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LA ERA DE
LA REVOLUCIÓN,
1789-1848

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1 Biblioteca Ji. J. Hobsbawm íle Historia Cdiitemporánea

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-

ERIC HOBSBAWM

LA ERA
DE LA REVOLUCIÓN,
1789-1848

CRÍTICA

GRUPO EDITORIAL PLANETA
BUENOS AIRES
Titulo original: The Age ofReuolution. Europe 1789-1848
Weidenfeld and Nicolson, Londres

Traducción castellana: Félix Ximénez de Sandoval

Rediseño de tapa: Gustavo Macri PREFACIO


Ilustración: Fragmento de La Libertad guiando al pu!!blo, óleo de Eugene Delacroix

El presente libro estudia la transfonnación del mundo entre 1789 y 1848,


debida a lo que llamamos la «doble revolución»: la Revolución francesa de
1789 y la contemporánea Revolución industrial británica. Por ello no es
909.82 Hcibsbawm, Eric ·
CDD La era de la revolución: 1789-1.848.- ea ed. 1." reimp.-
estrictamente ni una historia de Europa ni del mundo. No obstante, cuando
Buenos Aires :Crítica, 2009. un país cualquiera haya sufrido las repercusiones de la doble revolución de
344 p. ; 1.9x:t2 cln.- (Biblioteca E. J. Hobsbawm de este período, he procurado referinne a él aunque sea ligeramente. En cam­
Historia Contemporánea)
bio, si el impacto de la revolución fue imperceptible, lo he omitido. Asf el
Traducido por:- Felipe Ximénez d. e Sandoval lector encOntrará páginas sobre Egipto y no sobre el Japón; más sobre Irlan­
da que sobre Bulgaria; má� sobre América Latina que sobre África. Natu­
ISBN 978-987-931.7-14-3
ralmente, esto no quiere decir que las historias de los pafses y los pueblos
l. Titulo :t. Historia Universal que no figuran en este volumen tengan menos -interés o importancia que las
de los incluidos. Si su perspectiva es principalmente europea, o, más con­
cretamente, franco-ingleSa, es porque en dicho periodo el mundo -o al
menos gran parte de él- se transforpu) en una base- europea o, mejor dicho,
franco-inglesa.
6!! edición, 2007 El objeto de este libro no es una narración detallada, sino una interpre­
J'! reimpresión, 2009 tación y lo que los franceses llaman haute vulgarisation. Su lector ideal será
el formado teóricamente, el ciudtulano inteligente y culto, que no siente una
Reservados todos In derechos. Queda rigurosamente pr-ohibida, sin la aut!)li:.. ación escrita de
los titulares delcop}'rigl<t, bajo IM sanciones establecidas en las leyes, la reprodueción pm:eial
mera curiosidad por el pasado, sino que desea saber cómo y por qué el mun­
o k>tal de e..�ta obra por cualquier medio o procediiruento, ineluido.� la repmgrofia y el do ha llegado a ser lo que es hoy y hacia dónde va. Por ello, seria pedante
tratamiento infonnático.
e inadecuado recargar el texto -con una aparatosa erudición, -como si se des­
tinara a un público más especializado. As[ pues, mis notas se refieren casi
© 1962, E. J. Hobsbawm
totalmente a las fuentes de las citas- y -las cifras, y en algún caso a reforzar
© 1997 de la traducción-castellana para España y América,
la autoridad de algunas afinnaciones que pudieran parecer demasiado sor­
Gupo Editorial Planeta SAIC 1 Critica
© 2007 Paidós /-critica
prendentes o polémicas.
Defensa 599, Buenos Aires _Pero nos parece oportuno decir algo acerca del material en el que se ha
e-mail: difus·ion@areapaidos.com.ar basado una gran parte de - este libro. Todos los historiadores son más exper­
www.paidosargentina.com.ar tos (o, dicho de otro modo, más ignorantes) en unos campos que en otros.
Fuera de una zona generalmente limitada, deben confiar ampliamente en la
Queda hecho el depósito -que previene -la Ley 11.723 tarea de otros historiadores. Para el período 1789-1848 sólo esta bibliogra­
Impreso en Arg�ntina � Printed in Argentina
fía secundaria forma una masa impresa tan vásta, que sobrepasa el conoci­
miento de cualquier hombre, . incluso del que pudiera leer todos los idiomas
Impreso en Bs. As. Print,
Anatole France 570, Sarandí, en enero de 2009
en que está escrita. (De hecho, todos los historiadores están limitados a
Tirada: 3000 ejemplares manejar tan sólo unas pocas lenguas.) Por eso, no negamos que gran parte

ISBN 978-987-9317-14-3
8 LA ERA DE· LA REVOLUCIÓN, 1789-1848

de este libro es de segunda y hasta de tercera mano, e inevitablemente con­


tendrá errores y cortes que algunos lamentarán como el propio autor. Al
final figura una bibliografía como gu(a para un estudio posterior ·más
·amplio.
Aunque la tran:za de la historia no puede desenredarse en hilos separa­
dos sin destruirla, es muy conveniente, a efectos prácticos, cierta subdivisión
del tema básico. De una manera general, he intentado dividir el libro en dos
partes. La primera trata con amplitud el desarrollo principal del período,
mientras la segunda esboza la clase de sociedad producida por la doble
revolución. Claro que hay inteiferencias deliberadas, pues la división no es INTRODUCCIÓN
cuestión de teoría, sino de pura conveniencia.
Debo profundo agradecimiento a numerosas personas con quienes he
discutido diferentes aspectos de este libro o que han· leído sus capítulos en Las palabras son testigos que a menudo hablan más alto que los documen­
el manuscrito o en las pruebas, pero que no son responsables de mis erro­ tos. Consideremos algunos vocablos que fueron inventados o que adquirieron
res: señaladamente, a J. D. Berna[, Douglas Dakin, Ernst Fischer, Francis su significado moderno en el período de sesenta años que abarca este volumen.
Haskell, H. G. Koenigsberger y R. E Leslie. En particular, el capítulo 14 Entre ellos "están: «industria», «industrial», «fábrica», «clase media», «clase
debe mucho_ a las ideas de Emst Fischer. La señorita P. Ralph me prestó trabajadora», «capitalismo» y «socialismo». Lo mismo podemos decir de
gran ayuda como secretaria y ayudante en el acQpio de documentación. «aristocracia>> y de <<ferrocarril», de «liberal>> y «conServadoD>, como términos
políticos, de «nacionalismo», «científico», «ingeniero», «proletariado» y «cri­
sis» (económica). «Utilitario» y «estadística», «Sociología» y otros muchos
E. J. H.
Londres, diciembre de 1961 no:rrtbres de ciencias modernas, <<periodismo» e «ideología>> fueron acuñados
o adaptados en diéha época.1 Y lo mismo «huelga>> y «depauperación».
Imaginar el mundo moderno sin esas palabras (es decir, sin las cosas y
conceptos a las que dan nombre) es medir la profundidad de la revolución
producida entre 1789 y 1848, que supuso la mayor transformación en la his­
ci
toria humana desde los remotos tiempos en ue los hOmbres inventaron- la
agricultura y la metalurgi� la escritura. la ciudad y el Estado. Esta revolu­
ción transformó y sigue transformando al mundo entero. Pero al considerar­
la hemos de distinguir con cuidado sus resultados a la larga, que _no pueden
limitarse a cualquier armazón social, organización política o distribución de
fuerzas y recursos internacionales, y su fase primera y decisiva, estrecha­
mente ligada a una específica situación social e internacional. La gran revo­
lución de 1789-1848 fue el triunfo no de la <<industria>> como tal, sino de la
industria «capitalista»; no de la libertad y la igualdad en general, sino de
la <<elase media>> o sociedad «burguesa» y liberal; no de la «ecbnorrúa moder­
na», sino de las econoriúas y estados en una región geográfica particúlar del
mundo (parte de Europa y algunas regiones de Norteamérica), cuyo centro
fueron los estados rivales de Gran Bretaña y Francia. La transformación de
1789-1848 está constituida sobre todo por el trastorno gemelo iniciado en
ambos países y propagado en seguida al mundo entero.
Pero no es irrazonable considerar esta doble revolución -la frances�

l. La mayor parte de esas palabJ?lS tienen curso internacional o fueron traducidas lite­
ralmente en los diferentes idiomas. Así, «socialismo» y «periodismo» se internacionalizaron,
mientras la combinación <<camino» y «hierro» es la base de «ferrocarril» en todaS partes, menos

en su país de origen.
INTRODUCCIÓN 11
!O LA ERA DE LA REVOLUCIÓN. 1789-i848
fueJ:3, el hom­
uyas ideas -reformistas acogía la burguesía británica de 1830,
más bien política. y la ReVolución industrial inglesa- no tanto como algo � re que había pr�puesto las mismas ideas a Catalin a � G . r ande
- � econo, uca de la
de: Rusia Y
perteneciente a la his�ofia de los dos países que fueron sus principales orque las manifestaciones más extremas de la pohuca �
mensajeros y súnbolos, sino como el doble cráter de un anchísimo volcán
regional. Ahora bien, que las simultáneas erupciones ocurrieran en Francia
� lase media procedieran de miembros de la Cámara de l�s
Lores mglesa del
siglo �- . .
elementos
y Gran Bretaña y tuvieran características ligei-amente diferentes no es cosa Nuestro problema es, ·pues, explicar, no la eXIstencia �de esos
accidental ni carente de interés. Pero desde el punto de vista del historiador, de una nueva economía y una nueva socieda d, sino su tn ? nfo; n:azar. no �l
digamos, del año 3000, como desde .el punto de vista del observador chino o su gradual zapado y minado en los siglos antenor es, sm o
_ � a deci­
rogreso de
africano., es más relevante anotar que se produjeron una y otra en la Europa
del noroeste y en sus prolongaciones ultramarinas, y que no hubieran tenido
; iva conquista de la fortaleza. Y tamb,ién se�� los p rofundo
ocasion ó en los pruses mas mmed1 atam � nte-
s cambiOS que
afec�dos "P?r
este súbito triunfo
probabilidad alguna de suceder en aquel -tiempo -·en ninguna otra parte del Se encontr aba de pronto a ? terto a_ la mvaston
_ él y en el resto del mundo, que
mundo. También es -digno de· señalar qrie en aquella época. hubjeran sido casi , del «burgu és conqui stador» , para c1tar el titulo de una

j
de las nuevas fuerzas
inconcebibles en otra forma que no fuera el triunfo del capitalismo liberal y reciente hístoria universal de este período.
a. � sus
burgués. Puesto que la doble revolución ocurrió en una. parte de �urop
Es evidente que una transformación tan profunda no puede comprenderse efectos más import antes e inmedi atos fueron más evid � nt � s alli, es mev �table
sin remontarse en la historia mucho más atrás de 1789, o al menos a las déca­ ente r g10nal.

l
que la historia a que se refiere este volume� sea pnnc1p a:� e:
on mundial d�_s­
das -que precedieron inmediatamente a esta fecha y que reflejan la crisis de los También eG inevitable que por haberse esparCido la revoluc�
una exp?Dsu:n
anciens régimes del mundo occidental del norte, que la doble revolución iba de el doble cráter de Inglaterra y Francia tomase la forma ae
! a barrer. Quiérase o no, es menester considerar la revolución norteamericana
de 1776- Como una erupción de significado igual al de la anglo-francesa, o
europea y conquis tase al resto del mundo
al fue
. Sin
el
embar
estable
� o
cimien
: su
to
consec
del
uen�� mas
dorrum o del
'i importante para la historia 't!nivers
por lo �enos como su más inmediata precursora y acuciadora; quiérase o no. por parte de unos cuanto� re !? menes occiden tales ( espect_ �e�te por
globo
las maq�mas de
hemos de conceder fundamental importancia a las crisis constitucionales y a el británico) sin paralelo en la h1stona. Ante los mercad�:_es,
sus Ideas-,
los trastornos y agitaciones económicas de 1760-1789, que explican clara­ vapor, los barcos y los cañones de Occidente -y tamb1en ante _
mente la ocasión y la hora de la gran explosión, ·aunque no sus causas funda­ y civiliza cione d l mun �<>; se - derrum babru : Y cap1tul�b �.
los viejos imperio s :o �
dmimst ra por pr onspl � s bntáni:
mentales.· CUánto más habríamos de remontarnos en la historia -hasta: la La India se convirtió en una provmc1a � � ?�
revolución inglesa del siglo xvn, hasta la Reforma y el_ comienzo de la con­ islámic os fueron sacudid os por te bles
f11: � nsts, A; fnca :Iuedo
cos, los estados
quista militar y la explotación colonial del mundo por los europeos a princi­ el gran Impen o chmo se VIO obligado,
abierta a la conquista directa. Incluso
En 184� nada
pios del siglo XVI e incluso antes-, no viene al caso para nuestro propósito, en 1839-1842. a abrir sus fronteras a la explotación occidental.
ya que semejante análisis a fondo nos llevaría mucho más allá de los límites tal de los t rritorio s. que tanto los gobiernos
se oponía a la conquista occiden e:
el progreso de la
cronológicos de este volumen. como los negociantes consideraban convemente ocupar, Y
Aquí sólo necesitamos observar que las fuerzas sociales y económicas, y empresa capitalista occidental sólo era cuestión de tien�:I?o. .
�m lemen­
los instrumentos políticos e intelectuales de esta· trailsformación, ya estaban A pesar de todo ello, la historia de la doble revolu�:on no es � �
a htstona de �a
preparados en todo caso en una parte de Europa lo suficientemente vasta para te la del triunfo de la nueva sociedad burguesa. Tamb1en es �
s de 1848 habnan de convertrr
revolucionar al resto. Nuestro problema no es señalar la aparición de un :¡;ner­ aparición de las fuerzas que un sigl? despué
cado mundial, de una clase suficientemente activa. de- empresarios privados, Lo cunoso es que ya en 1848 este futuro ca.n; ­
la expansión en contrac ción. ...

o incluso (en Iriglaterra) la de un E;stado dedicado a sostener que el llevar al bio de fortunas era previsible en parte. Sirt emb�go, todav �_a no se p�d1a
máximo las ganancias privadas era el fundamento de la política del gobier­ ión mundia l contra Occide nte . pudtera productrse
creer que una vasta revoluc
pueden ob�ervar
no. Ni tampoco señalar la eVolución de la tecnología, los conocimientos cien­ al mediar el siglo xx. Solamente en el mundo islámi�o se
por Occid:nte
tíficos o la ideología de una �reencia en el·progreso individualista, secular o los primeros .pasos del proceso por el que los c�nqmstados
racionalista. Podemos dar por supuesta la existencia de todo eso en 1780, s para devo verles un dia l� pelota: en lc:>s cormen­
adoptan sus ideas y técnica �
lip.peno turco, hacta 183? · Y
aunque no podamos afirmar que fuese suficientemente poderosa o estuviese zos de la reforma interna occidentaltsta del Ah de
suficient�mente difundida. Por el contrario, debemos, si acaso, ponernos en la signific ativa, pero desdeñ ada, carrera de Moh � ed
sobre todo en fuer­
gUardia contra la tentación de pasar por alto la novedad _ de la doble revolu­ estaban empeza n � o � sur � r las
Egipto. Pero también dentro de Europa nte. El
c�ón por la familiaridad de su apariencia externa, por el hecho innegable de que buscab an la sustitu ción de la nueva socieda d triunfa
zas e ideas :
que los trajes; modales y prosa de Robespierre y ·Saint-Just no habrían esta­ «espectro del comunismo» ya rondó a Europa en . 1848, pero pudo ser exor-
do desplazados en un salón del ancien régintt, porque Jeremy Bentham,
REVOLUCIÓN, 1789-1848
;:p;;o/;;i · 12 LA ERA DE LA

, -Pizadó� Durante mucho tiempo sería todo lo ineficaz_ que son los fantasmas,
-sobre todo en el mundo occidental más inmediatamente transformado por la
doble revOlución. Pero si miramos al mundo de la década de 1960 no caere-
. inos en· la tentación de subestimar la fuerza histórica de la ideología socia­
lista revolucionaria .y de la comunista, nacidas de la reacción contra la doble
revolución. y que hacia 1848 encontró su primera formulación clásica. El
período_ histórico iniciado con la. construcción de la primera fábrica del mun­
do moderno en La.ncashire y la Revolución francesa de 1789 termina con la Primera parte
construcción de su primera red ferroviaria y la publicación del Manifiesto
comunista.
EVOLUCIONES

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