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El texto Desborde popular y crisis del Estado de José Matos Mar fue

publicado en 1984 y refleja el aura de una década marcada por el retorno


a la democracia, la crisis económica y la expansión del terrorismo a la
capital. Es uno de los textos que marcó una revolución en los estudios de
las ciencias sociales en el Perú. El paso del tiempo hizo necesaria una
actualización de información ya que la realidad del país es otra. 20 años
después, en el 2004, el autor vuelve sobre él para “re-contextualizarlo” y
darle una nueva mirada al Perú del siglo XXI.
A lo largo de los cuatro capítulos originales y el ensayo añadido en la
última edición se presenta un repaso por nuestra vida republicana
buscando encontrar una explicación a la realidad nacional. La cual, es
descrita por el autor como desbordada debido el devenir y el
enfrentamiento de dos realidades que habitan el territorio nacional: una
oficial y otra contestaría. A continuación, en las siguientes líneas
procederemos a exponer las principales ideas expuestas por el autor a lo
largo del texto.

En el primer capítulo, Legado andino y patria criolla: una nación


inconclusa, el autor nos remite al siglo XVI y señala al encuentro de dos
realidades distintas: la andina y la hispana, como un choque que supuso
“una relación de dominación-subordinación entre dos culturas” (p. 23)
Sin embargo, también señala que el proceso de colonización también
significa el primer paso hacia una identidad peruana y ya no
exclusivamente indígena. El desplazamiento de la cultura indígena y la
imposición del modelo hispánico no implico la desaparición de la
primera, más bien se indica que fue un pacto en silencio que mantuvo
vigente las estructuras de relación de lo andino frente a lo hispano.

“El régimen colonial promovió, sin embargo, dentro de la contradicción,


una unidad que la Republica posterior fue incapaz de reforzar. (…) El
estado colonial no era un gobierno legítimo, pero era un ente
omnipresente que cumplía su rol director y organizador de la sociedad
(…)” (p. 25)

Más adelante, durante el siglo XIX, el autor expone que la fuerza detrás
de la causa independentista no fue el pueblo indígena, sino que fueron
los criollos (españoles nacidos en suelo americano). Quienes, una vez
obtenida la independencia mantuvieron el mismo tipo de relación
monopólica con el mundo andino y no buscaron integrar una Republica
con este. (p. 25) A fines del siglo XIX, bajo el contexto de la posguerra
se empiezan a dar los cimientos para lo que será el estado moderno
basado en “préstamos y capitales que multiplicaron su capacidad
operativa” (p. 26) También se consolidan las actividades como la
agricultura y otras actividades extractivas con carácter monopólico. La
aparición de estas deviene en la presencia de un nuevo individuo en la
costa peruana: el obrero asalariado, mientras que, en otras áreas del país,
el campesino seguía siendo maltratado por mecanismos como el
enganche. Una vez iniciado el siglo XX es importante destacar lo que
Matos Mar señala con respecto a esta época de la república, ya que la
clase social que concentra el poder político es oligarquía peruana, la cual
representa al país desde sus intereses particulares, dejando de lado una
vez más los intereses de la realidad alejada de la capital.

Una vez introducidos en el siglo XX, vemos un recuento de los


movimientos políticos presentes en el periodo previo al golpe militar
llevado a cabo en 1968 por el general Velasco Alvarado y la cúpula
militar. Durante este lapso se dan cambios en el estado, según el autor,
impulsados por la fuerte presión popular. Asistimos también a la
aparición de los partidos políticos más representativos de ese siglo:
APRA, PCP y PSP, entre otros, durante las primeras décadas del siglo.
De estos partidos destacan las figuras de los lideres (José Carlos
Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre) que fueron los referentes en
los sectores populares.

 
El punto más importante de este capítulo es el de los movimientos
demográficos entre la sierra y costa. Estos, como señala el autor,
empezaron a reconstituir la distribución de los habitantes en el país y
también pusieron en contacto dos realidades separadas por la geografía,
pero unidas por los mismos limites soberanos. Las migraciones son el
fenómeno por él cual más adelante aparecerán las primeras barriadas en
las periferias de los centros poblados más importantes de la costa, sobre
todo en la capital del país. En las páginas 30 y 31 del texto, Matos Mar,
señala datos estadísticos en lo que se demuestra el proceso de migración.
Durante la década de 1940 la mayor parte de la población aún era rural.
Por ejemplo, el 65% era población serrana. Sin embargo, 20 años
después en 1961, la migración cobró mayor peso y la población rural
paso a ser solo el 53%.
En términos económicos señala también que, hacia la década de 1950, el
Perú se sostenía sobre la exportación de materia prima impulsado por un
pequeño núcleo de grandes propietarios (p.31) Se debe señalar que en un
contexto global la guerra de Corea impulso igualmente las exportaciones
nacionales. De las cuales el gobierno, populista, de Odría se vio
beneficiado con esto. Bajo este escenario surgen nuevos partidos
políticos: Acción Popular, el PPC. Surgen nuevas vías de comunicación
que unen al país. (p. 33) Hacia la década de 1960 se indica que también
hay movimientos migratorios producto del inicio de la década de la
producción del agro en la sierra y la concentración de desarrollo
industrial en la costa. (p. 34)
Es en la década de 1960 que se produce el primer desborde. Debido a
que la decadencia del sector agro, que mencionamos en el párrafo
anterior, produce huelgas y manifestaciones contra los terratenientes.
Surgen voces de reclamo. Sobre todo, el de la Reforma Agraria. (p. 36-
37) Las instituciones políticas que mantenían sus estructuras casi intactas
desde el siglo XIX entran en crisis ya que no puede controlar las fuerzas
emergentes (p. 37) El gobierno militar busco aprovechar la oportunidad
de representar los reclamos populares, de llevar a cabo reformar
ansiadas: “Reforma Agraria, el reconocimiento de la diversidad cultural
y la oficialización del quechua” (p. 37) Sin embargo, los militares
durante la primera etapa del gobierno se alejaron del clamor popular
marcando distancia del discurso político y las acciones llevadas a cabo.
(p. 38) El segundo momento del gobierno militar busco más bien
deshacer las reformas impuestas y el retorno a la democracia con un
costo económico alto: se incrementó la deuda externa y la banca privada
recupero su poder. Por otro lado, los partidos políticos tradicionales
(PAP, AP y la izquierda) no convencieron a los diversos sectores
populares. Un detalle interesante sobre el Matos Mar cierra este capítulo
es el que si estas reformas hubieran sido aplicadas en un momento
oportuno el desborde quizás pudo ser canalizado. (p. 39)

A partir del segundo capítulo, titulado El nuevo rostro del Perú, se


propone revisar y exponer la realidad de las décadas posteriores al
gobierno militar. En este punto se considera lo siguiente como punto
inicial:

“La geografía humana del país ha sufrido alteraciones sustantivas: la


población nacional se ha triplicado en menos de cuatro décadas; mientras
que un activo proceso de urbanización tiende a concentrar en las
ciudades a más del 65% de la población total del país. El escenario en el
que se juega el drama nacional ha pasado del campo a las ciudades.” (p.
41)

Matos Mar señala en el contexto internacional durante la década de 1970


a la guerra de Vietnam, “el reordenamiento mundial en las relaciones de
poder, una crisis económica internacional y un acercamiento en las
comunicaciones entre todas las naciones (…)” (p. 42) Todos estos
fenómenos sociales ubicaban al país en una situación compleja en su
realidad de país tercermundista. Para el Perú durante este periodo el
gobierno militar fue el impulsor de los cambios ansiados por el sector
popular o marginal, llegando a un punto de maltrato frente al sector más
acomodado. El gobierno militar tuvo dos periodos: 1968 – 1975 y 1975
– 1980. Cada uno con características y políticas específicas. En el ámbito
social y económico se expone como el rostro del país ha cambiado ya
que las migraciones de pobladores de los andes a las ciudades costeñas
son cada vez más comunes debido a la búsqueda de mejores servicios y
atenciones del estado que no recibían en sus localidades.
Por otro lado, también se señala cual sería una de las causas a la
posterior hiperinflación a mediados de la siguiente década, ya que
menciona algunas de las razones para esta: “Si se restringe la producción
agropecuaria, si se incentiva la producción exportadora; si se hace cada
vez más importante la población urbana que reclama con más fuerza por
su bienestar; si se devalúa permanentemente; y si la industria utiliza
materias primas importadas en elevada proporción; entonces, las
condiciones para generar inflación están ya dadas.” (p. 48) Si bien son
interesantes los datos económicos y estadísticos brindados en este
capítulo, una forma más directa de explicar el fenómeno social vivido la
encontramos cuando Matos Mar señala la existencia de dos circuitos
económicos coexistiendo: El oficial y el alternativo. El segundo es el
creado como respuesta a la indiferencia desde la clase política que
maneja el país. Este sistema contestatario “hace visibles las limitaciones
en la acción del Estado y el permanente desborde del mismo” (p. 58) Las
características de este sector en crecimiento son las siguientes: el uso de
la mano de obra, el trabajo familiar, la flexibilidad, el sentido agudo de
la creatividad. (p. 59)
La inflación ya se encontraba en marcha y a inicios de la década de
1980, con el retorno de la democracia, el costo de vida en el país iba
aumentando. Las estructuras familiares se reestructuraron buscando la
supervivencia (p. 60) Una de las características que señala el autor es la
familia como centro de la empresa en el sector contestatario, añadiendo
también la fuerte presencia femenina como líder dentro de este grupo.
Frente a este fenómeno la acción del estado para controlarlo fue mínima
ya que el reprimirlo, como indica el autor, conllevaría a la aparición de
“formas violentas de obtención de recursos o ingresos (robo,
prostitución, tráfico ilícito de drogas).” (p. 63) Por lo que no le quedaría
otra alternativa que tolerar el desborde generado. El cual, fue generado
por su misma inoperancia, así como también la del sistema legal. Por
otro lado, las manifestaciones populares: paros, huelgas, entre otros
fueron más frecuentes durante la década de 1980.

Se expone, hacia el final del capítulo, la separación entre el Estado y la


sociedad. La cual es visible desde la década 1950 con una relación de
oposición a lo formal, que fue establecido por la sociedad peruana del
siglo XIX. (p. 65) El proceso de urbanización acelerado no fue
acompañado por un proceso de industrialización, por lo que las
estructuras económicas, sociales y culturales están deterioradas,
surgiendo la respuesta contestaría antes señalada.

Desde una mirada política, se muestra a Sendero Luminoso como una


respuesta a la formalidad de los partidos revolucionarios existentes y su
poca capacidad para generar el cambio. “Cuestiona el orden establecido
y los mismos códigos semánticos en los que se expresa el debate
ideológico formal.” (p. 66) Su modo de operar también denota a la
informalidad como respuesta al crecimiento desordenado. Siguiendo con
la exposición de otros temas dentro de la sociedad del país, también se
menciona a la Iglesia Católica, una de las instituciones más sólidas en la
tradición perdió mucha de su influencia debido a la expansión de otras
manifestaciones religiosas. Las cuales estuvieron más atentas a los
reclamos populares. Estas se “enfrentan a las estructuras formales de la
iglesia, identificadas con el aparato del Estado.” (p. 67)

Por otro lado, el autor señala a los medios de comunicación como un


elemento de suma importancia en la construcción de este nuevo rostro
del Perú. En la página 50 del texto se indica a la TV como una ventana
hacia el exterior. Mediante la cual ingresan nuevas ideologías y
expresiones culturales, generando dependencia. También se expone que
el papel que cumplen los medios no refleja la cruda realidad del país,
sino que mostraba imágenes relacionadas con el bienestar. Finalmente,
es necesario también señalar el panorama sobre la educación, ya que
también se exponen datos sobre esta. Indicando que esta también se
encuentra desbordada: “El estallido de las aspiraciones, buscando
canalizarse a través del sistema educativo, ha terminado por desbordar la
formalidad de la escuela, del colegio, de la universidad y de los institutos
especializados (…) Las nuevas formas y sistemas que se expresan en
miles de centros educativos, operan al margen del control ministerial
(…)” (p. 68) Estos modelos tuvieron mucha presencia en los barrios
populares, ya que como en líneas anteriores señalamos, este sistema
contestatario buscaba el acceso a servicios y bienestar que el Estado no
podía brindar con eficiencia.

En el capítulo 3, El nuevo rostro urbano: la forja de una identidad, se


centra en brindar información puntual sobre las migraciones en Lima
desde la década de 195 a mediados de la década de 1980. Señalando que
el ritmo de crecimiento de la capital es superior al de cualquier otra
región del país: en 1984 el 50% de la población urbana se encuentra en
la capital. Según el censo de 1981 el 41% de los pobladores de Lima
eran provincianos. Como señala el autor, esto vienen del interior del país
en busca de nuevas oportunidades y mejores servicios. El 54% de estos
vienen de la sierra. Siendo los habitantes de Ancash los que poseen un
mayor porcentaje con respecto a los demás. “Lima es una ciudad de
forasteros” (p. 71) Los nuevos pobladores se asientan sobre lo que
fueron los valles de Lurín y Chillón por el norte, Pucusana por el sur y
Ricardo Palma por el este. Todo esto modifico los límites de la Lima
tradicional. Incluso el autor señala, que la llegada de estos pobladores
modifico el circuito tradicional ya que muchos pobladores se
movilizaron hacia nuevas zonas. Es en este punto que surgen dos tipos
de zonas en Lima “la primera corresponde a distritos surgidos de
barriadas y urbanizaciones populares (…) y la segunda incluye a los
distritos tradicionales y modernos.” (p. 74) En la primera zona, se
considera el desborde como el mecanismo que las lleva adelante, incluso
llevando a encerrar al sector tradicional mediante las invasiones, ya que
estas redujeron el casco urbano de los sectores medios y opulentos (p.
75)

Durante la década de 1950, se tuvo un control oficial del crecimiento


urbano. Sin embargo, este no estuvo planificado para el volumen de las
migraciones masivas generándose las primeras rupturas con la legalidad
propuesta por el sector oficial.
“El migrante tuvo que adaptarse al contexto que le ofrecía la ciudad y
encontrar soluciones en las posibilidades dadas por su experiencia
previa. Tenía dos opciones: someterse (…) o violar los límites del
sistema establecido.” (p. 75-76)

El segundo camino fue la regla en muchos casos, las invasiones en áreas


marginales tomaron fuerza a partir de ese momento. “(…) las invasiones
de predios urbanos y rurales, el Perú inauguro la era de la nueva
contestación de masas”. (p. 77) Hacia la década de 1980 las barriadas y
urbanizaciones populares se consolidaron como intensos focos de
mestizaje. En estas la combinación de tradiciones provenientes de los
primeros migrantes y las tradiciones de la capital, incorporadas por hijos
de estos dieron como resultado nuevas expresiones culturales. (p. 78)
También se menciona el nuevo rostro que tiene Lima desde 1960. Una
de las características fue la aparición de ferias ambulantes en las calles,
muy parecidas a las que se dan en la sierra. Igualmente aparecen
espacios comerciales representativos del sistema económico
contestatario: La Parada, Polvos Azules, La Avenida Grau, son algunos
de estos. Lo andino poco a poco fue borrando la tradición hispánica y se
introdujo en los distritos más tradicionales (p. 79) Sobre los provincianos
en Lima señala Matos Mar la importancia de la asociación y los clubes
provincianos como instituciones que giran en torno a la fiesta folclórica,
pero también como instituciones que ofrecen al apoyo al migrante y
proteger la identidad cultural de su lugar de origen (p. 82)

Sobre la identidad cultural que se busca preservar, además se menciona a


la música andina como expresión que “evoluciona y se urbaniza” (p. 83)
Al folclore andino se le incorporan elementos de la tecnología existentes
en la capital produciendo una nueva expresión. La cual, es impulsada por
medios de difusión como la radio, televisión o incluso los casetes en los
mercados mencionados anteriormente. La música es un punto central en
la vida del sector contestatario o desbordado del que habla el escritor.
Alrededor de esta encontramos a lo largo de las décadas referentes como
los coliseos folclóricos durante la década de 1960 y más adelante los
chichodromos y salsodromos en las décadas de 1970 y 1980. (p. 85)

Otros de los elementos que caracterizan al nuevo rostro de la ciudad son:


El microbús. Este genera caos con rutas complicadas. Los espacios
públicos también colapsan, ya que son pocos los parques en Lima (p. 87)
La autoridad limitada y la expansión de la delincuencia y violencia
convirtiendo a Lima en una ciudad tomada. El sistema político oficial se
encuentra colapsado frente a esto y la respuesta de los sectores populares
es la organización en torno a “sistemas autónomos de vigilancia barrial
(…)” (p. 88)

La presencia de provincianos en la capital no es solo un caso aislado, es


un caso representativo de una realidad nacional señala el autor. Es
interesante como en este capítulo se muestra a estos migrantes como una
fuerza que transformo el rostro del país. Es interesante el contraste que
señala en la página 89 del texto debido a que muestra el contraste entre
los migrantes andinos de las décadas de 1950 y 1960 con los migrantes
del contexto en que fue escrito el libro. Los primeros tienen demandas
paternalistas frente al estado, los segundos buscan transformar con sus
propios medios frente a la incapacidad de este. (p. 90)

Lo ilegal se institucionaliza y es la nueva cultura a la que “el Perú oficial


solo puede responder con el escándalo, la indiferencia o los intentos
esporádicos y violentos para hacer sentir que sigue existiendo más allá
de los límites de la inmensa casbah limeña” (p. 92) Los sectores
contestatarios avanzan en la ciudad dejando a los sectores tradicionales
encerrados en reductos cada vez más exclusivos e influyendo de a pocos
en sus patrones de conducta, incluyendo a la banca y sectores
industriales. (p. 93 – 94) Para cerrar el capítulo el autor señala que el
contexto de crisis impulsa este estilo contestatario caracterizado por la
ilegalidad. El fenómeno no es comprendido por las diversas instituciones
oficiales o tradicionales. Sin embargo, señala que el estilo tiene un valor
positivo, ya que condenarlo sería condenar la misma creatividad del
hombre peruano. Propone canalizar este impulso en la construcción de
un orden social más justo y más nuestro. (p. 95)

Cerrando los cuatro capítulos originales de la obra tenemos uno titulado


La crisis del Estado y el desborde popular. En este se ahonda en la idea
del autor sobre la existencia de dos Perú. Uno formal y otro informal. El
formal se caracteriza por la presencia del Estado, el centralismo, los
partidos políticos tradicionales, la burocracia, entre otros. El informal se
caracteriza por representar al Perú marginado. Señala que este contraste
es heredado desde la época colonial y tiene existencia durante un periodo
largo de la república (p. 97)
Las ciudades son los centros privilegiados por el Perú oficial. Mientras
que en las regiones del otro Perú se impulsaba el maltrato y explotación
de los recursos. Todo este sistema, como señalamos en líneas previas es
heredado de un sistema colonial y a la vez por los primeros años de la
república. Un momento determinante en la historia entre estas dos
realidades es la Guerra del Pacifico, la cual represento un duro golpe
para la economía del Perú formal, pero también puso de manifiesto al
Perú informal con su participación en la campaña de la Breña, ya que se
reclamaba tan peruano como el oficial (p. 99) Más adelante en el texto
también se menciona que los pocos cambios en la relación de estas dos
realidades opuestas empiezan a mostrar las primeras señales de
problemas. La escaza representación del Estado-nación y el problema de
la identidad nacional aun no llegan a hacer crisis durante el cambio de
siglo. (p. 100) Por otro lado, también señala la llegada de ideologías
foráneas adaptadas a la realidad nacional. Sin embargo, terminaron
desfigurando la realidad. Por ejemplo, “la aspiración del artesanado y el
proletariado de la naciente izquierda era, no la transformación de los
términos y relaciones entre lo oficial y la nación plural de las mayorías,
sino la mera captura y aprovechamiento de las estructuras de poder del
Estado oficial.” (p. 100) Las transformaciones más profundas se dan a
partir de la década de 1950 con la aparición de las primeras barriadas a
causa de la migración de pobladores andinos. Otros elementos que
dinamizaron más este proceso son: la Reforma Agraria, los cambios en
la economía, entre otros. Los cuales, a la vez incrementaron la
problemática nacional. Es la explosión de problemas acumulados a lo
largo de todos muchos años (p. 101) Matos Mar señala a las invasiones
como el ejemplo perfecto para poner en manifiesto el contacto entre la
cultura oficial y la cultura andina, ya que estas tomaron los predios de la
primera, así como también impusieron nuevos estilos en constante
desborde y expansión en la economía, la política, la educación, entre
otros. (p. 101)

Para finalizar este capítulo, se nos indica que el Perú de esa época (1984)
es un espacio dominado por la presencia de representantes de todo el
país. La fuerza del sector contestatario se encuentra balanceada frente a
algunas instituciones oficiales que conservan el poder económico. Sin
embargo, se resalta que es la primera vez que desde la época colonial es
visible una totalidad peruana (p. 102) La “informalización” es un
fenómeno que actúa frente a la inoperancia del Estado. “El Perú oficial
no podrá imponer otra vez sus condiciones. Deberá entrar en dialogo con
las masas en desborde, para favorecer la verdadera integración de sus
instituciones emergente en el Perú que surge.” (p. 107)

Como señala el título de esta nueva edición del libro, 20 años después
Matos Mar añade un ensayo brindando una perspectiva a la realidad del
país en el siglo XXI. Este ensayo se titula La nueva Lima (2004) En este,
se hace un breve repaso a acontecimiento históricos que marcan el
contexto: la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, así como
también demostrar la poca trascendencia del poder político
latinoamericano en las decisiones globales. Señala también que el poder
económico del mundo se ha concentrado en el hemisferio norte, dejando
al sur en la pobreza.

En el contexto local, expone sobre los gobiernos de turno y su


incapacidad de hacer frente al desborde y también profundiza en el
fenómeno del conflicto armado interno llevado a cabo por el MRTA, SL
y las fuerzas armadas. “La guerra popular” altero el desborde popular
que se señala en la primera versión del texto. Llevó a que muchos
pobladores se vieran forzados a emigrar de sus localidades hacia Lima,
ubicándose en barriadas y tugurios y sectores medios. Como señalo en la
primera edición, la Iglesia Católica perdió seguidores. Sin embargo,
otras los ganaron debido a que el ejercito las utilizo en su lucha contra
Sendero Luminoso. (p. 120) El desborde popular del que se habla ya no
fue impulsado solo por la búsqueda de mejores atenciones y servicios,
durante la década del conflicto armado interno, fue impulsado por los
actos terroristas. En las ciudades de la costa del país surgen los llamados
“refugiados por la violencia” en las periferias (p. 121)

Volviendo al tema político, en el texto también se menciona que durante


este lapso el Perú tuvo 5 presidentes, los dos primeros provenientes de
partidos políticos tradicionales (Acción Popular y el APRA), estos no
prestaron la atención debida al fenómeno del terrorismo. Su modo de
hacer política fue muy centralista, las políticas económicas dejaron al
país en una de las peores crisis económicas de su historia. Durante la
década de 1990 fue escogido presidente Alberto Fujimori, su gobierno se
caracterizó por el autoritarismo y más adelante se descubriría el alto
nivel de corrupción del mismo. A pesar de haber ejecutado políticas
económicas que corrigieron la crisis financiera. Una vez que cayó el
gobierno autoritario de Fujimori, se presentaron 2 gobiernos más: el
transitorio de Valentín Paniagua y el de Alejandro Toledo.
Bajo el contexto ante mencionado el autor señala que el desborde
popular ha sido parte esencial del nuevo rostro del país durante los
últimos años. “Contagió y estimuló, fue rebosante y expansivo fue
aleccionador y explosivo, al impregnar su actitud contestataria y
solidaria-comunitaria a los sectores sociales, culturales, políticos y
económicos de las ciudades, de la costa y del país veinte años después.”
(p. 131) En el caso del crecimiento de la periferia en la ciudad de Lima
dice que esta se desarrolló a través de ejes de comunicación como la
carretera panamericana y la carretera central. En el siglo XXI los
provincianos ya predominan en Lima. Una buena parte de este nuevo
ensayo está dedicado a describir a los conos. Sobre estos indica que han
logrado superar todos los problemas surgidos durante las dos décadas
transcurridas. Han adquirido dinamismo económico impulsado por el
mismo tesón de sus habitantes, en su mayoría serranos. Cada cono es
representante de una década: el cono norte lo es de la década de 1960, el
cono sur lo es de la década de 1970 y el cono este se consolido en la
década de 1980. En total estos congregan al 62,1% de la población de la
capital (p. 133) Sobre estos polos de desarrollo surgen también centros
comerciales que explican el dinamismo comercial que adquieren estos.
Un ejemplo propuesto es el de Mega Plaza en el cono norte y además
señala que estos son impulsados por la aparición de un fuerte sector
medio, incluso más grande que el de distritos de la Lima tradicional. (p.
134 – 135)

Un punto que se desprende también del crecimiento demográfico de los


conos es el de la mejora de la calidad de los servicios y la aparición de
una infraestructura de calidad. Además del uso de tecnología,
representada por la proliferación de cabinas de internet. (p. 138 – 139)

En los últimos párrafos del texto, Matos Mar, se dedica a señalar algunos
puntos importantes sobre la realidad nacional en dos momentos distintos.
Menciona a las familias de migrantes que llegaron a la capital en la
década de 1940, cuando era estudiante de antropología en San Marcos,
que ahora son importantes habitantes exitosos de la capital. (p. 144)
Estos ahora ya gozan de títulos de propiedad, de la tecnología y la
revolución informática.

Por otro lado, también señala a la actitud contestataria/informal de los


migrantes como el mecanismo que los llevo a “movilizarse
pacíficamente, casi siempre solo para lograr servicios y beneficios (…)”
(p. 147) El desborde popular, del que se habla, expuso las carencias del
Estado y mostro la realidad de un país desigual para sus habitantes.
Veinte años han pasado desde la primera edición de este texto y Matos
Mar señala indicadores muy similares a los anteriores. Finalizando, se
menciona que en el Perú real el desborde popular está caracterizado por
una actitud contestataria buscando un nuevo orden en un país inviable.

“En medio de la crisis severa que nos agobia, el Perú real sigue
esperando y el Perú oficial se aferra a su quehacer tradicional. Se
mantiene el divorcio entre sociedad nacional y Estado” (p. 148)

Finalmente, a modo de comentario personal, sobre el desborde popular


hay muchos casos que revisar en el contexto actual. La Parada, por
ejemplo, pone de manifiesto el choque violento entre el Perú oficial y el
sector contestatario. Este sector sobrevive desde hace años entre los
límites de la ilegalidad. Mientras que el oficial se encuentra de espaldas
a esa realidad, lo cual es señalado en el texto, no como un fenómeno
actual sino como uno constante a lo largo de toda la vida republicada.
Este tipo de fenómenos sociales nos recuerda que aún queda un camino
largo por recorrer en cuanto a construir una relación entre los habitantes
del país.

Texto revisado:
MATOS MAR, José – Desborde popular y crisis del Estado (20 años
después). LIMA – Fondo editorial del Congreso del Perú. 2004

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