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C a p ít u l o III

«SAVASANA», O POSTURA DEL CADÁVER: PRÁCTICA


DE LA RELAJACIÓN GENERAL CONSCIENTE

,m, Esta postura constituye una buena ilustración del espí-


* rítu que anima al Yoga y que tanto diferencia a esta téc­
nica oriental de la gimnasia de Occidente. Vemos, en efecto,
que esta postura, que consiste tan sólo en estar extendido
en el suelo boca arriba, perfectamente tranquilo y relajado,
a pesar de la aparente sencillez de su ejecución, es conside­
rada por los maestros del Yoga como el más difícil de
los asanas.
Y es que, en efecto, para poder relajar consciente y
voluntariamente toda la musculatura, es preciso haber ad­
quirido antes el completo dominio del cuerpo y también el
de la mente.
En la actualidad se ha extendido mucho en Occidente
la aceptación de la relajación como técnica excelente para
conseguir una gran mejoría en los trastornos de tipo psico-
somático, así como también para calmar los estados de
ansiedad de todas clases, superar las depresiones psíqui­
cas, etc., por lo cual son muchas las personas que intentan
adquirir el dominio de su ejecución y muchos también los
médicos que la prescriben a sus pacientes. Numerosos espe­
cialistas modernos han estudiado y sistematizado su técnica,
creando diversos métodos y sistemas: Jacobson, Alexnn-
der, Schtiltz, Krapf, etc.
Nosotros vamos a exponer a continuación unas cuantas
normas prácticas, sacadas exclusivamente de nuestra expe­
riencia del Yoga en la práctica personal propia y la dirigida'
por nosotros en muchas personas que nos solicitan orien­
tación, sobre el mejor modo de llegar rápidamente a la
relajación general consciente. Por consiguiente, todo cuan
to vamos a indicar es producto de una amplia experiencia,
y una eficacia comprobada diariamente.
En primer lugar, recomendamos al lector que lea una
vez más las consideraciones que hemos expuesto en la
parte teórica a l hablar de los principios de la relajación
general consciente, pág. 104.

L u g a r y e m p l a z a m i e n t o : El lugar elegido para practi­


car la relajación ha de. ser tranquilo, bien ventilado y a sal­
vo de interrupciones inoportunas. La temperatura ha de ser
tal, que en caso de quedar dormido no hubiera posibilidad
de enfriarse. En invierno conviene abrigarse suficiente­
mente en el mismo sentido.
En realidad, no se trata.de prevenir la posibilidad de
quedarse dormido. Es que durante la relajación profunda,
el cuerpo queda en una condición similar a la del estado
de sueño: disminuye la temperatura interna, la frecuen­
cia cardíaca, la respiración se hace más lenta y profun­
da, etc.
En cuanto a la tranquilidad del lugar, si no puede con­
seguirse un silencio completo, puede también hacerse en
un sitio donde los ruidos sean ya muy familiares, con tal
de que se esté totalmente tranquilo de que durante el tiem­
po de la relajación nada ni nadie vendrá a interrumpir el
ejercicio.
E l savasana debe ser hecho sobre una base bien horizon­
tal, plana y relativamente dura. Por ló tanto, la cama debe
quedar excluida, salvo total imposibilidad de arreglarse
de otro modo. Dos mantas, dobladas a lo largo, colocadas
en el suelo, van muy bien para hacer el ejercicio. También
puede utilizarse con ventaja una delgada colchoneta de
caucho recubierta con una lona, y una manta.

P o s i c i ó n : La posición consiste en estar extendido en


decúbito supino, o sea boca arriba, con los pies algo sepa­
rados entre sí, en posición perfectamente natural, y los
brazos también algo separados del tronco, con las palmas de
las manos hacia arriba y los dedos un poco doblados con
naturalidad.
Ahora bien, hay unos pequeños detalles que hay que
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cuidar para llegar más rápidamente al resultado final. Uno


de ellos es el que la calumna vertebral esté lo más plana
posible; es decir, que es conveniente que el mayor nú­
mero posible de vértebras toque al suelo. Nos referimos,
claro está, a la región lumbar, que aquí, al igual que dijimos
al hablar de la respiración abdominal, conviene que esté en
línea recta con las restantes vértebras. Un poco de prác­
tica hará posible conseguirlo con comodidad. La señal de
que esto está conseguido es que la respiración surge de un
modo espontáneo en la forma abdominal, con sensación de
libertad, comodidad y plenitud.
Otro detalle que en la práctica demuestra tener impor­
tancia, es la posición de la cabeza. En efecto, una pequeña
^variación en la inclinación de la cabeza hacia adelante o
hacia atrás puede entorpecer o facilitar la relajación. Hay
una posición exacta en la dual la cabeza queda óptimamente
colocada para que la sangre, circule sin obstáculo alguno, y
para que la respiración pueda proseguir su curso sin la
menor dificultad. Cada cual ha de buscar por sí mismo esta
posición exacta, que a menudo requiere tan sólo una varia­
ción de unos pocos milímetros sobre* la que se ha adoptado
en el primer momento.
En el Yoga se prescinde completamente de almohadones
y de otros medios artificiales para ser colocados debajo de
las rodillas, de los brazos o del cuello, como hemos visto que
se aconseja en algunas técnicas occidentales de relajación.
La cabeza ha de apoyarse en el mismo plano que el resto
del cuerpo, sin almoháda alguna. La experiencia demuestra
que estirado en una superficie -^horizontal, si se cumplen
las demás condiciones generales, se puede conseguir una
perfecta relajación.
La boca se mantiene naturalmente cerrada, aunque la
mandíbula inferior, al relajar los músculos de la cara, que­
da siempre algo descendida.
Los ojos se mantienen semicerrados o cerrados del todo.
En esta fase elemental de la relajación, aconsejamos el
tenerlos semicerrados para contrarrestar la tendencia del
principiante a quedarse dormido.
En los comienzos de la relajación, es experiencia común
que a los pocos minutos de permanecer en la posición indi­
cada se sienta frecuentemente una imperiosa necesidad de
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.noverse. Esta necesidad, que es psicológica y no física, con­


viene resistirla y dominarla hasta que desaparezca. No osb-
tante, si se han practicado previamente algunos asanas de ■‘
esfuerzo, esta necesidad de moverse no se presentará. En­
tonces el descanso es la continuación natural del ejercicio.

R e s p i r a c i ó n : Al empezar la relajación haga siempre dos


o tres respiraciones completas. Después pase a hacer res­
piración natural abdominal, aunque sin forzarla. Mantenga
esta respiración, que se irá haciendo por sí misma más lenta
y profunda a medida que se profundice en el estado de rela­
jación, y, viceversa, volverá a ser más ligera cuando el es­
tado sea también más superficial. Al querer terminar el ejer­
cicio de relajación haga siempre dos o tres respiraciones in­
tegrales antes d.e intentar moverse.
No interrumpa nunca bruscamente la relajación sin hacer
antes estas respiraciones completas. E l alejamiento o acer­
camiento consciente del cuerpo se hace siempre mediante
estos dos elementos: mente y respiración. Su acción ha de
ser en todo momento suave y gradual.

A c t i t u d m e n t a l : La actitud mental es el eje de la rela­


jación consciente, como lo es también de todos los demás
ejercicios de Yoga. La mente consciente ha de llegar a ser
el elemento dinámico y rector de todo cuanto está por de­
bajo de ella: cuerpo físico, etérico o pránico y estado emo­
cional.
La actitud mental, a lo largo de todas las fases elemen­
tales de la relajación, consiste tan sólo en mantener la
atención perfectamente despierta y tranquila con la idea
constante de aflojar y relajar cada vez más todos los múscu­
los del cuerpo.
Veamos ahora con detalle la ejecución práctica de cada
una de las fases de la relajación general consciente.

1.* f a s e : Conciencia física periférica. Después de sen­


tirse a sí mismo extendido y respirando, afloje todos los
músculos de los cuales sea consciente, con un gesto interior
de soltar, de aflojar, de dejar ir. A cada espiración vaya
repitiendo este gesto de aflojamiento general, que es el
mism-, que se hace cuando, estando muy fatigado, uno pue-
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de al fin tenderse en la cama, y «se deja caer» en ella.


Mantenga clara en la mente esta idea de aflojar, soltar, re­
lajar, a cada nueva espiración. Cuando sienta todo el cuerpo
tranquilo y reposado habrá conseguido esta primera fase. E l
lograrlo requiere en algunos casos varios días de intentos
perseverantes, pero se llega a ello con toda seguridad.

2.* f a s e : Conciencia pránica o de hormigueo. Ésta se


presenta por sí misma cuando la fase anterior queda bien
establecida. Insensiblemente, va desapareciendo la percep­
ción física general del cuerpo y la va sustituyendo una per­
cepción más interior que se convierte en seguida en un hor­
migueo o ligera' vibración como si todo el cuerpo estuviera
atravesado, o mejor, constituido, por una sutil corriente
eléctrica. Esta percepción comienza a notarse primero en
las manos y en los pies, después en. los brazos y piernas,
y se va extendiendo poco a poco por todo el tronco y por
la cabeza. Para llegar a esta fase no hay que hacer nada
especial, ya que es la continuación natural del primer esta­
dio. Con frecuencia ocurre que la percepción del hormigueo
sólo se consigue obtener en las extremidades y se pasa a
la fase siguiente sin que se haya generalizado por todo el
cuerpo. Aun cuando esto es debido a una falta de relajación
regular de los músculos del tronco y de la cabeza, no hay
que darle demasiada importancia, puesto que en la fase
siguiente se obtendrá igualmente este aflojamiento general.

3.* f a s e : Conciencia sensitivo-emotiva. Cuando le pa­


rezca que ya no puede relajar conscientemente ni un múscu­
lo más, dirija entonces su atención al ritmo respiratorio,
sin hacer nada, sólo mirándolo, siguiéndolo y sintiéndolo
pasivamente. Cuando esta actitud de espectador esté con­
seguida, entonces, con mucha suavidad, «piense» que la
respiración se hace más lenta, tranquila y profunda. No
hace falta qu; la fuerce activamente. Verá cómo la respi­
ración sigue sin darse cuenta esta indicación de la mente.
Vuelva ahora a la idea de aflojar más, soltar más, aflojar,
soltar... Como consecuencia de esta maniobra, empezará
a notar que le invade una extraordinaria sensación de pla­
cidez y de bienestar, que se experimenta principalmente
en el plexo solar, en la región cardíaca y en la cabeza.

V
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Como puede verse, todo el proceso consiste en la com­


binación de estos tres elementos: la acción constante de
aflojar más y más; hacer una respiración abdominal lenta,
tranquila y profunda, y mantener la mente despierta y se­
rena con la idea siempre presente de una mayor relajación
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general.
Con esto puede darse por conseguido el estadio elemen­
tal de la relajación general. Aun cuando hasta aquí no se ha
hablado de dominio mental, que vendrá en las fases siguien­
tes, se comprobará que la mente, al llegar al final de la
tercera fase que hemos descrito, está mucho más calmada,
más tranquila, como si se pensara desde más lejos y como
si el mismo acto de pensar no tuviera en estos momentos
gran importancia.
Este grado de relajación basta ya para asegurar todos
los beneficios de tipo físico y afectivo que hemos señalado
en la parte teórica.

4.* f a s e : La autocondencia mental. Una vez se con­


sigue con facilidad el estado de placidez y de bienestar
] general propio de la tercera fase de la relajación consciente,
puede emprenderse con éxito el estadio superior que em-
^ pieza con la relajación mental, o dominio del pensamiento.
Intentar abordar esta fase sin haber conseguido sobrepasar
las anteriores, es someterse a un esfuerzo tan penoso como
-■fj) inútil. Pero si se inicia ,el dominio de la mente después
^ de haber dominado los demás niveles, sorprenderá la faci-
lidad con que se consigue este dominio del propio proceso
de pensar que tan difícil, si no imposible, parece al desco-
_ nocedor práctico del Yoga.
*w Estando en la tercera fase de relajación, dirija suave-
*-d| mente la atención hacia sus propios pensamientos. Del mis­
mo modo que en la tercera fase «miraba» tranquilamente el
ritmo respiratorio, «mire» ahora su propia actividad men­
a je tal, sin hacer nada más, sin querer cambiarla ni suprimir-
la, sólo como espectador pasivo que asiste al espectáculo
de unas ideas e imágenes que vienen y se van, sin Ínter­
in venir para nada en ellas-ni siquiera para valorarlas ni juz-
garlas. Verá que esto es muy fácil de conseguir sin gran
esfuerzo. Cuando esta actitud de espectador esté firmemen-
te establecida (lo cual puede conseguirse a los diez o quince
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días de iniciada esta 4.’ fase de relajación), dé orden a la


mente, desde el fondo, de que guarde silencio. «Quiera»,
sencillamente, que todo se tranquilice, que la mente quede
limpia, tranquila y silenciosa. Repita dos o tres veces, muy
sutil pero claramente, la orden: silencio, más silencio, si­
lencio profundo, silencio...
Todo lo más al segundo o tercer ensayo logrará, al me­
nos por unos instantes, un silencio completo de la mente.
Silencio que será efecto de una profundización real de la
conciencia y no de una inmovilización artificial y forzada
de la mente. Cuando experimente este silencio mental en
el estado de perfecta lucidez que requiere la relajación
consciente, un nuevo nivel de conciencia emergerá del
í**4 fondo de su personalidad. La primera impresión que se
experimenta al conseguir efectivamente este silencio men­
tal consciente, es la de sentirse inmensamente libre, o quizá
sería más adecuado decir que uno se siente como liberado.
Al mismo tiempo se tiene la evidencia de estar en contacto
con algo más grande, inmenso, vivo y poderoso que todo
cuanto uno había conocido hasta entonces.
Este estado se podrá renovar una y otra vez hasta que,
muy lentamente ahora, se irá afianzando en el trasfondo
de la conciencia vigílica. Aquí empieza a funcionar la aten­
ción central en el propio nivel mental. A partir de este
momento, deja de dependerse de la propia actividad men­
tal: se empieza a ser consciente de ún nivel de la propia
realidad más allá del pequeño mundo de las formas menta­
les de tipo personal (que son las únicas que nos preocupan),
y estas formas pueden empezar a manejarse a voluntad. El
dominio del pensamiento comienza a ser un hecho en todos
los momentos del día.

5.* f a s e : Conciencia de oscuridad, de vado. Esta quin­


ta fase es exactamente el efecto de la prolongación de
la fase anterior. La impresión de silencio se transforma
aquí, por sí sola, en la percepción de una oscuridad cre­
ciente y de un vacío cada vez más activo. La realidad gran­
de y viva que se empezaba a percibir en la 4.1 fase, adquiere
aquí un extraño vigor. Es algo que parece negar toda noción
de vida tal como la conocemos: es grande e inmenso, y,
sin embargo, vacío y oscuro; es vivo y poderoso, y, no
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obstante, perfectamente desconocido; es inteligente, y a


pesar de esto no comprendemos absolutamente nada de sy
naturaleza. La mente tiende a agarrarse a las viejas expe- '
riencias y a los estados habituales, y no obstante siente la
imperiosa necesidad de ir adelante, de soltar todo cuanto
aún está reteniendo, y de penetrar en este mundo misterioso
nuevo y desconocido. Cuando la mente afloja un poco más
se tiene la impresión de que se está cayendo en un abismo
negro y sin fondo. Evidentemente, se trata tan sólo de un
estado subjetivo consecuente a aflojar por unos momentos
las fuertes identificaciones de nuestra conciencia en sus
estratos profundos con las viejas experiencias de nuestra
vida elemental. No hay peligro alguno en este descenso
a lo interior, si la mente permanece centrada en su propio
nivel mental, es-decir, si se consigue mantener la atención
central como núcleo consistente e integral a lo largo de
toda la experiencia. Es muy difícil describir adecuadamente
estos estados y experiencias. Pero aquellas personas que
lleguen o estén en sus proximidades comprenderán de qué
se trata. A los demás no hay forma posible de comunicarlo.
Decíamos que no hay peligro alguno en estas experiencias,
si se logra mantener una perfecta cohesión mental o punto
integrado de atención. Es este punto integrado de atención
el que hace posible que en cualquier momento se pueda
retroceder en la experiencia. Es el que nos permite dominar
la situación. Si esta unidad de atención no está presente,
debe renunciarse por completo a esta clase de experiencias
y estados: es que la personalidad no está suficientemente
integrada en el nivel de la mente.

6.a f a s e : Conciencia de luminosidad, de plenitud. Poco


podemos decir de esta fase, aparte de afirmar su existen­
cia. De la misma manera que a la noche sigue el día, a las
tinieblas interiores sigue la luz interior del alma. Este esta­
do subjetivo, aunque dentro de un orden perfectamente
natural, parece corresponder a la experiencia del «sí mis­
mo», a una evidencia inmediata, como sujeto, de la reali­
dad espiritual del alma. No podemos decir más. Añadiremos
tan sólo que después, al «encajarse» de nuevo en la mente
y estructuras psíquicas normales, se da uno cuenta, con
asombro, de la extraña limitación en que habitualmente
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vive, dentro del minúsculo y enmarañado mundo de los


propios pensamientos y deseos personales.

Algunas personas ajenas a estos estados no dejarán de


ver en todo esto peligrosas desviaciones o definidos trastor­
nos de la mente. Existe una norma que permite apreciar con
bastante seguridad si lá persona adelanta o retrocede, si
realmente crece o se desvía, si alcanza un nivel creador o
de desvarío... La persona que adelanta, que crece interior­
mente, presentará una mayor capacidad para comprender,
aceptar y comunicar en el mundo de sus semejantes. Vivirá
interiormente con más paz y alegría, y a la vez se sentirá
^fnás próximo al corazón de su hermano. Se adaptará mejor
a cualquier circunstancia, y, no obstante su influencia per­
sonal, su irradiación interior se afirmará cada vez con más
fuerza. Dejará de depender interiormente de personas y
cosas, y cada vez se sentirá más unido, más compenetrado
con todo cuanto vive y alienta. Desaparecerá de su interior
todo temor y toda inseguridad, y le sustituirá un creciente
amor y una sincera religiosidad.

Y ahora, volvamos a la «técnica»;

D u r a c i ó n : Si puede mantenerse el estado mental que


se ha indicado, es decir, si no se cae en una inconsciencia,
puede mantenerse el ejercicio todo el tiempo que se quiera.
Pero como ejercicio especial de descanso y recuperación,
de quince a treinta minutos son suficientes. No obstante,
si se dispone de tiempo, nos permitimos recomendar que
se alargue hasta una hora el tiempo dedicado al savasana,
aunque partiendo al comienzo de los quince minutos y au­
mentando progresivamente su duración hasta llegar al tiem­
po límite de una hora.

C u á n d o p u e d e p r a c t i c a r s e : E l mejor momento para prac­


ticar el savasana de larga duración es, sin duda alguna, des­
pués de hacer los asanas. Pero también entre uno y otro
asaña es conveniente practicar unos pequeños instantes el
savasana como descanso, hasta que tanto la respiración como
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el ritmo cardíaco estén totalmente normalizados y se pueda


proseguir con el siguiente asana.
Siempre que se esté fatigado físicamente, practíquese
savasana durante quince o veinte minutos y se comprobará
su enorme capacidad de recuperación. Y, en fin, puede prac- -
ticarse siempre que se quiera, ya que no presenta contra­
indicación alguna para la persona sana, salvo los deberes
del propio estado...

F enóm enos que pueden presentarse durante la r e l a ja ­

c ió nLa experiencia propia y ajena nos ha enseñado que


:
durante la práctica de la relajación general consciente pue­
den presentarse algunos fenómenos que,' si bien no suelen
tener consecuencias, de momento no dejan de asustar o
desconcertar al principiante. Veamos los más frecuentes.

1. Pequeñas sacudidas en las extremidades. Al prin­


cipio ocurre que alguna vez se siente como si una pierna o
un brazo dieran de pronto un salto como consecuencia de
una sacudida nerviosa. Este fenómeno no tiene importancia
alguna. Puede ser debido a un estímulo de corrientes ner­
viosas o a estancamientos pránicos que perturban su
circulación. Al mejorar ésta, gracias a la relajación, se pro­
duce una pequeña descarga liberadora. Con un poco de
práctica desaparecen por completo esta clase de sacudidas.

2. Fenómenos sensoriales subjetivos. A determinadas


personas les ocurre que al estar quietos y tranquilos, empie­
zan a ver caras o paisajes, unas veces conocidos y otras no.
Este fenómeno siempre es debido, durante la relajación
consciente, a que no se ha conseguido mantener la debida
actitud mental positiva. Cuando la mente está ocupada en
hacer algo definido, nó hay lugar para visiones de ninguna
clase. No recomendamos al estudiante de Hatha-Yoga que
se deje llevar por este tipo de percepciones, a no ser que lo
haga con la autorizada supervisión de una persona compe­
tente en estas materias. Si procura que la mente esté más
activamente despierta, regulando en cada momento.lo que
se está haciendo, y mantiene los ojos semiabiertos, estas
visiones desaparecerán por completo.
Otras personas perciben voces o música, y otras incluso
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sienten intensos y agradables perfumes. Todo esto no tiene


importancia, y por lo tanto no hay que darle ninguna. A esta
clase de fenómenos es aplicable lo mismo que hemos dicho
hasta aquí.
Otra cosa son ciertos sonidos que pueden presentarse pre­
cisamente cuando más atento y tranquilo se está. Estos
sonidos, que tienen varias modalidades, pueden no ser pro­
ducto de ninguna actitud errónea, sino que pueden corres­
ponder a la actividad vibratoria de determinados centros
pránicos superiores. Una de las formas de saber con cer­
teza si efectivamente es así, es comprobar lo' siguiente:
1.° Que cuanto más «claro, despierto y tranquilo» se
está, también más claro se percibe el sonido de referencia.
2.° Que cuanto más claro e intenso se percibe el so­
nido, se tiende de urunodo natural a un mayor recogimiento
y elevación de la mente.
Si ello no es así, entonces conviene aplicar lo que hemos
dicho en el caso de las visiones. Si con esto no desaparecie­
ran los ruidos, conviene dejar la práctica de la relajación
y consúltese a un neurólogo.

3. Fenómenos de movimientos. Si debido a que ha


dejado de estar atento durante unos momentos, empieza a
notar como si el suelo se balanceara, o como si todo em­
pezara a girar haga lo siguiente:
En primer lugar, no se asuste: compruebe simplemente
lo que le está ocurriendo; segundo, respire un poco más
profundo alargando la inspiración una y otra vez, y por
último haga una inspiración completa y abra los ojos. El
estado habrá cesado por completo.

4. Fenómenos de inmovilización. Si debido también a


unos momentos de ausencia mental, le parece encontrarse
repentinamente incapaz de poderse mover, aun queriéndolo,
haga lo siguiente:
1.° Tranquilícese y no haga ningún esfuerzo ni violen­
cia de ninguna clase.
2.° «Piense» que quiere hacer una inspiración un poco
más profunda, dos o tres veces.
3.° Intente aumentar efectivamente, y poco a poco, las
sucesivas inspiraciones.
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4.° Haga una inspiración completa, aunque suave.


5.° Haga una inspiración completa profunda y abra los
ojos. , *
A l cabo de unos cuatro o cinco segundos habrá cesado
por completo el estado anómalo.

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