar estos enunciados:

XVII

Chispas de oro cintilan


en el cimero firmamento
y me extasía el portento
de los soles que rutilan.

Rayos de fuego perfilan


su haz dorado al momento,
mi alma recobra aliento
en las cimas que titilan .

El Ser es luz, onda, sonido


es el arcano presentido
más allá de la vida misma.

En la comba el sol reluce


y como él mi ser transluce
los espejos del prisma.57

En los tercetos se puede apreciar que el sol reluciente es


uno con el Ser interior del poeta, pues ambas entidades
se conjugan en un todo indivisible. El sol no es única-
mente un astro incandescente, es también el resplandor
que mueve la sensibilidad profunda del lírico. Asimismo,
el Ser al sentirse inundado de sol, se autoafirma y
proyecta hacia el universo. Sol-Ser, Ser Sol, dualidad
constitutiva de un prisma único y compacto desde el cual
el fuego se proyecta como elemento purificador que
enardece la vida del hombre.

57
Idem, El libro de los cuatro elementos, p. 45.

107
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

2.3 Eros, Thánatos y poesía


La sexualidad y la muerte han sido factores primordia-
les que delimitan la existencia humana, pues ellos movi-
lizan la reproducción, el mejoramiento y sostenimiento
de la especie. Por ser elementos prioritarios de la vida
del hombre hacen parte tanto de su comportamiento reli-
gioso como de sus racionalizaciones y teorías
antropológicas, aspectos consustanciales a su intimidad,
que lo han ayudado a trascender su existir alejándolo
paulatinamente de su origen netamente animal.

El hombre ha enriquecido estos fenómenos inefables con


múltiples connotaciones para visionarlos de una forma
más amplia y adaptable a lo largo de la historia. Por ejem-
plo, la sexualidad no sólo es una condición fisiológica ne-
cesaria para prolongar el género humano, sino un campo
del disfrute sensitivo, donde la reproducción pasa a un
segundo plano, dejando vislumbrar una faceta sensual y
erótica que el ser humano apropia para darle un valor
menos fisiológico a su vida y activarla dentro de un cam-
po de exploración interna de sí mismo.

Al igual, la muerte se ha desviado de su primera función,


no sólo es la terminación de la vida corporal, también se
extiende más allá de lo meramente orgánico. De ella han
surgido cantidad de miradas e interpretaciones que se aso-
cian con lo religioso, y ha generado cosmovisiones bas-
tante interesantes desde que la humanidad tiene concien-
cia de su existir. No resulta extraño encontrar huellas
ritualísticas de este componente en las culturas más anti-
guas de la civilización.

Eros y Thánatos intrínsicamente relacionados y como fe-


nómenos fundamentales de la experiencia interior del
hombre, se expresan significativamente en las líneas poé-
ticas de Héctor Escobar.

Las imágenes que se muestran en diferentes versos están


cubiertas del componente sagrado: en algunos poemas

108
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

están unidos como antagonistas y en otros se definen


autónomamente, dependiendo de la intención comuni-
cativa del poema.

En la mayoría de mitos y creencias religiosas, la muer-


te contiene en sí misma la capacidad de regeneración o
trascendencia, es decir, cuando una persona muere está
sujeta a una serie de ritos que le permitirán a su espíri-
tu una inmortalidad y purificación, ya que la continui-
dad de su ser sólo es posible en la discontinuidad de la
muerte.

Pero la esencia de la muerte en las líneas del poeta es


continua, no hay esperanzas de resurrección del espí-
ritu a un plano inmaculado, y aunque el alma acceda a
la inmortalidad, es presa de una muerte eterna asocia-
da al terror y a lo infernal, de forma tal que el espíritu
cae a un abismo infinito donde es asediado por repti-
les y monstruos, personificaciones demoníacas, símbo-
los del mal. Entonces se aprecian poderosas imágenes
que conjugan la muerte, la destrucción, el dolor, la
vacuidad de la existencia, como en este poema:

LLAMEAR

¡Sentía mi yo desintegrado! mi cuerpo deshecho


despedía llamaradas; mi alma, condenada y sola
en la honda sima se sumergía, semejando una ola
oscura y espiroidal en la noche; ¡ardía mi pecho!

La angustia, como una hidra indómita al acecho,


carcomía con saña mi ser, me azotaba con su cola
y me hundía en lo profundo de la negra caracola
que descendía, sin fin, por laberíntico trecho.

¡Allí anidaba el Mal! Los abominables reptiles


de la esfera soterrada, en innúmeros desfiles
recorrían aquel abismo; ¡habitáculo del miedo!
Yo, entre tanto, luchaba allí mismo con denuedo,

109
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

¡pero nada acortaba el avance de los endriagos


rugosos que me anegaban en insondables lagos!58
Se utilizan elementos de la naturaleza como referente de
la muerte, como por ejemplo los lagos y los mares, que
son nidos de endriagos, insondables y oscuros, que
anegan el yo hasta desintegrarlo entre sus aguas réprobas;
de igual manera, aparecen el alba oscura, los cactus y los
espinos como elementos de la naturaleza que ambientan
y refuerzan la imagen de la destrucción. El ser al morir
tiene su alma condenada y si acaso logra renacer, nue-
vamente es absorbido por el mal. Por ello se exalta una
existencia humana donde lo único claro y demostrable es
su capacidad para atraer lo maléfico, la fuerza demiurga
que le infunde vida para condenarlo nuevamente y cada
vez con mayor sadismo, pues se connota un placer mal-
vado al momento de morir, en actos llenos de tortura, de
terror y sufrimiento: por una lenta combustión corporal,
por estallidos del corazón, por dogales anudados al
cuello, por la locura o la invasión interna de demonios.
No hay una imagen de muerte que se descifre en tran-
quilidad o resignación, ya que por lo general todas son
producto de soberbias laceraciones tanto físicas como
psicológicas.

En su expresión poética nada está ajeno de perecer, in-


clusive la misma muerte. El poema A la Muerte muestra
un yo lírico suplicante, pide a ésta que desaparezca del
mundo y se lleve consigo todos los males y dolores que
ha causado a la humanidad.

A LA MUERTE
Sombra, ominosa sombra de otra sombra.
Muerte te denominan los mortales.
¿Cuándo habrán de acabar todos tus males?
¿Tanto matar impune, no te asombra?

58
Op. cit., Testimonios malditos, p. 22.

110
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Tanto escombro que dejas no se escombra.


Son tus nombres sinónimos letales.
Muerte, que oyendo estás en los umbrales,
del moribundo el ¡ay! con que te nombra.

¿Cuándo habrás de extinguirte silenciosa,


íntima muerte, grave, vaporosa,
para enterrarte al fin fuera del mundo?

Y así, en tu ruinoso cenotafio,


poder grabar este último epitafio:
Aquí yace la Muerte en lo profundo.59

Es una imploración por la inmortalidad y la sublimación


del ser, muy lógica si se anota el hecho de que la conno-
tación simbólica de la muerte en los versos de Escobar
G. significa intrascendencia, una quietud sepulcral
abrumadora, donde el más allá sólo ofrece una exis-
tencia maldita y condenada al sufrimiento ilimitado,
adoleciendo de una mínima esperanza de renovación
espiritual para el ser humano. Y aunque estas
implicaciones se desvían un poco del valor religioso
que universalmente ha representado el estado de muer-
te, no por ello dejan de lado su componente místico,
son producto de reflexiones internas del poeta, de su
conciencia frente a este fenómeno y de lo que hay más
allá de lo meramente visible. Los versos le dan una di-
mensión sagrada a la muerte al resaltar su carácter de
infinita e indefinible, además de darle el valor de tras-
cendencia y prolongación de lo humano. Se evidencia
así una variación, quizás de origen nihilista aunque en
un plano bastante aterrador, muy disímil del que tra-
dicionalmente se contempla en los relatos mitológicos
griegos, pues en éstos la proyección de Thánatos es la
trascendencia del anima al sosiego existencial.

59
ESCOBAR, Héctor. El punto y la esfera, Litografía Moderna Digital Pereira, Pereira,
2004, p. 18.

111
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

El hombre, al hacerse consciente de sí mismo y del mun-


do que le rodea, se ubica en el tiempo, asumiendo su
final. Al saberse mortal, emprende una continua bús-
queda entre sus semejantes, se asocia y convive con
ellos, porque al parecer es la única forma de perpetuarse
en una descendencia que lo proyecte. Sus intereses
existenciales giran en torno a su indispensable prolongación
en el tiempo, inclusive hasta después de su expiración;
es por ello que asume actitudes frente a la muerte y el
erotismo, y permite su unión con los otros para dar un
sentido más profundo que valorice su devenir.

El erotismo, al integrarse al razonamiento y sensibilidad


humana, define uno de los aspectos más íntimos del
ser. Es tan importante este hecho, que a través de los
tiempos el erotismo ha servido como base para la
elaboración de las interdicciones en casi todas las so-
ciedades humanas, confiriéndole, un carácter mítico y,
por ende, un valor religioso. De ahí que se pueda
dimensionar el erotismo como fuente de explicación del
existir humano y de inspiración, especialmente en narra-
ciones que lindan con lo sagrado, pues ha sido principio
de textos mitológicos y de leyendas. Y en especial de la
poesía.

En los textos de Héctor Escobar surgen líneas cargadas


de imágenes eróticas porque como ser religioso consa-
grado y con tendencia al mundo oculto de Satán, debe
conocer a fondo la esencia del erotismo como paso hacia
el más allá. El erotismo, como se sabe, es uno de los actos
simbólicos que se disponen en los rituales de la magia
negra para canalizar las energías vivificantes y penetrar
a otras dimensiones; lo erótico, en este sentido, es pro-
ducto de la experimentación religiosa y de su afinidad
transgresora.

(…) “Cae por su propio peso que nada en el desarro-


llo del erotismo y concepción de la muerte es exte-
rior al terreno de la religión, es desde mi punto de
112
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

vista, desequilibrios en los cuales el ser se cuestiona


a sí mismo, conscientemente” (…)60

En algunos de los poemas el erotismo se desdobla en todo


su esplendor, la fluidez de palabras y la composición de
las imágenes sumergen al lector en una extraña sensación
que lo acerca a la calidez del mensaje allí cifrado. El poeta
retoma nuevamente la naturaleza, pero esta vez resaltando
su belleza armoniosa, se nutre de ella para expresar
analogías con el cuerpo femenino y las virtudes de la
mujer deseada, a quien le concede un valor cósmico y
sagrado, hay un disfrute sensual de los sentidos al tras-
cender el placer que encuentra en ella más allá de los lí-
mites de la piel.

CAUCE

Cauce para mis besos detenidos


es tu cuerpo de arena, mar y cielo;
por tí circula en ondas mi deseo
con su peso de rocas y de anhelos.

Encubierta de líquenes y algas


está tu espalda, tu cintura leve-
y tus senos son islas diminutas
que afloran a veces de las aguas.

Navegan por tus ojos los navíos


y los peces habitan en tus venas;
estás llena de mar y de gaviotas
y la noche está en ti acuatizada.

Amo tu mar, ¡oh amor!, tus marejadas,


el oleaje encrespado de tu pelo,
las islas diminutas de tu pecho
en las que, raudo, atraca mi deseo.61

60
BATAILLE, George. El erotismo, Ed. Tusquets, Madrid, 1997, p. 35.
61
ESCOBAR, Héctor. Antología inicial, Gráficas Olímpicas, Pereira, 1983, p. 33.

113
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Otro referente interesante unido al erotismo que


expresan sus textos poéticos es la unión del bien y el
mal en la sensualidad, como alegoría a la justicia. Esto es,
que al unirse al cuerpo de su amada, el ser se siente pecador
por disfrutar la plenitud de la sexualidad y extasiarse en
ella, pero a la vez encuentra la redención en su mismo
acto, porque el cuerpo deseado es salvación de su falta;
halla en él la exuberancia, el calor, la comunicación y la
generosidad de la vida. Entonces se encuentra en medio
de la transgresión y de la absolución, concluyendo así que
por su equilibrio aporta eróticamente lo que es justo tanto
a Dios como al Diablo.

ESTE AMOR MANIQUEO

Qué angelicales morbos que me inspiras


con ese lento andar; con tu paciencia,
con esa laxitud, con tu renuencia,
y ese dejo atonal con que suspiras.

Qué tortuosas virtudes que me incitas


si tus piernas entreabres con decoro
y enséñasme ese púdico tesoro,
con el cual tanto mi codicia excitas.

No creo en el perdón ni en el pecado,


pero a ambos contigo los degusto,
porque en ti el mal es bien cuantificado.

Y es que pecar contigo es ser virtuoso,


es darle a Dios y al Diablo lo que es justo
al poseer tu cuerpo… prodigioso.62

En esta poesía, la muerte y el erotismo de igual modo se


presentan como fuerzas antagónicas que necesitan de una
antesala para poder llegar a fundirse, se seducen en un
juego permanente, alterado y simultáneo hasta lograr
62
Idem, El punto y la esfera, p. 41.

114
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

identificarse y dimensionarse así mismas. En algunas imágenes


dispersas en sus libros de poesía se percibe un erotismo
que conduce a la muerte y una muerte que exalta la
potencia del erotismo: … dulce es en tu seno soñar tu propio
ensueño y morir./ Morir, morir en tí, calladamente,/ y luego
revivir como el planeta,/ que en idéntico centro agoniza/ y después
renace en tu silencio. O en este terceto del poema “Ofrenda”
del libro Testimonios malditos: Quiero hacer un poema para
brindártelo a ti,/ amada amante a quien amo con frenesí/ y
consagrarte con él a mis ritos funerarios.

Bataille sostiene que se experimenta una sensibilidad


erótica pura e intensa, cuando se entra al estado de trance
en el momento cumbre de la unión sexual, el alma
instantáneamente padece una pequeña muerte, porque
prevalece la máxima indiferencia a todo lo terrenal que
ocurre en ese momento; inclusive el amante adquiere una
eternidad y un renacimiento en ese instante, manifestaciones
que se asemejan y se unifican únicamente como sensaciones
vivenciadas entre Eros y Thánatos.

El poeta Héctor Escobar G., en su extensa cadena de


poemas, apoya sus temas en las estructuras más profundas
del ser humano: las fatalidades misteriosas, las experiencias
sobrenaturales, el Mal, la muerte, el erotismo, entre otros,
nucleando en torno a ellos una serie de nociones,
sentimientos y sensibilidades que conllevan al lector a
penetrar en su intimidad, estableciendo un sistema de
relaciones más complejo, donde las imágenes poéticas
simbolizadas dibujan el trasfondo del alma humana y su
proyección en el cosmos.

Entre versos se percibe una visión más profunda del Ser,


se da paso a la duda existencial, se generan
cuestionamientos, se perfilan constataciones sobre el mis-
mo devenir humano, encontrándonos frente a una poe-
sía que no sólo emite un placer estético al asimilarla,
sino que cala hondo en la conciencia y produce cambios
más positivos que negativos en su receptor. Estos aspec-
115
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

tos, así evidenciados, dan fe de un lírico, filósofo y hu-


manista con un compromiso ético frente a su creación y
la vida cultural del presente.

116
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

El Mal es una pasión del alma.


Héctor Escobar G.

La potencia del Mal ha sido una de las grandes indaga-


ciones humanas que ha llenado libros enteros al tratar de
descifrar su esencia, numerosas son las teorías y estudios
tanto filosóficos, psicológicos o literarios que pretenden
mostrar su verdadera faz. Aunque se pueden encontrar
considerables diferencias entre ellos -no es lo mismo la
connotación del Mal desde una visión nihilista que desde
una visión teológica-, lo que sí parece claro es que la mayoría
coincide en el aspecto transgresor que el fenómeno
encierra.

Una de las cuestiones más sugestivas sobre el mal es su


origen, su primer aliento, y resulta de importancia para
los estudiosos puesto que así podrían definirse muchos
aspectos relacionados con la interioridad del hombre,
especialmente el de profundizar un poco más acerca del
por qué de su comportamiento agresivo y transgresor
hacia lo erigido como ley moral.

En la tradición occidental, dos de las aproximaciones


generales más abordadas y que han servido de base para
117
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

fundamentar algunas teorías sobre el Mal, son las siguientes:


una de ellas, habla acerca del Mal como una manifestación
que se revela en el alma humana, única y exclusivamente
cuando se empieza a establecer contacto con el medio
existencial circundante, al considerar que el Mal pertenece
al mundo natural exterior. Es decir, el Mal, en primera
instancia, es parte de la naturaleza, su origen es cósmico
al admitir que esta potencia ya existía en la materia antes
de la creación del hombre, pues la serpiente ya estaba en
el paraíso. La otra hipótesis sobre el Mal, lo muestra como
elemento innato a la conciencia humana, que se incita
precisamente cuando el hombre aparece sobre la tierra y
siente surgir de su interior el deseo de fortalecer esa fuerza
que lo presiona internamente; no es motivado a la
transgresión por un elemento externo a su alma, más
bien surge de su interioridad como recurso totalizador
de su existencia. Es de notar que estas interpretaciones
son teorías resultantes de diferentes disciplinas y dependen
de la intención del investigador o estudioso del tema, ya
sea filósofo, místico o psicoanalista.1

Héctor Escobar G. conserva el instinto psíquico del hombre


primigenio al plantear su visión sobre el Mal, lo funda-
menta en los arquetipos religiosos que perviven en el
interior del alma humana, habla del Mal como el origen
de una potencia inconsciente, como manifestación del
movimiento de lo relativo, de lo que existe, lo exalta como
la materia y la energía vivificante que caracterizan nuestro
universo; porque según él, no se puede hablar de la
presencia de un campo vacío donde pueda existir algo
diferente al Mal.

(…) El mal es la evolución del constante elemento


transformativo de las cosas, la violencia de los elementos,
es todo lo que está en combustión… En el hombre el mal

1
Estas concepciones del Mal se desarrollan ampliamente en los libros: Del Mal,
Denis L. Rosenfield, Fondo de Cultura Económica, México, 1993, e Historias del
Mal, Bernard Sichère, Editorial Gedisa, Barcelona, 1996.

118
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

es la manifestación de sus recuerdos primarios e inconscien-


tes, en él existe una inmensa fuente de conciencia sumer-
gida, en la cual va registrada toda la historia de la huma-
nidad, de lo que él ha representado y de lo que ha sido la
historia del universo desde que comenzó. Entonces, ese in-
consciente profundo llamado también arquetípico, es la ma-
nifestación pura en el ser humano de una energía total, que
lo envuelve, que lo determina, energía que a su vez se ex-
pande hacia el universo y que es todo lo que existe. Siendo
así, todo lo que existe, es una manifestación del Mal, es un
elemento transformativo de las cosas por medio del
caos y la conflagración (…)2

Las diversas teorías que referencian el Mal 3 buscan


desenmascarar el por qué de una actitud maléfica en casi
todo ser humano, actitud que se desprende precisamente
de la transgresión o perversión de las leyes morales o
sociales que se han instaurado para frenar la naturaleza
íntima del hombre y adentrarlo en un sistema de normas
y comportamientos que lo hacen más civilizado.

La religión occidental judeocristiana ha sido prolija en


establecer leyes deontológicas que regulen el proceder
humano; de ella provienen una serie de Mandamientos y
parábolas Divinas, las cuales han servido de referencia
para delimitar en otros contextos, especialmente los
educativos, los variados manuales de comportamiento y
la enseñanza de las normas morales que predominan en
nuestra sociedad. Bernard Sichère4 señala que la Iglesia
Cristiana se ha creído la portadora de la verdad de Dios,

2
Entrevista realizada al autor por Orfa Kelita Vanegas V. el 13 de agosto de 2004.
3
BATAILLE, Georges. La literatura y el mal, Taurus Editores, Madrid, 1971;
BATAILLE, Georges. El erotismo, Ed. Tusquets, Barcelona, 1997; HOBBES, Thomas.
Leviatán I, Ediciones Sarpe, Madrid, 1983; ROSENFIELD, Denis. Del Mal, Fondo
de Cultura Económica, México, 1993; SICHERE, Bernard. Historias del Mal, Edito-
rial Gedisa, Barcelona, 1996; Magazine Littéraire: “La littérature et le mal: Sade,
Celine, Genet, Sachs, Mauriac, Bataille, Baudelaire, Soljenitsyne, Comtesse de Se-
gur”, No 209, juillet- aout 1984; Magazine littéraire: “Georges Bataille”, No. 243,
juin 1987.
4
SICHERE, Bernard. Historias del Mal, Editorial Gedisa, Barcelona, 1996, p. 125.

119
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

planteando la observancia de sus Mandamientos para


gobernar cada minuto de la vida del ser humano y así
hacerla armoniosa o miserable; hablando de una luz guía
que nunca se extingue y de una resurrección que repre-
senta la salvación; certezas que han acotado la problemática
del mal, las doctrinas del pecado y hasta las reapariciones
del rostro de Satanás.

Desde la perspectiva de Sichère, se intuye una sardónica


crítica a la religión occidental. En algún momento
plantea que la Iglesia no es por cierto la fiadora del reino de
Dios; pero tal vez se hizo necesario en Ella adjudicarse la
gran tarea de normativizar al ser humano para refrenar
un poco sus instintos, aprovechando de éste lo que
consideraba más temible por su carácter sagrado: el sen-
timiento religioso como enigma de su interioridad.

El esteta pereirano, al hablar de la obstinación de la Iglesia


por estigmatizar tan radicalmente la noción del mal,
parece encontrar en esa actitud un substrato lógico,
manifestando lo siguiente:

(…) Los primeros moralistas y filósofos tenían razón al


percibir las profundas contradicciones del hombre y se
dieron cuenta de esa dualidad profunda que existe en él.
Entonces, la idea del Bien como elemento imperativo sobre
el Mal se aceptó como un convencionalismo social, religioso
o moral, para mantenerlo frenado; porque éste necesita
contenerse, porque si él se entrega sólo a su inconsciente
maligno-destructivo, a su vez, también sería aniquilado.
La sociedad conforma el Bien como elemento represivo
necesario para poder controlar la bestia interna (…)5

Desde esta panorámica, la Iglesia se siente obligada a


regular al hombre, a mantenerlo entre el límite de la
buena acción al cumplir unos Mandamientos o leyes

5
Idem, entrevista 13 de agosto de 2004.

120
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

preestablecidas y el límite del mal proceder, cuando dirige


sus pasos hacia el lado oscuro, al dar la espalda a la Luz
de la Palabra. El hombre, signado por la religión occidental,
establece una diferencia entre lo bueno o malo de sus ac-
tos al tener un referente establecido que define la acción
positiva o negativa dentro de su grupo social, igualmente
es consciente de que el quebrantamiento de la norma, es
decir, la transgresión, diluye en el tiempo su posibilidad
de acceder a una Salvación Eterna.

Pero a pesar de ello y en un carácter paradojal, el ser


humano, al verse sujeto a toda serie de leyes y prohibi-
ciones divinas, busca la manera de trascenderlas, se rebela
frente al orden establecido superando sus límites hasta
lograr salirse de ellos y así dinamizar su vida. Entonces
asume la transgresión transubstanciando la prohibición
en algo nuevo, concentra en su oscilación íntima el géne-
sis y la continuidad del cosmos, pues una ley divina, al
ser violada, desboca al goce, al placer y a la fiesta, rebasa
el lindero para revolucionar las fuerzas que mantienen el
equilibrio.

(…) No existe prohibición que no pueda ser


transgredida. Y, a menudo la transgresión es algo
admitido, e incluso prescrito (…) La transgresión
no es la negación de lo prohibido, sino que lo supera
y lo completa (…)6

Es en ese momento de rebeldía donde el hombre accede


al mal, se libera de su represión para encontrar su placer,
cae ante la pasión de sus actos libres, niega lo establecido
buscando significados en otros planos, que no son preci-
samente los señalados por la ley cristiana. Este proceder
humano es fruto de una ansiedad de trascender el devenir,
ya que se establece un equilibrio entre mente y corazón;
es decir, en la transgresión como principio predominante

6
BATAILLE, Georges. El Erotismo, Editorial Tusquets, Barcelona, 1997, p. 67.

121
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

del Mal intervienen armónicamente el gozo de la infracción


y el razonamiento que se hace de ésta al saber que sólo
por ella se reactiva la vida humana.

Kant7 al respecto afirma que se aspira al Mal cuando la


voluntad, en un acto puro e inteligible, desea transgredir
y pervertir la ley moral, pero para que esto sea viable
se debe tener claridad al asimilar como auténticos los
principios morales; sería el camino más acertado si se
quiere controvertir lo asimilado como bueno, y sólo en la
medida de ese convencimiento es posible entrar a luchar
aguerridamente con las armas esenciales del Mal. La
transgresión recobra su sentido en los límites de la
conciencia pura de pervertir la norma establecida,
cuando el ser humano asume su falta como un halo
vivificador permitiéndole al Mal renacer en su intimidad
y alterarla hasta sentirse resucitado a un nuevo ser.

Héctor Escobar G. también asimila el fenómeno de la


transgresión como algo inherente a la norma y al nivel de
conciencia que se tiene de ella para quebrantarla. Él le da
gran importancia a la dualidad prohibición-transgresión,
porque ve en ésta la dimanación del sentido de la
existencia del ser al abrirle una vía de escape que sólo es
posible disfrutar asociada con el Mal. Observemos:

(…) El acto más lúcido del hombre es la transgresión,


ya que se trata de un acto significativo donde se está
continuamente manifestando una actitud y un
comportamiento completamente disociador de lo que
comúnmente se considera como realidad, como moral,
como religión (…) La transgresión define el Mal, lo cual
considero es la actitud del espíritu satánico, pues él debe
estar en permanente y continua rebelión, consigo
mismo, con la naturaleza, con Dios; esto implica un acto

7
Citado por: ROSENFIELD, Denis. Del mal, Fondo de Cultura Económica, Méxi-
co, 1993, p. 78.

122
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

permanente de locura, de desarticular todas las estructuras


de lo que se considera armónico y prioritario. Pienso que
allí radica la posibilidad del hombre de adentrarse en las
profundidades del Mal y disfrutar a plenitud de la vida
terrenal (…)8

Para el poeta, la transgresión es la base fundamental del


hombre que se considere satánico, del ser humano que
desee estar continuamente ejerciendo el Mal como
inspirador de su existencia. Para Escobar G. su afán de
existir sólo es posible en la transgresión, en una búsqueda
incesante del Mal, en la medida en que lo hace con empeño
y determinación, al igual que otros buscarían el Bien;
comenta que desde muy joven sólo le importaba cada día
colmarse de placer, pero del placer asociado a la trans-
gresión, porque de esa manera se sentía más libre, más
humano, sensación que le atribuía un gran valor a su tras-
cendencia.

(…) De joven no llegué a imaginarme este estilo de vida


que llevo actualmente pero lo que sí siempre me propuse
fue buscar en cada nuevo día el placer, buscarlo de
cualquier manera, fuera con la droga, con el amor, con el
amigo al hablar de literatura. Siempre he tratado que cada
instante de mi vida sea un hecho gozoso en los límites de lo
prohibido, porque sólo así me siento completo, libre, y
porque creo que mi espíritu trasciende el límite de lo
meramente humano establecido (…)9

Se vislumbra en su filosofía de vida una actitud diferente


frente a la trascendencia espiritual y la Salvación tradicional
religiosa, no hay en él un mínimo sentimiento de ansiedad
en sentir su alma purificada por el “camino de abrojos” que
plantea el cristianismo para acceder al Bien Supremo, ni por los
medios comunes a los que otros mortales se acostumbran -la

8
Idem, entrevista 13 de agosto de 2004.
9
Op. cit., entrevista 13 de agosto de 2004.

123
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

confesión, la penitencia, la purificación en el bautismo, entre otros-,


para penetrar limpios al terreno de lo infinito.

No, para él estos parámetros se pervierten, es decir, se miran


desde el otro lado, los transgrede conscientemente a través de
actitudes, ritos y glorificaciones satánicas que conducen su espíritu
por sendas muy diferentes a las anheladas por un católico o
creyente de Jehová.

El estilo de vivir gestado en el poeta risaraldense está lejos


de ser una postura exótica, se ha convertido desde mucho
tiempo atrás en una forma de existir muy propia, producto
de intensas reflexiones que hacen de cada acto diario algo
ritualístico, con un sentir significativo y no con la simpleza
de algo pasajero o práctica de la inmediatez. Y al igual que
muchos seres humanos viven y oran para un dios que
observan en el plano de la Luz, Héctor Escobar se revela
con sus adoraciones mágicas plasmadas en sus líneas
poéticas y en sus invocaciones demoníacas, a un rostro
divino que pervive entre las tinieblas: Satanás. Lo encar-
na y manifiesta con todo su poder maléfico execrando el
significado de Dios. En un poema que desde su mismo
título congrega esenciales símbolos transgresores expresa
con radical interés esa actitud y ese pensamiento heré-
tico:

PÓRTICO

666

Desde el fondo de mi caverna te hablo.


Es decir, desde tu alma, soy el Diablo;
la Bestia reencarnada, el Anticristo,
aquel que punza a Dios con su venablo.
Desde el fondo de mi caverna te hablo.

Pronto, muy pronto, llegará mi hora.


Es a mí y no a Dios a quien se adora.
De esta tierra el final está previsto,
124
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

porque aquí el mal acrece y se decora.


Pronto, muy pronto, llegará mi hora.

Lanzaré sobre el mundo mis legiones.


Arcángeles perversos con hachones,
incendiarán los ámbitos nocturnos,
hasta asolar del hombre sus regiones.
Lanzaré sobre el mundo mis legiones.

Ira, odio, horror, serán mi trilogía.


Siempre he sido el que soy, no alegoría.
Se alegrarán mis ojos taciturnos
al ver a Cristo hundido en su agonía.
Ira, odio, horror, serán mi trilogía.10

A diferencia de lo que muchos podrían pensar acerca de


Héctor Escobar G. al calificarlo como ateo puro y consumado
por ignorar a Dios y negarlo como su fin último, surge en
su interior una actitud de aceptación frente a éste Ser
Divino, de necesidad casi obligada, de reconocerlo como
parte complementaria de su pensamiento satánico-religioso.
Él mismo plantea que Dios no existe, pero es un enemigo
muy entretenido para poder mantener la idea de una
permanente batalla, de una guerra interior profunda contra todo
lo que Éste nos impone. Hay en sus palabras sacrílegas un
exquisito deleite al desafiar a Dios y sustituirlo por Satanás
y el poder genésico de la Naturaleza, como únicas deidades
capaces de dinamizar su existencia transgresora.

Para el aedo risaraldense la transgresión es consubstan-


cial al prodigio del Mal y su principio de salvación, es la
fuente del movimiento perpetuo, la fibra reveladora
del poder del Diablo y su reino natural; la predica como
savia excitante que permite la renovación humana en un
fluir más intenso del proporcionado por la rigidez de las
leyes religiosas y la normatividad social.

10
ESCOBAR, Héctor. Poema Inédito. Leído en la entrevista realizada por Orfa
Kelita Vanegas V. el 9 de noviembre de 2002.

125
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

La necesidad de recurrir a un principio del Bien se puede


justificar al ser asimilado como algo inherente al principio
del Mal, ya que estas dos potencias conforman una sola
unidad, en el sentido en que se necesitan recíprocamente
para poder significarse así mismas y complementarse
como un todo, dando forma a un equilibrio cósmico,
ya que sería inconclusa la idea de querer entender el
Mal sin remitirse a los postulados del Bien. Rosenfield al
discernir sobre el problema del Mal, retoma a Schelling
para referirse a éste como una entidad supeditada al Bien,
dice que “el mal no tiene el poder de plantearse él mismo
a partir de sí mismo, ya que sigue siendo tributario del
bien que lo determina”.11

Tal afinidad del Mal es consecuente con la filosofía del


lírico risaraldense al cuestionar los postulados divinos del
Bien para fundar su credo, en la medida en que retomó
las creencias del cristianismo para pervertirlas, para
tergiversarlas hacia su lado oscuro y transfigurarlas en lo
que no son, es decir, en la exteriorización del mundo sa-
tánico. Por ello, los ritos son ahora accionados y dirigidos
a su dios, sus oraciones y cultos hacen parte del lado
opuesto a la luz divina.

El paralelismo complementario entre el Mal y el Bien es


uno de sus principios interactivos desde su propio origen,
pues según el mito judeocristiano sobre el advenimiento
de Satanás, en sus inicios este ser contradictorio era Luz
Celestial, parte primordial de la totalidad Divina, quien
al abocar a su libre albedrío se libera en la negación de
esa íntima esencia, y es así como se transubstancia en
oscuridad y símbolo de lo pecaminoso. Su autoafirmación
lo conlleva a refutar los designios de Jehová satisfaciendo
con ello su propia identidad.

Pero el hecho de que en un inicio el Mal surja del Bien, no


quiere decir que le falte autonomía y energía para

11
Rosenfield, Idem, p. 112.

126
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

desarrollarse soberanamente, pues éste, una vez asimilado


y activado con ingenio, pone a su servicio las directrices
y prohibiciones Divinas, transgrediéndolas para acceder
a su libertad y a su función dinamizadora de la vida. No
es posible separar estas dos potencias, y si algunos teóricos
insisten en jerarquizarlos, y darle más importancia a uno
u al otro, siempre se necesitan entre sí para poderlos
comparar. Mientras tanto, nosotros nos atrevemos a pensar,
como Bataille: “no podemos salir del embrollo en que se
disimula el Mal, nada más que comprendiendo el vínculo
con su contrario –el Bien-, es decir, que no puede pasarse
el uno sin el otro”12.

Escobar G., al considerarse un ocultista, tiene muy claro


los fundamentos del Bien y del Mal, igualmente los asocia
para poder rebasar todo su sentido hasta volverlos parte
unificada de su ser; dice que el satanista siente el Mal como
una pasión del alma, él se compenetra en un estado de
éxtasis místico en el cual ya no es la serenidad de Dios la
que se encuentra, sino la vibración total de los sentidos.
Correspondiendo con el principio rimbaudiano de la bús-
queda de la esencia de la poesía en el “desarreglo de los
sentidos”, pretende ir al fondo de las cosas con una actitud
de “poeta maldito” no como simple imitación del legado
del gran genio de la poesía francesa, sino como actitud
radical frente a la vida, casi como una religión de la
cotidianidad.

Con la lucidez derivada de su vocación satánica, plantea


que el aliado de Satanás debe independizarse de la protección
Divina, valorizar su existencia por medio de la afirmación
de su propio yo y de su capacidad para encontrar la tras-
cendencia en sí mismo y para sí mismo, aunque ello impli-
que aventurarse temerariamente en experiencias que con-
vocan al delirio, pues es necesario perder el miedo a lo des-
conocido y aventurarse a ese reencuentro primordial con-
sigo mismo. Nos confió lo siguiente:
12
BATAILLE, Georges. La literatura y el mal, Taurus Editores, Madrid, 1971, p. 176.

127
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

(…) Vemos cómo el camino de Dios, la búsqueda de la


perfección, la mística de lo divino, implica un sacrificio y
una negación de lo que el hombre esencialmente es. Este
hombre corriente, para alcanzar a Dios y sentirse como
su hijo, tiene que negarse así mismo, sacrificarse y
bendecir el sufrimiento como condición esencial para su
salvación eterna. Para un satanista, eso es completamente
adverso, ya que él prefiere mas bien cultivar el demonio
en sí mismo, transgrediendo las leyes divinas de manera
muy consciente, y por lo tanto no puede permitirse de
antemano el condenar en medio del placer la licencia, la
lujuria.

El verdadero satanista considera más válido la existen-


cia de un átomo del yo, de su libertad, que la totalidad
de un ser que lo protege como Dios. El satanista se aparta,
enaltece la conciencia del yo cuestionando la protección
del altísimo y abriendo las puertas de los sentidos hacia
todos los excesos, porque sólo así el mundo evoluciona,
porque el Bien se quebranta a favor de una existencia más
humana, aunque raye con el Mal (…)13

En sus postulados se aprecia a un hombre que justifica la


rebelión contra Dios, no sintiéndose partícipe de una
obediencia penosa, ni sometido por una ley que va contra
su naturaleza; el poeta comete la falta conscientemente para
liberarse y ejercer su propia emancipación. Nótese aquí
que la transgresión debe ser asimilada como falta, mas no
como error, porque cuando se habla de la falta, se alude a
la carencia o privación de la norma como producto de la
movilidad interior del ser humano. Y si la transgresión
fuese vista como error, no habría trascendencia en ella, ya
que el error es la acción desacertada o equivocada,
características ajenas a este fenómeno. La transgresión, por
el contrario, es un acto libérrimo del hombre de quebran-
tamiento de las leyes divinas y humanas que, por una

13
Idem, entrevista 13 de agosto de 2004.

128
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

poderosa fuerza dinámica, le abre horizontes de sentido.

Al observar que la actitud existencial del lírico pereirano


sólo es razonable dentro de las fronteras del Mal, se infiere
que su voluntad transgresora es abiertamente desafiante
a Dios, que su falta se erige en blasfemia al dar un No
rotundo al Verbo Divino, que abandona la fuente de agua
viva para sumergirse en su propia humedad, para
perderse en su propia verdad. De esta manera abre su
corazón a Satanás como única deidad de su ser y motivación
de su presencia. Así lo deduce:

(…) Para mí el Diablo es Dios a la medida del hombre,


para mí no ha sido problema, es el mejor amigo, nuestro
íntimo yo, el ser que más se asemeja a uno es el Diablo: Yo lo
adopté, lo asimilé, no tuve prejuicios cristianos, para mí
no fue el padre de la maldad ni del Mal, no, para mí el
Diablo es el mejor amigo, el que goza de todas mis escasas
oraciones, el que se llevará mi alma cuando desaparezca.
(…)14

Puede concluirse con sus palabras, que su acaecer no es


una pose de un rebelde más que decidió apartarse de Dios
en su búsqueda existencial, sino una verdadera actitud y
posición filosófica frente al mundo, en la que es identificable
una religiosidad también transgresora: el Diablo como medio
y a la vez como fin último, como meta suprema para la
realización humana en el aquí, el ahora y el futuro.

3.1 La estética del Mal

Al igual que los filósofos de la luz y escritores tan repre-


sentativos como Lautréamont, Sade, Genet, Baudelaire,
Rimbaud, entre otros, Héctor Escobar Gutiérrez, a través
de su obra poética revela los prejuicios y los horrores de
la época por la que ha transitado, los paradigmas del Mal

14
Idem.

129
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

que han perdurado enraizadamente a lo largo de la


Historia humana, tales como el moralismo ortodoxo, la
mentira perniciosa, la iniquidad, el dolor sádico, la doble
moral, etc., y enfatiza sobre estos males complaciéndose
hasta el límite a través de su verbo poético, excita su poder
y los exorciza en sus líneas al ir a lo profundo de su esencia.
Al desenmascarar esa malignidad que corroe la sociedad
y el ser humano individual, busca de cierta manera
purificar su vida misma, a la vez que despierta del letargo
a sus lectores mostrándoles la compleja realidad que los
enceguece.

Julia Kristeva señala que sólo los hombres libres son


capaces de juzgar el mal, y como se ha ido demostrando,
Héctor Escobar G. hace parte de ese reducido grupo de
hombres libres al vivir en total transgresión cada momento
significativo de su vida, por lo tanto quién mejor que él
para matizar el mal. Sus poemas, más que describir este
fenómeno, lo contienen, cada palabra o verso revelado
absorbe el Mal en su propia esencia, afrontando lo que
sería -en palabras de Rafael Conte- los últimos móviles
del hombre: la muerte, el erotismo y la idea de trascen-
dencia.15 Elementos que se atraen equilibradamente como
fuerzas imprescindibles en todo verbo literario y
especialmente poético.

Unas de las características notorias cuando aparecen


escritores, artistas o poetas notables por su pensamiento
agudo, perspicaz y su poder estético-comunicativo, han
sido las crisis sociales por las que atraviesa la época y el
lugar de su estadía. Tales son los casos de Blake y el
período crítico de la revolución francesa, Baudelaire y su
desesperación frente a las fauces de la modernidad,
Quevedo y la problemática político-social de su país
–recordemos que a causa de ello estuvo cuatro años en
prisión, que quebrantaron su salud física pero aumentaron

15
Argumento planteado en la introducción al libro La Literatura y el mal de Georges
Bataille. Taurus Editores, Madrid, 1971, p. 14

130
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

su lucidez-; y así sucesivamente, podría enlistarse una


extensa cadena de escritores excelentes que pertenecieron
a momentos históricos decisivos. Y al contrario de lo que
se pudiese esperar de estos períodos críticos, donde se
percibe una sociedad enferma, en lugar de extinguirse
las voces de la expresión artística, se suscitan, no para ser
reflejo mecánico de ellos, sino para recrearlos y represen-
tarlos en todo su esplendor a través de sus grandes Obras.
Esta tendencia sólo se da por la capacidad que tiene el
poeta o escritor de escudriñar con su genio sensible los
males que aquejan su contexto, ya que los observa más
allá del simple telón que los cubre, penetrándolos hasta
lograr desentrañar su naturaleza, y volverlos palabra,
imagen literaria cargada de sentido profundo, haciéndose
vocero del mal que turba y destruye su sociedad. Sichère
al respecto expresa:

(…) El escritor piensa en el mal, acecha el mal


que anida en el seno de su comunidad y propone
sus propios exorcismos a esa comunidad virtual-
mente infinita de sus lectores, pero en primer lugar
a sus contemporáneos. Esta posición muy singular
que ocupa el escritor hace de él un testigo
irremplazable y más que un testigo aún, lo con-
vierte en alguien que discierne las figuras del mal
dispersas en el seno de su comunidad, en alguien
en suma que carga sobre sí el peso del mal difundido
en todas partes para ponerlo en música y en pensa-
miento (…)16

La lírica de Escobar G. es imagen artística de su realidad,


del medio social en el que gravita su espíritu analítico, de
una actualidad igualmente compleja y rebosante de
manifestaciones del mal que no podían ser ajenas a su
sensibilidad. En su obra se revela una atmósfera deliran-
te, de exaltación de lo prohibido, de la profanación de lo
que la sociedad concibe como sagrado, de la valorización

16
Sichère, Op. cit., p. 225.

131
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

de lo feo, lo horrendo y lo pecaminoso. El poeta penetra


en tales planos a través de la alteración continua de sus
sentidos, de la excitación de su sensibilidad armonizada con el
razonamiento profundo de ese ambiente que le aflige, logran-
do así rescatar los estados agonizantes del alma, el terror y la
ansiedad desequilibrada del hombre moderno.

Hay en su lírica un continuo elogio a la efigie suprema del Mal,


canta a Satán abiertamente y aunque su yo poético se siente
preso de la angustia y la ansiedad, como la mariposa nocturna
que busca la luz aunque acierte a quemarse, él se deja caer con
sus brazos extendidos en el poder del Maligno, percibe todo
su vigor destructor hasta exasperar su interioridad, para luego
renacer con un sentido más agudo hacia su entorno, con el
alma receptiva a las diferentes experiencias que le ofrece su
cotidianidad. Su visión de mundo se expande, se libera de la
barrera de las prohibiciones y asimila su libre albedrío.

EL DIOS

Nunca este dios ante otro dios accede,


con sus rasgos impíos y sus cuernos;
con sus ojos profundos por lo eternos
y su edad que a los tiempos antecede.

Él, de otros mundos de negror procede


con su legión de diablos subalternos;
él es el dios que reina en los avernos
y que poder al brujo le concede.

Sacada fue su estatua de unas ruinas,


a las cuales bordean tres colinas
en las candentes tierras de Caldea.

Este ídolo me atrae con sus rasgos


y su corte de endriagos y de trasgos,
cuando la tarde en calma se sombrea.17

17
ESCOBAR, Héctor. El punto y la esfera, Litografía Moderna Digital Pereira, Pereira,
2004, p. 13.

132
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Una de las transgresiones más fundamentales que muestra


Héctor Escobar frente a la moralidad humana occidental es
el desafío a Dios como único creador y dador de vida. De
este planteamiento parte para demostrar que el Ser humano,
más que ser imagen y semejanza del Rostro Divino, es fiel
copia de un dios que se pasea campeante entre las tinieblas.
Sus poemas connotan de principio a fin lo que para él es la
verdad profunda de la esencia del hombre, se centra en éste
y en su ansia de trascendencia, desdibujando lenta y metó-
dicamente a través de su palabra la imagen de una criatu-
ra para los designios de Dios. Tanto es así, que ni siquiera
Jesús, como su propia transubstanciación, en medio de
su agonía, logró escapar de lo que es propio al ser humano,
de su poder de rebatir lo que ya está escrito, y replantear la
fuerza misma del Verbo y del pacto, gran falta que se ha re-
petido a lo largo de la historia del hombre, pero que le ha
valido su trascendencia espiritual.

En su poesía busca en pocas líneas contradecir ese mani-


queísmo judeocristiano sobre el Mal que se ha manteni-
do a lo largo del tiempo; muestra el otro lado de la mo-
neda al revelar que este fenómeno es también compo-
nente de Dios mismo como figura del Bien. Y en el caso
del sufrimiento de Cristo en la cruz con mayor razón, es
Jesús el que transgrede, el que reta a su propio Padre
relativizando su poder y su omnipotencia, establecien-
do en tal situación la reivindicación del Mal y del Bien
como partes inseparables e intrínsecas al alma humana,
del Jesús hecho hombre.

LAS OTRAS PALABRAS

¿Podrá calar más hondo esta lanzada,


que una mano inhumana me ha asestado
en el punto filial de mi costado,
sin que a nadie jamás le hiciera nada?

¿Y este amargo sabor de agua salada


por tanto inútil llanto derramado,
133
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

por tanto ruego ingenuo pronunciado,


sí me dará al final la gloria ansiada?

¿Y este cerco de espinas en mi frente


y esta ardua sangre que supura ardiente
y esta legión de sombras que me asedia?

¿Tendrán algún sentido, oh Padre mío,


si el hombre sigue siendo aún más impío
y tu infinito amor no lo remedia?18

Cristo fue hombre y como tal siente y razona en la mis-


ma medida, y aunque la Iglesia le ha negado parte de su
dimensión humana con su componente trágico. Él fue
un mortal como cualquier otro, por cuanto también sin-
tió desfallecer su fortaleza en los momentos más difíci-
les. Y por más que hubiese tenido la suficiente claridad
sobre su ser proyectado y quehacer cotidiano, sobre su
propia interioridad como producto de su Padre, no pudo
escapar a la transgresión, a ser débil y cometer la falta
de refutar su destino en medio de su dolor moral y físi-
co, demostrándose así que esta potencia es parte implí-
cita al espíritu mortal y que sólo por ella la creación del
universo aún se mantiene vigente y en total gravitación.

Héctor Escobar G. le da especial relevancia al horizonte


onírico, lo admite como medio canalizador del conoci-
miento subconsciente, sostiene que tal manifestación del
anima forma parte de la unicidad del hombre y ve en el
ensueño un posible camino para acceder hasta la médu-
la del mal. Sabemos que el poeta habita en un mundo
dominado por lo mágico y sus referentes míticos; así,
una de las vías que transita para adentrarse en la sabi-
duría profunda de la esencia humana es desdoblándose
hacia otros planos que convergen en el onirismo, allí cree
encontrar imágenes y apariciones fantásticas, que al ser

18
Idem, p. 16

134
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

interpretadas por su sensibilidad poética le dan la en-


trada a un nivel de conciencia más amplio frente a la
realidad.

Plantea que en tal dimensión se conjuga todo, lecturas


concentradas, meditaciones, rituales, deseos, etc.,
generándose de esa manera una serie de visiones carac-
terizadas por las fuerzas oscuras que de ellas emanan,
pero estas sensaciones no son simple producto de la ima-
ginación, sino que se originan de la relación que el esteta
mantiene en su estado de conciencia con la realidad, se
filtran entre su condición delirante permeándose entre sus
sueños. Esa realidad se transfigura en imágenes llenas de
dolor, de sufrimiento, de desesperación ante la finitud
trágica del hombre, cargándose del simbolismo maléfico
que representa lo demoníaco del ser humano.

(…) Cuando el poeta se hace mago, como preconizaba


Rimbaud, toma conciencia y puede utilizar esas visio-
nes fundamentales como elementos plásticos para rehacer
su realidad y así no ser de cierta manera condicionado por
un testigo ciego… Entonces la magia es el poder que se
obtiene de actuar sobre la realidad, de hacerla poética de
acuerdo a las proyecciones de la imagen que el mago-poeta
percibe (…)19

Hay un conjunto de imágenes reiteradas que referencian


el Mal en la poesía de Escobar G., y de ellas se deducen
variados referentes culturales producto de su relación con
el entorno. Por ejemplo, en sus versos se evidencia la va-
lidación e iluminación de una serie de personajes históri-
cos que han sido socialmente juzgados y condenados
como pecadores y obra de Satán, al mostrarse como seres
transgresores y símbolos irrebatibles de lo maléfico. Pero
el poeta los exime de su sentencia al proferir en sus líneas
la vitalidad e importancia que proporcionaron al desa-

19
Idem, entrevista 13 de agosto de 2004.

135
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

rrollo de la historia del hombre: Judas Iscariote, el Mar-


qués de Sade, Baudelaire, Rimbaud, Poe, Cioran,
Lautréamont, entre otros.

Su libro de poemas titulado Estetas y Heresiarcas, está de-


dicado completamente a estos seres que considera como
sus maestros, no sólo en su formación estética sino y so-
bre todo en su pensamiento filosófico. A propósito de esta
obra la ensayista Cecilia Caicedo argumenta que:

(…) Confirma su intención –del poeta- al recrear en


una galería de sesenta retratos a personajes históricos
plasmados a partir de la fina arquitectura del soneto.
Habida cuenta de que al recorrerla el lector descubre
el mundo del autor: el de sus lecturas y maestros pre-
feridos, el de sus terrores culturales y sus vicios, el
sentido de su búsqueda (…)20

Es un elogio a sus formadores intelectuales, poéticamen-


te les otorga su condición de seres libres y conscientes de
su paso por este mundo, lúcidos pensadores que entre-
garon a la humanidad todo su poder, dando con ello
muestra de su trascendencia y perpetuándose como vo-
ceros inmaculados de la verdadera identidad del hom-
bre.

De cada personaje destaca lo más pernicioso para


ensalzarlo y apropiarse de ello: del Marqués de Sade, elo-
gia su capacidad de regodearse en las aberraciones sexua-
les, de explorar el erotismo hasta el límite de lo incondi-
cionado, de su pericia al articular la protesta política con
cada historia literaria que sale de su pluma, reconoce de él
su rechazo al ver reducida su vida a unos principios
moralistas. Parece pensar como el mismo Sade cuando
éste plantea un poco exasperadamente, “todo perece-
ría al instante si sólo hubiera virtudes sobre la tierra”.

20
CAICEDO, Cecilia, Op. cit., p. 225

136
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

MARQUES DE SADE

Marqués de los goces macabros y morbosos,


del hondo gemido, la herida entreabierta,
del espasmo aguzado y la pasión incierta:
esteta de los vicios secretos, dolorosos.

Con la fusta lograste orgasmos furiosos


cada vez que Justine, azotada, casi muerta,
perdón te imploraba con su boquita yerta
y sus ojos aterrados te miraban llorosos.

A mí también me deleitan el mal, la sevicia,


y amalgamo el dolor con la insana caricia
hasta sentir de la amada su sangre gotear.

Al ver manar su sangre mi ser se estremece,


un deseo aberrante me punza, me enloquece,
y como tú, ¡oh marqués!, comprendo qué es amar.21

Aquí el erotismo y el amor tampoco tienen escapatoria


de la identidad del Mal, al contrario, se enarbola con gran
plenitud al ser asociado con el dolor y el sufrimiento del
ser amado o deseado, rompiéndose drásticamente los
fundamentos morales basados en el respeto y aceptación
del otro, especialmente en lo referente a la sexualidad.
Tal creencia es vituperada para indicar la capacidad
maléfica que alberga el alma humana, se enaltece la no
valoración de la intimidad del otro si con ello se logra
consentir el propio deseo, sin objeción de límites perso-
nales y mucho menos de principios morales establecidos.

Otro de los personajes exaltados es Judas Iscariote, el apóstol


que traicionó y entregó a Jesús al sanedrín. Judas es el
gran impío que engañó al Salvador vendiéndolo por treinta
monedas y denunciándolo con su beso. Todo creyente

21
ESCOBAR, Héctor. Estetas y heresiarcas, Gráficas Olímpicas, Pereira, 1987, p. 60.

137
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

católico conocedor de la historia de la pasión de Cristo


sabe de Judas, y se le ha maldecido por más de dos mil
años, al haber facilitado la muerte del hijo de Dios; más si
frenamos nuestro paso frente a este acontecimiento para
analizar la importancia y necesidad del comportamiento
de Judas, lo justificamos, ya que este valiente hombre es
causa de la renovación de la Historia humana, al brindar
la posibilidad de que Jesús muriese para “salvar y
limpiar el pecado del mundo”. Entonces, desde ese punto
de vista, Judas, más que ser estigmatizado en el mal y la
violencia debería ser resultado de honra, pues él facilita el
renacimiento del hombre, da la posibilidad a los humanos
de acceder a la vida eterna entre los brazos de Dios, aunque
no haya sido perdonado. El siguiente poema ilustra clara-
mente el valor de Judas como puerta a la Salvación:

LA ORACION DE JUDAS

Con el alma maldita por venderte,


estoy en este infierno condenado;
por hacerte sangrar en el costado
no puedo, buen Jesús, dejar de verte.

Por sentirme culpable de tu suerte


el corazón sangrante, llevo ahorcado
del palo de tu cruz, ¡Maestro amado!
y éste será el estigma de mi suerte.

Mas, tú resucitaste, Señor mío,


y yo sigo aterido por el frío
de un eterno desdén, incomprendido.

Pero tú sabes, Dios, allá en tu gloria,


que mi traidora acción aunque irrisoria
era un pacto con Cristo… y he cumplido.22

22
ESCOBAR, Héctor, El punto y la esfera, p.14.

138
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Nuevamente se puede apreciar en este soneto la capacidad


del autor para resignificar el mal, su voz le descubre el
lado oculto para otorgarle un valor más acorde con su
sustancia genésica de vida, de acceso a la otra orilla,
mostrando así cómo a través de la rebelión y de la trans-
gresión, la humanidad podrá en incesante lucha
reencontrar el reino perdido, acceder al terreno de lo
sagrado para enaltecer su espíritu e impulsar las fuerzas
internas de su existencia.

Un semblante revelador del poeta risaraldense es la des-


esperanza que le guarda a la existencia por ser portadora
de sufrimiento y angustia. Se cuestiona profundamente
la herencia y la proyección de la existencia humana, pues
al proyectar el Mal como única potencia regenerativa de
la interioridad del ser, también se asume la tragedia que
implica vivir en un mundo finito.

En su visión existencialista, al centrarse en sí mismo, en


el nivel de su propia conciencia y dejar de lado a Dios
como justificación de su acaecer, Héctor Escobar tiene cla-
ridad sobre la execración que representa para el hombre
estar sometido a la linealidad del tiempo y la existencia
fugaz que éste le proporciona, pues cada minuto vivido
es el ascenso a la nada, a la desesperación de la muerte.
Asume la felicidad como una emoción momentánea que
exhibe fulgores de alegría al alma humana sin dejar de
ser producto de una farsa, habla del hombre como un gran
simulador que se ha proporcionado a través de ideolo-
gías, comportamientos y diversas creencias una vida más
aceptable, una existencia más llevadera. Plantea que el
ser humano vive en un sueño donde cree ser feliz porque
se siente dueño de sí mismo y de lo que le rodea, pero si
abre los ojos y se adentra en su identidad, sufre amarga-
mente al verse despojado de lo que creía suyo.

(…) La felicidad es un engaño. Es un estado que el


hombre trata de crearse y que lo fundamenta ya sea en
ideologías o en la posesión de las cosas; se pueden tener
las cosas y disfrutarlas, pero nunca con la conciencia de
que las cosas nos poseen, sino con la idea de que por mucho
139
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

que se tenga, por muchos niveles de felicidad que el


hombre pueda haber alcanzado, éste se encuentra
completamente desconcertado frente a la realidad que vive
(…) El hombre no es, el hombre sueña que es; el hombre
inventa realidades que considera fundamentales pero son
espejismos de sus propios sueños (…) él los necesita para
sobrevivir (…) 23

De esta manera, el poeta dimensiona la existencia humana


en un mundo falaz y desesperanzado, donde el hombre
se encuentra abrumado por la soledad y el desamparo.

LO TEMPORAL

No caímos del tiempo. En él estamos.


Sólo el morir nos libra de sus redes,
de estas cuatro y altísimas paredes
que nos impiden ver a dónde vamos.

En el tiempo atrapados nos quedamos


y por mucho que pienses jamás puedes
ni podrás entender, por qué concedes
al amor el amor, si a Dios odiamos.

Todo nos contradice y nos apena


por esta soledad que nos condena
a estar en compañía abandonados.

No hay salida posible mientras viva


y siga el hombre yendo a la deriva
dentro de estos espacios clausurados.24

Para Héctor Escobar la poesía maldita nunca será un


género literario pasado de moda, porque al igual que en
otras épocas, la nuestra también es modelo de un grado
considerable de perversidad y ostentación del Mal, el cual
es captado por su intuición poética y revelado en sus ver-

23
Idem, entrevista 13 de agosto de 2004.
24
ESCOBAR, Héctor, El punto y la esfera, p. 11.

140
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

sos. El Mal a través de la historia no ha dejado de ser por


esencia el elemento dinámico que impulsa la naturaleza
del ser humano, y aunque se insinúe que los postulados del
Bien lograrían erradicarlo o siquiera disminuir los instin-
tos destructivos del homo sapiens, el Mal seguirá asedian-
do de manera inexorable al ser mientras exista sobre la
faz de la tierra.

Desde tal perspectiva, el Mal sí existe, es lo que es,


sustancia y energía en movimiento perpetuo, al gobernar
los pensamientos y sensibilidades del hombre se percibe
en cada espacio que él recorre. Escobar Gutiérrez se
burla de los tímidos intentos moralistas que pretenden
exorcizarlo, alude que son producto de actitudes
hipócritas y de premisas de una ética resquebrajada.
Siendo así, este poeta maldito no podría excluir su obra
de una realidad tan apremiante, y menos aún si su nivel
de conciencia es tan diáfano frente al fenómeno del Mal y
su germen transgresor como potencias generadoras
de humanidad significativa y de elevación trascendental.

3.2 Transgresión existencial

La práctica de la transgresión lleva consigo el elemento


liberador, la sensación de libertad frente a lo impuesto,
porque al contrario de lo que convencionalmente se cree,
el espíritu libre no es el que se centra en el cumplimiento
de las normas y las leyes como facilitadoras de una quie-
tud existencial o paz interior, sino aquel que va contra lo
establecido, puesto que la libertad, en su sentido profun-
do, es la desviación de lo normativo para entrar en la
búsqueda de lo íntimo personal, es la activación total del
libre albedrío, aunque ello signifique desasosiego y con-
tinuo desequilibrio. De esta forma, la libertad se asocia
con la transgresión, por la capacidad de romper la norma
para acceder a un devenir más propio, en el sentido de
hacer lo deseado y no lo impuesto. Y como la transgre-
sión se relaciona con la libertad, asimismo el Mal es parte
inherente a ese estado libre y exclusivo del ser humano.
141
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Diferentes teorías, ya sean filosóficas, teológicas o


psicoanalíticas, han intentado mostrar el origen de la ca-
pacidad del hombre para elegir libremente su accionar
frente al contexto en que se relaciona. Hegel, por ejem-
plo, dice que el ser humano posee una voluntad que en sí
misma no es buena ni mala, y que cuando se actúa para
la satisfacción o rechazo de un deseo, lo que interviene es
el libre albedrío, situando en éste la potencia del Mal.

(…) El Mal interviene (… ) En la relación que se esta-


blece libremente y tiene como su lugar propio la liber-
tad del querer (…) Por naturaleza el hombre no es
bueno o malo, todo depende de su albedrío (…)25

Desde la perspectiva hegeliana el hombre se inclina hacia el


Bien o el Mal por su capacidad de decisión. Uno de los postu-
lados del cristianismo es que el hombre no nace bueno o malo,
sino que lleva en su interior un malévolo en potencia; en el
psicoanálisis se dice que el ser humano guarda unas fuerzas
primigenias, inconscientes y caóticas que denomina pulsiones,
las cuales al desencadenarse ejercen el poderío del Mal. Es de
notarse que cada punto de vista concuerda en que el hombre
cultiva en su existencia el Mal como algo necesario a su
naturaleza; ya sea como valor agregado o como esencia cons-
titutiva innata, el Mal es la ventana de liberación por la que
escapa el ser humano accediendo a la plenitud de su alma y a
la comunicación profunda con ese mundo sagrado que está
más allá de los límites propuestos por el Bien.

3.2.1 La cotidianidad liberada

Cuando se ha calificado a Héctor Escobar Gutiérrez como


un hombre de espíritu libre, se debe precisamente a que
su acaecer vital ha transcurrido dentro de la predomi-
nancia del Mal y por supuesto de la transgresión. Como

25
ROSENFIELD, Denis. Del mal, Fondo de Cultura Económica, México, 1993, p.
144-145.

142
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

si obedeciera a un complaciente sortilegio, vive en per-


manente contradicción de lo normativo como condición
de bienestar y facilidad de vida, cree que cuando el hombre
siente que está bien es porque se ha echado a roncar, entonces el
acto permanente de la conciencia es estar en constante subver-
sión y en invariable estado de desequilibrio para poder com-
prender más o menos la razón de su existencia.

Si se observa la vida cotidiana del poeta risaraldense, se


nota que cuenta con una serie de vivencias peculiares que
le han generado interpretaciones del mundo y del
hombre muy propias a su interioridad. Recuérdese la
anécdota de su primera comunión y la interpretación que
hace de ella: (…) Desde niño estaba predestinado a ser un
discípulo de la oscuridad (…).26 Él expresa que desde su
infancia rompió vínculos con Dios porque el momento de
su comunión y consagración fue ennegrecida por un hecho
totalmente simbólico desde su perspectiva satanista ac-
tual, y que por ende su destino ya estaba predetermina-
do desde mucho antes de tener una conciencia clara so-
bre el Mal.

En la actualidad Héctor Escobar es un adorador de Satanás,


y por su ocupación de poeta y mago de lo oscuro, es
conocido en la región y fuera de esta, por el seudónimo
de El Diablo o El Papa Negro. Su misma filosofía de vida,
de poeta dedicado, y su creencia íntima de ser un espíritu
libre lo ha separado de la cotidianidad que cumple cualquier
mortal persuadido por la normatividad social.

El poeta es ajeno al mundo sistemático del trabajo laboral,


acomoda sus horarios y ejerce su oficio de quiromántico;
igualmente es dueño de su propio tiempo al momento de
dedicarse al estudio y creación literaria. Estas referencias
ratifican la permanente transgresión que ejerce frente a
su núcleo social; su vida diaria transcurre en otros pla-

26
Anécdota plasmada en el primer capítulo del presente estudio y comentada por
el poeta en entrevista del 16 de octubre de 2004.

143
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

nos, unos más libres y merecedores del sacrificio y la ago-


nía que implica existir, ya que el Mal se sitúa precisamente
en la libertad al alterar las leyes que ha ido estableciendo
el hombre como razón de una vida más organizada.

Rosenfield plantea que en el universo de la fe religiosa


hay una relación íntima entre el Mal y una especie de amor
propio. Para nuestro lírico tal premisa es bien significati-
va, pues él centra el valor de su realidad en un placer
exclusivo, busca temerariamente en las experiencias ico-
noclastas enaltecer su propio yo, complacer sus deseos
sin sentir limitaciones. Pero ha de hacerse aquí una clari-
dad, porque al evidenciar que Héctor Escobar G. busca
afanosamente su propio bienestar, no se pretende deno-
tar que él abuse de su poder sometiendo a otros seres a
su fin último, porque, en definitiva, él es practicante del
Mal, mas no de la malignidad como referencia crapulosa
y abusiva de los demás sin respetar sus límites.

El Mal al que su alma obedece es el esencial, el que se


centra en el terreno de lo sagrado como complementa-
ción del Bien, el que se ejerce cuando la transgresión es
producto de la sublevación contra la Ley Divina. Esto es
claramente demostrable en las siguientes líneas poéticas,
líneas vividas y pregonadas desde el mismo título:
VIVENCIAL
Quise de las copas el placer escanciar
y mi ser embriagué de acíbar y ambrosía,
a la droga fui adicto con mórbida manía
y vivencié los hondos paraísos sin par.

Embriagado viví, -me embriagaba el amar-


igualmente del amor me punzó la ironía:
amé con gran pasión la clásica armonía,
a Hermes y a Afrodita supe bien venerar.

Yo de mis vicios hice un diabólico rito


y llevé dignamente el estigma maldito
que antaño lucieran Verlaine y Villon.
144
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Hoy tengo cuarenta años de ser, de vivir,


-cuarenta años o mil según mi sentir-:
¡y aún busco el amor, el vicio y la ilusión! 27

La transgresión y sus diversos matices son inherentes a la


esfera de lo sagrado, porque sólo a través de ella la gran
puerta se abre, exteriorizando la fiesta, el derroche y el goce.

(…) El mundo sagrado es el mundo de la fiesta (…)


El tiempo sagrado es la fiesta y en tiempos de fiesta,
lo que está habitualmente prohibido puede ser
permitido o incluso exigido (…)28

Siendo así, la existencia del poeta ha transcurrido entre


las experiencias del goce, del derroche, de la fiesta, al
permitirse acceder a lo prohibido, moverse constan-
temente en el mundo sagrado, y, paradójicamente, el
acceso a lo sagrado se produce en el quebrantamiento
de la norma, en el Mal mismo. Para este lúcido iconoclasta
resulta de gran gozo sumergirse hasta el fondo en la pro-
hibición, los sucesos vividos de placer infernal, que por
la mediación de su acción se reivindican como paraísos y
su espíritu se libera traspasando el límite establecido.
Nunca podría esperarse de este aedo un sentimiento de
culpa o de reproche, ya que el pecado le resulta una qui-
mera, y, al contrario, su certeza de ejercer con libertad el
Mal le otorga bienestar y complacencia íntima ante el
universo que le rodea.

3.2.2 La comunicación y el Mal

Bataille sugiere que el hombre establece consigo mismo


un nivel de comunicación más profundo cuando se
adentra entre los niveles religiosos transgresores, y por
ello se establece una conciencia clara de la propia identi-

27
ESCOBAR,Gutiérrez, Héctor, Testimonios malditos, p. 43.
28
BATAILLE, Georges. El erotismo, Editorial Tusquets, Barcelona, 1997, p. 72.

145
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

dad cuando se asume el Mal como generador de


autoconocimiento. Cuando un ser humano se relaciona
dentro del mundo profano del trabajo, de la cotidianidad
y de la norma, interactúa con facetas superficiales, acordes
a esos primeros límites de su entorno rutinario, pues no
se genera una necesidad íntima de cuestionarse, en la
medida en que se trata de acciones casi frívolas y meca-
nizadas por la misma regla. Pero cuando ese mismo ser
accede al ámbito de lo prohibido, con una actitud
perceptiva frente a la sexualidad, al sacrificio, a lo ritual,
actividades de connotaciones sagradas, su comunicación
se torna realmente reveladora porque nace de la profundidad
de su yo, de una necesidad interna y propia de cada uno
de traspasar las fronteras de su secreta soledad.

(…) La comunicación profunda sólo puede hacerse


con una condición: que recurramos al Mal, es decir a
la violación de la prohibición (…)29

Cuando Escobar G. plasma en sus obras el cúmulo de


sensaciones y razonamientos que se despiertan en su
interactuar con el mundo profano, abre una ventana de
liberación por la que su alma se manifiesta y establece
vínculos comunicativos con el mundo interior y el cos-
mos. Su palabra poética es por esencia reveladora de su
interioridad, en ella se materializa la búsqueda
comunicativa del anima del poeta.

Todo ello corresponde con los planteamientos que expre-


sa Bataille acerca de la experiencia interior y la poesía, ya
que él ve en lo literario, y especialmente en lo poético, un
medio de excarcelación de la insoportable limitación del
ser, la sublime tentativa de lo interior, una forma de tras-
cendencia mística que tiene fin en sí misma al desnudar
totalmente el saber a través de la liberación del verbo.
Max Bilen, en un texto ilustrativo sobre la experiencia
poética en Bataille, manifiesta:
29
BATAILLE, Georges. Op. cit., p. 245.

146
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

(...) Para Bataille, “la literatura es lo esencial o no es


nada”, la escritura sólo permite probar esos esta-
dos límites marcados por “la intensidad trágica del es-
fuerzo sin medida”, la “búsqueda desesperada” de la
poesía sólo puede llevar a “la plena comunicación
que es la experiencia tendiente a lo extremo” 30

La transgresión que se manifiesta en la liberación poética


le abre a Héctor Escobar G. la posibilidad comunicativa
consigo mismo y con los demás, resalta su existencia al
lograr despejar su soledad y unirse a los otros con su ver-
bo poético. El yo lírico del próximo poema transluce la vi-
talidad que emana del verso por ser facilitador de la uni-
dad comunicante de todo lo que compone el cosmos y en
especial la esencia íntima del hombre, lo poético unifica e
inmortaliza instantáneamente el sentimiento humano. El
lector pasa a identificarse o reencontrarse consigo mismo
en cada verso, porque el poema lo hace sentirse poeta:

DISCURRIRES

El día nace y despiertas con la duda


de no poder hacer lo que es debido.
A diario vive el hombre confundido
y el tiempo en su garganta más se anuda.

A mediodía el hombre busca ayuda,


hallarla cree con un ser querido;
abre su corazón, durazno herido,
sin que el amor amado amante acuda.

En la tarde la duda hiere aceda,


se enquista en la razón y cruel le veda
la opción de hacer real lo que ha soñado.

30
(…) Pour Bataille, “la littérature est l’essentiel ou n’est rien”, l’écriture seule
permettant d’éprouver ces états limites marqués par “l’intensité tragique de
dépense sans mesure”, la “recherche gémissante” de la poésie seule pouvant
conduire a “la pleine communication qu’est l’experience tendant á l’extreme (…).
Max Bilen en: Magazine Littéraire: ‘’L’expérience poétique’’, No. 243, juin 1987, p.
29. Traducción libre de Abdenour Berkani.

147
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Cae la noche. El hombre de algún modo,


confirma que la duda ofusca todo,
al ver que el día ha muerto suicidado.31

Aunque la transgresión es la ruptura radical de lo prohibido,


no se denota en ello que esté absorbida por una libertad
descarriada, pues así la comunicación sería insatisfecha
además de generar una fuerza descontrolada que en lu-
gar de cumplir con su principio de renovación y equilibrio,
hundiría en la destrucción total todo lo que toque.

El poeta anota que uno de sus principales objetivos den-


tro del terreno de lo mágico ha sido el aprender a desarrollar
el control sobre las fuerzas malignas que abocan a su in-
terior, para obtener de ellas la transparencia de sus men-
sajes cifrados. Se refiere así, precisamente, al control que
en medio de la transgresión él ejerce sobre las manifesta-
ciones que se dan por el acceso a lo prohibido, evitando
hundirse en el caos y perder la cordura que conllevaría a
la incapacidad de establecer una comunicación significativa
con su interioridad.

Tal actitud filosófica igualmente la proyecta hacia su


poesía, cuando retoma su pensamiento transgresor con
relación a las estructuras poéticas tradicionales. Una de
las justificaciones que el poeta da al uso de las formas
clásicas es a partir del ideal de que sólo así se pueden
dominar los entes que afloran en su interior. Cuando su
lírica surge, dice que no es posible retener esos entes en
una ordenación poética libre, porque lo sustancial se
diluye. Héctor Escobar G. asume su poesía cual fórmula
conjugatoria de sus imágenes y de la forma lírica clásica
que las retiene como posibilidad expresiva. En el siguiente
poema emerge la trascendencia y el valor del soneto como
entramado esencial para significar el pensamiento y
exponer temáticas primordiales:

31
ESCOBAR Gutiérrez, Héctor, Op. cit., El punto y la esfera, p. 12.

148
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

EL SONETO

Alquímica forma es –catorce versos-.


Dos cuartetos religan dos tercetos.
Es una luz que irradia los objetos
y que fulge cual soles y universos.

Él da forma a los átomos dispersos


en su ámbito de núcleos y secretos.
El mundo se resume en tres sonetos,
y eso dícenlo herejes y conversos.

El soneto es la clave de lo eterno;


en él caben el cielo y el infierno
y su ritmar sublima el sentimiento.

Él es el de la espagírica el hornillo
do al metal el magista saca brillo,
para aurífero hacer el pensamiento.32

Desde el inicio el esteta risaraldense quiso retomar los apor-


tes de la poesía clásica, además deseaba innovar con un aco-
ple entre el metro y el verso en el conteo de las letras y no de
la sílaba, como ha sido lo tradicional. En el libro Estructura
del lenguaje poético, Jean Cohen comenta que “se evidencia
un discurso versificado cuando el texto permite su división
en segmentos que, al menos de dos en dos, cuenten con igual
número de sílabas, añadiendo la identidad de los sonidos
terminales, siempre de dos en dos al menos, o rima.”33 Ini-
cialmente la poesía se caracterizó por su estilo versificado,
que con su forma convencional y estrictamente codificada
del lenguaje delimitó el campo de la lírica.

Mas cuando surge el “poema en prosa”, donde se explora del


lenguaje su significado para hallar la perfección buscada

32
ESCOBAR Gutiérrez, Héctor, Op. cit., El punto y la esfera, p. 68.
33
COHEN, Jean. Estructura del lenguaje poético, Editorial Gredos, Madrid, p. 53.

149
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

(ejemplo de ello son Los Cantos de Maldoror), la versificación


como parte esencial del poema adquiere otro matiz, ya que
no es obligatoria ni necesaria al momento de escribir poesía.
Pero aunque el nivel fónico de la palabra se desvió como
recurso intrínseco de lo lírico, siguió vigente para la creación
de la denominada “poesía integral”, pues deben unirse en
ella los dos planos del lenguaje –semántico y fonético- para
lograr la totalidad de la composición poética.

Cohen afirma que el poeta es precisamente poeta por lo que


dice, no tanto por lo que siente o piensa, dando a entender así
que el valor de la poesía reside en el lenguaje, “porque el esteta
no es un creador de ideas, sino de palabras. Todo su genio
radica en la invención verbal”. Numerosos son los poetas que
se han expresado sobre el amor, pero cada uno de ellos lo
manifiesta de una manera exclusiva, “en combinaciones
únicas de palabras, que se quedan para siempre en la memoria
porque es en ellas donde se aloja la belleza”34 .

Este saber estético ya lo tenía claro Escobar G. antes de


experimentar con un nuevo estilo, pero igual necesitó em-
prender una búsqueda en la poética del Siglo de Oro, estu-
diando de ella la gama de posibilidades rítmicas y expresi-
vas. Recurrió de forma permanente a poetas ilustres como
Góngora y Quevedo, para encontrar en sus versos una ri-
queza estética que se caracterizaba por el juego y asocia-
ción de palabras, lo cual le connotaba la original manera
en el manejo del lenguaje y la gramática. Otro de los as-
pectos llamativos para su praxis fue el humorismo satírico
con el que se pintaba la realidad humana y la habilidad
para realzar los argumentos más triviales, asimismo resca-
tó el interés por los temas existencialistas –la muerte, el
amor, el tiempo…- indivisibles de casi toda poética.

En este rastreo se acerca a poetas vanguardistas colombia-


nos, lee y asimila las obras completas de León de Greiff,

34
COHEN. Idem., p. 28.

150
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Porfirio Barba Jacob, Luis Carlos López, Luis Vidales, en-


tre otros, hallando en ellos no sólo visajes de la tradición
clásica en la composición de los versos, sino nuevas deri-
vaciones ingeniosas en los giros de los vocablos, la
combinatoria del espacio y los grafismos, la valorización
de la palabra arcaica, especialmente en la poesía de León
de Greiff, la vigencia de enunciados como la estética de lo
feo, el sentimiento íntimo, la contrariedad de la existencia,
la idea del Bien y del Mal, etc., a la vez que iba consolidan-
do su formación en el soneto y matizando su propio estilo.

Una vez que se apropia de aquella tradición poética em-


pieza a perfilar su obra, y aunque se basa en los referentes
clásicos y vanguardistas, logra la originalidad desde sus
primeras producciones al ingeniarse como elemento trans-
formador el variar la estructura del aspecto silábico por el
conteo de cada letra, es decir, cada poema se rige por el
número de letras del primer verso y no de sílabas como ha
sido lo usual.

Por su exclusiva forma de poetizar el esteta risaraldense


ha recibido diferentes apreciaciones críticas. Cecilia
Caicedo35 plantea que algunos poemas se frustran por la
rigidez del número de letras que “deben” tener, pero igual
reconoce la calidad y trascendencia de la obra, además de
justificar que tal rigurosidad formal le confiere el sello per-
sonal a un autor que justamente en el medio se ha destaca-
do por contravenir lo normativo y lo cotidiano. Eduardo
López Jaramillo36 al respecto sugiere que su matemática
literaria tiende a producir formas verticales, monolíticas,
que incorporan el rigor de las estructuras métricas con un
notable equilibrio. Miguel Álvarez de los Ríos37 dice a la
manera valenciana, que Héctor Escobar sacrifica un mun-

35
CAICEDO, Cecilia. Literatura risaraldense, Corporación Biblioteca Pública, Co-
lección de Escritores Pereiranos, Vol. 6, Pereira, 1998, p. 229.
36
LÓPEZ Jaramillo, Eduardo. Presentación del libro: Antología inicial, Héctor
Escobar G., Gráfica Olímpicas, Pereira, 1985, p. III.
37
ÁLVAREZ de los Ríos, Miguel. Prólogo del libro: Estetas y heresiarcas, Héctor
Escobar G., Gráficas Olímpicas, Pereira, 1987, p. IV.

151
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

do para pulir un verso, complementando que la poesía


matemática puede surtir efectos de sonoridad más defini-
dos que los de la poesía silábica. En conclusión, se podrá
observar que su estilo conmociona, pero ante todo mues-
tra un poeta transgresor e involucrado con su arte.

Anexa a la tenacidad de modelar su estética, el poeta asegu-


ra que otra de las causas para acudir a las formas clásicas
fue motivada por el imperioso parecer de que aún en la ac-
tualidad, en medio de la vanguardia expresiva poética, y de
la arbitrariedad del verso, podía subsistir una revelación lí-
rica tradicional que las contradijera, lo que representa una
vez más su explícita posición frente a lo establecido.

(…) Me parece que en una época en la que predomina


totalmente lo arbitrario, volver a rescatar los cánones y las
formas antiguas y tradicionales del verso clásico es una
originalidad… porque ya nadie escribe así, nadie puede
hacerlo porque se perdió la nota (…)38
Unida a la transgresión en la forma de poetizar, se entrelaza
una de las temáticas recurrentes en el proceso poético de
Escobar G., el erotismo, el cual es una de las manifestaciones
más elevadas de su espíritu satánico y transgresor. Alinea-
da a la manipulación creativa de la forma y el lenguaje, se
tantea una admirable habilidad e ingenio para poetizar lo
obsceno y lo escatológico, hasta tal punto que dentro del
ámbito del verso pueden adquirir inéditas resonancias los
vocablos que narran de manera directa, algunas veces bru-
tal, lo abiertamente erótico y sexual. El significado despecti-
vo que puedan tener tales conceptos se torna sensual y bas-
tante sugestivo.

Para nuestro trabajo hemos tenido la fortuna de tener acce-


so a un libro inédito con cerca de trescientos poemas enca-
minados al enaltecimiento de lo obsceno como complemento
de lo erótico, obra llamada Florilegio de escándalos y candorosas

38
Idem, entrevista13 de agosto de 2004.

152
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

aberraciones,39 en la que se aprecia nuevamente la destreza


del sentimiento poético del esteta cuando se empeña en
transgredir y pervertir a su antojo lo que está estigmatizado
y prohibido por los cánones morales, pretendiendo así abrir
caminos más próximos a una comunicación libre de las ba-
rreras sociales.

A la manera de Quevedo, Bafo, Aretino y al son musical y


lexicográfico de León de Greiff, la poesía está al servicio
del goce abierto por la palabra escandalosa, con la intención
expresa de transgredir, zaherir y hacer reír. Y es el sexo y sus
múltiples facetas el centro de estas variaciones, como en los
poemas que vamos a analizar.

XVII
Llamóse Onana la mujer de Onán,
porque ella, obvio, era una gran pajuda;
que sobre esta cuestión no quede duda:
Onana sola se horneaba el pan.

Onana la de Onán, -nieta de Adán-


dio con la paja a la mujer ayuda;
a la joven casada y a la viuda,
para evitar la prole y su desmán.

Desde aquel viejo tiempo ha sido Onana,


la redentora de la raza humana
por negarse a engendrar sin ton ni son.

Loas a Onán y Onana les sean dadas,


que con semen sus huellas sean regadas,
por dejarnos la paja en sucesión.40
Se aprecia en el soneto la originalidad al abordar el tema de la
masturbación de una manera gozosa y picaresca, tergiver-

39
ESCOBAR, Héctor. Florilegio de escándalos y candorosas aberraciones. Obra inédita
dada a conocer en las entrevistas realizadas por Orfa Kelita Vanegas V.
40
ESCOBAR, Héctor. Florilegio de escándalos y candorosas aberraciones (libro inédito).

153
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

sando el sentido vulgar y pecaminoso con el cual se ha estig-


matizado a esta manifestación de la sexualidad. La termino-
logía utilizada es bastante sencilla, del habla común, pero al
situarse dentro del verso retoma un valor estético que la ele-
va sobre lo que pudiera llamarse su pueril significado.

Por ejemplo, la palabra paja y sus diferentes conjugaciones


alude groseramente al hecho de masturbarse, “hacerse la paja”.
Si esta expresión es escuchada en una conversación cotidia-
na, sonaría un poco grotesca lindando con lo pornográfico,
pero al pasar a formar parte intrínseca del poema, el término
se asocia a otras palabras aludiendo ciertas imágenes sugesti-
vas y muy propias de cada lector según su sentir frente a este
acto; adquiere otro alcance, uno más trascendental, porque se
vuelve palabra genésica de un sentimiento de gozosa com-
plicidad entre el poeta, el verso y su lector.

Aunque el poema recree gustosamente el hecho de la mas-


turbación, no se queda en lo puramente denotativo del tér-
mino, ya que se aprecia en los versos una crítica a ciertos refe-
rentes culturales religiosos, tales como el de la prohibición
del onanismo por ir éste en contra de la sexualidad como fin
reproductor e igualmente replantea la negación del placer
sexual en la mujer y la prohibición total de prodigárselo a sí
misma. La violación del sentido moral tradicional que se
vislumbra en los versos se refuerza aun más al empa-
rentar al personaje infractor Onana con Adán, figura
bíblica y sagrada de notoria importancia dentro de la religión
cristiana; son nieta y abuelo confrontados, dice que es Onana y
no Adán la que redime la humanidad, mientras él se encarga de
poblar la tierra, ella niega la reproducción como simple acto de
pervivencia, da mayor relevancia al placer puesto que impulsa
con mayor animación al género humano. Tanto así que se pide
regar las huellas de Onana y Onán con semen, símbolo de la
fertilidad y el goce. La intención de ruptura de Escobar frente a
los cánones morales y éticos parece no tener límites, transitan-
do siempre en esa frontera entre lo obsceno y lo artístico, lo
irrisorio y lo trascendental, tal vez como heredero de Miller, de
Sade, del Tuerto López o de Greiff. En unas márgenes llenas
154
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

de picardía y sensualidad, el tabú del sexo se extiende a las


ninfas que en gongorina pose (…) con su vulvita en flor (…) se ofrece
a mi lubricia (…), como en este singular poema:

LIV

En gongorina pose la chiquilla,


de rebusque se ofrece a mi lubricia
con su vulvita en flor, ¡oh que delicia!
y su anito rosáceo cual rosquilla.

Sin vellos en su pubis la golfilla


sus piernas abre más a mi codicia,
y en mi lengua pedófila se inicia,
el suave serpentear de una cosquilla.

Cosquilleo que ondulo en mis entrañas,


mientras la niña me hace musarañas
y me enseña su pecho sin teticas.

Las ninfitas me encantan y por ello,


este son gongorino firmo y sello,
siempre en honor de las infantas cricas.41

El poema vislumbra una desacralización de la paidofilia,


uno de los aspectos más execrables del abuso sexual
infantil, caracterizado por el contacto que establece el
adulto con el menor de manera no violenta, por medio
de la manipulación y el engaño. En los versos se percibe
un sentido contrario a este hecho, pues al parecer la niña
goza de manera abierta y consciente su actuar, se observa
en la infante gran complacencia, y es ella quien provoca
con su pose “gongorina” al pedófilo.

Las líneas connotan una perversión en el significado de


la paidofilia al establecer entre el sujeto pasivo, la niña, y
el sujeto activo, el pedófilo, un placer desbordado en su

41
Idem.

155
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

acercamiento sexual; o tal vez, en este caso los roles se


invierten al ser la niña la provocadora en la obtención de
esa complacencia gozosa mutua –convicción muy propia
de todo pederasta, que por lo general siempre justifica
sus actos al insinuar que el infante es quien los seduce-.
La voz del soneto es la de un pedófilo que proyecta la
pequeña como sujeto activo dentro de la relación, insi-
núa una participación voluntaria y espontánea de cada
parte en el acto seductor y totalmente transgresor.

Las expresiones eróticas son escuetas y contundentes, sus


imágenes se entrelazan mostrando el vaivén y el delirio
del poeta al perderse entre los encantos carnales de una
niña. El lenguaje nuevamente se muestra juguetón, cada
palabra utilizada se encadena a las otras para suavizar un
poco el desarrollo del acto que allí se describe, utili-
zando términos en diminutivo: chiquilla, anito, vulvita,
teticas, comparados con cosas tiernas o de agradable
significancia: vulvita en flor, suave serpentear, anito rosáceo
cual rosquilla; que va gestando en el lector una marea de
sentimientos encontrados, un tanto ambiguos, pues a la
vez que se censura el hecho, también se enternece por la
finura del acercamiento sexual.

Es ese el poder del poeta, transfigurar la realidad a


través del lenguaje, de tal manera que suscite sentimientos
encontrados en su lector, hasta volverlo casi su aliado y
su confidente, su receptor perfecto. En esta medida, en
la poesía de Héctor Escobar G. es perceptible una bús-
queda de sentimientos de identificación y complicidad
ante lo prohibido, en una fusión sugestiva que nos en-
frenta ante la carnavalización del mundo por la trans-
gresión de las fronteras morales.

Algunos personajes literarios, como el gran Lope de


Vega, también son motivo y excusa para esa efusión
erótica que pasa los umbrales de la interdicción moral,
celebrando la sexualidad y la dulzura del pecador. Se
aprecia una fina recurrencia a personajes míticos, como
156
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Penélope, para hacer juegos sugestivos del lenguaje y


ambientar y recrear esa intención satírica:

LXXIII

Penélope ve un pene, el de el gran Lope


-dramaturgo de España la perjura-
Félix de Vega Carpio, verga dura,
para cualquier Penélope que tope.

Penélope le dice que la arrope,


que desnudo produce calentura;
pues al preverlo su honda rajadura,
lo siente penetrándola al galope.

De tal guisa a saciar sus ganas tantas,


Penélope le trajo dos infantas
al gran Lope de Vega y su vergaza.

Y las dos infantitas de la corte,


al palparle a don Lope el picaporte,
presintiéronlo arder como una hornaza.42

Este soneto, al igual que los anteriores, recrea gozosamente


el acto sexual, pero lo más notable es el uso paródico que se
hace de los referentes culturales, por cuanto pone en el mismo
nivel a personajes literarios y escritores reales de la literatura,
como Penélope y Lope de Vega, esbozando también cierta
desmitificación de su valor de héroes o grandes figuras al
situarlos en situaciones características del hombre.

Se vale de la sonoridad similar de sus nombres para


asociarlos, les da dimensión humana en el deseo erótico
travieso, lo cual es perceptible por las imágenes propues-
tas y el trastrocamiento y maleabilidad del lenguaje. La
entidad fónica y semántica de la lengua se ve sometida a
un juego constante, legado de la parodia idiomática de sus

42
Idem.

157
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

estetas formadores. Se utilizan vocablos que denotan picar-


día y una ligera atmósfera burlesca: Vega de Carpio, verga
dura… honda rajadura… al palparle a don Lope el picaporte…, a
través de la metáfora le da una perspectiva hiperbólica a los
deseos, los hechos y los objetos, lo que complementa el poe-
ma en su sentido temático; asimismo, construye las frases
aprovechando la sonoridad de las letras -sobre todo de las
consonantes- de forma repetida dentro del mismo verso,
para generar cierta musicalidad rítmica y sugestiva al ser
pronunciado. Por ejemplo, utiliza el fonema (p) más de veinte
veces, el cual se distingue por ser bilabial, de fonación
oclusiva sorda y explosiva; también la (s), fonema alveolar,
fricativo, sordo y sibilante; que al conjugarse con otros
fonemas (g, a, e) y sonar reiteradamente contribuyen tanto
a la estructura como a la expresión interna del verso, sugi-
riendo un cierto erotismo cadencioso, abrazado al goce li-
bre y carnavalesco .

Unido a ese recurso literario de la aliteración, está el


trastrocamiento de las palabras al componer el verso, se
modifica el orden gramatical de la frase para asignarle un
valor poético, dejándose leer invertidamente en su organi-
zación: (…) De tal guisa a saciar sus ganas tantas (…). Hay en
estos artilugios y recursos formales de sonoridad, ritmo y
dilogía la intención de que el poema no se quede en lo te-
mático, sino que trascienda hasta la forma y así lograr darle
una totalidad.

Las diferentes facetas de la sexualidad se hacen explícitas,


tanto por la ocurrencia misma en el verso como por la for-
ma de enunciarlas, con un lenguaje directo, provocador y
procaz. De nuevo se trata de guiños intertextuales a de Greiff,
Aretino, Quevedo y Miller, sobre todo este último, que en
su prosa mordaz escandalizó a la cultura occidental a me-
diados del siglo XX. El sexo oral, tan velado y esquivo para
la tradición, se asume con un tono picaresco y sensual.

En el próximo soneto, se deja ver la capacidad del


poeta para dibujar en sus versos momentos aluci-
158
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

nantes del acto amatorio, parece seguir cada movi-


miento con mirada fílmica, se centra concienzuda-
mente en cada expresión, en cada parte del cuerpo
y gesto comprometido en el instante mismo de la
sexualidad.

XXII

¡Qué ricura, mi amor, como lo mamas!


¡cómo lo chupas de hondo con tu boca!
míralo como en ella fiel se enroca,
este mi pez espada sin escamas.

Mas, si de pronto tú te le encaramas


y lo colocas justo donde toca,
él tozudo se yergue y se desboca,
hasta calmar las ansias de tus bramas.

De súbito, él se viene a borbotones,


cual los toros de casta o los cabrones
hacerlo suelen con la hembra en celo.

Después, yo quedo exangüe entre tus brazos,


soñando entre dormido en los ribazos
de tu cuerpo maduro sin recelo.43

Por la crudeza del lenguaje y la desfachatez de las imágenes,


podría tildarse la obra como caricatura de lo erótico, pero
en lugar de ello se enaltece como su complemento, el
hecho de mostrar una sexualidad decantada, limpia, sin
maquillaje, inmune a insípidas figuraciones evasivas, no
la sumerge en lo obsceno agresivo, sino que se expande
como un gemido de liberación gozosa que pretende
quebrantar las convenciones, mostrando abiertamente lo
que muchos desean pero que no se atreven a confesar, ni
siquiera a sí mismos.

43
Idem.

159
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Como se ha ido señalando, la formación poética del lírico


risaraldense también deviene de la lectura de poetas
reconocidos que han escrito poesía erótica de una manera
escueta y picaresca -Quevedo, Aretino y Bafo-, de ellos
surge la inspiración en Héctor Escobar G., sin querer decir
que le falte originalidad a sus versos, pues si él se nutre de
una tradición estética tan significativa, igualmente la
trasciende para crear una nueva obra con visos innova-
dores. Recoge el lenguaje vulgar, lo revaloriza y lo con-
vierte en una notable reserva para su manifestación lírica,
ve en él una fuente de expresión de gran sensibilidad lin-
güística. Cada poema se muestra como totalidad, cada ele-
mento que lo compone hace parte primordial de un todo,
otorgándole plenitud tanto a la forma como al contenido.

En síntesis, el erotismo recreado en Florilegio de escándalos y


candorosas aberraciones, desboca la liberación del poeta y su
ansia de adentrarse en el espíritu universal, muestra
descarnadamente su yo transgresor, su capacidad
imaginativa para encontrar en cada prohibición humana
un camino pluridimensional de acceso a la libertad, a una
existencia valiosa que dignifique su estadía en este planeta.

Héctor Escobar G. tiene una conciencia clara de cada paso,


de cada hecho que conforma su vida, es un ser humano
como muchos pero con una lucidez excepcional al momento
de percibir el cosmos que le encierra; permanece entre las
fronteras del ensueño y la realidad saturándose de su propio
yo. Nuestro poeta se ha permitido las experiencias más
delirantes con el propósito fijo de salirse de la metahistoria
que encierra al ser humano entre el claroscuro de la caída
original y la gran aurora de la resurrección.

Se ha consagrado a la adoración de Satanás como su fin


único, de tal manera que su vida completa gira en torno al
principio de la transgresión como excelente puente comu-
nicativo con las fuerzas oscuras del más allá, encontrando
entre sus pliegues el conocimiento divino y la motivación
necesaria para liberar su espíritu. Escudriña en medio de
160
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

sus arrobamientos otras verdades, otras teorías fundamentadas


en el Mal, defendidas desde su filosofía de vida y su obra
poética como probabilidades más acordes a la naturaleza
humana.

Pero sobre todo ha construido un edificio verbal muy sólido,


sin sucumbir a fatuos experimentos formales. Ha mante-
nido una empecinada voluntad respecto de las formas
clásicas, en especial el soneto, para expresar desde este su
pensamiento sobre el hombre, su filosofía y praxis
transgresora.

La poesía de Héctor Escobar G. pronuncia con vigor en


sus líneas los aspectos esenciales que han preocupado al
pensador consciente de su existencia, puede revelar en
pocas palabras procesos históricos completos del deve-
nir y exorcizar con su genio poético los demonios que han
aquejado desde siempre el acontecer del hombre.

161
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

162
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

La obra poética del escritor pereirano Héctor Escobar


Gutiérrez es uno de los ejemplos más interesantes en el
ámbito de la literatura regional, por los aspectos que se
han destacado en este estudio: su formación autodidacta,
el carácter transgresor de su actitud frente a la vida y al
arte, la proclividad por la magia negra, su reconocida
labor internacional como satanista, la voluntad de estilo,
y, en particular, el sentido simbólico que tiene el Mal en
toda su obra. Sus seis libros de poemas y una gacetilla de
prosas publicados, más cuarenta libros inéditos, hacen de
Héctor Escobar Gutiérrez un paradigma de dedicación,
insistencia y vocación por el oficio de poeta, en un me-
dio que generalmente no ofrece reales oportunidades
para su realización intelectual.

En los diferentes momentos que se han revelado en esta


investigación sobre la vida del autor, se aprecia una
decidida voluntad de hacer una simbiosis entre la creación
artística, la actitud personal e intelectual frente al mundo,
y la habilidad mágica, de tal forma que no se presente
ninguna escisión entre la prédica de enunciados éticos y
filosóficos, y su realización estética, a través de una poesía
rica en matices expresivos, subversiva, transgresora, pero
al mismo tiempo ceñida a los moldes clásicos, en especial
163
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

el soneto. Esta fusión de aspectos temáticos y formales,


biográficos y culturales, tiene como eje estructural la
noción del Mal, elemento fundamental de la historia del
hombre en Occidente como heredero de la tradición
judeocristiana, de tal forma que es identificable en su obra
una “poética del Mal” al igual que una “estética de la
herejía”, a la vez que ha representado una realización
intelectual personal y una actitud filosófica transgresora
frente a la realidad.

El recorrido crítico literario hecho a los libros poéticos de


Héctor Escobar Gutiérrez, muestra una amplia gama de
referentes culturales. Desde su misma composición
formal se nota un vasto conocimiento de las estructuras
líricas clásicas, pues se vale de estos recursos para recrear
la visión filosófica que siente frente al ser humano y
el universo que le rodea. Desde su etapa inicial adoptó la
forma del verso clásico para adaptarlo a una nueva
organización, centrándose en el conteo de las letras y no
de las sílabas como se ha dado tradicionalmente. Asimismo,
recurre a los arcaísmos o vocablos en desuso del idioma
español, los retrae para insuflarles vida al combinarlos
en sus versos con lenguaje contemporáneo. Como buen
mago del lenguaje, lo conjura a su antojo, lo revive a
través de su verbo poético mostrándolo destilante de
frescura, haciéndolo fluir alegremente en sus resonancias
semánticas y fonéticas.

Su exclusiva forma de poetizar surge -como en todo verdadero


poeta- de la necesidad de expresar su sensibilidad de una
manera más contundente, donde la palabra no represente una
limitante sino que se expanda en toda su magnitud para lo-
grar emitir con certeza la agitación que sacude su alma.

El tema central que transversaliza su obra completa es el


concepto del Mal, porque como el mismo poeta justifica
… “no hay un campo vacío donde pueda existir algo
diferente al mal, pues él es el elemento transformativo de cada
parte que conforma el universo”. Unido a este fenómeno
164
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

se articulan una serie de asuntos como la transgresión,


la libertad, el esoterismo, el erotismo, que al complemen-
tarse suscitan la intencionalidad poética del autor.

El ocultismo aparece como núcleo estructurante en la me-


dida en que el escritor dibuja en imágenes y metáforas el
sentido de lo mágico asociado con la interioridad humana
y su relación con el universo. Aprovecha los elementos
cósmicos para crear un poemario especial –El libro de
los cuatro elementos- al combinar en su arquitectura in-
terna una fórmula matemática cabalística que a la vez sig-
nifica el fuego, el aire, el agua y la tierra como sustancias
que integran la totalidad del hombre. Desde sus inicios
es perceptible este propósito de hacer una simbiosis
entre la creación poética, el conocimiento y la práctica
de la magia, para devolverle a la palabra su sentido pri-
migenio de génesis de nuevas realidades.

En sus versos afloran las nociones de la muerte, el erotis-


mo, la mujer, Dios y el Diablo, fusionadas íntimamen-
te con el fenómeno de la transgresión. Le concede a cada
aspecto una reveladora dimensión mientras los
intercomunica entre sí, figurando una especie de red don-
de cada hilo forma la totalidad armónica del tejido. De esta
manera, la poesía se torna trascendente, de ella se dedu-
cen las inquietudes que desde siempre han trastornado el
acaecer humano; no estamos asistiendo solamente a un
bello orden de vocablos sino que nos adentramos a un
mundo misterioso que motiva la introspección del lector
y lo sume en una especie de encantamiento al verse re-
flejado en algunas de aquellas imágenes.

La poesía de Escobar está atravesada por la intención


explícita de simbolizar el Mal, puesto que su vida misma
ha transcurrido en los linderos prohibidos al romper
muchas de las interdicciones establecidas. Su obra
resignifica la realidad humana enalteciendo el Mal como
potencia única e inherente al alma terrenal. Las líneas que
connotan el Mal absorben su esencia misma, el yo poético
165
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

lanza un grito lleno de dolor, de insana esperanza, de an-


gustia al verse proyectado hacia la muerte. Pero a la vez ese
mismo Mal se exalta cuando se transforma en el posible ca-
mino para acceder a la ambigua felicidad y a la liberación
del espíritu, cuando se hace una vía indispensable en el pla-
no de lo sagrado para establecer la verdadera comunica-
ción con los otros y consigo mismo. El Mal es el núcleo que
estructura su poética, representa la metáfora profunda del
existir y el devenir, la razón de ser del hombre y del arte.

La riqueza de su poesía también reside en la capacidad de


relacionar los diferentes fenómenos antagónicos que
ensalzan el vivir del hombre. Aparecen formando unidades
constitutivas aspectos como el Bien y el Mal, Dios y Satanás,
la vida y la muerte, el amor y el odio (…), entretejiéndose
sabiamente hasta dar una amplitud significativa al tejido
polisémico. Por ello pensamos que su obra poética se-
guirá vigente en sus múltiples connotaciones, porque cada
temática abordada compromete insondablemente la iden-
tidad humana, además de estar recreada con gran ingenio
al abordar los diversos lineamientos estéticos.

Héctor Escobar G., al ser pionero del satanismo y al mostrar


sus notorias habilidades para la poesía, se hace partícipe
protagónico de la historia cultural de la región risaraldense.
Con su pericia investigativa autodidacta en lo literario, poco
a poco se ha ido ganando el merecido respeto y admiración
de quienes se interesan por las artes. Ya es hora de que el
talento plasmado en sus libros se expanda sin timideces y
sea reconocido como un formador y exponente esencial
de la literatura de la región. Y aunque su actitud satanista
le ha valido un interesante prestigio, también es momen-
to de centrarse más a fondo en su obra poética, pues en
la medida en que sea acreditada en toda su dimensión,
podrá pasar a consolidar la identidad de las letras
risaraldenses.

La dificultad para reconocer el valor artístico de la literatura


regional, también compromete la producción del poeta
166
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Héctor Escobar Gutiérrez, pues son variados sus libros in-


éditos que permanecen aguardando una posible publica-
ción. Creemos que es tiempo de otorgarle el valor litera-
rio merecido, está en nosotros rescatar una obra que pue-
de servir de referente para mostrar uno de los matices esté-
ticos significativos de la región.

Esperamos que esta primera aproximación crítico-literaria


a la estética de Héctor Escobar G., sea sólo el inicio de
múltiples estudios posteriores, porque aún quedan
infinidad de componentes interesantes que pueden ser
explorados en su poesía. Nuestro trabajo busca hacer un
reconocimiento a una de las figuras más interesantes de
la literatura regional, a un ser controvertido pero apasionante,
a un hombre especial que frenéticamente ha ido recorriendo
un arduo camino de superación y afirmación.

167
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

168
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

7.1. OBRAS PUBLICADAS DE HÉCTOR ESCOBAR GUTIÉRREZ

Antología Inicial, Gráficas Olímpicas, Pereira, 1983.


Testimonios Malditos, Imprenta Cafetera de Caldas, Manizales, 1985.
Cosmogonías, Gráficas Olímpicas, Pereira, 1985.
Estetas y Heresiarcas, Gráficas Olímpicas, Pereira, 1987.
El Libro de los Cuatro Elementos, Gráficas Olímpicas, Pereira, 1991.
El Punto y la Esfera, Litografía Moderna Digital Pereira, Pereira, 2004.
“Prosas del Diablo” (fragmentos). En: Filosofía Kluzt. Ed. Paranoia
Productioni, Junio-julio, año 8 No. 66, Pereira, 2004.
“Aproximaciones a la vida y la obra de León de Greiff” (Ensayo).
En: Revista de Poesía Luna de Locos, abril, año 4, No. 6, Pereira, 2002.
Poemas diversos en: Revista El Malpensante, Soho, Diners y Magazín
Dominical de El Espectador.

7.2. OBRAS INÉDITAS DEL AUTOR

Consultadas:

Florilegio de escándalos y candorosas aberraciones.


Baladas en clave antigua.

169
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Prosas del Diablo.

Otros libros de poemas:


Opus satanicum.
Itinerario de amor.
La mala conciencia. Aforismos.
Variaciones en torno a Leo.
Epigramas.

7.3. ESTUDIOS SOBRE EL AUTOR

“Templo satánico de Pereira (Colombia)”. En: Filosofía Kluzt. Ed. Pa-


ranoia Productioni, octubre-noviembre, año 8, No. 67, Pereira, 2004.

ANGEL, J. Hugo. “El culto a Satán en Pereira” (Ensayo). En: Pereira.


Tomo II, Editorial Gráficas Olímpicas, segunda edición, 2003.

CAICEDO, Cecilia. “Héctor Escobar Gutiérrez” (Ensayo). En:


Literatura Risaraldense. Corporación Biblioteca Pública, Colección de
Escritores Pereiranos, Volumen 6, 1988.

LOPEZ, A. César Augusto. “El gran Gurú invita a la locura. Relato


de una misa negra y un matrimonio satánico” (Reportaje). En:
El Tiempo, Bogotá, noviembre 11 de 1968.

LOPEZ, A. César Augusto. “Entrevista a Héctor Escobar. El Papa


Negro” (Reportaje). En: La Tarde, Pereira, marzo 3 de 1976.

COLORADO, G. Gustavo. “Cara a cara con el Diablo” (Crónica).


En: NoticiasLiterarias.com, New York, NY. EE UU, Año 3, junio 10
de 2004.

HIGINIO, Elsa Lorena y RAMOS OLAYA, Mercedes. Alternativa


Audiovisual para la Enseñanza de la Literatura, tesis de pregrado,
Universidad Tecnológica de Pereira, 1998.

7.4. ESTUDIOS COMPLEMENTARIOS

AZCUY, Eduardo. El ocultismo y la creación poética, Monte Ávila

170
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Editores, Caracas, 1974.

BACHELARD, Gastón. El agua y los sueños, Fondo de Cultura


Económica, Santafé de Bogotá, 1993.

________. El aire y los sueños, Fondo de Cultura Económica, Santafé


de Bogotá, 1993.

________. El derecho de soñar, Fondo de Cultura Económica, Santafé


de Bogotá, 1993.

________. La poética de la ensoñación, Fondo de Cultura Económica,


Santafé de Bogotá, 1993.

________. La poética del espacio, Fondo de Cultura Económica,


México, 1965.

________. Psicoanálisis del fuego, Fondo de Cultura Económica,


Madrid, Ed. Alianza, 1966.

BATAILLE, George. El erotismo, Ed. Tusquets, Barcelona, 1997.

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BARNATAN, Marcos R. La Kábala. Una mística del lenguaje, Ed. Seix


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BAUDELAIRE, Charles. Las flores del mal, Historia Universal de la


Literatura, No. 15, Editorial Oveja Negra, Bogotá, 1982.

BLOOM, Harold. La cábala y la crítica, Monte Ávila Editores,


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CALLOIS, Roger. El hombre y lo sagrado, Fondo de Cultura Económica,


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COHEN, Jean. Estructura del lenguaje poético, Ed. Gredos, Ma-


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175
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

176
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

ENTREVISTA

¿Qué es para usted el Mal?

Es el origen de una potencia inconsciente, es la manifesta-


ción del movimiento de lo relativo, de lo que existe, es la
materia, es la energía; y de cierta forma en el universo co-
nocido no se puede hablar de que haya un campo vacío
donde pueda existir algo diferente al mal; o sea, la evolu-
ción del constante elemento transformativo de las cosas, la
violencia de los elementos, todo lo que esté en combustión
es básicamente el Mal.

En el hombre el Mal es la manifestación de sus recuerdos


primarios e inconscientes, en él existe una inmensa fuente
de conciencia sumergida, en la cual va registrada toda la
historia de la humanidad, de lo que él ha sido y de lo que
ha sido la historia del universo desde que comenzó. En-
tonces ese inconsciente recóndito llamado también
arquetípico, es la manifestación profunda en el hombre de
una energía total, que lo envuelve, que lo determina; ener-
gía que a su vez se expande hacia el universo y que es todo
lo que existe. Siendo así, todo lo que existe es ostentación
del Mal, un elemento transformativo de las cosas por me-
dio del caos y la conflagración.
177
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

¿Por qué el judeocristianismo estigmatizó de una forma tan ra-


dical la noción del Mal?

Los primeros moralistas y filósofos tenían razón al percibir


las profundas contradicciones del hombre, se dieron cuenta
de esa íntima dualidad que existe en él. Entonces la idea
del bien como elemento imperativo sobre el Mal se aceptó
como un convencionalismo social, religioso o moral, para
mantener frenado al hombre; porque éste necesita ser
refrenado, ya que si él se entrega sólo a su inconsciente
maligno-destructivo, a su vez, también se aniquila; por ello
la sociedad conforma el bien como elemento represivo
necesario para poder controlar la bestia interna.

Una de las connotaciones del Mal en sus poemas es la muerte


violenta, llena de sufrimiento y de dolor, sin esperanza de trascen-
der el espíritu ¿A qué se debe esa obsesión?

La muerte es parte manifiesta del Mal, en el sentido de


que cuando uno se plantea la muerte, se cae sumergido
en el propio caos interno; y en ese caos interior nada es
dulce, todo es explosivo, todo es dimensional y psíquica-
mente desbordado, rondando casi con lo alucinante, con
la esquizofrenia.

¿Cree que puede haber una muerte apacible en el hombre?

La muerte apacible puede ser la que referencia la Biblia,


la muerte del justo. Pero yo he llegado a la conclusión de
que esa muerte es un ataque fulminante al corazón, sería
la muerte ideal; en ella no se sufre, no se pasa ese umbral
de la agonía que es lo que aterra, no se queda sumergido
en el espanto. Aunque Dios no exista hace tanta falta para
poder atenuar la realidad mortal de lo que es la vida.

Entonces el hombre se autosugestiona acerca de un dios,


de un ser que le va a salvar, que le va a proporcionar esta-
dos plácidos de agonía, de creer que va a entrar en
un laberinto donde se va a encontrar familiares. Enton-
178
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

ces, es como la acción de las endorfinas, un elemento na-


tural que produce en el hombre una alucinación sedati-
va, en la cual él se reencuentra con sus afectos para
poder atenuar lo que se le está evidenciando, la muerte;
todo esto es producto del terror que este fenómeno cau-
sa, lo más terrible que puede existir en el mundo como
el desbordamiento de las mínimas facultades y de la armo-
nía interior. El poeta debe estar conscientemente lúcido,
debe aprender a manejar una conciencia perfecta-
mente coherente de la realidad, de sus relaciones con el
mundo, pero en su mundo interior debe vivir completa-
mente descoordinado, caótico, subvertido.

¿Qué reflexiones se hace acerca de su propia muerte?

Es lo mejor que me puede pasar, aunque me asusta


demasiado. En realidad la muerte es el encuentro con lo
que el hombre encierra, es la nada profunda, donde ya ni
el recuerdo de lo que se es o pudo haber sido tiene ningu-
na significación. Entonces el hombre logra la felicidad al
perder la mínima conciencia que tuvo al disolverse en la
nada, o en la energía, en la materia, en lo que constituye el
universo como expresión de una potencia latente; tal vez
es el entierro que la gente ve maravilloso, la manifesta-
ción de un poder o de una fuerza que los excede, pero en
realidad no es más que un fenómeno material en un nivel
de comprensión que no entendemos, y que apenas la físi-
ca está rastreando.

¿Por qué en sus líneas poéticas alude a una muerte angus-


tiosa, de exagerado sufrimiento, acaso en ello hay más posibili-
dad de trascendencia?

Le doy poca trascendencia al sueño, pero lo admito en la


medida en que tiene de accesible, por medio de su
simbología, ya que que forma parte de todo lo que el
hombre es. Yo a veces sueño que la posibilidad de tras-
cender es posible en el momento mismo de la agonía…
al igual pienso que el hombre no ha logrado las cualida-
179
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

des personales para poder dar ese salto, por ello, algu-
nos pueden trascender y la mayoría se consume; porque
se le ha dicho al hombre que tiene un alma dada por
Dios, pero la realidad es que él no tiene realmente defi-
nida la cualidad de alma, ella es la posesión cons-
ciente de una energía individual, profunda, cósmica, que
es la fuerza que le puede permitir en el momento de la
muerte dar el salto a otra dimensión existencial des-
conocida, lo que llaman el lugar de los espíritus. Tam-
bién se puede contar con el privilegio de ser un fantas-
ma después de que se muere, y yo gozaría profunda-
mente pasar las noches asustando a mis amigos…

¿Dimensiona el Mal desde la transgresión?

El acto más lúcido del hombre es la transgresión. En ella


se está continuamente manifestando una actitud y un
comportamiento completamente disociador de lo que
comúnmente se considera como realidad, como moral,
como religión, va en subversión de las cosas. De manera
que Dios, exista o no exista, es una hipótesis bastante
entretenida, entonces se puede mantener la idea de una
permanente batalla, como una guerra interior profunda
contra todo lo que se nos impone, contra aquello que
nos hace soñar, que hace creer que el hombre puede ser
feliz, que el hombre puede obtener, que el hombre real-
mente posee, que él se siente bien.

La felicidad vista así es un engaño. Es un estado que el


hombre trata de crearse y que lo fundamenta ya sea en
ideologías o en la posesión de las cosas; se pueden
tener las cosas y disfrutarlas, pero nunca con la
conciencia de que las cosas las pueda poseer, sino con
la idea de que por mucho que se tenga, por muchos
niveles de felicidad que el hombre pueda haber alcanzado,
éste se encuentra completamente desconcertado frente a
la realidad que vive. Cuando el hombre cree que está bien
es porque se ha echado a roncar, entonces el acto perma-
nente de la conciencia es estar en continua subversión y
180
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

estado de desequilibrio para poder comprender más o


menos la razón de su existencia.

¿En qué punto se encuentran la mística maldita (el Mal) y la


mística benéfica (el Bien)?

Se unen en lo absoluto. O sea, lo que importa es la mística,


sea hacia arriba o sea hacia abajo; la vía mística del bien
es una aspiración natural del hombre dentro de su sueño,
para tratar de creer que Dios se ocupa de él o que le puede
dar alguna satisfacción. El otro punto adverso es el de la
lucidez que persiste en un estado profundamente reflexivo
acerca de la irrealidad de las cosas y de la continua desar-
monía dentro de él mismo. Es decir, el hombre no es, el
hombre sueña que es; él ha inventado realidades que
considera fundamentales, pero que son espejismos de sus
propios sueños.

Lo que quiero decir es que uno debe vivir en un incesante


estado de contradicción, de combustión y de transgresión.
Es muy difícil mantener ese estado porque siempre se tien-
de al facilismo, a aceptar las cosas, a sacarle garantía, y en
ciertos momentos entre esto se es feliz, además de ser ne-
cesario. Pero lo que considero la actitud definida del espí-
ritu satánico, es estar en permanente y continua rebelión,
consigo mismo, con la naturaleza, con Dios; esto implica
un acto conciente de locura, de desarticular todas las es-
tructuras de lo que se considera armónico y prioritario.

Cada persona asume de manera diferente el Mal, ¿qué piensa


usted al respecto?

Esto debe ser así porque una persona no preparada, no


iniciada, que se encuentre ante ese caos, puede perder
absolutamente la razón, pero si uno de pronto resiste se
puede adquirir la lucidez del conocimiento, la sabiduría.

181
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Y entre esas personas que tienen la “razón” ¿puede haber


maleantes?…

Sí, pero no hay que confundir el Mal con la mala acción


social, se puede ser un asesino y ser una buena persona
desde el punto esencial, se puede nunca haber pisado una
inspección de policía y ser un espíritu demoníaco, porque
no es la mala acción lo que determina el Mal, eso son sólo
faltas sociales que los códigos se ocupan de condenar…
El Mal es otra cosa, el Mal es una pasión del alma.

¿Y el pecado?

Es una conciencia defectuosa que tiene el hombre sobre la


autenticidad de sus propios actos, el pecado es un término
de uso religioso, estrictamente coercitivo, condenatorio, que
en realidad en nuestro caso no cuenta, porque verdadera-
mente el pecado no existe. El pecador es simplemente la
desfiguración que los demás pueden tener sobre sus actos
naturales, lo que es natural en el hombre es lo que te han
enseñado a decir que es pecado, y por lo tanto eso no es el
pecado, es más bien una pasión del alma, es un estado de
éxtasis místico en el cual ya no es la serenidad de Dios la
que se encuentra, sino el estallido total del universo.

¿En qué momento se siente atraído a escribir poesía?

Me sucedió un fenómeno muy singular: antes de conocer


los libros, la lectura, era un joven distraído, dedicado com-
pletamente a otros menesteres, alejado de la vida cultural,
de la academia; pero una vez en una experiencia con mari-
huana siendo aún muy muchacho –15 años- me fui a disfru-
tar su efecto viendo unos viejitos jugar dominó en una tien-
da del barrio –Providencia- y llegué ahí a mirarlos… Cuan-
do de momento empecé a escuchar una voz muy particular
dentro de mí que me hablaba de una manera muy extraña,
completamente ajena a lo que era mi estructura verbal; y
contrario a lo que a otra persona le hubiese causado mucho
susto, en mí causó curiosidad, y me fui en medio de esa
182
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

sensación caminando y oyendo esa voz… me dieron las


once, doce de la noche y esa voz se fue esfumando.

Yo quedé muy tocado por aquella impresión, casi fue


como una revelación, y desde ese momento ya se me
empezaron a despertar ciertas curiosidades muy marcadas
para tratar de comprender el porqué de muchas cosas
que antes no me cuestionaba, ni siquiera me importaban;
luego vino el contacto con amigos también adictos a la
marihuana, eran mayores que yo, y con cierto bagaje cul-
tural… Habían conocido libros, conocían a Dostoievski,
Vargas Vila, mencionaban una cantidad de autores que si
tal vez no eran muy significativos en su sentido profun-
do, sí lo eran en las posibles respuestas que uno podía
encontrar en ellos en ese momento.

Este grupo estaba conformado por personas de una actitud


mental muy libre, adictos a los alucinógenos para crear cier-
tos espacios de liberación, desde los cuales la personali-
dad se puede ir creando un mundo más amplio de percep-
ciones y de reflexiones. Luego empezamos a acercarnos a
las ideas políticas, a pensar qué era el mundo político…
Y en esos días llegó al barrio un personaje de significancia
revolucionaria en Colombia que era Iván Marino Ospina,
uno de los primeros formadores del M19, era un muchacho
en ese entonces, recientemente llegado de Rusia, allí
había viajado para especializarse en los temas que
necesitaba para venir a hacer la revolución aquí en el país,
porque esa era su pasión, ese era su sueño. Entonces, nos
reuníamos con él en el parque, él quería hacer proselitismo,
que conocieran sus ideales, pues sabía que en el barrio
había unos muchachos que leían y de esa forma se acercó
a nosotros y empezó a hablarnos. Y este hombre en reali-
dad tenía una preparación asombrosa y nos desconcerta-
ba con sus experiencias, nos fascinaba hablar con él, ade-
más porque era muy convincente, poseía mucho carisma
y era todo un líder. Así fue como nos fuimos integrando al
marxismo dialéctico, empezamos a leer libros y prácti-
camente se formó una célula comunista en el barrio.
183
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Pero este acontecimiento obtuvo de nuestros vecinos la


execración y casi la persecución, pues era un barrio y
sigue siendo totalmente conservador y católico, lo cual
chocaba profundamente contra él. Tanto así, que el cura
cada ocho días hablaba a los padres de prevenir lo que se
estaba gestando entre los muchachos, de las ideas revo-
lucionarias, comunistas… Entonces, en esa medida se fue
generando en mí la actitud ya netamente atea, de acuerdo
al marxismo, de acuerdo al materialismo dialéctico. Y aunque
no seguimos con la ideología de Iván Marino porque nos
parecía algo bastante comprometedor, o simplemente
no correspondía a nuestros ideales, seguimos leyendo y
reuniéndonos.

Después yo me hice una persona más intelectual en el


ardor de la juventud, conversaba y era todo un convencido,
y a la vez convencía de las tesis que formulaba acerca del
marxismo y de ir en contra de la religión, que era el peso
más notorio en la inmediatez de la relación con nuestros
vecinos. En ese estado de convencimiento religioso en el
que la gente estaba, nosotros disparábamos para atacar-
les todo ese condicionamiento político-religioso… y bien,
yo era muy exitoso como ideólogo.

Otras veces me encontraba con ciertos tipos místicos que


planteaban teorías que yo no conocía, unos pensamientos
que de cierta manera no entendía muy bien, pero que me
interesaba conocerlos para poderlos refutar. Fue cuan-
do empecé a estudiar el ocultismo y a preguntarme por
los conocimientos de la magia. Pero también valdría la
pena aclarar que desde un principio yo adopté dentro de
la magia la actitud abiertamente crítica y curiosa a la vez,
acerca de lo que es la magia negra, sobretodo porque me
impresionaba mucho y me atraían enormemente las obras
de los diferentes maestros del ocultismo contemporáneo
como Petrovna Blavatsky, iniciada en la vía espiritual,
en la senda blanca de la búsqueda interna y quien ate-
morizando a los estudiantes, decía que los magos ne-
gros eran los asesinos de su propia alma. Entonces yo medi-
184
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

tando acerca de esto me dije: ésto es lo mío, éste es el camino


que realmente me conviene seguir a mí, y en verdad me puse
a estudiar, a realizar ciertas prácticas, ejercicios varios y
búsquedas interesantes dentro de lo oculto y en las cua-
les todavía me encuentro imbuído, pues es un campo de
exploración muy amplio, de un conocimiento infinito, y
que abarca muchas de todas las posibilidades que el hom-
bre desea tener dentro de un universo que se desconoce abso-
lutamente.

Entonces, la magia negra es todo un culto al Diablo, y el


Diablo hay que entenderlo como la identificación que el
hombre hace con su propia sombra, con lo opuesto a Dios.
Ahora bien, no se trata de servirle al Diablo, sino de en-
tender la esencia de lo demoníaco para uno transmutar su
propia esencia humana en la esencia demoníaca. Lo que
se trata es de convertirse en Diablo, no de servirle al de-
monio, sino de ser él mismo, es como una especie de iden-
tidad que se busca, ya obviamente trascendental. La vida
es la posibilidad del sueño de ser otro, y en esa búsqueda
permanente interior se puede aprender a reconocer den-
tro de la más concisa realidad la posibilidad infinita del sue-
ño. Sumergirse en el maremagnun de las imágenes cultu-
rales de lo que es la esencia misma del arte, y el espacio
del reto mío es la poesía.

Yo creo que el poeta que logra comunicarse con esas fuerzas


arquetípicas y alcanza a expresar sus visiones de una
manera más o menos posible, ya no es un versificador sino
un visionario, un vidente, como de pronto quería Rimbaud
y todos esos magos poetas que también anhelaban que el
poeta se convirtiera en un profeta, en un vidente.

Entonces pienso que la magia negra ha sido en mí una cons-


tante permanente, la cual aún sigo explorando y compren-
diendo. No es la vía de la felicidad, no es una filosofía que
pretenda darte una condición para ser una persona relativa-
mente feliz que acepta la vida, las cosas, y que espera un alma
superior que le trascienda, no. La magia negra, el culto al
185
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Diablo, es toda una fuerza interior que se desata y en la cual


todos los aparentes centros de identificación que el hombre
tiene consigo mismo, que son la resultante de su sueño, en-
tonces explotan. Se trata de romper todo código, cualquier
significancia del medio, de rehacer el universo, de volverlo a
construir a partir del caos. Pero solamente viviendo uno su
propio caos puede tener la posibilidad de reconstruir su dios,
de ahí que la poesía con la magia pretende convertir al poeta
en un dios, por medio de la procesión del logos, que es el
verbo elemento organizador del caos.

¿En la parte literaria cuáles fueron sus formadores?

Principalmente tres autores fueron para mí formativos, entre


muchos más, se constituyeron para mí en visionarios que me
dieron una medida de las cosas, entre ellos uno de los libros
que me impresionó mucho de joven –25 años- fue El lobo este-
pario de Hermann Hesse, la lectura de éste en medio de mis
estados de marihuana me causaba naturalezas alucinantes,
es por ello que tal libro es de grata recordación. Luego vinieron
los poetas malditos, principalmente Baudelaire, que marcaron
otra directriz en la visión de lo moderno para tratar de acomo-
dar más el velo a la sustancia misma existencial del hombre en
su relación con el mundo; entonces Baudelaire en la poesía y
Lovecraft en el cuento fantasioso y en filosofía Nietzsche. Lue-
go me acerqué a otros autores importantes como Alesteir
Crowley dentro del campo de lo mágico y así sucesivamente,
ellos han sido los más constantes, los que significaron el punto
de arranque.

Y los tres poetas que reconozco hayan trabajado el poema en el


sentido escueto, directo de lo obsceno y erótico explícito, son
Aretino, Quevedo y Bafo, un poeta veneciano poco conocido.

Dentro de las personas que estaban cerca de usted, ¿a quiénes


recuerda particularmente?

Es un poco difícil porque por lo general siempre estaba solo,


porque además los pocos que de pronto intentaron
186
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

acercárseme mucho se enloquecieron, pues las experiencias


eran muy fuertes y atrevidas, realizables sólo por el éxtasis
de la juventud.

Azcuy plantea que cuando el poeta escribe su poesía está en busca


del paraíso perdido…

Lo que yo interpreto como la pérdida del paraíso original, es


de cierta manera la pérdida del estado donde el hombre real-
mente no era todavía consciente de sí mismo, casi estaba en
un estado autista, y la transgresión se da cuando supuesta-
mente el Diablo se presenta a la pareja en el paraíso y los
tienta para que prueben la manzana del árbol, y recuperen el
conocimiento y la conciencia de sí mismos, conociendo el Bien
y el Mal. Entonces, yo pienso que así mismo, Azcuy en ese
punto tiene una interpretación perfectamente válida porque
en realidad esas imágenes primarias de lo que el hombre pudo
haber sido en ese estado de inocencia cósmica, posiblemente
existan todavía y puedan ser uno de los caminos para encon-
trarse con lo absoluto, o sea, la vía mágica de la búsqueda.

Por otro lado, Azcuy sugiere la existencia del maldito en


la mayoría de los poetas que él maneja, pero no desarrolla
una verdadera teoría acerca de lo que constituye en este
caso el maldito, el pecado o la transgresión total que era
lo que estos grandes poetas tocaban. Y si ha de hacerse
claridad, los poetas malditos en general son los que
transgreden, son los atormentados, son los que ven su
realidad y son los que más nos atraen como tutores y nos
fascinan, pues nosotros soñamos también con el paraíso
primordial, con ese estado de inocencia, aunque el hombre
piensa en eso como en una recurrente irracional para
tratar de amortiguar sus propios miedos. Porque una
persona que más o menos piense, se da cuenta que todo
eso es una ficción, que en realidad más posibilidades tiene
el hombre de adentrarse en las profundidades del mal
que retomar esa inocencia original que ya está comple-
tamente perdida, porque el hombre hace muchos años
empezó a pensar. Ésta forma de ver el paraíso también
puede ser una metáfora.
187
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

El poeta maldito busca voluntariamente el éxtasis de la caída


cuando se aventura en los planos poéticos, pero a la vez parece
recobrar su estado paradisíaco al escribir su poesía. Parece ha-
ber allí una contradicción; pero, ¿podría interpretarse ese estado
original, como búsqueda del Mal profundo que habita en el ser
humano, como substrato primigenio? Pues siendo así, el poeta
maldito viviría en éxtasis de caída al sentir que recupera
su paraíso perdido, que es el Mal puro, el que le revela el cono-
cimiento y su nivel de conciencia... ¿Qué piensa usted de
este aspecto?

Del por qué pueda existir una diferencia entre la caída y


la búsqueda del paraíso, yo he pensado que retomando
los conceptos más o menos tradicionales y escolásticos
del bien y del mal y considerando las mismas indicaciones
que la religión propone para alcanzar ese estado de pureza,
vemos cómo el camino de Dios, la búsqueda de la perfección,
la mística de lo divino, implica un sacrificio y una negación
de lo que el hombre esencialmente es. Este hombre
corriente, para alcanzar a Dios y sentirse como su hijo,
tiene que negarse así mismo, sacrificarse y bendecir el
sufrimiento como condición esencial para su salvación
eterna. Para un satanista, eso es completamente adverso,
ya que él prefiere mas bien cultivar el demonio en sí
mismo, transgrediendo las leyes divinas de manera muy
consciente, y por lo tanto no puede permitirse de
antemano el condenar en medio del placer la licencia, la
lujuria. El verdadero satanista considera más válido la
existencia de un átomo del yo, de su libertad, que la totalidad
de un ser que lo protege como Dios, porque el verdadero
satanista se aparta, enaltece la conciencia del yo cuestionando
la protección del altísimo y abriendo las puertas de los
sentidos hacia todos los excesos, pues sólo así el mundo
evoluciona, porque el Bien se quebranta a favor de una
existencia más humana, aunque raye con el Mal.

Mientras tanto, la mística divina te promete la contemplación


de lo divino después de haberte sacrificado, atormentado
188
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

y negado a ti mismo, porque para poder mirar a Dios no


puedes ser pecador, ni puedes sentir deseos, ni puedes
tocar a una mujer, no te puedes tomar un trago, entonces
tienes que vivir en función negativa de lo que realmente
eres; mientras que en el campo satánico reencuentras la
función animal y natural esencial de lo que el hombre
verdaderamente es, porque él es satánico en la medida
en que siente la inminencia de sus propios deseos y la
urgencia de satisfacerlos como la cosa más urgente y más
existencial de su propia naturaleza.

Al utilizar comparaciones que la gente tiene, se dice que el


camino de la virtud está lleno de espinas, de abrojos y de
torturas, mientras que el camino del Mal es la vía ancha,
llena de placeres… Ahora, si dentro de lo absoluto todos
los senderos conducen al mismo punto para qué contra-
decir este camino, haga lo que haga el hombre, todos
llegan a la misma parte, todos llegan a la nada, por lo
que no hay necesidad de sacrificios por la familia, por la
sociedad, por nada, nada merece ser salvado. Entonces,
una actitud satanista al reafirmar la conciencia de lo in-
dividual y del yo, te evita la tentación de ser creyente de
una ideología o de cualquier religión.

En ese sentido a la búsqueda del paraíso debe quitársele la


connotación religiosa y hablar de un estado primordial.

Pero esto no puede primar dentro de las ideologías porque


éstas son dogmáticas, entonces tienden a convencer a otros de
que ello debe ser así; si se le diera a un creyente la verdadera
razón de sus creencias se le causa una relación de desapego
muy liberada, y cuando el otro deja de creer en sus sueños se
puede volver un hombre peligroso o simplemente un inútil.

¿A partir de qué momento recurre usted a las formas clásicas para


plasmar su pensamiento poético?

Desde el momento mismo en que me di cuenta de que mucha


parte de la poesía moderna era en mi concepto un desas-
189
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

tre, ya que se habían perdido las razones de lo esencial-


mente lírico, de las estructuras profundas del verbo.
Ahora bien, no solamente el aspecto académico, clásico,
sino que también la misma connotación mágica que tiene
la poesía requiere de estructuras fundamentalmente rigurosas
para poder lograr el objeto invocatorio del verbo y lo
mágico. Por ello para mí esa poesía que se hace hoy en
día -con muy pequeñas y contadas excepciones- no tiene
un verdadero sentido sustancial; también me parece que
en una época en la que predomina totalmente lo arbitrario,
volver a rescatar los cánones y las formas antiguas y tra-
dicionales del verso clásico es una originalidad, porque
ya nadie escribe así, nadie puede hacerlo porque se
perdió la nota. Irónicamente hoy prima el gorjeo,
cualquiera que sienta algo lo expresa de una manera
arbitraria, basta que lo escriba desarticuladamente para
creerlo poesía, y eso no es así, es como creer que hay sinfo-
nía en el golpeteo de una piedra contra otra piedra… O
sea, el acto poético es exigente y por ello no en balde han
transcurrido siglos de evolución y de estética y de cono-
cimiento acerca de las formas del arte como para uno con-
tentarse con esas simplicidades poéticas que hoy en día se
escriben en Colombia y que se presentan como pro-
puestas estéticas de validez contemporánea.

¿Desde lo anecdótico tiene memoria de cuál fue el primer poe-


ma, sobre qué versaba?

Desde el inicio ajustaba el metro y el verso no a la medida


tradicional de la sílaba sino al conteo de las letras, después
de realizar todo un trabajo dentro de esas formas poéticas,
digamos matemáticas, empecé a explorar la poética tradi-
cional y me encantaron las posibilidades rítmicas y de ex-
presión que se podían lograr a través de lo clásico. Mien-
tras que en la medida de lo matemático yo lograba una
expresión consecuente con lo quería decir pero intuía que
me faltaba algo, que era la integración del ritmo que sola-
mente me podría dar la estructura clásica de la medida de
las sílabas. Entonces volteé la obra y me propuse a verterla
190
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

nuevamente sobre las formas de la poesía tradicional y clá-


sica, y así trabajaba en ello todos los días.

Uno tiene que ser poeta las veinticuatro horas del día, real-
mente un poeta debe trabajar como un verdadero artista,
tiene que vivir en función de su arte, si uno no está todos
los días trabajando como pintor, como músico, como escri-
tor, como poeta, uno no logrará verdaderamente alcanzar
metas significativas… Aunque tenga el talento, es necesa-
rio contar con el tiempo, y el tiempo es realmente lo más
difícil de conquistar, porque estamos verdaderamente em-
peñados, condicionados por el trabajo, por la necesidad
obligante de cumplir compromisos. Para mí esencialmen-
te la riqueza es el tiempo y poder utilizar el tiempo como
yo quiero creo que es una alta expresión de libertad para
hacer mi arte, mi poesía, para jugar con el verbo. Ahora, si
de todo esto resulta una obra estructurada, valiosa,
significante, pues bienvenida sea, pero hay que sacrificar-
lo y entregarlo todo por ello.

¿De sus obras publicadas cuál considera la más valiosa?

La última, El punto y la esfera, porque con base a esa


métrica matemática yo hice los cinco libros anteriores, y
en este nuevo libro se expresan los cambios esenciales en
lo que respecta a esa forma matemática que yo utilizaba
anteriormente. Este libro está configurado totalmente
dentro del verso clásico endecasílabo y con las
sonoridades y las euritmias precisas que el verso clásico
requiere, de manera que ese libro puede ser con sus
posibles deficiencias una expresión de lo que he logrado
y de lo que más concretamente quiero decir.

Háblenos un poco acerca de “El libro de los cuatro elementos”, allí


manifiesta usted que es producto de su iniciación como mago.

Cuando se llega dentro de la magia a esos grados de


iniciación en esos mundos internos, entonces viene una
prueba fundamental para todo mago, que es la prueba

191
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

de los cuatro elementos. Antiguamente los aspirantes


al conocimiento profundo de la magia se sometían a prue-
bas físicas y eran sometidos por sus maestros; por ejem-
plo, las pruebas del aire, vivir en el picacho de una mon-
taña, enfrentando el frío, completamente solo y a merced
de los vientos, lo que se obtuviera de esa experiencia era
conocimiento mágico que lo obtenía del aire. Luego venía la
prueba del agua, pruebas de inmersión en donde se lleva-
ba la persona al máximo estado de resistencia. En fin, cada
prueba buscaba que se sintiera todo el poder de cada ele-
mento. Así, yo comprendí que esas pruebas realmente de-
ben ser vividas internamente, o sea el fuego existe en mí,
el agua también, lo mismo la tierra, lo mismo el aire, en-
tonces vivir esas experiencias dentro del mundo de lo
interno excluye las viejas iniciaciones físicas de atormentar
el cuerpo con cosas extremas. Consideré que el testimo-
nio de la vivencia y el conocimiento obtenido con la prue-
ba de los elementos es El Libro de los cuatro elementos.

Cuando usted plantea vivir esas pruebas internamente, ¿quiere


decir que las vive materialmente a través de unos ritos, de una
meditación?

Sí. Por ejemplo, en el sueño te sientes en alta mar comple-


tamente abandonado, después de un naufragio a merced
de los vientos, a merced de las olas, entonces son sueños
terroríficos que se viven, y que vividos internamente le ex-
cluyen a uno la necesidad de tener que representarlos
en la realidad. En ese sentido, yo viví la experiencia del
fuego como algo muy azaroso, inclusive admitiendo la
posibilidad de lo que llaman la reencarnación, yo mismo
me consideré a mí mismo como un brujo quemado en la
hoguera, y fui juzgado por la Santa Inquisición, fui llevado
a la hoguera en medio de la gente que vociferaba y
maldecía… prendieron la hoguera y me consumí total-
mente… desperté en un estado aterrador de miedo. Todas
esas experiencias iniciáticas que se muestran en los poemas
las viví internamente y de forma muy horripilante. Y si
uno sabe interpretar e integrar esas vivencias oníricas dentro
de su formación, significa haber vencido esas pruebas como

192
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

experiencias constitutivas del ser; además, todos los seres


humanos viven esas pruebas de una o de otra manera, lo
que pasa es que no se dan cuenta. Pero si uno es conscien-
te y vive tales experiencias religiosas como algo real in-
ternamente, se puede adquirir un grado de iluminación,
de conocimiento independiente de los libros, independien-
te de lo que es el acervo cultural.

O sea, la magia en ese sentido dinámico es la forma de


obtener conocimientos mucho más rápidos que los que
se pueden obtener de la información por medio de los
libros, aun por Internet. Es una revelación, uno penetra a
esas bibliotecas porque todo ese saber está en el interior
del ser humano, ya que el hombre es la suma de todo lo
que los hombres han sido; si un hombre en particular se
da cuenta de eso da un salto, se adentra en ese misterio,
ese hombre habla con una voz distinta, ese hombre ya es
un iluminado, es una persona que transmite un carisma
que lo convierte en un iniciado.

Otra de las justificaciones del uso de las formas clásicas


para plasmar lo poético es porque sólo así se pueden
dominar esos entes; en cambio, si fuese una estructura
suelta, libre, se produciría la locura. Sólo así se somete la
esencia, como si el poema fuera una fórmula conjugatoria
de esas visiones, de ahí la exigencia extrema de la forma
y el contenido de la lírica.

¿Es a través de los sueños que puede penetrar en esa experien-


cia de los cuatro elementos, pero cómo llegan esos sueños?

En los sueños se conjuga todo, lecturas concentradas,


meditaciones, rituales, pero ellos surgen así, en un
momento dado, tú no los puedes programar, porque son
manifestaciones del inconsciente, porque la razón del
hombre no ejerce un acto de control sobre esas fuerzas
oscuras; se dan por inducción, como consecuencia de
visiones o por estados delirantes que uno pueda tener
con respecto de la realidad.

193
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

Pero esta búsqueda es peligrosa, por eso es que el verda-


dero poeta que manifieste esto debe necesariamente estu-
diar magia, porque si no se queda solamente en la estruc-
tura de lo poético, de lo formal o de lo académico, puede
perecer y se priva de los poderes y los milagros que el
verbo le puede otorgar. En cambio, si el poeta se hace
mago -como preconizaba Rimbaud-, toma conciencia y
puede utilizar esas visiones fundamentales como ele-
mentos plásticos para rehacer su realidad y así no ser de
cierta manera condicionado por un destino ciego, sino
que el hombre conscientemente puede hacer relativamente
su devenir y actuar sobre la realidad. Entonces la ma-
gia es el poder que se obtiene de actuar sobre la realidad, de
hacerla poética de acuerdo a las proyecciones de la ima-
gen que el mago-poeta percibe.

Es obviamente un trabajo dificultoso, es una exigencia difí-


cil, es más, creo que ningún hombre la ha realizado verda-
deramente, pero vale la pena buscar, lo que importa en la
vida es la búsqueda del conocimiento aún a sabiendas de
que no se llega a ninguna parte. Pero para mí dentro de las
posibilidades que el verbo podría tener como estructura
esencial de la imagen, creo que ningún hombre por elevado
que haya sido su numen, su inspiración, ha podido verda-
deramente lograrlo; o sea, que todavía no posee el poder
del verbo, habla con el verbo, se expresa a través del verbo,
pero no tiene el dominio del verbo. Es decir, la posibilidad
de que si yo digo vaso se aparezca el vaso, es un ejemplo
muy gráfico, recordemos el creacionismo de Huidobro. Pero
quiero decir que el hombre dentro de ese sueño, de esa bús-
queda profunda trataría de recuperar en este caso no el pa-
raíso del Mal sino a Dios creador, su verbo. Y ese es el máxi-
mo sueño satánico, convertirse en Dios, en ese sentido.

¿En su juventud se llegó a imaginar que llevaría el estilo de vida


actual?

De joven no llegué a imaginarme este estilo de vida que


194
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

llevo actualmente, pero lo que sí siempre me propuse fue


buscar cada nuevo día el placer, buscarlo de cualquier ma-
nera, fuera con la droga, con el amor, con el amigo al hablar
de literatura: siempre he tratado que cada instante de la vida
sea un hecho gozoso, y en medio de todos mis problemas el
balance mayor ha sido muy bueno.

¿Por qué no tiene hijos?

El verdadero hombre que se siente individual en sí no


debe procrear la muerte, no debe tener hijos y aprender a
morir en sí mismo.

Cuéntenos alguna anécdota significativa relacionada con el Mal


que recuerde de su infancia...

Yo era un niño común y corriente como todos los niños,


criados dentro de los cánones y las normas que regían un
hogar cristiano, conservador católico. Obviamente llegué
a la edad de la primera comunión y en ese tiempo era lo
usual, entonces me inscribieron en unos cursos de
primera comunión que estaban haciendo en un colegio
que se llamaba “La Salle”, donde teníamos que ir a desarro-
llar un cursillo, y en esa época nos sometían a un trabajo
que era casi onomástico para cumplir con éste sacra-
mento cristiano. Pasé por todas las indicaciones de los
Hermanos Maristas, hasta que llegó el día esperado de la con-
sagración, yo estaba feliz porque había logrado llegar has-
ta el final de los cursos.

Luego, nos llevaron a hacer la primera comunión en el


colegio de los Hermanos Maristas de la Salle que quedaba
en el parque Olaya; allí todos santificados en Dios, en la
Virgen y en todos los Santos, me sentía un poco tocado
por el Espíritu Santo. Entonces se inició el ritual, se dio la
misa y todos lo concerniente a ella, luego, nos dijeron: vá-
yanse para sus casas donde sus papás que ustedes ya son
hijos de Dios y de Cristo porque han hecho la primera co-
munión. Yo salí con la velita, así inspirado con el gallarde-

195
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

te en la manga de la camisa, muy feliz… salí corriendo


donde mis papás a darles la noticia de que ya había hecho
mi primera comunión; y para acortar camino me vine por
el barrio Mejía Robledo, caminando casi en éxtasis con el
cirio en la mano, encantado. Pero, sucedió que pasando
enfrente de una casa, me ocurrio algo inesperado... En ese
tiempo los pisos eran de madera, y los lavaban con cepillo,
luego eran trapeados y recogían un agua negra que echa-
ban en un balde, era como lodo, lodo del piso de la casa…,
y yo venía –como dije- pasando por el frente de esa casa, y
preciso en ese momento la señora que limpiaba botó el
balde de agua empantanada a la calle, y toda esa agua
lodosa se me vino encima, me quebró el cirio, se me caye-
ron todos los adornos eclesiásticos. Yo quedé destruido,
estupefacto, el vestidito blanco en puro pantano, imagína-
te la crisis que eso despertó en mí… Yo dije: Dios no está
conmigo, fue uno de esos puntos cruciales donde me dije:
No, mi destino definitivamente es ser un ángel negro, Dios
no me quiere, y yo haré lo mismo con él.
En conclusión, ¿qué es el Diablo para usted?
Para mí el Diablo es Dios a la medida del hombre, para
mí no ha sido problema, es el mejor amigo, nuestro íntimo
yo, el ser que más se asemeja a uno es el Diablo; yo lo
adopté, lo asimilé, no tuve prejuicios cristianos, para mi
no es el padre de la maldad ni del mal, no, para mí el
Diablo es el mejor amigo, el que goza de todas mis escasas
oraciones, el que se llevará mi alma cuando desaparezca.
¿Qué pensaron sus padres cuándo se enteraron de sus inclina-
ciones satánicas?
Cuando mis padres se dieron cuenta de mi inclinación
satánica, los pobres no dormían, estaban muy atormentados,
hasta que una vez mi papá me dijo: mijo, tenemos que con-
versar, mire que su hermana se fue para tal parte… sen-
témonos aquí con su mamá porque queremos que usted
nos clarifique en qué consiste esa creencia suya en el dia-
blo, puesto que nosotros somos cristianos, creyentes, con-
servadores, lo hemos educado a usted dentro de la ense-
ñanza de Dios y de la Iglesia, usted por qué apareció con

196
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

ese cuento del Diablo… Entonces estábamos ahí sentados


alrededor de la mesa y les dije: vean papás, yo sé que ustedes
son moralmente buenos, porque usted papá y usted mamá
han sido modelos de cristiandad, de buena conciencia, de
comportamiento sin mácula, ustedes han sido muy buenos
padres y excelentes cristianos y bien sé que ya casi tienen
ganada la salvación, pero fíjense en una cosa, uno nunca
sabe los designios de Dios y si por cualquier disposición
divina ustedes van a dar al infierno, créanme que yo tengo
allá suficientes influencias personales para proporcionarles
a ustedes la mejor paila… Soltaron una carcajada tal, que
la tensión se disolvió…
Después, mi papá, que siempre traía sus velas para los santos
y como buen antioqueño, buen pragmático, me dijo: yo
creo en Dios, ya tengo mis convicciones religiosas, pero
como mi único hijo cree en el Diablo y de todas maneras
nunca se sabe, entonces, prendo una vela a Dios y otra al
Diablo. Así manejamos ese incidente con una naturalidad
y una actitud de humor que mejor no pudo haber sido.

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

“De los mitos y otros poemas”


Selección

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

ALEISTER CROWLEY
Maestro Therion

Que Lucifer me asista al invocar tu sombra,


cada vez que me apreste a recorrer contigo
el siniestro sendero eludiendo el castigo:
¡Hermano, mago negro, cuyo valor me asombra!

Que seamos para siempre emisarios proscritos


por haber profanado de lo sacro el misterio,
ocultado en la cripta de un alto monasterio
donde antaño oficiamos los rituales malditos.

Que descendamos ambos a los fondos del Mal,


sin temer al demonio que custodia el umbral
con sus rojas pupilas de rayos incendiarios.

Que bajemos impávidos con nuestros ojos fijos


hacia el hórrido averno de arcaicos acertijos
para afirmar los pactos, secretos, temerarios.

201
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

EDGAR ALLAN PÖE

En piélagos de sombras naufragó tu alma pura,


oh Edgar Allan Pöe, de ensueños agoreros,
de Ulalumes amadas, de acentos pregoneros,
y etílicos infiernos do imperó la locura.

Escanciaste los vinos y la opiácea mixtura


que te dieron los hados y los trasgos eferos,
quienes al verte solo del mal en los linderos
a través te arrojaron de la espiral oscura.

Magíster del misterio, augur de los abismos,


grandioso visionario de espantos y espejismos
que la luz anhelaste sin lograr tus empeños.

Aún tu cuervo yo escucho con siniestro compás


crascitar su estribillo: ¡nunca más, nunca más!
mientras vas por mi mente entre ominosos sueños.

202
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

HOWARD P. LOVECRAFT
In Memoriam

Esteta del misterio –como Pöe signado-


venido de un planeta del vacío exterior;
en tu país viviste cual vidente exiliado
y en tu mirada ardía un cósmico pavor.

Adepto consumado de un saber ya olvidado;


entre sabios goetas tu rito fue el mejor:
a Cthulhu despertaste con tu verbo exaltado
y a la Hidra custodia de la Osa Mayor.

Inspirador de mitos que otros más recrearon.


Auscultaste la noche –códice del misterio-
e infernales visiones tu ojo encandilaron.

Con tu obra evocaste los dioses y demonios


y con ella ejerciste el negro magisterio,
de revelarle al mundo del mal sus testimonios.

203
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

“Esta noche se habló de las estrellas”,


de Lovecraft, de Dunsany, de los Mitos;
del negro monolito y de sus ritos,
de la luz y la sombra y sus querellas.

De esas formas viscosas que descienden


desde negros espacios, a esta tierra;
de ese Portal siniestro que se cierra,
si los grandes galácticos se ofenden.

Se habló de tantas cosas: del misterio,


de los libros blasfemos, del dicterio
que a Dios lanzan los brujos irascibles.

De esta tierra se habló -heredad maldita-


y en contra de la cual el Mal concita
con sus hordas de monstruos invencibles.

204
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

XI

¿Qué iniciático pacto a mi me liga


con Lovecraft y con Pöe en el misterio,
de este místico y negro magisterio
de Azathoth y de Dhol y de Tor-Kriga?

Tras el eco abismal de los Antiguos,


han ido nuestras voces hermanadas;
y juntos hemos hecho las llamadas
a los dioses galácticos y ambiguos.

Los tres hemos pactado ¡tantas veces!


que al impío Dagón dije mis preces
para que siga siendo nuestro guía.

También para que yo cuando fenezca,


el tan ansiado infierno me merezca,
tal cual reza de Hastur la profecía.

205
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

XVII

Son las leyes del Mal las que nos rigen


con su horda de sombras estelares;
con fantásticos sueños a millares,
hacia otro espacio oscuro nos dirigen.

Se abren de noche abstrusas dimensiones


que conducen a extraños universos,
donde a su antojo reinan los perversos
Hermanos de la Sombra y sus legiones.

Siempre al acecho están de nuestros sueños;


un día lograrán hacerse dueños
de este planeta y de nuestros destinos.

Ésto sábenlo el brujo y el demente;


pero ¡ay!, el resto de la ingenua gente
recorre a tientas ásperos caminos.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

XIX
“!Lo he visto… Me ha visitado!”
Memorias del Frenocomio
del doctor John Wellman

(Londres, 1876)

Al entrar en la casa vi las huellas


del demente que otrora fue su dueño;
del hechicero aquél que con empeño
evocó la Entidad de las Estrellas.

El nigromante osado que en las noches


de obscuridad más negra se entregaba
a llamar un demonio que adoraba,
mientras a Dios lanzaba sus reproches.

Una noche, hace tiempo, abruptamente,


algo logró adueñarse de su mente
y lo obligó a matar con saña impura.

Hoy he visto las huellas sobre el piso


de aquél goecio herético, irremiso,
en cuya alma instalóse la locura.

207
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

XXI

¡Nunca más! Dijo el Cuervo sobre el busto


de Palas Atenea. ¡Nunca más!
¡Nunca más! Dijo Pöe en la calleja
y sus alas de arcángel se quebraron.

Fue láudano el rocío para su alma


y mortaja a su cuerpo la neblina…
Eleonora entretanto lo esperaba
en la orilla del sueño… de la muerte.

Sonaba el ritornelo entre su cráneo:


¡nunca más! ¡nunca más! (se repetía)
y los ángeles malos se abrazaron.

En esta tarde gris crascita el Cuervo,


parado frente a mí, en el hombro izquierdo
del fantasma de Pöe visto en sueños.

208
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

XXIV

Vi un castillo de piedra allá en la altura,


de aquel siniestro bosque transilvano;
y según dijo un rústico aldeano,
nadie vadeó jamás su escarpadura.

Sólo en sueños se entreabre la fisura


que da acceso al lugar, maldito, insano,
donde habita el Vampiro sobrehumano
con sus huestes de sombras y negrura.

Es Drácula el señor de ese castillo.


A su interior bajé desde un altillo,
con paso decidido… intempestivo.

Ante un ser espectral me hallé en el acto…


Era él: Nosferatu, y sellé el pacto
para ser como él un muerto vivo.

209
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

XXV

Son los pájaros negros, son los cuervos del sueño


que anidan en los cráneos de los hombres dormidos;
para clavar sus picos, corvos, alucinantes,
y alimentar con sesos su apetito insaciable.

Vienen de los espacios más hondos de la noche.


Desde el antiguo Caos remontaron el vuelo.
Surcando eternidades de plomizos augurios,
invadieron el mundo con sus roncos graznidos.

Los hombres no presienten sus sombras cuando llegan,


ni sus feroces garras rasgando sus neuronas,
ni tampoco a sus cuervas empollando sus huevos.

Ellos se multiplican en los cráneos durmientes,


cubriendo con sus alas los ojos de los hombres
para que nunca vean lo horrores que engendran.

210
La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

XXVIII

Tengo mi propio horror aquí incrustado:


lo cultivo, lo acendro, lo conservo;
y bien sé que al cuidarlo más me enervo
porque llevo mi rostro exasperado.

Él fluye por mi espalda y mi costado,


grazna en mi mente como negro cuervo;
de su ojo infernal el mal reservo,
hasta sentir mi espíritu endiablado.

Este horror que me quema las entrañas,


me conmina a vagar por las montañas
como un monstruo buscando madriguera.

Monstruo que soy yo mismo en la espesura


de esta mente que incuba la locura,
para darle a mi horror su compañera.

211
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

XXIX

Justo sobre mi tórax sentí el pecho


de una bella mujer que me oprimía;
súcubo que a mi sexo se ofrecía
de delicias colmándome en el lecho.

Dejóme su pasión el ser maltrecho,


mientras ella siniestra se reía
y con ansias mi médula extraía,
conservándose lúbrica al acecho.

No obstante así sentirme, deseaba


que esa cara mujer que tanto amaba,
a mi lado estuviera eternamente.

Pero ay, al despertar vi un revoltijo,


un execrable y pútrido amasijo
de visceras y humores… licuescente.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

XXX
¡Hipócrita lector, mi igual, hermano mío!

Baudelaire

Volver a Baudelaire. Regar sus flores.


Floración de maldad. Flores malditas.
Metáforas del mal, estalagmitas,
que desde adentro aguzan los horrores.

Que acentúan del mundo los rigores


porque alargan las penas infinitas.
Son sus fétidas yemas, inauditas,
ramilletes de negros resplandores.

Volver a Baudelaire. Broncíneo canto,


hecho de pus y lágrimas y espanto,
cual ofrenda floral a lo inhumano.

Se debe retornar a él, a su obra,


sabiendo que Satán al final cobra
el haber sido su lector y hermano.

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

XXXII

Como en un sueño o cuadro de Van Gogh,


miro caer las flores amarillas;
así caen las horas, los instantes,
de esta marchita tarde en mi interior.

Con sus dolidos cálices dorados


descienden estas flores en mi pecho,
formando una nostálgica cohorte
de rostros ya esfumados… y de amor.

Un recuerdo me envuelve melancólico,


una honda mansedumbre de tristeza
en mi alma se arraiga desde adentro.

Triste aroma de flores, de recuerdos,


impregnan mis espacios interiores
como en un sueño o cuadro de Van Gogh.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

XXXIV

Se va mi intensa vida consumiendo


en la espiral del tiempo interminable;
cual vieja torre, rota, deleznable,
mi existencia entre ruinas se va hundiendo.

Sin dar tregua he venido descendiendo,


paso a paso la escala irreparable
que conduce hacia el límite espantable
de ese vacío en mí, que se va abriendo.

En torno mío, adentro, afuera… !nada!


ni tan sólo el rumor de un alma amada,
mitiga esta ansiedad que me tortura.

Sigo bajando al fondo de la escala;


siento de pronto que mi pie resbala
y que en mí se abre negra sepultura.

215
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

XXXIX

Vivenciando un terror jamás sentido,


volví mi rostro y cerca pude verlo;
corría en pos de mí y sentí al olerlo,
de su ancestro el linaje corrompido.

Huí ante tal presencia enloquecido,


tratando en mi pavor de escarnecerlo;
de escapar de su furia y de perderlo…
Mas, todo fue al final tiempo perdido.

Porque él corría siempre detrás mío


con su aspecto vampírico y sombrío,
acortando mis pasos… tenazmente.

Tan pronto me alcanzó cogió mi cuello,


de su agudo colmillo vi el destello,
cuando sorbía mi sangre intensamente.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

LX

Hiere la luz lo mismo que la sombra


a todo aquel que busca sus razones:
al filósofo inmerso en sus cuestiones,
al que cree, al que duda, al que se asombra.

También nos hiere a todos los que vamos


de una manera u otra sin sentido,
pensando haber a fondo comprendido
lo que a la par sabemos que ignoramos.

Hiere a fondo saber que la experiencia


nos enfrenta al dolor sin la conciencia
de entender que el dolor es lo esencial.

Porque el dolor en suma es lo que es;


aquello que ayer fue y será después,
porque lo único real ha sido el Mal.

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

LXIII

¿Qué más da si el presente es ya pasado


y el futuro es desde hoy, ayer ausente?
Si es el hombre consigo inconsecuente,
¿Cómo creer de cierto que él ha amado?

Es lo mejor, por siempre ensimismado,


estar viendo pasar calmadamente
el tiempo que discurre fugazmente,
sin que importen futuro ni pasado.

Preferible es pensar que nada somos


y no inquirir a los porqués ni cómos,
de una insulsa pregunta incontestable.

Porque al hacerlo se ahonda el agujero


de esa nada infinita que es el cero.
Principio y fin de todo lo mudable.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

LXIX

Pactemos con el Mal que nos impulsa


desde abajo y arriba y el subfondo;
pactemos con Satán, que desde el fondo,
a nuestra alma la inspira y la compulsa.

Pactemos con la fuerza que nos lanza


a blasfemar de Dios y la existencia;
a sentir ante el Bien la indiferencia,
porque el Mal es afín con la venganza.

Vivamos con nuestra alma consagrada


al servicio irrestricto del Demonio
y su angélica hueste sublevada.

Reneguemos de un Dios que nos conmina


a rendirle alabanza y testimonio,
aún sabiendo que es él quien nos fulmina.

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

LXXIII

Si de tanto estar vivo es que se muere,


si de tanto querer es que se olvida,
¿dónde estará la gracia prometida
que nos hará sentir que un dios nos quiere?

Pero… ¿dónde buscar lo que se ansía


con tan intenso afán desde el inicio?
Si todo es apariencia y artificio,
¿será que existe un ser que no varía?

¿Para quién en verdad es que se escribe,


si hasta el libro de Dios también prescribe
y eterna es sólo la obra de la muerte?

Se reitera por siempre la pregunta


y la repuesta se halla en ella adjunta:
la razón de ser hombre es ser sin suerte.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

LXXVI

¿Qué hacer con estas piernas, estas manos,


estos ojos carentes de visiones,
este pecho vacío de emociones
y expoliado en su amor por los humanos?

Pero ¿qué hacer entonces con los huesos,


estas tibias y rótulas crujientes,
con este odio apretado entre los dientes
y esta boca viciada por tus besos?

¿Qué hacer con esta fe que me reduce,


a ser este adefesio que desluce
y que a ojos vistas mengua sus reflejos?

Poco importan al fin, hacer, no hacer;


estar presente o desaparecer
a través de la sombra o los espejos.

221
Orfa Kelita Vanegas Vásquez

XC

Será que aquel que ora a Dios no sabe,


que Dios no existe porque nunca ha sido?
¿Que es un mito, en el sueño desvaído,
y que adorarlo sólo al necio cabe?

No existe Dios y es fútil que lo alabe,


aquel que sabe para qué ha nacido;
porque entiende que sólo será olvido,
de su existencia el alma cuando acabe.

Cuán inútil la súplica del hombre,


a un mito que se escuda tras el nombre
de aquello que se ha dicho que es sagrado.

Comprenda el hombre que todo es mentira,


una ficción del ojo cuando mira
la realidad de un mundo condenado.

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

XLII

Que era de un dios la arcaica sepultura…


que en su nombre se alzaron los menhires…
se afirmaba además –no eran decires-
que el Diablo custodiaba esa negrura.

Se afirmaba también que un hechicero


junto al dios había sido sepultado
y que él, en ciertas noches evocado,
se aparecía con su rostro fiero.

El sitio era espectral; pero en el acto,


encendí el negro cirio mortecino
para hacer con el brujo un cruento pacto.

Sin embargo hoy me acuso en lo profundo


por cometer el torpe desatino,
de haberlo hecho venir del otro mundo.

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

XLIV

Se cuecen las palabras cual las habas


en el revés del cráneo, su caldero.
Mas, si dormita el yo que es el parlero,
¿sí sabrán las palabras dónde estabas?

¿Pero era dónde que tú estabas? ¿Dónde


el verbo se encontraba antes del mundo?
¿En lo alto, en el medio, en lo profundo?
¿Será esta misma voz la que responde?

¿Sabrá el poeta si prosigue el ritmo,


del poema en su exacto logaritmo?
¿Comprenderá las claves del fonema?

¿Cuál será en sí la síntesis total


de este adánico hombre, original,
que es a la vez metáfora y teorema?

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

XLVII

Amor, mi negro amor, mi ídolo oscuro;


cuando fui Baudelaire, eras mi Juana;
cómo me place ahora verte ufana
viniendo de un ayer que es hoy futuro.

A celebrar tu encuentro me apresuro


para verte en presente y en mañana;
porque siempre serás mi amante hermana,
mi eterna flor del mal, mi ángel impuro.

Disfrutemos la magia de este encuentro;


que en ti quiero sumirme adentro, adentro,
hasta arder en la hoguera de tu entraña.

La pira de tu sexo tenebroso,


donde muero y renazco sin reposo,
gracias al arte de tu alquimia extraña.

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

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La estética de la herejía en Héctor Escobar Gutiérrez

Pereira, Colombia
Agosto de 2007

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Orfa Kelita Vanegas Vásquez

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