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Antologia del teato

experimental en Bogotá
(1995)
De Fernando Duque Mesa
Mario Lucarda

Inicio la presentación de las obras que Función nocturna (pieza en un acto), de


Fernando Duque Mesa selecciona como Carlos José Reyes (1991).
las más significadas en su trabajo Anto- Galería de amor «Exposición Viva», de
logía del teatro experimental en Bogotá Críspulo Torres B. (1993), estrenada en
(Tomo I, 1995). Desgraciadamente el la Sala del Teatro Tecal.
Tomo II que se anunciaba no fue publi- Vía Láctea, de Hugo Afanador Soto
cado o no pudo realizarse. Pero, atenién- (1993), representada en el Centro Cultu-
dome a las manifestaciones del propósito ral Gabriel García Márquez.
del compilador, daré la lista de las obras Cambalache o El juego de los excesos,
con las cuales pensaba completar la tota- de Darío Moreu I. y Mabel Pizarro Ch.
lidad de su estudio. (1991), representada por el Grupo La Pa-
En cuanto a las obras teatrales del Tomo paya Partía.
I, allí se reúnen las siguientes:
Maravilla Estar, de Santiago García Obras
(1986), representada en el Teatro La Can-
delaria. Maravilla Estar, de Santiago García
Cenizas sobre el mar, de José Assad (1986)
(1989), representada en el Centro Cultu- Estamos viviendo en esta representación
ral Gabriel García Márquez. un ambiente de total descolocación de
Out Side, ¿Okey? Divertimento para sor- tiempo y espacio, marcado por una con-
dos y esquizoides, creación colectiva, texto ciencia de ambigüedad en los caracteres
final: Fernando Ospina S. (1989-1992), de los personajes que actúan. Con unos
representada en el Teatro Quimera. parámetros de originalidad autóctona

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que, convirtiéndose en alegorías y símbo- consigue saber es que esto es un juego. La


los, determinan puntuales críticas al fun- vida, las ocasiones, el azar, los encuentros
cionamiento de la sociedad en el hacer y han convertido la existencia en un juego:
en el decir, el autor marca así claramente no hay que sorprenderse de nada. Aldo,
las coordenadas culturales colombianas ante esta respuesta, se siente ridículo y
que lo distancian del árido mundo repre- está dispuesto a volver al lugar de donde
sentativo europeo que elabora de modo partió. Pero, ciertamente para Alicia, que
inigualable Samuel Beckett. Los carteles conoce el lugar donde ahora están, nin-
que enuncian cada uno de los cuadros guna pregunta tiene respuesta o, mejor
llevan el sello del efecto distanciador de dicho, toda pregunta tiene infinitas res-
Bertolt Brecht. puestas que dependen de la ocurrencia y
i. presentación de las situaciones. Aparece el viejo Fritz
Aparece en escena un hombre, Aldo, ataviado de chófer. Alicia, que demues-
llevando una maleta, que huye, como tra haber tomado simpatía por Aldo, se
dirá al final al regresar a ella, de esa «oscu- siente mal de nuevo y le confiesa que está
ra región de donde vengo». El lugar al que embarazada.
llega es un lugar fuera del mapa, nada a iii. la tormenta
la derecha ni a la izquierda, nada delante En el tercer cuadro entra vociferando
ni detrás, un lugar donde se pueden gri- de nuevo Bumer, quien acusa a Aldo de
tar aquellos versos de Quevedo «¡Ah de la acoso a Alicia cuando éste trata de prote-
vida!... ¿Nadie me responde?», sin esperar gerla de la tempestad que se avecina.
respuesta. Allí, en ese lugar vacío aparece iv. el cambio
Bumer que le recrimina, de modo aira- Cuando en el siguiente cuadro Bumer
do e imperativo, la toma de posesión del ordena a Fritz que se lleve a Alicia y Fritz
lugar que acaba de marcar Aldo con su se la lleva arrastrando, Aldo se precipita
presencia, ante la gran perplejidad por para proteger a Alicia de esta brutalidad,
parte de Aldo que se imaginaba estar en pero recibe un golpe de Bumer y queda
un lugar desierto. sin sentido. En este momento, se opera
ii. alicia la mentalista un cambio tanto de posición social como
Aparece Alicia, que tiene poderes tele- de personalidad de los personajes. Frizt se
páticos, con el cargo de responder a las viste y se convierte en un médico joven;
preguntas que le haga Bumer, aparente- Bumer se convierte en chófer y en un al-
mente su jefe, sobre la identidad de Aldo. cohólico que pierde fácilmente el control
Alicia cumple su función telepática sin fa- de sí mismo, a pesar de las continuos avi-
llo alguno, determinando que la profesión sos de Fritz. Para remarcar más la pérdi-
de Aldo es la de explorador, además de da de identidad y la aleatoriedad del yo,
revelar todos sus datos personales. Alicia, ahora el Fritz disfrazado de médico pasa
agotada por el esfuerzo mental, se desma- a convertirse en el hijo Bumer, y el anti-
ya en los brazos de Aldo. Cuando Alicia guo Bumer se convierte en Elías, sobrino
se recupera, Aldo trata de informarse de de Fritz. Bajo sus nuevas personalidades
lo que está pasando y de la aparición re- despiertan a Aldo, para quien no sola-
pentina de estos personajes. Lo único que mente las identidades y los papeles so-

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ciales de Bumer y Fritz han sido trastoca- embargo viste de jugador de golf, lo que
dos, sino también el tiempo, que aparece bien podría significar su posición social
como habiendo transcurrido cinco años elevada y su relación con el poder. Fritz
desde que Aldo perdió el conocimiento. va seguido por Bumer en el ya iniciado
El desarrollo de los próximos cuadros re- papel de acólito. Con este aspecto, Fritz
forzará paulatinamente la tergiversación atiende a Aldo y parece querer respon-
de referentes familiares, para mostrarnos der a todas las preguntas que le haga él,
diferentes situaciones sociales desde su con un trato tan amable y cordial, que
perspectiva absurda y en caricatura. provoca el enfurecimiento de Bumer. La
v. el regreso de alicia cólera de Bumer, que estalla en insultos
Evidentemente no nos sorprende cuan- e improperios, le produce un colapso y
do en el cuadro quinto Alicia aparece con Bumer muere. Fritz se apresura a vestir
un niño de cinco años. No nos sorprende a Aldo con el atuendo de chófer que ca-
tampoco que Alicia y Aldo celebren su racterizaba a Bumer. Aldo se resiste, pero
encuentro abrazándose con el cariño de Fritz, irritado por sus reticencias, le dice
unos enamorados. Pero sí que nos sor- que es su última oportunidad aunque el
prenderá oír de labios de Alicia que el trabajo sea duro. Aldo queda nuevamente
niño presente, Marcos, es hijo de Aldo, solo, desconcertado, pero otra vez ante la
pues todos sabemos que no lo es. Entre presión de las circunstancias ha vuelto a
palabras y palabras cada vez más absurdas no saber decir que no. El valor de la vida,
entre Alicia y Aldo, Aldo está por aceptar en este caso la vida de Bumer, no tiene
la situación —el hombre que no sabe de- importancia, lo que importa es el papel
cir no— pero insiste en tratar de enten- que cada uno tiene en esa sociedad donde
der qué es lo que está pasando. El niño unos mandan y los otros obedecen; unos
rompe en llanto y sale corriendo, y Alicia, que saben cómo van las cosas y otros que
de palabra en palabra —mezclando sen- sin entender nada van siendo arrastrados
tido y absurdo—, abandona furibunda de un lado para otro, víctimas del juego
a Aldo en el desolado paraje de la repre- incomprensible que aquellos montaron.
sentación. Por fin solo, Aldo decide hacer La amenaza de una tempestad se cierne
recuento de su situación y comienza por de nuevo sobre el escenario, y durante
inventariar los objetos que había puesto todo el cuadro esta amenaza obliga a ac-
en su maleta. Con gran sorpresa com- tuar rápidamente y decidir con prontitud
prueba que los objetos allí guardados son antes de que estalle.
y no son los objetos que él había metido, vii. los juegos de alicia
el estado de los objetos es diferente, y en Alicia, que pertenece al grupo de los
lo tocante a sus documentos de identidad que entienden la maraña de este juego,
aparece sorprendentemente su profesión aparece en el siguiente cuadro y propone
con el rótulo de «explorador». a Aldo jugar y, como siempre, jugar en
vi. la primera muerte de bumer este espacio y en este tiempo trastocados.
En el cuadro sexto Fritz sigue mante- El juego que le propone es el de jugar al
niendo su última personalidad así como juego de las preguntas, un juego en el que
al parecer su profesión de médico, y sin no hay preguntas, hay palabras, palabras

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que requieren una asociación, ya que hay meditados antes de emprenderlos. Pero
que contestar a estas palabras con otras el empuje de las situaciones arrastra una
palabras y rápidamente. Aldo se resiste, vez más a Aldo y cuando le preguntan si
pero Alicia lo acorrala en la palabra «de- quiere a Alicia no puede sino responder
cisión», decidir si quedarse aquí o irse, según sus sentimientos, diciendo el «sí»
es decir, regresar al lugar de donde vino. del ritual. De nuevo, Aldo, «el hombre
Aquí, Alicia inicia una propuesta de alte- que no sabe decir no», ante la sorpresa de
ridad con Aldo, donde Aldo debería po- que Bumer se haya convertido en obispo
nerse en el lugar de Alicia. Se trata de una y presionado por Alicia, que está en el cír-
renuncia de sí mismo por parte de Aldo, culo de Bumer y Fritz, es manejado con-
que todos pensamos que puede, sin sos- tra su voluntad. Como antes, en los tres
pecha, considerarse un acto de amor ha- primeros cuadros, apareció Bumer con el
cia Alicia. En este momento de proximi- cariz manifiesto de los símbolos del hom-
dad física y mental, cuando los afectos de bre de riqueza y de poder, y como luego
ambos parecen confluir, Alicia entreve en aparece Fritz con los símbolos de la Cien-
la lejanía de este lugar desolado una gran cia en manos del poder, ahora aparece
ciudad, la gran ciudad a la que, dice, los Bumer bajo los rasgos de los que ejercen
que son como Aldo quieren llegar. Alicia el poder por la Religión y Fritz simboli-
va entreviendo la ciudad cada vez con ma- zando la legalidad que el mismo poder
yor claridad hasta sus menores detalles, la dictó.
ciudad que necesita a los que son como Bajo la presión de estos poderes, Aldo,
Aldo y a su vez los rechaza. Pero Aldo no el hombre común, inerme y vulnerable,
puede verla, mientras intuye que ésta es es sometido a la voluntad del poder y «no
la ciudad donde muere la memoria. Aldo sabe decir no», como no sabía hacerlo
no puede verla, apenas un borroso res- tampoco el protagonista de Un hombre es
plandor; Alicia lamenta la incapacidad de un hombre, en la obra de Bertolt Brecht.
Aldo. Pero Aldo sabe que esta es la ciudad Tras la boda religiosa sigue la fiesta donde
que lo ha de lanzar hacia un futuro desco- Bumer, bajo los efectos del alcohol, pier-
nocido que lo transformará, arrancando de por completo los estribos y es castiga-
de cuajo todas sus raíces, arrancando su do bajo las recriminaciones de Fritz, la
memoria y sus recuerdos. Esta es la ciu- autoridad civil. Ahora es cuando Bumer,
dad de la alienación, donde sus habitan- en un derroche de energía desbocada,
tes se ven arrebatados por fuerzas que los manifiesta su espíritu poético y soñador y
convierten en otros que de alguna mane- abomina contra los Fritz que le han con-
ra ellos mismos no quieren ser. vertido en un fiel seguidor de sus dicta-
viii. la boda de alicia dos. Bumer, en el estrépito de una nueva
Con música de circo se inicia el cuadro tempestad que se avecina, recita los ver-
octavo donde Bumer, ahora vestido de sos del enloquecido rey Lear clamando en
sacerdote-obispo, y Fritz, vestido de frac, un grito final por la muerte de los tiranos.
entran dispuestos a unir en matrimonio a Un interesante rasgo por parte de Bumer
Aldo y Alicia. Aldo, como siempre, quiere es que en esta escena, en la que representa
comprender y quiere que los actos sean la Religión, pone de manifiesto la ambi-

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güedad del mensaje religioso de apoyo al escuetamente los hechos. Mientras hace
poder establecido y simultáneamente de esta recapitulación una serie de cuerdas
amor al prójimo y al pobre y al desvalido. aparecen en el escenario, con las cuales
Porque del mismo modo que grita contra Fritz y Aldo van montando una carpa de
los tiranos, acto seguido desprecia a Aldo circo con una escalera de cuerda.
y recrimina el hecho de que Alicia se de- x. el salto
jara seducir y enamorar por un extraño En el último cuadro, el décimo, Alicia,
como Aldo. vestida de trapecista, y su hijo Marcos,
ix. recapitulación vestido de acróbata, aparecen en la carpa
En el penúltimo y noveno cuadro, que seguidos por Bumer, vestido de doma-
significativamente lleva el nombre de dor. Suena música de circo, y recorda-
«recapitulación», Aldo se deja abrigar mos que también sonó música antes de
por Fritz ante la llegada de la noche, que la boda de Aldo y Alicia al aparecer los
despliega un enorme firmamento de es- representantes del Orden y de la Religión.
trellas. Fritz, que vuelve a representar la Alicia y Marcos se disponen a realizar su
Ciencia, le indica a Aldo la estrella Vega y número de trapecista y acróbata. Aldo
más allá la constelación de Hércules, pun- quiere hablar urgentemente con Alicia,
to en el que le señala el Apex, lugar hacia pero una y otra vez Fritz se lo impide y
el cual el sistema solar se dirige a una ve- Alicia lo rechaza. Alicia y Marcos suben
locidad de veinte kilómetros por segun- por la escalera de cuerda, en tanto Bumer
do. Esta afirmación le produce a Aldo un anuncia al público el inicio del número
comprensible malestar físico cuyo efecto que van a representar. Alicia y Marcos se
le obliga a sentarse en una mecedora que pierden en las alturas dispuestos a reali-
le trae Fritz. Ahora, Aldo se dispone a re- zar su vertiginoso y arriesgadísimo salto.
capitular sus experiencias, que Fritz irá Saltan bajo el redoble de la fanfarria. El
recogiendo en una máquina de escribir. redoble para en seco y Alicia y Marcos,
Pero Aldo no consigue centrar sus ideas, en su salto, se pierden en el espacio. Aldo
ni sus experiencias, ni sus sensaciones, en rechaza las últimas indicaciones y señas
su intento de organizar «lo que ustedes de Fritz. Bumer y Fritz se retiran. Aldo,
dicen», contra la opinión de Fritz, que solo, se dirige al público desdel centro del
le insiste en que lo importante es «lo que escenario y les informa que él se dispone
usted piensa». Con todo, Aldo empieza a a regresar a esa «oscura región de donde
enumerar los hechos de las confusas ex- vengo», y que aquí donde estuvo, es decir,
periencias vividas, el enamoramiento de en este lugar que se representó en el esce-
Alicia, la boda con Alicia, las discusiones nario, deja apenas un evanescente círculo
interminables con ella, los pleitos hoga- de luz, como debe ser. Aunque ellos, Bu-
reños, y el trabajo, siempre el trabajo. Lo mer, Fritz y los que ellos representan, no
que va diciendo Aldo no se ajusta tampo- quieran reconocer estas palabras —que
co demasiado con lo que hemos visto en sintetizan el pensamiento de Aldo—, ni
la historia de esta representación. Aldo, tampoco lo quiere reconocer Alicia, ni
desesperado, prescinde de cualquier otro tampoco posiblemente el público si es
enfoque mental que no sean los hechos y sincero. Y por eso, quizás por no querer

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reconocer los hechos en los que se afir- cuyos caracteres y significación vamos
ma Aldo, ni las palabras que pronuncia descubriendo a lo largo de la obra, son
un Aldo lúcido, se encuentren con Alicia Amalia la madre, Pedro el militar, Octa-
Maravilla, aquella que con su hijo Marcos vio el escritor y Devoto el religioso. Ama-
traspasaron «su línea de tormento», a la lia, la madre, toma el papel de una madre
vuelta de la esquina o en cualquier rin- destructora, en su relación con los hijos,
cón del escenario o a sus juegos de adi- vive en los sueños, en el deseo de lograr
vinación y futuro, de encarnación y de una paz y un silencio que nunca se consi-
muerte. Y Aldo, tras decir estas palabras, guen, y mantiene la ambición de procrear
coge su maleta y se pierde en el fondo del un genio dotado con los atributos de un
escenario. Salomón ario. Amalia, la madre, puede
Esta obra lleva el sello de Bertolt Brecht entenderse como la madre patria, lugar
en los carteles que anuncian cada cuadro, visceral de origen y nacimiento. Pedro, el
y muestra el característico símbolo realis- militar, hace de vigía, lanzando de vez en
ta en la representación de los personajes, cuando el grito de «¡Tierra a la vista!», no
a la vez que recurre también a las situa- tanto porque vea ninguna tierra sino para
ciones carnavalescas para determinar la entrenarse llegado el momento y mante-
sinrazón de muchos de nuestros compor- ner su voz en alto, a fin de que todos le
tamientos y normas habituales en la con- oigan cuando llegue la situación real del
ducta social aceptada. Con estas técnicas, descubrimiento. Octavio, el escritor, no
esta brillante y atractiva obra teatral se es especialmente valorado por su madre,
emparenta además con las representacio- que le echa en cara lo gratuito de su es-
nes del absurdo y la desolación humana critura por su aislamiento del entorno y
que nos plantea Samuel Beckett. Con su excesivo centrarse en sí mismo: «O sea,
destreza maneja hábilmente los recursos que no escribes lo que te ocurre en el día
más innovadores del teatro para ponerlos sino lo que se te ocurre en el día». Devo-
al servicio de la imagen de una sociedad to, el religioso, va con sotana y se dedica a
inquieta y en conflicto vivo en su búsque- la pesca para lograr la subsistencia de los
da de nuevas formas tanto de entender el que van en esa balsa, los cuales parecen
ser humano como de organizarse hacia la haber perdido su rumbo por completo.
construcción de una sociedad futura vital Las pescas de Devoto, el fraile, determi-
y creadora. nan los episodios en el navegar de estos
náufragos. A las pescas de Devoto se aña-
Cenizas sobre el mar, de José Assad den una serie de escenas que rompen la
(1989) monotonía de estos viajeros esperanzados,
Cenizas sobre el mar se estructura como aunque del todo aturdidos respecto a su
una alegoría en la que a su vez intervie- posición y su capacidad de lograr su obje-
nen otras alegorías y otros símbolos. La tivo de llegar a Occidente, a la Civilización
escena se inicia con la visión de cuatro Occidental. En el desarrollo de las reaccio-
personajes en una balsa que, según to- nes que se producen con los episodios de
dos sus comentarios, se dirigen hacia la las pescas y con las escenas sorprendentes,
Civilización Occidental. Los personajes, o no, que van surgiendo, la índole y ca-

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rácter de estos viajeros se va revelando y, viene a guiarles. Pero, para sorpresa de


con la revelació, la significación alegórica y todos, la Aparición no sabe latín y con-
simbólica de cada uno de ellos. fiesa, respecto a su naturaleza, que tien-
En la primera pesca Devoto extrae un de a ser divina pero se inclina a no serlo.
libro cuyo título es «El potencial pesquero De todos modos, la Aparición no puede
en el Mar Caribe, publicado por el Insti- guiarles hacia Occidente, porque la mis-
tuto Oceanográfico de los EEUU en co- ma Aparición está perdida, y queda muy
laboración con la NASA y gracias a la in- sorprendida ante el empeño soñador y
formación facilitada por la CIA». Octavio obstinado de los navegantes de seguir la
ve en el libro la acumulación informativa ruta de la Civilización y regresar al vie-
que puede ser de utilidad; Amalia lo que jo mundo. Finalmente, la Aparición se
quiere es comer ya y dejar de dar vueltas confiesa un enviado del Papa con la mi-
sobre las técnicas de pesca; Devoto ad- sión de dar aliento a todos los creyentes
vierte que el hambre no se soluciona con del mundo para que afirmen su fe en los
tecnología ni con ganancias sino con fe. dogmas. Pero la Aparición debe seguir su
A estas manifestaciones sigue un diá- ruta de mensajero y no puede hacer nada
logo en el que Octavio defiende que sin por los náufragos, por más que estos pro-
la ambición del sueño de un loco no hay testen, Octavio denigrando la habitual
logro humano, Pedro se declara el centi- retahíla de los mensajes papales, Pedro
nela de esta ambición, y Devoto insiste en reclamando su derecho a ser atendido
el peso de la fe ante toda prueba, mientras como descendiente de los conquistadores
que Amalia muestra su escepticismo ante que hicieron vencer el Evangelio sobre el
la decisión adoptada de emprender el via- paganismo, y Devoto cayendo en la duda
je, pero a la vez declara su resolución de sobre la veracidad del mensajero. Ama-
no volver jamás a su punto de partida, de lia, finalmente, lo maldice, con lo cual
no regresar jamás. Las exclamación enar- se desencadena un temporal y la balsa se
decida de Pedro que apela a «la sangre zarandea con violencia. De pronto, calma
guerrera de nuestros ancestros» termina súbita.
en el sarcasmo: «¡Patria libre, vencer o Todos yacen como dormidos sobre la
París!». balsa y van despertando. La Aparición se
Viene ahora la escena del aparecido so- les representa ahora como un sueño, un
bre las aguas ¿Quién no piensa en el Evan- mal sueño. Pero constatan que en ellos
gelio? Pero este aparecido es andrógino: continúa su capacidad de soñar, lo que
en una mano sostiene una lámpara de estiman sobremanera. Pedro, en su afán
petróleo y en la otra una brújula. Amalia de dejar atrás el mundo de donde vienen,
considera la Aparición, por su visión ex- describe la calma del mar como un buen
terior, como una escultura griega seme- augurio «que nos anuncia que está próxi-
jante al Dios Océano que viene a liberar a mo el día en que atravesaremos el círculo
Prometeo Encadenado. Para Octavio será vicioso del trópico, para adentrarnos en
la Razón, para Devoto la imagen de un los confines ordenados del gran rectángu-
ángel a la manera de Miguel Ángel, y para lo de la civilización». Pero para Octavio,
Pedro la viva imagen de Occidente, que desconfiado y petulante, la calma marina

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es parecida a la tranquilidad amenazante ario, que pertenece a la tripulación de un


de la resignación del vulgo. Pedro, domi- submarino extraviado, es el príncipe azul
nado por una flojera sentimental de imá- de Amalia. Von Muller cree que todavía
genes familiares, se echa a llorar en el re- no ha terminado la guerra y espera que
gazo de Amalia y recuerda que ese día es algún día su pueblo venza, porque a parte
el de su cumpleaños, porque eso le sucede de ser un puebo invencible está destina-
siempre en esa fecha. En ese momento, do a grandes cosas y para obtenerlas no
Devoto pesca un pequeño cofre. reparará en escrúpulos. Amalia desea ve-
El cofre viene con un enorme candado hemente unirse con él para concebir un
que abre una llave del llavero que Devo- hijo tan victorioso y bello como Von Mu-
to tiene consigo. Abierto el cofre suena la ller. Ante el requerimiento de concebir
tonada de «Cumpleaños feliz» y de den- en Amalia, no sólo Von Muller se resiste
tro saca una tarta diminuta que reparte porque está de servicio y la guerra para
entre todos. Pedro, dada la ocasión, se él no ha concluido, sino que tanto Ama-
lanza a un grandilocuente discurso en lia como Von Muller retroceden ante la
el que recuerda a sus antepasados, los perspectiva de un hijo mestizo. Sin em-
servicios que estos rindieron a la patria bargo Von Muller se despide de Amalia
luchando por su libertad y la ingratitud con la firme promesa de amor y la reso-
con que los ha retribuido el pueblo. Lo lución de conseguir un hijo totalmente
cual justifica su actual liberación de la puro, sin mestizaje alguno. Y se sumerge
mencionada horda inconsecuente, es de nuevo en el mar.
decir, su decisión de viajar con rumbo a Una vez desaparecido Von Muller los
Occidente y alejarse de su país y su socie- demás despiertan y a las palabras de Pe-
dad. Su discurso termina con el grito de dro, «¡Tierra a la vista!», se reinicia ese
«¡Tierra a la vista!», lo que desencadena dialogo entre los náufragos que ahora se
que se repitan las mismas palabras entre repite por tercera vez. Es un círculo vicio-
los náufragos que se oyeron al principio. so del que no pueden salir. Una bandada
Situación que se volverá repetir más ade- de gaviotas los interrumpe y deja caer un
lante, como si se tratara de una sujeción periódico. Reparten el periódico, una vez
a modos de convivencia de la que fueran calmados tras la avalancha inicial por dis-
incapaces de salir. Y cuando las palabras frutarlo, y lo que leen en él repite, según
que siguen expresan la duda de si están comentan ellos, las consabidas mentiras
vivos o muertos, como ya hicieron ante- y banalidades al uso que ya conocen. A
riormente, Pedro desenfunda su pistola tal basura cada náufrago responde con
y los mata a todos acabando al final por su crítica según su particular carácter, y
matarse a sí mismo. Octavio lo tira al mar diciendo: «¡Viva la
Mientras yacen inertes sobre la balsa, prensa libre, pero que dios me libere de
surge del mar un hombre rana que ex- creerle una sola palabra!». Una vez arro-
plora la balsa con su linterna. Volcado el jado el periódico al mar, Octavio examina
haz sobre Amalia, la besa con ternura, y un mapa viejo y comprueba que se han
ella abre los ojos y lo mira. Es Von Mu- desviado del meridiano correspondiente,
ller, un soldado, por todos los indicios su solución es persistir en el error hasta

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volver al punto exacto donde están. La Dios por dudar de su amor, pero Octavio
imagen de un círculo vicioso e inevitable le responde que es un eclipse de sol pro-
reitera el esquema mental que domina a nosticado en su carta de navegación. Ante
estos náufragos. el terror de Devoto, que busca la protec-
La obsesión de maternidad de Amalia ción de Octavio y le pregunta por las cau-
se vuelca en un ovillo de lanas y agujas de sas de tanta oscuridad, Octavio traslada
punto, mientras dice que está esperando con su respuesta el plano de significación
un hijo. A la pregunta de quién es el hijo, del fenómeno atmosférico, su oscuridad,
Amalia mediante indirectas hace culpable a la oscuridad social e histórica que todos
de la paternidad a cada uno de sus hijos. ellos padecen. Tanto el ciclón, como el
Las fantasías de Amalia sobre el carácter eclipse, como las agresiones y violencias
casi sagrado del hijo que ha de concebir entre ellos se deben para Octavio a que
disuaden a Pedro, a Octavio y a Devoto son incomprendidos, «¡exilados de una
de la sospecha que cada uno podría abri- patria que nunca estuvo a nuestra altu-
gar sobre la paternidad del otro. Devoto, ra!». El significado sociológico de toda la
dadas las excepcionales características representación va develándose matizada-
que del hijo esperado supone su madre, mente en la progresión de los hechos y las
dice con tono irónico que parece éste hijo circunstancias que viven estos náufragos
de Dios. Megalomanía de la maternidad fugitivos hacia Occidente en su balsa.
de Amalia, madre total, que se manifiesta Una vez más, al lanzar Pedro el grito de
bajo varias máscaras. «¡Tierra a la vista!» por cuarta vez se des-
Pedro, que sigue su atento oteo del ho- encadena el mismo intercambio de pala-
rizonte, informa que divisa una balsa a bras que ya se oyó al inicio. La conciencia
lo lejos. Resulta ser esta balsa una réplica de círculo obsesivo, círculo sin salida, cír-
de la suya y ellos también sus tripulantes culo neurótico vuelve a mostrar su pre-
como en espejo, pero en condiciones por sencia en el esquema mental que domina
completo distintas. En esa balsa oteada, a los náufragos. Pero tras éste ya conocido
dice Pedro, se ve a Amalia que pende intercambio de palabras, esta vez la voz
ahorcada de la cofia. Amalia que no se lo de Pedro no es un mero ensayo sino la
cree pide el catalejo, y sí se ve allí ahorca- constatación de una realidad, a lo lejos se
da pero no muerta del todo. Y mirando divisa algo así como un náufrago, peque-
Amalia dice que ve a Octavio empujan- ño, cabezón, que flota en una arquilla de
do a Pedro al mar donde lo devoran los juncos o una cesta. Inmediatamente lo de
tiburones. Octavio arrebata el catalejo de cesta de juncos flotante trae a la memoria
manos de Amalia y ve a Devoto abusando el caso de Moisés y con Moisés la guía de
del cadáver de Amalia. Con todas estas vi- su pueblo a la Tierra Prometida. Y como
siones calumniadoras se desata una triful- siempre, cada uno aporta su caracterís-
ca feroz entre ellos, que sólo es silenciada tica opinión: Amalia se alegra porque su
por la furia ensordecedora de un ciclón hijo tendrá compañero con quien jugar,
que los sume en las tinieblas. En la oscu- Devoto ve al mismísimo Moisés que ha
ridad se oye la voz de Devoto convenci- venido para conducirlos a la Tierra Pro-
do de que esa oscuridad es un castigo de metida, Pedro se alegra de ser guiado a su

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destino por tan ilustre personaje, y Octa- histriónicos y melodramáticos clamando


vio se desespera ante el largo espacio de que Dios le envíe un castigo. Pero, ante
tiempo que debe esperar para que Moi- la decisión de Lope de Aguirre de conde-
sés, un niño ahora, los conduzca adulto narlo a muerte y echarle en cara el no ha-
hasta la Tierra Prometida. ber cambiado en quinientos años, Devoto
De la cesta, que con gran forcejeo con- decide absolverse de toda culpa. Lope de
sigue izar Devoto, al levantar la tapa apa- Aguirre, práctico siempre y expeditivo,
rece una jaula de pájaros cubierta con tela pide el salchichón y el vino que encontra-
purpurina, y al retirarla aparece la cabeza ron al cura. Amalia, en una extraña mani-
putrefacta de un conquistador. Ante se- festación de finura que se contradice con
mejante visión un rifirrafe entre ellos les sus autoritarios esquemas, pasa por todo
lleva a recapacitar y concluir que lo más menos por los modales groseros de Lope
importante es mantener el espíritu de de Aguirre. Lope de Aguirre no está para
convivencia entre ellos y arrojar al mar melindres y ordena a los náufragos poner
aquel repugnante despojo. Sólo que la ca- rumbo de inmediato al país de Machi-
beza, al tratar cada uno de ellos de asirla faro, reino de las Amazonas, después de
no se deja, o muerde, o hace amago de apodarlos «míseros vasallos de su propia
morder, o hace un gesto obsceno. Pedro tiranía». Todos resueltamente se niegan a
está decidido a descerrajarle un tiro, pero regresar, todos tienen su mente puesta en
la cabeza gira, abre los ojos y se queda Occidente, menos Devoto que ve en ello
mirando desafiante. Al amago de hablar la herramienta de su penitencia. Lope
que hace la cabeza, Diego reniega de ella de Aguirre, rebelde sustancial, abomina
como si fuera la del mismo Satanás por- contra estos náufragos que desprecian la
que podría hacer flaquear su fe. La cabeza libertad y quieren someterse al yugo del
lanza entonces un grito de ira y todos se poder, y los condena a muerte. Tal es su
disponen a escucharla. La cabeza declara maldición que se desencadena una bo-
que no es otra que la del infame Lope de rrasca poniendo en peligro sus vidas. Pero
Aguirre, quien haciendo honor a su fama Amalia siente en estos trágicos y decisivos
lo primero que emprende es desdecir al momentos los dolores del parto. Todo lo
cura, Devoto, y maldecir contra él y to- bruto que es Lope de Aguirre no le im-
dos los de su estirpe. La cabeza de Lope pide mostrarse puntualmente caballero-
de Aguirre tiene hambre y pide de comer. so, y ordena que atiendan a Amalia en el
Octavio le responde que en su viaje se ex- trance, que luego, dice, una vez parida,
traviaron y han agotado las provisiones. no dejará de ahorcarlos al completo sin
Pero Lope de Aguirre denuncia a Devoto, misericordia. Octavio hace de comadro-
porque tiene comida escondida bajo su na y Pedro y Devoto le asisten. Tras peno-
sotana y en su equipaje. Devoto se resis- sos esfuerzos lo que pare es un ratoncillo
te pero finalmente se ve obligado a ceder blanco. Todos están aterrados, Amalia
ante Octavio, y bajo su sotana se descubre da un grito ensordecedor, mientras que
una verdadera despensa de provisiones y Lope de Aguirre lanza hacia el recién pa-
en su equipaje encuentran una botella rido un elogioso panegírico, que termina
de vino. Devoto pide perdón con gestos con las palabras: «Será un varón formida-

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ble, modelo de cultura y educación. De su Out Side, ¿Okey? Divertimento para


cuerpo se dirá que tiene la fortaleza de un sordos y esquizoides, creación colectiva,
león, y de su intelecto, que es un templo texto final de Fernando Ospina S. (1989-
de sabiduría». 1992)
La escena se oscurece lentamente, para Se plantea esta obra el sistema de carteles
después irse iluminando poco a poco y que van anunciando las diversas secuen-
descubriendo entre nieblas la balsa. So- cias de que se compone el conjunto. Aquí
bre la balsa se ven ahora los esqueletos de pesa especialmente la acción de los perso-
los personajes en la misma posición que najes, el espectáculo de sus movimientos
antes estuvieron, cubiertos por los jirones y su mimo. De las trece secuencias o actos
de sus vestiduras, y mostrando los dientes que presentan la obra, cuatro carecen por
en un gesto a modo de sonrisa porque las completo de diálogo, cuatro son monólo-
aves marinas les devoraron los labios. go, y los cinco restantes habla más de un
Así concluye esta alegoría de una socie- personaje si bien no siempre en diálogo.
dad envuelta en una maraña de contra- Por otra parte, el factor de la música es
dicciones: contradicción en las creencias, muy importante, en el mismo escenario
contradicción en sus proyectos cultu- aparece un conjunto de instrumentos que
rales, contradicciones y conflictos en su son tocados con diversos ritmos y piezas
propia memoria histórica. La represen- según las escenas: «Jesucristo Super Es-
tación de una sociedad movida por lí- trella», «Mapalé de Jesucristo», «Bolero»
neas muy definidas de mentalidad, que de Ravel, «Ave María» de Gounod, «Hap­
emergen una y otra vez, son señales de- py Birthday», «Ojos Negros», «Summer-
terminantes para una diagnosis práctica time», pasodobles o «En este mundo tan
en su función reveladora ante el público. singular». Entendemos pues, que la obra
Los símbolos, que lleva la balsa en deriva se apoya en el espectáculo, el mimo y la
hacia Occidente, van revelando en los tri- música, reforzados por los carteles en
pulantes sus profundas convicciones, de la línea de Bertolt Brecht para cada se-
cuyo valor y sentido de realidad da idea el cuencia, de manera que la memoria del
parto del ratoncillo. Situaciones surrea- espectador se mantenga atenta a la iden-
listas contribuyen a reforzar los símbolos tificación de los personajes, cuyas carac-
y aludir a esquemas mentales, que no son terísticas y significación fueron dados en
fácilmente aceptados por quienes los vi- el primer cuadro.
ven. Escenas grotescas y carnavalescas tie- La comprensión de la obra radica en el
nen la función de introducir en el público símbolo que acarrea cada personaje y en
aquellas imágenes mentales más resisten- su mimo junto a la música que refuerza la
tes a su conciencia, para indirectamente identificación de sus características.
por su comicidad producir un atisbo de La primera secuencia titulada los per-
iluminación. sonajes identifica todos los carácteres de
los actores que van a entrar en la repre-
sentación de la obra. Por ejemplo, que el
Forastero tenga «la apariencia de un dic-
tador a la manera de Hitler» da idea de

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lo importante que es para el espectador payaso. Entra en escena vistiendo la ga-


retener bien la identidad de cada uno de bardina, pero se la quita, se la da a un es-
los personajes que van a intervenir en la pectador y se queda en el traje de árbitro.
representación. Da órdenes para que cada uno de los pre-
La segunda secuencia se titula el prin- sentes tome su instrumento en la orques-
cipio, donde vemos que el Iniciado, que ta. Nando Baca­nno con su saxo desafinó
nos ha sido presentado como híbrido de y el Forastero en una jerga incomprensi-
militar, travestido y místico, hace de or- ble le reconviene, pero Nando no le hace
denador de escena. El Iniciado enciende caso y el Forastero saca la tarjeta roja.
las luces de una lámpara que bajó del te- Ante los hechos, todos protestan, gritan
cho, y dispone un escenario donde hay, y se le vienen encima al Forastero. Éste,
en un espacio con cortina corredera que sintiéndose acorralado, saca una pistola
hace desaparecer cuando conviene, un y dispara al aire. Todos huyen, pero Nan-
conjunto de instrumentos musicales. do cae al suelo y el Forastero dando ala-
Aparece la Dama de Negro desafiante ridos le apunta con el arma. Surge como
y amenazando con un puñal, mientras mediador el Iniciado que logra calmar al
baila al ritmo del tema «Los Cazafantas- Forastero y da a Nando otro instrumen-
mas», y es atendida por el Iniciado. Entra to musical. La orquesta bajo la dirección
la Novia que ha sido caracterizada como del Forastero interpreta «Jesucristo Sú-
una mujer desquiciada y que va vestida per Estrella», música que se transforma
de novia, rueda siempre en patines espe- en «Mapalé de Jesucristo» a un grito de
rando a su prometido, hasta que aparece la Dama de Negro. La Novia deja su ins-
el Forastero que la transforma radical- trumento musical y sale a bailar. La sigue
mente. Entra en escena Nando Bacanno, el Forastero pero la hace caer. Los baila-
caracterizado como corroncho, opor- rines retoman sus lugares en la orquesta
tunista y peleador, que con su grabado- hasta que acaba el «Mapalé de Jesucris-
ra espera la retransmisión del partido. to». Todos quedan inmovilizados como
Nando Bacanno se dirige hacia la Novia estatuas vivientes, menos el Iniciado, que
y luego hacia la Dama de Negro, mueve corre la cortina del hueco donde están
el dial de su grabadora hasta encontrar los instrumentos haciéndolos desapare-
la retransmisión de los preliminares del cer de la escena.
partido Colombia-Brasil. De pronto, El siguiente cuadro se titula la invo-
suena un pitido y todos dirigen su aten- cación. Aquí la Dama de Negro toma el
ción hacia la puerta, por donde entra el papel de Lady Macbeth, que se ve asaltada
Forastero. El Forastero quedó caracteri- por tres brujas. Las tres brujas anuncian
zado como un personaje en busca de un a Lady Macbeth las predicciones que en
partido que debe arbitrar y por lo tanto la obra de Shakespeare dicen a Macbeth.
va vestido de árbitro, pero también uti- Lady Macbeth declama su exordio a favor
liza otro vestuario de gabardina, con el de un duro e inmisericorde corazón que
que da la apariencia de un dictador a la le permita hacer realidad los pronósticos
manera de Hitler con su bigotito y pei- de las brujas. La escena desaparece entre
nado característico aunque con nariz de las risas y chillidos de las brujas.

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Siguela escena de la cita. La Novia, ofrecer la compra de barritas de incien-


bajo una tonada infantil de caja de músi- so, cuyo importe destinará a completar
ca, aparece rodando con sus patines hacia sus estudios, y la recomendación de un
atrás como empujada. Con aspecto ato- insuperable restaurante vegetariano. Su
londrado declama un parlamento a favor esquema mental se basa en Krishna: «Al
del ritual tradicional de una boda, azuce- contemplar los objetos, el hombre desa-
nas, altares, canciones, para bruscamen- rrolla apego por ellos. Del apego nace la
te cambiar su romántico parlamento en lujuria, de la lujuria la ira, de la ira la con-
uno brusco y sincopado donde rechaza a fusión de la memoria. Cuando la memo-
un imaginario pretendiente, lo busca, lo ria se confunde se pierde la inteligencia y
rechaza de nuevo, hasta reconocer que cuando se pierde la inteligencia el hom-
no sabe a quien está de verdad buscando. bre está destruido». Los lemas religiosos
La Novia acaba pidiendo el socorro de su o espirituales, tan estimados por el poder
madre, porque el que esperaba no llegó. como medio de someter a los débiles,
la serenata es el siguiente cuadro, donde indefensos, perezosos mentales y como-
la Novia sube a un columpio, que ha des- dones, repiten, sea cual sea la creencia,
cendido a la escena, ayudada por el Foras- sus falacias mentales de negación y sus
tero. El Forastero la impulsa suavemente. embelecos represivos. La caracterización
Los Ayudas Militares del Forastero, acom- del Iniciado resigue a su personaje mar-
pañados por el Iniciado, cantan con una cando rasgos que no por conocidos son
variación del «Bolero» de Ravel tocando más recordados, y sin dejar al descuido su
claves y maracas. Terminada la música y atuendo militar.
solos la Novia y el Forastero, éste la va a Creencias compiten con creencias con
tomar del brazo pero ella huye espantada. mayor ferocidad que si se tratara de po-
Bajo el título de la proclama aparece el sesiones materiales. Nos lo demuestra el
Iniciado que recibe con los brazos abier- duelo, cuadro nuevo donde aparece otro
tos a dos mujeres con vestidos orientales. de los personajes que fueron presentados
Las mujeres le ayudan a despojarse de la al principio, el Monje del Fin del Mundo
chaqueta militar, besan sus pies, e inician, caracterizado como opositor ideológico
tocando los cándalos, los cantos del «Hare de Krishna. El Monje del Fin del Mundo
Hare, Hare Krishna», desde sentirse sólo viste túnica sobre la que trae un peto, por
un murmullo hasta llegar al festín de los delante el letrero «Yo soy Noé», y por de-
creyentes y el baile del paroxismo. Termi- trás otro «Final, final. No va más», trae
nado el rito las mujeres le dejan los estan- en la mano una Biblia y comienza a gritar
dartes y los atributos, le besan los pies y arengas apocalípticas. Las cuales son res-
lo dejan solo. Ahora el Iniciado hace una pondidas por otras arengas relacionadas
exaltación del camino de la felicidad a con los Estudios Bédicos en las que niega
través de los Estudios Bédicos, renegando la importancia del yo y exige la conten-
de todas las prácticas no espirituales entre ción de la sexualidad. El intercambio ter-
las que se encuentra el fútbol, el sexo en mina con el grito, por parte del Monje del
tanto que placer y otros temas atados a Fin del Mundo, de «No a los falsos profe-
estos esquemas. En su arenga no olvida tas. Vade retro Satanás».

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De el duelo a la corrida, donde al son fuego y se van el Monje del Fin del Mundo
de «Los Cazafantasmas» aparece la Dama y el Iniciado, aparece la Novia con gran-
de Negro vestida como anunciadora de des mostachos, y vestida con una túnica
los asaltos en el boxeo, con un cartel en lo que representa al Papa. Sale, también, la
alto donde pone «Cuernos». Así ataviada, Dama de Negro en salto de cama y go-
la Dama de Negro incita en su pelea a los rro de dormir. Asistimos a un desayuno
dos fanáticos, el Iniciado y el Monje del cualquiera de un matrimonio cualquiera,
Fin del Mundo. Sus movimientos se van donde el Papa se muestra muy exigente y
transformando en baile y todos ellos van la mujer le reconviene con alusiones a su
desplazándose hacia la orquesta. En la descuido de los hijos y sus trabajitos noc-
orquesta cada uno toma un instrumento turnos que le traen demasiado ocupado.
e interpretan un mosaico de pasodobles. La Dama de Negro le sugiere montar un
Mientras, entran en la escena un Tore- negocio, pero el Papa reacciona despre-
ro-Clown y un Toro vestido de malla, ciativamente ante ese tipo de actividades
los cuales representan una corrida bufa. comerciales tan ordinarias. Viene a la
Hasta que el Toro se aburre y va por un memoria, cómo no, el desprecio por el
balón para jugar a fútbol. El Torero aga- trabajo en la cultura española. Por la voz
rra unas banderillas y cuando va a realizar de un Narrador, que es el Iniciado sali-
la suerte, entre Torero y Toro se reparten do a escena, sabemos que el Papa sintió
las banderillas que resultan ser palillos. de pronto un impulso animal en sí que
recreo se nombra el acto que sigue a le hizo levantarse de la mesa para ir a su
la escena anterior, donde Toro y Torero reclamo. La mujer le recuerda que tiene
se están comiendo unos palillos. El Ini- el pectoral y la tiara limpios, y que no se
ciado y el Monje del Fin del Mundo in- deje el báculo. Rápida despedida por par-
terrumpen la representación, les quitan te del Papa para no perder el autobús que
los palillos, echan al Torero y al Toro, y pasa por Castelgandolfo.
mientras se comen los palillos van ha- La representación sigue con el cua-
blando de cosas cotidianas y de su trabajo dro la conquista, donde con los actores
en los tablados. El Iniciado se acaba su presentes y al ritmo de «Jesucristo Súper
palillo pero el Monje reclama del público Estrella» vemos que la Novia y la Dama
que coma lo que sobra del suyo. Tanto el de Negro dan sus vestuarios al Iniciado,
Iniciado como el Monje del Fin del Mun- que se los lleva. La Novia queda sola en
do se colocan unos cascos para seguir la el escenario. Por una ventana con restos
retrasmisión del partido de fútbol por la de vidrios de colores, que quedó caracte-
grabadora de Nando. rizada en el decorado como una abertura
En el desayuno, los dos místicos, el por la que hubieran podido aparecer es-
Iniciado y el Monje del Fin del Mundo, tos personajes o por donde se puede esca-
que siguen dominando el escenario, se par al limbo, irrumpe ahora el Forastero
ven envueltos por una luz azul y sobre rompiendo los vidrios. Luego aparecen el
sus cabezas aparecen lenguas de fuego, al Iniciado haciendo el chismoso, lo mismo
tiempo que interpretan el «Ave María» de que la Dama de Negro y el Nando Ba-
Gounod. Cuando se apagan las lenguas de canno. El Forastero tira el balón al suelo

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y ordena con maneras muy militares que pero el pueblo soltó la carcajada por que
alguien del público lo recoja y se lo dé. en el ataúd había sólo piedras. La supues-
Aparece la Novia y el Forastero va tras ta muerta se había fugado con un camio-
ella, ayudado por el Nando Bacanno, el nero que recorría el páramo.
Iniciado y la Dama de Negro que le traen la rabia se inicia con la Dama de Ne-
champaña y un pastel de cumpleaños. gro, la Novia y el Iniciado interpretando
Como el Forastero va dando indicaciones en la orquesta «En este mundo tan sin-
en una jerigonza que nadie entiende se gular», con ritmo de fandango. Nando
enfurece, agrede al Nando con el pastel y Bacanno aparece con la grabadora a todo
se lleva a la fuerza a la Novia. De nuevo el volumen en la retransmisión del partido
Forastero saca una pistola y dispara. To- Colombia-Brasil, ante las protestas de la
dos huyen menos el Nando que se cayó orquesta. En el momento en que retrans-
y ahora trata de calmar al Forastero invi- miten un penalti a favor de Colombia to-
tándolo a bailar. Los personajes regresan dos se tensan a la espera. Falla el penalti
para tocar «Ojos Negros» que de vals se va y hay frustración general. Suena un pito
convirtiendo en marcha militar a partir y entra el Forastero que es recibido con
de la cual el Forastero enseña a la Novia cariño por la Novia, pero el Forastero la
a marchar al paso de ganso. Las implica- aparta sin prestarle demasiada atención.
ciones nazis vuelven a aparecer como un El Forastero, siempre con un pito de ár-
simbolismo recurrente vinculado al tema bitro, requiere a Nando Bacanno y parece
militar —dato éste muy interesante que que el Forastero va a atacarlo, pero Nan-
se ha podido observar que surge en varias do sólo recibe una andanada de palabras
de las piezas que hasta aquí he comenta- incomprensibles que terminan con: «Out
do. Solos el Nando Bacanno, el Iniciado y side, ¿Okey?». Nando sigue en la suya. Y
la Dama de Negro aprovechan los restos el Iniciado es reclamado por la orquesta.
de la fiesta, pero Nando Bacanno y el Ini- En el último cuadro, el final, el Foras-
ciado desplazan y marginan a la Dama de tero llama a un espectador, le da la ga-
Negro para finalmente ordenarle, como bardina y le hace saludar militarmente.
si fuera una criada, que se lleve la botella Pide el pito de árbitro al Iniciado y da el
y los vasos. Forastero señal de acabar el partido. Se
En el secreto aparece la Novia de mu- inicia una samba y bailan el Forastero, la
jer fatal. Nando la rodea y juguetea con Dama de Negro y la Novia, mientras un
ella hasta que Nando Bacanno se inicia coro interrumpe de vez en cuando con
con un relato acerca de la hipocresía de voces de: «Colombia tierra querida, him-
la clase social dominante. Habla de un no de fe y alegría». El Iniciado reordena el
entierro de la familia más rica del pue- escenario, baja la lámpara del techo para
blo cuyos parientes acudieron en pleno, apagarla, pero antes de lograrlo se hace la
pompa con sones de marcha y tres sacer- oscuridad.
dotes. El cortejo fúnebre pasaba mientras Símbolos de frustración, entrega, agre-
el pueblo se reía y se burlaba. Se hizo el sividad para mantener el orden, función
entierro con gran emoción de duelo por de los espiritualistas y rebelión confor-
parte de la hermana menor de la difunta, man un cuadro que refleja la vida política

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y cotidiana de Colombia en una signifi- De la imagen de la mujer paciente e


cación compleja, pero reveladora de las inerte que cose los calcetines del marido,
fuerzas que intervienen en su sociedad. pasamos, por el efecto de la actividad que
implica el elegir una película buena que
Función nocturna (pieza en un acto), de ver en el cine, a descubrir a una mujer
Carlos José Reyes (1991) coqueta que recobra toda su vivacidad
La obra que presentamos bajo este título cuando el marido juega a semejar un Bo-
manifiesta el contraste entre la normali- gart. Y esa mujer que cosía en silencio,
dad y la amenaza, y cómo esta amenaza ahora se maquilla y cuida su peinado, e
pesa sobre los personajes y transforma la imagina un nuevo reto de conquista hacia
normalidad. Y entiendo por normalidad un imaginario actor de cine encarnado
la plena capacidad para vivir de los per- en su marido. Fue ella quien estimuló al
sonajes, que se desenvuelvan libremen- marido a dejar la ausencia en el silencio,
te, que sean capaces de oír y escuchar el bajo el pretexto de lectura, sumergido en
rumor de la vitalidad en sí mismos, y de cualquier artículo que pudiera ofrecerle el
realizarla interviniendo en los hechos, periódico. Fue ella quien reclamó al prin-
transformándolos y logrando imprimir cipio la presencia de su marido. Y sin em-
en estos hechos el sello de la creatividad bargo, va a quedar bien marcado desde el
de que cada ser humano está dotado. inicio que ella es quien frenará todas las
La escena se abre sobre una sala de es- iniciativas que el marido está dispuesto a
tar-comedor de una vivienda media don- reactivar en la propia naturaleza animosa
de un matrimonio ya maduro, en torno de sí mismo.
a una edad próxima a los cincuenta años, El marido, aguijado por su mujer, des-
pasa la tarde del domingo en un estado pierta de su inmersión lectora. El marido
poco menos que de exasperación por propone ir a un restaurante, y la mujer
aburrimiento y falta de comunicación. corta la posibilidad con el remate «es muy
Al principio creemos que son dos tipos caro». El hombre abre de nuevo la posi-
mediocres y sin imaginación, pero a me- bilidad con la expresión «pero por una
dida que se va mostrando la manera de vez». El refugio estático de la mujer es la
ser de uno y otro inmediatamente cap- nostalgia, y allí se refugia tras su negati-
tamos que están llenos de una vitalidad va: «¡Hace tanto tiempo que no hacemos
contenida, un aliento imaginativo repri- tantas cosas!». Cuando ya la mujer tocó
mido. El deseo de vitalidad está latente, el resorte que dispararía el estímulo en su
como podemos oír a las pocas palabras marido, vemos que ella inicia un replie-
que intercambian, cuando se dispara la gue bajo la sospecha de que alguien ex-
posibilidad de salir para ir a un restau- traño está apostado en la esquina, alguien
rante o a ir al cine. Entre las ironías y las que ella vio al mirar por la ventana del
burlas que se pasan entre ellos observa- tercer piso donde vive el matrimonio. El
mos que esta pareja tiene la sutilidad su- recelo planea lentamente por el escenario
ficiente para estar en una situación más a medida que la representación prosigue.
vital y creativa que la que en el presente Ese personaje sospechoso visto desde la
manifiestan. ventana y que despierta en la mujer el re-

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celo, la prevención y el miedo, es un fac- cerca de ella y la toma para abrazarla, pero
tor externo. Pero se perciben los indicios ella lo esquiva, y le reconviene los modos
de que hay en la esposa una actitud nega- demasiado impulsivos. No sólo le regaña
tiva, una actitud de freno, una actitud de la mujer por ello, también le recuerda que
repliegue, que depende en gran parte de con estos prontos puede ponerse enfermo,
su manera de ser, de su manera de enfo- y añade a todo ello que le falta hacer ejer-
car la vida y la existencia. Y eso queda pa- cicio. La mujer corta en seco la vitalidad
tente en las reflexiones del marido sobre que pidió por una parte y motivó y animó
la manera de ser de su esposa. No toda por otra. Su visión negativa de un peli-
la amenaza viene del mundo exterior, se gro siempre inminente queda reforzada
manifiesta en la obra la presencia de un porque de nuevo, al mirar por la venta-
mundo interior que amordaza a la mujer na, sigue viendo a ese hombre del que ella
y la impide vivir. sospecha algún mal. En este episodio, la
En un parlamento para sí mismo el ma- mujer varias veces reincide en manifestar
rido, cuando la mujer le dice que quiere que se siente acosada por la edad y en la
ser ella misma —«yo sólo quiero ser yo preocupación de que es vieja. Aquí la ve-
misma»—, contesta estas palabras: «Men- jez es como una carcasa que inmoviliza,
tirosa… No he conocido a nadie más in- para la mujer la vejez es un estado antes
conforme consigo misma… Si tuviera la que una experiencia. Si la mujer se escu-
oportunidad yo no sé qué haría ni en qué chara a sí misma podría oír en su interior
se convertiría… Pero claro, no quiere dar todo el rebullir de las ganas de vivir, de
a conocer su mundo secreto… Adentro, las ganas de salir y disfrutar de la vida, el
muy adentro, no puedo saber lo que pien- anhelo de parecerse a sus ídolos femeni-
sa y lo que sueña… En el fondo… ¿Habrá nos y de seducir a sus ídolos masculinos.
algo terrible? ¿Violento? No lo sé… Hasta En cambio, vuelve sobre su aspecto, sus
en las personas más cercanas, siempre hay arrugas, su visión exterior, la figura que la
una zona de misterio…». De modo que la fija y le impide vivir sus impulsos vitales
expectativa amenazante que va a invadir todavía palpitantes. Si sabemos escuchar
poco a poco la escena, no sólo vendrá sus momentos más sinceros, comprende-
materializada por la amenaza procedente mos que un muro infranqueable, o enor-
del exterior, de la calle, o de quienes estén memente resistente, se levanta entre su
en la calle y lo que representen, sino por verdadero sentir y el sentir que le impone
el lastre del mundo interior que ahoga, en el medio cultural y el medio social a su
este matrimonio, la vitalidad y la energía edad y a su naturaleza.
de gozar de la existencia. Y el marido, en esta situación, como ya
Mientras la mujer se va vistiendo y pre- hemos podido entrever en su soliloquio
parando para ir al cine, el marido —por susurrado, es una víctima que se siente
medio de los recuerdos de su juventud y frenada, reprimida, obligada al inmo-
de las estrellas idolatradas del cine— va vilismo. Si esta pareja puede de algún
reconstruyendo una atmósfera de seduc- modo tener un significado simbólico, si
ción y juego a la que la mujer se une. En este matrimonio representa al común de
un momento determinado el marido está las parejas que dan vida al mundo social

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de un país, podemos comprender con la mujer se resiste a considerar este impe-


qué frustraciones les está lastrando este dimento como parte de sí misma, como
mundo social, con qué impedimentos parte de su misma estructura. De ahí in-
les impide avanzar dentro de este mundo mediatamente la protesta y ese volcar la
social y romper la horma de los valores razón en un exterior anónimo que ame-
impuestos por la educación y por quienes naza, que ahora serán los personajes que
manejan según sus intereses esta educa- ve desde la ventana en la calle, pero que
ción. Vestidos ya, dispuestos a salir de también en el interior de la mujer fue el
casa, la mujer mira de nuevo por la ven- temor al gasto excesivo, y también en su
tana y ve a dos hombres más. El marido interior el temor ante la imagen de la ve-
quiere mirar a su vez, pero la mujer se lo jez y las arrugas.
impide cuando se retira rápidamente al El hombre capta que en todo aque-
observar que desde abajo han visto como llo hay algo inexplicable y absurdo, que
ella los miraba. Ella le impide a él mirar, su mujer y él han cedido ante el miedo,
comprobar por sí mismo. Al cabo de un ahora situado en un miedo exterior. Se ha
intercambio de palabras, cuando el hom- sometido a los miedos y a las prevencio-
bre está dispuesto a mirar para asegurarse nes de su mujer, y el hombre comprende
del peligro del que le advierte la mujer, de un modo intuitivo que claudicar ahora
ella le abraza y le dice que ha visto que es- les sujetará sin remedio, y que una y otra
tán armados y que uno de ellos sacaba un vez este esquema, si cede, se va a repetir
revólver. La mujer impide que su marido sin remedio. La mujer sigue poniendo
pase por cualquier tipo de riesgo. El hom- razones inconsistentes, sigue poniendo
bre no retrocede ante su idea de salir e ir frenos: «Tendría que volver a arreglar-
al cine, está dispuesto a correr el riesgo. me las sombras otra vez… Y no sé si será
Ella le implora que no salgan, de modo mejor otro día… El domingo casi todo
que finalmente el hombre se recoge en su está cerrado… si fuera el sábado…». Si
casa y se dispone a no salir de ella. quieren salvarse en un futuro deben dar
Sin embargo, es sorprendente que la el paso hacia su deseo ahora, deben de-
decisión tomada a requerimiento de la cir sí: «Amor, siento que si no es ahora,
mujer, no signifique una aceptación por no va a ser nunca… Pasemos la raya…
parte de ella de esa acción, el hecho de ¡Hagámoslo!». El marido ha conseguido
quedarse en casa, sino que comienza a la- romper el cerco en el que su mujer se ve
mentarse de que hizo su maquillaje para atada y él con ella. El impulso vital ha ga-
nada, de que no fue culpa suya renunciar nado y a sus existencias se abre un mun-
a salir. Se diría, con sorpresa —después do de vida vivida.
de todo lo visto y oído en el escenario—, Pero el mundo exterior y sus peligros
que la mujer se vio obligada a renunciar se anuncian con un disparo, un fogonazo
a salir. Algo muy físicamente localizable ilumina el cuarto de estar-comedor. La
toma cuerpo en el interior de la mujer, violencia es más de lo que puede soportar
impidiéndole salir, impidiéndole diver- un civil, rompe al ser humano habituado
tirse, impidiéndole gozar de la vida como a la vida civilizada, la violencia rompe los
la mujer realmente quiere y siente. Pero esquemas de la vida social, cívica, creativa

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

y productiva. Ante la muerte el hombre Hay cuadros que sólo permitirán una re-
hace bien en retroceder, como siempre presentación de movimientos o de mimo,
nos lo recuerda Bertolt Brecht en sus es- otros una actuación de teatro dialogado
critos, y como lo explicita Galileo: «Des- y otros un mero recitado. Los actores o
graciado el país que necesita héroes». El grupos de actores que los representan
disparo hizo que marido y mujer se abra- pueden tomar los textos exclusivamente
zaran aterrados, y ella comenta: «Pudi- como guía de representación, con plena
mos ser nosotros…».Y renuncian a salir. libertad para desarrollar su actuación en
Con actitud de mansedumbre y gesto de la manera que les parezca más adecuada
resignación se quitan la ropa de calle y se a su universo imaginativo. Para cada cua-
quedan en pijama. Resignados y mansos dro hay un letrero que le da nombre.
seguirán sus vidas frenadas, sin ilusiones, Cada uno de estos cuadros se compone
obedientes al quehacer que los hilos del de dos pasos que se complementan obli-
poder les imponga. Ellos, Manuel y Hor- gatoriamente. Pero los cuadros son inde-
tensia, cualquier pareja de cualquier ciu- pendientes y pueden llevarse a escena en
dad, quedarán atrapados en un mundo de el orden que los actores mejor entiendan.
violencia interior y exterior que trastorna El público asistente se desplaza desde el
por completo sus vidas. Donde hay vio- primer cuadro hasta el décimo atendien-
lencia es imposible la libertad, es imposi- do al primer paso de cada uno de los
ble ejercer la libertad y vivir plenamente cuadros hasta llegar a los dos últimos, el
la existencia, el espacio de la libertad lo once y el doce, que se componen de un
ha ocupado la tiranía de la coacción y la solo paso. Al llegar al doce, el público em-
barbarie de las pistolas. Quienes manejan prende el recorrido de regreso, volviendo
la violencia, la violencia exterior y la vio- sobre el doce y el once, para encontrarse
lencia interior lo saben, y es la ficha que a partir del cuadro diez con el segundo
mueven para ganar en el juego. Fuera se paso de todos los cuadros anteriores, en
oye el sonido de una sirena. «¡Es mejor el que tiene que poner ahora su atención.
quedarse en casa!» dice el marido y ter- Cada cuadro viene acompañado por
mina la representación. unos versos o la letra de una canción, que
probablemente vaya escrita en el letrero
Galería de amor «Exposición Viva», de que anuncia el correspondiente cuadro.
Críspulo Torres B. (1994) Al final de cada cuadro aparecen unas
Pieza que se compone de doce cuadros, palabras a modo de ficha, que también
desarrollados en un texto indicativo de la es probable que se hallen escritas en el
representación, donde el texto está suje- letrero, en la que se aprecian los siguien-
to a cánones surrealistas o de asociación. tes términos y cada uno de ellos con su
Cada cuadro porta un letrero que lo iden- definición: Nombre, Técnica, Tamaño,
tifica. Puede que el texto indicativo esté Precio.
escrito bajo el letrero que da nombre al En el último párrafo de cada estación
cuadro, o puede que el texto indicativo se o cuadro, elaboro un comentario a modo
recite, o que se dé una verdadera repre- de interpretación y aproximación crítica
sentación de este texto indicativo sin más. respecto al asunto que presenta la in-

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

ventiva imaginaria de Críspulo Torres B. La erosión mental del televidente es


Dado el medio de elaboración surrealista uno de los efectos que mejor funcionan
con el que trabaja el autor, entiendo que en el sistema de vida neocapitalista y con-
las asociaciones o significaciones pueden sumista. La manipulación que la TV ope-
diversificarse, distanciarse y abarcar nue- ra en la mente del televidente se dirige a
vos campos de iluminación. sus puntos más sensibles, donde el amor
El autor subtitula esta obra como «Vía- es uno de ellos. El trabajo personal, que
crucis del amor en doce estaciones». cada individuo debe hacer sobre un tema
primera estación: aseo capital tan clave como el amor, se ofrece en TV
En el primer paso se ven dos cabezas, con todas las sugestiones acomodaticias,
una de un hombre y otra de una mujer, distorsionado a conveniencia del mani-
que se hallan en medio de un montón de pulador.
basuras. Posiblemente alguien las perdió tercera estación: «estatikus
mientras caminaba. Las cabezas están se- en kariñus»
paradas una de otra. En el segundo paso En el primer paso se ve a un obrero
las dos cabezas se han encontrado gracias de la construcción, firme, mirando con
a un último caminante que las ha junta- orgullo el futuro, en sus manos lleva he-
do. Las cabezas balbucean agradecidas su rramientas. A sus pies está abrazada una
encuentro y hacen el amor. obrera, con expresión dura y decidida.
Difícil encaje y supervivencia entre la En el segundo paso aparecen las mismas
exigencia brutal de la ciudad y una idea imágenes, pero ahora no son de carne y
humana del amor. La imagen del amor en hueso sino de piedra o de cemento.
la cultura de consumo se parece a la zana- El humanismo del comunismo se ha
horia delante del burro, para que el burro convertido en un ideal desvirtuado y
no se distraiga y haga su camino. El hom- descarnado que ha destruido toda la hu-
bre, perdido entre montones de basura, manidad que podía contener en sus prin-
se aleja cada vez más de un esquema que cipios. Se ha transformado en una ideo-
se adapte a un apropiado conocimiento logía, olvidando la compleja elasticidad
de su naturaleza humana. que es imprescindible para comprender y
segunda estación: frustración servir al ser humano.
en tv mayor cuarta estación: santa teresa de ávila
En el primer paso aparece una novia En el primer paso santa Teresa va te-
con su traje de boda reposando en el lecho jiendo con hilos que le llegan del cielo su
nupcial. La novia maneja un mando remo- propia cárcel de misticismo, y va recitan-
to de TV y va cambiando canales. El novio do en plena exaltación erótica su canto
vestido de frac, sentado e inmóvil con ca- poético: «Vivo sin vivir en mí». En el se-
beza de TV. En el segundo paso aparece la gundo paso santa Teresa surge abando-
novia desolada con un destornillador en la nada y traspuesta, ya no teje, y sus manos
mano. A su lado el esposo yace sin vida, de aparecen heridas por los dolorosos estig-
su cabeza de TV salen innumerables cables mas de la cruz de la pasión.
positivos y negativos, y en la pantalla se La religión ha confundido nuestra men-
ven señales borrosas de su corazón. te con esquemas, hoy día, insostenibles,

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

que en el pasado ayudaron a superar en el Hay alguien en algún lugar del orbe que
hombre el miedo a la existencia, pero que tiene interés en que el hombre, con su
en la actualidad sirven intencionadamen- sangre multicolor, desaparezca y quede
te para enturbiar su mente, desplazarlo y anulado. Hay alguien a quien esto le inte-
someterlo. La religión, y con la religión resa y vigila para que esto se logre ¿Cómo
el poder, han procurado trastornar uno se hacen los imperios? ¿Cómo se mantie-
de los impulsos más fuertes, el impulso nen los imperios? Sobre todo, ¿cómo se
sexual, que es el impulso de superviven- mantienen los imperios? Y por último, ¿a
cia, el impulso de la continuidad de la quién le interesa montar la vigilancia?
especie. séptima estación: la testa cascada
quinta estación: reminiscencia El primer paso muestra una cocina
de un pecado donde una criada taja lentamente toma-
En el primer paso, una pareja de ánge- tes, con rabia, con placer, cansada. A su
les suspendidos en la bóveda celeste vigi- lado hay un retrato suspendido en blanco
lan la entrada al árbol del Paraíso. Él con y negro de una señora altiva y orgullosa,
espada de fuego y ella guiándole con una que la observa. En el segundo paso vemos
estrella. En el segundo paso, se ve a los la foto vacía y a la criada que sigue con
dos ángeles como en reverso, son dos de- su cortar, pero ahora corta la cabeza so-
monios burlones y obscenos, ha pasado berbia de la señora. La criada sonríe y la
el tiempo o han comido el fruto del árbol señora también.
del Paraíso. Los laberintos de las relaciones de po-
Otra llamada sobre el tema de la tergi- der. Y los laberintos de las humillacio-
versación de nuestros impulsos, acerca nes del que sufre bajo el poder En ellos
de los mitos que arrastra la tradición y la imaginación se abre a un inimaginable
que impiden al hombre llegar al cono- campo para expresarse. Y como es habi-
cimiento de su propia naturaleza, de sus tual y se comprueba cierto, la imagina-
capacidades mentales y de su sabiduría. ción no puede superar las sorpresas que
Compendio de sí mismo que no va a po- nos reserva la realidad.
der manejar sin la conciencia de un saber octava estación: arlequín
y un conocimiento de su existencia, los de corazones
datos de una experiencia propia y ajena En el primer paso un Arlequín, entre
sobre el hecho de existir. los escombros, contempla a una mujer
sexta estación: transfusión cromática desnuda. Ella levanta una copa hacia el
En el primer paso se encuentra a un Arlequín. La mano del Arlequín deja caer
hombre que hace una transfusión multi- una gota de sangre en la copa. En el se-
color a un maniquí que agoniza. Ambos gundo paso el hombre está desnudo y la
están en una jaula de cristal. Desde algún mujer-arlequín, contemplándolo, bebe
lugar del orbe otro maniquí observa. Se- poco a poco la sangre de la copa.
gundo paso, el hombre es quien yace aho- Las relaciones entre sexos están sufi-
ra agonizante y el maniquí le transfiere su cientemente interconectadas entre si para
sangre metálica. El maniquí que vigila des- que cada uno despierte en su imaginación
de algún lugar del orbe respira satisfecho. los mejores los ángeles que habitan en él y

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

también sus peores diablos. Y el dolor es vemos transformada en una imagen ce-
siempre inevitable, se mire desde el sexo lestial de tontería. Cuando la realidad se
que se mire. impone, la falta de su aceptación trastor-
novena estación: organillero na la imagen superpuesta. Lo que queda
El primer paso presenta a un organille- es un impulso desbocado, en una cultura
ro que, desde cualquier lugar del mundo, que impone avergonzarse de ese impulso.
del cielo o de una casa, canta tonadas de O perder la vergüenza y sentirse abruma-
amor. Las tonadas de amor se convierten do de culpabilidad.
en frases que los transeúntes atrapan a décimoprimera estación:
cambio de un valor cualquiera. Y servi- competencia desleal
rán desde para ser regaladas hasta para Se desarrolla en un solo paso. Al teléfo-
morirse de tristeza con ellas. no la Mujer del Jefe que le llama para re-
El segundo paso muestra al organillero cordarle la cena que tienen esta noche. El
sepultado por desperdicios. Lo único que Jefe tiene una cita con un Cliente y ade-
queda son las frasecillas amorosas atra- más no tiene Secretaria, de modo que se
padas en los cables de luz y restos de su excusa a pesar de las insistencias y cuelga
guitarra. el teléfono. El Jefe tiene un lema: «Lo im-
El amor en las ciudades se agosta y portante es el negocio». Su Mujer se pre-
muere. Como muere el amor en cualquier senta como Secretaria, y sin darse cuenta
otro paraíso o en cualquier otro infierno. de que es su Mujer el Jefe la contrata. Lle-
El amor, entidad frágil y cambiante, tiene ga el Cliente y no hace sino fijarse en la
la propiedad de que al más mínimo des- Secretaria, quien enreda las palabras del
cuido puede transformarse en el filo cor- Jefe para que el Cliente quede invitado a
tante de un cuchillo matador. Como la cenar en casa del Jefe. En la invitación el
letra de la canción de Jacques Prevert, que Cliente pide que el Jefe incluya a su Secre-
acompaña al cuadro, nos lo recuerda. taria. Cenan y después bailan, y claro el
décima estación: mujer que come flores Cliente quiere bailar con la Secretaria. El
En el primer paso un joven enamorado Jefe celoso quiere cerrar el negocio, pero
traza sobre un lienzo los rasgos dulces de el Cliente quiere que se incluya a la Secre-
Ofelia y le ofrece flores como corazones taria. Puesto que lo único importante es
ante un fondo gris de invierno que se abre el negocio, la Secretaria decide aceptarlo
a una primavera. En el segundo paso la y se va con el Cliente. El Jefe se queda sin
Ofelia pintada, abrumada por tanta pri- su Mujer.
mavera, va devorando las flores ofrecidas Amor con amor se paga. La cultura del
por su enamorado hasta devorar el cora- sometimiento necesita sus desquites. Y
zón de su enamorado y el suyo propio. el ingenio para algo sirve, para aplicar la
La imagen del amor que nos ha trans- cultura al pie de la letra y con ella trastor-
mitido nuestra civilización y parte de nar las funciones, con lo cual el opresor
nuestra cultura parece de azúcar cande. queda oprimido por sus mismos lemas.
La naturaleza exige otra comprensión
del amor, y la aceptación de un deseo ne-
gado, especialmente a la mujer, a quien

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

décimosegunda estación: una panorámica crítica del sentido del


«ni lo nombres» amor que algunas culturas imponen. Y
También, en esta estación hay un solo a través de estas culturas, a una crítica
paso. Pero este paso es el cuento de nunca sobre quiénes hacen y deshacen los va-
acabar, ya que cuando acaba se reinicia. lores culturales. La sabiduría de la na-
La Matrona y la Emperatriz, aquella ma- turaleza dicta, con suficiente cordura y
yor, ésta casi una niña, dialogan sentadas sentido práctico, los pasos necesarios en
en un bar. La Matrona le lee las cartas y los temas de amor. Hay culturas que dis-
en ellas aparece un Hombre. La Matro- torsionan, bajo los intereses del poder y
na se alarma y hace salir a la Emperatriz, del dominio, los verdaderos impulsos, e
quien deja un pañuelo suyo en la mesa. Al interesadas mantienen estos impulsos en
llegar el Hombre donde está la Matrona la ignorancia o bajo la amenaza del caos,
coge el pañuelo de la Emperatriz y lo aca- la superstición y el miedo. Es así como
ricia y lo besa. Aparece la Emperatriz que por medio de la caricaturización, el car-
se entrega al Hombre, como si ella mis- naval, los escenarios desolados en la línea
ma fuera aquel pañuelo suyo que antes el de Samuel Beckett, los carteles que de-
Hombre tomó. La Matrona ordena a la terminan la distancia con el público y la
Emperatriz poner la radio, sin que la Em- representación en el escenario, la música,
peratriz le haga caso. La Emperatriz baila la asociación imaginativa a través de las
con el Hombre. La Matrona se interpo- imágenes incongruentes, o la traslación
ne y le ordena salir. El Hombre se lleva a de imágenes para mostrar los símbolos,
la Emperatriz a un rincón y allí hacen el Críspulo Torres B. ha conseguido un
amor. La Emperatriz regresa sola donde mapa de alertas sobre el complejo y ma-
está la Matrona. Después de un largo si- nipulado tema del amor.
lencio, se reinicia la secuencia de cuadros
anteriores con la escena del diálogo con Vía Láctea, de Hugo Afanador Soto
que comenzó la obra, el diálogo en el bar (1993)
entre la Matrona y la Emperatriz. Esta pieza teatral consigue, con fino deta-
Esta es la última de las Estaciones, al lle y combinación de recursos, represen-
llegar a ella los espectadores deben seguir tar, apelando a la imaginación, a la fanta-
el circuito de las Estaciones a la inversa, sía y a medios simbólicos inspirados en el
atendiendo ahora solamente al paso se- surrealismo, la muerte de dos ciudadanos
gundo de cada una de ellas. En esta última sin particular relevancia, de dos hombres
Estación, pese a las órdenes y señales de la comunes y normales, en un atentado por
Matrona, la Emperatriz sabe muy bien lo bomba.
que quiere. Y una y otra vez se repetirá el En el escenario se ve una parada de au-
triunfo de la voluntad guiada por el senti- tobús donde está esperando Eparkio San
do de la atracción y el impulso del deseo, Miguel. También en el escenario se ve un
frente al dominio de la arbitrariedad y de letrero, con nomenclaturas y señales de
la represión. tránsito que dice: vía láctea, recorrido
Llegamos, tras la asistencia al circuito por una línea de luz. La música contribu-
que nos señalan estas doce Estaciones, a ye a crear un efecto de misterio. Se oye

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

llegar un autobús, se oyen sus frenos al y amigo de Eparkio, quien al ver a Eparkio
parar, como abre y cierra la puerta, pero se sorprende de su raro aspecto. Tampo-
el autobús arranca sin recoger a Eparkio. co el comportamiento de Lorenzo le pa-
La sonrisa esperanzadora de Eparkio se rece a Eparkio muy normal. Pero ambos
transmuta en expresión de desconcierto. insisten en que no ha ocurrido nada ex-
Una mujer vestida de bañista de prin- traordinario, que ellos se conocen desde
cipios de siglo, con un bañador a rayas hace mucho tiempo, que sus mujeres se
rojas y amarillas, se desplaza cruzando el conocen y también sus hijos se conocen,
escenario. En su desplazamiento la mujer que ellos son personas normales y hacen
va jugando con globos inflados de varios vida normal. Pero ambos coinciden en
colores. Y la mujer está cubierta con un que la ciudad se ha vuelto rara y extraña y
gran velo transparente. Tras una pausa, también la gente que vive en ella. Por otra
con la música a todo volumen, vuelven parte, Eparkio está convencido de que
a cruzar en sentido contrario los globos son las 7 de la mañana y Lorenzo las 7 de
solos. Tras otra pausa, otra vez con la la tarde, pero, como todo está oscuro, Lo-
música a todo volumen, aparece la mu- renzo convence a Eparkio de que se vaya
jer del traje de baño, pero sobre el velo a su casa y le señala el camino en línea
le cubre la cara una careta con el rostro recta. Lorenzo desaparece por ese camino
de Eparkio. La sonrisa de la mujer, que va que señaló a su amigo, y Eparkio quiere
muy adornada, es ahora pícara y sensual. seguirle pero no puede avanzar, no quiere
Eparkio lanza una carcajada. Y así co- quedarse solo, la oscuridad es impenetra-
mienza un monólogo en el que Eparkio ble, es maciza. Eparkio trata de serenarse
se inicia con una serie de reacciones que ante su imposibilidad de avanzar.
se repetirán con más o menos variantes a Se oye de nuevo el motor del autobús y
lo largo de toda la representación. Ante el Eparkio, ahora tranquilo, ya está prepa-
desconcierto, la primera reacción es tra- rado para subir. Pero el sonido del auto-
tar de recordar todos sus actos anteriores, bús va creciendo y queda convertido en el
aferrarse a ellos y, tras comprobar que estruendo de un tremendo vendaval que
nada anormal ha ocurrido, afirmarse en lo arrastra, lo tira por tierra y le arranca
el convencimiento de que él es un hombre los vestidos. Totalmente desconcerta-
normal. Sin embargo, no puede eludir las do se queda mirando al público, y en su
experiencias extrañas de que el autobús aturdimiento se repite a sí mismo los ac-
no lo haya recogido, de la mujer que ha tos que hizo por la mañana al levantarse,
pasado delante de él y de la careta con su aunque este repaso de los hechos no logra
propio rostro que se le ha quedado im- calmarlo. En el techo de la parada se ve a
preso en la imaginación. La única repues- Lorenzo, que lanza una carcajada al ver a
ta que se le ocurre a Eparkio es que tal vez Eparkio en aquel estado. Lo sorprenden-
esté soñando. Cuando la música vuelve a te de la situación y las burlas de Lorenzo
ser estridente se ve la parada del autobús los engallan en una discusión en la que
invadida por una nube de humo. surge el tema de sus esposas. Que si la de
A medida que esta nube se disipa, apa- Eparkio no le quiere, que si la de Loren-
rece la figura de Lorenzo Medina, vecino zo le pone cuernos, de modo que con el

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

diálogo ambos caracteres van cobrando y arremete contra los argumentos mate-
sus propios rasgos de identidad. Lorenzo máticos de Eparkio, con lo que comienza
es más cínico e independiente y Eparkio una andanada de insultos donde se des-
más sensible y dependiente, sin que por acreditan el uno y el otro acerca de sus
ello ambos dejen de insistir de igual modo capacidades matemáticas y filosóficas.
en que son normales, en buscar el refugio Lorenzo, enfadado con su colega, deci-
en sus familias y en tratar de ser queridos de emprender el regreso a su casa con su
por los que les rodean en su vida cotidia- familia y dejarlo allí solo, donde lo había
na. Por eso mismo Eparkio y Lorenzo, a encontrado y donde se paró para ayu-
pesar de sus piques y desacuerdos, confir- darle. Eparkio le grita a Lorenzo que se
man su camaradería y su amistad, y aca- va porque tiene miedo, a lo que Loren-
ban bebiendo juntos una cerveza. zo responde que quien tiene miedo es él.
Eparkio ha recogido del suelo una hoja Con este rifirrafe se organiza una gritería
de periódico que informa de la explosión incomprensible y ensordecedora.
de una bomba y muestra varias fotogra- Eparkio, siempre preocupado por cerrar
fías elocuentes. También Lorenzo mira los temas, al cabo de un silencio, retoma
el periódico. Se oye entonces el estallido la discusión para decir que todo aquello
de una bomba. La palabra «amnistía» es una discusión matemática. Lorenzo le
que aparece en el periódico desencadena replica que es aritmética. De nuevo, argu-
un enrevesado diálogo entre ellos. Epar- mentando cada uno con su tiza, vuelven a
kio defiende lo lógico, el ir al trabajo, lo enzarzarse, como en un duelo deportivo,
productivo. Tiene miedo de no encon- en un galimatías sin sentido sobre suma
trar sentido a sus errores ya que no tie- de líneas, suma de líneas rectas con líneas
ne sentido buscar el sentido a los errores curvas, descalificaciones y equivocacio-
porque esto resulta improductivo De lo nes. Eparkio, como es habitual, siempre se
improductivo pasan a lo incoherente y de mantiene agarrado al recuento de lo que
lo incoherente a lo insatisfactorio de la hizo aquella mañana. Hasta que Lorenzo,
condición humana, porque la condición triunfal, afirma que Eparkio se equivocó.
humana por más esfuerzos que haga no Pero Eparkio se sienta tranquilamente en
puede mejorar. No puede mejorar por- la parada de autobús, saca un bocadillo y
que es absurda y es absurda porque no se dispone a comerlo.
tiene lógica, es decir, no tiene una intro- Se oye de nuevo el motor del autobús
ducción, un nudo y un final. El resultado que se acerca, su ruido se distorsiona,
de la humanidad consiste en que, después se acelera y se convierte en un terrible
de organizar un lío considerable, acaba- vendaval que lo arrasa todo. Lorenzo es
mos contentándonos con este lío. Lo arrastrado por el viento, revolcado por el
cual, según Eparkio, es como una línea suelo y su ropa desgarrada. Desde el suelo
recta. Sin embargo Lorenzo argumenta se queda mirando al público desconcerta-
que podría ser una línea recta curva. Esto do. Eparkio terminó de comer su bocadi-
para Eparkio es un absurdo, y comienza llo y como con un creciente sentimiento
a demostrarlo dibujando con tiza sobre de culpa comienza a justificarse. Porque
un tablero. Toma a su vez la tiza Lorenzo ese bocadillo se lo preparó su esposa y

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

tenía hambre, y porque tenía hambre se za sobre Lorenzo y trata de estrangularlo.


equivocó en asuntos físicos, metafísicos o Lorenzo, con sangre en los labios, pone
filosóficos, pero su estómago no se equi- en duda la honradez de Eparkio y le afea
voca a pesar de lo raro que es todo. Con su agresión y su violencia. Eparkio insiste
un fondo de música de misterio aparecen en su normalidad, su pacifismo, su hon-
dos figuras femeninas que llevan en la radez, su decencia. Entretanto las luces si-
cara máscaras con el rostro de Lorenzo. mulan el estallido de una bomba. Eparkio,
Una de las mujeres lleva a la otra en un en su desesperación, comienza a ver que,
cochecito de niño y sus máscaras lloran en todo el tiempo de su vida, nadie de los
sangre. Al ver a Lorenzo en el suelo se que le rodean ha comprendido nada, que
echan a reír y corriendo desaparecen. tanto él como Lorenzo han sido objetos
Eparkio saca un periódico. Lorenzo se que nunca tuvieron condición humana.
queda observándolo mientras hace re- Lúcido, Eparkio, bajo los efectos del es-
cuento de los hechos que han precedido tallido que simulan las luces proyectadas,
a su desconcierto, el dejar su despacho, cambia las tornas con Lorenzo. Y ahora
el tomar el ascensor, el subir al autobús, es Lorenzo quien se resiste a reconocer
hechos que se suman al del inesperado su culpabilidad, y quien hace declaradas
encuentro con su vecino Eparkio, y al de protestas de su normalidad, de su fijarse
la imagen de las dos mujeres extrañas por en los hechos cotidianos, su levantar-
la calle. Entre bruscos cambios de acep- se del escritorio, su dirigirse al autobús,
tación y rechazo de los sucesos en que ilusionado por llegar al refugio de su fa-
Lorenzo se encuentra, se oyen ruidos de milia. Con todo, pese a sus afirmaciones,
sirenas y voces propias de los momentos Lorenzo no deja de reconocer que hoy le
que siguen a la explosión de una bomba. están ocurriendo cosas muy raras, como
Lorenzo mira a Eparkio, que observa en si viviera una pesadilla.
el periódico las fotografías de la tragedia. En un desesperado diálogo final Epar-
Lorenzo arremete contra Eparkio y lo kio y Lorenzo abarcan la conciencia de
llama morboso por observar las imágenes su situación preguntándose si realmente
de la tragedia que les acaba de suceder las cosas son como se las presentan o son
hace apenas un segundo. Vuelve el careo de otra manera, si realmente están don-
de descalificaciones, defensas y afirma- de creen estar, en su país, en su ciudad,
ciones. Eparkio, conformista como es, en su barrio, o si esto tampoco es así y se
se justifica diciendo que es lo único que lo han hecho creer. Para finalmente lle-
tiene para informarse de lo ocurrido. Lo- gar a la pregunta de si un país puede ser
renzo tiene la mente más clara y se horro- de uno, si de verdad lo que sucede es que
riza de lo bestia que puede ser el hombre, ellos, Eparkio y Lorenzo, tienen propie-
un primate insensible, un animal. Y por tario. A cada afirmación se abre la posi-
eso Lorenzo se siente responsable de lo bilidad de aceptarla, aunque uno y otro
que está ocurriendo, por no ser unos con confiesen no entender. La soledad de uno
otros solidarios. Eparkio, que no entiende y la soledad del otro es lo único que les
esta responsabilidad y siente que Lorenzo queda, lo mismo que su imaginación, la
lo hace culpable de las bombas, se abalan- imaginación de uno y la imaginación del

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

otro. «Esto es inteligente. Ella [la imagi- estas escenas, es un organismo enfermo,
nación] puede vivir sola», dice Lorenzo. acobardado, agresivo e insensible que en
En su viaje al infinito, el espacio sideral su actitud defensiva se ha transformado
de su destino, la mujer que antes apareció en una amenaza criminal. Un poder que
les precede. nada tiene que ver con el verdadero orga-
Vuelve a aparecer la mujer con las dos nismo civil de una sociedad justa y soli-
muñecas que siempre la acompañan, pero daria. Estas escenas nos muestran el efec-
ahora los rostros y cuerpos de las dos mu- to megalómano y ambicioso de un poder
ñecas están llenos de vendas. Se oye el es- que proyecta en los que domina su propia
tallido de una bomba. Aparecen Eparkio violencia y su propia ambición. Es una so-
y Lorenzo, con los rostros heridos y lla- ciedad convertida en víctima por un po-
gados, descompuestos por la explosión, der desequilibrado, mental y físicamente
caminan hacia la parada del autobús y enfermo, que justifica sus crueldades y
se sientan. Allí también está sentada la sus atropellos, y que somete al individuo
mujer y se la ve tomando un helado. Las civil a un estado mecánico y degradante
dos muñecas están, ahora, ahorcadas de con el fin de utilizarlo como mera servi-
la marquesina. Lorenzo y Eparkio repi- dumbre a sus caprichos o como pieza es-
ten a dúo el último diálogo de su lúcida tratégica en sus escaladas de terror. Con
perplejidad, donde dicen que las cosas las sutileza, este poder corrompido enajena
ven como se las presentan, pero que en a los individuos de una vida civil que de-
realidad no son así, que el país, la ciudad, bería regirse por la solidaridad, la colabo-
el barrio donde viven quizás no sean su ración y la participación, y los aísla, los
país, su ciudad, su barrio, que quizás ten- engaña y los desquicia en un sin sentido
gan un propietario y a lo mejor no tengan como los personajes aturdidos, mecáni-
ni su país, ni su barrio, ni su ciudad, y que cos y manejables aquí representados. De
quizás ellos mismos no existen. Al llegar este modo las imágenes y las situaciones
al término de la representación Eparkio y irreales y los diálogos irracionales en esta
Lorenzo constatan su soledad, constatan representación se vuelven materia simbó-
su imaginación, y constatan que quizás lica del verdadero trastorno en que viven
sólo queda su imaginación y no ellos, con las sociedades infectadas por este cáncer.
lo cual confirman a dúo y como última Sueño y realidad de las situaciones y de
palabra que «eso es inteligente». Termi- los personajes testifican una corrupción
na la representación con una estruendosa social monstruosa y destructora.
carcajada, el estallido de una bomba y el
sonido de las sirenas. Cambalache o El juego de los excesos, de
Con brillante habilidad, esta obra de Darío Moreu y Mabel Pizarro (1991)
teatro nos sumerge en un mundo irreal, Esta obra de teatro, muy apta para ser re-
lleno de imágenes y de efectos surrealistas, presentada en un espacio abierto, libre, no
para mostrarnos la brutal y demente reali- convencional, y muy apetecible para un
dad de la violencia por parte de anormales público colectivo por su emotividad visce-
organismos de poder. El siniestro poder, ral y su esquematismo de planeamiento, es
que oprime las situaciones que muestran un trabajo que realizan dos actores repre-

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

sentando varios personajes. Sus recursos La participación del público en la elec-


son el cartel estilo Bertolt Brecht, la cari- ción se le ofrecerá cinco veces, una a cada
catura, y la representación de un tema tra- inicio de representación. Las otras dos
dicional conocido por todos. Además, in- restantes, que han quedado al azar, se re-
troduce un «teatro dentro del teatro», que, presentarán al final para, como dicen sus
por una parte, mantiene las expectativas propios autores, «reforzar la idea de frau-
entre cuadro y cuadro, y, por otra, engarza de y de lo inconcluso, en relación con lo
los cuadros con unas escenas que el públi- que se ofreció al espectador».
co ya espera, tras acabarse cada cuadro y La representación del «teatro dentro
antes de empezar el siguiente. del teatro» se realizará como una dispu-
El modo de proceder en esta represen- ta entre la pareja de Pregoneros en tor-
tación lo explican sus dos autores, que a no al tema del dinero y del poder. Uno
su vez serán sus diversos pares de actore, de ellos es el que manda y el otro es el
los cuales aparecen en todas las escenas que obedece. Son ellos quienes presen-
y cuadros, y por eso se subtitula creación tan cada cuadro en su inicio, cuando
a dúo. Se representan los siete pecados ofrecen al público la elección de la bolita
capitales, y cada uno de los pecados se correspondiente, que decidirá el pecado
representará como exceso. Cada pecado que se debe representar. El que manda
tiene asignado un color, un número y obliga al otro a ofrecer la cajita al públi-
una ilustración que lo muestra. co para que el público saque la bola de
Los dos actores comienzan haciendo color. Desde el final del primer cuadro,
de Pregoneros que solicitan la atención cuando ha de elegirse el segundo, el que
del público y le llaman para que acuda a obedece comienza a protestar porque no
la representación. Tras esta llamada, les está de acuerdo con la condiciones de
exponen en versos rimados y muy pega- trabajo ni con la paga. Al final del segun-
dizos el tema de lo que van a representar do cuadro el desacuerdo es más vivo, y el
que, como es ya muy conocido y además que manda se ve obligado a coger al otro
tiene la fascinación de lo prohibido, des- actor por el brazo para forzarle a seguir
pierta de inmediato la atención de los ofreciendo al público la elección de la
asistentes y de los que aún se muestran bolita, que decidirá la representación del
remisos. Tras la exposición van a pedir tercer cuadro. Cuando termina el tercer
que el público participe, recurso muy cuadro la cosa llega a tal punto que el
apropiado para un teatro de plaza o ca- que manda debe obligar al otro a punta
llejero, y que participe en la manera de de pistola a que presente la cajita con las
proceder con el orden de representación bolas al público para decidir el quinto
para los siete pecados capitales. Mues- cuadro. Al final del quinto la rebelión
tran una cajita al público, donde están del que obedece ya es imparable, toma
las siete bolas con los colores que se han la caja con las riquezas y una pistola y
adjudicado a cada pecado, de manera trata de escapar, pero el enfrentamiento
que el público tome una bola de la cajita, no se hace esperar y ambos disparan y
decidiendo de ese modo el pecado que se mueren. Aquí terminan los cinco prime-
va a representar. ros cuadros.

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

Inmediatamente se levantarán, se pon- pereza


drán las caretas de uno de los dos cuadros El Gordo y la Flaca. Ella muestra al pú-
pendientes de representación y actúan. blico su buena condición física. Se pone
No importa el orden que se dé a estos dos al lado del Gordo para obligarlo a reali-
últimos cuadros. Una vez terminado uno zar ejercicios. El Gordo no se da por en-
de los cuadros tomarán las caretas del terado. La Flaca insiste en que el Gordo
otro y realizan su representación última debe prepararse para realizar una carrera.
y final. Dando fin a la atracción y al es- La Flaca sale corriendo, pero el Gordo
pectáculo. apenas se desplaza. La Flaca acaba em-
Los cuadros que representen los peca- pujándolo desesperada. La Flaca obliga
dos capitales estarán planteados por pa- al Gordo a realizar otros ejercicios como
rejas, el Viejo y la Vieja, la Coqueta y el movimientos de flexión, con resultados
Seductor, el Gordo y la Flaca , o las pare- parecidos. Hasta llegar al movimiento de
jas que se necesiten. levantar los brazos, donde la Flaca para
Por orden de aparición en la impresión animarlo los levanta y baja cada vez más
de esta obra a dúo, daré un esquema de rápido, mientras que el Gordo los va le-
la imagen que representa cada uno de los vantando y bajando cada vez más lento.
pecados capitales. Pero este orden puede El Gordo lentamente cae desmayado y la
ser y posiblemente será cualquier otro que Flaca en su progresiva aceleración igual-
determine el azar de las bolitas extraídas. mente cae desmayada.
avaricia envidia
Una vieja acaudalada y su chófer apare- El Viejo luce su coche delante de la
cen como la Vieja y el Viejo. La vieja anda casa de la Vieja donde ella está limpian-
todo el rato contando y recontando el di- do y barriendo. La Vieja cuando ve al
nero y dando prisa al chófer para que la Viejo con el coche le echa un conjuro. El
traslade de negocio en negocio. Todo esto Viejo, que lo ve, quiere golpearla, pero
bajo los lemas de la Vieja, «el tiempo es la Vieja se da cuenta, y entonces el Viejo
oro» y «hay que ser productivo». El Viejo cambia el gesto y le pide un vaso de agua.
le pide la paga y la Vieja le da una miseria. La Vieja se lo da, pero después de hacer-
La Vieja recuenta que te recuenta va apar- le unos pases mágicos. Bebida el agua el
tando montones de billetes que el Viejo a Viejo se retuerce de dolor y se desploma.
escondidas se mete en el bolsillo. El chó- Pero el Viejo se recupera y sorprende a
fer simula ponerse malo de tanto trabajar la Vieja espiándole. Afirmada su sospe-
y la Vieja se ve obligada a conducir el co- cha, el Viejo prepara un amuleto, lo ro-
che. El Viejo va detrás riéndose de ella y cía, lo deja en la puerta de la casa y rocía
en un momento determinado se deja caer también alrededor de la casa. La casa de
del coche haciéndose el muerto. La Vieja la Vieja se viene abajo. Ella pide compa-
ve que la cosa no tiene remedio, le pone sión al Viejo y éste sube a la Vieja en el
una moneda en el pecho, y, alejándose coche, pero en una revuelta, tomada con
con el coche, sigue con su faena de contar intencionada velocidad, la precipita fue-
y recontar. El Viejo cargado de billetes se ra del coche. La Vieja queda maltrecha
queda en el camino muerto de risa. en el suelo.

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lujuria te, la Coqueta sube al coche del Seductor


Coqueteo y seducción entre la Coqueta como quien no quiere subir. Los piropos
y el Seductor. Juegos diversos de pareja del Seductor terminan en un cachete de
entre besos, miradas, restregones y otras la Coqueta, que se apea. El Seductor sale
simulaciones eróticas hasta quedar am- en persecución de la Coqueta mientras se
bos tras la tela de un paraguas que hace insultan mutuamente.
de habitación o casa. Desde allí se oye gula
todo lo que hay que oír para suponer que El Gordo pide de comer a la Flaca. La
hacen el amor. Al cabo sale el Seductor Flaca ausculta al Gordo y le hace la res-
en ropa interior y la Coqueta mostrando piración artificial. La Flaca trae una pata
sus gracias. Las incitaciones de la Coqueta de pollo que se mete en la boca. El Gor-
continúan a ritmo compulsivo hasta que- do ataca a la Flaca que se le enfrenta cara
dar ella y el Seductor extenuados. El Se- a cara. Y aunque luego la Flaca quiere
ductor intenta escapar pero la Coqueta le escapar, la agarra El Gordo y la sacude
va detrás, le hace pases mágicos, lo inmo- boca a bajo para que tire la pata de pollo
viliza, lo carga en el hombro y lo devuelve que se metió en la boca. El Gordo come
al paraguas. Acaba la escena bailando los como un desesperado hasta que le due-
dos al son la de música frente el público. le la barriga y se queja. La Flaca empieza
ira también a comer desesperadamente. El
La Vieja canta, el Viejo que quiere fas- Gordo y la Flaca retorciéndose de dolor
tidiarla canta a dúo con ella. La Vieja rei- de tanta ingestión mueren de hartura uno
nicia el canto con más fuerza y el Viejo sobre otro.
se entromete de nuevo. Ni uno ni otro Con representación caricaturesca, logra
ceden. La Vieja porta un paraguas, que el autor la fijación atenta del público. La
utilizará contra el Viejo cuando este le temática conocida y que despierta la cu-
dé golpes con su bastón. La pelea pros- riosidad de cómo van a representarse tales
pera en medio de las caídas del Viejo y la pecados, despierta el interés en el públi-
Vieja. La simulación pasa a mostrarse en co. Los carteles y los colores dejan claro el
cámara lenta hasta que el Viejo y la Vieja pecado que se representa. Y los símbolos
se clavan sus armas mutuamente. El Vie- caricaturescos de la representación dejan
jo y la Vieja se desplazan entre el público a la mente de cada uno la libertad caza-
mientras van expresando, en su última dora de la imagen que mejor se le acople.
exhalación, gritos mortales de dolor sin Por si no hubiera suficiente atractivo en
dejar de injuriarse. lo representado, el teatro de los interme-
orgullo dios, el «teatro dentro del teatro», con los
El Seductor va requiriendo a la Co- desacuerdos de los dos Pregoneros, des-
queta, que pasea, para que suba al coche. pierta una atención, a cada cuadro más
La Coqueta lo rechaza pero no pierde la viva, ante la violencia creciente.
presa. El Seductor no se da por vencido
y capta el juego, que la Coqueta mantie-
ne y mantiene entre insultos y rechazos y
aproximaciones y expectativas. Finalmen-

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Desearía terminar este resumen y co- ampliación pendiente, abriendo a quien


mentario de las obras seleccionadas por lo desee y pueda conseguirlas la posibili-
Fernando Duque Mesa en su Tomo I re- dad de recordarlas, leerlas o verlas repre-
cogiendo su propósito de ampliarlo con sentadas.Las obras y sus autores son los
un Tomo II que no llegó a realizarse, siguientes:
pero cuyo proyecto trazó en el Tomo I, Los tiempos del ruido, creación colectiva
citando algunas de aquellas obras entre del Teatro Experimental La Mama, con
las que elegiría posteriormente la serie dramaturgia de Hedí Armando.
que formarían el Tomo II. De modo que Segundos, creación colectiva de Umbral
daré constancia de su selección copiando Teatro, escrita por Carolina Vivas.
las obras que Fernando Duque Mesa ba- María Es-Tres, de Fabio Pubiano Or-
rajaba entre las posibles a publicar en el juela.
Tomo II. Los filibusteros, de Juan Montsalve.
Dado el gran interés que tienen las Un muro en el jardín, de Jorge Plata.
obras de su selección en el Tomo I, me Maiakosvski, poema trágico para circo
parece inexcusable no hacer mención de y teatro, de Juan Carlos Moyano Ortiz.
su proyecto para el Tomo II y asentar la Las tres preguntas del diablo enamorado,
curiosidad y el conocimiento acerca de la de Misael Torres Pérez.

NOTA
1. Fernando Duque, en la Antología del teatro experimental en Bogotá (1995), reseña esta
obra con la grafía «Estar». En cambio, Fernando González Cajiao en Teatro colombiano
contemporáneo: Antología (1992), realizado con motivo del quinto centenario, recoge la
grafía «Star» cuando menciona la obra de Santiago García.

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