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VIRINGO FIEL Y ENCANTADOR

Rosa Esther Lloclla García

Había una vez una casita de color verde situada muy cerca al majestuoso

Valle del Río Chira, allí vivían dos jóvenes esposos Gregorio y Mafalda junto a su

hijo Luisito de seis años de edad, quien al sentirse muy solo cierto día sus papas

decidieron regalarle un perrito de compañía que no le haría daño para su salud

pues “calato” como le llamó el niño, era un perro Viringo muy grande de color

negro azabache, poseía una calentura impresionante, era limpio no tenía pulgas ni

garrapatas, no era muy hermoso, pero sí era muy cariñoso y solidario, el niño

amaba mucho los animales especialmente los de su pueblo, después de almorzar

cuando el incesante sol brillaba salía a jugar con el perrito por los verdes valles

muy cerca de casa, disfrutaban del agradable olor a frescura del campo, del

hermoso paisaje con grandes árboles repletos de plátanos colgando muy verdes por

cierto, y sin contar los altos y gigantes troncos de cocos y sus verdes palmeras,

disfrutaban mucho de la naturaleza norteña.

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Fiel a su dueño “calato” cuidaba muy bien de su amigo. De pronto…

aparece misteriosamente una linda chiroquita con su hermoso plumaje negro con

amarillo, ella volaba tras ellos presagiando tal vez que ellos la cuidarían de los

peligrosos depredadores.

¿Hacia dónde van? Pregunto la alegre pajarilla

-Necesito refugio no me dejen sola por favor-.

¡Permítanme ser su amiga! Susurró la chiroquita…

Luisito apenas conoció a la bella chiroquita quedó impresionado de su

plumaje tan colorido y se sintió muy feliz , así que decidió adoptar a la pequeña y

solitaria avecilla, los tres se convirtieron en inseparables amigos, pasaban los días

muy felices uno corriendo tras el otro, hasta que cierto día “Picolina” como le

llamaban de cariño desaparece misteriosamente, hecho que causó mucha tristeza

a la familia, llegó la noche…, la luna llena resplandecía en su totalidad, los árboles

serenos llenaban de tristeza el pueblo, pero especialmente a “calato”.

A la mañana siguiente cuando el sol apenas asomaba sus rayos de luz,

Viringo no soportó más la angustia y salió en busca de “Picolina”, aprovechó que

Gregorio estaba en la chacra sembrando maíz y plantas de mango ciruelo y,

Luisito asistía a clases el lunes por la mañana, como todo un gran héroe se

convirtió en detective el inteligente perrito.

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Con su buen olfato iba de un lugar a otro en busca de su inseparable

amiguita “Picolina”, ladra que ladra, mirando árbol tras árbol hasta que

encuentra huellas de sangre y algunas plumas alrededor, el desesperado cachorro

regresa de inmediato a casa y lleva a su dueña ladra que ladra al supuesto lugar,

de pronto un moribundo canto del pajarillo alertó a la señora Mafalda quien

siguiendo el ladrar de “calato” vieron a “Picolina” herida y sin fuerzas, se

acercaron muy conmocionados hacia ella.

¡Hola Picolina! ¡No sabes cuánto te hemos buscado! ¿Porque buscaste el

peligro?

Pero sin ánimo de contestar el pajarillo se limitó a llorar desconsoladamente.

Ya calmada contó lo sucedido, ella pudo haber sido devorada por gato feroz, pero

ella llegó a escapar y se escondió en un pequeño huequillo de un árbol de

algarrobo.

Cuando Luisito regresó de clases, la familia se reencontró nuevamente y juraron

no volver a separarse nunca más, ni mucho menos buscar el peligro.

La felicidad regresó a casa y todo fue diversión, cuidaron mucho de “picolina”.

Pues era muy inquieta y juguetona.

Colorín, colorado el cuento a finalizado.

FIN.

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