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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, FACULTAD DE FILOLOGÍA.

MADRID, MARTES, 9 DE ABRIL DEL 2020


GRADO EN LITERATURA GENERAL Y COMPARADA
TEORÍA DEL LENGUAJE LITERARIO
JEAN LUC GEHRENBECK
CURSO: IV

QUIRÚRGICAMENTE GROTESCO
LECTURA DE GARGANTÚA, POR EL EXTRACTOR DE QUINTAS ESENCIAS:

FRANCOIS RABELAIS EN CLAVE ANATÓMICA.

Jeangehtenbeck@gmail.com

+34 655 22 96 27
ÍNDICE TEMÁTICO PÁG’S

NOTA PRELIMINAR……………………………………………………………… 3

PRESENTACIÓN..………………………………………………………………… 3

LO GRUTTESCO, LOS GROTTOS, LO GROTESCO…………………………………… 4

GIGANTES Y GARGANTÚA, Y LAS DEFINICIONES NECESARIAS……………..…… 6

LO CAMALEÓNICO EN GARGANTÚA………………………………………………8

PARÉNTESIS THELEMA Y EL ANARCOSINDICALISMO…………………………… 10

EL LENGUAJE LITERARIO/MÉDICO……………………………………………….11

COMPARATIVAS GALENO/HIPÓCRATES Y LOS HUMORES………………..15

CONCLUSIONES…………………………………………………………………23

BIBLIOGRAFÍAS………………………………………………………………..24

2
NOTA PRELIMINAR SOBRE LAS EDICIONES Y CITAS:

La función de esta nota preliminar es para explicar y excusar la deriva que puede
producir el deambular entre la edición de Aguilar y la edición de Larousse, las tomo como
recurso, a ambas, puesto que no solo me permiten reflejar el gran diferencial que se puede
observar al cotejar traducciones, sino que además, debido a mi desconocimiento profundo
del francés me permite seleccionar con precisión determinadas citas que ilustran puntos
concretos, mientras que las citas en francés nos permiten observar no solo los rasgos
estilísticos sino la estructuración del lenguaje en cuanto a su funcionalidad dentro del
relato y la condición médica del mismo.

GARGANTÚA:

Quisiera empezar este texto como se inicia un buen chiste, con anécdotas. Son dos
anécdotas que hace el traductor Eduardo Barriobero y Herrán en el prólogo a Gargantúa
y Pantagruel, la primera: Barriobero afirma que «Sobre la puerta del presbiterio de
Meudon se esculpió su busto (El de Rabelais) y debajo este dístico latino: Cordiger et
médicos, dein pastor et intus obivi si nomen quœris te mea scripta docent» (Barriobero y
Herrán, 1923, pág. 15). Y le continúa una nota al pie de página:

“Franciscano y Médico, después pastor, alcancé aquí la


muerte. Si deseas conocer mi nombre, mis escritos podrán
revelártelo.” Algunos han creído ver en estas últimas
palabras una alusión a la etimología árabe del nombre de
Rabelais: Rabbi, maestro, y les, Burlón. No es esto
probable; más bien parece como si quisiera decir: “Mis
escritos están tan difundidos que no podrás ignorar el
nombre del Franciscano, Médico y Escritor”. (Barriobero
y Herrán, 1923, pág. 15)

Esta primera, me resulta, sobre la vida del autor, como mínimo hilarante y como
máximo un volcamiento casi de ficción en donde se puede leer por completo la obra del
autor en su epitafio. El doble sentido, profundamente propio de sus textos, que el dístico
contiene, la confusión y resumir al hombre como Maestro burlón. La enseñanza a través
de la risa como fundamento del relato y la curación como alivio unifican la obra de

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Rabelais en totalidad. La segunda, sin embargo, proclama como un jolgorio la perspectiva
graciosa que se hace a la muerte y sobre cómo se recibe siendo una antigua compañera:

«Ni aun en el momento solemne de la muerte le


abandonó su musa regocijada y zumbona; después de
recibir cristianamente el viático, dijo (Rabelais) a quién se
lo administraba: “Engrásame bien las botas, que el viaje va
a ser largo.” Después dictó de este modo su testamento:
“Nada tengo que valga dinero; debo muchísimo. Lo demás
para los pobres.” y concluyó: “Voy a buscar un gran acaso.
Bajad el telón. Ha terminado la farsa."». (Barriobero y
Herrán, 1923, pág. 15)

Un cierre que corresponde a una vida, que corresponde a una obra, y en su misterio
hace gracia abandonando lo ominoso y aceptando lo simple, un hombre que vivió para
hacer feliz. No por nada se le acuña el título del Gran Arquitecto de la lengua francesa.

Existe un principio terminológico, que, teniéndolo claro, permite seguir la lectura


que planteo del escrito de Rabelais. La primera disyuntiva grotesco y grottesco. Grottesco
o Grutesco (en español) proviene etimológicamente de gruta o grotta, es el motivo
decorativo usado en las cuevas descubiertas durante el siglo XV debajo de Roma, que
resultaron ser habitaciones construidas por Nerón tras el gran incendio, el estilo
decorativo que ornaba estas habitaciones se fundamentaba en el horror vacui o ese
fenómeno estético en el que se conglomera una cantidad enorme de información y
ornamento alrededor de un punto central, sin este tener un significado concreto más que
la propia decoración, hay ejemplos de frondosos follajes, criaturas mitológicas, animales
y retratos históricos, la difusión de este estilo derivó en ser entendida como lo
sobrecargado, vulgar y absurdo, derivando en la asimilación del adjetivo «grotesco» con
estos conceptos, se opondría semánticamente a la concepción de lo sublime. Sin embargo,
esta concepción de lo grotesco, que opera más como un ars combinatoria, es
profundamente ordenada, los ejemplos históricos de este estilo suelen ser profundamente
armoniosos y suelen estar compuestos por una simetría visual que lo convierte en un
objeto atractivo. Sus detractores, como Vasari, entendían de este recurso como una
estética caprichosa en donde se exaltaba la imaginación desbordante y no la certeza del
objeto a retratar. En fin, condenaban que fuese un recurso ornamental únicamente. Esta
deriva estética culmina en lo grotesco per sé como contraposición a lo sublime, se torna
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en una forma de expresión, que Bajtín condensará en el concepto del Carnaval y mundo
del revés1, como un medio estético en el que el horizonte de expectativas de espectador
busca ser sorprendido, una pre-teoría del extrañamiento, en donde el interés se aflora a
partir del oscurecimiento de la forma y la prolongación de la observación, tal y como
planteará Shklovski varios siglos más tarde. Justus Mösser establecerá un principio de
lectura para el imaginario grotesco a partir de la identidad del Harlekin como una figura
exagerada, cómica y absurda, donde el estereotipo constituye, metonímicamente, la
totalidad de la representación, es decir, si se habla de un avaro se define con una nariz
anatómicamente imposible, corvo, de dedos largos, etc. Se toman recursos asociativos a
los rasgos del personaje que se quiere identificar y se les convierte en los motivos
fundamentales del mismo, constituyendo asi una estructura simbólica para determinar el
aspecto y características de los distintos caracteres a los personajes participes de una
narración. Bajtín tomará la condición anatómica de lo grotesco para establecer una
deformación de lo discursivo, político y social, es decir, toda deformación presentada
dentro de un texto refleja un vicio equivalente en la sociedad en la que se inscribe, es una
forma de celebración vitalista por las pulsiones propias del ser humano. Considero que
las categorías que definen lo grotesco son exclusivamente cronológicas, existe una
variabilidad demostrable en lo que se entiende por armonía frente a lo que no conforme
pasa el tiempo, cada contexto define una estructura para identificar la belleza y por fuera
de esta la sublimidad, es decir por consecuencia ocurrirá un contra desde el cual operen
los códigos contrarios a las exigencias estéticas de un momento determinado. El
romanticismo, por ejemplo, asimilará esta categoría estética y la transformará en un
espacio discursivo de la «fealdad» o lo desordenado como una corriente total de las
emociones y la expresividad, dotando los rasgos de dicha categoría, ya no de una carga
satírica ni irónica, sino como formas que operan por si mismas dentro del plano cultural
y las lecturas posibles del mundo real. Cirlot sin embargo, definirá los grottesco como
complejos sistemas simbólicos que se sostienen desde la ambivalencia, operación
asociativa muy valida a mi entender con la obra polisemántica de Gargantua, en donde
se estructura con el gnosticismo por la carga simbólica con la que se habitua su
identificación y por tener la estructura de «Geminis» es decir, un posicionamiento estético

1
Esta paráfrasis de la teoría de Bajtín se sostiene a partir de una lectura de Bakthin M, 1984. Libro
indexado en la bibliografía aunque no se encuentre directamente citado en el texto más que como una
herramienta referencial.

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del reflejo, opera dentro de la estructura fenoménicas y de su existencia se constituye en
un despliegue enlazado de un principio central (Cirlot, 2018, pág. 237).

Los gigantes, por otro lado, derivan de una larguísima tradición folklórica en la
que se narran las hazañas de estos seres, son criaturas que remontan a los orígenes del
relato humano. Se debe resaltar que el gigante, a pesar de la tradición judeo-cristiana en
la que son representados como Satán, son el crecimiento exponencial de la condición
humana, son todas las características de lo humano llevado al extremo, es decir, que
deambulan entre el bien y el mal, operando simbólicamente como seres híbridos,
ciudadanos y errantes. Su origen remonta al sacrificio primordial, en las sociedades
presemíticas, de la entidad creadora del universo y su resultado, por ello son también
asociados a ritos vinculados a las cornucopias y festividades de la primavera, como es en
el caso del país Vasco, los banquetes y vendimias son derivas de sus rasgos y a fin ritual
operan como la búsqueda y obtención del favor de un dios primordial que promueva la
buena cosecha y el bienestar de una civilización concreta. Sin embargo, los gigantes
tienen variedad de representaciones, divagando entre la imagen del protector y la imagen
de destructor, Donteville los asocia con la imagen inconsciente de la «sombra» frente al
individuo. Por otro lado, tienen una carga simbólica de defensor de los pueblos frente al
señor feudal, por lo que son asociados a la libertad y la educación tutelar. Así como el
Leviatán hobbesiano es una representación de la unión de la ciudadanía y sus poderes en
una delicada armonía – aunque reúne en sí mismo la imagen de la «eterna rebelión», como
es representado en mitos trágicos dentro del continente simbólico de Prometeo– el gigante
opera dentro de este mismo marco simbólico para con la comunidad. Es, a fin de cuentas,
la irrupción de la fantasía, la maravilla, lo imposible y el horror, aunque supeditado a la
condición humana como ser subordinado e inferior (Cirlot, 2018)2.

Sin flujos, sangre y excreciones hay dos cosas que no operan: la medicina y lo
grotesco. Cuando nos acercamos al libro Gargantúa de Francois Rabelais queda claro del
agenciamiento que se tiene con respecto al cuerpo y la risa. Es bien conocido que Rabelais
vivió en el siglo XVI y escribió desde dos pseudónimos: Alcofribas Nasier y Seraphin
Calobarsy, se sabe que dedicó su vida a la medicina. Un hombre profundamente

2
Esta definición es parafraseando la definición dada por Cirlot y las referencias a las que cita dentro del
diccionario, intentando conjugarlas en un marco funcional para la identidad de Gargantúa en este ensayo.

6
renacentista, cuyo interés por lo humano se destiló, como su obra refleja, principalmente
en el humor.

Doctorado de la universidad de Montpellier el 22 de mayo de 1537 reside a partir


de allí en París, especializándose en enfermedades venéreas, cosa que marca claramente
un interés en su forma de narrar, al ejemplificarlas en sus textos. Sin embargo, Barriobero
y Herrán afirma que su labor como médico se dedicaba a tratamientos paliativos,
buscando disminuir el dolor en sus pacientes ya que observaba una completa crueldad en
los tratamientos de su tiempo.

Tomo únicamente el libro Gargantúa y no los cinco que lo componen puesto que
encuentro en él un origen genealógico que derivará en el resto de su obra. En ella se
exploran estos principios de interés en los que recae la razón de este texto: el cuerpo como
unidad de lo narrable, lo grotesco como una forma de totalizar la realidad y construir un
mundo “del revés” en donde la realidad posible se difumina en un pacto ficcional
absoluto y la verosimilitud nace del juego de lo posible. Creo que Gargantúa opera – al
igual que los cuatro libros que de él derivan – en un marco similar al del realismo mágico.

El interés por volcar la mirada en este texto subyace en un paralelismo


aparentemente inconexo: el pensamiento científico-médico, su pulcritud antiséptica,
antibiótica exactitud y ambición de rigurosidad, frente al imaginario simbólico de lo
grotesco, siempre sembrando el rastro innegable del Barroco, donde lo oscuro, lo
imposible, lo enrevesado y lo pasional se confabulan en la forma de narrar. Gargantúa
puede aparentar que no colinda ambas formas discursivas pues en su superficie parece
desbordar de oscuridad y enredo, de picardía y humor, sin embargo, al leer con cautela se
observa una sutil, pero extensa, ambición por tratar de forma transversal lo que al hombre
le incumbe, vanagloriándose de enumeraciones de obras de las cuales extrae sus
referencias y las hace objeto de cuestionamiento. Además, desboca continuamente un
lenguaje médico exhaustivo, acorde a su época, entorno a la descripción de las heridas,
los movimientos intestinales, las gracias de la enfermedad y la enfermedad de las gracias.
Este pensamiento mixto o como llamaría Deleuze: Rizomático, le permite beber ad
infinitum de un universo referencial que convierte a la obra en un extenso ejercicio por
aunar la experiencia humana y la disección de lo humano, en cuanto al arte, las pasiones,
los humores y las ciencias.

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Creo que, a fin de cuentas, este fundamento de «Haz lo que quieras» (Rabelais F.
, Gargantúa y Pantagruel, 1923, pág. 158) se sostiene más allá de un pensamiento
hedonista y cínico, en una argumentación sobre la totalidad del ser humano, que en el
renacimiento es axis de toda obra allí inscrita, atendiendo al fin último del ser humano –
en el marco del pensamiento renacentista – que es su plena libertad, su libre albedrío, su
condición camaleónica que lo constituye como un ente en potencia perpetua e infinita.

¡Oh suma libertad de Dios padre, oh suma y admirable


suerte del hombre al cual le ha sido concedido obtener lo que
desee, ser lo que quiera! Las bestias en el momento mismo en
que nacen, sacan consigo del vientre materno, como dice
Lucilio, todo lo que tendrán después. Los espíritus superiores
desde un principio, o poco después, fueron lo que serán
eternamente. Al hombre, desde su nacimiento, el Padre le
confirió gérmenes de toda especie y gérmenes de toda vida y,
según como cada hombre los haya cultivado, madurarán en él
y le darán sus frutos. Si fueran vegetales, será planta; si
sensibles, será bestia; si racionales, se elevará a animal celeste;
si intelectuales, será ángel o hijo de Dios y, si no contento con
la suerte de ninguna criatura, se replegará en el centro de su
unidad, transformado en un espíritu a solas con Dios, en la
solitaria oscuridad del Padre -él, que fue colocado sobre todas
las cosas- y las sobrepujará a todas.

¿Quién no admirará a este camaleón nuestro? O, más


bien, ¿quién admirará más cualquier otra cosa? (Mirandola,
2004, pág. 5)

Este fragmento de Discurso sobre la dignidad del hombre aúna, a mi entender, la


epistemología y relación cosmológica que reúnen el individuo «renacentista» - o
microcosmos – frente a la estructura total de como se comprehende la realidad y su
organización – o macrocosmos – esta perspectiva, vinculante de lo macro y lo micro en
el mismo espectro del entendimiento, da a entender una clara perspectiva sobre la
operatividad del pensamiento simbólico y mágico-religioso imperante en la época. Es
decir, el universo es como forma «total» la armónica organización entre el orden general
de los cuerpos materiales y sus representaciones mínimas indivisibles. No es casual que
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en este período histórico se recuperen teorías clásicas científicas como la de Demócrito y
la escuela atomista por autores como Giordano Bruno o Nicolás Copérnico, en donde se
redimensiona el espectro de lo que compone la existencia misma a un objeto único y
organizado, «una teoría del todo» en el que se contemple el espectro total de la existencia
en cuanto a su orden y composición.

Volviendo a Gargantúa, allí se observa una clara inserción de la tradición


folklórica de la sociedad europea del renacimiento, se sabe de antemano que en 1532 se
publicó anónimamente una serie de relatos folklóricos en los que se destaca a Gargantúa
como uno de sus personajes, en Les Grandes et inévitables chroniques de l'énorme géant
Gargantua se da a entender que la imagen mítica que rodea al gigante precede a la obra
intelectual de Rabelais y le concede una carga simbólica del imaginario colectivo. Esto le
permite a la obra afianzarse de manera total dentro del imaginario francés y
posteriormente en la inscripción de la lengua como un adjetivo que prescribe al texto.

La complejísima estructura del libro segundo de la saga Gargantúa se compone


por una serie de argumentos que quiero explorar antes de acudir a lo explícitamente
anatómico y médico del texto. El texto está compuesto por una intención «ambigua» pues
aclama no ser poseedor de ninguna seriedad, ni de argumento profundo, solo de
profanación y divertimento, quedando muy claro en su fragmento Aux Lecteurs, que inicia
el libro:

Amis lecteurs, qui ce livre lisez,/Despouillez vous de toute


affection; /Et, le lisant, ne vous scandalisez:/Il ne contient mal
ne infection./Vray est qu'icy peu de perfection/Vous
apprendrez, si non en cas de rire;/Aultre argument ne peut mon
cueur elire,/ Voyant le dueil qui vous mine et consomme:
/Mieulx est de ris que de larmes escripre, /Pour ce que rire est
le propre de l'homme/VIVEZ JOYEUX. (Rabelais F. ,
Gargantua textes, 2014, pág. 1)

En esta brevísima introducción del autor, se reniega de todo afán ilustrado en


cuanto a la obra presentada y queda clara una intención lúdica entorno al texto, como
divertimento. Curiosamente en el prólogo del propio autor se hacen unas comparaciones
contradictorias con los principios en los que «enmarcó» el texto, allí se compara su propia
obra a los argumentos de Sócrates y El Banquete, habla de la relevancia de sus

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planteamientos de corte profundo y ominoso, sin embargo, considero que esta doble
tendencia proviene de dos puntos de escritura muy distintos, tanto por la condición como
por el contexto en el que sucede. Como se sabe, la correspondencia de Rabelais con
autores como Salel, Hervet, Rotterdam y Calvino muestran una amistad férrea y
diferenciada, lo que podría sostener que se realizarán comentarios entorno a la obra y que
de ella derivaran conjeturas profundísimas que hicieran reflexionar a posteriori al autor
y lo llevaran a conclusiones sobre la profundidad de su escrito.

Como ejemplo de lo anteriormente explicitado está la paradoja de La abadía de


Thelema, donde anarquistas, sindicalistas y todo pensamiento que busque suspender la
autoridad del estado se ha sostenido dentro de un aval ficcional. La abadía de Thelema
está compuesta por un principio de autodeterminación en el que el individuo actúa como
sostén de sí mismo, una paradoja sartriana, que, tomada con levedad, expresa solo un
anhelo de libertinaje y diversión, pero que esconde una premisa de la responsabilidad
implícita en el ser a la cual está condenado a ser participe: «Haz lo que quieras» (Rabelais
F. , Gargantúa y Pantagruel, 1923, pág. 158) o «Fais ce que voudras» (Rabelais F. ,
Gargantua et Pantagruel, 1913, pág. 140). Se conglomeran las afirmaciones sobre la
buena voluntad de individuo que son viciadas no a partir de la opresión o la competencia
sino de la negación, el negar al otro su posibilidad de actuar genera en el mismo el deseo
por hacer dicha acción:

Iceux, quand par vile subjection et contrainte sont


déprimés et asservis, détournent la noble affection par
laquelle à vertu franchement tendaient, à déposer et
enfreindre ce joug de servitude, car nous entreprenons
toujours choses défendues et convoitons ce que nous est
dénié. (Rabelais F. , Gargantua et Pantagruel, 1913, pág.
140).

El principio de no servilismo constituyo proféticamente un universo imaginario


simbólico desde donde construir este afán mítico del anarcosindicalismo y de las teorías
sostenidas por autores como Henry David Thoreau, Bakunin, Marcusse, Gramsci y
Kropotkin.

Quiero entonces, entrar ya en el detalle del lenguaje médico y su operatividad en


lo concerniente al texto. En el prólogo y a lo largo del texto se da a conocer el profundo

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conocimiento que se tiene sobre los referentes médicos, filosóficos y culturales de la
época, desde Platón a Galeno, Demócrito e Hipócrates, etc. Mostrando un afán ilustrado
desde el que sostiene un discurso para mantener una correspondencia con la profundidad
que busca dotar al libro. El primer ejemplo clarísimo de esto está inscrito en la
consumación, gestación y nacimiento de Gargantúa en los capítulos III, IV, V y IV.
Curioso es que avale teóricamente con los textos de Aulo Gelio el periodo de gestación
de los hijos y enumere posteriormente una serie de autores que defienden la situación, en
donde relaciona el tiempo de gestación con la fuerza de la criatura.

Car autant, voire davantage, peuvent les femmes ventre


porter, mêmement quand c'est quelque chef-d'œuvre et
personnage que doive en son temps faire grandes
prouesses, comme dit Homère que l'enfant duquel
Neptune engrossa la nymphe, naquit l'an après révolu : ce
fut le douzième mois. Car (comme dit A. Gelle, lib. III) ce
long temps convenait à la majesté de Neptune, afin qu'en
icelui l'enfant fût formé à perfection. A pareille raison,
Jupiter fit durer xlviii heures la nuit qu'il coucha avec
Alcmène, car en moins de temps n'eût-il pu forger
Hercules, qui nettoya le monde de monstres et tyrans.
Messieurs les anciens Pantagruélistes ont conformé 1 ce
que je dis, et ont déclaré non seulement possible, mais
aussi légitime, l'enfant né de femme l'onzième mois après
la mort de son mari. Hippocrates, lib. de Alimento, Pline,
lib. VII, cap.v, Plaute, in Cistellaria, Marcus Varro en la
satire inscrite le Testament, alléguant l'autorité
d'Aristotèies à ce propos, Censorinus, lib. de Die natali,
Aristotèles, lib. VII, cap. ni et iv de Kat. animalium,
Gellius, li. III, cap. xvi, Servius, in Egl. exposant ce
mètre* de Virgile : « Matri longa decem, etc. », et mille
autres fols, le nombre desquels a été par les légistes accru
: //. de suis et legit. I. intestato § fi., et in Autent. de
Restitut. et ea quœ parit in xi mense. D'abondant 3 en ont
chaffouré 4 leur robidilardiques loi Gallus, jf. de lib. et

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posthu., et l. septimo ff. de Stat. homi. et quelques autres
que pour le présent dire n'ose. Moyennant lesquelles lois,
les femmes veuves peuvent franchement jouer du serre-
croupière à tous envis et toutes restes e, deux mois après
le trépas de leurs maris. (Rabelais F. , Gargantua et
Pantagruel, 1913, pág. 42)

Aquí se hace una exposición de autores que, considero, buscan dar autoridad a
Rabelais, y se sostienen como soporte para lo que será el pacto ficcional que admitirá los
absurdos allí narrados y no será concebido como mera fantasía. Explícitamente para
ejemplificar esto tomaré el extraño nacimiento de Gargantúa, gestado de la oreja de su
madre Gargamella y sobre cómo argumenta Rabelais esta posibilidad.

Dont une orde vieille de la compagnie, laquelle avait


réputation d'être grande médecine, et là était venue de
Brisepaille d'auprès Saint-Genou, devant soixante ans, lui
fit un restrinctif si horrible que tous ses larrys 2 tant furent
oppilés 8 et resserrés qu'à grande peine avec les dents vous
les eussiez élargis, qui est chose bien horrible à penser,
mêmement que le diable, à la messe de saint Martin,
écrivant le caquet de deux galoises *, à belles dents
allongea son parchemin. Par cet inconvénient furent au
dessus relâchés les cotylédons de la matrice, par lesquels
sursauta l'enfant, et entra en la veine creuse, et gravant s
par le diaphragme jusques au-dessus des épaules, où la
dite veine se part « en deux, prit son chemin à gauche et
sortit par l'oreille senestre. Soudain qu'il fut né, ne cria
comme les autres enfants : « Mies ! mies ! » ; mais, à haute
voix, s'écriait : « A boire, à boire, à boire ! » comme
invitant tout le monde à boire, si bien qu'il fut ouï de tout
le pays de Beusse et de Bibarois. Je me doute que ne
croyez assurément cette étrange nativité. Si ne le croyez,
je ne m'en soucie, mais un homme de bien, un homme de
bon sens, croit toujours ce qu'on lui dit, et qu'il trouve par
écrit. Ne dit pas Salomon, Proverbium XIV : Innocens

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crédit omni verbo, etc.? Et saint Paul, prime Corinthio.
XIII : Chariias omnia crédit ? Pourquoi ne le croiriez-vous
? Pour ce, dites vous, qu'il n'y a nulle apparence. Je vous
dis que, pour cette seule cause, vous le devez croire en foi
parfaite, car les sorbonistes disent que foi est argument des
choses de nulle apparence. Est-ce contre notre loi, notre
foi, contre raison, contre la Sainte Ecriture ? De ma part je
ne trouve rien écrit es bibles saintes qui soit contre cela.
Mais si le vouloir de Dieu tel eût été, diriez-vous qu'il ne
l'eût pu faire ? Ha ! pour grâce, n'emburelucoquez 7 jamais
vos esprits de ces vaines pensées, car je vous dis qu'à Dieu
rien n'est impossible, et, s'il voulait, les femmes auraient
dorénavant ainsi leurs enfants par l'oreille. Bacchus ne fut-
il pas engendré par la cuisse de Jupiter ? Roquetaillade
naquit-il pas du talon de sa mère ? Croquemouche, de la
pantoufle de sa nourrice ? Minerve naquit-elle pas du
cerveau par l'oreille de Jupiter ? Adonis, par l'écorce d'un
arbre de myrrhe ? Castor et Pollux, de la coque d'un œuf
pont * et éclos par Léda ? Mais vous seriez bien davantage
ébahis et étonnés si je vous exposais présentement tout le
chapitre de Pline, auquel parle des enfantements étranges
et contre nature, et toutefois je ne suis point menteur tant
assuré comme il a été. Lisez le septième de sa Naturelle
Histoire, capi. III, et ne m'en tabustez 2 plus
l'entendement. (Rabelais F. , Gargantua et Pantagruel,
1913, págs. 49-53)

La concepción de Gargantúa es en sí misma una rareza, sin embargo, la forma de


narrar lo es en mayor medida, incisiva y acusatoria, Rabelais sostiene un debate consigo
mismo, monológico, en el que acusa a sus predecesores de embusteros y falsificadores, y
a los que duden de lo que allí leen les alecciona con la impertinencia, buscando dar a
entender que si se quiere leer el texto se ha de confiar a plenitud en su palabra. Increpar
al lector desde la narración misma es extraño e incluso más si es para aleccionar, esta
ruptura de la cuarta pared me resulta no solo enigmática sino una coquetería con lo que

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la postmodernidad construirá como «propio», una deriva en la que se deforma los límites
de la ficción. Todo el proceso está enmarcado en un oscuro sostén de lo grotesco, los
fluidos corporales y las expresiones al hablar de los órganos, sin embargo, tiene un tinte
de exactitud que confunde y a la vez ilustra. Es un lenguaje claro, pero que deriva en el
ocultar de la intención y en el enclaustramiento de la verdad del texto.

A lo largo de la obra se afirma en distintos puntos una supuesta naturaleza de los


personajes desde los humores, en específico el flemático se reitera en distintos puntos de
la obra, en la edición de Aguilar de 1923, para guardar salvedades con respecto a la
traducción, se observa que en las páginas 48, 54, 61, 62 y 83 se hace referencia a este
humor como característica representativa no solo del personaje sino de las circunstancias
mismas en las que se ve involucrado. Solo citaré una para afirmar el argumento
contextualizándolo con respecto al lenguaje que utiliza el autor para determinarlo:

Con él mascullaba todos los kiries, manejándolos


tan curiosamente que ni un solo grano se dejaba caer en
tierra. Al salir de la iglesia le llevaban en una carreta de
bueyes un haz de paternóster de San Claudio, gruesos como
médulas de bonete, y se paseaba por los claustros, en
galerías y el jardín y en las diez y seis ermitas. Después
estudiaba una menguada media hora, con los ojos puestos
en el libro, pero como dice el cómico, su alma estaba en la
cocina.

Meando antes un orinal lleno, se sentaba a la mesa.


Como era naturalmente flemático, empezaba su comida con
algunas docenas de jamones, de lenguas de buey ahumadas,
botargas morcillas y otras agujas de enhebrar vino Mientras
tanto, cuatro de sus criados le echaban en la boca
continuamente, uno detrás de otro, paladas de mostaza;
bebía un enorme vaso de vino blanco para confortarse los
riñones, y luego comía según la estación, los manjares de
su agrado, hasta que no podía con el vientre. (Rabelais F. ,
Gargantúa y Pantagruel, 1923, pág. 83)

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La teoría de los humores tiene su origen en Hipócrates en el siglo IV a.C, y se
determina a partir de la asociación de los líquidos internos del cuerpo humano con nuestro
comportamiento y las afecciones, en el tratado Sobre la naturaleza del hombre define, de
manera glosada, los fluidos y sus movimientos y la compensación de los mismos que
generan las afecciones físicas y anímicas. El fluido representativo del humor flemático es
la Pituíta o flema y se vincula a la experiencias frías, espesas y viscosas, interactúa con la
realidad de forma pausada y no se ve alterada de forma tan abrupta al ser expuesta a
fuerzas externas a sí misma (Hipócrates, 2003, pág. 43). Galeno dará forma a esta teoría,
y la volcará al espectro de lo psicológico –guardando la salvedad anacrónica de este
término– estudiando el espectro de las emociones a partir de la cantidad de los fluidos y
cómo se comportan en relación a nuestro cuerpo y sus cantidades o dimensiones. A partir
de allí se fueron desarrollando distintas teorías que derivarán en los temperamentos, es
decir las actitudes primordiales que dirigen el habitus de un individuo según los hechos
que le sucedes. El temperamento, humor o liquido flemático se sostiene en primera
medida bajo la noción de lo aéreo, la apatheia en cuanto a la separación del individuo y
su contexto sobre el volcamiento de las emociones, se le suele asociar a aquellos que no
«pertenecen o viven del mundo», para demostrar esta asociación el traductor Luis García
Ballester traduce y explica que Galeno establece que:

En los pasajes que siguen a los que acabo de citar, y que


enseñan lo mismo, habla de las regiones templadas y afirma
que vuelven las costumbres de los hombres más apacibles,
pero el aguante fatigas y trabajos, la impetuosidad de
ánimo, eso no podría darse en tal naturaleza ni en el
indígena ni en el extranjero, sino que allí domina todo el
placer. Y más adelante, en el mismo libro, escribe: En
cuanto a desánimo y cobardía. si los asiáticos son menos
belicosos y de costumbres más mansas que los europeos. la
causa principal son las estaciones, que no hacen grandes
mudanzas ni de calor ni de frío, sino que son casi
inalterables". Y añade, "Hallarás también que los asiáticos
difieren mucho entre sí, siendo unos mejores y otros más
débiles. De lo cual son causa las mudanzas de las
estaciones, como antes dije en el mismo libro, cuando habla

15
de los habitantes de Europa dice: "agreste, lo rudo y
impetuoso han de hallarse en tal naturaleza". Tras ello, en
otro pasaje afirma: "Cuantos habitan en un país montañoso,
áspero, elevado y provisto de agua, donde hay diversas
mudanzas de estaciones, deben ser allí corpulentos,
trabajadores y valientes es, participando tales naturalezas
no poco de lo agreste y de aquella fiereza. Por el contrario,
cuantos habitan en valles profundos, húmedos y de calor
sofocante, más que expuestos a los fríos, donde se sirvan de
aguas calientes, estos no pueden ser ni corpulentos ni bien
proporcionados; sino que son rechonchos, de muchas
carnes, de cabello negro; más morenos que blancos; menos
flemáticos que biliosos. En tales almas no habrá por
naturaleza en tal alto grado el sufrimiento del trabajo y el
valor; pero viene la ley y lo consigue. (Galeno, 1972, pág.
66)

Aclarando la estructura relacional que tienen las almas y los cuerpos a fines del
temperamento con respecto al entorno en el que viven y los hábitos que desarrollarán.
Bajo estas nociones observaríamos que el carácter de la aphateia que rodea a Gargantúa
en cuanto a sus circunstancias viene dado por las condiciones médicas que derivan de él.
Por esto mismo considero creo que la configuración intelectual del personaje es una labor
por parte de Rabelais completamente organizada y predeterminada, pues el conocimiento
profundo que se tiene sobre la obra de estos autores médicos clásicos nos permite observar
una capacidad de sincretizar el universo quirúrgico de la medicina con el universo
ficcional de fantasía del mundo literario.

Esto se demuestra en los hábitos de crianza descritos sobre la infancia del gigante
Gargantúa, los humores son sustancias líquidas que conforman el cuerpo, de ellos los
temperamentos acaban por definir las actitudes frente a la realidad y se define en el libro
que:

Casi siempre estaba tumbado, pues era maravillosamente


flemático de las asentaderas, tanto por su complexión
natural como por la accidental, predisposición que le había

16
sobrevenido a causa de gustar demasiado del puré
setembrino.

Pero no bebía gota sin causa justificada, porque si se


encontraba enfadado, disgustado, irritado, marido si
gemía, lloraba o gritaba, le dan de beber a discreción y
volvía repentinamente a su estado natural, poniéndose
bullicioso y alegre. (Rabelais F. , Gargantúa y Pantagruel,
1923)

Con el objetivo de afianzar esta profunda relación médico-literaria realzo como el


capítulo II del relato son una serie de remedios médicos y morales, escritos en verso y
con una fortísima carga humorística.

Cuando estuvo a punto de leer el capítulo/ no encontró allí


más que los cuernos de un ternero;/yo, dijo, siento en el
fondo de mi mitra/ cierto frío que me constipa el cerebro.
/ Se lo calentaron con perfume de nabos, / se vio contento
de tener hogares/ y dispuso que se regalara un plantón
limonero a todos los que son adustos.

La conversación fue de si la cueva de San Patricio, /la de


Gibraltar y otras mil cuevas/ se podrían cicatrizar/de tal
manera que no tuviesen tos. (Rabelais F. , Gargantúa y
Pantagruel, 1923, pág. 41)

Y así como este ejemplo muchos más, los cuales enumerarlos además de
redundante sería absurdo al fin de este trabajo. Sin embargo, he de resaltar aquellos con
cualidades o rasgos que, creo, conglomeran particularidades suficientes como para
resaltar la sincretización del pensamiento médico y la narrativa grotesca en un objeto
cohesionado de aparente simpleza, pero extrema complejidad.

Apunta Rabelais sobre los ropajes concretos sobre el bienestar que, como objetos-
amuletos, reafirman la virilidad, el carácter y las pulsiones del ser, quiero resaltar la
discrepancia existente entre la edición de Larousse y la de Aguilar, en donde el fragmento
ahora a ser presentado desaparece, en la edición francesa, mientras que en la edición
traducida al español si se encuentra:

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Para su camisa (…) se encuadraron sobre las axilas. No se
hicieron fruncidas, porque el fruncimiento de las camisas
no se inventó hasta después de que fueron establecidas las
lencerías. (…) Para su jubón (…) por entonces comenzó
la gente a atacarse las calzas al jubón y no el jubón a las
calzas, porque esto es cosa contra natura, como
ampliamente ha declarado Ockam sobre los exponibles de
Mr. Haute-Chaussade. Para sus calzas (…) se las rodearon
en forma de columnas estriadas y dentadas en su
terminación para que no le lastimasen los riñones. (…)
Para su bragueta (…) en cada uno de ellos había engarzada
una hermosa esmeralda del tamaño de un gajo de naranja,
porque (como dicen Orpheus (libro de lapidibus) y Plinio
(Libro Último) , esta piedra tiene la virtud erectiva y
confortativa del miembro natural.(…)Su espada no fue
valenciana, ni su puñal zaragozano; porque su padre
odiaba a todos esos hidalgos borrachos y descendientes de
los moros como los diablos; pero en cambio tuvo su buena
espada de madera y su buen puñal de cuero cocido,
pintados y dorados que no había más que pedir. (…)
Como amuleto llevaba una plancha de oro, de sesenta y
ocho marcos de peso, con una figura de esmalte
proporcionada a su extensión, que representaba un cuerpo
humano con dos cabezas, una frente, cuatro brazos, cuatro
pies y dos cuellos, tal y como dice Platón in Symposio que
fue la figura humana en su comienzo místico (…) Le
llegaba hasta la boca del estómago, en donde toda la vida
llevó un reparo como aconsejaban los médicos griegos.
(Rabelais F. , Gargantúa y Pantagruel, 1923, pág. 57)

Quiero resaltar que aquí se hace una nota al pie de página donde se aclara esta
forma del «reparo» y dice:

no se ha extinguido la costumbre del reparo. Se usa mucho


en los pueblos de las dos Castillas y suele consistir en un

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trapo de algodón o de lana impregnado de vino añejo.
Aunque generalmente se aplica sobre el estómago, según
la medicina empírica sirve contra todas las dolencias. Así
dice la sátira popular: Si te duelen las muelas / ponte un
reparo;/ si no te hace provecho / tampoco daño.
(Barriobero y Herrán, 1923, pág. 33)

Desde allí podemos comprender que el método bajo el cual se prolifera la


medicina de hábito (como me gusta llamarla, aunque sería más acertado llamarla
medicina popular) opera, como durante el helenismo, en un conocimiento que por
deducción y derivación, es decir que se genera desde una fuente culta e investigativa que
atiende a la etiología y va derivando a partir del tratamiento y la comprensión del paciente
de dicho tratamiento a un discurso que se prolifera y deforma conforme se adecua al
conocimiento popular recayendo en el refrán de remedio. Se puede deducir esto pues las
artes medicinales, aunque si proliferadas por todo occidente, no eran de acceso general
por lo que la población debía de construir sus «recetarios y remedios» a partir de la
información a la que accedían, a métodos deductivos y por ensayo y error. Y así como la
antigua épica y los cantares proliferaban mediante la rima y los recursos mnemotécnicos
los remedios se estructuraban estéticamente para el uso de la población y la posibilidad
de adecuarlos según la región en la que se encontrase.

Cuando se realiza la descripción de los colores que componen a Gargantúa,


Rabelais hace un recorrido sobre el color blanco y las nociones históricas que tiene,
dándonos a entender que existe una base y soporte experimental que, desde Galeno, ha
investigado la funcionalidad del color y la percepción dentro del componente
fisiológico/fenomenológico. Esto se ve reflejado en el capítulo X donde se refiere al
blanco como una vestimenta sacramental de pureza, citando a Mateo XVII en la
transfiguración del señor «vestimenta ejus facta susnt alba sicut lux».

Si me preguntáis cómo por el color blanco la naturaleza


nos enseña a entender el gozo y la alegría, yo os contestaré
que la analogía es perfecta, porque como lo blanco,
exteriormente, disgrega y esparce la vista, repartiendo
manifiestamente la potencia visiva, según opinión de
Aristóteles en su Problemas, al tratar de las perspectivas,
como observaréis además cuando paséis por montes
19
cubiertos de nieve, pues os quejaréis de que no podéis ver
bien, y así dice Jenofonte que aconteció a sus gentes, y
como Galeno expone ampliamente en el libro X de Usu
partium. Así el corazón, por el gozo interno, se esparce
interiormente y expansiona los espíritus vitales, lo que
puede hacer hasta que salga de su sitio, rompa el
pericardio y con ello cese la vida, como dice Galeno, lib.
XII, Metod.; lib. V, De locis affectis, y lib. II, De
Sinptomaton causis. El que casos de éstos acaecieron en
la antigüedad lo atestiguan Marco Tulio, lib. I Quest.
Trucul; verrius y Aristóteles; Tito Livio, al describir la
batalla de cannas; Plinio, lib. VII, capítulos 32 y 53; Aulo
Gelio, lib. III, y otros; Diágoras rodiense, Chilon,
Sófocles, Dionisio, tirano de Sicilia, Filipides, Filemón,
Polícrates, M. Juventi y otros, que murieron de alegría.
Avicena, In 2 canone et libro de Viribus cortis, dice que el
azafrán tiene la propiedad de ensanchar el corazón hasta
quitar la vida si se toma con exceso. Ved lo que dice
Alejandro Afrodisio, Libro primero, Problemas, cap. 19.
Pero ¿para qué? He avanzado en esta materia más de lo
que al principio me propuse. Así, pues, recogeré mis velas
y dejaré lo demás para el libro donde trataré de todo
extensamente. Sólo quiero añadir que lo azul significa de
un modo preciso el cielo y las cosas celestiales, por los
mismos símbolos y razones que lo blanco significa alegría
y placer. (Rabelais F. , Gargantúa, 2008, págs. 46-47)

Este tipo de despliegues de intelectualidad en los que se enumeran citas de


variadas autoridades en distintos gremios, creo, funcionan como una herramienta de
transliteración en el que el pacto ficcional recibe una condición de autoridad verificable
en el que el lector puede verificar las referencias y realizar un contraste ineludible entre
lo real y lo imaginario plasmado en la obra como objeto ficcional. Al final de la cita se
hace una relación con el azafrán donde se plantea que su uso excesivo puede condicionar
la muerte del usuario, dado como un consejo médico, un inciso que ejemplifica una

20
manera de observar la realidad dentro de una clave médica que mina toda la obra, pero
que puede ser contrastado en este ejemplo con claridad.

El capítulo XIII, que no citaré completo por claras razones de eficiencia, tiene una
larguísima enumeración de ungüentos, plantas y superficies, presentados como una
estructura desde la cual se analiza la limpieza anal y los resultados que presentan. Este
capítulo en su totalidad cumple con la subordinación doble del estilo literario y el lenguaje
médico en la ficción como sistema sígnico. Su primera carga semántica que podemos
deducir sería el humor grotesco derivado de expresar de manera explicita una limpieza
anal con tejidos, animales y objetos, sin embargo, de ello podemos observar una
enumeración de plantas las cuales pueden resultar corrosivas para el cuerpo y las zonas
mucosas del cuerpo y derivar en irritación, así que existe tanto una lectura medicinal de
dicho capítulo como una lectura humorística. El lenguaje es profundamente escatológico
y vulgar, por lo que formalmente predomina, sin duda alguna, la noción humorística del
texto.

El capítulo XXIII, por otra parte, tiene una deriva moral curiosa dentro de lo que
hemos venido estructurando, que sería un habitus o un estilo de vida instaurado desde lo
que se considera óptimo o propicio para alguien. En este capítulo Ponócrates diseña una
rutina diaria para Gargantúa, en la que se ejemplifica los rasgos más propensos de un día
para realizar actividades que promuevan en el alma y en el cuerpo los mejores resultados.
Es importante resaltar que, aunque se enumeren curas y remedios, o hábitos y refranes,
siempre esta acompañada esa carga moral de lo explicado con un acompañamiento
pantagruélico, es decir, se venera el buen vivir, pero sin dejar de lado, ni abandonar lo
placeres que le son propios al individuo como el buen beber. En este capítulo se expresa
las bondades del despertar temprano, del no reposar ocioso, de la actividad física y los
beneficios del buen comer, sin embargo, también se expresa la cualidad de preservar, así
como al cuerpo a la mente, a través de lecciones que le permiten a Gargantúa desarrollar
su intelecto y capacidad mnemotécnica, en conjunto con el ejercicio de la fe y la
espiritualidad. El capítulo siguiente continúa con esta estructura de las actividades diarias,
pero expresado en un día de lluvia, es decir que ambos en conjunto operan como el buen
obrar de cualquier ciudadano noble de la época, y podría ser tomado como una referencia
para el ejercer de este habitus antes mencionado. Quiero resaltar un rasgo interesante de
estos capítulos que tratan la educación de Gargantúa en su hábito que consiste en la
determinación temporal y el paso del tiempo a partir de excreciones, pues se dice que, al

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acceder al excusado, además de cumplir con sus labores, inmediatamente después se
procedía a observar los astros, desterminar la hora y observar la entrada de los signos
lunares y solares.

Iba después a los lugares excusados para hacer la


excreción de las digestiones naturales, y allí su preceptor
le repetía lo que le habían leído, aclarándole los puntos
más oscuros y difíciles.

Al volver miraba si el estado del cielo había cambiado


desde la tarde anterior, y comprobaban en qué signos iban
a entrar en aquel día el sol y la luna. (Rabelais F. ,
Gargantúa y Pantagruel, 1923, págs. 88-89)

Además, podemos observar un remedio que es explícitamente de purga moral, es


decir que se considera que determinados medicamentos actúan sobre el obrar de las
personas y la toma de decisiones, pudiendo moldearse a partir del consumo de estos
Pharmacos.

Para comenzar su labor con más acierto suplicó a un sabio


médico de aquellos tiempos, llamado Teodo, que le
indicara, a ser posible, lo mejor para llevar a Gargantúa al
nuevo camino.

El médico lo purgó canónicamente con eléboro de


Antierya, y a favor de este medicamento lo limpió de todas
las alteraciones y perversas costumbres del cerebro. Por
este medio, también, Ponócrates le hizo olvidar cuanto
había aprendido con sus antiguos preceptores, como hacía
Timoteo con aquellos de sus discípulos que habían
estudiado antes con otros maestros de música. (Rabelais
F. , Gargantúa y Pantagruel, 1923, pág. 88)

A partir de este punto existen infinidad de reiteraciones en los aspectos antes


señalados, pero no he conseguido ninguno que realce de manera más expresa o presente
alguna singularidad propicia para ser mencionada. Sin embargo, si considero importante
remarcar que durante el periodo de la guerra contra Picrochole y de allí en adelante se

22
hacen reiterados énfasis en las características de las heridas de guerras y los rasgos
fisiológicos de las hazañas de los héroes. Aunque no creo que el autor buscara puntualizar
nada especial con ello, si considero que da a entender esta inseparabilidad del
conocimiento médico al momento de ficcionalizar, pues es un punto fundamental en lo
que respecta a la descripción y su método de análisis permite, al autor, tomar recursos de
observación que le son propios a la medicina y utilizarlos en el relato.

Así entendemos cómo opera esta condición ambigua del discurso literario, que
con magistralidad Rabelais nos plasma en todos sus niveles: intelectual, médico, moral,
filosófico, literario, argumentativo, humorístico y un larguísimo etcétera que conglomere
todos los mecanismos de la expresión. Al leer Gargantúa nos enfrentamos a la totalidad
del universo en una composición fracturada de antemano, la forma culta que interpreta el
folklore y lo convierte en una identidad personal circundada por la autoría e
individualidad del estilo. El cuerpo, la carne y sus necesidades es el foco neural de la
obra, con una composición de tintes goliardescos dan a entender una mixtura inquieta
entre lo sacro y lo profano, lo virtuoso y lo grotesco, una elevación del ser imaginario de
los gigantes y todo lo que simbólicamente conlleva acaecido como un fondo humanístico
profundísimo en donde se explora al hombre como entidad que ríe, a diferencia de Cristo,
y vive en cuanto a la totalidad de su voluntad.

23
Bibliografía comentada:

Cirlot, J. E. (2018). Diccionario de Símbolos (21st ed.). Madrid, Madrid, España:


Siruela.

Este texto me permitió desarrollar con certeza apuntes referentes a todo el aparato
simbólico que ordena la obra, es decir, sus ambiguos significados y la potencialidad de
los mismos, con este libro me permití explorar de manera consecuente tanto los mitos
como los símbolos a los que recurría para explicar la obra, además de darme de forma
deductiva, un método con el cual aproximarme a la lectura y catalogación de ejemplos.

Galeno. (1972). Alma y enfermedad en la obra de Galeno. (L. G. Ballester, Trad.)


Granada, España: Secretariado de la Universidad de Granada.

Este texto fue el soporte para observar mediante referencias cruzadas la veracidad y
desarrollo de los argumentos de Rabelais y su correspondencia histórica, además de
hacer de soporte para explicar la función ficcional de los humores, y una estructuración
teórica clara del lenguaje médico que además por contraste permite diferenciar una obra
con tintes literarios y un foco humorístico, de una con plena carga didáctica.

Hipócrates. (2003). Tratados Hipocráticos (2nd ed., Vol. VIII). (C. G. Gual, Ed., & J. d.
Polo, Trad.) Madrid, Madird, España: Gredos.

Al igual que el texto anterior este libro sirvió para hacer un ejercicio de referencias
cruzadas que me permitiese entender de manera más coherente el funcionamiento de la
medicina en el contexto del autor y sobre como se apreciaban las funciones fisiológicas
dentro de un método deductivo, sobre todo a partir de los estudios de los líquidos y los
hábitos de los humores.

Rabelais, F. (1913). Gargantua et Pantagruel (Vol. I). (H. Clouzot, Ed.) Paris, Paris,
Francia: Bibliothéque Larousse.

Esta edición crucial para la investigación operó como soporte lingüístico para lo
expresado, la edición está terriblemente atravesada por la censura de la época y permite
observar con claridad los «tótems y tabús» de la sociedad francesa de inicios del siglo

24
XX, como punto nuclear de trabajo me permitió hacer una revisión cruzada del material
con la edición de 1923 en español.

Rabelais, F. (1923). Gargantúa y Pantagruel (1st ed.). (M. Aguilar, Ed., & E. B.
Herrán, Trad.) Madrid, Madrid, España: Aguilar.

Esta edición es una de las primeras, sino la primera, traducción íntegra sin estar
atravesada por los recortes de la censura de Gargantúa. Fue fundamental no solo por ser
la edición que sostiene el trabajo sino que los textos complementarios de E.B Herrán
dan soporte crítica a gran parte de las aportaciones que creo hacer con este texto, por lo
que contextualiza, relaciona y establece un patrón de análisis con el cual sostener mi
sustrato crítico y fue el foco primordial para la realización del trabajo.

Bibliografía citada:
Bakthin, M. (1984). Rabelais and his world. (H. Iswolski, Trad.) Bloomington, Indiana,
United States of America: Indiana University Press.
Barriobero y Herrán, E. (1923). Prólogo. En F. Rabelais, & M. Aguilar (Ed.),
Gargantúa y Pantagruel (E. B. Herrán, Trad., 1st ed., págs. 11-26). Madrid,
Madrid, España: Aguilar.
Cirlot, J. E. (2018). Diccionario de Símbolos (21st ed.). Madrid, Madrid, España:
Siruela.
Galeno. (1972). Alma y enfermedad en la obra de Galeno. (L. G. Ballester, Trad.)
Granada, España: Secretariado de la Universidad de Granada.
Hipócrates. (2003). Tratados Hipocráticos (2nd ed., Vol. VIII). (C. G. Gual, Ed., & J. d.
Polo, Trad.) Madrid, Madird, España: Gredos.
Mirandola, P. d. (1 de 11 de 2004). Revista UNAM México. (C. d. -UNAM, Ed.)
Recuperado el 21 de 03 de 2020, de
http://www.revista.unam.mx/vol.11/num11/art102/art102.pdf.
Novoa, A. G. (2013). Mito y Paideia, una hermenéutica desde la dramatúrgia. En T.
Oñate, & T. Oñate (Ed.), Crítica y crisis de Occidente. Al encuentro de las
Interpretaciones (P. Zubia, Trad., 1st ed., págs. 173-188). Madrid, Madrid,
España: Dykinson Editorial.
Rabelais, F. (1913). Gargantua et Pantagruel (Vol. I). (H. Clouzot, Ed.) Paris, Paris,
Francia: Bibliothéque Larousse.
Rabelais, F. (1923). Gargantúa y Pantagruel (1st ed.). (M. Aguilar, Ed., & E. B.
Herrán, Trad.) Madrid, Madrid, España: Aguilar.

25
Rabelais, F. (2008). Gargantúa. (J. Blanco, Ed.) Caracas, Distrito Federal, Venezuela:
Fundación El perro y la rana.
Rabelais, F. (2014). Gargantua textes. (L. b. Sixtine, Ed.) Recuperado el 25 de 03 de
2020, de La bibliothece du Sixtine: https://sixtine.pagesperso-
orange.fr/fichiersoraux/5HUMGargantuatextesLA2015.pdf

ÍNDICE ONOMÁSTICO Págs

Antonio Gramsci----------------------------------------------------------------------------------10

Demócrito---------------------------------------------------------------------------------------9, 11

Eduardo Barriobero y Herrán ------------------------------------------------------- 3, 4, 7, 19.

Erasmo de Roterdam------------------------------------------------------------------------------10

Francois Rabelais-----------------------------------4,6,8,9,10,12,13,14,16,17,18,19,20,22,23

Galeno-------------------------------------------------------------------------------11,15,16,19,20

Gentian Hervet ------------------------------------------------------------------------------------10

Giordano Bruno-------------------------------------------------------------------------------------9

Henri Donteville------------------------------------------------------------------------------------6

Henry David Thoreau-----------------------------------------------------------------------------10

Herbert Marcusse---------------------------------------------------------------------------------10

Hipócrates--------------------------------------------------------------------------------------11,15

Huges Salel---------------------------------------------------------------------------------------10

Juan Eduardo Cirlot-----------------------------------------------------------------------------5,6

Justus Mösser--------------------------------------------------------------------------------------5

Luis García Ballester-----------------------------------------------------------------------------15

Mateo-----------------------------------------------------------------------------------------------19

Mijail Bajtin-----------------------------------------------------------------------------------------5

Mijail Bakunin-------------------------------------------------------------------------------------10

26
Nicolás Copérnico---------------------------------------------------------------------------------9

Pico de la Mirandola------------------------------------------------------------------------------8

Piotr Kropotkin------------------------------------------------------------------------------------10

Sócrates---------------------------------------------------------------------------------------------9

Viktor Shklovski-----------------------------------------------------------------------------------5

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